Proyecto de Biología.

Cameron miraba como poco a poco la clase comenzaba a vaciarse. Los pocos que quedaban miraban de una persona a otra con la duda presente de quién sería su posible pareja. Él no. Le importaba poco quien resultara ser su pareja, aunque muy dentro mantenía la leve esperanza de que el destino llegara a estar de su lado esta única vez. Levantó la vista para mirar a aquella chica del lado contrario del salón. De nuevo su perfil era lo único que su vista captaba. La manera en que tomaba nerviosa sus manos y mordía levemente su labio inferior lo intrigaba. Era malditamente adorable, no entendía por qué debía estar nerviosa sobre su pareja. Rebecca era la persona más sociable que había llegado a mirar en este colegio y aún no lograba entender cómo lo hacía.

Sonrió cuidadosamente, evitando que alguien llegara a ver ese pequeño rastro de sonrisa. Incluso él ni siquiera sabía por qué sonreía. Bajó la mirada, mas luego la centró en la profesora. Sabía que hablaba y veía de nuevo cómo una nueva pareja salía del salón. Revolvió su cabello un poco tratando de reprimir cualquier pensamiento. Nunca le había hablado siquiera y, aunque resultara grosero, no quería hablar con ella, intuía que eso le llegaría a atraer únicamente más problemas, le parecía que ya tenía suficientes como para llegar a agregar alguno más.

Al otro lado del salón, el pasar de cada segundo resultaba más lento para la percepción de Becca. Cuándo en serio llegabas a querer que algo sucediera era cuando más tardaba en conseguirlo. De reojo miraba los ojos de Cameron clavados en ella, no llegaba a entender el por qué. El nerviosismo la consumía al igual que la curiosidad. Tanto su madre como su hermano la habían regañado ya por ello múltiples veces. Al parecer su curiosidad “superaba los límites aceptables”. No entendía por qué, tampoco. Si apenas lo era con las personas que le interesaban únicamente. Suspiró tratando de calmar sus pensamientos. Escuchó el rechinar de una silla al moverse y levantó la vista de sus manos para mirar a su alrededor. Todos la miraban a ella.

Miró a la profesora quien la veía expectante y frunció un poco el ceño. Evaluó su entorno de nuevo y captó el momento en el que Cameron se levantaba de su asiento. Becca notó como el muchacho reía un poco al ver que ella no tenía la menor idea de lo que sucedía a su alrededor y luego comenzó a caminar hacia la puerta cargando sus pertenencias, haciéndole un leve gesto con la mano para que la siguiera. Podría asegurar que Becca sentía como el aire escapaba de sus pulmones y concentró su vista en la profesora de nuevo, mirándola con un gesto dudoso.

– Rebecca, Cameron te espera afuera. – afirmó ella señalando la puerta.
– ¿Disculpe? – las pocas risas que resonaron en el salón hicieron que se encogiera un poco de hombros.
– Cameron será tu pareja, ve a conocer a tu bebé. – esas palabras la hicieron sonrojarse y con movimientos un poco torpes logró recoger sus cosas y salir a tropezones del salón.

Aún no llegaba a entender por qué estaba tan nerviosa. Esto nunca le había pasado antes. Respiró fuertemente antes de tomar el pomo de la puerta y girarlo en sus manos para poder abrirla. Al estar afuera del salón, fijó su vista en Cameron quien estaba apoyado en la pared a su lado.

– ¿Acaso siempre buscas una pared en la cual apoyarte? – preguntó Becca sin llegar a filtrar sus palabras o siquiera ser consciente de lo que decía.

Él simplemente levantó una ceja y luego se encogió de hombros. Rebecca sentía como sus mejillas se teñían de un carmín, de nuevo. Podía decir que esto de estar sonrojándose le llegaba a resultar tedioso. Cam se separó de la pared y se acercó a la muchacha que los esperaba con un bebé en sus manos, Becca lo siguió de cerca.

Al llegar al lado de la muchacha, esta se encontraba absorta en el rostro de Cameron. No podía ser menos indiscreta. Miraba al muchacho de arriba a abajo como si este fuera un trozo de carne. Miró como Cameron se apartaba un poco, claramente incómodo y Becca rodó los ojos, luego bufó llamando la atención de la trabajadora quien recién notaba su presencia. Se aclaró un poco la garganta y luego habló.

– Este es su bebé. Es un varón y tendrán que nombrarlo. – en ningún momento apartó su vista de Cameron, cosa que le resultó más que irritante a Rebecca.
– Gracias – habló llamando la atención de la trabajadora de nuevo y tendiendo sus brazos para recibir al bebé.

Al momento de tenerlo en sus brazos caminó en dirección al jardín, alejándose de ambos, escuchó como Cameron recibía la mochila con las cosas del bebé y agradecía a la muchacha para luego escuchar como sus pasos se acercaban a ella, no obstante, no se detuvo hasta estar sentada en una banca del jardín.

Él se sentó a su lado con el bolso del bebé en sus regazos y la miró extrañado por unos segundos, luego apartó su mirada. Becca repasó lo que acababa de suceder en su mente y aún no lograba entender por qué actuó de esa manera. Ella no era celosa, menos posesiva, además cómo llegar a poseer algo que nunca llegó a pertenecerle. Se sonrojó de nuevo por la niñada que recién había hecho.

– Te sonrojas muy a menudo. – afirmó Cameron a su lado. Ella bufó de nuevo.
– Normalmente no lo hago, no sé que me sucede. – el asintió y la miró, luego bajó la vista el bebé que estaba en el regazo de la muchacha.
– Da miedo lo mucho que se parece a nosotros. – Becca por primera vez bajó la vista al niño. Se sorprendió al ver tan detalladas facciones y al notar que él tenía razón. Se parecía demasiado a ambos.
– Haríamos lindos bebés – habló, aunque no llegaba a pretender decirlo en voz alta. Al ver que las palabras sí habían salido de sus labios, la vergüenza se apoderó de ella. Miró más que apenada a Cameron – digo, yo, yo, digo que el bebé es lindo, no digo que nosotros… me refiero que tú eres lindo y yo… rayos, no quise decir eso, me refiero, no es que no eres lindo, es simplemente que no pensaba en decir en voz alta, aunque tampoco,…
– Rebecca, para. – la interrumpió él al ver que el nerviosismo de ella no hacía más que aumentar. – No te preocupes – hizo un movimiento con la mano para restarle importancia y acomodó su cabello hacia atrás  – Aún necesitamos un nombre.

Becca asintió con pena de llegar a hablar de nuevo. Peter ya se lo había dicho más de una vez, debía dejar de hablar antes de pensar y, claramente, dejar de balbucear.

– ¿Se te ocurre alguno? – le preguntó mirando al niño que descansaba en su regazo.
– Ron… – Beca miró como Cameron dudó un poco antes de llegar a terminar el nombre –  Ronie.

Ella nunca lo había visto cómo lo llegaba a hacer este momento. Él miraba perdido al edificio y su ceño se frunció un poco, pero luego eliminó cualquier facción y recuperó su compostura suprimiendo cualquier rastro de vulnerabilidad, como si ese pequeño momento nunca hubiera  existido.

Rebecca suspiró. Ese hombre le resultaba todo un misterio y estaba segura de nunca le llegaría a conocer por completo, pero claramente sabía que ese nombre tenía algún significado para él. No llegó a darse cuenta de que lo miraba fijamente hasta que él le devolvió la mirada. Apenada apartó su mirada de la suya y miró de nuevo al “niño”.

–Ronie es perfecto.

hi:

Emma observaba con detenimiento hacia su cuaderno de dibujo apoyado sobre la mesa. Había comenzado garabateando simples formas sin sentido, y luego se había orientado hasta ser un hermoso paisaje de playa; en él, había un barco en el agua, con un pescador observando hacía abajo por el borde, tomando la mano de una bella chica que se encontraba sumergida, la imagen parecía casi triste y melancólica en los diversos tonos de gris que le había dado con el lápiz. 

Desde que era pequeña, a Emma le había gustado la pintura. Sus padres la habían llevado a tomar clases, pero cuando tuvo la capacidad de decidir las dejó, fundamentando que no le gustaba que le pusieran condiciones a la hora de pintar o dibujar, era algo que simplemente quería decidir por sí misma; pintar lo que quisiera. 

Colocó su vista en el reloj de la pared, la clase casi terminaba y quedaban pocos estudiantes que, como ella, esperaban saber con quien serían emparejados. Lo único que deseaba era que no le tocara con alguien que quisiera que ella haga todo el trabajo. 

Unos cuantos nombres mas fueron dichos, seguidos del ruido de las sillas al correrse y los pasos de quienes salían de la clase. 

Recorrió el lugar con la mirada y se encontró siendo observada por un par de ojos desde el otro lado; inmediatamente la castaña fijó su vista en el frente y escuchó a la profesora decir su nombre junto al de otra persona, por lo que comenzó a guardar sus pertenencias en su bolso. 

Una vez fuera, pudo notar que quien estaba asignado como su compañero de proyecto, era el mismo que la había estado observando minutos atrás; interrumpiendo su corriente de pensamientos, una mujer se acercó a ella y colocó delicadamente al bebe robot en sus brazos, mientras Adam recibía la mochila con las pertenencias. 

— Aquí tienen a su bebe, tendrán que nombrarlo. — Explicó, luego se despidió de ellos con asentimiento y una sonrisa. 
— No soy nada buena con los nombres, ¿tienes alguna idea? — Preguntó Emma, llamando la atención de Adam, quien observaba al niño. 
— ¿Que te parece Noah? 
— Perfecto. ¿Quieres que nos sentemos en el jardín y arreglemos los detalles? — Él asintió y ambos caminaron en silencio.

Se acomodaron en una de las bancas y repasaron las cosas mas básicas sobre el cuidado del niño: se quedaría un día con cada uno, pero al menos por los primeros días, pasaría las noches en casa de Emma. Adam se había notado algo nervioso al tratar sobre ese tema, así que ella se limitó a aceptar; no parecía que él fuera de las personas a las que les gustaba dar muchos detalles y tampoco le pareció que fuera por desligarse del proyecto. 

Cuando todo estuvo dicho, ambos observaron al niño por un momento y fue el chico quien habló primero. 
— Se parece mucho a nosotros, es extraño. 
— Cierto, excepto en los ojos; ninguno de nosotros tiene ojos verdes. — Ambos rieron un poco. — Parece tan real. — Observó Emma mas para si misma que para ambos; Adam la contempló por un segundo, nunca había notado algunos mínimos detalles como su altura o lo suave que parecía su piel. Sacudió sus pensamientos y evitando hablar de lo último que ella mencionó, dijo:
— ¿Crees que podría llevarlo conmigo hoy y luego dejarlo en tu casa como a las siete? — Emma asintió y le pasó al menor. Lo siguiente que hizo fue anotar su dirección en un pequeño papel y colocarlo en uno de sus bolsillos. 

En cierto modo le resultó gracioso ver a su compañero con el bebe y la mochila con las pertenencias; era una imagen que Emma no había pensado que vería. Lanzó una pequeña risita y Adam le dedicó una mirada que le decía que lo mejor era que se contuviera. 

En ese momento, ella supo que sería un largo proyecto.