Fly away from here [Draco Malfoy] CANCELADA TEMPORALMENTE

- ¿Alguno sabe por qué McGonagall nos mandó a reunir a todos los de Gryffindor? – pregunte a los gemelos, quienes se sonrieron entre sí.

- Ya lo veras, sabandija. – George me guiño el ojo.

- Todo a su tiempo.

Bufe molesta al no obtener respuesta de ninguno de los dos. Quería preguntarle a Harry, quien estaba más cercano a mí, pero aún seguía molesta con él por la forma en que había desconfiado de mí.

Llegamos a un salón donde nos separamos: todas las chicas por un lado, mientras que los muchachos están en otros. Me senté junto con Mirada y observe como Flich trata de poner el disco, aunque claramente, no le iba muy bien. McGonagall se colocó en el medio, mirando a ambos extremos donde estaban los alumnos de la casa, mientras esperaba a que todos se sentasen.

- El baile de navidad ha sido una tradición del Torneo de los Tres Magos desde que se estableció. – informo mientras daba pequeños pasos – La víspera de Navidad, junto con nuestros invitados, nos reunimos en el gran salón para una noche de recatada frivolidad.

Mientras McGonagall seguía con su monologo de como debíamos bailar bien y dejar bien parada nuestra casa, me concentre más en mis pensamientos; yo iría al baile con Draco Malfoy, y la mayoría de mis amigos lo odiaban. No sabía con exactitud cómo se iban a tomar todo cuando se enteraran, pero solo sabía que no quería decirlo. Prefería que me vieran en la misma fiesta siendo la pareja del rubio y no tener que enfrentarme a ellos. Si, bastante cobarde de mi parte, pero no me iba arriesgar del griterío de Ron, las palabras bruscas de Harry o el sermón de Hermione. Y menos que menos, soportaría las burlas de ante mano de los gemelos; ya me veía a mi misma siendo día y noche acosada por los dos idiotas.

“- ¿Pero que vemos aquí, George?

- No lo sé, Fredd. ¿Tú que dices que vemos aquí?

- ¡La futura señora Malfoy! – dijeron los dos al mismo tiempo.”

La visión se fue tan rápido como llego, solo pude sentir mis mejillas volverse rojas ocultar mi rostro con mi pelo. Por Merlín, iba a sufrir tanto, en verdad que sí.

Para cuando salí de mis pensamientos, me encontré con McGonagall bailando con Ronald mientras Harry y Seamus se reían disimuladamente, los gemelos no dejaban de bromear entre ellos y riendo mientras se hacían los que bailaban. Me pare acercándome a ellos, soltando pequeñas risitas silenciosas.

- Oigan – nos llamó Harry y pude ver que estaba que explotaba a las carcajadas – Jamás permitan que me olvide esto.

- Jamás – respondieron los dos y solo pude echar una risita.

- ¡Todos elijan pareja! – Dijo la profesora aun bailando con nuestro amigo. Las muchachas, entusiasmadas, se pusieron de pie inmediato, mientras que los chicos se trataban hundir más en sus sillas.
Neville fue el único que se dignó a levantarse y comenzar a bailar, mientras que George corrió prácticamente hacia Miranda antes de que Fredd le pudiera decir algo.

- Lo perdí – fingió lloriquear y se apoyó en mi hombro.

- El niño tenía que crecer – bromee – Vamos a levantar a todos estos flojos.

Junto con Fredd, levantamos a todos los chicos que se rehusaban a bailar. Varias veces tuvimos que amenazarlos con una broma pesada, incluso le dije a Dean de que si no bailaba con alguien, me iba a rehusar pasarles los apuntes de posiciones. A pesar de que nos costó un poco de trabajo, finalmente pudimos hacer que todos bailaran, incluso Harry bailo a regañadientes cuando le jure que iba a esconderle el huevo de oro sino lo hacía.

Por mi parte, me puse a bailar al ritmo de la música con Fredd, mientras el aceleraba los movimientos y hacia que me riera, aunque McGonagall también se cabreaba bastante y nos regañaba.

Días después, Neville me ayudo a bailar mucho mejor de lo que Fredd me había enseñado. Ensayábamos casi todas las noches en su cuarto cuando los chicos no estaban, o en la sala cuando todos se iban a descansar. Por lo que me había contado, iría al baile con Ginny.

En cambio, Ron y Harry tenían problemas para encontrar pareja, cosa que me hacía tanta gracia, sobre todo en Harry. Hace unos días atrás era el héroe de todos por sobrevivir de tal forma, con muchos más riegos, del dragón, pero parecía que ninguna chica quería salir con él. Y bueno, y Ron… con él era más comprensible el asunto.

Mientras ellos estaban paranoicos buscando parejas, yo me encontraba estudiando debido a que no había abierto siquiera una vez en todo el año los libros, por lo que me encontraba en la biblioteca estudiando todo lo que me había perdido. Por suerte, mi capacidad y la de Effelia lograban que con sola una lectura, quedara grabada letra por letra en mi cabeza.

- Potter – escuche una voz gruesa dirigiéndose a mí. Cuando levante la vista, observe a Krum un tanto sorprendida, pero aun así le di una media sonrisa.

- ¿Qué tal, campeón? – pregunte mientras volvía a mi libro.

- Tan bien como espero que tu estés – respondió mientras se sentaba a mi lado - ¿Es mucho lo que debes estudiar?

- No – suspire dejando el libro de lado y lo mire divertida – A ver, ¿Qué es lo que el gran Viktor Krum quiere de mí?

El sonrió de oreja a oreja, y por rabillo del ojo, pude observar como varias lanzaban suspiros al ver su sonrisa; de igual manera que vi como todas me fulminaban con la mirada. Bien, eran unas arrastradas y tontas si pensaban que Krum y yo… no, simplemente, no podía imaginármelo.

- ¿Quién es esa muchacha de allí? – señalo hacia una mesa lejana con disimulo.

Me tome mi tiempo en buscar a quien se refería, pero cuando vi a Hermione en la mesa sola y leyendo un libro – cosa típica de ella – abrí los ojos en grande. Le describí a mi amiga, a lo que él solo asintió.

- ¿Por qué quieres saber de ella, grandote? – le sonreí divertida.

- Quiero llevarla conmigo al baile.

- Oh – asentí con la cabeza – Es Hermione Granger, tiene mi misma edad, una valiente Gryffindor, y es la mejor estudiante de todas las casas, o de la escuela entera, al menos.

- ¿Tiene novio? – encarno una ceja y no pude evitar soltar una risita.

- Solo ve por ella, te aseguro que te dirá que sí.

Me despedí de mi amigo recogiendo mis cosas, estaba por llegar tarde a mi encuentro con Cedric y Daphne y, sinceramente, no quería que mi amiga me regañara como una loca. Me quede en la puerta de la biblioteca, observando como todas las demás en la manera en que Viktor se acercaba a la castaña y se sentaba junto a ella. Hermione parecía un poco sorprendida, pero también estaba nerviosa. Cuando una sonrisa se extendió de sus labios, comprendí que había aceptado.

Con paso feliz por mi amiga, camine hacia el lugar donde siempre frecuentábamos con mis dos mejores amigos. A pesar de que el tiempo no era el mejor y hacia demasiado frio, nada podía evitar que la pasáramos bien aunque sea una hora.

Cuando estaba a punto de llegar, unas manos me sujetaron desde atrás, escondiéndome detrás de unos pilares. Mire sorprendida a Draco, quien se veía con su sonrisa arrogante y… estaba tan cerca de mí. Soltó mi brazo y di unos pequeños pasos atrás, tratando de normalizar mi respiración y decirme a mí misma que no tenía por qué estar tan nerviosa.

- Sería bueno que aparecieras como una persona normal y no así – brame molesta y acomode mi saco.

- Tu quisiste que esto fuera secreto hasta el día del baile, es tu culpa – replico aun sonriendo con arrogancia – Necesito tu talla.

- Creo que yo misma puedo comprar mi vestido. Gracias – replique y mire a los costados, rezando de que nadie apareciera.

- Sería algo descortés de mi parte – negó con la cabeza – Solo dame la talla de tu vestido lo antes posible y nos liberaremos de este problema.

Entrecerré los ojos mientras lo miraba con cara de pocos amigos. Bien, podía hacerme experimentar miles de cosas, pero su forma tan estúpida y pretenciosa, jamás se iría. Molesta, escupí mi talla y me cruce de brazos, esperando a que él se fuera para estar segura de que no quería nada más.

- Por cierto, te ves muy linda hoy – se acercó hasta unos centímetros de mí.

Sus ojos grises se clavaron en los míos, haciéndome experimentar un remolino de emociones tan fuertes por dentro, sintiendo el corazón bombardear con tanta fuerza y mis manos sudar hasta volverse pegajosas.

- Gracias – dije fríamente, separándome completamente de él.

Me di media vuelta, sintiendo la cara caliente, por lo que seguramente estaba roja. Cedric y Daphne, quienes estaban sentados en el pasto, me miraron con el ceño fruncido al verme.

- ¿Qué te paso, Eff? – pregunto el castaño levantándose y colocando una mano en mejilla – Estas que arde.

- N-nada – murmure nerviosa.

Y ese solo era el principio de todo lo que sucedería en el dichoso baile de navidad.