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Frigid-[Logan Henderson y tu] TERMINADA
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Frigid-[Logan Henderson y tu] TERMINADA
me encanto!!! adoro a Logan cuando se pone celoso!!
Sonya Henderson
Re: Frigid-[Logan Henderson y tu] TERMINADA
Sonya Henderson escribió:me encanto!!! adoro a Logan cuando se pone celoso!!
Ahh yo tambien :(L): es un amor
Invitado
Invitado
Re: Frigid-[Logan Henderson y tu] TERMINADA
Luz Wantson escribió:Hola soy tu nueva lectora espero y la sigas muy pronto por que en verdad esta increíble xfa no te olvides de tu lecturas y ojala subas tus caps muy pronto ok bessos
Att. Luz
Hola gracias por pasarte un beso, y jamas me olvidare de mis lecturas , y la seguire muy pronto :(L):
Invitado
Invitado
Re: Frigid-[Logan Henderson y tu] TERMINADA
Capítulo 3
Narra _______
--Hola —dijo Paul, deslizándose en el lugar que Andrea había ocupado—, no sabía que vendrías. No dijiste nada en clases.
—Fue una decisión de último minuto. —Tomé un sorbo de ron con Coca-Cola. Ya me sentía más relajada—. ¿Cómo te fue en los finales?
—Creo que todo salió bien. ¿Y tú?
Me encogí de hombros. —Creo que pasé.
—Es probablemente que pasaras con jodidos sobresalientes. —Se ordenó una bebida cuando el mesero pasó cerca—. ¿Tienes todo empacado para el viaje de mañana?
Nos íbamos a nuestro viaje anual a Snowshoe Mountain mañana.
Esta era la primera vez para Paul, pero Logan y yo íbamos a la casa de esquí de su mamá desde que éramos niños. Este sería el segundo año para Andrea y Tanner, y algunos otros amigos de Logan estarían allí también.
Usualmente somos un grupo grande.
—Tengo todo empacado desde el fin de semana —reí—. Soy así de obsesiva.
Su sonrisa se hizo más grande. —Yo aún necesito empacar. Por cierto, gracias por invitarme. Nunca he estado en Snowshoe.
Sorprendentemente, dado a que él creció en la ciudad vecina, yo imaginé que todo el mundo que vivía en Maryland había estado en Snowshoe en algún momento. —No hay de qué. Dijiste que te gustaría esquiar y esas cosas, así que tiene sentido. Logan estará en las pistas todo el día y la noche, así que sin duda tendrás alguien con quien esquiar.
Los ojos azules de Paul se dirigieron hacia la mesa donde ellos estaban sentados. —No sé nada de eso.
Fruncí el ceño y me rehusé totalmente a ver lo que ocurría en la mesa del pecado y sexo. Probablemente estaban haciendo algunos bebés. —¿Qué quieres decir?
—Tengo la impresión de que a Logan no le agrado demasiado. —Su mirada se posó en mí una vez más y se encogió de hombros—. De todos modos, ¿Regresarás a casa después de irte de Snowshoe?
Asentí. —Sí, pasaré la navidad con la familia y me quedaré allí hasta que el semestre comience. ¿Tú?
—Estaré en Bethesda una parte de días y luego iré a Winchester con mi mamá —Rascó la etiqueta de su botella con el ceño fruncido—. Mis padres se divorciaron hace unos años, así que voy a mis dos casas.
Yo no lo sabía. —Lamento escucharlo.
Una pequeña sonrisa apareció. —No es la gran cosa. Tengo dos navidades, así que no me quejo.
Tomando otro sorbo, bajé mi vaso en la mesa. —El doble de regalos.
—El doble de diversión. —Su mirada cayó en su cerveza. La mitad de la etiqueta se había ido—. Mira. Pensé que nosotros podríamos…
Unos fuertes brazos alrededor de mi cintura me abrazaron por detrás.
Me sacó del banquillo, y mi sorpresa desapareció cuando mi espalda chocó contra un muro inmovible de músculos. Estaba envuelta en un abrazo de oso que olía a aire libre y ligeramente a colonia.
Sólo una persona en este mundo me daba abrazos como este o se sentía tan fuertemente… buenos.
La profunda voz de Logan retumbó a través de mi cuerpo. —¿Cuándo llegaste?
Mis pies todavía no tocaban el suelo. —Hace poco —Me quedé sin aliento, aferrándome a sus brazos a través de su suéter.
—¿Y por qué diablos no lo sabía? ¿Te has estado escondiendo de mí?
Paul se recargó contra la barra y sonrió, pero era una sonrisa tensa.
No podía culparlo. Logan siempre aparecía de la nada y aprovechaba cada situación. —No me escondía —dije, me ruboricé cuando mi mirada se encontró con la de Paul—. ¿Y puedes bajarme?
—¿Qué harás si no lo hago? —Se burló—. Eres tan pequeña que puedo guardarte en mi bolsillo.
—¿Qué? —reí—. Bájame, idiota. Estaba teniendo una conversación.
—Lo siento, Paul, voy a robártela. —Logan no lo lamentaba en absoluto. Comenzó a alejarse, sin darme ninguna elección, ya que no había manera de romper su agarre. Se dio la vuelta, dejándose caer en una silla alejada de la mesa donde había estado y me sentó en su regazo, así que no podía escapar. Enredó sus brazos alrededor de mi cintura—. No estoy muy contento contigo, _______.
Arqueé una ceja mientras mi ritmo cardiaco se aceleraba.
—¿En serio? ¿Por qué?
—Estabas hablando con ese idiota.
—¿Qué idiota?
Se inclinó, apoyando su frente contra la mía, y mi respiración se atascó en mi pecho. ¿Por qué tenía que estar siempre tan condenadamente cerca? Y en serio, él siempre lo estaba. —Paul.
—¿Qué hay con él? —Puse mis manos en sus hombros para hacer que retrocediera, pero sus brazos se apretaron, inmovilizándome—. ¿Estás borracho?
—¿Borracho? Ah, ahora has cruzado la línea y lastimaste mis sentimientos, _______.
Sonreí. —Tú no tienes sentimientos.
—Ouch. Eso no fue muy amable. —Sus imposiblemente largas pestañas bajaron, protegiéndole los ojos mientras levantaba la cabeza y frotaba su mejilla junto a la mía. Mis dedos se clavaron en sus hombros mientras un deseo se apretó en mi centro—. Yo tengo muchos sentimientos, _______.
Me tomó un momento responder. —Sí, por ejemplo, estás lleno de arrogancia.
Se frotó la mejilla contra mí como un gato que busca un masaje en el vientre, y peleé contra el impulso de ronronear. —Estoy tan lleno…
—¿Orina y vinagre? —sugerí mientras intenté desesperadamente ignorar la forma en que mi pulso latía en todos los lugares correctos.
Se rió mientras se echaba hacia atrás contra el asiento donde me había tomado como rehén. —Volvamos a nuestra conversación.
—La cual es, ¿por qué estás jugando a que eres Santa?
Las pestañas de Logan subieron y sus ojos penetraron los míos. —Umm, eso suena interesante. ¿Te has portado bien o mal este año, _______?
Abrí la boca, pero nada salió. Mis mejillas ardían mientras su mirada se volvía conocedora.
—Sé por lo que has pasado. —Me besó en la frente—. Te has portado muy bien.
Mis hombros se hundieron. Yo no quería ser buena. Quería ser tan mala como Rubiecita. Cuando ella estuvo en su regazo hace unos minutos, dudé que Logan estuviera bromeando con ella. Quizás debería sacar un poco de hielo y ver lo que él hace, pero eso significa levantarme para buscar algún vaso al azar, y eso era sencillamente asqueroso, sobre todo después de toda esa platica de herpes.
Necesitaba cambiar de tema. —¿Aún sigue en pie lo de dejar mi auto en tu departamento mañana, y que me lleves a casa cuando dejemos Snowshoe?
—Claro. ¿Por qué no lo iba a hacer?
Me encogí de un solo hombro. —Sólo quería asegurarme.
Y así, Logan me demostraba que no estaba ni un poco borracho. —No tienes que preguntar dos veces para asegurarte de que cumpliré mi palabra, _______. Si necesitas un aventón a las dos de la mañana, debes llamarme primero.
Bajé mi barbilla. —Lo sé.
—Pero me preguntó para que me estarías pidiendo un aventón a esa hora de la madrugada —agregó, como si la probabilidad de que yo estuviera afuera tan tarde fuera impensable—. De todos modos, ahora ya lo sabes, no tienes que asegurarte dos veces para algo así. Yo ya lo tengo.
Aparté mi cabello. —Gracias.
—No es necesario que me agradezcas —Hizo una pausa y apretó sus brazos—. Es un idiota.
—¿Qué? —Parpadeé.
Logan miraba por encima de mi hombro con los ojos entrecerrados. —Paul. Lo acabo de pillar mirándonos hace unos momentos. No me gusta la forma en que te mira.
Casi me di la vuelta.
—No nos está vigilando, tonto. Él y yo charlábamos antes de que llegaras, probablemente me está esperando. Y no es un idiota.
—Pero yo no quiero que te vayas.
Suspiré. ¿Era de extrañar que yo no hubiera tenido una cita en meses cuando Logan era mi amigo? Bueno, había otras razones. Logan siempre actuaba como un padre y hermano mayor, todo en uno. —No seas ridículo.
Me lanzó una mirada que decía que él tenía la razón. —Yo no le gusto. Puedo hacer una lista de las razones.
—Paso.
—Te estás perdiendo una emocionante lista de razones. —Rodé los ojos—. Bueno, tampoco me gusta Blondie. Y también tengo una emocionante lista de los por qué.
Arqueó una ceja. —¿Rubiecita? Oh. ¿Mi nueva amiga?
—¿Amiga? —Reí—. No creo que “amiga” sea el término correcto para ella.
Él suspiró y se inclinó hacia adelante, apoyando la barbilla en mi hombro. —Tienes razón. Es el término equivocado.
—Vale. Debes estar muy borracho si admites que tengo la razón.
—Está noche estás muy listilla, ¿no? —Deslizó su mano por mi espalda y me estremecí—. ¿Tienes frío?
Ya que de ninguna manera admitiría la verdad, mentí—: Un poco.
—Umm… ¿Sabes qué?
La poca presión que ponía en mi espalda me obligó a continuar.
Coloqué mi mejilla en su hombro y cerré los ojos. Por un momento, era fácil fingir que no estábamos en un bar que tocaba música basura, y mejor aún, que estábamos juntos.
Juntos en la forma que yo quería estar con él.
—¿Qué? —pregunté, acurrucándome más cerca, disfrutando el momento.
—Esa chica no es mi amiga. —Su aliento cálido en mi oído, me encantó la sensación de ello—. Tú has sido mi mejor amiga desde que tengo memoria. Es un insulto que siquiera la llamé así.
No dije nada. Tampoco lo hizo Logan después de eso. Y nos sentamos allí por un tiempo. Una parte de mí quería subirme a una silla y gritarles que él pensaba en mí más que en la Rubiecita. Pero la otra parte quería ir a casa y lanzarme sobre mi cama, porque esto no cambiaría la forma en que terminaría la noche. Yo regresaré a mi dormitorio sola y él llevará a la Rubiecita a su apartamento.
Era lo mismo cada fin de semana, y sólo Dios sabe cuántas veces más durante la semana.
Nadie puede remplazarme en su vida. Sabía eso. Yo era la amiga que sabía todo de él y en quien confiaba sobre todos los demás.
Yo era la mejor amiga de Logan.
Y por eso, él nunca me amaría de la manera en que yo lo amo.
Espero les guste
Narra _______
--Hola —dijo Paul, deslizándose en el lugar que Andrea había ocupado—, no sabía que vendrías. No dijiste nada en clases.
—Fue una decisión de último minuto. —Tomé un sorbo de ron con Coca-Cola. Ya me sentía más relajada—. ¿Cómo te fue en los finales?
—Creo que todo salió bien. ¿Y tú?
Me encogí de hombros. —Creo que pasé.
—Es probablemente que pasaras con jodidos sobresalientes. —Se ordenó una bebida cuando el mesero pasó cerca—. ¿Tienes todo empacado para el viaje de mañana?
Nos íbamos a nuestro viaje anual a Snowshoe Mountain mañana.
Esta era la primera vez para Paul, pero Logan y yo íbamos a la casa de esquí de su mamá desde que éramos niños. Este sería el segundo año para Andrea y Tanner, y algunos otros amigos de Logan estarían allí también.
Usualmente somos un grupo grande.
—Tengo todo empacado desde el fin de semana —reí—. Soy así de obsesiva.
Su sonrisa se hizo más grande. —Yo aún necesito empacar. Por cierto, gracias por invitarme. Nunca he estado en Snowshoe.
Sorprendentemente, dado a que él creció en la ciudad vecina, yo imaginé que todo el mundo que vivía en Maryland había estado en Snowshoe en algún momento. —No hay de qué. Dijiste que te gustaría esquiar y esas cosas, así que tiene sentido. Logan estará en las pistas todo el día y la noche, así que sin duda tendrás alguien con quien esquiar.
Los ojos azules de Paul se dirigieron hacia la mesa donde ellos estaban sentados. —No sé nada de eso.
Fruncí el ceño y me rehusé totalmente a ver lo que ocurría en la mesa del pecado y sexo. Probablemente estaban haciendo algunos bebés. —¿Qué quieres decir?
—Tengo la impresión de que a Logan no le agrado demasiado. —Su mirada se posó en mí una vez más y se encogió de hombros—. De todos modos, ¿Regresarás a casa después de irte de Snowshoe?
Asentí. —Sí, pasaré la navidad con la familia y me quedaré allí hasta que el semestre comience. ¿Tú?
—Estaré en Bethesda una parte de días y luego iré a Winchester con mi mamá —Rascó la etiqueta de su botella con el ceño fruncido—. Mis padres se divorciaron hace unos años, así que voy a mis dos casas.
Yo no lo sabía. —Lamento escucharlo.
Una pequeña sonrisa apareció. —No es la gran cosa. Tengo dos navidades, así que no me quejo.
Tomando otro sorbo, bajé mi vaso en la mesa. —El doble de regalos.
—El doble de diversión. —Su mirada cayó en su cerveza. La mitad de la etiqueta se había ido—. Mira. Pensé que nosotros podríamos…
Unos fuertes brazos alrededor de mi cintura me abrazaron por detrás.
Me sacó del banquillo, y mi sorpresa desapareció cuando mi espalda chocó contra un muro inmovible de músculos. Estaba envuelta en un abrazo de oso que olía a aire libre y ligeramente a colonia.
Sólo una persona en este mundo me daba abrazos como este o se sentía tan fuertemente… buenos.
La profunda voz de Logan retumbó a través de mi cuerpo. —¿Cuándo llegaste?
Mis pies todavía no tocaban el suelo. —Hace poco —Me quedé sin aliento, aferrándome a sus brazos a través de su suéter.
—¿Y por qué diablos no lo sabía? ¿Te has estado escondiendo de mí?
Paul se recargó contra la barra y sonrió, pero era una sonrisa tensa.
No podía culparlo. Logan siempre aparecía de la nada y aprovechaba cada situación. —No me escondía —dije, me ruboricé cuando mi mirada se encontró con la de Paul—. ¿Y puedes bajarme?
—¿Qué harás si no lo hago? —Se burló—. Eres tan pequeña que puedo guardarte en mi bolsillo.
—¿Qué? —reí—. Bájame, idiota. Estaba teniendo una conversación.
—Lo siento, Paul, voy a robártela. —Logan no lo lamentaba en absoluto. Comenzó a alejarse, sin darme ninguna elección, ya que no había manera de romper su agarre. Se dio la vuelta, dejándose caer en una silla alejada de la mesa donde había estado y me sentó en su regazo, así que no podía escapar. Enredó sus brazos alrededor de mi cintura—. No estoy muy contento contigo, _______.
Arqueé una ceja mientras mi ritmo cardiaco se aceleraba.
—¿En serio? ¿Por qué?
—Estabas hablando con ese idiota.
—¿Qué idiota?
Se inclinó, apoyando su frente contra la mía, y mi respiración se atascó en mi pecho. ¿Por qué tenía que estar siempre tan condenadamente cerca? Y en serio, él siempre lo estaba. —Paul.
—¿Qué hay con él? —Puse mis manos en sus hombros para hacer que retrocediera, pero sus brazos se apretaron, inmovilizándome—. ¿Estás borracho?
—¿Borracho? Ah, ahora has cruzado la línea y lastimaste mis sentimientos, _______.
Sonreí. —Tú no tienes sentimientos.
—Ouch. Eso no fue muy amable. —Sus imposiblemente largas pestañas bajaron, protegiéndole los ojos mientras levantaba la cabeza y frotaba su mejilla junto a la mía. Mis dedos se clavaron en sus hombros mientras un deseo se apretó en mi centro—. Yo tengo muchos sentimientos, _______.
Me tomó un momento responder. —Sí, por ejemplo, estás lleno de arrogancia.
Se frotó la mejilla contra mí como un gato que busca un masaje en el vientre, y peleé contra el impulso de ronronear. —Estoy tan lleno…
—¿Orina y vinagre? —sugerí mientras intenté desesperadamente ignorar la forma en que mi pulso latía en todos los lugares correctos.
Se rió mientras se echaba hacia atrás contra el asiento donde me había tomado como rehén. —Volvamos a nuestra conversación.
—La cual es, ¿por qué estás jugando a que eres Santa?
Las pestañas de Logan subieron y sus ojos penetraron los míos. —Umm, eso suena interesante. ¿Te has portado bien o mal este año, _______?
Abrí la boca, pero nada salió. Mis mejillas ardían mientras su mirada se volvía conocedora.
—Sé por lo que has pasado. —Me besó en la frente—. Te has portado muy bien.
Mis hombros se hundieron. Yo no quería ser buena. Quería ser tan mala como Rubiecita. Cuando ella estuvo en su regazo hace unos minutos, dudé que Logan estuviera bromeando con ella. Quizás debería sacar un poco de hielo y ver lo que él hace, pero eso significa levantarme para buscar algún vaso al azar, y eso era sencillamente asqueroso, sobre todo después de toda esa platica de herpes.
Necesitaba cambiar de tema. —¿Aún sigue en pie lo de dejar mi auto en tu departamento mañana, y que me lleves a casa cuando dejemos Snowshoe?
—Claro. ¿Por qué no lo iba a hacer?
Me encogí de un solo hombro. —Sólo quería asegurarme.
Y así, Logan me demostraba que no estaba ni un poco borracho. —No tienes que preguntar dos veces para asegurarte de que cumpliré mi palabra, _______. Si necesitas un aventón a las dos de la mañana, debes llamarme primero.
Bajé mi barbilla. —Lo sé.
—Pero me preguntó para que me estarías pidiendo un aventón a esa hora de la madrugada —agregó, como si la probabilidad de que yo estuviera afuera tan tarde fuera impensable—. De todos modos, ahora ya lo sabes, no tienes que asegurarte dos veces para algo así. Yo ya lo tengo.
Aparté mi cabello. —Gracias.
—No es necesario que me agradezcas —Hizo una pausa y apretó sus brazos—. Es un idiota.
—¿Qué? —Parpadeé.
Logan miraba por encima de mi hombro con los ojos entrecerrados. —Paul. Lo acabo de pillar mirándonos hace unos momentos. No me gusta la forma en que te mira.
Casi me di la vuelta.
—No nos está vigilando, tonto. Él y yo charlábamos antes de que llegaras, probablemente me está esperando. Y no es un idiota.
—Pero yo no quiero que te vayas.
Suspiré. ¿Era de extrañar que yo no hubiera tenido una cita en meses cuando Logan era mi amigo? Bueno, había otras razones. Logan siempre actuaba como un padre y hermano mayor, todo en uno. —No seas ridículo.
Me lanzó una mirada que decía que él tenía la razón. —Yo no le gusto. Puedo hacer una lista de las razones.
—Paso.
—Te estás perdiendo una emocionante lista de razones. —Rodé los ojos—. Bueno, tampoco me gusta Blondie. Y también tengo una emocionante lista de los por qué.
Arqueó una ceja. —¿Rubiecita? Oh. ¿Mi nueva amiga?
—¿Amiga? —Reí—. No creo que “amiga” sea el término correcto para ella.
Él suspiró y se inclinó hacia adelante, apoyando la barbilla en mi hombro. —Tienes razón. Es el término equivocado.
—Vale. Debes estar muy borracho si admites que tengo la razón.
—Está noche estás muy listilla, ¿no? —Deslizó su mano por mi espalda y me estremecí—. ¿Tienes frío?
Ya que de ninguna manera admitiría la verdad, mentí—: Un poco.
—Umm… ¿Sabes qué?
La poca presión que ponía en mi espalda me obligó a continuar.
Coloqué mi mejilla en su hombro y cerré los ojos. Por un momento, era fácil fingir que no estábamos en un bar que tocaba música basura, y mejor aún, que estábamos juntos.
Juntos en la forma que yo quería estar con él.
—¿Qué? —pregunté, acurrucándome más cerca, disfrutando el momento.
—Esa chica no es mi amiga. —Su aliento cálido en mi oído, me encantó la sensación de ello—. Tú has sido mi mejor amiga desde que tengo memoria. Es un insulto que siquiera la llamé así.
No dije nada. Tampoco lo hizo Logan después de eso. Y nos sentamos allí por un tiempo. Una parte de mí quería subirme a una silla y gritarles que él pensaba en mí más que en la Rubiecita. Pero la otra parte quería ir a casa y lanzarme sobre mi cama, porque esto no cambiaría la forma en que terminaría la noche. Yo regresaré a mi dormitorio sola y él llevará a la Rubiecita a su apartamento.
Era lo mismo cada fin de semana, y sólo Dios sabe cuántas veces más durante la semana.
Nadie puede remplazarme en su vida. Sabía eso. Yo era la amiga que sabía todo de él y en quien confiaba sobre todos los demás.
Yo era la mejor amiga de Logan.
Y por eso, él nunca me amaría de la manera en que yo lo amo.
Espero les guste
Invitado
Invitado
Re: Frigid-[Logan Henderson y tu] TERMINADA
me encantoooooooo!!!!!
actualiza pronti
o!!!
actualiza pronti
o!!!
Sonya Henderson
Re: Frigid-[Logan Henderson y tu] TERMINADA
Sonya Henderson escribió:me encantoooooooo!!!!!
actualiza pronti
o!!!
Y ahora es que comienza lo bueno, la seguire :bye:
Invitado
Invitado
Re: Frigid-[Logan Henderson y tu] TERMINADA
esta genial espero y la siguas pronto¡¡¡ :aah: :bye:
manzana16
Re: Frigid-[Logan Henderson y tu] TERMINADA
Si si apoyó a mi amiguis novelera manzanita 16 tienes que seguirla eh!
Ximenars Henderson
Re: Frigid-[Logan Henderson y tu] TERMINADA
manzana16 escribió:esta genial espero y la siguas pronto¡¡¡ :aah: :bye:
La seguire :bye:
Invitado
Invitado
Re: Frigid-[Logan Henderson y tu] TERMINADA
Ximenars Henderson escribió:Si si apoyó a mi amiguis novelera manzanita 16 tienes que seguirla eh!
Las seguire hermosa, un beso enormeee :(L): :amor: :aah: :bye:
Invitado
Invitado
Re: Frigid-[Logan Henderson y tu] TERMINADA
Oh wow esta increíble tienes que seguirla por favor!!!
Un beso enorme.
Att.
Luz
Un beso enorme.
Att.
Luz
Luz Wantson
Re: Frigid-[Logan Henderson y tu] TERMINADA
Luz Wantson escribió:Oh wow esta increíble tienes que seguirla por favor!!!
Un beso enorme.
Att.
Luz
Aww que bella, la seguire cuando pueda, un beso enorme !! :bye:
Invitado
Invitado
Re: Frigid-[Logan Henderson y tu] TERMINADA
Capítulo 4
Narra _______
Las estúpidas ruedas de mi maleta se engancharon en la barata alfombra marrón fuera del apartamento de Logan, desequilibrándome. Cabello voló a mis ojos mientras me tambaleaba hacia un lado. Tiré mi mano, tratando de no perder el equilibrio, y en el último segundo, los artículos que había estado sosteniendo precariamente en mis manos se me escaparon.
Tenía que hacer una terrible elección, y rápido. Dejar caer el ereader o el capuchino.
Ambas cosas eran necesarias para la supervivencia, pero el e-reader era como un bebé pequeñito y precioso, tan frágil e importante para mí.
Apreté mi agarre en el e-reader, y dejé que el café cayera al suelo, haciendo ruido y extendiendo el líquido oscuro por la alfombra, como una horrible escena del crimen.
Suspiré.
Bueno, las clases de yoga que había estado tomando dos noches a la semana después de mi clase de Psicología y Derecho, aparentemente, no habían hecho nada por mis reflejos. Recogí el vaso de cartón y lo tiré en la papelera al lado del ascensor.
Tomando una respiración profunda, golpeé mis nudillos en la puerta y cambié el peso de mi cuerpo con impaciencia. Pasaron varios segundos y no se oía nada, ni siquiera el suave golpeteo de las pisadas. Volví a llamar, y cuando no hubo respuesta la segunda vez, me di la vuelta y apoyé la espalda contra la puerta.
Logan tenía el sueño pesado. Ni siquiera me molesté en tratar de llamar a su celular. Nada menos que una bomba nuclear podría despertarlo.
Mi mirada se desvió hacia el e-reader. Maldita sea, había perdido mi página. Y se estaba poniendo bueno. Hades había aparecido en un almacén. Suspiré. Al tocar la pantalla, volví varias…
La puerta se abrió de repente detrás de mí, y caí al vacío. Me di la vuelta, mi mano chocando con carne cálida y desnuda. Cálida y firme carne desnuda. Un fuerte brazo rodeó mi cintura, agarrándome antes de que plantara mi rostro en un plano pezón masculino color marrón.
Oh, querido Dios en el cielo...
Retrocedí, rompiendo el agarre. Aire salió de mis pulmones y mis ojos se abrieron. Me encontré cara a cara con unos perfectos pectorales, el tipo de pectorales que alguien querría tocar. Mis ojos estaban recorriéndolo sin mi consentimiento, y había tanta carne dorada en la pantalla que era como una escena de Magic Mike cobrando vida. Lo extraño era que había visto a Logan medio desnudo más veces de lo que quería admitir, pero hacerlo nunca dejaba de sorprenderme.
Logan era un ávido corredor y esquiador en las estaciones correctas, lo que se reflejaba en su cuerpo. Piel suave, estirada sobre abdominales ridículamente definidos. Incluso tenía líneas en el interior de sus estrechas caderas. Había un pequeño lunar marrón justo a la izquierda de su ombligo. Por alguna razón, siempre me había fascinado ese pequeño punto.
Llevaba bóxer rojos, con sombreros de Santa y regalos multicolores sobre ellos. Ahora que era un regalo de Navidad, a mucha gente no le importaría encontrarlo escondido bajo su árbol.
Mucha gente, incluyéndome.
El calor inundó mis mejillas. Mi cerebro estaba a punto de dirigirse hacia una charla tont a, pero Logan... sí, él ponía las “ooo” en desmayooo.
Sus labios gruesos se curvaron en una media sonrisa, como si supiera en lo que pensaba, su cabello castaño necesitaba urgentemente un cepillo. Parecía que había pasado la noche con alguien corriendo sus dedos a través de él.
Mi estómago se redujo. Yo había regresado al dormitorio anoche, antes de que él saliera del bar. No habría traído a la Rubiecita a su casa.
Espera. ¿En qué estaba pensando? Por supuesto que lo había hecho.
—Hueles como... capuchino de vainilla francesa.
Parpadeé. Su voz era profunda y ronca por el sueño. —¿Eh? Oh, se me cayó el café. Lo siento.
Dibujó una media sonrisa. —Llegas temprano.
—Claro que no.
—Llegas temprano como de costumbre —continuó, haciéndose a un lado. Echó un vistazo por encima de su hombro al oír el sonido del agua encendiéndose en el baño. Suspiró—. No vas a estar feliz.
Sentí que la sangre salía corriendo de mi cara, lo que era una estupidez. No me importaba para Nada. Con N mayúscula. —Estoy bien. Puedo esperar en el pasillo.
Logan me miró con el ceño fruncido. —No vas a esperar en el pasillo,_______.
Pasó junto a mí y salió al corredor, completamente indiferente a nadie que pudiera llegar a verlo medio desnudo. Tuve una visión completa de los músculos magros de su espalda. Lucía un tatuaje intrincado de letras y barras rizadas en ellos. Era un tipo de letra tribal que había conseguido cuando tenía dieciocho años. No tenía ni idea de lo que significaba. Nadie lo hacía.
Pero ese no era su único tatuaje. Mis labios se separaron en una sonrisa.
Había perdido una apuesta con Tanner durante un partido de fútbol y terminó con un corazón rojo tatuado en la mejilla derecha de su trasero.
Logan era un hombre de palabra.
Tomó la maleta, y gruñó. —¿Qué empacaste aquí? ¿Una legión de bebés gordos y enojados?
Hubiera rodado los ojos, pero me concentraba a la forma en que los músculos de su brazo estallaban. Caray. Necesitaba una lobotomía. —No es tan pesado.
—Has empacado de más. —Dejó la maleta justo dentro de la vivienda y luego cerró la puerta—. Son tan sólo cinco días, _______, no un mes.
—Lo que sea —murmuré, desafiando una mirada por el estrecho pasillo. El agua se había apagado—. Así que...
—Ponte cómoda. —Mientras se contoneaba por ahí, se pellizcó la nariz. Quise golpearlo, pero fácilmente esquivó mi mano y me reí—. ¿Qué estás leyendo?
—No es asunto tuyo. —Lo seguí hasta la pulcra sala de estar. Para ser un chico de veintiún años, le gustaba mantener las cosas ordenadas, lo cual resultaba sorprendente porque en su casa tenía a una sirvienta trabajando para él. Pero no siempre había sido así.
—Lindo título.
Me detuve detrás del sofá de color verde oliva. —Lindos calzoncillos. ¿Tu madre los compró para t i?
—No. Tu madre lo hizo.
—Muy gracioso.
Echando un vistazo por encima del hombro, guiñó un ojo mientras enganchaba los pulgares en la banda de su bóxer, deslizándolos hacia abajo para que la parte superior de su trasero se asomara.
—Oh, Dios mío. —Me incliné sobre el sofá, tomé un almohadón y se lo arrojé.
Él lo atrapó con reflejos sorprendentes y me lo arrojó de vuelta. La almohada rebotó en mi pecho y cayó al suelo. —Te gustó.
A pesar de que suponía que tenía un buen trasero, empecé a decirle que no era algo que yo honestamente esperaba ver, pero la puerta del baño se abrió con un crujido.
Contuve la respiración.
¿Quién podría ser? Cuando me fui del bar la noche anterior, tenía una legión de chicas que lo rodeaban. ¿La rubia de piernas largas cuyo segundo nombre debería haber sido “tragos de gelatina”? ¿O la sexy morena que tenía una risa profunda y gutural que envidiaba un poco? Yo sonaba como una hiena cuando intentaba ser sexy. ¿Sería la pelirroja que no podía decidirse entre Logan y Tanner? Era una incógnita en este punto.
Largas y bronceadas piernas fueron lo primero que vi, y luego el dobladillo de una falda de mezclilla que estaba ligeramente torcida.
Reconocí las piernas de inmediato, pero la ceñida camiseta negra de cuello alto selló el trato.
Era la Rubiecita, la reina del cubo de hielo.
Hacía como quince grados afuera ayer por la noche, con una fina capa de nieve cubriendo las calles de College Park, pero esta chica se había vestido como si estuviera en Miami.
Me sentí seriamente monótona en mi suéter de gran tamaño y pantalones vaqueros desgastados. Por no hablar de que parecía como si estuviera meciendo un sostén de entrenamiento en comparación con las tetas de esta chica.
Ella me echó un vistazo y frunció el ceño. Rímel negro dibujaba manchas debajo de sus ojos. —¿Quién es ella, bebé?
—La conociste anoche en Dry Docks. —Logan hizo su camino de regreso hacia mí y recogió el almohadón—. ¿No te acuerdas?
Confusión llenó su rostro, y pensé que esto iba a tomar un tiempo.
Los labios de Logan se curvaron en una esquina. —Derramaste una copa en su regazo.
—¡Oh! —Rió Rubiecita—. Lo siento.
—Sí —saqué la palabra. Me había olvidado de eso—. No hay problema. Oler como a alcohol at rae a los chicos.
Logan frunció el ceño mientras me miraba de reojo.
—¿Ella ha estado aquí toda la noche? —preguntó Rubiecita, su cabeza ladeada.
Arqueé una ceja y me dispuse a abrir la boca, porque ¿era este un escenario tan común que ella había olvidado a otra chica uniéndose a su fiesta? Si era así, yo realmente necesitaba salir más.
—No. Acaba de llegar. Nos dirigimos a Snowshoe —me interrumpió él suavemente, frotando la palma a lo largo de su mandíbula—. Así que...
La Rubiecita balanceó sus caderas delgadas hasta él y le puso una mano en el pecho de una manera familiar, íntima. Una punzada irracional de envidia me golpeó. Tocarlo era tan fácil para ella. Conocía a Logan desde siempre, y me ahogaría con mi propia lengua si empezara a tocarlo.
—¿Ustedes dos van a Snowshoe solos? Suena románt ico —dijo ella, un poco comiéndose sus palabras.
—No. —Logan se deslizó fuera de su alcance—. Nos vamos a reunir con un grupo de amigos allí. Pronto. Así que tengo que alistarme.
La Rubiecita no lograba captar la indirecta y estaba a punto de ponerse incómodo. Eso era lo que pasaba con Logan. Podía encantar hasta las bragas a una monja, pero no hacía la cosa de la mañana siguiente. Y mientras era típicamente agradable, tenía la paciencia de una serpiente de cascabel acorralada.
—El prost tuto —murmuré mientras pasaba junto a él.
Logan me ignoró. —Te veré más tarde, Cindy.
La Rubiecita no se había movido.
—Mindy, mi nombre es Mindy.
Le di a Logan una mirada, pero él estaba completamente arrepentido. Sacudiendo la cabeza, me dirigí a la cocina. Había algunas tazas en el fregadero, pero al igual que en todas las otras habitaciones de su casa, las cosas estaban más limpias que en la mayoría de las habitaciones de residencia que había visto. No la mía, sin embargo. Estaba tan obsesionada con ella que volvía loca a Andrea.
Saltando en el mostrador, me crucé las piernas y volví a mi e-reader.
Tan absorta como había estado en la historia anteriormente, hasta el punto de no haber podido notar unas luces rojas en el camino, ahora me encontraba demasiado distraída por la conversación silenciosa en la sala de estar.
Miré la botella de Jack en una esquina. Era un poco temprano para empezar, pero cuanto más tiempo tomaba, más quería intentarlo.
¿A quién engañaba? La noche anterior había hecho durar mi ron con Coca hasta que había estado completamente diluido, Coca-Cola y Coca-Cola. Todos nuesros amigos se habían puesto muy borrachos, celebrando el inicio de las vacaciones de invierno. Andrea había vomitado en el callejón det rás de Dry Dock. Ella iba a ser la alegría de la casa de campo esta noche, y Tanner terminó tan fuera de sí que había estado sosteniendo su chaqueta en lugar de su cabello. Logan sabía beber como una madre, pero se había desatado.
¿Yo? No me gustaba la idea permitirme perder el control. No era como si hubiera estado tensa ni nada, pero... bueno, tal vez un poco.
Cada invierno, desde el primer año en la escuela secundaria, me he preguntado por qué aceptaba ir a Snowshoe. Todavía teníamos dos semanas hasta la Navidad. Me podría haber ido directamente a casa. No podía esquiar, a menos que el esquí consistiera en deslizarse por una colina nevada con mi culo. Por otro lado, Logan era algo natural en las laderas y un profesional en dejarse ir. Era tradición, sin embargo, y no había manera de que pudiera escaparme.
—Estás muy, muy temprano, _______.
Di un salto con el sonido de su voz. —Me gusta estar a tiempo.
—Obsesivamente. —Se apoyó en el mostrador frente a mí.
Tal vez era un poco temprano, pero yo odiaba llegar tarde. Entrar en una clase después de que hubiera comenzado era peor que un
Apocalipsis zombie para mí.
Una vez más, mi mirada cayó a su bajo vientre. ¿Sus calzoncillos se habían deslizado hacia abajo? —¿No puedes ponerte una camisa? Y tal vez unos pantalones.
Logan arqueó una ceja. —Estoy bastante seguro de que me has visto desnudo, _______.
Una gran cantidad de calor me inundó, tan apropiado teniendo en cuenta las circunstancias de cómo lo había visto desnudo. —Tenías… como cinco años y varicela. Seguías quitándote la ropa sin importar qué.
Eso no es lo mismo.
—¿Qué es diferente ahora?
¿De verdad tenía que explicar eso?
Riendo entre dientes, se apartó del mostrador y caminó lentamente hacia mí. Sentada en la mesa, por fin estaba a su altura. Él era ridículamente alto y yo increíblemente baja, poco más de metro y medio. La mayoría del tiempo me sentía como si perteneciera al gremio de los enanos cuando estaba a su alrededor.
Logan me alcanzó y acomodó el cabello que se había deshecho en
el pasillo. —Coletas con trenzas. Sexy.
Me encogí de hombros.
Tomó el extremo de la coleta y me pegó en la mejilla con ella. — ¿Tengo tiempo para una carrera?
Alejé mi cabello de él.
—Si no lo haces, estarás quejumbroso todo el día.
Logan me dio su sonrisa más encantadora. Un hoyuelo en su mejilla izquierda, y mi corazón dio un vuelco. —¿Quieres venir conmigo?
Agitando el e-reader, hice una mueca. —¿Me veo como que quiero salir a correr contigo?
Se inclinó, colocando sus manos a ambos lados de mis piernas, lo que lo puso muy, muy cerca. Incluso si yo no estuviera guardando una lujuria eterna por él, no podría ser inmune a su proximidad.
Espero les guste
Narra _______
Las estúpidas ruedas de mi maleta se engancharon en la barata alfombra marrón fuera del apartamento de Logan, desequilibrándome. Cabello voló a mis ojos mientras me tambaleaba hacia un lado. Tiré mi mano, tratando de no perder el equilibrio, y en el último segundo, los artículos que había estado sosteniendo precariamente en mis manos se me escaparon.
Tenía que hacer una terrible elección, y rápido. Dejar caer el ereader o el capuchino.
Ambas cosas eran necesarias para la supervivencia, pero el e-reader era como un bebé pequeñito y precioso, tan frágil e importante para mí.
Apreté mi agarre en el e-reader, y dejé que el café cayera al suelo, haciendo ruido y extendiendo el líquido oscuro por la alfombra, como una horrible escena del crimen.
Suspiré.
Bueno, las clases de yoga que había estado tomando dos noches a la semana después de mi clase de Psicología y Derecho, aparentemente, no habían hecho nada por mis reflejos. Recogí el vaso de cartón y lo tiré en la papelera al lado del ascensor.
Tomando una respiración profunda, golpeé mis nudillos en la puerta y cambié el peso de mi cuerpo con impaciencia. Pasaron varios segundos y no se oía nada, ni siquiera el suave golpeteo de las pisadas. Volví a llamar, y cuando no hubo respuesta la segunda vez, me di la vuelta y apoyé la espalda contra la puerta.
Logan tenía el sueño pesado. Ni siquiera me molesté en tratar de llamar a su celular. Nada menos que una bomba nuclear podría despertarlo.
Mi mirada se desvió hacia el e-reader. Maldita sea, había perdido mi página. Y se estaba poniendo bueno. Hades había aparecido en un almacén. Suspiré. Al tocar la pantalla, volví varias…
La puerta se abrió de repente detrás de mí, y caí al vacío. Me di la vuelta, mi mano chocando con carne cálida y desnuda. Cálida y firme carne desnuda. Un fuerte brazo rodeó mi cintura, agarrándome antes de que plantara mi rostro en un plano pezón masculino color marrón.
Oh, querido Dios en el cielo...
Retrocedí, rompiendo el agarre. Aire salió de mis pulmones y mis ojos se abrieron. Me encontré cara a cara con unos perfectos pectorales, el tipo de pectorales que alguien querría tocar. Mis ojos estaban recorriéndolo sin mi consentimiento, y había tanta carne dorada en la pantalla que era como una escena de Magic Mike cobrando vida. Lo extraño era que había visto a Logan medio desnudo más veces de lo que quería admitir, pero hacerlo nunca dejaba de sorprenderme.
Logan era un ávido corredor y esquiador en las estaciones correctas, lo que se reflejaba en su cuerpo. Piel suave, estirada sobre abdominales ridículamente definidos. Incluso tenía líneas en el interior de sus estrechas caderas. Había un pequeño lunar marrón justo a la izquierda de su ombligo. Por alguna razón, siempre me había fascinado ese pequeño punto.
Llevaba bóxer rojos, con sombreros de Santa y regalos multicolores sobre ellos. Ahora que era un regalo de Navidad, a mucha gente no le importaría encontrarlo escondido bajo su árbol.
Mucha gente, incluyéndome.
El calor inundó mis mejillas. Mi cerebro estaba a punto de dirigirse hacia una charla tont a, pero Logan... sí, él ponía las “ooo” en desmayooo.
Sus labios gruesos se curvaron en una media sonrisa, como si supiera en lo que pensaba, su cabello castaño necesitaba urgentemente un cepillo. Parecía que había pasado la noche con alguien corriendo sus dedos a través de él.
Mi estómago se redujo. Yo había regresado al dormitorio anoche, antes de que él saliera del bar. No habría traído a la Rubiecita a su casa.
Espera. ¿En qué estaba pensando? Por supuesto que lo había hecho.
—Hueles como... capuchino de vainilla francesa.
Parpadeé. Su voz era profunda y ronca por el sueño. —¿Eh? Oh, se me cayó el café. Lo siento.
Dibujó una media sonrisa. —Llegas temprano.
—Claro que no.
—Llegas temprano como de costumbre —continuó, haciéndose a un lado. Echó un vistazo por encima de su hombro al oír el sonido del agua encendiéndose en el baño. Suspiró—. No vas a estar feliz.
Sentí que la sangre salía corriendo de mi cara, lo que era una estupidez. No me importaba para Nada. Con N mayúscula. —Estoy bien. Puedo esperar en el pasillo.
Logan me miró con el ceño fruncido. —No vas a esperar en el pasillo,_______.
Pasó junto a mí y salió al corredor, completamente indiferente a nadie que pudiera llegar a verlo medio desnudo. Tuve una visión completa de los músculos magros de su espalda. Lucía un tatuaje intrincado de letras y barras rizadas en ellos. Era un tipo de letra tribal que había conseguido cuando tenía dieciocho años. No tenía ni idea de lo que significaba. Nadie lo hacía.
Pero ese no era su único tatuaje. Mis labios se separaron en una sonrisa.
Había perdido una apuesta con Tanner durante un partido de fútbol y terminó con un corazón rojo tatuado en la mejilla derecha de su trasero.
Logan era un hombre de palabra.
Tomó la maleta, y gruñó. —¿Qué empacaste aquí? ¿Una legión de bebés gordos y enojados?
Hubiera rodado los ojos, pero me concentraba a la forma en que los músculos de su brazo estallaban. Caray. Necesitaba una lobotomía. —No es tan pesado.
—Has empacado de más. —Dejó la maleta justo dentro de la vivienda y luego cerró la puerta—. Son tan sólo cinco días, _______, no un mes.
—Lo que sea —murmuré, desafiando una mirada por el estrecho pasillo. El agua se había apagado—. Así que...
—Ponte cómoda. —Mientras se contoneaba por ahí, se pellizcó la nariz. Quise golpearlo, pero fácilmente esquivó mi mano y me reí—. ¿Qué estás leyendo?
—No es asunto tuyo. —Lo seguí hasta la pulcra sala de estar. Para ser un chico de veintiún años, le gustaba mantener las cosas ordenadas, lo cual resultaba sorprendente porque en su casa tenía a una sirvienta trabajando para él. Pero no siempre había sido así.
—Lindo título.
Me detuve detrás del sofá de color verde oliva. —Lindos calzoncillos. ¿Tu madre los compró para t i?
—No. Tu madre lo hizo.
—Muy gracioso.
Echando un vistazo por encima del hombro, guiñó un ojo mientras enganchaba los pulgares en la banda de su bóxer, deslizándolos hacia abajo para que la parte superior de su trasero se asomara.
—Oh, Dios mío. —Me incliné sobre el sofá, tomé un almohadón y se lo arrojé.
Él lo atrapó con reflejos sorprendentes y me lo arrojó de vuelta. La almohada rebotó en mi pecho y cayó al suelo. —Te gustó.
A pesar de que suponía que tenía un buen trasero, empecé a decirle que no era algo que yo honestamente esperaba ver, pero la puerta del baño se abrió con un crujido.
Contuve la respiración.
¿Quién podría ser? Cuando me fui del bar la noche anterior, tenía una legión de chicas que lo rodeaban. ¿La rubia de piernas largas cuyo segundo nombre debería haber sido “tragos de gelatina”? ¿O la sexy morena que tenía una risa profunda y gutural que envidiaba un poco? Yo sonaba como una hiena cuando intentaba ser sexy. ¿Sería la pelirroja que no podía decidirse entre Logan y Tanner? Era una incógnita en este punto.
Largas y bronceadas piernas fueron lo primero que vi, y luego el dobladillo de una falda de mezclilla que estaba ligeramente torcida.
Reconocí las piernas de inmediato, pero la ceñida camiseta negra de cuello alto selló el trato.
Era la Rubiecita, la reina del cubo de hielo.
Hacía como quince grados afuera ayer por la noche, con una fina capa de nieve cubriendo las calles de College Park, pero esta chica se había vestido como si estuviera en Miami.
Me sentí seriamente monótona en mi suéter de gran tamaño y pantalones vaqueros desgastados. Por no hablar de que parecía como si estuviera meciendo un sostén de entrenamiento en comparación con las tetas de esta chica.
Ella me echó un vistazo y frunció el ceño. Rímel negro dibujaba manchas debajo de sus ojos. —¿Quién es ella, bebé?
—La conociste anoche en Dry Docks. —Logan hizo su camino de regreso hacia mí y recogió el almohadón—. ¿No te acuerdas?
Confusión llenó su rostro, y pensé que esto iba a tomar un tiempo.
Los labios de Logan se curvaron en una esquina. —Derramaste una copa en su regazo.
—¡Oh! —Rió Rubiecita—. Lo siento.
—Sí —saqué la palabra. Me había olvidado de eso—. No hay problema. Oler como a alcohol at rae a los chicos.
Logan frunció el ceño mientras me miraba de reojo.
—¿Ella ha estado aquí toda la noche? —preguntó Rubiecita, su cabeza ladeada.
Arqueé una ceja y me dispuse a abrir la boca, porque ¿era este un escenario tan común que ella había olvidado a otra chica uniéndose a su fiesta? Si era así, yo realmente necesitaba salir más.
—No. Acaba de llegar. Nos dirigimos a Snowshoe —me interrumpió él suavemente, frotando la palma a lo largo de su mandíbula—. Así que...
La Rubiecita balanceó sus caderas delgadas hasta él y le puso una mano en el pecho de una manera familiar, íntima. Una punzada irracional de envidia me golpeó. Tocarlo era tan fácil para ella. Conocía a Logan desde siempre, y me ahogaría con mi propia lengua si empezara a tocarlo.
—¿Ustedes dos van a Snowshoe solos? Suena románt ico —dijo ella, un poco comiéndose sus palabras.
—No. —Logan se deslizó fuera de su alcance—. Nos vamos a reunir con un grupo de amigos allí. Pronto. Así que tengo que alistarme.
La Rubiecita no lograba captar la indirecta y estaba a punto de ponerse incómodo. Eso era lo que pasaba con Logan. Podía encantar hasta las bragas a una monja, pero no hacía la cosa de la mañana siguiente. Y mientras era típicamente agradable, tenía la paciencia de una serpiente de cascabel acorralada.
—El prost tuto —murmuré mientras pasaba junto a él.
Logan me ignoró. —Te veré más tarde, Cindy.
La Rubiecita no se había movido.
—Mindy, mi nombre es Mindy.
Le di a Logan una mirada, pero él estaba completamente arrepentido. Sacudiendo la cabeza, me dirigí a la cocina. Había algunas tazas en el fregadero, pero al igual que en todas las otras habitaciones de su casa, las cosas estaban más limpias que en la mayoría de las habitaciones de residencia que había visto. No la mía, sin embargo. Estaba tan obsesionada con ella que volvía loca a Andrea.
Saltando en el mostrador, me crucé las piernas y volví a mi e-reader.
Tan absorta como había estado en la historia anteriormente, hasta el punto de no haber podido notar unas luces rojas en el camino, ahora me encontraba demasiado distraída por la conversación silenciosa en la sala de estar.
Miré la botella de Jack en una esquina. Era un poco temprano para empezar, pero cuanto más tiempo tomaba, más quería intentarlo.
¿A quién engañaba? La noche anterior había hecho durar mi ron con Coca hasta que había estado completamente diluido, Coca-Cola y Coca-Cola. Todos nuesros amigos se habían puesto muy borrachos, celebrando el inicio de las vacaciones de invierno. Andrea había vomitado en el callejón det rás de Dry Dock. Ella iba a ser la alegría de la casa de campo esta noche, y Tanner terminó tan fuera de sí que había estado sosteniendo su chaqueta en lugar de su cabello. Logan sabía beber como una madre, pero se había desatado.
¿Yo? No me gustaba la idea permitirme perder el control. No era como si hubiera estado tensa ni nada, pero... bueno, tal vez un poco.
Cada invierno, desde el primer año en la escuela secundaria, me he preguntado por qué aceptaba ir a Snowshoe. Todavía teníamos dos semanas hasta la Navidad. Me podría haber ido directamente a casa. No podía esquiar, a menos que el esquí consistiera en deslizarse por una colina nevada con mi culo. Por otro lado, Logan era algo natural en las laderas y un profesional en dejarse ir. Era tradición, sin embargo, y no había manera de que pudiera escaparme.
—Estás muy, muy temprano, _______.
Di un salto con el sonido de su voz. —Me gusta estar a tiempo.
—Obsesivamente. —Se apoyó en el mostrador frente a mí.
Tal vez era un poco temprano, pero yo odiaba llegar tarde. Entrar en una clase después de que hubiera comenzado era peor que un
Apocalipsis zombie para mí.
Una vez más, mi mirada cayó a su bajo vientre. ¿Sus calzoncillos se habían deslizado hacia abajo? —¿No puedes ponerte una camisa? Y tal vez unos pantalones.
Logan arqueó una ceja. —Estoy bastante seguro de que me has visto desnudo, _______.
Una gran cantidad de calor me inundó, tan apropiado teniendo en cuenta las circunstancias de cómo lo había visto desnudo. —Tenías… como cinco años y varicela. Seguías quitándote la ropa sin importar qué.
Eso no es lo mismo.
—¿Qué es diferente ahora?
¿De verdad tenía que explicar eso?
Riendo entre dientes, se apartó del mostrador y caminó lentamente hacia mí. Sentada en la mesa, por fin estaba a su altura. Él era ridículamente alto y yo increíblemente baja, poco más de metro y medio. La mayoría del tiempo me sentía como si perteneciera al gremio de los enanos cuando estaba a su alrededor.
Logan me alcanzó y acomodó el cabello que se había deshecho en
el pasillo. —Coletas con trenzas. Sexy.
Me encogí de hombros.
Tomó el extremo de la coleta y me pegó en la mejilla con ella. — ¿Tengo tiempo para una carrera?
Alejé mi cabello de él.
—Si no lo haces, estarás quejumbroso todo el día.
Logan me dio su sonrisa más encantadora. Un hoyuelo en su mejilla izquierda, y mi corazón dio un vuelco. —¿Quieres venir conmigo?
Agitando el e-reader, hice una mueca. —¿Me veo como que quiero salir a correr contigo?
Se inclinó, colocando sus manos a ambos lados de mis piernas, lo que lo puso muy, muy cerca. Incluso si yo no estuviera guardando una lujuria eterna por él, no podría ser inmune a su proximidad.
Espero les guste
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Re: Frigid-[Logan Henderson y tu] TERMINADA
Capítulo 5
Cualquier mujer con ovarios se vería afectada. Logan rezumaba atractivo sexual, una peligrosa mezcla de miradas e inteligencia, envuelta en un aire de misterio.
Aspiré… Oh, guau, olía bien. No como si hubiera bebido montones de alcohol la noche anterior, y luego tenido sexo salvaje por horas. Oh, no, olía a hombre y a un fino perfume que no podía identificar.
Hombre, yo no podía creer que lo estuviera oliendo como una especie de enredadera extraordinaria.
Echándome hacia atrás, me aparté.
—Te divertirás. Lo prometo. Vamos. —Tiró de mi coleta de nuevo.
Negué con la cabeza.
—Hay nieve y hielo por todas partes. Podría romperme el cuello. De hecho, es posible que tú te lo rompas. Un día sin correr no va a matarte.
—Sí lo hará.
Mantuve mi mirada en la foto pegada en el frente de su nevera y junté las manos. Era una foto de nosotros, en la escuela primaria, vestidos con nuestros trajes de Halloween. Él era el hombre lobo y yo Caperucita Roja. Había sido idea de mi madre.
—No puedo creer que quieras salir a correr después de todo lo que bebiste anoche.
Se echó a reír, y sentí su aliento cálido en mi mejilla. —Puedo manejarlo. No lo olvides, estás bebiendo con los niños grandes.
Puse los ojos en blanco.
Cerrando el espacio entre nosotros, me besó en la mejilla. —Ve a sentarte a algún lugar más cómodo. No tardaré mucho.
Cuando no me moví, él hizo un sonido profundo y disgustado con su garganta, luego puso sus manos en mis caderas. Sin ningún esfuerzo, me levantó del mostrador y me afirmó sobre mis pies. Me dio una palmadita en el trasero, que me envió corriendo fuera de la cocina.
Me dejé caer en el sofá, mirándolo. —¿Feliz?
Logan ladeó la cabeza y parecía a punto de decir algo, pero luego se limitó a sonreír. —Te enseñare a hacer snowboard esta semana. Lo sabes, ¿verdad?
Riendo, me apoyé contra el cojín mullido. —Buena suerte con eso.
—Tienes tan poca fe en mí. Tengo habilidades.
—Estoy segura de que sí —dije secamente, mirando el árbol de Navidad justo frente a su ventana.
Logan estalló en una risa, una bonita y profunda risa, y mis músculos se tensaron. —¿No te gustaría saber el alcance de mis talentos?
—Si lo hiciera, sería fácil de averiguar. Podría preguntarle al noventa por ciento de las chicas que viven en el piso de mi edificio.
Sonriendo descaradamente, salió de la habitación en dirección a su dormitorio. —En realidad, sería algo así como ochenta y nueve por ciento.
No dormí con la chica al final del pasillo. Ella sólo me dio…
—No quiero saber.
—Suenas celosa, ¿o me parece?
—No lo creo —le contesté, volviendo a mi e-reader.
—Ajá. Sigue diciéndote eso, cariño. Uno de estos días vas a admitir que estás loca y profundamente enamorada de mí. Mi encanto de chico es difícil de resistir.
—Si hubieras dicho que tu cuerpo es irresistible, hubiera sido más creíble.
Se rió de nuevo, y se giró. Lo vi desaparecer de la habitación con un hundimiento, una sensación extraña en mi estómago. Era la dolorosamente vergonzosa verdad que Logan nunca sabría. Podía bromear conmigo y tomarme el pelo, pero no tenía ni idea cuando se trata de lo que sentía por él, y debía permanecer de esa manera.
Incliné mi cabeza hacia atrás y cerré los ojos, gimiendo suavemente.
Las chicas eran como sabores para él, y yo no era uno que quisiera probar. Había sido así desde la escuela secundaria y lo aceptaba. Tenía que permanecer de esa manera, porque sabía que, si Logan descubría lo que realmente sentía, nuestra amistad se acabaría en un santiamén.
*****
Nara Logan
Mierda. Mierda. Mierda.
Mis pies aporreaban las zonas limpias de la acera, que no eran muchas, y mi aliento salía como pequeñas nubecitas blancas. Realmente podría haberme saltado la carrera esa mañana, pero necesitaba salir y conseguir que mis músculos se movieran.
Necesitaba correr.
El ardor en mis músculos y el aire frío funcionaban como un maldito quitamanchas cerebral, pero la mierda amarga todavía seguía en mi estómago y eso no tenía nada que ver con el alcohol que había bebido la noche anterior.
Debería haberlo sabido.
_______ siempre fue obsesivamente tempranera. Ese día no tenía que ser diferente. Todo comenzó en cuarto grado, cuando llegó tarde a la escuela y tuvo que entrar al salón sola delante de todos. Todo el mundo se le quedó mirando cuando tropezó y dejó caer su portafolio de arco iris. El brabucón de la clase, Kris Henry, se había burlado de ella, lo que provocó que media clase se riera.
Lo golpeé por eso. Me llamaron a la oficina del director, pero había valido la pena patear su trasero. Dios, sólo pensarlo hacía que quisiera pegarle otra vez.
Y, ya que estaba en eso, quería golpearme en las pelotas por lo de esa mañana.
La última cosa que quería era que _______ presenciara el paseo de la vergüenza. No era la primera vez, pero cada vez que sucedía yo juraba que sería la última. Excepto que nunca hubo una última vez.
Dando la vuelta a la manzana, crucé hacia el pequeño parque y corrí sobre el césped. Mi mente iba en una dirección muy rara. Cuando conocí a _______, mi vida no era para nada como ahora. Papá y mamá apenas podían llegar a fin de mes mientras trataban de poner el bar que habían comprado en funcionamiento. Los cupones eran los que llevaban la comida a la mesa y mi ropa era comprada en la beneficencia local. Tan torcido como suena, fue sólo después de que mi padre muriera, cuando yo estaba en primaria, que el bar había despegado.
Un jodido accidente automovilístico le había robado la vida, y él nunca pudo ver sus sueños realizados.
Mamá invirtió su seguro de vida en un negocio de restauración.
Ahora tenía dinero, un negocio completamente exitoso, y yo me había preparado para hacerme cargo, pero podías poner mi trasero en zapatos nuevos, vaqueros de diseñador y un auto nuevo, y yo seguiría siendo la misma basura blanca del parque de caravanas que no podía creer que la linda niñita del salón de clases quisiera ser su amiga.
Mi cabeza fue en aún más extrañas direcciones. Pensé en aquel día en que había escalado el árbol para colarme en su habitación. Ella estaba enferma con mononucleosis y nuestros padres nos mantenían separados por obvias razones, pero me había preocupado mucho por ella. _______ siempre había sido pequeña y yo sentía la necesidad de cuidarla.
Me había caído del maldito árbol y casi me rompí una pierna.
Nuestros padres no intentaron separarnos después de eso, y no importó, porque una semana después también me enfermé de mononucleosis. Pero ella se había puesto tan feliz cuando por fin metí mi tonto trasero en su habitación. Aún enferma como estaba, cuando me vio, una sonrisa iluminó su rostro, sus ojos brillaron, y toda esa mierda.
Siempre fui un bobo cuando se trataba de sus ojos.
Y siempre había sido así. Año tras año, cuando ella me veía, siempre sonreía y sus ojos se volvían tan brillantes, que no podía sino encontrarlos hermosos. Por lo que verla decepcionada cuando alguna chica al azar salía a trompicones de mí apartamento era fatal.
Hombre, lo había jodido aquella mañana. Una jodida entre cientos, si no miles, y cada vez me asustaba que fuera la última. Que ella se cansaría de mí, de las chicas, las fiestas, y todo eso, que descubriría que estaba miles de veces mejor sin mí y saliera por completo de mi vida.
Y pasaría, eventualmente. Lo sabía.
Dando la vuelta por el parque, gané velocidad mientras evitaba los pedazos de hielo. _______ era perfecta, de hecho, era la perfección hecha mujer. Prácticamente prístina y pura. Intocable.
Era todo para mí.
Había pasado la mejor parte de mi vida intentando no joderlo por _______, y aun así, seguía fallando miserablemente. Había visto esa mirada en sus ojos cuando Mindy salió de mi baño esa mañana, y sabía que ella pensaba que habíamos dormido juntos anoche. Lo cual no requería mucha lógica, pero no era como que yo no tuviera estándares o un código de moral, por Dios.
Estaba bastante seguro de que no había invitado a Mindy, pero ella había terminado en mi casa de todos modos. Deposité su borracho trasero en mi sofá y cerré la puerta de mi habitación, y eso fue todo. No culpé a _______ por pensar lo peor, y no había razón para corregir su suposición.
No cambiaba nada.
_______ Bell siempre había estado, y siempre estaría, un par de escalones por encima de mí.
Espero les guste
Cualquier mujer con ovarios se vería afectada. Logan rezumaba atractivo sexual, una peligrosa mezcla de miradas e inteligencia, envuelta en un aire de misterio.
Aspiré… Oh, guau, olía bien. No como si hubiera bebido montones de alcohol la noche anterior, y luego tenido sexo salvaje por horas. Oh, no, olía a hombre y a un fino perfume que no podía identificar.
Hombre, yo no podía creer que lo estuviera oliendo como una especie de enredadera extraordinaria.
Echándome hacia atrás, me aparté.
—Te divertirás. Lo prometo. Vamos. —Tiró de mi coleta de nuevo.
Negué con la cabeza.
—Hay nieve y hielo por todas partes. Podría romperme el cuello. De hecho, es posible que tú te lo rompas. Un día sin correr no va a matarte.
—Sí lo hará.
Mantuve mi mirada en la foto pegada en el frente de su nevera y junté las manos. Era una foto de nosotros, en la escuela primaria, vestidos con nuestros trajes de Halloween. Él era el hombre lobo y yo Caperucita Roja. Había sido idea de mi madre.
—No puedo creer que quieras salir a correr después de todo lo que bebiste anoche.
Se echó a reír, y sentí su aliento cálido en mi mejilla. —Puedo manejarlo. No lo olvides, estás bebiendo con los niños grandes.
Puse los ojos en blanco.
Cerrando el espacio entre nosotros, me besó en la mejilla. —Ve a sentarte a algún lugar más cómodo. No tardaré mucho.
Cuando no me moví, él hizo un sonido profundo y disgustado con su garganta, luego puso sus manos en mis caderas. Sin ningún esfuerzo, me levantó del mostrador y me afirmó sobre mis pies. Me dio una palmadita en el trasero, que me envió corriendo fuera de la cocina.
Me dejé caer en el sofá, mirándolo. —¿Feliz?
Logan ladeó la cabeza y parecía a punto de decir algo, pero luego se limitó a sonreír. —Te enseñare a hacer snowboard esta semana. Lo sabes, ¿verdad?
Riendo, me apoyé contra el cojín mullido. —Buena suerte con eso.
—Tienes tan poca fe en mí. Tengo habilidades.
—Estoy segura de que sí —dije secamente, mirando el árbol de Navidad justo frente a su ventana.
Logan estalló en una risa, una bonita y profunda risa, y mis músculos se tensaron. —¿No te gustaría saber el alcance de mis talentos?
—Si lo hiciera, sería fácil de averiguar. Podría preguntarle al noventa por ciento de las chicas que viven en el piso de mi edificio.
Sonriendo descaradamente, salió de la habitación en dirección a su dormitorio. —En realidad, sería algo así como ochenta y nueve por ciento.
No dormí con la chica al final del pasillo. Ella sólo me dio…
—No quiero saber.
—Suenas celosa, ¿o me parece?
—No lo creo —le contesté, volviendo a mi e-reader.
—Ajá. Sigue diciéndote eso, cariño. Uno de estos días vas a admitir que estás loca y profundamente enamorada de mí. Mi encanto de chico es difícil de resistir.
—Si hubieras dicho que tu cuerpo es irresistible, hubiera sido más creíble.
Se rió de nuevo, y se giró. Lo vi desaparecer de la habitación con un hundimiento, una sensación extraña en mi estómago. Era la dolorosamente vergonzosa verdad que Logan nunca sabría. Podía bromear conmigo y tomarme el pelo, pero no tenía ni idea cuando se trata de lo que sentía por él, y debía permanecer de esa manera.
Incliné mi cabeza hacia atrás y cerré los ojos, gimiendo suavemente.
Las chicas eran como sabores para él, y yo no era uno que quisiera probar. Había sido así desde la escuela secundaria y lo aceptaba. Tenía que permanecer de esa manera, porque sabía que, si Logan descubría lo que realmente sentía, nuestra amistad se acabaría en un santiamén.
*****
Nara Logan
Mierda. Mierda. Mierda.
Mis pies aporreaban las zonas limpias de la acera, que no eran muchas, y mi aliento salía como pequeñas nubecitas blancas. Realmente podría haberme saltado la carrera esa mañana, pero necesitaba salir y conseguir que mis músculos se movieran.
Necesitaba correr.
El ardor en mis músculos y el aire frío funcionaban como un maldito quitamanchas cerebral, pero la mierda amarga todavía seguía en mi estómago y eso no tenía nada que ver con el alcohol que había bebido la noche anterior.
Debería haberlo sabido.
_______ siempre fue obsesivamente tempranera. Ese día no tenía que ser diferente. Todo comenzó en cuarto grado, cuando llegó tarde a la escuela y tuvo que entrar al salón sola delante de todos. Todo el mundo se le quedó mirando cuando tropezó y dejó caer su portafolio de arco iris. El brabucón de la clase, Kris Henry, se había burlado de ella, lo que provocó que media clase se riera.
Lo golpeé por eso. Me llamaron a la oficina del director, pero había valido la pena patear su trasero. Dios, sólo pensarlo hacía que quisiera pegarle otra vez.
Y, ya que estaba en eso, quería golpearme en las pelotas por lo de esa mañana.
La última cosa que quería era que _______ presenciara el paseo de la vergüenza. No era la primera vez, pero cada vez que sucedía yo juraba que sería la última. Excepto que nunca hubo una última vez.
Dando la vuelta a la manzana, crucé hacia el pequeño parque y corrí sobre el césped. Mi mente iba en una dirección muy rara. Cuando conocí a _______, mi vida no era para nada como ahora. Papá y mamá apenas podían llegar a fin de mes mientras trataban de poner el bar que habían comprado en funcionamiento. Los cupones eran los que llevaban la comida a la mesa y mi ropa era comprada en la beneficencia local. Tan torcido como suena, fue sólo después de que mi padre muriera, cuando yo estaba en primaria, que el bar había despegado.
Un jodido accidente automovilístico le había robado la vida, y él nunca pudo ver sus sueños realizados.
Mamá invirtió su seguro de vida en un negocio de restauración.
Ahora tenía dinero, un negocio completamente exitoso, y yo me había preparado para hacerme cargo, pero podías poner mi trasero en zapatos nuevos, vaqueros de diseñador y un auto nuevo, y yo seguiría siendo la misma basura blanca del parque de caravanas que no podía creer que la linda niñita del salón de clases quisiera ser su amiga.
Mi cabeza fue en aún más extrañas direcciones. Pensé en aquel día en que había escalado el árbol para colarme en su habitación. Ella estaba enferma con mononucleosis y nuestros padres nos mantenían separados por obvias razones, pero me había preocupado mucho por ella. _______ siempre había sido pequeña y yo sentía la necesidad de cuidarla.
Me había caído del maldito árbol y casi me rompí una pierna.
Nuestros padres no intentaron separarnos después de eso, y no importó, porque una semana después también me enfermé de mononucleosis. Pero ella se había puesto tan feliz cuando por fin metí mi tonto trasero en su habitación. Aún enferma como estaba, cuando me vio, una sonrisa iluminó su rostro, sus ojos brillaron, y toda esa mierda.
Siempre fui un bobo cuando se trataba de sus ojos.
Y siempre había sido así. Año tras año, cuando ella me veía, siempre sonreía y sus ojos se volvían tan brillantes, que no podía sino encontrarlos hermosos. Por lo que verla decepcionada cuando alguna chica al azar salía a trompicones de mí apartamento era fatal.
Hombre, lo había jodido aquella mañana. Una jodida entre cientos, si no miles, y cada vez me asustaba que fuera la última. Que ella se cansaría de mí, de las chicas, las fiestas, y todo eso, que descubriría que estaba miles de veces mejor sin mí y saliera por completo de mi vida.
Y pasaría, eventualmente. Lo sabía.
Dando la vuelta por el parque, gané velocidad mientras evitaba los pedazos de hielo. _______ era perfecta, de hecho, era la perfección hecha mujer. Prácticamente prístina y pura. Intocable.
Era todo para mí.
Había pasado la mejor parte de mi vida intentando no joderlo por _______, y aun así, seguía fallando miserablemente. Había visto esa mirada en sus ojos cuando Mindy salió de mi baño esa mañana, y sabía que ella pensaba que habíamos dormido juntos anoche. Lo cual no requería mucha lógica, pero no era como que yo no tuviera estándares o un código de moral, por Dios.
Estaba bastante seguro de que no había invitado a Mindy, pero ella había terminado en mi casa de todos modos. Deposité su borracho trasero en mi sofá y cerré la puerta de mi habitación, y eso fue todo. No culpé a _______ por pensar lo peor, y no había razón para corregir su suposición.
No cambiaba nada.
_______ Bell siempre había estado, y siempre estaría, un par de escalones por encima de mí.
Espero les guste
Invitado
Invitado
Re: Frigid-[Logan Henderson y tu] TERMINADA
me encanto!!! espero q pronto empiece lo bueno!!!
Sonya Henderson
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