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La Declaracion (Niall y Tu) (Adaptacion)
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Re: La Declaracion (Niall y Tu) (Adaptacion)
D:
Espero seguirla lo antes posible
Sorry :$
Espero seguirla lo antes posible
Sorry :$
Bart Simpson
Re: La Declaracion (Niall y Tu) (Adaptacion)
Siguelaaaaaaaaaaaaaaa Te lo ruego! ME ENCANTA :aah:
BeluudeReidGublernation
Re: La Declaracion (Niall y Tu) (Adaptacion)
por BeluudeReidGublernation el Jue Feb 07, 2013 8:06 pm
Siguelaaaaaaaaaaaaaaa Te lo ruego! ME ENCANTA♥
Dalay, estoy en exámenes, la seguiré lo antes posible. Gracias por leer :)
Bart Simpson
Re: La Declaracion (Niall y Tu) (Adaptacion)
Jeloooow!!(?)
Intentaré actualizar en esta semana, gracias por leer :))
Bart Simpson
Re: La Declaracion (Niall y Tu) (Adaptacion)
!Cielos!
He estado bastante ocupada, me falta poco para salir a vacaciones. Cuando lo haga la seguiré, gracias por leer :)
He estado bastante ocupada, me falta poco para salir a vacaciones. Cuando lo haga la seguiré, gracias por leer :)
Bart Simpson
Re: La Declaracion (Niall y Tu) (Adaptacion)
¿Quieren cap? e.é
Bart Simpson
Re: La Declaracion (Niall y Tu) (Adaptacion)
Ya mismo me pongo a escribir
Bart Simpson
Re: La Declaracion (Niall y Tu) (Adaptacion)
5 de marzo 2140 La señora Pincent es mala. Niall tenía razón, la señora Pincent es la persona Legal más mala que ha existido jamás. La odio. La odio como no pensé que podría odiar a nadie. Estoy tan rabiosa que creo que voy a explotar. Quiere matar a Niall, y cuando él me lo dijo, no quise creerlo. Niall tiene que escapar, marcharse lo más lejos posible de aquí. Me parece que yo tampoco quiero quedarme en este lugar. Pero ¿a dónde podría ir? No puedo escapar con Niall. Así de simple, no puedo. ¿Puedo?
A las nueve de la noche, tras echarse abundante agua fría en el rostro, de modo que, aunque los ojos siguieran rojos, ahora tenía toda la cara del mismo color, ____________ salió del lavabo femenino 2. Mientras se asomaba al pasillo fingió no ver a las Excedentes que se habían reunido ante la puerta del baño, atraídas por el llanto apagado procedente de su interior, y se encaminó hacia el dormitorio, donde encontró a todas las niñas acurrucadas en dos camas. En cuanto la vieron, se levantaron de un salto, incluida Tania, y se pusieron a hacer lo que se suponía su cometido en esos momentos –o sea, barrer el suelo y quitar el polvo del alféizar de las ventanas antes de que tocaran el timbre de la noche y se efectuaran las inspecciones de última hora-, pero _____________, que habitualmente les habría vociferado instrucciones o las habría regañado por hablar, apenas levantó la vista. ¿Qué más daba que estuvieran limpiando o no? ¿A quién le importaba que el dormitorio continuara sucio? Así era como se sentía ella por dentro: sucia y usada.
- ¿____________? ¿___________, estás bien? – _____________ se asustó. No se había dado cuenta de que Sheila se había deslizado hasta su cama. Sus ojos se encontraron un instante.
- Estoy bien – replicó secamente, intentando que su voz no delatara ninguna emoción -. Se me ha metido algo en el ojo, nada más. – Sheila asintió con la cabeza.
- He pensado que quizá no te acordabas de la ronda nocturna – dijo mirando a _____________ con curiosidad.
_____________ se sobresaltó. Había olvidado por completo la ronda nocturna, que consistía en recorrer toda la planta después de que sonara el primer timbre de la noche, para confirmar que las luces estaban apagadas y las Excedentes acostadas. Los Medianos debían irse a la cama entre las nueve y las diez, según la edad, y las Aspirantes a las once. Después de esa hora no podía oírse ni el vuelo de una mosca en todo el edificio, a excepción del piso superior, lógicamente. Los Pequeños todavía no entendían de órdenes ni de horarios. No llevaban el suficiente tiempo allí como para ser adoctrinados, se dijo _____________ con amargura.
- No, no – replicó apresuradamente con voz irritada -, claro que no la he olvidado. Estoy muy bien. Mucho mejor que los alféizares, desde aquí puedo ver que tienen un dedo de polvo. –Tras asentir con la cabeza obedientemente, Sheila se escabulló y se armó de un trapo para quitar el polvo. ____________ respiró hondo y se levantó de la cama. ― Siempre hay algo que hacer – se dijo -. Y siempre pueden contar con ______________ para ello.
La ronda nunca le había parecido un cometido particularmente difícil. Algunos Aspirantes carecían de autoridad y no conseguían infundir a los demás Excedentes el suficiente temor como para conseguir que apagaran las luces y enmudecieran, pero ese no era el caso de _____________. Los otros Excedentes conocían la seriedad con la que se tomaba su trabajo de Monitora, sabían que no eludiría su obligación de castigarles si era necesario y que, si ella estaba de guardia, no podrían hacer lo que les viniera en gana. Nada escapaba a su vista de lince – Empleados Domésticos que introducían juguetes de contrabando para regalar a sus Pequeños favoritos, conversaciones a media voz, visitas de última hora al baño que tendrían que haberse efectuado diez minutos antes-, y muchos aseguraban que estaba más próxima a la señora Pincent que a cualquiera de sus compañeros Excedentes. Esa noche, sin embargo, si alguna Excedente la hubiera observado con suficiente atención, habría advertido cierta indolencia en su proceder; que sus ojos, normalmente penetrantes, estaban vidriosos, y que su voz tenía un deje de indiferencia. Aun así, _____________ recorrió un dormitorio tras otro e impuso su autoridad, tocando la campanilla y regañando a los Excedentes que todavía estaban levantados, pero en nada de lo que hizo o dijo había firmeza ni urgencia. Si alguien hubiese desobedecido sus órdenes o la hubiera desafiado, _____________ se habría limitado a encogerse de hombros y se habría marchado, en lugar de castigarlo implacablemente. Esa noche no hallaba ningún sentido a la ronda nocturna. Por tanto, ¿Qué pasaría si se quebrantaban las normas? ¿Qué le importaba que reinara o no un silencio sepulcral en los dormitorios? ¿Qué más daba? Pero por suerte ninguna Excedente la observó con la suficiente atención, y todas acataron sus órdenes, como siempre. Encontró a algunas niñas durmiendo en el suelo junto a la cama, en lugar de encima de ella, pero era algo habitual y estaba permitido. Cuando las Excedentes menstruaban debían llevar una tela roja alrededor del cuello para que los demás supieran que no estaban limpias y exhibir su vergonzosa y maligna fertilidad. Cada vez que una Excedente hembra llegaba a la pubertad y descubría la primera gota de sangre en un pañuelo de papel o en las bragas, tenía que ir a ver a la directora, que le informaba de que a partir de entonces había dejado de ser una víctima para convertirse en una criminal en potencia; que su cuerpo era enemigo de la Madre Naturaleza y que el dolor que sentiría todos los meses se lo imponía ésta para recordarle sus pecados. A cualquier Excedente que se atreviera a ensuciar las sábanas con la mínima manchita de sangre se le golpeaba y restregaba con un cepillo de alambre hasta extirparle sus pecados y conseguir que viera su cuerpo como algo hostil que debía despreciar y mantener bajo control. Muy pocas habían logrado escapar a ese castigo, y muchas chicas preferían dormir sobre el frío y duro suelo cuando tenían la regla a fin de no manchar las sábanas. La señora Pincent aplaudía esta solución porque el suelo era siempre más fácil de limpiar que las telas y el suplicio de pasar unas pocas noches en blanco no era nada comparado con la destrucción que ahora los cuerpos de las Excedentes eran capaces de propagar por el mundo. A las once de la noche, cuando todo el mundo estaba acostado, como siempre, y en Grange Hall reinaba el silencio, _____________ se metió en la cama a esperar que sus compañeras se durmieran. En ese momento dormir era lo último en lo que pensaba. Pese al agotamiento estaba muy desvelada y, a la una de la madrugada, cuando imaginó que todos los Profesores y la señora Pincent se habían acostado, se sentó en la cama y miró alrededor. Fuera, más allá de las finas persianas grises, el viento soplaba con fuerza y doblaba los troncos de los árboles, que parecían bailar una danza macabra; las ramas se agitaban y le hacían señas para atraerla con sus dedos nudosos. Pero las ventanas de triple acristalamiento no permitían que en el dormitorio se oyera el chasquido de una rama. Lo único que _____________ podía oír era la suave respiración de las otras Aspirantes, profundamente dormidas. Levantándose con cuidado de la cama y tiritando un poco, ______________ se envolvió en una manta y avanzó despacio por el pasillo. Cuando llegó al vestíbulo que le resultaba tan familiar y a la vez tan distinto en ese momento, a esas horas nocturnas, sin nadie alrededor, se dio cuenta de que nunca se había sentido tan libre en Grange Hall. Quizá hiciera frío y estuviera oscuro, y las sombras, proyectadas por la escasa luz de la luna que a duras penas se abría camino a través de las grietas de las puertas, se movieran de una forma inquietante de un extremo a otro del pasillo, pero allí sola se sentía libre. Levantarse de la cama había sido decisión suya, no una orden o una exigencia ajena. Y la alegría de hacer lo que quería era tan intensa, incluso si acababa en la celda de castigo, que se sentía flotar. Todavía estaba asustada; de no estarlo, habría sido estúpida. Pero se dio cuenta de que también, en el fondo, aún temía más pensar que nunca tendría otra oportunidad de pasearse sin que la vieran y sin que la echaran en falta. Estaba tan absorta en sus pensamientos que no oyó el sonido de pasos detrás de ella hasta que medió el pasillo. Entonces se quedó paralizada, sin atreverse a mover un músculo.
Aterrada, dio media vuelta para encarar a su perseguidor; sus lentos movimientos contradecían lo que en ese momento pasaba por su mente, frenéticamente ocupada en inventar excusas que justificaran su ausencia del dormitorio. No podía dormir. Iba por un vaso de agua. Todas contravenían las reglas inquebrantables, pero sonaban mucho menos graves que la verdad. Ocurriera lo que ocurriese, debía llegar a la celda de castigo. La vida de Niall estaba en juego. Pero cuando miró atrás, no vio a nadie. Desconcertada, examinó la penumbra alrededor: nadie. ¿Acaso había imaginado un tenue sonido de pasos a su espalda? No, era imposible. Pero que la gente se esfume por arte de magia también lo era. Siguió avanzando por el pasillo con el alma intranquila, pero al cabo de unos segundos oyó de nuevo los pasos apagados tras ella. Se dio vuelta de golpe y cuando descubrió quién la seguía, abrió los ojos desmesuradamente.
- ¿Sheila? – dijo con incredulidad y al mismo tiempo alivio de que no fuera un Legal -. ¿Qué estás haciendo aquí? – Sheila era tan delgada y pálida que, a la luz de la luna que se filtraba por los ventanucos del pasillo, resplandecía. Le lanzó una mirada de espanto.
- Quiero ir contigo – dijo despacio con un hilo de voz -. Vayas a donde vayas, yo también quiero ir. – ___________ la miró sin saber qué responder.
- No voy a ninguna parte – susurró con tono enérgico, esperando intimidar a Sheila para que obedeciera -. Vuelve a la cama.
- Vas a encontrarte con Niall – dijo Sheila; su voz aún traslucía cierto nerviosismo, pero en su mirada ___________ reconoció una actitud de desafío que endurecía sus rasgos -. Estoy segura. – A _____________ por poco se le estrujó el corazón, pero se las arregló para poner cara de sorpresa y negar con la cabeza.
- No sé de qué me estás hablando – repuso con firmeza -. Vuelve a la cama.
- Si no vas a buscar a Niall, entonces, ¿adónde vas? – ___________ clavó la mirada en Sheila, se acercó a la niña y le apoyó las manos sobre sus hombros.
- Sheila, vete a la cama ahora mismo, ¿me has oído? Si no, me aseguraré de que mañana te manden a la celda de castigo, ¿has entendido? – Se quedó mirando a Sheila con los párpados entornados -. ¿Has entendido? – repitió. Sheila asintió apesadumbrada con la cabeza.
- Está bien, vuelvo a la cama. Pero si Niall y tú van a algún sitio, tienen que llevarme con ustedes. – Le temblaba la voz de la emoción -. Por favor, ____________.
- A la cama – ordenó ____________ con tono inflexible, pero apretando sin darse cuenta el hombro de Sheila -. Y procura que no te vea nadie –susurró antes de darse media vuelta y proseguir su camino.
Sheila abatida, se alejó sin hacer ruido en dirección al dormitorio. Cuando por fin llegó a los fríos y húmedos confines de la celda de castigo encontró a Niall completamente despierto. En cuanto arañó la puerta de la prisión y murmuró el nombre del chico, oyó como éste se levantaba de un salto y se acercaba.
- ¡______________! – exclamó; su voz delataba una emoción tan grande que la niña se sintió en la gloria. Nunca había conocido a nadie que estuviera tan encantado de oír su voz, nadie que pronunciara su nombre con tal entusiasmo -. Sabía que vendrías – añadió -. Estaba seguro. – __________ sonrió y apoyó una mano en la puerta.
- Niall, tenías razón – susurró en tono apremiante cuando recobró la calma -. Respecto a la señora Pincent. Quiere deshacerse de ti. Aquí corres peligro. Debes fugarte.
- Claro que debo fugarme – replicó Niall de inmediato -. Y tú vendrás conmigo. – __________ se mordió el labio.
- No puedo, Niall – dijo dulcemente -. Mi sitio está aquí. No soy como tú.
- Claro que eres como yo – respondió Niall con voz ahogado -. ___________, tu sitio no está aquí. Tu sitio está junto a tus padres. Y a mi lado. Tienes que venir conmigo.
- No conozco a mis padres – dijo ___________ tragando saliva con rabia con rabia mientras notaba que las lágrimas le irritaban los ojos -. ¿Cómo puede ser que mi sitio esté con gente que ni siquiera conozco? ¿Y si no me quieren?
- Desean volver a verte más que nada en el mundo – aseguró Niall; y de pronto su voz sonó triste y seria al añadir -: Te hablaré de ellos. ____________, tus padres son gente estupenda. Me acogieron en su casa y… - Hizo una pausa -. Desean verte –añadió con suavidad-. Te quieren mucho, más que a nada en el mundo.
- Nadie me quiere – repuso ____________ con un hilo de voz -. Nadie. No soy más que una Excedente.
- No – replico Niall enérgicamente -. No lo eres. Ya lo verás cuando escapemos de aquí. Te encontrarás con todas las cosas alucinantes que hay en el mundo y te darás cuenta de que Grange Hall es irreal. El mundo no es así, ____________. Grange hall es una equivocación. Cuanto tiene que ver con él es equivocado. – ____________ no dijo nada. - Tenías una habitación para ti sola, ____________, y estaba llena de juguetes – prosiguió Niall con ternura -, y libros para leer… – ___________ se enjugó las lágrimas. - Y tus padres pensaban que eras lo mejor del mundo. Lo arriesgaron todo para tenerte y para darte lo que necesitaras. – De nuevo se hizo una pausa y después siguió hablándole de ellos, de esas personas que parecían desear su regreso con tanta desesperación, acerca de la vida que podría haber tenido… que debería haber tenido, se corrigió. Y mientras lo escuchaba ______________ se sentía en el séptimo cielo, como si la pena y el sentimiento de traición que la habían acompañado durante el día se hubieran evaporado. Envolviéndose en la manta, cerró los ojos y dejó bajar la mente en pos de las cosas que Niall describía. Era como si lo siguiera en el ascenso de una hermosa montaña; con cada palabra Niall le mostraba una vista maravillosa, y cuanto más alto subían, más bello era el paisaje y más fresco el aire. Al principio se dejó arrastrar con prudencia, pero cada paso que daba, el miedo que la agarrotaba crecía. Miedo a las alturas, pavor a lo desconocido, temor a que cuando finalmente llegara a la cumbre y viera con sus propios ojos la maravilla que la rodeaba, se encontrase junto a un precipicio, perdiera pie y cayera. Pero ¿tan malo era caer?, se preguntó. ¿O era mejor, quizá, alcanzar la cumbre de la montaña, aunque sólo fuera un instante, que ni siquiera intentarlo? ¿O había que pensar, como habría dicho la señora Pincent, que cuanto más alto se llega, más dura es la caída?
A las nueve de la noche, tras echarse abundante agua fría en el rostro, de modo que, aunque los ojos siguieran rojos, ahora tenía toda la cara del mismo color, ____________ salió del lavabo femenino 2. Mientras se asomaba al pasillo fingió no ver a las Excedentes que se habían reunido ante la puerta del baño, atraídas por el llanto apagado procedente de su interior, y se encaminó hacia el dormitorio, donde encontró a todas las niñas acurrucadas en dos camas. En cuanto la vieron, se levantaron de un salto, incluida Tania, y se pusieron a hacer lo que se suponía su cometido en esos momentos –o sea, barrer el suelo y quitar el polvo del alféizar de las ventanas antes de que tocaran el timbre de la noche y se efectuaran las inspecciones de última hora-, pero _____________, que habitualmente les habría vociferado instrucciones o las habría regañado por hablar, apenas levantó la vista. ¿Qué más daba que estuvieran limpiando o no? ¿A quién le importaba que el dormitorio continuara sucio? Así era como se sentía ella por dentro: sucia y usada.
- ¿____________? ¿___________, estás bien? – _____________ se asustó. No se había dado cuenta de que Sheila se había deslizado hasta su cama. Sus ojos se encontraron un instante.
- Estoy bien – replicó secamente, intentando que su voz no delatara ninguna emoción -. Se me ha metido algo en el ojo, nada más. – Sheila asintió con la cabeza.
- He pensado que quizá no te acordabas de la ronda nocturna – dijo mirando a _____________ con curiosidad.
_____________ se sobresaltó. Había olvidado por completo la ronda nocturna, que consistía en recorrer toda la planta después de que sonara el primer timbre de la noche, para confirmar que las luces estaban apagadas y las Excedentes acostadas. Los Medianos debían irse a la cama entre las nueve y las diez, según la edad, y las Aspirantes a las once. Después de esa hora no podía oírse ni el vuelo de una mosca en todo el edificio, a excepción del piso superior, lógicamente. Los Pequeños todavía no entendían de órdenes ni de horarios. No llevaban el suficiente tiempo allí como para ser adoctrinados, se dijo _____________ con amargura.
- No, no – replicó apresuradamente con voz irritada -, claro que no la he olvidado. Estoy muy bien. Mucho mejor que los alféizares, desde aquí puedo ver que tienen un dedo de polvo. –Tras asentir con la cabeza obedientemente, Sheila se escabulló y se armó de un trapo para quitar el polvo. ____________ respiró hondo y se levantó de la cama. ― Siempre hay algo que hacer – se dijo -. Y siempre pueden contar con ______________ para ello.
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La ronda nunca le había parecido un cometido particularmente difícil. Algunos Aspirantes carecían de autoridad y no conseguían infundir a los demás Excedentes el suficiente temor como para conseguir que apagaran las luces y enmudecieran, pero ese no era el caso de _____________. Los otros Excedentes conocían la seriedad con la que se tomaba su trabajo de Monitora, sabían que no eludiría su obligación de castigarles si era necesario y que, si ella estaba de guardia, no podrían hacer lo que les viniera en gana. Nada escapaba a su vista de lince – Empleados Domésticos que introducían juguetes de contrabando para regalar a sus Pequeños favoritos, conversaciones a media voz, visitas de última hora al baño que tendrían que haberse efectuado diez minutos antes-, y muchos aseguraban que estaba más próxima a la señora Pincent que a cualquiera de sus compañeros Excedentes. Esa noche, sin embargo, si alguna Excedente la hubiera observado con suficiente atención, habría advertido cierta indolencia en su proceder; que sus ojos, normalmente penetrantes, estaban vidriosos, y que su voz tenía un deje de indiferencia. Aun así, _____________ recorrió un dormitorio tras otro e impuso su autoridad, tocando la campanilla y regañando a los Excedentes que todavía estaban levantados, pero en nada de lo que hizo o dijo había firmeza ni urgencia. Si alguien hubiese desobedecido sus órdenes o la hubiera desafiado, _____________ se habría limitado a encogerse de hombros y se habría marchado, en lugar de castigarlo implacablemente. Esa noche no hallaba ningún sentido a la ronda nocturna. Por tanto, ¿Qué pasaría si se quebrantaban las normas? ¿Qué le importaba que reinara o no un silencio sepulcral en los dormitorios? ¿Qué más daba? Pero por suerte ninguna Excedente la observó con la suficiente atención, y todas acataron sus órdenes, como siempre. Encontró a algunas niñas durmiendo en el suelo junto a la cama, en lugar de encima de ella, pero era algo habitual y estaba permitido. Cuando las Excedentes menstruaban debían llevar una tela roja alrededor del cuello para que los demás supieran que no estaban limpias y exhibir su vergonzosa y maligna fertilidad. Cada vez que una Excedente hembra llegaba a la pubertad y descubría la primera gota de sangre en un pañuelo de papel o en las bragas, tenía que ir a ver a la directora, que le informaba de que a partir de entonces había dejado de ser una víctima para convertirse en una criminal en potencia; que su cuerpo era enemigo de la Madre Naturaleza y que el dolor que sentiría todos los meses se lo imponía ésta para recordarle sus pecados. A cualquier Excedente que se atreviera a ensuciar las sábanas con la mínima manchita de sangre se le golpeaba y restregaba con un cepillo de alambre hasta extirparle sus pecados y conseguir que viera su cuerpo como algo hostil que debía despreciar y mantener bajo control. Muy pocas habían logrado escapar a ese castigo, y muchas chicas preferían dormir sobre el frío y duro suelo cuando tenían la regla a fin de no manchar las sábanas. La señora Pincent aplaudía esta solución porque el suelo era siempre más fácil de limpiar que las telas y el suplicio de pasar unas pocas noches en blanco no era nada comparado con la destrucción que ahora los cuerpos de las Excedentes eran capaces de propagar por el mundo. A las once de la noche, cuando todo el mundo estaba acostado, como siempre, y en Grange Hall reinaba el silencio, _____________ se metió en la cama a esperar que sus compañeras se durmieran. En ese momento dormir era lo último en lo que pensaba. Pese al agotamiento estaba muy desvelada y, a la una de la madrugada, cuando imaginó que todos los Profesores y la señora Pincent se habían acostado, se sentó en la cama y miró alrededor. Fuera, más allá de las finas persianas grises, el viento soplaba con fuerza y doblaba los troncos de los árboles, que parecían bailar una danza macabra; las ramas se agitaban y le hacían señas para atraerla con sus dedos nudosos. Pero las ventanas de triple acristalamiento no permitían que en el dormitorio se oyera el chasquido de una rama. Lo único que _____________ podía oír era la suave respiración de las otras Aspirantes, profundamente dormidas. Levantándose con cuidado de la cama y tiritando un poco, ______________ se envolvió en una manta y avanzó despacio por el pasillo. Cuando llegó al vestíbulo que le resultaba tan familiar y a la vez tan distinto en ese momento, a esas horas nocturnas, sin nadie alrededor, se dio cuenta de que nunca se había sentido tan libre en Grange Hall. Quizá hiciera frío y estuviera oscuro, y las sombras, proyectadas por la escasa luz de la luna que a duras penas se abría camino a través de las grietas de las puertas, se movieran de una forma inquietante de un extremo a otro del pasillo, pero allí sola se sentía libre. Levantarse de la cama había sido decisión suya, no una orden o una exigencia ajena. Y la alegría de hacer lo que quería era tan intensa, incluso si acababa en la celda de castigo, que se sentía flotar. Todavía estaba asustada; de no estarlo, habría sido estúpida. Pero se dio cuenta de que también, en el fondo, aún temía más pensar que nunca tendría otra oportunidad de pasearse sin que la vieran y sin que la echaran en falta. Estaba tan absorta en sus pensamientos que no oyó el sonido de pasos detrás de ella hasta que medió el pasillo. Entonces se quedó paralizada, sin atreverse a mover un músculo.
Aterrada, dio media vuelta para encarar a su perseguidor; sus lentos movimientos contradecían lo que en ese momento pasaba por su mente, frenéticamente ocupada en inventar excusas que justificaran su ausencia del dormitorio. No podía dormir. Iba por un vaso de agua. Todas contravenían las reglas inquebrantables, pero sonaban mucho menos graves que la verdad. Ocurriera lo que ocurriese, debía llegar a la celda de castigo. La vida de Niall estaba en juego. Pero cuando miró atrás, no vio a nadie. Desconcertada, examinó la penumbra alrededor: nadie. ¿Acaso había imaginado un tenue sonido de pasos a su espalda? No, era imposible. Pero que la gente se esfume por arte de magia también lo era. Siguió avanzando por el pasillo con el alma intranquila, pero al cabo de unos segundos oyó de nuevo los pasos apagados tras ella. Se dio vuelta de golpe y cuando descubrió quién la seguía, abrió los ojos desmesuradamente.
- ¿Sheila? – dijo con incredulidad y al mismo tiempo alivio de que no fuera un Legal -. ¿Qué estás haciendo aquí? – Sheila era tan delgada y pálida que, a la luz de la luna que se filtraba por los ventanucos del pasillo, resplandecía. Le lanzó una mirada de espanto.
- Quiero ir contigo – dijo despacio con un hilo de voz -. Vayas a donde vayas, yo también quiero ir. – ___________ la miró sin saber qué responder.
- No voy a ninguna parte – susurró con tono enérgico, esperando intimidar a Sheila para que obedeciera -. Vuelve a la cama.
- Vas a encontrarte con Niall – dijo Sheila; su voz aún traslucía cierto nerviosismo, pero en su mirada ___________ reconoció una actitud de desafío que endurecía sus rasgos -. Estoy segura. – A _____________ por poco se le estrujó el corazón, pero se las arregló para poner cara de sorpresa y negar con la cabeza.
- No sé de qué me estás hablando – repuso con firmeza -. Vuelve a la cama.
- Si no vas a buscar a Niall, entonces, ¿adónde vas? – ___________ clavó la mirada en Sheila, se acercó a la niña y le apoyó las manos sobre sus hombros.
- Sheila, vete a la cama ahora mismo, ¿me has oído? Si no, me aseguraré de que mañana te manden a la celda de castigo, ¿has entendido? – Se quedó mirando a Sheila con los párpados entornados -. ¿Has entendido? – repitió. Sheila asintió apesadumbrada con la cabeza.
- Está bien, vuelvo a la cama. Pero si Niall y tú van a algún sitio, tienen que llevarme con ustedes. – Le temblaba la voz de la emoción -. Por favor, ____________.
- A la cama – ordenó ____________ con tono inflexible, pero apretando sin darse cuenta el hombro de Sheila -. Y procura que no te vea nadie –susurró antes de darse media vuelta y proseguir su camino.
Sheila abatida, se alejó sin hacer ruido en dirección al dormitorio. Cuando por fin llegó a los fríos y húmedos confines de la celda de castigo encontró a Niall completamente despierto. En cuanto arañó la puerta de la prisión y murmuró el nombre del chico, oyó como éste se levantaba de un salto y se acercaba.
- ¡______________! – exclamó; su voz delataba una emoción tan grande que la niña se sintió en la gloria. Nunca había conocido a nadie que estuviera tan encantado de oír su voz, nadie que pronunciara su nombre con tal entusiasmo -. Sabía que vendrías – añadió -. Estaba seguro. – __________ sonrió y apoyó una mano en la puerta.
- Niall, tenías razón – susurró en tono apremiante cuando recobró la calma -. Respecto a la señora Pincent. Quiere deshacerse de ti. Aquí corres peligro. Debes fugarte.
- Claro que debo fugarme – replicó Niall de inmediato -. Y tú vendrás conmigo. – __________ se mordió el labio.
- No puedo, Niall – dijo dulcemente -. Mi sitio está aquí. No soy como tú.
- Claro que eres como yo – respondió Niall con voz ahogado -. ___________, tu sitio no está aquí. Tu sitio está junto a tus padres. Y a mi lado. Tienes que venir conmigo.
- No conozco a mis padres – dijo ___________ tragando saliva con rabia con rabia mientras notaba que las lágrimas le irritaban los ojos -. ¿Cómo puede ser que mi sitio esté con gente que ni siquiera conozco? ¿Y si no me quieren?
- Desean volver a verte más que nada en el mundo – aseguró Niall; y de pronto su voz sonó triste y seria al añadir -: Te hablaré de ellos. ____________, tus padres son gente estupenda. Me acogieron en su casa y… - Hizo una pausa -. Desean verte –añadió con suavidad-. Te quieren mucho, más que a nada en el mundo.
- Nadie me quiere – repuso ____________ con un hilo de voz -. Nadie. No soy más que una Excedente.
- No – replico Niall enérgicamente -. No lo eres. Ya lo verás cuando escapemos de aquí. Te encontrarás con todas las cosas alucinantes que hay en el mundo y te darás cuenta de que Grange Hall es irreal. El mundo no es así, ____________. Grange hall es una equivocación. Cuanto tiene que ver con él es equivocado. – ____________ no dijo nada. - Tenías una habitación para ti sola, ____________, y estaba llena de juguetes – prosiguió Niall con ternura -, y libros para leer… – ___________ se enjugó las lágrimas. - Y tus padres pensaban que eras lo mejor del mundo. Lo arriesgaron todo para tenerte y para darte lo que necesitaras. – De nuevo se hizo una pausa y después siguió hablándole de ellos, de esas personas que parecían desear su regreso con tanta desesperación, acerca de la vida que podría haber tenido… que debería haber tenido, se corrigió. Y mientras lo escuchaba ______________ se sentía en el séptimo cielo, como si la pena y el sentimiento de traición que la habían acompañado durante el día se hubieran evaporado. Envolviéndose en la manta, cerró los ojos y dejó bajar la mente en pos de las cosas que Niall describía. Era como si lo siguiera en el ascenso de una hermosa montaña; con cada palabra Niall le mostraba una vista maravillosa, y cuanto más alto subían, más bello era el paisaje y más fresco el aire. Al principio se dejó arrastrar con prudencia, pero cada paso que daba, el miedo que la agarrotaba crecía. Miedo a las alturas, pavor a lo desconocido, temor a que cuando finalmente llegara a la cumbre y viera con sus propios ojos la maravilla que la rodeaba, se encontrase junto a un precipicio, perdiera pie y cayera. Pero ¿tan malo era caer?, se preguntó. ¿O era mejor, quizá, alcanzar la cumbre de la montaña, aunque sólo fuera un instante, que ni siquiera intentarlo? ¿O había que pensar, como habría dicho la señora Pincent, que cuanto más alto se llega, más dura es la caída?
Bart Simpson
Re: La Declaracion (Niall y Tu) (Adaptacion)
Ahí está el capítulo mis hermosas lectoras.
Agradezco mucho que sigan pendientes después de haberme ido a quién sabe dónde, las quiero y prometo ser más constante con la fic.
Besitos *3*
Agradezco mucho que sigan pendientes después de haberme ido a quién sabe dónde, las quiero y prometo ser más constante con la fic.
Besitos *3*
Bart Simpson
Re: La Declaracion (Niall y Tu) (Adaptacion)
Me encantó el cap!!!
Tengo muchas ganas de que la rayis y Niall se vayan de ese horrendo lugar!!!
Espero que puedas seguirla pronto babe!!
Muchos saludos!!
Tengo muchas ganas de que la rayis y Niall se vayan de ese horrendo lugar!!!
Espero que puedas seguirla pronto babe!!
Muchos saludos!!
{CJ}
Re: La Declaracion (Niall y Tu) (Adaptacion)
por {CJ} Hoy a las 9:50 am
Me encantó el cap!!!
Tengo muchas ganas de que la rayis y Niall se vayan de ese horrendo lugar!!!
Espero que puedas seguirla pronto babe!!
Muchos saludos!!
Hola linda!!
Si supieras lo que viene
Supongo que hoy mismo subiré otro cap ;)
Bart Simpson
Re: La Declaracion (Niall y Tu) (Adaptacion)
No sabes lo contenta que me pone la idea de que subas otro cap!!!
Muchos saludos!!
Muchos saludos!!
{CJ}
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