The game (Harry Styles y Tu)

Si bien amaba el haber elegido Psicología como carrera para su futuro, en ese momento, no tenía ganas de moverse de la cama para ir a la facultad, quería quedarse durmiendo.

La tercera llamada de su madre diciéndole que era hora de levantarse la hizo salir de su cama y empezar a arreglarse para un largo día. Se dio una ducha rápida, se arregló para ir a la facultad, optó por dejar que su cabello castaño hasta la cintura se secara con el viento y, finalmente, preparó su bolso. Cartuchera, cuadernos, billetera y celular eran cosas que no podían faltarle. Con su buen humor de todos los días, se dirigió a la cocina para desayunar y reírse un rato junto a su madre. El tiempo se le había pasado volando, para cuando miró el reloj nuevamente, ya era hora de salir directo a la universidad.

La mañana había empezado con la clase de Estadística, que parecía ser interminable, aunque no sabía muy bien si era culpa del profesor, que tenía menos onda que una bandera de lata, o si era porque su mejor amiga le acababa de mandar un mensaje diciéndole que tenía una propuesta para hacerle. La había hecho parecer tan importante que la duda le estaba carcomiendo el cerebro.

"Para: Cami
Mensaje: Te odio! Me muero de intriga y encima el profesor este es más aburrido que jugar al solitario de la computadora un viernes a la noche"

______ ________(TN y TA) odiaba las sorpresas, o mejor dicho, odiaba que la dejaran maquinándose sobre qué podía llegar a ser la sorpresa, y su amiga lo sabía más que nadie, sin embargo era la primera en hacerle ese tipo de cosas. Lo que más le molestaba era que las cosas que su amiga se traía entre manos siempre terminaban dándole más de una sorpresa, y esta vez no iba a ser la excepción.
Después de otra hora interminable, por culpa de su mejor amiga, subió a su auto para poder dirigirse al bar al que iba a almorzar todos los jueves junto con Camila. Al entrar, rápidamente divisó a una morocha de escasa altura y sonrió. Como siempre, su mejor amiga, la esperaba en la tercer mesa al laso de la ventana, mientras charlaba con el chef del bar, de quien ya se habían hecho grandes amigas.

-¡Amiga!-Gritó emocionada, como si no se hubieran visto en años, haciendo que la morocha se levantara para saludarla.

-¡____!-Respondió su mejor amiga con la misma alegría y efusividad.

Ya nadie se sorprendía, ni las miraban raro por el escándalo que hacían cuando se veían. Todos se habían acostumbrado a los encuentros entre las dos jóvenes. ______ saludó a casi todos los que estaban en el bar para luego sentarse junto a su amiga, mientras esperaban la comida.

-Más te vale que me cuentes ya cuál es esa propuesta porque tengo un... saquito de sal-Dijo después de mirar un rato los objetos que había en la mesa-Y lo sé usar.-La amenazó, apuntándola con el saquito de sal y frunciendo el ceño, haciendo que su amiga se echara a reír.

-¿No te estarás pasando un poquito con el saquito de sal? Ya es como demasiado peligroso...-Respondió Camila sin aguantar la risa.

-Basta de reírte y contame ya.

-Bueno, bueno, perdón-Se disculpó y continuó-Resulta que ayer a la tarde salí a caminar, y nos anoté para preparar obras para nenes chiquitos que vienen de familias con pocos recursos.

-Tranquila vos, eh, aunque yo no encuentro la propuesta, si ya me anotaste...

-¡Bueno che! Es una buena causa, además no me podés decir que no, yo sé que tenés una debilidad por los nenes chiquitos, y es una buena manera de llevarles un poco de alegría, además los ayudamos un poco con la escuela, jugamos un rato, merendamos juntos y nos volvemos.

-Ay sí ¡Me encanta la idea!-Confesó llena de alegría Estefanía, mientras se imaginaba rodeada de chicos jugando y riendo.

-La idea es que nos pases a buscar...-Empezó a decir la morocha y la cara de _____ pasó de alegría a confusión total-Sí, tenés, porque Hazza también va, pero se le rompió el auto, cuando lo arreglen me lleva él y vos no tenés que dar tantas vueltas, es sólo por este sábado...

-¿Hazza? ¡No me digas que dejaste al morocho y no me contaste nada!-Gritó escandalizada.

-No _____, no corté con Zayn...

-¿Le estás metiendo los cuernos?-Preguntó en susurros acercándose a su amiga para que nadie las escuchara-Vos sos mi mejor amiga, pero Malik no se lo merece.

-¡No _____! No estoy engañando a nadie con nadie, ni corté, ni nada, Hazza es Harold Styles, compañero nuestro de la escuela... ¿Te acordás?

De repente, en la cabeza de la muchacha se hizo un clic y un montón de recuerdos pasaron por su mente. ¿Cómo iba a olvidarse de su primer y único amor verdadero? ¿Cómo iba a olvidarse de su amor platónico desde que en Jardín de infantes la había ayudado a levantarse cuando unos compañeros suyos la habían empujado y encima le había preguntado si estaba bien? ¿Cómo iba a olvidarse de los ojos más transparentes que había visto en toda su vida? ¿Cómo iba a olvidarse de la sonrisa más angelical que ya había conocido? ¿Cómo iba a olvidarse del muchacho, un año y medio mayor, que le había robado el pensamiento durante todos sus días de colegio? ¿Cómo iba a olvidarse de Harry Styles? Era imposible.

-Amiga, ¿Estás bien?-Preguntó preocupada su mejor amiga, mientras pasaba una mano por delante de sus ojos, al ver que la castaña estaba como abstraída de la realidad.

-Sí, sí, perdón-Dijo volviendo a la Tierra, e intentando esfumar todos los
pensamientos de su cabeza-¿Desde cuándo le decís Hazza?

-Tomen chicas, acá les dejo la comida-Las interrumpió Sofía, la mesera, apoyando dos platos de comida en la mesa, y dos vasos de gaseosa-Buen provecho-Dijo antes de retirarse, a lo que las dos muchachas agradecieron.

-¿Estás celosa?-Dijo Camila continuando la conversación, más a modo de afirmación que de pregunta, sonriendo pícaramente.

-¿Yo?¡Pero por favor! Mirá si voy a estar celosa, es que me pareció extraño que haya tanta confianza...

-Me muero ¡Te sigue gustando!-¿Por qué Camila la tenía que conocer tanto?-Es que hicimos varias materias juntos para entrar a la facultad, además se mudó cerca de casa y es el mejor amigo de Zayn, nos cruzamos seguido y nos hicimos muy amigos, pero es todo tuyo que yo estoy súper feliz con mi morocho.

-Te digo que no me gusta Harold, solo me pareció extraño, ¿Cuántas veces te lo tengo que repetir?

-_____, te conozco mucho, demasiado diría yo, y por más que no lo quieras admitir, yo sé que te siguen pasando cosas con él.

-Bueno, está bien, se me removieron un poquititititititito los sentimientos cuando lo nombraste, pero solo eso, no significa que me guste ni nada... ¿Te acordás cuando en séptimo te pedí que le pusieras la cartita que le había escrito en el libro de Ciencias Naturales?-Comentó recordando con nostalgia.

-¡Cómo no me voy a acordar de eso! Me tuviste horas y horas repasando el plan para que todo saliera a la perfección y al final ni usamos el libro.

-¿La habrá leído alguna vez?

-No sé, ni idea, le pregunto si querés...

-¡Ni se te ocurra!-La interrumpió con un grito

-Está bien, no te enojes, no le digo nada.

-Más te vale que no... Bueno, entonces el sábado paso a buscarte a vos y me decís cómo llegar a su casa...
-No te conviene, es mejor que pases primero por su casa, es la de rejas negras que siempre nos gustó, que cuando éramos más chicas decíamos que la íbamos a comprar y nos íbamos a vivir juntas...

-¿Pero él ya sabe que lo paso a buscar?-La morocha asintió-Pero ni se debe acordar de mí, mejor te paso a buscar a vos primero.

-No, sí se acuerda de vos tonta, además me pareció que cuando le dije que nos pasabas a bucar el sábado a la una se puso muy feliz.

-Me parece que Martín le puso algo a tu comida o a la gaseosa, porque estás diciendo taradeces enana, yo mejor me voy, que tengo que terminar de estudiar unos temas y después tengo que acomodar un par de cosas.

-Claro, escapate cuando quieras.

-No me estoy escapando, es hora de irme, además si vos no te vas, llegarás tarde a tu encuentro con Zayn.

-No, hoy nos encontramos a la noche porque tenía que ir a acompañar al padre a hacer unas entregas, así que podrías dejar el estudio para más tarde y podríamos hacer una salida de amigas que hace mucho no hacemos.

-Vos y tus propuestas tentadoras... Subite al auto antes de que me arrepienta.

______ nunca le decía que no a una salida con su mejor amiga, y estaba lejos de arrepentirse por aceptar la propuesta, si no lo hubiese hecho, habría ido a su casa a pasar lo que restaba del día pensando en el castaño rizado, muriéndose de ansiedad por volver a verlo, en cambio, yendo a pasear, su cabeza permanecería despejada.


El castaño rizado había elegido estudiar en la universidad de Filosofía y Letras, aunque en realidad era un músico encubierto. Podía pasar horas y horas con su guitarra, que para él no habían transcurrido ni dos segundos. Además de la música, tenía una gran debilidad por los nenes chiquitos, y cuando Camila le había propuesto ir a visitar a los nenes, no había dudado ni dos segundos en anotarse. La idea lo había entusiasmado muchísimo, y mucho más cuando se enteró que iba a volver a ver a _______ _______ (TN y TA), hacía mucho tiempo que no se encontraba con gente que había compartido tantos años de escuela con él, y le alegraba la idea de poder encontrarse con alguno de ellos, o por lo menos eso era lo que él decía.

La vida de Harry no había tenido muchos sobresaltos, siempre había sido muy buen alumno y un hijo del que no se podía decir ninguna queja. Amigos tenía muchos, pero los dos que estaban siempre eran Zayn, su primer amigo y el mejor que podría tener, y Camila (desde que habían empezado a cruzarse con frecuencia) se había convertido en una persona muy importante en su vida. En cuanto al tema del amor, no podía quejarse, se había enamorado y también había sufrido, sí, pero lo justo y necesario para aprender de sus errores.

Estaba ensimismado, haciendo un par de anotaciones en el cuaderno donde escribía algunas canciones, cuando su celular comenzó a vibrar en el bolsillo izquierdo de su pantalón. Vio la pantalla y se dibujó una sonrisa en su rostro, relajando todos los músculos que se le habían contraído a causa de la suma concentración que ponía al escribir.

-Hola Cami, ¿Cómo estás?

-Bien, ¿Vos Hazza?

-Todo tranquilo, acá, con la guitarra...

-Parecen marido y mujer en plena luna de miel, no se separan nunca... en fin, escuchame, ya hablé con ____, el sábado te pasa a buscar a vos, a eso d ela una, me pasan a buscar a mí y vamos ¿Dale?

-Dale, quedamos así.

-Te dejo que tu amigo hoy está mimoso y quiere que le vaya a hacer compañía mientras mira una película, besote enorme, te quiero.

-Andá, mandale un beso a tu amado, te quiero más.

Finalizada la conversación telefónica intentó volver a escribir en su cuaderno, pero el hecho de saber que iba a tener que pasar un rato a solas con Estefanía le había hecho perder la concentración por completo, y no entendía por qué.

Intentó mil y un veces retomar la canción que estaba escribiendo, pero tan solo le salían frases aisladas, que cuando decidió releer lo asombraron un poco.

Había empezado escribiendo sobre lo difícil que era la vida cuando los problemas lo superaban, lo complicado que se le hacía pasar de nivel, cambiar las estrategias y aprender de los errores, y después del llamado había empezado a escribir diferentes frases sobre una alegría que lo llenaba sin entender de dónde salía, y del amor en su estado más puro. Sobre el pelo castaño con algunas ondas, sobre una sonrisa de feliz cumpleaños, sobre los cambios en las personas a través del tiempo. La última frase que había escrito decía "¿Seguirá igual?"

Definitivamente había dejado volar su imaginación, y lo que le había producido alegría era la idea de poder trabajar con un grupo de nenes, y claro que el haber hablado con su mejor amiga también lo había puesto feliz. Solo eso. Nada más.

El viernes la había encontrado sumida en un profundo sueño, completamente dormida, con los apuntes desparramados por la cama y con un cd de Ed Sheeran, que había puesto la noche anterior, repitiéndose una y otra vez. No tenía ni la menor idea de cuándo se había quedado dormida, pero estaba segura de que había elegido la pose más incómoda para hacerlo, porque ahora le dolía todo el cuerpo. Un poco gruñendo, otro poco sonriendo, se estitó lo más que pudo. De un salto se levantó de su cama. Acomodó más o menos todas sus hojas sobre la vida de Freud, abrió las persianas para que el sol radiante de ese viernes de noviembre iluminara toda su pieza y se adentró en las profundidades de su armario -que ya ni cerraba por la cantidad de ropa que tenía- para elegir lo que se iba a poner ese día.

Estaba muy entretenida debatiéndose entre una musculosa o una remera de manga corta cuando, sin entender muy bien cómo, su cabeza empezó a dirigir sus pensamientos hacia una persona. Todos sus pensamientos se estaban concentrando en el rizado y su encuentro de mañana, en el rizado y los posibles cambios que podría haber tenido, en el rizado y el amor nunca pudo ser, en el rizado y el amor intacto que aún sentía, en el rizado y en cómo haría para que no le flaquearan las piernas al verlo.

"¡Basta!" se ordenó ella misma cuando vio que había pasado más de media hora dejándose llevar por sus pensamientos. "¡Basta de pensar en Harold!" Se volvió a ordenar, mientras sacudía la cabeza, como si eso lograra que sus pensamientos se alejaran, aunque por lo menos, por unos segundos, dejaría de pensar en el rubio y en las horas que faltaban para reencontrarse y...

-Basta _______-Se gritó, otra vez estaba pensando en él.

Enojada consigo misma, agarró la primer remera que vio, llevándosela al baño, junto con el resto de la ropa. Se metió abajo del agua y, por el tiempo que duró la ducha, se permitió pensar en otra cosa que no fuera el castaño que le había robado el pensamiento durante tantos años y que creía haber olvidado, pero ahora, sin siquiera haberlo visto, volvía a volarle la cabeza. Se permitió pensar en los nenes con los que pasaría todo el día, imaginándose sus historias, sus caras, sus voces. Se permitió pensar en su carrera y en lo feliz que estaba estudiando psicología. Una hora más había pasado cuando el agua dejó de golpear contra su cuerpo, con sus dedos arrugados tomó la toalla para secarse.

Salió de la ducha con las energías renovadas. Ya no sentía dolor de cuerpo debido a la mala posición al dormir, y el enojo se le había pasado, incluso hasta una sonrisa verdadera se había dibujado en su rostro. Ahora sí, podía bajar a desayunar con su madre, quien probablemente la estaba esperando con el desayuno. Bajó las escaleras y el olor a tostadas se podía oler desde el living. Tal y como lo había predicho, su madre la esperaba.

La saludó con un beso y un abrazo y se sentó a desayunar junto a ella, como lo hacía todos los días. Intentó estirar el tiempo de desayuno al máximo, pero su mamá debía ir a trabajar, y no iba a llegar tarde por culpa suya y de sus pensamientos prohibidos (por ella misma), así que, resignada, la saludó y volvió a dirigirse a su habitación.

Con su mejor amiga tenían planificado, por lo menos, un encuentro en el día. Siendo viernes, les tocaba merendar juntas, así que ______ tenía que encontrar algo para hacer hasta que se hiciera la hora del encuentro. Lejos estaba de poder concentrarse en los estudios, por lo que optó por sacar su cuaderno y dibujar.

Toda su vida había asegurado que quería ser psicóloga, sí, pero eso no significaba que no sintiera un especial interés por el diseño, sobretodo por el de indumentaria. Tenía su cuaderno repleto de vestidos, bolsos, remeras, pantalones e incluso zapatos dibujados por ella, con los que soñaba usar algún día, y sus lápices eran los encargados de darle color y vida a sus creaciones. Creaciones que salían de su cabeza cuando se dejaba llevar, cuando dejaba que su lápiz negro la manejara, cuando dejaba que su estado de ánimo dominara, y cuando dejaba que su imaginación volara.


Para el castaño rizado el viernes también había llegado. En vez de encontrarlo durmiendo, lo había encontrado en el balcón, junto a su guitarra y un insomnio contra el cual no podía luchar. Había intentado dormir pero no lo lograba. Había algo en su mente que lo dejaba intranquilo, nervioso, pero él no se permitía aceptar qué era. Ni siquiera se permitía averiguarlo. La realidad era que, en el fondo, muy al fondo, lo sabía a la perfección. Para su suerte, los viernes no cursaba, por lo que podía dedicarse a dormir todo el día si así lo quería.

Antes de entrar nuevamente a su habitación se permitió rasguear las cuerdas de su guitarra para tocar una última melodía. Al finalizar se puso de pie y atravesó la puerta que lo separaba de su cuarto. Sentada en su cama, se encontraba su madre, con una sonrisa de oreja a oreja. No sabía en qué momento había entrado, no la había escuchado, tampoco había notado su presencia minutos antes, cuando se había dado vuelta para ver el reloj. Respondió a su sonrisa con otra sonrisa y se acercó a saludarla.

-Hola hijo, ¿Cómo estás?-Preguntó con un dejo de picardía, como si se hubiese enterado del chisme más jugoso.

-Bien, ¿Vos?-Respondió con cierta cara de confusión ante la actitud de su madre.

-¿Bien nada más? ¿No te pasa nada? ¿Ni una buena nota? ¿Ni una nueva canción? ¿Ni una chica?

-No, nada de nada-Respondió mientras su cabeza pensaba en ______ y el reencuentro al otro día.

-¿Seguro?

"No"-Sí-Y no entendía por qué su cabeza lo contradecía.

-Qué raro, es que te veo muy feliz, como si estuviera pasando algo especial.

-Ah, eso... puede ser, es que mañana voy a volver a ver gente de la escuela que hacía mucho que no veía-Respondió con una sonrisa, no pensaba darle ningún tipo de detalles a su madre porque pensaría cualquier cosa, e iba a empezar a decir cosas que no eran y no quería escucharla todo el día hablando sobre el tema.

-Ah, bueno...-Agregó un tanto decepcionada, pero aún así manteniendo la alegría.

Todavía sonriendo se levantó de la cama de su hijo y se fue a preparar el almuerzo. A pesar de que Harry le hubiera dicho que solo se iba a encontrar con gente de la escuela, ella sospechaba que había algo más y lo iba a averiguar, tarde o temprano. El castaño rizado se desplomó sobre su cama, terriblemente cansado, y poco a poco se fue quedando dormido.


Acababa de sonar el timbre, indicando la llegada de su mejor amiga a su casa. El tiempo se le había pasado tan rápido que no había notado que ya eran casi las cinco y media de la tarde. Bajó a las corridas, al grito de "Ya va", tras escuchar el tercer timbrazo de Camila, y completamente agitada, abrió la puerta.

-Me hiciste correr-Le informó mientras la abrazaba.

-Y vos me hiciste esperar, _____-Respondió mientras pasaba al living.

-Bueno, ¡perdón!

Las dos jóvenes entraron a la cocina muriendo de la risa, como cada segundo que pasaban juntas. Prepararon todas las cosas que iban a consumir en la merienda y se acomodaron en los sillones del living para comer y charlar sin ningún tipo de interrupciones. Por lo menos hasta la hora tendría su cabeza ocupada en otras cosas y no en el sábado que se le estaba viniendo encima.

Entre risas, chusmeríos, anécdotas y comentarios, se hizo la hora de la cena. La madre de _____ ya estaba en la cocina, preparando el menú para tres porque, como todos los viernes, la madre llegaba y las encontraba tiradas en el piso, llorando de la risa, y le insistía a la morocha para que se quedara a cenar, y de paso, hacerles un poco de compañía.

Julia, la mamá de _____, había decidido preparar milanesa con papas fritas y una vez listas, llamó a las dos jóvenes para comer. Milanesas con papas fritas y un sinfin de risas. Milanesas con papas fritas y un montón de segundos pasando velozmente. Milanesas con papas fritas y ya eran la una de la mañana y Camila acababa de salir de la casa para irse con su novio Zayn al cina y ella había quedado sola, en su habitación intentando dormir, a pesar del nudo de nervios que tenía en la panza.


Cuando despertó ya eran las siete. Giró su cabeza hacia la mesita de luz y vio un cartel de su madre.

"Intenté despertarte para almorzar pero no hubo caso, si te levantás y no estoy es porque fui a visitar a la tía y probablemente cenemos allá. Si querés venite, te esperamos. Un beso, te quiere mucho, mamá"

Se levantó refregándose los ojos y arrastrando los pies. Caminó hasta la cocina, en busca de algo para comer y volver a dormir. Le parecía increíble seguir con sueño después de haber dormido tantas horas, pero estaba realmente cansado. Y no quería dejar pasar otra noche más de desvelo. Menos teniendo en cuenta que iba a pasar casi todo el sábado rodeado de nenes repletos de energía, y menos todavía porque ______ no lo podía ver con unas ojeras que llegaran hasta el piso, ni con un sueño tal que lo hiciera pasar la mayor parte de su tiempo con los ojos cerrados justo el día de su reencuentro.


El sol había salido. Un nuevo día comenzaba. En tres casas diferentes estaba sonando el despertador que les indicaba que se avecinaba un día lleno de emociones. El sábado había llegado.