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Segundo Amor (Joe y Tu) Adaptacion (TERMINADA)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Segundo Amor (Joe y Tu) Adaptacion (TERMINADA)
hay q hermosa declaración :enamorado: me fascino tenes q seguirla
ElitzJb
Re: Segundo Amor (Joe y Tu) Adaptacion (TERMINADA)
Es tan hermosa la novela que da cosa leerla porque sabes que se termina.
Muchas gracias por subir la novela!!! :'D
Muchas gracias por subir la novela!!! :'D
Augustinesg
Re: Segundo Amor (Joe y Tu) Adaptacion (TERMINADA)
No puedo creerlo! No sea enojado qué alegría!!
Por favor vuelve pronto y ten un muy buen día
Muchas gracias por subir el capítulo de la novela!"
Por favor vuelve pronto y ten un muy buen día
Muchas gracias por subir el capítulo de la novela!"
Augustinesg
Re: Segundo Amor (Joe y Tu) Adaptacion (TERMINADA)
chicas volvi!!! pero solo por un momento mi internet va de mal en peor asique subire todo lo que queda de novela altiro, porque ya nose cuando podre conectarme de nuevo, muchas gracias por sus comentarios y por haberse hecho un tiempesito para leer esta novela espero que esten bien y gracias por ser buenas lectoras las mejores =D
_____ abrió la boca y la volvió a cerrar. Se había quedado de piedra.
—¿Te... te has enamorado? ¿De mí?
El corazón le latía a toda velocidad.
¿Era aquello real? ¿O era una segunda parte de la petición de mano del otro día? ¿Se lo decía porque le daba pena que fuera a ser madre soltera? ¿O lo decía en serio?
—¿Te sorprende?
—¿Que si me sorprende? Me he quedado atónita.
—¿Porqué?
En aquel instante, dos hombres, uno alto y delgado y otro bajo y gordo, entraron en el pabellón. Los dos llevaban sendos maletines.
—Hola Joe, ¿qué tal? —preguntó el hombre delgado.
—Bien, Ted.
El hombre abrió el maletín sobre la mesa. —Vaya, esta herida tiene mala pinta, señorita Mercado.
—¿Sabe mi nombre?
—Esto es Mercy.
Ella se rió.
—Debería habérmelo imaginado.
Ted le limpió la herida y después le vendó la rodilla.
—Esto debería bastar. Asegúrese de mantener la pierna en alto y póngase hielo de vez en cuando para que le baje la hinchazón. No se mueva; le aconsejo que tenga a alguien al lado para que le lleve todo lo que necesite. Yo le recomendaría a Joe —dijo con un guiño—. Es muy bueno para ese tipo de cosas.
—Soy bueno para muchas cosas —le dijo Joe, con la boca pegada a su oído.
«Dios Santo. Si continúa así, hará conmigo lo que quiera».
_____ tuvo la impresión de que aquella rodilla iba a ser la menor de sus preocupaciones.
Joe llevó a _____ al coche. Al llegar a su casa, la volvió a tomar en brazos, abrió la puerta con una mano y fue a dejarla en el sofá. Le puso unos cojines en la espalda y otro bajo la pierna para que estuviera cómoda.
—Así —cuando acabó se sentó al lado de ella—. Cuando te caíste casi me da un ataque.
—¿Porque perdiste a Mary?
—No, aquello fue diferente —se miró las manos. Si quería que _____ le abriera el corazón, él tenía que abrírselo a ella primero. Eso era lo que había estado haciendo mal toda la vida; _____ tenía razón. No había sido Emily la que había construido un muro, sino que había sido él. Había llegado el momento de empezar a derribarlo y eso se hacía contando la verdad—. Nunca estuve enamorado de Mary.
—Pero... pero, yo pensé...
—Igual que todos. Nos llevábamos muy bien y teníamos muy buenas intenciones, en serio —le agarró una mano y se la apretó—. Es una ironía, la forma en la que murió, igual que empezamos.
—¿Qué sucedió?
—Iba a recoger a Emily al colegio. Se había liado con las compras y llegaba tarde. Yo estaba en el trabajo. Por supuesto. Ésa era mi vida entonces: trabajo y más trabajo.
—Por aquellos días trabajabas mucho.
Joe se pasó una mano por el pelo.
—Demasiado, _____. Aquel día estaba lloviendo, así que, las calles estaban llenas. Mary se metió demasiado rápido en la calle del colegio de Em. Un tipo que se había quedado sin trabajo, y que se había pasado la tarde bebiendo para ahogar las penas, venía por la otra calle —Joe cerró los ojos y, durante un segundo horrible, volvió a visualizar las sirenas de la policía, el coche de Mary aplastado, el policía negando con la cabeza—. No vio la señal de stop. No vio el coche de mi mujer.
—Dios mío, Joe, lo siento.
—Dijeron que murió en el acto. No sintió nada. Al menos me queda eso —se pasó una mano por la cara, tomó aliento y continuó—: Aquel día no volví a la oficina. Ni el día siguiente, ni el siguiente. Cuando volví, sólo me quedaba la mitad del tiempo de lo que solía. Entonces, la empresa se vino abajo cuando el mercado empezó a decaer.
Joe se encogió de hombros y continuó.
—¿Sabes qué? Me alegro. Necesitaba despertar. Me mudé aquí y empecé algo más pequeño con Mark. Puedo trabajar en casa, las horas que quiera y puedo ver a mi hija y cenar con ella cada día. Por supuesto, ella no quiere ni verme, pero allí estoy yo —le pasó una mano por el brazo y, cuando volvió a hablar, lo hizo con un tono apagado—. Mary siempre estaba al lado de Emily cuando era pequeña. Conmigo no estaba tan unida. Cuando Mary murió, pensé que tenía que hacer algo para cambiar aquello. Aunque mi plan no ha funcionado de momento —dejó escapar una sonrisa—, no voy a darme por vencido.
_____ lo miró en silencio un instante.
—Has cambiado mucho.
—Más de lo que crees. Han sido dieciocho meses muy duros, _____. He tenido mucho tiempo para pensar. Todavía soy un poco tortuga —dijo con una sonrisa—, pero estoy trabajando en ello.
Ella levantó una mano y le acarició la mejilla. Joe pensó que no podía haber nada más dulce en el mundo entero.
—Tengo que reconocer que me equivoqué contigo.
—No del todo.
—Sí —con un movimiento suave y seductor, acercó la boca a la de él.
En su mente estalló una fiesta de fuegos artificiales. _____ no se guardó nada. Metió los dedos entre su pelo y con los labios exploró cada centímetro de los de él, saboreando, pidiendo más. Él le mordisqueó el labio, jugueteando. Ella gruñó y abrió la boca y, con la lengua, le abrió los labios a él, pidiéndole que le devolviera el beso.
En la otra habitación se escuchó un golpe —Joe se separó, sobresaltado—. ¿Qué ha sido eso?
—Debe ser el ratón que ha invitado a unos amigos —murmuró ella con los ojos entrecerrados—. Sabe que he hecho galletas.
Él le dio un beso, después, otro. —Eres muy dulce, ¿sabes? —Lo intento —lo rodeó con los brazos y apoyó la cabeza en su pecho.
—Todavía no te lo he contado todo.
—¿Hay más? Él asintió.
—Sí. Es algo que no sabía nadie, sólo Mark, y eso porque se lo ha imaginado —Joe tomó aliento—: Emily no es hija mía.
—¿Qué?
—Cuando estaba en el instituto, mi mejor amigo, Jeremy salía con Mary. Sus padres la odiaban. No era de muy buena familia y los padres de Jeremy pensaban que iba a ser su perdición. Le gustaba mucho salir. Una noche bebió demasiado —se puso de pie y paseó por la habitación—. Yo no quería que condujera. Mary también intentó pararlo; pero él no quiso hacernos caso. Se enfadó y se marchó en el coche —Joe hizo una pausa frente a la ventana, como si pudiera ver el pasado en el cristal.
—¿Y tuvo un accidente? —preguntó _____.
—Sí. No... no salió de aquélla —giró la cara hacia ella—. Mary estaba embarazada de unas cuantas semanas, intentó decírselo a sus padres, pero ellos le echaban la culpa de la muerte de Jeremy. Le dijeron que no querían saber nada de ella, ni del bebé. Los tres éramos inseparables. Ya sabes cómo son los adolescentes; la gente no sabía muy bien quién salía con quién porque siempre estábamos juntos.
—Así que ocupaste el lugar de Jeremy.
Joe volvió al sofá y se sentó a su lado.
—Sus padres eran pobres, no podían ayudar. Estábamos en el instituto, por el amor de Dios. Pero era más que eso. El bebé de Jeremy era lo único que nos quedaba de él. Los dos lo queríamos mucho —hizo una pausa. Su mirada buscó la de ella, esperando que entendiera. ¿Cómo podía explicar lo que había hecho?—. Era mi mejor amigo —dijo con un susurro—. ¿Qué otra cosa podía hacer?
—No hay muchos hombres que hubieran hecho eso;
Él meneó la cabeza.
—No lo sé.
Ella le tomó la cara entre las manos.
—Eres único, Joe. No sé si Emily sabe lo afortunada que...
—¿Cómo has podido? —la voz de Emily sonó chillona y desencajada detrás de ellos...
Capitulo 12
_____ abrió la boca y la volvió a cerrar. Se había quedado de piedra.
—¿Te... te has enamorado? ¿De mí?
El corazón le latía a toda velocidad.
¿Era aquello real? ¿O era una segunda parte de la petición de mano del otro día? ¿Se lo decía porque le daba pena que fuera a ser madre soltera? ¿O lo decía en serio?
—¿Te sorprende?
—¿Que si me sorprende? Me he quedado atónita.
—¿Porqué?
En aquel instante, dos hombres, uno alto y delgado y otro bajo y gordo, entraron en el pabellón. Los dos llevaban sendos maletines.
—Hola Joe, ¿qué tal? —preguntó el hombre delgado.
—Bien, Ted.
El hombre abrió el maletín sobre la mesa. —Vaya, esta herida tiene mala pinta, señorita Mercado.
—¿Sabe mi nombre?
—Esto es Mercy.
Ella se rió.
—Debería habérmelo imaginado.
Ted le limpió la herida y después le vendó la rodilla.
—Esto debería bastar. Asegúrese de mantener la pierna en alto y póngase hielo de vez en cuando para que le baje la hinchazón. No se mueva; le aconsejo que tenga a alguien al lado para que le lleve todo lo que necesite. Yo le recomendaría a Joe —dijo con un guiño—. Es muy bueno para ese tipo de cosas.
—Soy bueno para muchas cosas —le dijo Joe, con la boca pegada a su oído.
«Dios Santo. Si continúa así, hará conmigo lo que quiera».
_____ tuvo la impresión de que aquella rodilla iba a ser la menor de sus preocupaciones.
Joe llevó a _____ al coche. Al llegar a su casa, la volvió a tomar en brazos, abrió la puerta con una mano y fue a dejarla en el sofá. Le puso unos cojines en la espalda y otro bajo la pierna para que estuviera cómoda.
—Así —cuando acabó se sentó al lado de ella—. Cuando te caíste casi me da un ataque.
—¿Porque perdiste a Mary?
—No, aquello fue diferente —se miró las manos. Si quería que _____ le abriera el corazón, él tenía que abrírselo a ella primero. Eso era lo que había estado haciendo mal toda la vida; _____ tenía razón. No había sido Emily la que había construido un muro, sino que había sido él. Había llegado el momento de empezar a derribarlo y eso se hacía contando la verdad—. Nunca estuve enamorado de Mary.
—Pero... pero, yo pensé...
—Igual que todos. Nos llevábamos muy bien y teníamos muy buenas intenciones, en serio —le agarró una mano y se la apretó—. Es una ironía, la forma en la que murió, igual que empezamos.
—¿Qué sucedió?
—Iba a recoger a Emily al colegio. Se había liado con las compras y llegaba tarde. Yo estaba en el trabajo. Por supuesto. Ésa era mi vida entonces: trabajo y más trabajo.
—Por aquellos días trabajabas mucho.
Joe se pasó una mano por el pelo.
—Demasiado, _____. Aquel día estaba lloviendo, así que, las calles estaban llenas. Mary se metió demasiado rápido en la calle del colegio de Em. Un tipo que se había quedado sin trabajo, y que se había pasado la tarde bebiendo para ahogar las penas, venía por la otra calle —Joe cerró los ojos y, durante un segundo horrible, volvió a visualizar las sirenas de la policía, el coche de Mary aplastado, el policía negando con la cabeza—. No vio la señal de stop. No vio el coche de mi mujer.
—Dios mío, Joe, lo siento.
—Dijeron que murió en el acto. No sintió nada. Al menos me queda eso —se pasó una mano por la cara, tomó aliento y continuó—: Aquel día no volví a la oficina. Ni el día siguiente, ni el siguiente. Cuando volví, sólo me quedaba la mitad del tiempo de lo que solía. Entonces, la empresa se vino abajo cuando el mercado empezó a decaer.
Joe se encogió de hombros y continuó.
—¿Sabes qué? Me alegro. Necesitaba despertar. Me mudé aquí y empecé algo más pequeño con Mark. Puedo trabajar en casa, las horas que quiera y puedo ver a mi hija y cenar con ella cada día. Por supuesto, ella no quiere ni verme, pero allí estoy yo —le pasó una mano por el brazo y, cuando volvió a hablar, lo hizo con un tono apagado—. Mary siempre estaba al lado de Emily cuando era pequeña. Conmigo no estaba tan unida. Cuando Mary murió, pensé que tenía que hacer algo para cambiar aquello. Aunque mi plan no ha funcionado de momento —dejó escapar una sonrisa—, no voy a darme por vencido.
_____ lo miró en silencio un instante.
—Has cambiado mucho.
—Más de lo que crees. Han sido dieciocho meses muy duros, _____. He tenido mucho tiempo para pensar. Todavía soy un poco tortuga —dijo con una sonrisa—, pero estoy trabajando en ello.
Ella levantó una mano y le acarició la mejilla. Joe pensó que no podía haber nada más dulce en el mundo entero.
—Tengo que reconocer que me equivoqué contigo.
—No del todo.
—Sí —con un movimiento suave y seductor, acercó la boca a la de él.
En su mente estalló una fiesta de fuegos artificiales. _____ no se guardó nada. Metió los dedos entre su pelo y con los labios exploró cada centímetro de los de él, saboreando, pidiendo más. Él le mordisqueó el labio, jugueteando. Ella gruñó y abrió la boca y, con la lengua, le abrió los labios a él, pidiéndole que le devolviera el beso.
En la otra habitación se escuchó un golpe —Joe se separó, sobresaltado—. ¿Qué ha sido eso?
—Debe ser el ratón que ha invitado a unos amigos —murmuró ella con los ojos entrecerrados—. Sabe que he hecho galletas.
Él le dio un beso, después, otro. —Eres muy dulce, ¿sabes? —Lo intento —lo rodeó con los brazos y apoyó la cabeza en su pecho.
—Todavía no te lo he contado todo.
—¿Hay más? Él asintió.
—Sí. Es algo que no sabía nadie, sólo Mark, y eso porque se lo ha imaginado —Joe tomó aliento—: Emily no es hija mía.
—¿Qué?
—Cuando estaba en el instituto, mi mejor amigo, Jeremy salía con Mary. Sus padres la odiaban. No era de muy buena familia y los padres de Jeremy pensaban que iba a ser su perdición. Le gustaba mucho salir. Una noche bebió demasiado —se puso de pie y paseó por la habitación—. Yo no quería que condujera. Mary también intentó pararlo; pero él no quiso hacernos caso. Se enfadó y se marchó en el coche —Joe hizo una pausa frente a la ventana, como si pudiera ver el pasado en el cristal.
—¿Y tuvo un accidente? —preguntó _____.
—Sí. No... no salió de aquélla —giró la cara hacia ella—. Mary estaba embarazada de unas cuantas semanas, intentó decírselo a sus padres, pero ellos le echaban la culpa de la muerte de Jeremy. Le dijeron que no querían saber nada de ella, ni del bebé. Los tres éramos inseparables. Ya sabes cómo son los adolescentes; la gente no sabía muy bien quién salía con quién porque siempre estábamos juntos.
—Así que ocupaste el lugar de Jeremy.
Joe volvió al sofá y se sentó a su lado.
—Sus padres eran pobres, no podían ayudar. Estábamos en el instituto, por el amor de Dios. Pero era más que eso. El bebé de Jeremy era lo único que nos quedaba de él. Los dos lo queríamos mucho —hizo una pausa. Su mirada buscó la de ella, esperando que entendiera. ¿Cómo podía explicar lo que había hecho?—. Era mi mejor amigo —dijo con un susurro—. ¿Qué otra cosa podía hacer?
—No hay muchos hombres que hubieran hecho eso;
Él meneó la cabeza.
—No lo sé.
Ella le tomó la cara entre las manos.
—Eres único, Joe. No sé si Emily sabe lo afortunada que...
—¿Cómo has podido? —la voz de Emily sonó chillona y desencajada detrás de ellos...
Kari_JB
Re: Segundo Amor (Joe y Tu) Adaptacion (TERMINADA)
Capitulo 13
Joe se puso de pie de un salto.
—¿Cómo has entrado?
—Por la ventana. Unos de los chicos dijo que una mujer embarazada se había caído y me imaginé que podía ser _____, así que, entré por la ventana para que no tuviera que levantarse a abrir la puerta. Pero, ahora, ya sé... —se calló un instante—. No puedo creerme que me hayas mentido —su voz se rompió y una lágrima le corrió por la mejilla. Joe se acercó a ella.
—No lo entiendes, Emily. Ella se apartó.
—Lo entiendo muy bien, papá. ¿O no debería llamarte papá? Y ahí estabais los dos, besándose. Pensé que te importaba —dio media vuelta y salió de la habitación corriendo,
—¡Emily! —Joe corrió detrás de ella, pero ella corrió más.
Joe volvió dos horas— más tarde, mojado y decepcionado. Había comenzado a llover de nuevo y tenía la ropa y el pelo empapados.
—No la he encontrado por ninguna parte. He llamado a la policía—se pasó la mano por el pelo.
_____ fue a buscar una toalla y se la pasó por los hombros.
—Necesita un poco de tiempo. Volverá.
—¿Y si se ha marchado para siempre? Ella negó con la cabeza.
—Volverá. Está dolida, pero te quiere.
—Espero que tengas razón —dijo él, hundido.
_____ lo rodeó con los brazos para darle consuelo.
—Joe —lo envolvió con un abrazo tan apretado que parecían una sola persona.
—Oh, _____. Te necesito tanto —apretó la cara contra su cabeza—. ¡Oh, Dios! _____, te quiero —susurró.
Ella se echó un poco para atrás, su corazón le latía desbocado.
—Joe, esto... esto es demasiado rápido para mí.
—¿Por qué? —sus ojos se encontraron con los de ella—. ¿Porque tienes miedo del amor?
Ella miró al suelo.
—¿Ahora, quién es la tortuga? —preguntó él
Ella se dejó caer en el sofá.
—Tienes razón. No me gusta hablar de mi pasado con nadie.
—¿Conmigo tampoco?
Levantó la cara y se encontró con su mirada. Clara, llena de preocupación y... de amor. ¿La habría mirado así alguien alguna vez?
Ella dejó escapar un suspiro.
—Mi madre murió cuando yo tenía diez años. Y no tuve la suerte de tener a un padre cerca. Ni siquiera lo conocí y mi madre nunca me habló de él. Así que, cuando ella murió fui de casa en casa. Un montón. Nadie quería a una niña mayor —se encogió de hombros como si aquello no le importara, pero la expresión de su rostro lo decía todo.
—¡Oh, cariño! —dijo él, acercándose a ella para acariciarle la mejilla.
—Cuanto mayor me hacía, peor iban las cosas. Cuando me convertí en una adolescente, me volví una rebelde: faltaba a clase, contestaba a todo el mundo... Nada que ver con el bebé dulce con el que una pareja podía soñar. Así que, seguí de casa en casa.
—¿En cuántas estuviste?
—Siete. Ocho —volvió a encogerse de hombros—. Perdí la cuenta.
—No entiendo por qué dejan que pasen cosas así. —Me imagino que es mejor que un orfanato. A los dieciocho años, ya estaba sola. Afortunadamente, continué con mis estudios. Fui a una universidad pública, me saqué mi título, cuidé de mí misma. La mejor lección que aprendí fue que no debía encariñarme con nadie.
—¿Tan horribles fueron las familias? —La mayoría no estaba tan mal. Pero cuando una me gustaba... —los ojos se le llenaron de lágrimas—. Bueno, ésa era la que tenía que dejar, ¿sabes? —se enjugó la cara—. Vaya, ya soy muy vieja para ponerme tan sentimental.
Él le agarró la cara con las dos manos y borró las lágrimas con los pulgares.
—Así que, viniste aquí, buscando un hogar. —Me... me imagino que sí. Mi madre siempre me habló de lo feliz que había sido en su pueblo. No recordaba el nombre, así que, elegí Mercy, buscando esa felicidad.
—¿Y la has encontrado?
¿La había encontrado? ¿Había encontrado por fin un lugar donde echar raíces? ¿No era eso lo que siempre había buscado y que nunca había encontrado?
Alguien llamó a la puerta.
Joe se puso de pie de un salto.
—¿El señor Jonas? —un policía de la ciudad apareció al otro lado de la puerta—. Creo que hemos encontrado a su hija.
Se habían equivocado.
Joe se dejó caer en el porche.
—¿Cómo han podido confundir a esa chica con mi hija? No se parecía en nada a ella.
_____ le puso una mano en la cabeza.
—Vamos a buscarla.
—Deberías estar tumbada en el sofá, sin moverte.
—No cuando tú me necesitas, Joe. Ya tendré tiempo de descansar cuando la encontremos.
Él le agarró la mano.
—Qué suerte he tenido al encontrarte.
—No ha sido suerte.
—¿El destino, entonces?
Ella negó con la cabeza.
—Cada uno tiene lo que busca.
—Permíteme que discrepe —se puso de pie y la siguió adentro—. Tú viniste aquí, entre todos los miles de pueblos elegiste éste. Fue el destino.
Ella hizo una pausa con la mano en el pomo de la puerta.
—Tal vez —dijo mientras abría la puerta.
Y, entonces, se la encontraron. Después de todo lo que habían buscado, allí estaba; sentada en el sofá, abrazándose las rodillas.
Joe corrió a su lado.
—Emily. ¡Oh, Emily! ¿Dónde has estado?
_____ se quedó atrás para dejarles un poco de intimidad.
—Volví a la fiesta —sollozó ella—. Pensé... que Kevin iba a hacerme caso porque yo estaba muy triste. Pero lo único que quería era pasárselo bien.
—Todos esos pendientes deben impedirle que piense correctamente —dijo él.
Emily lo miró con la cara llena de lágrimas y le dedicó una tibia sonrisa.
—Qué chiste tan malo, papá.
—Oye, nunca dije que yo fuera gracioso —su mirada conectó con la de _____ durante un segundo. Ella también había oído la palabra «papá» y el tono en el que la había pronunciado.
—Estuve pensando en todo lo que habías dicho y... me imagino que lo entiendo...
—Nunca pretendía que te enteraras de esa manera, Em. Quería decírtelo, pero estaba esperando el mejor momento.
Ella asintió, comprensiva.
—¿Tengo que marcharme? ¿A vivir con otra gente?
—Por supuesto que no, cariño. Yo siempre seré tu padre.
Emily volvió a asentir. Se sonó la nariz y volvió a agachar la cabeza.
—¿Vas a casarte con _____?
—¿A ti te parecería bien?
Emily miró a _____ y se mordió el labio inferior.
—Sí Es guay. Por mí, muy bien.
—Bien —dijo él agarrando la cara de su hija—. Tú eres la persona más importante de mi vida. Voy a intentar ser un mejor padre.
La niña abrazó a su padre y escondió la cara en su hombro.
—Oye, _____ ha hecho galletas. ¿Por qué no vamos a la cocina y tomamos algo?
—Eso estaría genial, papá.
Después de las galletas y del té, Emily se quedó dormida en el sofá—de _____. Se acurrucó allí, como la niña que todavía era, con una manta por encima y un gesto angelical en el rostro.
Joe llamó a todos para decirles que Emily estaba bien y volvió con _____ a la cocina. Se sentó frente a ella.
—¿Y nosotros? —le preguntó.
_____ se atrevió a mirarlo. Joe le había dicho lo que sentía. Había salido de su caparazón, y no sólo con ella, también con su hija. ¿Había alguna posibilidad de que los cuentos de hadas existieran?
—Esta liebre está cansada de correr.
—Entonces, déjame que cuide de ti una temporada —se levantó, dio la vuelta a la mesa y se arrodilló a su lado, tomándola de las manos—. Por si acaso lo has olvidado, te quiero—. Soltó una mano y se la llevó al bolsillo—. Una mujer muy inteligente me dio esto —dijo sacando el reloj del pato Donald—. Me dijo que viviera la vida con alegría.
—Me imagino que debo aplicármelo a mí.
—Sí.
A _____ la invadió un sentimiento de plenitud, como si, por fin, hubiera tomado el camino correcto. Aquello no iba rápido. Conocía a Joe desde hacía tanto tiempo que le parecía que lo conocía desde siempre. Era un buen hombre y ya no era el adicto al trabajo que ella recordaba; ahora, era un hombre comprometido que siempre pondría a su familia en primer lugar.
¿Qué más podía pedir?
Estaría loca si lo dejara ir.
—Odio que tengas razón —dijo ella, abriendo la mano para mirar el reloj.
—Cosa curiosa, porque a mí me encanta tenerla. Creo que deberías decírmelo cada día.
—Ummm —ella se llevó un dedo a los labios, pensativa—. Me imagino que será algo sobre lo que tengamos que comprometernos. Como lo de si vamos a tener un perro o un gato.
Él pestañeó. Dos veces. Ella podía ver cómo su mente procesaba las palabras.
—¿Has dicho...?
—¿Es que te está fallando el oído? He dicho que tendremos que aprender a comprometernos si es que vamos a estar juntos para siempre jamás. Es decir, si tu propuesta sigue en pie, claro.
—¿Qué? Claro. Por supuesto que sí.
Ella sonrió.
—Tengo que dejar una cosa clara.
—¿Qué?
Ella dudó un instante.
—¿Te quieres casar conmigo porque me amas o porque quieres darle un padre a mi hijo?
Él la tomó en brazos.
—Me voy a casar contigo porque me encanta como se te ondula el pelo en el cuello. Porque tus uñas rojas me vuelven loco. Porque eres lo primero en lo que pienso por la mañana y los último en lo que pienso cuando me voy a la cama. Y porque te quiero tanto que me parece que el corazón se me va a romper en dos si no me dices que sí.
Ella sonrió.
—Sí —se echó para delante y le dio un beso.
—Espera un minuto —dijo echándose para atrás—. ¿Por qué te vas a casar conmigo?
—¿Hace falta que lo preguntes?
—Tengo que asegurarme de que no te casas porque soy habilidoso reparando cosas —miró hacia la cocina que aún estaba a medias—. Veo que todavía necesitas algunos arreglos.
Ella le dio un codazo en el brazo.
—Me voy a casar contigo porque te quiero —le sonrió tiernamente—. Lo de reparar las cosas viene con el lote.
—Sabía que había algo más.
Ella sonrió.
—Siempre lo hay. Los finales felices sólo suceden en los cuentos de hadas.
—De acuerdo. Te ayudaré con la casa, pero me lo tienes que pagar —la mirada de su ojos era malvada.
—¿Pagártelo?
—Sí —dijo en un tono provocador— Y quiero la mitad por adelantado. Ahora —acercó su boca a la de ella y la besó. Un beso intenso y apasionado.
Ya estaba en casa, pensó _____. Allí, en los brazos de Joe. No había encontrado su hogar en un pueblo pequeño o en una casa desvencijada; lo había encontrado con el hombre al que amaba. Mientras él estuviera con ella, estaría en casa...
Kari_JB
Re: Segundo Amor (Joe y Tu) Adaptacion (TERMINADA)
Epilogo
¿Quieres al pato Donald? —le preguntó Joe a _____ en el hospital. Se había acercado a ella y, por fin, había dejado de dar vueltas por la habitación.
Desde que había despertado a su marido a las tres de la mañana para decirle que ya había empezado, Joe no había parado de pasearse arriba y abajo, como si fuera un tigre encerrado en una jaula demasiado pequeña.
—No necesito al pato Donald —dijo ella. No me sirve. Agárrame la mano y ayúdame con las respiraciones.
Él agarró su mano y la miró a los ojos. Su respiración suave y uniforme ayudó a _____ a calmarse y a encontrar la tranquilidad que necesitaba para hacer frente a las oleadas de dolor que le llegaban cada tres minutos.
—¿Así mejor?
—No te muevas y estaré bien.
Él sonrió.
—De acuerdo.
En la puerta se oyó jaleo y Joe y _____ se giraron para ver qué pasaba.
Barbara y Steve iban por el pasillo, con Jan detrás, dándoles amables consejos. Barbara iba sujetándose el vientre, gimiendo.
—Quiero una anestesia. Me lo prometiste. No me dijiste que tendría que recorrer todo el hospital.
—Caminar ayuda a que el bebé venga más rápidamente. La voz de Jan sonó tranquila, cargada de paciencia.
—Ya no quiero caminar más. Quiero a un anestesista.
Steve miró a Jan compungido.
—Enseguida, cariño, enseguida —le dijo a su mujer.
—No me digas cariño y haz algo. Por tu culpa estoy metida en esto. Ya puedes ir aprendiendo a cambiar pañales porque los vas a cambiar tú todos. Me las vas a pagar.
Joe miró a _____ y cuando sus ojos se encontraron, los dos estallaron en una carcajada.
—¿A pagar, eh? —dijo él.
—Yo te tengo algo de eso... —hizo una pausa para soplar y resoplar mientras tenía una contracción— preparado para ti.
Joe le apartó un mechón de pelo de la frente.
—No puedo esperar —se inclinó sobre ella y depositó un beso suave en sus labios.
—¿A qué viene eso?
—Por ser mi mujer. Por ser lo más maravilloso que me ha sucedido jamás. Por devolverme a mi hija.
Ella sonrió.
—Creo que eso lo hiciste tú sólo —cerró los ojos mientras tenía otra contracción. Cuando por fin acabó, tomó aliento—. Quédate conmigo, Joe, y creo que pronto te daré un hijo.
—Voy a quedarme junto a ti, _____ —le sujetó las manos con fuerza—.
Para siempre.
Fin
Kari_JB
Re: Segundo Amor (Joe y Tu) Adaptacion (TERMINADA)
Bueno chicas eso era todo espero que esten bien muchas gracias por sus comentarios y por ser buenas lectoras, si vuelvo a subir alguna adaptacion les avisare ajajaj, espero que les haya gustado la novela y la hayan disfrutado tanto como yo cuando la lei, que esten bien chicas. Adios =D
Kari_JB
Re: Segundo Amor (Joe y Tu) Adaptacion (TERMINADA)
GUUUAAUU QUE HERMOSO FINAL Y SI CONCUERDO CON _____ JOE ES UNICO!!!.. MIRA QUE SER EL PADRE DE ELLA Y AHORA SER EL PADRE DEL HIJO DE _______!!!!!!... CASI NO HAY NADIEN QUE QUIERA ESA RESPONSABILIDAD!!!!... ES DE ADMIRAR Y PUES GRACIAS A TI POR SUBIR LA NOVE Y COMPARTIRLA CON NOSOTRAS!!!... SI SUBES OTRAAA!!! AVISA Y PASA EL LINK!!!
chelis
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