Solo los miercoles (Joe y Tu) [Adaptación Terminada]

___________ miró fijamente a la pantalla de su portátil. Lo había encendido con la intención de ponerse al día con su correo electrónico y, en vez de eso, se había ido al procesador de textos y había empezado a escribir, para tratar de comprender por qué se había enojado tanto con Joe. Había encontrado la respuesta inmediatamente. Había sentido miedo de que él hubiera visto demasiado, de que se hubiera dado cuenta de que la aterraba... ¿El qué? No sé lo que quiero. Ya no puedo seguir fingiendo que lo único que deseo es sexo. Él es mucho más que eso, mucho más, pero ¿qué exactamente? Pienso demasiado en él. Le concedo demasiadas buenas cualidades. No quiero conocerlo para que así no pueda ver nada que yo quiera que sea. Tal vez lo que busco es que él no me conozca a mí para que yo pueda ser lo que yo quiera. Sin embargo, en estos momentos, la persona que estoy fingiendo ser está enamorándose de la persona que yo estoy fingiendo que es él... ¿cómo puede ser todo tan complicado? Entonces, ¿qué es lo que realmente sé? Es muy sensual. Hace que las rodillas se me conviertan en gelatina con solo mirarme. Es considerado, sabe escuchar... ¡Claro! ¡Si es psiquiatra! Tiene un maravilloso sentido del humor. Es amable, pero, cuando asume el mando, es dominante al cien por cien. Siempre aparece cuando dice que va a hacerlo. Huele maravillosamente y tiene el mejor tórax del hemisferio norte. Su trasero debería aparecer en la portada de la revista Time. Me hace el amor como un...
Allí se detuvo. Se dio cuenta de que, en realidad, no habían hecho el amor. Habían tenido relaciones sexuales, pero nada más. Hacer el amor tenía que ver con la unión, con la vulnerabilidad, con la rendición... Lo que ellos habían hecho tenía solo que ver con la intensidad, con el anonimato, con la fantasía, con el peligro... Sin embargo, el peligro mayor era el amor. Aquello era lo que más la asustaba. ¿Qué es lo que quiero? ¿Qué es lo que quiero? Si pudiera tenerlo todo, ¿qué sería lo que yo querría?
Garantías. Certeza de que la amaba incondicionalmente, de que su dinero, su familia o sus amistades no le importaban en absoluto. De que la amaría para siempre y que nunca le rompería el corazón.
Se echó a reír al darse cuenta de que en la vida no podría haber garantías. No tenía razón alguna para pensar que el amor era una opción para Joe. Recordó una cita que se le había grabado en la memoria: «Arriesgarse a amar, saber que la pérdida podría ser inevitable, es nuestro mayor desafío».
Efectivamente, lo único que era seguro era que la pérdida era inevitable... Dada esa situación, ¿qué era lo que quería? Dado quién era ella y quién era Joe, ¿qué estaba dispuesta a arriesgar?
Miró fijamente el cursor, con los dedos encorvados. Sin embargo, no pudo escribir nada. El pulso de Joe latía a toda velocidad cuando cruzó el vestíbulo del hotel.
Deseaba que ___________ estuviera allí, que se alegrara de verlo, que se hubiera olvidado de lo que había ocurrido el miércoles pasado. Efectivamente, quería saberlo todo sobre ella, pero no pensaba estropear lo que habían conseguido hasta entonces. Guardaría silencio. Se quedaría satisfecho con lo que ella quisiera darle. La necesidad que tenía de ella era tan poderosa...
Antes de entrar en el bar, dudó unos segundos. Entonces, atravesó la puerta. ___________ estaba sentada a la barra. Al verla, Joe sintió que volvía a respirar.
Era tan hermosa que sintió que lo cambiaba literalmente. Su cuerpo cambió, se hizo algo nuevo. Y eso que ni siquiera se había dado la vuelta. ..
Cuando lo hizo por fin, vio que sonreía. El alivio lo hizo sentirse como un tonto. Se acercó a ella y se inclinó para besarla. Se suponía que aquel beso debía de ser un modo de saludarla. Sin embargo, en cuanto unió sus labios con los de ella, no pudo abandonarlos sin saborearlos completamente. Cuando por fin logró apartarse de ella, el deseo por llevársela a la habitación se había apoderado completamente de él.
—¿Te apetece tomar algo? —le preguntó ella.
—No. Solo deseo una cosa.
—Entonces, vamos —susurró ___________, poniéndose de pie.
Llevaba un vestido negro, que se ceñía perfectamente a sus curvas y destacaba la palidez de su piel y de su cabello. En cuanto Joe la tomó de la mano, supo que ___________ deseaba lo mismo que él. Aquella noche, le tocaba a él y sabía perfectamente lo que quería hacer. No estaba seguro de que ella estuviera dispuesta, pero la persuadiría. Cuando llegaron a la habitación, Joe la cerró con llave y entonces la tomó entre sus brazos. La colocó contra la puerta de la habitación y, tras hacerle tirar el bolso y el abrigo, se envolvió con ella en un beso embriagador. Al ver que ella respondía con la misma pasión, se sintió perdido. Entonces, le agarró las manos y se las levantó por encima de la cabeza mientras le mordisqueaba suavemente el labio inferior. Deseaba besarla por todas partes, y decidió empezar con la base de la garganta. El perfume que aspiró al hacerlo le hizo desearla aún más. Pasó a besarla donde el pulso le latía y comprobó que su rápido ritmo era idéntico al de él.
—Te deseo. Maldita sea, ___________, no me canso de ti...
—Lo sé. Es tan...
—Lo es todo. No me importa quién seas ni que no quieras decirme nada sobre tu vida. Con esto puedo ser feliz, pero lo quiero todo contigo. No quiero tener secretos.
Lamentó sus palabras en cuanto ella se dio la vuelta. ¿Qué demonios le pasaba? ¿De verdad era tan estúpido?
—Joe...
—¿Sí? —preguntó él, rezando para que aquello no fuera una despedida.
—Técnicamente, me sigue tocando a mí, ¿sabes? Tener que ir a Urgencias no fue ninguna fantasía para mí.
—Eso no es justo...
—Para mí tampoco lo fue el otro día...
—Entonces, ¿quieres volver a intentarlo?
—Todavía no —contestó ella, acariciándole la frente, donde había tenido el chichón—. Esperemos un poco hasta que los hematomas desaparezcan.
—Trato hecho —dijo él. Entonces, hizo ademán de desabrocharse la camisa.
—Un momento.
Ella lo tomó de la mano y lo llevó hasta el sofá.
Allí, se sentaron.
—¿___________?
—¿Sí?
—¿Qué estamos haciendo?
—Estamos hablando —replicó ella, con una sonrisa—. O lo estaremos haciendo muy pronto.
—No entiendo.
—Sobre ti
—¿Qué es lo que quieres saber? —preguntó él, sabiendo que sería un paso adelante si podía ser sincero con ella.
—¿Quién fue la primera chica de la que te enamoraste?
—De Natalie Benson.
—No te ha costado mucho acordarte.
—Fue la primera y esa siempre es muy importante
—¿Dónde la conociste?
—En el quinto curso. Se sentó delante de mí durante un curso completo. Tenía el cabello largo y oscuro, que olía a manzanas verdes.
—Vaya... ¿Y correspondió ella a tus afectos?
—Durante un breve momento.
—Cuéntamelo.
—Yo la seguía como un perro y ella me toleraba, supongo que para poder utilizar mi bicicleta. Después de semanas, conseguí reunir el valor para besarla. Ella pareció sorprenderse, pero , no me abofeteó ni gritó ni nada. Yo decidí tomar aquello como una declaración de amor.
___________ se echó a reír.
—Sin embargo —prosiguió él—, como en todas las tragedias, Natalie me dejó al poco tiempo. Brad GeckIer me la robó con la promesa de un monopatín. Ella nunca se lamentó de su decisión y yo nunca me olvidé de ella.
—¿Sabes qué ha sido de ella?
—Sí. Se mudó a Ohio, se casó y ha tenido hijos. Lo último que supe de ella fue que era profesora en una guardería.
—¿Quién vino después?
—¿Después?
—¿Quién fue tu siguiente amor?
—Ah. Eso fue más complicado. Fue una historia similar a esta detrás de otra. No empecé a tener suerte con las chicas hasta que llegué al instituto. Creo que tuvo algo que ver con el hecho de que, un memorable verano, crecí quince centímetros de golpe.
—¿De quién te acuerdas más?
—De Mane Clyner.
—Cuéntamelo.
—Su voz era muy suave. Siempre tenía que inclinarme un poco para oír lo que decía. Aquel sonido, que casi era un susurro, me volvía loco.
—¿Es eso lo único que te gustaba de ella?
—Sí. Con eso me bastaba.
—¿Y qué te decía con esa voz tan mágica?
—Por mí como si recitaba la guía de teléfonos. Yo habría sido su esclavo de todos modos.
—Sin embargo, no se convirtió en la señora de Joe.
—No. Ella fue a Stanford y yo a Harvard.
—¿Conseguiste acostarte con ella?
—Fue la primera.
—¿Y?
—Confieso que todo acabó en dos segundos pero eso fue la primera vez. Luego, mejoró.
—Esto tengo que decirlo yo...
—Bueno, ¿vamos a repasar mi vida sexual por completo?
—Tal vez.
—¿Y vas a seguir sentada tan lejos de mí?
—Tal vez.
—Hmm...
—¿Qué ocurre?
—¿Es esta tu fantasía? ¿Escuchar cómo yo te hablo de mis antiguas novias?
De repente, Joe vio que la expresión del rostro de ___________ cambiaba completamente. Se giró un poco y miró hacia la ventana. Él sintió que había vuelto a meter la pata por segunda vez aquella noche...
—Mi primera vez fue cuando yo tenía dieciocho años. Él tenía veinticinco. Estaba cansada de ser virgen. Lo conocí en un baile. Era camarero.
—Me llevó al campo de golf y me besó durante mucho tiempo. Aquello fue lo bueno. Todo acabó muy rápidamente. Él no era muy... habilidoso. Por supuesto, aquello era algo que yo no sabía entonces, pero me pregunté por qué la gente se alborotaba tanto por aquello. Después de eso, me llamó muchas veces. Yo le dije que no podía salir con él porque mis padres no me dejaban. A él no le importó. Poco después, me marché a Londres para visitar a mi tía. Mi prima Betty me dijo que él había ido a hablar con mi padre y le había contado todo lo que ocurrió, amenazando además con decírselo a todo el mundo en el club. Aquello arruinaría mi reputación. Mi padre le dio dinero. Yo nunca supe dónde se había ido, pero nunca volví a verlo.
Joe buscó algo reconfortante que decir, pero no se le ocurrió nada. Por eso, le acarició la mejilla y la obligó a mirarlo. Entonces, la besó. No podía cambiarle malos recuerdos, pero sí podía darle otros nuevos...
Ella le acarició el cuello. La presión del beso se fue haciendo mayor. Los dos se pusieron de pie. ___________ se aferró a él, desesperadamente, y trató de meterle la lengua en la boca, de apretar su cuerpo contra el de él, pero Joe la apartó. A pesar de todo, consiguió agarrarle la hebilla del pantalón. Se la desabrochó y le bajó la cremallera antes de que él pudiera reaccionar. Entonces, cuando ella le tocó su potente erección, no quiso pararla. ___________ lo empujó y lo hizo sentarse en un sillón. Entonces, se puso de rodillas...
—___________, espera. Eso no tiene nada que ver con nosotros.
—Ahora sí.
—Por favor, ¿podemos hablar?
—No. Ya hemos hablado lo suficiente. Solo quiero fantasías.