Proyecto de Biología.

Varios alumnos fueron nombrados lentamente, la sonaridad de las voces había descendido a simples susurros y el nerviosismo de algunas personas aumentaba inconscientemente. Carlos sonreía picaramente a su hermana, mientras que ella conocía las posibilidades escasas que existían para que su pareja fuese su hermanastro. Ella estaría realmente agradecida de tener a su chico tan divertido, amable, dulce y preocupado como Carlos en su proyecto.
Unas carcajadas se escucharon desde el fondo de la clase, la atención de Carlos se centró en el muchacho pelirrojo con una curvatura ascendente en sus labios. Juraba que era hermoso, su mirada se posó de vuelta en Carlos, y por unos segundos, se mantuvieron inmóviles, intentando descubrir la identidad desconocida del contrario.
―¿Qué miras? ―pronunciaron a la vez Valentine y Michael, los chicos giraron sus ojos hacia ellos.
―Nada.
El mundo estaba lleno de coincidencias, y parecía que la profesora adoraba obligar al alumnado a socializar.
―Carlos Loveway.
Valentine dirigió una expresión preocupada hacia su hermanastro. Él se limitó a sacarla la lengua y sonreír, un intento en vano de liberar la presión generada sobre sus hombros. Sus pasos de acercaron hacia la puerta, la cual tenía un pequeño ventanal que permitía mostrar el exterior. Observó como una de las parejas nombradas anteriormente, Oliver y Scott, conversaban y admiraban muy de cerca al muñeco.
―Lior Law.
El chico se levantó instantáneamente, su atención se centró en el muchacho castaño situado en el puerta, observando la escena tras la puerta. Michael deseo a Lior mucha suerte en un leve suspiro.
―Vamos, Lior ―le pidió amablemente la profesora, su brazo señalaba a Carlos, quién ni siquiera se había percatado de su pareja―. Que no muerde.
El pelirrojo rodó los ojos y se acercó por detrás a Carlos. Antes de poder ser capaz de presentarse, teniendo en cuenta la notoria falta de atención que había mostrado hacia su identidad, Lior escuchó proveniente del sitio de Hayley un insulto referido a su homosexualidad. No cedió demasiada importancia a la palabra ―marica, mariquita, gay de mierda, etc―, se decidió rápidamente a actuar.
Anduvo hacia la muchacha, y posicionó un puño en alto con intenciones de golpearla hasta divisar un hilo de sangre derramado de su fosa nasal. Al contrario, sintió un agarre en su muñeco que le impidió sus acciones. Esperó la presencia de la profesora, acompañada de una expresión enojada, pero encontró una sonrisa leve en el rostro masculino del chico con el que haría el proyecto.
―No malgaste tus fuerzas en perras como ella ―dijo con una voz ronca; Lior se sintió incapaz de contener sus acciones, los deseos de juntar sus labios era grande, notaba la frustración sexual emanando de sus poros―. Puedes malgastarlas conmigo.
Carlos le guiñó el ojo. El pelirrojo volvió su cabeza hacia Michael, quién reía levemente desde su asiento mientras contemplaba la escena. Lior deseaba fallecer, pero parecía conocer los movimientos de Carlos, y seguramente lo tomaría en sus brazos, simulando a un príncipe azul de los cuentos infantiles.
Ambos pusieron rumbo al exterior del aula.
Un poco más alejada de su posición, se encontraba una mesa con varios robots. Su forma asemejaba la de un bebe de siete meses aproximadamente, casi ocho. Carlos posó, inconscientemente, una sonrisa enorme en su rostro mientras se acercaban al personal de la empresa que les cedería el robot.
Lior fue el afortunado de tomar al bebe. Su tez era pálida, sus ojos verdosos y el poco cabello que adornaba su cráneo con una tonalidad naranja. Escuchó unas pequeñas provenientes de Carlos, quién pasó su dedo por el pómulo del robot, intentando demostrar que era de verdad y que un corazón bombeaba tras unas pequeñas costillas.
―Necesita un nombre ―dijo repentinamente la mujer detrás de ellos, señalando al bebe y entregando posteriormente una mochila, con los artilugios necesarios para su cuidado, a Carlos.
―¿Princeso pelirrojo del reino de la mermelada de fresa? ―Lior respondió a la propuesta de Carlos con una risa sarcástica―. ¡Vamos! ¡Me gusta mucho que mi hijo y mi novio tengan el pelo rojo!
―¿Perdona?
―No te hagas el tonto ―sonrío―. Sé que nos casaremos y tendremos un hijo así.
Los pómulos de Lior se tiñeron de una tonalidad rosada, el corazón de Carlos se derritió levemente ante la respuesta que el pelirrojo le mostró. Posó un beso en su mejilla, logrando que el pelirrojo se preguntara muchas cuestiones incapaz de ser respondidas con la ayuda de Carlos.
―Jack ―soltó repentinamente el castaño.
Lior movió un cabeza un par de veces.
―¿Perdona?
Carlos le miró con una sonrisa. El pelirrojo diviso una cicatriz en su labio inferior, junto a un pequeño golpe violáceo cercano a su ceja derecha.
―El nombre del bebe.
―Pe-perdona, estoy un poco ido ―río nervioso Lior―. Jack me gusta. Es como el vaquero de Brokeback Montain.
―¿Perdona?
―Brokeback Mountain ―repitió, admirando la escasa cultura cinematográfica que Carlos demostraba―. Película homosexual. Heath Ledger. Jack Gyllenhaal.
―¡Sí, es verdad! Adoro esa película, ¿tú también?
―Bueno, adoro la actuación de Ledger en ella ―sonrío con timidez.
―Entonces creo que deberíamos llamarle Heath.
―Heath.
―Ajá.
Lior admiró con una sonrisa muy grande a Carlos, y se acercó a él con intenciones de darle un abrazo, pero el castaño le besó en los labios. Instantáneamente ambos se separaron.

Pete se encontraba en el aula de biología rodeado de nerviosos alumnos quienes esperaban ser nombrados ansiosamente. A él no le importa con quién le tocara, era un estúpido proyecto en el cual no pondría ni el más mínimo empeño; se lo dejaría todo a su compañero.

Biología no era su mejor materia y debía subir promedio, pero el proyecto era tan patético que no tenía ganas de trabajar en él; nunca las tenía cuando se trataba de biología. Era una asignatura complicada y a Pete no podía importarle menos.

Los chicos fueron llamados por parejas y después de eso salían fuera del aula a recoger a su bebé y ponerle un nombre. Cosas aburridas que no le interesaban a Pete en lo absoluto, creía que ese proyecto era de lo más estúpido que podía haber en este mundo.

Mientras él se detenía a pensar lo mucho que odiaba el instituto y el tener que estudiar, Hayley discutía profundamente con Rebecca por haber mandando a su hermano por ella.

—Becca, ¡pudiste enviarme un mensaje diciéndomelo! Sabes que tu hermano y yo no somos compatibles. —Le reclamó Hayley mirándola con reproche.
—Ya te lo dije, me quedé dormida y cuando a penas iba a arreglarme mi hermano estaba por salir; no quería retrasarte.
—¡Pudiste enviarme un mensaje y mi madre pudo llevarme! —exclamó Hayley haciendo que algunos alumnos curiosos se fijaran en ella—. Hay un chico, ¿no es cierto? —preguntó después de mucho tiempo mirando a su amiga.

El rostro de Rebecca se tornó de un color carmesí y rápidamente negó con la cabeza un alrededor de un millón de veces. Hayley supuso que no sería bueno insistirle mucho debido a que lo negaría una y otra vez, además no iba a obligarla a contarle algo que no quiere; si ella desea contarle sobre algún chico lo hará y si no pues no.

Cuando fue el turno de Lior y lo escogieron con Carlos, Hayley hizo un comentario ofensivo referente a su homosexualidad. Lior intentó golpearla pero ella no se inmutó, sonreía alegremente mientras Carlos lo alejaba de ella. Jamás dejaba pasar una oportunidad de joder a alguien, siempre tenía que hacerlo aunque lastimara a las personas.

Después de unos diez minutos todos los alumnos habían desaparecido y habían quedado alrededor de ocho chicos de los muchos que eran. Entre ellos Peter Keen y Hayley Rottmayer quienes rezaban por no estar juntos.

—Rottmayer —dijo la profesora Susan— y… Keen.

Hayley maldijo por lo bajo y se acercó a la profesora para exigir un cambio de pareja en ese mismo instante. Pete también se acercó a Susan y parecía tener los mismos planes que Hayley.

—No puedo trabajar con él profesora, ¡no hará nada en todo el trabajo! —dijo Hayley antes de que Pete pudiera hablar.
—¡Yo sí trabajo, Rottmayer! —dijo volviéndose hacia la chica— Profesora, no puede emparejarme con ella, con todos menos ella, incluso podría trabajar con homosexuales, ¡por favor, profesora!

La profesora frunció el ceño y negó con la cabeza, no iba a permitir un cambio de pareja ya que tenía que ser justa; y ellos habían quedado como pareja para ese proyecto, no podía cambiar sus decisiones.

—Este trabajo trata de conocer e interactuar con sus compañeros —dijo la mujer cruzándose de brazos—. Ahora vayan allá afuera por su bebé, no quiero ningún comportamiento inadecuado, chicos.

Hayley soltó un bufido y Pete gruñó, ninguno de los dos quería trabajar con el otro pero la profesora lo había dejado todo muy claro; tendrían que cuidar a ese bebé juntos.

Afuera se encontraba una mesa con varios bebés metálicos sobre ella, quedaban unos cuatro o cinco ya que los demás ya tenían los suyos. A Hayley jamás le habían gustado los bebés, no era para nada una chica maternal y estaba segura de que terminaría arrojándolo por la ventana.

—¿Qué te pasa? —preguntó Pete a su lado— ¿Le tienes miedo a esos bebés?

Hayley rió sarcásticamente.

—No me gustan los bebés, Keen, ahora escoge uno.

Les dieron un bebé de unos ocho o nueve meses de edad, tenía los ojos claros y el poco cabello que tenía era rubio. Pero según Hayley era horrible y gorda, algo que siempre quiso saber era el por qué los bebés siempre estaban tan gordos, no había ninguno delgado y ese muñeco no era la excepción.

—¿Cómo la llamamos? —preguntó Pete alejándose de la mesa con el robot en sus manos.
—¿Qué te parece estorbo arruinador de vidas adolescentes?
—Escucha, no estoy feliz con este proyecto y créeme que arrojaré esta cosa en la primera oportunidad que tenga; pero tenemos que hacer esto o reprobaremos, así que dime un nombre bonito.

Hayley suspiró y asintió. Sabía perfectamente que Pete tenía la razón, tenían que cuidar al bebé o sus notas se verían afectadas por no hacerlo. Le gustaba el nombre Vanessa, siempre le había gustado.

—Vanessa —dijo encogiéndose de hombros.
—Bien —dijo Pete—, Vanessa alias estorbo arruinador de vidas adolescentes.
—Podría ser producto de un condón roto, ¿no crees? —preguntó Hayley sonriente y Pete soltó una carcajada.

Quizá no era un mal proyecto después de todo.