Fly away from here [Draco Malfoy] CANCELADA TEMPORALMENTE

- Buenas tardes, señorita Potter - me saludo Dumbledore con una sonrisa en su rostro amable - Espero que se haya recuperado de sus heridas. La verdad, ha sido una caída peligrosa para una niña de su edad...

- Voy a cumplir doce - replique fulminándolo con la mirada. El solo se río.

- Si, lo se querida. Pero para un viejo como yo, tu eres aun una niña - Si bueno, tenia razón ¿No? ¿Cuanto tenia Dumbledore? ¿Ciento y algo de años? - Debo agradecerte por la información que le habías proporcionado al profesor Snape. Sin ella, no hubiéramos conseguido saber quien andaba detrás de la piedra filosofal.

- No me agradezca, señor. Hice lo que tenia que hacer. Proteger a mi primo... después de todo... el es el único pariente de sangre que tengo ¿No?

Dumbledore asintió brevemente y se sentó en una silla cerca a mi cama. Me senté en el acolchado y frote mi cuello fijándome si había alguna cicatriz o moretón pero no había nada.

- No busques algo que no encontraras pequeña - río alegremente y me dedico una sonrisa alegre - Ahora vámonos, ya va a iniciar la fiesta de despedida y me imagino que querrás estar en tu sala comun y disfrutar a tus amigos ¿Cierto?

- Oh no, Profesor Dumbledore - negó la señora Pomfrey apareciendo de repente - Effy Potter puede estar muy débil y no es seguro para ella ninguna fiesta.

- Déle una pócima para que su organismo mejore. Creo que ya se siente mejor después de estar durmiendo tanto tiempo ¿No? - guiño el ojo y volvió a embozar una sonrisa cariñosa, se la devolví cómplice

- Si, señora Pomfrey, me siento perfecta ¿Podría ir a disfrutar mi ultima noche en Hogwarts?

La señora Pomfrey no le quedo de otra que aceptar, si había dejado salir a Harry le correspondía también dejarme salir a mi. McGonagall apareció a los pocos segundos llevando en sus manos mi uniforme limpio y elegante. Me cambie con rapidez, pero aun podía sentir mis músculos rígidos, por lo que tuve que hacer unos ejercicios que me indicaba la señora Pomfrey. McGonagall me escolto hasta la mesa de Gryffindor donde todos estaban allí esperándome.

- ¡Mira Fredd! La enana sobrevivió - dijo George parándose y dándome un pequeño abrazo, el cual recibí contenta y con las mejillas enrojecidas.

- Yerba mala nunca muere ¿Eh? - bromeo su gemelo - Te extrañamos sanguijuela. - y me abrazo al igual que su hermano.

- Yo también, bobos - dije dándole a cada uno un beso en la mejilla.

Ambos me miraron sorprendidos y luego entre si para después estallar entre risas y bromear que la caída me había afectado mas de lo que todos creían, y que Snape debería hacer el mismo una poción para que volviera mi frialdad con todos. Supongo que fue el único gesto de cariño que les había demostrado durante todo un año.

Acepte gustosa todos los abrazos que me dieron, todos estaban felices de verme incluso Neville lloraba de felicidad. Lo que no entendía era que mi desaparición no había sido porque me había enfrentado a la muerte, solo me había caído - bueno, me desmaye mientras bajaba - de la escalera como a cualquier persona pudiera ocurrirle. Me pregunte si habían recibido a Harry con la misma alegría. Hablando de el, Harry fue al ultimo que salude, incluso fue el abrazo mas largo que di entre todos los que estaban allí.

- Me alegra que estes bien - sonrío medianamente y le devolví la sonrisa algo tímida.

- Y a mi me alegra que tu estes bien. - respondi y le di otro corto abrazo.

- Atención, por favor - dijo Dumbledore llamando la atención de todos - tengo varios anuncios que hacerles.

Los Gryffindor que se habían levantado para darme la bienvenida se sentaron. Fredd y yo George me obligaron a sentarme entre ellos para molestarme. Los ignore unos instantes antes de que el profesor hablara, busque en la mesa de Slytherins a mi amiga. Daphne me saludo agitando la mano y sonrío feliz de verme. Luego me voltee y observe al muchacho de pelo castaño y ojos cafés. Cedric estaba sentado atrás mio con una sonrisa en su rostro incrustada. Le devolví la sonrisa y agite la mano en forma de saludo. Mis amigos estaban bien, así que, ganara quien ganara, todo estaba perfecto.

- Creo que ahora es el momento de entregar la copa de la casa - escuche la voz de Dumbledore, dirigí mi mirada hacia el - Y los puntos están así ; en cuarta posición Gryffindor con 312 puntos. Tercera posición; Hufflepuff con 352 puntos. Segunda posición, Ravenclaws con 426 puntos. Y en primer lugar, con 472 puntos, La casa de Slytherins.

¿Recuerda cuando dije que ganara quien ganara todo estaba perfecto? Será mejor que tachen eso. Otro año consecutivo las serpientes nos habían ganado, y valla que esperaba que al menos este año ganara Ravenclaws. Los Slytherins saltaban y gritaban de felicidad mientras todos - Si, las otras dos casas también - deseábamos que una grieta enorme me los llevara al infierno. Claro que sin Daphne y mis gorditos obvio. Pero en cuanto antes desapareciesen esos malditos lagartos, era mejor.

Me rehúse a aplaudirles, y cuando gire al escuchar mi nombre en un murmullo, observe la sonrisa burlona de Cedric y como se encogía los hombros mientras movía los labios diciendo que el próximo año seria mejor. Solo suspire y me recrimine por darle la razón. Slytherins de mierda. Si, bueno, no era buena aceptando la derrota, me costaba superar algo así.

Snape aplaudía con rapidez pero obviamente con su cara de perro malvado, McGonagall trataba de evitar su mirada y juraría que estaba apretando el tenedor con mas fuerzo de lo debido. Desee que se lo clavara en el brazo del profesor de pociones, aunque sabia que eso era claramente imposible. Y yo, si Malfoy seguía con su sonrisa burlona en su rostro, le arrojaría mi tenedor por mas lejos que este.

- Si, si. Bien echo Slytherins - dijo Dumbledore - Sin embargo, hay que considerar los eventos recientes - ¡Ja! La cara de Snape se transformo - Y tengo varios puntos adicionales que asignar.

Las cuatros mesas empezaron a susurrar y a mirarse entre todos. Esperaba que Dumbledore le entregara puntos a otras casas al menos, todos menos Slytherins.

- Para Hermione Granger, por utilizar su intelecto mientras otros corrían grave peligro; 50 puntos.

Los Gryffindor comenzaron a aplaudir con las otras dos casas amigas, menos la de las serpientes que estaban tan sorprendidos como todos, pero no de una manera buena.

- Ahora, para Ronald Weasley, por el mejor juego de ajedrez que se ha visto en Hogwarts en muchos años; 50 puntos.

Todos una vez mas sorprendidos y contentos volvimos a aplaudir. George y Fredd comenzaron a bromear que había sido bueno no ahogarlo en la bañera cuando Ron era chico, y yo solo me reí cuando comenzaron a explicarme el proceso divertido que habían echo.

- Para el señor Harry Potter, por su sensatez y su asombroso valor, le doy a la casa de Gryffindor, cincuenta puntos. No olvidemos a la señorita Effy Potter, que sin importarle fraccionar miles de reglas, logro salvar a sus amigos. Diez puntos para Gryffindor.

Volvimos a estallar en aplausos y grititos de felicidad. Luego comencé a hacer la cuenta mentalmente, pero Hermione me gano de mano.

- ¡Estamos igual que Slytherins!

- ¿Dos casas pueden ganar la copa el mismo año? - pregunte a los gemelos, pero antes de que pudieran responderme, Dumbledore continuo.

- Y finalmente, se necesita mucho valor para enfrentar a nuestros enemigos, pero se ha de necesitar mucho mas para enfrentar a nuestros amigos. Le doy diez puntos a Neville Longbottom.

La expresión de Neville jamás la olvidare, fue extremadamente tierno y simpático. Nuestros aplausos y gritos fueron dirigidos a el, quien estaba aun en un estado de shock pero feliz de haber ayudado. Las banderas cambiaron a los colores de los orgullosos y caballerosos Gryffindor’s, mientras que Slytherins estaba que reventaba de odio.

Las tres casas felices y contentos, tiraron sus sombreros puntiagudos hacia arriba y festejando la derrota de las serpientes y la victoria de los leones. Jamás olvidaría ese día.

***

Al otro día, todos ya estábamos empacando y esperando a que el tren saliera. Verdaderamente, extrañaría estos meses a Hogwarts, y aunque odiara admitirlo, también a Hermione. Aunque ambas permanecíamos en el mundo muggle seria mas fácil visitarnos, o al menos yo a ella. Harry vivía al frente y podía verlo con frecuencia (si es que no tenia ningún problema con sus tíos y su gordo primo).

Al subir del tren, me senté en un compartimiento junto con Ron, Hermione, Harry, Neville y los Gemelos. El viaje estuvo bien, la verdad nada interesante y muchas veces acompañado de bromas de los gemelos.
Pero al bajar del tren había deseado que el tiempo hubiese pasado mas corto, no supe como el año se me había pasado tan rapido y al mismo tiempo habían sucedido tantas cosas. Despedirme de Daphne y Cedric fue difícil. Daphne lloraba a mares y me hacia prometer a cada instante que le escribiría, y Cedric prometió mandarme algo para mi cumpleaños y si era posible visitarme.

- ¡Effy! - exclamo mi abuelo desde lejos, venia junto con mi abuela y la familia de Ron.

- Debo irme - les dije a mis mejores amigos - los quiero y espero que me visiten el 20 de Julio.

Volví a abrazarlos y cada uno se fue con sus respectivas familias. Ahora sabia que se acercaba lo peor, porque era aguantar a mi abuela con sus besos pegajosos y sus abrazos que me asfixiaban. Y paso exactamente como lo pensé, ellos se abalanzaron sobre mi diciéndome cuanto me habían extrañado y ansiado verme. Sonreí a medias como pude, solo queria llegar a casa y ponerme a ver el libro de fotos que me había obsequiado Hagrid sobre mis padres. Había sido un gesto muy lindo brindarnos ese regalo a mi y a Harry. Yo solo había podido verlos en mis visiones cuando rebuscaba en el pasado, pero Harry no había tenido posibilidad alguna de saber como eran, solo sabia que sus ojos eran iguales a los de su madre Lily.

Antes de que pudiera atravesar la pared, un escalofríos recorrió mi cuerpo y al voltearme, observe a la propia familia Malfoy mirándome de pies a cabeza, y sobre todo, sus ojos grises penetrando los míos.

Mire a mí alrededor asegurándome de que mi abuela no estuviera atenta a mi huida. ¿Volver a esa estúpida escuela en Francia? ¿No que era suficientemente grande para empezar a ser responsable? Pues ahí esta, querida ¡Ya tenia catorce años! Bueno en verdad trece, porque ni siquiera era 20 de Julio para que sea mi cumpleaños, de todas formas los cumplía el siguiente día.

Había pasado dos años en la Academia Beauxbatons aguantando a las niñas estúpidas de ese maldito colegio. El año pasado, cuando mi tío Sirius Black había escapado de Azkaban, era el momento que mas necesitaba a Harry, pero no habían permitido ir por el miedo que sentían mis abuelos al pensar que él podía dañarme. Aunque había seguido sus movimientos por mis visiones, paso por paso.

Daphne y Cedric, a pesar de la distancia que nos separaba a los tres, seguíamos siendo tan buenos amigos como siempre. Solíamos mandarnos cartas a cada instante, contándonos las cosas que nos sucedían. Como por ejemplo, que Daphne comenzaba a sentir cosas por Fred Weasly cada vez que se lo encontraba en el camino a sus clases y el le proponía junto con su gemelo de jugarle una broma a Flich, o colorearle la barba a Hagrid, algo que con gusto pocas veces lo hacia por temor a que Astoria, su hermana menor, le contara a sus padres las faltas de su hermana. Cedric seguía siendo tan leal y amigable conmigo, comentándome lo mucho que me extrañaba y que deseaba que yo estuviera allí con el. Los seguía a todos lados con las visiones, que habían sido mas fáciles de controlar al cabo del tiempo y no me agotaban tanto.

Había visto mucho a Harry y a Hermione en las vacaciones, pero no a Ron o a los Gemelos, los cuales seguía manteniendo contacto por lechuzas. Los días calurosos la pasaba siempre con Cedric, en su hermosa casa donde vivía con su padre en un gran espacio verde donde a unos metros había miles de arboles y una hermosa naturaleza que admirar. Me llevaba al mundo mágico para encontrarnos con Daphne siempre que ella podía. Había extrañado a horrores estar a su lado, incluso me permitía ser un poco mas demostrativa con ellos, porque los adoraba, a los dos. Eran mis mejores amigos.

Justamente porque Cedric era mi mejor amigo, lo había convencido en que me ayudara en mi fuga hacia Hogwarts. Ya tenia sus diecisiete años y podía usar magia fuera del castillo, por lo que cuando me encontré con el en el patio trasero de mi hogar, le di un fuerte abrazo mientras el me elevaba en el aire unas cuatro veces mas.

- Ya suéltame - refunfuñe por cuarta vez.

- Es que te he extrañado - replico riendo - ¿Estas lista?

- Claro que si - asentí con la cabeza.

- ¿Al menos le dijiste que estarías bien?

- Les deje una carta - me encogí los hombros - ¿Nos vamos a ir? Cedric, por lo que mas quieras ¡Larguémonos!
Cedric tomo mi mano y de un momento a otro aparecimos en el patio de su casa. Volví mi mirada para encontrarme con la suya y sonreírle abiertamente. Me volvió a abrazar y a elevándome en el aire, así que comencé a reír exageradamente. Finalmente me sentía libre.


Horas después


- No puedo creer que de nuevo te hayas escapado - suspiro el padre de Cedric decepcionado y negando con la cabeza - Y Cedric, ya tienes diecisiete años.

Cedric le dio una sonrisa de disculpas a su padre al igual que yo, pero nos seguía mirando con desaprobación, así que agachamos la cabeza hacia abajo apenados, aunque los dos sabíamos que no nos apenaba para nada.

- En fin, es tu cumpleaños, linda, así que puedes salir a disfrutarlo con Cedric - sonríe soltando una carcajada y dándome un gran abrazo.

Cedric tomo mi mano mientras tomaba la canasta y ambos nos despedíamos de Amos. Intento recordar nuestro lugar secreto, donde pasábamos horas y horas en el rio mojándonos y jugando un poco. En unas horas Daphne vendría a visitarnos a escondidas. No sabía que problema tenían los padres de mi amiga para no permitir que se juntara con nosotros, y luego recordé que eran una familia de serpientes que creían que nuestras casas estaban muy debajo por Slytherins. Me prometí que algún día cuando tuviera frente a frente a los señores Greengrass les diría unas cuantas verdades.

- ¿Eff? ¿Me escuchas acaso? – me sacudió el hombro mi amigo y yo me desperté de mis pensamientos.

- Lo siento ¿Qué decías?

- Sera el campeonato de Quiddich entre Bulgaria e Irlanda ¿No te gustaría venir conmigo y con mi padre?

Sonreí abiertamente.

- De hecho ya estoy invitada. El ministro me mando una entrada por mi cumpleaños – comente sacando la carta de mi bolsillo.

- ¿Y por que no me dijiste nada?

- ¿Por qué no me preguntaste nada? – negué con la cabeza.- Escucha Diggory, tengo hambre y ya sentémonos

Mi amigo asintió y juntos nos deslizamos por el tronco de un árbol, observando el rio y escuchando el sonido del agua fluir. Abrió la canasta pasándome la comida y bebidas.