Proyecto de Biología.

sólo me conecte para decir que amé el cap. ya lo había leído ayer y quise levantarme temprano para comentarlo pero me olvidé y ya me estoy yendo para la escuela así que no tengo mucho tiempo para comentar. sólo diré que amé a valentine y que escribes hermoso. bai.

Day abrió los ojos lentamente, observando con suma atención el lugar donde se encontraba. Sabía que esa no era su casa, y sabía que el cuerpo al lado suyo no era nadie más que su novio, Scott Dahan. Debían ser alrededor de las 4am, pero tenía miedo de revisar su celular y despertar al chico.

Sonrió al verlo así, abrazado a él, durmiendo tan pacíficamente. Se veía tan lindo cuando dormía.

Day no quería, pero lentamente se despegó de su novio y se levantó de la cama, siempre procurando no despertarlo. Sabía que en unas horas estaría en la escuela, ignorándolo y soportando los típicos cuchicheos que escuchaba de su grupo "los kúles" —el nombre le daba asco, aunque había sido él el que lo había creado—. Odiaba eso, pero no tenía otra opción.

Tampoco le gustaba la idea de dejar a su novio sólo el primer día de clase, aún si sólo estarían juntos en el desayuno antes de que Day se despidiera con un beso prolongado y corriera a su casa a buscar sus cosas —y eso que ni siquiera haría tal cosa, no ese día—. Tomó la pluma que se encontraba en una mesa al lado de la cama y garabateó desprolijamente sobre el papel que la acompañaba. No era mucho, pero tampoco quería dejar a Scott sin nada.

Luego de buscar sus zapatillas y calzarse, también buscando su remera —la cuál había sido tirada caprichosamente detrás del ropero en uno de sus tantos besos apasionados que, lamentablemente, no llegaron a más— y su abrigo, salió de la casa. La casa de su madrastra no quedaba tan lejos, a lo sumo a kilómetro y medio, por lo que comenzó a caminar hacia allí.

Una vez llegó, entró silenciosamente y caminó hacia su habitación de la misma manera, a paso calmado y sin prisa alguna. Debían ser casi las 5 cuando salió de su ducha matutina, y sin nada que hacer, comenzó a jugar a Flappy Nyan. Era una parodia de Flappy Bird, ya saben, ese juego adictivo que había conocido gracias a Craig —un "amigo" suyo, miembro de los kúles—. Debía admitirlo, la música de Nyan Cat era adictiva, y más si la acompañaba un juego imposible pero que te dejaba ganas de más, tal vez igual o más adictivo que el primero. Tanto se concentró en el juego que apenas y se dio cuenta cuando su celular comenzó a vibrar. Era un mensaje de Scott.

"La próxima dime 'te quiero' en la cara y no en papel."

Rió, porque era lo único que podía hacer para ignorar el calor en su rostro.



Saludó a Craig de manera seca, riendo por dentro al ver que él también jugaba a esa cosa que daba saltos entre tubos infinitos y posicionados estratégicamente. Preferiría estar con Scott en ese momento, pero las apariencias lo eran todo —consejo por parte de su difunto padre— y debía estar con los más populares si quería su imagen inmaculada. No podía negar que se lo pasaba bien con las bromas malas de Rebecca y los comentarios hirientes de Craig, cosas que le sacaban risa a todos, a pesar de que la mayoría sólo estaba allí por la misma razón que él.



Una vez el timbre sonó todos entraron al salón que, casualmente, compartían en su segunda hora. Biología podía ser la materia que menos le interesara, obviamente, luego de todas las demás materias que no fueran artes y lengua. Irónicamente, esas eran las que peor nota tenía, pero eso es una historia aparte.

Los asientos eran de a dos por lo que no dudó en sentarse junto a Craig. Podían no ser los mejores amigos, pero ambos admitían llevar la mejor relación del grupo. No pasaban de los buenos conocidos, sin llegar a ser simples amigos, pero al fin y al cabo era la mejor relación que había entre los populares.

Mientras todos empezaban a buscar asientos y hablar con amigos vio a Scott llegar sin sus libros. Le parecía tierno que los hubiera olvidado, aún cuando el día anterior le había recordado más de tres veces que recordara llevar todas sus cosas; podía ser un chico muy responsable, pero era despistado, y eso lo sabía muy bien al llevar año y medio de relación con él.

De hecho, ese encuentro de anoche fue para recordarle cuánto lo amaba y esas cosas. En un momento dado la relación casi se rompe, y desde entonces cada tanto va sin razón a su casa y comienza a darle besos todo lo que puede; pómulos, frente, párpados, manos, varias veces más piel de la debida. Day sólo se encargaba de hacer feliz a su novio.

Cuando el profesor casi no deja entrar a Scott por poco y se para a reprocharle. Gracias a Dios, no tuvo que hacer eso, ya que la profesora de valores había intervenido antes de que él lo hiciera y ganara un castigo el primer día de clases, además de malos rumores que podrían afectar a Scott —y, aunque no quisiera admitirlo, las defensas del rubio por tales rumores que también podrían hacerlo—.

Scott pasó entre los pupitres buscando sentarse junto a Rebecca —una amiga de ambos, tal vez la única que conocía sobre su relación—, y en todo el camino evitó mirar a Day. Ambos sabía que si lo hiciera, Day le sonreiría, Scott se sonrojaría y empezarían los rumores. Ninguno quería que eso pasara: Scott con temor a lo que pudiera pasar, Day con miedo de lo que pudiera pasarle a Scott.

La profesora estaba explicando sobre los bebés robots que tendrían que cuidar, hasta que Hayley hizo lo que muchos considerarían una broma inofensiva, siendo respondida por Lior, a quien iba dirigida la broma.

Antes de que la profesora pudiera intervenir, un toque en la puerta llamó la atención de varios. Allí estaba Len Millague, esperando pacientemente a que el profesor abriera la puerta y lo dejara pasar. Había llegando tarde y con una excusa realmente estúpida que a muchos les causó gracia.

—¿Está diciendo que se detuvo a ayudar a un gatito que no podía bajarse del árbol frente a la escuela? —el profesor miraba con una ceja arqueada a Len mientras cruzaba sus brazos y se apoyaba levemente contra su escritorio, esperando una mejor excusa.

—Ajá.

Len no dijo más y caminó a un asiento libre, el cual había sido reservado por su amigo Oliver. Day no pudo quitar sus ojos de él en ningún segundo, y juraba que Len había devuelto la mirada aunque sea por un momento.

No pudo evitar reír suavemente al imaginarse la escena: Len intentando alcanzar el gato blanco que se encontraba en la rama más baja del árbol mas sin embargo lo suficientemente alta para que él tuviera que pararse de puntitas. Y sabía que era blanco, lo había visto en su camino a la escuela.

En estos momentos es en los que Day se preguntaba cómo es que alguien como Len, con su increíble imagen de chico atemorizante, podía ser alguien tan diferente en su interior. Bueno, no le dio mucha vuelta al asunto, ya que en realidad él era igual.

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