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Solo los miercoles (Joe y Tu) [Adaptación Terminada]

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Mensaje por Bianca Lun 03 Oct 2011, 5:42 pm

ooooh vamos sigue porfavor que te cuesta anda siii un capi mas anda porfis jeje bueeh no te presiono espero cap pronto saludos
Bianca
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Solo los miercoles (Joe y Tu) [Adaptación Terminada] - Página 3 Empty Re: Solo los miercoles (Joe y Tu) [Adaptación Terminada]

Mensaje por Nani Jonas Lun 03 Oct 2011, 5:43 pm

siguela plis
Nani Jonas
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http://misadatacionesnanijonas.blogspot.mx/

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Solo los miercoles (Joe y Tu) [Adaptación Terminada] - Página 3 Empty Re: Solo los miercoles (Joe y Tu) [Adaptación Terminada]

Mensaje por Eu^_^ Mar 04 Oct 2011, 11:25 pm

Sigue
Eu^_^
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http://ellen-shuker.metroblog.com

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Solo los miercoles (Joe y Tu) [Adaptación Terminada] - Página 3 Empty Re: Solo los miercoles (Joe y Tu) [Adaptación Terminada]

Mensaje por Paulihh-27 Miér 05 Oct 2011, 10:38 am

JONATICAS!
NO SE OLVIDEN DE VOTAR POR LOS JONAS EN MTV A LA LUCHA
[url=http://www.mtvla.com/alalucha][url=http://www.mtvla.com/alalucha]http://www.mtvla.com/alalucha[/url][/url]
ESTAS SON LAS RESPUESTAS A LAS PREGUNTAS
¿En qué año lanzaron su película Jonas Brothers: The 3D Concert Experience?
- 2009

¿En qué álbum de la banda está el éxito S.O.S?
- Jonas Brothers

¿Cómo se llamaba llamaba la banda en sus inicios?
- Sons of Jonas

¿Cómo se llamó el álbum debut del trío?
- It's about time

¿En la portada de qué álbum de la banda aparecían los tres hermanos con paraguas?
- A Little Bit Longer
PARA LAS QUE AMAN A LOS JONAS Solo los miercoles (Joe y Tu) [Adaptación Terminada] - Página 3 1477071114
NO NOS PODEMOS DEJAR GANAR DE LAS BELIBERS
JONATICAS AL PODER!!!!!!!! POR QUE JB SIGNIFICA JONAS BROTHERS
Paulihh-27
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Mensaje por Eu^_^ Jue 06 Oct 2011, 9:53 am

sigueee
Eu^_^
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Solo los miercoles (Joe y Tu) [Adaptación Terminada] - Página 3 Empty Re: Solo los miercoles (Joe y Tu) [Adaptación Terminada]

Mensaje por Ariali Stylinson Jue 06 Oct 2011, 11:28 am

Ariali Stylinson
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Mensaje por NiinnyJonas Jue 06 Oct 2011, 1:43 pm

Mis hermosas perdonen el que tubieran que esperar tanto, pero tengo una buena razon... se llama NICK JONAS AND THE ADMINISTRATION EN CHILE!!!!!!!!!!!!!

hahaha les dejare dos capítulos si...
Las amo

Niinny Jonas
NiinnyJonas
NiinnyJonas


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Mensaje por NiinnyJonas Jue 06 Oct 2011, 2:16 pm

Capítulo V

___________ pareció comprender lo que él deseaba y se tumbó, dejando que su cabello rubio se extendiera por la almohada. Joe se echó a su lado y le tomó la cara entre las manos. Entonces, volvió a besarla, aquella vez de un modo duro y apasionado. Aunque las sábanas hubieran empezado a arder, no habría podido parar. Nunca había deseado a nadie tan desesperadamente. Tuvo que contenerse para no separarle las piernas y penetrarla, hundiéndose una y otra vez en ella hasta que no pudiera más. Sin embargo, su autocontrol lo animó a contenerse. Suavemente, empezó a acariciarle los senos, la cintura, el vientre y aún más abajo... Las yemas de los dedos estimularon suavemente la sensible piel del interior de los muslos.
—¿Te gusta que te toque, ___________?
—Sí —ronroneó ella, al sentir que él le tocaba el vello que cubría su feminidad. Entonces, él le acarició los pliegues interiores, animándolos para que se abrieran. ___________ suspiró de placer, pero aquello no fue suficiente.
—Quiero oír cómo lo dices —le ordenó él, introduciéndole el dedo corazón por la delicada abertura, mientras le estimulaba el clítoris trazando círculos infinitos a su alrededor.
—Me encanta que me toques, Joe...
Él se inclinó sobre ___________ y volvió a besarla, aunque sin dejar de acariciarla con un movimiento insistente pero delicado. Finalmente, se vio recompensado por los primeros gemidos y por los movimientos de sus caderas.
—Déjame llevarte hasta el orgasmo...
___________ no respondió, sino que se limitó a levantar las caderas un poco hacia la mano que la acariciaba.
Joe le mordisqueó el cuello, sin dejar de acariciarla. Los gemidos de ella fueron aumentando a medida que su cuerpo iba respondiendo de la manera más increíble. Los movimientos de caderas, el modo en que le temblaban los pechos, los labios entreabriéndose para poder tomar aire...
___________ se movió un poco, permitiendo que él apretase la boca contra la sensible piel de debajo de la oreja. Le lamió la carne suavemente, haciendo que ella gimiera de placer. Entonces, le introdujo un segundo dedo. Sintió que ella se ponía completamente rígida.
Los músculos del cuello se le tensaron y todo su cuerpo cambió como preludio del clímax. Se levantó un poco para poder verla, con mucho cuidado de seguir frotándole el clítoris a pesar de cada vez le hundía más los dedos.
—Por favor... —susurró ella, con la voz tan tensa como el cuerpo.
Entonces, los espasmos se apoderaron de ella. Se arqueó sobre el colchón, aferrándose a las sábanas y arrancándolas casi de la cama. Joe no se detuvo, a pesar de que sintió que ella temblaba, que gemía de placer...
Nunca había visto nada más hermoso. Su propósito en la vida era dar placer a aquella mujer, verla alcanzar el orgasmo, avivar las llamas de su deseo...
Finalmente, la mano de ___________ le tocó la suya y, de mala gana, Joe se detuvo, aunque no retiró la mano demasiado lejos. Se la colocó sobre el vientre y volvió a besarla en el cuello.
—Dios mío... Ha sido tan...
—Me alegro —susurró él.
—¿Qué puedo hacerte para darte las gracias?
Rápidamente, le agarró la erección. Joe gimió al notar el contacto. Sintió cómo ella hacía subir y bajar la mano, apretándolo lo justo. Entonces, él se dejó caer sobre las almohadas y ___________ se inclinó sobre su cuerpo, besándolo muy suavemente en los labios.
De repente, se detuvo y se llevó la mano a los labios. Se la humedeció con la lengua. Joe abrió los ojos con lascivia y le acarició la mejilla para animarla a lo que iba a hacer. Cuando ella volvió a reanudar sus caricias, continuó también su exploración, dispuesta a saborear todas las partes del cuerpo de Joe que pudiera alcanzar.
Empezó con la mandíbula, mordisqueándole y lamiéndole la piel hasta llegar a la garganta. Una vez allí, se movió un poco para que, con la otra mano, pudiera acariciarle el pecho. Era firme y ligeramente cubierto de un vello castaño, por lo que ___________ disfrutó tocándoselo, acariciándole sus firmes músculos. Cuando le tocó un pezón, se vio recompensada por un gemido de placer. Joe se arqueó, como pidiendo más, lo que le dio varias ideas a ___________. Sin embargo, decidió no precipitarse. Le lamió el cuello, la clavícula y, por fin, encontró el lugar perfecto debajo de la oreja, Allí, lo mordió suavemente. Quería marcarlo, hacer que, cada vez que él se mirara al espejo, pensara en ella. Joe gritó de placer. ___________ decidió seguir bajando. Le besó suavemente los pectorales, dejando que la lengua le rodeara los pezones, sin llegar a tocárselos. Tal y como había previsto, él volvió a arquearse bajo sus caricias. ___________ prolongó su tormento lamiéndole la tierna piel del costado. Joe gimió en tono de protesta, pero no trató de meterle prisa. Agradecida, ___________ le dio lo que deseaba. Frunció los labios sobre la firme carne y aspiró. Sintió que el cuerpo de Joe se tensaba; oyó que gemía de placer. Cuando movió un poco la lengua, sintió que la erección se hacía más potente aún. No estaba segura de cómo podía controlarse de aquel modo. Larry la hubiera detenido mucho tiempo atrás después de un par de besos. Para entonces, ya la habría penetrado, sin preocuparse en absoluto de su placer. Joe no era Larry. No era como ningún otro hombre que hubiera conocido, aunque estaba segura de que deseaba conocerlo mucho mejor...Al darse cuenta de lo que estaba pensando, fue deteniendo sus movimientos. Aquella relación se trataba precisamente de mantener las distancias, de centrarse en el placer, en la intensidad, en el anonimato. Sin embargo, a pesar de todo aquello quería conocer a Joe, a la persona. Saber lo que pensaba, lo que lo hacía reír...
—¿___________? ¿Estás bien? —preguntó él, al ver que se incorporaba.
Ella asintió, sin saber qué decir. Si le decía la verdad, lo estropearía todo. Joe buscaba lo mismo que ella. No. No debía decírselo. Seguramente era algo pasajero. Solo se estaba poniendo algo sentimental... Decidió que lo que quería aquella noche era saborear, tocar, familiarizarse con él... Sin embargo, hasta que se sintiera cómoda con él, hasta que pudiera entenderlo, no podía dejar que la penetrara. Estaba segura de que no le importaría cuando hubiera hecho con él lo que estaba pensando.
—¿Qué te pasa?—gimió Joe.
—Nada. Lo único que tienes que hacer es tumbarte y dejar que yo me encargue de todo...
—Espera un momento...
___________ no respondió. Se puso de rodillas y se colocó entre las piernas de Joe. Tenía que tener libertad de movimiento. Durante un momento, estuvo mirándole la erección. La tenía larga y gruesa. Era un hermoso espécimen... Volvió a tocársela, arrastrándole un dedo por la parte inferior hasta llegar a la punta. Joe se tensó y cerró los ojos.
___________ volvió a trazarle aquel mismo camino, aunque aquella vez con la lengua. Él se echó a temblar. Ella lo estimuló con la lengua, sin parar hasta que consiguió que él levantara las caderas. Entonces, lo acogió en el interior de la boca, pero no frunció los labios. En vez de eso, movió la cabeza de forma circular, haciendo que el pene se deslizara por diferentes partes de su boca.
—Ssssí —siseó.
Con mucho cuidado de no tocarlo con los dientes, ___________ siguió moviéndose de aquel modo, sin parar, disfrutando con el suave sabor salado de su piel. Entonces, le agarró el pene con la mano y apretó un poco más los labios. Sintió que Joe no iba a aguantar mucho más. De hecho, estaba segura de que le faltaban segundos para llegar al clímax. Le colocó el pulgar en la base del pene y lo apretó ahí. Mientras apretaba, chupaba con fuerza. Efectivamente, no tuvo que esperar mucho tiempo. Joe susurró su nombre y se agarró a las sábanas. ___________ chupó todo lo fuerte que pudo y ya no hizo falta nada más. Él lanzó un grito y, cuando ella levantó la cabeza, vio que su esencia empezaba a fluir, aunque no dejó de acariciarle el pene con la mano. Se vertió durante mucho tiempo. Cuado terminó por fin, el resto de su cuerpo empezó a temblar.
___________ no quería admitir que ver aquello la había afectado mucho más de lo que pensaba. Había algo en su abandono, en la singularidad de su respuesta, que lo hacía parecer increíblemente femenino. Mientras que él seguía con los ojos cerrados, ___________ se levantó de la cama y se fue al cuarto de baño. Después de lavarse las manos, humedeció una toalla con agua templada y se la llevó al dormitorio. Vio que Joe no se había movido ni un solo centímetro.
Cuando lo tocó con la toalla, se sobresaltó un poco, pero entonces suspiró. Cuando ___________ hubo terminado, se metió en la cama con él y se acurrucó contra su cuerpo.
—Dios mío —susurró él—. Ha sido...
—Sí...
—Nunca he...
—Bueno, y qué ibas a decir.
—Mira —replicó él, riendo—, algo que deberías saber sobre mí es que nunca miento. Y casi nunca exagero.
—¿De verdad?
—¡Graciosa!
—¿Cuál es tu color favorito?
—¿Mi color favorito? —repitió él, levantando un poco la cara para mirarla. ___________ asintió—. No lo sé.
—Bueno, si lo supieras, ¿cuál sería?
—El morado...
—¿De verdad? Ese es también mi color favorito.
—Yo habría dicho que te iba más el rojo que el morado.
—Algunas veces, pero, principalmente, es el morado.
—Entonces, ¿puedo quedarme?
—¿Cómo dices?
—Digo que si puedo quedarme porque me gusta el color adecuado.
—No se trataba de una prueba...
—Entonces, ¿qué era? —preguntó él, con voz muy seria.
___________ se preguntó lo que debía decirle. ¿Qué una parte de ella se arrepentía de lo que había acordado, que tenía una gran curiosidad hacia él?
—¿Ha sido esta noche lo que tú querías?
—¿Por qué? —quiso saber ella.
—Me dijiste que nunca antes habías hecho algo como esto.
—y es cierto.
—¿y bien?
—Ha sido fantástico.
—¿Pero?
—He descubierto que quiero más –confesó ella.
—¿Más? —repitió él, muy contento.
—No, lo siento, no quiero más de esa clase.
—Dime entonces lo que quieres —dijo él, sin protestar.
—Más sobre ti, pero no solo tu cuerpo.
—¿Se trata de un cumplido o es que he hecho algo mal?
—No. Lo has hecho todo muy bien. Demasiado bien.
—¿Cómo puede ser eso?
—Cuando estropea el propósito del juego.
Joe se quedó en silencio durante un largo tiempo, aunque no paró de acariciarle suavemente el brazo.
—Te diré todo lo que quieras —dijo, por fin.
—Te creo.
—Entonces, pregúntame.
—No se trata de eso. Creo que me dirías todo lo que yo quisiera saber, lo que me hace no querer preguntar.
—De acuerdo —susurró él, tras detener la mano, aunque solo durante unos segundos.
—Es decir, si pensara que me estabas ocultando algo, nunca me habría mostrado tan vulnerable hacia ti.
—Pero no me conoces.
—Claro que te conozco. Eso es lo más extraño de todo. En el momento en que te vi, sentí que te conocía. Como si te conociera desde hace mucho tiempo...
—¿De verdad?
—Sí.
—Qué raro.
—Lo sé. No es en absoluto propio de mí. Normalmente soy muy cautelosa y me lleva mucho tiempo conocer a alguien. De hecho tengo el mismo grupo de amigos desde la universidad.
—Yo me refería a que era muy raro porque yo sentía exactamente lo mismo acerca de ti.
—Eso no puede ser cierto.
—Pues lo es. ¿Te acuerdas de lo que te dije? Yo nunca miento.
—¿Te sentiste de ese modo en la tienda de los chales? ¿O el miércoles pasado?
—Un poco en la tienda. Y mucho el miércoles pasado.
—Tal vez se deba a nuestro deseo sexual
—He tenido muchas conversaciones acerca de la libido y, confía en mí, que esto no se trata de eso. Esto fue un... no lo sé. Un sentimiento de familiaridad. De seguridad...
—Sí, eso es. Eso es exactamente. Solo que...
—Sigue.
—No esperaba desear más.
—y los dos queremos más.
—No sé lo que hacer al respecto. Necesito pensar.
Joe se movió ligeramente y la colocó de manera que los dos estuvieron compartiendo la misma almohada. La besó suavemente y entonces la miró a los ojos.
—¿Por qué no haces eso precisamente? ¿Por qué no lo piensas? No te mentiré diciendo que no me importará si tú decides que no quieres volver a verme, pero se puede negociar conmigo... Si prefieres ir por una ruta más tradicional, lo único que tienes que hacer es decirlo.
___________ lo miró fijamente. No vio mentiras, trató de buscar una pequeña chispa de deshonestidad que nunca había logrado encontrar en Larry. Aquel era el problema. En todos los años que había pasado con su ex, en la intimidad que había tenido con él, nunca había sospechado sus verdaderos motivos. ¿Cómo podía confiar en un desconocido? A pesar de la amabilidad que irradiaban sus ojos, era un extraño para ella.
La única parte de su plan que no estaba dispuesta a abandonar era que aquella vez se dejaría llevar por la cabeza y no por el corazón. Era una fantasía, no un cuento de hadas.
—Te lo diré el próximo miércoles —dijo.
—¿A la misma hora y en el mismo lugar?
—Exactamente. Y Joe...
—¿Sí?
—Tú también puedes elegir. Quiero que pienses mucho sobre este asunto, si eso es lo que quieres...
—No necesito hacerlo... Estoy dentro. Sean cuales sean las reglas. Te lo digo en serio —reiteró él, tocándole suavemente la mejilla—, aunque el resultado sea que solo podemos ser amigos platónicos, ¿queda claro?
___________ cerró los ojos y se relajó. Le había quedado muy claro. Solo esperaba que fuera cierto.

Era muy tarde, casi las dos, pero Joe no podía acostarse todavía. Su mente corría desbocada. La noche no había resultado ser lo que él había esperado. En cierto modo, su imaginación había resultado completamente inadecuada. Por otro lado, se habían separado algo pronto para su gusto.
Más que sentir sus labios, había deseado estar dentro de ella. Sin embargo, también había comprendido que aquello era algo nuevo para los dos, que era un experimento. En realidad, aquella era una de las cosas que hacía que todo fuera tan atractivo.
Aunque no se había sentido muy contento cuando ella se había levantado de la cama para vestirse, se alegraba de que hubiera podido decirle la verdad de cómo se sentía. Sin sinceridad, aquello se desmoronaría, lo que significaba que él también tenía que ser sincero con sus sentimientos. El único problema era que no estaba seguro de cuáles eran estos. Por supuesto, le había gustado el sexo. ¿Y a quién no? ___________ era una mujer increíble y con una fantasía sacada de Penthouse. Sin embargo, había mucho más que el simple plano horizontal. ___________ tenía algo que ocultar y, a pesar de que no quería prestarle atención, sabía que no era prudente.
¿Por qué no le decía el apellido? Se había hecho aquella pregunta mil veces en la última semana. ¿Estaría casada? Si era así, probablemente sería con alguien de buena posición, pero no había visto anillo alguno, aunque, por supuesto, como tenía una piel tan pálida, se lo podría haber quitado momentos antes de llegar. Se sentó en un sillón y sintió que tenía el mando a distancia de la televisión debajo de la pierna. La televisión llevaba encendida durante horas. Rápidamente la apagó y se puso de pie otra vez. Si lograba quedarse dormido en menos de media hora, lograría al menos descansar durante cuatro. No era suficiente, pero sí mejor que nada.
Se dirigió a la cocina por un poco de agua. Entonces, pensó invitar a ___________ a su apartamento. Le gustaría cocinar para ella. No era un gran cocinero, pero hacía un plato de pasta que parecía gustar a todos sus amigos. Sin embargo, sabía que ___________ no querría acudir a su casa. No iba a pasar a ser una parte real de su vida. Solo seguiría siendo suya en las sombras...
¿Qué querría ocultar una mujer tan sofisticada y hermosa como ___________? Aquel era demasiado misterio para aquellas horas de la mañana. Tomó un vaso de agua, apagó las luces y se fue a su dormitorio. Cuando vio la cama, se la imaginó allí, desnuda, tumbada entre las sábanas...
Un fuerte sentimiento de anhelo se apoderó de él, junto con un instinto mucho más básico. Siempre le habían gustado los enigmas, y no se podía imaginar uno más interesante que el de ___________ sin apellido.
Lo había fastidiado. No importaba cómo quisiera contemplar el asunto. La verdad era que estaba metida en ello hasta las orejas y eso que solo lo había visto dos veces.
___________ se estaba tomando un café mientras esperaba a que Barbara apareciera. ___________ trabajaba dos o tres días a la semana para una organización benéfica, principalmente recaudando fondos. No le gustaba verse implicada en la publicidad o en los anuncios. Su ayuda iba dedicada a contactar gente con dinero, de los que ella conocía muchos a través de su familia, y presionarlos para que realizaran donaciones.
Se había reunido con Barbra Streisand en varias ocasiones, aunque nunca lo habían hecho en solitario. A pesar de que sabía quién era, estaba demasiado preocupada con su dilema de los miércoles como para sentirse intimidada. Habían pasado dos días y no había dejado de pensar en Joe y en lo que había ocurrido entre ellos. Lee la había llamado una docena de veces, muy preocupada por la reticencia que ___________ mostraba a la hora de hablar con ella. Tal vez aquello también había sido un error. Tomó un trago de vino y miró el reloj. Se había tomado muchas molestias para asegurarse de que nadie las molestaba. Estaba sentada en un reservado de un elegante y caro restaurante. El reservado tenía un ambiente cálido y acogedor, que resultaba perfecto para su propósito. Barbra no solo iba a dar su dinero, sino también tiempo y energía, que eran con mucho lo más valioso. Por supuesto, aquello era algo que la diva todavía no sabía, pero aquel detalle no preocupaba a ___________. Se le daba muy bien lo que hacía. Un camarero muy atractivo entró para volver a llenarle la copa. Tal vez le habían asignado aquel cometido porque tenía mucha experiencia, aunque podría ser que hubiera sido solo por su belleza. ___________ miró la chapa en la que llevaba escrito su nombre.
—¿Qué significa?
—Jonathan James, señora —respondió él, ruborizándose ligeramente.
—Gracias, Jonathan James. Por favor, felicite al sumiller de mi parte.
—Lo haré, señora. Gracias —replicó el joven, realizando una reverencia.
Señora. Odiaba que la llamaran señora. Solo tenía veintisiete años, no era una señora. Sin embargo, sabía que la edad no era la única razón pa aquel tipo de miramientos. También lo era el dinero. Si tenía el suficiente, una persona recibía todas las cortesías.
El dinero lo cambiaba todo y no le cabía la menor duda de que su aventura amorosa con Joe no sería excepción alguna. Sin embargo, aquella no era su principal preocupación en aquel momento. Tenía muchas cosas en qué pensar y que no tenían nada que ver con Joe. Su cínico corazón se había llevado un buen revés. Lo podría haber comprendido si hubiera conocido a Joe desde hacía un tiempo. Incluso entonces, habría pensado que el miedo habría contrarrestado cualquier ilusión romántica. No era que pensara que nunca más volvería a casarse. Lo haría, de eso estaba segura. Sin embargo, no lo haría con un desconocido que había conocido en una tienda. Acabaría con alguien parecido a ella. Con un igual. Alguien que pudiera comprender sus circunstancias. La ayudaría un poco si sintiera interés por los hombres que tenía en su círculo. Baxter Finch le pedía que se casa con él con regularidad, pero tenía una voz chillona que le repelía. Dennis Forrester era otro posible candidato al que había utilizado algunas veces como acompañante. Desgraciadamente, tenía la misma personalidad que un trapo.
Era una tontería seguir pensando sobre aquello... Su relación con Joe no tenía nada que ver con la posición en la sociedad, con los matrimonios de conveniencia ni con nada más. De eso se trataba precisamente. Se suponía que no tenía nada que ver con la prudencia. Entonces, ¿por qué se había sentido tan triste al marcharse del hotel?
Tal vez «triste» era una palabra demasiado fuerte. Le encantaba estar con Joe, pero sabía que no debía sentir nada más que placer sexual... Por supuesto, nada como una noche de insomnio.
A la mañana siguiente, después de tomarse un café, se había recordado que podía tener lo que quisiera, mientras mantuviera fría la cabeza. No había lugar para los sentimientos. No podía haber nada más que sexo. Sexo egoísta, centrado y anónimo... ¿ Porque no?
Un pensamiento estuvo a punto de aflorar a la superficie, uno que le lanzó un escalofrío por la espalda. Sin embargo, se oyó un cierto bullicio al otro lado de la puerta, por lo que decidió poner a Joe en un segundo plano. Se puso de pie y sonrió mientras la mujer con la que iba a almorzar se acercaba a la mesa. Lee Templeton tomó otra revista de bebés de la mesa que había en la sala de espera. Leer revistas era lo único que le apetecía hacer, además de dormir y comer constantemente.
—¿Cómo puede una creerse todo esto? —preguntó la mujer que estaba sentada a su lado.
—Lo sé, como si ya no diera suficiente miedo... —respondió Lee—. Me siento como si por perderme uno de estos artículos, no fuera a poder evitar que mi hijo se convirtiera en un asesino en serie o algo por el estilo.
—Me llamo Jane Warren —dijo la mujer, riendo.
—Lee Templeton —replicó ella, estrechando la mano que la mujer le había ofrecido.
—¿Cuándo sales de cuentas?
—El próximo mes. Dentro de veintiocho días, para ser exacta.
—¿De verdad? ¡Yo también!
—¡Vaya! ¡Qué coincidencia! ¡Qué ganas tengo de poder sentarme cruzando las piernas!
—Sí. Y de poder dormir boca abajo.
—No hago más que decirme que esto se acabará muy pronto.
—Eso es. Entonces, dormir de cualquier postura será una bendición.
En aquel momento, el teléfono móvil de Lee empezó a sonar. Tras disculparse con Jane, apretó el botón que contestaba la llamada.
—¿Sí?
—Soy yo.
—¿Dónde diablos has estado, ___________? —le preguntó a su amiga, muy alarmada—. ¿Estás bien?
—Sí, solo algo ocupada.
—¿Demasiado ocupada hasta para llamar por teléfono?
—¿Y qué crees que es esto?
—Ja, ja. Bueno, dime qué has estado haciendo.
—Nada. Oh, bueno, he comido con Barbra Streisand.
—¿Cómo le va con el matrimonio? –preguntó Lee, acostumbrada a los ilustres conocidos de su amiga.
—Está radiante.
—Ya me lo imagino. Bueno, hablemos de algo más importante. ¿Qué es esa tontería de que vas a cancelar lo del miércoles por la noche? Concretamos esa cena hace semanas.
—Lo siento. Es que me ha surgido algo.
—¿Algo? ¿Ya está? ¿Es que no piensas decir nada más? ¿Solo que te ha surgido algo?
—No es nada. Solo unas reuniones a las que tengo que acudir.
—Los miércoles por las noches. Claro.
—Lee, no es nada. Estoy bien. ¿Podemos cambiar de tema?
—De acuerdo —dijo Lee, sin querer presionar a su amiga—. ¿De qué quieres que hablemos?
—De ti, del bebé, del tiempo, de los precios del petróleo... No me importa. Pero de mí, no.
—¿Estás ocupada mañana? ¿Podemos salir a cenar?
—De acuerdo —respondió ___________, tras dudarlo durante demasiado tiempo.
—¿Qué te parece el restaurante tailandés que hay en ParkAvenue?
—¿A las siete y media?
—Sí.
—Siento haber sido tan desagradable contigo, pero es que estoy cansada. Cuídate y dale un beso a Trevor de mi parte.
—Lo haré —concluyó Lee, antes de cortar la comunicación. Sin embargo, decidió no colgar aún. Todavía no. No sabía si llamar al resto de la panda. A Katy en particular.
—¿Una amiga con problemas? —le preguntó Jane.
—No estoy segura, pero algo no va bien, ¿me comprendes?
—Sí. Yo tengo un buen amigo que se está comportando muy raro también y no sé por qué. Ni siquiera podría decirte qué es lo que tiene de raro su comportamiento, pero estoy completamente segura de que algo no va bien.
—es lo que me pasa a mí con mi amiga. Y me ha preocupado. ___________ no ha tenido nunca secretos.
—¿Estás segura?
—Sí. No. Creo que no.
—¿Crees que podría ser un hombre, alguien del que ella no esté segura de que tú aprobarías?
—Me inclino por algo parecido. ¿Y tu amigo?
—Creo que podría ser una mujer. Es decir, espero que sea una mujer. Joe es el hombre más maravilloso que hay sobre la Tierra, aparte de mi marido, y me duele que siga soltero.
—¿Cuántos años tiene ese maravilloso amigo tuyo?
—Treinta y dos. Es psiquiatra, pero no de los raros. Es divertido, listo y guapo. Las mujeres se vuelven locas por él, pero él está buscando a su media naranja, y no parece que pueda encontrarla.
—Mi amiga tiene veintisiete años. Es muy guapa, muy rica y maravillosa también.
Jane sonrió.
—Todo esto tiene todas las características para ser una historia con final feliz.
—Creo que tienes razón. Bueno –comentó Lee—, ¿cómo podemos hacer que estas dos personas tan maravillosas se conozcan?


Capítulo VI

___________ se despertó muy temprano el miércoles por la mañana. Había estado toda aquella semana tratando de no pensar en Joe. No había conseguido comprender qué era lo que quería de él o de su relación. Solo estaba segura de una cosa: aquella noche, se iba a reunir con él. Aquella vez, todo sería diferente. Iba a planearlo todo cuidadosamente. De hecho, había decidido dejar que fuera él quien llevara la iniciativa. Así podría estudiarlo mucho mejor. Apartó el edredón y saltó de la cama. Se dirigió hacia el cuarto de baño y, mientras abría el grifo de la ducha, se paró a pensar en algo que Katy había dicho la noche anterior. Todos los amigos habían salido para cenar. La miraban llenos de sospecha y le preguntaban cosas con mucha intención, que ella trataba de evitar. Katy le había preguntado que si estaba metida en algún lío. Le había respondido que no, pero no estaba segura de que aquello fuera cierto. Que no pudiera hablarles de Joe la confundía. Se trataba de una persona perfectamente responsable y estaba segura de que todos sentirían simpatía por él. Querrían saber su apellido, lo que hacía para ganarse la vida... Lo normal. Mientras regresaba a casa, había pensado decírselo a todos. Seguramente lo comprenderían porque la conocían y conocían su historia con Larry y cómo había terminado. Entonces, ¿por qué sentía la necesidad de ocultarse? Joe parecía ser un buen hombre. No había razón para dudar de él, pero lo mismo había creído de Larry y de todos los demás. Parecía tener un radar que atraía a los balas perdidas. Aquello la había hecho sufrir mucho. Larry le había hecho mucho daño y los demás no habían hecho más que volverle a abrir la herida. Por eso, no quería dar detalles. Lo que tenía con Joe era perfecto. El único problema era que ella tendía a confundir el amor con el sexo, algo común en todas las mujeres, según los libros de autoayuda que había leído. Tal vez, lo mejor era evitar el antes y el después. Los abrazos. La cercanía...
Lo mejor sería evitar todo aquello. Joe podría no estar muy contento por ello, pero no
creía que fuera a terminar su relación solo porque ella no quería abrazarlo. Después de todo, era un hombre. Cuando se metió en la ducha y se enjabonó el cuerpo, no pudo evitar pensar en Joe. En que era él quien le enjabonaba el cuerpo, en que la empujaba contra la pared, en que la poseía mientras el agua caía sobre ellos con fuerza...
Sexo en la ducha... Hmm...
Con Joe, podría tomarse el lujo de correr ciertos riesgos, fisicamente hablando, claro. No estaba del todo segura sobre los riesgos emocionales. Lo único que tenía que hacer era centrarse en sus fantasías, en el sexo y mantener al corazón fuera de la ecuación.
Dios sabía que lo único que podía estropearlo todo era que se enamorara de Joe. No podía hacerlo. No era masoquista.
A las doce y cuarto, Joe había completado el último detalle de su plan. Mientras salía del hotel Versalles, sonrió. A ___________ le iba a encantar. Él se estaba excitando solo de pensarlo...
Desde que la había conocido, el mundo parecía haberse reducido solo a dos estados: miércoles, o no miércoles. Lo único que lo ayudaba a no pensar en Su san era su trabajó. No estaba dispuesto a dejar que su vida privada se entrometiera en lo que se refería a sus pacientes. Ellos se merecían todo lo que pudiera darles. ___________ también. Aquella noche, era su oportunidad de dirigir la velada y no iba a dejar nada al azar.
El portero le detuvo un taxi. Después de darle un propina, Joe se metió en su interior y se puso a pensar en su tema favorito. ¿Qué llevaría ___________ puesto aquella noche? Si
hubiera podido hablar con ella, le habría hecho algunas sugerencias. Sería un vestido, por supuesto, junto con un par de tacones de vértigo, además del liguero y de las medias. También le gustaría que llevara un sujetador con el broche entre los pechos, pero, aunque fuera de otro tipo, se las podría arreglar...
—¿Dónde vamos, señor? —le preguntó el taxista, sacándolo de su ensoñación.
Joe le dio la dirección de su despacho. Le faltaba media hora para su siguiente cita, así que se reclinó en el asiento y se puso a mirar por la ventana.
El verdadero dilema de aquella noche no era la ropa que llevaría ___________, sino el hecho de que anhelaba conocer cosas sobre ella. Para empezar, su apellido. Más que eso, deseaba saber por qué lo había elegido a él y lo que quería sacar de todo aquello.
En realidad, lo quería saber todo sobre ella. ___________ lo tenía fascinado. Lo excitaba tanto que podría hacer un agujero a través de un bloque de cemento.
Cuanto más se acercaba a su despacho, más sentía la tentación de decirle al taxista que siguiera conduciendo. No quería trabajar. No quería dejar de pensar en ___________ por nada. Tal vez era él quien necesitaba un psiquiatra... Como no estaban lejos de la dirección que le había dado al taxista, Joe le pagó, le dio una generosa propina y se bajó del taxi. A pesar del frío, hacía una mañana agradable para pasear. De repente, cuando aceleraba el paso para evitar un lugar en el que olía muy mal, pensó en el aroma de ___________. Decidió que cuando pensara en ella, sus pensamientos tenían que ir acompañados de buenos olores. De flores...
Entonces, notó el aroma de ___________o Se detuvo inmediatamente y trató de localizar el olor. Allí estaba. No era muy fuerte, pero sí fácilmente identificable. ¿Habría.conjurado aquel aroma mágico con sus pensamientos o ,i Miró a su alrededor frenéticamente, seguro de que encontraría a ___________ en algún lugar. No estaba allí. Se había imaginado el olor. Había oído que' j eso pasaba en algunas ocasiones, aunque nunca lo había experimentado.
La deseaba tanto... Quería que ella formara parte de su mundo, que lo rodeara. Aquella noche... La vería aquella noche. Joe llegó a su despacho siete minutos antes de que lo hiciera su cliente. Se sirvió un café y — miró algunos de los mensajes que había recibido.
Vio que Jane lo había llamado cuatro veces. Qué persistencia.. .
Estaba seguro de que quería buscarle pareja. En circunstancias normales; no le habría importado, dado que Jane conocia perfectamente sus gustos, pero, en aquellos momentos, no tenía le apetecia conocer a ninguna otra mujer.
¿Cómo podría alguien competir con ___________, con el acuerdo al que habían llegado? No le cabía la menor duda de que su relación no duraría para siempre, pero, mientras lo hiciera, no pensaba desperdiciar su energía. Lo único que necesitaba era encontrar alguna clase de explicación para Jane, algo que lograra engañar a su amiga. Sin embargo, tendría que pensar en ello más tarde. El interfono sonó y le indicó que su cliente había llegado. ___________ colocó los paquetes en fila al Iado de la cama. Aquella vez se había excedido comprando... Al menos, aquella noche las opciones que tenía para el vestuario eran mucho más interesantes.
De la ropa interior se había ocupado hacía tres días, con unas medias hasta el muslo, un tanga y un sujetador a juego. Había sido muy rigurosa en lo de ir todos los días al gimnasio. No había nada como la amenaza que suponía un tanga para que una chica se esforzara por su aspecto. Sacó la ropa de las bolsas y fue colgándolos uno a uno. Se detuvo especialmente con el vestido de terciopelo negro que se había comprado.
Sí. Sería perfecto con unas perlas. Cuando hubo colocado todo, se preparó un té. Le quedaban un par de horas hasta que tuviera que marcharse y quería tranquilizarse. Entonces, se sentó en el sofá para tomarse el té y pensar en Joe, en el modo en que la miraba, en su boca, en cómo la besaba... Menuda forma de relajarse. Con solo pensar en Joe se miró en el espejo.
No. Los vaqueros no servían. Aquella noche no. Por fin, se decidió por un traje de Armani con una corbata de Gaultier. Se rio al pensar que nunca en toda su vida se había preocupado tanto por lo que se ponía. Todo había sido muy sencillo hasta aquel momento. Con ___________, todo había cambiado. Físicamente, no tenía problemas. Siempre se había mantenido en forma, ya que salía a correr casi todos los días, nada tres veces por semana y jugaba al tenis cuando tenía oportunidad. Se mantenía en forma. Se cambió de calcetines y se puso el traje. Mientras se anudaba la corbata, pensó en su plan y estuvo a punto de estrangularse. ¿Podría conseguirlo? ¿Se reiría ella? No lo sabía, pero le parecía que eso era lo más probable. No importaba. ___________ había dicho que quería una fantasía. El iba a darsela. ___________ llegó al bar justo antes de las ocho, algo nerviosa por un inesperado retraso en el trayecto en taxi. Se tocó el cabello para asegurarse de que no se le había despeinado del pasador y se pasó las manos por el vestido. El terciopelo logró tranquilizarla un poco, pero no le duró demasiado. Al verla sentarse a la barra, el camarero de siempre se le acercó con un sobre.
—Para usted, señora.
Joe no iba a acudir. Ya se había imaginado que era demasiado bueno como para durar. Lo había pensado bien y había decidido terminar...
—¿Señora?
___________ tomó el sobre y lo miró durante varios segundos. Tal vez no tenía por qué abrirlo. Tal vez debería marcharse, tirar la nota en la primera papelera y olvidarse de todo. Olvidarse de él. Con dedos temblorosos, abrió el sobre y sacó lo que había en su interior. Había un papel y la tarjeta que abría la puerta de una habitación. No quería pensar lo que aquello podría significar. Entonces, bajó los ojos y miró la nota. Decía lo siguiente:
Scherezade:
El rey ha pedido que comparezcas ante su presencia. Entre otras cosas, le apetece escuchar una historia. Desea que sigas estas instrucciones exactamente. Ve al aseo y quitate las braguitas. Guárdatelas en el bolsillo del abrigo. Entonces, ve al ascensor y, cuando llegues a la suite, tendrás los pezones duros y erectos. Estarás preparada para agradar o sufrirás las consecuencias.
___________ respiró profundamente. Al volver a leer el mensaje, sintió que la entrepierna se le volvía líquida y que una ligera excitación se apoderaba de ella. Las instrucciones no iban a ser difíciles de seguir. Ya tenía los pezones erectos y, en cuanto a lo de las braguitas...
—¿Quiere algo de beber?
Rápidamente, negó con la cabeza. Le entregó al camarero un billete de cinco dólares por haberle dado la nota y se fue rápidamente al aseo de señoras. Allí, entró en el primer cubículo y se quitó las braguitas. Entonces, se las metió en el bolsillo del abrigo.
Cuando salió del cubículo, se sentía extrañamente expuesta y vulnerable. Sabía que nadie notaría que no llevaba ropa interior, pero... Se tomó unos segundos para empolvarse la nariz Y retocarse los labios. Entonces, salió del aseo y se dirigió hacia los ascensores. Afortunadamente, en el que ella se montó estaba vacío, dado que, mientras iba subiendo, notaba que los pezones se le iban poniendo erectos. Al llegar a la planta, se dirigió a la suite. Entonces, sacó la tarjeta y la introdujo en la cerradura. Cuando abrió la puerta, se encontró con Joe, impecable con un traje oscuro y una corbata granate. Estaba de pie, esperándola.
—Ven aquí —le dijo, en cuanto ella cerró la puerta.
Aquella era una faceta nueva en Joe, un lado más peligroso. ¿Quería convertirse en rey por una noche? De acuerdo. A ella no le importaba ser la esclava.
La rodeó y la miró con una intensidad que quemaba. Esperó que él la tocara, pero no lo hizo. En vez de eso, sintió su mirada, su calor... Tras volverse a colocar delante de ella, asintió. ___________ estuvo a punto de abrazarse a él, pero no pudo hacerJo porque, entonces, Joe se alejó. Se dirigió a la mesa que había al lado del sofá y se sirvió dos dedos de whisky con movimientos lentos y precisos. ___________ sospechaba que quería vollverla loca de pasión. Cuando se acercó de nuevo a ___________, simplemente le entregó la bebida. Ella tomó un sorbo y le volvió a entregar el vaso. Joe descubrió la mancha de carmín que ___________ había dejado en el vaso y bebió justamente en el mismo lugar. Después, se dirigió al sofá y se sentó en el centro. Con la mirada, hizo que se colocara justamente delante de él.
—Separa las piernas —dijo, después de unos segundos. Las palabras en sí mismas fueron suficientes para deshacerla por dentro, pero hizo lo que él le había pedido—. Ahora, levántate el vestido.
Muy lentamente, fue levantando el suave terciopelo. Fue mostrando los muslos, la parte alta de las medias y por fin la piel desnuda. Joe fijó la mirada en el sexo de ___________. Ella se preguntó si el vello púbico sería suficiente para ocultar lo húmeda que estaba. No importaba. Ello sabia de todos modos.
—Date la vuelta.
___________ obedeció. Cuando estuvo de espaldas a él, se detuvo. Resultaba difícil no mostrarse algo pudorosa cuando sabía que él le estaba mirando el trasero, pero sabía que aquello era parte del juego. De repente, oyó que él se movía en el sofá y que empezaba a sonar una suave música de jazz.
—Inclínate.
El rubor que se le puso en las mejillas estuvo a punto de quemarle la piel. Aunque ella se tomó su tiempo, Joe no volvió a pedírselo. Entonces, ___________ cerró los ojos y obedeció. Lenta, muy lentamente, se fue inclinando con la espalda bien recta y las rodillas firmes. Se imaginó lo que él estaba viendo. Nunca antes se había sentido más desnuda. Ni más excitada. Cuando tuvo el pecho paralelo con el suelo, se detuvo.
—Exquisito —susurró él—. Estás tan húmeda... Para mí. Esta noche, eres toda mía... Solo
mía...
___________ abrió los ojos. Quería darse la vuelta, estar con él, no de espaldas a él... Como si Joe hubiera escuchado sus deseos, le dijo:
—Yérguete y date la vuelta
___________ obedeció.
—Ahora, quítate el vestido.
De repente, recordó la música. Era la de la película El último tango en París. Qué apropiado. Fue levantándose poco a poco el vestido. Notó cómo el deseo brillaba en los ojos de Joe, la tensión que tenía en la bragueta. Cuando se hubo quitado el vestido, se lo tiró.
Él lo atrapó con una mano y se acarició la mejilla con el suave terciopelo.
___________ estaba vestida solo con el sujetador, las medias y los tacones. Se sentía como una cortesana, como una mujer hecha para los placeres de la carne. La música la torturaba y se añadía a la ilusión.
—Bájate las copas del sujetador.
Estas eran muy pequeñas, ya que el sujetador era minúsculo. Casi se le veían los pezones de todas maneras, pero hizo lo que él le había pedido. Cuando. se descubrió, los pezones se le irguieron aún más.
—Tócatelos.
___________ se acarició. Las sensaciones que se apoderaron de ella le llegaron hasta el sexo, donde los músculos empezaron a contraérsele.
—Ha llegado la hora de tu historia.
Se le había olvidado. Aquella era la noche de Joe. Aquella era su fantasía. Y ella no la defraudaría. Cerró los ojos y, mientras se acariciaba suavemente los pezones, comenzó su historia.
—Hace mucho tiempo, había una doncella que vivía en un reino lejano. En aquella tierra, se valoraba la belleza más que el oro. Cuando nació esta doncella, que era la hija de un panadero, era tan delicada y tan perfecta, que todos supieron interpretar su destino.
___________ hablaba mientras se acariciaba el cuerpo, acariciándose su caldeada carne, tocándose suavemente el vello de la entrepierna. La mirada de Joe iba de los ojos de ella a la mano viceversa.
—En ese reino —prosiguió—, las mujeres más hermosas eran regalo para el rey. Por eso, cuando se hizo mayor de edad, sus padres recogieron sus escasas pertenencias y la llevaron a las puertas del palacio. Allí, la doncella se despidió de sus padres, como si no fuera a verlos más. A partir de aquel momento, la joven viviría dentro de los confines del palacio...
Joe se llevó la mano a la entrepierna. La dejó allí durante unos segundos y luego volvió a colocarla a su lado. Al notar la lucha que tenía en su , rostro, ___________ decidió apretar la tuerca un poco más. La música había cambiado, pero no importaba. Tenía un ritmo muy sensual, por lo que empezó a contonearse suavemente. Entonces, se recorrio el cuerpo con las manos, torturandose al tiempo que lo hacía con él.
—El rey se llevó a la doncella a su salón del trono y pidió a su corte que se marchara para poder estar a solas con ella. La joven temblaba ante de él. Tenía tanto miedo que, cuando él le pidió que se desnudara, no comprendió. Cuando él se lo repitió, captó el mensaje y la impaciencia del rey. Ardiendo de pudor, la doncella se quitó el vestido.
Con eso, ___________ se llevó las manos a la espalda y se desabrochó el sujetador. Entonces, se lo quitó y se lo mostró.
—Tal y como era costumbre por aquel entonces, la joven no llevaba ropa interior. El rey extendió la mano y ella le entregó el vestido.


Espero les guste...
Con amor

Niinny Jonas
NiinnyJonas
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Mensaje por Lulajonatica Jue 06 Oct 2011, 7:33 pm

Como podes dejarla ahi!
Sos demasiado mala ¬¬
Joda XD
Pero porfa,seguila!
Lulajonatica
Lulajonatica


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Mensaje por Invitado Dom 09 Oct 2011, 12:09 am

HOLA NUEVA LECTOORSITAAH SIGUELA
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Mensaje por MaferCastilloJonas Dom 09 Oct 2011, 8:11 am

OPD! ESTA DEMASIDOOO LA NOVEE!
MaferCastilloJonas
MaferCastilloJonas


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Mensaje por jonas_dayi_avril Dom 09 Oct 2011, 4:37 pm

nueva lectoraaaaaaaaa
acabo de morir O..O siguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
jonas_dayi_avril
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Mensaje por .Lu' Anne Lovegood. Dom 09 Oct 2011, 5:59 pm

Nueva Lectoraaa!

Awwww please siguela, esta muy buenaa tu noveeee

¡¡SIGUELAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!
.Lu' Anne Lovegood.
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Mensaje por next to you Dom 09 Oct 2011, 10:39 pm

aaaaaaaaaaaaa
queeeeeeeeee
como la dejas ahiii
aaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
siguela
prfas
next to you
next to you


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Mensaje por NiinnyJonas Lun 10 Oct 2011, 2:13 pm

Gracias a las nuevas lectoras, ahora les dejo el capítulo, las amo

Niinny Jonas
NiinnyJonas
NiinnyJonas


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