The Game ☢

No puedo creer esto, es una broma macabra y de muy mal gusto, lo peor es que ha sido dirigida a mí ya que el dichoso muñeco trae escrito en el pecho con letras color carmesí: Sandy —no recuerdo muy bien quien me decía de esa forma pero sé que había alguien, y tengo el presentimiento de que es importante—. El cuerpo aún me tiembla y no sé qué hacer con el muñeco, o más bien payaso que parece traer la boca pintada con sangre, así que sin pensarlo más, miro que nadie me este observando y me agacho y lo recojo, ni siquiera paro a pensar que podría ser una bomba o cualquier otra cosa. No comprendo cómo, pero la cosa pesa mucho más de lo que pensé y tal vez podría tener un cuerpo dentro, pero ya, basta de ideas como esa.
Lo arrastro como puedo hasta el cuarto piso que es en donde vivo y lo siento en una pequeña butaca, ¡es horrible en serio! Es totalmente blanco y aparte de lo de la boca parece traer dos canicas de vidrio azules tamaño familiar como ojos, el cabello castaño y crespo le cae sobre los costados de la frente y tiene uno más pintado en todo el centro, aparte de un gorro decorado con bolitas de colores y un pequeño pompón fucsia en la punta, de más es muy normal y podría pasar ante cualquiera por una persona si se le mira por detrás. Lo odio. Noto algo extraño —si, aparte de todo—, el muñeco trae la lengua por fuera, observo el rojo pálido y después la toco, es solo un pedazo de tela que saco con cuidado, en cuanto termino veo una llave color plata que trae las iníciales “CRS” en ella.

De nuevo estoy sentada en el sofá, con una copa de vino a un lado y el control del televisor en el otro, soy consciente de que he dejado el canal financiero pero no estoy escuchando casi nada, toda mi atención está en la llamada de Silvia esta mañana, en las palabras de Ted hace unas horas y en el muñeco que sigue en la butaca observándome desde lo lejos, tengo la llave aún en mis manos, dándole vueltas mientras continúo con mis cavilaciones.
—La tasa de desempleo subió desde que G.A. anuncio la liquidación de la empresa que asesoraba en Oklahoma… —No más, necesito saber si el muñeco trae algo más dentro, tomo un cuchillo de pan de la mesa y voy hacia él, me arrodillo y comienzo a revisarlo por el cuello—…según parece todo ha sido culpa de una putilla llamada Chloe Fox. —Escucho decir al presentador y me detengo para mirar a la pantalla—. En cuanto a otras noticias financieras muchas acciones subieron hoy… —Si, debe ser imaginación mía, estúpido licor. Devuelvo mi atención al muñeco y continuo con mi tarea, creo que podría comenzar a abrirlo por la boca—…Pero los mercados cayeron de nuevo ante el anuncio de que Chloe Fox sería ascendida. —Escucho hablar doble pero estoy segura de que escuche eso, me pongo en pie rápidamente y me quedo así mirando hacia la caja tecnológica—. ¿Va a quedarse el resto de la noche hurgando en la boca de ese payaso? —pregunta el presentador y yo giro la cabeza para ver el muñeco.
—Yo..., yo… —Intento responder.
—Es muy frustrante que no me preste atención.
— ¿Qué es esto?  —pregunto después de pensarlo un momento, no sé cómo puedo estar hablando con él.
—Esto es su juego Chloe, sea bienvenida. —Comienzo a caminar hacia él para poder enfocar mejor—. He de iniciarle en algunas reglas básicas. Ha recibido la primera llave y llegaran otras. Nunca sabrá en donde encontrarlas o como usarlas, así que, tenga los ojos bien abiertos.
— ¿Co… como puede…? ¿Puede verme?
—Dejemos las preguntas para más tarde.
— ¿Cómo funciona esto? —Y me acerco aún más mientras estiro una mano para tocar el rostro en la pantalla, antes de que pueda hacerlo él se mueve hacia un lado.
—Hay una pequeña cámara enfocándole justo ahora. —Camino hacia atrás y miro hacia todos lados pero todo parece en su lugar y nadie me ha dicho de visita inesperada.
—Es imposible.
—Tiene razón, no es posible, está usted hablando con su televisor. —Vuelvo a avanzar y toco la pantalla, esta vez él no se mueve—. Esta muy aterrorizada —dice. Yo coloco el cuchillo que todavía tengo en las manos en la pequeña hendidura que conecta la pantalla con el marco y él lleva su mirada hasta la esquina que estoy tocando—, ¿sabe lo peligroso que es eso? —Suelto un borde que cae al suelo sobresaltándome.
— ¿Chloe? —Escucho a alguien en la puerta y me giro rápidamente intentando recuperar la compostura, el hombre en el televisor también vuelve a sus asuntos. Observo a la mujer en la entrada, es la señora Johns, mi casera, una mujer de sesenta años que conozco hace ya mucho tiempo, incluso era amiga de mis padres y fue quien me ofreció el apartabasura en el que vivo. Viene de vez en cuando a revisar que todo marche como un reloj, yo casi no estoy, así que no me importa que tenga una copia de la llave. Aunque podría ser ella quien puso la cámara. No, no, no lo creo.
—Sí, ¿Lilian? ¿Qué ocurre?
— ¿Va todo bien?
—Muy bien —le respondo intentando sonar tranquila y meto las manos con el cuchillo en los bolsillos de la falda.
—Iré a dormir, ¿necesitas algo?
—No, nada Lilian, muchas gracias. Buenas noches. —Me mira aún como a un bicho raro, sin embargo se despide y cierra la puerta tras ella en cuanto se va.
— ¿Quién es? —pregunta el presentador mirando hacia la puerta.
— ¡Qué importa quién sea!
— ¿Quiere saber cómo se ha metido una cámara en su casa? —Cambia la pregunta.
— ¡Sí! Me gustaría —digo con notable sarcasmo. La pantalla deja de enfocar al hombre y veo una imagen de mi espalda, el televisor y el sofá. Camino hacia mi derecha, «Frío, frío, frío…»  escucho el eco de la voz del presentador, sigo caminando, «Muy frió, muy frió, muy frió…» continua él, así que me devuelvo sin dejar de ver la pantalla, doy unos pasos y miro al payaso, «Caliente, caliente, caliente…», me acerco y me agacho hasta estar a la altura de la cara del payaso, «Muy caliente.», y se detiene el eco. Lo veo un momento a los ojos delineados con pintura negra, tomo la cabeza entre mis manos y le giro como si le estuviera partiendo el cuello, la conexión se rompe y dejo de aparecer en la pantalla.
—Apunte este número —anuncia el presentador y le devuelvo mi atención. —Es un teléfono de veinticuatro horas del centro de CRS, solo para emergencias, —tomo un bolígrafo y un papel y me dispongo a escribir—, pero no llame para preguntar cuál es el objeto del juego. Adivinar esto es el propósito de este juego. Buena suerte y en hora buena por haber escogido a CRS. —Me da el número, la imagen se distorsiona y vuelve a dar las noticias.

Ya no me siento segura, incluso aunque este nunca haya sido un bunker presidencial, al menos tenía el sosiego de hacer lo que quisiera sin que nadie pudiera verlo o molestarme por hacerlo. Por esa razón he decidido pedirle a Niall que me preste su casa, él ahora está en Los Ángeles y aún no me ha asegurado su fecha de regreso. Me ha dicho: «Sabes que haría todo por ti»; y me ha dado instrucciones para entrar.
Su casa es más bien algo como una mansión a las afueras de Manhattan, la compró poco después de que su madre enfermara para llevarla allí los fines de semana y disfrutar un poco juntos, a los pocos meses murió. Sin embargo él la sigue manteniendo ahí, nunca quiso comprar un apartamento más urbano. Así que esas es la mejor opción que tengo, además el sistema de seguridad es muy bueno y solo se puede tener acceso a través de una clave numérica. Esta misma noche he empacado y me he ido para allá.


Han pasado apenas unos días y sigo sin recibir nuevos mensajes de CRS, algo que me tiene con los pelos de punta y los ojos en la espalda, sin embargo todo el aspecto laboral ha marchado muy rápido y hoy he descubierto que Payne es casi mi jefe directo. Me han dado órdenes de ir a revisar como van las cosas en Oklahoma y me han mandado con Zayn quien al parecer aparte de mensajero también resulto guardaespaldas, el caso es que somos como los más nuevos en nuestros cargos y tengo la sensación de que nos quieren enviar a ser algo así como carnada, para tantear como está el clima con esa gente y ver qué repercusiones podría tener en la empresa.

— ¡Una moneda! ¿Me echas una mano? —le dice un indigente al moreno en cuanto estamos por entrar al aeropuerto, aprieto más el portafolios que traigo e impido que Zayn le de algo tomándolo por el brazo e impulsándolo para que sigamos con nuestro trayecto—. ¡Eh! Yo también era un tipo elegante hasta que me echaron a la calle. ¡Eh! ¡No pasen de mí! —Sigue gritando, pero no nos interesa.
El pánico ha tomado la forma de millones de agujas que no dejan de atravesar mi cuerpo, insistí en viajar en auto, pero a nadie le parece muy sensato gastar un día entero solo para recorrer mil quinientas millas sobre ruedas, así que tendré que aguantar mil quinientas millas sobre el suelo para llegar más rápido hasta allí , aparte de todo estoy paranoica, todo se me hace muy extraño y todos me parecen sospechosos: el piloto que habla por teléfono en una esquina, el hombre de mantenimiento que abre las puertas de un despacho, la mujer que habla con su novio a través de señas ya que es sordomuda, el bebe del trencito…; en serio lo estoy y las ansias también han hecho presencia, de hecho, todos mis sentidos están alerta a lo que pueda suceder.

Me siento junto a Zayn en uno de los sofás de la sala de espera del aeropuerto, frente a un hombre con traje que no deja de observarme las piernas, el moreno decide ir por otra bebida dejándome sola, en cuanto se levanta escucho el ruido de un cascabel y giro mi cabeza para ver en donde estaba sentado, hay una pequeña cabeza de payaso sobre el cuero del sofá, me estiro un poco más para verla con cuidado y tengo intenciones de agarrarla, hasta que llega una mujer con un bebe en un coche, recoge el pequeño sonajero y me mira como si yo fuera una ruin ladrona al querer robar el juguete de su niño, yo la miro igual por si quiera atreverse a dejar descendencia y vuelvo a acomodarme derecha contra el respaldo.
Veo de nuevo al hombre frente a mí, esta vez ha dejado atrás la poca decencia que tenía y me recorre desde los pechos hasta las piernas, arriba abajo una y otra vez, deteniéndose de vez en cuando en mi rostro con el ceño fruncido que lo mira con ganas de asesinar.
— ¿Qué me mira? —pregunto enojada, sé muy bien que es pero quiero que deje de hacerlo— ¡¿Qué ocurre?! —pregunto de nuevo con un tono más hostil, él sonríe juguetonamente y deja la copa que tiene en la mano sobre el brazo del sillón en el que esta, después lo veo llevar su mano hasta el bolsillo en su camisa, indicándome que me mire. Llevo mi mirada hasta mi pecho y veo que la tela blanca de la camisa que traía esta manchada por tinta azul, saco el maldito bolígrafo de CRS y lo dejo en la mesa sobre la servilleta del café que acabo de beber—. Gracias —digo con pena y me levanto para ir al baño, supongo que Zayn me esperara acá.

Estúpida mancha, estúpido CRS, estúpida yo. Sí, yo. Ahora estoy con la camisa mojada y manchada, y no hay nada que pueda hacer para que no se me note el sostén gris. ¡Dios! Como si no fuera ya suficiente con tener que subir a un estúpido avión. Esto debe ser algún castigo por alguna cosa que hice en mi vida pasada y que se me está cobrando de esta manera, dejándome muy mal presentada para mi primera acción en un buen cargo.
—Oiga. —Escucho una voz masculina y me sobresalto. Sí, estoy en el baño para caballeros ya que el de damas estaba lleno y esto era una emergencia, de cualquier forma había revisado y llegado a la conclusión de que no había nadie—. ¿Quiere ayudarme? —pregunta la voz al otro lado de la puerta de metal negro—, necesito papel higiénico, se ha acabado. —Veo sobresalir una mano con dedos gordos por debajo de la puerta, la sombra del hombre se refleja en los pequeños cuadrados oscuros de las baldosas que están por suelo. ¿Debería ayudarlo? —Entre, entre en el baño de al lado, vamos ayúdeme —ruega. No, en realidad esto me da demasiado asco, paso mi pierna sobre su mano y continúo mi camino, puedo escucharlo abrir la puerta y llamarme: «puta», obviamente me ha delatado el ruido de los tacones.

— ¿Qué te paso? —pregunta Zayn con una sonrisa en el rostro mientras me observa el pecho.
—No preguntes —respondo rodando los ojos—. Y ya deja de mirarme así, ni que fuera algo del otro mundo —le espeto, sin embargo su sonrisa se hace más grande y traviesa.
— ¿Señorita Fox? —escucho la vos de Sam detrás de nosotros, Sam es el abogado de la empresa y nos ha llamado a quince minutos de abordar para entregarnos unos papeles que Payne y Styles quería que tuviéramos, algo que corresponde a la empresa.
—Sí. Entonces, ¿para qué es esto? —respondo hojeando la carpeta.
—Es un acuerdo, el hombre con el que van a hablar dirigió esa empresa por demasiados años y era amigo de los padres de Harry y de Liam, no ha llevado muy bien que digamos la cuestión de la liquidación de su empresa, esos papeles son algo así como una compensación.

Quiero hacerle más preguntas a Sam pero no puedo, alguien lo ha llamado por una urgencia y ahora tiene que irse. Esto es singular, tenía entendido que G.A. solo asesoró a la empresa petrolera, no se supone que tengan negocios, ni mucho menos que sean amigos, esto va muy en contra de leyes sociales y legales.

— ¿Sabes? Podrías quitarte la camisa y cerrar la chaqueta, con eso no se vería la mancha.
—Oh sí, claro Zayn, debería hacerte caso. Seguramente así no se me notara nada. —Una vez más me hace rodar los ojos, tantas veces que le reclame a Niall por ese gesto y ahora soy yo la que lo hace con regularidad. El caso es que el chico con el que viajo salió muy avión, la chaqueta que llevo tiene un cuello en una ‘V’ pronunciada y aunque nunca me he considerado una mujer voluptuosa, obviamente dejaría ver los pocos encantos que tengo.
—Bueno, solo era una sugerencia, al menos ya no tiemblas —murmura mientras se encoge de hombros, ¿temblar? ¿Lo notó? Aish, no, maldita maquina con alas—, más bien dime, ¿Cómo me veo? —Estamos a punto de entrar a las oficinas cuando me detiene para preguntarme eso. En realidad se ve muy, muy bien. No sé de dónde lo habrá sacado pero lleva un traje negro que podría parecer de diseñador, se ha peinado el cabello hacia un lado y de nuevo se ha afeitado. No parece para nada un simple mensajero e incluso hace que mis hormonas se muevan más de lo que lo hicieron con Styles.
—Mmm…
—Miren ahora quien se come con la vista a quien —dice riéndose.
—Yo, eh… te ves bien —digo intentando dejar atrás el trance.
—Ya no es necesario, me lo has dicho todo con los ojos y el ronroneo. —Se ríe de nuevo y comienza a caminar hacia adentro mientras yo lo sigo como una estúpida.

Su secretaria es quien nos abre la puerta del despacho, un lugar ordenado, conformado por un escritorio de pino en todo el centro, paredes color ocre y pisos alfombrados, además cada estante en la pared tiene fotos: un hombre robusto en una, el mismo hombre junto a una mujer de la misma complexión y cabello rojizo en otra, un chico de mi edad abrazando a una castaña oscura en un estante más abajo…, todas rodeadas de pequeñas figuras en porcelana que representan delfines, ballenas, gaviotas y barcos, entre otros, a este hombre le encanta la vida acuática. La silla de cuero negro que hace pareja con el escritorio se da vuelta lentamente dejando a la vista a un ser sentado relajadamente, entrado en años, con algo de barriga y la cabeza brillante sin ningún solo cabello en ella, es el mismo ser robusto de las fotos.
—Mucho gusto señor Roberts, mi nombre es Chloe Fox, Consultor Junior —digo estrechando su mano mientras tomo asiento junto al moreno, a petición de nuestro “anfitrión”—; y él es Zayn… —Vaya, hasta hora me fijo, no sé ni siquiera cual es su apellido.
—Malik, pero llámeme por el nombre, también soy Consultor Junior, mucho gusto. —Zayn le estrecha la mano, yo en cualquier caso tengo los ojos como plato, ¿Cómo que consultor? Es un puesto que cuesta como para que él se lo vaya apropiando, sin embargo disimulo mi enojo observando una foto en el escritorio, en ella se observa a Roberts muy cariñoso con la castaña oscura de las otras fotos, supongo que es su hija.
—Sí, si, como sea. No entiendo porqué no vino alguno de los dueños a decírmelo personalmente, todo ha sido llamadas, e-mails… y ahora mensajeros, creí que después de tantos años trabajando para esa familia al menos recibiría un trato más respetable.
—Consultores —le corrige Zayn con el tono un poco fuerte, yo lo miro enojada—, somos consultores —repite más bajo.
—Bueno, señor Roberts, —ignoro lo que acaba de decir el moreno—, se que estuvo mucho tiempo vinculado a la compañía, permitiéndonos asesorarlo, pero creo que no es conveniente que confunda los términos, en ningún momento trabajo para nosotros, no hay nadie en deuda. —Son las primeras palabras que digo después de la presentación y se siente muy bien la autoridad que expiran, este hombre no puede hacernos culpables ni hacernos sentir lástima.
—No soy un viejo decrepito señorita —dice con la voz chillona—. Sé muy bien de que estoy hablando. ¿Acaso usted no? —Me mira directo a los ojos esperando una respuesta, después comienza a reír—. Es razonable… muy razonable. ¿Sabe? ¿Cómo podría saber una simple empleada? Cuando Harry vino por primera vez a esta empresa, sin ninguna compañía, supe que algo andaba mal. —Su risa se vuelve amarga—. Mary Carol me dijo que no lo escuchara, pero todo era tan prometedor… y ahora estoy en la quiebra, con deudas que amenazan con meterme a la cárcel. ¿Y usted me dice que no me confunda? ¡No se confunda usted! ¡No sabe nada! —Echa el cuerpo hacia adelante y coloca los codos sobre el escritorio, mi cuerpo tiene intenciones de alejarse, pero no lo hace. Ahora estoy más segura de que este tipo esta desvariando, solo busca causantes.
—Mire señor Roberts, su empresa ya no daba para más y seguir manteniéndola costaría una fortuna, sin embargo Harry y Liam, como accionistas de su empresa, han decidido darle una compensación por todos sus años de servicio, incluso podría ir y disfrutar del mar, estoy segura que nunca ha podido con la tranquilidad con la que querría. —Estoy pisando terrenos peligrosos, pero creo que eso ha sido lo mejor, el usar los nombres de pila de mis jefes seguramente le hará entender que tengo el poder suficiente para estar aquí y que no soy “una simple mensajera”. Además, no sé cómo este hombre puede comportarse así después de el acto de generosidad que están teniendo con él.
—Mire señorita… Yo no pase los mejores años de mi vida trabajando para esos estúpidos niños como para salir como un perro y para que además de todo, mis empleados me odien, ¿me entiende? —pregunta y al no recibir una respuesta rápida le da un puño al escritorio. Me acomodo mejor en la silla y lo miro, pensando que hacer, él también se queda mirándome, esta vez escudriña mi rostro con los ojos azul pálido y el suyo se transforma hasta adoptar una posición pensativa—. Oiga, un momento, ¿Cómo dijo que se llamaba?
—Chloe Fox. —Paso saliva, no sé de qué va esto. Roberts levanta sus pobladas cejas en un gesto de sorpresa que me asusta.
— ¡Usted es la principal causa de todo esto! ¡Usted es la maldita que propuso la liquidación! —me grita y se abalanza sobre mí, yo me levanto rápidamente y corro detrás de la silla para ponerla como obstáculo, el hombre se tropieza y cae al suelo mientras que Zayn se pone frente a mí por si intenta hacer algo más, por lo menos el moreno cumple con lo que vino a hacer.
—Mire señor Roberts, no sé de que está hablando ¿muy bien? Yo simplemente soy una empleada, como usted ha dicho, que ha venido para llegar a un acuerdo con usted, los documentos ya están redactados y serán validos hasta… esta noche, y si usted se niega a firmarlos podrá decir adiós a los beneficios y su indemnización se consumirá. Tenga en cuenta esas deudas de las que hablo. —En tanto he dicho esto el hombre se ha levantado y se mantiene en una esquina del pequeño despacho con olor a brisa, mirando mis movimientos mientras respira agitado con el rostro rojo de furia. Coloco el portafolios en una mesa pegada a la pared e intento abrirlo, pero la estúpida cosa no cede, incluso me he quebrado una uña, no entiendo, ni siquiera le he puesto llave—. Creo que lo que más le interesa señor Roberts es…. — ¡Claro! La llave del muñeco. La saco de mi bolsillo y la meto en la cerradura pero no logro ni que se mueva. ¡Maldición!— Creo que hoy esta de suerte señor Roberts, los abogados de G.A. se comunicaran con usted.
—Le haré frente a todo esto señorita Fox, no crea que me deja sin empresa y sin trabajo de la noche a la mañana y me quedo tan tranquilo. —Dios, aparte de todo recibo una amenaza.

Y eso es todo, salgo de la oficina y enfilo camino a buscar un taxi esperando que no me echen por no haber cumplido con lo que vine a hacer y enojada con el mundo por lo que me acaba de pasar.
— ¿Qué fue todo eso? —pregunta Zayn corriendo tras de mí—. ¡Lo único que hiciste fue alebrestarlo más! —gruñe. Me detengo en seco y hago que casi choquemos.
— ¿Qué fue qué? Más bien, ¿Qué fue lo que tú hiciste? No eres un consultor, ni siquiera un asistente. ¡Eres un estúpido mensajero! —No puede ser, él no tiene la culpa y le estoy descargando toda mi rabia encima aún cuando él se ha portado de la mejor manera conmigo.
—Umm ¿así que eso piensas de mi? Bien, de no haber sido por mi ese hombre te hubiera pateado el trasero, además ¿que querías? ¿Qué me presentara como el mensajero? ¡Claro! ¡Y al caño toda la credibilidad! ¿Sabes? Ya no me necesitas más, supongo que ahora podrás cuidarte tu solita e incluso hacer frente a lo que te digan en la empresa. ¡Que te den! —Y se va dejándome como una estúpida en medio del parque al que llegamos. Sola… no puedo abordar sola o moriré del pánico. No puedo evitarlo y golpeo el portafolios contra la primera silla de piedra que encuentro, se abolla un poco pero no se abre, así que lo lanzo y lo levanto del suelo alternando con algunas patadas. Un grupo de personas ya ha comenzado a reunirse para observar a la mujer loca que aporrea un objeto inanimado con todas sus fuerzas. No les prestó atención ya que he recordado algo, tomo mi bolso que ha caído al suelo en medio de mi lucha “interna” y meto la mano en el hasta encontrar el celular que me ha dado la compañía, estoy segura de que anote ese número en algún lugar, ¡Bingo! Lo saco pero la dicha no me dura mucho, el cacharro esta sin batería. Gimo de desesperación y pienso que más podría hacer, busco mi agenda consciente de que hace un tiempo no la uso pero aún así mantengo la esperanza ¡Bingo de nuevo!
— ¡¿Se les perdió algo putos?! —les grito a todo pulmón y la gente se escandaliza aún más. Recojo mis cosas y me voy con la frente en alto.

Tres calles más arriba encuentro quien me venda un minuto así que intento usarlo lo mejor que puedo.
Mmmmm lo que se me está ocurriendo cuando te vuelva a ver… ;)
Listo, ese es el mensaje más caliente que se me ha ocurrido en la vida. Tomo un taxi y me voy rumbo al aeropuerto esperando que no haya cambiado el vuelo que teníamos juntos.

— ¿Tiene pastillas para dormir? Unas que funcionen, tuve que aguantar el vuelo anterior con los cinco sentidos —digo enojada a la azafata que me observa con algo de vergüenza, prefiero estar drogada que enfrentar lo que viene.
—Creí haberte dicho que me gustaría más una llamada —dice Zayn a mis espaldas, me doy la vuelta algo sonrojada por lo que acaba de escuchar, sin embargo me siento junto a él y suspiro por la tranquilidad que su tono me causa—. Aunque el mensaje estuvo bien, la única duda es ¿que se te estaba ocurriendo para este momento?
—Bueno, yo… eh… en realidad… —En realidad no se me había ocurrido nada aparte del mensaje, de hecho creo que ese se lo escuche alguna vez a Jenna. ¡Aish! Esto es tan molesto.
—Eso pensé, ¿quieres que te ayude? —Antes de que pueda decir cualquier cosa él toma mi rostro entre sus manos y me atrae hacia el suyo, aquí es en donde me doy cuenta de que el mensaje fue un completo error que me trajo cosas que no estoy muy segura de cómo manejar. Aunque intento no hacerlo, mis labios se mueven junto con los de él en una danza sensual que hace mucho no experimentaba. Sus labios saben a menta, es una sensación deliciosa y suave… puedo sentir su lengua en mi labio inferior, pidiendo permiso para algo más, sin embargo y aunque mi cuerpo esté dispuesto, yo no puedo, coloco mi mano en su pecho para alejarlo de mi y en cuestión de segundos estamos separados como si nada hubiera sucedido.
—Mira Zayn, no quiero que malinterpretes lo que paso, se que te trate mal hace un rato pero no soy de las que se disculpa en la cama ¿okay? Y no quiero que ese beso se vuelva a repetir. —Bien, ya estoy de nuevo en mi misma y esto es lo correcto.
—Chloe, solo fue un beso, además estoy seguro de que te encantó —dice sonriendo. Que confianza—. Más bien ten, tenemos suerte porque lo tienen en el avión. —De nuevo me pasa un envase transparente con una porción de ponqué como el que me dio el día que lo conocí, recuerdo que ese me lo comí en mi cubículo a escondidas de Carther y en realidad estaba delicioso. Meto el tenedor de plástico en el postre y lo siento resbalar suavemente, se me hace agua a la boca—. Y bien… ¿No te pareció muy extraño todo lo que dijo Roberts?, es decir, hizo ver a Styles como una especie de hombre del mal que le llevo la desgracia. —Frunzo el ceño levemente y pienso en las horas que acaban de pasar, finalmente le respondo.
—No tengo muchas ganas de hablar de eso, pero creo que Roberts solo fue golpeado fuertemente por sus acciones y ahora solo busca lavar sus manos. —Él arruga su nariz ante mi respuesta—. Mejor cambiamos de tema.
—Creo que le tienes mucha fe, pero bien, como tú quieras. Cuéntame algo sobre ti, tu familia, ¿en donde creciste? —Miro al frente, al forro blanco que cubre la silla, ¿debería contarle? No es en realidad un secreto en absoluto, es solo que me da un poco de vergüenza, sin embargo supongo que podría servir para matar algunos demonios.
—Bien, ¿Qué te digo? Fui adoptada a los trece, mi madre murió cuando cumplí quince, no veo nunca a mis hermanos, —incluso creo que algunos ya han fallecido—, y crecí… toda mi vida he estado por New York, amo esta ciudad y todo lo que representa ¿Qué me dices de ti? —Intento sonreír pero no funciona, incluso creo que me he excedido con la información que he dado.
—Bueno, ¿Qué te digo de mí? —responde pensativo—. De las cercanías de New York...

Continua hablando y yo continuo observando el movimiento de sus labios a medida que pronuncia una palabra, finalmente soy consciente de que Zayn es en realidad genial, es muy tímido con ciertos aspectos de su vida y mucho más que eso, muy reservado. Sin embargo me contó que no tiene demasiados estudios y que de hecho vivió en el Bronx, muy cerca de mí.
Y tengo aún más tiempo para observarlo sin parecer un loca, le gusta morderse el labio de vez en cuando, algo que lo hace verse mucho más sexy de lo que ya es, además cuando hemos compartido el ponqué se ha limpiado las comisuras de los labios con el pulgar, otro gesto que también me encanta, así como me encanta la profundidad de sus ojos cada vez que lo veo y la intensidad con la que él me ve, y aunque no debería estar pensando de esta forma después de decirle que no volviera a hacer lo que hizo en cuanto me senté a su lado, siento que quiero besarlo de nuevo y mucho más, hasta fundirnos el uno con el otro, sin embargo intento alejar esos pensamientos de mí y me concentro en lo que hablamos, de cualquier forma ya hice lo que tenía que hacer y él ciertamente ha matado todos los demonios que esperaba, incluso he podido olvidar la distancia a la que estoy del suelo.