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La Declaracion (Niall y Tu) (Adaptacion)

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Mensaje por Bart Simpson Jue 11 Jul 2013, 6:10 pm

por wendy horan Ayer a las 6:00 pm


me gusto mucho el cap
espero que la sigas muy pronto!!

Me alegra que te haya gustado. Gracias por leer y comentar, prometo seguirla pronto :DD

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La Declaracion (Niall y Tu) (Adaptacion) - Página 9 Empty Re: La Declaracion (Niall y Tu) (Adaptacion)

Mensaje por JustMeNimee Lun 15 Jul 2013, 5:51 am

 Oh por favor tienes que continuarla <3
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La Declaracion (Niall y Tu) (Adaptacion) - Página 9 Empty Re: La Declaracion (Niall y Tu) (Adaptacion)

Mensaje por Bart Simpson Vie 19 Jul 2013, 8:56 pm

Capitulo 14



_____________ tenía la mejilla derecha tan hinchada a causa del golpe que le había propinado Maisie que ni siquiera podía abrir el ojo. El pelo estaba sucio de sangre coagulada y le sangraba el labio inferior porque se lo había mordido sin querer al desplomarse. Sin embargo, en toda su vida se había sentido tan feliz. Mientras volvía en sí en el duro lecho de cemento, abrió los ojos y se sentó para tomar conciencia de su entorno; poco después sonrió complacida, y al hacerlo casi vio las estrellas, pero no le importó. Lo había conseguido. Estaba en la celda de castigo. Ese pensamiento tuvo la virtud de que se sintiera más viva de lo que recordaba haberse sentido jamás. Y fuerte. Se veía capaz de hacerlo todo. Con Niall, era invencible.

− ¡Niall! – susurró eufórica tras cerciorarse de que estaba sola. Luego alzó la voz −: ¡Niall! Estoy aquí ¡Niall!
− ¡____________, lo has conseguido! Oí que traían a alguien, y esperaba que fueras tú, pero no me atrevía a decir nada. ¿Qué hiciste? ¿Cómo conseguiste que te encerraran aquí?

Para su gran alivio, advirtió que la voz de Niall procedía de la pared vecina, lo que significaba que el chico ocupaba la mazmorra de al lado.

− Desafié al señor Sargent. – ___________ sonrió con orgullo al recordar la carota roja del hombre y la vena palpitándole por el susto que se llevó al oír las palabras de la niña −. Y luego contesté con malos modos a una Doméstica − Oyó como Niall reía, y __________ se ruborizo de satisfacción − ¿Cuándo nos marchamos? – preguntó nerviosa.
− Esta noche – replicó Niall sin pensarlo dos veces −. Las inspecciones a las celdas de castigo se realizan a las doce más o menos, y la señorita Pincent dijo que vendría a buscarme a las cuatro de la madrugada, ¿verdad?
__________ emitió un sonido apagado en señal de asentimiento. A ninguno de los dos les apetecía pensar en la señora Pincent o en el que ésta se disponía a hacer a su vuelta de Londres.
− Entonces, saldremos de aquí a las dos de la madrugada y avanzaremos por el túnel – prosiguió Niall −. De ese modo todos estarán durmiendo. El túnel va a parar al pueblo, y hemos de ir lo más lejos que podamos mientras sea de noche pues en cuanto descubran nuestra huida tendremos a los Cazadores pisándonos los talones. Debemos encontrar un lugar para escondernos hasta mañana por la noche: entonces emprenderemos el viaje a Londres.

____________ sonrió, pero el corazón le latía con fuerza. No podía creer que fueran a escapar de Grange Hall. Todas las puertas y ventanas estaban provistas de alarma y había un sinfín de focos dispersos entre el edificio y los muros que lo cercaban. Además, como elemento disuasorio añadido habían dispuesto cámaras a lo largo del perímetro exterior. Al final los Cazadores siempre te atrapaban, decía la señora Pincent. Y cuando ocurría eso, aún odiabas más a tus padres por haberte traído al mundo.

− Todo irá bien, ____________ te lo prometo – le aseguro Niall como si hubiera percibido el miedo de la chica −. No te preocupes.
− No estoy preocupada – replicó ___________ apresuradamente, sobre todo intentando convencerse a sí misma. Las tinieblas y el olor a humedad de la mazmorra empezaban a hacer grieta en ella; le traían recuerdos de su última visita al lugar.

Entonces había pasado un miedo atroz, imaginando que el sótano estaba habitado por fantasmas y demonios y que la señora Pincent y los demás se olvidarían de ella y la dejarían morir allí. A altas horas de la noche había oído extraños pasos, voces ahogadas, y no había podido pegar ojo: ___________ estaba tan aterrorizada que habría hecho lo que fuera para salir y no volver a poner los pies en la celda de castigo el resto de su vida. Pero en esa ocasión estaba allí por un motivo, se dijo. Esa vez había ido por propia decisión. Miró la pared que separaba su mazmorra de la de Niall. En la parte superior, como en todas las celdas de castigo, había una abertura de un metro de ancho por unos ochenta centímetros de alto. Sabía que esos orificios constituían el único respiradero en todo el sótano, pues el señor Sargent lo había explicado a la clase en una ocasión en que encerraron a Patrick por quinta vez. El señor Sargent les informó que en las mazmorras escaseaba el aire. Añadió que si había más de tres niños a la vez, era probable que en pocos días se quedaran sin oxígeno. Si uno salía vivo de la celda de castigo, era única y exclusivamente gracias a la abertura, les había asegurado el señor Sargent. El orificio era también el único medio que tenía ____________ para llegar a la celda de Niall. Al ponerse en pie encima de la cama de cemento para mirar de cerca, tragó saliva desesperada. Cuando Niall le contó su plan, le pareció una idea brillante, pero ahora no esta tan segura. El orificio era lo bastante grande para que ella pudiera pasar por él, sin duda, pero antes debía subir hasta allí. Advirtió que si se ponía de puntillas encima de la cama, llegaba con las manos a la parte inferior de la abertura. Pero no era suficiente. Tenía que subir hasta ella.

− Está muy alto – anunció con timidez −. El caso es que no creo que pueda subir hasta el orificio. – Intentaba mantener la voz calmada −. Aunque me ponga de pie encima de la cama. No soy capaz.
− Claro que eres capaz – repuso Niall de inmediato −. Agárrate con fuerza al borde inferior y trepa. Yo lo intentaré primero. Mira…
______________ alzó la vista y, en efecto, a los pocos segundos apareció el rostro de Niall en el orificio. A la niña se le iluminó el semblante, y sonrió.
− ¡Tienes un aspecto espantoso! – exclamó Niall y ____________, avergonzada de su ojo y labio hinchado, volvió la cara automáticamente − ¿Quién fue? – preguntó Niall indignado −. Dime quién te hizo eso. − ___________ se encogió de hombros.
− Nadie, quiero decir, ¿a quién le importa?
− A mí me importa.

____________ lo miró con curiosidad. En su vida nadie había intentado protegerla. Cuando la señora Pincent la golpeaba, a veces afirmaba que lo hacía para, pero eso era una cosa muy diferente.

− De acuerdo, voy a intentarlo – anunció resueltamente y se puso de puntillas otra vez para trepar al orificio. Quería demostrarse que era digna de Niall. Conseguiría subirse a esa pared aunque fuera lo último que hiciera en su vida. Pero era inútil. Sus brazos quizá le sirvieran a la hora de lavar la ropa, pero no tenían suficiente fuerza para levantarla, y la pared era demasiado lisa, de modo que no se podía trepar por ella. Tras unos minutos de inútiles esfuerzos, ____________ se derrumbó en la dura cama, con la cara encendida de vergüenza.
− No puedo, Niall. − Su voz sonaba agitada. Pero al mirar hacia arriba, vio a Niall otra vez, asomando la cabeza por la abertura y sonriéndole burlonamente. Unos segundos después estaba a su lado en la cama. Y tiraba de ella para que lo intentara de nuevo.
− Pon el pie aquí – dijo rápidamente cruzando los dedos de las manos para crear un punto de apoyo. Ella lo miró a los ojos −. Vamos, sólo tienes que poner un pie aquí. Y yo te auparé − la animó mirándola con expresión alentadora. A la niña se le ilumino la cara y obedeció. Niall la levantó hasta que ____________ alcanzó la parte superior de la pared y la sostuvo hasta que ella consiguió colarse por la abertura, al final él temblando por el esfuerzo. A continuación Niall trepó por la pared como un mono, se deslizó por el orificio y una vez estuvo en el otro lado la ayudó a descender.
− ¿Lo ves? Es fácil – Niall esbozó una sonrisa de satisfacción −: ¿Algún problema más?

___________ meneó la cabeza y se sonrojó al pensar en lo rápido que se había rendido. Quizá no fuera tan invencible como pensaba.

− No hay más – respondió agradecida −. Y gracias, Niall. Es que… bueno, muchas gracias, de verdad.
Niall se encogió de hombros.
− Te dije que te sacaría de aquí, ¿no? Veamos, ¿has traído algo de comer?
____________ asintió con la cabeza alegremente y se sacó del bolsillo la empañada que había horneado esa mañana.
− ¿Es verdad que viniste a Grange Hall sólo para llevarme contigo? – le preguntó curiosa mientras miraba a Niall comer −. Es decir, ¿dejaste que te atraparan los Cazadores sólo por eso?

Niall la miró a los ojos y se encogió de hombros otra vez.

− Bueno, está claro que no vine por la comida – respondió con los ojos centelleantes. Dejó la empanada en el suelo ante él −. Quería aportar mi granito de arena al Movimiento Subterráneo. Ayudar a tus padres – añadió con el semblante serio; de pronto tragó salva y le clavó sus ojos penetrantes, que ella conocía tan bien – Pero también quería encontrarte…por mí. – __________ lo observó en silencio, y él se mordió el labio y fijo la vista en el suelo −. Nunca he tenido amigos – musitó instantes después con un hilo de voz que ___________ no conocía −. Nunca he tenido padres, o alguien a quien… bueno, nunca he tenido a nadie. Y tus padres siempre hablaban de ti, y decían que sino estuvieras en Grange Hall seríamos amigos. ¿Me entiendes? Y yo solía pensar en eso muchísimo, me imaginaba que eras libre y que íbamos a sitios, y que hacíamos planes juntos. Por eso vine. Sentía que ya nos conocíamos. Antes de que nos viéramos por primera vez, quiero decir.
Tragó saliva una vez más, y ____________ se sintió incapaz de apartar la mirada de Niall, de su amigo, que, casi por primera vez desde que lo conocía, no se mostraba desafiante o enfadado, sino vulnerable y perdido.

− ¿Y qué? – preguntó ella apenas en un susurro − ¿Soy como esperabas que fuera?
− Creo que sí.− Niall asintió con la cabeza y sus ojos se encontraron. __________ se dio cuenta que los de Niall brillaban.
− ¿Y te gusto? – preguntó con voz indecisa –. La ____________ real, quiero decir.
Niall asintió una vez más con la cabeza lentamente.
− Supongo que sí – musitó intentando sonreír. Respiró hondo y bajó la mirada avergonzado −. La verdad es que me gustas bastante – susurró con una voz tan débil que no parecía la suya.

Y en cuanto esas palabras hubieron salido de su boca, se volvió y se concentró en un hilo suelto que le colgaba de una manga del uniforme. ___________ se quedó mirándolo estremecida, y durante un segundo le pareció que el mundo se había detenido. Niall se encogió de hombros una vez más y se puso a comer, y de pronto todo volvió a la normalidad. Aunque no enteramente. Porque __________ ahora sabía que, pasara lo que pasase, seguiría a Niall al fin del mundo. Lo que, ahora se daba cuenta, podría significar su salvación, pero también acarrearle muchas desgracias.

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Mensaje por {CJ} Sáb 20 Jul 2013, 6:59 am




 Pero que ternura!!!


Yo a Niall me lo como, si es que no se puede ser mas tierno, ir a buscar a alguien para llevarsela a sus padres y poder ser ''amigos''... 


Me enterneció su historia... tengo ganas de que salgan ya de ese horrendo lugar!!!!


Bueno babe, espero que puedas seguirla pronto!!!!!


Muchos saludos!!
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Mensaje por wendy horan Sáb 20 Jul 2013, 6:29 pm

Ame el cap es genial la nove
niall es un tierno arriesgar su vida por conocerla

Siguela pronto!!!

Xx besos!
wendy horan
wendy horan


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Mensaje por Bart Simpson Dom 21 Jul 2013, 11:16 pm

Hermosuras!!

Mañana subo otro cap La Declaracion (Niall y Tu) (Adaptacion) - Página 9 1857533193
Estoy segura de que lo amarán La Declaracion (Niall y Tu) (Adaptacion) - Página 9 1857533193

¿Mañana? :scratch:
Creo que básicamente es hoy La Declaracion (Niall y Tu) (Adaptacion) - Página 9 2278276204
Pero más al rato La Declaracion (Niall y Tu) (Adaptacion) - Página 9 961472736

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Mensaje por {CJ} Lun 22 Jul 2013, 1:14 pm




 Genial!!!!!
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La Declaracion (Niall y Tu) (Adaptacion) - Página 9 Empty Re: La Declaracion (Niall y Tu) (Adaptacion)

Mensaje por Bart Simpson Lun 22 Jul 2013, 3:06 pm

En un momento va el cap La Declaracion (Niall y Tu) (Adaptacion) - Página 9 1857533193

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Mensaje por Bart Simpson Mar 23 Jul 2013, 3:32 pm

Capitulo 15



A las dos de la madrugada, __________ se despertó y se incorporó de golpe, y Niall, que estaba a punto de llamarla en ese momento se llevó un susto. La chica había ido a su celda antes de la medianoche, y en cuanto había terminado la inspección había regresado a la de Niall. Desde entonces habían permanecido tendidos juntos sobre la estructura de cemento que servía de cama, acurrucados el uno contra el otro para darse calor. _____________ no tenía claro dónde terminaban las historias que Niall le había contado antes de quedarse dormida y dónde empezaban sus sueños. Nunca hubiera pensado que sería capaz de dormir en semejante lugar, y menos con la ansiedad que la invadía, pero ahora se alegraba de haberlo logrado. Estaba un poco somnolienta, pero se sentía descansada y algo más tranquila. La rejilla más allá de la cual los esperaba su futuro era igual a todas las que había distribuidas por Grange Hall: de forma rectangular, era lo suficiente grande para que pudieran colarse por ella. Estaba situada dos metros y medio por encima del suelo, en la pared más alejada de la cama de Niall. __________ no creyó que detrás de la rejilla se abriera un túnel que los conduciría fuera de Grange Hall hasta que Niall la retiró con cuidado para enseñárselo.

− Es pequeño – dijo con gravedad −. No es lo bastante grande para andar a pie, tendremos que avanzar a rastras y en fila.

____________ observó el fúnebre y húmedo túnel con expresión indecisa y luego miró a Niall, que estaba sacando un cuchillo afilado del uniforme y le dirigía una sonrisa burlona.

− Lo conseguí hace un par de días. A la hora de la comida, me parece − Le guiñó un ojo y alzó el cuchillo, mientras fruncía el ceño concentrado en desatornillar la rejilla metálica −. El doméstico ni siquiera se dio cuenta de que no estaba en la bandeja cuando se la devolví. Que conste que no me quejo.

__________ se quedó callada y contempló la mazmorra por última vez. Resultaba muy apropiado que su última visión de Grange Hall fuera la celda de castigo, el sito más sombrío y tétrico del edificio, se dijo con ironía. Esa noche abandonaría el lugar para siempre. No quería ni pensar en la posibilidad de que se perdieran en ese túnel pequeño y serpeante, de que acabaran sus días en las entrañas de su prisión, Grange Hall.

− Tendré que ayudarte a subir, por tanto tú abrirás la marcha − anunció Niall con seriedad −. Pero yo iré justo detrás. ¿De acuerdo?

Mientras hablaba, Niall la miraba fijamente para darle ánimos: a pesar de la oscuridad de la mazmorra __________ podía distinguir el destello de sus ojos celestes. La niña alzó la barbilla valientemente y asintió en silencio. Acto seguido, sin decir palabra, dejó que Niall la alzara para deslizarse por la boca del túnel.


***



− ¿Quiere darse prisa? − insistió la señora Princent con irritación al doctor Cox. Llevaban retraso respecto a la hora que ella había previsto para salir de Londres. Si no llegaban a Grange Hall hacia las cuatro de la madrugada sería demasiada tarde. Las primeras inspecciones del día se realizaban a la seis de la mañana, y para entonces el asunto del chico debía estar liquidado.
− Voy, ahora mismo acabo − dijo el señor Cox mientras vertía lo que restaba del líquido de Longevidad en un pequeño frasco. Era una tarea ruda esa de recoger células madre de pacientes reacios a colaborar, pero el premio compensaba con creces esas dificultades −. Ese chico… − empezó a decir con aire pensativo − Supongo que no puedo sacarle lo que necesito antes de administrarle la inyección, ¿me equivoco?
La señora se encogió de hombros.
− Haga lo que le dé la gana, pero rápido. El tiempo apremia.


***

___________ esperaba que la pequeña abertura se ensanchara un poco en cuanto estuviera dentro, pero para su consternación no fue así. El túnel siguió teniendo unos cincuenta centímetros de anchura, la suficiente para escurrirse por él, pero poco más, y con ese aire sofocante y la falta de luz circundante le pareció estar penetrando en las entradas de la tierra. Mientras avanzaba por el túnel el hedor se hizo insoportable y la oscuridad casi fue completa. ___________ podía oír a Niall arrastrándose a su espalda, lo que momentáneamente le infundía ánimos, pero enseguida volvían a atormentarla pensamientos angustiosos. ¿Y si el túnel no tenía salida?, se preguntaba con inquietud, ¿Y si los descubrían y en lugar de obligarlos a salir del túnel la señora Pincent colocaba de nuevo la rejilla y los dejaba morir ahí adentro?

− No veo nada − se quejó sin saber si Niall podía oírla, pues le parecía que no había espacio suficiente para permitir que el sonido viajara.
− Sigue avanzando, no te preocupes − oyó que Niall le respondía con voz apagada −. Sólo unos cincuenta metros.
− ¿Y cuántos hemos recorrido hasta ahora?
− Unos diez, más o menos.

A ____________ se le cayó el alma a los pies, pero apretó los dientes y continuó avanzando por el angosto pasadizo, medio a gatas y medio a rastras, como una lombriz gigantesca. Tardaron casi una hora en recorrer la pequeña distancia que los separaba de la salida del túnel. ____________ descubrió con alivio que al rato el túnel se ensanchaba ligeramente. Supo que habían llegado al final cuando tropezó con lo que parecía una pared de ladrillo. Tenía mucho calor, sudaba abundantemente y estaba cubierta hasta las cejas de un fango pestilente; cualquier movimiento le ponía los pelos de punta. Además, estaba oscuro como boca de lobo, y si no hubiera sido porque oía a Niall arrastrarse detrás de ella y porque temía sus estúpidas bromas se habría rendido hacía mucho.

− Niall, creo que hemos llegado − dijo palpando alrededor por si había una esquina en el túnel que explicara la súbita aparición de la pared que le cerraba el paso −. Pero no encuentro ninguna abertura.
− ¡Bien! Ahora prueba a ver si notas una rejilla o algo parecido.
__________ volvió a tantear en la oscuridad. Aunque no tenía mucho espacio para moverse, palpó lenta y minuciosamente la pared frente a ella, centímetro a centímetro, con la esperanza de encontrar algo, no sabía qué, que le indicara la salida. Al final se dio por vencida.
− No… no noto nada.

Hubo un silencio y a continuación Niall dijo:

− Vale, no te muevas, que allá voy.

Instantes después ___________ sintió que la empujaban contra el suelo enfangado y le aplastaban la mejilla contra la esquina, pues Niall se había acercado al final del túnel y trepaba encima de ella.

− No… puedo… respirar…− protestó, pero Niall no le hizo caso.
− Conseguiré que salgamos de aquí, ya lo verás − musitó, y ___________ se sorprendió al notar una nota de temor en su voz.

En ese momento la chica oyó un grito que le pareció de pánico y cerró los ojos con fuerza. Lo siguiente que notó fue una lluvia de barro seco, que se le metió en la orejas, en la nariz; en la boca y, en cuanto abrió los parpados para ver qué ocurría, en los ojos. Era el final, se dijo con certeza. Eso era lo que ocurría a los Excedentes que pensaban que podían quebrantar las reglas. Acabarían enterrados vivos. Pero un momento después, Niall retrocedió un poco y __________ sintió que se liberaba del peso del chico. Al quitarse el barro de la cara, cayó en la cuenta de que Niall no había chillado de miedo sino de alegría.

− Casi hemos llegado. A partir de aquí el túnel sigue hacía arriba. Sólo estaba obstruido por el barro procedente del exterior.

Emocionada, ___________ consiguió liberar un brazo y palpó el barro. Estaba tocando el exterior, se dijo loca de alegría. Se hallaba tan cerca de él que casi podía sentirlo. Niall se subió a la abertura enfangada encima de ellos y observó que el túnel continuaba en la misma dirección. __________ lo siguió, encantada de que esta vez Niall fuera delante. Mientras se deslizaba por el pasadizo, una bocanada de aire freso la reconfortó. Era el viento, se dijo. Podía sentir el viento. A medida que avanzaba por el túnel la brisa vivificante del principio dio paso a ráfagas de aire helado y cortante; el viento silbaba en el túnel como un alma en pena. Pero ___________ apenas notaba el frio, o los aullidos del viento; tampoco percibía el lodo o las magulladuras en rodillas, manos y codos. Arriba, frente a ella, más allá de Niall, distinguía algo que le daba fuerzas suficientes para enfrentarse a cualquier cosa. Podía ver el cielo nocturno. Sólo una parte muy pequeña; en realidad su campo de visión estaba ocupado sobre todo por un muro que destacaba ante la boca del túnel. Pero justo en la esquina superior derecha se vislumbraba una estrella diminuta, que brillaba en el oscuro cielo, y esta vez no estaba oculta tras una persiana gris, sino que destellaba ante sus ojos en todo su esplendor. ____________ no había visto nada tan hermoso en toda su vida.
De pronto Niall desapareció, e instantes después vio desaparecer su cara sonriendo en la abertura del túnel.

− Ya hemos llegado, ________ Covey. Dame la mano.

Con la ayuda de Niall, se deslizó trabajosamente por el angosto orificio del túnel, y durante unos segundos se quedó muda. Mientras sentía el aire helado y cortante contra la piel y escuchaba el zumbido de los coches a lo lejos y el piar matutino de los pájaros, se sintió desbordada por las sensaciones. No había pensado que le afectaría tanto. Después de todo, ya había estado en el exterior cuando había ido a trabajar con la señora Sharpe; hasta la fecha se había imaginado como la más mundana de las Excedentes. Pero aquello era diferente. De repente el mundo entero se desplegaba ante ella; podía sentirlo, oírlo, olerlo. En el pasado había visto la luna, claro, una luz brillante en el cielo, pero no fueron sino vislumbres furtivos durante las frías noches que miraba nostálgica a través de los tres gruesos cristales e imaginaba cómo sería dormir al aire libre. Ahora le parecía que la luna casi estaba al alcance de la mano, y su perfecta redondez la intimidaba y colmaba de un temor reverencial y de algo parecido al éxtasis. Miró alrededor con los ojos muy abiertos; ni se atrevía a despegar los labios no fuera a ponerse a gritar, o a llorar o a reír como una loca, o las tres cosas a la vez, a tal punto todo le parecía hermoso, e increíble, y, al menos en ese momento, suyo.

− Bien − dijo Niall mirando alrededor rápidamente para orientarse −. Deberíamos estar en el lado este del pueblo. Lo que significa que… − frunció el ceño, pensativo− Que tenemos que tomar esa dirección.

_________ asintió en silencio y siguió a Niall por un callejón. Que aspecto tan horrible debían de tener, se dijo la chica mientras miraba la figura enflaquecida de Niall delante de ella.
Llevaban el uniforme de Grange Hall mugriento, la cara sucia de barro, y tenían sangre seca en las manos y en los codos.

− Si nos ven estos harapos se preguntarán de dónde venimos − murmuró.
− Se preguntarán de dónde venimos en cualquier caso − repuso Niall, volviéndose-. No hay nadie de nuestra edad en el exterior. Al menos a la vista. Hay algún que otro Legal, pero no se ven a menudo – Se le encendieron los ojos de indignación, y por un momento _________ no supo qué decir. Luego el chico se encogió de hombros y añadió −: Tienes razón. Debemos encontrar un sitio para escondernos. Pero lo más lejos posible de Grange Hall. Los Cazadores inspeccionarán los alrededores en cuanto se den cuenta de que nos hemos escapado.

_________ asintió con la cabeza otra vez y aceleró el paso jadeando detrás de Niall, habría querido ser de más ayuda, pero ese lugar era demasiado desconocido y nuevo para ella. Entonces se detuvo. Frente a ella se alzaba una pared con algunos carteles pegados. Uno mostraba lo que parecía la pantalla de un ordenador y en ella la silueta de un hombre con una pistola. Al pie se leía: ― La red propaga el terrorismo. No pongas en peligro a tu país ― Otro representaba a un lado una vivienda con todas las habitaciones iluminadas; junto a ella una casa en ruinas. En la parte superior, con letras grandes y rojas muy vistosas, un eslogan: ―No malgastes energía; mantén Gran Bretaña lejos de la Edad Media‖ ― Pero el cartel que más le llamó la atención fue uno con la fotografía de un Pequeño. Un niño gordito comía, se embutía en la boca varios alimentos con sus pequeñas manos, y de lado a lado del retrato había el siguiente mensaje escrito en enormes letras negras: ―Los Excedentes roban. Manténganse alerta. Para más información sobre el Problema Excedente, visiten www.losexcedentesproblema.gob.uk‖―

− Mira – murmuró −. Los Excedentes son un robo. Eso es lo que somos Niall.

El muchacho frunció el ceño y retrocedió unos pasos para observar mejor el cartel. A continuación agarró a _________ de la mano.

− Un día habrá carteles sobre el problema de la Longevidad − replicó enfurecido −. Eso sí que es un robo de verdad. Hurtan la vida de todo el mundo para que los Legales puedan vivir eternamente.

Furioso, avanzó por la calle a zancadas, arrastrando a ___________ tras él y agachándose detrás de los muros y los arbustos cuando oían un coche o unos pasos. La chica, que tanto había anhelado ver el exterior, que tanto había soñado con tocar la hierba y notar la caricia de la brisa nocturna en sus mejillas, ahora sólo sentía miedo ante aquél lugar extraño y hostil. En cuanto a Niall, estaba de un humor irritable. No dejaba de decir que se estaba haciendo tarde y que en ese momento ya tendrían que estar muy lejos de ahí. Muy lejos. No faltaba mucho para que avisaran a los Cazadores. Con sólo la mención de los Cazadores, a la chica le dio un vuelco el corazón, alcanzó a Niall apresuradamente y se obligó a mirar al frente en vez de indagar en las casas junto a las que pasaban. De repente se detuvo.

− ¿Y ahora qué pasa? − Niall suspiró con fastidio −. Esta casa – susurró −. La conozco. Es de la señora Sharpe.

El jardín de delante estaba como lo recordaba de su temporada de prácticas como ama de llaves en la casa; siempre que tenía la oportunidad, echaba un vistazo por cualquiera de las ventanas para admirar el césped y los perfectos jardines. El porche delantero era inolvidable, con su puerta rojo brillante y sus diversos móviles suspendidos en el aire que saludaban a __________ con un coro de extraños sonidos cada vez que sacaba las bolsas de basura de la señora Sharpe. Niall la miró extrañado.

− ¿La señora Sharpe?
− Te hablé de ella, ¿recuerdas? Trabajé en su casa como ama de llaves provisional. Tres semanas. Fue muy buena conmigo.
− ¿Una legal buena? − Niall resopló con fastidio.
− Pues sí − repuso _________ a la defensiva −. Fue muy amable.
− Me parece muy bien. Pero date prisa, tenemos que seguir.

Continuaron avanzando a hurtadillas calle abajo, pegándose todo lo posible a los arbustos que flanqueaban la calzada, cuando de pronto oyeron una sirena y vieron en frente a unas luces que parpadeaban. Niall empujó a __________ dentro de una arboleda y allí se quedaron quietos, esperando en silencio y con el corazón latiendo acelerado. Instantes después las sirenas enmudecieron y los chicos intercambiaron una mirada de desconfianza.

− Vamos − la apresuró Niall de inmediato. Salió de los matorrales gateando con dificultad y tiró de ____________; la chica apareció al fin, llena de arañazos y temblorosa.
− ¿Eran los…? − empezó a preguntar, pero no fue capaz de terminar la frase.
− Quizá. Aunque los Cazadores no suelen anunciar su presencia de ese modo. Seguramente era la policía. Lo más probable es que su presencia aquí no tuviera nada que ver con nosotros.
___________ asintió en silencio y siguió a Niall en cuanto éste reemprendió la marcha. Pero de repente frunció el ceño.
− ¿Qué te pasa en la pierna? − inquirió. Niall se encogió de hombros.
− Nada. Corre, tenemos que andar más rápido.

Reanudó la marcha, pero __________ observó que su rostro se contraía de dolor. Cada vez que se apoyaba en la pierna izquierda todo él se estremecía ligeramente.

− Estás herido − afirmó de forma tajante −. Niall, estás herido.
− ¿Y qué pasa si así fuera? − preguntó Niall visiblemente irritado −. Vamos, ___________. Tenemos que salir de este pueblo cuanto antes. Podemos escondernos en los campos de las afueras. Están muy cerca.

__________ se percató de que el chico sudaba, y estaba muy pálido. Lo obligó a detenerse y le levantó rápidamente el pernil del pantalón. Tenía una gran cortadura justo encima del tobillo, en el que se veía sangre coagulada.

− Niall… − ____________ jadeó −. ¿Qué te pasó?

El chico suspiró.

− Ha debido de ser en el túnel – musitó −. Tropecé con algo.

Al mirar la herida de cerca, advirtió que se le estaba hinchando la parte inferior de la pierna, y cuando palpó la piel de alrededor, notó que Niall se estremecía.

− No puedes andar así – susurró −. Es imposible.
− Tengo que seguir − replicó Niall apretando los dientes-. No hay otra alternativa.
___________ se mordió el labio.
− Hay otra opción.
− ¿Ah, sí? ¿Qué propones? ¿Qué nos dejemos atrapar? − preguntó Niall obligándose a avanzar unos pasos, pero era evidente que le resultaba cada vez más difícil −. Ni hablar. No pienso dar vuelta atrás, y tú tampoco.
− Podemos ir a casa de la señora Sharpe. Escondernos allí por un tiempo.
− Pero ¿qué andas diciendo? − exclamó Niall, sin dar crédito a lo que oía −. ¿Qué nos presentemos en la puerta de un Legal y le pidamos que nos esconda? ¿Te has vuelto loca?
____________ palideció.
− He pensado que…
− Pues no pienses tanto, ¿de acuerdo? Ya pensaré yo por los dos − Niall estaba muy enfadado.
Apoyó el peso en la pierna izquierda y soltó un gemido de dolor.
− Perfecto. Hasta ahora has pensado muy bien por ambos − murmuró con sarcasmo y entornando los parpados −. En cuanto nos descuidemos tendremos a los Cazadores pisándonos los talones. No puedes andar y no tenemos a dónde ir. ¿No crees que si nos escondemos en un campo en las afueras nos encontrarán enseguida?
Cruzó los brazos como para protegerse de una amenaza invisible. Cuando Niall se volvió para mirarla ___________ reparó en que los ojos del chico traslucían miedo.
− ______________, la señora nos entregará a los Cazadores. Es Legal. Vamos, tiene que haber otra alternativa. Y debemos de encontrarla antes de que amanezca.
− Pero si ya está amaneciendo − exclamó ___________ atropelladamente −. Mira.
Niall alzó la vista al cielo, que clareaba.
− No podemos − repitió, y su voz sonó menos segura que antes −. Es demasiado arriesgado.
____________a pensó con rapidez.
− La señora Sharpe tiene un cobertizo en el jardín − recordó cautamente.
− ¿Un cobertizo? − Niall se detuvo otra vez.
− La señora Sharpe me hablaba a menudo de ese lugar porque su marido lo usaba como trastero y tenía muchas ganas de despejar el cuarto de cachivaches, pero nunca encontraba el momento para hacerlo − añadió ___________ -. Yo iba a echarle una mano, pero se acabó mi temporada en la casa y tuve que volver a Grange Hall.

Niall lanzó una mirada furtiva alrededor.

− ¿Crees que podríamos escondernos allí? Me refiero a sólo por hoy − preguntó, ahora con gravedad −. ¿Estás segura de que la señora Sharpe nunca lo usa?
_____________ negó con la cabeza, a continuación asintió, y después volvió a negar.
− No lo sé-admitió finalmente −. No lo creo, pero estoy hablando del año pasado.
Niall suspiró.
− ¿Podemos acceder al cobertizo desde aquí?

____________ asintió en silencio, tenía los nervios a flor de piel. Los chicos volvieron sobre sus pasos en dirección a la casa de la señora Sharpe. En cuanto la divisaron, ____________ y Niall se pusieron a correr hacia el alto portón de madera que separaba el jardín de delante del de detrás, donde ____________ recogió una piedra del suelo.

− No estarás pensando en romper algún cristal, ¿verdad?
Niall parecía preocupado, pero ____________ negó con la cabeza.
− No es una piedra – explicó −. Es para esconder la llave. La señora Sharpe me lo enseñó. Mira.

Con cuidado, abrió la piedra falsa y sacó una llave. Le temblaban tanto las manos que fue incapaz de introducirla en la cerradura, así que Niall se hizo cargo de la llave, abrió la puerta y la cerró una vez hubieron pasado al otro lado. Atravesaron a la carrera el césped perfectamente recortado de la señora Sharpe. Allí, en el extremo del terreno, se erguía el cobertizo, que seguía abarrotado de muebles viejos y cajas. Y junto a la puerta, hallaron otra piedra falsa. Dos minutos después, se encontraban a salvo en el interior, escondidos debajo de una gran cama de matrimonio apoyada contra la pared del fondo. Envueltos en espesas cortinas de terciopelo a modo de abrigo, se quedaron quietos y esperaron, oyendo tan sólo su respiración entrecortada y superficial.

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Mensaje por {CJ} Mar 23 Jul 2013, 5:38 pm




 Menudo capítulo!!!!


Ya no están en Grange Hall!!!!!!!!!!! Salieron de alli y espero que no vuelvan por alli!!!!


Tengo muchas muchas ganas de leer pronto el siguiente cap babe... quiero saber si a Nialler se le curará el corte o si ya lo tiene infectado...


Bueno sweetie, síguela cuando puedas!!!!


Saludos!!
{CJ}
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Mensaje por Bart Simpson Sáb 10 Ago 2013, 2:11 pm

por {CJ} el Mar Jul 23, 2013 6:38 pm






 Menudo capítulo!!!!




Ya no están en Grange Hall!!!!!!!!!!! Salieron de alli y espero que no vuelvan por alli!!!!




Tengo muchas muchas ganas de leer pronto el siguiente cap babe... quiero saber si a Nialler se le curará el corte o si ya lo tiene infectado...




Bueno sweetie, síguela cuando puedas!!!!




Saludos!!
 Holo! La Declaracion (Niall y Tu) (Adaptacion) - Página 9 1857533193
Gracias por postear :)
Subiré otro cap La Declaracion (Niall y Tu) (Adaptacion) - Página 9 1857533193

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Mensaje por Bart Simpson Sáb 10 Ago 2013, 2:31 pm

Capitulo 16



Maisie Wingfield no sabía qué hacer ni dónde meterse. Se lo tenía merecido por haber cometido la estupidez de ir a ver a ese par de desgraciados, pero ¿cómo podía imaginar lo que encontraría? Dado que estaba en el turno de noche había decidido hacer una visita a la Excedente para ponerla en su sitio antes de que volviera la señora Princent: sólo quería aconsejarle que no se le ocurriera hablar de más respecto al altercado, pues eso únicamente le acarrearía más problemas.
Y ahora…ahora no le quedaría más remedio que informar a la señora Pincent. Debía decirle que los dos monstruitos se habían largado. Esos niños eran verdaderos demonios, eso es lo que eran, se dijo Maisie con fastidio. Se habían encaramado a lo alto de la pared y luego se habían deslizado por ese agujero minúsculo. Los Excedentes no tenían ningún derecho a existir, sólo faltaba que se fugaran así, sin más.

– ¡No puede ser! Dime que no es verdad. – Susan, otra doméstica y confidente de Maisie, la miró boquiabierta −. ¿Me estás contando que se han escapado?

Maisie le lanzó una mirada incómoda.

–No fue culpa mía – aseguró con firmeza −. Los Excedentes no tienen por qué entrar en la planta de los Pequeños. Fue idea de la señora Pincent, eso es. Así que en realidad ella es la culpable. – Susan no parecía muy convencida, de modo que Maisie prosiguió con tono desafiante −: ¿Acaso no dice siempre la señora Pincent que los Excedentes no deben entrar en el tercer piso a fin de que no se encariñen con los Pequeños o se preocupen por ellos cuando únicamente tendrían que preocuparse en obedecer las órdenes y en sentirse mal por el mero hecho de existir? Esa estúpida de _____________ debería haber recibido una buena tunda; no sé por qué la llevaron al piso de arriba. Una buena azotada es lo que se merecía.
– ¿Vas a decirle eso a la señora Princent?

Maisie se estremeció. Hacía un rato había creído que la señora Princent seguía fuera. Tenía el propósito de dejarle una nota, que deslizaría por debajo de la puerta del despacho de la Directora. Pero justo cuando estaba a punto de hacerlo, había oído a la señora Princent, que acababa de entrar en el edificio por la puerta trasera en compañía de un caballero. Ambos se habían dirigido al despacho, como si fuera pleno día en lugar de las cuatro de la madrugada, y Maisie había retrocedido rápidamente para encaminarse a la cocina, donde se encontraba en ese preciso instante.

– Ahora mismo voy – anunció dubitativa –, a menos que quieras decírselo tú. Dado que ahora es tú turno, ¿no?

Susan cabeceó incrédula.

– ¡Ni lo sueñes! – exclamó de inmediato –. Tengo que preparar el desayuno, muchas gracias. Vete ya e infórmale de una vez. Te prepararé una taza de té para cuando vuelvas.
– Tienes razón – musitó, poniéndose en pie; temblaba levemente –. Ellos se encargarán de meter en cintura a los Excedentes – añadió con rabia para sí. Antes de atravesar el umbral de la cocina lanzó una última mirada de pánico a Susan, y mientras se encaminaba al despacho de la señora Pincent siguió mascullando –: No deberían permitir que la gente Legal como yo tenga que pasar por situaciones tan molestas como éstas. No hay derecho. No es justo.

Antes de acercarse a la puerta aún experimentó una leve vacilación. A Maisie no le gustaban los problemas. Y a decir verdad nunca tenía. Su filosofía se resumía en hacer su trabajo, bajar la cabeza cuando le tocaba y asegurarse de recibir su salario de todas las semanas. Siempre que el talón de la paga siguiera engrosando la cantidad de su cuenta corriente y le permitiera pagar las tartas de nata y los vasos de sidra que consumía en el pub del pueblo y comprar calzado cómodo para sus pies delicados, Maisie estaba contenta. Grange Hall le ofrecía todas esas cosas, aparte de un techo bajo el que cobijarse, y si para eso tenía que aguantar a esos horribles enanos llorones, los Excedentes Pequeños, bueno, estaba dispuesta a pagar ese precio. No pediría nada más ni desearía lo que no pudiera conseguir por sí misma. No le interesaba ascender, ni nada parecido.
No, en honor de la verdad, Maisie era una persona bien simple. Solamente una trabajadora Legal, a quien no le gustaba meterse en problemas, que se esforzaba por no complicarse la vida. Y ahora resultaba que una Excedente le complicaba la existencia – una Excedente que le había hablado de muy malas maneras, como si la Legal fuera ella y no Maisie, como si fuera superior (la joven Doméstica torció el ceño al recordarlo) –; bien, debía dejar muy en claro a la señora Pincent que ella no estaba dispuesta a tolerar nada semejante. Sí, hablaría con toda franqueza; le diría que no era culpa suya que la señora Pincent fuera incapaz de mantenerlos bajo control.

Cuando estuvo ante la puerta cerrada, Maisie respiró hondo; a continuación golpeó tímidamente con los nudillos y esperó.

– Adelante.

Maisie abrió con sumo cuidado y entró en el despacho de la Directora. Qué estancia más horrible y fría, se dijo. Uno de esos sitios que te hielan el corazón. Seguro que era lo que había ocurrido a la señora Pincent, pues resultaba evidente que la mujer tenía el corazón de hielo. Si la mirabas a los ojos te dabas cuentas… si te atrevías a hacerlo, claro. Eran azules, pequeños, apagados. Bastaba con echar un vistazo, aunque tampoco nadie querría mirarla mucho rato.
Justo en ese momento, la mirada de la Directora era mucho peor de lo normal, advirtió Maisie con inquietud. Expresaba indignación, cólera. La joven pensó que fuera lo que fuese lo que la señora Pincent hubiera estado haciendo a esas horas de la noche, probablemente era algo que deseaba mantener oculto.

– ¿Qué pasa, Maisie?

Maisie abrió la boca para hablar, todavía esforzándose por encontrar las palabras adecuadas. El caballero también la miraba con firmeza, como si Maisie los hubiera encontrado con las manos en la masa. Tal vez fuera el marido de la señora Pincent, pensó la joven. La gente decía que la Directora ya no tenía marido, pero quizá lo tuviera, después de todo. O quizá no era su marido: tal vez por eso parecían tan incómodos.

Maisie lo miró con el rabillo del ojo para ver qué aspecto tenía. Diminuto y calvo. Antes de volver la vista de nuevo a la señora Pincent dio un leve respingo. El tipo estaba guardando algo en una caja, y si no se equivocaba se trataba de una jeringa. Maisie apartó los ojos rápidamente. Si había aprendido algo en la vida era que cuanto menos supieras, menos problemas te buscabas. Deseaba salir de esa habitación lo antes posible, y eso era justo lo que iba a hacer.

– Bueno… -empezó, buscando las palabras adecuadas. Algo así debía expresarse con la máxima delicadeza, se dijo. Una no podía presentarse allí y notificar que dos Excedentes se habían dado a la fuga como si estuviera anunciando la hora del té, ¿verdad? –. Se trata de esos Excedentes –dijo al fin –. Esos de las celdas de castigo.
Vio cómo la señora Pincent entornaba los párpados e intercambiaba una rápida mirada con el hombre, que tenía el ceño fruncido. Maisie retrocedió un paso.
– Ese Excedente – la corrigió la Directora, con visible nerviosismo –. Sólo hay un Excedente en las celdas de castigo. ¿Qué le pasa?

Maisie respiró hondo.

– Esos Excedentes – repitió, mientras las gotas de sudor empezaban a resbalarle por la frente –, pues son dos. Verá, ayer, cuando usted estaba fuera, esa chiquilla, quiero decir esa Excedente, bueno, el caso es que no paró de molestarnos. Me refiero a mí y a la señora Larson. Y fue ella… la señora Larson la mandó a la celda de castigo. Dijo que se lo merecía, por maleducada y… – Maisie no pudo dejar de advertir que la señora Pincent palidecía. Entonces se le aceleró el corazón. Se daba cuenta de que balbuceaba, pero no podía evitarlo; apenas se sentía capaz de articular una frase correctamente. Y lo peor era que aún no había dado la mala noticia –. Pero da igual, el caso, señora Pincent, es que no entiendo cómo pudo ocurrir, si había un agujero en la pared, o qué sé yo, pero he bajado allí hace un momento, y ya no están. Se han…se han marchado, señora Pincent. – Maisie miró implorante a la Directora y acto seguido se estremeció, como si le hubiera caído encima un aguacero helado.
– ¿Qué quieres decir con eso de que se han marchado? – preguntó la señora Pincent en voz baja y contenida, pero con cara de pocos amigos.
– No ha sido culpa mía – replicó Maisie de inmediato –. ¿Cómo podía saberlo? Una espera que los Excedentes sepan comportarse, la verdad. ¿Cómo podía imaginar que escaparían? Pensaba que era imposible salir de aquí. Estaba segura, vaya.
– ¡Silencio! – La señora Pincent se acercó a Maisie y la agarró con fuerza por los hombros –. ¿De qué demonios estás hablando? – preguntó con tono amenazador, y Maisie se estremeció de pies a cabeza. La directora la taladró con la mirada y le clavó las uñas en sus carnes generosas –. ¿Quiénes se han marchado?
– Ese chico, y la chica. – Maisie gimoteó –. ___________ y el chico que ya estaba allá abajo antes. El Excedente nuevo. Se han escapado. La pasada noche, me parece.
– Imposible. – La señora Pincent echaba chispas por los ojos –. No hay manera de escaparse de Grange Hall. Debes de haberte equivocado.
Maisie estuvo tentada de darle la razón y abandonar el despacho, pero sabía que si ahora no se mantenía firme sólo conseguiría empeorar las cosas.
– Parece que había un agujero en la pared que desconocíamos – dijo bajando los ojos – Igual que un maldito Excedente, pensó con rabia.
– ¿Cómo se atreve a hablarme así?
– Lo he visto, créame, cuando he ido a controlarlos a eso de las cuatro menos cuarto de la madrugada, sólo para asegurarme de que no hacían ninguna travesura. Pero no los he encontrado. Y entonces vi el agujero en la pared. Y me he dicho, ah, es por aquí por donde se han largado, entonces…– añadió con un hilo de voz y enmudeció por completo.

La señora Pincent le apretó más los hombros.

– ¿A las cuatro menos cuarto? – preguntó con voz ahogada.

Maisie asintió con la cabeza dócilmente.

– Ahora son las cuatro y cuarto.

Maisie asintió una vez más.

– ¿Puede saberse por qué has tardado tanto en venir a contármelo?

Porque sabía que usted reaccionaría así‖, pensó Maisie a la defensiva, pero no respondió.
Maisie advirtió que la señora Pincent estaba pálida como el papel, y que el hombre, ahora de pie, parecía ansioso por escapar del despacho. Para su gran alivio, de pronto la señora Pincent la soltó, agarró el teléfono del escritorio y marcó un número de memoria.

– Soy Margaret Pincent – vociferó al auricular –. Hagan el favor de venir inmediatamente. No, ahora mismo. Se trata de una fuga. No pueden estar muy lejos. Deben atraparlos cuanto antes –. A continuación se volvió hacia Maisie –. ¡Fuera de aquí, inútil! – rugió –. Largo de aquí. Enseguida. Di al señor Sargent que me espere en la celda de castigo y a la señora Larson que vaya al vestíbulo para recibir a los Cazadores. Y ve a anunciar a los Excedentes que hoy se quedan sin desayuno.
Dicho esto, empujó a Maisie a un lado y, tras hacer señas al hombre de que podía irse, se marchó corriendo por el pasillo como un ciclón.


***


Julia Sharpe se contempló en el espejo con desgano. No pudo dejar de notar que cada vez tenía arrugas más profundas. Ése era el precio que pagaba por su afición a tomar el sol: si no iba con cuidado al final parecería una de esas mujeres a quienes todo el mundo señalaba con el dedo por la calle. ― La muerte ambulante, las llamaban. Eran personas ya mayores cuando descubrieron los fármacos de la longevidad. Se les evitó la muerte, cierto, pero como ya habían alcanzado la vejez, ahora vivían ésta eternamente.

Julia, por su parte, estaba estancada en los cincuenta. A decir verdad no era una mala edad. Tampoco le habían dado la posibilidad de elegir, por supuesto. Preferiría no tener arrugas en la cara, pero todo el mundo se enfrentaba al mismo problema; incluso la gente que había empezado a tomar los fármacos a los dieciséis le salían alguna que otra arruga en cuanto alcanzaban los sesenta, daba igual que se pusiera las cremas más caras del mercado. La Longevidad te mantenía joven por dentro, pero para seguir siendo joven por fuera debías recurrir a liftings con regularidad. Y Julia les tenía pánico a los cirujanos.
Suspiró y abrió un frasco que guardaba en el armarito del baño, sacó dos pastillas y las tragó con un sorbo de agua.

― Con dos pastillas una vez al día, mantendrás a raya a la harpía ― pensó sonriendo levemente.
Pero ¿seguía bastando con mantenerla a raya?, se preguntó. Le habían dicho que los nuevos fármacos de la Longevidad eran mucho más eficaces. Con células madre en buen estado se podía curar cualquier cosa, y mientras los fármacos aprobados por el gobierno cubrían mínimos, con los nuevos lo tenías todo: regeneración completa de la piel, niveles de grasa muy bajos y aún más. Pero eso significaba comprar en el mercado negro, pensó Julia con desconfianza. Y una vez que te metías por esa senda, no tenías ni idea de a dónde podías llegar. Julia no entendía nada de la ciencia de la Longevidad, y ni falta que le hacía, en su opinión; después de todo, lo importante era asegurarse de que funcionara, no cómo. Pero sus amigas del club de bridge afirmaban que el cutis fresco y la esbelta figura de que hacían gala en los últimos tiempos se debían a los fármacos de Longevidad. Al parecer ya podían conseguirse en selectas clínicas de Estados Unidos, China y Japón, y los famosos los tomaban constantemente; si todavía no se vendían en el Reino Unido era debido a su precio desorbitado. Pero ¿había algo de verdad en eso?, se preguntaba Julia. A la gente le encantaba inventarse las historias más raras. Además, no podía dejar de plantearse la procedencia de las células madre. Los fármacos tradicionales se obtenían de cordones umbilicales congelados, pero corría el rumor de que las pastillas de Longevidad requerían células frescas y jóvenes. ¿Y de dónde sacarían esas células, pensó, si no empleando métodos de lo más turbios?
Pero quizá estuviera siendo demasiado cínica. Justo la noche anterior había jugado al bridge con Bárbara, Cindy y Claire, y no había podido evitar darse cuenta de que Bárbara tenía la piel radiante. Sí, esa era la palabra. Se la veía joven.

Suspiró una vez más y decidió llegar hasta el punto del asunto. La cuestión era que nunca podía estar segura de lo que metían en esos frascos que vendían a toda prisa por enormes sumas de dinero en oscuros callejones. Ni sabía de dónde salían. Pero si resolvían el problema de la papada flácida y borraban las patas de gallo, quizá valiera la pena probarlas. De repente un fuerte golpe en la puerta la sacó de sus ensoñaciones. Levantó la cabeza con curiosidad. Eran sólo las siete de la mañana. ¿Quién sería el loco que llamaba a esas horas?

Tras abrocharse la bata, cerró el armarito del baño y esperó a que el ama de llaves fuera a abrir la puerta. Al oír que volvían a llamar, se acordó de que ese día había ofrecido el ama de llaves a Cindy para que la ayudara a hacer la mudanza. Resopló irritada y se encaminó a la escalera, por la que a continuación descendió. A través de la rejilla de la puerta vislumbró unos uniformes y experimentó un pequeño sobresalto. ¿Habrían entrado a robar en alguna casa de la calle? ¿Sería algo peor? Sólo de pensarlo sintió un escalofrío. En los tiempos que corrían la delincuencia era un fenómeno tan raro que ni siquiera se cometían pequeñas infracciones. A menudo Julia se preguntaba si la delincuencia había bajado desde que disfrutaban de la Longevidad porque la gente se conformaba con su suerte y ya no se interesaba por los beneficios a corto plazo, en particular cuando el plazo era tan corto. O quizá la delincuencia había pasado a ser dominio de los jóvenes y por tanto la seguridad de las calles obedeciera a la erradicación de la juventud. Su marido defendía a capa y espada este punto de vista y consideraba que la Declaración era el remedio universal, pero Julia no estaba tan segura. Más bien le parecía que actualmente todos tenían demasiados años a cuestas, y que carecían de la imaginación o energía suficientes para molestarse en delinquir. Entreabrió la puerta y, al reparar en la clase de uniformes que tenía delante, frunció el entrecejo. Uno de los hombres iba vestido de policía, pero los otros dos, si no se equivocaba, eran Cazadores.
Enarcando las cejas con curiosidad, se apartó para dejar pasar a los hombres al vestíbulo.

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Mensaje por {CJ} Sáb 10 Ago 2013, 3:36 pm




 Me encantó el cap...  
No tienes que agradecerme por comentar ;)




Madre mía... cómo estará Nialler??


Bueno babe... me tengo que ir a cenar ya, espero que puedas seguirla pronto... tengo ganas de saber qué pasará con la rayis, Nialler y esos cazadores...
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Mensaje por JustMeNimee Jue 19 Sep 2013, 9:53 pm

tiene que ser de broma, no puedes dejarla aqui x33 tienes que subir maaaas *-*
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Mensaje por Bart Simpson Vie 20 Sep 2013, 5:48 pm

La sigo en estos días :DD

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