Save her [Zayn Malik]

Solamente bastó cerrar sus ojos en la noche para crear maravillas dentro de su imaginación.
Todos sus pensamientos fusionaron en uno solo.
La ficción pareció tan real, que ella no podía caer en que fue solo un bello y foráneo sueño. En donde ella era feliz. Donde poseyó la calidez de una familia, unos infalibles amigos y el sentimiento de amar tan inmensamente.
Halló la imagen de la perfección encarnada, vestida de un traje anaranjado. También sus persuasivos ojos melaza fulguraban chispas de ese color.
Atravesó el puente.
Escuchó que alguien la nombraba, a la distancia. Agudizó su oído; no lograba localizarla.
—¡___, ven!— volvió a exclamar.
Corrió. Sus pies armaban su individual camino y ella solo los alentaba. No podía pararse. La adrenalina no le concedía el permiso para quitarse de ese sin fin y moderarse.
De repente, estaba frente a un árbol, vasto y empinado y los gritos se hicieron rotundamente más cercanos.
Caminó y le dio la vuelta. Al otro perfil, encontró un picnic. Trish y Bob comían sentados ahí.
—___, apareciste— le dijo Bob.
—¿Por qué no vas a por Safaa y vienen juntas a almorzar?
No mencionó nada ya que sus pies accionaron de nuevo, separándola de aquel mantel a cuadros.
Momentáneamente sus contornos se tornaron negros. Se evaporaron las anteriores plantas, árboles y flores.
Percibió un lloriqueo. Intentó, rastrearlo, pero le fue imposible. No había rastro de alguna alma a kilómetros.
Giró y vio un espejo. Fue lo único que encontró enganchado entre las tinieblas. Se allegó a él. Estaba empañado; su visión era nula. Deslizó su puño derecho por el vidrio para aclararlo y poder visualizar a través.
El reflejo era ella misma. Echa un buñuelo en el piso, sollozaba desconsoladamente. No alzaba la mirada.
Un rasguño a la incalculable oscuridad y el espejo y su emisión se disiparon. Y en su lugar, apareció el hombre que la hizo ruinas ensombrado, ocultando su espantoso rostro.
Solo estaban él y ella. Un monstruo y alguien que creía serlo.
Ahí pareció el principio de una pesadilla.

El hombre fue hacia ella, espetando barbaridades a su paso. Iba con una mano en alto, como si quisiese acariciarla.
—Preciosa.
Gruñó con rudeza y esquivó su mano con un puñetazo ágil.
—¿En serio vas a hacerme esto después de todo lo que te di?— le acusó sobando la zona morada en su rostro.
___ lo contemplaba como si lo alcanzara a ver enteramente, pero solo enfocaba sus rojos ojos y su sombrero de cuero.
—¿No vas a responderme, eh?
Sacó bruscamente un cuchillo de su campera. La amenazaba con él, bordeando con la lámina su pálido cuello.
Una luz naranja se hizo presente y aclaró las sombras negras. Una silueta afloró de ella, valiente. Esta se abalanzó sobre el tipo y lo desapareció de una golpiza.
Cuando la figura volteó, una dentadura perfecta deslumbró sonriente ante ella. Arriba, encontró esos ojos destellando anaranjado.
Pronto, todo cambió.
El moreno la rodeaba con firmeza, hallándose dentro de un salón, donde vio corretear a Safaa, jugando con Niall, Liam, Sophie y desconocidas caras.
—¡Chicos, ___ esta aquí! ¡Hora de comer!
—¿Comida? ¿Dónde?— brincó el ojiazul de felicidad.
Al tirón, todos desalojaban la sala desordenados y a empujones por la entrada.
—¿Vamos?— le preguntó Zayn.
Él le estiró su brazo, para poder escoltarla con suma admiración; como un verídico caballero.
___ lo examinó sin disimulo; de arriba a abajo.
Su traje naranja resplandecía, engranando correcta e impecablemente con los destellos de su mirar. Su postura, encantadora, aguardaba por ella.
Impaciente, el moreno tomó su mano, anexó sus palmas y enredó sus dedos con una tímida maña.
La sensación era pura.
Y como cierre —o lo último que recuerda— del sueño, fue la gesticulación que le proporcionó junto con un guiño.
Despertó creyendo que al abrir sus ojos, encontraría a Zayn al lado de ella.
Se defraudó al girar y no verlo agarrado de su mano.

—Trish, ¿puedes venir un segundo?
Tricia le hizo un ademan a ___ y se retiró siguiendo a Alessa.
—Sé que hemos estado "demorando" este asunto— enfatizó. —Pero no podemos hacerlo más. ___ ya lleva cinco días aquí; el domingo le darán el alta. ¿A dónde irá?
Trish frotó su espalda, queriendo meditar.
Si a ___ la dejaran en un instituto, algo como un internado, solo podría visitarla fines de semana y ella ni loca la volvía a encerrar en un lugar que le traería malos augurios. La otra "genial" opción que le propusieron, fue la de situarla en el orfanato. Ella la rechazó profundamente; ¿y si ___ caía de nuevo en un incorrecto punto?
No y no.
Bob argumentó que vaya a donde vaya ella, él siempre tenía que tener la dirección del hogar.
'¿Y si yo...?'.
—Alessa, cúbreme. Dile a ___ que arribaré en un tris. Gracias.

—Contesta... contesta.
Tecleó su celular por otra vez.
—La tercera es la vencida— se hablo a sí misma luego de haber escuchado el primer *beep*.
—Hola... ¿tan temprano me llamas?
—Yacerr, debo conversar contigo.
—¿Paso algo?
—Es algo muy importante.
—Cariño... no me asustes. Dime.
Trish resopló y volvió a recargar sus pulmones de una bocanada.
—¿Te acuerdas de mi paciente, la chica de la que te platiqué...?
—Oh, si. La pobre niña de la mansión gris.
—Ella. ___.
—¿Le ocurrió algo?
—No, en realidad es todo lo contrario... ella está recuperada. Eso es de lo que debo hablarte.
—Fantástico— trató de alegrarla. —¿Esa no es una maravillosa noticia?
—Sí.
—¿Entonces?
—Ella no tiene casa...
—Entiendo a donde va esto... ¿necesita dinero? No te preocupes, yo puedo dárselo y...
—No, Yacerr, no has entendido. Ella necesita un lugar en el que vivir; no tiene familia.
Yacerr no emitía sonido. Tricia solo podía percibir su respiración a través de la bocina.
—Tu quieres...— comenzó el hombre, uniendo las piezas del rompecabezas. —¿Quieres que ella se hospede con nosotros?
—Quiero que viva con nosotros.
—¿La adoptarás?
—No. Bueno, si, algo así. Pero ciertamente, no. ___ ya es mayor, tiene diecisiete. Puede decidir lo que quiera. Quizá quiera mudarse después de un tiempo. Pero apreciaría que ella estuviese junto a mí, a nosotros, que fuese parte de la familia.
—¿Disputaste esto con los niños?
—Todavía no, pero los otros días se conocieron y pudieron relacionarse bien. Safaa la adora y Zayn también.
—Tricia... ¿estas segura?
—Sí. Es lo correcto.
—Hagámoslo. Confió en ti.
Su esposa gritó. Gritó dichosa; la alegría circundó su cuerpo revoltosa.
—Te amo— le dijo al borde del llanto.
—Igual yo.

Louis se tiró orondo en el sofá.
—Al fin viernes— suspiró sonoro, abriendo una lata de bebida.
Harry se acomodó justo al lado de él y le robó la gaseosa. Tragó un sorbo.
—¿No tienes algo más fuerte?
—Harry, no te daré alcohol— lo reprendió. —¡Devuélveme mi lata!
Se la arrebató.
—No necesitas esto cuando estás decaído; empeorarás.
—No me importa, ella me ignora...— dijo ronco, pestañeando lentamente.
Desordenó sus rulos y se echó atrás.
¿Por qué tuvo que pasar? ¿Por qué carajo olvidó su primer aniversario luego de tantos reconcilios? Lo mandó al diablo nuevamente es tan solo un mes.
—Hazza, hoy es noche de chicos, ¿recuerdas? Hoy olvídate de todo.
—Podemos hacer lo que quieras, por lo menos para dispersarte un poco de...
—¡Majo!— exclamó en un sollozo. Se abrazó al torso de Louis y escondió el rostro en su camisa. —Lou, no me sueltes...
—No lo haré Harry.
—Las mujeres son tan crueles. Un día te aman y al otro no te dirigen la palabra. ¿Cómo pueden vivir en paz siendo tan... tan... malas?— farfulló.
—Hubo una razón contundente por la cual pelearon esta vez— precisó Liam.
—Pero ella no quiere perdonarme.
—Harry, ni siquiera le has pedido disculpas; estuviste mal. Las chicas merecen respeto. Necesitan la máxima atención que te pidan y que tú dispongas para ellas.
—Fui pésimo, ¿cierto?
Los dos lo admitieron.

—Niall, si no engulles las patatas no podré entenderte.
Niall introdujo una última en su boca y dejó el envoltorio sobre la mesada. Aunque se resistió, no aguantaba las ganas de regresarlo a sus grasosas garras y comer durante la historia.
—Ahora voy a contarte— manifestó lamiendo su meñique.
—Qué asco— recriminó el moreno.
—El martes una chica por la calle me pidió la hora. Era bellísima; tez blanca, cabello entintado azul en las puntas, una sonrisa exótica y oh... unos preciosos ojos verdes.
—¿Hablaste con ella?
—No. Solo contesté y la vi alejarse.
—Niall, ¿por qué?
—Es que soy tonto.
Zayn negaba defraudado. Apoyó una mano sobre él.
—Tendría que darte una paliza, pero somos amigos.