The Game ☢

He querido hablar con el camarero que me dejo la nota pero se ha perdido entre una multitud de personas en el vestíbulo, así que pido mi abrigo y busco la puerta por la que salió Zayn, me indican una al costado norte de la cocina así que camino rápidamente, casi resbalando con el agua que alguien ha tirado al suelo. Una ventisca helada se cuela por mis piernas desnudas y sube recorriendo mi cuerpo, congelándome hasta las ganas de hacer caso a la nota. Camino sobre unos tacones de cuatro pulgadas por el pequeño callejón en el que estoy, esperando que por arte de magia Zayn aparezca frente a mí y me diga que es lo que sucede, pero obviamente eso no pasa y me maldigo por no haberle ni avisado a Harry lo que iba a hacer, de pronto diviso ante mí a un hombre fumando, y aunque dudo que pueda ser él, decido ir en su dirección.
—Zayn, ¡Zayn! —El hombre gira la cabeza confirmándome su identidad, pero en cuanto me ve comienza a caminar, alejándose de mí—. ¡Zayn! He recibido esta nota —digo sacando el papel en cuanto baja un poco la velocidad.
— ¿Qué murmuras?
—Necesito saber que pasa.
— ¿Qué pasa? —pregunta deteniéndose y dándose la vuelta para mirarme—. A ver… ¿Qué pasa? ¿Tal vez que voy por el segundo trabajo este mes y a donde voy a ir es al paro?; ¿o tal vez que intente ayudarte allá adentro y termine sin empleo?; ¡O no! ¡Ya se! Que estabas permitiendo que ese tipo te sedujera para así formar otra más de su lista. —Termina y continúa caminando. ¡Mierda! ¿Por qué me hace esto? ¿Por quién me toma? Aún así…
—Zayn, tal vez debería explicarte que…
—No me expliques nada Chloe, vete a la mierda. —Vaya que está enojado, pero no debería culparme a mí, aunque parece ser que esa es la actividad favorita de todos últimamente.
Lo miro alejarse más y más de mí, yo apenas si sigo caminando, pensando en lo que haré, siento mi pie resbalar y me doy cuenta de que he metido un zapato en un liquido de procedencia dudosa. Maldigo para mí misma.
— ¡Intento…! ¡Estoy intentando disculparme! —No sé de qué o  por qué, pero no encuentro nada más para impedir que siga su trayecto. De pronto un hombre con un maletín que venía hacia el callejón se desploma, asustándome, miro hacia todo lado en busca de ayuda pero esta desolado.
—Dios mío, ¿Qué es esto? —pregunto más bien al aire en lo que me acerco al hombre, es un tipo de unos sesenta con una barriga propia de su edad y que además está votando baba por la boca. Veo venir a Zayn, devolviéndose en los pasos que ya había adelantado.
— ¿Qué le pasa? —pregunta. Como si acaso yo supiera.
—No lo sé, se ha caído.
— ¿No sabes que le pasa? —Acaso ¿Qué? ¿Soy doctora?
—Ni siquiera sé si respira. Él… —Zayn se inca al lado del hombre y mete la mano en su boca, sacando lo que parece ser una caja de dientes, puedo ver su saliva gruesa y para nada transparente estirándose. ¡Dios! Nada podría ser más asqueroso.
—No te quedes ahí parada, busca ayuda. —Saco el celular para llamar pero algo cruza por mi mente.
— ¿Como sabemos que es autentico? —pregunto. Es decir, ¿preciso en este momento? ¿En este callejón?
—Se ha meado encima, eso es autentico para ti —responde Zayn muy hosco. Pero si, eso sería autentico para mí—. ¡Se está poniendo azul! —grita cuando me ve aún sin hacer nada. Me despierto de golpe y marco el número de una ambulancia pero estoy sin señal, así que vuelvo a mirar en busca de ayuda y encuentro una patrulla que se dirige hacia nosotros, me hago en frente mientras muevo los brazos sobre mi cabeza, indicándoles que se detengan.


Quince minutos después el hombre es puesto en una camilla y llevado a una ambulancia con un respirador artificial. Miro el reloj en mi muñeca, ya está algo tarde y no es que la casa de Niall este muy cerca que digamos.
—Tiene que llenar este impreso —me dice un oficial afroamericano pasándome una tabla de madera con unos papeles.
— ¡Ni siquiera conozco a ese hombre! —le espeto enojada, ¿Cómo cree?— No puedo mezclarme en esto. —Es verdad, esta declaración o lo que sea podría perjudicarme de una u otra manera.
—Deme —dice Zayn tomando los documentos con fuerza—. Yo lo haré. —Y camina para entrar a la ambulancia.
—Señorita, tengo que detenerle —dice el oficial y coloca una mano en la parte baja de mi espalda para moverme.
— ¿Detenerme?
—Hay que complementar el informe.
—Él se encargará de hacerlo —digo señalando a Zayn.
—Suba con su marido y los veré en el hospital. —Con todo esto yo me he ido subiendo a la ambulancia.
— ¿Hospital?
—A dos manzanas de aquí.
— ¡No es mi marido! —digo antes de que cierren las puertas con nosotros dentro, puedo verlo por la ventanilla, riéndose mientras nos retiramos.

La sirena me ensordece y hace que grite para que Zayn me pueda escuchar.
— ¡Esto es una locura! Hace poco más de quince minutos estaba en una cena remotamente tranquila y me dieron esta nota. —Saco el pequeño papel de mi bolso y se lo paso al chico que está sentado a mi lado con el ceño fruncido llenando unos papeles. Él la toma, la lee y la arruga para dejarla caer al suelo, demostrando que no le importa para nada—. ¿Respira todavía? —pregunto al paramédico y el asiente con la cabeza—. ¿Es necesaria esa sirena? —Vuelvo a preguntar y vuelve a responder de la misma forma.

Cinco minutos después nos detenemos en el sótano del hospital, los paramédicos bajan al hombre y yo lleno algunos papeles que me corresponden mientras que Zayn sale.
—Hay que hablar con alguien para acabar con esto —dice mientras busca a su alrededor.
— ¡Oye! —Lo detengo cuando comienza a alejarse—. Hace falta tu número de carné de conducir.
Zayn se acerca a mí para revisar el espacio en blanco. Aún estamos junto a la ambulancia cuando las luces de toda la planta se apagan y la gente comienza a correr, poniendo distancia entre nosotros, incluso el “enfermo” se ha recuperado como por arte de magia y ha salido a correr. Ahora solo nos iluminan las luces de la ambulancia, todo está desolado y solo se escucha el chocar de la camilla contra una patrulla que venía con nosotros.
— ¡Vaya! ¡Lo que faltaba! —digo comprendiendo todo finalmente.
— ¿Qué pasa? ¿Es una broma? —pregunta el moreno a mi lado en lo que observa a su alrededor.
—Eso es lo que intentaba explicarte. Esto es un juego.
— ¿Un qué?
—Es una empresa que se dedica a organizar bromas y cosas así. La verdad es que ni yo misma lo entiendo —digo mirando al techo, esperando encontrar una respuesta a todas mis dudas.
— ¿De qué hablas? ¿Esto es un…? —interpela aún confundido.
—Las luces se han apagado y un montón de gente ha salido corriendo —respondo con un tono de burla, como si el asunto fuera de lo más obvio y fácil de entender.
— ¿Quieres decir que el tipo que se meó encima y se puso azul estaba actuando? —Asiento con mi cabeza.
—Lamento todo esto.
—Haces bien —dice pensativo.
— ¿Por qué te mezclaran a ti? —Esta es una pregunta más para mí misma ya que él ahora está concentrado buscando algo entre las gavetas de la ambulancia.
—Aquí tiene que haber. Una. Puta. Linterna. —Su rabia se puede percibir claramente mientras golpea las pequeñas puertas y toma un extinguidor para después de estudiarlo lanzarlo al suelo. Al no encontrar lo que busca se baja y se queda mirándome, en sus ojos puedo ver algo de diversión y me pregunto en que está pensando.
—Creí que ese tipo iba a morirse y te obligue a hacerle el boca a boca —dice sonriendo. Maldito. Es cierto, en lo que venía la ambulancia nos desesperamos tanto junto con la policía que Zayn me presiono para que realizara ese procedimiento, ha sido lo peor que he pasado en mi vida, y claro, justo cuando creo que podré superarlo y dejar atrás esa horrible saliva caliente en el contorno de su asquerosa boca, él me lo recuerda.
—Hasta luego. —No pienso aguantar ahora esto. Me arreglo el abrigo y comienzo a caminar.
— ¿Cómo sabes que es por ahí? —Le escucho preguntar a mis espaldas.
— ¡No lo sé!
Segundos después escucho sus pasos detrás de mí.
— ¿A dónde han ido todos? Cabrones, hijos de puta. —Vaya vocabulario, pero para ser sincera creo que yo he pensado cosas aún peores en el poco tiempo que tengo acá.
Puedo distinguir a mi alrededor varios autos: nuevos, viejos, feos, bonitos…, cualquier estupidez de esas, pero solo quiero saber en donde están sus dueños. Veo a unas yardas la luz del ascensor colándose por las puertas que se acaban de abrir y enfilo el paso hasta allá con Zayn pisándome los talones.
En cuanto estamos dentro soltamos un pequeño suspiro producto de la placidez que esto nos causa. Nuestras manos están a punto de chocar en cuanto intentamos presionar un botón para salir de aquí, yo retiro la mía y permito que él lo haga. Esperamos unos cinco segundos pero la maquina parece no haber recibido la instrucción, él vuelve a presionar el botón varias veces pero nada, incluso hemos revisado la caja en la que están los cables y todo está en perfecto orden.
Una idea cruza por mi mente encendiendo la bombilla mágica, tomo mi bolso por tercera vez esta noche y busco la pequeña llave que siempre llevo conmigo. Me quedo observándola un momento y después actuó, esperando que esto de verdad funcione. La meto en uno de los espacios del elevador y la giro, finalmente funciona, ahora ya podemos marcar y subir. Las puertas se cierran y comenzamos a avanzar, siento como Zayn quiere decir algo pero solo le sale un sonido ahogado, así que creo que es mi deber darle una explicación.
—Mi mejor amigo me regalo una tarjeta de esa empresa. —Señalo las iníciales en la llave—, y bueno, esta llave la saque, de, de la boca… de un payaso. —No sé cómo hacer para que esto suene menos extraño y vergonzoso.
—Ah... lógico. —Y no dice nada más.
Hemos avanzado bastantes pisos cuando el elevador se detiene de golpe y las luces fallan.
—Esto no me gusta —dice él. Yo saco de nuevo el celular pero de nuevo sin señal—. ¿Cuál es el porcentaje actual de personas atrapadas en un elevador? —No puedo creer nada de esto. Sin embargo me quedo observándolo, él busca una salida y se ha quedado mirando al techo así que miro con él.
—Ni se te ocurra pensar en eso —espeto.
— ¿Por qué no?
—Mira lo que dice: Atención, no intente abrir el ascensor, si se para pulse el botón de emergencia —digo señalando el pequeño círculo rojo que reposa en la pared—, y espere la ayuda. Así que, vamos a esperar a que vengan.

Zayn no me ha querido hacer caso y ha abierto la puerta que reposa sobre nosotros, tanteando el campo, después baja con cuidado y me dice que me subirá, que pise sus manos.
—No, sube tu primero —le digo, con razones de sobra para no querer esta ayuda.
—No pretendo ser galante, si no te subo desde abajo, ¿cómo vas a subir luego?
—No, no sé. Puedes tirar de mí. —Se me agotan las opciones.
—Es más fácil a mi manera. Sube. —Pone sus manos juntas frente a mí pero me sigo negando—. Ven. —Muy bien, tocó.
—No llevo ropa interior —confieso a la velocidad de la luz. ¡Maldición! ¿Por qué tenía que hacerle caso a Jenna? ¿Por qué preciso hoy? Si no le hubiera contado acerca de Zayn ni de la cena que tenía con él y con Styles, que me ha recalcado: «Está más que bueno», no estaría ahora sin bragas disque para tener más confianza en mí misma—. Bueno, ya lo he dicho —digo mirando abajo para llenar el vació que se ha formado acompañado por la mirada fija del moreno sobre mí.
Después de sonreír traviesamente decide que le ayude a tomar impulso y sale del elevador, abre no sé como las puertas y me dice que podremos subir con ayuda de algunos de los cables que nos sostienen. Luego le veo meter una mano cubierta con grasa para ayudarme, la examino por breve y llego a una rápida conclusión.
—Prefiero la otra. —Lo escucho gruñir pero aún así guarda la que me ha tendido y mete la otra. Lo tomo con fuerza y comienzo a subir, pero para pesar mío mi cartera se cae en el proceso y ya no puedo volver por ella ya que una vez pasamos las puertas estas se cierran.
Me lamento por muy poco ya que en cuanto comenzamos a caminar para encontrar una salida me doy cuenta de que el lugar en donde estamos es CRS.
— ¿Qué es CRS? —pregunta en cuanto le digo.
—La empresa de la que te he hablado. Con la que tengo esa tarjeta de regalo. Esta es su planta. —No sé cómo no pude darme cuenta antes, estamos en el Chrysler. El caso es que no conocía esos sótanos ni el elevador por el que subimos. Pero ya no puedo escuchar ni mis propios pensamientos, alguno de los dos ha disparado una alarma y ahora estamos sumergidos en el barullo que esta produce. Zayn deja de limpiarse y me mira esperando que le diga que hacer.
—Espera, esperaremos a que vengan los de seguridad y se lo explicaremos.
—Les va a encantar, explícaselo por los dos —dice sarcástico. Lo próximo que veo es al moreno corriendo mientras abre la salida de emergencia.
— ¡Espera! ¿A dónde vas? —Él no se detiene y una patrulla de policía ya ha llegado.