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This Means War {Novela Colectiva de HP, 3ra Generación}
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Re: This Means War {Novela Colectiva de HP, 3ra Generación}
Don't go
I shouldn't cry but the truth is I wanna say it ... Please, don't go.
Sábado por la mañana
― Debes regresar a tú sala común, James. Está amaneciendo.
― Debes regresar a tú sala común, James. Está amaneciendo.
James miraba a la nada, con el cabello castaño cayéndole desordenadamente por el rostro y sin ninguna intención aparente de moverse del regazo de su rubia amiga. Regine soltó un suspiro en silencio, y enredo un mechón café en su dedo índice antes de soltarlo y verlo rebotar alegremente; todo lo contrario a lo que se sentía en el ambiente. Una vez más, volvió a llamar a su mejor amigo, con voz tenue y rasposa, incluso se atrevió a moverlo un poco por los hombros para atraer su atención.
― No quiero moverme ―Fue la escueta respuesta que dio James.
― Ya deben ser casi las 6 am… ―Dijo ella, picándole la mejilla al muchacho ―. Debes volver, dormir un poco y después bajar a desayunar.
― Tampoco tengo hambre.
― Te estás comportando como un niño, Jamie.
― Quizás aún lo soy… ―Shanelle desvió la mirada hacia el final del pasillo en el que se encontraba y frunció los labios, sintiendo el dolor de James en esas palabras.
Ella negó, removiendo su ya de por si desordenado cabello rubio aún más y con una mirada más determinada, removió a James con más fuerza, consiguiendo que este gruñera y poco a poco se fuese sentando ―. Vamos, te acompañaré a la torre.
― Slytherin queda más abajo, serpiente despistada ―Refunfuñó él, tallándose los ojos con la palma de la mano derecha. Alrededor de los párpados se podía notar cuán rojos estos estaban. Había llorado mucho después de haberle dicho a Shanelle lo que había sucedido con Wanda y eso era notable ya a simple vista.
― Lo sé… ―Contestó comenzando a levantarse del frío y duro mármol del piso ―. Pero necesito ver que llegues a tu sala común, anda, no me hagas rogarte, León llorón.
Consiguió una mueca muy fea en el rostro de James pero aún así, esté asintió y extendió su mano, pidiéndole de forma muda ayuda a la rubia; ella bufó pero tomó el brazo extendido para poner al chico de pie sin mayor queja.
―… Y aunque seas un niño, eres uno especial… ―Musitó Reg mientras caminaban a la torre, intentando no ir en aquel silencio que parecía estrujar sus pulmones hasta dificultarle la respiración.
― ¿Me estás llamando idiota? ― Chistó el castaño, con un vago intento de risa qué más daba apariencia a una mueca de dolor.
― Claro que no ―Rió ella, empujando su hombro contra el de James al mismo tiempo en que sonreía con suavidad ―. Quería subirte el ánimo, ¿Sabes?
― Claaaaaro. Querías llamarme idiota, qué es distinto.
Regine puso los ojos en blanco y negó con la cabeza una vez más en ese día.
Eran comentarios graciosos. Ella lo sabía. Seguramente James igual, pero ¿Por qué no se sentía alegre? Dejando sus buenos intentos de lado, Shanelle tomó el brazo de su mejor amigo, y lo colocó en sus propios hombros mientras caminaban, para después aferrar uno de los suyos a la cintura de James.
Esté la miro con curiosidad, pero no dijo nada más. No tenía ganas ni algo que decir de cualquier modo.
― Vendré a buscarte para el almuerzo ―Dijo Malfoy como si nada, al ver que su destino se encontraba algo cerca.
― ¿Qué eres, Shanelle? ¿Mi madre? ―Gruñó en tono cansado.
― Soy tu amiga ―Contestó ella en tono seguro, sin derecho a réplica ―. Y tengo entendido que los amigos se cuidan entre ellos mismo, y creo que tú necesitas ser cuidado en estos momentos… ― Junto a Wanda, terminó de pensar dentro de su cabeza ―.
― Lo dice la chica que tiene voz rota y ojos tan inyectados en sangre como yo… ―Replicó el chico con voz sárcastica.
El latir de Reg se aceleró por un instante; sin embargo, se obligó a si misma a inhalar profundamente y exhalar en silencio, apretando el agarre que tenía sobre la cintura de James.
― Bueno, quizás me puedas ayudar mientras yo te ayudo, ¿No lo crees? ― Ella lo miró por la esquina de sus ojos, y enarcó una de sus preciosas cejas rubias. El Gryffindor no pudo más que bufar y desviar la mirada al frente sin contestar ―. De acuerdo, entonces en el almuerzo nos veremos.
Ella trató de sonreírle. Supo que no pudo, pues aún cuando su corazón estaba calmado, esté se encontraba dolido, aun sangrante y no podía fingir por mucho que estaba bien, aun cuando la noche no había acabado tan mal, había perdido personas valiosas para ella y eso dolía pero al menos lo había intentado.
Caminaron por unos minutos más, en silencio, sin mirarse. Sólo moviendo sus pies de forma casi mecánica hasta que estos los dirigieron al retrato de la Dama Gorda; ella pestañeó y los miro a ambos con fastidio, murmurando lo desconsiderados que estos eran al llegar tan temprano por la mañana a interrumpir su sueño embellecedor.
En algún momento eso habría resultado en ambos riendo hasta por 15 minutos, pero en aquel momento, sólo incremento la pesadez que se posaba en ellos.
― Me voy entonces… ―Dijo James. Su voz sonaba ronca, herida, como si hubiese estado gritando por horas. La sombra bajo sus ojos eran la prueba de su trasnochada y estaban tan rojos que podría pasar por los de alguien que ha estado fumando por mucho rato. Y por un instante, Shanelle deseó que ese fuese el motivo de aquellos ojos tan irritados.
― De acuerdo, nos vemos más tarde entonces.
Malfoy inclinó su cabeza hacia un lado, apretó los labios y sus cejas se crisparon al ver la espalda decaída de James. En un último instante, antes de que él terminara de cruzar el umbral de la puerta, Shanelle lo tomó por el brazo, y lo giró con la brusquedad de un jugador de Quidditch hasta dejarlo frente suyo. Un segundo después, dio dos pasos hacia él y lo envolvió en un abrazo inesperado. James abrió un poco más sus ojos, y parpadeó bastante sorprendido, quedándose inmóvil por unos segundos.
>> Estás destrozado y yo no estoy tan bien que digamos ― Masculló la rubia contra el pecho de James ―. Así que esto está bien, ¿cierto? Mi padre me abrazaba cuando lloraba en mi niñez y me sentía mejor ―Poco a poco la voz de la chica comenzaba a quebrarse. Y ahí estaba él, sin saber que decir o hacer.
Podía sentir los hombros temblorosos de su amiga, bajó su mirada chocolate al cuerpo diminuto de Shanelle y mordió su labio, sintiendo sus ojos escocer, signo de que podría llorar en cualquier instante. Cerró los ojos, rodeándose de la oscuridad, recordando y sintiendo puñales en su corazón al momento en que lo hacía. Wanda gritando, Wanda llorando, Wanda yéndose, lejos de él. Wanda riendo, Wanda durmiendo, Wanda corriendo entre risas, Wanda besándolo.
― Esto está tan jodido, Shanelle ― Y James rodeó los hombros de Malfoy con ambos brazos, estrujándolos para sostenerse a esa realidad tan asquerosa. Una realidad sin Wanda. Sólo pensarlo le provocaba más llanto ―. En verdad se ha… terminado. No puedo creerlo.
¿Acaso de nada había válido todos esos momentos juntos? ¿Esas veces que rieron juntos? ¡Hasta las discusiones eran fenomenales con ella! ¿Por qué había sido tan estúpido? ¿Tan cobarde? Aquel día se arrepentía como jamás lo había hecho por todas las decisiones tan inútiles que había tomado. No había modo para explicarlo el dolor que le atravesaba el pecho; era como querer gritar y no tener voz, como querer llorar pero no tener lágrimas, como querer amar y no tener corazón para hacerlo.
Dolía como mil demonios.
Podía sentir y ver sus lágrimas caer en la piel de Shanelle y aún así no lograba detenerse. Era como si a cada momento su dolor fuese más grande, más real. La sensación de haber perdido algo invaluable era enorme y lo asfixiaba. Apretó más sus manos sobre los hombros de la rubia y ahogó un sollozo apretando los maxilares, no era ese el momento para dar quejidos, aun cuando apenas las luces del día se asomaran temerosas por las ventanas y se encontraran solos. No lo era y lo sabía.
― James… ― Murmuró ella con su voz rota. Él la miro con una sonrisa fingida y negó suavemente con la cabeza. La rubia le respondió con más lágrimas silenciosas y una mueca. Quiso reírse al ver su berrinche pero no lo logró.
― Tenemos que dormir, Shanelle. Más tarde podremos hablar, ¿de acuerdo? Lo prometo. Ahora, deja ya de llorar y descansa un rato.
Regine lo miró por unos segundos más, y suspiró. Terminó de limpiarse con delicadeza las mejillas llenas de agua salina y asintió, dándose la vuelta para irse a dormir al menos unas horas. Poco después, aun alejada de aquel lugar, escuchó el tenue sonido del retrato al cerrarse, esparcirse por el castillo como el de un libro al ser cerrado. Como si todo hubiese acabado. El pecho de Shanelle se hundió un poco más y se apresuró a llegar a las mazmorras.
Unas horas más tarde
Le latía la cabeza.
Se dejó caer contra el banco, y gruñó al cerrar los ojos. Esa mañana no pintaba para ser tan buena como había tenido la esperanza de que fuese.
Había dormido alrededor de sólo tres horas antes de que Bloom casi derribara la puerta de su habitación a golpes. Eran apenas las nueve de la mañana en aquel momento, así que sin importar estar en pijamas y con el cabello alborotado, respondió a la puerta con toda la mala leche del mundo.
― ¿Qué? ―Dijo a secas, arqueando una ceja de forma altanera.
El chico dio un respingón ante su tono, pero en su cabeza creyó que quizás la pequeña Malfoy pasaba por una pequeña resaca. Trató de sonreír y aclaró su garganta en un carraspeo antes de hablar.
― ¡Hey, Malfoy, que bonita te ves hoy!
Shanelle le dirigió una mirada incrédula y reprimió un bostezo tras el dorso de su mano mientras terminaba por reclinarse en el umbral de la puerta.
―…
―…
―… ¿Pasa algo, Bloom?
― Bueno, algo así… ―Los ojos azules de Bloom se deslizaron hacia un lado y alborotó su cabello sin ser muy consciente de ello. Shanelle parpadeó intentando no quedarse dormida ahí mismo, y cabeceó para alentar a su compañero a seguir hablando ―. Bueno, la verdad es que quiero pedirte algo.
― Ya veo… ―Murmuró somnolienta, cruzando ambos brazos al frente ―. Claro, sí, seguro, dime.
― Lo que sucede es que McGonagall me ha llamado a su despacho por algo sobre un alumno nuevo pero ahora mismo no puedo ir, entonces… siendo tu prefecta de quinto año, ¿Podrías ir por mí?
Ya algo más despierta que hace segundos, Malfoy miró a Bloom sin más que curiosidad. Le dolía la cabeza pero era apenas una pequeña molestia y seguro que aun declinando el pedido de su compañero, no podría volver a dormir de todas maneras. Suspiró de manera sonora, al pendiente de la seriedad de Bloom ante su posible rechazo y asintió apenas en un leve movimiento de cabeza. La sonrisa presuntuosa del chico Slytherin no se hizo esperar y tal vez si hubiese sido más pequeño, habría saltado de la emoción.
― Te lo agradezco de corazón, Malfoy. Me has salvado, en serio.
― No te preocupes… ―Contestó ella con apenas un hilo de voz. Ahora era consciente de que también le dolía la garganta―. Me daré una ducha e iré para allá en quince minutos.
― ¡Sí, sí, perfecto! Muchas gracias, te debo una, Malfoy, de verdad.
Y antes de que pudiera decir algo más, Bloom se fue casi extasiado.
Sin saber muy bien que había pasado, negó con su cabeza y regreso al interior de su habitación para arreglarse e ir a buscar al tal alumno nuevo, y de paso poder ver a James.
.
.
.
Y claro que había intentado ver a James antes de pasar con McGonagall, sólo quería avisarle que no podría desayunar con él y sin embargo, tras esperar unos buenos diez minutos frente a la Dama Gorda, sus nervios se crisparon y tuvo que pedirle el favor a un pequeño bribón de primero que le sacó 5 galeones por ver si James estaba dentro. ¿Lo que ya se temía? Que él no estaba allí.
Así que ahora se encontraba ahí, sola en la mesa de Slytherin con un dolor de cabeza aún más grande en comparación al que tenía cuando despertó. Cuando aceptó hacer ese inofensivo favor a Bloom no creyó que fuese a ser burlada tan temprano, y no, no es que no le diera gracia el modo tan alegre en el que aquel chico asiático se movía u hablara, pero aquel no era el mejor momento para hacer chistes sobre su escaso conocimiento sobre japonés. Hizo nota mental de pedirle clases especiales a su padre para eso; por si las dudas, no quería volver a pasar lo de hacía un rato de nuevo.
Shanelle acarició su sien con los dedos índices de cada mano, y soltó un quejido con los labios apretados por el dolor. Sentía que le explotaría en cualquier momento.
― Te ves bastante alegre, ¿eh?
Levantó la vista solo unos centímetros y tras un momento, los volvió a posar sobre la mesa, gruñéndole a Séptimus.
― Me duele la cabeza ―Fue lo único que atinó a decir.
― Quizás deberías comer ―Fárfullo el mayor de los Malfoy con tono irónico. Empujó un plato con panqueques bañados en miel de maple y plátano hacia Shanelle y le dio un trago a lo que parecía ser jugo de naranja.
― Buen consejo ― E inmediatamente, la chica comenzó a comer. Lento pero seguido. No recordaba hacía cuantas horas había sido su último bocado.
― Bueno, tienes apetito, eso es excelente.
― ¿No debería tenerlo? Desde ayer no como nada ―Masculló Shanelle con el tenedor entre los labios.
― No es a lo qué me refería, pero viendo al resto de los aquí presente, me sorprende que tu estés comiendo tanto.
― ¿Presentes? ―Dijo ella, llevándose un vaso de jugo para darle dos sorbos.
― ¿Por qué no intentas mirar alrededor un momento, enana?
Shanelle frunció el ceño, dando un bocado a su desayuno y apartó su mirar platinado hacia el resto del comedor.
Hufflepuf estaba igual o más bullicioso que de costumbre; Ravenclaw estaba al borde de susurros y sonidos de cubiertos contra los platos. Y Gryffindor… Gryffindor estaba más callado que de costumbre.
― No entiendo… ―Dejó su desayuno por un instante y enfocó aún más la vista en la mesa de los leones. Por lo bajo pudo escuchar la risa sarcástica de Séptimus.
Ame estaba sentado muy cerca de Lupin. Ah, él estaba de mal humor por lo que había visto al entrar pero eso era ya un estado muy común para ese muchacho, así que no le había tomado importancia; sin embargo ahora que lo veía con mayor atención, su tensión y ceño fruncido eran más pronunciados que de costumbre. Reg se preguntó mentalmente si habría sucedido algo con Kaia. No los conocía mucho pero sabía que sólo ella era capaz de alterarle el mundo a aquel metamórfico.
Frente a ellos se encontraba un muy malhumorado James Potter. Ella frunció el ceño al verle ya allí, y algo de molestia se instaló en la boca de su estomago. Estaba tan preocupada por el idiota de su amigo, y ahí estaba él peleando con Ame de quién sabe qué diablos. Sin embargo, el malestar le duro poco, pues prefería verlo así a decaído como hace unas horas, aun cuando sabía que cubría su dolor con enojo.
Intentó buscar con la mirada a Azzura, Kaia, e incluso a Wanda pero quizás porque la gente comenzaba a llegar, fue que se le hizo más difícil encontrarlas.
― Bueno, sí, no parecen muy alegres a mí parecer… ―Dijo Shanelle con voz queda, llevándose un pedazo de panqueque a la boca sin quitar sus ojos de los leones. Mientras masticaba, revisó de punta a punta la mesa, encontrando caras largas y ojeras en casi todo su alumnado… Todos menos uno. Uno que la hizo saltar en su asiento al encontrarle viéndola de una forma tan directa. La chica tragó lentamente y comenzó a sofocarse cuando Alekséi, con codos apoyados sobre la mesa y mentón sobre sus palmas, le sonreía con descaro desde la otra parte del salón. El palpitar de Shanelle se aceleró, sorprendiéndose por lo rápido que sentía latir su corazón y se encontró sin saber que hacer o decir.
Agachó el rostro, observando fijamente su desayuno a la mitad y pudo sentir la desconcertada mirada de su hermano ante su cambio abrupto de actitud. Cerró los ojos con fuerza, un tanto avergonzada, y de fondo escuchó una risa que ya se le hacía muy conocida. Era la risa de Alekséi, fuerte y clara, atravesando el comedor para llegar directamente a ella. O así lo sentía Shanelle. Levantó la mirada y frunció la nariz y el ceño hacia el ruso que la miraba con burla.
Hasta siendo un engreído se ve bien.
Pensó cuando lo vio. Traía el cabello platinado atado en una coleta baja que se inclinaba ligeramente hacia la derecha y se desacomodaba con gracia sobre uno de sus hombros y pecho, tenía aire desgarbado, la ropa ligeramente desacomodada con un aire sensual que sólo provocaba cosquillas en el estomago de Shanelle. Frustrada con él, sacó su lengua hacia Alekséi y esté extendió más aún su sonrisa gallarda antes de mover sus labios en una frase que no logro entender.
― Ruso… ― Masculló la rubia con la primera sonrisa sincera de que se asomaba en su rostro desde ayer, aun sin despegar su mirada de la silueta de Alekséi.
― ¿Qué? ―Dijo su hermano, atrayendo su atención de un segundo a otro.
― ¿Ah?
― Dijiste ruso… ―Siseó Séptimus con sospecha, dirigiendo su mirada al otro lado del comedor. Buscando seguramente lo que sea o quién sea que Shanelle hubiese estado viendo.
― Eh… ah… este de…. ― Al segundo, ella se movió para tomar del brazo a Malfoy mayor y evitar que viese a su rusa distracción ―. ¡Tengo pensado pedirle clase de ruso a papá! Es eso.
― ¿En serio? ―Cuestionó con incredulidad. Ya antes había hablado de que ese idioma estaba mil veces descartado para aprender en cuanto a su rubia hermana hablaban. ¿Qué le haría cambiar de opinión?
― Sí, lo estuve pensando y me parece buena idea hacerlo, ¿sabes?
Mentira. Mentira. Mentira. Esa palabra resonaba con eco dentro de la cabeza de Reg.
― De acuerdo, digamos que te creo solamente por qué tengo pereza de investigar.
― Perfecto ―Sonrió ella, regresando a su desayuno ―. Por cierto, ¿Has visto a Scorpius? Quiero hablar con él.
― Lo vi anoche hablando con nuestro padre pero eso es todo.
Séptimus jugueteó un poco con las uvas que tenía en su plato, aplastándolas con la cuchara hasta volverlas una pulpa sin forma. Disgustada de su pequeño juego, Shanelle alzó la mirada para verlo a la cara para hablar.
― ¿Hablaste con él?
― ¿Con scorpius? Te dije que sólo lo vi.
― No, con Padre.
En aquel momento, su hermano presionó quizás con fuerza de más a la pequeña fruta y está soltó los jugos de forma grotesca. Shanelle dejó de comer.
― Lo hice.
― ¿Y?
― Nada, cosas que tú no necesitas saber.
La rubia hizo un mohín, suspiró y volvió a rozar su sien con los dedos, entrecerrando los ojos.
― Mira, aún me duele un poco la cabeza, así que no voy a insistir, ¿De acuerdo?
Él soltó un gruñido y encogió los hombros, disgustado.
― Excelente. Entonces, mejor voy a la enfermería por algo de poción y después me voy por ahí.
― Vale.
― Ah, y por cierto ¿Séptimus?
Shanelle señaló sus propios ojos con el dedo índice y sonrió de forma diminuta.
― Tienes ojeras de panda, lárgate a dormir.
― Lárgate tú, mocosa.
Sintiéndose ligeramente mejor, ella dio la vuelta y comenzó a caminar para salir del comedor. No había sido una mañana tan desastrosa, no del todo. Y había visto a Alekséi. Eso mejoraba bastante en su estado de ánimo.
Minutos después
Shanelle se acomodó la bufanda gris sobre los hombros y hundió sus manos en los bolsillos de la chaqueta negra que había tomado aquella mañana antes de salir de su habitación. Dirigió sus pasos a la enfermería con lentitud, fijando la mirada en el suelo del castillo y mordiendo sus labios agrietados por el frío.
Los pasillos estaban tan solitarios, que podía jurar ser la única que los rondaba a tal hora de la mañana; podía escuchar sus propios pasos con ecos saltar entre las paredes y el rozar de su ropa al moverse. Escuchaba, sí pero su cabeza y atención no estaban en aquello que le rodeaba.
La rubia chica no dejaba de pensar en todo lo que había acontecido en la noche anterior.
No sabía que sentir. Tenía demasiadas emociones alborotadas en el corazón y no lograba enfocarse en ninguna y tratar de entenderla. En la mente de Malfoy, recordó a James. Por el sentía una preocupación inmensa pero no era algo que le quitará el sueño totalmente, sabía que podía estar con él en cualquier momento y por eso no sentía ansiedad al perderlo de vista un rato.
Se pegó a la pared para pasar desapercibida por un grupo de tejones y continuó su camino con más prisa. Su mente intentó pensar en Albus, pero se reprimió a sí misma para no hacerlo. Era lo mejor de momento.
Su pecho dio un bote cuando a su cabeza vino la imagen de Wanda sentada en el comedor junto a los demás leones. Eso la había desubicado, ya que no había planeado verla al salir de allí; fue algo que hizo sin querer cuando al ir ya por la salida, sus ojos se desviaron y la vio allí, sentada junto a Azzura y Kaia. Ninguna traía buena cara pero la de Wanda fue la que más se atrevió a ver.
Estaba enojada con ella, pero igual la extrañaba. ¿Cómo explicarlo? Sencillamente no lograba focalizar sus palabras para describirlo. Regine crispó sus cejas y negó con la cabeza, acariciándose la frente con la fría punta de sus dedos; tenía los guantes por alguna parte de la chaqueta pero no quería usarlos. Le dolía la garganta igual, quizás estaba por pescar un resfriado o algo por el estilo.
Los pies de la chica se detuvieron frente a la puerta de la enfermería y con los nudillos, dio dos toques al umbral.
― ¡No les voy a dar poción para la resaca, ya les he dicho! ―Gritó la enfermera desde adentro.
De haberse sentido mejor, ella podría haber reído.
― En realidad no vengo por eso…
Al instante la puerta se abrió, y por la orilla se asomó la cabeza de una enfermera anciana, de cabellos plateados atados en una coleta alta y rostro sereno y mirada dura. A pesar de eso, Shanelle suspiró a sus adentros y alzó una ceja a la dama con tranquilidad, esperándole.
― Oh, vale. Pasa entonces.
― Gracias.
Cuando la enfermera se hizo aún lado para darle paso, Shanelle caminó hasta una camilla con la seguridad de haber estado allí antes y se sentó sobre esta. Jaló de la bufanda y la dobló hasta hacerla pequeña y guardarla en el bolsillo hasta que la señora le dio alcance.
― ¿En qué puedo ayudarle, Señorita Malfoy?
― ¿Cómo…?
― Oh, vamos. No hay que ser genio cuando los genes de tu padre se ven claramente.
Un poco desconcertada, asintió.
― Bueno, dejando eso de lado, Señorita…
― Name.
― Señorita Name… ― Que nombre tan raro. Literalmente se llama nombre―. Tengo dolor de cabeza, me pica la garganta y siento molestias en los ojos.
La mujer asintió mientras hacía aparecer una pluma y carpeta beige al aire. Las tomó y abrió el folder para comenzar a hacer anotaciones con la rapidez de años de experiencia; shanelle seguía hablando mientras ella escribía y tres minutos después, la paciente calló y ambas cosas desaparecieron.
― Bien, parece ser sólo un resfriado común, te daré una poción para ello. Pero antes, vamos a hacerte un chequeo ―Dijo la enfermera Name, tomando la chaqueta de Regine por los bordes para alzarla.
― ¿Chequeó? ―Cuestionó con tono curioso mientras ayudaba a la mujer con la ropa hasta quedar solamente con la blusa y los vaqueros oscuros de aquel día. Su chaqueta, bufanda, guantes, zapatillas deportivas y suéter fueron depositados amablemente en la mesita de noche que había al lado izquierdo de la camilla.
― Según tu registro médico, no te has hecho uno desde tu segundo año, por un accidente en clases de pociones y por decreto de regulación de salud, deberías hacerte uno cada año, Señorita Malfoy ―Exclamó con cierto reproche la enfermera. Shanelle dio un salto en su lugar ante eso, y asintió algo tensa antes de acostarse a lo largo de la cama.
― Lo tomaré en cuenta, Señorita Name.
―Excelente ―Sentenció la dama con expresión seria. Sacó su varita, y apuntó a Regine, segundos después comenzó a murmurar palabras de origen desconocido para la rubia, que se limitó a cerrar los ojos y esperar a que aquel tipo de chequeo terminase.
Cuando pasaron alrededor de cinco minutos, ya contados minuciosamente en la cabecita de Shanelle, comenzó a impacientarse y removerse en la cama. Los murmuros de la enfermera parecían no tener fin, y hasta le daba la impresión de que iba más rápido; la magia de aquella mujer le cosquilleaba la piel y la ponía nerviosa. Abrió los ojos, tardando segundos en enfocar su alrededor, y el rostro antes serio de la enfermera se había tornado preocupado, o eso le parecía. Fruncía el ceño con tanta fuerza que le daba la idea de que se quedaría así para siempre si no cambiaba de expresión en aquel mismo instante.
Impaciente, comenzó a morderse el labio con mayor insistencia que momentos antes. Si pasaba un minuto más, se iría de allí con o sin poción para ese tonto resfriado; podría hacerlo ella misma si pudiese ir a Hogsmade por los ingredientes en cualquier caso.
De un segundo a otro, Name se detuvo, la magia dejó de acariciarle la piel y se sentó tan rápido que le provocó un mareo.
― ¿Todo bien? ―Masculló Shanelle, sujetándose la cabeza con la mano derecha.
― Hmn… ― Al no recibir respuesta, Malfoy alzó la mirada para apartarla de la camilla y se fijo en el rostro compungido de la enfermera Name.
― ¿Sucede algo?
― No estoy segura… ―Dijo para sí misma la mujer, dándose la vuelta para encaminarse a su escritorio. Abrió y revolvió dentro de unos cajones antes de sacar 3 botellitas de color azul. Asintió con calma y regresó sobre sus pasos para darle las pociones a Shanelle ―. Toma estas, son para el resfriado, una por cada comida a partir de la cena y después ven a verme para registrar tu mejora y darte más si llegas a necesitar.
― Gracias ―Musitó terminándose de colocar la chaqueta y bufanda; Había comenzado a vestirse mientras Madame Name iba por su tratamiento. Sonrió suavemente a la mujer mayor, tomó los frascos, volviéndolos aun más diminutos a toque de varita y los guardó en el bolsillo ―. Nos vemos después, tengo cosas que hacer, Madame. Nos estamos viendo.
― ¡Oye, pero espera un segun-
Pero cuando quiso detenerla a la chica, está había corrido fuera de ahí. Con demasiada prisa en realidad. La señora Name frunció sus pobladas cejas grises y movió su varita, haciendo flotar a su frente los resultados de Malfoy con la duda reflejada en sus irises verde agua.
Nombre: Shanelle Malfoy
Edad: 15 años
Raza: Bruja
Sangre pura
Niveles de magia: Inestables/Frecuencia indefinida.
―Inestables, ¿eh? Oh, señorita Malfoy, definitivamente tiene que hacerse más chequeos…
Shanelle pov’sEl plan principal era ir seguidamente a la biblioteca, pero antes de eso debía regresar a las mazmorras y recoger los materiales necesarios para estudiar. Y aunque era un fastidio, cambié de rumbo y comencé a descender las escaleras con bastante rapidez y agilidad, los pasillos comenzaban a llenarse ya y caminar se iba volviendo más difícil cuán más cerca del comedor estabas.
Sorteé algunas personas más, y por fin pude llegar a la sala común de Slytherin. Al parecer el ambiente tácito y relajado del colegio no era excepción en nuestra casa, pues aun cuando había gente alrededor, acostados sobre los sillones, sentados frente al fuego de la chimenea y cosas por el estilo, no se veían muy animados. Ni siquiera Kitty, que dormitaba sobre una mesa en la esquina de la sala. Sonreí un poco y negué con la cabeza, andando a la habitación de quinto curso.
― Hey, Julián… ―Exclamé sinceramente alegre.
El felino de pelo oscuro se acercó a mí apenas entre a la habitación, rozando su lomo contra una de mis piernas. Me acuclillé y acaricié su barbilla con la punta de mis dedos, mientras que con la mano libre tocaba sus orejas; recibí un maullido agradecido y después, el gato bostezó y regresó a su cama como si nada pasará. Arqueé una ceja al verle y bufé divertida; parecía no verme en días y con solo un minuto, se daba por bien servido. Los animales eran fantásticos a su modo.
― Bien, ¿dónde estás mochila?
No recordaba haberla puesto en el escritorio, pero por la cama o el suelo tampoco se asomaba, así que me acerqué a revisar dónde usualmente terminaba los trabajos. La superficie estaba llena de pergaminos y tinta, me recordé mentalmente que tenía que limpiar allí con fastidio. Blanqueé los ojos por un segundo, y alcé algunos papeles en busca de la mochila pero no había nada. Mis labios se crisparon y comencé a abrir cajones sin cuidado; todos tenían trabajos guardados, cartas de mis padres, regalos, dulces… Troné la lengua comenzando a impacientarme, y descuidadamente jalé de lo que parecía ser un sujetador de tela negro. Lo que sea que ataba, chocó contra la pared del cajón y atrajo mi atención en seguida.
Una punzada me atravesó el pecho. Mi agarre en el sujetador titubeó y por un momento no sentí que respirara. Era la video cámara de Wanda. No recordaba haberla puesto allí, pero ayer habían pasado tantas cosas que no recordaba todas, ni su orden tampoco.
Solté el sujetador y fui directamente por aquel aparato muggle. La sostuve con curiosidad y la revise completamente. Tenía tantos botones y cosas que no entendía. Wanda había dicho que aun siendo buena en estudios muggle, realmente no sabía nada para la práctica. Aquel día habíamos comido dulces hasta tarde, entre risas por mi curiosidad infantil ante aquella video cámara y los chistes de Wanda.
Apreté un botón sin darme cuenta y la pantalla de aquella cosa se iluminó.
...
“― ¿Estás segura de qué esto funciona, Wen-wen?”
Una toma perfecta de Shanelle con expresión confundida se mostraba ante la lente de la cámara. Una risa contagiosa sonó como fondo musical, y Wanda Longbottom también apareció en escena, tomando la cámara entre sus manos mientras abrazaba a la rubia por los hombros.
“― ¿Me crees capaz de regalarte algo defectuoso, Reg?”
Ambas se miraban frente a frente, la morena con senda sonrisa esplendida en los labios. La rubia con una expresión fingida de desconfianza.
“― He oído por ahí de tus trabajos oscuros, Longbottom…”
“― ¿Eh? ¡¿Pero tú de qué rayos hablas, Malfoy?! “― Wanda mostraba una expresión ofendida. Se alejó de la chica de ojos grises con una expresión herida y una mano en el pecho, soltando aquel aparato sobre el pasto, dejando, quizás por simple coincidencia, que las grabará a las dos de forma perfecta.
“― ¡Pero si eres una gran contrabandista, Wen-wen!” ―Era tan simple reír con aquella chica.
“― ¿Quién ha dicho tal estupidez? Voy a romperle la boca de una patada”
Ahora fue Shanelle quién rió, alto, claro y de forma sincera, mientras se tomaba el estomago.
“― ¿Vas a romperme la boca entonces?”
Por un instante, Wanda se puso completamente seria y fingió pensarlo. La sonrisa se borró de la boca de Malfoy, y en seguida se levantó de un salto. Wanda le siguió, dando un grito de guerra antes de empezar a correr detrás de aquella rubia escurridiza. La cámara no consiguió grabar más que el manto que había estado detrás de ellas, pero era inconfundible las voces que llenaban aquel lugar y que había quedado grabado en aquel aparato.
La risa de ambas, llamándose por sus nombres entre gritos y exclamaciones. Sonidos de cosas siendo lanzadas o cayendo. Hubo un movimiento brusco, imágenes borrosas y oscuridad. Después, el video acabó.
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Una gota cayó sobre la pantalla. Está se desplazó a los bordes y más gotas cayeron sobre la cámara, una detrás de otra; Gemí, cerrando con fuerza los ojos mientras apretaba aquella cosa contra mi pecho, estrujándolo con mis dedos, sin temor a romperla. El dolor que sentía en aquel momento era más grande. Las palabras de Wanda la noche anterior perforaban mis oídos, llegaban a mi pecho, a mis pulmones, dificultándome el aire. El recuerdo de su mirada me lanzaba puñales al corazón, me provocaban el llanto, pero su espalda alejándose de mí era algo completamente distinto.
El dolor de perder lo que sea que había tenido con Albus, con el plus de perderla a ella, quien suponía uno de mis pilares tan importante, era devastador. En mi cabeza comenzaron a llegar imágenes de Wanda corriendo, Wanda sonriéndome con cálidez, Wanda sudando mientras peleaba con el saco de boxeo, Wanda mordiendo una pluma con la cara enterrada en el pergamino. Wanda aconsejándome sobre Albus. Wanda, wanda, wanda…
― Wen-wen… ―Sollocé, mordiéndome el labio inferior con fuerza para no gritar. Justo en la herida que el mismo Alekséi había hecho la noche anterior; la sentí abrirse, arder por las lagrimas y el sabor del oxido mezclarse con mi saliva.
James tenía razón, aquello estaba tan jodido.
Shanelle Regine
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