glances {newt | the maze runner}

Capítulo siete.

Bárbara corrió detrás de él, esperando alguna respuesta, pero Alby sólo aceleró más el paso para alejarse de ella. Quería gritarle millones de palabrotas acerca de lo que pensaba de él pero sabía que no le respondería y la lanzaría al Laberinto.
Vio a Newt y supuso que él le respondería.

—¡Hey, rubio! —Newt volteó al instante y le sonrió socarronamente—. ¿Qué pasa?

Newt se acercó a ella antes de responderle y le dio una palmada en el hombro haciendo que Bárbara frunciera el ceño.

—Podría hacerte lo mismo, pero con el triple de fuerza y en tu nariz —dijo Bárbara.
—Amo esa actitud —dijo con sarcasmo—. Ese sonido significa que un novato viene en la Caja, ahora mismo.
—¿Y qué? —preguntó Bárbara mirando a Newt.
—¿Y qué? —respondió Newt fingiendo voz de chica—. Princesa, jamás hemos tenido dos novatos en el mismo mes, mucho menos en dos días seguidos.

La alarma se detuvo finalmente después de haber sonado por tanto tiempo. Había una multitud reunida en medio del patio alrededor de la Caja por donde había llegado Bárbara el día anterior aunque sentía como si hubiera llegado meses antes.

Alguien le tocó el hombro y se giró viendo a Chuck.

—¿Qué tal tu día, Novata? —preguntó Chuck.
—Bien —respondió, aunque no era del todo cierto—. ¿Por qué están tan nerviosos?
—No sé —respondió Chuck encogiéndose de hombros—. Siempre ha sido igual; uno al mes, todos los meses, el mismo día. Quizá creyeron que morirías muy rápido y enviaron un remplazo. —Chuck se rió de su propio chiste y Bárbara lo miró mal, aunque le alegraba que Chuck fuera feliz.
—Eres muy molesto.
—Pero somos amigos, ¿no?
—Como si tuviera opción.

Quizá a Bárbara no le agradaba del todo Chuck, pero sin duda era buen chico y necesitaba un amigo que no fuera tan idiota como los demás.

—Todos necesitan un amigo aquí, Novata, y a menos de que quieras ser la nueva mejor amiga de Gally, puedes quedarte conmigo.
—Bueno, mejor amigo, llámame por mi nombre si no lo haces te lanzaré por la Caja yo misma.
—Ya lo hemos intentado —dijo Chuck.
—¿Intentar qué?
—Bajar por la Caja después de una entrega. No lo hará, no bajará hasta que esté completamente vacía.
—Pero, ¿qué tal si…?
—Ya lo intentamos —interrumpió Chuck.
—Es horrible hablar contigo, Chuck, no me dejas terminar la oración. ¿Intentaron qué?
—Atravesar el hoyo después de que la cara descienda. Es imposible. Las puertas se abren, pero sólo hay oscuridad.
—¿Y si mejor…?
—Ya lo intentamos —volvió a interrumpir y Bárbara soltó un bufido.
—Hemos tirado cosas al hoyo. Nunca oímos que chocaran contra el suelo.
—Deja de leerme la mente, Chuck.
—Soy muy brillante —comentó guiñándole un ojo a Bárbara.
—Si vuelves a guiñarme un ojo te juro que te ataré a una cuerda y te aventaré por la Caja.
—Ya lo hicimos. Cortaron al chico por la mitad.
—Ajá. —Respondió sin creer una palabra— ¿Cuánto tarda la entrega?
—Alrededor de media hora. Y, por cierto, he visto los huesos de el tipo. Están cortados por la mitad, lo mantienen en una Caja para recordarnos que no hay que ser estúpidos.

Bárbara asintió aunque no le creía, mejor dicho no quería creerle. ¿Cómo iban a cortar a un chico por la mitad y conservar su cadáver para recordar la estupidez? No tenía sentido y si fuera real, sería algo muy cruel.

—Acerquémonos y veamos quién viene en la Caja.

Caminaron y a Bárbara se le ocurrió otra explicación posible para la Caja y su alarma.

—¿Cómo saben que no son suministros?
—La alarma no suena cuando eso sucede.

Se detuvieron y Bárbara miró a su alrededor, la gente ya no la miraba, estaban mucho más preocupados por lo que habría en la Caja. El único que la miraba era Gally y no parecía estar feliz con su presencia, de hecho parecía que la odiaba. A Bárbara no le importaba, Gally le era indiferente aunque no le agradaba del todo.

Una puerta se cerró detrás de ellos. Bárbara se giro para ver a Alby y Newt saliendo de la Finca. Ambos parecían cansados y preocupados.
Verlos así le recordó a Ben, la manera en la que se retorcía en la cama. Quería saber que era eso de Cambiar.

—Chuck, ¿qué es eso de Cambiar?
—No sé bien los detalles. Los Penitentes te hacen cosas malas, hacen que tu cuerpo atraviese algo atroz. Cuando terminan, eres… distinto.
—¿Distinto? ¿A qué te refieres?
—Shhh. —Dijo Chuck poniendo un dedo frente a su boca.

Bárbara quería propinarle una buena patada y después gritarle que estaba cansada de él, pero mantuvo la compostura. Chuck debía decirle algo, lo que fuera o lo averiguaría por sí sola.

Alby y Newt habían alcanzado a la multitud y ahora estaban al frente, preparándose para recibir lo que viniera en la Caja. Todos estaban callados y Bárbara escuchó al ascensor subiendo, recordándole su viaje del día anterior. Estaba preocupada por quien viniera ahí, seguramente un pobre chico sufriendo. Sentía demasiada lástima por él.

Un ruido amortiguado anunció que el elevador había llegado.

Bárbara miró a Newt quien tomaba posición en el lado opuesto de las puertas de metal. Una grieta se abrió justo a la mitad del cuadrado metálico y Alby y Newt lo abrieron.

Bárbara tuvo la tentación de acercarse, pero supuso que Alby querría matarla por eso; además, ya lo había hecho enojar bastante en ese día.

Newt ya se había agachado para conseguir ver al recién llegado. Pero al instante regresó a su antigua posición con confusión.

—Bárbara, ven aquí —la llamó Newt.

Se acercó a él y se asomó a la Caja. Había un chico y una chica ahí, la chica estaba inconsciente pero él chico miraba a todas partes confundido. Eran muy parecidos, cabello oscuro, pálidos. Thomas. Bárbara lo conocía, ese nombre había surgido en su mente, sabía que era él.

—Lo conozco, Newt, su nombre es Thomas. —Dijo de manera que sólo él pudiera oírla.
—Mierda… —dijo Alby mirando el contenido de la Caja.

Thomas miraba confundido a todas partes cuando su mirada se topó en Bárbara y sonrió al verla.

El lugar se llenaba de murmullos, todos querían saber qué había dentro. Algunos protestaban porque Bárbara estaba ahí observando y ellos no.

—¡Cállense y esperen! —gritó Alby callando a todos.
—Alby no puede saber qué lo conoces Bárbara —susurró Newt—, tú ayudarás al chico a adaptarse, vi su sonrisa garlopa cuando te vio; él te recuerda. Lo sacaré de ahí y te lo llevarás, me reuniré con ustedes en el Cementerio, ¿de acuerdo?

Bárbara no tuvo más que asentir.

—Tres nuevos en dos días —susurró y se fue directamente contra Bárbara—. ¿Qué demonios pasa aquí, Novata? Llegas tú y pareces saberlo todo, y ahora esto. Dime qué tramas.
—¿Y cómo voy a saberlo? Estoy igual de confundida que tú, así que por un momento deberías dejar de tratarme así y comprender que estoy de tu lado.

Los Habitantes miraban a Bárbara con la boca abierta, nadie se había enfrentado así a Alby anteriormente, siempre fue un chico al que le tuvieron respeto. Pero él exasperaba a Bárbara, que sintiera tanta desconfianza hacia ella le molestaba terriblemente.

—¡Sólo di qué hay ahí dentro, Alby! —le gritó Gally furioso.
—¡Tú cállate! —gritó Alby—, haz los honores Newt.
—Es una chica… y un chico.

Todos parecían preocupados y comenzaron a atacar a ambos líderes con preguntas. Querían una explicación lógica, pero no había manera  de conseguirla, eso no tenía lógica.

—¡Cállense! —gritó Newt—. El chico parece sano, pero creo que la chica está muerta.

Varios chicos tomaron algunas cuerdas hechas de hiedra y Alby y Newt bajaron a la Caja para subir a los dos novatos. Antes de bajar, Newt le hizo una seña a Bárbara para recordarle lo que tenía que hacer.

Gally era parte de los chicos que sostenían las cuerdas, listos para levantar a la chica y al chico.

Desde la Caja llegaron los gritos de Alby para decir que estaban listos y los chicos comenzaron a tirar de la cuerda. No tardaron en sacar al chico y a la chica, la segunda parecía muerta realmente mientras que Thomas estaba alterado. Bárbara trató de llamar la atención de Thomas quien volteó a verla, era el momento indicado, todos rodeaban a la chica y habían dejado a Thomas fuera.

Bárbara lo tomó por la manga y se lanzó a correr con Thomas por el Área. El Cementerio le ponía los nervios de punta, además de que los árboles lo hacían aún más tenebroso. Cuando por fin llegaron al Cementerio, Bárbara se sentó en la hierba y Thomas la imitó.

—Te conozco —dijo Thomas—, pero no recuerdo nada, ¿qué pasa aquí?
—No puedo ayudarte, llegué ayer. Soy Bárbara por cierto.
—Thomas, ¿dónde estamos?
—Ellos lo llaman el Área y está rodeada por un Laberinto donde se supone que está la salida aunque llevan dos años sin encontrar nada.

Thomas asiente y se le nota preocupado aunque Bárbara finge no notarlo; pronto llegará Newt y la ayudará o al menos eso espera.

Se quedaron en completo silencio, a lo lejos se escuchaban las voces llenas de confusión de los chicos del Área. Rezaba porque Newt llegara ya, no sabía qué decir o qué hacer con Thomas.

Newt tardó en llegar unos cuantos minutos más, parecía alterado y furioso. Seguramente los chicos le colmaban la paciencia, pero a quién no. Según Bárbara los más exasperantes eran Gally y Alby, quienes no dejaban de sentirse mejores que todos los demás.

—Newt, ¿está todo bien? —preguntó Bárbara.
—No, princesa, nada está bien. Alby está furioso conmigo porque te ordené que te llevaras al novato y me tardé mucho en librarme de él.

Después tuve que lidiar con Gally y todas sus estupideces.
Se sentó frente a Bárbara y Thomas. Tenía los puños apretados y Bárbara no sabía qué hacer para ayudarlo a tranquilizarse, estaba segura que un: ‘hey, tranquilo’, no serviría de nada.

—Alby es un idiota y Gally es todavía más idiota. —No sabía qué más decir, además era su punto de vista.
—Ojalá un Penitente se los trague por la noche —dijo con odio y después se dirigió a Bárbara—. ¿De dónde lo conoces?
—Es mi mejor amigo o al menos lo era.

Thomas la miró aún más confundido, parecía que él la recordaba pero no del todo bien. Bárbara lo comprendía, así había sido con ella, no recordaba absolutamente nada y después algunas cosas comenzaron a llegar, pedazos de información.

—Chuck se hará cargo de él, Bárbara, ahora viene en camino. Tengo que hablar contigo.

Bárbara asintió y se despidió de Thomas con la mano, él le devolvió el gesto. Chuck no tardó en llegar y miró a Bárbara con cierta preocupación y admiración. Se despidió de ella con un movimiento de cabeza y Bárbara siguió a Newt a través de los árboles.

Cuando estuvieron lo bastante alejados tanto de los Habitantes como de Chuck y Thomas, Newt se detuvo y se giró para mirar a Bárbara quien estaba confundida.

—Esos dos chicos fueron los últimos. Cuando la chica despertó dijo: ‘todo cambiará ahora’. Y en su mano tenía una nota que decía: ‘Ellos son los últimos’. —Hizo una pausa y suspiró—. Suponemos que esto está por terminarse y aunque odie admitirlo, necesitamos tu ayuda, necesito tu ayuda. No tienes la memoria del todo ida, quizá puedas ayudarnos a salir de aquí.
—Cuando estaba con Alby le dije que quizá el Laberinto no tenía salida y en mi mente apareció la palabra Penitente. Huir de aquí tiene algo que ver con esas cosas.

Newt frunció el ceño. Parecía tratar de analizar toda esa información, huir, el final, los Penitentes, todo parecía confuso. Bárbara no estaba mejor, no sabía qué significaba nada de eso.

—Quizá Thomas sepa algo, parecía recordarte también. —Hizo una pausa y miró a Bárbara seriamente, como si hubiera hecho una travesura y él fuera un padre furioso—. Debes saber que Alby no confía en ti, cree que eres una demente que nos envió aquí. No hables con él, sólo para lo necesario.
—Y tú, ¿confías en mí?

Newt frunció el ceño, aunque no parecía dudar de ella.

—Sí, no sé por qué pero me transmites seguridad.

Bárbara sonrió ligeramente y pensó en qué haría en ese momento. Quizá iría a hablar con Chuck o algo así.

—Newt, ¿qué hacen los corredores? —quizá él por fin le contestaría las preguntas que tanto la atormentaban.
—Son los mejores de todos nosotros, cada día van al Laberinto y buscan una manera de salir de aquí. Después trazan un mapa de lo que vieron.
—¿Los mejores? Me pregunto por qué no estás ahí.

Newt sonrió.

—Lo estaba, hasta que me lastimé la pierna.

Bárbara supuso que Newt no quería hablar de eso ya que no le había dicho cómo se había lastimado, tal vez fue algo muy fuerte y no quiere compartirlo. Bárbara no iba a obligarlo, era su problema y su asunto, no el suyo.

—Lo siento —susurró.
—Da igual, estaba cansado de correr como un idiota todos los días.
—Yo no quiero trabajar aquí, ¿y si mejor soy su fiel acompañante?

Newt soltó una carcajada y Bárbara notó que fue real, no por compromiso de reír. Parecía que era feliz, aunque fuera por unos breves instantes.

—No eres tan afortunada, princesa.
—Soy una princesa, deberían servirme y darme de comer lo mejor y dormir en una cama perfecta, ¿no crees?
—¿Y dónde está su príncipe? —preguntó Newt burlón.
—Pronto vendrá a rescatarme de ustedes en su caballo blanco llamado Rayo.

Newt volvió a reír y Bárbara no pudo evitar hacer lo mismo, disfrutaba pasar el tiempo con él, era un chico agradable aunque idiota algunas veces. Pero según lo que Bárbara conocía de los chicos, todos eran idiotas.

—En ese caso pronto vendrá mi reina a salvarme de este manicomio e iremos juntos cabalgando hasta el atardecer —dijo Newt entre risas.
—¿Creerías que estoy demente si te digo que mal pensé el cabalgar?

Newt rió y miró a Bárbara como si fuera la mejor chica del mundo. Ella no se sentía así, pero quería que todos en el Área, incluso Gally, fueran felices. Son chicos de quince años, todavía les queda mucho por vivir.

—Cuando sea mi cumpleaños él vendrá en Rayo —comentó Bárbara sentándose en la hierba—. Lo que es igual a nunca porque no sé cuando es mi cumpleaños.
—Cuando salgamos de aquí conseguirás a un chico que te haga feliz, ya lo verás. Incluso podría ser Chuck.

Bárbara rió y se imaginó a ella con Chuck, no sería algo normal considerando que Chuck tenía doce años y ella quince o al menos eso creía. No funcionaría del todo bien.

—¿Y qué me dices de Alby? ¿No hay sentimientos ocultos? —preguntó Bárbara sonriendo burlona.
—Creo que él es mi príncipe —respondió Newt imitando el tono de una chica emocionada—. No debería decir esto, pero su cuerpo es increíble.

Bárbara rió y se sintió muy cercana a Newt, más que nunca. Como si en el tiempo que llevaban hablando se hubieran convertido en mejores amigos. Tenía que admitir que él le agradaba y mucho.

—Oye, Newt, creo que deberías venir —dijo un chico al que Bárbara desconocía. Parecía tener unos quince o dieciséis años, tenía el cabello oscuro y los ojos verdosos.

Newt asintió y se fue tras el chico dejando a Bárbara sola.