Fly away from here [Draco Malfoy] CANCELADA TEMPORALMENTE

- ¿Por qué el ministerio te mando una invitación a ti? – pregunto el castaño mientras ambos nos disponíamos a comer unos emparedados que habíamos preparado.

- No tengo la menor idea – conteste encogiéndome los hombros – Desde que supe que era bruja, esos estúpidos me han pisado los talones a cada instante. Es mas, estoy segura de que ellos convencieron a mis abuelos de que no valla a Hogwarts cuando Sirius Black salió de Azkaban.

- ¿Crees que sepan algo que tú ignores? – pregunto Cedric dándole una mordida a su sándwich mientras esperaba mi respuesta.

- No tengo la menor idea, pero lo único que espero es que si es algo importante, si tiene algo que ver con la muerte de mis padres o de Voldemort…

- No digas su nombre – me interrumpió.

- … que me lo digan – seguí ignorándolo – Se supone que es mi vida, y me vale una mierda eso que es para mi protección.

- Veo que sigues siendo como siempre – rio divertido – Siempre pienso “un día veré a Effy y será distinta”. No se porque lo pienso.

- Es muy estúpido – bufe – yo nunca cambiare, seguiré siendo la misma amargada de siempre.

- Princesa de Hielo – susurro Cedric.

Lo fulmine con la mirada, pero el solo me guiño el ojo y carcajeo, como si lo que dijera fuera divertido. El era el único que sabia que Malfoy seria alguien “especial” para mi algún día… un día que yo esperaba que jamás llegara. Al principio cuando se lo conté, pensó que había estado bromeando aquello sobre visiones, le hice lo mismo que a Snape en primer año. Cedric estuvo tres días sin comer, sin beber y solo con la mirada perdida. La terrible culpa que había sentido, pero el se lo había buscado por desconfiar de mi. Eso si, cuando se recupero, se mantuvo todo el año molestándome con Malfoy.

- ¿Volvemos? Estoy seguro que Daphne ya habrá llegado - propuso el castaño.

- Pero aun no termino de comer - repuse molesta - Esperar no le hará daño.

- Effy - me recrimino, así que solo bufe.

Me comí el sándwich de Cedric mientras nos dirigíamos hacia su casa nuevamente. Realmente esperaba ver a Daphne, saber como había crecido en el último año, si había cambiado, si había algo nuevo en su atuendo, o lo que fuese pero quería darle un gran abrazo por todo el tiempo que llevaba extrañándola.

Cuando yo me fui de Hogwarts, Daphne y Cedric se habían distanciado, supongo porque yo era lo que mas los unía. Luego, cuando Daphne fue atacada por Parkinson, quien le había echo salir ronchas por toda la cara con su estúpido hechizo, Cedric fue quien le hizo el contra hechizo ayudándola también a vengarse. Volvieron a juntarse para que Cedric le enseñara cosas que ella no entendía de pociones o de alguna otra clase. Desde que Fredd Weasly había entrado en la vida de mi amiga, ella dejo de gustar del castaño y a concentrarse en el pelirrojo. Me alegraba aquello, sabia que Cedric no estaba interesado en ella, porque le gustaba una chica de Ravenclaw que era un año menor que el, aunque nunca me dijo su nombre.

Al llegar a la casa de mi amigo, Amos estaba leyendo una carta con una lechuza en su hombro. Miro hacia nosotros y suspiro tristemente.

- Lo siento, Effy, pero Daphne no puede venir.

- ¿¡Que!? – exclame abriendo la boca ¿Por qué?

- Lo siento – susurro Cedric acariciándome la espalda. – Pero piensa que la veras en Hogwarts el primero de Septiembre.

Asentí con la cabeza mientras soltaba un suspiro. Odiaba definitivamente a sus malditos padres.


Media hora despues

- Estoy aburrida – murmure tocándole el hombro a Cedric.

- Juguemos a algo – propuso.

Luego de esa terrible noticia, volvimos al lugar donde estábamos echándonos al suelo de cabeza mientras mirábamos el cielo. Voltee un poco y observe el rostro de Cedric quien sonreía contento, le devolví la sonrisa algo torcida. El estaba de cabeza hacia el otro lado contrario al mío.

- ¿A que podemos jugar?

- Pues… no lo se ¿Nos hacemos preguntas?

- Empieza – dije volviendo mi vista al cielo.

- ¿Por qué crees que te enamoraras de Malfoy? – Ay no, no. No podía preguntarme esto – Quiero decir, el es un idiota, y tu… eres genial – reí un poco. - ¿Cómo te ves en el futuro con el?

- No lo se – me encogí los hombros – Conozco muy poco a Malfoy pero es un imbécil por molestar a Harry y creerse superior por su estúpida sangre. He tenido pocas visiones sobre los dos.

- ¿No has intentado ver más? – pregunto.

- No he querido – admití largando un suspiro. – No se cuando empezara lo de nosotros dos, solo que es inevitable lo que sucederá.

- ¿Por qué?

- Porque lo siento. – toque mi corazón, y solo recordar el rubio del futuro hacia mi corazón latir – Hace que experimente cosas que jamás experimente…

- ¿Puedes ver un poco ahora? Me da curiosidad.

Voltee la cabeza y lo observe con los ojos entrecerrados.

- ¿No estarás como la ultima vez, verdad?

- Prometo que no estaré como la ultima vez – alzo su meñique y lo enrede con el mío sonriendo.

Agarre la mano de mi amigo alzándola al cielo. Comencé a concentrarme y de repente solo las imágenes vinieron, como si estuvieran esperando a que vea de una buena vez lo que el destino me tenía preparada.

***

- ¿Vas a apoyar a Potter? – refunfuño el rubio.

- ¿Y que esperabas que haga? – Replique entrecerrando los ojos - ¿Qué apoye a cualquiera que no sea mi primo?

- El es un idiota, siempre quiere la atención de todos – siseo caminando de un lugar a otro en la torre de astronomía.

- No, el que quiere la atención de todos eres tu, Draco.

***

- ¿Qué le hiciste a Pansy? – exclamo horrorizado.

- Lo que se merece por meterse conmigo y con mi novio – sonreí, el no tardo en devolverme la sonrisa para luego besarme.

***

- ¿Qué mierda haces con estos pines? – dije quitándole uno y lanzándolo en el suelo – Dijiste que si iba al baile de navidad contigo dejarías de hacerlo.

- Lo siento. – suspiro Draco – Oigan tontos, quítense eso antes de que mi novia me corte las pelotas.

- Odio a esa vieja bruja – bufe mientras me sentaba a su lado mientras apoyaba mi espalda en el tronco.

- No es tan mala – replico el rubio encogiéndose los hombros.

- Tu porque eres su maldito perro faldero – espete levantándome – Maldito y estúpido Malfoy.

- Oh, eres tan tierna, cariño – dijo con ironía mientras también se levantaba.

***

- ¿Por qué estas actuando tan raro? ¿Por qué ni siquiera eres capas de mirarme a los ojos cuando te hablo? – murmure dolida - ¿Qué hiciste, Draco? ¿Qué estas haciendo?

El rubio volteo su rostro hacia mi con la expresión cansada, dolida, y llena de miedo ¿Qué era lo que pasaba? ¿Qué diablos era lo que sucedía? Me dolía el no saber de su reacciones, de su alejamiento ¿No se supone que habíamos vuelto? ¿No era que nos debíamos otra oportunidad?

- Si te lo digo, no me vas a perdonar nunca – susurro – Quiero que te alejes de mi, quiero que no me vuelvas a dirigir la palabra. No quiero que te preocupes por mi, quiero que tengas otro novio y puedas ser feliz con el. Pero sobre todo quiero que el próximo año no vuelvas a Hogwarts ¿Entendiste, Stefany?

Me asuste el solo hecho de entender que todo lo que decía era verdad en el momento en que me llamo por mi nombre completo.

- ¡Basta! – grite mientras me levantaba del suelo.
Cedric me imito y quedo con los ojos bien abiertos. Volví a repasar los recuerdos una y otra vez, y con la mayor duda latente en mi mente; no sabia cuando empezaba todo ese infierno en que sentía que mi mundo se iba a concentrar en Draco Malfoy.


A la noche

- Sabia que no debía ver las visiones contigo – suspire mientras le pasaba un vaso de agua a Cedric.

- No, es que aun sigo sorprendido – murmuro para luego darle un trago a su vaso - ¿Cómo lo haces? ¿Cómo puedes soportar todo aquello?

- Años y años de practica – comente levantándome los hombros.

- ¿Así que te llamas Stefany? – rio mientras volvía a su color natural.

- No me molestes – susurre golpeándolo en el hombro.

- No sabia que ese era tu verdadero nombre. Ahora entiendo porque era raro que te llamaras Effy.

- Basta – revolee los ojos.

- ¡Oh! – exclamo mi amigo levantándose de la cama – Olvide de darte tu regalo.

Lo mire mal, el sabia que detestaba los regalos ¿Por qué en el día de tu nacimiento te daban un regalo? ¿Para celebrar el día que naciste? Era muy estúpido, pero era una costumbre que las personas acostumbraban a hacer, y sino lo hacías quedabas mal. Algo que me obligaba a dar regalos en cumpleaños a mis amigos.

Cedric saco una pequeña caja donde contenía dos cadenas de plata puro. Sus hermosos dijes eran plumas de plata las cuales eran perfectamente preciosas. Bien, no podía quejarme de ese regalo tan hermoso.

- Eres mi mejor amiga, y quería que tuvieras algo para recordarme. – murmuro mientras la colocaba en mi cuello. La toque con mis dedos cuando termino. – También me compre una para mi, es nuestro símbolo de la amistad – agrego volviendo a estar en frente mío.

- No necesitamos esto para saber que siempre seremos mejores amigos y que nada nos separa – sonreí conmocionada – Gracias de todas formas, Cedric. Es lo mejor que me han regalado. Y se que no estas acostumbrado a escuchar esto, pero… te quiero.

El castaño sonrió y me abrazo con fuerza. No sabía que seria de mi vida sin Cedric.