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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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Eternidad(Nick&Tu)
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Re: Eternidad(Nick&Tu)
Capítulo 19
Al siguiente día cuando entro al lote del estacionamiento, Nick no está allí y mientras me bajo de mi auto, pongo mi mochila en mi hombro y me dirijo a clases, me preparo para lo peor. Pero al momento de llegar al salón de clases, estoy completamente inmóvil mirando estúpidamente a la puerta pintada de verde e incapaz de abrirla. Como mis habilidades psíquicas se evaporan en todo lo concerniente a Nick, la única cosa que puedo ver es la pesadilla que he recreado en mi cabeza. Esa en donde Nick está sentado en el escritorio de Stacia, riendo y flirteando, sacando capullos por todas partes, mientras yo entro repentinamente y me dirijo a mi asiento, mientras su parpadeante, cálida y dulce mirada esta sobre mi por unos segundos para luego darme la espalda y enfocarse nuevamente en Stacia. Y yo simplemente no puedo entrar y presenciar eso. De verdad que no puedo soportarlo porque aunque Stacia es cruel, grosera, horrible y sádica, ella es así de una manera directa, sin secretos, sin misterios. Su crueldad está ahí, claramente expuesta. Mientras yo soy todo lo opuesto: paranoica, llena de secretos, escondiéndome detrás de gafas y capuchas y acaparando una carga tan pesada, que no hay nada simple acerca de mí. Alcanzo el picaporte nuevamente, recriminándome: esto es ridículo. ¿Qué vas a hacer, dejar la escuela? Tienes que lidiar con esto durante un año y medio ¡así que acostúmbrate y entra de una buena vez!
Pero mi mano comienza a temblar, rehusándose a obedecer, y ya cuando estoy a punto de correr, este chico viene de atrás, aclara su garganta y dice,
— Eh ¿vas a abrir eso?— completando la pregunto en su cabeza con un callado -¡tu jodida fenómeno! Así que respiro profundamente, abro la puerta y entro sintiéndome peor de lo que hubiera imaginado cuando veo que Nick no está ahí. Al segundo que entro al área de almuerzo, examino todas las mesas buscando a Nick pero cuando no lo veo, me dirijo a mi lugar usual, llegando a la misma vez que Haven.
— Día seis y ni una noticia sobre Evangeline, — ella dice tirando a la mesa su caja de pastelitos y sentándose en frente de mi
— ¿Has preguntado en el grupo de anónimos?— Miles se sienta al lado mío y gira la tapa de su agua vitamínica. Haven pone los ojos en blanco.
— Ellos son anónimos, Miles. — Miles pone los ojos en blanco.
— Me refería a su mentor. —
— Ellos se llaman patrocinadores y sí, ya le pregunté y no fue de mucha ayuda, no ha escuchado nada. Aunque Drina piensa que estoy exagerando, dice que estoy haciendo mucho alboroto por nada. —
— ¿Ella sigue aquí?— Miles la mira fijamente. Mis ojos viajan entre ellos dos como dardos, alertada por los nervios en la voz de él y esperando por más. Como casi todo lo que tiene que ver con Nick y Drina está físicamente fuera de límites, estoy igual de curiosa que él por escuchar la respuesta.
— Eh, sí, Miles, ella ahora vive aquí. ¿Por qué? ¿Eso es un problema?— ella entrecierra sus ojos. Miles se encoje de hombros y toma de su bebida.
— Ningún problema. — Aunque sus pensamientos dicen lo contrario y su aura amarilla se vuelve oscura y opaca mientras él está indeciso entre decir lo que quiere o no decir nada. — Es solo…— él comienza.
— ¿Solo qué?— ella lo mira con ojos entrecerrados y labios tensos.
— Bueno…— Yo lo miro pensando: ¡Hazlo, Miles, dilo! Drina es arrogante, horrible, una mala influencia, puro problema. Tú no eres el único que lo ve, yo también lo veo, así que dilo, ¡ella es la peor! El vacila, las palabras formándose en su lengua, mientras yo contengo la respiración, anticipando su salida. Luego él exhala audiblemente, dice que no con la cabeza, y dice, — No importa. —
Yo miro a Haven, observando su rostro enfurecido, su aura destellando, sus bordes destellando y flameando, pronosticando una gran explosión en tres-dos-uno-
— Discúlpame, Miles, pero no me creo eso. Si tienes algo que decir, entonces dilo. — Ella lo fulmina con la mirada, su pastelito completamente olvidado mientras golpea la mesa con sus dedos y como él no responde, ella continúa.
— Como quieras, Miles. Tú también, ______. El que no digas nada no te hace menos culpable. —
Miles me mira detenidamente con los ojos enormes y las cejas arqueadas y sé que yo debería decir algo, hacer algo, fingir y preguntar de qué exactamente soy culpable. Pero la verdad es que yo ya lo sé. Soy culpable porque no me gusta Drina. Por no confiar en ella. Soy culpable porque siento algo sospechoso en ella, incluso siniestro, y no hago nada para al menos disimular esas sospechas. Ella dice que no con la cabeza, pone sus ojos en blanco y está tan enojada que prácticamente escupe sus palabras,
— ¡Ustedes ni siquiera la conocen y no tienen derecho de juzgarla! ¡Para tu información, resulta que a mí me gusta Drina y en el poco tiempo que llevo conociéndola, ha sido mejor amiga que cualquiera de ustedes dos!—
— ¡Eso no es cierto!— Grita Miles con ojos llameantes. — Eso es una completa patraña-—
— Lo siento, Miles, pero sí es verdad. Ustedes me toleran, ustedes andan conmigo, pero ustedes no me entienden como ella lo hace. A Drina y a mí nos gustan las mismas cosas, compartimos los mismos intereses. Ella no quiere secretamente que yo cambie, como ustedes lo hacen. Ella me quiere así como soy. —
— Ah, ¿y por eso fue que cambiaste tu apariencia? ¿Por qué ella te acepta así como eres?— Yo observo como Haven cierra sus ojos, respira lentamente y luego mira a Miles mientras se levanta de su silla y recoge sus cosas mientras dice,
— Como quieras, Miles. No me importa lo que piensen ninguno de ustedes dos. — — ¡Y ahora, damas y caballeros, prepárense para la gran salida dramática!— Miles frunce el ceño.
— O sea ¿estás bromeando? ¡Todo lo que hice fue preguntar si ella seguía aquí! ¡Eso fue todo y tú creas todo este drama! Dios, siéntate, piensa en algo feliz y relájate ¿quieres?—
Ella dice que no con la cabeza y agarra la mesa, y puedo ver que el pequeño y elaborado tatuaje en su muñeca ya está terminado, pero aún sigue rojo e inflamado.
— ¿Qué se supone que sea eso?— le pregunto, mirando a la tinta representando una serpiente comiendo su propia cola, sabiendo que hay un nombre para eso, que es un tipo de criatura mítica, pero olvidando cual es.
— Ouroboros*.— y cuando ella lo frota con su dedo, juro que vi la lengua de la serpiente moverse.
— ¿Qué significa?—
— Es un antiguo símbolo alquímico para la vida eterna, creación después de la destrucción, vida después de la muerte, inmortalidad, algo así, — dice Miles. Haven y yo lo miramos, pero él simplemente te encoje de hombros.
— ¿Qué? Yo leo. — Luego yo miro a Haven y digo,
— Se ve infectado. Tal vez deberías ir a que te lo revisen. — Pero tan pronto lo digo, sé que fue mala idea decirlo y veo como ella se baja la manga y su aura chispea y flamea.
— Mi tatuaje está bien. Yo estoy bien y, discúlpenme por decirlo, pero no puedo evitar notar como ninguno de ustedes está preocupado por Nick quien, dicho
sea de paso, ya no viene a la escuela. O sea, ¿y eso a qué se debe?— Miles mira a su celular y yo solo me encojo de hombros. No se puede decir que ella no tiene razón y vemos como ella sacude la cabeza, coge su caja de pastelitos y se va.
— ¿Me podrías decir que acaba de pasar?— Miles dice, viendo como ella zigzaguea entre el grupo de mesas, yendo con mucha prisa hacia ninguna parte. Pero yo solo me encojo de hombros, incapaz de quitarme la imagen de la serpiente en su muñeca y cómo giró su cabeza, enfocando sus malvados ojos y mirando directamente hacia mí. Al momento que entro a mi calle, veo a Nick recostado en su auto y sonriendo.
— ¿Cómo estuvo la escuela?— él pregunta, rodeando el auto y abriendo mi puerta. Yo me encojo de hombros y tomo mis libros. — Así que todavía sigues enojada, — él dice, siguiéndome hasta la puerta de mi casa y, aunque no está tocándome, puedo sentir el calor que emana. — No estoy enojada. — digo entre dientes, abriendo la puerta y dejando caer mi mochila al suelo.
Bueno :) comenten mucho y subo más :D . Un beso
Al siguiente día cuando entro al lote del estacionamiento, Nick no está allí y mientras me bajo de mi auto, pongo mi mochila en mi hombro y me dirijo a clases, me preparo para lo peor. Pero al momento de llegar al salón de clases, estoy completamente inmóvil mirando estúpidamente a la puerta pintada de verde e incapaz de abrirla. Como mis habilidades psíquicas se evaporan en todo lo concerniente a Nick, la única cosa que puedo ver es la pesadilla que he recreado en mi cabeza. Esa en donde Nick está sentado en el escritorio de Stacia, riendo y flirteando, sacando capullos por todas partes, mientras yo entro repentinamente y me dirijo a mi asiento, mientras su parpadeante, cálida y dulce mirada esta sobre mi por unos segundos para luego darme la espalda y enfocarse nuevamente en Stacia. Y yo simplemente no puedo entrar y presenciar eso. De verdad que no puedo soportarlo porque aunque Stacia es cruel, grosera, horrible y sádica, ella es así de una manera directa, sin secretos, sin misterios. Su crueldad está ahí, claramente expuesta. Mientras yo soy todo lo opuesto: paranoica, llena de secretos, escondiéndome detrás de gafas y capuchas y acaparando una carga tan pesada, que no hay nada simple acerca de mí. Alcanzo el picaporte nuevamente, recriminándome: esto es ridículo. ¿Qué vas a hacer, dejar la escuela? Tienes que lidiar con esto durante un año y medio ¡así que acostúmbrate y entra de una buena vez!
Pero mi mano comienza a temblar, rehusándose a obedecer, y ya cuando estoy a punto de correr, este chico viene de atrás, aclara su garganta y dice,
— Eh ¿vas a abrir eso?— completando la pregunto en su cabeza con un callado -¡tu jodida fenómeno! Así que respiro profundamente, abro la puerta y entro sintiéndome peor de lo que hubiera imaginado cuando veo que Nick no está ahí. Al segundo que entro al área de almuerzo, examino todas las mesas buscando a Nick pero cuando no lo veo, me dirijo a mi lugar usual, llegando a la misma vez que Haven.
— Día seis y ni una noticia sobre Evangeline, — ella dice tirando a la mesa su caja de pastelitos y sentándose en frente de mi
— ¿Has preguntado en el grupo de anónimos?— Miles se sienta al lado mío y gira la tapa de su agua vitamínica. Haven pone los ojos en blanco.
— Ellos son anónimos, Miles. — Miles pone los ojos en blanco.
— Me refería a su mentor. —
— Ellos se llaman patrocinadores y sí, ya le pregunté y no fue de mucha ayuda, no ha escuchado nada. Aunque Drina piensa que estoy exagerando, dice que estoy haciendo mucho alboroto por nada. —
— ¿Ella sigue aquí?— Miles la mira fijamente. Mis ojos viajan entre ellos dos como dardos, alertada por los nervios en la voz de él y esperando por más. Como casi todo lo que tiene que ver con Nick y Drina está físicamente fuera de límites, estoy igual de curiosa que él por escuchar la respuesta.
— Eh, sí, Miles, ella ahora vive aquí. ¿Por qué? ¿Eso es un problema?— ella entrecierra sus ojos. Miles se encoje de hombros y toma de su bebida.
— Ningún problema. — Aunque sus pensamientos dicen lo contrario y su aura amarilla se vuelve oscura y opaca mientras él está indeciso entre decir lo que quiere o no decir nada. — Es solo…— él comienza.
— ¿Solo qué?— ella lo mira con ojos entrecerrados y labios tensos.
— Bueno…— Yo lo miro pensando: ¡Hazlo, Miles, dilo! Drina es arrogante, horrible, una mala influencia, puro problema. Tú no eres el único que lo ve, yo también lo veo, así que dilo, ¡ella es la peor! El vacila, las palabras formándose en su lengua, mientras yo contengo la respiración, anticipando su salida. Luego él exhala audiblemente, dice que no con la cabeza, y dice, — No importa. —
Yo miro a Haven, observando su rostro enfurecido, su aura destellando, sus bordes destellando y flameando, pronosticando una gran explosión en tres-dos-uno-
— Discúlpame, Miles, pero no me creo eso. Si tienes algo que decir, entonces dilo. — Ella lo fulmina con la mirada, su pastelito completamente olvidado mientras golpea la mesa con sus dedos y como él no responde, ella continúa.
— Como quieras, Miles. Tú también, ______. El que no digas nada no te hace menos culpable. —
Miles me mira detenidamente con los ojos enormes y las cejas arqueadas y sé que yo debería decir algo, hacer algo, fingir y preguntar de qué exactamente soy culpable. Pero la verdad es que yo ya lo sé. Soy culpable porque no me gusta Drina. Por no confiar en ella. Soy culpable porque siento algo sospechoso en ella, incluso siniestro, y no hago nada para al menos disimular esas sospechas. Ella dice que no con la cabeza, pone sus ojos en blanco y está tan enojada que prácticamente escupe sus palabras,
— ¡Ustedes ni siquiera la conocen y no tienen derecho de juzgarla! ¡Para tu información, resulta que a mí me gusta Drina y en el poco tiempo que llevo conociéndola, ha sido mejor amiga que cualquiera de ustedes dos!—
— ¡Eso no es cierto!— Grita Miles con ojos llameantes. — Eso es una completa patraña-—
— Lo siento, Miles, pero sí es verdad. Ustedes me toleran, ustedes andan conmigo, pero ustedes no me entienden como ella lo hace. A Drina y a mí nos gustan las mismas cosas, compartimos los mismos intereses. Ella no quiere secretamente que yo cambie, como ustedes lo hacen. Ella me quiere así como soy. —
— Ah, ¿y por eso fue que cambiaste tu apariencia? ¿Por qué ella te acepta así como eres?— Yo observo como Haven cierra sus ojos, respira lentamente y luego mira a Miles mientras se levanta de su silla y recoge sus cosas mientras dice,
— Como quieras, Miles. No me importa lo que piensen ninguno de ustedes dos. — — ¡Y ahora, damas y caballeros, prepárense para la gran salida dramática!— Miles frunce el ceño.
— O sea ¿estás bromeando? ¡Todo lo que hice fue preguntar si ella seguía aquí! ¡Eso fue todo y tú creas todo este drama! Dios, siéntate, piensa en algo feliz y relájate ¿quieres?—
Ella dice que no con la cabeza y agarra la mesa, y puedo ver que el pequeño y elaborado tatuaje en su muñeca ya está terminado, pero aún sigue rojo e inflamado.
— ¿Qué se supone que sea eso?— le pregunto, mirando a la tinta representando una serpiente comiendo su propia cola, sabiendo que hay un nombre para eso, que es un tipo de criatura mítica, pero olvidando cual es.
— Ouroboros*.— y cuando ella lo frota con su dedo, juro que vi la lengua de la serpiente moverse.
— ¿Qué significa?—
— Es un antiguo símbolo alquímico para la vida eterna, creación después de la destrucción, vida después de la muerte, inmortalidad, algo así, — dice Miles. Haven y yo lo miramos, pero él simplemente te encoje de hombros.
— ¿Qué? Yo leo. — Luego yo miro a Haven y digo,
— Se ve infectado. Tal vez deberías ir a que te lo revisen. — Pero tan pronto lo digo, sé que fue mala idea decirlo y veo como ella se baja la manga y su aura chispea y flamea.
— Mi tatuaje está bien. Yo estoy bien y, discúlpenme por decirlo, pero no puedo evitar notar como ninguno de ustedes está preocupado por Nick quien, dicho
sea de paso, ya no viene a la escuela. O sea, ¿y eso a qué se debe?— Miles mira a su celular y yo solo me encojo de hombros. No se puede decir que ella no tiene razón y vemos como ella sacude la cabeza, coge su caja de pastelitos y se va.
— ¿Me podrías decir que acaba de pasar?— Miles dice, viendo como ella zigzaguea entre el grupo de mesas, yendo con mucha prisa hacia ninguna parte. Pero yo solo me encojo de hombros, incapaz de quitarme la imagen de la serpiente en su muñeca y cómo giró su cabeza, enfocando sus malvados ojos y mirando directamente hacia mí. Al momento que entro a mi calle, veo a Nick recostado en su auto y sonriendo.
— ¿Cómo estuvo la escuela?— él pregunta, rodeando el auto y abriendo mi puerta. Yo me encojo de hombros y tomo mis libros. — Así que todavía sigues enojada, — él dice, siguiéndome hasta la puerta de mi casa y, aunque no está tocándome, puedo sentir el calor que emana. — No estoy enojada. — digo entre dientes, abriendo la puerta y dejando caer mi mochila al suelo.
Bueno :) comenten mucho y subo más :D . Un beso
Gabuuziita
Re: Eternidad(Nick&Tu)
Chicaaas , tengo que comunicarles algo, hoy (porque a esta hora son las mm 5 y 30 am -si , los sacrificios que hago por uds. jajaja nunca me despertaría a esa hora por nadie mas-)me voy de viaje una semana.En el lugar hay computadora , pero allá no prometo subir mucho , ya que la compu es MUUUUUUUUUUUUUUUY lenta y se tilda a cada rato - lo sé porque es como la quinta vez que voy al mismo lugar ¬¬ y siempre pasa lo mismo- y aparte mi mamá se enloquece bastante cuando uso el ordenador cuando estoy en vacas .Pero voy a hacer todo lo posible por subir un cap todoos los diaas ( hasta si señoras , estar 3 hs esperando que esa cosa arranque -.- ). Y cuando vuelva obvio , MARATON :)
Cap
— Bueno, eso es un alivio porque he hecho reservaciones para dos y si no estás enojada, entonces asumo que iras conmigo. — Yo lo miro, mis ojos viajando por sus jeans oscuros, botas y suéter negro claro que solo puede ser cachemira, tratando de adivinar qué se trae entre manos. El me quita mis gafas y audífonos y los coloca sobre la mesa de la entrada. — Confía en mí, en realidad no necesitas de todas esas defensas, — él dice, bajando mi capucha, metiendo su brazo alrededor del mío y llevándome fuera de la casa, hacia su auto.
— ¿A dónde vamos?— le pregunto, acomodándome complacientemente en el asiento del pasajero, siempre tan dispuesta a seguir cualquiera que sea su plan. — O sea ¿y qué pasará con mi tarea? Tengo mucha tarea con la que debo ponerme al día. —
Pero él solo sacude su cabeza y se sienta al lado mío. — Tranquila, lo podrás hacer más tarde, lo prometo. —
— ¿Cuán tarde?— lo miro detenidamente, preguntándome si alguna vez podré acostumbrarme a su increíble y oscura belleza, la calidez de su mirada y su habilidad de convencerme de lo que sea. El sonríe, encendiendo el auto sin ni siquiera girar la llave.
— Antes de la medianoche, lo prometo. Ahora abróchate el cinturón, daremos un paseo. —
Nick conduce rápido. Bien rápido. Así que cuando el entra al lote de estacionamientos y deja su auto con el valet, parece que solo han pasado unos cuantos minutos.
— ¿Dónde estamos?— le pregunto, mirando los edificios verdes y el letrero que dice Entrada Este.
— ¿Entrada este a dónde?—
— Bueno, esto debe explicarlo.— él ríe, jalándome hacia él mientras cuatro brillantes y sudorosos caballos pura sangre trotan junto a nosotros, seguidos por un jinete con una chaqueta verde y rosa, pantalones blancos ajustados y unas botas negras sucias por el barro.
— ¿Un hipódromo?— digo boquiabierta. Al igual que Disneylandia, esto era completamente inesperado.
— No es cualquier hipódromo, es el Santa Anita, — el siente. — Uno de los mejores. Ahora ven, tenemos una reservación para las tres y quince en El Ganador. —
— ¡¿Con quién?!— yo digo, parándome en seco.
— Tranquila, es solo un restaurante. — el ríe. — Ahora, vamos, no quiero perderme de las apuestas. —
— Este, ¿no es esto ilegal?— digo, sabiendo que sueno como la mayor de las santurronas, pero aún así, él es tan desmandado, tan imprudente, tan al azar… — ¿Comer es ilegal?— él sonríe, pero puedo ver que su paciencia está llegando al límite. Yo digo que no con la cabeza. — El apostar, jugar, lo que sea. Ya sabes. —
Pero él solo ríe y dice que no con la cabeza. — Es una carrera de caballos, ____, no una pelea de gallos. Ahora, vamos. — el aprieta mi mano y me dirige al elevador. — ¿Pero no se supone que tengas veintiún años para poder entrar a lugares como este?—
— Dieciocho— él dice entre dientes, entrando en el elevador y presionando el número cinco. — Exacto. Yo tengo dieciséis y medio. — El sacude su cabeza y se inclina para besarme.
— Las reglas son siempre para torcerse o romperse. Es la única manera para tener algo de diversión. Ahora ven, — él dice, dirigiéndome por un pasillo, luego dentro de una amplia habitación decorada con varios tonos de verde; deteniéndose frente al podio frontal y saludando a la persona encargada como si fuera un buen amigo al que no ve desde mucho tiempo.
— ¡Ah, Sr. Auguste, que maravilloso verlo! Su mesa está lista, sígame. — Nick asiente con la cabeza y toma mi mano, dirigiéndome por una habitación llena de parejas, retirados, hombres solos, grupos de mujeres, un padre y su joven hijo… no hay ni una silla vacía en la casa. Eventualmente paramos en una mesa justo al final, con una hermosa vista hacia la pista de carrera y a las verdes colinas que están más allá. — Tony vendrá en seguida para tomar sus órdenes. ¿Les traigo champaña?—
Damen me mira y luego mueve la cabeza. Su cara sonrojándose levemente cuando dice, — Hoy no.—
— Muy bien, entonces solo faltan 5 minutos para que comiencen las apuestas.—
— ¿Champaña?— yo susurro arqueando mis cejas, pero él solo se encoje de hombros y abre su itinerario de carreras. — ¿Qué piensas sobre Spanish Fly?— él me mira sonriendo cuando dice, — El caballo, no el afrodisíaco. — Pero estoy muy ocupada para contestar, mientras observo a mí alrededor, intentando captar todo. Este lugar no solo es enorme, está completamente lleno -en mitad de semana- y en pleno medio día. Toda esta gente faltando a sus responsabilidades y apostando. Es como un mundo completamente nuevo, el cuál ni sabía que existía, y no puedo evitar preguntarme si es aquí en donde Nick pasa todo su tiempo libre. — ¿y qué dices? ¿Quieres apostar?— él me mira brevemente antes de hacer una serie de apuntes con su bolígrafo. Yo digo que no con la cabeza,
— Ni siquiera sé por dónde comenzar. —
— Bueno, yo podría ponerte al tanto de todo, los que tienen mala reputación, los porcentajes, estadísticas, quién entrenó a quién. Pero como estamos cortos de tiempo, ¿por qué no simplemente miras esto y me dices que es lo que presientes, a cuáles nombres te ves más atraída? Siempre funciona conmigo. — él sonríe.
El me pasa la hoja de carreras y yo le echo una ojeada, sorprendida de encontrar tres nombres distintos que me llaman la atención en un orden del uno al tres. — ¿Que tal Spanish Fly ganador, Acapulco Lucy segundo y Son of Buddha tercero?— le digo, sin tener idea de cómo llegue a esa conclusión, pero sintiéndome muy segura con los que escogí.
— Lucy al lugar, Buddha al espect{culo…— él farfulla mientras garabatea. — ¿y cuánto quieres apostar por eso? La apuesta mínima es dos, pero puedes apostar más si quieres. —
— Dos está bien. — le digo, perdiendo de súbito la confianza y sin ganas de vaciar mi billetera por un capricho. — ¿Estás segura?— él me pregunta, luciendo decepcionado. Yo digo que sí con la cabeza. — Bueno, yo creo que has escogido caballos muy buenos así que apostaré cinco. No, mejor que sean diez. —
— No apuestes diez, — le digo, presionando mis labios. — O sea, yo solo los escogí y ni si quiera sé por qué. — — Al parecer lo sabremos dentro de poco, — él dice levantándose de su silla mientras yo busco mi billetera, pero él la rechaza con la mano. — Me podrás reembolsar cuando tengas tus ganancias. Voy a apostar, si el mesero viene, ordena lo que quieras. —
— ¿Qué pido para ti?— le digo, pero él se mueve tan rápido que ni siquiera me escuchó. Cuando regresa, ya todos los caballos están en sus puestos y cuando suena el disparo, salen todos desbocados. Al principio parecen como oscuras manchas borrosas y, mientras llegan a la esquina y comienzan la recta final, yo me levanto de mi silla mirando a mis tres favoritos y luego comienzo a saltar y a gritar con regocijo, al ver que todos ellos llegan al final en el mismo orden que yo había apostado.
— ¡Oh dios mío, ganamos! ¡Ganamos!— digo sonriendo, mientras Nick se inclina para besarme. — ¿Siempre es así de emocionante?— miro hacia la pista y observo como Spanish Fly trota en el círculo de ganadores, lo cubren con flores y lo preparan para la foto. — Sí. — él asiente con la cabeza.
— Pero no hay nada como la primera vez que ganas una gran apuesta con mucho dinero, esa es siempre la mejor.— — Bueno, no sé qué tan grande sea esta,— le digo, deseando haber tenido más fe en mis habilidades, al menos lo suficiente para haber ampliado la apuesta. Nick frunce el ceño. — Bueno, como solo apostaste dos, me temo que ganaste más o menos ocho. —
— ¿Ocho dólares?— entrecierro los ojos, bastante decepcionada.
— Ochocientos dólares. — él ríe. — U ochocientos ochenta dólares y sesenta centavos, para ser exactos. Ganaste una trifecta, lo que significa que acertaste los tres en el orden exacto. —
— ¿y todo eso con solo dos dólares?— digo, súbitamente sabiendo por qué él tenía una mesa fija. Él asiente con la cabeza.
— ¿y tú? ¿Cuánto ganaste?— le pregunto. — ¿Apostaste lo mismo que yo?— Él sonríe. — Resulta que perdí y bien feo. Me puse un poco codicioso y aposté por la superfecta, lo que significa que añadí un caballo y no lo logró. Pero no te preocupes, planeo arreglarlo en la próxima carrera.— Y sí que lo hizo porque cuando fuimos a la ventana, después de la octava y última carrera, yo ya había ganado un total de mil seiscientos cincuenta y cinco dólares y ochenta centavos, mientras que él se echó al bolsillo mucho más porque ganó el Super High Five, lo que significa que acertó cinco caballos en el mismo orden exacto en que terminaron, y como él fue el único que lo hizo -en varios días- ganó quinientos treinta y seis mil dólares y cuarenta y un centavos, todo en una apuesta de diez dólares. — ¿Y qué piensas de las carreras?— él pregunta, su brazo alrededor del mío, mientras me lleva afuera.
– Bueno, ahora sé por qué no estás interesado en la escuela. Supongo que no puede competir con esto ¿no?– yo río, aún sintiéndome excitada por mis ganancias, pensando que al fin conseguí una ventaja para mis dones psíquicos. – Vamos, quiero comprarte algo para celebrar mi gran victoria. – él dice, llevándome a la tienda de recuerdos. – No, no tienes que-– yo comienzo. Pero él aprieta mi mano, acerca sus labios a mi oído y me dice, – Insisto. Además, creo que puedo pagarlo. Pero hay una condición. – Yo lo miro.
Evermore Alyson Nöel
Traducido en http://purplerose1.activoforo.com/
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– Absolutamente nada de sudaderas ni abrigos con capuchas. – él ríe. – Pero sí cualquier otra cosa. Solo dilo. – Luego de bromear un rato pidiendo una gorra de jinete, una estatuilla de caballo y una enorme herradura de bronce para colgarla en la pared de mi habitación, al finas nos decidimos por un brazalete de cuentas con forma de caballos, pero solo después de que yo me asegurara de que en realidad las cuentas eran de cristal y no de diamantes porque eso sería demasiado, sin importar cuánto dinero él había ganado. – Así, sin importar lo que pase, nunca olvidarás este día, – él dice, poniendo el brazalete en mi muñeca y cerrando el broche, mientras esperamos que el valet nos traiga el auto. – ¿Cómo podría olvidarlo?– le pregunto, mirando mi pulsera y luego a él. Pero él solo se encoje de hombros mientras se sienta junto a mí en el auto y en sus ojos hay algo tan triste, tan privado, que espero que esa sí sea la cosa que yo olvide. Desafortunadamente, el camino a casa parece ser aún más rápido que cuando fuimos al hipódromo y cuando él entra a mi calle me doy cuenta cuán reacia estoy a que el día termine. – Mira, – él dice, señalando al reloj del auto. – Mucho antes de la media noche, justo como lo prometí. – y cuando él se inclina para besarme, lo beso con tanto entusiasmo, que prácticamente lo jalo a mi silla. – ¿Puedo entrar?– él susurra, tentándome con sus labios, mientras
Evermore Alyson Nöel
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recorren mi oreja, mi cuello y mi clavícula. Pero me sorprendo a mi misma apartándolo y diciendo que no con la cabeza. No solo porque Sabine está adentro y tengo tarea que hacer, si no porque necesito ya de una buena vez tener más voluntad y no ceder tan fácilmente a sus encantos. – Te veré en la escuela, – le digo, bajando de su auto antes de que él me haga cambiar de idea. – ¿La recuerdas? Bay View, la escuela que solías ir. – El aparta la mirada y suspira. – No me digas que vas a faltar otra vez. – – La escuela es tan terriblemente aburrida. No sé cómo lo haces. – – ¿Qué no sabes cómo lo hago?– yo sacudo mi cabeza, miro hacia la casa y veo cómo Sabine está observando tras las cortinas y luego se aparta, y luego miro nuevamente a Damen y digo, – Bueno, digamos que hago lo mismo que tú solías hacer. Ya sabes: te despiertas, te vistes, te vas, y a veces, si prestas atención, aprendes una o dos cosas mientras estas allí. – Al momento que lo digo, sé que es mentira porque la verdad es que no he aprendido ni una jodida cosa en todo el año. O sea, es difícil aprender algo cuando tú lo sabes todo. Pero no puedo compartir eso con él. – Tiene que haber una manera mejor, – él gruñe, sus ojos enormes y suplicantes. – Bueno, para que lo sepas, el absentismo escolar no es una buena idea. No si es que quieres ir a la universidad y hacer algo con tu vida. – Más mentiras, porque con más días así como el que tuvimos en el
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hipódromo uno puede vivir bien. Mejor que bien. Pero él solo ríe. – Está bien. Lo haremos a tu manera. Por ahora. Te veo mañana, Ever. – Y apenas he entrado por la puerta cuando él se aleja conduciendo.
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Capítulo 20
A la mañana siguiente, mientras me preparaba para la escuela, Riley estaba posada sobre mi tocador disfrazada de la Mujer Maravilla y describiendo secretos sobre las celebridades. Habiendo crecido su aburrimiento mirando los quehaceres diarios de viejos vecinos y amigos, ella había puesto sus ojos en Hollywood, lo que le permitía servir los mejores chismes mucho mejor que cualquier prensa sensacionalista del supermercado. – ¡Ni de c o ñ a!–. Yo la miro. ¡No puedo creerlo! ¡Miles va a flipar cuando oiga esto!– – No tienes ni idea–. Ella sacude su cabeza, sus rizos negros saltando de un lado a otro, parecía agotada, enormemente cansada, como quien ha visto demasiado – y en este caso unos cuantos. – Nada es lo que parece. En serio. Es apenas una gran ilusión, tan falsos como las películas que ellos hacen. Y créeme, esos publicistas se parten el lomo para que no se sepan todos sus pequeños secretos sucios – secreto. – – ¿A quién más has expiado?– pregunto, ansiosa por oír más. Me pregunto por qué nunca se me había ocurrido tratarlo para sintonizar en sus energías mientras estoy viendo la TV u ojeando una revista.
Evermore Alyson Nöel
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– Sobre qué-– Estoy a punto de preguntar si los rumores sobre mi actriz favorita son ciertos, cuando Sabine asoma su cabeza en mi habitación y dice – ¿Qué sobre qué?– Miro fijamente a Riley, viéndola partirse de risa, y aclarando mi garganta cuando digo – Um, nada, no he dicho nada–. Sabine me lanza una mirada de evidencia, mientras Riley sacude su cabeza y dice – Podría uno, _____ . Realmente convincente–
– ¿Necesitas algo?– pregunto, volviéndome hacia Riley y centrándome en el verdadero propósito de la visita de Sabine – Ella estaba invitada a pasar fuera el fin de semana y no estaba segura de cómo decírmelo. Camina dentro de mi habitación, su postura demasiado derecha, su paso tieso de manera antinatural, entonces toma una respiración profunda y se sienta al borde de mi cama, sus dedos atrapan nerviosamente un hilo flojo de mi edredón de algodón azul, mientras considera lentamente cómo abordarlo. – Jeff me invitó a pasar fuera el fin de semana–. Juntó sus cejas. – Pero pensé que debería consultarlo contigo primero–. – ¿Quién es Jeff?– pregunto, poniéndome mis pendientes y girándome para mirarla. Porque aunque yo ya lo sabía, aún así sentía que debía preguntárselo.
COMENTEN MUCHO. les quieroo
Cap
— Bueno, eso es un alivio porque he hecho reservaciones para dos y si no estás enojada, entonces asumo que iras conmigo. — Yo lo miro, mis ojos viajando por sus jeans oscuros, botas y suéter negro claro que solo puede ser cachemira, tratando de adivinar qué se trae entre manos. El me quita mis gafas y audífonos y los coloca sobre la mesa de la entrada. — Confía en mí, en realidad no necesitas de todas esas defensas, — él dice, bajando mi capucha, metiendo su brazo alrededor del mío y llevándome fuera de la casa, hacia su auto.
— ¿A dónde vamos?— le pregunto, acomodándome complacientemente en el asiento del pasajero, siempre tan dispuesta a seguir cualquiera que sea su plan. — O sea ¿y qué pasará con mi tarea? Tengo mucha tarea con la que debo ponerme al día. —
Pero él solo sacude su cabeza y se sienta al lado mío. — Tranquila, lo podrás hacer más tarde, lo prometo. —
— ¿Cuán tarde?— lo miro detenidamente, preguntándome si alguna vez podré acostumbrarme a su increíble y oscura belleza, la calidez de su mirada y su habilidad de convencerme de lo que sea. El sonríe, encendiendo el auto sin ni siquiera girar la llave.
— Antes de la medianoche, lo prometo. Ahora abróchate el cinturón, daremos un paseo. —
Nick conduce rápido. Bien rápido. Así que cuando el entra al lote de estacionamientos y deja su auto con el valet, parece que solo han pasado unos cuantos minutos.
— ¿Dónde estamos?— le pregunto, mirando los edificios verdes y el letrero que dice Entrada Este.
— ¿Entrada este a dónde?—
— Bueno, esto debe explicarlo.— él ríe, jalándome hacia él mientras cuatro brillantes y sudorosos caballos pura sangre trotan junto a nosotros, seguidos por un jinete con una chaqueta verde y rosa, pantalones blancos ajustados y unas botas negras sucias por el barro.
— ¿Un hipódromo?— digo boquiabierta. Al igual que Disneylandia, esto era completamente inesperado.
— No es cualquier hipódromo, es el Santa Anita, — el siente. — Uno de los mejores. Ahora ven, tenemos una reservación para las tres y quince en El Ganador. —
— ¡¿Con quién?!— yo digo, parándome en seco.
— Tranquila, es solo un restaurante. — el ríe. — Ahora, vamos, no quiero perderme de las apuestas. —
— Este, ¿no es esto ilegal?— digo, sabiendo que sueno como la mayor de las santurronas, pero aún así, él es tan desmandado, tan imprudente, tan al azar… — ¿Comer es ilegal?— él sonríe, pero puedo ver que su paciencia está llegando al límite. Yo digo que no con la cabeza. — El apostar, jugar, lo que sea. Ya sabes. —
Pero él solo ríe y dice que no con la cabeza. — Es una carrera de caballos, ____, no una pelea de gallos. Ahora, vamos. — el aprieta mi mano y me dirige al elevador. — ¿Pero no se supone que tengas veintiún años para poder entrar a lugares como este?—
— Dieciocho— él dice entre dientes, entrando en el elevador y presionando el número cinco. — Exacto. Yo tengo dieciséis y medio. — El sacude su cabeza y se inclina para besarme.
— Las reglas son siempre para torcerse o romperse. Es la única manera para tener algo de diversión. Ahora ven, — él dice, dirigiéndome por un pasillo, luego dentro de una amplia habitación decorada con varios tonos de verde; deteniéndose frente al podio frontal y saludando a la persona encargada como si fuera un buen amigo al que no ve desde mucho tiempo.
— ¡Ah, Sr. Auguste, que maravilloso verlo! Su mesa está lista, sígame. — Nick asiente con la cabeza y toma mi mano, dirigiéndome por una habitación llena de parejas, retirados, hombres solos, grupos de mujeres, un padre y su joven hijo… no hay ni una silla vacía en la casa. Eventualmente paramos en una mesa justo al final, con una hermosa vista hacia la pista de carrera y a las verdes colinas que están más allá. — Tony vendrá en seguida para tomar sus órdenes. ¿Les traigo champaña?—
Damen me mira y luego mueve la cabeza. Su cara sonrojándose levemente cuando dice, — Hoy no.—
— Muy bien, entonces solo faltan 5 minutos para que comiencen las apuestas.—
— ¿Champaña?— yo susurro arqueando mis cejas, pero él solo se encoje de hombros y abre su itinerario de carreras. — ¿Qué piensas sobre Spanish Fly?— él me mira sonriendo cuando dice, — El caballo, no el afrodisíaco. — Pero estoy muy ocupada para contestar, mientras observo a mí alrededor, intentando captar todo. Este lugar no solo es enorme, está completamente lleno -en mitad de semana- y en pleno medio día. Toda esta gente faltando a sus responsabilidades y apostando. Es como un mundo completamente nuevo, el cuál ni sabía que existía, y no puedo evitar preguntarme si es aquí en donde Nick pasa todo su tiempo libre. — ¿y qué dices? ¿Quieres apostar?— él me mira brevemente antes de hacer una serie de apuntes con su bolígrafo. Yo digo que no con la cabeza,
— Ni siquiera sé por dónde comenzar. —
— Bueno, yo podría ponerte al tanto de todo, los que tienen mala reputación, los porcentajes, estadísticas, quién entrenó a quién. Pero como estamos cortos de tiempo, ¿por qué no simplemente miras esto y me dices que es lo que presientes, a cuáles nombres te ves más atraída? Siempre funciona conmigo. — él sonríe.
El me pasa la hoja de carreras y yo le echo una ojeada, sorprendida de encontrar tres nombres distintos que me llaman la atención en un orden del uno al tres. — ¿Que tal Spanish Fly ganador, Acapulco Lucy segundo y Son of Buddha tercero?— le digo, sin tener idea de cómo llegue a esa conclusión, pero sintiéndome muy segura con los que escogí.
— Lucy al lugar, Buddha al espect{culo…— él farfulla mientras garabatea. — ¿y cuánto quieres apostar por eso? La apuesta mínima es dos, pero puedes apostar más si quieres. —
— Dos está bien. — le digo, perdiendo de súbito la confianza y sin ganas de vaciar mi billetera por un capricho. — ¿Estás segura?— él me pregunta, luciendo decepcionado. Yo digo que sí con la cabeza. — Bueno, yo creo que has escogido caballos muy buenos así que apostaré cinco. No, mejor que sean diez. —
— No apuestes diez, — le digo, presionando mis labios. — O sea, yo solo los escogí y ni si quiera sé por qué. — — Al parecer lo sabremos dentro de poco, — él dice levantándose de su silla mientras yo busco mi billetera, pero él la rechaza con la mano. — Me podrás reembolsar cuando tengas tus ganancias. Voy a apostar, si el mesero viene, ordena lo que quieras. —
— ¿Qué pido para ti?— le digo, pero él se mueve tan rápido que ni siquiera me escuchó. Cuando regresa, ya todos los caballos están en sus puestos y cuando suena el disparo, salen todos desbocados. Al principio parecen como oscuras manchas borrosas y, mientras llegan a la esquina y comienzan la recta final, yo me levanto de mi silla mirando a mis tres favoritos y luego comienzo a saltar y a gritar con regocijo, al ver que todos ellos llegan al final en el mismo orden que yo había apostado.
— ¡Oh dios mío, ganamos! ¡Ganamos!— digo sonriendo, mientras Nick se inclina para besarme. — ¿Siempre es así de emocionante?— miro hacia la pista y observo como Spanish Fly trota en el círculo de ganadores, lo cubren con flores y lo preparan para la foto. — Sí. — él asiente con la cabeza.
— Pero no hay nada como la primera vez que ganas una gran apuesta con mucho dinero, esa es siempre la mejor.— — Bueno, no sé qué tan grande sea esta,— le digo, deseando haber tenido más fe en mis habilidades, al menos lo suficiente para haber ampliado la apuesta. Nick frunce el ceño. — Bueno, como solo apostaste dos, me temo que ganaste más o menos ocho. —
— ¿Ocho dólares?— entrecierro los ojos, bastante decepcionada.
— Ochocientos dólares. — él ríe. — U ochocientos ochenta dólares y sesenta centavos, para ser exactos. Ganaste una trifecta, lo que significa que acertaste los tres en el orden exacto. —
— ¿y todo eso con solo dos dólares?— digo, súbitamente sabiendo por qué él tenía una mesa fija. Él asiente con la cabeza.
— ¿y tú? ¿Cuánto ganaste?— le pregunto. — ¿Apostaste lo mismo que yo?— Él sonríe. — Resulta que perdí y bien feo. Me puse un poco codicioso y aposté por la superfecta, lo que significa que añadí un caballo y no lo logró. Pero no te preocupes, planeo arreglarlo en la próxima carrera.— Y sí que lo hizo porque cuando fuimos a la ventana, después de la octava y última carrera, yo ya había ganado un total de mil seiscientos cincuenta y cinco dólares y ochenta centavos, mientras que él se echó al bolsillo mucho más porque ganó el Super High Five, lo que significa que acertó cinco caballos en el mismo orden exacto en que terminaron, y como él fue el único que lo hizo -en varios días- ganó quinientos treinta y seis mil dólares y cuarenta y un centavos, todo en una apuesta de diez dólares. — ¿Y qué piensas de las carreras?— él pregunta, su brazo alrededor del mío, mientras me lleva afuera.
– Bueno, ahora sé por qué no estás interesado en la escuela. Supongo que no puede competir con esto ¿no?– yo río, aún sintiéndome excitada por mis ganancias, pensando que al fin conseguí una ventaja para mis dones psíquicos. – Vamos, quiero comprarte algo para celebrar mi gran victoria. – él dice, llevándome a la tienda de recuerdos. – No, no tienes que-– yo comienzo. Pero él aprieta mi mano, acerca sus labios a mi oído y me dice, – Insisto. Además, creo que puedo pagarlo. Pero hay una condición. – Yo lo miro.
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– Absolutamente nada de sudaderas ni abrigos con capuchas. – él ríe. – Pero sí cualquier otra cosa. Solo dilo. – Luego de bromear un rato pidiendo una gorra de jinete, una estatuilla de caballo y una enorme herradura de bronce para colgarla en la pared de mi habitación, al finas nos decidimos por un brazalete de cuentas con forma de caballos, pero solo después de que yo me asegurara de que en realidad las cuentas eran de cristal y no de diamantes porque eso sería demasiado, sin importar cuánto dinero él había ganado. – Así, sin importar lo que pase, nunca olvidarás este día, – él dice, poniendo el brazalete en mi muñeca y cerrando el broche, mientras esperamos que el valet nos traiga el auto. – ¿Cómo podría olvidarlo?– le pregunto, mirando mi pulsera y luego a él. Pero él solo se encoje de hombros mientras se sienta junto a mí en el auto y en sus ojos hay algo tan triste, tan privado, que espero que esa sí sea la cosa que yo olvide. Desafortunadamente, el camino a casa parece ser aún más rápido que cuando fuimos al hipódromo y cuando él entra a mi calle me doy cuenta cuán reacia estoy a que el día termine. – Mira, – él dice, señalando al reloj del auto. – Mucho antes de la media noche, justo como lo prometí. – y cuando él se inclina para besarme, lo beso con tanto entusiasmo, que prácticamente lo jalo a mi silla. – ¿Puedo entrar?– él susurra, tentándome con sus labios, mientras
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recorren mi oreja, mi cuello y mi clavícula. Pero me sorprendo a mi misma apartándolo y diciendo que no con la cabeza. No solo porque Sabine está adentro y tengo tarea que hacer, si no porque necesito ya de una buena vez tener más voluntad y no ceder tan fácilmente a sus encantos. – Te veré en la escuela, – le digo, bajando de su auto antes de que él me haga cambiar de idea. – ¿La recuerdas? Bay View, la escuela que solías ir. – El aparta la mirada y suspira. – No me digas que vas a faltar otra vez. – – La escuela es tan terriblemente aburrida. No sé cómo lo haces. – – ¿Qué no sabes cómo lo hago?– yo sacudo mi cabeza, miro hacia la casa y veo cómo Sabine está observando tras las cortinas y luego se aparta, y luego miro nuevamente a Damen y digo, – Bueno, digamos que hago lo mismo que tú solías hacer. Ya sabes: te despiertas, te vistes, te vas, y a veces, si prestas atención, aprendes una o dos cosas mientras estas allí. – Al momento que lo digo, sé que es mentira porque la verdad es que no he aprendido ni una jodida cosa en todo el año. O sea, es difícil aprender algo cuando tú lo sabes todo. Pero no puedo compartir eso con él. – Tiene que haber una manera mejor, – él gruñe, sus ojos enormes y suplicantes. – Bueno, para que lo sepas, el absentismo escolar no es una buena idea. No si es que quieres ir a la universidad y hacer algo con tu vida. – Más mentiras, porque con más días así como el que tuvimos en el
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hipódromo uno puede vivir bien. Mejor que bien. Pero él solo ríe. – Está bien. Lo haremos a tu manera. Por ahora. Te veo mañana, Ever. – Y apenas he entrado por la puerta cuando él se aleja conduciendo.
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Capítulo 20
A la mañana siguiente, mientras me preparaba para la escuela, Riley estaba posada sobre mi tocador disfrazada de la Mujer Maravilla y describiendo secretos sobre las celebridades. Habiendo crecido su aburrimiento mirando los quehaceres diarios de viejos vecinos y amigos, ella había puesto sus ojos en Hollywood, lo que le permitía servir los mejores chismes mucho mejor que cualquier prensa sensacionalista del supermercado. – ¡Ni de c o ñ a!–. Yo la miro. ¡No puedo creerlo! ¡Miles va a flipar cuando oiga esto!– – No tienes ni idea–. Ella sacude su cabeza, sus rizos negros saltando de un lado a otro, parecía agotada, enormemente cansada, como quien ha visto demasiado – y en este caso unos cuantos. – Nada es lo que parece. En serio. Es apenas una gran ilusión, tan falsos como las películas que ellos hacen. Y créeme, esos publicistas se parten el lomo para que no se sepan todos sus pequeños secretos sucios – secreto. – – ¿A quién más has expiado?– pregunto, ansiosa por oír más. Me pregunto por qué nunca se me había ocurrido tratarlo para sintonizar en sus energías mientras estoy viendo la TV u ojeando una revista.
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– Sobre qué-– Estoy a punto de preguntar si los rumores sobre mi actriz favorita son ciertos, cuando Sabine asoma su cabeza en mi habitación y dice – ¿Qué sobre qué?– Miro fijamente a Riley, viéndola partirse de risa, y aclarando mi garganta cuando digo – Um, nada, no he dicho nada–. Sabine me lanza una mirada de evidencia, mientras Riley sacude su cabeza y dice – Podría uno, _____ . Realmente convincente–
– ¿Necesitas algo?– pregunto, volviéndome hacia Riley y centrándome en el verdadero propósito de la visita de Sabine – Ella estaba invitada a pasar fuera el fin de semana y no estaba segura de cómo decírmelo. Camina dentro de mi habitación, su postura demasiado derecha, su paso tieso de manera antinatural, entonces toma una respiración profunda y se sienta al borde de mi cama, sus dedos atrapan nerviosamente un hilo flojo de mi edredón de algodón azul, mientras considera lentamente cómo abordarlo. – Jeff me invitó a pasar fuera el fin de semana–. Juntó sus cejas. – Pero pensé que debería consultarlo contigo primero–. – ¿Quién es Jeff?– pregunto, poniéndome mis pendientes y girándome para mirarla. Porque aunque yo ya lo sabía, aún así sentía que debía preguntárselo.
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Gabuuziita
Re: Eternidad(Nick&Tu)
Dios llegue me encanta... Wow 536.000 dolares es muchisimo
Wow espero que sigan llendo.. Porque tendra el tatuaje heaven
Y que le habra hecho a evangeline drina??
Siguela pleasee
Wow espero que sigan llendo.. Porque tendra el tatuaje heaven
Y que le habra hecho a evangeline drina??
Siguela pleasee
#Fire Rouge..*
Re: Eternidad(Nick&Tu)
mañana se cerrara el foro y las novelas que no se siguen se borraran,,, please no dejes esta nove me encantaa siguelaaa
#Fire Rouge..*
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