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"UN IRRESISTIBLE LORD" (JOE&TU) (TERMINADA)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: "UN IRRESISTIBLE LORD" (JOE&TU) (TERMINADA)
Capitulo 1
(Tercera parte)
(Tercera parte)
Cuando ______ entraba en casa oyó a su madre hablando en voz alta en el recibidor; la mujer estaba dándole instrucciones al criado sobre las excavaciones de la mañana.
—Y asegúrate de tamizar la tierra de la zanja de ayer, Tom, antes de empezar a cavar en el túmulo largo…
______ sonrió levemente. Cuando había aceptado el puesto, el pobre Tom Gough no había tenido ni idea de que ninguna de sus tareas serían convencionales, ni tampoco que todas ellas se centrarían en las excavaciones que se desarrollaban en el campo cercano. Durante los últimos veinticinco años las vidas de lady Odell y sir Arthur habían girado en torno a la búsqueda de antigüedades. Esa excavación de Suffolk era tan sólo la última de la larga lista que llevaban a sus espaldas. Sir Arthur tenía miedo de que la guerra contra Napoleón no los dejara moverse de casa, y contaba historias de la ocasión en la que seis años atrás había tenido que huir de las tropas francesas y abandonar los trabajos que habían estado haciendo en el Valle de los Reyes.
Cuando ______ se quitó el sombrero de paja y devolvió la cesta a la cocina, fue a ver a lady Odell, que estaba en la biblioteca sacando unas reliquias históricas de una caja grande. Entró despacio en la habitación. El sol brillante de la mañana iluminaba las grietas del techo de escayola y las calvas de la alfombra de lana. Midwinter Royal no era peor que las otras dos docenas de casas en las que había vivido, y por lo menos era mucho menos vieja y destartalada que muchas de ellas. No tenía expectativas de quedarse allí más tiempo del que se había quedado en otros sitios. Seis meses era mucho para que sir Arthur y lady Odell se quedaran en un solo sitio.
Lavinia Odell era una mujer fuerte en cuyo rostro siempre había una expresión de dulzura. Sus ojos, de un bellísimo marrón dorado, eran su mejor atributo; y afortunadamente ______ los había heredado de ella. Su cabello era marrón grisáceo, algo más claro que la melena castaña de su hija, y su piel, tan acostumbrada ya al sol y a la arena abrasadores, estaba curtida y bronceada.
—Acabo de encontrarme con Joseph junto al río, mamá —le dijo ______—. No me habías dicho que fuera a venir.
Lady Odell la miró con gesto confuso.
—¿Ah, no? Recibí una carta ayer mismo diciéndonos que se uniría a nuestra excavación. ¿No te parece sencillamente espléndido? ¿Y dices que ya está aquí?
—Sí, mamá —______ sonrió—. Estaba dándose un baño mañanero. Creo que vendrá a verte en cuanto se haya vestido.
—Bien, bien… —dijo lady Odell vagamente.
Sacó lo que parecía la estatua de un gato pequeño. Era un animal marrón y muy delgado, de expresión malevolente, con las patas listas para atacar. ______ hizo una mueca de asco al verlo.
—Pensé en colocar esto sobre la repisa del salón. Nos dará suerte.
_______ se estremeció.
—Mamá, no lo hagas, por favor. Lo único que atraerá será a las moscas. Me da la impresión de que huele mal.
Con gesto medio ofendido, medio desamparado, Lady Odell se apretó el gato contra el pecho generoso.
—¡No huele! Esto es una antigüedad del tercer milenio antes de Jesucristo, ______.
—Y por eso huele, mamá —señaló ______—. El pobre animal lleva muerto varios miles de años, y creo que debería permitírsele descansar en paz ahora. No me extraña que parezca tan malhumorado.
Lady Odell suspiró y dejó el gato en el fondo de la caja de cartón medio vacía, junto a un jarrón griego.
—Bueno, tal vez tengas razón. Los métodos de embalsamamiento no siempre daban buenos resultados.
—No, mamá —dijo ______.
Lo sabía todo sobre los antiguos métodos de embalsamamiento, ya que había aprendido muchísimas cosas con sólo acompañar a sus padres en sus viajes. No había aprendido por vocación. Una vez, de pequeña, su tía materna se la había encontrado sentada en la alfombra, chupando un hueso humano que tenía agarrado en su puño pequeño y regordete. El grito de la tía había conseguido que lady Odell corriera junto a su bebé para arrullar con deleite el interés precoz de su hija pequeña por las antigüedades.
Esa había sido la única señal de interés que ______ había mostrado por el trabajo de sus padres. A la edad de seis años había elegido que la llamaran ______, su segundo nombre, en lugar de ______, su nombre de pila, y se había negado a contestarle a nadie que la llamara de otro modo. Trasportada de un sitio a otro mientras los Odell desarrollaban su excéntrica afición por todo el mundo, ______ había llegado a detestar la pasión de sus padres. Habría dado lo que fuera por tener un salón lleno de porcelana de Wedgewood, donde no se viera ni una de esas barbáricas máscaras de muertos.
—No creo que las damas de Midwinter estén listas para tus antiguallas, mamá —le dijo—. Dudo de que alguien venga de visita si ven tu colección de cráneos anglosajones.
Lady Odell encogió los hombros regordetes bajo la camisa de algodón que siempre se ponía para trabajar.
—De todos modos no tendré tiempo para dedicarme a las visitas, con todo el trabajo que se requiere en la excavación. Eso te lo dejaré a ti, _______.
—Pues claro, mamá —murmuró _______.
Había sido ella la que se había encargado de atender a las visitas por toda Inglaterra. Era su rol en la vida. Organizar a sus padres, darles órdenes a los sirvientes, tratar con todas las minucias de la vida diaria… _______ había representado ese papel desde los doce años más o menos.
Siguió a su madre a la puerta de la casa de Midwinter Royal. El día podría describirse como otro caluroso día de junio. La hierba que bordeaba el camino estaba amarillenta por la falta de lluvia, y en el cielo azul no se veía ni una nube. El gallo de la veleta del tejado de la casa estaba inmóvil. En los campos, al sur, _______ distinguió las figuras de su padre y de un par de sirvientes midiendo el largo de uno de los enterramientos que se desperdigaban caprichosamente entre la casa y el río.
Lady Odell suspiró felizmente.
—Qué día más perfecto para excavar. Después de tantos años, no me acostumbro a cavar con lluvia.
—Por favor, ten cuidado de que las paredes de las zanjas no se te desmoronen encima —dijo ______, incapaz de contenerse—. El clima es muy seco. ¿Te acuerdas cuando te quedaste enterrada bajo aquel montón de tierra en el túmulo de Wiltshire, y Joseph y yo tuvimos que desenterrarte? Que no te vuelva a pasar. Y la señora Goodfellow y yo tendremos preparado un almuerzo frío para todos vosotros a las doce. Por favor no te olvides, mamá.
Lady Odell le dio unas palmadas en la mano afectuosamente.
—Por supuesto que no, querida mía. Ahora debo volver al trabajo. Tu padre ya lleva más de hora y media fuera.
—Lo vi en la excavación —dijo ______—. Mira a ver si lleva el sombrero puesto, mamá. El sol es muy peligroso en esta época del año —entrecerró los ojos para fijarse en la fila de álamos polvorientos que ocultaban el río, y no se sorprendió al ver la figura de un hombre cabalgando hacia ellas—. Creo que Joseph ha llegado ya.
—¡Oh, qué espléndido! —lady Odell echó a correr escaleras abajo, acompañada por el alegre tintineo de su collar de cuentas persas.
_______ la siguió más despacio. La figura que se acercaba se había convertido en un caballero montado sobre un purasangre gris, y ______ se dijo que, tanto con ropa como sin ella, Joseph Jonas era lo que muchas damas considerarían un espécimen de primera. Y a pesar de su atuendo más formal, seguía estando extremadamente atractivo.
_______ observó a Joseph con gesto de desaprobación. Galopó hasta las escaleras de la casa y se bajó del caballo con un sólo movimiento fluido, consiguiendo que las herraduras del caballo desperdigaran una leve lluvia de grava. Instintivamente _______ se apartó de en medio y agarró las bridas del caballo. Alguien tenía que hacerse cargo, y Joseph estaba demasiado ocupado saludando a lady Odell como para darse cuenta de que su purasangre podría pisotearlos a todos.
Joseph sonreía mientras se inclinaba a abrazar a Lavinia Odell. Tenía los dientes blancos y sus ojos cafes eran risueños y notablemente brillantes en contraste con su piel bronceada. Siempre tenía un aire de calidez y buen talante, y ______ observó a su madre responder a ello como había visto a las demás damas responder al encanto de Joseph una y otra vez. Daba lo mismo que fueran jóvenes o viejas; él las encandilaba a todas.
—¿Qué tal estás, Lavinia? —Le preguntó Joseph, sosteniéndole las manos a lady Odell a cierta distancia para mirarla bien—. ¡Estás estupenda!
—¡Joseph! ¡Querido niño! —Lavinia Odell lo abrazaba y chillaba como una colegiala emocionada—. ¡Nos alegramos tanto de que hayas podido venir!
—No me lo perdería por nada del mundo —dijo lord Jonas, soltándola suavemente y plantándole un sonoro beso en la mejilla—. Los enterramientos de Midwinter son famosos, ya sabes. Llevo años queriendo meter la pala en esos túmulos, desde que oí hablar del tesoro de Midwinter.
—Si alguien va a encontrar el tesoro, seremos nosotros —dijo Lavinia Odell con emoción—. ¡Lo presiento!
—¿Dónde está el mozo de cuadra, mamá? —La interrumpió ______, tratando de controlar al purasangre, que en ese momento ejercitaba un bailoteo nervioso sobre la grava—. Supongo que está en el campo con papá.
—Por supuesto, cariño mío —respondió lady Odell, vagamente confusa, como si lo natural fuera que todo el mundo empleara a sus sirvientes para que hicieran de ayudantes en las excavaciones—. Podría enviar a llamarlo, supongo, pero tu padre necesita que alguien lo ayude a medir los túmulos y…
—Yo me ocuparé de Castor —dijo Joseph, que avanzó hacia ______ con un crujir de grava bajo las suelas de sus botas de cuero.
Le quitó las bridas de la mano y tranquilizó al caballo con una suave caricia en el morro.
—Buenos días, _______ —continuó Joseph, con una sonrisa ligeramente más enigmática que la que le había dedicado a lady Odell; pero al momento la sonrisa se hizo amplia y abierta, como si los rayos del sol quedaran atrapados en las profundidades cafes de sus ojos—. ¿Tenemos que fingir que no nos hemos visto aún?
Él le tomó la mano, y ______ experimentó un leve desconcierto al notar que se le aceleraba el pulso ligeramente. Dos imágenes parecieron pasar ante el ojo de su mente: la de Joseph en ese momento, totalmente vestido, y la otra, completamente desnudo, saliendo del río, con el agua resbalándole por la piel… Y otra vez se sintió temblorosa y sofocada, como si hubiera sufrido un sobresalto repentino. Incluso le temblaban las piernas.
Tragó saliva, cerró los ojos y gracias a su fuerza de voluntad consiguió que la imagen se desvaneciera. Aquello tenía que ser una aberración. Estaba empeñada en que sus pensamientos no quedaran ofuscados por la desnudez viril y natural de Joseph. No deseaba pensar en su amigo de la infancia de ese modo.
Pero aun así, de pronto experimentó la deprimente sensación de que iba a ser un verano mucho más complicado de lo que había imaginado.
—Y asegúrate de tamizar la tierra de la zanja de ayer, Tom, antes de empezar a cavar en el túmulo largo…
______ sonrió levemente. Cuando había aceptado el puesto, el pobre Tom Gough no había tenido ni idea de que ninguna de sus tareas serían convencionales, ni tampoco que todas ellas se centrarían en las excavaciones que se desarrollaban en el campo cercano. Durante los últimos veinticinco años las vidas de lady Odell y sir Arthur habían girado en torno a la búsqueda de antigüedades. Esa excavación de Suffolk era tan sólo la última de la larga lista que llevaban a sus espaldas. Sir Arthur tenía miedo de que la guerra contra Napoleón no los dejara moverse de casa, y contaba historias de la ocasión en la que seis años atrás había tenido que huir de las tropas francesas y abandonar los trabajos que habían estado haciendo en el Valle de los Reyes.
Cuando ______ se quitó el sombrero de paja y devolvió la cesta a la cocina, fue a ver a lady Odell, que estaba en la biblioteca sacando unas reliquias históricas de una caja grande. Entró despacio en la habitación. El sol brillante de la mañana iluminaba las grietas del techo de escayola y las calvas de la alfombra de lana. Midwinter Royal no era peor que las otras dos docenas de casas en las que había vivido, y por lo menos era mucho menos vieja y destartalada que muchas de ellas. No tenía expectativas de quedarse allí más tiempo del que se había quedado en otros sitios. Seis meses era mucho para que sir Arthur y lady Odell se quedaran en un solo sitio.
Lavinia Odell era una mujer fuerte en cuyo rostro siempre había una expresión de dulzura. Sus ojos, de un bellísimo marrón dorado, eran su mejor atributo; y afortunadamente ______ los había heredado de ella. Su cabello era marrón grisáceo, algo más claro que la melena castaña de su hija, y su piel, tan acostumbrada ya al sol y a la arena abrasadores, estaba curtida y bronceada.
—Acabo de encontrarme con Joseph junto al río, mamá —le dijo ______—. No me habías dicho que fuera a venir.
Lady Odell la miró con gesto confuso.
—¿Ah, no? Recibí una carta ayer mismo diciéndonos que se uniría a nuestra excavación. ¿No te parece sencillamente espléndido? ¿Y dices que ya está aquí?
—Sí, mamá —______ sonrió—. Estaba dándose un baño mañanero. Creo que vendrá a verte en cuanto se haya vestido.
—Bien, bien… —dijo lady Odell vagamente.
Sacó lo que parecía la estatua de un gato pequeño. Era un animal marrón y muy delgado, de expresión malevolente, con las patas listas para atacar. ______ hizo una mueca de asco al verlo.
—Pensé en colocar esto sobre la repisa del salón. Nos dará suerte.
_______ se estremeció.
—Mamá, no lo hagas, por favor. Lo único que atraerá será a las moscas. Me da la impresión de que huele mal.
Con gesto medio ofendido, medio desamparado, Lady Odell se apretó el gato contra el pecho generoso.
—¡No huele! Esto es una antigüedad del tercer milenio antes de Jesucristo, ______.
—Y por eso huele, mamá —señaló ______—. El pobre animal lleva muerto varios miles de años, y creo que debería permitírsele descansar en paz ahora. No me extraña que parezca tan malhumorado.
Lady Odell suspiró y dejó el gato en el fondo de la caja de cartón medio vacía, junto a un jarrón griego.
—Bueno, tal vez tengas razón. Los métodos de embalsamamiento no siempre daban buenos resultados.
—No, mamá —dijo ______.
Lo sabía todo sobre los antiguos métodos de embalsamamiento, ya que había aprendido muchísimas cosas con sólo acompañar a sus padres en sus viajes. No había aprendido por vocación. Una vez, de pequeña, su tía materna se la había encontrado sentada en la alfombra, chupando un hueso humano que tenía agarrado en su puño pequeño y regordete. El grito de la tía había conseguido que lady Odell corriera junto a su bebé para arrullar con deleite el interés precoz de su hija pequeña por las antigüedades.
Esa había sido la única señal de interés que ______ había mostrado por el trabajo de sus padres. A la edad de seis años había elegido que la llamaran ______, su segundo nombre, en lugar de ______, su nombre de pila, y se había negado a contestarle a nadie que la llamara de otro modo. Trasportada de un sitio a otro mientras los Odell desarrollaban su excéntrica afición por todo el mundo, ______ había llegado a detestar la pasión de sus padres. Habría dado lo que fuera por tener un salón lleno de porcelana de Wedgewood, donde no se viera ni una de esas barbáricas máscaras de muertos.
—No creo que las damas de Midwinter estén listas para tus antiguallas, mamá —le dijo—. Dudo de que alguien venga de visita si ven tu colección de cráneos anglosajones.
Lady Odell encogió los hombros regordetes bajo la camisa de algodón que siempre se ponía para trabajar.
—De todos modos no tendré tiempo para dedicarme a las visitas, con todo el trabajo que se requiere en la excavación. Eso te lo dejaré a ti, _______.
—Pues claro, mamá —murmuró _______.
Había sido ella la que se había encargado de atender a las visitas por toda Inglaterra. Era su rol en la vida. Organizar a sus padres, darles órdenes a los sirvientes, tratar con todas las minucias de la vida diaria… _______ había representado ese papel desde los doce años más o menos.
Siguió a su madre a la puerta de la casa de Midwinter Royal. El día podría describirse como otro caluroso día de junio. La hierba que bordeaba el camino estaba amarillenta por la falta de lluvia, y en el cielo azul no se veía ni una nube. El gallo de la veleta del tejado de la casa estaba inmóvil. En los campos, al sur, _______ distinguió las figuras de su padre y de un par de sirvientes midiendo el largo de uno de los enterramientos que se desperdigaban caprichosamente entre la casa y el río.
Lady Odell suspiró felizmente.
—Qué día más perfecto para excavar. Después de tantos años, no me acostumbro a cavar con lluvia.
—Por favor, ten cuidado de que las paredes de las zanjas no se te desmoronen encima —dijo ______, incapaz de contenerse—. El clima es muy seco. ¿Te acuerdas cuando te quedaste enterrada bajo aquel montón de tierra en el túmulo de Wiltshire, y Joseph y yo tuvimos que desenterrarte? Que no te vuelva a pasar. Y la señora Goodfellow y yo tendremos preparado un almuerzo frío para todos vosotros a las doce. Por favor no te olvides, mamá.
Lady Odell le dio unas palmadas en la mano afectuosamente.
—Por supuesto que no, querida mía. Ahora debo volver al trabajo. Tu padre ya lleva más de hora y media fuera.
—Lo vi en la excavación —dijo ______—. Mira a ver si lleva el sombrero puesto, mamá. El sol es muy peligroso en esta época del año —entrecerró los ojos para fijarse en la fila de álamos polvorientos que ocultaban el río, y no se sorprendió al ver la figura de un hombre cabalgando hacia ellas—. Creo que Joseph ha llegado ya.
—¡Oh, qué espléndido! —lady Odell echó a correr escaleras abajo, acompañada por el alegre tintineo de su collar de cuentas persas.
_______ la siguió más despacio. La figura que se acercaba se había convertido en un caballero montado sobre un purasangre gris, y ______ se dijo que, tanto con ropa como sin ella, Joseph Jonas era lo que muchas damas considerarían un espécimen de primera. Y a pesar de su atuendo más formal, seguía estando extremadamente atractivo.
_______ observó a Joseph con gesto de desaprobación. Galopó hasta las escaleras de la casa y se bajó del caballo con un sólo movimiento fluido, consiguiendo que las herraduras del caballo desperdigaran una leve lluvia de grava. Instintivamente _______ se apartó de en medio y agarró las bridas del caballo. Alguien tenía que hacerse cargo, y Joseph estaba demasiado ocupado saludando a lady Odell como para darse cuenta de que su purasangre podría pisotearlos a todos.
Joseph sonreía mientras se inclinaba a abrazar a Lavinia Odell. Tenía los dientes blancos y sus ojos cafes eran risueños y notablemente brillantes en contraste con su piel bronceada. Siempre tenía un aire de calidez y buen talante, y ______ observó a su madre responder a ello como había visto a las demás damas responder al encanto de Joseph una y otra vez. Daba lo mismo que fueran jóvenes o viejas; él las encandilaba a todas.
—¿Qué tal estás, Lavinia? —Le preguntó Joseph, sosteniéndole las manos a lady Odell a cierta distancia para mirarla bien—. ¡Estás estupenda!
—¡Joseph! ¡Querido niño! —Lavinia Odell lo abrazaba y chillaba como una colegiala emocionada—. ¡Nos alegramos tanto de que hayas podido venir!
—No me lo perdería por nada del mundo —dijo lord Jonas, soltándola suavemente y plantándole un sonoro beso en la mejilla—. Los enterramientos de Midwinter son famosos, ya sabes. Llevo años queriendo meter la pala en esos túmulos, desde que oí hablar del tesoro de Midwinter.
—Si alguien va a encontrar el tesoro, seremos nosotros —dijo Lavinia Odell con emoción—. ¡Lo presiento!
—¿Dónde está el mozo de cuadra, mamá? —La interrumpió ______, tratando de controlar al purasangre, que en ese momento ejercitaba un bailoteo nervioso sobre la grava—. Supongo que está en el campo con papá.
—Por supuesto, cariño mío —respondió lady Odell, vagamente confusa, como si lo natural fuera que todo el mundo empleara a sus sirvientes para que hicieran de ayudantes en las excavaciones—. Podría enviar a llamarlo, supongo, pero tu padre necesita que alguien lo ayude a medir los túmulos y…
—Yo me ocuparé de Castor —dijo Joseph, que avanzó hacia ______ con un crujir de grava bajo las suelas de sus botas de cuero.
Le quitó las bridas de la mano y tranquilizó al caballo con una suave caricia en el morro.
—Buenos días, _______ —continuó Joseph, con una sonrisa ligeramente más enigmática que la que le había dedicado a lady Odell; pero al momento la sonrisa se hizo amplia y abierta, como si los rayos del sol quedaran atrapados en las profundidades cafes de sus ojos—. ¿Tenemos que fingir que no nos hemos visto aún?
Él le tomó la mano, y ______ experimentó un leve desconcierto al notar que se le aceleraba el pulso ligeramente. Dos imágenes parecieron pasar ante el ojo de su mente: la de Joseph en ese momento, totalmente vestido, y la otra, completamente desnudo, saliendo del río, con el agua resbalándole por la piel… Y otra vez se sintió temblorosa y sofocada, como si hubiera sufrido un sobresalto repentino. Incluso le temblaban las piernas.
Tragó saliva, cerró los ojos y gracias a su fuerza de voluntad consiguió que la imagen se desvaneciera. Aquello tenía que ser una aberración. Estaba empeñada en que sus pensamientos no quedaran ofuscados por la desnudez viril y natural de Joseph. No deseaba pensar en su amigo de la infancia de ese modo.
Pero aun así, de pronto experimentó la deprimente sensación de que iba a ser un verano mucho más complicado de lo que había imaginado.
Natuu♥!!
Natuu!
Re: "UN IRRESISTIBLE LORD" (JOE&TU) (TERMINADA)
Chicas a como veo las cosas, no me quedara de otra que borrar la novela :/
Natuu!
Re: "UN IRRESISTIBLE LORD" (JOE&TU) (TERMINADA)
noooooo no la borres plis perdon por no pasar antes lo qe pasa
esqe e estado ocupada porfavor no la dejes esta muy buena
siguela
esqe e estado ocupada porfavor no la dejes esta muy buena
siguela
Nani Jonas
Re: "UN IRRESISTIBLE LORD" (JOE&TU) (TERMINADA)
me enacnta el poder de joe
ajajaja
es hermos
isguekla
quiero beso
ajajaja
es hermos
isguekla
quiero beso
andreita
Re: "UN IRRESISTIBLE LORD" (JOE&TU) (TERMINADA)
Capítulo 2
Le pareció que habían pasado varios minutos, aunque seguramente sólo habrían sido segundos, cuando ______ se dio cuenta de que Joseph no le había soltado la mano y que parecía esperar su respuesta con cara de cierta preocupación. Ella retiró la mano, dejó de lado los pensamientos que tanto la incomodaban, y lo miró de arriba abajo. Tal vez Joseph estuviese ya totalmente vestido, pero su aspecto era de lo más dudoso: tenía las botas manchadas, el cuello de la camisa abierto, revelando un cuello bronceado y musculoso, y en la cabeza un sombrero tan horrible que le pareció ideal para echarlo al fuego. El hecho de concentrarse en el aspecto de Joseph la ayudó a tranquilizarse un poco. Él era un amigo, y uno de los privilegios de la amistad era que podría decirle lo que le apeteciera.
—¿Cómo estás, Joseph? —le dijo en tono remilgado—. Yo estoy muy bien, gracias, aunque debo decir que tú no mucho mejor con ropa que sin ella. La chaqueta está como si hubieras dormido con ella puesta.
—Yo también me alegro mucho de verte, _______ —respondió Joseph con cierta tensión mientras se inclinaba hacia delante y le daba un beso en la mejilla—. Me alegra que hayas superado tu bochorno y vuelvas a ser la misma persona mordaz de siempre —le pasó la manta de lana escocesa que ella le había prestado—. Debo darte las gracias por haberme prestado tu manta. Puedo mandarla a limpiar antes de devolvértela, si lo deseas.
—Gracias —respondió _______, ignorando el sarcasmo—. Le pediré a la señora Goodfellow que lo haga ella —tomó la manta y se la dobló sobre el brazo.
Joseph señaló el caballo.
—¿Y si me enseñas dónde están los establos?
—Claro —contestó _______; se volvió y le tocó la mano a su madre—. Te veré más tarde, mamá. Recuérdale a papá que se ponga el sombrero, y por favor no te olvides de que el almuerzo es a las doce en punto. Ah, y déjame el collar de cuentas. No querrás que se te enganche con algo mientras trabajas.
—Buena idea, amor mío —dijo lady Odell muy sonriente; se quitó el collar de cuentas y se lo pasó a _______ antes de ajustarse el viejo sombrero que le cubría la cabeza—. Hasta dentro de un rato, Joseph —le dijo—. Arthur estará encantado cuando sepa que has venido.
Y con eso echó a andar hasta la valla de madera que rodeaba la casa, pasó una pierna por encima y echó a correr hacia el campo donde estaba la excavación.
_______ suspiró. Al darse la vuelta vio que Joseph la miraba divertido.
—¿Qué hay? —le preguntó ella con cierto retintín.
Joseph se encogió de hombros levemente.
—No puedes resistirte a dirigirlos a todos, ¿verdad? Siempre es igual.
_______ sintió cierta irritación. Le parecía bastante impertinente que Joseph, que debería entender su situación, fuera el que se atrevía a criticarla. Conocía a sus padres desde que era pequeño, y sabía perfectamente bien que por sí solos eran incapaces de llevar a cabo nada práctico.
—Alguien tiene que ocuparse de ellos —dijo ella—, porque de otro modo se morirían de hambre. ¡Eso si antes no pillan una insolación!
Joseph se encogió de hombros de nuevo. La sombra de una sonrisa rondaba las comisuras de su boca.
—Entonces debes de estar contenta de que os hayáis establecido en Suffolk durante un tiempo, mejor que en el delta del Nilo. Es considerablemente menos peligroso.
_______ se acercó a la valla que separaba la carretera del patio, delante de los establos.
—¿Establecidos? No estamos más establecidos aquí en Midwinter Royal de lo que estábamos en los otros veinticinco sitios en los que hemos vivido antes. En cuanto termine la excavación, tendremos que volver a marcharnos. Papá estaba hablando de ir a Grecia a pasar el invierno, esperando que fuera seguro viajar por el continente de nuevo.
—Ésa me parece una idea particularmente mala, ya que Bonaparte está por todas partes y el peligro de una invasión aumenta día a día —dijo Joseph mientras abría la puerta y la dejaba pasar primero—. ¿Acaso no podía ir a Cornualles en lugar de ir a Grecia? He descubierto un fogou bajo tierra de la Edad de Hierro en las propiedades de Newlyn.
—Felicidades —le dijo _______ en tono cortés.
—Eres la única persona con la que me he encontrado últimamente que no necesita que le explique en qué consiste ese tipo de cueva —dijo Joseph con pesar—. ¿O acaso sencillamente no te interesa, _______?
—Fogou… Sí, es una galería subterránea o túnel que forma parte del paisaje de la Edad del Hierro, pero cuya función se desconoce —dijo _______ para abreviar—. Por favor, no trates de animar a mis padres a que vayan a Cornualles, Joseph. Los pueblos de Midwinter son muy agradables y me gustaría quedarme aquí una temporada.
—Pobre _______ —dijo Joseph, cuyo tono de voz se había suavizado un poco—. Lo detestas, ¿verdad?
________ se volvió ligeramente. Como ella estaba de frente al sol, Joseph era una mera sombra alta y oscura, cuya expresión no pudo leer en ese momento.
—¿Detestar el qué? —dijo ella en tono suspicaz.
—Tanto viaje. Ellos lo adoran, y tú lo detestas. Te han llevado por todo el mundo, has vivido… ¿en cuántos sitios has dicho…? Sí, en veinticinco sitios distintos; y lo odias.
_______ se relajó un poco. Joseph le hablaba en tono suave, y se dio cuenta de que no tenía la intención de burlarse de ella. Cosa rara, aunque la pasión de Joseph era la misma que la de sus padres, él la entendía, y entendía lo que sentía. Sus propios intereses tal vez fueran diametralmente opuestos a los de ella, pero no lo cegaban, ni le impedían ver las cosas que a ella le importaban.
—Sí, supongo que sí —dijo ella.
—Las antigüedades no le gustan a todo el mundo —continuó Joseph con gravedad.
—Desde luego que no —comentó ______—. ¡Ojalá las dejarais donde os las encontráis!
Joseph parecía vagamente ofendido.
—El amasar una colección es el propósito de cualquier caballero, _______. Ello no tiene nada de malo.
—Yo no he dicho que lo tenga —respondió ______—. Sólo estoy dando mi opinión. No me gustan las antigüedades y detesto la necesitad de vivir con la maleta siempre hecha y alquilando casas por el ancho y largo del país.
—Y para empeorar las cosas, algunas de esas residencias ni siquiera son casas —dijo Joseph con gesto comprensivo—. Algunas de ellas son sólo tiendas de campaña.
_______ lo miró y vio que sus ojos sonreían, y al momento los dos estaban riéndose. La ligera tensión que había habido entre los dos se había evaporado como la neblina de la mañana al sol. _______ empujó una de las puertas de los establos y condujo a Joseph al interior.
—Oh, Dios mío, supongo que te pareceré deprimida —reconoció—. Me alegro mucho de verte de nuevo. Sabes que eres una mala influencia.
Joseph le quitó la silla al caballo, tomó una almohaza y empezó a restregarle el lomo. Entonces le dirigió una sonrisa que habría hecho temblar a cualquier debutante con manoletinas de raso. Rachel sintió un leve estremecimiento y se recordó que ella era indiferente a Joseph.
—¿En quién soy una mala influencia, _______? —Le preguntó Joseph—. Tus padres estaban sacando antigüedades por todo el mundo cuando tú y yo éramos tan sólo dos niños. Si hay algo de verdad en ello, es que fueron ellos los que me influenciaron para llevar la vida que llevo ahora, no al contrario.
_______ se apoyó contra el marco de la puerta y lo observó mientras cepillaba el caballo. Sabía que lo que acababa de decir era cierto. Los Jonas eran banqueros, no exploradores. Había sido el encuentro de Joseph con la familia Odell, cuando él contaba once años y ella cinco, lo que había despertado su fascinación por los viajes y las expediciones. Arthur y Lavinia Odell, que habían fallado tan singularmente para suscitar en su propia hija su pasión por las antiguas civilizaciones, habían tenido un éxito espectacular con el joven lord Jonas. Él se había unido a sus excavaciones durante las vacaciones del colegio y más tarde de la universidad y, en cuanto había alcanzado la mayoría de edad, se había lanzado a viajar por todo el mundo.
—¿Cómo estás, Joseph? —le dijo en tono remilgado—. Yo estoy muy bien, gracias, aunque debo decir que tú no mucho mejor con ropa que sin ella. La chaqueta está como si hubieras dormido con ella puesta.
—Yo también me alegro mucho de verte, _______ —respondió Joseph con cierta tensión mientras se inclinaba hacia delante y le daba un beso en la mejilla—. Me alegra que hayas superado tu bochorno y vuelvas a ser la misma persona mordaz de siempre —le pasó la manta de lana escocesa que ella le había prestado—. Debo darte las gracias por haberme prestado tu manta. Puedo mandarla a limpiar antes de devolvértela, si lo deseas.
—Gracias —respondió _______, ignorando el sarcasmo—. Le pediré a la señora Goodfellow que lo haga ella —tomó la manta y se la dobló sobre el brazo.
Joseph señaló el caballo.
—¿Y si me enseñas dónde están los establos?
—Claro —contestó _______; se volvió y le tocó la mano a su madre—. Te veré más tarde, mamá. Recuérdale a papá que se ponga el sombrero, y por favor no te olvides de que el almuerzo es a las doce en punto. Ah, y déjame el collar de cuentas. No querrás que se te enganche con algo mientras trabajas.
—Buena idea, amor mío —dijo lady Odell muy sonriente; se quitó el collar de cuentas y se lo pasó a _______ antes de ajustarse el viejo sombrero que le cubría la cabeza—. Hasta dentro de un rato, Joseph —le dijo—. Arthur estará encantado cuando sepa que has venido.
Y con eso echó a andar hasta la valla de madera que rodeaba la casa, pasó una pierna por encima y echó a correr hacia el campo donde estaba la excavación.
_______ suspiró. Al darse la vuelta vio que Joseph la miraba divertido.
—¿Qué hay? —le preguntó ella con cierto retintín.
Joseph se encogió de hombros levemente.
—No puedes resistirte a dirigirlos a todos, ¿verdad? Siempre es igual.
_______ sintió cierta irritación. Le parecía bastante impertinente que Joseph, que debería entender su situación, fuera el que se atrevía a criticarla. Conocía a sus padres desde que era pequeño, y sabía perfectamente bien que por sí solos eran incapaces de llevar a cabo nada práctico.
—Alguien tiene que ocuparse de ellos —dijo ella—, porque de otro modo se morirían de hambre. ¡Eso si antes no pillan una insolación!
Joseph se encogió de hombros de nuevo. La sombra de una sonrisa rondaba las comisuras de su boca.
—Entonces debes de estar contenta de que os hayáis establecido en Suffolk durante un tiempo, mejor que en el delta del Nilo. Es considerablemente menos peligroso.
_______ se acercó a la valla que separaba la carretera del patio, delante de los establos.
—¿Establecidos? No estamos más establecidos aquí en Midwinter Royal de lo que estábamos en los otros veinticinco sitios en los que hemos vivido antes. En cuanto termine la excavación, tendremos que volver a marcharnos. Papá estaba hablando de ir a Grecia a pasar el invierno, esperando que fuera seguro viajar por el continente de nuevo.
—Ésa me parece una idea particularmente mala, ya que Bonaparte está por todas partes y el peligro de una invasión aumenta día a día —dijo Joseph mientras abría la puerta y la dejaba pasar primero—. ¿Acaso no podía ir a Cornualles en lugar de ir a Grecia? He descubierto un fogou bajo tierra de la Edad de Hierro en las propiedades de Newlyn.
—Felicidades —le dijo _______ en tono cortés.
—Eres la única persona con la que me he encontrado últimamente que no necesita que le explique en qué consiste ese tipo de cueva —dijo Joseph con pesar—. ¿O acaso sencillamente no te interesa, _______?
—Fogou… Sí, es una galería subterránea o túnel que forma parte del paisaje de la Edad del Hierro, pero cuya función se desconoce —dijo _______ para abreviar—. Por favor, no trates de animar a mis padres a que vayan a Cornualles, Joseph. Los pueblos de Midwinter son muy agradables y me gustaría quedarme aquí una temporada.
—Pobre _______ —dijo Joseph, cuyo tono de voz se había suavizado un poco—. Lo detestas, ¿verdad?
________ se volvió ligeramente. Como ella estaba de frente al sol, Joseph era una mera sombra alta y oscura, cuya expresión no pudo leer en ese momento.
—¿Detestar el qué? —dijo ella en tono suspicaz.
—Tanto viaje. Ellos lo adoran, y tú lo detestas. Te han llevado por todo el mundo, has vivido… ¿en cuántos sitios has dicho…? Sí, en veinticinco sitios distintos; y lo odias.
_______ se relajó un poco. Joseph le hablaba en tono suave, y se dio cuenta de que no tenía la intención de burlarse de ella. Cosa rara, aunque la pasión de Joseph era la misma que la de sus padres, él la entendía, y entendía lo que sentía. Sus propios intereses tal vez fueran diametralmente opuestos a los de ella, pero no lo cegaban, ni le impedían ver las cosas que a ella le importaban.
—Sí, supongo que sí —dijo ella.
—Las antigüedades no le gustan a todo el mundo —continuó Joseph con gravedad.
—Desde luego que no —comentó ______—. ¡Ojalá las dejarais donde os las encontráis!
Joseph parecía vagamente ofendido.
—El amasar una colección es el propósito de cualquier caballero, _______. Ello no tiene nada de malo.
—Yo no he dicho que lo tenga —respondió ______—. Sólo estoy dando mi opinión. No me gustan las antigüedades y detesto la necesitad de vivir con la maleta siempre hecha y alquilando casas por el ancho y largo del país.
—Y para empeorar las cosas, algunas de esas residencias ni siquiera son casas —dijo Joseph con gesto comprensivo—. Algunas de ellas son sólo tiendas de campaña.
_______ lo miró y vio que sus ojos sonreían, y al momento los dos estaban riéndose. La ligera tensión que había habido entre los dos se había evaporado como la neblina de la mañana al sol. _______ empujó una de las puertas de los establos y condujo a Joseph al interior.
—Oh, Dios mío, supongo que te pareceré deprimida —reconoció—. Me alegro mucho de verte de nuevo. Sabes que eres una mala influencia.
Joseph le quitó la silla al caballo, tomó una almohaza y empezó a restregarle el lomo. Entonces le dirigió una sonrisa que habría hecho temblar a cualquier debutante con manoletinas de raso. Rachel sintió un leve estremecimiento y se recordó que ella era indiferente a Joseph.
—¿En quién soy una mala influencia, _______? —Le preguntó Joseph—. Tus padres estaban sacando antigüedades por todo el mundo cuando tú y yo éramos tan sólo dos niños. Si hay algo de verdad en ello, es que fueron ellos los que me influenciaron para llevar la vida que llevo ahora, no al contrario.
_______ se apoyó contra el marco de la puerta y lo observó mientras cepillaba el caballo. Sabía que lo que acababa de decir era cierto. Los Jonas eran banqueros, no exploradores. Había sido el encuentro de Joseph con la familia Odell, cuando él contaba once años y ella cinco, lo que había despertado su fascinación por los viajes y las expediciones. Arthur y Lavinia Odell, que habían fallado tan singularmente para suscitar en su propia hija su pasión por las antiguas civilizaciones, habían tenido un éxito espectacular con el joven lord Jonas. Él se había unido a sus excavaciones durante las vacaciones del colegio y más tarde de la universidad y, en cuanto había alcanzado la mayoría de edad, se había lanzado a viajar por todo el mundo.
Espero que les guste el capitulo, y no la borrare como habia dicho, solo por ustedes :D
Natuu!
Re: "UN IRRESISTIBLE LORD" (JOE&TU) (TERMINADA)
a mi si me gusta :)
y joseph me encanta
jajaa
cuando hay beso?=
siguea
y joseph me encanta
jajaa
cuando hay beso?=
siguea
andreita
Re: "UN IRRESISTIBLE LORD" (JOE&TU) (TERMINADA)
Capítulo 2
(Segundo parte)
(Segundo parte)
_______ observaba a Joseph con una sonrisa de indulgencia en los labios. Estaba tan concentrado en su tarea, hablándole suavemente al caballo mientras lo cepillaba. Como en tantas ocasiones en su vida, el silencio entre los dos se le antojaba incómodo también en esos momentos. Tenían un montón de cosas que contarse el uno al otro, que comentar, y sin embargo parecía como si les sobrara todo el tiempo del mundo para hacerlo.
_______ se sentía bien contemplándolo. Era lo más cercano a un hermano que había tenido en su vida, entrando y saliendo de ella de tanto en cuanto, avivándola para luego desaparecer en busca de otra aventura descabellada. En una ocasión tremendamente memorable, él había llegado inesperadamente para asistir a su fiesta de presentación en sociedad, en la que todas sus amigas debutantes habían estado a punto de morir de emoción. _______ sonreía en ese momento, recordando el revuelo que Joseph había causado al entrar en el salón de baile, tan apuesto con su austero traje negro y camisa blanca. Era tan distinto a la ropa vieja que se ponía para trabajar que había tenido que mirarlo dos veces para asegurarse de que era él. Joseph había ido directamente a donde estaba ella y había interrumpido al caballero con el cual se suponía que ella tenía que bailar. Por un momento, tan sólo durante unas décimas de segundo, a _______ Joseph le había parecido el hombre más extraordinariamente atractivo que había conocido jamás. Todo su mundo había temblado sobre su eje mientras daba forma en su pensamiento a aquel nuevo concepto. Y entonces él le había sonreído y se había puesto a charlar con ella igual que lo había hecho siempre; y su mundo había recuperado el equilibrio y él volvía a ser Joseph.
—Consigues que mamá se emocione demasiado —le dijo en ese momento—. Es lo que tengo en contra tuya.
—Lo siento —dijo Joseph mientras la miraba y levantaba las cejas expresivamente—. Es el efecto que suelo causar entre las mujeres.
_______ emitió un sonido de disgusto y le tiró un cepillo. Se deslizó por el empedrado del suelo, y Joseph sacó un pie para pararlo.
—¡Ya sabes a lo que me refiero! —exclamó _______.
—La verdad es que sí sé a lo que te refieres —dijo Joseph mientras se frotaba la mejilla bronceada con el revés de la mano—. Tu madre es supersticiosa, y tú crees que yo la animo y que son tonterías.
—Precisamente. Tú la animas a creer en esas tonterías, como la del tesoro de Midwinter.
—Tal vez haya más del tesoro que el mero mito —señaló Joseph—. El mismo nombre de Midwinter Royal sugiere una relación con el enterramiento de un rey. Y sabemos que ese tesoro existió en su día; y tal vez un día alguien lo encuentre.
—¡Tonterías! —Exclamó ______—. Una sarta de tonterías. Si uno creyera todas las historias de tesoros enterrados con las que nos hemos topado, entonces el país entero sería como una mina de oro.
Joseph se encogió de hombros.
—A tu madre le gusta creerlo. Y cree que yo le traigo buena suerte a la excavación.
—También cree que un maloliente gato egipcio le da buena suerte —le dijo ______, quitándole la emoción—, aunque me temo que lo he consignado al sótano.
—Ah —Joseph se puso derecho y se retiró el sombrero de la frente—. Bueno, no tienes por qué preocuparte de encontrarme sitio en casa, _______. Voy a quedarme en Kestrel Court.
_______ se volvió a mirarlo; eso no se lo había esperado. Generalmente Joseph se alojaba con ellos cuando trabajaba con los Odell.
—¿Te vas a quedar con el duque de Kestrel? —dijo ella—. ¿Entonces ha venido a Suffolk?
Vio que Joseph entrecerraba los ojos con humor. Aunque dentro del establo hacía fresco, notó que se ponía colorada, sin saber en realidad por qué. De ahí tal vez la expresión interrogante de Joseph, que parecía implicar que ella era una de esas niñas tontas que sólo se ocupaban de ir detrás de los hombres disponibles.
—Sí, Nicholas está en Midwinter —dijo Joseph pasado un momento—; aunque no tiene intención de quedarse aquí todo el verano. ¿Acaso tienes algún interés en particular por verlo, _______? No se me habría ocurrido que pudiera ser el tipo de caballero que te interesara.
_______ le echó una mirada altiva.
—Confieso que no busco la compañía de los calaveras —dijo ella—. Eso ya te lo he dicho antes. Solamente pensaba que en los pueblos de Midwinter se comentará que el duque estará entre nosotros.
—No sólo Nicholas—dijo Joseph lacónicamente—, sino varios de sus hermanos también.
—¿Y cómo van a contener su emoción las jóvenes damas? —Dijo ______—. ¡Sobre todo teniendo en cuenta que tú también vas a estar en Midwinter, Joseph!
Joseph torció los labios.
—No me cabe la menor duda de que la sociedad de Suffolk sobrevivirá —dijo muy serio—. No somos los únicos que hemos venido de visita este verano. Me he enterado de que los Northcote están en Burgh y que sir John Norton está en Drybridge. Suffolk parece ser de momento un sitio de moda.
Rachel frunció el ceño ligeramente, rebuscando en su memoria.
—Norton… He oído hablar de él. ¿No es él el explorador del polo?
—Eso es. Acaba de volver de una expedición en la que ha intentado llegar al Polo Norte.
—¡Qué inutilidad!
Joseph sonrió.
—Sin duda no eres capaz de imaginarte por qué debería molestarse en hacerlo, ¿verdad?
—Soy capaz de imaginarme la razón para intentarlo —dijo ______ con sinceridad—, ya que sin duda estará tan loco como lo estáis los demás —se estremeció—. Simplemente me parece que ha debido de ser un viaje tremendamente incómodo y lleno de penalidades.
—Tú misma podrás preguntárselo —dijo Joseph—. Estoy seguro que estará feliz de aburrir a las damas con los relatos de sus proezas. La anécdota sobre su escapada de las garras de un oso polar alborotado es particularmente buena.
_______ chasqueó la lengua. Había oído suficientes cuentos de bravura masculina en su vida.
—¡Sois todos iguales! ¿No os va a parecer Suffolk un tanto aburrido después de cabalgar por las praderas heladas o de seducir a mujeres desde Constantinopla hasta la China?
Joseph hizo una mueca.
—Sin duda podremos soportarlo. Está la regata, después de todo, por no hablar de las carreras de Newmarket. Y Nicholas me ha convencido para que me apunte al club de los Rifles de Suffolk.
______ lo miró con intención. Había una abeja atrapada en la ventana, zumbando alrededor del cristal polvoriento y lleno de telarañas. Hacía un momento había estado pensando que le recordaba a todo lo cálido y seguro y familiar del verano inglés; pero en ese momento Joseph acababa de ensombrecer todo ello con su revelación.
—¿Te has unido a los voluntarios? —le dijo—. ¿Quiere decir eso que crees que los rumores sobre la invasión francesa tienen fundamento?
Joseph se encogió de hombros.
—¿Quién sabe? La costa de Suffolk es un saliente que está a un día en barco de Francia con buen tiempo.
______ se quedó mirándolo, asustada.
—Sí, pero sin duda con nuestra flota para protegernos de la amenaza…
Joseph se encogió de hombros de nuevo.
—Cierto es que tenemos autoridad en los mares —se puso derecho y apoyó la mano en el amplio lomo de Castor—. No me gustaría alarmarte, ______. Creo que estamos lo suficientemente protegidos.
______ no estaba segura ya. Había pensado que los pueblos de Midwinter eran un lugar tranquilo, pero bien pensado tan sólo estaban a unos kilómetros del mar, e incluso allí había sido consciente de los rumores de guerra y de la amenaza de una invasión. Había una guarnición en Woodbridge, cruzando el Deben, pero los rumores en el pueblo habían rondado en torno al fracaso de la Paz de Amiens y del resumen de las hostilidades con Francia. Además, de pronto veía otra razón muy distinta para explicar la presencia de Joseph Jonas y sus amigos en Midwinter, puesto que junto con las historias de las hazañas de Joseph como aventurero y explorador había otras de maquinaciones más oscuras. Él nunca le había hablado de ello, ni ella le había preguntado jamás sobre otros motivos que sus viajes pudieran cubrir. En ese momento lo miró con disimulo.
—Debes tener una puntería prodigiosa para haber sido invitado a formar parte de los Rifles de Suffolk, Joseph —le dijo—, ya que están muy orgullosos de su reputación. ¿Qué has hecho para merecer ese honor?
Joseph le lanzó una mirada que le decía que sabía exactamente lo que estaba pensando pero que no se enteraría de nada.
—No tengo ni idea —le dijo de modo evasivo.
—Y tu amigo el duque de Kestrel —siguió ______—. ¿No tiene él contactos en el Ministerio de Exteriores?
Joseph sonrió.
—Lord Hawkesbury es primo suyo, sí.
—Y uno de los hermanos del duque es un almirante —dijo ______—, y otro está en el ejército…
—Estás muy bien informada, ______.
—Y estáis todos aquí en Midwinter este año. Pero qué interesante. Debe de haber una razón de mucho peso para que tantos hombres importantes se reúnan en un sitio.
Una sonrisa pausada asomó a los labios de Joseph. Dejó la almohaza en el suelo y se acercó a ella. Para sorpresa suya, ______ notó que jadeaba mientras él la arrinconaba contra una de las paredes del establo.
—Eres demasiado lista ______ Odell —dijo Joseph mientras arqueaba las cejas expresivamente—. Siempre dije que la educación en una mujer es un error.
______ se echó a reír. Ladeó la cabeza para mirarlo.
—No es cierto, Joseph. Tú no eres de esa clase de hombres que se sienten amenazados por una mujer inteligente.
Joseph sonrió todavía más.
—Tal vez no. Sin embargo, tal vez desearía que vieras las cosas menos claras en este asunto. Nicholas Kestrel estará aquí durante el verano para entretenerse, al igual que sus invitados.
—Entiendo —dijo ______—. Bueno, no me oirás contradecirte en eso, Joseph —suspiró ella—. ¿Podrías retirarte, por favor? La pared está llena de polvo y no quiero mancharme el vestido.
—Claro —respondió Joseph; la miró un momento a los ojos y se retiró, entonces recogió la almohaza del suelo y siguió cepillando al caballo—. ¿Y la vida social de la zona te gusta, ______?
—Oh, sí, me gusta mucho —dijo ______, entonces suspiró—. Es tan tranquila, tan estable y normal. O al menos eso he pensado yo hasta que tú me has corregido.
Joseph esbozó su sonrisa más encantadora.
_______ se sentía bien contemplándolo. Era lo más cercano a un hermano que había tenido en su vida, entrando y saliendo de ella de tanto en cuanto, avivándola para luego desaparecer en busca de otra aventura descabellada. En una ocasión tremendamente memorable, él había llegado inesperadamente para asistir a su fiesta de presentación en sociedad, en la que todas sus amigas debutantes habían estado a punto de morir de emoción. _______ sonreía en ese momento, recordando el revuelo que Joseph había causado al entrar en el salón de baile, tan apuesto con su austero traje negro y camisa blanca. Era tan distinto a la ropa vieja que se ponía para trabajar que había tenido que mirarlo dos veces para asegurarse de que era él. Joseph había ido directamente a donde estaba ella y había interrumpido al caballero con el cual se suponía que ella tenía que bailar. Por un momento, tan sólo durante unas décimas de segundo, a _______ Joseph le había parecido el hombre más extraordinariamente atractivo que había conocido jamás. Todo su mundo había temblado sobre su eje mientras daba forma en su pensamiento a aquel nuevo concepto. Y entonces él le había sonreído y se había puesto a charlar con ella igual que lo había hecho siempre; y su mundo había recuperado el equilibrio y él volvía a ser Joseph.
—Consigues que mamá se emocione demasiado —le dijo en ese momento—. Es lo que tengo en contra tuya.
—Lo siento —dijo Joseph mientras la miraba y levantaba las cejas expresivamente—. Es el efecto que suelo causar entre las mujeres.
_______ emitió un sonido de disgusto y le tiró un cepillo. Se deslizó por el empedrado del suelo, y Joseph sacó un pie para pararlo.
—¡Ya sabes a lo que me refiero! —exclamó _______.
—La verdad es que sí sé a lo que te refieres —dijo Joseph mientras se frotaba la mejilla bronceada con el revés de la mano—. Tu madre es supersticiosa, y tú crees que yo la animo y que son tonterías.
—Precisamente. Tú la animas a creer en esas tonterías, como la del tesoro de Midwinter.
—Tal vez haya más del tesoro que el mero mito —señaló Joseph—. El mismo nombre de Midwinter Royal sugiere una relación con el enterramiento de un rey. Y sabemos que ese tesoro existió en su día; y tal vez un día alguien lo encuentre.
—¡Tonterías! —Exclamó ______—. Una sarta de tonterías. Si uno creyera todas las historias de tesoros enterrados con las que nos hemos topado, entonces el país entero sería como una mina de oro.
Joseph se encogió de hombros.
—A tu madre le gusta creerlo. Y cree que yo le traigo buena suerte a la excavación.
—También cree que un maloliente gato egipcio le da buena suerte —le dijo ______, quitándole la emoción—, aunque me temo que lo he consignado al sótano.
—Ah —Joseph se puso derecho y se retiró el sombrero de la frente—. Bueno, no tienes por qué preocuparte de encontrarme sitio en casa, _______. Voy a quedarme en Kestrel Court.
_______ se volvió a mirarlo; eso no se lo había esperado. Generalmente Joseph se alojaba con ellos cuando trabajaba con los Odell.
—¿Te vas a quedar con el duque de Kestrel? —dijo ella—. ¿Entonces ha venido a Suffolk?
Vio que Joseph entrecerraba los ojos con humor. Aunque dentro del establo hacía fresco, notó que se ponía colorada, sin saber en realidad por qué. De ahí tal vez la expresión interrogante de Joseph, que parecía implicar que ella era una de esas niñas tontas que sólo se ocupaban de ir detrás de los hombres disponibles.
—Sí, Nicholas está en Midwinter —dijo Joseph pasado un momento—; aunque no tiene intención de quedarse aquí todo el verano. ¿Acaso tienes algún interés en particular por verlo, _______? No se me habría ocurrido que pudiera ser el tipo de caballero que te interesara.
_______ le echó una mirada altiva.
—Confieso que no busco la compañía de los calaveras —dijo ella—. Eso ya te lo he dicho antes. Solamente pensaba que en los pueblos de Midwinter se comentará que el duque estará entre nosotros.
—No sólo Nicholas—dijo Joseph lacónicamente—, sino varios de sus hermanos también.
—¿Y cómo van a contener su emoción las jóvenes damas? —Dijo ______—. ¡Sobre todo teniendo en cuenta que tú también vas a estar en Midwinter, Joseph!
Joseph torció los labios.
—No me cabe la menor duda de que la sociedad de Suffolk sobrevivirá —dijo muy serio—. No somos los únicos que hemos venido de visita este verano. Me he enterado de que los Northcote están en Burgh y que sir John Norton está en Drybridge. Suffolk parece ser de momento un sitio de moda.
Rachel frunció el ceño ligeramente, rebuscando en su memoria.
—Norton… He oído hablar de él. ¿No es él el explorador del polo?
—Eso es. Acaba de volver de una expedición en la que ha intentado llegar al Polo Norte.
—¡Qué inutilidad!
Joseph sonrió.
—Sin duda no eres capaz de imaginarte por qué debería molestarse en hacerlo, ¿verdad?
—Soy capaz de imaginarme la razón para intentarlo —dijo ______ con sinceridad—, ya que sin duda estará tan loco como lo estáis los demás —se estremeció—. Simplemente me parece que ha debido de ser un viaje tremendamente incómodo y lleno de penalidades.
—Tú misma podrás preguntárselo —dijo Joseph—. Estoy seguro que estará feliz de aburrir a las damas con los relatos de sus proezas. La anécdota sobre su escapada de las garras de un oso polar alborotado es particularmente buena.
_______ chasqueó la lengua. Había oído suficientes cuentos de bravura masculina en su vida.
—¡Sois todos iguales! ¿No os va a parecer Suffolk un tanto aburrido después de cabalgar por las praderas heladas o de seducir a mujeres desde Constantinopla hasta la China?
Joseph hizo una mueca.
—Sin duda podremos soportarlo. Está la regata, después de todo, por no hablar de las carreras de Newmarket. Y Nicholas me ha convencido para que me apunte al club de los Rifles de Suffolk.
______ lo miró con intención. Había una abeja atrapada en la ventana, zumbando alrededor del cristal polvoriento y lleno de telarañas. Hacía un momento había estado pensando que le recordaba a todo lo cálido y seguro y familiar del verano inglés; pero en ese momento Joseph acababa de ensombrecer todo ello con su revelación.
—¿Te has unido a los voluntarios? —le dijo—. ¿Quiere decir eso que crees que los rumores sobre la invasión francesa tienen fundamento?
Joseph se encogió de hombros.
—¿Quién sabe? La costa de Suffolk es un saliente que está a un día en barco de Francia con buen tiempo.
______ se quedó mirándolo, asustada.
—Sí, pero sin duda con nuestra flota para protegernos de la amenaza…
Joseph se encogió de hombros de nuevo.
—Cierto es que tenemos autoridad en los mares —se puso derecho y apoyó la mano en el amplio lomo de Castor—. No me gustaría alarmarte, ______. Creo que estamos lo suficientemente protegidos.
______ no estaba segura ya. Había pensado que los pueblos de Midwinter eran un lugar tranquilo, pero bien pensado tan sólo estaban a unos kilómetros del mar, e incluso allí había sido consciente de los rumores de guerra y de la amenaza de una invasión. Había una guarnición en Woodbridge, cruzando el Deben, pero los rumores en el pueblo habían rondado en torno al fracaso de la Paz de Amiens y del resumen de las hostilidades con Francia. Además, de pronto veía otra razón muy distinta para explicar la presencia de Joseph Jonas y sus amigos en Midwinter, puesto que junto con las historias de las hazañas de Joseph como aventurero y explorador había otras de maquinaciones más oscuras. Él nunca le había hablado de ello, ni ella le había preguntado jamás sobre otros motivos que sus viajes pudieran cubrir. En ese momento lo miró con disimulo.
—Debes tener una puntería prodigiosa para haber sido invitado a formar parte de los Rifles de Suffolk, Joseph —le dijo—, ya que están muy orgullosos de su reputación. ¿Qué has hecho para merecer ese honor?
Joseph le lanzó una mirada que le decía que sabía exactamente lo que estaba pensando pero que no se enteraría de nada.
—No tengo ni idea —le dijo de modo evasivo.
—Y tu amigo el duque de Kestrel —siguió ______—. ¿No tiene él contactos en el Ministerio de Exteriores?
Joseph sonrió.
—Lord Hawkesbury es primo suyo, sí.
—Y uno de los hermanos del duque es un almirante —dijo ______—, y otro está en el ejército…
—Estás muy bien informada, ______.
—Y estáis todos aquí en Midwinter este año. Pero qué interesante. Debe de haber una razón de mucho peso para que tantos hombres importantes se reúnan en un sitio.
Una sonrisa pausada asomó a los labios de Joseph. Dejó la almohaza en el suelo y se acercó a ella. Para sorpresa suya, ______ notó que jadeaba mientras él la arrinconaba contra una de las paredes del establo.
—Eres demasiado lista ______ Odell —dijo Joseph mientras arqueaba las cejas expresivamente—. Siempre dije que la educación en una mujer es un error.
______ se echó a reír. Ladeó la cabeza para mirarlo.
—No es cierto, Joseph. Tú no eres de esa clase de hombres que se sienten amenazados por una mujer inteligente.
Joseph sonrió todavía más.
—Tal vez no. Sin embargo, tal vez desearía que vieras las cosas menos claras en este asunto. Nicholas Kestrel estará aquí durante el verano para entretenerse, al igual que sus invitados.
—Entiendo —dijo ______—. Bueno, no me oirás contradecirte en eso, Joseph —suspiró ella—. ¿Podrías retirarte, por favor? La pared está llena de polvo y no quiero mancharme el vestido.
—Claro —respondió Joseph; la miró un momento a los ojos y se retiró, entonces recogió la almohaza del suelo y siguió cepillando al caballo—. ¿Y la vida social de la zona te gusta, ______?
—Oh, sí, me gusta mucho —dijo ______, entonces suspiró—. Es tan tranquila, tan estable y normal. O al menos eso he pensado yo hasta que tú me has corregido.
Joseph esbozó su sonrisa más encantadora.
Natuuu!!!
Natuu!
Re: "UN IRRESISTIBLE LORD" (JOE&TU) (TERMINADA)
me encanta esos dos enserio ajjaja
:) cuando hay beso???
:) cuando hay beso???
andreita
Re: "UN IRRESISTIBLE LORD" (JOE&TU) (TERMINADA)
Capítulo 2
(Tercera parte)
(Tercera parte)
—¿Y qué haces cada día?
______ se acercó a un pesebre y le ofreció a Castor un montón de heno, que el caballo se dispuso a comer con ganas.
—Escribo y leo cartas, tomo el té con las señoras de los pueblos, y voy de compras. Es una delicia. Y después hay fiestas y reuniones en Woodbridge…
—La ciudad de Woodbridge va a ser la sede del vigesimoprimer regimiento de los Light Dragoons, según tengo entendido.
—Ah, no gustan nada a la gente —______ se echó a reír—. Los soldados se emborrachan y hay peleas, además de hacerse los amos del teatro y de los demás sitios de diversión. Las chaquetas rojas invaden la zona.
—Parece que a ti te caen tan mal como lo haremos mis amigos y yo —observó Joseph.
—No supongo que vayáis a afligiros —dijo ______, sonriendo—. Vuestra llegada causará una conmoción enorme entre las esposas y las hijas de los militares.
Joseph se echó a reír.
—¿Imaginas que esas damas son más susceptibles que tú, _______?
_______ se encogió de hombros.
—Yo diría que sí. Confieso que la aventura no me resulta atractiva.
—La mayoría de las demás damas no coinciden contigo.
_______ le dirigió una mirada significativa.
—Eso he oído. Es una pena que no te encontrases con alguna de ellas junto al río esta mañana en lugar de conmigo.
Joseph se reía de ella; sus ojos cafes rebosaban entusiasmo.
—¿Tanto te ha alterado que no puedes dejar de pensar en ello, _______?
_______ se dio cuenta de su error.
—En absoluto —dijo con dignidad—. Me he defendido bastante bien.
—¿Con esa visión práctica que te caracteriza? —Joseph ladeó la cabeza—. No creo haberte visto tan azorada antes, _______. Ha sido… muy interesante.
Había algo en sus ojos que sugería que si _______ lo hubiese mirado de otro modo, él también a ella. Por un momento se miraron a los ojos mientras la emoción, cálida e intensa, le latía a _______ en las venas de nuevo. Dejó de mirarlo adrede y se retiró los pedazos de heno seco que se le habían quedado pegados en la falda.
—Desde luego no me habría esperado nunca verte de esa forma —dijo ella—. Fue como… —dudó un poco—. ¡Como saber demasiado de mi propio hermano!
Joseph la observaba. Y eso le hizo sentirse incómoda.
—¿Así que tus sentimientos hacia mí son los de un hermano? —le preguntó él.
_______ fue a sacar un pedazo de madera que se había quedado clavado en el marco de la puerta. Se sentía sofocada y extraña sin saber en realidad por qué.
—¿Qué otros iban a ser, Joseph?
Vio el cambio en la expresión de Joseph y tuvo la repentina sensación de pánico sólo de pensar que él pudiera responderle y que la respuesta pudiera no ser de su gusto. Apenas podía negar que su escandaloso encuentro junto al río le había causado un efecto totalmente inesperado. Sí, se había quedado sorprendida, mucho, pero también cautivada, tentada y emocionada… La confusión interrumpió sus pensamientos al ver que Joseph le sonreía con una mirada de especulación en los ojos.
El reloj de la torre dio las diez, y _______ sintió un alivio casi físico.
—¡Oh, debo marcharme! Me comprometí con el grupo de lectura en Saltire a las diez y media.
Joseph hizo una pausa, cepillo en mano.
—¿En Saltire? ¿Lady Sally Saltire organiza un grupo de lectura? ¡Qué sorpresa!
_______ hizo una pausa.
—¿Conoces a lady Sally?
—Todo el mundo conoce a lady Saltire —dijo Joseph—. Es una de las personalidades más eminentes de todo Londres. En realidad, es la única mujer que conozco que ha conseguido que ser culta sea una ocupación de moda. Creo que cuando era joven se la conocía como La Belle Bas Bleue.
—«La bella intelectual» —dijo _______ sonriendo—. Qué bonito.
—Es un sobrenombre que podría aplicársete fácilmente —dijo Joseph con mirada de advertencia.
_______ se sonrojó.
—Gracias, Joseph, pero sabes que mi fisonomía no es más que pasable.
Joseph entrecerró los ojos y de nuevo ______ sintió ese escalofrío de pánico por lo que pudiera decir él. De momento, parecía bastante enfadado.
—¿Con quién te estás comparando, _______? ¿Con una estatua griega?
—Estábamos hablando de lady Sally, no de mí —añadió ______ apresuradamente.
—Es cierto —dijo Joseph—. Creo que la sociedad se sorprendió de que ella escogiese enterrarse en el campo este verano en lugar de optar por visitar lugares de moda.
________ sonrió un poco.
—Pero sin duda todo el mundo sabe que lady Sally muy pocas veces hace lo que se espera de ella.
—Aquellos que la conocen bien, tal vez —Joseph ladeó la cabeza—. ¿La conocías de antes, _______?
—Nos conocimos en Egipto —dijo _______—, hace varios años. Justo antes de las invasiones de Napoleón.
Joseph asintió.
—¡Pues claro! Ya me acuerdo. Tu padre tiene un talento especial para elegir excavar en el sitio preciso en el que uno desearía que no estuviera.
_______ sonrió.
—Papá es tan poco sofisticado. Apenas se da cuenta de los grandes eventos que tienen lugar a su alrededor. Cuando nos obligaron a abandonar Egipto, simplemente se quejó diciendo que Napoleón le había hecho perder un año de trabajo.
—Tuvisteis suerte de poder salvar la vida —dijo Joseph en tono seco.
—Lo sé. Era todo demasiado emocionante para mí. Y por eso mismo prefiero Midwinter Royal y el grupo de lectura de lady Sally.
—¿Qué texto estáis estudiando ahora? —le preguntó Joseph.
—Sólo he estado en una de las reuniones —dijo ______—, pero ahora estamos comentando La Hechicera, de la señora Martin —de pronto le pareció ver que Joseph sacudía un poco los hombros—. ¿Qué pasa? —le preguntó.
Joseph se puso derecho y le dio a su caballo una pasada final.
—Sin duda tu educación clásica ha sido magnífica, _______, no conozco a ninguna joven que sea capaz de leer hebreo y caldeo, pero tu educación literaria es tristemente escasa. Creo que La Hechicera es una publicación de Prensa Minerva.
_______ alzó la barbilla. No le gustaba que Joseph se burlara de sus gustos de lectura.
—¿Y qué? De todos modos es un libro encantador. Me atrevería a decir que no has leído ninguna publicación de Minerva, y que por eso no sabes de qué estás hablando.
Joseph inclinó la cabeza.
—En eso tienes razón. No lo sé. Te pido disculpas. Seguramente serán excelentes publicaciones.
—Te has retractado en tus opiniones de un modo sospechosamente rápido. O bien me estás tomando el pelo, o bien te estás riendo de mí en secreto.
Joseph levantó la mano, fingiendo rendirse.
—Créeme, _______, no me reiría de ti. ¿Cuál es el argumento de La Hechicera?
_______ le lanzó una mirada de desconfianza, segura de que seguía tomándole el pelo.
—Es una historia de lo más edificante —dijo ella—. El héroe, sir Philip Desormeaux, acaba de poner un anuncio en el periódico para buscar esposa.
—Un caballero de lo más práctico —Joseph frunció el ceño ligeramente—. Sin duda tú estarás de acuerdo con un acercamiento tan sensato al matrimonio.
—Naturalmente —dijo _______—. Tengo la deprimente sensación de que sin embargo sucumbirá al final al romance.
Joseph sonrió.
—¿Es eso lo que suelen hacer los caballeros?
—En la ficción, desde luego —dijo _______—. En la vida real, lo dudo.
—Sin embargo, tú misma defiendes la sensatez por encima de la sensibilidad, ¿no es así?
—Por supuesto —dijo _______—. El amor es como los viajes.
—¿Emocionante, atrevido y peligroso?
—Incómodo, inconveniente y de corta duración —dijo ______—. Que tengas un buen día, Joseph.
Su risa la siguió mientras salía del establo al brillante sol de media mañana. El calor ya apretaba, y las blancas palomas torcaces buscaban la sombra del reloj de la torre. ______, que tenía la intención de caminar el par de kilómetros que separaban la casa de Midwinter Royal de Saltire, fue en busca de su parasol. En el pasillo las cajas que contenían cosas de su madre aún estaban medio llenas, y Rose, la única criada que había accedido a hacer el trabajo, se encontraba sacándole brillo al pasamanos y la balaustrada con laboriosidad.
______ subió las amplias escaleras, giró a la derecha donde aquellas se separaban y entró en la segunda habitación a la izquierda. Midwinter Royal era una casa pequeña, y ella había elegido su dormitorio orientado hacia el oeste, con vistas a los campos de la zona y al bosque que había más allá. Les había dejado a sus padres el dormitorio más espacioso en el extremo sur de la casa, porque aunque ______ sabía que no se habrían enterado de haber estado durmiendo en una zanja, deseaba que estuviesen cómodos. Desde ese dormitorio las vistas eran de su querido enterramiento y del río, el Winter Race, que se encontraba un poco más allá.
La habitación de _______ era brillante y soleada. Las cortinas se mecían a la suave brisa que entraba por la ventana entreabierta. Ella entró y sacó su sombrilla de un armario pintado de blanco que había en un rincón. Todas sus pertenencias habían sido colocadas y guardadas a su llegada. Nada estropeaba el orden de su cama, puesto que aunque tenía que compartir criada con lady Odell, jamás dejaba su ropa tirada por el cuarto como hacía su madre.
Fue cuando estaba cerrando la puerta del ropero cuando se dio la vuelta y vio a Joseph Jonas andando por el camino que cruzaba la arboleda hacia los campos que se extendían más allá. Llevaba las manos en los bolsillos de su horrible chaqueta y silbaba suavemente. Entonces se quitó el sombrero polvoriento y se pasó la mano por la cabeza para retirarse el cabello de la frente. Seguidamente alzó la cabeza y miró hacia su ventana, vio que lo estaba mirando y agitó la mano con naturalidad para saludarla.
______ se retiró enseguida de la ventana. Era extraño, pero le parecía como si él la hubiera sorprendido espiándolo, aunque no tuviera nada de malo mirar por la ventana.
Cuando se atrevió a asomarse otra vez, Joseph había desaparecido por detrás de la casa. ______ suspiró levemente y se ató las lazadas azules de su sombrero de paja de ala ancha, se puso la chaquetilla de verano y se miró al espejo para comprobar que su aspecto era limpio y ordenado. Se había trenzado el cabello castaño para dominar sus rizos, y no había nada fuera de sitio en su vestido de paseo azul pálido.
Tomó su sombrilla y bajó corriendo las escaleras. Esa mañana, Joseph la había dejado aturdida en varios sentidos. Parecía que iba a llegar tarde a la cita con lady Sally y el grupo de lectura y, de un modo extraño, le dio por pensar que también era culpa de Joseph.
______ se acercó a un pesebre y le ofreció a Castor un montón de heno, que el caballo se dispuso a comer con ganas.
—Escribo y leo cartas, tomo el té con las señoras de los pueblos, y voy de compras. Es una delicia. Y después hay fiestas y reuniones en Woodbridge…
—La ciudad de Woodbridge va a ser la sede del vigesimoprimer regimiento de los Light Dragoons, según tengo entendido.
—Ah, no gustan nada a la gente —______ se echó a reír—. Los soldados se emborrachan y hay peleas, además de hacerse los amos del teatro y de los demás sitios de diversión. Las chaquetas rojas invaden la zona.
—Parece que a ti te caen tan mal como lo haremos mis amigos y yo —observó Joseph.
—No supongo que vayáis a afligiros —dijo ______, sonriendo—. Vuestra llegada causará una conmoción enorme entre las esposas y las hijas de los militares.
Joseph se echó a reír.
—¿Imaginas que esas damas son más susceptibles que tú, _______?
_______ se encogió de hombros.
—Yo diría que sí. Confieso que la aventura no me resulta atractiva.
—La mayoría de las demás damas no coinciden contigo.
_______ le dirigió una mirada significativa.
—Eso he oído. Es una pena que no te encontrases con alguna de ellas junto al río esta mañana en lugar de conmigo.
Joseph se reía de ella; sus ojos cafes rebosaban entusiasmo.
—¿Tanto te ha alterado que no puedes dejar de pensar en ello, _______?
_______ se dio cuenta de su error.
—En absoluto —dijo con dignidad—. Me he defendido bastante bien.
—¿Con esa visión práctica que te caracteriza? —Joseph ladeó la cabeza—. No creo haberte visto tan azorada antes, _______. Ha sido… muy interesante.
Había algo en sus ojos que sugería que si _______ lo hubiese mirado de otro modo, él también a ella. Por un momento se miraron a los ojos mientras la emoción, cálida e intensa, le latía a _______ en las venas de nuevo. Dejó de mirarlo adrede y se retiró los pedazos de heno seco que se le habían quedado pegados en la falda.
—Desde luego no me habría esperado nunca verte de esa forma —dijo ella—. Fue como… —dudó un poco—. ¡Como saber demasiado de mi propio hermano!
Joseph la observaba. Y eso le hizo sentirse incómoda.
—¿Así que tus sentimientos hacia mí son los de un hermano? —le preguntó él.
_______ fue a sacar un pedazo de madera que se había quedado clavado en el marco de la puerta. Se sentía sofocada y extraña sin saber en realidad por qué.
—¿Qué otros iban a ser, Joseph?
Vio el cambio en la expresión de Joseph y tuvo la repentina sensación de pánico sólo de pensar que él pudiera responderle y que la respuesta pudiera no ser de su gusto. Apenas podía negar que su escandaloso encuentro junto al río le había causado un efecto totalmente inesperado. Sí, se había quedado sorprendida, mucho, pero también cautivada, tentada y emocionada… La confusión interrumpió sus pensamientos al ver que Joseph le sonreía con una mirada de especulación en los ojos.
El reloj de la torre dio las diez, y _______ sintió un alivio casi físico.
—¡Oh, debo marcharme! Me comprometí con el grupo de lectura en Saltire a las diez y media.
Joseph hizo una pausa, cepillo en mano.
—¿En Saltire? ¿Lady Sally Saltire organiza un grupo de lectura? ¡Qué sorpresa!
_______ hizo una pausa.
—¿Conoces a lady Sally?
—Todo el mundo conoce a lady Saltire —dijo Joseph—. Es una de las personalidades más eminentes de todo Londres. En realidad, es la única mujer que conozco que ha conseguido que ser culta sea una ocupación de moda. Creo que cuando era joven se la conocía como La Belle Bas Bleue.
—«La bella intelectual» —dijo _______ sonriendo—. Qué bonito.
—Es un sobrenombre que podría aplicársete fácilmente —dijo Joseph con mirada de advertencia.
_______ se sonrojó.
—Gracias, Joseph, pero sabes que mi fisonomía no es más que pasable.
Joseph entrecerró los ojos y de nuevo ______ sintió ese escalofrío de pánico por lo que pudiera decir él. De momento, parecía bastante enfadado.
—¿Con quién te estás comparando, _______? ¿Con una estatua griega?
—Estábamos hablando de lady Sally, no de mí —añadió ______ apresuradamente.
—Es cierto —dijo Joseph—. Creo que la sociedad se sorprendió de que ella escogiese enterrarse en el campo este verano en lugar de optar por visitar lugares de moda.
________ sonrió un poco.
—Pero sin duda todo el mundo sabe que lady Sally muy pocas veces hace lo que se espera de ella.
—Aquellos que la conocen bien, tal vez —Joseph ladeó la cabeza—. ¿La conocías de antes, _______?
—Nos conocimos en Egipto —dijo _______—, hace varios años. Justo antes de las invasiones de Napoleón.
Joseph asintió.
—¡Pues claro! Ya me acuerdo. Tu padre tiene un talento especial para elegir excavar en el sitio preciso en el que uno desearía que no estuviera.
_______ sonrió.
—Papá es tan poco sofisticado. Apenas se da cuenta de los grandes eventos que tienen lugar a su alrededor. Cuando nos obligaron a abandonar Egipto, simplemente se quejó diciendo que Napoleón le había hecho perder un año de trabajo.
—Tuvisteis suerte de poder salvar la vida —dijo Joseph en tono seco.
—Lo sé. Era todo demasiado emocionante para mí. Y por eso mismo prefiero Midwinter Royal y el grupo de lectura de lady Sally.
—¿Qué texto estáis estudiando ahora? —le preguntó Joseph.
—Sólo he estado en una de las reuniones —dijo ______—, pero ahora estamos comentando La Hechicera, de la señora Martin —de pronto le pareció ver que Joseph sacudía un poco los hombros—. ¿Qué pasa? —le preguntó.
Joseph se puso derecho y le dio a su caballo una pasada final.
—Sin duda tu educación clásica ha sido magnífica, _______, no conozco a ninguna joven que sea capaz de leer hebreo y caldeo, pero tu educación literaria es tristemente escasa. Creo que La Hechicera es una publicación de Prensa Minerva.
_______ alzó la barbilla. No le gustaba que Joseph se burlara de sus gustos de lectura.
—¿Y qué? De todos modos es un libro encantador. Me atrevería a decir que no has leído ninguna publicación de Minerva, y que por eso no sabes de qué estás hablando.
Joseph inclinó la cabeza.
—En eso tienes razón. No lo sé. Te pido disculpas. Seguramente serán excelentes publicaciones.
—Te has retractado en tus opiniones de un modo sospechosamente rápido. O bien me estás tomando el pelo, o bien te estás riendo de mí en secreto.
Joseph levantó la mano, fingiendo rendirse.
—Créeme, _______, no me reiría de ti. ¿Cuál es el argumento de La Hechicera?
_______ le lanzó una mirada de desconfianza, segura de que seguía tomándole el pelo.
—Es una historia de lo más edificante —dijo ella—. El héroe, sir Philip Desormeaux, acaba de poner un anuncio en el periódico para buscar esposa.
—Un caballero de lo más práctico —Joseph frunció el ceño ligeramente—. Sin duda tú estarás de acuerdo con un acercamiento tan sensato al matrimonio.
—Naturalmente —dijo _______—. Tengo la deprimente sensación de que sin embargo sucumbirá al final al romance.
Joseph sonrió.
—¿Es eso lo que suelen hacer los caballeros?
—En la ficción, desde luego —dijo _______—. En la vida real, lo dudo.
—Sin embargo, tú misma defiendes la sensatez por encima de la sensibilidad, ¿no es así?
—Por supuesto —dijo _______—. El amor es como los viajes.
—¿Emocionante, atrevido y peligroso?
—Incómodo, inconveniente y de corta duración —dijo ______—. Que tengas un buen día, Joseph.
Su risa la siguió mientras salía del establo al brillante sol de media mañana. El calor ya apretaba, y las blancas palomas torcaces buscaban la sombra del reloj de la torre. ______, que tenía la intención de caminar el par de kilómetros que separaban la casa de Midwinter Royal de Saltire, fue en busca de su parasol. En el pasillo las cajas que contenían cosas de su madre aún estaban medio llenas, y Rose, la única criada que había accedido a hacer el trabajo, se encontraba sacándole brillo al pasamanos y la balaustrada con laboriosidad.
______ subió las amplias escaleras, giró a la derecha donde aquellas se separaban y entró en la segunda habitación a la izquierda. Midwinter Royal era una casa pequeña, y ella había elegido su dormitorio orientado hacia el oeste, con vistas a los campos de la zona y al bosque que había más allá. Les había dejado a sus padres el dormitorio más espacioso en el extremo sur de la casa, porque aunque ______ sabía que no se habrían enterado de haber estado durmiendo en una zanja, deseaba que estuviesen cómodos. Desde ese dormitorio las vistas eran de su querido enterramiento y del río, el Winter Race, que se encontraba un poco más allá.
La habitación de _______ era brillante y soleada. Las cortinas se mecían a la suave brisa que entraba por la ventana entreabierta. Ella entró y sacó su sombrilla de un armario pintado de blanco que había en un rincón. Todas sus pertenencias habían sido colocadas y guardadas a su llegada. Nada estropeaba el orden de su cama, puesto que aunque tenía que compartir criada con lady Odell, jamás dejaba su ropa tirada por el cuarto como hacía su madre.
Fue cuando estaba cerrando la puerta del ropero cuando se dio la vuelta y vio a Joseph Jonas andando por el camino que cruzaba la arboleda hacia los campos que se extendían más allá. Llevaba las manos en los bolsillos de su horrible chaqueta y silbaba suavemente. Entonces se quitó el sombrero polvoriento y se pasó la mano por la cabeza para retirarse el cabello de la frente. Seguidamente alzó la cabeza y miró hacia su ventana, vio que lo estaba mirando y agitó la mano con naturalidad para saludarla.
______ se retiró enseguida de la ventana. Era extraño, pero le parecía como si él la hubiera sorprendido espiándolo, aunque no tuviera nada de malo mirar por la ventana.
Cuando se atrevió a asomarse otra vez, Joseph había desaparecido por detrás de la casa. ______ suspiró levemente y se ató las lazadas azules de su sombrero de paja de ala ancha, se puso la chaquetilla de verano y se miró al espejo para comprobar que su aspecto era limpio y ordenado. Se había trenzado el cabello castaño para dominar sus rizos, y no había nada fuera de sitio en su vestido de paseo azul pálido.
Tomó su sombrilla y bajó corriendo las escaleras. Esa mañana, Joseph la había dejado aturdida en varios sentidos. Parecía que iba a llegar tarde a la cita con lady Sally y el grupo de lectura y, de un modo extraño, le dio por pensar que también era culpa de Joseph.
Andreita respondiendo a tu pregunta, pronto habrá beso (:
Gracias por pasarte, creo que eres mi única lectora xD
Natuuu♥!!
Natuu!
Re: "UN IRRESISTIBLE LORD" (JOE&TU) (TERMINADA)
ai ame los caps perdon por haber pasado antes
siguela pronto plis
siguela pronto plis
Nani Jonas
Re: "UN IRRESISTIBLE LORD" (JOE&TU) (TERMINADA)
me enacnta la nove
vamos chicas lean la nove eque esta super!! :9
si beso protno beso rpotnooooo
vamos chicas lean la nove eque esta super!! :9
si beso protno beso rpotnooooo
andreita
Re: "UN IRRESISTIBLE LORD" (JOE&TU) (TERMINADA)
Hello, Nueva lectoraa!!
siguelaa porfiss!!
me gusta muchio la novee
aunq muero x ACCION!!!
SIGUELAAAA
ATT: TU NUEVA LECTORA!
siguelaa porfiss!!
me gusta muchio la novee
aunq muero x ACCION!!!
SIGUELAAAA
ATT: TU NUEVA LECTORA!
Yhosdaly
Re: "UN IRRESISTIBLE LORD" (JOE&TU) (TERMINADA)
Capítulo 3
______ iba a medio camino por el sendero polvoriento que comunicaba la casa de Midwinter Royal con la de Saltire cuando la adelantó un coche donde viajaban dos señoras. El poni avanzaba al trote y levantó una buena polvareda a su paso, y una de las pasajeras del coche, al volverse y ver a ______ al borde del camino, sacó una mano para que el cochero se detuviera. Cuando ______ los alcanzó, reconoció a dos de las otras miembros del grupo de lectura de Midwinter, la honorable señora Deborah Stratton y su hermana, Olivia, lady Marney. Deborah Stratton se inclinó y se dirigió a ella con total amabilidad.
—¡Señorita Odell! Lo siento, no la habíamos visto al pasar. ¿Podemos llevarla con nosotros? Supongo que va a Saltire.
_______ fijó la vista con vacilación en el estrecho asiento del coche. Lady Marney, que iba conduciendo, no había secundado la invitación de su hermana menor, y ______ se sintió extraña. No deseaba que su compañía fuera para ellas una obligación.
—No estoy segura de que haya espacio —empezó a decir ______.
Pero Deborah la interrumpió alegremente.
—¡Pues claro que sí! Muévete un poco y hazle sitio a la señorita Odell, Liv —añadió, volviéndose hacia su hermana y haciéndole sitio también ella—. Sólo son dos kilómetros más, como mucho. Estaremos bien aquí sentadas.
_______ vio que la señorita Stratton la agarraba de la mano con fuerza, y sin más se sentó junto a ella en el asiento acolchado.
—Buenos día, lady Marney —le dijo, asintiendo en dirección a Olivia—. Es muy amable por su parte.
—Es un placer, señorita Odell —dijo Olivia, aunque su voz carecía de la calidez de la de su hermana.
Volvió a centrarse en el poni, y al momento el coche se puso en movimiento.
Deborah Stratton le dirigió a ______ una sonrisa para darle ánimos. Cuando a _______ le presentaron por primera vez a las hermanas Stratton en el grupo de lectura la semana anterior, le habían sorprendido tanto las diferencias como las similitudes entre las dos mujeres, y la misma sensación quedó patente en ese momento. Ambas chicas eran esbeltas, con el cabello rubio como el trigo y los ojos azules, pero en reposo la cara de Olivia resultaba grave, poco animada. La de Deborah, en contraste, estallaba de vitalidad. A ______ le había gustado inmediatamente, y las dos se habían puesto a charlar con facilidad y estaban camino de convertirse en buenas amigas. Con Olivia, sin embargo, la cosa era distinta. ______ pensaba que tal vez le llevara algún tiempo conocer a lady Marney.
—Espero que os hayáis acomodado ya en la casa de Midwinter Royal, señorita Odell —le decía Deborah con una sonrisa amigable—. Apenas han pasado tres semanas, ¿no? Siempre creo que hace falta tiempo para acostumbrarse a un sitio.
_______ estuvo de acuerdo.
—Eso espero —añadió—. Supongo que mis padres me permitirán acostumbrarme a la zona de Midwinter. Siempre estamos de un lado a otro, sabéis.
Deborah sonrió.
—¡Es verdad! Vuestro padre es el prodigiosamente famoso anticuario sir Arthur Odell, ¿verdad? Nos impresiona mucho tener de vecinos a personas tan eminentes.
—Estamos impresionadas y no menos emocionadas por ver qué es lo que desenterrarán —añadió lady Marney inesperadamente; le dirigió una sonrisa tímida a ______, apartando un segundo los ojos de la carretera—. Sin duda para usted será algo normal, señorita Odell; pero nosotras nunca hemos visto una excavación en las tierras de Midwinter, aunque todo el mundo lleva años y años preguntándose qué esconderían esos montículos.
_______ se echó a reír.
—No puedo prometerle que vaya a ser muy emocionante, lady Marney, pero estoy segura de que mis padres encontrarán algo interesante. Normalmente ocurre así.
—Supongo que habrá viajado con sus padres a los lugares más extraordinarios, señorita Odell —dijo Olivia Marney, animándola a continuar hablando—. Egipto, Grecia, Italia…
_______ suspiró. Siempre pasaba lo mismo. A todo el mundo salvo a ella le parecía su vida tremendamente emocionante.
—Sí, he estado en todos esos sitios y más, lady Marney, aunque las hostilidades más recientes han puesto fin a las misiones más exóticas.
Las hermanas se echaron a reír al unísono.
—Mi querida señorita Odell —dijo Deborah—, parecéis de lo más enojada por la experiencia en general.
Al ver la sonrisa de lady Marney, ______ se dio cuenta de que Olivia no era antipática, sino simplemente tímida. Y ello no era de extrañar. El tener una hermana tan bulliciosa como Deborah Stratton sería suficiente para hacerle sombra a los demás hermanos. Sin embargo resultaba extraño que la viuda señora Stratton fuera de la misma edad que ______, mientras que Olivia tenía unos cuantos años más y estaba casada con un vizconde además. ______ habría esperado de ella que tuviera más habilidad social.
Deborah le dio a ______ unas palmadas en la mano, queriendo consolarla.
—No se preocupe, señorita Odell. Nos encanta tenerla entre nosotros. Creo que podría convertirse en una auténtica curiosidad. En los pueblos de la zona de Midwinter no hay mucha vida social, ya sabe, y ni siquiera en Woodbridge… —puso una cara muy expresiva.
—Mi hermana está más acostumbrada a las sofisticadas delicias de Bath, señorita Odell —dijo lady Marney en tono seco—. Me temo que la vida del campo le parece aburrida.
—¡No es cierto! —objetó Deborah—. He vivido en Midwinter Mallow tres años ya y no me he aburrido en absoluto, Liv.
—Tengo entendido que la vida en las poblaciones de Midwinter va a ser mucho más emocionante —dijo Olivia—. Ross, mi esposo, dijo que el duque de Kestrel está haciendo una de esas escasísimas visitas a Midwinter y que se ha traído consigo a su familia y a sus amigos.
—Una casa llena de calaveras y de aventureros —dijo Deborah—. ¡Eso revolverá los palomares del campo!
______ imaginó que la animada señora Stratton encontraría a un hombre como Joseph Jonas tremendamente entretenido. Se imaginaba a Joseph regalándole los oídos a Deborah con relatos de sus alocadas expediciones, sonriéndole y mirándola a los ojos mientras contaba exageradas historias sobre algún tesoro escondido. Ella siempre había contemplado hasta ese momento las conquistas de Joseph con una sonrisa indulgente; pero en ese momento se sentía ligeramente nauseabunda. Se preguntó si sería el traqueteo del coche el responsable de su mareo.
Momentos después el carruaje cruzaba las puertas de Saltire y empezaba su recorrido por el camino que atravesaba los verdes terrenos de praderas y bosques que rodeaban la casa. ______ miró a su alrededor con interés. Aunque había visitado a lady Sally ya en un par de ocasiones, siempre lo había hecho caminando desde Midwinter Royal, y el camino paralelo al río no ofrecía las mismas vistas de la casa jacobea como el hacerlo acercándose por aquel camino. Suspiró un poco.
—Oh, qué bonito, ¿verdad?
—Muy bonito —Deborah sonrió— y muy viejo. Es la casa de la dote de Kestrel Court, ¿sabe, señorita Odell? Lady Sally y su marido la nombraron Saltire cuando el duque se la alquiló cuando se casaron. Nicholas Kestrel y Stephen Saltire eran grandes amigos, ¿sabe?
______ se había preguntado cómo habría llegado lady Sally Saltire a vivir tan cerca de Kestrel Court, cuyas altas y retorcidas chimeneas se elevaban justo detrás de los árboles del parque que rodeaba Saltire.
—Uno lo habría considerado de lo más extraño —continuó Deborah—, ya que el duque y lord Stephen eran ambos pretendientes de la mano de lady Sally. Cuando escogió a lord Stephen se rumoreaba que habría un duelo por su mano —a Deborah le brillaban los ojos—. ¿No os parece romántico?
—No mucho —dijo Olivia—. Esa historia no era más que un rumor; no creo que Nicholas Kestrel le hubiese ofrecido su casa a un viejo amigo de haberse peleado por una dama, ¿no te parece?
Deborah se quedó desinflada.
—¿Y el duque y lady Sally no han revivido su amor desde que ella quedó viuda? —aventuró ______, esperando que Olivia no pensase que estaba metiendo las narices donde no le importaba—. De otro modo, eso podría sugerir que no había verdad en la historia.
—No, no han vuelto a estar juntos —dijo Deborah, que no parecía satisfecha—. No creo que se vean muy a menudo, ya que Nicholas Kestrel viaja mucho y lady Sally está más o menos ubicada en Londres. Ah, era una historia tan romántica, y ahora vosotras dos me la habéis estropeado…
Olivia se echó a reír.
—El amor, mi querida Deborah, es un artículo tristemente sobreestimado —le dijo, sin saber que estaba repitiendo el mismo comentario que ______ le había hecho a Joseph antes—. Es mejor escoger una pareja cómoda y una vida tranquila.
_______ sonrió.
—Había oído que lady Sally fue en su día una belleza prodigiosa. ¿Nunca ha querido volver a casarse?
—No —fue Olivia quien contestó—. ¿Con riqueza y posición, quién querría volver a casarse?
—Bueno —empezó a decir Deborah—, tal vez necesitase a un hombre para…
—¡Deb!
Olivia le dirigió a su hermana una mirada de advertencia, la cual ______ interceptó. Estuvo a punto de echarse a reír. Parecía que a Olivia le habría preocupado que su hermana hiciera algún comentario malsonante sobre la necesidad de una mujer de la compañía de un hombre. Tal comentario no sería muy propio delante de una joven soltera; pero ______ sospechaba con pesar que no sería probable que nada la escandalizara. Serían más bien lady Marney y la señora Stratton las escandalizadas si supieran la educación que había recibido ______ desde una edad temprana. No importaba que los frescos y las esculturas de bacanales placeres y excesos eróticos hubiesen sido desenterradas por sus padres y fueran supuestamente clásicas; seguían siendo explícitas y sorprendentes, y habían dejado boquiabierta y asombrada a la joven ______ Odell. Recordaba claramente el día en que Joseph Jonas la había sorprendido casi haciendo el pino para tratar de averiguar si cierta posición en la que estaban dos figuras de un fresco era físicamente posible…
Aun así, era mejor dejar que lady Marney se quedara con esa ilusión. Ella ya era suficiente atracción sin asustar todavía más a las damas, y sabía que su educación y formación tan poco ortodoxas disgustarían a muchas personas. Era una verdadera pena, sobre todo porque lo que ella más había deseado en su vida era llevar una vida común y corriente. Sonrió con afabilidad pero no dijo nada.
—Supongo que ya es demasiado tarde para lady Sally —dijo Deborah con un suspiro— puesto que debe de tener unos treinta y tres años. ¡Demasiado mayor para volver a casarse!
El coche se detuvo delante de la puerta principal y un lacayo de librea apareció inmediatamente para ayudar a bajar a las damas. Guardándose bajo el brazo la copia de La Hechicera que había tomado prestada de la biblioteca de lady Sally, ______ siguió a Olivia y a Deborah al interior de la casa.
—¡Señorita Odell! Lo siento, no la habíamos visto al pasar. ¿Podemos llevarla con nosotros? Supongo que va a Saltire.
_______ fijó la vista con vacilación en el estrecho asiento del coche. Lady Marney, que iba conduciendo, no había secundado la invitación de su hermana menor, y ______ se sintió extraña. No deseaba que su compañía fuera para ellas una obligación.
—No estoy segura de que haya espacio —empezó a decir ______.
Pero Deborah la interrumpió alegremente.
—¡Pues claro que sí! Muévete un poco y hazle sitio a la señorita Odell, Liv —añadió, volviéndose hacia su hermana y haciéndole sitio también ella—. Sólo son dos kilómetros más, como mucho. Estaremos bien aquí sentadas.
_______ vio que la señorita Stratton la agarraba de la mano con fuerza, y sin más se sentó junto a ella en el asiento acolchado.
—Buenos día, lady Marney —le dijo, asintiendo en dirección a Olivia—. Es muy amable por su parte.
—Es un placer, señorita Odell —dijo Olivia, aunque su voz carecía de la calidez de la de su hermana.
Volvió a centrarse en el poni, y al momento el coche se puso en movimiento.
Deborah Stratton le dirigió a ______ una sonrisa para darle ánimos. Cuando a _______ le presentaron por primera vez a las hermanas Stratton en el grupo de lectura la semana anterior, le habían sorprendido tanto las diferencias como las similitudes entre las dos mujeres, y la misma sensación quedó patente en ese momento. Ambas chicas eran esbeltas, con el cabello rubio como el trigo y los ojos azules, pero en reposo la cara de Olivia resultaba grave, poco animada. La de Deborah, en contraste, estallaba de vitalidad. A ______ le había gustado inmediatamente, y las dos se habían puesto a charlar con facilidad y estaban camino de convertirse en buenas amigas. Con Olivia, sin embargo, la cosa era distinta. ______ pensaba que tal vez le llevara algún tiempo conocer a lady Marney.
—Espero que os hayáis acomodado ya en la casa de Midwinter Royal, señorita Odell —le decía Deborah con una sonrisa amigable—. Apenas han pasado tres semanas, ¿no? Siempre creo que hace falta tiempo para acostumbrarse a un sitio.
_______ estuvo de acuerdo.
—Eso espero —añadió—. Supongo que mis padres me permitirán acostumbrarme a la zona de Midwinter. Siempre estamos de un lado a otro, sabéis.
Deborah sonrió.
—¡Es verdad! Vuestro padre es el prodigiosamente famoso anticuario sir Arthur Odell, ¿verdad? Nos impresiona mucho tener de vecinos a personas tan eminentes.
—Estamos impresionadas y no menos emocionadas por ver qué es lo que desenterrarán —añadió lady Marney inesperadamente; le dirigió una sonrisa tímida a ______, apartando un segundo los ojos de la carretera—. Sin duda para usted será algo normal, señorita Odell; pero nosotras nunca hemos visto una excavación en las tierras de Midwinter, aunque todo el mundo lleva años y años preguntándose qué esconderían esos montículos.
_______ se echó a reír.
—No puedo prometerle que vaya a ser muy emocionante, lady Marney, pero estoy segura de que mis padres encontrarán algo interesante. Normalmente ocurre así.
—Supongo que habrá viajado con sus padres a los lugares más extraordinarios, señorita Odell —dijo Olivia Marney, animándola a continuar hablando—. Egipto, Grecia, Italia…
_______ suspiró. Siempre pasaba lo mismo. A todo el mundo salvo a ella le parecía su vida tremendamente emocionante.
—Sí, he estado en todos esos sitios y más, lady Marney, aunque las hostilidades más recientes han puesto fin a las misiones más exóticas.
Las hermanas se echaron a reír al unísono.
—Mi querida señorita Odell —dijo Deborah—, parecéis de lo más enojada por la experiencia en general.
Al ver la sonrisa de lady Marney, ______ se dio cuenta de que Olivia no era antipática, sino simplemente tímida. Y ello no era de extrañar. El tener una hermana tan bulliciosa como Deborah Stratton sería suficiente para hacerle sombra a los demás hermanos. Sin embargo resultaba extraño que la viuda señora Stratton fuera de la misma edad que ______, mientras que Olivia tenía unos cuantos años más y estaba casada con un vizconde además. ______ habría esperado de ella que tuviera más habilidad social.
Deborah le dio a ______ unas palmadas en la mano, queriendo consolarla.
—No se preocupe, señorita Odell. Nos encanta tenerla entre nosotros. Creo que podría convertirse en una auténtica curiosidad. En los pueblos de la zona de Midwinter no hay mucha vida social, ya sabe, y ni siquiera en Woodbridge… —puso una cara muy expresiva.
—Mi hermana está más acostumbrada a las sofisticadas delicias de Bath, señorita Odell —dijo lady Marney en tono seco—. Me temo que la vida del campo le parece aburrida.
—¡No es cierto! —objetó Deborah—. He vivido en Midwinter Mallow tres años ya y no me he aburrido en absoluto, Liv.
—Tengo entendido que la vida en las poblaciones de Midwinter va a ser mucho más emocionante —dijo Olivia—. Ross, mi esposo, dijo que el duque de Kestrel está haciendo una de esas escasísimas visitas a Midwinter y que se ha traído consigo a su familia y a sus amigos.
—Una casa llena de calaveras y de aventureros —dijo Deborah—. ¡Eso revolverá los palomares del campo!
______ imaginó que la animada señora Stratton encontraría a un hombre como Joseph Jonas tremendamente entretenido. Se imaginaba a Joseph regalándole los oídos a Deborah con relatos de sus alocadas expediciones, sonriéndole y mirándola a los ojos mientras contaba exageradas historias sobre algún tesoro escondido. Ella siempre había contemplado hasta ese momento las conquistas de Joseph con una sonrisa indulgente; pero en ese momento se sentía ligeramente nauseabunda. Se preguntó si sería el traqueteo del coche el responsable de su mareo.
Momentos después el carruaje cruzaba las puertas de Saltire y empezaba su recorrido por el camino que atravesaba los verdes terrenos de praderas y bosques que rodeaban la casa. ______ miró a su alrededor con interés. Aunque había visitado a lady Sally ya en un par de ocasiones, siempre lo había hecho caminando desde Midwinter Royal, y el camino paralelo al río no ofrecía las mismas vistas de la casa jacobea como el hacerlo acercándose por aquel camino. Suspiró un poco.
—Oh, qué bonito, ¿verdad?
—Muy bonito —Deborah sonrió— y muy viejo. Es la casa de la dote de Kestrel Court, ¿sabe, señorita Odell? Lady Sally y su marido la nombraron Saltire cuando el duque se la alquiló cuando se casaron. Nicholas Kestrel y Stephen Saltire eran grandes amigos, ¿sabe?
______ se había preguntado cómo habría llegado lady Sally Saltire a vivir tan cerca de Kestrel Court, cuyas altas y retorcidas chimeneas se elevaban justo detrás de los árboles del parque que rodeaba Saltire.
—Uno lo habría considerado de lo más extraño —continuó Deborah—, ya que el duque y lord Stephen eran ambos pretendientes de la mano de lady Sally. Cuando escogió a lord Stephen se rumoreaba que habría un duelo por su mano —a Deborah le brillaban los ojos—. ¿No os parece romántico?
—No mucho —dijo Olivia—. Esa historia no era más que un rumor; no creo que Nicholas Kestrel le hubiese ofrecido su casa a un viejo amigo de haberse peleado por una dama, ¿no te parece?
Deborah se quedó desinflada.
—¿Y el duque y lady Sally no han revivido su amor desde que ella quedó viuda? —aventuró ______, esperando que Olivia no pensase que estaba metiendo las narices donde no le importaba—. De otro modo, eso podría sugerir que no había verdad en la historia.
—No, no han vuelto a estar juntos —dijo Deborah, que no parecía satisfecha—. No creo que se vean muy a menudo, ya que Nicholas Kestrel viaja mucho y lady Sally está más o menos ubicada en Londres. Ah, era una historia tan romántica, y ahora vosotras dos me la habéis estropeado…
Olivia se echó a reír.
—El amor, mi querida Deborah, es un artículo tristemente sobreestimado —le dijo, sin saber que estaba repitiendo el mismo comentario que ______ le había hecho a Joseph antes—. Es mejor escoger una pareja cómoda y una vida tranquila.
_______ sonrió.
—Había oído que lady Sally fue en su día una belleza prodigiosa. ¿Nunca ha querido volver a casarse?
—No —fue Olivia quien contestó—. ¿Con riqueza y posición, quién querría volver a casarse?
—Bueno —empezó a decir Deborah—, tal vez necesitase a un hombre para…
—¡Deb!
Olivia le dirigió a su hermana una mirada de advertencia, la cual ______ interceptó. Estuvo a punto de echarse a reír. Parecía que a Olivia le habría preocupado que su hermana hiciera algún comentario malsonante sobre la necesidad de una mujer de la compañía de un hombre. Tal comentario no sería muy propio delante de una joven soltera; pero ______ sospechaba con pesar que no sería probable que nada la escandalizara. Serían más bien lady Marney y la señora Stratton las escandalizadas si supieran la educación que había recibido ______ desde una edad temprana. No importaba que los frescos y las esculturas de bacanales placeres y excesos eróticos hubiesen sido desenterradas por sus padres y fueran supuestamente clásicas; seguían siendo explícitas y sorprendentes, y habían dejado boquiabierta y asombrada a la joven ______ Odell. Recordaba claramente el día en que Joseph Jonas la había sorprendido casi haciendo el pino para tratar de averiguar si cierta posición en la que estaban dos figuras de un fresco era físicamente posible…
Aun así, era mejor dejar que lady Marney se quedara con esa ilusión. Ella ya era suficiente atracción sin asustar todavía más a las damas, y sabía que su educación y formación tan poco ortodoxas disgustarían a muchas personas. Era una verdadera pena, sobre todo porque lo que ella más había deseado en su vida era llevar una vida común y corriente. Sonrió con afabilidad pero no dijo nada.
—Supongo que ya es demasiado tarde para lady Sally —dijo Deborah con un suspiro— puesto que debe de tener unos treinta y tres años. ¡Demasiado mayor para volver a casarse!
El coche se detuvo delante de la puerta principal y un lacayo de librea apareció inmediatamente para ayudar a bajar a las damas. Guardándose bajo el brazo la copia de La Hechicera que había tomado prestada de la biblioteca de lady Sally, ______ siguió a Olivia y a Deborah al interior de la casa.
Natuu!
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