The Game ☢

—Tengo ganas de verte. Te extraño. —Su tono es tierno y me entristece un poco no poder—. ¿Qué tal el lunes o el martes?
—Para mi mal, tengo mucho trabajo estos días y debo acompañar a Carther a algunas reuniones.
—Y… ¿esta tarde? —No lo sé pero lo noto algo desesperado, sin embargo al ser una asistente no manejo al cien por cien mi tiempo. Además, creo que ya me comprometí con algo, ¿con que? A sí.
—Iré a cenar con Jenna.
— ¿Jenna? —pregunta pensativo.
—Si, Jenna. No te hagas el tonto —respondo irritada ante su mala memoria—. Cenamos con ella una vez hace una semana y otra hace un año. —Creí que sería una buena idea que mis dos mejores amigos se conocieran pero después de esas dos cenas no me pareció lo mismo, estoy muy segura de que la recuerda, de hecho él me pregunto por ella las dos veces después de dejarla en su casa, algo que no me gusto para nada aunque yo no tenga ese tipo de sentimientos por él. Creo que recuerdo muy bien sus palabras:
«—Así que esa es tu amiga ¿eh?
—Sí, ¿por qué? —Yo ya expiraba irritación por cada poro.
—Es muy bonita… —Que se callara tan rápido era muy extraño.
— ¿Y eso? —Una sonrisa estúpida hizo presencia en su rostro.
—Que si ella es bonita, pues… —Lo insté a continuar—, pues tu eres la amiga fea Clo. Regla universal. —Estoy segura de que mi rostro se transformo en algo propio del infierno por la forma en la que sus ojos me miraron.
—Pues tu eres el amigo imbécil —Bufé y me baje del auto enojada.
—Vamos Clo, era broma…»  
Creo que ahora mi rostro tiene la misma expresión de aquel entonces. Que molesto. Niall continúa al otro lado de la línea.
—Oh Jenna. Mmm si, si la recuerdo. ¿Qué es de su vida? No volví a saber de ella ¿ah? —Mejor así.
—Muy bien, de hecho no la veo mucho últimamente, anda muy ocupada con Dean, un compañero de la oficina, por eso la cena —le explico.
—Aaa… Dean —carraspea—. Okay ¿Entonces tu y yo cuando? —No distingo muy bien su tono pero me alegra dejar de hablar de mi amiga.
—Ahora mismo diría que el miércoles es la única posibilidad. ¿Te parece bien? —Se que no debería dejar de lado su compañía, pero ya he abierto dos espacios en mi agenda para Jenna y darle tiempo a alguien más ahora me cuesta, igual tenemos muchos años por delante para vernos.
—De acuerdo. —Y le escucho soltar un suspiro de resignación, seguramente ahora se estará mordiendo las uñas.
—A, por cierto, fui al CRS.
—A ¿sí? ¿Qué te pareció? —dice en un tono de sorpresa.
—Me parece que están un poco desorganizados. —Más bien muy desorganizados para mi gusto.
—Pues cuando yo lo hice en Londres ya llevaban un tiempo. ¿Lo vas a hacer?
—Todavía no lo he decidido.
—No lo pienses tanto, solo, arriésgate. ¿Qué es lo peor que podría pasar? —Eso mismo me pregunto.
—Bueno, te dejo duende. Cuídate. Te quiero. —Me despido ya que mi celular se está quedando sin batería y no tengo demasiado tiempo para conectarlo.
—Igual Clo. Adiós.
Vuelvo al mundo real, voy apenas a tiempo para la gran cita que tengo con Charter en la planta ejecutiva de G.A y aún no puedo creer que se me hayan pegado las cobijas. Aparte de todo, la ruta que cojo regularmente se ha tardado más hoy y he tenido que coger otra que me lleve hacia el este de Manhattan. Ahora me encuentro de pie frente a una ventana pero aún así observando a una mujer que amamanta a su niño con apenas unos meses, después de un momento lo noto, en realidad es una niña de unos dieciséis años que lucha por mantener tras su oreja perforada la cascada de cabello castaño que le llega hasta los hombros, después de tres intentos se rinde devolviendo su atención al niño, se ve cansada y la irritación con la que le dice que duerma denota que ella no lo ha hecho en toda la noche, podría decir que el bebe ha estado llorando todo el tiempo y no sería para menos, a leguas se nota que apenas si come y veo unas pequeñas marcas rojas en sus delgados bracitos.
— ¿Qué miras puta? —dice en cuanto me descubre mirándola. No puedo más que sonreír por la contrariedad de lo que dice con lo que veo, y me doy cuenta de que no podría ser menos despreciable ante mis ojos si estuviera coja.  Quito mi mirada de la suya y la devuelvo al frente, ojeando los tonos verdes, grises y cafés del paisaje que se ve borroso por la velocidad, tal vez yo no sea muy diferente de esa niña, después de todo anoche no pude dormir, pienso. La idea es absurda e incluso cómica, sin embargo no me quita la sequedad de la boca ni la sensación de vacío del pecho y comienzo a pensar en el insomnio de la noche anterior, sin duda la emoción por el día de hoy fue una causal, pero aún así era muy tarde y el ajetreo de ayer tendría que haber contribuido a un buen descanso.
Ya no más, despejo mi mente y me canalizo: Hoy recibirás un ascenso. Hoy recibirás un ascenso. Mantengo ese mantra hasta que salgo de Grand Central y comienzo a caminar por Lexington Ave, una suave brisa hace presencia y me recorre el cuerpo, dejándome aún más nerviosa, intento arreglar mi cabello mientras me acerco al Chrysler Building pero creo que he terminado despeinándolo más, así que dejo de tocarlo en cuanto estoy frente a mi destino.
El Chrysler Building es un rascacielos al estilo art decó que tiene algo más de ochenta años y que hoy parece más hermoso que ayer. Paso de nuevo por el vestíbulo que he recorrido ya tantas veces en dos meses y me embuto hasta el fondo en uno de los elevadores, la verdad es que el tiempo ya me está alcanzando y temo llegar tarde.
—No me digas, es como meterse de lleno en el próximo Disneylandia —escucho hablar a dos de los hombres en el ascensor.
—CRS no dejara de ser privado, es un negocio de familia.
—Hah, cosas más raras se han visto.
—No, así de raras no. Lo han abierto aquí.
— ¿Y el juego en San Francisco?
—Ya ves, les va muy bien sin ninguno de nosotros.
Me dan ganas de preguntarles un poco más acerca de CRS, obviamente ellos los conocen mejor que yo, pero algo me detiene y me siento suspendida en el tiempo, un aroma ha hecho presencia en el elevador y ha inundado por completo mis fosas nasales, es un aroma tan masculino que hace que mis hormonas revoloteen por todos lados. Estoy muy atrás y no puedo verlo, pero escucho una voz profunda hablando con una mujer y aunque no lo he visto, estoy segura de que el dueño de esa voz es el dueño de la fragancia que me ha dejado atontada.
—Así no llegaras tarde a casa de tus padres —le dice a la mujer y esta suelta una risita coqueta. De pronto no siento la presión bajo mis pies y me doy cuenta de que el ascensor está descendiendo, ahora es oficial, llegaré tarde. Me abro paso hasta el frente y presiono de nuevo mi piso de un golpe. El hombre y la mujer me miran, son como de la misma edad, la misma de Payne o quizás más joven, él es más alto que yo, tiene la frente amplia cubierta por crespos que casi le llegan al hombro, unos hermosos ojos verdes moteados de azul, en los que siento que podría perderme y no volver a encontrarme jamás, y unos labios de un carmesí sereno, está envuelto en un traje negro de diseñador. La mujer, al igual que él parece sacada de una revista, lleva un vestido azul cielo ceñido al cuerpo que combina con su cabello rubio, el cual tiene recogido en un moño muy elegante que apenas deja por fuera el fleco, me mira altiva de arriba abajo con sus ojos grises mientras levanta una de sus cejas depiladas a la perfección.
— ¿Qué no ves que baja? —Le escucho decirme. Yo solo la miro.
—Bueno mm..., pero supongo que podría subir ¿no? —le responde él y le muestra una pequeña llave plateada, entonces comprendo que él ha sido quien cambio el rumbo en un primer momento. Ella lo mira con odio, pero él le sonríe y le da un beso en la mejilla— supongo entonces que eso es un no. —Y guarda la llave en su bolsillo de nuevo. La mujer ya se ha tranquilizado y ha mostrado su sonrisa de Barbie, en cambio yo me encuentro tan frustrada que me dan ganas de gritarle, lo peor del caso es que no siento que sea correcto, quien tiene una llave así, tiene un poder así, incluso aunque sea un simple elevador. Pienso por unos segundos y en cuanto se abre la puerta salgo, esa es mi particular manera de mostrarle mi enfado sin correr riesgos, estoy segura que algún otro tendrá que subir. Antes de que se cierren las puertas puedo notarlo viéndome fijamente con una sonrisa. Estúpido.

—Casi que no Fox —refunfuña Charter en cuanto me ve salir de otro elevador—. Muy bien, vamos, vamos, la falda, rápido. —La aliso un poco con las manos mientras lo sigo por un largo pasillo hasta dar con una gran puerta de roble, Carther la abre dándome paso y encuentro ante mí una sala con diversos cuadros de artistas famosos y una gran mesa oval encabezada por Liam Payne que hoy trae el cabello peinado hacia arriba y no trae chaqueta, la vergüenza me atraviesa como una daga al recordar lo que paso hace tan solo unos días pero él no parece inmutarse ni con mi presencia, más bien y para mi sorpresa continua muy tranquilo hablando con el hombre sentado a su derecha, el hombre no es nada más ni nada menos que el del elevador de hace unos minutos, el de la fragancia alocadora.
—Señores. —Carraspea Carther detrás de mí y los dos junto con unas mujeres que los acompañan me miran. Esta vez Payne me mira con enojo mientras que al otro se le forma una sonrisa en el rostro.
— ¿Chloe Fox? —dice calmadamente Payne.
—Sí señor.
—Muy bien, este es mi socio, el señor Harry Styles —la tranquilidad corre por mi cuerpo al saber que tome la mejor decisión al no decir nada sobre el asunto en el elevador. Estrechamos manos y me ofrecen asiento. Sigo inquieta y la vista que da la ventana no me reconforta para nada, no sé cómo pueden estar tranquilos estando casi en el cielo; una paloma está a punto de chocar con la ventana pero cambia el rumbo a tiempo, dejándome con las manos temblando.
—Muy bien señorita Fox, nosotros asesoramos a una empresa petrolera de Oklahoma, más exactamente a…
—Conozco el caso señor Payne, vi las noticias e incluso realice un informe. —Me arrepiento en cuanto lo digo, no debí haberlo interrumpido pero aún así no quiero escuchar de nuevo todo el tema.
—Que directa Chloe, muy bien, de eso queremos hablarte. —El choque entre la forma de ser del uno con el otro es totalmente obvio, Styles se acomoda la corbata en un gesto que me parece… sexy, y continua—. Liquidar una empresa no es nada sencillo y en la historia de esta compañía solo lo hemos aconsejado cuatro veces, contando esta, estudiamos muchísimas opciones y entre esas estaba la tuya. Eres la primera que nos envió un informe con una conclusión tan concisa:

…Por lo tanto, después de este exhaustivo estudio y teniendo en cuenta que la empresa no cuenta con los recursos suficientes para mantenerse a sí misma ni a quienes laboran para ella, considero que la acción a seguir que más se acomoda es iniciar su liquidación inmediata, teniendo en cuenta todo lo que la misma posea.

Lo escucho leer cada palabra y siento el corazón latiendo con tanta fuerza que es posible que me dé un paro en cualquier momento.
—El caso es, Chloe ¿crees en realidad que tomamos la decisión correcta? Es decir, estas consciente de que muchas personas se quedaran sin trabajo ¿verdad? —Esta pregunta no me la esperaba y no sé que responder con exactitud. Sin embargo y si mal no entiendo, el despido de todas esas personas significa un ascenso para mi, un ascenso en mi carrera, un ascenso como persona…  Sí, es la decisión correcta. Paso disimuladamente saliva y asiento con la cabeza, los dos sonríen.
—Entonces, señorita Fox, creo que podemos contar con usted para trabajar en otras labores, ¿no es así? Tal vez podría ocupar desde ahora un cargo como “Consultor Junior”.
Pasamos la siguiente hora hablando del tema, el salario, las tareas, los horarios… Finalmente salgo y camino por el pasillo sin creer nada.

Al menos ahora tendré con que pagar todo lo que compre ayer, y podre mudarme a un lugar más cercano a Manhattan, incluso es posible que me compre un auto. Vaya, estoy demasiado emocionada y apenas si he comenzado el día. Quizás no debería pensar en todas estas cosas que lo único que causan en mi son ilusiones y todas están sobre una base en la que ya no quiero ni pensar, de hecho no vale ni siquiera la pena mantenerlo más en mi cabeza.
Veo a Styles hablando por celular y dirigiéndose hacia mí mientras espero a que llegue el elevador, el sudor en mis manos se hace presente y siento la sangre subir a mi cabeza.
—Hola —digo con mi mejor sonrisa pero el frunce el ceño confundido y continúa hablando por su teléfono.
—Si claro, acá esta —dice mirándome y no entiendo de que habla —. Ten. —Y estira su mano para pasarme su celular de última tecnología, no sé qué hacer pero sin embargo lo tomo.
— ¿Aló?
— ¿Chloe Fox? —pregunta una voz femenina al otro lado.
— ¿Quién habla?
—Soy Silvia, le llamamos de CRS. —Ummm la mujer con las uñas mal pintadas.
— ¿Por qué me llama a este número? —Ni siquiera yo lo conocía.
—Hemos terminado de procesar su solicitud. Siento comunicarle que ha sido rechazada.
— ¿Cómo dice? — ¿Me llaman a un número que no es mío solo para decirme eso?
—No deje que esto influya negativamente en usted y esperamos no haberle causado ninguna molestia.
—Esto es ridículo —espeto enfadada, pero como a todos en esa oficina, parece no importarle.
—Gracias por confiar en CRS. —Y escucho el pitido que me indica que me ha colgado.
— ¿Pasa algo malo? —Escucho decir a Styles y le devuelvo su celular con algo de vergüenza, entramos al ascensor en cuanto las puertas se abren—. Bueno te aviso de una vez, no me gustan las llamadas de desconocidos a menos que sean calientes, ¿vale? —Y me guiña un ojo, pero por más que yo quiera que la tensión se rompa no puedo más que sentir pena.
—Hola —saluda el chico moreno que encontramos dentro. Y nosotros se lo devolvemos.
—Lo siento. No entiendo de que va —digo continuando mi conversación con Styles e ignorando la presencia de Zayn que nos ve curioso.
—Pues te tienen pillada. Aunque no los culpo. —Me guiña de nuevo y creo que voy a desmayarme en este mismo lugar, pero todo estaría bien si fuera él quien impidiera el choque de mi cuerpo con el suelo. Aún no me acostumbro a tener a hombres así por jefes.
El celular en su mano suena de nuevo y sus labios se curvan en una sonrisa que solo hace aumentar el brillo en sus ojos. Algunas de mis ideas con él están muertas.
—Supongo que a ti te tienen igual. —Sonrió intentando no mostrar mi  decepción, apenas si nos conocemos desde esta mañana, por favor. Su sonrisa se borra inmediatamente y veo por un momento como sus ojos se arrepienten por lo que acaba de suceder.
—Amm ¿ella…? —dice despreocupado dejando la frase al aire—. Muy bien aquí me bajo. Adiós Chloe —Termina con un tono sensual cuando estamos nueve pisos más abajo de la planta ejecutiva, y se va dejándonos atrás a Zayn y a mí junto con mi bochorno.
—Estoy seguro de que le encantarían llamadas calientes de tu parte, por lo menos a mi me agradarían mucho. —Le escucho decir a Zayn, algo que me deja fría. Y no porque él sea feo, porque no lo es para nada, de hecho es incluso tan atractivo como los hombres con los que he tenido contacto últimamente, Zayn tiene el cabello negro y algo corto, unos ojos marrones que están adornados por unas pestañas largas y una boca perfectamente utilizable, además se ha quitado la barba de días que le vi la vez pasada y ahora se ve mucho más joven; el caso es… en realidad no estoy muy acostumbrada a escuchar cosas así y en realidad Zayn no es el chico con el que me sueño saliendo, y aunque no quiero sonar cruel, al menos quiero ser realista, y él es solo un simple mensajero que posiblemente no tiene ningún futuro—. Pero tranquila, quita esa cara que solo fue un comentario.
—Si bueno, ¿solo te quedo eso de toda la conversación?
— ¿Qué más esperas que te diga? —Mmm quizás a que se debe el comportamiento tan extraño de Styles.
—Yo am, no, no, nada. —Le sonrió y continúo caminando hacia mi cubículo. Vaya que es atrevido.

De nuevo me he quedado hasta tarde, he tenido que adelantar mucho trabajo para poder comenzar con lo que me compete en los próximos días. La verdad no tengo muchas ganas de llegar a casa, así que voy al bar del Chrysler y pido un Cosmo esperando que con eso se me calmen los sentidos, aunque es obvio que ocurrirá todo lo contrario, quizás eso es lo que quiero.
— ¿Qué te parecen esos dos de ahí? —dice Jenna que me ha acompañado señalando a un rubio y a un castaño que están hablando animadamente a un par de mesas de nosotras.
—Me parece que están muy mayores para nosotras —contesto sin darle mayor importancia al asunto.
—Me gusta el rubio —dice de nuevo, ignorándome—. Creo que sus ojos son bonitos. —Suspira.
— ¿Cómo sabes? Yo apenas si los veo.
—Pues porque tu solo te fijas en los ojos de Styles, vamos, hay más hombres aparte de él.
—Apenas lo conocí hoy —digo rodando los ojos. No debí contarle acerca de él—. Además creo que está saliendo con alguien. —Bajo la mirada pensativa, la forma en la que sonrió no es la forma en la que sonríes por una simple noche de pasión.
—Nena, pero eso no te impediría tirártelo. —Y la pelirroja sonríe tomando un trago de su copa. Tirártelo… no sé porqué debe usar esas palabras, pero supongo que no, no me importaría estar con él si se me diera la oportunidad.
— ¿Y qué pasa con Dean? —pregunto recordándole al estúpido pretencioso de la oficina. La miro y veo una mueca extraña en su rostro, mueca que se convierte en sonrisa forzada—. Oh, problemas en el paraíso —canturreo, pero mi cantarina voz se ve convertida en una queja cuando siento su golpe en mi brazo.
—Nada de eso, Dean es un dios en lo importante, si es que sabes a lo que me refiero. —Acompaña sus palabras con un gesto de su mano, más exactamente moviendo el índice y el corazón de un lado a otro—. Sexo —susurra. Como si yo fuera tan estúpida como para no entender sus gestos morbosos.
—Los caballeros de allá les invitan esto —interrumpe el barman poniendo frente a nosotras dos Cosmo y nos indica a dos hombres en una mesa. Jenna levanta la copa hacia ellos en agradecimiento, pero el gesto en su rostro me indica que aunque la llenaran de diamantes jamás irá a esa mesa, nunca hago esto, pero incito a Jenna que los acompañemos, y no porque sea una “buscona” o algo por el estilo, simplemente porque los reconozco, eran los mismos que hablaban esta mañana acerca de CRS.  
—Pero yo ya he escogido nena —murmura apretando los dientes mientras nos acercamos a ellos, pero es muy tarde, ahora tiene que fingir una sonrisa de muñequita de porcelana.
—Buenas noches —saludo y Jenna hace lo mismo con algo de reticencia.
—Buenas noches señoritas —responden en cuanto nos sentamos frente a ellos. No lo había pensado pero en realidad son una pareja curiosa, es como ver a Don Quijote y a Sancho juntos pero vestidos por Valentino y Versace.
— ¿Sabe? Me pareció muy interesante la forma en la que llevo el tema con el señor Styles esta mañana, apuesto a que estuvo trabajando toda la noche con esa chica —me dice Sancho. Su comentario me parece fuera de lugar, ya que aparte de hacer énfasis sobre el: “trabajando” y reírse como si la vida se le fuera en ello, también está hablando de uno de los dueños de la empresa y de uno de los empresarios más ricos de todo el país, pero creo que no sería conveniente decir nada, así que solo les sonrió y finjo que me causa gracia.
—Sorprendente ¿verdad? Mi amiga verdaderamente sabe lo que hace —habla la pelirroja a mi lado con notable enfado y no entiendo a que se refiere. Carraspeo un poco.
—Jenna, quizás deberías responder tu celular —digo salvada por el timbre de su teléfono. Ella me mira extraña pero después capta mis palabras, saca el pequeño aparato blanco y lee lo que ahora noto es un mensaje, en su rostro se forma la misma sonrisa que le vi a Styles esta mañana.
—Lo siento pero debo irme, mi hermano acaba de llegar de Georgia y me espera en casa.
—Creí que estaba en Alabama —digo haciendo memoria. Si, estaba en Alabama.
—Sí, nena, hizo una escala. —Jenna se levanta con cuidado de no arrugar su traje y me da un beso en la mejilla, despidiéndose. Luego de eso se contonea hasta la salida, pero en ningún momento deja de sonreír.
Jenna siempre ha sido muy buena mintiendo, no dudó ni un momento con las respuestas que me dio, ni siquiera las pensó, pero ahora está enamorada, o al menos en proceso, y no entiendo por qué no me lo dice, esto no me gusta.
—Bueno, ese niño está muy acostumbrado a jugar con cualquier chiquilla que se le pasa. ¡Oh Dios! su padre debe estar revolcándose en su tumba —habla Don Quijote ignorando la actitud de mi amiga que ni siquiera les dedicó un adiós, me obligo a ponerle atención. Bien, ya me queda claro la fama que tiene Styles y supongo que entonces la de Payne es la del juicioso y gruñón, pero ni al caso, eso no me interesa.
—Apropósito de juegos, no he podido evitar escucharles hablar de CRS. —Observo sus reacciones y resultan mirándose el uno al otro de una forma extraña—. Lo menciono porque ayer hice las pruebas, precisamente en la sucursal que tienen acá.
—Mmm que bien. ¿Entonces no lo has hecho? —Vuelve a hablar Sancho.
—Todavía no. Esa era una de las preguntas que quería hacerles, ¿de qué se trata? —El hecho de saber que no me harían el juego me decepcionó hasta cierto punto y en forma proporcional incrementó mi curiosidad.
—Señorita, la eterna cuestión —dice Don Quijote.
— ¿Sabes? Te envidio, ojala pudiera volver atrás y hacerlo por primera vez. Hacerlo o través. —Mira al otro y este asiente—. Brindemos por, las nuevas experiencias. —Y alcanza su whisky de la mesita en la que lo tenía y la levanta, nosotros le seguimos. Después de eso mira su reloj—. Lo siento, tengo que irme, buenas noches Ted —se levanta y lo mira—, señorita —me hace un gesto con la cabeza y se va. Yo mientras tanto me acomodo un poco mejor e intento continuar con la plática.
— ¿Ha jugado hace poco? —le pregunto a “Ted” o Don Quijote, le queda mejor.
—Oh… hará un año, entonces estaba trabajando en Los Ángeles.
—Creo que la sede de Londres es muy buena, suena a que hacen un montón de tonterías fantasiosas —le digo intentando ocultar mi ignorancia, aunque es claro que no lo logro. Él mira de un lado a otro como esperando que nadie más nos escuche y después echa su cuerpo hacia delante para acercarse más a mí, como para contarme un secreto.
— ¿Quiere saber de qué va el asunto? —Yo lo imito y me acerco un poco más—. Juan, capítulo 9, versículo 25. —Si claro, mire a quien le viene a hablar de la Biblia.
—Vera… es que yo no voy a la iglesia hace mucho tiempo.
—Antes era ciego y ahora veo… —deja su vaso en la mesa y se levanta—. Buenas noches señorita Fox, un placer conocerla y suerte. —Y me deja así, queriendo arrancar cada cabello de mi cabeza por saber que nunca comprenderé de qué va el juego y que nadie me lo dirá.

He llamado a Niall para decirle que no me queda tiempo para el dichoso juego, no quiero que sepa la verdad, de otra forma podría pensar que los exámenes salieron mal y podría llegar a preocuparse.
Vuelvo a casa cansada y depresiva, el taxista me ha dejado a unas calles así que tengo que caminar y rogar por que no me roben, doy pasos cortos y me arrepiento por los dos Cosmo que me bebí, que aunque no me dejaron borracha por lo menos me dejaron mareada. A medida que me acerco al edificio de diez pisos noto algo extraño, hay alguien tirado justo en frente y no detecto ningún tipo de movimiento, muchas imágenes de personas tirándose desde lo más alto de los edificios se pasan por mi mente y una corriente gutural me recorre el cuerpo dejándome paralizada en la acera, es como si esto ya lo hubiera vivido antes. No sé qué hacer, ¿debería llamar a la policía o a alguien? Lo más obvio es que ya esté muerto y quizás lleve muchas horas ahí tirado, no veo caso en acercarme. Sin embargo saco fuerzas de no sé dónde y camino firmemente hacia el cuerpo envuelto en tela blanca, con temor de lo que pueda encontrar. Pero todo lo que veo en cuanto estoy a dos pasos, es un muñeco.