"UN IRRESISTIBLE LORD" (JOE&TU) (TERMINADA)

No pudo soportarlo más. Se puso de pie de un salto con el único propósito de poner cierta distancia entre los dos.
Inevitablemente, al saltar así sin mirar y tan impulsivamente, se chocó con el cuerpo esbelto y musculoso de Joseph. Tenía la piel cálida y ligeramente húmeda; pero cuando sintió el suave cosquilleo del vello estuvo a punto de desmayarse.
—No pasa nada —dijo Joseph—, sólo era mi…
— ¡Joseph! ¡No quiero saberlo! —Exclamó con un hilo de voz—. Me doy cuenta de que somos viejos amigos —añadió con voz temblorosa—, pero hay ciertas cosas que sencillamente no deseo compartir.
Joseph se echó a reír mientras se enrollaba la manta. ______ sabía que se estaba cubriendo, pero se volvió a mirar a otro lado por si acaso.
—Estoy casi listo… —murmuró Joseph.
______ se volvió hacia él con alivio. Pero como lo hizo unos momentos antes de lo debido, atisbó la curva de sus nalgas. El sobresalto no fue pequeño.
—Pero no del todo —terminó de decir.
—¡Oh, esto es horrible! —______ trató de apartarse, pero tenía las rodillas tan débiles que lo único que hizo fue tropezarse con la cesta de la merienda.
Joseph la agarró del brazo, muerto de risa, para impedir que se cayera.
—Con cuidado —dijo riéndose—. Si sigues así, uno de los dos va a salir malparado.
—Me las apañaría mucho mejor si te marcharas —le soltó ______ muy sofocada—. ¡No hace falta que te regodees con el asunto!
—Pues yo creo que te las apañarías mejor si te quitaras ese ridículo sombrero y miraras a tu alrededor con naturalidad —dijo Joseph.
—Gracias, pero ya he visto suficiente —Se apartó de él con cuidado y se levantó el sombrero un poco.
Al asomarse vio con alivio que Joseph se había enrollado la manta a la cintura a modo de falda. Pero el paño le quedaba bajo, a la altura de las caderas, y aún dejaba mucho al descubierto, aunque sin duda resultara mucho mejor que antes. Vestido, poseía una vitalidad y una masculinidad tan atractivas que ni siquiera una vieja amiga podía pasar por alto. Pero el verlo con tan poca ropa era un sobresalto para los sentidos más básicos.
Al darse cuenta de que continuaba mirándolo fijamente, ______ carraspeó suavemente y decidió mirarlo a la cara. Joseph seguía con aquel gesto burlón en su mirada. Con sus ojos de color café claro y su sonrisa pícara, tenía una cara tan atractiva e interesante como el resto de su persona. Había aquellos que decían que Joseph Jonas no era guapo de un modo convencional. Entre otras cosas, no tenía la nariz perfecta puesto que se le había roto durante una expedición, cuando un desprendimiento de rocas había estado a punto de matarlo; la cicatriz que tenía en la mejilla también se la había hecho en esa ocasión. Su rostro era demasiado esbelto para poder decir que poseía una belleza clásica. Sin embargo, ninguna de esas cosas importaba. Él tenía carácter, personalidad, y eso se notaba. Prueba de ello era que las mujeres se tiraban a sus brazos con tediosa regularidad.
Avergonzada por haber sido sorprendida mirándolo, ______ desvió la mirada.
—Gracias a Dios que es una manta grande —le dijo.
—Me halaga que pienses que necesito algo grande para cubrirme bien —dio Joseph con ojos risueños.
______ se sonrojó. Había olvidado la tendencia de Joseph a sorprender tanto por lo que decía como por lo que hacía. Entendía a la perfección los requerimientos sociales de educación; simplemente a veces elegía no seguirlos.
—Márchate, por favor, Joseph —le dijo ella—. No estás visible.
Joseph se echó a reír.
—Claro que lo estoy. Pero eso siempre lo has sabido, y sigues apreciándome.
______ le lanzó una mirada severa.
—Tal vez seas mi amigo, pero siendo como soy una joven de reputación intachable, no tengo intención de hacer peligrar mi buen nombre dejándome ver en conversación con un mujeriego envuelto en una manta.
—¡Un mujeriego envuelto en una manta! —Repitió Joseph con sorna—. ¡Qué imagen más delicada!
______ lo miró con altivez. Se sentía más segura toda vez que por lo menos aquella manta cubría su desnudez.
—Tú de delicado tienes poco, Joseph —le dijo.
Joseph se encogió de hombros.
—Tal vez no —contestó—. Siento haberte molestado, ______. Veo que aún estás bastante sofocada.
______ sabía que era cierto, y el hecho de que él se hubiera fijado en ello le provocaba aún más bochorno.
—Por supuesto que estoy sofocada —dijo—. No esperaba verte desnudo, Joseph. Esas cosas no suelen ocurrir entre antiguos compañeros de colegio.
—No, desde luego —dijo Joseph—. Debes excusarme, ______. No tenía intención alguna de asustarte.
—Y pensar que he bajado aquí en busca de paz y tranquilidad —dijo ______ mientras suspiraba con pesar—. Ya sabes lo difícil que resulta encontrar un poco de soledad en cuanto empieza una excavación. Mamá y papá están tan ocupados cavando de sol a sol desde hace dos semanas —apoyó con suavidad una mano en el brazo de Joseph—. ¿Pero qué estás haciendo en Suffolk? —le preguntó—. No esperaba que te unieras a nosotros; te hacía todavía en Cornualles.
—Llegué a Londres el mes pasado —dijo Joseph—. Tus padres escribieron una carta a mi club invitándome a unirme a ellos en la excavación —arqueó una ceja con gesto interrogativo—. ¿No te lo dijeron?
______ suspiró.
—Supongo que tendrían la intención de decírmelo, pero… Ya sabes que a mamá se le olvidan las cosas.
Joseph se arrodilló para meter la mano en el cesto de la merienda. Levantó la vista, con un pedazo de pan con queso en la mano.
—¿Te importa?
—¿Que estés aquí o que me robes el almuerzo? —_____ se echó a reír—. Ninguna de las dos cosas me importa, Joseph. Aunque te aconsejaría que en el futuro te vistieras si quieres quedarte aquí. En Inglaterra no es normal ir por ahí caminando desnudo, al menos no en público. Me doy cuenta de que has estado tanto tiempo en el extranjero que has olvidado nuestros convencionalismos.
—Por los cuales jamás me dejé gobernar —dijo Joseph, quien seguidamente se estiró con placidez.
Al ver que la manta se le resbalaba un poco, ______ avanzó rápidamente hacia la orilla.
—Vete —dijo ella—, antes de que te enfríes o de que se te caiga la manta y se lleve consigo lo que me queda de compostura. Hablaremos cuando te hayas vestido.
Joseph sonrió.
—Jamás pensé que pudiera oír de tus labios una frase tal, ______.
—Bueno, sin duda no seré la primera que te lo haya dicho —dijo ______, ahogando una sonrisa de pesar.
Conocía a la perfección la reputación de Joseph.
Joseph se volvió para desandar sus pasos orilla abajo.
—Ya me marcho —levantó la mano con gesto conciliador—. Me disculpo si te he disgustado, ______.
—No ha sido para tanto —mintió ______—; tan sólo una leve sorpresa.
Joseph se agachó y sacó otro pedazo de pan y un poco de jamón de la cesta.
—Delicioso —dijo después de dar un bocado—. Justo lo que necesitaba después de nadar por la mañana.
Agitó la mano para despedirse y echó a andar.
—Cuidado con los rosales que hay más arriba cerca de la orilla —dijo ______ de pronto—. Las espinas son muy grandes… —hizo una mueca al oír el ruido de una caída y una maldición ahogada—. ¡Ay, demasiado tarde!
______ se sentó cerca de la orilla, contra el tronco del pino más cercano, y cerró los ojos mientras inclinaba un poco la cabeza hacia atrás. La luz del sol le acariciaba los párpados. Una vez que estuvo convencida de que Joseph se había marchado de verdad, aspiró hondo y suspiró largamente, dispuesta a relajarse un poco.
No había esperado que fuera a ver a Joseph allí, en aquella excavación de Suffolk. Su madre se había olvidado totalmente de decirle que él iría a visitarlos; pero eso no era ninguna sorpresa, ya que lady Odell no tenía memoria para nada que no fueran sus antigüedades. Podría recitar de memoria los emperadores de Roma en orden cronológico, o ser la experta de más renombre en tumbas egipcias, pero cuando se trataba de asuntos de sociedad, era un auténtico desastre.
La última vez que ______ había sabido de él había sido seis meses atrás. Lord Jonas había escrito desde su casa en Cornualles para decir que había regresado de la expedición a la Patagonia y que tenía malaria. ______ le había enviado una tintura que había preparado ella misma, del mismo modo que había preparado tantos remedios para tratar las más misteriosas enfermedades de sus padres.
Joseph había enviado una nota dándole las gracias acompañando un precioso ramo de rosas, y ______ había sonreído al recibirlo porque había sido un detalle. El traslado a Suffolk la había tenido muy atareada, y no se había vuelto a acordar de Joseph Jonas hasta que no lo había visto saliendo del río.
Durante los diecisiete años anteriores, Joseph había sido un estandarte en su vida, pero uno que iba y venía como una cometa caprichosa. Lord Jonas era un explorador y un coleccionista de legendaria fama. Según se decía, había luchado con cocodrilos, batallado por su vida con serpientes venenosas, explorado las tierras baldías de los desiertos más recónditos y descubierto tesoros fantásticos. ______ sabía que mucho de todo aquello eran tonterías. Como anticuario, Joseph pasaba mucho tiempo excavando tumbas que sólo contenían polvo y trozos de huesos. Dudaba mucho que las damas londinenses, a quienes se les hacían los ojos chiribitas sólo de oír mencionar el nombre de Joseph, lo vieran tan intrépido si lo hubieran visto cubierto de barro hasta las rodillas en medio de un viento huracanado en las Orcadas. Una cosa que tenía que reconocer, sin embargo, era que Joseph era muy bueno en lo que hacía. Era un anticuario muy habilidoso, culto y con talento, que también poseía la sorprendente pericia de hallar utensilios interesantes. Muchos hombres viajaban por todo el mundo comprando antigüedades, pero Joseph era especial. No era un anticuario que se quedara sentado en su tienda; él siempre quería salir a buscar las piezas.
_______ suspiró. Sin duda por esa razón Joseph estaba allí, en Midwinter Royal. Él sabía que sus padres estaban trabajando en la famosa excavación del cementerio anglosajón, y seguramente querría también formar parte de la excavación. Habría sido muy útil si lady Odell se hubiera acordado de decírselo. Pero eso, pensaba ______, no la habría preparado para ver a lord Jonas desnudo como lo había visto esa mañana. Sólo de pensarlo se estremeció de arriba abajo, sofocada y extrañamente turbada.
Sin la manta donde sentarse, el suelo estaba frío y algo húmedo. Era temprano y el rocío aún cubría la hierba. ______ se puso de pie, se sacudió la falda y guardó la comida restante en la cesta. Sabía que ya no podría centrarse en la lectura del libro que se había llevado, puesto que su caprichoso pensamiento mostraba la tendencia a deleitarse con la apariencia de Joseph que recreaba su imaginación. Sería mejor volver a la casa para ver cómo iba su madre con las maletas.
No se fue por el bosque por miedo a encontrarse con Joseph otra vez, sino bordeando el enterramiento de Midwinter Royal, la antigua excavación que había llevado a sus padres a viajar a Suffolk. El sol brillaba en el cielo, bañando el campo con su luz dorada. Aquél iba a ser otro día caluroso.