Conectarse
Últimos temas
miembros del staff
Beta readers
|
|
|
|
Equipo de Baneo
|
|
Equipo de Ayuda
|
|
Equipo de Limpieza
|
|
|
|
Equipo de Eventos
|
|
|
Equipo de Tutoriales
|
|
Equipo de Diseño
|
|
créditos.
Skin hecho por Hardrock de Captain Knows Best. Personalización del skin por Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
This Means War {Novela Colectiva de HP, 3ra Generación}
Página 17 de 24. • Comparte
Página 17 de 24. • 1 ... 10 ... 16, 17, 18 ... 20 ... 24
Re: This Means War {Novela Colectiva de HP, 3ra Generación}
Empezando por Kat, de verdad me alegra el hecho de que hayas profundizado más su personaje. Es como de que odia la soledad, y en cierta manera me recuerda a Ruth en Never let me go. Entonces allí puedo entender su forma de ser, porque no quiere quedarse sola y porque siempre le han metido en la cabeza que ella debe de tener siempre lo mejor aunque no sea feliz con eso, pero nada debe de pasar por debajo de sus expectativas. Y pues, que realmente no tiene muchas amigas, porque a todas las va alejando de poco en poco, eso fue lo que comprendí y me gusta mucho como narraste su personaje.
Ahora, quiero que pasemos a Wanda. Quiero escribirte lo importante porque si me distraigo no estudió mis apuntes de Humanidades JAJAJAJA, Maldita materia... me tengo que leer el principito... me gusta pero de todos modos!
Ya entiendo los roses que van teniendo poco a poco James y Wanda, ambos son demasiado orgullosos y eso es lo peor que puede pasar, porque ninguno va a admitir lo que realmente siente. Nunca, nadie jamás, jamás, jamás hasta que rompan esa barrera. Me encantaría verlos mucho más animaditos jajaja.
Sylvana y Travis, son como de alskmalsalkskljnsjhnelfbehveoif Diomio, ¿Qué le sucede' chico'? Me pareció muy divertida esa escena. También en los entrenamientos de como Travis trata de insultar a James y Wanda así de "No." jajajaja, fue como de "Lo insulto solo yo y yo y nadie más que yo." De verdad que me parece muy buena su amistad. Y assjjkjasmaksjnalsnjahe de verdad que ya se está poniendo interesante el mundo exterior ¿No? Y NO ME QUIERO NI IMAGINAR EL BAILE DIOS MIO! AKAKAKAKAKAKAKAKAKAKAKAKAKAKAK.
LONEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEELY, I AM SO LONEEEEEEEEEEEEEEEELYYYYYYYYYYYYYYY. Don't you worry don't you worry child. Ya todos seremos felices algun día :) Diría mi miss de humanidades, utilicemos nuestra inteligencia emocional coño!
La escena con Shanelle estuvo muy emotiva, y me gusto tu perspectiva de la escena de Kaia y Wanda. Además de que aslkmaslmaksajne LOS VIO, Dios mio ya me imaginé la cara de ella así de What are they doing? jajajaja. Me agrado que te hayas interesado por escribir esa escena desde tu perspectiva.
Me gusto mucho tu capítulo y tu escena final estuvo de :OOOOOOOO mugod, muchas felicidades porque trabajaste muy duro y logre ver muchos avances en tu capítulo, la verdad me siento orgullosa. Te quiero mucho y creeme que volví a leer la escena final de James, la descripción que utilizaste simplemente me motivo mucho, y me pareció exquisita.
Don't make me feel sad please!
Vanellope
Re: This Means War {Novela Colectiva de HP, 3ra Generación}
Tell me, tell me... is someone inside of me?
Hassan Blair.
Eran las doce de la noche de aquel día, el hombre de la barra le servía un tarro de cerveza al desahuciado y patético cliente con lágrimas en los ojos. Las luces neones de la entrada iluminaban vagamente aquel lugar polvoriento. La rocola desprendía un antiguo sonido de blues de los años 50, se escuchaba a un anciano con sombrero toser en una de las mesas más pegadas a la esquina, aquella taberna desprendía un aroma a humedad y a tierra mojada. La lluvia golpeaba el ventanal con toda su fuerza, fue en aquel momento cuando el hombre de la barra levanto la mirada al escuchar la puerta abrirse. Escruto con la mirada hacía aquella silueta esbelta, sus manos estaban dentro de los bolsillos de sus pantalones y las sombras se aferraban a las facciones de su rostro. Llevaba unas botas con las agujetas sueltas, sus pantalones de tela negra estaban desgarrados de las rodillas y las pantorrillas, cuando aquel extraño se dirigió hacia la barra pudo notar un rudo caminar, la playera de debajo de su chaqueta se levantaba para mostrar los huesos de su cadera y las finas líneas de su abdomen, entonces él se sentó en una silla de la barra y allí aquel hombre pudo notar lo joven que era, el rostro de niño que el muchacho tenía. Su nariz era pequeña y respingada, además de que su piel era trigueña y sus pestañas eran abundantes. El muchacho tenía tatuajes en el cuello y en su pecho, levanto el rostro hacía el hombre de la barra quién se vio paralizado al ver aquellas largas cicatrices en la cara de aquel joven, su melena completamente empapada caía sobre su rostro, y al mirar aquellos ojos avellana brillantes pudo sentir algo extraño en su estómago.
― Sírvame un vodka. –La voz era una mezcla ruda e infantil, como un niño jugando a ser adulto. El hombre de la barra asintió y fue directamente hacía el tablero con las botellas. Miro con más detalle al niño que echaba el cabello hacía atrás y aquella línea de aretes en su cartílago lo dejo un poco confundido y pensó que los niños hoy en día vestían de esa forma. El castaño dejo caer su mentón contra la palma de su mano y deslizaba la lengua contra el arete de su labio, moviéndolo, jugando con él suavemente, saboreando aquel metal. El hombre de la barra dejo el pequeño vaso y vertió el líquido transparente desde la botella de cristal. El muchacho miro sin interés a lo que hacía él bartender, entonces con su mano cubierta con un guante de cuero sostuvo el vaso y con un movimiento hacía atrás bebió de golpe aquella bebida la cual comenzó a subir a través de su garganta como fuego lo cual le encantó. Golpeó el vaso contra la barra y curvo sus labios en una sonrisa divertida.- Sírvame otro. El hombre un tanto confundido frunció el ceño y volvió a verter el líquido en el vaso.
― ¿No eres un niño apenas? –Preguntó con cierto recelo, en ese momento el castaño fijo su mirada en él y un brillo se dibujó en sus ojos. Pronunció más una sonrisa y entonces lamió de sus labios el resto de vodka.
― ¿Qué si lo soy? –Preguntó de forma retadora. Poso su mentón sobre sus dos manos entrelazadas y miro al hombre con un gesto divertido, aquellos ojos brillando en delirio. El hombre se había sentido completamente incomodo ante la mirada de aquel chico, en cierta manera no terminaba de gustarle… no era de tristeza, ni tampoco de fracaso… sentía un poco de locura en él.- Creo que no lo entiende bien ¿O sí? Usted sirve y yo bebo el puto alcohol, así todos somos malditamente felices. –Dejo nuevamente el vaso sobre la barra y lo empujo hacía el hombre quién frunció la nariz.- Ahora sírvame otro, ¿Comprende?
El hombre pareció sumamente desconcertado al escuchar el vocabulario proveniente de un niño, porque eso era… un niño. Cuando el bartender sirvió la tercera copa, entonces el muchacho permaneció en transé al mirar aquel líquido transparente. Dejo escapar una pequeña risa jocosa entre dientes y pronuncio una sonrisa delirante.
.Se escuchaban los llantos de dolor a través de las paredes, aquella mujer menuda de tez trigueña salió de la casa de madera para mirar directamente hacía el niño de cabello negro que lloraba en el suelo mientras se sujetaba el brazo, su rostro estaba cubierto de raspones y algunos hilillos de sangre. El pequeño moreno pataleaba adolorido y las lágrimas enrojecían su rostro canela, sus pestañas largas brillaban cuando dirigía su rostro hacía aquel roble. Cuando la menuda mujer se inclinó sobre él entonces trato de levantar a su hijo pequeño quién continuaba quejándose del dolor.
― ¿Qué ocurrió, Helean? –Pregunto su madre al tiempo en que el pequeño Helean se atragantaba con la mucosidad de su garganta. El niño comenzó a sacudir la cabeza frenéticamente, continuaba diciendo que le dolía, que se había caído del árbol.- Deja de llorar, Lean.
― Se cayó. –Aquella voz denotaba un poco de indiferencia en su tono, la morena levantó su rostro para mirar al niño que mecía sus pies descalzos sentado desde la rama del árbol. Llevaba el cabello corto color castaño y completamente desaliñado, sus pestañas largas y oscuras adornaban sus ojos avellana, además de aquella piel trigueña que hacía resaltar aquella sonrisa traviesa.- Estábamos jugando y entonces el tropezó ¿Cierto, Lean? –Su voz dulce y pequeña tenía una dureza y satisfacción incomprensible, las mejillas de la mujer se comenzaban a tornar rojas hasta que frunció el ceño.
― ¿Por qué no has ayudado a tu hermano, Hassan? –Grito completamente colérica, el niño entonces pego una carcajada que causo un estremecimiento en su madre. El niño llevo sus nudillos hacía sus labios y trato de ahogar esa risita tan inocente.
― Fue un accidente, mamá. –Dijo el pequeño Hassan.- Cuando me di cuenta, él ya estaba en el suelo llorando. Su madre entonces bajo el rostro hacía el niño diciéndole que iban a meterlo a la casa, cuando ella lo levantó el niño fijo su mirada asustada en su hermano quién pronunciaba más su sonrisa y llevaba su dedo índice directamente a sus labios, le guiño un ojo haciendo estremecer al pequeño moreno. Su madre entonces entro a la casa dejando al joven Assa sentado en el árbol al momento en que comenzaba a silbar una canción vivaz. Quiso recordar el momento en que escucho ese crujir, jamás se había sentido de esa forma… tan libre, tan peculiar. El llanto le causaba demasiada diversión, empujar a su hermano no había sido un accidente, él solo deseaba llegar primero a la cima y después cuando aquel sonido llego a sus oídos lo disfruto de cierta manera que su corazón había comenzado a palpitar rápidamente. Con una flexibilidad comenzó a bajar el árbol y se lanzó contra el suelo cayendo sobre sus pies, su estómago dejo escapar un pequeño gruñido y caminó hacía el pórtico de su casa. Mientras que los arbustos crujían, susurraban a través del viento, se aferraban a la vista.
.La vieja rocola intentaba dar un inútil aire moderno con EELS a aquel anticuado lugar. Los ojos oscuros y profundos de aquel muchacho viajaban a un punto inexacto y de pronto, una sonrisa divertida cruzaba su rostro, sus caninos rozaban sus labios y dejo escapar una pequeña risita jocosa recordando aquel delicioso sonido, el crujir de los huesos. Dejo caer la cabeza contra la barra y sus hombros se sacudían al reír. Esos ojos de terror, eran sumamente suculentos, la tremble voz que nacía de su boca.
― Juro que no fue Hassan, fue un accidente mamá. –Decía en una aguda voz burlona. Tratando de no perder los estribos ante su imitación, volvió a tragar un caballo de vodka y con el dorso de su mano quito los residuos de alcohol de su boca.- ¿Qué tal si vamos al bosque, Helean? Dicen que hay lobos en la noche. –Susurraba entre risitas.- Era un desgraciado, un pequeño bastardo desgraciado. –Río más fuerte, de un momento inesperado se escuchó el suave sonido de un cristal romperse contra la carne. El trigueño abrió su mano y aquellas gotas carmesí se deslizaban por la palma de su mano hasta llegar a su muñeca y comenzar a salpicar la madera de la barra. En ese momento apretó los dientes con mucho asco, su mirada divertida se había vaciado, se había oscurecido completamente como las ventanas de una casa completamente abandonada, y las sombras se aferraban a sus facciones dando una tétrica expresión.- Maldito bastardo de mierda. –Gruñó al tiempo en que levantaba su mano hasta su rostro y lentamente deslizaba su lengua saboreando el óxido de su sangre. Con los dientes comenzó a quitar los cristales clavados en su carne y los escupía a un lado, aquel color, tan vivo y tan delicioso, un apetitoso color que le hacía agua a la boca.
― Lo de siempre. –Una voz profunda y altiva lo hizo volverse, más que eso había sido aquel aroma a cigarros y a aerosol para cabello. Más que nada, ese aroma a sal que su piel desprendía. Escruto las piernas largas color canela envueltas en botas de cuero, delgadas con algunas marcas de la piel estirada. Llevaba un escote que daba a mostrar el sostén negro y las tiras de sus bragas se pegaban a los huesos de sus caderas que cubría una falda ceñida. Ella miro en dirección al castaño quién volvía la mirada hacía los cristales rotos de la barra. Lentamente ella se deslizo sujetando otro vaso de vodka a través de la barra hasta que logró llegar hasta él. Le sonrió, como el mismo diablo podría hacerlo. Con un pintalabios carmesí y ojos ahumados de maquillaje, su cabello azabache abarcaba más debajo de sus pechos y entonces con un movimiento calculado, se inclinó en la barra dejando mostrar su escote.- No te había visto por aquí. –Le dijo con un suave ronroneo. Con sus manos con uñas largas pintadas de carmesí deslizo la copa frente al trigueño.- Yo invitó. –El entonces apretó los labios en una sonrisa, sujeto el vaso de vodka y rápidamente lo dejo caer en su boca, excitándose con aquel calor ardiente.
― ¿Sueles invitarle bebidas a los extraños? –La chica entonces enterró sus uñas entre sus mechones de cabello y pronuncio más su sonrisa de forma picara.
― Solo si estos me interesan.
.― Uno, dos, tres… buscándote estoy… -Decía con una voz santurrona a través del eco.- ¿Dónde, dónde estás Helean?
Las hojas crujían debajo de sus pies descalzos, sucios y llenos de tierra. Hassan odiaba cortarse el cabello, así que siempre se lo sujetaba en una coleta. Le gustaba estar siempre descalzo y sus ropas eran totalmente desaliñadas.
El silencio mezclado con el chirrear de los grillos del bosque lo hacían querer cantar más, tarareaba pequeñas nanas antiguas que su abuela siempre les cantaba, sobre guerra, sobre muerte. Daba pequeños saltitos y le daba puntapiés a las piedritas del camino.
― Bajo de su barco y en altamar, todas esas muertes deseaba olvidar. –Cantaba.- Viejo, viejo pirata. ¿Qué me has de enseñar? Toda la sangre que derramas, jamás las vas a olvidar.
Se escuchaban las cigarras en la profundidad del bosque, permaneció mirando un lugar inexacto hasta que los crujidos se hacían constantes. Miraba hacía todos lados tratando de encontrar a su maldito hermano que estaba escondido, porque el maldito sabía esconderse de él pero al final él siempre lo encontraba.
― Lean, pequeño Lean ¿Dónde estás? –Susurró con un tonito divertido.- ¡Sal de donde estés! ¡Me harta buscarte durante tanto tiempo!
Se volvieron a escuchar aquellos crujidos, la soledad del bosque le causaban mucha desconfianza. Volteo a mirar nuevamente hacía todos lados hasta que a lo lejos escucho una voz llamándole, está se intensificaba hasta convertirse en un grito.
― ¡Hassan! ¡Ayúdame Hassan! –Era un grito desgarrador. Los ojos avellana de Hassan se abrieron de par en par al distinguir a aquella figura pequeña correr desde lejos, tropezándose con las rocas del suelo y las ramas sueltas.- ¡Hassan! –Su hermano extendía la mano hacía él- ¡Corre, corre Assa!
Pero el moreno permaneció con los pies plantados sobre el suelo, miraba a su hermano con el rostro sudado y adherido de tierra y fango. Con sus ojos brillando en lágrimas y miedo corriendo hacia él. Entonces su hermano se detuvo en seco con la mirada aterrorizada, Assa entonces pudo sentir calor detrás de su espalda y una sombra levantarse sobre él. Cuando miró hacia atrás entonces cayó sobre su trasero sin expresar algún gesto. Aquel oso con figura de hombre lo miraba con sus ojos verdes y le dedicaba una sonrisa de dientes sucios y amarillos, con sobras de comida entre ellos. Llevaba el cabello estropeado en una coleta y de color amarillo paja, el moreno entonces comenzó a patalear con los pies para alejarse cuando Lean había comenzado a gritar. El rubio entonces dejo escapar una sonora carcajada que heló al moreno por completo.
― ¿Por qué gritan? ¿Me tienen miedo? Yo solo estaba jugando con ustedes. –Inquirió el hombre, con una mirada que irradiaba locura y una sonrisa de depredador.
― ¡Trato de matarme! –Señalo Helean con la voz tremble.- ¡Quería comerme!
― Yo nunca juego con la comida, pequeño. –Entonces rápidamente paso la punta de su lengua sobre sus dientes, causando que Lean comenzara a temblar.- ¿Cómo estás de tu pierna?
― ¿Cómo sabes eso? –Pregunto Hassan inmediatamente. El rubio bajo la mirada y pronunciando más su sonrisa rio detrás de sus dientes.
― Puedo decir que no fue un accidente. –Susurró con diversión. Los ojos del moreno se abrieron de par en par.- Lo empujaste, y te gusto haberlo hecho.
― Eso es falso. –Inquirió con firmeza.
― No, no es falso. Eres un pequeño embustero y lo sé porque en tu sangre puedo oler tus mentiras. Puedo ver lo loco que estas, puedo saber que tan mal te encuentras.
― ¡Eso es falso! –Volvió a gritar, ahora con la voz temblorosa.- ¡Eso es falso, cabrón!
Entonces el rubio sujeto a Hassan por el cuello y lo levanto, Lean había comenzado a gritar el nombre de su hermano quién solo parecía quedarse quieto mirando aquellos ojos de aquel hombre.
― Eres un monstruo pequeño, un puto monstruo. ¿Y sabes qué es lo que me divierte más? Que lo sabes, lo sabes y no lo admites.
― ¡Eso es mentira! ¡Suéltame miertero! ¡Suéltame! –Él comenzaba a patalear tratando de soltarse de las garras de aquella bestia. El simplemente reía, se carcajeaba al ver la cara de Hassan sufriendo por lo que él le había dicho.
― Eres un monstruo, Hassan Blair. Yo sé que eres una bestia, yo sé lo que planeabas hacer ahora, lo sé… sabía que me estabas buscando y te encontré. Yo te encontré a ti… ¿Lobos en el bosque? Muy cierto… -Se escuchó un crujir de dientes, Hassan bajo la mirada para ver como sus caninos crecían y sus ojos se volvían completamente negros.- Y ahora sabrás, lo que es ser un verdadero monstruo.
― ¡Hassan! ¡NO! –Y ese grito se expandió en el bosque hasta quedar en completo silencio.
.Ella simplemente se comenzó a acercar hacía él, al tiempo en que sus manos se deslizaban a través de la pierna del trigueño, lentamente, como las garras de un felino logró tocar su entrepierna y entonces inclino su rostro hacía él. Hassan abrió su boca al tiempo en que ella deslizaba su lengua a través de la de él. Logró acomodarse entre las piernas de él al tiempo en que el trigueño comenzaba a deslizar su mano por debajo de su falda. Sintió la tela de sus bragas y acarició su entrepierna con candor. Ella dejo escapar un pequeño gemido entre sus bocas, la oscuridad comenzaba a aferrarse a ellos además de aquellas psicodélicas luces. Él separo sus bocas y comenzó a bajar hasta el cuello de ella, lamiendo con la punta de su lengua círculos irregulares, ella rodeo con sus brazos su cuello al tiempo en que él deslizaba la mano a través de la piel de su cintura. Lentamente deslizo sus dedos sobre su seno izquierdo y con su pulgar acarició debajo de él.
Ella cerro el baño y entonces volvió a lanzarse a él, primero él la acostó en el suelo al tiempo en que bajaba su cabeza hacía su vientre y levantaba su blusa al tiempo en que comenzaba a lamer su piel, el sabor de las manzanas y la sal llenaban sus papilas gustativas. Ella enredo sus dedos entre el cabello de él hasta que finalmente rasgo la blusa de la azabache. Su sostén dejaba a la vista un par de pechos grandes, ella entonces volvió a juntar sus bocas en un juego salvaje, sus lenguas se movían de un lado a otro y se enredaban entre sí. El trigueño entonces mordió su boca y comenzó a deslizar sus dedos entre la entrepierna de ella, metió sus dedos entre las bragas hasta poder sentir aquel espacio húmedo, moviendo sus dedos al tiempo en que ella dejaba escapar unos cuantos jadeos de placer. Después él deslizo sus manos por la espalda y desabrocho el sostén, lo tiro a un lado y paso su lengua entre los pezones de la azabache quién solo jadeaba.
Ella metió su mano entre los pantalones de él para sentir su miembro entre su mano, él simplemente mostro una sonrisa placentera. Él comenzó a levantarse al tiempo en que sin dejar de besarse entraron a uno de los baños donde ella le quito finalmente la camisa y pudo observar el centenar de tatuajes que adornaban su piel dorada. Él se agacho y entre sus dedos comenzó a deslizar las bragas por las piernas de ella. En un intento desesperado, ella bajo sus pantalones y pudo notar los huesos de una cadera sensual. La pego contra la pared y sujetándola por el trasero la hizo bajar hasta poder abrir sus piernas y volverla a levantar. Introduciendo su miembro en ella, la chica simplemente comenzó a gemir. Enterraba sus uñas en la espalda de Hassan el cual sintió como un líquido se deslizaba por ella, con las piernas enroscadas en su cintura la agarro de la melena azabache y presiono más sus caderas contra el cuerpo de ella. Con una mano ella lo sujeto por el rostro y choco sus dientes, el labial carmesí estaba completamente desaliñado y parte de él estaba en la boca de Hassan.
― No beso cuando tengo sexo. –Dijo él entre jadeos a lo cual ella dejo escapar una pequeña sonrisa al tiempo en que desaparecía al tiempo en que volvía a gemir. Sus cuerpos comenzaban a sudar, las gotas a perlaban los pechos de ella los cuales estaban presionados entre el pecho del trigueño. Llevó sus dedos hasta el muslo de ella y enterró las uñas entre su carne a lo cual ella frunció el ceño pero continuo con aquel gesto placentero. Con la punta de sus garras deslizo a través de su pierna la cual comenzaba a supurar sangre y la chica finalmente abrió los ojos.
― Me estas lastimando. –Dijo entre jadeos. Él se separó de ella a lo cual ella cayó contra el suelo, la chica trato de levantarse hasta que Hassan la sujeto por los cabellos y la volteó pegándola contra la pared.- Espera… ¿Qué haces? –Preguntó en un tono de voz aterrado, él volvió a introducir su miembro y ella dejo escapar un gemido adolorido. Con una mano la sujeto por los pechos y enterró sus uñas entre la carne de su clavícula a lo cual ella soltó un quejido.- ¡Para! –El trigueño deslizo su mano en su entrepierna y presiono su mano contra la vagina de ella a lo cual volvió a mezclar un quejido entre un gemido.- ¡Ya p… para! ¡Detente!
Él entonces pego su boca directamente hacía su oído, dejo escapar una pequeña risa a lo cual ella se erizo por completo.
― ¿No era esto lo que querías? –Susurró con estupor.- ¿No buscas personas para coger como una perra en celo? –Las lágrimas comenzaron a deslizarse por su rostro mezclándose con sudor y sus cabellos negros. Assa comenzó a deslizar su mano a través del cuerpo de ella, dejando múltiples rasguños sangrantes. Cuando finalmente intento gritar, el cubrió su boca con la mano y ahogo cualquier clase de gritos.- ¿Eres capaz de ladrar pequeña zorra? Más bien… ¿Por qué no continúas gimiendo como la puta que eres? –Pudo sentir la humedad de sus lágrimas adherirse a la piel de su dorso, entonces él se separó de ella y cuando esta quiso huir, Hassan la tiro contra el suelo. Ella quiso arrastrarse pero entonces el enterró las garras en su pantorrilla y la arrastro hasta él. Finalmente, presiono con sus manos las muñecas de ella contra el suelo y entonces dibujo aquella sonrisa demente en su rostro. Con su rodilla presiono la entrepierna de ella y entonces vislumbro los rasguños que tenía su piel.- No eres la única que gusta de rasguñar. –Los ojos azules de ella estaban llenos de pánico, podía saborear la sangre que bombeaba de su corazón, podía escucharlo y también olerlo. La sangre comenzaba a deslizarse entre los rasguños de su pierna hasta su clavícula. Ese color, brillante, delicioso.
.Lo único que vislumbro a lo lejos eran las luces de aquella casa entre la oscuridad del bosque, con paso lento y arrastrando los pies entre la tierra caminaba como un cadáver en vida. Sus cabellos húmedos de sangre y sudor se adherían a su piel sucia… aquellos ojos, esos ojos oscuros brillaban de delirio. Podía oler algo delicioso a lo lejos, algo que le abría el apetito. Era una mezcla de carne cruda y sal, deslizo la lengua por sus labios y los humedeció una y otra vez resguardando la saliva que escapaba de su boca. Comenzó a subir las escaleras una por una, aquel asqueroso aroma a dulce interrumpían el aroma que tanto estaba saboreando. Cuando empujo la puerta entonces la mujer morena dejo caer el plato de pastelillos contra el suelo.
― ¿Qué te ha ocurrido, hijo? –Preguntó su madre al mirar el estado del chico. Como su ropa estaba cubierta de tierra y sangre ya oscura. Sus cabellos estaban alborotados y adhiriéndose a su piel, y esos ojos, esos ojos que le causaron mucho terror. Sumamente abiertos, dilatados y brillando en malicia.- Hassan ¿Dónde está tu hermano?
Hassan abrió más los ojos, los gritos de dolor rasgaron su cabeza y aquellos ojos mirándolos llenos de terror, la sangre en su boca y ese dulce aroma a carne. El trigueño miró a su madre quién entonces retrocedió un poco, una sonrisa comenzó a deslizarse a través del rostro de su hijo.
― Estaba gritando. –Respondió con una voz tremble.- Gritaba y pataleaba, trataba de huir.
― Me estas asustando, Hassan. –Dijo su madre completamente desconcertada.- ¿Dónde está Helean?
Entonces aquel lugar se llenó de risas violentas, los ojos delirando de locura, de hambre. El castaño se sujetó el estómago y entonces con el dorso de su mano secaba la saliva que se deslizaba por sus comisuras. Su madre estaba llena de pánico, las piernas le temblaron al ver el estado de locura de su hijo. Su corazón comenzaba a palpitar demasiado rápido haciendo que al chico se le hiciera agua a la boca.
― Eso es delicioso. –Dijo al tiempo en que comenzaba a olfatear el lugar.- P-puedo saborearlo… -Deslizo su lengua por sus labios.
― ¿Qué te ocurre? ¿Qué es lo que pasa contigo?
Él chico volvió a reír, se volvió a su madre con una sonrisa de oreja a oreja en su cara. Sus ojos, esos ojos oscuros, llenos de locura, llenos de hambre.
― Está muerto. –Respondió con su mirada esquizofrénica.- Helean está muerto, por más que pataleo, por más que forcejeo, por más que grito no lo logró. –Su madre cubrió su boca con sus manos ahogando aquel gemido de miedo. La mujer pasó a su lado corriendo para ir a buscar a su hijo cuando entonces cayó de boca contra el suelo, se volvió con la boca sangrante hacía el chico quién inmediatamente había vaciado por completo su mirada, volviéndola más oscura, volviéndola fría.- ¿Por qué tiemblas tanto madre? ¿Me tienes miedo?
― ¿Qu-qué h-haces? –Tartamudeaba la mujer con miedo. El muchacho comenzó a deslizarse sobre el cuerpo de su madre, el aroma de la sangre comenzaba a inundar sus narices lo cual hizo perder el control de su boca.
― Hueles igual a Helean, madre. ¿Mi sangre también tendrá ese aroma? ¿Piensas que sí?
― ¡Para ya, Hassan! –Gritaba ella.
― Así mismo gritaba él, y por más que gritara… por más que me suplicara, yo no pude detenerme. –Dijo, dibujando una sonrisa en su rostro.- No pude detenerme en lo absoluto. Lo maté madre, lo maté… ¿Dios me castigara ahora? Dímelo, dímelo madre. –Las lágrimas del rostro canela de su madre brillaban en torno a sus ojos. Su corazón palpitaba demasiado rápido, los ojos de su hijo estaban vacíos, perdidos, fríos… dementes.- M-me gusta el olor que desprendes madre… -Entonces enterró más sus puntiagudas uñas en la carne de su madre al tiempo en que su mirada se transformaba en una completamente llena de dolor.- Nací mal y fue tu culpa… -Sus dientes chocaron con fuerza, los cabellos caían sobre su frente y su piel tostada brillaba debajo de la luz parpadeante.- Sabías que yo estaba mal y no me corregiste, sabias que estaba mal de la cabeza. –Gruñó por lo bajo con molestia.- ¡Perra insensible! ¡Lo sabías!
― ¡Tú no eres Hassan! –Gritaba ella con miedo, llena de terror.- ¡Eres un monstruo!
El muchacho abrió los ojos de par en par, la sangre se deslizaba a través de su piel y se mezclaba con sus pestañas oscuras y espesas, sus garras se desencajaron de la carne de su madre y entonces retrocedió completamente desorientado. Su mente no conectaba con las palabras que su madre había dicho, aquella mujer comenzaba a arrastrarse a través del suelo dejando un rastro de sangre en la madera, gemía adolorida y llena de terror.
Eres un monstruo, Hassan.
Los gritos llenaban su cabeza, aquellas voces que le susurraban dulcemente. Una sonrisa se dibujó a través de aquel rostro siniestro y entonces lentamente pasó su lengua sobre su labio inferior, dejando escapar una sonrisa.
― Te equivocas madre… -Lentamente sus dedos comenzaron a tronar al tiempo en que los movía con rigidez. Sus ojos se dibujaron a través de aquella oscuridad, la luz parpadeaba y las sombras se pintaban en sus facciones, las facciones de un demente… de un psicópata.- Yo siempre he sido un monstruo.
Su madre lo miro, hasta que un grito salió de su garganta y retumbo hasta simplemente quedar en completo silencio.
.Se subió los pantalones hasta cerrar la cremallera, su torso tatuado estaba salpicado de aquel líquido rojo y se deslizaba a través de sus brazos, goteando por sus uñas teñidas de negro y puntiagudas. Llevó su mano hasta su boca y comenzó a lamer la sangre, aquel delicioso color carmesí que tanto le fascinaba. Aquellas gotitas viscosas adornaban sus pestañas largas y espesas, su fina nariz olía la mezcla dulzona de la carne fresca. La chica estaba tirada en el suelo, con las extremidades tiradas irregularmente y con el cuello rebanado por la mitad que aun derramaba sangre. Su estómago había sido abierto, y los intestinos comenzaban a desbordarse a través del lugar. Hassan llevo su mano hacía sus cabellos y los echo hacía atrás, hasta que una sonrisa dibujo su rostro.
― No lo tomes tan personal. –Murmuró hacía la chica, el dejo escapar una pequeña risita y abría la puerta del inodoro.- Pero olías delicioso.
La puerta choco contra la cerradura y volvió a rebotar causando que el baño se llenara de aquel eco. Él entonces levantó la mirada para escuchar los gritos de las personas que estaba afuera, la voz del cantinero y algunos clientes más queriendo entrar. Podía olerlos, su sonrisa se intensifico. La puerta continuó siendo forzada hasta que la cerradura fue destrozada por completo por una bala, todos entraron para ver aquel líquido viscoso recorrer toda la baldosa del suelo, miraron aterrorizados la escena. Pero no estaba el culpable, el lugar estaba completamente vació.
A lo lejos se escucharon los relámpagos, las luces se apagaron dejándolos en completa oscuridad. El cantinero salió levantando la escopeta entre sus manos, la rocola había pasado a una canción lenta, recorría, recorría, recorría. La canción simplemente se detuvo para ver aquella sombra moverse, y cuando el relámpago encendió el lugar, el chico se encontraba cruzando las piernas sobre la mesa ingiriendo otro vaso de vodka. El cantinero comenzó a disparar hacía la nada, volviendo a la oscuridad. Disparaba a la nada, volviéndose completamente loco, su corazón palpitaba demasiado rápido debajo su pecho.
Se escucharon gritos cerca de él lo cual lo hizo dejar escapar una exclamación de terror. Aquellos gruñidos no eran humanos, eran de un animal. Escuchaba la carne desgarrarse del cuerpo, aquellos gritos ahogándose en su propia sangre. El cayó de espaldas para comenzar a arrastrarse, pero el miedo lo paralizaba por completo. Entonces el relámpago volvió a encender el lugar y sus ojos se abrieron de par en par.
El niño estaba lamiéndose las manos llenas de sangre con tanto placer, sentado sobre sus piernas y riendo divertidamente. Su cabello caía hacía atrás y sus ojos reflejaban aquella locura, una locura demencial. Entonces la mirada se enfocó en él, su sonrisa comenzó a profundizarse, puso sus manos sobre el suelo y sus colmillos comenzaban a picar sus labios en una sonrisa.
― ¿Por qué me tienes miedo? Yo solo estaba jugando con ustedes.
Otro relámpago encendiendo el lugar, la oscuridad aferrándose a la madera vieja del lugar. Un grito desgarrador y una risa maniática. Una risa estruendosa que acabo en silencio en aquel lugar.
La lluvia comenzó a chocar contra el techo, el silbido del viento calaba aquel lugar helado. El chico bebía el último trago de vodka que quedaba en la botella, completamente bañado en la sangre de las personas que estaban en el suelo. Amargamente dejo escapar una sonrisa, aquella sonrisa divertida. Sujeto la botella de vodka y tomo una chaqueta que se encontraba en la barra, así abrió la puerta del local.
― ¿Dónde, dónde estás Helean? –Susurró entre risitas.- No te encuentro Helean. No seas cabrón Helean… no te buscare siempre. –Un poco de líquido escapo de entre sus dientes al reír, entonces paso el dorso de su mano limpiando aquello.- Lo siento hermanito… pero olías delicioso Lean. Olías delicioso…
.Sus rodillas chocaron contra el suelo, sus ojos estaban abiertos de par en par completamente aterrorizados. Su cabello caía húmedo contra su rostro, y se paralizo al ver sus manos llenas de sangre. Había comenzado a temblar, su mandíbula choco fuertemente y se mordió la lengua tan fuerte que la sangre se comenzaba a deslizar por sus comisuras.
Había comenzado a sacudirse suavemente, sus lágrimas se mezclaban con la sangre de su piel. Chasqueo la lengua y dejo escapar un sollozo, un sollozo tremble. Su espalda se sacudía y un pequeño susurro inaudible nacía de su lengua. Entonces dejo escapar una risa, su espalda volvió a sacudirse y ahora la risa se volvía una carcajada divertida. Así se fue elevando hasta volverse algo demente, maniático. Su risa se transformaba en una mezcla fuerte, con un grito y dejo caer la cabeza hacía atrás. Aquella risa, mezclándose entre la oscuridad y sus ojos brillando en locura. Se divertía, la sangre en su cuerpo… logró escuchar un crujido que lo hizo callarse. Aquel aroma dulzón cruzo su nariz, una sonrisa cruzo su rostro y paso la punta de su lengua sobre sus labios saboreando aquel aroma a sangre que desprendía la lejanía.
Estaba hambriento.
Vanellope
Re: This Means War {Novela Colectiva de HP, 3ra Generación}
I need breathe. Omfg, I NEED BREATHE.
Bloody hell. Oye, ¿qué? ¿QUÉ? Mojé mis bragas, eso sí te lo aseguro.
Dios mío, que hermoso hombre es Hassan. Wey, neta, es mi crush. Lo amo tanto... pero jamás tendría sexo con él~ xD ¡PARA NADA! Quiero mis intestino dentro cuando tenga la necesidad de morir, thanks. Oye, pensé que el hecho de haberse convertido en hombre lobo había sido el detonante de su locura, pero ya me di cuenta que desde chaval no le coordinaban bien las tuercas, joder. Pobre Lean :C se veía tan bonito y Assa se lo comío ;--; Eso no se hace con los hermanos, Hassan; tu muy mal, tío.
La narración tan cruda es lo que me encantó. Adoro cuando las cosas son dichas como son y no tanta mariconada como "Y se volvieron uno". Me caga cuando son así, por que luego no les entiendo ni merga, pero lo tuyo, señorita, fue tan realista y sencillo de leer que me encantó, además de que pudimos conocer un poco más de este personaje que realmente me interesa musho. Pido dos, bien sedados y con manual para manipular, pls <3
Te amo, y te extraño mucho, miertera :C Ojala nos veamos pronto. ¡Besos!
Shanelle Regine
Re: This Means War {Novela Colectiva de HP, 3ra Generación}
Troubles
And If you need cry, remember I'm here for wipe your eyes, My Dragon
Wiltshire, Inglaterra.
— Debes estar bromeando.
La voz nítida de Draco Malfoy bombardeo la silenciosa sala bruscamente.
— Claro que no lo es, Malfoy — Susurro una voz masculina. Los ojos plateados de Draco se entrecerraron con un brillo furioso bailándole con fiereza por las pupilas, y su cuerpo en tensión demostraba la incomodidad que le provocaba está situación y la melosidad con la que ese hombre con capucha frente a él le contestaba —. Es una oferta en la que tú puedes salir bien parado, niño.
El rubio soltó un bufido despectivo por mero instinto, llevándose la mano derecha al pelo para destapar la frente de mechones rubios que insistían en cubrirle los ojos. Un chasqueo desaprobatorio broto de los labios del misterioso hombre de piel acanelada que tenía enfrente.
Necesitaba pensar, y pensar rápido. Hasta hace unos 10 minutos había estado en el comedor de su gran mansión tomando el té con su hermosa madre, quién venia de visita, y su esposa Astoria. La tarde se había pasado entre comentarios sobre los niños en Hogwarts y los nuevos chismes de la revista Corazón de Bruja, hasta que las protecciones de la mansión titilaron. Draco, al ser dueño absoluto de esas tierras, fue quién más rápido se había dado cuenta que había gente afuera de los terrenos en espera de ser invitados. No le había quedado más que disculparse por la interrupción e ir a ver quién cojones estaba molestándoles aquel domingo por la tarde; ¿Ahora? Ahora se arrepentía de simplemente no haber ignorado ese llamado. Y también se arrepentía de ser una persona avariciosa e interesada.
El hombre justo frente a él, sentado elegantemente con porte aristocrático no podía aparentar más edad que la que él mismo tenía, y el hecho de que aquel fulano usará una capa negra para ocultar la mitad de su rostro, no ayudaba en nada a tomar ya una decisión. Aquella persona había conseguido llamar su atención al decirle que tenía un trato para él, pero ahora, a Draco no le parecía una idea que fuese a beneficiarle en algo. Él internamente esperaba que aquel hombre estuviese bromeando y quisiera hablar de pociones extranjeras o algo así, porque si no era eso, estaba en problemas. Y de los grandes.
— No puedo creer que lo qué me está usted diciendo no sea una broma de mal gusto. —Gruño Draco, endureciendo aquellos ojos plateados hasta convertirlo en sólidos pedazos de hierro- Es absurdo.
— No lo es. Es el futuro, Malfoy.
Draco se levantó con sutileza, arrastrado su varita con la mano derecha hasta embutirla cerca del bolsillo de su túnica con discreción. Más le valía ser cuidadoso con aquel hombre.
— No lo creo. ¿Se da cuenta de lo que está diciendo? Me pide que vuelva a ser el malo de una historia que no tiene un buen final para la gente como yo.
— He ahí lo beneficioso para usted, Malfoy. –El hombre se reclino hasta que sus manos quedaron apoyadas en el escritorio de caoba que marcaba una distancia segura para Draco, y su voz se volvió ronca a medida que las palabras salían de sus labios delgados — Si usted coopera, usted y los suyos estarán a salvo cuando todo ocurra.
La cabeza de Draco se movió hacia los lados, dándole una cortada negativa a lo que ese imbécil decía. ¿Ayudarles? No, gracias. Él sólo se mezclaba con la política y los buenos negocios, esos que le dejaban una gran cantidad de galeones y algo de buena fama rumeando por las calles.
— Ya he escuchado demasiado. –Un suspiró broto de los labios del rubio, antes de enviarle una dura mirada a aquel tipo.
— Usted no es consciente, ¿verdad?
Draco arqueo una de sus cejas con escepticismo, apunto de replicarle con palabras venenosas al hombre pero un movimiento rápido sucedió, dejándole solo tiempo de soltar un jadeo ahogado cuando una mano callosa se encrespó sobre el cuello de su túnica. Mecánicamente su mano apretó la madera de su varita y empujo la punta hasta tocar el pecho del otro, enterrándola de manera aparentemente dolorosa, pero aun así el hombre ni siquiera hizo un gesto. Sólo sus ojos negros brillaron un poco en la oscuridad de la capucha, y con eso, la sangre de Draco se congelo en sus venas. No estaba asustado. Estaba furioso. ¿Quién se creía aquel infame personaje para venir a tocarle, y peor aún, gruñirle a la cara como si intentase intimidarlo? La boca fruncida de draco y el entrecejo encrespado en coraje dejaban notar a lenguas que a pesar de la violencia del otro, él estaba lejos de sentirse asustado.
— Soy consciente de que tú debes ser estúpido.
— Tú eres el estúpido, Draco — La voz ahora burlona se le hizo un poco conocida, pero ni aun así pudo descubrir quién era. — Creo que no entendiste. No estamos pidiéndote un favor. Estamos diciéndote que vas a hacerlo, por las buenas… — el agarre en su túnica se apretó dolorosamente- o por las malas.
— No conseguirás nada, seas quién seas. –Draco tomó la muñeca que se cerraba sobre su ropa y apretó con tal fuerza, que ahora si obtuvo una mueca de dolor del otro hombre — Estás en mi mansión, dónde cualquier cosa que me pasé, puede ser penada por propia decisión de la magia antigua que cubre estos terrenos.
El agarre se soltó sin dejar de ser violento. Draco pensó haber ganado aquella disputa sin sentido, pero supo que no era así cuando el encapuchado comenzó a caminar lentamente por el hall de la habitación como si la conociera. Dio una vuelta y se acercó con andar lento a una estantería llena de fotos. Un día de campo. Un día en la piscina. Un día donde Pansy sorprendió a Shanelle dándole dulces italianos, y fue allí donde aquel hombre se detuvo. Tomó el marco de la fotografía, y deslizo sus dedos por la silueta de la chica rubia de doce años que abraza a una mujer pelinegra con verdadera emoción. Una risa llena de placer brotó de su garganta. Draco veía todo con el cuerpo en tensión, sin apartar la varita de su inesperada visita. El ver la sonrisa burlona en el rostro acanelado del otro tipo le detuvo el corazón, y por alguna razón, desvío la mirada a la chimenea por un segundo. Se abstuvo al desesperado impulso de acercarse y hablar por red flú a Hogwarts para asegurarse de que Regine estuviese a salvo, leyendo un libro en la biblioteca o haciendo cualquier otra cosa.
— Tal vez tú estés seguro aquí, Draco — Susurró casi con amabilidad el encapuchado —. Pero ella no.
El porta retrato voló con fuerza hacia la pared más cercana haciendo añicos. La furia embargó el cuerpo de Draco, y casi sintió ver todo rojo por un segundo, pero se obligó a sí mismo a no perder la compostura. No al menos que el otro hubiese terminado de hablar.
— ¿Qué quieres decir? —Dijo con cautela.
Pero el otro fingió no escucharle.
— Draco, pensé que la guerra te había enseñado algo — Los maxilares de Malfoy se tensaron dolorosamente y la varita entre sus dedos fue apretada con tal fuerza que a oídos de Draco, pudo escucharla protestar, junto con un chasquido de magia involuntaria en la punta de esta —. Al menos en nuestro bando, Dray… Recuerda que nunca aceptaban negativas.
— Eso es pasado. No voy a aceptar.
— No, Draco. Te conozco.
— Mentira. No tengo idea de que piensas ni de quién eres, pero no voy a participar en esta estupidez.
— No de manera voluntaria, por lo que veo.
El hombre misterioso volvió a tomar otro marco. Esta vez la foto se movía justo cuando Shanelle entraba en el momento indicado para abrazar a Scorpius y Séptimus, y al final estos tres sonreían a la cámara; fue justo antes de que todos se fuesen a Hogwarts ya hace tres años. La mano aferrada a la fotografía se cerró con fuerza por un instante, después esa persona le lanzó el portarretrato a Malfoy, quién estiro la mano libre inconscientemente y la tomo en el aire. Solo por unos segundos, Draco miro a sus hijos, quienes le saludaban con sendas sonrisas en sus rostros. Algo dentro de él se removió agitadamente cuando esa escena fue suplantada por sus hijos llorando a mares. Frunciendo sus labios, Draco volvió a enfrentar aquellos pozos negros que le miraban con burla.
— Ve al punto — Exigió punzante, dejando la foto en el escritorio.
— Verás, Malfoy… — El hombre volvió a caminar por el espacio libre del cuarto, hablando con cierto deje de placer en su voz —. Tus hijos no están aquí, siendo protegidos por la magia familiar… no, de hecho, si no mal me equivocó, tus hijos están en Hogwarts, donde dentro de poco se celebrará un partido de Quidditch en el cual, si eres padre de un alumno, puedes entrar a verlo… Sin mencionar el evento de los tres magos y su fiesta navideña. ¿No lo habrás olvidado o sí?
La respiración de Draco se volvió trabajosa, y casi sentía como la varita se resbalaba de sus dedos por el sudor de los nervios. No sabía quién era aquel sujeto, pero lo que si era bastante obvio, es que parecía conocer bastante de él y su familia.
— Ve al punto.
— Bueno, ya que insistes… -El hombre volvió en sus pasos hasta encarar al rubio. — Tienes una semana para recapacitar sobre qué hacer, Draco. No tienes otra opción, pero dejaremos que lo pienses por humilde cortesía. Pero espero que sepas que si te niegas, las consecuencias probablemente no sean contra ti.
— No estarás amenazándome, ¿verdad?
— No, absolutamente no. — Una carcajada limpia afloró del encapuchado- Es una puta advertencia. Como no nos ayudes, Draco. Empezaremos a experimentar con Shanelle.
— Eres un cabrón.
No había un sentimiento descriptible. Los labios de Draco se movieron solo, y de la varita salió un chorro de luz rojo que impactó contra el cuerpo del otro sujeto con tal magnitud, que fue lanzado al otro lado del cuarto, chocando su espalda contra el concreto de las paredes con brutalidad. Una tos ahogada empezó a salir del encapuchado y luego la sangre manchaba los labios del susodicho; y viendo el daño ocasionado, Draco se permitió el lujo de sonreír cruelmente. Otro hechizo, y silenció la habitación aparte de bloquear las puertas. No es como si alguien pudiese entrar de todos modos sin permiso.
Draco se acuclillo y apunto su varita al pecho del hombre, quién soltó un quejido.
— Mis hijos son sagrados. No los metas en esta mierda. No debí dejarte entrar en ningún momento, escoria.
— Ja… —Una nueva tos y la sangre se hizo más abundante, salpicando sin querer el rostro y parte del traje de Malfoy — Empezaran con ella o Scorpius.
— Mentira….-El gruñido del rubio fue gutural y sus labios murmuraron el cruciatus. El cuerpo cubierto por la capa negra comenzó a vibrar con desesperación y soltar gritos aterradores. Draco se detuvo. Sus ojos eran dos piscinas de aguas congeladas — Los chantajes no sirven conmigo.
— Vas… a arrepentir…te, Draco… Él va a vengarse.
— Deja de llamarme así. –Siseó, apartándose del cuerpo que temblaba gracias a la imperdonable.
Draco necesitaba calmarse y pensar. De un instante a otro, ese negocio que le había alegrado la tarde, le estaba dejando un gran aprieto, por qué no quería unirse a esa mierda de plan, ni muchos menos que alguien se vengará de él; ya mucho había tenido después de la guerra. Paseo por unos quince minutos por toda la estancia del cuarto como león enjaulado, y al final se decidió por sacarle los recuerdos a aquel tipo. Lo hizo, sujetando su varita con presteza a la hora de violar la mente del otro para encontrar los plateados hilos de recuerdos y colocarlos en tubitos de cristal que oculto en la capa de su túnica.
El hombre, desorientado y sudoroso, murmuraba cosas sin sentido. Malfoy había intentado saber más sobre lo que planeaban, pero un hechizo de confidelidad le protegía lo bastante bien para que no soltará prenda ni con la más horrible de las torturas. Más hastiado que otra cosa, apunto su varita de nuevo a la sien del encapuchado para suplantar recuerdos.
— Viniste a Malfoy Manor hace apenas 30 minutos. Me has contado a detalle su plan como te han indicado, y yo he discutido contigo los pro y contra de la situación. No sé quién eres, ni para quién trabajas por lo que tengo mis dudas y te he solicitado una semana para pensarlo, eso es todo.
Draco chasqueó su lengua a la par que se alejaba bruscamente de ese hombre. Suspiró y se preparó mentalmente para despedirlo y tratar de ser amable. O lo más que se pudiera con aquella persona que hasta hace 5 minutos había amenazado con arrancarte a tus hijos y hacer mil mierdas con ellos… El roce de la ropa lo distrajo de sus maldiciones mentales y encaro de nuevo al hombre. Y vaya sorpresa se llevó cuando vio que por voluntad propia el tipo bajaba la capucha de la capa que cubría su rostro. El alma de Draco cayó a sus pies, y el sentimiento de estar a punto de caer sobre sus rodillas se incrementó. Adrián Pucey le miraba con sus ojos oscuros y un brillo satisfecho en sus facciones.
— Se me ha ordenado que si confiaba en que aceptarás, me podía revelar — Pucey encogió sus hombros y volvió a subirse el gorro—. Aunque me has pedido tiempo, te conozco, Draco. Aceptarás.
Draco hizo un esfuerzo en asentir y tratar de parecer totalmente indiferente a la diversión que Adrián reflejaba. Casi sentía la necesidad de abrir su boca y dejar salir un hechizo de magia oscura que tenía en la punta de su lengua antes de que se fuese, pero no… iba a tener que controlarse, así que dando una respiración onda y pidiendo paciencia al mismísimo Salazar, Draco hizo una floritura pequeña con su mano y nuevamente sus ojos entrecerrados miraron a Pucey con sospecha bien camuflada.
— He retirado las protecciones, puedes desaparecerte ahora.
Quería que se fuera. Quería ir a la chimenea y gritarle a McGonagall por su estúpido partido de Quidditch. Quería ir a Hogwarts, entrar a Slytherin y abrazar a sus dos mellizos con anhelo. Quería protegerlos, y a la vez asegurarse que estaban bien. Quería a Astoria en ese instante. A su madre. A su padre.
— Bien, Draco… —Pucey camino hasta llegar cerca del rubio, y coloco una de sus manos sobre el hombro de Draco con compañerismo y le dedico una sonrisa con las comisuras de sus labios ligeramente ladeadas, y después… desapareció.
Las protecciones volvieron a alzarse cuando ya no pudo sentirlo más. Ahora, estaba ahí con información importante. Draco se dejó caer en el sillón y miro de reojo el ejemplar del Profeta, donde mencionaba la muerte del dueño de Borgin and Burkes. Tenía algo de sentido entonces.
Dejo caer pesadamente los párpados sobre sus ojos, y un suspiró agotado brotó de sus labios. No era ya un adolescente para sentirse aterrado, y ya se había equivocado mucho en lo que llevaba de su vida para hacerlo de nuevo como cereza del pastel, sin mencionar que su familia se había entrometido sin querer en esa situación.
Draco gruño, maldiciéndose una vez más por su curiosidad y por haber dejado que Pucey entrará a su hogar, ahora gracias a eso tenía unos problemas que hasta hace poco más de dos horas no tenía.
Su mente trabaja a mil por hora tratando de ordenas sus ideas y prioridades. En algún momento se había vuelto a poner de pie y ahora danzaba con gracia por su propia oficina, enterrando sus irises en el suelo como si allí pudiese encontrar la respuesta a sus males. El sonido de los golpes en la puerta detuvo su andar abruptamente, y el rubio masculló algo parecido a un gemido de dolor antes de quitar el hechizo de bloqueo.
— No pareces muy contento, cariño.
Ahí estaba ella. La calma que tanto necesitaba. No necesitaba más que ver sus preciosos ojos azules enmarcados por pestañas claras, y sus labios rosados sonriéndole para poder sentirse en algún tipo nube. Ni siquiera le importaba que la voz de su esposa sonase de esa manera tan exasperada de cuando quería fastidiarle. De hecho, no quería tomarle ninguna importancia.
El blondo dio grandes zancadas hasta llegar a su esposa, y sostuvo el grácil rostro de Astoria entre sus grandes manos, dejando que sus ojos observarán las expresiones cálidas de su esposa con fascinación. La amaba tanto, amaba cada cosa de ella. Amaba su sonrisa de verano, aquella que le regalaba cuando sus hijos jugaban en el jardín junta a la piscina, amaba también el brillo en sus ojos. Aquel que le había atrapado la primera vez que se viesen. La amaba por qué estaba ahí, justo frente a él, mirándole con un cariño infinito tras sus ojos color mar, y por haberle sacado de la oscuridad. Astoria era la luz de su vida, aquella que a pesar de saber que él había sido un mortífago, lo había aceptado como esposo y le había regalado tres preciosos y sanos hijos que complementaban la felicidad de sus días.
— No puedo perderte… no a ti, ni a ellos… —La voz de Draco se quebró por un instante al imaginarse que le arrebataban a alguno de ellos. No podría soportarlo.
Malfoy dio un paso más y sintió el calor reconfortante de los brazos delgados de Astoria sobre su cintura, y la calidez de su cuerpo contra el suyo. Draco perfiló los labios de su esposa con su propio pulgar con suavidad, disfrutando el dulce toque bajo sus dedos. Sólo cuando creyó que había memorizado cada parte de esa mujer, se inclinó hasta rozar sus labios contra los de ella. Un suave contacto que a Draco se le antojo suficiente solo por ahora, por saber que ella continuaba ahí, y que no iba a abandonarle. Rodeo con sus brazos la estrecha cintura de Astoria, y entrelazo sus dedos en su espalda para sujetarla y no perderla.
— Draco…— Astoria deshizo el agarre de sus propias manos, y fue ahora ella quién sostuvo la cara del rubio — Estaremos aquí, amor. Deja de preocuparte… no nos harán daño.
Un jadeo involuntario escapo de los labios de Draco.
— ¿Cómo…?
— No eres el único Malfoy en casa, Draco, lo sabes—Una sonrisa acompaño su comentario y luego, casi con descaro, Astoria le presumió el anillo de casados que portaba con elegancia en su dedo anular. — Soy tu esposa, tengo tanto derecho como tú de como manipular las protecciones de nuestro hogar.
Un bufido escéptico broto de los labios de Draco, antes de que el agarre en la cintura de Astoria tomara mayor fuerza.
— No seas tan socarrona, Greengras.
Ambos juntaron sus frentes, mirándose a los ojos con un cariño latente y contenido dentro de sus corazones. Una risita salió de la garganta de Astoria, y sus suaves manos ascendieron hasta el cabello de Draco, donde enterró sus dedos para acariciar el cuero cabelludo con paciencia y amor. El ambiente se había calmado y ahora, a pesar de sentir algo de horror dentro de sí por los planes de Pucey, Draco agradeció aquel momento íntimo con su esposa.
— ¿Ahora vuelvo a ser Greengras, Malfoy? –Siseo Astoria, rozando sus labios con los del rubio mientras hablaba. Un estremecimiento recorrió la espalda de Draco y sus ojos se entrecerraron de gusto — Eres un descarado. Has esperado que te dé tres hermosos hijos para por fin soltarme.
— Oh, ya sabes. Los Slytherin siempre planean obtener lo mejor de lo mejor… — Hubo un breve silencio. Un silencio que decía todo. Ambos parados a mitad del salón, contemplándose con anhelo y ganas de beberse todo uno del otro. — Y ahora mismo, Astoria… Tu eres lo mejor para mí.
Draco beso suavemente los labios de ella, sin ninguna prisa. Memorizando ese aroma a flores que despedía el cuerpo de Astoria, y también el dulce sabor almizclado de su boca. Él mordió con posesividad su labio inferior, y soltó un gruñido urgido a la vez que subía la intensidad del beso, ya delineando los labios de la otra con su lengua, en un mudo intento de que Astoria dejase que se apoderada de su boca; ella sonrió dentro del contacto y rápidamente dejo paso libre a la juguetona lengua de su esposo. Era un beso del millón, pero en él, Astoria sentía el miedo y el horror que Draco intentaba cubrir con máscaras de indiferencia y ceños fruncidos.
La sensación de que debía protegerlo volvió como aquella vez ya hace años.
Astoria se apartó para buscar aire y sin contenerse, acarició las pestañas claras de Draco mientras ella se recuperaba. Él no se quejó, de hecho, busco más el contacto de esa mano contra su mejilla, y el pecho de Greengras se llenó de calidez.
— Sonaste tan Hufflepuf, Draco —Murmuró ella.
— Calla, mujer — A pesar de que había gruñido, su voz no había sonado brusca.
— Draco… — Sus ojos se encontraron, y un claro gemido de desesperación escapo del rubio — Hey, cariño…
— No sé qué hacer. Sabes que esto no está bien, y es bastante irracional y estúpido, pero él dijo…. Astoria… él dijo….
— Draco, cálmate.
—Pero….
— Draco Lucius Malfoy, cál-ma-te.
Al instante, él se enderezó y apretó los labios para callarse. El suspiro agotado de Astoria se escuchó por toda la estancia, y Draco se pateó mentalmente por haber entrado en pánico apenas hace unos segundos. Que era un adulto ya, joder.
— Ven.
Ella lo arrastró hasta llegar al cómodo sofá de cuero satinado donde Draco había estado acostado hasta hacía un rato y ambos se sentaron, uno frente al otro.
— Bien… es obvio que tú no quieres aceptar.
Draco asintió.
— Entonces… él te amenazó, y tú no has tenido de otra que robarle los recuerdos y suplantarle otros.
Otro asentimiento.
— Y también piensas que el asesinato de hace unos días fue culpa de ellos, ¿no?
Inesperadamente, Draco mostró duda y miro de reojo el profeta, asintiendo de nuevo pero con más lentitud.
— No es algo seguro — Contesto, regresando su plateada mirada hacia su mujer.
— ¿Y por qué no? — Cuestiono con cautela la rubia.
— El asesinato que describen ahí — Draco cabeceó en dirección al periódico sin apartar la mirada del rostro compungido de su esposa —. No parece que haya sido llevado a cabo por magos como Pucey… más bien, fue algo así como provocado por… bestias.
— ¿Qué te hace pensar eso?
— Merlín, Astoria. Fueron literalmente asesinados a sangre fría. — Un escalofrío recorrió la espina dorsal de Draco cuando su mente recordó involuntariamente una hilera de dientes amarillentos pertenecientes de alguien que, gracias a Merlín, ya estaba muerto — La casa hedía a sangre y uno de ellos tenía el corte de un hacha. Astoria, nosotros no usamos hachas — En un intento desesperado por hacer que la otra entendiese, Draco la sostuvo por los hombros y taladro con su mirada a Astoria — Tenemos magia, pociones y un centenar de venenos…. No necesitamos ni siquiera mancharnos las manos.
Astoria se abstuvo de abrir los labios para recordarle a su esposo, que ahora mismo, el llevaba sangre salpicada en su traje y mandíbula, pero termino por asentir, pues de alguna forma lograba entender lo que Draco quería decirle.
— Pero es una opción que hayan sido las mismas personas que Adrián, Draco.
Se hizo el silencio por un instante. Ambos rubios se miraban fijamente sin hacerlo, perdidos en sus pensamientos. Astoria negó inmediatamente con la cabeza, suspirando y entrecerrando sus ojos a la par que alzaba su delicada mano para borrar la sangre del rostro de su marido con la suave yema de sus dedos.
No quería preocuparse por esto. No quería ver a Draco como hace ya más de casi 17 años, al final de la guerra.
Recordó cuando aquel elegante y egocéntrico hombre le pidió matrimonio aquella vez, pues no era ni la sombra de la imponente figura que hoy representaba. En aquel tiempo todo había sido demasiado para que Draco lo soportase solo. Lo recordó mientras alargaba la caricia en la mejilla del rubio.
Apenas las cosas en el Mundo Mágico regresaban a sus lugares, y la tranquilidad se respiraba en cualquier lado, calma y felicidad se sentía por todo Reino Unido, menos para Los Malfoys y aquellos familiares sangre puras. Astoria se había salvado por que al comienzo de la guerra, ella y su familia habían sigo inteligentes al irse antes de unirse a algún bando, pero la misma suerte no había corrido para Draco. Su padre había quedado encarcelado con una sentencia extensa y él tenía la responsabilidad para con su madre y su apellido, sin mencionar que la sociedad los acechaba casi a diario por sus errores. Draco apenas había podido con todo unos meses, antes de caer en una terrible depresión. Comenzó dejando de mostrarse por las calles, procuraba no dejarse ver ni por el callejón Diagón y mandaba a los elfos por la despensa, sus negocios se manejaban en la mansión y todo el tiempo la pasaba encerrado en su habitación y comía no más de lo estrictamente necesario. Sencillamente, Draco estaba perdido.
En un principio, la madre de Astoria se lo había pedido a ella casi como un ruego a pedido de la excéntrica Narcissa Malfoy.
— Astoria, por favor… — Fue la sencilla súplica de su madre.
La adolescente de curvas delicadas y rostro aristocrático acepto con un suspiro y una sonrisa resignada. Al final no podía ser tan complicado. Sólo era conversar con aquel muchacho de la generación de su hermana Daphne unas cuantas veces y ya, ¿no?
Fueron más que un par de veces. Astoria iba casi cada día, por más de dos horas a Malfoy Manor. Caminaba los pasillos pulidos de la casa con la compañía de un renuente Draco Malfoy con aspecto demacrado. Fue algo muy duro y de mucha paciencia el estar con él e iniciar una amistad. Cada tarde almorzaba con él, le obligaba a caminar con ella y después escuchaban música juntos o ella se dedicaba a hablar sobre el mundo mientras Draco fingía escucharla. Al principio era tan difícil tan siquiera sacarle una sílaba, que Astoria se vio a si misma decepcionada, y a la vez, retada. Enrollándose las mangas de una camiseta imaginaria y juntando toda su voluntad, decidió que sacaría de su depresión a ese ambiguo rubio testarudo, y por un momento creyó que no lo lograría. No hasta que vio un brillo de emoción en sus ojos cuando a ella se le escapó la nueva noticia de un tipo de modelo mejorado aún más veloz que la Saeta de fuego.
— ¿Extrañas volar? — Dijo Astoria, inclinándose hacia delante con la elegancia de una mujer de su edad, mirándole con aprecio ante la sorpresiva emoción del otro.
— Algo así — Gruñó Draco, removiéndose con incomodidad en el sillón de una plaza.
— Yo no sé volar. — Astoria tomó el vaso de Hidromiel entre sus dedos y movió su muñeca para menear la copa en círculos, haciendo que los hielos golpearan el cristal provocando un tintineo suave que inundó la biblioteca— Enséñame, Draco.
Los ojos plateados de Draco volaron al rostro de la chica frente a él, y por reflejo una de sus finas cejas se alzó con escepticismo. Levanto la copa de Whisky de fuego contra sus labios para ocultar la sombra de una sonrisa y sus ojos se entrecerraron un tanto divertidos. Dio un gran trago y el alcohol quemo su garganta de manera placentera. Astoria notó algo distinto en su manera de moverse, dándose cuenta que lo hacía con más suavidad que la forma mecánica que normalmente usaba para todo, y que se veía más relajado. Y se vio así misma bebiéndose con la mirada cada movimiento que él hacía.
Claro está que Draco se negó, y ella tuvo que insistir más de una vez para que él aceptase, y aunque las clases de vuelo fueron un desastre, Astoria comenzó a ver el cambio de Draco casi al instante, y se encontró a si misma maravillada. Sí, conocía a Draco de antes, pero solo de vista y unos cuantos besos en las mejillas cuando se saludaban en fiestas o en Hogwarts, por mera cortesía. Pero verlo dentro de su propio hogar era distinto, era más especial, mágico… y tiempo después, la amistad entre ambos rubios se volvió algo más. Cuando Astoria supo que estaba enamorada de aquel hombre que aprendía a volver a vivir, imagino que dolería por que no creía que con Draco se pudiese obtener algo más que lo que ya él le había regalado, y eso era conocerlo a fondo. Por qué sí, se arriesgaba a decir que lo conocía enteramente. Pero casi se va de cabeza cuando un día, un nervioso Draco Malfoy le mando una vociferadora de emergencia a su hogar para citarla a Malfoy Manor. Aquel día era simplemente IMPOSIBLE de olvidar.
Había llegado casi corriendo y se regañó mentalmente porque eso no estaba bien, y no debía apresurarse solo porque Draco quisiera hablar con ella, seguramente de algo banal. Así que disminuyó la velocidad, y llego tarde por unos 5 minutos y medios. Cuando entró a los terrenos de la mansión un elfo ya la esperaba allí.
— Hey, tu eres…
Tan pronto la criatura la vio, está se acercó y sin decir nada tomó la mano de Astoria, arrastrándola a una desaparición forzosa y cortando su frase a la mitad. El remolino de colores la desorientó un poco cuando llegó a la habitación que hacía de oficina para Draco. El elfo desapareció, y ella tuvo que tambalearse grácilmente hasta un sofá cercano para estabilizarse, soltó un suspiro y encaró a Malfoy al fin cuando los mareos pasaron.
— Astoria…
— Hey, Draco. ¿Por qué tanta prisa? Estoy segura de haber podido caminar sola hasta aquí.
— Llegas tarde — Fue la escueta respuesta de Draco. Se levantó del sillón y camino por la estancia.
Está tenso, Fue lo que pensó Astoria viendo sus hombros endurecidos. Su ceja se arqueó y se preguntó si acaso Malfoy volvía estar mal.
— Lo siento… ¿estás bien, Draco?
Ella camino hasta él y lo detuvo atravesándosele en el camino antes de apartar los mechones plateados de sus ojos, y juntar su frente con la de él. Una mueca se dibujó en sus labios, pero sonrió cuando no sintió que el otro estuviese afiebrado. Sus ojos azules chocaron con los mercurio de Draco y por alguna razón, la insistente mirada la acobardó y se obligó a si misma a separarse por fin. Solo un paso. Uno solo. Muy chico. No quería alejarse tanto.
— Merlín me ampare — Draco embutió las manos en los bolsillos en su pantalón y trago duro, cerrando sus manos en puños dentro su ropa.
Su ceño se fruncía graciosamente y la indecisión bailaba en sus ojos. Parecía casi un niño pequeño, provocándole ternura a Astoria, tanta, que sintió su pecho inflarse dolorosamente; claro, sin que su máscara de confusión cambiara por fuera. Porque exactamente así se sentía; confundida.
— No estoy entendiendo…
Un gruñido frustrado abandonó la garganta de Malfoy, y Astoria lo vio tomar un profundo respiro. Después, sus ojos plateados la miraron con tal intensidad, que ella se quedó sin habla y aliento. Lentamente dio un paso hacia la chica que lo había mantenido despierto los últimos y sin dejar de mirar sus ojos azulados, se dejó caer de rodillas con elegancia. Dio un apretón a la caja que envolvía en su puño derecho y dejando salir el aire por la nariz, sacó el aterciopelado objeto oscuro de su bolsillo.
— Astoria, escúchame un minuto por favor. — Ella no dijo nada, solo continuo mirándole con apenas un gesto en el rostro, así que Draco continúo hablando: — A lo largo de mi corta vida he tenido más errores de los que estoy orgulloso por admitir, y aunque ahora mismo no sé qué demonios espero, realmente no quería tener que arrepentirme de algo más en mi vida. Sé que mi posición social no es la mejor, también sé que probablemente te traeré más problemas que beneficios o que no soy quién todo el mundo espera, demonios, realmente estar conmigo es probablemente lo peor que puedes escoger en estos tiempos pero realmente quiero intentarlo, y no he necesitado más que pasar este último año contigo para saberlo. . . Astoria Greengras, ¿Quieres casarte conmigo?
La mano que sostenía la preciosa caja y el anillo, temblaba. Las ojeras oscuras de Draco eran notables debajo de sus ojos atormentados, su cabello estaba hecho un desastre sin dejar la apariencia de ser suave y sus labios eran constantemente mordidos por él mismo por los nervios. La expresión de Astoria no había cambiado ya casi en 15 segundos y el silencio eran tan pesado y espeso que Draco estuvo a casi nada de levantarse y salir huyendo de su propia oficina para evitar una humillación aún más grande, pero no tuvo que hacerlo.
Unos brazos delgados y cálidos envolvieron su cuello y unos suaves labios repasaron los suyos con delicados picos insistentes. No tardo nada en rodear la estrecha cintura de Astoria entre sus brazos y corresponderle el beso como se debía, y además, se atrevía a apostar que ella sonreía.
La rubia se separó solo lo suficiente para hablar y llevo sus manos al rostro de Draco.
—Draco, a mí jamás me han importado tus errores, ni siquiera tu dinero o posición social — Los zafiros de la chica brillaban y no disimulaba la alegría que la estaba invadiendo —. Te amo por quién eres. Por tu sarcasmo, por tus sonrisas airadas, tus miradas burlonas, por las que son sinceras, por la manera en que frunces tu boca cuando existe algo que no comprendes. Te amo porque sé que no eres lo que todos dicen, cariño. Te amo tal cual eres… — Astoría tomó su brazo y besó la marca tenebrosa que Draco llevaba en el ante-brazo —. Entiende algo, Draco. Existe más cosas que lo material.
Malfoy había quedado mudo, entorpecido y vulnerable. ¿Estaba diciendo qué…?
— Sí, Draco — Astoria volvió a besar sus labios, su nariz, su mandíbula y la sonrisa no abandonaba sus facciones—. Quiero casarme contigo.
Y por primera vez en mucho tiempo, Astoria lo vio sonreír con anhelo, sinceridad y esperanza.
Así que ahora no iba a dejar que su esposo cayera de nuevo por aficionados imbéciles.
— Estaremos bien, cariño — Fue el susurro tranquilizador de Astoria.
— Lo sé… —El rubio cerro sus párpados, dejando que los dedos de la otra acariciaran su rostro con parsimonia.
— Tenemos una semana. Debemos hablarlo con Potter.
Al instante el ceño rubio de Draco se frunció al igual que sus labios.
— ¿Por qué con él? — Fue el gimoteo frustrado del hombre.
Astoria sonrió, inclinándose un poco para juntar sus labios con los del rubio en un beso lento. Lo amaba tanto, por todos los Dioses.
— Mándale una carta anónima. Sólo dile que tenemos información, poca, pero importante.
Ahogando un suspiro, Draco asintió con rendición.
Shanelle Regine
Re: This Means War {Novela Colectiva de HP, 3ra Generación}
Just breathe
I need to forget all this pain
Cruje. Cruje. Cae.
Mis dedos juegan distraídamente con la punta de la página, acariciando la superficie aterciopelada del libro con la uña. Mis ojos repasaban por décima vez el mismo párrafo y mis labios se frunce cuando el fuego vuelve a crepitar con mayor fuerza. Chasqueó la lengua y me digo a misma que no puedo detenerlo. No puedo tirarle aguamenti a la chimenea y apagar el fuego por varias razones. Y vuelve el crujido cuando la intensidad de las llamas aumenta, y el picor de mis dedos y lengua me dicen que estoy perdiendo la paciencia.
— No vas a desquitarte con la chimenea, Reg — Gruñó hacia mí misma, encogiendo más las rodillas a mí pecho. La cobija que cubre mi regazo se resbala y cae al suelo —. He ahí una de las razones por la que no debes hacerlo — El frío ha ido en aumento y la sala común de Slytherin ha sido la victima de el gran descenso de la temperatura. Renuentemente bajo una pierna del alfeizar de la ventana que da vista a las aguas negras del lago, y me inclino para pescar la cobija con los dedos antes de volver a acomodarme en el mismo sitio y continuar leyendo. O más bien, hacer el intento.
Los días habían pasado desde la primera prueba del torneo, y a pesar del corto plazo, la asombrosa presentación de Ted Lupin a un no era superada en el castillo. Los pasillos hervían últimamente en gente extasiada que tiraban mil palabras por segundo y la sensación de incomodidad y no entenderles una mierda me obligaba a limitarme a leer en la sala común, el jardín o la biblioteca, pero a estas horas, donde ya sobrepasaba por bastante el toque de queda, era mejor simplemente quedarme aquí. Hacía rato la ronda con Katie había terminado, y yo aún no estaba preparada para dormir, así que cogiendo una de las mantas de seda egipcia de la abuela, decidí echarme a leer con la escena oscura del lago como tranquilizante, pero obviamente eso no funcionaba.
La tapa del libro se cerró pesadamente, y lo dejé caer cerca de una mesa que se encontraba apoyada a una pared cercana. Me cubrí aún más con la sábana y abrí mis labios dejando escapar graciosas volutas de aire que se hacían visibles por el frío. Un bufido parecido a la risa escapo de mi garganta y mis ojos entrecerrados observaron el techo brío del salón con amargura. En toda la semana había estado evitando a Albus. Corriendo de las clases para no verlo, evitándolo en la comida y cambiando las rondas con los demás perfectos. Tan patética. Pero es que no sabía qué hacer. Jamás había necesitado escapar de algo, pero también era cierto que jamás había experimentado estos niveles de inseguridad y dolor. Todo se estaba tornando más difícil.
Alcé la varita y convoque un tempus. Eran cerca de las tres de la madrugada. Reprimí un bostezo y baje los pies del alfeizar para enderezarme y estirarme para relajar los músculos. Tomé el libro de criaturas peligrosas y apunte al fuego con la varita para apagarlo e ir a dormir de una vez. El sonido de la puerta me detuvo en seco, y cuando me di cuenta de quién era el descarado tipo que llegaba a tales horas al dormitorio, mi boca se frunció y mi brazo cayó laxo a mi costado. Septimus me miró con las cejas rubias fruncidas hasta el punto que parecían una sola y un gruñido mordaz escapo de su boca. Sus pasos taladraron el silencio y en menos de diez segundos lo tuve cerca, en posición de madre regañona.
— ¿Qué se supone que estás haciendo aquí? — Fue lo primera cosa que escupió con la voz enronquecida.
— Leer — Dije, alzando el libro que hasta hace poco había usado —. ¿Tú que hacías afuera? No eres prefecto.
Séptimus blanqueo sus ojos con fastidio, cruzó los brazos y chasqueó la lengua.
— No quieras confundirme. Me refiero a que sí que haces aquí a esta hora, Shanelle.
Mis labios se curvearon involuntariamente, volví a alzar la varita y con una pequeña floritura, el fuego irritante de la chimenea se apagó, dejando la madera solo chisporroteando los residuos de la flama.
— Mira, estoy cansada. Si tú no me preguntas que hago aquí, y me dejas ir a dormir tranquilamente, yo no le digo a Slughorn que estuviste fuera de la cama después del toque de queda.
Él pareció meditarlo un poco, moviendo su pie izquierdo rítmicamente sin dejar de estrechar sus ojos con algo parecido a la sospecha. Bufé interiormente y bostecé enfatizando el sueño que tenía, y sólo eso pareció ablandarlo.
— Correcto —Siseó, dándose la vuelta —. Buenas noches.
Asentí por mera inercia, viéndolo desaparecer por las escaleras en dirección a las habitaciones de sexto, y sólo cuando la puerta se cerró con un “clic” suave, me encaminé yo a mi habitación personal. La oscuridad de Slytherin era densa y se veía poco de los pasillos aun con lumus, pero estando ya casi 5 años durmiendo aquí, me era fácil para mí manejarme por la estancia sin tropezar o hacer algún ruido.
La puerta se abrió pesadamente, y se cerró de la misma forma. Me deshice de los zapatos dando brincos y el uniforme se desvaneció con un pase de varita. Hoy era una de esas veces en que agradecía a la magia, pues con tan poca energía, lo último que necesitaba era perder mi tiempo en deshacerme de la estúpida corbata sin terminar ahorcándome. Tomé la primera pijama que encontré y cuando la tuve puesta, me deslice debajo de las mantas de mi cama y me hice un ovillo, acariciando la tela de la cobija entre mis dedos, mirando sin hacerlo realmente, a la oscuridad que me envolvía.
No podía dormir. Mis pensamientos revoloteaban dentro de mi cabeza como si fuesen miles de abejas enfurecidas y la parte lateral me punzaba un poco, pero era tolerable. Suspiré y entrecerré los ojos, sintiendo el agotamiento inundarme, pero a pesar de ello, seguí despierta. Más bien, creo que mi necesidad de mantenerme consciente era huir de aquellos sueños en los que irises azules me aterraban, y los verde esmeralda me hacían llorar. Un gruñido involuntario abandono mi garganta cuando volví a recordarlo. Porque sí, yo quería evitarlo, y a pesar de que lo estaba logrando, no todo era tan fácil. Aún dolía. Era desgarrador el sentimiento de impotencia, celos, amargura y soledad que me embargaba cuando lo veía, y me recordaba que no sería mío.
Con el paso de los días se hizo cada vez más difícil evitarlo. Extrañaba hablar con él, verlo sonreír, y ver su cabello negro sedoso moverse delicadamente por el viento cuando salía a caminar a los jardines.
— Estás delirando nuevamente, Reg — Gemí, presionando las manos contra mis párpados y por un segundo lo vi nuevamente y mis labios se fruncieron un poco. Los ojos me picaron y un nudo asfixiante llenaba mi garganta—. Ya basta — Me gruñí, frunciendo las cejas con enojo.
Conté hasta diez dentro mi cabeza una y otra vez, alejando aquel par de gemas de mi cabeza. Y funcionó. Por un instante, lo único que vi dentro de mis párpados fue la aliviadora oscuridad, pero como ya dije, sólo duro un segundo. Después, la sonrisa gallarda y el níveo cuello junto con el cabello platinado de Alekséi invadieron mis pensamientos. Me sentí…. Bueno, no sé cómo me sentí realmente.
Desde ese día, aquel ruso me había ayudado más de lo que estoy dispuesta a aceptar. Sonreí un poco, recordando los últimos días. Cuando lo encontraba por los pasillos, me sonreía y soltaba alguna palabra en su idioma que yo no entendía y después reía con gracia, sacándome de mis casillas. Era casi rutina verlo al menos 2 veces en el día, y la primera siempre era en las mañanas. Cuando yo quería leer y mentalizarme para evitar a Albus, y salía al patio, dónde lo encontraba dando vueltas al lago con paso tranquilo. Después, el sólo venía e intentaba molestarme con cualquier cosa nueva que se le ocurriese.
Irónicamente, ese arrogante rubio agresivo era justo lo que necesitaba cuando no quería pensar en Al. Y no quería más que eso. Con Alekséi, a pesar de todo, podía sentirme cómoda y no me aburría. Era… interesante.
Bajé las manos y me envolví aún más en la sábana, cerrando por fin los ojos. No supe bien cuanto tiempo pasó, pero poco después, caí rendida.
Dos días después
— ¡MÁS VELOCIDAD, MALFOY! ¡TITUS, TIRA MÁS FUERTE! ¡SCORPIUS, LA SNITCH ESTÁ CASI BESANDOTE LA OREJA, CON UN DEMONIO! — Fueron los exasperantes gritos de Breeja en plena mañana de un sábado. Eché el fleco húmedo hacia atrás con una mano y chasqueé la lengua mientras rodaba los ojos. Menuda manera de empezar el día. Le hice una seña rápida a Titus y con un asentimiento, aceleró el paso de su escoba hasta volar al otro lado de campo, Breeja le siguió rozándole los talones en un intento de quitarle la Quaffle, pero haciendo un giro a la izquierda de manera inesperada, Titus la desvió y tiro la bola lo más cerca que pudo hacia mí, que no fue a más de unos 5 metros, por lo que no tuve que moverme mucho para después tomarla en el aire y volar para anotar en el aro el décimo punto de ese mini partido.
— Joder, ya no puedo más — Jadeó Scorpius, volando a mí lado. Le regalé una sonrisa comprensiva que él a duras penas pudo corresponder antes de volver a perseguir la condenada pelota alada.
Me limpié el sudor de la frente y negué con la cabeza cuando vi a Breeja casi encima de Séptimus sin importarle si caía al vacío por su poco cuidado. Boba.
Libere mis manos de los guantes de cuero y los atore en el cinturón que sostenía los pantalones blancos ajustados de entrenamiento y lleve mis palmas adoloridas cerca de mi nuca. El contacto frío de mis dedos envió cargas eléctricas a través de mi piel y un suspiro agradecido brotó de mis labios. Inhalé el húmedo olor del campo y repasé mis labios con la lengua una vez más en aquella nublosa mañana. No estaba tan mal el día, pero siempre era un poco pesado empezar las mañanas con Breeja gritándote al oído cada 5 minutos.
— ¡Bien, chicos! — Séptimus la miro de reojo, frunciendo los labios y rumiando cosas en italiano por su grito repentino — ¡Hemos terminado!
Poco a poco, cada uno fuimos bajando a superficie plana, y me permití el lujo de sentarme en la hierba cuando toque tierra. La suavidad de las hojas bajo mis dedos era agradable y el ligero olor a tierra mojada combinada con los pocos rayos solares que invadían el campo le daban una sensación cálida, aunque en realidad hiciese un frío de mil demonios y cuando era obvio que dentro de poco comenzaría a nevar a grandes cantidades. Aunque sonase un poco raro, y aun cuando estaba cansada, me sentía mejor solo estando allí, sentada, ignorando las voces de Ekaterina y los demás.
— ¡No puedo soportarla más! —Resopló Scorpius, echándose cerca de mí sin dejar de mirar con el ceño fruncido a la pelirroja frente a él —. Últimamente cada día está más pesada.
— Suele pasar —Encogí mis hombros, mirándolo de reojo. Su nariz estaba fruncida al igual que su entrecejo y el fleco humedecido por el sudor se le pegaba graciosamente a la frente —.
— ¿El que ella sea una chocante? —Su mirada chocó con la mía, y yo me permití una sonrisa disimulada que él no tardo en devolverme sin dejar de aflojarse las casacas.
— El tener un límite y querer hundirla en el lago negro.
Scorpius soltó un sonoro bufido y arrojo las casacas al pasto.
— Sería mejor solo dejarla encerrada en Slytherin. ¿Por qué sigue siendo nuestra capitana?
— Por qué… — Recliné las piernas hasta que estás tocaron mi pecho y el dolor se hizo presente en mis músculos— Joder… Bueno, por qué a pesar ser una idiota cuando quiere, es buena jugando.
Sentí la mirada de mi hermano taladrarme la nuca, y pesadamente lo encaré con una ceja enarcada.
— ¿Qué? — Pregunté con tosquedad.
— Es la primera vez que escucho que insultas a alguien a parte de Séptimus.
Es culpa de James, pensé con la sombra de una sonrisa en el rostro. Su léxico verbal se me había pegado un poco, tal vez.
— Es sólo sinceridad — me defendí. Moví el cuello en círculos y segundo después me levante estirando los brazos en dirección al cielo — Me voy — Baje la mirada hacia Scorpius, recibiendo un pequeño asentimiento de su parte.
Se veía distante a pesar de que trataba de actuar con naturalidad. Se notaba en la tensión de su mandíbula y en la manera en que miraba a su alrededor con mayor indiferencia que la usual. Suponía que tendría un problema que le estaba costando manejar, pero aunque quisiera, no podía ayudarlo. El peso de la culpabilidad me pateo con fuerza en el estómago sacándome el aire cuando me di cuenta que probablemente no servía ni para ayudar a mi hermano. Frunciendo los labios, tome la escoba que hacía rato reposaba tranquilamente en el suelo y camine saliendo del campo sin querer mirar a los demás. Todo parecía ser más difícil de sobre llevar por momentos.
Media hora después, salía por la puerta de la sala común en dirección al Gran Comedor con el cabello húmedo y ropa calidad. Jale las mangas del suéter hacia abajo para cubrir mis dedos del frío y ajusté la bufanda hasta que me cubriese parte del rostro. Subí las escaleras con un leve troté mirando al suelo, pérdida en mis pensamientos. Terminé de ascender y vi el lobby del castillo con poco movimiento, casi desierto, así que camine tranquilamente hasta la puerta del comedor, con las manos hundidas en los bolsillos del suéter azul rey que traía encima.
— Hey, rrubiales.
Sentí el jalón en mi brazo derecho y mi corazón dio un salto rápidamente. Detuve mis pies, girándome un poco hacia atrás para encontrarme de lleno con Alekséi y su característica sonrisa burlona. Mis labios se contrajeron en una línea recta para no sonreírle y dejar que notará cuan de buen humor me ponía verlo y en vez de ello, solamente arqueé mi ceja derecha con mucha lentitud y alcé la mirada para encontrar sus irises color plata mirarme con lo que reconocí algo parecido a la diversión. Su mano aun sujetaba mi antebrazo, y aun por sobre la tela, sentía la calidez de su palma sobre mi piel.
— Hey, rruso —Contesté con una muy mala imitación de su acento.
Con decepción –Para mí-, el alejó su mano pero la coloco sobre mi cabello aun mojado, revolviéndolo hasta despeinarlo. Gruñí instintivamente y alejé sus manos de mi pelo.
— Aun te falta mucho parra siquiera llegarrme a los talones, Malfoy.
— Claro — Mascullé de mala gana, mandándole miradas desairadas —. ¿Qué sucede? No te vi corriendo hoy.
— Cosas que hacerr. ¿Me espías acaso? Muy mal hecho, Reg.
Nuevamente sentí el escalofrío correr por mis nervios y me abstuve de suspirar como imbécil por lo bonito que se escuchaba mi nombre en su boca.
— Alucinas, obviamente.
Eche una mirada al Gran comedor con impaciencia.
— ¿Hambre?
— Tú igual tendrías hambre si entrenarás con Breeja — Espeté, volviendo a mirarle. Inconscientemente uno de mis pies comenzó a moverse rítmicamente, mientras apoyaba parte de mi peso en el otro.
— Ah, la chica grritona con cabello de tomate.
Por primera vez en algún tiempo la risa me embargó sin querer. Fue tan sorprendente e improvisado, que de asombro lleve mi mano derecha en dirección a mi boca, aun sin creerme que esa risa haya sido mía. La expresión de Alekséi se había suavizado pero me miraba con una de sus finas cejas arqueadas, como preguntándose por que había reaccionado así, y de hecho, el movimiento era un poco tonto y otra risa broto de mi garganta cuando me di cuenta de lo idiota que me estaba viendo.
— Bien… Yo no sé muy bien cómo funcionan las chicas inglesas, pero no crreo que reírse de la nada sea tan norrmal — Los ojos de Alekséi se desplazaron por la estancia, buscando algo —. ¿Deberría arrastrrarte a la enfermería, Moya dévochka?
Mi cabeza se movió, negando y deje de reprimirme. Así que le sonreí con calma, casi sintiendo que por un instante, el peso de días anteriores desaparecía.
— Estoy bien. Mejor dime que significa eso de al final que has dicho.
— Niet.
Chasqueé la lengua y le sostuve la mirada un minuto. Siempre era lo mismo. Escupía algo que no entendía, y cuando intentaba averiguar que significaba, se negaba a decírmelo de manera directa, y solo cuando quería molestar, me daba leves pistas que no me llevaban a nada.
— Eres fastidioso.
— Y tu fastidiable —Alekséi volvió a atacar mi cabello con más ganas que hace apenas un instante, sacándome una maldición mascullada por lo bajo.
— ¿Esa palabra existe siquiera? —Remilgué, intentando quitármelo de encima inútilmente. Su altura y fuerza me ponían en clara desventaja. Pero… tampoco es como si yo realmente quisiese alejarlo, sólo no quería que me hiciera nudos en el pelo que más tarde dolería deshacer.
— Parra mí sí, rrubia.
— B-Bas… — Bufé y lo tome por las muñecas, jalándolas hacia abajo para despegarlas de mi cabello — Basta, Alekséi.
Su rostro estaba cerca del mío, y un sentimiento parecido al revoloteo de las alas de la Snitch atacó la boca de mi estómago. Su ceja rubia se alzó y sus labios delgados se estiraron en una sonrisa que me arrebató el aliento. Apreté sus muñecas una vez más antes de soltarlo y dar un paso para alejarme de él.
—Quiero comer. ¿Venías por algo en específico?
Alekséi negó condescendientemente y sus hombros se alzaron de forma casual. La manera en que se movía era tan sencilla y elegante, que a veces me sorprendía que la tosquedad en el campo sólo fuese dirigida a los jugadores y que se quedase allí, porque de ahí en fuera, podía manejarse hasta con más agilidad y delicadeza que yo.
— Nada en realidad.
— Bueno… ¿Me dirás qué significaba?
La sonrisa se acentuó en sus facciones y con un ligero movimiento de cabeza que le alboroto los mechones libre de cabello platinado, negó.
— Me irritas.
— Lo sé — Fue su sencilla respuesta. No pareció inmutarse, de hecho, hasta parecía divertirse de lo lindo.
— Iré a comer…
— Prrovecho, Moya Dévochka.
Fruncí las cejas y antes de poder evitarlo, le saqué la lengua como gesto de suficiencia. Él soltó una carcajada que retumbó por las paredes de piedras del salón y yo bufé, dándome la vuelta para poder ir a comer por fin. Malditos rusos y su sentido del humor extravagante… y aun así, podía sonreír con más calma ahora mismo con esa rareza de chistes y palabras en ruso.
Cuando llegué al comedor, la excitación de la gente volvió a embargarme. Todos emocionados por el reciente evento del torneo y el futuro mini partido de Quidditch que se acercaba. Mire a mí alrededor con curiosidad sin dejar de juguetear con la crema de fresas que tenía enfrente. Los Hufflepuf miraban sin discreción al castaño de Gryffindor que fingía indiferencia, y la mayor parte de los Ravenclaw y pocos Slytherin hacían lo mismo pero con más discreción que los despreocupados tejones.
— Come, Shanelle.
— ¿Eh?
Scorpius me arrebató la cuchara de entre los dedos y hundiéndola dentro de la crema, saco una porción pequeña de la fresa y la deposito entre mis labios abiertos por la sorpresa. De forma instintiva cerré la boca alrededor del cubierto, y con mi lengua deguste la dulzura de las fresas y la leche. Fue mi turno de arrancarle la cuchara de las manos a mi hermano, mirándole con una ceja alzada; terminé de pasar la crema y tomando jugo de calabaza para pasar la dulzura de mi lengua, pellizque su brazo como castigo por el repentino asalto.
— Pensé que te había dejado con la horda de inútiles, Scorp.
— Nuevamente, pensaste mal, Rubiales.
La crema de fresa se atoró en mi garganta y comencé a toser compulsivamente. Dando tragos desesperados al jugo por segunda vez, observe a Scorpius tras mis ojos empañados por lágrimas.
— ¿EH? — Repetí nuevamente con voz ahogada.
— Bueno, Albus y yo veníamos por un pasillo y sin querer vimos tu encuentro casual con cierto ruso gilipollas.
— Hey — Apreté los labios para no reclamar por el insulto, y mis manos se escondieron bajo la mesa. De repente ya no hacía tanto frío como hace un rato —. ¿Y eso qué?
— Nada, nada… — Siseó Scorp, llevándose un pedazo de pan a la boca. Masticó lentamente, haciendo énfasis cuando mordía de nuevo el pan para hacerlo crujir — ¿desde cuándo se hablan?
— Algunas semanas — Respondí escuetamente, preguntándome sin quererlo, porque Albus no había ido a desayunar si era cierto que había estado acompañando a mí hermano.
— Ah… ¿Son amigos?
Mis hombros se alzaron, encogiéndose.
— Eso creo.
Los ojos color mercurio de Scorp brillaron ferozmente por un segundo.
— Ah… ¿Sólo eso?
Repentinamente el calor se hizo insoportable, y aún más la situación. Me levanté con poco cuidado del banco, me incliné para tomar un bollo relleno y lo metí a mi boca inmediatamente, saliendo con cuidado de la silla para no tropezar.
— Tengo tarea. Iré a la biblioteca. Nos vemos.
Corriendo, salí del comedor sin voltear hacia atrás. Sólo una vez que estuve fuera aminoré el paso hasta solo caminar y comencé a dirigirme a la dichosa a biblioteca a leer por un rato. Mientras caminaba, acariciaba las paredes de los pasillos con los dedos de la mano derecha y tarareaba un poco en voz baja pensando en que más tarde debería salir a los jardines a distraerme. A no pensar. A no recordar.
Di vuelta en una esquina y mis pies se anclaron al suelo inmediatamente cuando lo vi.
— Hey, Shanelle.
Retrocedí un paso, pero solo eso. Mi garganta se secó al igual que mis labios y mi cuerpo se tensó rápidamente.
— Hola… Albus.
El moreno se acercó con paso casual hacia mí, con una rara seriedad bailando por sus facciones. A pesar de eso, podía ver que seguía tan exóticamente lindo como siempre. Sus ojos verdes brillaban de manera asombrosa entre el flequillo negro que caía por un lado de su rostro y sus labios sonrosados estaban apretados en una fina línea.
No lo había visto en semanas. Desde aquella noche en qué no había podido mantener la boca cerrada y pensé que eso lo haría más fácil. No verlo haría que el dolor disminuyese y que las ansías se extinguieran, pero no estaba funcionando. Mi respiración se aceleró abrumadoramente y mi pulso se disparó a niveles alarmantes. El eco de sus pasos taladro mis oídos, y el tragar saliva era doloroso. Cerré los ojos un instante. Los hoyuelos en sus pálidas mejillas y la risa imaginaria de Alekséi llegaron a mí como si estuviese a mi lado, y solté un largo suspiro cuando sentí que mi corazón dejaba de golpear violentamente mi pecho y costillas, para que el latir se tornase más calmado pero constante.
— ¿Sabes? Estaba buscándote.
No retrocedas, Shanelle.
— ¿Ah, sí? ¿Para? — Trate de sonreír pero sé que no lo he logrado.
¿Por qué no puedo volver a abrazarte?
— Estoy un poco preocupado por ti, Shanelle.
— ¿Por qué, Al?
¿Por qué lo haces tan difícil?
— Estos últimos días te he visto muy extraña.
— Las tareas, Al — Dije casi de inmediato, sosteniendo su mirada con la mía. Sus cejas oscuras se fruncieron solo un poco, y continúo hablando:
— Parece que has estado llorando.
Anoche lloré, si, pero no es de tu incumbencia.
— No he dormido bien, es todo.
— ¿Segura? — Yo asentí —. Hay personas que dicen que últimamente te has estado viendo con Alekséi.
Apreté los labios a la par que entrecerraba los ojos, sin contestar. Sólo asentí por mera educación. Él pareció removerse incómodo en su lugar, apoyando el peso de su cuerpo en el pie derecho.
— ¿Él…. Um…. Es quién te hace llorar?
Una ola de ira me golpeó y necesite contar hasta diez para no ponerme a gritar.
— No entiendo tu punto, Al. ¿A qué te refieres?
— Ya sabes… tal vez él este molestándote.
Reí sin gracia y negué con la cabeza mirando al suelo. ¿Alekséi molestarme? Sí, lo hacía pero también me distraía, y me había hecho reír, además de que me daba en que pensar o hacer a lo largo de día. Decididamente volví a mirar los orbes de Albus y volví a negar con mayor ahínco.
— Estás confundido. Ni siquiera he llorado.
— Eso es una mentira.
Albus tomó mi brazo con fuerza dándole un jalón leve que me hizo trastabillar hasta acercarme a él, su mano libre acarició rápidamente mis párpados provocando que los cerrara y la oscuridad me envolvió un segundo. Sentí sus dedos delinearme la piel debajo de los parpados, acariciar mis pestañas meticulosamente y olvide respirar. Esperé, inmóvil un minuto hasta que las caricias se detuvieron y cuando mis ojos se abrieron lentamente de nuevo, su rostro estaba compungido en preocupación. Su cercanía, su calor, la importancia que me daba… todo me estaba matando lentamente.
— Al… — Susurré con la voz entrecortada. Podía sentir su respiración chocar contra mi rostro y el silencio se hizo por unos segundos.
— Eres muy inteligente usando hechizos como glamour pero los venas de tus ojos están tan delineados en rojo que sólo un ciego no lo notaría.
Lo empuje suavemente por los hombros, moviendo mi cabeza hacia los lados.
— No. He. Dormido.
— ¿Por qué insistes en lo mismo?
— Esa debería ser mi pregunta. ¿A ti qué más te da?
— Estoy preocupado, ya te dije — Me tomó por los hombros, dejando caer sus palmas por mis brazos. Fruncí los labios. Estaba mal. Mal. Mal. Mal.
Aléjate, por favor. Sólo aléjate.
— Albus, es que no está pasando nada.
— ¿Por qué lo cubres? — Sus manos se cerraron torno a mis codos y sus ojos verdes brillaron con fiereza. Fruncí el entrecejo y mis manos se cerraron en puños firmes.
— No estoy cubriéndolo, Albus. Él no me ha hecho nada, por Merlín.
— No te ves como si no estuviese pasando algo. Dímelo, Shanelle. Aquella noche…
Me tensé, y sé que él se dio cuenta porque calló inmediatamente.
— No quiero seguir hablando de esto.
— Cuando te vi con james….
— Te dije que no, Al.
Iba a hiperventilar, sabía que estaba perdiendo el control. Intente deshacerme de sus manos pero el apretó con mayor fuerza el agarre, y negando con la cabeza, continúo hablando:
— Él no ha querido decirme nada, pero tú estabas diciéndole qué…
— No, Al, ya basta.
— ¡Entonces dímelo tú!
— ¡Es que no hay nada que decir!
— ¡Sólo estoy preocupado por ti! ¿¡Por qué no me dices que tienes!? ¡Quiero ayudarte a estar mejor!
Entonces olvídala a ella. Olvida a esa chica.
— ¡No es de tu incumbencia! Eso es sólo mi problema.
Una voz entrecortada pero fuerte irrumpe el silencio, y me doy cuenta que es la mía. Que he gritado. Le he gritado a Albus, y con ese pensamiento, levanto lentamente la mirada que en algún momento había bajado, y veo sus ojos heridos. La saliva se traba en mi garganta y aunque quiero decirle que lo siento, que lo necesito, que no estoy bien… ninguna palabra sale de mi boca. Las manos de Albus terminan por deslizarse al fin de mis brazos hasta caer laxos a sus laterales, y quiero gemir por la pérdida. Su cabeza niega y le veo tomar aire con necesidad.
— Lamento haberte molestado, Malfoy.
¿Qué acaba de pasar? ¿Qué ocurrió? Miro la espalda de Albus desaparecer por la esquina del pasillo, y yo sólo permanezco quieta, inmóvil sin mirar más que el sucio suelo de castillo. Mis ojos perforan el piso apedrado color gris con furia y nuevamente el nudo en la garganta se hace presente. Ese maldito nudo que me indica que las lágrimas vienen en camino, una advertencia de que no puedo continuar más. No sé suponía que pasará esto. Duele tanto. Mierda.
— Ten — Doy un salto apenas visible, y mis ojos chocan con los suyos. Su rostro tranquilo salpicado por pecas de tonos suaves me analiza y sus grandes irises me reconocen. Me quedo muda y vuelvo a mirar aquella mano extendida que sostiene el pañuelo de tela delicadamente.
— Gracias — murmuro con voz rasposa y siseante. Presionó el pedazo de tela contra mis ojos y estoy un poco sorprendida cuando a alejar el pañuelo, hay gotas superficiales de agua que se enmarcaron en la tela.
— Está bien ¿Sabes? A veces… sólo está bien. — Levantó la mirada sin entender realmente sus palabras, y las siguientes me sacan los colores del rostro y la sorpresa se vuelve aun mayor —. No le diré a nadie que te gusta mi hermano.
No puedo decir nada. Porque en realidad no sé qué decir. Balbuceo algo sin sentido pero no creo que me haya oído, pues Kaia vuelve a hablar con un sentimiento cálido en su voz después de soltar una risita baja y encantadora.
— La forma en que lo mirabas cuando él se iba… simplemente fue fácil de deducir… no te duele el hecho de que las cosas no estén bien… sino el hecho de que se haya ido.
Ella sonríe pero le sentimiento no alcanza sus ojos, soy capaz de notar eso pero la rubia intenta ser amable, más de lo que haya sido antes y eso me conmueve, al igual que sus palabras.
— ¿Entonces tú…?
— ¿Sí? — Su sonrisa flaquea y su voz se corta. Lleva su brazo derecho a sus ojos para cubrirlos y una dolorosa risa escapa de su pecho, directo de su corazón — No, no es nada… me causa gracia.
Respiro hondo y creo que es suficiente por ahora. Ella se ha acercado a ayudarme, y siendo quién es, aprecio su valor.
— Gracias.
— No es nada — dice con una pequeña sonrisa.
— Nos vemos entonces, eh… Kaia…
—Hasta luego, Malfoy.
Más tarde en ese mismo día.
Lancé la mochila al sofá verde botella y retorne de nuevo a la salida. — ¿A dónde vas?
Mire por sobre mi hombro el cuello níveo de Sép, y suspire silenciosamente.
— A caminar.
— Es tarde ya — Llevo su dedo índice a su boca, y sacando lentamente su lengua, lamió su yema para seguir pasando las hojas del libro que reposaba en su regazo con mayor facilidad.
— Aun ni es hora de cenar — Refuté, mirando el reloj clavado arriba de la chimenea.
— Igual ya oscureció.
— Mentiras. No fastidies, es sólo una caminata — Y haciendo un gesto vago con la mano, cerré la puerta de la sala común sin terminar de escuchar su respuesta.
El aire se había vuelto más húmedo y espeso en el exterior en estos días, además de que las nubes se teñían de colores sombríos como el gris perla. Nuevamente podía ver las volutas de mi aliento formarse como un aire helado delante de mi nariz, y las piedras crujían bajo las botas de invierno. Hundí aún más las manos dentro del suéter y apure el paso para ir bajo el árbol cercano al lago. Los risos rubio de mi pelo saltaban a medida que bajaba con mayor rapidez, y comencé a mover la cabeza para deshacerme de los que me interceptaban la vista. Tan empecinada estaba en ello que no escuché los sollozos hasta que estos se volvieron casi difíciles de ignorar; deje de aplastar el suelo con fuerza para volver mis pasos sigilosos y lentos para no alertar a la persona que podría encontrar allí. Su pelo oscuro caía sobre sus hombros y cuello como enredaderas grácilmente colocadas y su nariz estaba roja, ya sea por el llanto o el frío invernal que azotaba está parte de escocia. Mi corazón se estrujo cuando al entornar los ojos, me di cuenta que aquella pequeña figura apoyada en el tronco del árbol, era más ni menos que Wanda Longbottom. Casi tropecé cuando eché a correr para acercarme a ella.
— ¿Wen-wen? — Ella dio un brinco y aprovechó el impulsó para levantarse rápidamente y fregar sus ojos con furia usando su antebrazo con desesperación. — ¿eres tú?
— Sí, sí soy yo. Estoy en tu árbol para dormir, ¿Verdad? Lo siento mucho. — Contestó Wanda atropelladamente, haciendo un esfuerzo increíble para que su voz no sonase quebrada. Supe que eso quería hacer. Fingir que no estaba llorando hacía unos segundos. Y quise abrazarla irremediablemente.
—No, no, está bien. No hay problema —Murmuré suavemente, no muy segura de sí haría bien fingir que no me había dado cuenta aun de nada. Ella carraspeo y sorbió la nariz sin darse cuenta. Parecía una niña pequeña que dice ser una adulta. Tal vez fuese un adulta mentalmente, pero esa apariencia que tenemos los adolescentes de ser unos niños no siempre nos hace justicia.
—De todas maneras debo irme, hablaremos luego ¿está bien rubia?
Quiso huir pero antes de que lo hiciera, yo ya la miraba fijamente de frente.
Oh diablos.
Fruncí los labios cuando la vi. Su rostro rojo por haber llorado, la línea de sus párpados hinchados y las huellas de lágrimas aun frescas que viajaban por sus mejillas acaloradas.
— ¿Estas bien? —Supe que mi rostro demostraba más emociones de las que estaba dispuesta a admitir pero no me importaba, di un paso para acercarme a ella antes de mirarla mejor — Oh Wen-wen — Estiré las manos hasta su rostro, retirando el llanto con mis dedos sin evitarlo. Lucía asombrada e imagino que así era, pero no me importaba. Sus ojos oscuros seguían heridos, podía verlo y casi palparlo en su piel. Wanda estaba sufriendo, y lo peor de todo, sola. Sola cuando podía venir a mí, aunque no me dijese nada. Sola cuando ya había aguantado tantas cosas. Sola cuando no veía que estaba rodeada de gente que la amaba y quería ayudarla, pero aun así, sola y valiente por pensar en los demás a pesar de aquel dolor que la torturaba por momentos sin dejarla estar bien.
— ¿Tan mal me veo, uh?
Wanda susurró con voz quebradiza, intentado inútilmente estirar sus labios en su usual sonrisa burlona. Mi corazón se enterneció.
— No se supone que debas verme así, lo siento mucho, Reg. — Yo la mire confundida. ¿Por qué rayos te disculpabas, mujer?
— ¿Qué? No… ¿Qué estás diciendo, Wen-wen? — Sin reprimirme, la tome por la ropa de los hombros y la estreche entre mis brazos con fuerza. Sentí sus cálidas lágrimas mojarme el suéter y no me moleste en detenerla. Sólo me enfoqué en repartir sutiles caricias a su pelo y espalda para calmarla. Mi pobre niña. Me pesaba en el corazón verla así de una manera que provocaba con hacerme llorar a mí también. — ¿Por qué lloras?
—Sólo… estoy pérdida, Reg. Ya no sé qué creer, y tampoco sé por cuánto tiempo más podré sostener esto— Ella se soltó del abrazo con brevedad y empuñó algo contra su pecho —. Son tonterías… realmente lo son. Y no debería estar llorando por ello, pero podría decirse que no he tenido los mejores días últimamente.
Mis cejas se fruncieron.
— ¿Hay algo que pueda hacer?
Ella negó y rechazo mi oferta con una dulce sonrisa y palabras susurradas al viento. Dijo algo de verse horrorosa cuando lloraba y yo reí, porque eso era tan tonto. Ella lucía tierna a pesar de todo.
— ¿Sabes algo? Para alguien que no tuvo práctica por unos 14 años, tus habilidades sociales son bastante decentes, Reg. Sabes cuándo mentir.
Sentí uno de sus dígitos pinchar mi mejilla y yo rodé los ojos por su chiste. De repente la seriedad la embargó y dijo:
—Hay una cosa más, Por favor no le digas a nadie que me viste, ¿de acuerdo?
— ¿Segura que estás bien? — Contraataqué sin confirmar nada.
Ella mordió su labio inferior y sus ojos se colorearon de algo melancólico por un segundo.
— Lo estaré en la mañana, Reg.
Con una última sonrisa, ella se dio vuelta y se fue. Intenté creerle pero no estaba segura. Negué con la cabeza, ya tan deprimida que mejor decidí regresar al castillo.
Me sacudí las leves gotas de llovizna que me había alcanzo cuando regresaba y deshice la bufanda de mi cuello hasta dejarla colgando sobre mis hombros. Clave los ojos en el piso mientras me alborota el pelo para deshacer el agua que tenía desparramada por las hebras y doble en la esquina para después subir escaleras al tercer piso, que a esta hora del día debía estar bastante solitaria. O al menos eso creí.
— Katrina, te estoy diciendo la verdad… — James suspiro, pegándose aún más la pared. Katrina estaba frente a él, con un puchero en los labios e invadiendo su espacio personal — Ya tengo una cita para el baile.
¿Baile?
“— Shanelle — Le había llamado Ekaterina antes de ir al entrenamiento—. ¿Irás al baile del torneo?
— Aún no lo sé. — Contestó la rubia sin hacerle mucho caso. Tenía entre sus manos el recién entregado Profeta, dónde describía la muerte del dueño de Burgin and Bukes junto con la de toda su familia.
—Creo que yo iré con Halden — Suspiró la chica con alegría.
El estómago de Shanelle se revolvió cuando leyó la noticia por completo. Empujó el plato de huevos a un lado con brusquedad y salió pitando del comedor sin escuchar los reclamos de Kitty”
— Oh, ese baile — Murmuré para mí, mirando mis zapatos con fingido interés. Necesitaba cruzar ese pasillo para ir a la biblioteca pero no me atrevía a pasar en medio de esa disputa.
— ¿Quién? — Demandó Stone con un zapateo irritante de la suela de su tacón en punta contra el suelo.
— No te importa — Gruñó James, frunciendo sus cejas castañas y sus ojos color avellanas brillando con irritación.
— ¿Es esa tipa? ¿Longbottom?
— NO.
A pesar del leve grito que me hizo dar un brinco, Katrina no parecía afectada y continúo presionando a James por lo del Baile. Era la primera que lo veía tan irritado, y no supe si acercare o quedarme en la seguridad de la pared que me ocultaba de aquellos dos.
— Pero enserio necesito ir a la biblioteca… — Gemí con frustración, apretando la esquina de la pared con mis dedos.
A lo lejos, escuche risas. Y mirando por sobre mi hombro, vi a 3 chicos menores de Ravenclaw que se acercaban animadamente hacia dónde los otros estaban. Con un suspiro aliviado, esperé a que ellos estuviera lo suficientemente cerca para pasar a lado de ellos con algo de distancia. Así a lo mejor la pareja de gritones tal vez no me vería, y podría hablar con James cuando estuviese más tranquilo.
Enseguida James y Katrina se callaron. Y yo salí unos 15 segundos después de lo que los Ravenclaw lo hicieron. Así parecería una salida casual. Trate de no mirar al castaño a pesar de que sentía su mirada insistente taladrarme la sien.
— Ella — Escupió de repente. Me detuve en seco y miré su dedo apuntarme. Mi ceja se alzó en una pregunta muda.
— ¿Qué? — Jadeó Katrina.
1… 2… 3… ¡Y NO ME PUEDE ESTAR PASANDO ESTO A MÍ!
James caminó hasta mí, y yo no pude más que quedarme clavada en el suelo, fingiendo la más honesta indiferencia, aun cuando lo que en verdad quería era golpear a James con una Bludger. Él deslizo uno de sus brazos por mis hombros y besó sonoramente mi mejilla; yo dejé escapar un gruñido ronco, cruzándome de brazos a la defensiva.
— Ella es mi cita, Katrina — Dijo James con una sonrisa coqueta muy bien fingida, pero estando cerca de mí, podía notar que sus maxilares estaban en tensión y que su pose relajada solo era para aparentar.
— Es una broma…
— No lo es — Dijimos al unísono. James giro a verme un poco, algo asombrado por que estuviera cooperando y me regalo una fugaz sonrisa sincera.
— P-Pero… —Tartamudeó ella, con las mejillas coloreándose de un intensó rojo borgoña — ¡SI SE SUPONE QUE A TI TE IBA A INVITAR DIMITRI! — Explotó.
James y yo enarcamos ambas cejas sin comprender.
— ¿Qué dices? — Cuestioné con sequedad, lazando un riso blondo detrás de mí oreja derecha.
— Cuando llegaron los colegios. Ese tipo de Dumstrang. ¡El campeón búlgaro de ese colegio! ¡Iba a invitarte a ti! Te habló la primera noche, con un demonio.
— Ah…. — Sí, sabía quién era. Sólo había cruzado dos palabras con él aquella noche.
— Tu misma lo dijiste, Stone. Se suponía — James jugó con uno de mis risos y la cara de Katrina se puso aún más colorada. Sus manos se empuñaron y parecía a punto de tomar su varita y atacarnos. Instintivamente retrocedí, pero la mano de James en mi espalda no me dejo alejarme más —. Basta, Katrina. Esto se acabó.
La helada voz de Potter corto el aire y un silencio pesado se estableció entre los tres. Por un instante, la otra chica permaneció iracunda, dando zapatazos al suelo, hasta que se dio la vuelta lanzando un sonoro gruñido antes de desaparecer por las escaleras. Sólo cuando sus pasos dejaron de escucharse, James suspiro pesadamente y se alejó para apoyarse en una pared. La más cercana que pudiera. Su rostro parecía algo lívido pero a pesar de eso, sonreía.
— Gracias.
— Yo sólo quería ir por un libro para mi ensayo de Pociones — Mascullé, riendo por su cara de disgusto.
— Y yo sólo fui a hablar con Kaia por lo del entrenamiento — Escupió con cansancio. Se echó los risos achocolatados hacía atrás y bufó — La vida no es justa, y no siempre esperas encontrarte a Stone como atacante a mitad del pasillo.
— Pronto lo sabré — Reí — No creo que le simpatice mucho de ahora en adelante.
— Sólo ignórala.
— Bueno, eso pensaba hacer — Me encogí de hombros. — Al menos ya te zafaste de ella y yo no necesito fingir que voy a ir a ese estúpido baile.
James saltó y me miró con sorpresa. Después dio dos zancadas y me tomó por los hombros, zarandeándome ligeramente.
— Estás de broma, serpiente venenosa.
—Eh… no, no lo estoy, Potter. — Volví a reír cuando él puso cara de perdición y casi gimió con desesperación.
— Tienes que ir, Shanelle.
De pronto, ya no quería reírme. Negué con la cabeza casi al instante, haciendo que el cabello volara en distintas direcciones por el movimiento. De hecho, parte de las hebras platinadas me quedaron encima del rostro, pero no me importo. James aparto el cabello de mi cara con sus manos rápidamente y volvió a zarandearme con más lentitud, casi con flojera.
— Claro que no iré.
— Por favor, Shanelleeeeeeeeeeee.
— No.
— Reg….
— James, no.
— Te lo ruego.
— Que no.
— Me comerá vivo si me ve llegar solo.
— Invita a alguien más — Dije casi con prisa, mirando a los lados en busca de un lugar para desaparecer.
— No — La seriedad tajante de su voz me sacó de mis pensamientos y lo mire enarcando una ceja.
— ¿Por qué cojones no?
— No quiero ir con ninguna otra chica.
— Yo soy una chica, imbécil — Espeté, dándole un golpe suave en la cabeza.
Él bufó nuevamente, negando.
— Tú eres mi amiga. Es distinto. Yo no quiero ir con nadie que no sea… — Se interrumpió a sí mismo mordiéndose la lengua. Carraspeo y volvió a hablar — No quiero ir con otra chica, fin.
— Ya escuché eso, pero ese no es mi problema, Potter.
— Por amor a todo lo bueno, ósea yo. — James jaló mis mejillas con fuerza y yo comencé a chillar que me soltase — Lo haré hasta que me digas que irás conmigo.
— Me niefgo.
Estiro con más fuerza
— Ño.
Más fuerte. Me lagrimearon los ojos.
— Jamsfen.
Comenzó a apretar sus dedos en la carne de mis mejillas.
— Jofer, ¡SI! ¡IRÉ CONFTIGO! ¡ME DUEFLE! ¡SUEFLATEM CON UN CARAFGJO!
Y lo hizo, me soltó. Alcé las manos para sobarme la cara adolorida y sorbí la nariz por el repentino lagrimeo que invadió. La sonrisa deslumbrante de James bien podía enceguecerme y contagiarme la alegría, pero no era así. Las ganas de volarle la cabeza con una bludger regresaron.
— Muchas gracias por tu desinteresada cooperación, linda. Me has salvado de tener que huir de Stone durante una semana.
Potter revolvió mi pelo sin inmutarse por mis malas miradas y con una carcajada forzada que resonó por las paredes del pasillo, se alejó silbando una tonada triste. Joder, ¿hasta él estaba triste? Hacía un segundo parecía reírse un montón. Malditas hormonas y cambios de humor. Retomé el camino a la biblioteca y la encontré tan vacía como los fines de semana.
— ¿Madam? —Susurré, llegando a la recepción pero no había nadie. Me puse de puntillas, inclinándome para ver más dentro de su oficina pero no se veía por ninguna parte.
— No está.
— J.o.d.e.r. — Giré rápidamente y vi no muy lejos de mí a Halden sentado en una mesa con un libro grueso entre sus manos — Me asustaste.
— Eso noté… — Se levantó sin cerrar el libro, y comenzó a caminar hacia la salida —. Hazme un favor. Deja ese libro en su lugar, gracias.
Ni siquiera pude responderle antes de ver sus cabellos carbón desaparecer por el marco de la puerta.
— Sí, claro. Con gusto, primo.
Eché una mala mirada a la puerta, y note por fin que en realidad parecía que no había nadie en la biblioteca. Arrastré el libro por la punta hasta el borde de la mesa y deslice mis ojos por las letras en cursiva escritas en el amarillento pergamino del libro y mi interés se encendió por completo.
— ¿Poción drenadora?
Jale la silla a como pude y me senté por un instante que se volvió una hora y media releyendo las líneas de aquel grueso tomo. Mi corazón palpitaba cuando terminé de leer, y un sudor frío bajaba por mi columna. Alcé la mirada y visualice a Madam Prince en su usual silla en la recepción, un trago duró de saliva y la inquietud de saber más me impulsó a levantarme y coger el gran libro hasta llevarlo a la sección de pociones e intentar buscar más sobre esa dichosa poción.
— No puedo creerlo — Murmuré para mí misma, subiendo las escaleras hasta un noveno piso de libros con tapas duras y con olor a viejo — ¿Quitar magia? Diablos. ¿Drenarla, es enserio?
Y aunque busqué algo más sobre eso, no encontré nada más que lo que ya había leído. La decepción me embargó pero me negué a rendirme. Tendría que encargar libros de callejón Diagón pero no importaba, había encontrado algo en que entretenerme.
— Señorita Malfoy.
Mire hacia un lado, y vi a Madam sosteniendo un par de libros con sus regordetes brazos, terminé de bajar las escaleras, y sacudí el polvo del suéter que me había caído al estar allá arriba.
— ¿Sí, Madam?
— Ya está por dar el toque de queda, y tengo entendido que tiene guardia hoy. Sería mejor que se fuese para poder descansar más rápido.
— Eh… está bien, Madam — Asentí de mala gana, y esquivando el grueso cuerpo de la bibliotecaria, salí por el portal al primer piso, dónde comenzaría mi ronda.
Hora y media después
— Malfoy, sólo nos queda revisar las cocinas y sótanos. — ¿Qué quieres ir a ver tú, Katie?
— Cocinas — La chica me sonrió a modo de disculpa y yo me limite a asentirle antes de separarnos.
Baje las escaleras con el pesar vuelto piedra en mi pecho y los ojos picando como últimamente era costumbre. Hoy, cuando pensé que podía pedirle una disculpa a Albus en la ronda, Katie me dijo que él, por voluntad propia y casi como favor personal, le había pedido el cambio para despejarse pues estaba cansado últimamente.
— Mentiroso — susurré, girando la varita iluminada por un lumus menor para buscar la puerta del sótano. Puse la mano libre en la manilla, y al abrir, la peste ha guardado me ataco las narices. — Ugh — Cerré una vez más la puerta, y di la vuelta para empezar a subir de nuevo.
En mi opinión era un fastidio tener que hacer guardias aun en fines de semana, pero tampoco es como si pudiese negarme o rebatirlo. Llegué a la pared de piedra y siseé la contraseña, en espera de que pudiese pasar al final. La piedra se hizo aún lado, y trastabillando un poco por la oscuridad –En algún momento, la varita había quedado olvidada en el bolsillo del pantalón – camine el largo pasillo que me llevaría a la sala común con aun más cansancio que él usual. La oscuridad y el frío inundaban la habitación y el eco de mis pasos era lo único que se escuchaba. No me detuve a mirar o fijarme si había alguien más por allí, sólo arrastre los pies hasta mi recámara.
Me cambie y tome un libro de la mesa de noche antes de enterrarme en las sábanas de mi cama. Julián subió de un salto y se agazapó en mi regazo. Reí y acaricie su negro pelaje mientras abría el libro a la mitad para seguir leyendo como la noche pasada.
— De acuerdo, no puedo.
Y lancé el libro al suelo. Sin cuidado me dejé caer en el colchón, ahuyentando a mi gato en el proceso, que se alejó malhumorado. Revolví el edredón con mi cuerpo de tantas vueltas que di en el lecho, pero ni aun así podía dormir. Mis labios se fruncían cuando recordaba las palabras de Katie diciendo que Albus había querido cambiar ronda con ella, y dolió más de lo que estoy dispuesta a creer.
— Maldito Potter. Te odio… — Hundí el rostro en una almohada cercana y poco a poco comencé a sollozar sin evitarlo. Como cada noche que recordaba que él no era mío. Que sus sonrisas no eran tan sinceras como con ella. Y de que, probablemente, lo había perdido para siempre. Maldije por todo, por él, por ella, y por mí misma. Y cuando por fin levante el rostro, una gigantesca mancha de agua adornaba la almohada — Mentira. No puedo odiarlo. No puedo. No quiero odiarlo. Joder, yo… yo….
Una risa. Imagine la risa de Alekséi burlándose de mis lágrimas mientras me desarreglaba el pelo, y las lágrimas se volvieron mínimas. Sorbí la nariz, limpiándome le llanto con el ante brazo y bufe por tener que recordar a ese tipo en este momento, y también parecía irónico, porque era el que me desesperaba con más facilidad, y a la vez, el que mejor me hacía sentir últimamente.
Cerré los ojos, sintiendo las pestañas mojadas acariciar mis mejillas y soltando el último suspiro del día, me dormí pensando en Quidditch, risas burlonas y ojos plateados.
Shanelle Regine
Re: This Means War {Novela Colectiva de HP, 3ra Generación}
HASSAN
Well well well, that was...damn straight said and crude.
SO AWESOME
Primero que todo me disculpo por haber tardado tanto, esta semana me ha estado ahogando con cosas que hacer, tengo de hecho una exposición y dos interrogatorios mañana *hasn't done half of it* dammit 17 year old Valentina why the fuck did you decide to study three careers you don't wanna get out of college someday fucker.
LEEEEEET'S GET IT STARTED
First of all I gotta tell you, this has got to be the best smut i've read that was written was a 17 year old virgin.
I continue to be impressed by your ability to be passive agressive when it comes to erotism, I thought the narration was quite impecable, I mean what-ever-her-name-was-either-way-she-got-fucked-over-like- next- level-wise. was a whiny bitch if you ask me, but then again i'm used to the guys I sleep with been the loud ones, so i guess i'm gonna have to cut her some slack about moaning so much.
Hassan es un personaje impresionante, no terminas de cruzar la linea entre un hombre y un niño y eso es perfecto para el tipo de personaje que intentas narrar, hace unas cuantas rondas, no sabia donde ponerle el anillo, no sabia si llamarle psicotico, sociopata o que, pero ahora le puedo poner el anillo, es, ademas de un sociopata claro esta lo que se llama un maniatico homicida, i'm telling you i'm impressed, bacause every now and then you kinda caught yourself squinting and going "is there a way to justify this guy?" es decir me preguntaba mientras que leia si habia algun tipo de redencion porque hay mas de un momento en el que es como "wow he's got feelings" and then you're like "NOPE, NOPE, NOPE"
Especialmente en lo que concierne a Lean, you see that hassan has no morality whatsoever and the reason why he redeems himself in certain ways like "whoops i'm sorry don't take it personal BUT" really let's you see that childish side of him, he goes around seeking the pleasures in life and everything is fun and games in this twisted sick way, and you did that amazingly, so once again that's my praise to you, your writing is very mature for your age and seeing you're not used to writing smut you did it pretty well
so that's a bravo to you.
PS: Damn hassan is a bastard and I still got a thing for him, there's something wrong with me for sure man maybe I should stop studying psychology and send myself to psychiatrist instead.
weeeell what can you do.
much love chérie that's all i've got for you today.
PS...S: Sorry about all the english, but hey, you wanted pressing. *winkwink*
T.W.O.W.
Hakuna Matata Bitch
Re: This Means War {Novela Colectiva de HP, 3ra Generación}
The game of death.
Podría ser tú último respiro. Tu última sonrisa.. Tu última vez a su lado. ¿Piensas perderlo?
Domingo. Partido de Quidditch.
Acaricio la tela delicada de la bufanda antes de comenzar a enredarla sobre mi cuello unas dos veces y alzarla de modo que me cubra parte de la boca y nariz enrojecida por el frio, camino a la cama cogiendo una capa negra de tela gruesa para después ponerla sobre mis hombros y abrocharla por enfrente con los botones color plata. Compruebo dando pequeños puntazos contra el suelo que las botas estén firmemente amarradas, y juntando las hebras blanquecidas de mi pelo en una coleta ladeada, salgo de mi habitación en dirección al campo.
Troto al subir las escaleras del Lobby, y pasó de largo el Gran Salón hacia la puerta trasera del castillo, como si fuese a los jardines. Tan pronto me acerco al exterior comienzo a sentir lo helado del ambiente azotarme la piel de la cara, y como reacción mis ojos es estrechan por la frialdad del aire. Continuo caminando, sintiendo un pequeño punzar en la parte inferior derecha de mi cabeza, y gruño por el fastidio que me da empezar el día con dolores. Poco a poco se comienzan a escuchar los alaridos de la gente junto con las porras a sus respectivos equipos, y vuelvo a decirme con susurros que vengo a ver a jugar a James, e igual a Kaia. Por qué sino, tendría a ese cabezón castaño tocándome los nervios cada día de la semana restante.
— ¡Hey, Malfoy!
Sin detenerme, gire la cabeza hacia atrás para ver correr a un chico de cabellos lacios y negros con la bufanda de Slytherin colgándole en los hombros.
— Em… ¿Pucey? — Murmuré no muy segura, pero él me lanzó una sonrisa arrogante y después asintió.
— Venga, Malfoy, ¿por qué tan sola? — Cogió mi brazo y comenzó a jalarme con más rapidez a las gradas. Apenas podía seguirle el paso sin tropezar una que otra vez, y aunque intente soltarme sin parecer muy brusca, su agarre en mi codo era bastante firme.
— No estoy… auch — Fruncí la boca cuando mi tobillo se dobló por un segundo — Sola. Me adelante un poco, es todo.
Jale nuevamente de mi brazo, pero el resultado fue el mismo. Comenzamos a subir las escaleras y mire a mí alrededor en busca de Ekaterina o en el peor de los casos, a Breeja pero para mí mala suerte, ninguno estaba.
— A mí me parece que estabas sola.
— Eh… ¿no? — Clave los pies en el piso de madera de las gradas y él se detuvo abruptamente — ¿Sabes? No es muy educado jalar a la gente así por qué.
Él sonrió de nuevo provocando que los hoyuelos en sus mejillas se marcasen y una de sus cejas oscuras se enarcó.
— ¿Quién dijo que yo soy educado?
— Buen punto… — Dije suavemente, colocando mi mano sobre la de él, deshaciendo el agarre en mí brazo rápidamente. — Tengo que irme. Ya iba a sentarme con alguien.
— ¿Enserio? — Se lamentó con voz melosa. Se me revolvió el estómago pero me obligué a sonreír a penada y asentir un poco — Pero mi padre quería hablar contigo.
— En otra ocasión tal vez
— Pero él dijo que sería buen momento ahora.
Su sonrisa se acentuó y sus ojos verdosos me taladraron. Desvíe los míos por instinto y casi di un salto cuando reconocí ese pulcro cabello castaño no muy lejos de nosotros.
— Pero no puedo dejar al campeón de Hogwarts colgado — Di un paso hacia atrás.
— Espera, Malfoy
— Nos vemos, Pucey.
— Dije espe-
Y corrí hacia Lupin sin escuchar los gritos de Pucey. Esquive a la gente casi sin esfuerzo y estire mis dedos para alcanzar la túnica del castaño y cerrar mi mano sobre su ropa. Él sintió el jalón, y gruñendo por la bajo, se detuvo y giro para verme.
— Hey — Dije un poco jadeante.
— Hey — Contesto con la misma sequedad. Miro mi mano alrededor de su ropa, y entendiendo la indirecta, lo solté — ¿Pasa algo? ¿Otra carta?
— Más bien un favor.
Aún podía escuchar a Pucey hablarme, y aunque no estaba segura de por qué, sentía la clara necesidad de alejarme de él.
— ¿Y?
Maldita sequedad tuya, tío.
— Quiero deshacerme de alguien, así que me sentaré a tu lado.
— Claro que no — Ted movió su cabeza sin ser consciente de los suspiros que eso provocó, ya que su cabello se movió con gracia a los lados de su rostro. Blanqueé los ojos con desesperación, y dándole la vuelta por los hombros, lo empuje por la espalda hacia las gradas más altas de Gryffindor.
— Es sólo un favor, y yo no voy a hablarte. Sólo camina, por favor.
—Te he dicho que no — Refutó.
— No me importa — Bufó un segundo pero no volvió a decir nada mas.
Continuo caminando hasta encontrar asientos vacío. Él se sentó sin decir nada y yo solo me recargué en la baranda hasta que salieran los jugadores.
Pasaron los minutos, yo lo sentía como si fuesen horas. El viento helado y las gotas diminutas de una llovizna llenaban el campo pero no aminoró los gritos de los seguidores. Los colores escarlata me rodeaban y enceguecía, y un poco más allá, los tonos mostaza de Hufflepuf llenaban buena parte de las gradas. Madam Hooch salió al campo, y dio un silbatazo que aturdió mi cerebro más de lo que lo hicieron los gritos de los estudiantes cuando los jugadores comenzaron a salir y emprender el vuelo dando sendos golpes al piso para elevarse.
Las 14 personas tomaron posición e inmediatamente surgió el partido. La Quaffle voló y la excitación en el campo se hizo presente a manera de gritos ensordecedores y vítores muy altos. Las banderas de los equipos se alzaron con orgullo en algunos lugares y el apoyo se hizo claro para cada persona que jugaba en ese instante; James fue el primero en sujetar la pelota, sacándome una sonrisa inconsciente al notar su rostro serio y la manera en que inclinaba su escoba hacia adelante para tomar más velocidad. Los cazadores de amarillo intentaron derribarlo, fruncí el ceño un segundo y después los labios con el dolor marcado en mis facciones. Los gemelos habían interceptado a los tejones con tales embestidas, que a pesar de la distancia, creí haber escuchado el crujir de algún hueso. Con un movimiento engañoso, los rusos marcaron el primer punto del partido.
— Bien — Siseé, viendo volutas de aire salir de boca al hablar.
Me incliné un poco más hacia adelante, entrecerrando los ojos para ver a Kaia Potter levitando sin mirar a la nada. La sorpresa me embargó cuando la vi como si estuviese pensando en algo, pero sus ojos volvieron al campo y enseguida noté que su ceño cubierto por diminutas pecas se fruncía y movía los irises de sus ojos con velocidad asombrosa.
Un fugaz movimiento rubio me atrajo y vi como Alekséi volaba cerca de la baranda antes de lanzarle a Quaffle a James. El segundo punto fue anotado y confeti rojizo voló por las gradas, cayendo sobre mi pelo. Mire el cielo cobrizo y me sentí ligeramente feliz de que estuviesen ganado.
— ¡Gryffindor 2-0! — Exclama el narrador.
Los gemelos se mueven rápidamente con maravillosa coordinación para recuperar la Quaffle, y siento pena por la pobre chica que recibió el golpe de ambos.
Una de las Bludger pasa zumbando sobre la cabeza de Kaia, y parece que ella despierta de un sueño. Me fijo en sus movimientos, está tratando de buscar la pelotita dorada y sus ojos se alzan hacia mí. O al menos eso creí. Su rostro se desfigura en una expresión amarga y sigo el hilo de su mirada, haciéndome a un lado para descubrir que sus ojos verdes claro miran con ira a Ted. ¿Qué sucede? Ted permanece sin inmutarse, regresándole la mirada como si nada. Regreso la mirada al campo, y puedo ver claramente como las manos de la rubia fresa se aferran al palo de su escoba con fuerza.
Parece que va a quebrarla.
Otra maldita Bludger parece que va a golpearla, pero ella la esquiva. Mueve la cabeza hacia los lados, frunciendo sus labios en disgusto y baja el vuelo de su escoba de repente.
— ¡Kaia Potter ha visto la snitch!
Mi cuerpo se mueve instantáneamente, inclinándose al vacío pero con mis manos aferradas a la baranda de madera con fuerza. Los gritos agudos estallan en las gradas cercanas y el confeti cae de nuevo en mayor cantidad, por unos segundos eso me bloquea la vista. Chasqueando la lengua, me suelto para mandar a volar a otro lado los trozo de papel. Un tirón en mi capa me aleja unos centímetros de la orilla, y volteo para ver a Ted parado justo a un lado mío, tomándome por el cuello de la chaqueta pero sin mirarme. Sus ojos estaban clavados en el campo, con su ceño apenas fruncido y los labios apretados en una línea recta muy fina.
— Vas a caerte, Malfoy — Gruñe con la voz ronca.
En realidad no pareces tan preocupado de que yo me caiga.
Regresó la mirada al partido sin hacerle más caso. La chica se mueve con bastante agilidad, y se deja caer cuando la Snitch vuelva a la parte baja de las gradas, pero estoy tan arriba que no logró ver del todo. Periféricamente logró ver a Ted inclinándose a todo lo que puede para ver, apretando la madera de la baranda con sus dedos. Sus nudillos están blancos y los musculos de su espalda tensos.
Y se escucha. Un grito terrorífico de dolor que silencia a todos de manera completa. El rostro de Ted pierde color al igual que él de James, quién grita un nombre. El corazón me palpita. No entiendo que pasa, no puedo ver, pero el grito aun continúa y el dolor se escucha como si fuese algo tangible para nosotros. La piel de la nuca se eriza al igual que la de resto de mi cuerpo
Los gritos de auxilio comienzan y un nombre sale de la boca del narrador con el miedo aun patente en su voz.
— ¡KAIA!
Me muevo por inercia, imitando la posición de Lupin. Me inclino hacia adelante, y la veo, Intentando subir de nuevo a su escoba rota, colgando con una sola mano aferrada al mango de esta.
— No…
El susurro no viene de mí, por un instante puedo ver la preocupación bailando en los ojos de Ted pero no puedo enfocarme en él. Kaia parece que no aguantará más. Desesperada, alzó de nuevo la mirada y veo a Wanda volando cerca de ella con el terror plasmado en la cara.
— ¡WANDA! — Sé que no me ha escuchado, pero igual vuelvo a gritarle.
Atrápala. Muévete, Wanda.
Y entonces sucede, los ojos de Kaia se cierran; puedo ver claramente como la inconsciencia la envuelve y su mano se suelta lentamente, cayendo al vacío.
Horas después
Echo mi fleco hacia atrás y vuelvo a acomodarme la mochila de cuero café sobre el hombro. Subo las escaleras para ir al tercer piso, pero aun pienso en el aterrador momento de hace un rato. Mis ojos clavados en el concreto me facilitan el recuerdo de la rubia fresa cayendo antes de lograr ser atrapada por otros jugadores aunque sin evitarle algunos golpes. Y también recuerdo el grito que escuché en mí oído justo cuando parecía que ella tocaría el fondo. El grito de impotencia que lanzó Ted Lupin.
— Joder, no puede creer qu-
Un cuerpo choca contra el mío y el dolor se hace presente casi de inmediato.
— Estaba distraída, lamento… — Las palabras se me atoran cuando veo sus ojos amarillos y naturalmente burlones devolverme la mirada.
— Hola, rubia — Dice con una sonrisa — ¿va a alguna parte? —Pregunta socarrona, y yo sólo niego con una sonrisa en la boca.
— No, para nada. Sólo estaba pensando.
— Oh, ¿pensando? Definitivamente tienes que contarme sobre eso luego.
—Tu siempre asumiendo que hay algo que contar — Bufé mirándole con escepticismo y gracia.
— Tú eres interesante, Reg — Recibí un guiño de su parte, y su sonrisa me contagió —. Estoy segura de que encontrarás algo para mí.
Negué, cruzándome de brazos.
— Hey, por cierto — Enarqué una ceja y asentí incitándole a continuar — ¿estabas en el juego hoy? No te he visto por ninguna parte ahora que lo pienso.
—Sí, estuve ahí — Dije y recordé a Kaia. La seriedad y preocupación me embargó y antes de evitarlo, ya estaba hablando de nuevo: — Wen wen… ¿Kaia Potter está bien?
Detalladamente, Wanda me contó que Kaia estaba bien, solo muy sedada y con cansancio de últimos días. Agradecí que no preguntara de mi repentino interés y suspiré silenciosamente cuando me confirmó de nuevo que ella estaba bien.
— Reg… ¿Podrías hacerme un favor?
Con un poco de curiosidad, asentí sin saber que más hacer.
— Claro, dime
Ella tomó una cadena de su cuello, que transportaba una brújula. La deposito en mis manos con tanta suavidad, que me sorprendí cuando la sentí en mis palmas.
—Si ves a James, ¿podías entregársela?
— ¿Qué es?
Sabía que era, pero me refería a lo otro. A lo que verdaderamente era para ella.
— Es… un cachivache con valor sentimental — Dijo en voz baja, sus ojos coloreándose de azul. Ella se encogió de hombros, y algo renuente, acepté frunciendo el ceño.
— Bueno, yo se lo doy.
— Gracias… Y gracias por lo del otro día también.
La mano delicada de Wanda me alboroto el pelo antes de irse. Yo vi la brújula en mi mano, y me sentí mal. Acaricie la superficie del objeto y suspire con algo parecido a la nostalgia. Deje el cachivache dentro del bolsillo de mi chaqueta, seguí en dirección a la biblioteca para buscar el libro de la poción drenadora.
20 minutos después
Cuando llegué, no había casi nadie más que algunos Raveclaw…. Y James, pero él estaba muy distraído buscando algo o alguien con la mirada.
— Hey — Jale su túnica y el bajo su mirada antes de sonreírme.
— Reg, Hola
— Hola.
— ¿Cómo estás?
— Ocupada — Dije con prisa. Metí la mano en la túnica y extraje la brújula de allí.
Los ojos de James fueron absorbidos por una sombra y eso me supo mal, más sin embargo yo sólo estaba haciendo un favor.
>> Wanda quiso que te diese esto — Susurré, depositando el objeto en la gran palma de Potter. Su mano se cernió sobre la brújula y sus labios se fruncieron. — Lo siento, Jamie.
Me alcé de puntillas para abrazarlo suavemente, y por un segundo él me devolvió en gesto, pero con más desanimo de la que el mismo estaría dispuesto a aceptar.
— ¿Dónde está ella? — Me cuestionó con voz ronca.
— No lo sé. Debo irme. — De acuerdo.
No quería dejarlo solo pero sabía que era mejor darle su espacio. Besé sus mejillas antes de irme y alejarme a otro lado de la biblioteca. Me pesaba en el alma dejarlo solo. Pero creí que era lo mejor por ahora.
Deje caer la mochila en una mesa vacía, y casi corriendo volví a los estantes de pociones en busca del libro de gruesa tapa verde oscura. Pero despué casi 20 o 25 minutos buscando el maldito tomo, me rendí y baje de las escaleras. Me acerqué a Madam, y me tomo otros 10 minutos que me tomará atención.
— Madam.
— Un minuto, Señorita Malfoy.
Gruñí, rodé los ojos, y subí los brazos a la mesa de la recepción, esperando. Repiqueteé mis uñas en la superficie de madera y sólo cuando Madam terminó de rellenar un inventario, me miro con su aburrimiento usual y me preguntó qué era lo que quería.
— Ayer dejé un libro gigante de tapa oscura en tonos verdes allí — Apunte a la sección de pociones — Y hoy no lo encuentro, ¿sabe si alguien se lo ha llevado?
— No se lo han llevado, pero efectivamente lo están ocupado.
Solté un bufido frustrado, recibiendo una mirada ofendida de Madam.
— ¿Quién?
— Por allá, en la mesa de la esquina. Si te arreglas con la chica, es tuyo.
Oh fuck.
Asentí, y camine en dirección a esa mesa, rumiando por haber tardado tanto en llegar.
Cuando la vi, mi enojo se esfumo. Suspirando, me di cuenta que no podía estar enojada ni con ella ni conmigo, de hecho, el verla leyendo ese libro en especial, me alejo ese par de ojos verdes que tanto mal me hacían últimamente.
— Azzura.
Ella dio un saltito sobre su asiento, y despegó la nariz del libro para verme. Subió sus lentes con el dedo índice por el puente de su nariz, y entrecerró los ojos para enfocarme.
— ¿Regine?
— Hey, Hola — Me salía tan natural hablarle, pero no me acerqué más que de lo necesario.
— Hola — Susurró ella de vuelta, sonriéndome un poco.
— Em…. Bueno, verás… — Masajeé mi nuca con una de mis manos y una risa nerviosa escapó de mi boca — Quería saber cuánto tiempo usarás ese libro de allí.
Ella bajo la vista casi al instante.
— ¿Quieres leerlo?
— Algo así — Malditos nervios. Comencé a moverme en mi lugar, pasando el peso de mi cuerpo de un pie a otro — Ya lo leí, pero hay algo que me llamó la atención.
Una de sus finas cejas se alzó con interés.
— ¿El qué?
Suspirando, arrastre una silla hasta sentarme enfrente de ella y aun sorprendiéndome a mí misma, el vómito verbal me abordó.
— La poción drenadora.
— Ah, esa.
— ¿Sabes más acerca de ella? — La emoción me embargó por un instante, y cuando asintió, casi doy un grito extasiado —. ¿Puedes contarme?
— No creo saber más que tú — murmuró —. Aquí no dice ni cómo hacerla, solo sus ingredientes más básicos, pero si dice para que sirve. La poción drenadora se inventó en la época en que las brujas eran quemadas en la hoguera, para quitarles su magia antes de asesinarlas.
Mi espalda dorsal sufrió un escalofrío, y cabeceé para que continuará. Ella sonrió, y siguió hablando:
>> En un libro de Historia hacen mención de ella, y unos cuantos de Medimagia igual. Al parecer no es una poción que actué en una sola toma. Es como medicina muggle, ¿Sabes? Necesitas tomarla varias veces para que surta su efecto. Así que en aquellos años, cuando capturaban un mago o bruja, se utilizaban como esclavos como fachada, pero lo que realmente hacían era quitarles la magia y cuando ya no servían, los cremaban.
— Diablos…— Jadeé. No sabía eso, y no recordaba que alguna vez fuese mencionado en la mansión — ¿Y aún se hace?
— No — Contesto ella con seriedad — Para el Mundo mágico, según las leyes que rigen en el Ministerio, El quitarle su magia a un mago es peor que incluso matar a alguien.
— ¿Qué matar a alguien? Bromeas.
Azzura sonrío una vez más, echando un riso rubio de su pelo tras su oreja.
— No, no bromeo.
— Ya veo.
La información era tan interesante, y necesitaba más. Azzura empujó el libro a mí pecho, y se levantó.
— He terminado con él, si quieres, puedes llevártelo.
Asentí y le regale una sonrisa genuina, tomando el libro entre mis brazos.
— Gracias — Lo metí en la mochila y me levanté de la silla. Ella hizo un gesto de despedida con su mano y se perdió entre las estanterías.
Yo hice lo mismo pero en dirección contraria. Aun me faltaba terminar mi ensayo de DCAO, y estudiar herbología, pues los TIMOS se acercaban. Con unos cuantos libros ya en mano, me acerqué al Ala oeste de la biblioteca, leyendo el lomo de los libros de plantas con bastante rapidez. Di la vuelta para empezar en la otra estantería pero lo que vi me paralizo. Los libros resbalaron de mis brazos ocasionando ruidos sordos al caer y un calor asfixiante me lleno el rostro.
La mano de James soltó el muslo de Wanda, y la bota militar provoco un golpe al caer de repente contra el suelo. Ambos chicos se separaron jadeantes y con el rostro colorado.
— ¡Reg! — Gritaron al unísono.
— Yo… Yo… Yo no quise interrumpir.
James desvío la vista y carraspeo, incomodo. El cabello de Wanda se tiño de rosado y su rostro seguía rojo. Estaba estupefacta. Una no va a la biblioteca con intenciones de encontrarte a dos personas que supuestamente se odian, dándose un lote enorme contra las estanterías.
— No interrumpiste nada de todos modos. — Murmuró Wanda, avergonzada.
— ¡No, para nada! — James saltó en su lugar, alzando las manos como si yo estuviese culpándolo de algo —. Nosotros estábamos… eh… hablando. Sí, eso.
Okay. Esto era demasiado para mí. Alcance a ver la mirada incrédula de Wanda para James antes de voltear el rostro y apretar los labios con fuerza para no reírme. ¿James me creía idiota u algo? Una carcajada limpia quería aflorar por mi garganta pero no podía dejar que saliera. Tal vez si lo hiciese solo lograría avergonzarlos más.
— Ajá. Sí, eso veo — A duras penas pude controlarme, mirándoles con diversión.
Una tercera voz salió de la nada, la chica de mi casa llamada Sylvana, apareció escupiendo algo sobre una tarea. Wen-wen asintió, aun no muy segura de que había pasado y antes de irse e sonrió diciendo que nos veríamos luego.
— No digas nada. — Espetó James, cubriéndose el colorado rostro con la palma de sus manos.
Yo me permití una risa diminuta.
— Creo que hice bien en dejarte sólo hace un rato, ¿no?
— Nada, dije.
Me mando una mala mirada, y yo volví a reír pero sin decir nada.
— Bien, en vista de que te encuentras muy bien, creo que será mejor que me vaya.
— Sólo vete, Slytherin traicionera.
Y Sacando mi lengua con burla, me di la vuelta, hechice los libros y fui con Madam Prince para regístralo antes de llevármelos a la sala común.
Toque de queda.
Nunca pasa nada en los malditos toques de queda. De hecho, éste año se había mantenido muy tranquilo afuera y parecía que podía continuar así en estos días, ya que el baile y el torneo exigían mucha energía para todos los estudiantes, incluso para los de primer año. Pero como últimamente me pasa, me equivoqué.
Como perfecta siempre había encontraba personas fuera de sus camas una que otra vez en las noches, pero no pasaba a más de una llamada de atención y unos cuantos puntos menos. Pero ahora… Ahora no sabía qué hacer. Ted estaba frente mío, con el las cejas fruncidas y la boca apretada. Tragué duro, maldiciendo mentalmente a Albus y a Katie. A Albus por haber vuelto a cambiar los turnos, y a Katie por ser una holgazana que no gustaba de vigilar lugares como la enfermería. No sé suponía que yo pasará a esa hora por esa parte del castillo, ni mucho menos que hubiera escuchado la breve conversación que habían mantenido Kaia y Ted allí adentro. Inhale con fuerza, repitiéndome a mí misma que no era culpa mía, que yo sólo estaba haciendo mi trabajo. Vigilar y ya. Más sin embargo, no me moví un centímetro de donde estaba.
— ¿Escuchaste?
— Algo así.
— ¿Qué tanto?
— Lo suficiente.
El pesado silencio nos embargó y me negué a respirar con demasiada fuerza.
— No quiero lastimarla — Dijo Ted con calma.
¿Estaba dándome explicaciones? Tal vez. Apreté los labios, y los ojos oscuros de Ted brillaban heridos.
— Pero te estás lastimando a ti, ¿no?
Callarme es lo que debería hacer. De todos modos, yo ni siquiera debería opinar. Pero recordé las facciones decaídas de Kaia el día anterior, y después la desesperación de Ted en el campo y simplemente no podía no decir nada. El retomó el paso con un caminar lento, hundiendo las manos en los bolsillos de su pantalón.
— Eres muy fastidiosa, ¿verdad?
Paso de largo. Sus zapatos ocasionando eco en el pasillo. Sus palabras no habían sido dichas con intención de herirme, sino más bien para evitar responderme. Lo vi desaparecer en la oscuridad del castillo, y sentí pesar y tristeza. Por él, por la rubia fresa que quedo atrás envuelta en sollozos. Por Wanda, y por qué todo era muy difícil cuando los sentimientos se hacían visibles ante todos menos para la persona que quieres.
— Y tu un cobarde a veces, Lupin.
Terminé mi ronda en la torre de Astronomía, y dormí hasta muy tarde. Envuelta en sueños inquietos y escalofriantes.
Lunes
— Wen-wen — Intenté quitar sus manos de mis ojos pero fue inútil. Die un traspié con una piedra y una maldición escapó de mi boca. — Joder.
— Ups, culpa mía —Dijo ella, riendo.
— No veo nada.
—Entonces estoy haciendo bien mi trabajo.
Aquella mañana había salido más temprano de lo usual, encontrándome a Wanda cerca del comedor con impaciencia reflejada en su cara. Me abordó cubriéndome los ojos y sacándome del castillo por lo que podía adivinar. El aroma a pasto húmedo inundo mis narices y estornudé sin querer.
— ¿Cuál es el punto de esto? Siento que voy a cae- ¡AY!
La carcajada de Wen-wen fue limpia y sonora cuando tropecé y caí en posición de matrimonio, incapacitándome el poder tan siquiera molestarme con ella. Me alegraba profundamente verla mucho mejor que hace unos días, aunque eso pudiese costarme los pies o jugar Quidditch en el próximo partido. Me enderece y volvimos a caminar, aunque yo sólo veía el color níveo de sus manos a duras penas.
— No seas tan amargada, rubia. Sólo es una sorpresa. A veces las sorpresa son buenas.
Fruncí los labios.
— No lo creo.
— Oh vamos. ¿Alguna vez has tenido una mala sorpresa?
Querer a Albus.
— Algo así.
El pulgar de Wen-wen acarició una de mis cejas, y se detuvo por un instante.
— Espera, la bota se desató. No abras los ojos.
Asentí y continúe caminando con mayor cuidado. Escuché el roce de su ropa cuando se hincó para amarrarse la bota y el chasqueó de su lengua como expresando fastidió. Imagine su ceño fruncido y sus ojos grandes brillando con la luz del sol, y me provocó un sentimiento cálido en el pecho. Tal vez podía contarle a ella, ¿no? Es mi amiga al fin de cuenta y sentía la ciega necesidad de confiar en ella.
— Una vez tuve una sorpresa fea.
— ¿Así? — Dijo ella distraídamente. Seguí caminando, sintiendo la hierba crujir bajo mi peso. Su voz era ya un poco lejana pero no lo suficiente para que no me escuchase.
— Sí… Cuando me di cuenta que…
— ¿Él qué cosa, Reg? — El esfuerzo en su voz y las palmadas a su ropa me indico que se había levantado. Y me apresuré a hablar antes de arrepentirme.
— Fue una horrible sorpresa… darme cuenta que me gustaba Albus y que lo quería.
No oí nada. El corazón me palpito con fuerza y de repente ella volvió a hablar.
— Nojodas.
Aumente el paso cuando escuché que ella caminaba. ¿Habría sido mala idea? Su voz había sonado casi calmada, como divertida.
>> ¡No, Shanelle, espera! ¡Cuidado con el ár-¡
Fue doloroso. Choqué contra la rugosa superficie de un árbol, lo que me llevó a quedar abrazada al tronco para no caer. Wanda comenzó a reírse con fuerza y por fin abrí los ojos. Al principio todo era borroso y lleno de blanco. La nieve ya caía, fría y endurecida sobre Escocia. Después, con el paso del tiempo, pude mirar con mayor claridad a mí alrededor. Me solté del tronco, frunciendo la boca cuando mi pecho dolió por el reciente choque. La risa entre cortada de Wen wen llenaba el ambiente y yo bufé divertida cuando la encontré acuclillada no muy lejos de mí sosteniéndose el estómago con ambas manos.
— Joder, nena. Te dije que esperarás.
— Perdona por huir de una chica como tú — Contesté jocosamente.
— ¡Hey, rubia! ¡¿Qué quisiste decir con eso!? Y yo que te había hecho esto.
Y apunto detrás de mí. Me volví y quede muda cuando vi una parte limpia de nieve, donde el pasto verde estaba cubierto por una gruesa manta oscura. Arriba de esa cobija había una canasta de mimbre color chocolate al igual que dos escobas y muñequita volando alrededor de todo vestida de verde.
— No puede ser — Jadeé. Era hermoso. La muñeca se parecía a mí, y aparte, ¿Wanda quería volar conmigo?
Corrí hacia Wanda y prácticamente la tacleé antes de envolverla en un abrazo de boa constrictor. Su sonrisa divertida me contagió y sus brazos me rodearon igual con cariño. Tal vez era muy bobo que me emocionase por cosas como estas, pero después de haber tenido semanas deprimida y malos momentos, esto era casi un alivio a todo eso.
— Sabía que iba a gustarte, Reg .
— Te odio.
— Sabes que no es cierto — De sorpresa, Wen tomo nieve cercana a ella y aplastó una bola sobre mi cabeza, sacándome un chillido y un respingón. — Ahora dime… ¿Cómo es eso de que te gusta Al, rubia?
Suspiré y me enderecé, deshaciéndome de la frialdad en mi pelo. Extendí una mano para que ella la tomara y nos pusimos de pie.
— Te contaré todo si vamos a ese pedazo de lugar que tanto te esforzarte en hacer, Wen-wen.
Asintió y ambas nos dirigimos a la manta con hechizo de calefacción. Tenía mucho por que contarle. Tal vez…. Sólo tal vez… podía desahogarme verdaderamente por ahora.
Shanelle Regine
Re: This Means War {Novela Colectiva de HP, 3ra Generación}
Noe
My love for you is enough for me.
No había visto el capítulo de enmedio de Hassan, pero dios, me hizo recordar lo muchísimo que amo como escribes. Enserio. Escribes de una manera que... No sé como decirlo. Sé que siempre te lo digo, pero es que cada vez que te leo recuerdo lo bien que escribes porque se me había algo así como olvidado y me maravillo de nuevo y ahdgakdagkldaa no sé. Siento como envidia, sana of course, pero vamos, que ya me gustaría a mi ser tan brillante con las palabras.
Y el tipejo este no estoy segura de quién es porque ya sabes que yo con los nombres y recordando quién es quién y qué es qué, pues soy muy mala, porque me lío, incluso con mis personajes
Pero yendo a la verdadera parte bonita... Amé lo de Teddie. Cuando ella está en la enfermería y él va a verla. El corazón se me salía del pecho. Que intenso todo, por favor, que ganas de un beso, de una confesión, de un te amo de un no me sueltes nunca... Omg. Y la enooorme decepción que vino después cuando se fue. Pero... Ahí estaba Noah, a pesar de que sabe que lo ama a él. ¿No es perfecto? Por favor. Lo amé. Casi lloro, pobre chico, no se lo merece pero calro, Kaia tampoco tiene la culpa de que le robaran el corazón. Ay, que mal todo que afhgldgaldagdal es " Sabía que le usaba pero aún así le parecía bien porque así podía estar con ella." Lloré, por favor.
Ivy
Are you fucking serious, Albus?
Esa es la principal reacción que te viene a la mente cuando lees el capítulo en la parte en la que Albus le pregunta a Shanelle si Alekséi le hace llorar. ¿Enserio? Este chico no la puede cagar más porque no es posible A veces parece que sabe perfectamente todo lo que está pasando y bsuca la manera perfecta para cagarla e.e Aunque lo peor fue cuando cambió el turno para no ir con ella, ahí quise estrangularle. Pero bueno, ya se arrepentirá de todo cuando el maravilloso Aléksei se le declare a nuestra rubia y ahdfadfaghlda Omg. Me encantan. Son mi gran crush. Plis. Los amodoro No sé... Hay tanta química, son como muy perfectos y... Enserio que me emocionan todas sus escenas, quiero más.
Pero lo que más me gustó fue la primera parte. Amé a los Malfoy. No se puede más dulce y perfecto. Toda su historia de que ella iba a verle bc estaba perdido y deprimido, yo... No podía parar de leer. Con música emotiva, me sentía como Astoria cuando le dio el anillo, enserio, sentí su emoción, y eso que ya sé que iban a casarse. Pero, por favor, que cosa tan perfecta. Y se siguen amando tanto que yo... Love it. Love them. Y me reí mucho cuando ella le dijo que debían ir con los Potter, jajjajajaj pobre Draco, que cara de horror me le imaginé xD
Y me alegra mucho que por fin Regine empiece a socializar más con la gente. Daba lástima verla casi a todos ratos solitaria, con lo especial que es realmente es genial que se hayan dado cuenta de lo mucho que tiene por ofrecer. Creo que esa fue la parte que más me indicó lo mucho que evolucionó desde el inicio de la nove, y me entustiasma De verdad, me encantó el cap con sus tres partes, genial
Val
She is not only what you can see.
Lo que más amé del capítulo fue la manera en la que nos presentaste a la verdadera Katrina. Realmente me dio incluso lástima, ella en realidad no sabe que está "mal" lo que hace, simplemente... Se lo enseñaron así, en realidad hace bien si lo paras a pensar porque para ella está bien. Ya no la puedo odiar. Porque la amé. Y sobretodo la amé con Manek. Por favor, que deje a James y se vaya con Manek, sean felices y tengan tantos hijos como puedan.
Y con Wanda y James... Por favor, que alguien me mate. Muero de amor y cuchura y de todo. Ese beso... Fue tan intenso, tan de todo que se iba el aliento mientras devoraba esas palabras que explicaban tan bien y tan detalladamente como se besaban con la necesidad de dos personas que sabían que seguramente no lo harían más veces. Ay, me mataron de amor, se aman tanto pero no están juntos por tozudos, porque son demasiado orgulloso y yo... Los quiero ahorcar a los dos y obligarlos a estar juntos Aunque bueno, ya empiezan a avanzar las cosas entre ellos y eso me alegra mucho. Quiero más.
PD. Lamento tanto tiempo de silencio y eso, pero bueno, no quería comentar cosas cenizas y sin ganas de hacerlo, así que bueno, supongo que es como para deciros que en principio, estoy de vuelta a partir de la próxima ronda :3
Thalassa Deméter.
Re: This Means War {Novela Colectiva de HP, 3ra Generación}
Lamento la tardanza, ya sabes la ocupada agenda que tu querida primita tiene. A lo mejor (primeramente Dios) consigo trabajo de medio tiempo ¡YEI! *Twerkea* trataré de subir pronto porque el proximo sabado me voy a mandala (Free barrrrrrrrrrrrrrrrrrr... again)
Me encanto lo que escribiste sobre Draco y Astoria, me interesó bastante lo que quisiste lograr allí y dar un punto más de lo exterior, de lo que sucede fuera de Hogwarts. La forma en que describiste bien las amenazas y el pensamiento de Draco sobre manejar la situación de la mejor forma posible. Mr. and Mrs. Malfoy jajaja. ¿Cómo se atreve ese tipo a recordarle el pasado de draquito? Nonono, eso está mal. Hijodesuputamadre.
Me enamoró la relación entre Draco y Astoria, fue tan bonita aslkasmljadkjamkajcmkndlhflejnvhlb slys con mucho amor, :3 cosito...
Pobre chanel, la verdad es que ya comienzo a comprender su forma de sufrir. Al menos Wanda se la pasa golpeando sacos de boxeo por doquier, Kaia es muy sentimental y se aleja de las personas. Y shanelle simplemente se encierra en su mundo y trata de permanecer en un trance hasta poder comprender que es lo que realmente siente y como puede arreglarlo. Pobrecita, de verdad que Kaia wants to hugh her
Los entrenamientos con Breeja ugh, que perra total. ¡Además Alekséi! Te he dicho que me alegra que le des otro punto de vista a mi amado ruso <3333333 es que aslkmalskmadkjmaaskaej lo amo, es mi bebé, mi pequeño (Mide 1.90) Mi pequeño, pequeño rubio. Lo amow, al igual que a mi chica Erikka... Son mis niños y los adoro tanto tanto tanto. Solo he encontrado una pb para mi rubiecita, pero jamás para Alekséi :c que tite.
Que confianza la de Reg en apostar con Alekséi, muy mala decisión regine, PESIMA DECISIÓN! Es que no... jajaja, Alekséi es Dios... cuando se trata de apuestas... Y nah, a Shanelle no le irrita alekséi, es más... le encanta que esté con ella. humhumhum.
¿Quién se cree mi hermano qué es? idiota, idiota, idiota, idiota. O séa no, él no puede hacerle eso a regine, que feo mi hermano. MENTIROSO, ¿CÓMO TE ENAMORAS DE OTRA Y TODAVÍA HACES SUFRIR A REGINE?! BITCHO, BITCHO, BITCHO, MUTHERFAKARBITCHO.
UUUUUUUUUUUUUUUUUY, Ya Shanelle tiene pedos con Katrina jajajajaja y siempre anda de mensajera o metiendose en lugares donde tiene que suceder algo jajajaja, tiene tan mala suerte. pobrecita jajaja.
¡El partido! TEEEEEEEEEEEEEEEEEEED TE AMO PERO TE ODIO, AUNQUE YO SEA TU ESCRITORA ERES UN PATAN PATAN PATAN Ese gritooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo.
Y lo último, ¡Todo mundo escucho esas propuestas indecentes en la enfermería! JAJAJA nada más faltaba Rita Skeeter jajajajajajaja.
Pues me encantó tu capítulo, ya se ve como va creciendo Shanelle como persona. Lamento la tardanza y si es poquito, de verdad que tengo mucha tarea jaja.
Las adoro.
xoxo.
Mimi.
Vanellope
Re: This Means War {Novela Colectiva de HP, 3ra Generación}
Lady, Running Down To The Riptide.
Azzura Weenhollen
Rose había insistido durante todo el día que fuera con ella a ver el partido de quidditch, aunque en realidad no me apetecía demasiado. Hacía frío y no era algo que me gustara ver. De todas formas accedí, bajando con ella al campo provista de mi túnica y una bufanda escarlata y dorada.
Nos sentamos en las gradas dónde la mayoría de la casa de los leones se habían asentado. Rose se detenía varias veces a hablar con la gente, sociable y sonriente como siempre, mientras yo me quedaba en segundo plano, sonriendo tímidamente y saludando por encima con la mano.
Últimamente pasaba bastante tiempo con esa chica, por algún motivo nos habíamos ido acercando, sin mediar palabra, simplemente empezamos a pasar más tiempo juntas y solíamos estudiar en la Biblioteca todas las tardes, casi como una costumbre. Me agradaba su compañía porque a pesar de ser simpática y agradable no era excesivamente habladora, nos entendíamos sin hablar. Y a mi nunca me gustó demasiado el uso de la palabra.
El evento todavía no había dado comienzo, por tanto ocupé algunos segundos en mirar disimuladamente si conocía a alguien. En mi campo de visión divisé un porte elegante de un cuerpo esbelto adornado con una mata de pelo color rubio platinado, que casi brillaba tanto como el cabello rojo de su acompañante. Me giré para mirar a Rose, que tenía el semblante cambiado y buscaba una cosa dentro de su túnica. Cuando dio con ésta, se levantó, completamente concentrada en no perder de vista a Scorpius, y supongo que por defecto tampoco a Crystal.
Intenté no pensar mucho en el echo de que al parecer pasaban mucho tiempo juntos. Y me molestaba. A mi ni me saludaba, me evitaba a toda costa y si alguna vez cruzábamos la mirada buscaba algo más interesante con lo que entretener sus claros irises. Y aunque quería pensar que aquello me daba igual, que era su problema, e incluso le devolvía miradas con una ceja enarcada, como si me diera igual. Pero no era así. Sentía su desprecio y su silencioso distanciamiento.
Y supongo que fue uno de los motivos por los que me fui acercando más a la agradable pelirroja. Porque las horas que solía ocupar con él ahora las llenaba ella con sus sonrisas y su enorme corazón.
-Ahora vengo. -Anunció la chica, levantándose de un salto y corriendo para alcanzarlos.
No tuve tiempo a contestarle siquiera y me limité a observar como la cabellera pelirroja de Rose desaparecía descendiendo por las gradas. Me quedé sola, envuelta en el frío ambiente y en los murmullos varios de los demás a mi alrededor. No estaba atenta a ninguna conversación en concreto, sino más bien me limitaba a escuchar en general la mezcla de voces que se había formado de la nada.
Rose volvió con las mejillas coloradas por una mezcla de frío, esfuerzo físico y vergüenza, incluso es posible que algo de rabia debida a los celos.
-Lo siento, tenía que entregarle una cosa... -Asentí con la cabeza, dirigiéndole una sonrisa breve, pero no por ello seca.
-No pasa nada. -Y casi al momento empezó el partido.
No era algo que me emocionara particularmente, la verdad es que los deportes nunca fueron mi fuerte, ni muggles ni mágicos. Pero hacía el esfuerzo de ir a ver el partido por respeto a mis amigos y porque sino después no sabía de que hablaban. Porque después de un partido venía la semana de rigor comentando hasta el último segundo del partido. Y aunque no pudiera compartir del todo aquellas conversaciones, al menos entendía un poco de lo que hablaban y de vez en cuando podía aportar alguna cosa.
Las cosas se sucedían rápidamente y requería esfuerzo por mi parte para seguir el ritmo de las jugadas y a la vez ser capaz de estar atenta a los buscadores de ambos equipos. Podía ver como Gryffindor iba ganando, logrando alaridos de festejo en el lado escarlata del campo y gritos de apoyo a los amarillos de parte de los Hufflepuff.
Durante un tiempo me perdí en mis propios pensamientos, contemplando como los tejones animaban a sus jugadores a pesar de estar perdiendo y me pregunté que tan distinta habría sido mi etapa escolar de haber terminado en esa casa, que era dónde el Sombrero dijo que pertenecía. Aquel asunto todavía es algo que no logré resolver, pero espero encontrar respuesta algún día.
Y esos momentos de distracción fueron en los que Kaia perdió estabilidad sobre su escoba, lo cual provocó una gran conmoción en todo el campo. Wanda volaba hacia ella tan rápido como podía, pero la escoba no le daba para más. Podíamos ver como se agarraba a aquel pedazo de madera con todas las consecuencias, intentando volver a subirse. Pero no lo consiguió.
-¡KAIA! -Chillé, sin pensar en las consecuencias, simplemente aterrada como pocas veces me había sentido. Pasé casi por encima de los alumnos sentados en la misma fila que la mía, decidida a llegar al lado por el cual podría ver mejor que había sido de mi amiga. No me importó pisar a más de uno o tropezarme, simplemente no podía pensar.
-¿Kaia? -Murmuré, mirando hacia abajo desde la barandilla, sacando la mitad de mi cuerpo fuera.
-Vamos, Azzura, vamos. -Noté el tirón de Rose de la manga de mi túnica, que me obligó a descender a la carrera al principio contra mi voluntad, porque sentía que si me quedaba ahí estaba más cerca de ella. Como si eso ayudara de algo.
No pudimos estar mucho tiempo con Kaia, enseguida nos sacaron a todos de ahí dentro, lo cual en el fondo era normal porque eramos más de una decena de personas intentando saber el estado de Kaia, entre voces alzadas y amenazas al aire, mientras unos aseguraban ser sus hermanos, otros sus primos y los demás su amigos. Así que Madame Pomfrey no tuvo más remedio que sacarnos a todos de ahí dentro como buenamente pudo.
Para matar el tiempo me fui a la Biblioteca ya que me quedé a solas después de que todos tomaran caminos distintos. Como no tenía nada en concreto por hacer simplemente me senté en una mesa junto a la ventana para leer un libro de Pociones y Encantamientos. Puede que las Pociones no se me dieran demasiado bien, pero sí que me parecían sumamente interesantes.
-Azzura. -Aquella voz me sorprendió hasta el punto de dar un pequeño brinco, que aceleró mi corazón. Me había asustado.
-¿Regine? -Pregunté con incredulidad, no porque no supiera quién era, simplemente porque creo que habíamos hablado en dos o tres ocasiones.
-Hey, Hola.
-Hola -Saludé de vuelta, intentando no mirarle mucho a los ojos. Tenían el mismo tono que el de su hermano.
-Em…. Bueno, verás… Quería saber cuánto tiempo usarás ese libro de allí. -Bajé la vista a la página por el que lo tenía abierto, más por inercia que por otra cosa.
-¿Quieres leerlo? -Mentalmente quise abofetearme por semejante idiotez de pregunta. Supongo que por algún motivo me ponía nerviosa hablar con ella.
-Algo así. Ya lo leí, pero hay algo que me llamó la atención.
-¿El qué? -Pregunté, y como acción seguida ella se sentó enfrente.
-La poción drenadora.
-Ah, esa.
-¿Sabes más acerca de ella? -Hice una ligera mueca, recordando. Pero recordaba haber leído algo más, así que asentí con la cabeza. -¿Puedes contarme?
-No creo saber más que tú... Aquí no dice ni cómo hacerla, solo sus ingredientes más básicos, pero si dice para que sirve. La poción drenadora se inventó en la época en que las brujas eran quemadas en la hoguera, para quitarles su magia antes de asesinarlas.
>> En un libro de Historia hacen mención de ella, y unos cuantos de Medimagia igual. Al parecer no es una poción que actué en una sola toma. Es como medicina muggle, ¿Sabes? Necesitas tomarla varias veces para que surta su efecto. Así que en aquellos años, cuando capturaban un mago o bruja, se utilizaban como esclavos como fachada, pero lo que realmente hacían era quitarles la magia y cuando ya no servían, los cremaban.
-Diablos… -Casi pude sentir el escalofrío que recorrió su cuerpo. Y en aquellos momentos me sentí algo insensible porque en realidad no me había parecido algo tan horrible en un principio el uso de la poción, no el echo de que las quemaran. Ahí se podía evidenciar que a mi no me parecía tan malo un mundo sin magia, pero a ella parecía horrorizarla. -¿Y aún se hace?
-No. Para el Mundo mágico, según las leyes que rigen en el Ministerio, el quitarle su magia a un mago es peor que incluso matar a alguien.
-¿Qué matar a alguien? Bromeas. -Su reacción consiguió que sonriera, apartando un mechón de mi cabellera.
- No, no bromeo.
-Ya veo. -Mordisquée mi labio y al ver lo interesada que estaba en el tema le extendí el libro por encima de la mesa. Yo solo lo había escogido al azar por su título.
- He terminado con él, si quieres, puedes llevártelo. -La observé durante algunos segundos, siempre me había parecido una chica misteriosa. Seguro que había mucho más de lo que demostraba.
-Gracias -Me levanté, observando como lo guardaba. Hice un gesto de despedida escueto con la mano y me encaminé a la puerta.
Athenea ronroneó al verme entrar en la habitación, saltando con agilidad para ir a mi encuentro. Sonreí y froté detrás de sus orejas mientras ella se restregaba en mis piernas, erizando el lomo con agrado.
-¿Qué tal estás, pequeña? ¿Me has echado de menos? -Murmuré con voz dulce y maternal, algo que no podía evitar cuando se trataba de mi mascota.
Evidentemente no esperé a que contestara y me dirigí a la cama dónde pude ver un pergamino sellado con el escudo de Hogwarts. Lo abrí en primer lugar e hice una mueca involuntaria al leer el título “Protocolo de Emergencia para El Baile de Navidad” ya casi se me había olvidado.
Decidí no leerlo y lo guardé en la mesilla de noche, centrándome en el paquete que tenía mejor pinta. Era una caja voluminosa que encima tenía un sobre con una carta. Sonreí porque reconocí la cuidada letra de mi madre.
Abrí el sobre y me senté para leer, con Athenea echa un ovillo en mi regazo. Al parecer mis padres habían sido informados del Baile, y mi madre demostraba gran excitación con sus palabras. Le parecía un evento único y al cual debía asistir porque no se presentarían muchos más. Sonreí compungida, porque en realidad estaba obligada a ir al menos hasta medianoche.
En la carta mi madre también expresaba lo mucho que le gustaría asistir con mi padre, porque los padres tenían entrada al evento. Pero no estaba seguros de si podrían asistir, y yo en el fondo esperaba que no fueran. No quería tener que decirles que no tenía pareja, porque no quería que Maya lo supiera. Seguro que sería motivo de burla durante algún tiempo.
Finalizaba diciéndome que en caso de que no pudieran ir esperaba que me lo pasara en grande y que tenían un regalo para mi. Pero lo que me hizo sonreír fue la postdata, dónde ella expresaba lo mucho que le preocupaba la posibilidad de que mi padre pudiera ponerme en evidencia con su afán por todo lo mágico.
Miré la caja y por la forma, ya supe de que se trataba. Suspiré, y observé el hermoso vestido que me había enviado mi madre con unos tacones a juego. No me veía con algo tan elegante. Lo que realmente llamó mi atención fue la cajita de madera que aguardaba en silencio a que la abriera. Contenía joyería, como era de esperar, y venía con una nota pidiéndome que lo cuidara bien.
-¿Qué te parece, Athenea? ¿Crees que es una buena idea que vengan mis padres? Creo que a papá se lo tendrán que llevar al Hospital debido a tanta emoción. -Reí suavemente, acariciando la cabeza del animal, que largó un leve maúllo, sabiendo que hablaba con ella. Era una gata especial.
Me quedé mirando el cielo oscuro, salpicado de estrellas brillantes que parecían intentar decirte algo. Pero no entendí el mensaje, como tampoco pude descifrar mis emociones por el Baile que se avecinaba. En realidad me sentía triste porque siempre había creído que cierto chico iba a acompañarme, aunque fuera en calidad de amigos. A la vez me sentía ilusionada por el evento en general, seguía siendo una adolescente normal y corriente. Seguía pidiendo mi cuento de hadas.
-Venga, Azzura, que es hora de cenar y me muero de hambre. -Me giré al oír la voz de Rose y asentí, dejando cuidadosamente a mi gata encima de la cama antes de levantarme. -Que bonito... ¿Lo vas a llevar en el Baile?
Me encogí de hombros, cerrando la caja y dejándola debajo de la cama.
-No me queda otra, es posible que vengan mis padres y si me ve sin el vestido creo que me obligará a subir para cambiarme. -Sonreí suavemente, observándola.
Ella suspiró, enamoradiza mientras volvía hacia la puerta, esperando a que la siguiera, lo cual hice.
-¿Sabes? Aún tengo la esperanza de que alguien me invite, ¿tu crees que es posible? -Se giró para mirar mi reacción, y pude distinguir un leve brillo en sus ojos. Ella también quería un cuento de hadas.
-Seguro que sí, o sino también puedes preguntarle tu a alguien.
-Creo que me diría que no. -Comentó con una sonrisa que pretendía ser relajada, pero que ocultaban algo de dolor, lo cual me ablandó.
-Bueno, entonces no te merece. -Ella se encogió de hombros y se dio media vuelta, descendiendo por las escaleras, zanjando el tema.
La seguí tranquilamente, con un nudo en el principio de mi estómago. Yo tampoco quería asistir sola porque me hacía recordar las palabras de Maya en todo momento, resonando una y otra vez en mi cabeza...
Nos sentamos en las gradas dónde la mayoría de la casa de los leones se habían asentado. Rose se detenía varias veces a hablar con la gente, sociable y sonriente como siempre, mientras yo me quedaba en segundo plano, sonriendo tímidamente y saludando por encima con la mano.
Últimamente pasaba bastante tiempo con esa chica, por algún motivo nos habíamos ido acercando, sin mediar palabra, simplemente empezamos a pasar más tiempo juntas y solíamos estudiar en la Biblioteca todas las tardes, casi como una costumbre. Me agradaba su compañía porque a pesar de ser simpática y agradable no era excesivamente habladora, nos entendíamos sin hablar. Y a mi nunca me gustó demasiado el uso de la palabra.
El evento todavía no había dado comienzo, por tanto ocupé algunos segundos en mirar disimuladamente si conocía a alguien. En mi campo de visión divisé un porte elegante de un cuerpo esbelto adornado con una mata de pelo color rubio platinado, que casi brillaba tanto como el cabello rojo de su acompañante. Me giré para mirar a Rose, que tenía el semblante cambiado y buscaba una cosa dentro de su túnica. Cuando dio con ésta, se levantó, completamente concentrada en no perder de vista a Scorpius, y supongo que por defecto tampoco a Crystal.
Intenté no pensar mucho en el echo de que al parecer pasaban mucho tiempo juntos. Y me molestaba. A mi ni me saludaba, me evitaba a toda costa y si alguna vez cruzábamos la mirada buscaba algo más interesante con lo que entretener sus claros irises. Y aunque quería pensar que aquello me daba igual, que era su problema, e incluso le devolvía miradas con una ceja enarcada, como si me diera igual. Pero no era así. Sentía su desprecio y su silencioso distanciamiento.
Y dolía.
Y supongo que fue uno de los motivos por los que me fui acercando más a la agradable pelirroja. Porque las horas que solía ocupar con él ahora las llenaba ella con sus sonrisas y su enorme corazón.
-Ahora vengo. -Anunció la chica, levantándose de un salto y corriendo para alcanzarlos.
No tuve tiempo a contestarle siquiera y me limité a observar como la cabellera pelirroja de Rose desaparecía descendiendo por las gradas. Me quedé sola, envuelta en el frío ambiente y en los murmullos varios de los demás a mi alrededor. No estaba atenta a ninguna conversación en concreto, sino más bien me limitaba a escuchar en general la mezcla de voces que se había formado de la nada.
Rose volvió con las mejillas coloradas por una mezcla de frío, esfuerzo físico y vergüenza, incluso es posible que algo de rabia debida a los celos.
-Lo siento, tenía que entregarle una cosa... -Asentí con la cabeza, dirigiéndole una sonrisa breve, pero no por ello seca.
-No pasa nada. -Y casi al momento empezó el partido.
No era algo que me emocionara particularmente, la verdad es que los deportes nunca fueron mi fuerte, ni muggles ni mágicos. Pero hacía el esfuerzo de ir a ver el partido por respeto a mis amigos y porque sino después no sabía de que hablaban. Porque después de un partido venía la semana de rigor comentando hasta el último segundo del partido. Y aunque no pudiera compartir del todo aquellas conversaciones, al menos entendía un poco de lo que hablaban y de vez en cuando podía aportar alguna cosa.
Las cosas se sucedían rápidamente y requería esfuerzo por mi parte para seguir el ritmo de las jugadas y a la vez ser capaz de estar atenta a los buscadores de ambos equipos. Podía ver como Gryffindor iba ganando, logrando alaridos de festejo en el lado escarlata del campo y gritos de apoyo a los amarillos de parte de los Hufflepuff.
Durante un tiempo me perdí en mis propios pensamientos, contemplando como los tejones animaban a sus jugadores a pesar de estar perdiendo y me pregunté que tan distinta habría sido mi etapa escolar de haber terminado en esa casa, que era dónde el Sombrero dijo que pertenecía. Aquel asunto todavía es algo que no logré resolver, pero espero encontrar respuesta algún día.
Y esos momentos de distracción fueron en los que Kaia perdió estabilidad sobre su escoba, lo cual provocó una gran conmoción en todo el campo. Wanda volaba hacia ella tan rápido como podía, pero la escoba no le daba para más. Podíamos ver como se agarraba a aquel pedazo de madera con todas las consecuencias, intentando volver a subirse. Pero no lo consiguió.
-¡KAIA! -Chillé, sin pensar en las consecuencias, simplemente aterrada como pocas veces me había sentido. Pasé casi por encima de los alumnos sentados en la misma fila que la mía, decidida a llegar al lado por el cual podría ver mejor que había sido de mi amiga. No me importó pisar a más de uno o tropezarme, simplemente no podía pensar.
-¿Kaia? -Murmuré, mirando hacia abajo desde la barandilla, sacando la mitad de mi cuerpo fuera.
-Vamos, Azzura, vamos. -Noté el tirón de Rose de la manga de mi túnica, que me obligó a descender a la carrera al principio contra mi voluntad, porque sentía que si me quedaba ahí estaba más cerca de ella. Como si eso ayudara de algo.
No pudimos estar mucho tiempo con Kaia, enseguida nos sacaron a todos de ahí dentro, lo cual en el fondo era normal porque eramos más de una decena de personas intentando saber el estado de Kaia, entre voces alzadas y amenazas al aire, mientras unos aseguraban ser sus hermanos, otros sus primos y los demás su amigos. Así que Madame Pomfrey no tuvo más remedio que sacarnos a todos de ahí dentro como buenamente pudo.
Para matar el tiempo me fui a la Biblioteca ya que me quedé a solas después de que todos tomaran caminos distintos. Como no tenía nada en concreto por hacer simplemente me senté en una mesa junto a la ventana para leer un libro de Pociones y Encantamientos. Puede que las Pociones no se me dieran demasiado bien, pero sí que me parecían sumamente interesantes.
-Azzura. -Aquella voz me sorprendió hasta el punto de dar un pequeño brinco, que aceleró mi corazón. Me había asustado.
-¿Regine? -Pregunté con incredulidad, no porque no supiera quién era, simplemente porque creo que habíamos hablado en dos o tres ocasiones.
-Hey, Hola.
-Hola -Saludé de vuelta, intentando no mirarle mucho a los ojos. Tenían el mismo tono que el de su hermano.
-Em…. Bueno, verás… Quería saber cuánto tiempo usarás ese libro de allí. -Bajé la vista a la página por el que lo tenía abierto, más por inercia que por otra cosa.
-¿Quieres leerlo? -Mentalmente quise abofetearme por semejante idiotez de pregunta. Supongo que por algún motivo me ponía nerviosa hablar con ella.
-Algo así. Ya lo leí, pero hay algo que me llamó la atención.
-¿El qué? -Pregunté, y como acción seguida ella se sentó enfrente.
-La poción drenadora.
-Ah, esa.
-¿Sabes más acerca de ella? -Hice una ligera mueca, recordando. Pero recordaba haber leído algo más, así que asentí con la cabeza. -¿Puedes contarme?
-No creo saber más que tú... Aquí no dice ni cómo hacerla, solo sus ingredientes más básicos, pero si dice para que sirve. La poción drenadora se inventó en la época en que las brujas eran quemadas en la hoguera, para quitarles su magia antes de asesinarlas.
>> En un libro de Historia hacen mención de ella, y unos cuantos de Medimagia igual. Al parecer no es una poción que actué en una sola toma. Es como medicina muggle, ¿Sabes? Necesitas tomarla varias veces para que surta su efecto. Así que en aquellos años, cuando capturaban un mago o bruja, se utilizaban como esclavos como fachada, pero lo que realmente hacían era quitarles la magia y cuando ya no servían, los cremaban.
-Diablos… -Casi pude sentir el escalofrío que recorrió su cuerpo. Y en aquellos momentos me sentí algo insensible porque en realidad no me había parecido algo tan horrible en un principio el uso de la poción, no el echo de que las quemaran. Ahí se podía evidenciar que a mi no me parecía tan malo un mundo sin magia, pero a ella parecía horrorizarla. -¿Y aún se hace?
-No. Para el Mundo mágico, según las leyes que rigen en el Ministerio, el quitarle su magia a un mago es peor que incluso matar a alguien.
-¿Qué matar a alguien? Bromeas. -Su reacción consiguió que sonriera, apartando un mechón de mi cabellera.
- No, no bromeo.
-Ya veo. -Mordisquée mi labio y al ver lo interesada que estaba en el tema le extendí el libro por encima de la mesa. Yo solo lo había escogido al azar por su título.
- He terminado con él, si quieres, puedes llevártelo. -La observé durante algunos segundos, siempre me había parecido una chica misteriosa. Seguro que había mucho más de lo que demostraba.
-Gracias -Me levanté, observando como lo guardaba. Hice un gesto de despedida escueto con la mano y me encaminé a la puerta.
Athenea ronroneó al verme entrar en la habitación, saltando con agilidad para ir a mi encuentro. Sonreí y froté detrás de sus orejas mientras ella se restregaba en mis piernas, erizando el lomo con agrado.
-¿Qué tal estás, pequeña? ¿Me has echado de menos? -Murmuré con voz dulce y maternal, algo que no podía evitar cuando se trataba de mi mascota.
Evidentemente no esperé a que contestara y me dirigí a la cama dónde pude ver un pergamino sellado con el escudo de Hogwarts. Lo abrí en primer lugar e hice una mueca involuntaria al leer el título “Protocolo de Emergencia para El Baile de Navidad” ya casi se me había olvidado.
Decidí no leerlo y lo guardé en la mesilla de noche, centrándome en el paquete que tenía mejor pinta. Era una caja voluminosa que encima tenía un sobre con una carta. Sonreí porque reconocí la cuidada letra de mi madre.
Abrí el sobre y me senté para leer, con Athenea echa un ovillo en mi regazo. Al parecer mis padres habían sido informados del Baile, y mi madre demostraba gran excitación con sus palabras. Le parecía un evento único y al cual debía asistir porque no se presentarían muchos más. Sonreí compungida, porque en realidad estaba obligada a ir al menos hasta medianoche.
En la carta mi madre también expresaba lo mucho que le gustaría asistir con mi padre, porque los padres tenían entrada al evento. Pero no estaba seguros de si podrían asistir, y yo en el fondo esperaba que no fueran. No quería tener que decirles que no tenía pareja, porque no quería que Maya lo supiera. Seguro que sería motivo de burla durante algún tiempo.
Finalizaba diciéndome que en caso de que no pudieran ir esperaba que me lo pasara en grande y que tenían un regalo para mi. Pero lo que me hizo sonreír fue la postdata, dónde ella expresaba lo mucho que le preocupaba la posibilidad de que mi padre pudiera ponerme en evidencia con su afán por todo lo mágico.
Miré la caja y por la forma, ya supe de que se trataba. Suspiré, y observé el hermoso vestido que me había enviado mi madre con unos tacones a juego. No me veía con algo tan elegante. Lo que realmente llamó mi atención fue la cajita de madera que aguardaba en silencio a que la abriera. Contenía joyería, como era de esperar, y venía con una nota pidiéndome que lo cuidara bien.
-¿Qué te parece, Athenea? ¿Crees que es una buena idea que vengan mis padres? Creo que a papá se lo tendrán que llevar al Hospital debido a tanta emoción. -Reí suavemente, acariciando la cabeza del animal, que largó un leve maúllo, sabiendo que hablaba con ella. Era una gata especial.
Me quedé mirando el cielo oscuro, salpicado de estrellas brillantes que parecían intentar decirte algo. Pero no entendí el mensaje, como tampoco pude descifrar mis emociones por el Baile que se avecinaba. En realidad me sentía triste porque siempre había creído que cierto chico iba a acompañarme, aunque fuera en calidad de amigos. A la vez me sentía ilusionada por el evento en general, seguía siendo una adolescente normal y corriente. Seguía pidiendo mi cuento de hadas.
-Venga, Azzura, que es hora de cenar y me muero de hambre. -Me giré al oír la voz de Rose y asentí, dejando cuidadosamente a mi gata encima de la cama antes de levantarme. -Que bonito... ¿Lo vas a llevar en el Baile?
Me encogí de hombros, cerrando la caja y dejándola debajo de la cama.
-No me queda otra, es posible que vengan mis padres y si me ve sin el vestido creo que me obligará a subir para cambiarme. -Sonreí suavemente, observándola.
Ella suspiró, enamoradiza mientras volvía hacia la puerta, esperando a que la siguiera, lo cual hice.
-¿Sabes? Aún tengo la esperanza de que alguien me invite, ¿tu crees que es posible? -Se giró para mirar mi reacción, y pude distinguir un leve brillo en sus ojos. Ella también quería un cuento de hadas.
-Seguro que sí, o sino también puedes preguntarle tu a alguien.
-Creo que me diría que no. -Comentó con una sonrisa que pretendía ser relajada, pero que ocultaban algo de dolor, lo cual me ablandó.
-Bueno, entonces no te merece. -Ella se encogió de hombros y se dio media vuelta, descendiendo por las escaleras, zanjando el tema.
La seguí tranquilamente, con un nudo en el principio de mi estómago. Yo tampoco quería asistir sola porque me hacía recordar las palabras de Maya en todo momento, resonando una y otra vez en mi cabeza...
Pequeño y extraño monstruo, vas a morir sola.
Thalassa Deméter.
Re: This Means War {Novela Colectiva de HP, 3ra Generación}
Will you still love me...?
Aunque tu capítulo haya sido chiquito, quiero decirte que los sentimientos que me transmites siempre serán grandes no importa cuantas letras uses. Te habíamos extrañado mucho noa, y me alegro de que hayas podido escribir y compartirnos este hermoso capítulo.
Tu narración siempre me va a gustar, en lo personal me trae paz, me gusta mucho esa parte de ti. La narración de val siempre es explosiva y te da energía, y la de Ivette te brinda mucha psicología al igual que sentimientos encontrados. ¡Todas las narraciones me vienen genial! Amo como escriben todas.
Pero continuando, ¿Cuándo comenzaron a ser tan amigas Rose y Azzura? DIOS MIO SANTO BENDITO! eso me sorprendió bastante ehhhhhhhhhhhhhhhhhhhh! es como de askmajsaknsldahcdbe you bitch no matter if you are my cousin! jajaja.
Pero aun así me agrada el hecho de que su amistad sea como debe de ser, es muy buena.
YUMI, YUMI ROSIE PUTSY. :3 Mi primita jajaja.
Continuando, me encantó tu narración del partido... también me agrada ver la perspectiva de alguien anti-deportista, jajaja es como de WOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOW
Me gustaría tener una perspectiva más profunda de Crystal, porque aunque sienta que deba odiarla por culpa de Scorpius, no puedo hacerlo porque verdaderamente ella es genial y trabajaste muy bien en ella.
Te felicito, porque me encantó tú capítulo, fue muy bueno. ¡Y YA VIENE EL BAILE! ¡TE MANDARON UN PROTOCOLO! AMO LOS PROTOCOLOS (?) Y VAN A VENIR LOS PADRES DE AZZURA.......................... LO QUE SIGNIFICA QUE TAMBIÉN PUEDE VENIR MAYA?!?!?!??!?!?!?! GAAAAAAAAAAAAAAAAAH, ESPERO QUE NOOOOOOOOOOO! DIOJMIONO.
Pero de igual forma, ansió la otra ronda la cual ya estoy escribiendo, con paciencia.
Me fascino, muy genial aunque haya sido chiquitito. Con cariñito.
xoxo.
mimi.
Vanellope
Re: This Means War {Novela Colectiva de HP, 3ra Generación}
¡NO VAS A MORIR SOLA!
*Aparece Ylein de la nada, taclea a Azzura y le tira una bludger a Scorpius*
No me esperaba para nada tu mini cap, pequeña, pero me ha encantado ver esto al despertar.
Oww, se me encoge mi corazoncito con lo que sufre mi bebé rubia. Ósea, ¿qué te da pinches valor, hermano? ¡Aparecerte en las gradas con Crystal! ¡DESCARADO HIJO DE LA GRAN FRUTA MADRE! Ya vas a ver en el pinche baile, wey. Miertero gilipollas. ¡Ush! ¡No puedo! ¡NO PUEDO!
Okay, ya. Ay, hermosa, bebé. Yo si te venía invitando al baile si no fuese por que el idiota de James es un cobarde, y por que Shanelle es "la hembra Malfoy" :(( Jajajaja me mató eso de "habla igual que su hermano" xDDDDD Yo así de "cómo es eso? Arrastrando las palabras o qué?" D: Ambos hermanos son pend... eso sí lo admito. Y pues yo pienso que sería bonito conocer a los padres de Azzura, a Shanelle le causaría mucha gracia como su padre admiraría todo con emoción, no sé, creo que le caería muy bien. Ow son tan cuchis. Azzura es tan cuchi <3 Y su amistad con Rose es tan hermosha *w*
Noah, como siempre, alabo tu manera tan sencilla pero al mismo tiempo explicíta de describir el desarrollo alrededor de lo que sucede con Azzura. Amo leerte, enserio. Estoy muy feliz de tenerte de vuelta, pequeña <3 ¡TE ADORO! BESOS HASTA ESPAÑA <33 >W<
No me esperaba para nada tu mini cap, pequeña, pero me ha encantado ver esto al despertar.
Oww, se me encoge mi corazoncito con lo que sufre mi bebé rubia. Ósea, ¿qué te da pinches valor, hermano? ¡Aparecerte en las gradas con Crystal! ¡DESCARADO HIJO DE LA GRAN FRUTA MADRE! Ya vas a ver en el pinche baile, wey. Miertero gilipollas. ¡Ush! ¡No puedo! ¡NO PUEDO!
Okay, ya. Ay, hermosa, bebé. Yo si te venía invitando al baile si no fuese por que el idiota de James es un cobarde, y por que Shanelle es "la hembra Malfoy" :(( Jajajaja me mató eso de "habla igual que su hermano" xDDDDD Yo así de "cómo es eso? Arrastrando las palabras o qué?" D: Ambos hermanos son pend... eso sí lo admito. Y pues yo pienso que sería bonito conocer a los padres de Azzura, a Shanelle le causaría mucha gracia como su padre admiraría todo con emoción, no sé, creo que le caería muy bien. Ow son tan cuchis. Azzura es tan cuchi <3 Y su amistad con Rose es tan hermosha *w*
Noah, como siempre, alabo tu manera tan sencilla pero al mismo tiempo explicíta de describir el desarrollo alrededor de lo que sucede con Azzura. Amo leerte, enserio. Estoy muy feliz de tenerte de vuelta, pequeña <3 ¡TE ADORO! BESOS HASTA ESPAÑA <33 >W<
WE LOVE YOU, OUR LITTLE AND BEAUTIFUL GIRL
Shanelle Regine
Re: This Means War {Novela Colectiva de HP, 3ra Generación}
I wanna cry and I wanna love.
BUT ALL MY TEARS HAVE BEEN USED UP
Ted Lupin.
El viento silbaba a través del césped sobre la ladera lejana, la lluvia estrepitaba un suave sonido mientras que las hojas de los árboles se levantaban. Esas diminutas gotitas salpicaban su rostro, el crujido de la mecedora resonaba sobre el piso de madera. Abrazándose más a sus piernas dejando que un suspiro escapase de su boca, miraba con atención el final del camino que se perdía en aquel pequeño monzón.
Sus ojos cambian a un color triste, un color enfermo, un color vacío. Porque por más que el pequeño castaño se sentara a esperar fuera de su pórtico, ellos jamás iban a volver. Las esperanzas y la fe que él tenía eran alimentadas cada día por historias, por más que odiase sentirse débil, por más que detestara eso. Por más que quisiera no sentirse triste, por más que quisiera entenderlo había algo en sí mismo que faltaba, algo que lo dejaba vació por completo.
― ¿Otra vez aquí, hijo? –Aquella voz profunda lo hizo tragarse las lágrimas, frunció el ceño para oprimirlas dentro de él.
― No vengas tan de pronto, abuelo. –Murmuró el castaño evitando mirar a su abuelo quién tomaba asiento en la mecedora. Llevaba su taza humeante de café tan común en él, su cabello canoso caía agraciadamente hacía atrás y sus ojos tristes pero brillantes eran el rasgo más llamativo de él.
― Bueno pequeño Edward, creí que quizás querías un poco de compañía. –Respondió su abuelo con buen humor.- Te veo siempre solo, a la misma hora mirando el mismo lugar. –Le dio un sorbo a su taza.- A veces estar solo no es siempre bueno.
Aquel silencio hizo pensar al castaño la soledad que sentía siempre que se sentaba allí, la soledad que sentía cuando se preguntaba porque ellos no regresaban, la soledad que sentía por cada idea que les hubiese gustado decirles más nunca iba a poder. El niño bajo su mirada y abrazo más sus piernas a su pecho.
― Yo sé que ellos no van a regresar, lo sé muy bien. –Musitó el castaño. Su abuelo entonces lo miro fijamente con aquella mirada enternecedora hacía su nieto.- Leo muchos libros acerca de cómo las cosas son, como se mueve todo… y no entiendo porque continuó sentándome aquí, mirando ese camino… mirándolo hasta que me duela la vista, volviendo a la cama y levantándome al día siguiente a sentarme aquí de nuevo.
Las gotas de lluvia se iban apaciguando de poco a poco, con el corazón conmovido el anciano se había sentado a un lado del pequeño castaño quién se aguantaba las lágrimas, fruncía su ceño escondiendo aquellos ojos humedecidos. Permanecieron mirando el final del camino hasta que su abuelo volteo a mirarlo, sus ojos verdes ahora eran oscuros, tristes y vacíos como las ventanas de una casa abandonada. Ciertamente tenía aquel rostro de corazón de su hija, al igual que la nariz pequeña y su piel blanca. Pero no dejaba de ser el mismo retrato de su yerno. Aquello le hizo sonreír a la idea de que el pequeño estaba atrapado en puertas lejanas a lo que él pensaba.
― ¿Sabes? –Le dijo el viejo a su nieto.- Me siento como si tuviera dos lobos peleando en mi corazón. Uno de los dos es un lobo enojado, violento y vengador. El otro está lleno de amor y compasión.
Su nieto había levantado la mirada triste y curiosa hacía su abuelo, con el gesto fruncido le preguntó:
― ¿Y sabes cuál de los dos lobos ganará la pelea?
― Aquel que yo alimente. –Respondió.
― Eso no tiene sentido.
― La vida no tiene sentido, más sin embargo la vives. Muchas de las cosas no tienen lógica, más sin embargo el hambre de saber te reta a descubrirla. ¿Por qué estás aquí?
― No lo sé.
― Exacto, yo tampoco lo sé… no sé muchas de las cosas que hago, pero… se supone que las cosas sin sentido son las mejores que te pueden suceder.
Inmediatamente un silencio se hizo entre los dos, el pequeño castaño volvió a mirar hacía el camino. Las palabras de su abuelo comenzaban a calar más y más dentro de su cabeza hasta dejar aquel espacio vació totalmente confundido. El niño levantó la cabeza mirando por última vez aquel camino, aquellas palabras se articulaban dentro de su boca y aunque dolieran, tenía que saber la respuesta. Su garganta comenzaba a arder, su corazón palpitaba a un triste soneto y entonces volvió la mirada hacía su abuelo.
― ¿No van a volver? ¿Cierto? ¿Nunca más? –Su abuelo no había respondido, no tenía la fuerza para decirle a su nieto quién usaba siempre la lógica algo que él jamás entendería, así que esperaba que cuando él lo comprendiera, más adelante pudiese aclarárselo de la mejor forma.- Lo sabía… -Su voz se iba quebrando lentamente, ahora las lágrimas saltaban de sus ojos y sus labios comenzaban a crisparse.- Lo sabía… siempre lo supe, solo deseaba que alguien me detuviera… que alguien me dijera la verdad.
Inmediatamente las lágrimas comenzaban a deslizarse por sus mejillas al tiempo en que comenzaba a sollozar por lo bajo. El llanto se mezclaba con el silbar del viento y el chapotear de la lluvia contra los charcos de lodo de la tierra. Ted Tonks abrazo a su nieto mientras este continuaba llorando sobre su playera, el corazón se le había hecho trizas con su sufrimiento. El pequeño Ted Lupin se aferraba más hacía su abuelo y borraba de su mente todos aquellos estúpidos pensamientos, era la última vez que se iba a sentir así. No le gustaba el sentimiento que rompía su corazón.
Así que se prometió no volver a sentirlo.
.
Inmediatamente se había despertado dando un vuelco en la cama, el aire comenzaba a faltarle. El sudor le recorría el torso desnudo y se hizo para adelante tratando de recuperar el aliento perdido.
Jamás había tenido que recordar aquello, ahora le llenaba de vergüenza, era completamente humillante recordar cuanto había llorado ese día y jamás lo había vuelto a hacer. Llevó sus manos directamente hacía su rostro y trato de calmar su respiración cortada. No quería recordar el dolor de sentarse en aquel pórtico y esperar todos los días a que sus padres llegaran, aunque pensó que nunca esperó eso… esperó simplemente que le dijeran que lo que hacía era inútil, que no iba a funcionar, eso era lo que esperaba. Quería escucharlo, quería que le dijeran la verdad, quería saber que lo que se va nunca regresa. Solo quería saber eso.
Permaneció un momento allí con la cabeza entre sus rodillas, los rizos castaños caían a los costados de su rostro. Su corazón palpitaba demasiado rápido y de un momento a otro comenzó a calmarse. Llevó su mano hacía el cajón de la mesa de noche, saco el viejo libro de mago de oz con las páginas salidas. Entonces abrió el libro en un punto exacto y saco aquella pequeña fotografía que se encontraba metida entre la página número 9.
Pudo mirarla sonriendo, sin esas lágrimas sobre sus mejillas. Pudo verla con su cabello alborotado, con sus ojos mirándolo fijamente de una forma tan profunda que parecía real. Entonces pudo escuchar su voz, pudo escucharla desde lo más profundo y entonces sus ojos titubearon por un segundo. Y todavía continuaba siendo aquel niño que se sentaba en el pórtico, por más que le dolía seguía allí esperando a las personas que jamás vendrían. No estaba listo para volver a sentarse allí y mirar como ella se alejaba de él, como él podía lastimarla, no quería romper su corazón así como él tenía roto el suyo.
― Lo siento… -Susurró por lo bajo sin quitar la mirada de aquella foto. Paso el dedo pulgar por su rostro y entonces una sonrisa torcida cruzo su rostro.- Esta vez no puedo estar allí contigo. Lo siento mucho, Kaia… lo siento tanto.
Ahora el rostro de ella lleno de lágrimas surcaba su cabeza y su propio corazón dolía, su voz, aquella voz cortada que se perdió en la oscuridad porque allí la había dejado, en aquel pasillo oscuro sabiendo que lo necesitaba y no era capaz de estar allí. Aunque sabía que lo lastimaba, pensaba que era mejor así.
― Lo siento. –Volvió a decir para sí mismo al tiempo en que guardaba la fotografía nuevamente en el libro. Cerró el cajón de la mesa de noche y volvió a acostarse, la oscuridad surcaba toda la habitación y también el silencio, cuando cerró los ojos entonces el niño del pórtico volvió a sentarse a esperar, esperar… esperar. Quizás solo estaba esperando a la persona equivocada, quizás solo estaba deseando que la que cruzara aquella ladera fuese ella.
El sol comenzaba a salir, la luz se filtraba por todos lados y él continuaba esperando en el pórtico.
Completamente solo.
Alekséi Romanóv.
Sería extraño que él lo supiera, y podría asegurarte que jamás se ha tenido contacto con él. Estaría encantado de mandarle una carta a tu padre, pero es sospechoso la forma en la que él pudo haberse enterado de dicho tema. Las cosas en Mumbai van a la perfección, los temas referentes a la curación son maravillosos. De cualquier forma, puedes asegurarte de que tendrás un hogar cuando lo necesites. Ojala pueda escribirte con más frecuencia, me alegra haber recibido tu mensaje. Mis sumas atenciones y éxito en Inglaterra.
Sebastian Beisse.
Dejo caer la hoja de pergamino a un lado, aunque volviera a leer una y otra vez aquel puñado de letras escritas tan fina y exquisitamente, no le traían ningún consuelo. Los cabellos blancos le caían sobre su rostro y la luz del amanecer se aferraba a su torso desnudo y lleno de lunares. Mirando hacía el techo al tiempo en que dejaba escapar un suspiro preocupante. Sus parpados se cerraron y las pestañas claras besaron su piel con candor. Jamás había estado tan preocupado en su vida, nunca había existido ese tipo de preocupaciones. Nunca le habían permitido tenerlas, así que jamás se las tomaba enserio. Observo aquel estante lleno de libros, junto a la mesa de té de su habitación. Fue cuando se puso de pie completamente descalzo y escogió un libro de pasta roja y detalles dorados. A su mente regresaron memorias de hace muchos años, se sentó en uno de los sofás de caucho y comenzó a hojear el libro polvoso.
Una vez, en tiempos remotos, vivía en su retiro el zar con sus tres hijos, los zareviches Demetrio, Basilio e Iván. Poseía un espléndido jardín en el que había un manzano que daba frutos de oro. EL zar lo quería tanto como a las niñas de sus ojos y lo cuidaba con gran esmero.
Se habían escuchado las risas a través de aquel largo pasillo, el tapizado de las paredes brillaba cuando la luz del sol entraba a través de los enormes ventanales. Las melenas blancas saltaban de un lado hacía otro y las risitas retumbaban en aquel lugar.
― ¡Yo soy Iván y mataré al pájaro de fuego! –Gritaba uno de los pequeños peliblancos quién levantaba una espada de juguete al cielo. Su saco blanco con hebillas doradas hacían resaltar su piel pálida y sus ojos plateados brillaban debajo de su flequillo blanquecino.- ¡Seré el zar de toda Rusia!
― ¡No si Andréi te gana primero! –Exclamo la niña de trenzas entre risas al tiempo en que empujaba a su hermano. Los mismos ojos plateados bajo las pestañas espesas claras y la piel pálida llena de pecas a diferencia de los lunares. Llevaba un vestido que se levantaba hasta las rodillas para poder correr, y las sirvientas siempre andaban detrás de ella pidiéndole que se comportara, que no rompiera el vestido como siempre solía hacer.
― ¡Andréi será mi lobo!
El otro niño entonces dejo escapar una risa, a diferencia de los otros dos niños su cabello era más ondulado, del mismo tono blanco y sus ojos eran azul zafiro. Inmediatamente se acercó hacía su hermano y le revoloteó los cabellos.
― Tú serás el lobo, y yo seré Iván, Alexéi. –Alekséi había fruncido la nariz y gruño por lo bajo comenzando a rezongar.
― ¡No, no y no! ¡Mi nombre es Iván! Alexéi Iván. –Empujo a Andréi con un poco menos de fuerza.- Yo merezco el trono de Rusia.
― Y lo tendrás… cuando yo me muera primero. –La niña había reído ante las palabras de Andréi, la piel del pequeño peliblanco había comenzado a enrojecer y cruzo los brazos sobre su pecho.
― ¡No te rías, Erikka!
― No me estoy riendo. –Decía la niña entre pequeñas carcajeadas que intentaba retener con ambas manos sobre su boca.
Fue cuando a través del pasillo se escuchó pasos acercándose, los niños entonces supieron de qué trataba. Inmediatamente la sonrisa de Andréi había desaparecido de su rostro, un hombre vestido de negro con un rostro monótono y con una boca recta los había mirado despectivamente. Alexéi había dejado caer la espada con antelación y fue cuando miró hacía la mirada de su hermano mayor. La seriedad y tristeza se habían ensimismado en sus ojos.
― Andréi Romanóv, su tutor lo espera en el estudio del ala este.
Al principio nadie había dicho nada, el hombre aguardaba sin estar demasiado contento, aunque realmente jamás reflejaba si tenía sentimientos. Alexéi solía mirarlo entregando recados a todos lados y buscando a su hermano para ir a las lecciones que su padre le había preparado. Porque después de todo, tenían razón… Él solo sería rey hasta que Andréi muriera, él sería la mano derecha de su hermano. Erikka había tragado saliva, su corazón había comenzado a palpitar rápidamente.
― Bien. –Murmuró Andréi pasando a lado de sus dos hermanos menores. Alexéi deseaba poder decir algo, pero sabía que Andréi no lo escucharía. Así miraron como aquel niño peliblanco se alejaba a lo lejos del pasillo y entonces desaparecía sin siquiera mirarlos.
Una noche, el zar Vislav notó la falta de varias manzanas de oro, y se desconsoló tanto, que llegó a enflaquecer de tristeza.
Alexéi se había sentado frente al gran ventanal que daba al estudio del ala este del palacio. Pudo ver a su hermano sentado en una de las mesas escribiendo en un pergamino con el rostro fijo en el papel. El corazón de Alexéi palpitaba demasiado rápido, trataba de mantener el aliento. Entonces se hizo hacía atrás al ver aquella silueta esbelta levantarse a un lado de Andréi. El pequeño peliblanco trato de esconderse más detrás de los arbustos. No se había dado cuenta de que su corazón chocaba contra su pecho. Aquella silueta extendió el brazo hasta posar la mano sobre el hombro de Andréi quién sintió escalofríos. Alexéi había puesto una cara aterrorizada, cuando trató de levantarse su talón se chocó contra una de las ramas y cayó hacía atrás.
Aquella silueta había volteado a mirar hacía la ventana, el pequeño peliblanco se había cubierto la boca con ambas manos, como si eso evitase que él lo encontrara. El tutor de Andréi había abierto las ventanas, a través de los arbustos Alexéi pudo comprobar lo joven que él era. El joven maestro había comenzado a mirar hacía todos lados, el peliblanco trato de retroceder y accidentalmente piso una de las ramas, espero que ese crujido no fuera a delatar donde él se encontraba. Podía sentir el latido de su corazón subir hasta su garganta. Una gota de sudor fría resbalaba por su sien y entonces con lentitud, una sonrisa apareció en el rostro de aquel hombre. Dejo escapar una pequeña risa y volvió a cerrar las ventanas del estudio.
Alexéi cubrió sus ojos, completamente aterrorizado, tratando de controlar su respiración agitada. Con lentitud se levantó de allí cuidando de que no lo vieran y salió corriendo directamente hacía los jardines.
.
― Tili tili bom, cierra ya tus ojos, alguien está caminando fuera de la casa, está tocando las puertas. –El pequeño peliblanco comenzaba a entonar una nana que le cantaba una de las niñeras más viejas que había en el palacio. Ella siempre narraba su vida en la rusa soviética de hace años, realmente que era vieja. El pequeño peliblanco jugaba con sus juguetes de madera en el suelo, en uno de los pasillos que daba hacía el comedor.
― Tili tili bom, los pájaros de la noche cantan.
Se escuchan los pasos retumbar en aquel pasillo, aquella silueta vestida de negro comienza a acercarse lentamente a través de los corredores.
― Y él está fuera de las casas, visitando a aquellos que no quieren dormir…
La pequeña voz aguda del niño se levanta como un ave, las ventanas iluminan vagamente con aquellas luces pálidas del sol en una mañana de otoño en San Petersburgo. El peliblanco acomodaba sus soldados de madera unos contra otros, con tanto orden y empujaba sus tanques.
― Está caminando, él ya viene… se acerca.
Comienza a derrumbar sus soldaditos de madera.
― Tili tili bom, ¿Puedes escucharlo cerca? Mirando en aquella esquina, observándote mientras duermes.
Comienza a levantar nuevamente a los soldaditos.
― Tili tili bom, el silencio oculta todo, él se acerca detrás de ti y te va a atrapar, él camina, él se acerca, cerca.
― ¿La canción es para mí? –Aquella voz hizo retroceder a Alexéi mientras tiraba todos los soldaditos con su espalda, había dado un gran respingo y por un momento sus piernas se congelaron, no pudo moverse. Aquel hombre se levantaba sobre él, su corazón había comenzado a palpitar demasiado rápido, lo sintió queriendo salir de su pecho. Pudo sentir dolor debajo de sus manos, pero ahora se encontraba paralizado allí queriendo contener el aliento, esperando a que él se fuera. Esperando que todo fuese una pesadilla.
Era un joven, no tendría más de veinticinco años. Tenía un rostro en forma de corazón, su cabello caía sobre su rostro agraciadamente y lo sujetaba en una coleta con un listón negro. Su piel era pálida, y el peliblanco podía ver unas cuantas venas azules resaltar suavemente, su boca era curvea y de un fino color rojo. Lo que más llamaba la atención eran sus ojos negros, aquellos ojos tan oscuros como la noche. Su ojo derecho tenía un rasguño que lo hacía verse más pequeño y más temible. Alexéi trató de hablar, pero parecía que las palabras se atoraban en su garganta.
― ¿Te gusta cantar, pequeño zarévich? ¿Te da miedo que Sirin venga por ti? A ella le gustan las canciones, sobre todo la que cantan los niños como tú.
Alexéi había tragado saliva, una leyenda eslava decía que Sirin era un búho con el rostro de una mujer quién le cantaba a los hombres para devorárselos. No podía dejar de mirar los ojos de aquel hombre, siempre vagando en la oscuridad de la noche, siempre caminando por los pasillos, porque él podía escucharlo mientras dormía, tenía pesadillas con él. Había algo en su presencia que causaba escalofríos, que quitaba el aliento y llenaba de terror. Lentamente pronunció su sonrisa dejando a la vista unos caninos filosos, aparentemente normales, lo cual hizo saltar al peliblanco.
― No debe de tenerme miedo, zarévich Alexéi… yo no le haría daño. –El hombre se puso sobre sus rodillas, tratando de llegar al nivel de Alexéi. Extendió su mano un poco y logro posarla sobre la cabeza del niño quién tembló.- En realidad, me agradas.
Él ya viene, se acerca.
Aquel momento que chocaron sus ojos fue el peor para el peliblanco, no podía ni moverse ni tampoco maquinar su cabeza. Entonces el hombre dejo escapar una pequeña risa jocosa y entonces se puso de pie. Era esbelto, y tenía largas piernas… además de que siempre vestía de forma antigua, haciéndolo ver un poco más maduro.
― Se acerca. –Susurró, al tiempo en que el niño temblaba ante la voz de aquel hombre.- Es una buena nana.
― Señor Blackfire, el Zar desea verlo. –Para suerte del peliblanco, el mayordomo había aparecido. El tutor entonces se volvió hacía él y le guiño un ojo.
― Nos vemos, pequeño zarévich.
Él le dio la espalda y comenzó a caminar siguiendo al mayordomo, y el peliblanco escuchaba que aquel terrorífico y hermoso hombre comenzaba a tararear la nana que él había estado cantando.
Inmediatamente los gritos que nacieron de su cabeza lo hicieron levantarse de aquel ensueño, el sudor empapaba su cuerpo completo y no parecía haber contenido la respiración mientras dormía. Aquel hombre siempre les había dado miedo, a él y a sus hermanos. Admiraba el hecho de que Andréi siempre tuviera que estar con él, jamás iba a olvidar aquella mirada, tan negra, tan oscura. Se hizo el flequillo empapado hacía atrás, trataba de apaciguar su corazón y su respiración, jamás había vuelto a tener esas pesadillas. Trataba de reprimirlas desde años atrás.
Sintió el calor de los brazos de su madre, mientras esta le arrullaba con una de sus nanas de más pequeño, le acariciaba los cabellos platinados y le susurraba que todo iba a estar bien, iba a estar bien.
― Spi mladyenets, moi prekrasný, bayushki bayu, tikho smotrit myesyats yasný f kolýbyel tvayu. Stanu skzývat' ya ’kazki, pyesenki spayu, tý-zh dremli, zakrývshi glazki, bayushki bayu. (Duerme, niñito mío, prenda mía. ¡Arrurú, arrurú! La luna silenciosa está mirando, dentro de tu cuna. Te diré cuentos de hadas y te cantaré cancioncitas, pero debes dormir, cerrados tus ojitos ¡Arrurú, arrurú!) Le había dicho su madre que lo iba a extrañar, lo había abrazado y besado muchas veces. Erikka se encontraba rodeando su cintura y hundiendo su rostro en el costado de ella. Alexéi trataba de mostrarse fuerte, por más que su madre le decía que todo iba a estar muy bien. Podía mirar a Andréi parado en una esquina mirando con tristeza, últimamente el palacio estaba demasiado triste… sus padres siempre estaban preocupados, todo el tiempo. Victoria continuó cantándole aquella antigua nana rusa a sus gemelos, mientras los hacía dormirse.
― Bogatýr tý budish s vidu i kazak dushoi. Pravazhat’ tibya ya výdu, tú makhnyosh rukoi. Skolko gorkikh slyoz ukradkoi ya f tu notsh pralyu! Spi, moi angel, tikho, sladko, bayuski bayu. (Parecerás un héroe y serás un cosaco en el alma. Me apresuraré para acompañarte, te despedirás con la mano. ¡Cuántas lágrimas amargas lloraré aquella noche! Duerme, ángel mío, calma y suavemente ¡Arrurú, arrurú!)
Los ojos de Alexéi se habían cerrado y la voz de su madre le había hecho dormirse rápidamente, él no quería ser parte de nada. ¿Por qué no podría Iván tomarlo en lugar de él? De pronto, la profundidad de su sueño acallo sus pensamientos. Y ya no se preocupó, decidió no preocuparse.
Los gritos resonaron sordamente por lo más bajo del palacio, Alexéi despertó ahogando un grito, la habitación estaba a oscuras, solo pobremente iluminada con la llama de la vela. Mirase por donde mirase, lo único que se aferraba a sus ojos era aquella fría oscuridad que le causaba gritar. Una sombra se movió en la oscuridad, el niño se aferró a la cabecera de su cama, resguardando el grito que pugnaba por salir. Hasta que el rostro de su madre fue iluminado por la luz de la vela, tenía los ojos hinchados por el llanto y marcas de rasguños hechos por ella misma en las mejillas. Con un suave movimiento cubrió la boca de Alexéi, y le hizo callar, hasta que él se tranquilizara.
Victoria entonces levanto a sus dos hijos y comenzó a correr con ellos para llegar hasta la biblioteca, el peliblanco comenzaba a escuchar los gritos en los pasillos de abajo y un terror inundo su pecho. Recorrieron aquellos pasillos vagamente iluminados y entraron a la biblioteca.
― ¡Frey! ¡Sácalos!
Y allí se encontraba aquel hombre levantándose sobre la oscuridad. Él entonces asintió sonriendo sutilmente y comenzó a acercarse. Alexéi sujeto la bata de su madre y la miró con miedo.
― ¿A dónde nos llevan madre? ¿Por qué nos tenemos que ir? ¿Vas a venir?
Ella sujeto su rostro y entonces volvió a besarlo mientras le dedicaba una sonrisa.
― Yo te alcanzaré después, mientras tanto… cuida a tu Hermana.
― ¡No! ¡Tienes que venir! ¡Andréi y padre también! –Frey lo había sujetado y había comenzado a jalarlo al tiempo en que el peliblanco comenzaba a patalear y a gritar, Erikka derramaba lágrimas silenciosas y caminaba como si fuese un fantasma en pena. Alexéi comenzaba a gritar el nombre de su madre, el nombre de su hermano y finalmente sintió como el hombre lo empujaba contra una chimenea. Erikka trato de controlarlo y ahora unas cuantas lágrimas se asomaban en el rostro del niño. El hombre entonces se inclinó y lo miró fijamente.
― Tili tili bom, se acerca… -Entonces le guiño un ojo, y dibujo una sonrisa filosa en su rostro. Un grito pugnaba por salir de la boca de Alexéi pero entonces se adentró a un remolino de colores.
Jamás iba a olvidar el rostro de Frey Blackfire, en su vida.
Ahora todo se había vuelto más tranquilo, recordaba con tristeza las revueltas que se habían creado y aquel día cuando destrozaron el palacio y su madre los mando a Inglaterra. Y recordó con tristeza la mirada de Andréi, nunca volvió a hablar con su hermano.
Él estaba demasiado ocupado ahora.
― Yo puedo hacer que todos sepan quién eres, y entonces vengan por ti. –Indicó el ministro con desdeño.
― ¿Qué es lo que quierre? –Gruñó el peliblanco.
― Tu padre lo sabe muy bien. Después de todo… es el Zar más inteligente que ha tenido Rusia… Imagínate que todos se enteraran quién eres… No te quedaría más que eso ¿No? Sería un escándalo, ¿No opinas lo mismo?
Kaia Potter.
― ¿Te habías olvidado por completo del baile de navidad? –Había preguntado Rose. Levanté la mirada hacía ella de forma indiferente y después continué almorzando.
― Tenía mi mente en otras cosas, como por ejemplo… recuperarme de la caída.
Había pasado una semana desde que había tenido el accidente, llevaba todavía la venda en la cabeza y tenía algunos cuantos rasguños en el rostro que poco a poco iban desapareciendo gracias a las pociones de madame Pomfrey. Todavía podía recordar las palabras de Ted durante aquella noche y también como Noah permaneció conmigo hasta que me durmiera.
Había levantado mi mirada hacía él, no hablábamos, parecíamos completamente desconocidos. Él siempre leía y yo siempre iba por mi parte, pero había un momento cuando nuestras miradas chocaban y las evitábamos… solo para volvernos a mirar. Dolía más pensar en el hecho de verlo alejarse y no permanecer allí.
― ¿Con quién irás al baile, Kaia? -Levanté la mirada hacía mi prima, y entonces mi mente quedo completamente en blanco. Mi mente comenzó a divagar mientras miraba mi plato de sopa, las punzadas de mi pecho todavía dolían. Las sentía hundirse cada vez más.
― No lo sé. –Musité en un susurro. Sintiendo como ardía mi garganta, como me tragaba las lágrimas.
Solo quería que él estuviese conmigo.
Levanto la mirada y mis ojos se encuentran con aquellos ojos lavanda dedicándome una sonrisa amable. Trato de corresponderle, pero no sé si sonrió o solo aprieto los labios. Ya estábamos en diciembre, ya los prefectos comenzaban a decorar el comedor con arreglos navideños y sobre todo, nadie paraba de hablar acerca del baile de navidad que se aproximaba.
Realmente no importaba, últimamente no podía importarme nada. Me sentía ignorante, me sentía triste, me sentía otra persona.
Extrañaba todo lo que deje ir.
― ¿Podemos hablar? –No había podido evitar escuchar esa voz. Había mirado a la chica en algunas ocasiones, pero no sabía quién era. Era una chica de cabello azabache y liso, muy largo. Y sin lugar a dudas, ella era muy hermosa. Le dedicó una sonrisa coqueta y entonces trato de parecer linda ante él.- En privado.
James entonces dejo escapar una pequeña risa, y Ted después de un largo pensar se puso de pie y asintió. Pude sentir como el alma caía sobre mis pies. Rose continuó mirando como ellos salían del comedor y entonces yo permanecí allí mirando mis manos.
― Vaya, pero ojala a ella le diga que sí. –Murmuró Rose.- Es guapa.
― Sí… -susurré para mí misma.- Lo es.
Lo era.
― Tengo que irme. –Dije al tiempo en que me ponía de pie y con mucho esfuerzo trataba de caminar. Rose pensó en decir algo pero conociéndome prefirió quedarse callada. Sentía como mi corazón se iba destrozando poco a poco y quise acabar con todo esto de una vez por todas.
Realmente ella era muy guapa.
Última edición por Vanellope el Dom 12 Oct 2014, 2:54 pm, editado 1 vez
Vanellope
Re: This Means War {Novela Colectiva de HP, 3ra Generación}
Soundtrack.
We all complete. -Rachel Portman
video.
Tili Tili Bom .
Video. (Primera canción del POV de Alekséi)
Cossak Lullaby
Video. (Segunda canción del POV de Alekséi)
-
New York -Snow Patrol
Video.
Another Love -Tom Odell
Video.
Vanellope
Re: This Means War {Novela Colectiva de HP, 3ra Generación}
Look at the stars.
LOOK HOW THEY SHINE FOR YOU.
Noah Mayhew.
― ¡Oye, Noah! –Había sentido el golpe entre mis omoplatos. Me volví hacía la chica de cabello rojo cereza quién me dedicaba una sonrisa de oreja a oreja. Ronda era su compañera de turnos, a pesar de tener 16 se comportaba como una infante de doce. Siempre le había encantado resaltar, así que amaba pintarse el cabello de colores brillantes.- Últimamente te la pasas mirando hacía la mesa de los leones… ¿Es qué te gusta alguien?
― ¿Eso es cierto, Zeph? –Una chica castaña había abierto los ojos de par en par.- ¡Joel! ¡Joel! –Comenzó a jalar la túnica de su hermano.- ¡A Zephyr le gusta alguien! –El chico castaño entonces se volvió hacía su hermana y dejo escapar una risa.
― ¿Qué tal si adivinamos quién? –Dijo burlonamente. Comencé solo a escucharlos, puse mi mejilla sobre mi mano empuñada y trataba de no reírme ante sus comentarios. Los hermanos Merrythought siempre tenían las mismas expresiones cómicas y la risa de Ronda era sumamente aguda. Y entonces dirigí mi mirada hacía la mesa de los leones, pude reconocer al instante una melena rubia y completamente rizada. Sus ojos no se levantaban del plato y fue en ese momento cuando la levanto y me había mirado. Curve mis labios en una sonrisa y ella solo torció su boca, por un momento pude haberme sentido triste pero sabía que ella me necesitaba.
Sabía que yo debía de tomar el lugar que él llevaba en su vida.
Yo sé que lo miraba, y yo sabía que ella todavía lloraba. Siempre podía ver aquel tono rojizo debajo de sus ojos y como sus ojos esmeralda se iban apagando de poco a poco.
― ¡Empecemos con un indició! Quizás si desglosamos lo que le gusta a Zeph, entonces podremos tener una idea de qué chica le gusta. –Había sugerido Ronda.
― Oh vamos, no intentaras simplemente preguntarle… con un análisis mental podremos hacerlo, incluso con la lectura de sus gestos físicos. Siempre funciona. –Corroboró Joel.
― ¿Lectura de gestos? Eso es muy vago, no es que estemos hablando de un criminal de azkaban. –Prim había puesto los ojos en blanco.- ¡Hoy en día se analiza mediante gestos vocales! ¿Sabes?
― ¿Gestos vocales? ¿Análisis mental? –Pregunté extrañado, tratando de no reírme.- ¿Por qué no simplemente me preguntan quién es y basta de tanto revuelto?
Los tres se dirigieron la mirada entre sí, y entonces la regresaron posándola sobre mí ahora sintiéndome un poco incómodo. Pero algo había llamado más mi atención, una chica de melena lisa y oscura se había posado frente a la mesa de los leones, exactamente tratando de llamar la atención de Lupin. Mi preocupación había sido ella, quién parecía a toda costa no sentirse mal. Unos cuantos chicos miraban la escena, él se había levantado y siguiéndola entonces salieron del comedor.
― ¿Ted Lupin y Juliette Françoise? –Ronda había mascullado.- Bueno, en realidad los chicos lindos siempre preferirán a las chicas como ella.
― Siempre pensé que el chico era inalcanzable o algo por el estilo. –Dijo Prim entre risitas risueñas.
― Desde mi punto de vista, pensaba que a él le gustaba alguien más… -Murmuró Joel indiferentemente.- Como sea…
Pero mi mente no se encontraba allí, sino ante la mirada iracunda de aquella rubia del otro lado. Cuando levanto la mirada había tratado de sonreír, pero parecía sumamente triste y entonces se levantó, y salió del comedor con la cabeza cabizbaja. Mi corazón había dado un vuelco y últimamente solo quería decirle lo mucho que intentaba ayudarla.
― Me gusta Kaia Potter. –Susurré para mí mismo, pero aparentemente los demás estaban ocupados hablando de otra cosa que no me habían prestado atención. Volví la mirada hacía mi plato y entonces deje escapar un suspiro cansado.- Me gusta mucho.
.
Los pasillos se encontraban un poco congestionados, comencé a dirigirme hacía la torre Ravenclaw, las escaleras iban moviéndose y me preguntaba si ella estaría bien. Traté de no pensar demasiado, de verdad que había tratado. Los cuadros comenzaban a saludar y finalmente llegaba hacía el final del pasillo cuando entonces me detuve al ver a dos personas que habían levantado la mirada hacía mí. Me detuve en seco al ver a Ted cruzado de brazos contra su pecho y a la chica azabache acercarse demasiado a él. Pude sentir la forma en la que él me había mirado, bajo su mirada fingiendo que no estaba allí. Fingiendo que yo no existía.
― ¿Te perdiste? –Preguntó ella sutilmente a lo cual apreté los labios en una sonrisa.
― No, convenientemente este es el camino que tomo.
― Bueno, estábamos en algo. ¿Podrías continuar con tu camino?
― Claro, no hay problema.
Igual yo esquive la mirada y continué con mi camino pensando en que él estaba mal, en lo cobarde que él era y en su mente complicada. Pensaba en el daño que causaba y el efecto que atraía, pensaba en ella y solo en ella. Pensaba en la sonrisa que él le había quitado y en la forma en que la dañaba, como si no fuese nada. Como si jamás le hubiese importado.
Me detuve por un momento, había unas escaleras de caracol que iban hacia abajo. Por una extraña razón había algo que me incitaba a bajar. Me adentré hacía aquel estrecho lugar y comencé a bajar las escaleras, el lugar olía a humedad y polvo. Mientras más bajaba, más iba oscureciendo, hasta que al final pude vislumbrar la luz que indicaba el final del camino. Cuando la luz choco contra mis ojos tuve que cerrarlos para evitar aquel golpe en mis pupilas, finalmente pude bajar la mirada y cuando mis ojos se acostumbraron a la oscuridad de la habitación inmediatamente mi corazón había dado un vuelco.
Ella levantó la mirada enrojecida, no parecía haber llorado pero debió de haberlo querido hacer. Sus mejillas estaban sonrojadas y su boca estaba posicionada en una mueca de disgusto, y sus ojos esmeraldas se encontraban opacos, vacíos. No quiso decir nada, porque después de todo… no había nada que decir. Pareció sumamente avergonzada de sí misma, pude leer lo que pensaba, pude imaginarme lo que estaba sintiendo… el dolor que tenía que cargar. Deje mi mochila a un lado y caminé hacía ella haciéndome espacio a un lado. Nuestro silencio decía mucho, ella tenía la cabeza cabizbaja y se hundió más abrazando sus piernas. Dejo caer la cabeza hacía un lado causando que las puntas de sus rizos chocaran contra sus pantorrillas.
― Va a ir con ella. –Susurró muy quedamente. Levante la mirada hacía ella y pude ver la tranquilidad con la cual lo decía, pude ver como cerraba sus ojos y como trataba de relajarse. No pregunté, porque yo sabía a quienes se refería.- No esperaba a que fuera conmigo, porque yo sabía que eso era imposible…
Traté de mirarla más de cerca, ella entonces levanto el rostro de entre sus rodillas y pude notar el singular rastro de pecas que tenía su nariz. Se volvió hacía mí y pude ver como sus ojos me acribillaban en busca de una respuesta.
― Ven… -Murmuré y traté de decirle que todo estaba bien, traté de decirle que yo estaba allí. Traté de decirle que no me iría aunque todavía no me viera como yo esperaba, traté de decirle que llorará cuando lo necesitara… yo no la juzgaría. Sus labios comenzaban a crisparse, dejo escapar un suspiro tembloroso. Dejo caer su mejilla sobre mi pecho y entonces pude rodearla con mis brazos. No era una persona pequeña, no era muy delgada ni tampoco se arreglaba demasiado. Su cabello estaba muy alborotado, tenía sacos bajo sus ojos y aun así, aunque no fuera perfecta.
Era hermosa.
― ¿Puedes quedarte? –Murmuró ella, yo entonces hundí mi mejilla en su cabello. Tenía un aroma a té negro y yerbajos. Cerré mis ojos y entonces la abracé más.
― No me iré.
― Gracias. –Y pude escuchar como su voz se había quebrado. No lo decía, porque era demasiado orgullosa para hacerlo, no decía que estaba sollozando, podía sentir sus lágrimas en mi ropa pero aun así ella no lo decía, ella no lo decía aunque yo ya lo supiera. Y yo tampoco quería sacarla de aquella ilusión que se estaba maquinando.
Deseaba ser parte de ella, tanto como lo era él.
― Vamos al baile. –Inquirí después de aquel largo silencio. Ella no levantó la cabeza, simplemente permaneció allí meditando.
― No es una buena idea. –Respondió después de unos segundos.
― ¿Por qué? Las buenas ideas jamás empezaron bien.
― Porque me siento aterrada de estar allí.
― El miedo es algo sustancial.
― Comienzas a hablar como un Ravenclaw. –Gruñó. Entonces de mi boca escapo una mezcla entre una risa y un bufido.
― Entonces estoy en la casa correcta.
Ella pareció querer sonreír, había vacilado y entonces continuó con los ojos cerrados aferrando su mejilla a mi pecho. Me acerque y por un instinto pegue mis labios contra su frente.
― No soy muy bueno bailando solo. Los irlandeses no bailamos muy bien sin compañía.
Ella no respondió.
― No importa con quién vayas, siempre iré a buscarte.
― Eso se escuchó muy mal. –dijo ella dejando escapar una risita.
― Está bien, siempre y cuando estés allí.
― Suena más razonable.
Y permaneció allí, buscando alguna clase de consuelo que quizás solo yo podía darle. Que solo yo realmente deseaba poder dar.
Solo deseé que pudiese haber durado un poco más.
.
― Realmente me importa poco la forma en que se comporten durante el baile. –Inquirió el jefe de la casa, diciéndolo de forma indiferente. El profesor Samuel enarco una ceja y entonces nos miró despectivamente.- ¿Quién soy yo para decirles que hagan algo imprudente? Después de todo es un baile.
― Creo que debería de ponerse más serio. –Susurró Prim a mi lado.
― Quizás no lo sepa señorita Merrythought, pero la he escuchado. –Las mejillas de Prim se tornaron rápidamente color carmesí y bajo la mirada directamente hacía sus zapatos. El profesor se irguió, y dejó escapar un suspiro.- Como sea, lo saben perfectamente ¿no? Me da igual si deciden ir elegantes o prefieren usar una botarga de circo. –Algunos trataron de contener la risa, el profesor se cruzó de brazos y los fulminó con la mirada.- Me alegra que estén de buen humor, porque aquellos que llevan Runas Antiguas no se salvaran de presentar el examen antes de navidad, y también para aquellos que no lleven clases conmigo, no seré benévolo al recibir sus notas. Se supone que están en esta casa por ser supuestamente inteligentes, al menos séanlo en los últimos días antes de desatar su idiotez en dicho evento. –Entonces acomodo bien su saco.- Como sea, es todo lo que les tendré que decir, adiós. –Y de esa forma, el profesor salió de la sala común y todos levantaron la voz para hablar unos con otros acerca del baile, opinando sus respectivos puntos de vista.
― ¿Y ya sabes a quién quieres invitar? –Preguntó Prim, en ese momento la mire.
― Él ya lo sabe. –Inquirió un tercero, cuando me volví entonces pude ver a Tyler mirándome, los ojos de Prim brillaron y entonces sonrió.
― ¿De quién se trata, Zeph? –Exclamo agudamente. Yo solo había mirado a mi amigo, preguntándome realmente, y quizás no fuera lo suficientemente listo para saber que ocurría con él. Por primera vez me había sentido incomodo, levante la mirada hacía la castaña y le dedique una sonrisa.
― Es un secreto. –Trate de decir de buen humor. Ella entonces se cruzó de brazos y había comenzado a protestar.
― Está bien, no importa realmente. –Dijo él.- Nunca importo tanto. –Sentí un nudo en el estómago, él simplemente evitaba mirarme. Traté de decir algo, por primera vez me quede completamente callado.
Se escuchaba el pisar de las piedras del camino debajo de sus zapatos, al tiempo en que corría detrás de aquel Volkswagen azul que se alejaba. El chico comenzaba a gritar detrás de él, agitando los brazos y levantando la voz hasta quedarse mudo.
― ¡Mai! –Gritaba su nombre.- ¡Mai! ¡Espera, Mai!
Sin embargo, todavía el auto se alejaba y él jamás pudo alcanzarlo.
Se escuchó como los cristales se destrozaban contra el suelo, las voces que se levantaban en la sala entonces quedaron en completo silencio. No sabía porque todos me miraban, ni porque comenzaba a sentir dolor en mis manos. Miraba como sus bocas se movían más me encontraba demasiado absorto como para escuchar sus voces, llevé mi mano hacía mi cabeza completamente mareado cuando algo choco contra mi mejilla y pude distinguir como una gota de sangre se deslizaba por mi piel y entonces mire mis manos completamente confundido.
― ¡Zephyr! –Rhonda había puesto ambas manos sobre mi rostro y me había levantado la cara directamente hacía ella.- ¡Dios mío! ¿Qué demonios te sucede?
― ¿Qué? –Pregunte completamente confundido.
― Simplemente te caíste, quizás estabas mareado.
― Lo bueno era que solo fue esa fea lámpara vieja. –Había dicho Joel quién levantaba la varita.- Reparo. –Inmediatamente todas las piezas de cerámica de la lámpara regresaban a su estado normal y reposaba sobre una de las mesas.- Creo que estas un poco cansado, yo comprendo a la perfección las cargas de ser prefecto y también, últimamente pides los turnos muy de noche.
― Sí, quizás tengas razón. –Musité. Joel entonces dejo escapar una risa.
― Yo sé que tengo la razón, Zeph. –Guardo la varita en uno de sus bolsillos.- Vamos, alguien que pueda curar al muchacho, no hay necesidad de llevarlo a la enfermería.
― Bueno, puedo hacerlo entonces. –Dijo una chica.- Es muy sencillo. –Avanzando entonces pude ver la atención que llamaba. Era pelirroja, y aparentemente muy distante. Me senté en uno de los sofás con ayuda de Rhonda y Primrose, entonces la chica comenzó a curar las cortadas con mucha destreza.
― Gracias, Crystal. –Murmuré un poco avergonzado. Ella no sonrió pero tampoco pareció impertinente, solo asintió con la cabeza.
― No es nada, en realidad.
Ya las personas se habían dispersado en la sala, continuaban hablando sobre el baile. Mi cabeza continuó doliendo demasiado, el nudo que sentía en el estómago ante aquello que había recordado, que pensé que había encerrado en lo más profundo de mi mente solo salió ante aquel sentimiento, el sentimiento de perder algo. Levanté la mirada hacía aquel chico, quién se había alejado, quién me miró y me hizo sentir completamente culpable. Presione el puente de mi nariz con mis dedos y deje escapar un tremble suspiro.
No importa realmente.
Kaia Potter.
― ¿Cómo te fue? –Preguntó Albus al tiempo en que salía del salón de Runas Antiguas. Me encogí de hombros, en realidad me daba igual.
― Supongo que estuvo bien, no me preocupa tanto. –Él sonrió esbozando preocupación y entonces se puso de pie.
― ¿Continuas peleada con James?
― Sabes bien que él empezó todo, yo realmente no tengo la culpa.
― El problema es que ambos son idénticos, y cuando ambos estén de malas siempre van a discutir.
Había comenzado a jugar a pellizcarme la piel al tiempo en que trataba de escuchar lo que decía, no había vuelto a hablar con James después del partido de quidditch. Supe que estuvo allí, pero nunca tuve la oportunidad de decir algo. Albus pareció notar lo incomodo que me sentía al hablar de aquello y entonces cambió de tema.
― Te has quitado la venda de la cabeza.
― Ya no tiene sentido usarla más, ya no me duele tanto.
― Lo sé. –Entonces su mirada entristeció un poco.- Comprendo.
― Albus…
― ¿Sí?
― Creo que deberías darte cuenta de las personas que estas lastimando, quizás no te des cuenta de que lo haces o a quién se lo haces… pero, cuando lo hagas… yo… -Pero no pude terminar la frase, simplemente no pude terminarla.- Lo siento, solo no me hagas caso. –Entonces me di la vuelta y comencé a caminar alejándome de él, dejándolo completamente perplejo.
Los pasillos comenzaban a ser recurridos por los estudiantes aliviados de terminar los exámenes, entonces me hundí en un mar de voces y me detuve a apoyarme contra una pared.
― ¡No! ¿Enserio? Y yo que quería ir con él. –Comentó una chica en bata negra, alumna de Salem.
― ¿Hablas enserio? Harmony te hubiese matado. –Respondió la otra.
― ¡Pero ahora va a odiar a la chica esa! ¿Acompañante del campeón de Hogwarts? –Bufó.- Harmony es mil veces mejor.
Escuchar el hecho de que Ted iría al baile con una chica de Slytherin continuaba causándome molestia. Levante la mirada, tratando de tragarme todo lo que sentía y solo así continué caminando por mi cuenta.
Deseosos de impresionar a los visitantes de otras escuelas, podía ver como los prefectos y los maestros parecían determinados a engalar el castillo lo mejor posible en Navidad. Me impresionó el hecho de ver como a las barandillas de la escalinata de mármol les habían añadido carámbanos perennes; se acostumbraba a poner doce árboles en el Gran comedor y pude ver como los prefectos de Ravenclaw estaban adornando algunos, y al parecer los de Hufflepuff también. Vi como Primrose Marrythought llenaba de bayas luminosas de acebo y como el profesor Flitwick lo decoraba con búhos auténticos, dorados, que ululaban. También en uno de los árboles se encontraba Azzura poniendo esferas y a Evanna Kavannagh poner velas flotantes en él. No esperaba verlo a él, realmente no deseaba verlo.
Las armaduras habían sido embrujadas para entonar villancicos cada vez que alguien pasaba por su lado. No le había preguntado a mis amigas con quiénes irían al baile, me sentía muy alejada de ellas y a pesar de la culpabilidad, sé que yo no sería una buena amiga con ella en estos momentos. Escuché como alguien musitaba algo por lo bajo, una mala palabra. Cuando me acerque más al rincón de las escaleras pude ver a un malhumorado ruso exclamando groserías por lo bajo. Levantó su mirada y me acribillo con ella.
― ¿Tampoco soportas la idea de un baile? –Bufé sarcásticamente, él entonces esbozo una media sonrisa burlona y su lengua pareció un cuchillo filoso.
― Detesto los bailes.
― Lo dices como si hubieses asistido a muchos. –Musité.
― Quizás lo haya hecho, no dudes de mis palabrras.
― Dudo más de ti, Alekséi, que de cualquier otra persona. –Él entonces levantó la mirada plateada hacía mí y deje escapar una sonrisa burlona.- Dicen que no hay que confiar en rusos.
― Ni tampoco en las inglesas.
― Eso es otra historia.
― Da igual, pecosa.
Ambos permanecimos mirándonos con burla, esperando a que quizás él se pudiera llevar mis problemas y yo los que él seguramente tenía. Últimamente él también se encontraba en su mundo, y me ponía celosa el hecho de que yo comprendía la razón. No podía mirarlo como algo más, pero a veces era difícil compartir el cariño que sentía por él. Él entonces bajo la cabeza y pareció estar pensando en algo.
― ¿Y ya te han invitado al baile? –Preguntó.
― Aunque parezca imposible, no.
― Es porrrrque errres una cabeza hueca. –Dejo escapar una risa burlona.
― ¡Dime la larga fila de chicas que te han invitado a ti!
― Fuerron tantas que no rrecuerdo ni sus nombrres. –Me apoye contra la pared mientras lo miraba fijamente burlándome de él internamente. Él continuaba con los brazos sobre sus rodillas flexionadas y apoyando la cabeza contra la pared.
― Seguramente son imaginarias. –Me mofé.
― Quizás, quizás me estoy volviendo loco. –Entonces se puso de pie y podía notar la diferencia de estatura entre los dos.- Perro tú, tú ya estas demente. –Entonces me dio un golpe suave en la coronilla de la cabeza.- ¿Pensabas que jamás me darría cuenta? ¿Qué soy muy estúpido para no enterarme?
― ¿De qué hablas?
― Uno no se encuentrra así porr casualidad.
― Yo… -Entonces no supe que decir, las palabras se estancaron en mi garganta y entonces baje la mirada para ver mis zapatos. Lo escuche suspirar, y dejó caer su mano sobre mi cabeza mirándome fijamente a los ojos.
― Como sea… -Murmuró en su idioma.- Serre un gran amigo y te acompañaré al baile… así no tendrras que decirr que no a mucha gente. –Trate de reírme, pero me había ganado un poco la nostalgia. Ya no pude mirarle a los ojos, no pude admitir que realmente él tenía razón y envidie a la persona que llegará a estar con él, por poder mirarlo con otros ojos y de otra forma. No simplemente como un amigo.
― No quiero ir contigo, me vas a poner en vergüenza. –Susurré con la voz cortada.
― No digas tonterrías, tonta. Sí él va con otrra perrsona, que mejorr que tu vayas con quién no se esperraba.
― Eres un tonto.
― Y tú una llorrona. –Entonces esbozo una sonrisa.- Él tendrría que serr un tonto parra dejarrte irr de está forrma.
Entonces me abrazó y posó su mentón sobre mi cabeza. Y realmente me sentí feliz por un instante, porque sentía que él ya me comprendía y también me preocupe por él. Algo sucedía, porque no era así. Él hoy estaba diferente.
― Eres un mentiroso, Ivanner. –Susurré. Él no contesto, permaneció en silencio por un rato y pude sentir la culpa en su persona.
― Sí, he mentido en muchas cosas… Les he mentido a todos. –Y para suerte de él, no lo había comprendido… me hizo sentir más culpable.- Les he mentido siempre.
.
Ya la noche comenzaba a caer, me sentía completamente inestable. La luz lívida de la luna se aferraba a los pasillos. Me senté en una de las ventanas y comencé a pensar, sentirme culpable del hecho de ir con Alekséi y no con Noah, porque no quería seguir lastimándolo. Yo sé cómo él se sentía, yo sabía cómo me miraba. No quería decepcionarlo.
Gire mis piernas hacía el lado externo de la ventana y entonces cuando apoye los pies contra el suelo escuché un crujido debajo de mis zapatos. Los levanté y pude ver un par de lentillas destrozadas, me di cuenta de que había una persona acostada en el césped y mi corazón se detuvo cuando giro su rostro hacía mí y bajo su libro. Estaba preparado para decir algo, pero al parecer también se quedó sin palabras. No pude ni mirarlo a los ojos, baje la mirada hacía mis pies y torpemente trate de encontrar mi varita.
― Olvídalo. –Musitó, yo negué con la cabeza.
― Lo siento. –Dije entre dientes, no sabía explicar lo que sentía en esos momentos. No sabía si sentir algo en el estómago, si era felicidad o si se estaba retorciendo. No sabía si quería sonrojarme o llorar, y no sabía si quería mirarle al rostro o simplemente evitarlo. Ya no sabía si lo odiaba por completo… o si todavía le quería más. Permanecimos en silencio mientras yo sacaba mi varita y entonces reparaba sus lentillas.
Cuando se los di, él me dio la espalda y permaneció mirando hacia la penumbra oscura del bosque. El viento sopló suavemente y sentí el frío en mis mejillas. Seguramente iba a nevar pronto. Todavía no sabía de dónde provenía la nieve. Mi corazón dio un vuelco al recordar aquello, comencé a girar mis piernas para irme.
― ¿Cómo sigues? –Preguntó, continuaba de espaldas. Levanté la mirada hacía él para mirarle los rizos que se hacían en su nuca. No supe como contestarle, él sabía que no estaba bien, lo sabía perfectamente.
― Mejor… ya he podido quitarme las vendas. –Murmuré quedamente.
― Me alegro.
― Sí…
El nudo de mi garganta comenzaba a lastimarme, la sentía arder y dolía. Mis piernas se habían paralizado por completo, gire la cabeza para mirar hacía el concreto de la pared. Seguramente él también se encontraba tan incómodo como yo, no quería continuar allí pero me encontraba en la necesidad de hablar con él.
― Escuché que irías con alguien al baile. –Él pareció consternado ante lo que dije, dejo escapar un suspiro.
― Sí, es de Slytherin.
― Eso es una sorpresa… -Trate de que la voz no se me quebrara, empuñe mis manos y traté de tragarme aquel amargo sentimiento. Mi pecho comenzaba a doler, sentía aquella punzada en mi estómago y solo quería que él lo supiera.- Igual, era de esperarse.
― ¿Qué era de esperarse? –Pregunto rápidamente un poco consternado.
― Qué invitaras a una chica así.
No respondió, quizás ya no supo que decir. No quería recordarlo de esa forma, no quería recordarlo de espaldas y mirando hacia otro lado, ni tampoco alejándose. Me puse de pie entonces, mirando siempre hacía el suelo, no queriendo enfrentarlo. Las miles de preguntas se amontonaban en mi cabeza pero no salían de mi boca. ¿Por qué dijiste que te gustaba si no era cierto? ¿Por qué estás allí cuando dices lo contrario? ¿Por qué, Ted? ¿Por qué? Había abierto la boca en ese momento, cuando sentí una gota fría en mi nariz. Cuando levante la mirada pude ver como pequeñas partículas blancas caían del cielo oscuro. Extendí las manos para mirar como aquello se derretía cuando tocaba mi piel. Las imágenes recorrieron mi cabeza, los ángeles de nieve, el color verde crayón y el cabello blanco.
El gris.
― Está nevando. –Murmuró él, cuando levante el rostro entonces nuestros ojos chocaron. Se había vuelto hacía mí, mirándome directamente con sus ojos verdes. Baje mis manos y trate de contener todo sentimiento que estaba a punto de desbordarse.- Todavía recuerdo… -Entonces se cortó a sí mismo y pareció contraído al haber intentado sacar algo a tema.
― Yo también. –Dije entre el silencio que él había creado.- Me acuerdo, Ted… todavía lo recuerdo.
Solo nos miramos, como si de verdad fuésemos a solucionar algo. Puedo distinguir la forma de sus codos, y como su espalda se marca. Entonces se pone de pie, puedo ver como su playera se levanta al estirarse y se ve la piel de su cadera. Se volvió hacía mí y se puso nuevamente sus lentes sobre el puente de su nariz. Su cabello estaba creciendo, trataba de jalar sus rizos hacía atrás pero de todos modos caían sobre su rostro.
― Dime que recuerdas. –Se posó frente a mí, mirándome. Sentí como mi pecho revoloteaba, aquellos nervios que jamás había sentido ahora estaban allí.
― Yo… solo recuerdo que llevaba zapatos rojos y también… también los ángeles de nieve.
― ¿Solo eso recuerdas? –Pregunto un tanto decepcionado, yo asentí.
― ¿Hay algo más que tenga que recordar?
― No lo sé.
― Tu cabello… era gris.
Era más alto que yo, tenía que inclinar la cabeza para mirarme. La luz solo reflejaba lo blanca que era su piel y también podía mirarme en sus ojos verdes. Mi corazón comenzaba a alborotarse, tenía miedo de que él lo escuchara. No podía seguir mirándolo sin sentir vergüenza, sin odiarlo y sentirme herida. Me di la vuelta para irme y dejarlo allí, porque quería tirarme en mi cama, porque me dolía saber que él me lastimaba.
― Me preguntaste si me gustaba el color gris… yo te dije que no lo sabía. –Me detuve en seco. Dudosamente, me volví hacía él quién metía sus manos dentro de sus bolsillos.
― ¿Por qué te acuerdas de eso?
― Porque al final me di cuenta de que sí me gustaba ese color.
Traté de contener aquel sentimiento de ira dentro de mi pecho, realmente me la estaba poniendo demasiado difícil.
― ¿Por qué simplemente no me dejas en paz? ¿Por qué haces esto cuando trato de olvidar? ¿Por qué herirme más?
― Mi intención no era herirte.
― ¡Pero lo hiciste Ted! –Levanté la voz inesperadamente.- ¡Lo hiciste!
Sus ojos parecieron reflejar culpa, o simplemente era mi imaginación. Traté de enfrentarme a él, trate… de verdad trate.
― No me necesitas.
― ¿Por qué estás tan seguro de eso? –Exclame. Él no respondió pero entonces comenzó a avanzar unos cuantos pasos, se acercó tanto que pude oler su aroma a pasto y pergamino. Entonces esbozo una triste sonrisa y sus ojos se oscurecieron un poco. Entonces su cabello se había tornado de un color diferente, un color triste, deprimente.
― Porque siempre lastimo a la gente, no soy lo que tú esperas.
― Eso no lo sabes. –Dije entre dientes.
― Quizás no… pero no quiero saberlo tampoco.
Lo empuje con todas mis fuerzas, pero el no reacciono, comencé a insultarlo y después volví a empujarlo más fuerte.
― Ojala te quedes solo. ¡Ojala nadie sea capaz de quererte! ¡Ojala todos te odien! –Masculle entre dientes, las lágrimas comenzaban a salir de mis ojos y yo los apretaba para contenerlas. Volví a empujarlo, y él entonces me detuvo con sus manos. Levante el rostro y entonces vi algo en su mirada, vi un inexplicable sentimiento que me hizo sentir mal, me hizo sentir completamente culpable.
― Creo que es lo que merezco… -Soltó mis muñecas y continuó esbozando esa media sonrisa. Cruzo el ventanal y entonces se fue.
Caí sobre mis rodillas completamente molesta, triste y culpable. Con mis manos comencé a arrancar el pasto y a mascullar entre dientes, a tratar de contener esos sollozos. Las lágrimas de ira se desbordaban por mis mejillas y no importaba el frío, ya no importaba más.
Comenzaba a odiar el color gris.
Última edición por Vanellope el Jue 16 Oct 2014, 7:10 pm, editado 2 veces
Vanellope
Página 17 de 24. • 1 ... 10 ... 16, 17, 18 ... 20 ... 24
Temas similares
» La Tercera Generación {Novela Colectiva}
» Hogwarts "3°Generacion" (Matriculas Abiertas) Novela Colectiva
» Tercera Generación de Harry Potter~ Novela Colectiva (AUDICIONES CERRADAS)
» My Way Out || Novela Colectiva.
» La Tercera Generación {Colectiva} {Fichas}
» Hogwarts "3°Generacion" (Matriculas Abiertas) Novela Colectiva
» Tercera Generación de Harry Potter~ Novela Colectiva (AUDICIONES CERRADAS)
» My Way Out || Novela Colectiva.
» La Tercera Generación {Colectiva} {Fichas}
Página 17 de 24.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér 20 Nov 2024, 12:51 am por SweetLove22
» My dearest
Lun 11 Nov 2024, 7:37 pm por lovesick
» Sayonara, friday night
Lun 11 Nov 2024, 12:38 am por lovesick
» in the heart of the circle
Dom 10 Nov 2024, 7:56 pm por hange.
» air nation
Miér 06 Nov 2024, 10:08 am por hange.
» life is a box of chocolates
Mar 05 Nov 2024, 2:54 pm por 14th moon
» —Hot clown shit
Lun 04 Nov 2024, 9:10 pm por Jigsaw
» outoflove.
Lun 04 Nov 2024, 11:42 am por indigo.
» witches of own
Dom 03 Nov 2024, 9:16 pm por hange.