Segundo Amor (Joe y Tu) Adaptacion (TERMINADA)

olaaa chicas aqui esta el capitulo prometido,
esta es la primera parte, mas tardesito subo la segunda espero que la disfruten
Que esten bien y gracias por sus comentarios =D

Capitulo 7 (1era Parte)

Joe se alejó de _____ justo antes de que Emily entrara en el salón.
—¿Qué hay para cenar? —preguntó.
—¿Qué te parece si saludas primero? —dijo Joe.
Emily miró al techo, fastidiada.
—Hola, papá, ¿qué tal el día? Hola, _____. Y, ahora, ¿qué hay para cenar?
_____ se rió.
—Sugiero que vayamos a la cocina. Así podemos charlar tranquilamente mientras preparamos la cena.
Los tres entraron en la cocina y, mientras Joe y _____ preparaban algo de pasta, Emily se puso a organizar la mesa.
—¿Qué tal está Rocky? —le preguntó Emily a _____.
Joe levantó una ceja.
—¿Rocky?
—El niño, papá. Le da muchas patadas así que le he puesto Rocky.
—¡Oh! —Joe se sintió como un tonto.
—Cada vez me da más patadas. Creo que se está quedando sin sitio ahí dentro.
—¿Estás segura de que es un niño? —era la primera vez que se refería al bebé. Durante las dos últimas semanas se había vuelto loco pensando en ella y en él, pero nunca había pensado en el bebé que estaba en camino. No le había preguntado nada. ¡Por el amor de Dios, ni siquiera sabía para cuando lo esperaba!
—No lo sé. Prefiero que sea una sorpresa. No hay muchas sorpresas en esta vida. Ésta es una de las mejores —dijo con las manos sobre el abdomen.
—Seguro que es un niño —dijo Emily con una gran sonrisa y Joe sintió que se deshacía al verla tan contenta.
—La cena ya está lista —dijo mientras se acercaba a la mesa para servir los platos.
—¿Qué os parece si nos vamos al cine después de cenar?
A Emily se le encendió el rostro.
Joe recordó que le encantaba el cine; pero no podía recordar la última vez que había ido con ella. ¿Cómo podía haber dejado que pasara tanto tiempo?
Emily abrió la boca para decir algo y después la cerró.
—Casi se me olvida —dijo fastidiada—. Esta noche hay una reunión en el colegio.
—¿Quieres que vaya?
Ella se encogió de hombros.
—Creo que se supone que debes ir —se sacó un papel del bolsillo y se lo entregó—. Dice que deben ir los dos padres.
—Oh, Emily —Joe odiaba aquellos momentos, cuando la muerte de Mary se presentaba ante ellos y los golpeaba en la cara. Y sólo había hecho falta un papel del colegio.
—Como mamá está... —dijo mientras le daba vueltas a los espaguetis con el tenedor—. Pensé que podía venir _____ —murmuró—. Así podría ver mi examen; pero, no te preocupes, es una...
—Me encantaría, Emily.
En la boca de la niña se dibujó una sonrisa.
—Voy a cambiarme —dijo y salió disparada.
Volvió en un momento con unos pantalones cortos y una camiseta a juega el pelo se lo había recogido en una coleta y se había puesto brillo en los labios.
Aquélla era la hija que Joe recordaba. Le hubiera apetecido agarrarla y atraerla hacia él pero aún tenía que esperar un poco.
Emily ayudó a recoger la mesa sin que nadie le dijera nada, después, corrió hacia el coche y se sentó en el asiento trasero.
—Parece que la ha poseído un extraterrestre —le dijo Joe a _____ desde la casa—. Ésa no es mi hija.
—La Emily de verdad estaba ahí todo el tiempo. Sólo necesitaba un pequeño empujón.
—Bueno, sea lo que sea lo que has hecho, funciona. Primero las notas, ahora esto. Creo que te voy a nominar para que te den el premio Novel de la Paz.
—Yo no diría tanto —_____ se inclinó hacia delante, intentando ponerse las sandalias—. ¡Vaya! Apenas puedo verme los pies. Esto es tan... vergonzoso. Joe, ¿podrías...?
—Claro.
Se inclinó sobre sus pies y le calzó las sandalias. Tenía los pies pequeños y delicados y el esmalte rojo les daba un toque atrevido.
¿Cómo podían ser tan eróticos y tan turbadores unos pies?
Su mente volvió al salón y a aquel beso, a sus pechos, a sus manos acariciándole...
Por fin, ya estaban las sandalias en su lugar. Joe se enderezó y agarró las llaves del colgador. Después se alejó de _____ antes de que ella se diera cuenta de lo que su testosterona había provocado.
No iba a tener nada con _____. ¿Es que todavía no había aprendido la lección? Nunca podría ser el padre de ese niño. Nunca podría acercarse a él. Ya le había pasado una vez. Sólo un idiota volvería a cometer el mismo error por segunda vez.
Mary había sido muy buena con Emily. Quizá demasiado. Había construido un mundo para ellas dos, un mundo al que nunca lo invitaron. Si saliera con _____ y, después, se casara con ella, ¿le pasaría eso con su hijo?
Una pequeña parte de él se atrevía a soñar que con _____ sería todo diferente. Ya había visto su esfuerzo por unirlo a Emily. Y lo que sentía por ella.
Bueno, era algo que nunca había sentido por Mary.
—¿Joe? ¿Te pasa algo?
—No, nada.
—Sé que algo te preocupa. Te voy a dar la lata hasta que me digas lo que es. Así que, será mejor que lo sueltes ahora.
—De verdad que no me pasa nada.
Ella hizo una pausa en el porche.
—¿Prefieres que me quede en casa? ¿Quieres ir tú solo con ella?
—No, no es eso. Además, Emily quiere que vayas tú y yo haría cualquier cosa por ella. Ella lo es todo par a mí.
—Lo sé —_____ puso una mano sobre su hombro.
Él meneó la cabeza.
—No lo entiendes. Emily es especial.
—Es tu hija. Lo entiendo.
—Es más que eso. Ella es... —cerró la boca y miró a las llaves que tenía en la mano—. Vamos a llegar tarde si no salimos ya.
La reunión del colegio había ido muy bien, Emily había presumido de su notable en un examen y del sobresaliente en el trabajo de Churchill. Después, los había llevado a ver una naturaleza muerta que había hecho para la clase de arte. La mayoría de sus profesores hablaron de su cambio de actitud y le dijeron a Joe que veían en ella un gran potencial.
Ahora, los tres estaban esperando en la cola de la heladería para comprarse un helado. Las buenas conexiones entre ellos eran evidentes.
Detrás de ellos escucharon un ladrido. Los tres se dieron la vuelta. Se trataba del dóberman de la señorita Tanner.
—Señorita Tanner, le presento a _____ Mercado.
La mujer dejó escapar un gruñido.
—Ya sé quién es. Yo sé todo lo que pasa en este pueblo. Oye, muchacho, ¿me pones un helado de plátano?
—Señora, no puede entrar aquí con ese perro —le dijo el adolescente con la cara llena de granos que estaba tras la barra.
—Díselo a él, majo, porque mi Garbancito quiere un helado.
El perro sintió el aroma de los helados y puso las patas sobre el mostrador.
El muchacho dio unos pasos hacia atrás.
—¿Cuántas... cuántas bolas?
—Tres, por favor. Y para mí una tarrina de chocolate y fresa.
_____ ahogó una carcajada. En los Ángeles había visto a mucha gente excéntrica, pero nunca había visto a nadie llevar a su dóberman a tomar un helado.
—Colleen tienes que acostumbrarte a dejar esa bestia en casa —dijo la señorita Marchand desde la puerta. Afuera, su perro salchicha estaba atado a una farola.
—Soy muy vieja. La gente tiene que hacer lo que yo quiera.
—No eres vieja. Sólo cabezota.
—¿Quiere un helado, señorita Marchand? —dijo Joe, metiéndose entre las dos para que dejaran de discutir.
—Qué amable, Joe. Una tarrina de moca, gracias. Te esperaré en una mesa de fuera con mi nueva vecina —dijo mirando a _____.
—Te llevaré algo—le dijo él a _____—. Ya sé lo que te gusta —le susurró al oído—. Chocolate con chocolate y más chocolate.
_____ sonrió y se aguantó las ganas de apoyarse en él y sentir el calor de su cuerpo. Desde lo que había pasado en el salón, tenía que hacer un gran esfuerzo para mantenerse alejada de él.
Sin darle tiempo a decir nada, la señorita Marchand la agarró del brazo y se la llevó a la terraza donde se sentaron en una mesa. Ahora que el sol se había puesto, la temperatura había caído y hacía una noche muy agradable.
Perfecto, pensó _____. Se reclinó en la silla de mimbre. Absolutamente perfecto.
—¿Qué tal en el pueblo? —le preguntó la mujer.
—Me encanta —_____ echó un vistazo a los árboles que se alineaban a lo largo de la calle y las parejas de enamorados que paseaban por las aceras— Es maravilloso.
—Ummm. Ya veo que has encontrado a Joe.
—Necesitaba que me arreglaran el coche y... —Él estaba a mano.
—Eso por no nombrar lo guapo que es —dijo la mujer con una sonrisa picara—. Soy vieja, pero no tonta.
—No hay nada entre nosotros —dijo ella a la defensiva—. Sólo somos amigos.
—Ya, ya. Ya he oído eso antes. Pregúntale a Joe lo amigos que son Mark y Claire ahora.
—No, en serio; no estamos saliendo. —Y no saldrían; no, si podía mantener la cabeza muy fría. Conocía a Joe. Era un buen hombre, pero también uno de los que trabajaban sin descanso y que mantienen sus emociones a buen recaudo. Prefería seguir sola a tener un compañero que no daba compañía.
—¿Por qué no? _____ se alisó la falda.
—Es complicado.
—¿Es el padre del niño verdad? —intervino la señorita Tanner que las había estado escuchando en silencio.
La señorita Marchand se giró hacia _____ y se quedó esperando una respuesta. Fue como si todas las mesas de la terraza se quedaran en silencio.
—No. No hay padre. Bueno, sí pero no... —dejó escapar un suspiro—. Es complicado.
—Vosotros los jóvenes —gruñó la señorita Tanner—. Cuando yo tenía tu edad las cosas eran blancas o negras.
La señorita Marchand le lanzó a su amiga una mirada.
—Basta ya, Colleen.
La señorita Tanner volvió a su postre. Garbancito lamió las últimas gotas de su helado de banana de la acera y se echó junto a su ama.
—Joe es un buen hombre —dijo la señorita Marchand—. No sé cuáles serán las complicaciones de las que hablas. Pero sean cuales fueren, espero que tengas en cuenta el corazón de Joe. No está para que le hagan daño.
—Yo nunca le haría daño a Joe.
—Eso espero. Pareces una buena chica; pero tienes que entender que éste es un pueblo muy pequeño. Nos preocupamos por los nuestros. Y lleva un tiempo convertirse en uno de nosotros. No sé si me entiendes.
Tenía que haberse imaginado aquello. No iban a recibirla con los brazos abiertos, no hasta que demostrara sus buenas intenciones.
—Lo tendré en cuenta, señorita Marchand.

No tienes que hacer esto, lo sabes —_____ se movió incómoda contra Joe. Por más que lo intentaba, no lograba encontrar la postura adecuada.
—Esto no es exactamente algo que puedas hacer tú sola —él abrió las piernas un poco más. Ella se acomodó mejor contra su cuerpo. Ya estaba.....

ohohoh que fue esa ultima parte??
siguelaaaaa

YA ESTABA QUE????
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHH!!!!
PON OOTROOOO!!!1.. PON OOTROOOO!!!
ANDA QUE ME ESTOY IMAGINANDO COSITAS!!!!! :happuy:

1 comentario mas y subo la segunda parte chicas =D

POORRFAAAAA UN CAAAPIISS MAAASSS!!
ANDALEEE

ajjaja ya chicas aqui esta la 2da parte, hice un cambio de ultima hora asique ahora son 3 partes del capitulo 7 es que esta muy buena esta parte de la novela y no quiero dejarlas asi.
PD: espero que disfruten la ultima parte de este capitulo xD y si veo mas comentarios mas tarde subo la 3ra parte.

Más o menos.
Cada vez que estaba cerca de Joe, se sentía incómoda. No podía evitarlo. Estaba nerviosa, excitada, deseando un poco más de lo que había probado el viernes por la noche...
Vaya, vaya. Iba a necesitar mucho chocolate. Quizá en el hospital lo metieran por vena.
Se había propuesto mantenerse alejada de él. Incluso se había dicho una docena de veces aquella mañana que no iba a pedirle que fuera a clase con ella. Pero, luego, sin quererlo, las palabras se le habían escapado.
—Aunque podría buscarme otro acompañante. Quizá tengas demasiadas cosas que hacer...
—Quieres dejarlo ya y concentrarte en la respiración.
Ella se rió.
—Te gusta estar al cargo de todo, ¿verdad?
Él le colocó las manos a ambos lados del abdomen. Sus palmas se notaban cálidas a través del algodón fino del vestido.
—Se me da bien.
Ella puso sus manos sobre las de él y echó la cabeza hacia atrás. Desde aquel ángulo, Joe parecía más fuerte y musculoso. Depender de él no era tan malo, después de todo. Sólo sería durante un par de horas en las clases de preparación al parto que daban en el hospital.
—Se me da mejor si yo soy la que está al mando.
—Respira —ordenó él.
Ella practicó la respiración.
—¿Estás centrándote en algo?
—No.
—Pues será mejor que lo hagas. Si no, Jan se enfadará muchísimo contigo.
Jan era la matrona que impartía las clases. Tema tanta energía y era tan entusiasta que parecía que se cargaba las pilas entre clase y clase. Hacía veinte minutos, Jan había entrado cantando. Después, les había contado les experiencias maravillosas de los nacimientos de sus cinco hijos.
Ahora, tenía seis parejas en el suelo, practicando las respiraciones mientras ella iba comprobándolo todo.
—¿Os parece bonito, Steve y Barbara? —dijo Jan a la pareja que estaba a la derecha de _____. La pareja había dejado de hacer los ejercicios hacía unos minutos—. Seguid practicando ahora mismo —les ordenó.
—No puedo —se quejó la mujer. Dejó escapar un gemido y sé llevó una mano al vientre—. ¡Ay! Creo que estoy de parto.
Jan dejó caer una mano.
—Esas contracciones son totalmente normales. Cuando estés de parto, cariño, no tendrás ninguna duda. Es precioso. Es un milagro —añadió la mujer con una mano en el pecho.
—Va a doler —dijo Barbara—. ¿Cuándo nos anestesian?
—¿Anestesiarte? No hace falta anestesia. Con las respiraciones tendrás suficiente.
—Yo quiero que me pongan la epidural —Barbara entrecerró sus ojos maquillados, como retando a la comadrona— ¿De acuerdo?
Jan se encogió de hombros.
—Por supuesto, la madre elige. Pero sigamos practicando las respiraciones; por si acaso —se acercó a _____ y a Joe—. Tenéis que estar tan contentos con vuestro hijo...
—Bueno... No es... —comenzó a decir _____.
—Lo estamos —la interrumpió Joe—. Mucho.
_____ giró la cabeza para mirarlo. ¿Qué pretendía? Si seguía diciendo cosas así, todo el pueblo iba a pensar que el hijo era suyo. Aquello iniciaría un problema que ella no necesitaba.
—Vamos, ¿estás centrada en algo?
—Todavía no he encontrado nada —confesó _____.
—Bueno, yo tengo algo para ti. Siempre funciona —le indicó a Joe que se levantara y que se sentara enfrente de ella—. Mira aquí —dijo Jan señalando a sus ojos— Y no apartes la mirada.
—Ummm. Vale. —Ahora, respira.
_____ se puso a respirar. Miró a Joe y pensó en el beso del día anterior y en la tensión que había crecido entre ellos desde entonces.
Tomar el aire. Soltar. Pensar en Joe. Mirarlo.
—¡Vaya, ____! Si sigues respirando así vas a tener a ese niño aquí mismo —le dijo Jan—. Relájate, cariño, esto no es una carrera.
_____ sintió que la cara se le ponía colorada.
—Quizá debería centrarme en otra cosa.
—Mira —Joe se metió la mano en el bolsillo y sacó algo redondo de plástico—. ¿Te acuerdas de esto? —dijo mientras le ponía un reloj en la mano.
—¿Lo has guardado todo este tiempo? —preguntó ella mirando a la cara del pato Donald que la miraba desde la esfera del reloj.
—Por supuesto, tú me lo diste.
Recordaba el día, hacía más de un año. Ala mañana siguiente de aquel beso ardiente y sin sentido. Había sido un regalo de cumpleaños tonto, para quitarle hierro a lo que había sucedido.
—Era una broma. Nunca pensé que lo ibas a guardar.
Él se encogió de hombros.
—Lo guardé como recuerdo.
—¿Recuerdo de qué? ¿De que debes pronunciar mejor? —preguntó entre risas.
—No —dijo él, quitándole el reloj de la mano—. De que tenía que tomarme las cosas menos en serio. Que tenía que vivir con alegría.
—¿Y funcionó?
Él sonrió.
—Sólo cuando lo utilizaba para centrarme.
—Un poco difícil cuando lo tienes en el bolsillo.
—Exactamente.
Ella le quitó el reloj y se lo puso sobre la barriga.
—Ahí. Ahora los dos podemos mirar al pato Donald y recordar que tenemos que reírnos en los momentos más difíciles.
Él sonrió.
—Parece un plan.
Ella se inclinó hacia atrás quejándose de la espalda.
—Recuérdame lo que he dicho cuando esté gritando para que me pongan la epidural.
Al instante, Joe estaba detrás de ella, dándole un masaje en los riñones.
—Oh, eso es perfecto. Joe, eres genial.
—Hacemos un buen equipo.
Ella sintió que algo especial le recorría las venas. ¿Miedo a la felicidad? No lo sabía. Una sola frase y allí estaba ella, pensando en el futuro.
—Bueno, clase —dijo Jan dirigiéndose al frente de la clase mientras daba un par de palmadas para atraer la atención de todos—. Vamos a ver un vídeo sobre un nacimiento.
—Creo que ya lo he visto en el colegio —dijo alguien de atrás.
—Éste es un poco diferente —dijo Jan mientras le daba al botón de play.
En el vídeo apareció un parto real. Con sonidos. A todo color.
—¡Dios mío! —susurró _____—. Nunca vimos nada así en el colegio.
—No deja mucho a la imaginación, ¿verdad? —dijo Joe con una mezcla de sorpresa y pudor.
—No —sonrió ella—. ¿Tú crees que son actores?
Jan estaba apoyada junto a la pared, en la cara tenía una expresión radiante. Como la de algunas mujeres en el día de su boda. El resto de las personas en la habitación tenía una expresión como si estuvieran viendo una película de miedo.
La cinta continuaba mostrando todo el proceso al detalle.
—Vaya. ¿Has visto eso? ¿Cómo han metido ahí una cámara? —ella cerró los ojos con fuerza—. Avísame cuando acabe esa parte.
—No puedo, yo tampoco estoy mirando.
Ella ahogó una carcajada.
—¿No viste todo esto con Emily?
—Me perdí lo mejor. Me quedé atrapado en un atasco y Mary tuvo a Emily antes de que yo llegara.
_____ abrió un ojo.
—Vale. Ya puedes volver a mirar. No es nada malo, sólo un par de pechos.
—Bien. Mi parte favorita.
_____ le dio un codazo.
—Se supone que tienes que concentrarte en mí.
—Eso es lo que estoy naciendo —le susurró al oído—. Por completo.
Ella sintió que el corazón se le hinchaba. Intentó concentrarse en la respiración para no pensar en Joe. Pero era extremadamente difícil, no iba a lograr olvidarse de él mientras lo tuviera tan cerca.
¿Por qué le había pedido que la acompañara? ¿Por qué no se lo había pedido...? ¿A quién? ¿A la señorita Marchand? ¿A Garbancito?
No conocía a nadie en Mercy. A nadie a quien llamar cuando se le rompiera una tubería o cuando el coche se le estropeara o cuando fuera a parir. A nadie excepto a Joe.
Se había prometido que iba a hacer aquello ella sola, que no iba a confiar en nadie. Y allí estaba, haciendo exactamente lo contrario.
El vídeo acabó con escenas de una pareja feliz junto a un bebé en un columpio, mientras, de fondo, sonaba música clásica.
—Vaya. Esa escena siempre logra conmoverme —dijo Jan. Se pasó una mano por los ojos y paró el vídeo—. Me hace desear tener otro.
—Yo quiero que me anestesien y que me hagan una cesárea —dijo Barbara—. No pienso tener a mi hijo en una bañera, rodeada de cuatro de mis amigos gritándome: «Tú puedes».
—Vaya, Barbara. A mí me pareció muy interesante —dijo su marido—. Ella le lanzó una mirada que podría haberlo dejado fulminado. Él se encogió de hombros y siguió frotándole la espalda.
Jan les dio unos folios con técnicas de respiración mientras recogían sus cosas.
—Hasta la semana que viene. Papas, recordad que tenéis que cuidar a las mamas para que ellas puedan cuidar de los bebés. Muchos mimos y muchas vitaminas.
Los tres hombres salieron detrás de sus esposas. Joe salió al lado de _____, los últimos en abandonar la sala.
Cuando llegaron a las puertas de la salida, él se paró y puso una mano sobre la de ella, antes de que ella pudiera abrir. Su palma era cálida y mucho más grande que la de ella.
A ella le gustó. Y aquello era algo muy peligroso. Tenía que dar marcha atrás, pisar el freno.
—¿Quieres un trozo de tarta de manzana?
—¿Tarta de manzana? —ella se sintió tentada. Por la golosina y por la sonrisa cálida de él.
—No quiero que Jan piense que no cumplo con mis obligaciones. Tengo que tener a esta mamá bien alimentada.
_____ se rió.
—No creo que una tarta contenga muchas vitaminas.
No debería ir. Sabía a lo que aquello conduciría. Dentro de unos cuantos días, Joe volvería a ser el de siempre, esa persona dedicada al trabajo, distante, ocupado, y ella estaría sola. Si fuera inteligente, se ahorraría el pastel y el corazón roto.
—Hay una cafetería en el centro donde ponen la mejor tarta del mundo. La dueña la hace ella misma.
—¿Casera? —la tentación era demasiado fuerte.
—Por supuesto.
Ella sintió su aliento cálido cerca del cuello. Sólo un trozo de tarta. Nada más. Así de sencillo.
Pero no podía engañarse a sí misma.
Nada de lo que tuviera que ver con Joe era sencillo.
Joe había notado un cambio en _____ durante los dos últimos días. Desde que se besaron en el salón, la situación entre ellos estaba tensa.
Él se había propuesto mantenerse alejado de ella después de besarla. Pero, entonces, habían tenido que ir a la escuela y, después, a tomar un helado. Después, el sábado por la mañana, la había visto con Emily en la cocina, haciendo pasteles con una bata demasiado corta.
Se la había encontrado en todas partes. En su casa. En su cocina.
En todos sus pensamientos.
Ahora estaban en la cafetería de Marge. Ella estaba sentada delante de él, recostada en la silla, con los ojos cerrados y una expresión de serenidad en el rostro. Daba pena molestarla.
—Eres demasiado bonita para preocuparte —dijo él con suavidad.
_____ abrió los ojos.
—Debes estar hablando con otra chica. ¿Te has dado cuenta de que tengo diez kilos de más?
—Por un buen motivo —no quería decirle que la redondez de su vientre había suavizado su figura, haciéndola más mujer, más _____ que nunca. De alguna manera, no encontró la manera de decirle aquello sin que sonara rudo.
Ella se enderezó.
—¿Me has traído un trozo de tarta?
Él se rió.
—Por supuesto. No puedo olvidar mis deberes.
Le puso el plato delante y se sentó enfrente de ella con su propio trozo.
Ella agarró el tenedor.
—No tienes que hacer esto, Joe. Puedo encontrar a otra persona que me ayude con las clases. También puedo hacerlo sola.
—Yo quiero ayudarte, _____.
Ella meneó la cabeza.
—Eso complicaría las cosas.
Él la miró fijamente.
—Sí, es cierto.
Él ya estaba más que complicado. Sabía, con sólo mirarla, a los ojos, que desde que volvió a su vida lo había obligado a admitir la verdad. Una verdad que había intentado ignorar desde que se habían dado aquel primer beso. Una verdad cada vez más evidente.
Nunca había estado enamorado de su mujer. Su matrimonio había sido una farsa.
Sin embargo, cada vez que estaba cerca de _____, su corazón saltaba como nunca antes lo había hecho
Nadie sabía la verdad de su relación con Mary y nadie lo sabría. El coste podría ser demasiado elevado para Emily.
—Tienes razón —le dijo—. Además, estás... —señaló hacia su tripa.
—¿Estoy qué?
—Embarazada de otro hombre —Joe cortó un trozo de tarta y le clavó el tenedor.
—Podrías volver con el padre del niño. Probablemente, me estoy entrometiendo.
_____ comió un trozo de manzana.
—Eso nunca va a suceder.
—No lo digas tan segura. Todos los niños necesitan un padre y una madre. Si hay alguna posibilidad...
—No la hay, créeme —_____ pasó un dedo por el borde de su vaso de agua—. Ni siquiera él lo sabe.
Joe hizo una pausa.
—¿No se lo has dicho?
—Fui a un banco.
—¿Qué hiciste? ¿Quedaste con un cajero?
Ella dejó escapar una carcajada.
—No fue un banco banco. Sino un banco de esperma...

JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJ!!!
JOE TAN INOCENTE!!!!
JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA
QUEDO CON UN CAJERO????.... JJAJAJAJAJAJAJAJAJJAJAJAJAJAJA
SIGUE ANDAA

Ay! Me mato me mato. Que manera de reirme Dios!
Gracias por subir !!

:ilusion:

me fascinaron los 2 capitulos
joe es tan tierno con ella...
siguela quiero leer mas deberias hacer maraton xD please

Coincido con ElitzJB. Tienws que hacer un maraton y morimos todas. Tenelo por seguro morir de amo es una opcion.

olaa chicas gracias por sus comentarios no saben cuanto me encantaria hacer una maraton pero quedan solo 6 capitulos mas el Epilogo, pero si quieren maraton yo creo que puedo hacer algo por hay jajaja.
¿Estan seguras que quieren maraton?.
Aqui les dejo la 3ra parte del capitulo 7 espero que les guste.
Que esten bien

Capitulo 7 (3ra parte)

—Tú... tú... —hizo una pausa intentando asimilar lo que acababa de oír—. ¿Has pagado para quedarte embarazada? ¿Qué pasó con el chico con el que estabas saliendo cuando me marché? —recordaba lo celoso que se había puesto al verlos juntos, aun sabiendo que no tenía ningún derecho. Después de todo, él era el que le había dicho que no quería nada con ella, que no estaba listo para una relación.
—¿Nicholas? Fue una de esas relaciones estúpidas. No sé en qué estaba pensando. Ni siquiera lo conocía bien. Me imagino que sólo quería... —miró hacia otro lado—. Da igual. Todo acabó con un compromiso que él rompió en cuanto mencioné la palabra «hijos». No iban con su estilo de vida, me dijo —se encogió de hombros—. Fui una tonta, debí haberme dado cuenta antes. Depender de otra persona para conseguir la felicidad sólo lleva a la decepción
—No siempre.
—Discrepo —la manera en la que lo dijo dejó claro que el asunto estaba zanjado.
Joe dejó el tenedor sobre el plato.
—¿Así que, decidiste ser madre tú sola?
—Sí.
—Suena bastante egoísta.
—Vaya, gracias, Joe.
—No quería decir eso. Sólo... —dejó escapar un suspiro—. Sé lo difícil que es criar a un hijo uno solo y no me puedo imaginar eligiendo algo así. ¿Por qué lo hiciste?
—Siempre he querido tener una familia y no he encontrado a nadie que quisiera tenerla conmigo. Eso por no hablar de alguien a quien amar —paró para dar un sorbo a su vaso de agua—. Me pareció lo más fácil.
—¿Estás contenta con la decisión?
—Ahora mismo, sólo estoy hambrienta. Vamos a comernos la tarta y a dejar de examinar mis elecciones, ¿vale?
—Pero...
—Pero hace cinco minutos decidimos que no deberíamos tener nada —se metió un trozo de pastel en la boca, lo masticó y lo tragó, después pinchó otro trozo—. Y, para que lo sepas, estoy contenta. Muy contenta.
—Ese niño va a crecer sin un padre.
—Yo crecí sin un padre y no soy ninguna asesina —apartó el plato vacío—. Mira, sé que lo ideal es una familia con dos padres. Pero yo no tuve esa oportunidad. Así que, me conformo con lo que tengo. ¿Quién dice que no puedo hacer que funcione? ¿Quién dice que no puedo trabajar en casa, criar a mi bebé y tener un ratón cómo animal de compañía? —le dedicó una sonrisa de esas suyas que él conocía tan bien—. ¿Y ser feliz para siempre jamás?
—_____, eso no funciona así, sabes...
—Joe, no lo digas. Quiero a este bebé más de lo que jamás pensé que fuera posible querer y eso que todavía no ha nacido. He cambiado toda mi vida. Sin dudas, sin arrepentimientos, sin un marido. Y sé, lo siento aquí dentro —dijo mientras se presionaba la tripa con una mano— que vamos a estar muy bien.
Joe miró hacia la plaza del pueblo. Estaba vacía y unos pajarillos revoloteaban por el suelo picoteando algunas migajas. _____ estaba equivocada. No tenía ni idea de lo que se le avecinaba.
Lo que iba a desear tener a una persona a la que consultar todas las decisiones, desde el tipo de leche hasta el colegio. Lo que desearía compartir con alguien la tarea de educar a su hijo. Lo que le preocuparía estropearlo todo.
Pero ¿cómo podía decírselo? Tenía la cara radiante, llena de esperanza. Se acariciaba el vientre concentrada.
No podía hablarle de las noches difíciles que le esperaban, las decisiones duras que tendría que tomar, las infecciones de oídos y las peleas del colegio, las fiebres de cuarenta grados y los exámenes de quebrados.
No podía darle ninguna lección porque él le había dejado toda la responsabilidad a Mary y no se había dado cuenta de lo difícil que era hasta que se encontró solo.
Sólo había una posibilidad.
Joe apartó su trozo de tarta y agarró a _____ de las manos, atrayéndolas hacia él. Ella lo miró sorprendida.
No podía dejar a _____ hacer aquello sola. Lo necesitaba, quisiera reconocerlo o no. Y su bebé también.
La miró fijamente a los ojos, respiró hondo y dijo:
—Cásate conmigo....

Oh... My..!! :o
Aaaaaaaaqqh!! Bdhdebdvusjwsbdue
Nono, esto s muy fuerte.
Continuala, o puedo morir de ansiedad!
:o

que paso chicas no quieren maraton o ya no les gusta la novela ??

por supuesto q me gusto como vas a decir eso....!!!

dios yo creo q ella se negara tengo esa ligera impresión
ojala y lo acepte ;) siguela yaaaaaaaaa mismo por favor