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eternidad (logan y tu ) adaptada

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Mensaje por jhiannitloganh Jue 12 Sep 2013, 6:41 pm

Eternidad, sinopsis


(tn) guarda un secreto: puede oir los pensamientos de todos los que  estan a su alrededor, ver su aura y conocer su pasado con solo tocarles la piel. Abrumada por la fuerza de este extraño don, vive encerrada en si misma y solo tiene dos amigos, los excentricos Haven y Miles. Todo cambia, sin embargo, cuando Logan se incorpora a su clase; atractivo y enigmatico, despierta rapidamente el interes de todas las chicas del instituto. (tn), como siempre, intenta matenerse al margen, pero muy pronto descubre con una mezcla de temor y fascinacion Logan no tiene aura y que altera de forma misteriosa todos sus poderes.
jhiannitloganh
jhiannitloganh


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eternidad (logan y tu ) adaptada  Empty Re: eternidad (logan y tu ) adaptada

Mensaje por abrilita de henderson Jue 12 Sep 2013, 7:44 pm

HOLA PRIMERA FIEL LECTORA REPORTANDOSE ME LLAMO

ABRIL PERO PUEDES DECIRME ABRILITA O APRIL

COMO GUSTES

AJDKLDLASOFOKS


AME LA SIPNOSIS


ESPERO CON ANSIAS EL PRIMER CAPI


BESOS Y ABRAZOS

BYE!!!
abrilita de henderson
abrilita de henderson


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eternidad (logan y tu ) adaptada  Empty Re: eternidad (logan y tu ) adaptada

Mensaje por jhiannitloganh Lun 16 Sep 2013, 3:59 pm

CAPITULO 1
-¿Quién soy?
Haven aprieta con fuerza sus palmas cálidas y húmedas contra mis mejillas mientras el deslustrado borde de su anillo plateado de calavera deja una marca negra en mi piel. Y, aunque tengo los ojos cerrados y tapados, se que lleva el cabello teñido de negro peinado con la raya en medio, que se ha puesto su corsé de vinilo negro encima de un jersey de cuello vuelto (según normas del instituto), que su nueva falda negra de satén, que llega hasta el suelo, tiene ya un agujero en el bajo porque se la ha pisado con sus botas Doc Martens y que sus ojos parecen dorados porque lleva lentillas amarillas.
También se que su padre no se ha marchado por <>, como dice; que el entrenador personal de su madre es algo más que un <>, y que su hermano pequeño le ha roto el CD de Evanescence, aunque tiene demasiado miedo para decírselo.
Sin embargo, no he averiguado nada de todo esto espiándola ni vigilándola, ni tampoco me lo han dicho. Lo sé porque tengo poderes psíquicos.
-¡Venga, adivínalo! ¡El timbre está a punto de sonar! –exclama. Su voz ronca e irritada, como si fumara un paquete de cigarrillos al día, aunque lo cierto es que solo ha fumado una vez.
Yo sigo callada mientras intento pensar en la persona con quien menos le gustaría que la confundieran.
-¿eres Hilary Duff?
-¡uf! Prueba otra vez –me aprieta con más fuerza, sin tener ni idea de que a mí no me hace falta ver para saberlo-
-¿eres Marilyn Manson?
Haven ríe con ganas antes de soltarme. Se aparta y se lame el pulgar para borrarme el tatuaje que su anillo me ha dejado en la mejilla pero yo le aparto la mano de un manotazo. No es me de asco su saliva (quiero decir que se que está sana), lo que pasa es que no quiero que me toque de nuevo. El contacto es demasiado revelador, demasiado agotador, así que intento evitarlo a toda costa.
Mi amiga me agarra la capucha de la sudadera y me la aparta de la cabeza. Entorna los parpados al ver que llevo puesto los auriculares y pregunta:
-¿Qué estas escuchando?
Busco en el interior del bolsillo que he cosido para el iPod en todas mis capuchas y que sirve para ocultar los inevitables cables blancos a los ojos de los profesores; luego le ofrezco el reproductor y observo como abre los ojos de par en par.
-¿Qué demonios…? ¿Por qué narices tienes el volumen tan alto? ¿Y quién es ese? –pregunta.
Deja los auriculares del iPod colgando entre las dos para que ambos podamos escuchar a Sid Vicious gritando algo sobre la anarquía en el Reino Unido. La verdad es que no sé muy bien si Sid está a favor o en contra de la anarquía. Lo único que sé es que el volumen esta lo bastante alto para embotar mis agudizadisimos sentidos.
-solo los Sex Pistols –le digo al tiempo que apago el reproductor y vuelvo a guardarlo en su compartimiento secreto.
-me sorprende que me hayas oído siquiera… -Haven sonríe en el preciso instante en que suena el timbre.
Yo me limito a encogerme de hombros. No me hace falta <> para <>. Aunque no pienso admitir eso delante de ella. Solo le dijo que la veré a la hora del almuerzo y me dispongo a cruzar el campus para dirigirme a clase. Noto un sobresalto cuando percibo a esos dos chicos que se colocan a hurtadillas detrás de ellas, le pisa el bajo de la falda y están a punto de hacerla caer. Sin embargo, cuando ella se da la vuelta para fulminarlos con sus ojos amarillos y hacerles la señal del diablo (bueno, vale, en realidad no es la señal del diablo; no es más que algo que ella se ha inventado), los chicos retroceden a toda prisa y la dejan en paz. Dejo escapar un suspiro de alivio mientras abro la puerta de la clase, a sabiendas de que la energía remanente del contacto de Haven no tardara en desvanecerse.
Me dirijo hacia mi asiento, al fondo del aula, y trato de esquivas la mochila que Stacia Miller ha colocado de forma deliberada en medio de mi camino; mientras paso, hago caso omiso de la serenata diaria de <<¡FRACASADAAA! >> Que ella canturrea entre dientes. Después me siento en mi silla, saco de la mochila el libro, el cuaderno y el bolígrafo, me pongo los auriculares, me subo la capucha de la sudadera, dejo la mochila en el sitio vacio que hay a mi lado y espero a que aparezca el señor Robins.
El señor Robins siempre llega tarde. La mayoría de las veces su retraso se debe a que le gusta dar unos cuantos tragos de su pequeña petaca plateada entre clase y clase, algo que es consecuencia de que su mujer no deje de gritarle, de que su hija lo considere un inútil y que deteste la vida que lleva. Descubrí todo esto el primer día en este instituto, cuando toque su mano de forma accidental mientras le entregaba el formulario del traslado. Desde ese día, siempre que necesito entregarlo algo lo dejo en el borde de su mesa.
Cierro los ojos y espero; mis dedos se cuelan bajo la sudadera para cambiar la canción del estridente Sid Vicious por algo más suave y tranquilo. Todo ese estrepito ya no es necesario ahora que estoy en clase. Supongo que la relación alumno-profesor de algún modo consigue mantener a raya la energía psíquica.
No siempre he sido un bicho raro. Solía ser una adolescente de lo más normal. El tipo de chica que asiste a los bailes del instituto y adora a los famosos; estaba tan orgullosa de mi larga melena rubia que jamás se me habría ocurrido recogérmela en una cola de caballo y ocultarla bajo la enorme capucha de una sudadera. Tenía una madre, un padre, una hermana pequeña llamada Riley y un labrador dorado encantador llamado Buttercup. Vivía en una bonita casa de un buen barrio en Eugene, Oregón. Era popular, feliz, y me moría de ganas de que empezara el nuevo año, ya que acababa de superar las pruebas para entrar en el grupo de animadoras. Tenía una vida plena y mi único límite era el cielo. Y aunque esta última parte suena tópico, era real, por irónico que parezca.
No obstante, todo eso ya no son más que recuerdos vagos para mí. Porque, desde que tuve el accidente, lo único que puedo recordar con claridad es mi muerte.
Los médicos creyeron que sufrí eso que llaman una ECM, una <>. Pero se equivocaron de lleno. Porque lo que experimente no era nada <> a la muerte, puedes creerme. Mi hermana Riley y yo estábamos sentadas en el asiento trasero del todoterreno de mi padre; Buttercup tenía apoyada la cabeza sobre el regazo de Riley y sacudía la cola contra mis piernas. En un instante, todos los airbags habían saltado, el coche estaba hecho pedazos y yo lo observaba todo desde fuera.
Contemple los escombros (los cristales hechos trizas, las puertas aplastadas, el parachoques delantero empotrado contra el tronco de un pino en un abrazo letal) y me pregunte qué había pasado, esperando y rogando que todos los demás estuvieran también ilesos. Después oí un ladrido familiar y cuando me di la vuelta los vi a todos paseando por un sendero; Buttercup encabezaba la comitiva sacudiendo la cola.
Fui tras ellos. Al principio trate de correr para alcanzarlos, pero después aminore el paso y decidí quedarme atrás. Me apetecía pasear por aquel enorme y fragante prado salpicado de arboles y flores palpitantes que no dejaban de vibrar, así que cerré los ojos para protegerme de la bruma que hacia todo resplandeciera.
Me prometí que solo sería un momento, que no tardaría en seguirlos de nuevo. Pero cuando por fin volví la vista hacia ellos, apenas tuve tiempo de ver cómo me sonreían y se despedían con un gesto de la mano antes de cruzar el puente y desvanecerse.
Me asalto el pánico. Mire por todas partes. Corrí de un sitio a otro, pero todo tenía el mismo aspecto, envuelto en esa bruma cálida, blanca, destellante, brillante, hermosa, absurda y eterna. Caí al suelo. Sentí el frio contra mi piel y mi cuerpo comenzó a retorcerse.
Llore, grite, maldije, suplique e hice promesas que sabía que jamás podría cumplir.
Y entonces oí que alguien decía:
-¿(tn)? ¿Te llamas así? Abre los ojos y mírame
Volví con gran dificultad a la superficie. Volví al lugar donde todo era dolor y miseria, donde sentía una herida palpitante y húmeda en la frente. Observe al chico que estaba inclinado sobre mí, contemple sus ojos oscuros y susurre:
-sí, soy (tn)
Después volví a desmayarme.
jhiannitloganh
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Mensaje por jhiannitloganh Lun 16 Sep 2013, 4:01 pm

CAPITULO 2
Segundos antes de que entre el señor Robins, me bajo la capucha, apago el iPod y finjo estar leyendo el libro. Ni siquiera me molesto en levantar la vista cuando alguien dice:
-chicos, este es Logan Henderson. Es de Nuevo México y a partir de ahora vivirá aquí. Bien Logan, puedes ocupar el sitio vacio que hay al fondo del aula, el que está al lado de (tn). Tendrás que compartir libro hasta que tengas uno.
Logan esta buenísimo. Lo sé sin necesidad de mirarlo. Me concentro en el libro mientras el avanza hacia mí, porque ya se demasiadas cosas sobre mis compañeros de clase. En lo que a mí concierne, un momento más de ignorancia es una autentica bendición.
Sin embargo, según los pensamientos mas íntimos de Stacia Miller, que está sentada justo dos filas por delante de mí, <>.
Su mejor amiga, Honor, está totalmente de acuerdo.
Y también el novio de Honor, Craig, pero esa es otra historia muy diferente.
-hola –Logan se sienta en el sitio que hay junto al mío y mi mochila hace un ruido sordo cuando él la deja caer al suelo.
Le devuelvo el saludo con un gesto de la cabeza. Me niego a mirar más allá de sus brillantes botas negras de motorista, que son más del tipo GQ que de los Ángeles del Infierno. Unas botas que parecen muy fuera de lugar entre las chanclas de colorines que suelen pisar la moqueta verde.
El señor Robins nos pide a todos que abramos nuestros libros por la página 133, así que Logan se inclina hacia mí antes de decir:
-¿te importa que lo compartamos?
Yo vacilo, asustada por su proximidad, pero deslizo el libro hacia él hasta que se balacea al borde del pupitre. Y cuando el acerca la silla para acortar la pequeña distancia que nos separa, salgo pitando hacia la parte más alejada de mi asiento y me escondo bajo la capucha.
El se ríe por lo bajo, pero, puesto que no lo estoy mirando, no tengo ni idea de por qué. Lo único que sé es que parece alegre y divertido, aunque también algo más.
Me agacho aun más; apoyo la mejilla en la palma de la mano y clavo los ojos en el reloj, decidida a pasar por alto todas las miradas asesinas y los comentarios que me dedican mis compañeros. Cosas como: <>. La idea procede de Stacia, Honor, Craig y de todos los demás presentes en clase.
Bueno, de todos salvo del señor Robins, que desea que termine la clase casi tanto como yo.
 
 
A la hora del almuerzo, todo el mundo habla ya de Logan.
<<¿Has visto al nuevo, ese tal Logan? Esta como un tren… es tan sexy…>>, <>, <>, <>, <>, <>, <>
-¡dios mío! ¿Has visto al chico nuevo, ese tal Logan?
Haven se sienta a mi lado y me observa con atención a través de su largo flequillo, cuyas puntas desfiladas, le llegan justo por encima de los labios de color rojo oscuro.
-ay, no me digas que tu también estas igual, por favor… -sacudo la cabeza y le doy un mordisco a mi manzana.
-no dirás eso si hubieras tenido el privilegio de verlo –replica ella mientras saca la magdalena de vainilla de la caja de cartón rosado y lame el glaseado de la parte superior, siguiendo su rutina habitual. Sin embargo, por su aspecto, cualquiera diría que preferiría beber sangre a comer dulces.
-¿están hablando de Logan, chicas? –susurra Miles, que se sienta en el banco y apoya los codos sobre la mesa. Sus ojos castaños se pasen entre nosotras y una sonrisa aparecen en su rostro infantil- ¡esta como un queso! ¿Vieron sus botas? Son tan Vogue… creo que voy a invitarlo a ser mi próximo novio.
Haven entorna sus ojos amarillos.
-demasiado tarde, ya me lo he pedido yo.
-lo siento. No me había dado cuenta de que te molaban los tipos que no son góticos –Miles sonríe y pon los ojos en blanco mientras retira el envoltorio de su sándwich.
Haven se echa a reír.
-si tienen ese aspecto, si. Ese chico esta buenísimo, te lo juro; tendrías que verlo –sacude la cabeza, fastidiada por el hecho de que no estoy dispuesta a unirme a la diversión- es… ¡la bomba!
-¿tu no lo has visto? –Miles agarra su sándwich y me mira con la boca abierta.
Clavo la mirada en la mesa, preguntándome si debería mentir. Están armando tanto jaleo que me parece la única forma de librarme. Pero no puedo hacerlo. A ellos, no. Haven y Miles son mis mejores amigos. Mis únicos amigos. Y tengo la impresión de que guardo bastantes secretos.
-se sento a mi lado en clase de Lengua –admito finalmente- nos obligaron a compartir el libro. Pero en realidad no lo vi bien.
-¿los obligaron? –Haven se aparta el flequillo a un lado para tener una visión clara de la rarita que ha dicho algo semejante-, vaya debe de haber sido un infierno para ti. Que horror… -hace un gesto de exasperación y suspira- no te haces una idea de la suerte que tienes, de verdad. Deberías sentirte agradecida.
-¿Qué libro? –pregunta Miles, como si creyera que el titulo va a revelar algo de lo mas trascendente-
-Cumbres borrascosas –me encojo de hombros y dejo el carazon de manzana sobre la servilleta antes de envolverlo con ella.
-¿y la capucha? –pregunta Haven- ¿la tenias bajada o subida?
Lo pienso un momento y recuerdo habérmela subido cuando Logan se acercaba a mi.
-Hum… creo que subida –respondo- si, subida, seguro. –afirmo con la cabeza.
-bueno, menos mal- murmura ella al tiempo que parte la magdalena de vainilla por la mitad- lo único que querria es que la diosa rubia entrara en la competición.
Doy un respingo y bajo la mirada hasta la mesa. Me da vergüenza que la gente diga cosas como esa. Al parecer, antes vivía para ese tipo de halagos, pero ya no.
-vaya, ¿y que pasa con Miles? ¿a el no lo consideras un competidor? –pregunto en un intento de alejar la atención de mi para centrarla en alguien que realmente pueda disfrutarla.
-eso… -Miles se pasa los dedos por su corto cabello castaño y se vuelve para ofrecernos su mejor perfil- debes tener en cuenta mis posibilidades
-menuda estupidez… -afirma Haven al tiempo que se sacude las migas blancas del regazo- Logan y Miles no juegan en la misma liga. Lo que significa que ese aspecto de modelo irresistible no te va a servir de nada.
-¿y tu como sabes en que liga juega el? –pregunta Miles con los parpados entornados mientras le quita el tapon a la bebida reconstituyente- ¿Cómo estas tan segura?
-tengo un rada para los gays –afirma ella al tiempo que se golpetea la frente con el dedo- y, creeme, ese chico no sale registrado.
 
 
Logan no solo esta en mi clase de Lengua de primera hora y en la clase de Arte que tengo a sexta hora (no es que se sentara a mi lado, y tampoco puede decirse que yo lo mirara, pero los pensamientos que flotaba en la estancia, incluso los de nuestra profesora, la señora Machado, me informaron de todo cuanto necesitaba saber), sino que al parecer también ha aparcado el coche al lado del mio. Y aunque hasta el momento he logrado no ver otra cosa que sus botas, se que mi periodo de gracia esta a punto de llegar a su fin.
-¡madre mia, esta ahí! ¡justo a nuestro lado! –susurro Miles con ese tono agudo y cantarin que reserva para los momentos mas excitantes de la vida- y vaya cochazo que tiene… un BMW negro y brillante con las ventanas tintadas. Bonito, muy bonito. Vale, esto es lo que voy hacer: voy a abrir la puerta para golpear la suya de manera <>, y eso me dara una excusa para hablar con el. –se da la vuelta, a la espera  de que le de mi consentimiento.
-no te atrevas a rayar mi coche. Ni el suyo. Ni ningún otro –le digo al tiempo que niego con la cabeza y saco las llaves.
-esta bien –hace un mohín- destrózame los sueños si quieres, pero hazte un favor ¡y echale un buen vistazo! Y después mirame a los ojos y dime que ese chico no te vuelve loca. Esta como para desmayarse.
Pongo los ojos en blanco y me esfuerzo por pasar entre mi coche y un Volkswagen escarabajo mal estacionado en una posición tan extraña que parece que quisiera monta a mi Miata. Y justo, cuando estoy a punto de abrir la puerta, Miles me baja la capucha de un tiron, donde me insta con gestos poco sutiles de la cabeza y el pulgar a mirar a Logan, que esta de pie a su lado.
Y lo hago. Bueno, no podía evitarlo para siempre. Asi que respiro hondo y levanto la mirada.
Y lo que veo me deja sin habla, incapaz de parpadear o de moverme siquiera.
A pesar de que Miles comienza hacerme señas con las manos, a fulminarme con la mirada y hacerme todos los gentes que se le ocurren para que aborte la misión y regrese al cuartel general… soy incapaz. En realidad, me gustaria hacerlo, porque se que me estoy comportando como el bicho raro que todo el mundo cree que soy, pero resulta del todo imposible. Y no solo porque Logan es increíblemente guapo, con ese cabello brillante y negro, sino porque cuando gira la cabeza hacia mi y se levanta las gafas de sol para clavarme con la mirada, me doy cuenta de que tiene unos ojos almendrados y oscuros que me resultan extrañamente familiares, y unas pestañas tan abundantes que parecen postizas. ¡y que labios! Tiene una boca grande e incitante, con la forma perfecta del arco de Cupido. Y su cuerpo es grande, esbelto y duro, cubierto de arriba abajo con ropa negra.
-Hum, ¿(tn)? ¿hola? Ya puedes despertar. Por favor… -Miles se vuelve hacia Logan y suelta una risita nerviosa- Perdona a mi amiga, por lo general lleva la capucha puesta.
Lo cierto es que se que debería dejar de mirarlo. Necesito dejar de mirarlo. Pero Logan tiene los ojos clavados en los mios, y el color de su iris empieza a oscurecerse al tiempo que una sonrisa asoma sus labios.
Con todo, no es el hecho de que este como un tren lo que me tiene paralizada. En realidad, no tiene nada que ver con eso. Se debe sobre todo  que la zona que rodea su cuerpo, desde su gloriosa cabeza hasta la punta cuadrada de sus botas negras de motorista, no es mas que un espacio vacio.
No hay color. No hay aura. Ningún despliegue de luces palpitantes.
 
 
Todo el mundo tiene un aura. Todos los seres vivos están rodeados por remolinos de color que emanan de su cuerpo. Un campo de energía del que ni siquiera son conscientes. Y no es que sea algo peligroso o espeluznante; no es nada malo, tan solo una parte del campo magnetico visible… bueno, visible al menor para mi.
Antes del accidente ni siquiera había oído hablar de cosas como esta. Y era incapaz de verlas, por supuesto. Sin embargo, desde que desperté en el hospital, empece a ver colores por todas partes.
-¿te encuentras bien? –pregunto la enfermera pelirroja, que me observaba con nerviosismo.
-si, pero ¿Por qué esta rodeada de un color rosado? –entorne los parpados confundida por el resplandor en tonos pastel que la envolvían.
-¿Qué por que… que? –hizo un esfuerzo por ocultar su preocupación.
-esta envuelta por un remolino rosado que rodea todo su cuerpo, sobre todo la cabeza.
-vale, cielo, tu descansa mientras voy en busca del medico –me dijo antes de salir de la habitación hacia el pasillo-
No fue hasta después de haberme sometido a un monton de exámenes oculares, escáneres celebrales y evaluaciones psíquicas cuando aprendi que debía guardarme lo de los remolinos de colores para mi. Y cuando empece a oir los pensamientos, a conocer las historias de toda una vida a travez de un simple contacto y a recibir visitas regulares de Riley, mi hermana muerta, supe que no debía decir una palabra.
Supongo que me he acostumbrado tanto a vivir de esta manera que había olvidado que existía otro tipo de vida. Sin embargo, al ver que Logan no tiene mas color a su alrededor que el negro brillante de su carísimo y flamante coche, recuerdo días mejores, mas normales.
-¿estas bien, (tn)? –pregunta Logan con una sonrisa que revela otro de sus rasgos perfectos: unos dientes blanquísimos.
Permanezco inmóvil, deseando apartar la mirada de sus ojos, mientras Miles se aclara la garganta con fuerza. Cuando me acuerdo de lo poco que le gusta que no le hagan caso, lo señalo con la mano y digo:
-ay, Miles, lo siento. Logan, Miles; Miles, Logan –no obstante, mi mirada no se aparta de el ni un solo instante.
Logan le echa un vistazo a Miles y lo saluda con una inclinación de cabeza antes de volver a concentrarse en mi. Y aunque se que parecerá una locura, durante el efímero instante que aparta los ojos de mi siento una extraña sensación de frio y debilidad.
Sin embargo, cuando me mira de nuevo, todo vuelve a ser calido y agradable.
-¿puedo pedirte un favor? –pregunta con una sonrisa- ¿te importaría prestarme tu ejemplar de Cumbres borrascosas? Necesito ponerme al día y no tengo tiempo para ir a la librería esta tarde.
Meto la mano en la mochila, saco el ajado libro y lo sujeto como con pinzas para ofrecerlos. Hay una parte de mi que anhela rozarle la punta de los dedos, tocar a ese guapísimo desconocido; pero otra parte, la parte psíquica mas fuerte e inteligente, parece encogerse de miedo ante el terrible aluvión de visiones que acompaña a cada contacto.
Sin embargo, hasta que Logan arroja el libro al interior de su coche, se baja las gafas de sol y me dice: <>, no me doy cuenta de que no siento nada aparte de un ligero hormigueo en la yema de los dedos. Y antes de que pueda responder, el se mete en el coche y se aleja del lugar.
-perdona –dice Miles, que sacude la cabeza mientras se monta en el coche a mi lado-, pero lo que dije sobre que ese chico te volveria loca era solo sentido figurado; se suponía que no debías tomartelo de manera literal. En serio, (tn), ¿Qué te ha pasado? Porque ha habido un momento supertenso… una especie de: <>. Te juro que no es broma, (tn); crei que tendríamos que resucitarte. Y creeme si te digo que tienes suerte increíble de que nuestra buena amiga Haven no estuviera aquí para verlo, porque, aunque me duela recordártelo, ella ya se lo ha pedido…
Miles sigue diciendo cosas por el estilo y quejándose sin cesar durante todo el camino a casa. Pero yo me limito a dejarlo hablar mientras sorteo el trafico. Sin darme cuenta, recorro con la punta de los dedos la gruesa cicatriz de mi frente, oculta bajo mi flequillo.
¿Cómo podría explicar que, desde que tuve el accidente, los únicos pensamientos que no puedo oir, las únicas vidas que no puedo conocer y las únicas auras que no puedo ver son las de aquellas personas que ya están muertas?
jhiannitloganh
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eternidad (logan y tu ) adaptada  Empty Re: eternidad (logan y tu ) adaptada

Mensaje por Richis. Lun 16 Sep 2013, 8:22 pm

hola nueva lectora me encanta tienes que seguirla pronto 
me encanta que sera, que sera siguela pronto

besos
Richis.
Richis.


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eternidad (logan y tu ) adaptada  Empty Re: eternidad (logan y tu ) adaptada

Mensaje por jhiannitloganh Mar 17 Sep 2013, 6:40 pm

capitulo 3
Me meto en casa, cojo una botella de agua del frigorífico y después subo a mi habitación, ya que no me hace falta echar un vistazo para saber que Sabine todavía está en el trabajo. Sabine siempre está trabajando, lo que significa que dispongo de esta enorme casa para mi sola la mayor parte del tiempo, aunque casi siempre suelo quedarme en mi habitación.
Me siento mal por Sabine. Me entristece pensar que la vida por la que había luchado tan duramente cambiara de forma radical el día que se vio obligada a hacerse cargo de mi. Pero puesto que mi madre era hija única y todos mis abuelos ya habían muerto cuando cumplí dos años, no le quedo remedio. O bien vivía con ella (la melliza de mi padre y su único pariente), o bien iba a un hogar de acogida hasta que cumpliera los dieciocho. Y aunque Sabine no tenía ni idea de cómo criar a un niño, yo todavía no había salido del hospital cuando ella vendió su apartamento, compro esta enorme casa y contrato a uno de los más famosos decoradores de Orange Country para reformar mi habitación.
Bueno, tengo todo lo que suele haber en una habitación: una cama, una cómoda y un escritorio. Pero también un televisor de pantalla plana, un gigantesco armario-vestidor, un baño descomunal con jacuzzi y plato de ducha separado, una terraza con vistas asombrosas al océano y mi propio cuarto de ocio, con otro televisor de pantalla plana, una encimera, un microondas, una mini nevera, una lavavajillas, un equipo de música, sofás, mesas, pufs y demás.
Resulta curioso que antes hubiera estado dispuesta a hacer cualquier cosa por tener una habitación así.
Porque ahora lo único que quiero es volver atrás.
Supongo que, puesto que Sabine pasa la mayor parte del tiempo fuera con sus colegas abogados y los importantísimos ejecutivos a los que representa su firma, cree que todas estas cosas son muy necesarias. Nunca he sabido muy bien si el hecho de que no haya tenido hijos se debe a que se pasa el día trabajando y no tiene tiempo para ellos, a que todavía no ha encontrado al hombre apropiado o a que ni siquiera quiere tenerlos. Tal vez se deba a una combinación de las tres cosas.
Quizá parezca que yo debería saberlo, ya que tengo poderes psíquicos. Pero no siempre veo la motivación de las personas; por lo general, solo veo sucesos. Como una cadena de imágenes que reflejan la vida de una persona; algo así como una serie de diapositivas ensambladas a modo de película. Sin embargo, algunas veces no veo más que símbolos cuyo significado debo descifrar. Algo parecido a lo que ocurre con las cartas del tarot o a lo que me ocurrió cuando leí Rebelión en la granja para la clase de Lengua el año pasado.
Aunque estoy muy lejos de ser infalible, y en ocasiones lo entiendo todo al revés. Sin embargo, siempre que eso ocurre, se que el error es mío y que debo asumir que algunas imágenes tienen más de un significado. Como aquella vez que asocie un enorme corazón partido con el mal de amores… hasta que la mujer cayó al suelo víctima de un infarto. Algunas veces me resulta un poco difícil descifrarlo todo. Pero las imágenes nunca mienten.
En cualquier caso, no es necesario ser clarividente para saber que la gente que sueña con tener hijos piensa por lo general en pequeños rebosantes de alegría envueltos con prendas de color pastel, y no en una adolescente rubia de un metro sesenta y cinco de estatura con ojos azules, poderes psíquicos y con una fuerte carga emocional sobre sus hombros. Así que, debido a eso, trato de ser callada, respetuosa y mantenerme fuera del camino de Sabine.
Y, por supuesto, nunca le he dicho que hablo con mi hermana muerta casi todos los días.
 
 
Riley apareció por primera vez a los pies de mi cama del hospital, en mitad de la noche, sujetando una flor en una mano mientras me saludaba con la otra. Todavía no tengo claro que fue lo que me despertó, ya que ella no hablo ni hizo ningún tipo de ruido. Supongo que intuí su presencia o algo así, como si se hubiera producido un cambio en la habitación o en la carga estática del aire.
Al principio di por hecho que estaba teniendo una alucinación, un nuevo efecto secundario de la medicación para el dolor que estaba tomando. Pero después de parpadear y frotarme los ojos muchas veces ella seguía allí, y supongo que ni siquiera se me paso por la cabeza gritar o pedir ayuda.
La observe mientras rodeaba la cama para situarse a mi lado y señalaba con el dedo mis brazos y piernas escayolados antes de echarse a reír. Fue una risa silenciosa, por supuesto, pero no me hizo ni pizca de gracia. No obstante, en cuanto ella vio mi expresión enfadada, dejo de reírse e hizo un gesto, como si quisiera preguntarme si me dolía.
Yo me encogí de hombros, todavía molesta por el hecho de que se hubiera reído de mi y algo más que asustada por su presencia. Y aunque no estaba del todo segura de que ese ser fuera realmente mi hermana, no pude evitar preguntarle:
-¿Dónde están papa, mama y Buttercup?
Ella hizo un gesto con la cabeza, como si estuvieran a su lado, pero yo no pude ver más que un espacio vacío.
-no veo nada.
Riley se limito a sonreír, unió las palmas de sus manos e inclino la cabeza a un lado, indicándome que debía volver a dormirme.
Así pues, cerré los ojos, aunque jamás había aceptado ordenes suyas con anterioridad. Y luego los abrí con la misma rapidez y le dije:
-oye, ¿Quién te ha dicho que podías ponerte mi jersey?
Y tras esas palabras, ella desapareció.
Admito que me pase el resto de la noche cabreada conmigo misma por haber formulado una pregunta tan estúpida, trivial y egoísta. Se me había presentado la oportunidad de conseguir respuestas a algunas de las preguntas más trascendentes de la vida, de llegar a comprender alguna de las ideas sobre las que muchas personas habían especulado a lo largo de los siglos. Y la había desperdiciado preguntándole a mi hermana muerta por que había saqueado mi armario. Supongo que las malas costumbres son difíciles de olvidar.
La segunda vez que apareció me sentí tan agradecida al verla que no mencione el hecho de que llevaba puesto no solo mi suéter favorito, sino también mis mejores pantalones vaqueros (que le quedaban tan largos que el bajo se arrugaba alrededor de sus tobillos) y la pulsera estilo Pandora que me regalaron cuando cumplí trece años y que mi hermana había codiciado.
En lugar de eso, la salude con una sonrisa y actué como si ni siquiera me hubiera dado cuenta. Me incline hacia ella y la mire con los ojos entornados.
-bueno, ¿Dónde están papa y mama? –pregunte, convencida de que los vería aparecer si me concentraba lo suficiente.
Sin embargo, Riley se limito a sonreír y a agitar los brazos a los lados.
-¿quieres decir que son ángeles? –abrí los ojos de par en par.
Ella compuso una mueca de exasperación y negó con la cabeza antes de llevarse las manos a la cintura e inclinarse hacia delante, presa de un ataque de risa silenciosa.
-vale, vale, ya está bien –volví a reclinarme sobre las almohadas, pensando que, incluso muerta, mi hermana era un verdadero incordio- bueno ¿Cómo son las cosas por ahí? –Pregunte, decidida a no pelearme con ella- ¿estas…? Bueno, ¿te gusta vivir en el cielo?
Ella cerró los ojos y levanto las palmas de las manos, como si tratara de equilibrar algún tipo de objeto. Y justo entonces apareció un cuadro de la nada.
Me incline hacia delante para contemplar una representación del paraíso sobre un lienzo de color crema enmarcado con un enrevesado marco dorado. Había un océano azul oscuro, escabroso acantilado, arenas doradas, arboles en flor y la oscura silueta de una pequeña isla a lo lejos.
-¿y por qué no estás allí ahora? –le pregunte a mi hermana.
Cuando Riley se encogió de hombros, el cuadro desapareció. Y también ella.
 
 
Pase más de un mes en el hospital, ya que tenía varios huesos rotos, una conmoción cerebral, hemorragias internas, cortes, magulladuras y una buena brecha en la frente. Así pues, mientras permanecía vendada y medicada, Sabine se hizo cargo de las ingratas tareas de limpiar la casa, organizar el funeral y empaquetar mis cosas para el gran traslado hacia el sur.
Me pidió que hiciera una lista de todo lo que me quería llevar. Todo lo que quería arrastrar de mi antigua y perfecta vida en Eugene, Oregón, a mi nueva y espantosa vida en Laguna Beach, California. Pero, a excepción de algunas prendas de ropa, no quería nada. No deseaba ningún recordatorio de lo que había perdido, ya que ninguna estúpida caja llena de majaderías podría devolverme la familia que había perdido.
Mientras estuve encerrada en aquella habitación blanca esterilizada, recibí visitas regulares de un psicólogo, un interino entusiasta que llevaba un suéter beige y un portapapeles y que siempre comenzaba nuestras sesiones preguntando como llevaba mi <> (palabras suyas, no mías, que conste). Después trataba de convencerme de que fuera a la habitación 618, donde se celebraba la reunión terapéutica para personas que habían sufrido un accidente.
Pero yo no estaba dispuesta a formar parte de eso. Ni hablar. Me negaba en rotundo a sentarme en círculo con un montón de personas angustiadas, aguardando mi turno para contar la historia de peor día de mi vida. ¿Cómo iba a ayudarme eso? ¿Cómo iba a sentirme mejor confirmando lo que ya sabía, que no solo era la única responsable de lo que le había ocurrido a mi familia, sino que también había sido lo bastante estúpida, egoísta y perezosa como para remolonear y postergar mi entrada al paraíso?
 
 
Sabine y yo no hablábamos mucho durante el vuelo desde Eugene hasta el aeropuerto John Wayne; yo fingí que se debía al dolor y las heridas que padecía, pero en realidad necesitaba un poco de distancia. Conocía las conflictivas emociones que la embargaban: por una parte deseaba con desesperación hacer lo correcto, pero por otra no podía dejar de preguntarse: <<¿Por qué yo?>>.
La mayoría de las veces pienso: <<¿Por qué ellos y yo no?>>.
Sin embargo, tampoco quería herirla. Después de todas las molestias que se había tomado para adoptarme y proporcionarme un bonito hogar, no podía arriesgarme a decirle que había malgastado su tiempo conmigo. Podría haberme dejado en algún viejo basurero y para mí no habría supuesto la más mínima diferencia.
El trayecto hasta mi nuevo hogar fue una nebulosa de sol, mar y arena, y cuando Sabine abrió la puerta para guiarme escaleras arriba hasta mi habitación, eche un vistazo a la estancia y murmure algo que se parecía vagamente a <>.
-siento tener que dejarte sola –dijo. Era evidente que estaba impaciente por regresar a su oficina, donde todo era solido y organizado, muy distinto al mundo fragmentado de una adolescente traumatizada.
Y en cuanto la puerta se cerró tras de sí, me tire encima de la cama hundí la cara en las manos y rompí a llorar como una desconsolada.
Hasta que alguien dijo:
-venga, por favor. Pero ¿tú has visto este lugar? ¿El televisor de pantalla plana, la chimenea y la bañera que echa burbujas? Vamos… ¡es-pa-bi-la!
-creí que no podía hablar –rodé hacia un lado y le dirigí una mirada furiosa a mi hermana, que por cierto llevaba puesto un chándal rosa Juicy, unas Nike doradas y una peluca de muñeca de porcelana de color fucsia.
-por supuesto que puedo hablar, no seas ridícula –Riley puso los ojos en blanco.
-pero las últimas veces… -comencé a decir.
-solo me estaba divirtiendo un poco. Mátame si quieres. –se paseo por mi habitación y deslizo las manos sobre mi escritorio, toqueteando el nuevo ordenador portátil y el iPod que Sabine debía de haber colocado allí –no puedo creer que tengas estas cosas. ¡Es de lo más injusto! –se coloco las manos en las caderas y me miro con el ceño fruncido -¡y tu ni siquiera lo agradeces! ¿Has visto ya la terraza? ¿Te has molestado en contemplar las vistas que tienes?
-me importan un comino las vistas –afirme al tiempo que me cruzaba de brazos y le dirigía una mirada asesina- y no me puedo creer que me hayas tomado el pelo de esa manera y hayas fingido que no podía hablar.
Riley se echo a reír.
-lo superaras.
La observe mientras cruzaba la habitación, echaba las cortinas a un lado y se esforzaba por abrir las puertas correderas.
-¿y de donde sacas tu toda esa ropa? –Le pregunte mientras la estudiaba de arriba abajo, recuperando la rutina normal de nuestras discusiones- porque primero apareciste con cosas mías y ahora llevas un chándal Juicy, y se perfectamente que mama jamás te compraría algo así.
Ella solo una carcajada.
-como si todavía necesitara el permiso de mama, por favor… lo único que tengo que hacer es asomar la cabeza dentro del enorme armario celestial y coger lo que me dé la gana. Y gratis –dijo con una sonrisa.
-¿en serio? –pregunte con los ojos como platos. Me parecía algo estupendo.
Sin embargo, Riley se limito a negar con la cabeza y a hacerme un gesto con la mano.
-venga, ven a ver tus fantásticas nuevas vistas.
Y eso hice. Me levante de la cama, me enjugue las lagrimas con la manga y me dirigí a la terraza. Pase al lado de mi hermana y pise el suelo empedrado mientras abría los ojos para contemplar con asombro el paisaje que tenia ante mí.
-¿se supone que debería parecerme gracioso? –pregunte mientras contemplaba aquel escenario, que era idéntico al cuadro de marco dorado que ella me había mostrado en el hospital.
No obstante, cuando me di la vuelta, Riley ya se había ido.
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Mensaje por Richis. Jue 19 Sep 2013, 7:15 pm

HOLAAA ME ENCANTO EL CAP ESA RILEY ES MALAAAAAA JEJE SIGUELA RPONTO
Richis.
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Mensaje por jhiannitloganh Vie 20 Sep 2013, 5:57 pm

savannah alexandra escribió:HOLAAA ME ENCANTO EL CAP ESA RILEY ES MALAAAAAA JEJE SIGUELA RPONTO
gracis por comentar . si muy mala
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Mensaje por jhiannitloganh Vie 20 Sep 2013, 6:13 pm

cap 4


Fue Riley quien me ayudo a recuperar la memoria. Me guio a través de las historias de la niñez y me recordó la vida que teníamos, los amigos que soliamos frecuentar… hasta que todo comenzó a aflotar de nuevo a la superficie. También me ayudo a apreciar mi nueva vida al sur de California, porque el hecho de verla tan entusiasmada con mi nueva habitación, mi flamante descapotable rojo, las espectaculares playas y mi nuevo instituto me hizo darme cuenta de que, si bien no era la vida que prefería, no estaba nada mal.


Y aunque todavía seguimos peleándonos, discutiendo y sacándonos de quicio la una a la otra tanto como antes, lo cierto es que vivo por y para sus visitas. Verla de nuevo hace que tenga una persona menos a la que añorar. Y el tiempo que pasamos juntas es el mejor momento del día.


El único problema es que ella lo sabe. Asi que cada vez que saco a relucir cuestiones que, según Riley, se extralimitan (cosas como: <<¿Cuándo voy a ver  mama, papa y a Buttercup?>> y <<¿A dónde vas cuando no estas aquí?>>), ella me castiga desapareciendo.


Sin embargo, aunque su negativa a contestar me fastidia de verdad, se que es mejor presionarla. Lo cierto es que no le he contado que soy capaz de ver el aura de la gente y de leer el pensamiento, ni lo mucho que eso ha cambiado mi mundo, incluso mi forma de vestir.


-jamas te echaras novio si vistes de esa manera –dice Riley, que esta repantigada en mi cama mientras yo me doy prisa en acabar mis tareas cotidianas para ir al instituto y salir por la puerta… mas o menos a tiempo.


-si, claro, pero resulta que no todos nosotros podemos cerrar los ojos y hacer aparecer de la nada un magnifico vestuario nuevo –replico al tiempo que me pongo las desgastadas zapatillas deportivas y le hago el lazo a los cordones deshilachados.


-vamos, se que Sabine te ha dado una tarjeta de crédito y te ha dicho que la utilices. ¿y que es eso de las capuchas? ¿te has metido en algun tipo de banda?


-no tengo tiempo para explicaciones –le digo. Cojo los libros, el iPod y la mochila antes de dirigirme hacia la puerta-. ¿vienes? –me giro para mirarla al tiempo que comienzo a impacientarme al ver que frunce los labios mientras se toma su tiempo para pensarlo.


-vale –responde al fin-. Pero solo si bajas la capota. Me encanta sentir el viento en el pelo.


-esta bien. –me dirijo a las escaleras-. Pero desaparece antes de que lleguemos a casa de Miles. Me pone de los nervios verte sentada en su regazo sin su permiso.





Para el momento en que Miles y yo llegamos al instituto, Haven ya nos esta esperando junto a la verja mientras examina el campus con mirada frenetica.


-vale, el timbre sonara en menos de cinco minutos y todavía no hay ni rastro de Logan. ¿crees que habrá dejado las clases? –nos mira, y sus ojos amarillos parecen alarmados.


-¿Por qué iba a dejarlas? Acaba de empezar –le respondo mientras me acerco a la taquilla. Haven me sigue, y las gruesas suelas de goma de sus botas hacen temblar el suelo.


-dejame pensar… ¿Por qué no merecemos la pena? ¿Por qué el es demasiado bueno para ser real?


-pues tiene que regresar. (tn) le presto su ejemplar de Cumbres borrascosas, y eso significa que tiene que devolvérselo –dice Miles antes de que yo pueda evitarlo.


Muevo la cabeza con exasperación mientras giro los números de la combinación del candado. Siento el peso de la mirada de Haven cuando me dice:


-¿Cuándo ocurrió eso? –apoya una mano en la cadera y me fulmina con la mirada-. sabes que me lo he pedido yo, ¿verdad? ¿Por qué no he sido informada al respecto? ¿Por qué nadie me ha hablado de eso? Hasta donde yo sabia, tu ni siquiera lo habías visto todavía.


-bueno, pues te aseguro que lo vio muy bien. Estuve a punto de llamar a urgencias –bromea Miles.


Yo sacudo la cabeza, cierro el candado y camino pasillo abajo.


-¿Qué pasa? No he dicho mas que la verdad… -mi amigo se encoge de hombros mientras avanza a mi lado.


-asi que, si lo he entendido bien, resulta que eres mas un estorbo que una verdadera amenaza, ¿no? –Haven me observa con los ojos entornados (unos ojos rodeados por una gruesa línea negra); los celos hacen que su aura se torne de un horrible color verde vomito.


Respiro hondo y los miro a ambos. Si no fueran mis amigos, les diría lo ridículo que me parece todo esto. Vamos a ver ¿desde cuando puede alguien <> a otra persona? Además, no puede decirse que haya tenido muchas citas después de adquirir la capacidad de ver el aura de la gente, oir sus pensamientos y verme obligada a ponerme ropa holgada con capucha. Pero no digo nada de eso.


-si, soy un estorbo –le aseguro-. Soy un tremendo desastre siempre inminente. Pero desde luego no soy una amenaza. Sobre todo porque no tengo el menor interés. Y, aunque se que es probable que sea difícil de creer porque es un chico impresionante que esta buenísimo, la verdad es que no me gusta Logan Auguste, ¡y no se como dejarlo claro de una vez por todas!


-hummm… no creo que haga falta que digas nada mas –murmura Haven, que tiene la cara palida y los ojos clavados mas adelante.


Sigo la dirección de su mirada hasta que veo a Logan de pie, con su brillante cabello negro, sus ojos abrasadores, su cuerpo escultural y su sonrisa perspicaz. Mi corazón da un vuelco cuando el abre la puerta y la sostiene antes de decir:


-hola, (tn). Pasa.


Me dirijo como una exhalación hacia mi pupitre, sin apenas lograr sortear la mochila que Stacia ha colocado en mi camino. Me arden las mejillas al saber que Logan estaba justo detrás de mi y que ha oído cada una de las horribles palabras que acabo de decir.


Dejo la mochila en el suelo, me siento en la silla, me subo la capucha y enciendo el iPod con la esperanza de que el ruido y todo lo que ha ocurrido se desvanezcan; me aseguro a mi misma que un chico como ese (tan seguro de si mismo, tan guapo y deslumbrante) es demasiado guay como para molestare por las palabras imprudentes de una chica como yo.


Sin embargo, justo cuando comienzo a relajarme, cuando estoy a punto de convencerme de que no me importa, me siento sacudida por una descarga eléctrica que atraviesa mi piel, inunda mis venas y estremece todo mi cuerpo.


Y todo porque Logan ha colocado su mano encima de la mia.


Es difícil sorprenderme. Desde el momento en que me converti en psíquica, solo Riley ha conseguido hacerlo; y, puedes creerme, mi hermana jamás se cansa de inventar nuevas formas de hacerlo.


No obstante, cuando aparto la mirada de mi mano para posarla en el rostro de Logan, el se limita a sonreir:


-queria devolverte esto –me dice antes de entregarme el ejemplar de Cumbres borrascosas.


Y aunque se que parecerá extraño y una autentica locura, en el momento en que el me habla, el resto del mundo se queda en silencio. En serio, de un ambiente cargado de ruidos, paso a no oir nada en absoluto.


Y a pesar de que se que es ridículo, sacudo la cabeza y digo:


-¿seguro que no quieres quedártelo? La verdad es que no lo necesito; ya se como termina.


Un instante después, Logan aparta su mano de la mia y los estremecimientos desaparecen.


-yo también se como termina –asegura. Su mirada es tan intensa, tan intima y penetrante que siento la necesidad de apartar la vista.


Y justo cuando estoy a punto de ponerme los auriculares de nuevo para poder aislarme por completo del sonido de los crueles comentarios de Stacia y Honor, Logan vuelve a colocar su mano sobre la mia y dice:


-¿Qué estas escuchando?


La sala se queda en silencio una vez mas. De verdad, durante esos breves segundos, dejo de oir los pensamientos que me rodean, los susurros apagados; no oigo nada salvo el sonido de su voz, suave y lirica. Bueno, al principio supuse que era cosa mia. Pero esta vez se que es real, pues aunque la gente sigue hablando, pensando y haciendo las cosas de siempre, todos los ruidos han quedado completamente amortiguados por el sonido de sus palabras.


Lo miro de reojo. Noto que mi cuerpo se acalora, que se llena de una especie de carga eléctrica y me pregunto a que puede deberse. Bueno, ya me habían tocado la mano antes y jamás había experimentado nada que se pareciera lo mas minimo.


-te he preguntado que estas escuchando. –sonríe, y es una sonrisa tan intima y personal que no puedo evitar ruborizarme.


-ah, bueno, solo es una mezcla gotica de mi amiga Haven. Casi todo es mi musica antigua, canciones de los ochenta; ya sabes, gente como The Cure, Siouxsie and the Banshees, Bauhaus…


Me encojo de hombros, incapaz de apartar la mirada de sus ojos mientras intento determinar de que color son.


-¿te gusta el rollo gotico? –pregunta con las cejas enarcadas y una expresión eceptica al tiempo que se fija en mi largo cabello rubio recogido en una coleta, en la sudadera azul oscuro y en mi piel, limpia y sin maquillar.


-a Haven le encanta.


Suelto una risita nerviosa, aguda y vergonzosa que parece rebotar en las cuatros paredes de la sala antes de regresar a mi.


-¿y a ti? ¿Qué es lo que te gusta a ti? –sigue mirándome a los ojos con aire divertido.


Justo cuando estoy a punto de responder, el señor Robins entra en clase con las mejillas sonrojadas, pero no a causa de un rápido paseo como todos creen. En ese momento, Logan se reclina en el respaldo de su silla y yo respiro hondo y me bajo la capucha para sumergirme de nuevo en los familiares sonidos de las angustias adolescentes, los nervios de los exámenes, las fantasias típicas de los chicos, los sueños rotos del señor Robins y los pensamientos extrañados de Stacia, Honor y Craig, que no entienden que puede haber visto en mi un chico tan impresionante como Logan.
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Mensaje por Richis. Vie 20 Sep 2013, 7:47 pm

yo yo yo quiero seguir leyendo siguela pronto
Richis.
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Mensaje por abrilita de henderson Vie 20 Sep 2013, 9:00 pm

ADGJKHDHGFIOFNNBVCXRRROVUVIDXGZGCH

O POR DIOS!!!

AME LOS CAPIS

SIGUELA QUIERO SEGUIR LEYENDO!!!!


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Mensaje por jhiannitloganh Lun 23 Sep 2013, 6:02 pm

cap 5
Cuando me dirijo a la mesa en la que solemos comer, veo que Haven y Miles ya están allí. Y cuando descubro que Logan esta sentado con ellos, me entran ganas de salir corriendo en dirección opuesta.
-Puedes sentarte con nosotros, pero solo si prometes no mirar fijamente al chico nuevo –bromea Miles-. Es de muy mala eduacion quedarse mirando a la gente, ¿nunca te lo habia dicho nadie?
Pongo los ojos en blanco y me siento junto a el en el banco, decidida a demostrarle lo poco que me impresiona la presencia de Logan.
-me crie con lobos, ¿Qué quieres que haga? –me encojo de hombros mientras me peleo con el cierre de la fiambrera.
-yo me crie con una drag queen y una novelista romantica –dice Miles, que se inclina hacia delante para robar una gominolas de la parte superior de la magdalena pre-Halloween de Haven.
-lo siento, cielo, pero eso no te ha ocurrido a ti, sino a Chandler, el de Friend –Haven se echa a reir-. Yo, sin embargo, me crie entre brujas. Era una hermosa princesa vampiro a la que todos amaban, mimaban y admiraban. Vivía en un lujoso castillo gotico, y la verdad es que no tengo ni la menor idea de cómo he acabo en esta espantosa mesa de fibra de vidrio con unos fracasados como ustedes –hace un gesto con la cabeza para señalar a Logan-. ¿y tu?
El chico da un trago de su bebida, una especie de liquido rojo iridiscente que lleva en una botella de cristal, y luego nos mira a los tres.
-he vivido en Italia, Francia, Inglaterra, España, Belgica, Nueva York, Nueva Orleans, Oregon, la India, Nuevo Mexico, Egipto, y en algun que otro país mas –dice esbozando una sonrisa.
-parece que hay alguien aquí cuya familia esta relaciona con el ejercito… -bromea Haven, que coge una de las gominolas de la magdalena y se la arroja a Miles.
-¿has vivido en Oregon? –dice Miles, que se pone la gominola encima de la lengua antes de tragársela con un trago de Vitamine Water, su bebida reconstituyente.
-En Portland –Logan asiente.
-nuestra amiga (tn), aquí presente, vivía en Oregon –añade, lo que provoca que Haven lo fulmine con la mirada. A pesar de la enorme metedura de pata que cometi antes, mi amiga me considera el mayor obstáculo entre ella y su verdadero amor, y parece molesta siempre que la atención se concentra en mi.
Logan sonríe y me mira a los ojos.
-¿Dónde?
-en Eugene –murmuro. Trato de concentrarme en mi sándwich y no en el, porque, al igual que ocurrió en la clase, cada ve que habla lo único que oigo es el sonido de su voz.
Y cada vez que nuestras miradas se cruzan me siento acalorada.
Y cuando su pie choca contra el mio, siento un estremecimiento que recorre todo mi cuerpo.
Y todo esto empieza a asustarme de verdad.
-¿Cómo has acabado aquí? –se inclina hacia mi, momento que Haven aprovecha para acercarse aun mas a el.
Yo clavo la mirada en la mesa y aprieto los labios, como siempre que me pongo nerviosa. No quiero hablar sobre mi antigua vida. No le encuentro sentido a volver a relatar todos los detalles escabrosos. A tener que explicar que, aunque yo lograra sobrevivir, fue culpa mia que todo mi familia muriera. Asi que al final me limito a arrancarle la corteza al pan del sándwich y le digo:
-es una larga historia.
Puedo sentir la mirada de Logan: intensa, calida e incitante, y me pongo tan nerviosa que empiezan a sudarme las palmas de las manos y se me resbala la botella de agua de entre los dedos. Cae tan rápido que no puedo atraparla, solo esperar las salpicaduras,
Sin embargo, antes incluso de que llegue a la mesa, Logan la coge al vuelo y me la devuelve. Y yo me quedo sentada sin moverme, observando fijamente la botella para no tener que mirarlo a los ojos. No puedo evitar preguntarme si soy la única que se ha dado cuenta de que Logan se ha movido tan deprisa que su brazo se ha convertido en un mero borron.
Luego Miles pregunta algo sobre New York y Haven se arrima tanto al chico nuevo que se sienta casi sobre su regazo. Respiro hondo, termino mi almuerzo y me aseguro a mi misma que lo he imaginado todo.
 
 
Cuando por fin suena el timbre, todos cogemos nuestras cosas y nos dirigimos a clase. Justo cuando veo que Logan no puede oírnos, me giro hacia mis amigos para decirles:
-¿Cómo ha acabado en nuestra mesa? –el tono agudo y acusador de mi voz me resulta desagradable hasta a mi.
-no quería llamar la atención, asi que le ofrecimos un sitio en nuestra mesa –Miles hace un gesto de indiferencia con los hombros antes de dejar su botella en el cubo de reciclaje y encaminarse hacia el edificio de las aulas-. No ha habido nada siniestro, ninguna confabulación maligna para avergonzarte.
-bueno, pues podría haber pasado sin el comentario de las miradas fijas –le digo, a sabiendas de que el comentario parece ridículo y demasiado susceptible. No estoy dispuesta a decirles lo que pienso de verdad, ya que no quiero cabrear a mis amigos con una pregunta lógica, aunque desagradable, como: <<¿Por qué se relaciona un tipo como Logan con gente como nosotros?>>.
En serio. Con todos los chicos guays que hay en este instituto y toda la gente enrollada a la que podría unirse, ¿Por qué demonios ha elegido sentarse con nosotros, los mas inadaptados de todos?
-relajate un poco, anda. Supongo que le pareció divertido. –Miles se encogió de hombros-. Además, tambien ira a tu casa esta noche. Le dije que se pasara por allí sobre las ocho.
-¿Qué le has dicho que? –lo miro con la boca abierta.
Pero de pronto recuerdo que Haven se ha pasado todo el almuerzo pensando en lo que iba a ponerse y que Miles no ha dejado de preguntarse si tendría tiempo de darse una sesión de bronceado instantáneo. De repente, todo cobra sentido.
-bueno, según parece, Logan detesta el futbol tanto como nosotros, algo que hemos descubierto durante el pequeño test de calidad que le hizo Haven antes de que tu llegaras. –Haven sonríe y hace una pequeña reverencia, flexionando las rodillas hacia ambos lados cubiertas por medias de red-. Y puesto que es nuevo aquí y no conoce a nadie mas, pensamos que podríamos quedárnoslo para nosotros y no darle la oportunidad de hacer mas amigos.
-pero… -me quedo callada, sin saber muy bien como continuar. Lo único que se es que no quiero a Logan a mi alrededor, ni esta noche ni nunca.
-yo me dejare caer por allí un poco despues de las ocho –dice Haven-. Mi reunión termina a las siete, lo que me deja tiempo mas que suficiente para ir a casa y cambiarme. Y, por cierto, me pido sentarme al lado de Logan en el jacuzzi.
-¡no puedes hacer eso! –exclama Miles, que sacude la cabeza con indignación-. ¡no pienso permitirlo!
Pero ella se limita a agitar la mano por encima del hombro mientras se dirige a clase; yo me giro hacia Miles para preguntarle:
-¿Qué reunión tiene hoy?
-los viernes toca la de los glotones.
 
 
Haven es lo que podría llamarse una adicta a los grupos anónimos. En el poco tiempo que hace que la conozco, ha asistido a reuniones para alcoholicos, drogadictos, personas codependientes, insolventes, jugadores, ciberadictos, yonquis de la nicotina, fóbicos sociales, gente con síndrome de diogenes y amantes de la vulgaridad. Por lo que se, la de hoy es su primera reunión con glotones. Pero esta claro que, con su metro cincuenta y cinco de estatura y el cuerpo esbelto y delgado de la bailarina de una caja de música, Haven no es ninguna glotona. Tampoco es alcoholica, insolvente, jugadora ni ninguna de las otras cosas. Lo que ocurre es que se siente del todo ignorada por sus ensimismados padres y busca amor y aprobación en cualquier lugar donde pueda conseguirlos.
Lo mismo ocurre con lo del rollo gotico. En realidad, no esta metida en todo eso, lo que resulta bastante evidente por la forma en que intenta llamar la atención en lugar de tratar de pasar desapercibida, y por los posters de Joy Division que cuelgan de las paredes rosadas de su habitación, pintadas de ese color desde que le dio por ser bailarina (poco despues de su fase de niña pija), y no hace mucho tiempo de eso.
Lo que pasa es que Haven ha descubierto que la forma mas rápida de destacar en una ciudad llena de rubias con ropa de Juicy es vestirse como la Princesa de la Oscuridad.
Pero lo cierto es que no funciona tan bien como ella creía. La primera vez que su madre la vio vestida de esa manera no hizo mas que suspirar, coger las llaves y marcharse a su clase de pilates. Su padre no pasa en casa el tiempo suficiente como para verla bien. Su hermano pequeño, Austin, se asusto un poco, aunque no tardo en acostumbrarse. Y pues que la mayoría de los chicos del instituto están mas que acostumbrados a los escandalosos comportamientos que mostraron las cámaras de la MTV durante el pasado año, por lo general no le hacen el menor caso.
Sin embargo, yo se que debajo de las calaveras, los pinchos y el maquillaje de novia de la muerte hay una chica que solo desea que la vean, la escuchen, la amen y le presten atención… algo que no habia conseguido con sus anteriores personificaciones. Por lo tanto, si colocarse delante de un grupo de gente e inventar una triste historia sonbre sus atormentados esfuerzos para dejar atrás los días de adicción hace que sienta importante, ¿Quién soy yo para juzgarla?
En mi antigua vida no habría salido con gente como Miles y Haven. No me relacionaba con los chicos problematicos, ni con los extraños, ni con los que los demás rechazaban. Formaba parte del grupo popular, donde la mayoría eramos monos, atléticos, talentoso, inteligentes, ricos, simpaticos y todas esas cosas. Iba a clases de danza, tenia mi mejor amiga que se llamaba Rachel (y que era animadora, como yo), e incluso tenia un novio, Brandon, que resultaba ser el sexto chico al que habia besado (el primero fue Lucas, en sexto curso, pero solo por una apuesta; y creeme si te digo que ni siquiera merece la pena mencionar a los demás). Y aunque nunca era mezquina con la gente que no pertenecía a nuestro grupo, tampoco me fijaba mucho en ella. Esos chicos no tenían nada que ver conmigo. Y por eso actuaba como si fueran invisibles.
No obstante, ahora que yo tambien pertenezco al grupo de los invisibles. Lo supe el dia que Rachel y Brandon me visitaron en el hospital. Actuaron de manera afectuosa y comprensiva, pero sus pensamientos decían todo lo contrario. Les horrorizaban las pequeñas bolsas de plástico que introducían liquidos en mis venas, los cortes, las magulladuras y mis extremidades escayoladas. Se sentían mal por lo que me habia ocurrido, por todo lo que habia perdido, pero lo cierto era que se esforzaban por no mirar fijamente la cicatriz roja de mi frente, y lo que de verdad deseaban era salir de allí cuanto antes.
Y mientras yo contemplaba como sus auras remolineaban a su alrededor y mezclaban sus tonos marrones y apagados tan similares, supe que se alejaban de mi y que se acercaban el uno al otro.
Asi pues, durante mi primer dia en Bay View, en lugar de malgastar el tiempo con los ritos de iniciación necesarios para entrar a formar parte del grupo de Stacia y Honor, me dirigi sin vacilar hacia Miles y Haven, dos marginados que aceptaron mi amistad sin hacer preguntas. Y aunque es probable que desde fuera parezcamos bastante raritos, lo cierto es que no se que haría sin ellos. Su amistad es una de las pocas cosas buenas que tengo en la vida. Su amistad hace que me sienta casi normal de nuevo.
Y esa es la razón por la que necesito mantenerme apartada de Logan. Porque su capacidad de erizarme la piel cuando me toca y de silenciar el mundo con su voz es una peligrosa tentación a la que no puedo rendirme.
No quiero poner en peligro mi amistad con Haven.
Y no puedo arriesgarme a intimar demasiado con nadie.
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Mensaje por jhiannitloganh Mar 24 Sep 2013, 5:35 pm

capitulo 6
Aunque Logan y yo tenemos dos clases en común, solo nos sentamos juntos en Lengua. Asi pues, no se acerca a mi hasta que recojo las cosas y salgo de la clase de Arte que hay a sexta hora.
Corre para alcanzarme y me sujeta la puerta mientras salgo del aula con los ojos clavados en el suelo, preguntándome como puedo deshacerme de el.
-tus amigos me pidieron que me pasara por tu casa esta noche –dice mientras camina a mi lado- pero creo que no podre ir.
-¡oh! –exclamo sin querer, y me avergüenza que mi voz haya revelado lo feliz que me hace esa noticia- quiero decir… ¿estas seguro? –intento parecer mas amable, mas resignada, como si de verdad quisiera que viniera a mi casa, aunque ya es demasiado tarde.
El me mira con un brillo divertido en los ojos.
-si, claro… te vere el lunes –me dice antes de acelerar el paso para dirigirse a su coche, que esta aparcado en la zona roja y que, inexplicablemente, tiene el motor en marcha.
Cuando llego hasta mi Miata, Miles me esta esperando con los brazos cruzados, los ojos entornados y la típica sonrisa desdeñosa que pone de manifiesto su enfado.
-sera mejor que me digas que es lo que acaba de pasar, porque no tenia muy buena pinta –dice al tiempo que se sienta en el asiento del acompañante.
-ha dicho que no vendría. Dijo que no podía –hago un gesto de indiferencia y miro por encima del hombro mientras doy marcha atrás.
-pero ¿Qué le dijiste para que no quisiera venir? –pregunta con una mirada asesina.
-nada.
La sonrisa desdeñosa se hace mas amplia.
-en serio, no tengo la culpa de que se te haya fastidiado la noche –salgo del aparcamiento a la calles, pero, al notar que Miles no deja de mirarme, pregunte-: ¿Qué pasa?
-nada –mi amigo arquea las cejar y se pone a mirar por la ventanilla. Aunque se lo que esta pensando, prefiero concentrarme en la conducción. Instantes despues, el se gira hacia mi y me dice-: bueno, prométeme que no te enfadaras.
Yo cierro los ojos con un suspiro. Vamos alla…, pienso.
Respiro hondo y me niego a reaccionar. Sobre todo porque las cosas están a punto de ponerse mucho peor.
-para empezar, eres una chica guapísima… o al menos yo creo que lo eres, porque es difícil saberlo si siempre te escondes debajo de esas espantosas y enormes sudaderas con capucha. Siento ser yo quien te lo diga, _____, pero tu ropa es de lo peor, como un disfraz de indigente, y no tiene sentido fingir lo contrario. Además, y aunque tal vez no debería soltártelo de esta manera, el hecho de que hagas todo lo posible por rechazar a ese chico nuevo resulta mas bien rarito.
Se calla el tiempo suficiente para darme animos con la mirada. Yo me preparo para lo que viene a continuación.
-a menos, claro esta, que seas homosexual.
Giro a la derecha y suspiro con fuerza, agradecida por primera vez por contar con mis habilidades psíquica, ya que sin duda me han ayudado a suavizar el golpe.
-no pasaría nada si lo fueras –continua Miles- bueno, ya sabes que yo soy gay, asi que no voy a discriminarte por eso; lo sabes, ¿verdad? –suelta una carcajada; una especie de risotada nerviosa que indica que pisa terrenos inexplorados.
Yo me limito a sacudir la cabeza antes de pisar el freno.
-el mero hecho de que no este interesada en Logan no significa que sea homosexual –le digo, aunque noto que parezco mucho mas a la defensiva de lo que es mi intención- por si no lo sabes, la atracción se basa en muchas mas cosas que en el aspecto físico.
En cosas como un contacto calido, unos ojos oscuros y abrasadores y una voz seductora que silencia el mundo…
-¿es por Haven? –pregunta Miles, que no se ha tragado mi excusa.
-no –aferro el volante y clavo la vista en el semáforo, deseando que cambie de rojo a verde para que pueda dejar a Miles en su casa y acabar de una vez con todo eso.
Pero se que he respondido con demasiada rapidez cuando le oigo exclamar:
-¡ja! ¡lo sabia! Es por Haven… porque ella se lo ha pedido primero… ¿eres mínimamente consciente de que estas renunciando a la oportunidad de perder la virginidad con el chico mas bueno del instituto, puede que del planeta, solo porque Haven se lo ha pedido primero?
-esto es ridículo –murmuro al tiempo que niego con la cabeza y giro hacia su calle. Aparco en el camino de entrada.
-¿Qué? ¿no eres virgen? –sonrie. Esta claro que se lo esta pasando de maravilla- ¿y no me lo habías dicho?
Hago un gesto de exasperación y me hecho a reir sin poder evitarlo.
El me mira en silencio durante unos instantes; luego coge sus libros y se encamina hacia su casa, aunque se gira el tiempo suficiente para decirme:
-espero que Haven sepa apreciar lo buena amiga que eres.
 
 
Al final resulto que la noche del viernes quedo cancelada. Vale, la noche no, solo nuestros planes. En parte porque el hermanito de Haven, Austin, se puso enfermo y ella era la única que podía cuidarlo, y en parte porque el padre de Miles, un fanático de los deportes, lo arrastro hasta un partido de futbol y lo obligo a vestirse con los colores del equipo y a actuar como si de verdad disfrutara con ello. Cuando Sabine se entero de que habia llegado a casa sin compañía, salió del trabajo y se ofreció a llevarme a cenar.
A sabiendas de que ella no aprueba mi predilección por las capuchas y los vaqueros, y puesto que deseo complacerla despues de todo lo que ha hecho, me pongo el bonito vestido azul junto con los zapatos de tacon a juego que me compro hace poco, me pinto los labios con un poco de brillo (una reliquia de mi antigua vida, cuando me interesaba por cosas como esa), traslado las cosas mas esenciales de la mochila al pequeño bolso de mano metalico que me regalo con el vestido y renuncio a mi acostumbrada cola de caballo para dejarme el cabello suelto.
Justo cuando estoy a punto de salir por la puerta, Riley aparece a mi lado y dice:
-ya era hora de que empezaras a vestirte como una chica.
Me ha dado un susto de muerte.
-por el amor de Dios, ¡casi me matas del susto! –exclamo en un susurro antes de cerrar la puerta para que Sabine no me oiga.
-lo se –se echa a reir- bueno, ¿Adonde vas?
-a un restaurante llamado Stonehill Tavern. Esta en el hotel Saint Regis –respondo, aunque el corazón todavía me late con fuerza a causa de su encerrona.
Ella alza las cejas y asiente.
-que sitio mas chic…
-¿y tu como lo sabes? –la miro con suspicacia, preguntándome si ella ha estado allí alguna vez. Como nunca me dice donde pasa el tiempo libre…
-se un monton de cosas –rie de nuevo- muchas mas que tu –salta encima de mi casa y coloca los almohadones antes de reclinarse.
-si, bueno, no hay mucho que yo pueda hacer al respecto, ¿verdad? –replico, molesta al ver que lleva exactamente el mismo vestido y los mismos zapatos que yo, si bien, como que es cuatro años mas joven y bastante baja, parece que este jugando a los disfraces.
-en serio, creo que deberías vestirte de esa forma mas a menudo. Porque, siento ser yo quien te lo diga, pero la pinta que sueles llevar no te pega en absoluto. ¿crees de verdad que Brandon se habría fijado alguna vez en ti si te hubieras vestido asi? –cruza los tobillos y me observa; parece tan relajada como cualquier persona, viva o muerta, podría estar- y hablando del tema, ¿sabes que ahora sale con Rachel? Pues si, llevan juntos  cinco meses. Ya lleva con ella mas tiempo que contigo, ¿eh?
Aprieto los labios y empiezo a tamborilear con la punta del pie sobre el suelo mientras repito mi mantra habitual: <>.
-y te juro que no te lo vas a creer, pero ¡casi han llegado hasta el final! En serio, salieron temprano del baile para antiguos alumnos; lo tenían todo planeado, pero luego… bueno… -hizo una pausa para soltar una risotada- se que quizá no debería contarte esto, pero al parecer Brandon dijo algo lamentable y de lo mas embarazoso que les corto todo el rollo. Tendrías que haber estado allí… te juro que fue desternillante. Bueno, no me malinterpretes, el te echa de menos y todo eso, asi que menciono por accidente tu nombre en un par de ocasiones; pero como suelen decir, la vida continua, ¿no es asi?
Respiro hondo y entorno los parpados mientras observo a Riley. Esta acomodada en mi cama como Cleopatra en su lecho criticando mi vida en general antes de contarme cosas sobre viejos amigos que ni siquiera le he preguntado, como si fuera una especie de autoridad preadolescente.
<<¡debe de ser genial aparecer allí donde quieras y no tener que quedarse aquí en las trincheras para hacer todo el trabajo sucio, como el resto de nosotros!>>. De pronto, me enfado tanto con ella por esas visitas inesperadas que no son mas que excusas para contarme chismes de los demás que deseo que me deje en paz y me permita vivir mi miserable vida sin sus continuos comentarios pueriles. Asi pues, la miro a los ojos y le digo:
-¿y cuando empiezas en el colegio para angelitos? ¿o eres tan mala que te han prohibido la entrada?
Ella me fulmina con la mirada y compone una expresión furiosa. Pero, en ese preciso instante, Sabine llama la puerta.
-¿estas lista?
Observo a Riley y la reto con la mirada a hacer alguna estupidez, algo que revele a Sabine todas las cosas raras que ocurren a su alrededor.
Sin embargo, mi hermana se limita a sonreir con dulzura.
-mama y papa me han pedido que te diga que te quieren –dice segundos antes de desaparecer.
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Mensaje por jhiannitloganh Mar 24 Sep 2013, 5:36 pm

cap 7
Durante el trayecto hasta el restaurante solo puedo pensar en Riley, en su cruel comentario final, y en el poco tacto que habia tenido al soltarlo asi justo antes de desaparecer. Bueno, en todo ese tiempo le he suplicado miles de veces que me hable de nuestros padres, le he rogado que me cuente cualquier cosa, por trivial que sea. Pero en lugar de complacerme y decirme lo que necesito saber, ella empieza a ponerse nerviosa, cierra la boca y se niega a explicar porque ellos no han aparecido todavía.
Cualquiera pensaría que el hecho de estar muerto haría que una persona se volviera un poco mas amable, algo mas agradable. Pero Riley no. Es igual de irritante, consentida y exaltada que cuando estaba viva.
Sabine deja el coche al mozo del aparcamiento y nos dirigimos hacia el interior del edificio. En cuanto observo el gigantesco vestíbulo de mármol, los enormes arreglos florales que lo decoran y las impresionantes vistas al océano, me arrepiento de todo lo que acabo de pensar. Riley tenia razón. Este lugar es realmente chic. El colmo de lo chic. El tipo de sitio al que vas con una cita… y no con tu antipatica sobrina.
El maitre nos conduce hasta una mesa adornada con velas encendidas y un conjunto de salero y pimentero que parecen pequeñas piedras plateadas. Cuando me siento en la silla y miro a mi alrededor, apenas puedo creer lo glamuroso que es este lugar. En especial si se compara con la clase de restaurante que solia frecuentar.
Sin embargo, tan pronto como ese pensamiento cruza mi mente, freno en seco. Ya no tiene sentido examinar las fotos del antes y del despues, repasar una y otra vez en mi cabeza ese archivo de <>. Con todo, estar cerca de Sabine hace que resulte difícil no hacer comparaciones. El hecho de que sea la melliza de mi padre es como un recordatorio constante.
Pide vino tinto para ella y un refresco para mi; despues echamos una ojeada a nuestras respectivas cartas y elegimos la cena. Y en el momento en que nuestra camarera se marcha, Sabine sonríe y se coloca detrás de la oreja un mechon de su cabello, cortado a la altura de la barbilla.
-bueno, ¿Cómo va todo? –dice- ¿Qué tal el instituto? ¿y tus amigos? ¿todo bien?
No me malinterpreten, quiero mucho a mi tia y le agradezco todo lo que ha hecho por mi. Pero el simple hecho de que pueda manejar a un jurado compuesto por doce personas no significa que se le den bien las pequeñas charlas. Aun asi, me limito a mirarla antes de responder:
-si, todo va bien –vale, tal vez a mi tampoco se me den muy bien este tipo de conversaciones.
Ella coloca su mano sobre mi brazo con la intención de añadir algo mas, pero, antes de que pueda pensar siquiera las palabras necesarias, me pongo de pie.
-vuelvo en un momento –murmuro. Estoy a punto de tirar la silla en mis prisas por desandar el camino que hemos seguido hasta la mesa; no me molesto en pedir indicaciones, ya que la camarera con la que acabo de cruzarme me ha echado un vistazo y se ha preguntado si me dara tiempo a salir por la puerta y recorrer el largo pasillo.
Sigo la dirección que ella me ha indicado sin saberlo y atravieso un pasillo lleno de espejos (gigantescos espejos de marcos dorados situado en fila uno detrás de otro). hoy es viernes y el restaurante esta lleno de invitados a una boda que, según puedo <>, jamás debería celebrarse. Un grupo de personas pasa junto a mi y sus auras remolinean con una energía tan exacerbada por el alcohol que llega a afectarme; me siento mareada, con ganas de vomitar, tan atolondrada que cuando echo un vistazo a los espejos veo una larga cadenas de Logans devolviéndome la mirada.
Entro con torpeza en el baño, me aferro a la encimera de mármol y lucho por recuperar el aliento. Me obligo a concentrarme en las macetas de orquídeas, en las lociones perfumadas y en la pila de gruesas toallas situada sobre una enorme bandeja de porcelana. Comienzo a sentirme mejor, mas tranquila, mas centrada, bajo control.
Supongo que me he acostumbrado tanto a la energía imprevista que me encuentro allí donde voy que he olvidado lo abrumadora que puede resultar cuando tengo las defensas bajas y me he dejado el iPod en casa. Pero la impresión que recibi cuando Sabine coloco su mano sobre la mia estaba cargada de tal sensación de soledad, de tal tristeza, que fue como un puñetazo en el estomago.
Sobre todo cuando descubri que la culpa era mia.
He tratado de pasar por alto el tipo de soledad que siente Sabine. Porque, aunque vivimos juntas, no nos vemos casi nunca. Ella suele estar en el trabajo, yo suelo estar en el instituto, y por las noches y los fines de semanas me encierro en mi habitación o salgo por ahí con mis amigos. Supongo que algunas veces olvido que no soy la única que echa de menos a otras personas; aunque me ha acogido y ha tratado de ayudarme, mi tia se siente tan sola y vacia como el dia en que todo ocurrió.
Sin embargo, aunque me gustaría ayudarla, aunque me gustaría aliviar su dolor, no puedo hacerlo. Estoy demasiado herida y soy demasiado extraña. Soy un bicho raro que escucha los pensamientos y habla con los muertos. No puedo arriesgarme a que me descubran, no puedo intimar demasiado con nadie, ni siquiera con ella. Lo mejor que puedo hacer es acabar el instituto para poder irme a la universidad y permitir que mi tia siga con su vida anterior. Tal vez entonces pueda salir con el tipo ese que trabaja en el mismo edificio que ella. Ese al que ni siquiera conoce todavía. Ese cuyo rostro vi en el momento en que su mano rozo la mia.
Me pago los dedos por el pelo, me pongo un poco de brillo en los labios y me encamino de nuevo hacia la mesa, decidida a esforzarme un poco mas y a hacer que mi tia se sienta mejor, aunque sin arriesgarme a revelar mis secretos. Me siento de nuevo en la silla, doy un trago al refresco y sonrio.
-estoy bien. De verdad –asiento para que ella se lo crea antes de añadir-: bueno, cuéntame: ¿algun caso interesante en el trabajo? ¿hay tipos guapos donde trabajas?
 
 
Despues de cenar, espero fuera mientras Sabine se pone en la fila para pagarle al mozo del aparcamiento. Y estoy tan absorta en la escena que se desarrolla entre la que mañana será la novia y su supuesta dama de <> que doy un respingo al sentir una mano sobre el brazo.
-ah, hola –digo. Siento una oleada de calor y estremecimiento que me recorre de arriba abajo en el momento en que mis ojos se encuentran con los suyos.
-estas impresionante –asegura Logan, que pasea la vista desde mi vestido hasta mis zapatos antes de volver a mirarme a los ojos- casi no te reconozco sin la capucha –sonrie- ¿has disfrutado de la cena?
Hago un gesto de asentimiento. Estoy tan nerviosa que me sorprende incluso haber podido hacerlo.
-te he visto en el pasillo. Te habia saludado, pero parecía tener mucha prisa.
Lo observo y me pregunto que hace allí solo, en ese hotel de lujo, un viernes por la noche. Lleva una chaqueta de lana oscura, una camisa negra con el cuello abierto, uno vaqueros de diseño y esas botas suyas… un atuendo demasiado perfecto para un chico de su edad, aunque, por extraño que parezca, le queda muy bien.
-como no soy de aquí, se me ha ocurrido venir a ver que tal esta –dice, contestando a la pregunta que aun no he formulado.
Y justo cuando me pongo a pensar que decir a continuación, aparece Sabine. Mientras ellos se saludan con un apretón de manos, digo:
-hummm, Logan y yo vamos juntos al instituto.
<>.
-se ha trasladado aquí desde Nuevo Mexico –añado con la esperanza de que eso sea suficiente hasta que llegue el coche.
-¿de que parte de Nuevo Mexico? –pregunta Sabine.
Y al verla sonreir, no puedo evitar preguntarme si mi tia se sienta invadida por esa maravillosa sensación que me embarga a mi.
-Santa Fe –responde el con una sonrisa.
-vaya, es una ciudad preciosa, según tengo entendido. Siempre he querido visitarla.
-Sabine es abogada y trabaja un monton –murmuro mientras clavo la mirada en el lugar en el que el coche aparecerá en diez segundos. Nueve. Ocho. Siete…
-nos íbamos a casa, pero me encantaría que vinieras con nosotras –se ofrece mi tia.
La miro con la boca abierta, aterrada, y me pregunto como es que no le he visto venir. Despues echo una mirada a Logan con la esperanza de que el rechace la invitación.
-gracias, pero tengo que regresar ya –responde.
Señala con el pulgar por encima del hombro y, cuando miro en la dirección que indica, avisto a una pelirroja extraordinariamente hermosa ataviada con un ceñidísimo vestido negro y tacones de vértigo.
La chica me sonríe, pero no es una sonrisa amable. No son mas que unos labios rosados y brillantes que se curvan hacia arriba en las comisuras, aunque sus ojos están demasiado lejos, demasiado distantes para que yo pueda leerlos. Con todo, hay algo en su expresión, en la inclinación arrogante en su barbilla, que revela cierta burla, como si el hecho de vernos juntos le resultara bastante divertido.
Vuelvo a mirar a Logan y me sorprendo al descubrir que esta muy cerca de mi. Sus labios, húmedos y un poco separados, se encuentran a escasos centímetros de los mios. Luego desliza sus dedos por mi mejilla y saca un tulipán rojo de detrás de mi oreja.
Al instante, estoy de pie sola mientras el se dirige al interior del edificio con su cita.
Miro el tulipán, acaricio sus petalos rojos y satinados, y no puedo evitar preguntarme de donde narices lo habrá sacado… sobre todo porque faltan aun dos estaciones para la primavera.
Sin embargo, no es hasta mas tarde, ya a solas en mi habitación cuando me doy cuenta de que la pelirroja tampoco tenia aura.
 
 
Debía de estar bastante dormida, porque en el momento en que oigo algo que se mueve por mi habitación, siento la mente tan espesa y nublada que ni siquiera abro los ojos.
-¿Riley? –susurro- ¿eres tu?
Como no responde, doy por hecho que esta tramando una de sus travesuras habituales. Y dado que estoy demasiado cansada para ponerme a jugar, cojo la otra almohada y me la pongo encima de la cabeza.
No obstante, vuelvo a oírla.
-oye, Riley, estoy exhausta, ¿vale? Siento haberme portado mal contigo antes y te pido disculpas si eso te molesto, pero la verdad es que no estoy de humor para bromas ahora… -levanto la almohada y abro un ojo para echarle un vistazo al despertador- son las cuatro menos cuarto de la madrugada. ¿Por qué no vuelves al lugar de donde viniste y lo dejas para una hora mas normal? Ni siquiera me enfadare si apareces con el vestido que lleve en la graduación, y te doy mi palabra de que no me chivare.
Lo que pasa es que, despues de haber soltado ese parrafada, ya estoy despierta. Asi que aparto la almohada a un lado y contemplo su oscura silueta reclinada en la silla que hay justo a mi escritorio. Me pregunto que será tan importante como para no poder esperar a que sea de dia.
-ya te he dicho que lo siento, ¿no? ¿Qué mas quieres?
-¿puedes verme? –pregunta ella al tiempo que se aleja del escritorio.
-por supuesto que puedo vert… -en ese momento me quedo callada.
Acabo de darme cuenta de que la voz que he oído no es la de mi hermana.
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Mensaje por Richis. Miér 25 Sep 2013, 5:55 pm

que peso quien era porque la dejas asi casi me muero de un infarto siguela pronto
Richis.
Richis.


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