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"UN IRRESISTIBLE LORD" (JOE&TU) (TERMINADA)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: "UN IRRESISTIBLE LORD" (JOE&TU) (TERMINADA)
Capítulo 12
—¡Señoras, por favor!
Lady Sally Saltire dio unas palmadas como si fuese una institutriz de colegio recriminando a su recalcitrante rebaño.
—¿Cómo vamos a hablar de La hechicera si ninguna estáis prestando atención?
Las miembros del grupo de lectura estaban sentadas en el césped en Saltire, bajo una enorme marquesina blanca. Era otro día muy caluroso, y resultaba un placer poder estar al aire libre donde la agradable brisa del río ayudaba al menos a paliar el agobiante calor. El aire estaba cargado de los penetrantes perfumes del verano inglés: el olor a hierba recién cortada, el más seco y punzante de la lavanda y el suave perfume de las rosas que adornaban la pérgola a la izquierda. A ______ le estaba entrando sueño.
Lady Sally había pedido que les sirvieran agua de limón helada y tejas de almendra, y las señoras se habían acomodado en sus sillas y habían abierto el libro por el capítulo doce, empezando con una animada discusión sobre si sir Philip Desormeaux estaba ya verdaderamente enamorado, o si simplemente era una obsesión pasajera.
En ese momento ocurrió algo que distrajo a las señoras. La primera que lo vio fue ______. Joseph Jonas apareció en ese momento por un costado de la casa acompañado del señor Daubenay. El artista había colocado su caballete en el césped frente a la pérgola cuajada de rosas y le daba instrucciones a Joseph para que se colocara de pie sobre el escalón bajo el arco y adoptara la actitud de un hombre que otea el horizonte.
______ ahogó una risilla. Evidentemente la idea era la de crear la impresión de un aventurero intrépido saliendo del desierto; pero como Joseph tenía detrás una rosa que le sobresalía por encima de la cabeza, el efecto era bastante cómico. Y todavía más, se daba cuenta, incluso a esa distancia, de que a Joseph todo aquello le resultaba ridículo. Su porte era tenso, y apenas lograba ocultar su impaciencia. Y cuando vio que las damas lo miraban, frunció el ceño.
Continuaron a duras penas un poco más, pero cuando Joseph se quitó la chaqueta y se la echó con gesto indolente al hombro como le había pedido el señor Daubenay, toda la concentración se fue al traste. Helena Lang se quedó boquiabierta, e incluso hubo que llamarle la atención dos veces a Deborah Stratton. ______ se enojó de ver que era tan culpable como las demás. Trató de concentrarse en el enamoramiento de sir Philip con la señorita Milward, pero sólo consiguió quedarse en blanco mientras sus pensamientos volaban de nuevo hacia la figura atlética de Joseph. Levantó la vista y vio que lady Sally la miraba divertida.
—No sé cómo decirle, señorita Odell, lo contenta que estoy de que haya convencido a lord Jonas para que pose para mi libro de acuarelas. Estoy convencida de que el mérito es todo suyo —cerró su libro con fuerza—. Y la culpa de la distracción de mi grupo de lectura es sólo de él. ¡Johnson! —llamó a uno de sus criados—. Haga el favor de pedirle al señor Daubenay que se lleve el caballete a otro sitio. Su modelo está distrayendo a las señoras.
Pero incluso después de que el señor Daubenay y Joseph se hubiesen marchado a otro sitio, donde ya no los veían, las damas no lograron retomar la discusión. Exasperada, lady Sally las envió a todas a casa a que se leyeran un par de capítulos solas.
En lugar de tomar el camino del río, ______ aceptó el ofrecimiento de Olivia y Deborah de llevarla hasta Midwinter Mallow. Mientras conducían, las damas le hicieron preguntas sobre sus asuntos matrimoniales, en los cuales se habían tomado mucho interés. Deb mantenía que James Kestrel era su más ardiente admirador, y como ______ se había prometido a sí misma no compartir la información del coqueteo de James con Helena, no podía hacer otra cosa más que echarse a reír y quitarle la razón.
—Desde luego, ______ —comentó Olivia—, tienes toda una proliferación de admiradores, al igual que sir Philip en La hechicera.
—Y como es el caso de sir Philip —dijo ______—. No estoy contenta con ninguno de ellos. El señor Lang es un gandul, el señor Kestrel me llena de aburrimiento y sir John es un calavera consumado. —______ sacudió la cabeza—. Me pregunto por qué es tan difícil encontrar a un hombre respetable en las ciudades de Midwinter —dijo—. ¡Ninguno de los caballeros es aceptable!
—Pero si estuvieses buscando un mujeriego, te verías abrumada con la cantidad de candidatos —dijo Deborah riéndose.
Tomaron la curva al final de la pendiente.
—Tal vez resulte —dijo Olivia hábilmente—, que todos estos pícaros de los que hablamos sean hombres serios y formales bajo la superficie.
—¡Vamos, Olivia! —dijo Deborah—. ¿Lord Richard un hombre serio y formal?
Olivia le lanzó a su hermana una mirada elocuente, y Deborah se sonrojó.
—Creo —se apresuró a decir ______— que entiendo lo que quiere decir Deborah, lady Marney. No conozco bien a lord Richard, pero puedo asegurar con certeza que lord Jonas, por ejemplo, jamás podría ser descrito como serio y formal.
Olivia sonreía levemente.
—Tal vez no. ¿Pero tiene sentido del humor, ______?
______ se echó a reír.
—Oh, sí, desde luego.
—¿Y posee la humildad suficiente?
—En absoluto. A veces es bastante arrogante.
Fue Olivia la que se echó a reír entonces.
—Sin embargo, eso puede ser una característica muy atractiva en un caballero. Sin duda no negarás que en comparación con sir John Norton, por ejemplo, lord Jonas parece reírse de sí mismo.
______ lo pensó, y tuvo que reconocer que había algo de verdad en las palabras de Olivia.
—Bueno… —dijo con cautela—. Es cierto que Joseph, que lord Jonas, no es arrogante del mismo modo que sir John Norton.
—¿Y lo encuentras atractivo?
______ se sonrojó.
—Supongo que se puede decir que lo es…
—Eso no es significativo —objetó Deborah—. Una tendría que estar muerta para no encontrar atractivo a lord Jonas.
—Muy bien —concedió Olivia—. ¿Pero te gusta, ______? ¿Lo estimas como hombre?
______ frunció el ceño. Se daba cuenta de que sus sentimientos por Joseph Jonas se estaban volviendo extremadamente complicados. Sentía por él una emoción mucho más fuerte que una mera estima. Le gustaba Joseph tremendamente. Siempre le había gustado. La razón por la que le pesaba que se hubieran peleado era porque valoraba mucho la amistad de Joseph y no podía soportar perderla. De hecho, no sólo le gustaba Joseph. Lo amaba… Sólo de pensarlo, se puso muy colorada.
—Sí —dijo en voz baja—. Le tengo en mucha estima.
—Entonces —continuó Olivia—, en realidad lord Jonas posee casi todas las cualidades que buscarías en un caballero. Mientras que de sir John, el señor Lang y el señor Kestrel no se puede decir lo mismo.
______ no tuvo que responder, ya que el coche se detenía en el cruce de Midwinter Mallow en ese momento.
—Deberíamos ir a hacer una excursión a la playa —dijo Deborah mientras se abanicaba con ímpetu—, si continúa el buen tiempo. ¿Te gustaría, _______?
—Me encantaría —dijo _______.
Se despidió de ellas mientras el coche tomaba el camino de la derecha que conducía hacia Midwinter Marney y a la costa y se dispuso a hacer a pie el kilómetro y medio que la separaba de la casa de Midwinter Royal.
El sol era aún más intenso por el camino, y ______ no deseaba más que tumbarse a la sombra y dormir. Cuando llegó a la plaza de Midwinter Mallow, estaba sudorosa y le pesaba no haber aceptado la oferta de Olivia de llevarla a casa. El pueblo estaba en silencio; incluso los pájaros estaban quietos, aplatanados por el calor. Impulsivamente, ______ cruzó la plaza polvorienta y la entrada techada al camposanto contiguo a la iglesia. Allí las piedras del suelo le quemaban las suelas de los zapatos, pero los árboles daban sombra sobre las lápidas. Se sentó a la sombra de la entrada. Sí, mucho mejor. Aspiró hondo y notó con fastidio que sudaba por la espalda y que tenía la cara colorada y sudorosa.
Tal vez fuese la intensidad del calor, o tal vez los comentarios de Olivia, lo que llevó a ______ a pensar en Joseph y en la conversación que había tenido lugar un rato antes. Olivia había dado en el blanco con precisión extrema. Joseph poseía muchas de las cualidades que ella admiraba; era el tipo de hombre que quería.
Deseaba un marido como Joseph Jonas. ______ movió un hombro para acomodarse contra la piedra. Era algo más que eso. Si era sincera consigo misma, tenía que reconocer que Joseph era el hombre que quería.
Pero sólo de pensarlo sintió miedo y le sobrevinieron las dudas. No podía ser. Joseph era aventurero, temerario, precipitado e imprevisible. No le gustaba en absoluto su estilo de vida. Sin embargo, le tenía cariño. Sabía también que podía confiar totalmente en él, y jamás había dudado de él.
______ pestañeó con rapidez, como tratando de aclarar sus pensamientos. No tenía nada de malo reconocer que quería a Joseph como a un hermano mayor. Y también estaba dispuesta a reconocer que Joseph poseía cualidades que ella admiraba y apreciaba. Incluso reconocería que deseaba a un hombre de esas características. Pero Joseph… Descartó el insidioso pensamiento. Era bastante imposible que Joseph le atrajera de ese modo. Deseaban cosas distintas de la vida. Y ella estaba segura de que él solo la veía como a una amiga.
¿Pero… la habría visto Joseph como a una amiga cuando la había besado en la sala de billar? ¿Y era amistad lo que había sentido hacia él cuando sentada entre los pinos lo había observado y había sentido aquella turbadora sensualidad? No podía engañarse a sí misma. Lo que había sentido era algo mucho más conmovedor que una mera amistad. Lo que había sentido era atracción. E iba a curarse de ello. A toda prisa.
Cuando llegó a casa se encontró a Joseph en el pasillo hablando con su padre. Sir Arthur la saludó distraídamente y salió para volver a la excavación, y Joseph se volvió hacia ella con una sonrisa en los labios. El sol del atardecer arrancaba cálidos dibujos del suelo de mármol y coloreaba el cabello de Joseph, que parecía del color del bronce bruñido. ______ tragó saliva. Con suma inquietud se percató de que lo estaba mirando fijamente. Seguramente le había dado mucho el sol. En realidad, pensaba, lo que hacía falta era una buena tormenta que aclarara un poco el ambiente y a ella las ideas.
—¿Estás bien, ______? —le preguntó Joseph, tocándole el brazo en tono burlón—. Pareces muy sofocada.
—Yo… sí, gracias —______ se apartó de él—. Creo que estoy un poco mareada, ahora mismo.
—Sí, el calor… —murmuró Joseph—. La explicación más fácil a todos los males.
______ lo miró y entrecerró los ojos.
—¿Querías algo, Joseph?
—Muchas cosas —dijo él mientras le miraba la cara, precisamente los labios.
—¿Qué? —de pronto ______ tenía la voz algo ronca.
—Me preguntaba si podrías buscarme la copia de tu padre del Ipswich Journal de octubre de 1802 —dijo Joseph—. Parece que incluye una interesante referencia al tesoro de Midwinter.
______ sintió una ridícula sensación de decepción y se enojó consigo misma por ello. Así que ignoró la sensación y trató de adoptar el mismo aire natural que tenía él.
—¿La revista? Sí, claro. Voy a mirar en los archivos de papá y después la saco.
—Gracias —Joseph le sonrió—. Supongo que será mejor que me vaya. ¿Te has divertido hoy en la reunión del grupo de lectura?
______ plegó su sombrilla.
—Sí, gracias. Te vimos en el jardín. Me sorprende que pudieras escaparte del señor Daubenay tan pronto. No es posible que haya podido pintar ya el boceto para el cuaderno de acuarelas, ¿no?
Joseph hizo una mueca.
—Me temo que me aburrí y le dije que tenía que atender un asunto urgente. Eso de estar de pie sin hacer nada mientras me hacen un retrato no es mi idea de aprovechar el tiempo.
______ negó con la cabeza.
—Pues has conseguido bastante. Porque para empezar conseguiste distraer al grupo de la lectura de La hechicera. Lady Sally estaba un tanto consternada al ver la historia plasmada en la vida real.
______ se dio cuenta de que Joseph estaba bastante contento consigo mismo.
—¿Te distraje? —preguntó.
______ vaciló. Parecía que mentir a Joseph estaba convirtiéndose últimamente en una costumbre.
—No me distrajiste a mí en particular —dijo—, pero la señora Stratton y la señorita Lang estaban bastante asombradas, e incluso la misma lady Sally tenía un brillo en la mirada.
—Mientras que tú, como te has criado conmigo eres indiferente a mí y te preguntabas por qué ninguna era capaz de pasar de la página cuarenta y cinco.
______ sonrió.
—No precisamente. Entiendo por qué tu retrato quedaría bien en el cuaderno de acuarelas de lady Sally.
Joseph parecía sorprendido.
—¿De verdad? Viniendo de ti, eso es decir mucho, ______. No hace mucho me dijiste que estabas segura de que había otras damas a quienes mis encantos podrían impresionar, pero que tú no te encontrabas entre ellas.
______ se dio cuenta de que había cometido un error de estrategia.
—Bueno —dijo, sonrojándose—. Creo que es mi deber evitar que acabes creyéndotelo demasiado.
—Supongo que alguien tiene que ocuparse de eso —dijo Joseph—. Aunque Dios sabe bien que me gustaría que no fueras tú, ______. Tú eres la persona cuya opinión valoro más. La única razón por la que accedí a posar para el cuaderno de lady Sally fue para complacerte.
______ lo miró.
—¿De verdad? Pero no creo que mi opinión te importe tanto, ¿no?
—Te sorprendería —dijo Joseph—. Estoy seguro de que a estas alturas sabrás ya que mi único deseo es hacerte feliz.
Su tono era un tanto burlón, pero bajo la superficie había una nota de sinceridad. ______ lo miró a la cara, buscando la expresión en sus ojos. El pasillo estaba medio a oscuras, y ______ no sabía si estaba o no sonriendo, pero lo que sí sabía era que de pronto le resultaba muy difícil apartar la mirada de él.
—No me había dado cuenta… —_______ recuperó la compostura—. Quiero decir, me alegra que hayas decidido posar para el libro de acuarelas…
Se le quedó la garganta seca y se le atascaron las palabras al ver la expresión en sus ojos.
—¿Y qué piensas de las demás cosas que te he dicho? —le preguntó Joseph en tono suave—. _______, sabes que tu opinión es la que más valoro.
—Yo…
______ no continuó. No podía. Llevaba toda la tarde tratando de levantar en su pensamiento las barreras que la protegieran de Joseph; de pronto él tan sólo parecía interesado en echarlas abajo. Joseph levantó la mano y le retiró un mechón de pelo de la mejilla. En sus ojos había una expresión intensa, absorta.
Iba a besarla, y a ______ el corazón empezó a latirle muy deprisa. Separó los labios instintivamente, y vio que Joseph fijaba allí la vista. Estaban muy cerca ya. La proximidad de Joseph, el roce de sus manos, le causaban una turbación tremenda. En un segundo estaría en sus brazos, y no se resistiría a ello, ni por un instante, puesto que no quería hacerlo. La idea la llenó de asombro y de excitación, de dulce deseo.
Una puerta de las habitaciones de los sirvientes se abrió y la señora Goodfellow salió con energía, deteniéndose de pronto al ver a la pareja en el pasillo.
—¡Aquí está, milord! Lady Odell se pregunta si quiere cenar con la familia mañana por la noche. Dijo algo de una cena junto al río. ¿No es así, señorita ______?
Arrancada de cuajo de su ensoñación sensual, ______ se sonrojó, maldiciendo a Joseph interiormente por tener la capacidad de despertar en ella aquellas sensaciones. Aspiró hondo antes de contestar.
—Por favor, cena con nosotros —dijo, tratando de aparentar ligereza—. Todo sea por la amistad.
Vio que Joseph se ponía un poco tenso un instante.
—Por la amistad. Claro —sonrío de nuevo—. Acepto encantado.
—Bien —______ se sintió aliviada.
Aquello pondría fin de una vez por todas a aquellos extraños matices que parecían fluir entre ellos. Podrían recuperar pie de nuevo y volver a la relación de siempre. La compañía de sir Arthur y lady Odell contribuiría a que todo fuera como siempre.
Sonrió a Joseph levemente.
—Entonces adiós, Joseph.
Joseph se despidió y salió, y ______ subió despacio las escaleras para ir a su habitación, donde se tiró en la cama. Aquella atracción que sentía hacia Joseph tenía que ser algo pasajero, algo fruto del trato. Su amistad había aguantado diecisiete años, pero no aguantaría ni cinco minutos más si ella cedía a la tentación de sus besos. ¿Porque, cómo retroceder después? Joseph no era de los que querían casarse, y aunque lo fuera no era el hombre para ella. Querían cosas tan distintas de la vida que sus esperanzas y aspiraciones jamás podrían coincidir.
______ se dio la vuelta y apoyó la mejilla sobre la tela de algodón que cubría la almohada. Sabía que estaba pensando con sensatez, con lógica. Sabía que Joseph le atraía de un modo innegable e inexplicable, pero que de momento no estaba más cerca de descubrir la verdad.
Lady Sally Saltire dio unas palmadas como si fuese una institutriz de colegio recriminando a su recalcitrante rebaño.
—¿Cómo vamos a hablar de La hechicera si ninguna estáis prestando atención?
Las miembros del grupo de lectura estaban sentadas en el césped en Saltire, bajo una enorme marquesina blanca. Era otro día muy caluroso, y resultaba un placer poder estar al aire libre donde la agradable brisa del río ayudaba al menos a paliar el agobiante calor. El aire estaba cargado de los penetrantes perfumes del verano inglés: el olor a hierba recién cortada, el más seco y punzante de la lavanda y el suave perfume de las rosas que adornaban la pérgola a la izquierda. A ______ le estaba entrando sueño.
Lady Sally había pedido que les sirvieran agua de limón helada y tejas de almendra, y las señoras se habían acomodado en sus sillas y habían abierto el libro por el capítulo doce, empezando con una animada discusión sobre si sir Philip Desormeaux estaba ya verdaderamente enamorado, o si simplemente era una obsesión pasajera.
En ese momento ocurrió algo que distrajo a las señoras. La primera que lo vio fue ______. Joseph Jonas apareció en ese momento por un costado de la casa acompañado del señor Daubenay. El artista había colocado su caballete en el césped frente a la pérgola cuajada de rosas y le daba instrucciones a Joseph para que se colocara de pie sobre el escalón bajo el arco y adoptara la actitud de un hombre que otea el horizonte.
______ ahogó una risilla. Evidentemente la idea era la de crear la impresión de un aventurero intrépido saliendo del desierto; pero como Joseph tenía detrás una rosa que le sobresalía por encima de la cabeza, el efecto era bastante cómico. Y todavía más, se daba cuenta, incluso a esa distancia, de que a Joseph todo aquello le resultaba ridículo. Su porte era tenso, y apenas lograba ocultar su impaciencia. Y cuando vio que las damas lo miraban, frunció el ceño.
Continuaron a duras penas un poco más, pero cuando Joseph se quitó la chaqueta y se la echó con gesto indolente al hombro como le había pedido el señor Daubenay, toda la concentración se fue al traste. Helena Lang se quedó boquiabierta, e incluso hubo que llamarle la atención dos veces a Deborah Stratton. ______ se enojó de ver que era tan culpable como las demás. Trató de concentrarse en el enamoramiento de sir Philip con la señorita Milward, pero sólo consiguió quedarse en blanco mientras sus pensamientos volaban de nuevo hacia la figura atlética de Joseph. Levantó la vista y vio que lady Sally la miraba divertida.
—No sé cómo decirle, señorita Odell, lo contenta que estoy de que haya convencido a lord Jonas para que pose para mi libro de acuarelas. Estoy convencida de que el mérito es todo suyo —cerró su libro con fuerza—. Y la culpa de la distracción de mi grupo de lectura es sólo de él. ¡Johnson! —llamó a uno de sus criados—. Haga el favor de pedirle al señor Daubenay que se lleve el caballete a otro sitio. Su modelo está distrayendo a las señoras.
Pero incluso después de que el señor Daubenay y Joseph se hubiesen marchado a otro sitio, donde ya no los veían, las damas no lograron retomar la discusión. Exasperada, lady Sally las envió a todas a casa a que se leyeran un par de capítulos solas.
En lugar de tomar el camino del río, ______ aceptó el ofrecimiento de Olivia y Deborah de llevarla hasta Midwinter Mallow. Mientras conducían, las damas le hicieron preguntas sobre sus asuntos matrimoniales, en los cuales se habían tomado mucho interés. Deb mantenía que James Kestrel era su más ardiente admirador, y como ______ se había prometido a sí misma no compartir la información del coqueteo de James con Helena, no podía hacer otra cosa más que echarse a reír y quitarle la razón.
—Desde luego, ______ —comentó Olivia—, tienes toda una proliferación de admiradores, al igual que sir Philip en La hechicera.
—Y como es el caso de sir Philip —dijo ______—. No estoy contenta con ninguno de ellos. El señor Lang es un gandul, el señor Kestrel me llena de aburrimiento y sir John es un calavera consumado. —______ sacudió la cabeza—. Me pregunto por qué es tan difícil encontrar a un hombre respetable en las ciudades de Midwinter —dijo—. ¡Ninguno de los caballeros es aceptable!
—Pero si estuvieses buscando un mujeriego, te verías abrumada con la cantidad de candidatos —dijo Deborah riéndose.
Tomaron la curva al final de la pendiente.
—Tal vez resulte —dijo Olivia hábilmente—, que todos estos pícaros de los que hablamos sean hombres serios y formales bajo la superficie.
—¡Vamos, Olivia! —dijo Deborah—. ¿Lord Richard un hombre serio y formal?
Olivia le lanzó a su hermana una mirada elocuente, y Deborah se sonrojó.
—Creo —se apresuró a decir ______— que entiendo lo que quiere decir Deborah, lady Marney. No conozco bien a lord Richard, pero puedo asegurar con certeza que lord Jonas, por ejemplo, jamás podría ser descrito como serio y formal.
Olivia sonreía levemente.
—Tal vez no. ¿Pero tiene sentido del humor, ______?
______ se echó a reír.
—Oh, sí, desde luego.
—¿Y posee la humildad suficiente?
—En absoluto. A veces es bastante arrogante.
Fue Olivia la que se echó a reír entonces.
—Sin embargo, eso puede ser una característica muy atractiva en un caballero. Sin duda no negarás que en comparación con sir John Norton, por ejemplo, lord Jonas parece reírse de sí mismo.
______ lo pensó, y tuvo que reconocer que había algo de verdad en las palabras de Olivia.
—Bueno… —dijo con cautela—. Es cierto que Joseph, que lord Jonas, no es arrogante del mismo modo que sir John Norton.
—¿Y lo encuentras atractivo?
______ se sonrojó.
—Supongo que se puede decir que lo es…
—Eso no es significativo —objetó Deborah—. Una tendría que estar muerta para no encontrar atractivo a lord Jonas.
—Muy bien —concedió Olivia—. ¿Pero te gusta, ______? ¿Lo estimas como hombre?
______ frunció el ceño. Se daba cuenta de que sus sentimientos por Joseph Jonas se estaban volviendo extremadamente complicados. Sentía por él una emoción mucho más fuerte que una mera estima. Le gustaba Joseph tremendamente. Siempre le había gustado. La razón por la que le pesaba que se hubieran peleado era porque valoraba mucho la amistad de Joseph y no podía soportar perderla. De hecho, no sólo le gustaba Joseph. Lo amaba… Sólo de pensarlo, se puso muy colorada.
—Sí —dijo en voz baja—. Le tengo en mucha estima.
—Entonces —continuó Olivia—, en realidad lord Jonas posee casi todas las cualidades que buscarías en un caballero. Mientras que de sir John, el señor Lang y el señor Kestrel no se puede decir lo mismo.
______ no tuvo que responder, ya que el coche se detenía en el cruce de Midwinter Mallow en ese momento.
—Deberíamos ir a hacer una excursión a la playa —dijo Deborah mientras se abanicaba con ímpetu—, si continúa el buen tiempo. ¿Te gustaría, _______?
—Me encantaría —dijo _______.
Se despidió de ellas mientras el coche tomaba el camino de la derecha que conducía hacia Midwinter Marney y a la costa y se dispuso a hacer a pie el kilómetro y medio que la separaba de la casa de Midwinter Royal.
El sol era aún más intenso por el camino, y ______ no deseaba más que tumbarse a la sombra y dormir. Cuando llegó a la plaza de Midwinter Mallow, estaba sudorosa y le pesaba no haber aceptado la oferta de Olivia de llevarla a casa. El pueblo estaba en silencio; incluso los pájaros estaban quietos, aplatanados por el calor. Impulsivamente, ______ cruzó la plaza polvorienta y la entrada techada al camposanto contiguo a la iglesia. Allí las piedras del suelo le quemaban las suelas de los zapatos, pero los árboles daban sombra sobre las lápidas. Se sentó a la sombra de la entrada. Sí, mucho mejor. Aspiró hondo y notó con fastidio que sudaba por la espalda y que tenía la cara colorada y sudorosa.
Tal vez fuese la intensidad del calor, o tal vez los comentarios de Olivia, lo que llevó a ______ a pensar en Joseph y en la conversación que había tenido lugar un rato antes. Olivia había dado en el blanco con precisión extrema. Joseph poseía muchas de las cualidades que ella admiraba; era el tipo de hombre que quería.
Deseaba un marido como Joseph Jonas. ______ movió un hombro para acomodarse contra la piedra. Era algo más que eso. Si era sincera consigo misma, tenía que reconocer que Joseph era el hombre que quería.
Pero sólo de pensarlo sintió miedo y le sobrevinieron las dudas. No podía ser. Joseph era aventurero, temerario, precipitado e imprevisible. No le gustaba en absoluto su estilo de vida. Sin embargo, le tenía cariño. Sabía también que podía confiar totalmente en él, y jamás había dudado de él.
______ pestañeó con rapidez, como tratando de aclarar sus pensamientos. No tenía nada de malo reconocer que quería a Joseph como a un hermano mayor. Y también estaba dispuesta a reconocer que Joseph poseía cualidades que ella admiraba y apreciaba. Incluso reconocería que deseaba a un hombre de esas características. Pero Joseph… Descartó el insidioso pensamiento. Era bastante imposible que Joseph le atrajera de ese modo. Deseaban cosas distintas de la vida. Y ella estaba segura de que él solo la veía como a una amiga.
¿Pero… la habría visto Joseph como a una amiga cuando la había besado en la sala de billar? ¿Y era amistad lo que había sentido hacia él cuando sentada entre los pinos lo había observado y había sentido aquella turbadora sensualidad? No podía engañarse a sí misma. Lo que había sentido era algo mucho más conmovedor que una mera amistad. Lo que había sentido era atracción. E iba a curarse de ello. A toda prisa.
Cuando llegó a casa se encontró a Joseph en el pasillo hablando con su padre. Sir Arthur la saludó distraídamente y salió para volver a la excavación, y Joseph se volvió hacia ella con una sonrisa en los labios. El sol del atardecer arrancaba cálidos dibujos del suelo de mármol y coloreaba el cabello de Joseph, que parecía del color del bronce bruñido. ______ tragó saliva. Con suma inquietud se percató de que lo estaba mirando fijamente. Seguramente le había dado mucho el sol. En realidad, pensaba, lo que hacía falta era una buena tormenta que aclarara un poco el ambiente y a ella las ideas.
—¿Estás bien, ______? —le preguntó Joseph, tocándole el brazo en tono burlón—. Pareces muy sofocada.
—Yo… sí, gracias —______ se apartó de él—. Creo que estoy un poco mareada, ahora mismo.
—Sí, el calor… —murmuró Joseph—. La explicación más fácil a todos los males.
______ lo miró y entrecerró los ojos.
—¿Querías algo, Joseph?
—Muchas cosas —dijo él mientras le miraba la cara, precisamente los labios.
—¿Qué? —de pronto ______ tenía la voz algo ronca.
—Me preguntaba si podrías buscarme la copia de tu padre del Ipswich Journal de octubre de 1802 —dijo Joseph—. Parece que incluye una interesante referencia al tesoro de Midwinter.
______ sintió una ridícula sensación de decepción y se enojó consigo misma por ello. Así que ignoró la sensación y trató de adoptar el mismo aire natural que tenía él.
—¿La revista? Sí, claro. Voy a mirar en los archivos de papá y después la saco.
—Gracias —Joseph le sonrió—. Supongo que será mejor que me vaya. ¿Te has divertido hoy en la reunión del grupo de lectura?
______ plegó su sombrilla.
—Sí, gracias. Te vimos en el jardín. Me sorprende que pudieras escaparte del señor Daubenay tan pronto. No es posible que haya podido pintar ya el boceto para el cuaderno de acuarelas, ¿no?
Joseph hizo una mueca.
—Me temo que me aburrí y le dije que tenía que atender un asunto urgente. Eso de estar de pie sin hacer nada mientras me hacen un retrato no es mi idea de aprovechar el tiempo.
______ negó con la cabeza.
—Pues has conseguido bastante. Porque para empezar conseguiste distraer al grupo de la lectura de La hechicera. Lady Sally estaba un tanto consternada al ver la historia plasmada en la vida real.
______ se dio cuenta de que Joseph estaba bastante contento consigo mismo.
—¿Te distraje? —preguntó.
______ vaciló. Parecía que mentir a Joseph estaba convirtiéndose últimamente en una costumbre.
—No me distrajiste a mí en particular —dijo—, pero la señora Stratton y la señorita Lang estaban bastante asombradas, e incluso la misma lady Sally tenía un brillo en la mirada.
—Mientras que tú, como te has criado conmigo eres indiferente a mí y te preguntabas por qué ninguna era capaz de pasar de la página cuarenta y cinco.
______ sonrió.
—No precisamente. Entiendo por qué tu retrato quedaría bien en el cuaderno de acuarelas de lady Sally.
Joseph parecía sorprendido.
—¿De verdad? Viniendo de ti, eso es decir mucho, ______. No hace mucho me dijiste que estabas segura de que había otras damas a quienes mis encantos podrían impresionar, pero que tú no te encontrabas entre ellas.
______ se dio cuenta de que había cometido un error de estrategia.
—Bueno —dijo, sonrojándose—. Creo que es mi deber evitar que acabes creyéndotelo demasiado.
—Supongo que alguien tiene que ocuparse de eso —dijo Joseph—. Aunque Dios sabe bien que me gustaría que no fueras tú, ______. Tú eres la persona cuya opinión valoro más. La única razón por la que accedí a posar para el cuaderno de lady Sally fue para complacerte.
______ lo miró.
—¿De verdad? Pero no creo que mi opinión te importe tanto, ¿no?
—Te sorprendería —dijo Joseph—. Estoy seguro de que a estas alturas sabrás ya que mi único deseo es hacerte feliz.
Su tono era un tanto burlón, pero bajo la superficie había una nota de sinceridad. ______ lo miró a la cara, buscando la expresión en sus ojos. El pasillo estaba medio a oscuras, y ______ no sabía si estaba o no sonriendo, pero lo que sí sabía era que de pronto le resultaba muy difícil apartar la mirada de él.
—No me había dado cuenta… —_______ recuperó la compostura—. Quiero decir, me alegra que hayas decidido posar para el libro de acuarelas…
Se le quedó la garganta seca y se le atascaron las palabras al ver la expresión en sus ojos.
—¿Y qué piensas de las demás cosas que te he dicho? —le preguntó Joseph en tono suave—. _______, sabes que tu opinión es la que más valoro.
—Yo…
______ no continuó. No podía. Llevaba toda la tarde tratando de levantar en su pensamiento las barreras que la protegieran de Joseph; de pronto él tan sólo parecía interesado en echarlas abajo. Joseph levantó la mano y le retiró un mechón de pelo de la mejilla. En sus ojos había una expresión intensa, absorta.
Iba a besarla, y a ______ el corazón empezó a latirle muy deprisa. Separó los labios instintivamente, y vio que Joseph fijaba allí la vista. Estaban muy cerca ya. La proximidad de Joseph, el roce de sus manos, le causaban una turbación tremenda. En un segundo estaría en sus brazos, y no se resistiría a ello, ni por un instante, puesto que no quería hacerlo. La idea la llenó de asombro y de excitación, de dulce deseo.
Una puerta de las habitaciones de los sirvientes se abrió y la señora Goodfellow salió con energía, deteniéndose de pronto al ver a la pareja en el pasillo.
—¡Aquí está, milord! Lady Odell se pregunta si quiere cenar con la familia mañana por la noche. Dijo algo de una cena junto al río. ¿No es así, señorita ______?
Arrancada de cuajo de su ensoñación sensual, ______ se sonrojó, maldiciendo a Joseph interiormente por tener la capacidad de despertar en ella aquellas sensaciones. Aspiró hondo antes de contestar.
—Por favor, cena con nosotros —dijo, tratando de aparentar ligereza—. Todo sea por la amistad.
Vio que Joseph se ponía un poco tenso un instante.
—Por la amistad. Claro —sonrío de nuevo—. Acepto encantado.
—Bien —______ se sintió aliviada.
Aquello pondría fin de una vez por todas a aquellos extraños matices que parecían fluir entre ellos. Podrían recuperar pie de nuevo y volver a la relación de siempre. La compañía de sir Arthur y lady Odell contribuiría a que todo fuera como siempre.
Sonrió a Joseph levemente.
—Entonces adiós, Joseph.
Joseph se despidió y salió, y ______ subió despacio las escaleras para ir a su habitación, donde se tiró en la cama. Aquella atracción que sentía hacia Joseph tenía que ser algo pasajero, algo fruto del trato. Su amistad había aguantado diecisiete años, pero no aguantaría ni cinco minutos más si ella cedía a la tentación de sus besos. ¿Porque, cómo retroceder después? Joseph no era de los que querían casarse, y aunque lo fuera no era el hombre para ella. Querían cosas tan distintas de la vida que sus esperanzas y aspiraciones jamás podrían coincidir.
______ se dio la vuelta y apoyó la mejilla sobre la tela de algodón que cubría la almohada. Sabía que estaba pensando con sensatez, con lógica. Sabía que Joseph le atraía de un modo innegable e inexplicable, pero que de momento no estaba más cerca de descubrir la verdad.
Nataly(:
Natuu!
Re: "UN IRRESISTIBLE LORD" (JOE&TU) (TERMINADA)
no natu no se vale
yo queria
beso
porque los einterrupen ah??
jajaj
siguela
yo queria
beso
porque los einterrupen ah??
jajaj
siguela
andreita
Re: "UN IRRESISTIBLE LORD" (JOE&TU) (TERMINADA)
ai porqe los tenian qe interrumpir
siguela pronto plis
siguela pronto plis
Nani Jonas
Re: "UN IRRESISTIBLE LORD" (JOE&TU) (TERMINADA)
Capítulo 13
A las ocho de la tarde del día siguiente, ______ se fue a andar por los jardines abajo hasta el grupo de pinos que daban al río. Hacía una noche balsámica, cargada con los aromas del verano, de las flores y de los árboles; amenizada por el lento fluir del río. El sol aún no se había puesto, y sus padres y los sirvientes estaban aún ocupados en la excavación. Joseph, sin embargo, había terminado de trabajar por la tarde y le había enviado un mensaje diciéndole que regresaba a Kestrel Court a cambiarse y que la vería más tarde para cenar.
______ se había sentido conmovida. No habría esperado que él fuera tan considerado con ella o que le diera tanta importancia a la ocasión de la cena. Había habido veces en el pasado en las que Joseph había terminado de cavar, se había bajado las mangas y se había sentado con ella para una cena informal, después, por supuesto, de haberse lavado las manos. Aparentemente esa noche iba a ser distinto.
Se dio cuenta de lo mucho que había subestimado a Joseph cuando apareció después, ya que iba vestido con ceñidos pantalones de ante, brillantes botas y una chaqueta que abrazaba sus hombros amplios como una segunda piel. Bajó la cuesta para juntarse con ______, le tomó la mano y la besó en la mejilla. ______, aspirando el perfume de la colonia, se sintió un poco mareada. Aspiró hondo y se recordó para sus adentros que aquella noche tenía que aprovecharla para volver a poner todo en su sitio, donde siempre había estado. Quería la familiaridad y los consoladores derechos de la amistad, no las turbadoras exigencias de la atracción.
—Buenas noches, ______ —dijo Joseph.
—Siento no estar tan elegante como tú —dijo ______, sintiéndose de pronto tímida con su viejo vestido verde de algodón moteado de margaritas bordadas—. Me pones en evidencia, con tanta elegancia.
Joseph sonrió.
—Desde luego, ______… —Joseph la miró de arriba abajo de una manera que aceleró sus pulsaciones— para mí estás preciosa. No puedo quejarme de la compañía.
Se sentaron en una manta y ______ le pasó un vaso de agua de limón.
—¿Te apetece comer? Mamá y papá siguen trabajando, pero les he recordado que el picnic ya está listo, y los dos han jurado que se unirán a nosotros enseguida.
Joseph se apoyó sobre un codo y fue a tomar un poco de pan con queso.
—Están muy dedicados al trabajo —dijo él.
—Desde luego están dedicados en cuerpo y alma a sus antigüedades, además del uno al otro —concedió ______—. Eso no puedo disputárselo.
Hubo una pausa.
—También te quieren a ti, ______ —dijo Joseph, que tenía un muslo de pollo en la mano—. Aparentemente están obsesionados con su trabajo, pero también les importas tú.
______ suspiró. Le gustaba tener a Joseph allí con ella, como en los viejos tiempos cuando se habían sentado juntos y habían charlado de cualquier cosa a cualquier hora del día o de la noche. Por una vez no había aquella tensión que había dominado sus encuentros de las últimas semanas. Jamás en su vida había sentido una atracción fuerte hacia un hombre. Le resultaba extraño que fuese Joseph, puesto que junto a esa turbadora sensación estaban también la confianza y el cariño que diecisiete años de amistad les habían dado. Y por eso mismo era tan importante que se agarrara a esa amistad y no la arriesgara.
—Sé que mis padres me quieren —le dijo—. Es sencillamente que soy la tercera de la lista —se cortó un pedazo de queso y un poco de pan—. Recuerdo oír a mamá decirle a lady Cardew que cuando yo nací fue un enorme fastidio, puesto que acababa de desenterrar un templo romano en Gloucestershire y no pudo salir a la excavación durante toda una semana.
Joseph se echó a reír.
—¡Qué propio de tu madre! —Tiró el hueso de pollo a un lado—. Sin embargo, le importas, ______. Tienes que importarle. No te envió a un internado cuando se fue al extranjero, sino que te llevó con ella a todas partes.
______ asintió.
—Lo sé. Soy una desagradecida. Rogué y rogué para que me enviaran al colegio, sabes. Quería ser como las demás niñas. He visto medio mundo cuando lo único que quería era tener una vida normal y estable.
Joseph le sonrió.
—Es también una meta muy razonable.
—No para ti. Tú no tienes tampoco deseo de establecerte en un sitio.
—Cierto. Yo deseo cosas muy diferentes en la vida.
______ desvió la mirada un momento hacia el suave fluir de las aguas del río, y después miró a Joseph.
—¿Qué es lo que quieres, Joseph?
Le pareció que Joseph vacilaba antes de contestar, pero cuando habló su tono era relajado.
—Todo lo que tengo ahora. La emoción de mi trabajo, de los viajes, de los descubrimientos, y también la libertad, la incertidumbre… —le dirigió una sonrisa—. Todas esas cosas que a ti tanto te disgustan, ______.
______ sacó una manzana de la cesta y le dio un mordisco.
—¿Por qué te gusta tanto?
De nuevo Joseph vaciló.
—Porque es tan imprevisible. Nunca sé dónde voy a ir, o lo que voy a encontrar.
—¿Y las cosas de siempre? ¿Un hogar, una familia?
Joseph se llevó el vaso de agua de limón a los labios.
—Tengo un hogar. Jonas Park siempre estará ahí para mí.
—Como la novia eterna, siempre esperando —dijo ______—. ¿Y una familia, Joseph?
—Tal vez un día —dijo Joseph, y le sonrió.
—Necesitas a alguien que comparta tus sueños —dijo ______, aunque le doliera un poco el corazón sólo de pensarlo.
Durante años había estado allí con Joseph, tal vez no por elección propia, sino porque el destino los había juntado. La idea de dejarle el sitio a la persona que Joseph amase, que compartiese sus sueños, sus esperanzas y sus planes, le dolía. La garganta se le cerró, y ______ se afanó en rebuscar entre el contenido de la cesta para disimular.
—Supongo —dijo pasado un momento— que el matrimonio no es una opción particularmente agradable para un libertino. —Le echó una mirada—. Sobre todo cuando hay tantas damas dispuestas a darte lo que quieras sin tener que pasar por la vicaría. Supongo que habrás tenido muchas ofertas, Joseph, y no necesariamente de matrimonio.
—No creo que debamos hablar de tales cosas, ______ —dijo Joseph con una sonrisa pícara—. Pero si deseas hablar de matrimonio, tal vez deberíamos hablar de tus planes. ¿Has conocido a algún hombre con quien quieras establecerte? ¿Alguien que te dé lo que tú deseas?
______ le echó una mirada de reojo. Estaba recostado de lado junto a ella, relajado, con sus ojos cafes fijos en las aguas del río, donde una garza real avanzaba cerca de la orilla. A sus espaldas, el sol descendía en el cielo y la luna llena se elevaba para ocupar su lugar. Empezaba a refrescar, y ______ fue a ponerse el chal.
—Deja que te ayude.
Las manos de Joseph, impersonales y ligeras mientras le colocaban el chal por los hombros, le provocaron un ligero estremecimiento que ______ quiso achacar al efecto de la brisa.
—No tengo planes de matrimonio de momento —le dijo, envolviéndose con el chal tanto para consolarse como para protegerse del frescor de la noche—. Como sin duda habrás observado, no soy capaz de encontrar a un hombre que me guste.
Joseph se quedó quieto y retiró las manos.
—¿En serio? ¿Y por qué no? Pensaba que había una veintena de hombres esperando hacerte la corte, ______.
______ suspiró.
—Tal vez haya una veintena de hombres dispuestos a cortejar mis cincuenta mil libras anuales, pero son tristemente indiferentes a mi persona. Además, como observaste hace unas semanas, son libertinos y sinvergüenzas.
—James Kestrel parecía más que interesado —dijo Joseph—. Y no creo que sea un mujeriego. ¿En dónde falla?
______ lo miró con timidez.
—¿De verdad quieres que conteste a una pregunta cuya respuesta ya sabes?
Joseph le lanzó una mirada interrogante.
—No sé si quiero que te enfurezcas conmigo otra vez por criticar a uno de tus admiradores, _______.
—De acuerdo —dijo ______ con una leve sonrisa—. Te doy permiso para hacer un comentario educado.
Joseph se relajó.
—Entonces tengo que decir que no tiene sentido del humor y que no creo que pudieras soportar estar atada a un hombre tan pomposo.
—Precisamente —dijo ______—. Me conoces tan bien.
De pronto se produjo un extraño silencio, y para que no durara demasiado, ______ continuó hablando.
—Hay otra razón —dijo—, pero si te la cuento, tienes que prometerme que no te vas a reír.
Joseph arqueó las cejas.
—No te lo puedo garantizar. No si lo que me dices es lo bastante divertido.
______ le dio un codazo en las costillas.
—¡No me hace ninguna gracia! —Aspiró hondo—. Debes prometerme que no se lo dirás a nadie. ¿Te acuerdas de la fiesta de lady Sally? La señorita Lang estaba… coqueteando en los jardines con un caballero, y creo que era James Kestrel.
Joseph parecía muy sorprendido.
—¿James Kestrel coqueteando con una dama? ¡Santo cielo! Entonces se parece más de lo que yo pensaba a sus primos.
—No es gracioso —dijo ______ enfadada—. Me quedé un tanto sorprendida.
—¡Y yo lo estoy también! Habría pensado que James Kestrel evitaría besarse con alguien por si le descolocaba el abrigo.
—Joseph… —dijo ______ en tono de desaprobación.
—Lo siento —sonrió Joseph—. ¿Estabas disgustada, ______? Después de todo, estuvo toda la noche sacándote a bailar.
—No sufrí nada —dijo ______ con sinceridad—. Al menos no por mí, ya que desde un principio supe que Kestrel sería un marido tedioso. Sencillamente me decepcionó descubrir otro caballero cuya conducta no honra el título.
Joseph hizo una mueca.
—Lo entiendo. ¿Intentó besarte James Kestrel en algún momento, ______?
—Desde luego que no —______ sonrió—. Pero lo cierto es que no me mostré tan ardiente por estar entre sus brazos como tal vez la señorita Lang.
—¿Entonces si Kestrel está fuera de combate, qué hay de sir John Norton?
—¿Qué le pasa?
—¿Tenías alguna esperanza de casarte con él?
______ frunció el ceño.
—Oh, sir John no tiene pensado casarse. Tú mismo me lo dijiste.
—Espero que no me tomaras la palabra.
—Pues sí que lo hice. —______ le sonrió—. Si me dices una cosa así, entonces yo no dudo de ti, Joseph. Confío en ti.
—Me dejas sin palabras —dijo Joseph pasado un momento—. Gracias, ______.
—De todos modos, creo que tienes razón cuando dices que sir John es un mujeriego que dirá cualquier cosa para engañar a una dama —dijo ______ con reflexión—. El día que me acompañó a Woodbridge, me dijo un cuento de lo más trágico sobre una ocasión en la que estuvo en una tormenta en el mar en la que estuvo a punto de ahogarse. Según él, en lo único que fue capaz de pensar era en su hogar y en que si se salvaba se casaría y se establecería en lugar de volver al mar. —Se echó a reír—. Y entonces trató de besarme.
Notó que Joseph, que estaba a su lado, se ponía tenso.
—¡El muy canalla!
—Oh, no te preocupes —dijo ______ con tranquilidad—. Me retiré a tiempo, así que acabó siendo un amago de beso en lugar de un beso de verdad.
Joseph se echó a reír.
—Me da la impresión de que un beso es un beso. ¿Cómo es un amago de beso?
—Un amago de beso es cuando no atinas —dijo ______.
Cuando alzó la vista y vio que Joseph la estaba mirando con interés, sintió el leve revuelo de turbadoras emociones que había sentido antes. Hablar de besos no era una buena idea, de modo que continuó apresuradamente.
—La verdad es que me pareció muy astuto por parte de sir John el tratar de ganarse mi compasión con su cuento de gallardía y valor —dijo—. Podría haber funcionado con una dama más susceptible que yo.
—Imagino que habrá funcionado un montón de veces —dijo Joseph en tono seco—. ¡Tienes el corazón de piedra, ______!
—Las poblaciones de Midwinter están en estos momentos llenas de libertinos —dijo—. Una joven dama debe proteger su reputación lo mejor posible.
Joseph se mudó de postura.
—¿Y a mí me tienes también por uno de esos jóvenes libertinos de los que hablas?
______ lo miró de soslayo.
—No puedo creer que seas peligroso para mí, Joseph. Somos tan viejos amigos que no imagino ni que quieras seducirme ni que fueras a conseguirlo de proponértelo. Esas cosas no pasan entre amigos.
Se produjo otra pausa, curiosamente cargada de un sinfín de vivas emociones. ______ aspiró brevemente para retirar su comentario, pero Joseph se le adelantó.
—Estás equivocada —le dijo él, y su tono de voz le provocó a ______ estremecimientos—. No puedo garantizar el resultado, por supuesto, pero te puedo asegurar que sería un placer muy positivo seducirte…
Le agarró la muñeca y tiró, así que ______, pillada por sorpresa, cayó debajo de él sobre la manta del picnic. En los ojos de Joseph había una emoción difícil de describir, y ella permaneció inmóvil, mirándolo. De pronto le pareció como si llevase toda la vida esperando ese momento sin saber de verdad qué era lo que estaba esperando. Joseph unió sus labios a los de ella, que separó los labios dejando que las sensaciones la sacudieran como si le corriera fuego líquido por las venas.
______ se había sentido conmovida. No habría esperado que él fuera tan considerado con ella o que le diera tanta importancia a la ocasión de la cena. Había habido veces en el pasado en las que Joseph había terminado de cavar, se había bajado las mangas y se había sentado con ella para una cena informal, después, por supuesto, de haberse lavado las manos. Aparentemente esa noche iba a ser distinto.
Se dio cuenta de lo mucho que había subestimado a Joseph cuando apareció después, ya que iba vestido con ceñidos pantalones de ante, brillantes botas y una chaqueta que abrazaba sus hombros amplios como una segunda piel. Bajó la cuesta para juntarse con ______, le tomó la mano y la besó en la mejilla. ______, aspirando el perfume de la colonia, se sintió un poco mareada. Aspiró hondo y se recordó para sus adentros que aquella noche tenía que aprovecharla para volver a poner todo en su sitio, donde siempre había estado. Quería la familiaridad y los consoladores derechos de la amistad, no las turbadoras exigencias de la atracción.
—Buenas noches, ______ —dijo Joseph.
—Siento no estar tan elegante como tú —dijo ______, sintiéndose de pronto tímida con su viejo vestido verde de algodón moteado de margaritas bordadas—. Me pones en evidencia, con tanta elegancia.
Joseph sonrió.
—Desde luego, ______… —Joseph la miró de arriba abajo de una manera que aceleró sus pulsaciones— para mí estás preciosa. No puedo quejarme de la compañía.
Se sentaron en una manta y ______ le pasó un vaso de agua de limón.
—¿Te apetece comer? Mamá y papá siguen trabajando, pero les he recordado que el picnic ya está listo, y los dos han jurado que se unirán a nosotros enseguida.
Joseph se apoyó sobre un codo y fue a tomar un poco de pan con queso.
—Están muy dedicados al trabajo —dijo él.
—Desde luego están dedicados en cuerpo y alma a sus antigüedades, además del uno al otro —concedió ______—. Eso no puedo disputárselo.
Hubo una pausa.
—También te quieren a ti, ______ —dijo Joseph, que tenía un muslo de pollo en la mano—. Aparentemente están obsesionados con su trabajo, pero también les importas tú.
______ suspiró. Le gustaba tener a Joseph allí con ella, como en los viejos tiempos cuando se habían sentado juntos y habían charlado de cualquier cosa a cualquier hora del día o de la noche. Por una vez no había aquella tensión que había dominado sus encuentros de las últimas semanas. Jamás en su vida había sentido una atracción fuerte hacia un hombre. Le resultaba extraño que fuese Joseph, puesto que junto a esa turbadora sensación estaban también la confianza y el cariño que diecisiete años de amistad les habían dado. Y por eso mismo era tan importante que se agarrara a esa amistad y no la arriesgara.
—Sé que mis padres me quieren —le dijo—. Es sencillamente que soy la tercera de la lista —se cortó un pedazo de queso y un poco de pan—. Recuerdo oír a mamá decirle a lady Cardew que cuando yo nací fue un enorme fastidio, puesto que acababa de desenterrar un templo romano en Gloucestershire y no pudo salir a la excavación durante toda una semana.
Joseph se echó a reír.
—¡Qué propio de tu madre! —Tiró el hueso de pollo a un lado—. Sin embargo, le importas, ______. Tienes que importarle. No te envió a un internado cuando se fue al extranjero, sino que te llevó con ella a todas partes.
______ asintió.
—Lo sé. Soy una desagradecida. Rogué y rogué para que me enviaran al colegio, sabes. Quería ser como las demás niñas. He visto medio mundo cuando lo único que quería era tener una vida normal y estable.
Joseph le sonrió.
—Es también una meta muy razonable.
—No para ti. Tú no tienes tampoco deseo de establecerte en un sitio.
—Cierto. Yo deseo cosas muy diferentes en la vida.
______ desvió la mirada un momento hacia el suave fluir de las aguas del río, y después miró a Joseph.
—¿Qué es lo que quieres, Joseph?
Le pareció que Joseph vacilaba antes de contestar, pero cuando habló su tono era relajado.
—Todo lo que tengo ahora. La emoción de mi trabajo, de los viajes, de los descubrimientos, y también la libertad, la incertidumbre… —le dirigió una sonrisa—. Todas esas cosas que a ti tanto te disgustan, ______.
______ sacó una manzana de la cesta y le dio un mordisco.
—¿Por qué te gusta tanto?
De nuevo Joseph vaciló.
—Porque es tan imprevisible. Nunca sé dónde voy a ir, o lo que voy a encontrar.
—¿Y las cosas de siempre? ¿Un hogar, una familia?
Joseph se llevó el vaso de agua de limón a los labios.
—Tengo un hogar. Jonas Park siempre estará ahí para mí.
—Como la novia eterna, siempre esperando —dijo ______—. ¿Y una familia, Joseph?
—Tal vez un día —dijo Joseph, y le sonrió.
—Necesitas a alguien que comparta tus sueños —dijo ______, aunque le doliera un poco el corazón sólo de pensarlo.
Durante años había estado allí con Joseph, tal vez no por elección propia, sino porque el destino los había juntado. La idea de dejarle el sitio a la persona que Joseph amase, que compartiese sus sueños, sus esperanzas y sus planes, le dolía. La garganta se le cerró, y ______ se afanó en rebuscar entre el contenido de la cesta para disimular.
—Supongo —dijo pasado un momento— que el matrimonio no es una opción particularmente agradable para un libertino. —Le echó una mirada—. Sobre todo cuando hay tantas damas dispuestas a darte lo que quieras sin tener que pasar por la vicaría. Supongo que habrás tenido muchas ofertas, Joseph, y no necesariamente de matrimonio.
—No creo que debamos hablar de tales cosas, ______ —dijo Joseph con una sonrisa pícara—. Pero si deseas hablar de matrimonio, tal vez deberíamos hablar de tus planes. ¿Has conocido a algún hombre con quien quieras establecerte? ¿Alguien que te dé lo que tú deseas?
______ le echó una mirada de reojo. Estaba recostado de lado junto a ella, relajado, con sus ojos cafes fijos en las aguas del río, donde una garza real avanzaba cerca de la orilla. A sus espaldas, el sol descendía en el cielo y la luna llena se elevaba para ocupar su lugar. Empezaba a refrescar, y ______ fue a ponerse el chal.
—Deja que te ayude.
Las manos de Joseph, impersonales y ligeras mientras le colocaban el chal por los hombros, le provocaron un ligero estremecimiento que ______ quiso achacar al efecto de la brisa.
—No tengo planes de matrimonio de momento —le dijo, envolviéndose con el chal tanto para consolarse como para protegerse del frescor de la noche—. Como sin duda habrás observado, no soy capaz de encontrar a un hombre que me guste.
Joseph se quedó quieto y retiró las manos.
—¿En serio? ¿Y por qué no? Pensaba que había una veintena de hombres esperando hacerte la corte, ______.
______ suspiró.
—Tal vez haya una veintena de hombres dispuestos a cortejar mis cincuenta mil libras anuales, pero son tristemente indiferentes a mi persona. Además, como observaste hace unas semanas, son libertinos y sinvergüenzas.
—James Kestrel parecía más que interesado —dijo Joseph—. Y no creo que sea un mujeriego. ¿En dónde falla?
______ lo miró con timidez.
—¿De verdad quieres que conteste a una pregunta cuya respuesta ya sabes?
Joseph le lanzó una mirada interrogante.
—No sé si quiero que te enfurezcas conmigo otra vez por criticar a uno de tus admiradores, _______.
—De acuerdo —dijo ______ con una leve sonrisa—. Te doy permiso para hacer un comentario educado.
Joseph se relajó.
—Entonces tengo que decir que no tiene sentido del humor y que no creo que pudieras soportar estar atada a un hombre tan pomposo.
—Precisamente —dijo ______—. Me conoces tan bien.
De pronto se produjo un extraño silencio, y para que no durara demasiado, ______ continuó hablando.
—Hay otra razón —dijo—, pero si te la cuento, tienes que prometerme que no te vas a reír.
Joseph arqueó las cejas.
—No te lo puedo garantizar. No si lo que me dices es lo bastante divertido.
______ le dio un codazo en las costillas.
—¡No me hace ninguna gracia! —Aspiró hondo—. Debes prometerme que no se lo dirás a nadie. ¿Te acuerdas de la fiesta de lady Sally? La señorita Lang estaba… coqueteando en los jardines con un caballero, y creo que era James Kestrel.
Joseph parecía muy sorprendido.
—¿James Kestrel coqueteando con una dama? ¡Santo cielo! Entonces se parece más de lo que yo pensaba a sus primos.
—No es gracioso —dijo ______ enfadada—. Me quedé un tanto sorprendida.
—¡Y yo lo estoy también! Habría pensado que James Kestrel evitaría besarse con alguien por si le descolocaba el abrigo.
—Joseph… —dijo ______ en tono de desaprobación.
—Lo siento —sonrió Joseph—. ¿Estabas disgustada, ______? Después de todo, estuvo toda la noche sacándote a bailar.
—No sufrí nada —dijo ______ con sinceridad—. Al menos no por mí, ya que desde un principio supe que Kestrel sería un marido tedioso. Sencillamente me decepcionó descubrir otro caballero cuya conducta no honra el título.
Joseph hizo una mueca.
—Lo entiendo. ¿Intentó besarte James Kestrel en algún momento, ______?
—Desde luego que no —______ sonrió—. Pero lo cierto es que no me mostré tan ardiente por estar entre sus brazos como tal vez la señorita Lang.
—¿Entonces si Kestrel está fuera de combate, qué hay de sir John Norton?
—¿Qué le pasa?
—¿Tenías alguna esperanza de casarte con él?
______ frunció el ceño.
—Oh, sir John no tiene pensado casarse. Tú mismo me lo dijiste.
—Espero que no me tomaras la palabra.
—Pues sí que lo hice. —______ le sonrió—. Si me dices una cosa así, entonces yo no dudo de ti, Joseph. Confío en ti.
—Me dejas sin palabras —dijo Joseph pasado un momento—. Gracias, ______.
—De todos modos, creo que tienes razón cuando dices que sir John es un mujeriego que dirá cualquier cosa para engañar a una dama —dijo ______ con reflexión—. El día que me acompañó a Woodbridge, me dijo un cuento de lo más trágico sobre una ocasión en la que estuvo en una tormenta en el mar en la que estuvo a punto de ahogarse. Según él, en lo único que fue capaz de pensar era en su hogar y en que si se salvaba se casaría y se establecería en lugar de volver al mar. —Se echó a reír—. Y entonces trató de besarme.
Notó que Joseph, que estaba a su lado, se ponía tenso.
—¡El muy canalla!
—Oh, no te preocupes —dijo ______ con tranquilidad—. Me retiré a tiempo, así que acabó siendo un amago de beso en lugar de un beso de verdad.
Joseph se echó a reír.
—Me da la impresión de que un beso es un beso. ¿Cómo es un amago de beso?
—Un amago de beso es cuando no atinas —dijo ______.
Cuando alzó la vista y vio que Joseph la estaba mirando con interés, sintió el leve revuelo de turbadoras emociones que había sentido antes. Hablar de besos no era una buena idea, de modo que continuó apresuradamente.
—La verdad es que me pareció muy astuto por parte de sir John el tratar de ganarse mi compasión con su cuento de gallardía y valor —dijo—. Podría haber funcionado con una dama más susceptible que yo.
—Imagino que habrá funcionado un montón de veces —dijo Joseph en tono seco—. ¡Tienes el corazón de piedra, ______!
—Las poblaciones de Midwinter están en estos momentos llenas de libertinos —dijo—. Una joven dama debe proteger su reputación lo mejor posible.
Joseph se mudó de postura.
—¿Y a mí me tienes también por uno de esos jóvenes libertinos de los que hablas?
______ lo miró de soslayo.
—No puedo creer que seas peligroso para mí, Joseph. Somos tan viejos amigos que no imagino ni que quieras seducirme ni que fueras a conseguirlo de proponértelo. Esas cosas no pasan entre amigos.
Se produjo otra pausa, curiosamente cargada de un sinfín de vivas emociones. ______ aspiró brevemente para retirar su comentario, pero Joseph se le adelantó.
—Estás equivocada —le dijo él, y su tono de voz le provocó a ______ estremecimientos—. No puedo garantizar el resultado, por supuesto, pero te puedo asegurar que sería un placer muy positivo seducirte…
Le agarró la muñeca y tiró, así que ______, pillada por sorpresa, cayó debajo de él sobre la manta del picnic. En los ojos de Joseph había una emoción difícil de describir, y ella permaneció inmóvil, mirándolo. De pronto le pareció como si llevase toda la vida esperando ese momento sin saber de verdad qué era lo que estaba esperando. Joseph unió sus labios a los de ella, que separó los labios dejando que las sensaciones la sacudieran como si le corriera fuego líquido por las venas.
Natuu!
Re: "UN IRRESISTIBLE LORD" (JOE&TU) (TERMINADA)
natu no seas mala
como la dejas
ahi??
siguela siguela
pero yaaa
como la dejas
ahi??
siguela siguela
pero yaaa
andreita
Re: "UN IRRESISTIBLE LORD" (JOE&TU) (TERMINADA)
Capítulo 14
La intención de Joseph no había sido la de besar a _______ en ningún momento. Llevaba toda la semana luchando para ahogar aquellos sentimientos primitivos que su presencia provocaba en él y tratarla con dulzura. Entonces ella lo había mirado, y él había visto en sus ojos esa mezcla de pasión y timidez cuando había hablado del beso. En ese momento se había dado cuenta de que sentía la misma turbación que él, y además que no había estado preparado para el efecto que _______ le causaba. El deseo había recorrido su cuerpo como un latigazo, y cuando _______ había sonreído y había dicho con ingenuidad que sin duda él jamás querría seducirla, Joseph había sabido que tenía que demostrarle que estaba en un error. Así que había sucumbido a sus impulsos más profundos y la había tomado entre sus brazos.
Jamás había esperado enamorarse de _______ Odell. Pensaba que la conocía demasiado bien y desde hacía demasiado tiempo. Sin embargo, nada más verla aquel día junto al río, su atracción hacia ella no había conocido límites. Había subyacido todo el tiempo bajo la superficie de su amistad, dejándolo permanentemente excitado y frustrado. La relación de _______ con James Kestrel, Caspar Lang o John Norton lo había atormentado día y noche. Le importaba muy poco que tan sólo hubiese dado un paseo en coche con sus admiradores o echado unas cuantas partidas de cartas. Todo lo primitivo que poseía Joseph deseaba detenerla y reclamarla como suya… Así que, en ese momento, la tenía donde debía estar.
Estaba entre sus brazos, con los labios entreabiertos, la boca suave, madura, muy invitante; y Joseph sabía que había llegado demasiado lejos porque no había podido resistirse. Cuando ella había entreabierto la boca para besarlo, él había sentido un turbador instinto de protección mezclado con una sensación de triunfo masculino, y tocó la lengua con la suya, deleitándose con el estremecimiento que lo recorrió de pies a cabeza. La abrazó con fuerza y con un deseo que crecía vertiginosamente. El beso se tornó más apasionado, su lengua invadió su boca, y el fuego ardió con fuerza. Sintió las curvas de sus pechos apretándolo, y Joseph deslizó las manos sobre sus caderas redondas, y de nuevo de vuelta hasta rozar la turgencia de aquellos senos firmes. _______ se movía debajo de él, emitiendo leves sonidos incoherentes que sólo conseguían atizar su ardor. Sólo era capaz de formar un pensamiento coherente, y era que deseaba a _______ más de lo que había deseado a ninguna mujer en su vida, y que estaba a punto de hacer algo completamente irrevocable.
De pronto se oyó un ruido repentino, seguido de unas voces y una luz que resultó tan brusca como inesperada. Joseph reaccionó instintivamente, se dio la vuelta, se sentó y apartó a _______ de la curva de su brazo, de modo que los dos volvieron a estar sentados mirando al río, ella con la cabeza apoyada en su hombro. Así apoyada en él se sentía débil, suave y dulce y totalmente hechizada. Él sabía que ella no había tenido tiempo de recuperarse del todo, de que no tenía ni idea de dónde estaba. Una oleada de ternura se apoderó de él, y se volvió y la besó en la cabeza.
—¿Estás bien, cariño?
Notó que ella asentía levemente, pero no dijo nada. Entonces Arthur y Lavinia Odell bajaron por la orilla, saludándolos con alegría en cuanto los vieron.
—¡Joseph! ¡Ah, _______ también! ¿Queda algo de comida para nosotros?
A la luz de las lámparas de aceite, Joseph vio que _______ tenía la expresión perdida. Se sintió algo preocupado, pero no podía negar que pesaba más el placer arrogante de haber tenido en ella aquel efecto. Le entraban ganas de besarla de nuevo.
La expresión volvió a la cara de _______ cuando se fijó en su madre.
—Hay algo de comida, mamá, pero creo que es mejor si nos vamos a casa. Hace un poco de frío aquí junto al río.
Sir Arthur consultó su reloj.
—¡Caramba, son casi las nueve y media! Ya decía yo que tenía un poco de hambre. No podía dejarlo; he descubierto un jarrón del siglo quinto en muy buen estado.
Joseph oyó suspirar a ________. Se puso de pie, tambaleándose tan sólo levemente. Joseph se levantó enseguida y le puso la mano para ayudarla, pero ella ya se estaba dando la vuelta. Estaba haciendo todo lo posible para no mirarlo.
—Me voy contigo, papá —dijo ella—. No quiero que te pierdas de camino a casa.
Joseph pensó que no tenía intención de despedirse de él, pero en el último momento se dio la vuelta y le lanzó una mirada muy breve.
—Buenas noches, Joseph. Gracias por… tu compañía —terminó de decir ______.
Joseph hizo una inclinación formal.
—Gracias a ti, ________. Lo he pasado bien. Te llevaré la cesta.
Su comentario provocó que _______ lo mirara con inquietud. Se daba cuenta de que ella estaba deseando marcharse. Tenía los labios hinchados de tanto besarlo, y se pasó la lengua por ellos con incertidumbre. Joseph tuvo que controlarse para no ir hacia ella.
—No te preocupes de la cesta —dijo—. Enviaré a uno de los sirvientes a recogerla.
Joseph sonrió con desafío.
—Insisto.
Vio en sus ojos una mirada de consternación.
—Bueno, si insistes —dijo ella.
Echó a andar por el camino que conducía a la casa a paso tan rápido que sus padres y Joseph no pudieron seguirla a esa velocidad. Cuando Joseph llegó a la casa, no se la veía por allí. Sonrió. Si la estrategia de _______ era hacer como si no se hubieran besado, la suya sería la de asegurarse de que volviese a ocurrir lo antes posible.
—Por favor, dele las buenas noches a _______ de mi parte, señor —le dijo con cortesía a sir Arthur Odell mientras dejaba la cesta sobre la mesa del comedor—. Os veré mañana.
En la mesa del pasillo vio la copia del Ipswich Cronicle que le había pedido a ________ ese día. Se la guardó en el bolsillo interior de su chaqueta, y salió de la casa. Sin embargo, no regresó a Kestrel Court, sino que volvió al río, donde se quitó el foulard, la chaqueta y las botas, sin ayuda de un mayordomo, y se tiró al agua. El chapuzón resultó refrescante. Parecía como si empezase a ser una costumbre en él.
_______ estaba sentada en la cama, en camisón, cepillándose el pelo. Pero su mente no estaba allí.
Entreabrió los labios y emitió un leve suspiro. No tenía sentido seguir engañándose, seguir fingiendo. No podía continuar diciendo que Joseph era un amigo y que no sentía nada por él como hombre. Ella había pensado que la pasión era para otros, y Joseph le había demostrado que estaba equivocada con tan sólo un beso. En realidad con dos. El beso que se habían dado en la sala de billar debería haberle alertado de lo que debía esperar y advertido de lo que ocurriría si se ponía a hablar de seducción y de mujeriegos y de besos.
_______ se dio cuenta de que tenía los pies helados. Se metió en la cama y pegó las rodillas al pecho, abrazándolas con fuerza. Recordó la sensación de felicidad que había sentido momentos antes de que Joseph la besase. Pero eso era una ridiculez. No se engañaba, y sabía bien que Joseph había besado a muchas mujeres y que seguramente eso no había significado nada para él. Además, ella lo había provocado diciendo ese comentario tan bobo sobre que él no desearía seducirla.
Sin duda un mujeriego se tomaría eso como un reto, y como uno importante. Y por eso Joseph la había besado, para demostrarle que estaba equivocada.
_______ terminó de cepillarse el pelo y dejó el cepillo sobre la mesilla de noche, se tumbó y se tapó con las mantas. Parecía algo injusto hacia Joseph que ella creyese que él sólo veía aquel asunto como un mero coqueteo. Estaba segura de que ella le importaba a Joseph, de que él le tenía cariño. Había oído su tono de ternura cuando le había preguntado si estaba bien. Sin embargo amar y estar enamorado eran dos cosas muy distintas. Sabía que amaba a Joseph y por un momento se había preguntado si se estaría además enamorando de él. Entonces, rápidamente, desechó la idea que la inquietaba. Por ahí sólo llegaría a la infelicidad y a la decepción, ya que eran totalmente incompatibles.
_______ permaneció tumbada con los ojos abiertos, mirando la oscuridad. Entonces se preguntó qué habría pasado si sus padres no hubiesen aparecido en ese momento. No podía contestar a la pregunta con certeza. Seguramente Joseph habría dejado de besarla en algún momento; no se engañó a sí misma diciéndose que ella le habría echado el alto. O tal vez, por ser él un mujeriego, habría llevado el asunto a la conclusión natural y le habría demostrado de una vez por todas que si se había empeñado en seducirla del todo no fallaría.
_______ se volvió de lado y se acurrucó. No podía dejar que ocurriera. Un beso era un error, dos era una indulgencia, pero tres… Tres demostrarían que deseaba a Joseph para más que un amigo. E incluso aunque así fuera, sabía que no podría ser suyo.
Se durmió con ese pensamiento en la cabeza, y por la mañana vio que había dejado su ropa toda tirada por la habitación y ni siquiera se había dado cuenta de guardarla.
Al día siguiente era domingo, y _______ respiró aliviada sólo de pensar que no habría trabajo en la excavación. Sólo tenía que conseguir que sir Arthur, lady Odell y los sirvientes arrancaran para ir a escuchar misa a Midwinter Mallow.
A pesar de que el sermón del reverendo Lang fue largo esa mañana, asistió mucha gente a la misa.
El duque de Kestrel estaba en el primer banco e invitó con elegancia a lady Sally para que se sentara con él. _______ estaba sentada detrás de lady Sally, fijándose en la pluma de su sombrero. Y así, concentrada en la pluma, conseguía que la mirada no se le fuese hacia un lado, donde estaba sentado Joseph Jonas. Joseph había entrado muy tarde, justo cuando _______ había respirado aliviada al ver que no asistiría al servicio. Se había sentado en un banco donde ella podía verlo a la perfección, y su perfil bien definido la había distraído del sermón que el reverendo Lang estuvo dando desde el pulpito durante cuarenta y cinco minutos.
Se preguntaba si se acercaría después a ella, y que si no lo hacía, qué sentiría ella y lo que le diría. Se preguntó también si él haría referencia a la noche anterior y, si así fuese, cómo respondería. Entonces se preguntó por qué todo el mundo estaba mirándola, y se dio cuenta de que todos habían continuado con las oraciones mientras que ella seguía de pie.
En cuanto pasó el servicio, todos se quedaron por la puerta de la iglesia y en el camino que daba al pórtico de piedra. El señor Lang había acorralado a sir Arthur y trataba de convencerlo para que diera su permiso para llevar a un grupo de personas a visitar la excavación. Sir Arthur, que detestaba los grupos de lo que él llamaba turistas de antigüedades, no estaba colaborando demasiado. A _______ le entró pánico. Veía que Joseph iba hacia ella, deteniéndose para intercambiar unas palabras con los Marney, o para saludar a lady Saltire, pero avanzando de todos modos hacia ella sin detenerse. Ahogó un deseo infantil de esconderse detrás de la tumba más cercana.
—Papá —dijo en tono suplicante—. Estoy segura de que no habrá problema en enseñarles a unos vecinos el trabajo que estáis haciendo en la excavación.
—Una idea espléndida —dijo Joseph, que estaba de pie a su lado—. Lady Sally acaba de preguntar si puede unirse al grupo para ver nuestro trabajo.
—¡Turistas! —dijo sir Arthur entre dientes.
—Creo que eso ha sido un sí —le dijo _______ al reverendo sonriéndole con dulzura—. Yo me ocuparé de atender lo que haga falta.
Joseph le tomó el brazo y la llevó a un lado. _______ fue, aunque de mala gana. Era consciente de toda la gente que había alrededor y de sus miradas curiosas.
—Me gustaría hablar contigo, _______ —dijo Joseph—. Sobre lo de anoche. Por favor.
_______ miró de nuevo a su alrededor. Parecía un lugar un tanto público para llevar a cabo tal discusión.
—No puedo —le susurró—. Mamá y papá…
—Estarán perfectamente a salvo si los dejas unos momentos —dijo Joseph.
La tomó del brazo y la llevó hasta la privacidad relativa del pórtico techado de la entrada. _______ fue con él, apenas consciente de a dónde iba. Estando con Joseph se sentía avergonzada sólo de pensar en lo que había pasado, o en que estaba allí con él. Se sintió obligada a discutir un tema particularmente íntimo con alguien que sólo era un amigo. Algo no iba bien. Sintió un calor que la recorrió de los pies a la cabeza.
—No estoy segura de que esto sea una buena idea, Joseph —dijo—. ¿No podemos hacer como si no hubiese ocurrido?
—Esta vez no —dijo Joseph con pesar.
—Pensaba —dijo ________ con cierto deje desesperado— que había sido un error. —Lo miró, deseando que le diera la razón.
—Un error —repitió Joseph pensativamente, mientras en sus labios se dibujaba una sonrisa—. ¿Acaso fue un error que respondieras a mi beso de ese modo?
A _______ se le aceleró el pulso al oír sus palabras.
—Tal vez ésa no sea la palabra adecuada. Digamos, que fue un accidente.
—Un accidente que iba a ocurrir en cualquier momento —dijo Joseph—. Debes ver, ________, que tarde o temprano estaba destinado a pasar.
________ se quedó asombrada. Lo miró.
—¿Ah, sí? ¿Y tú cómo lo sabías?
Joseph le sonrió.
—Ahora que lo pienso, creo que lo sé desde hace mucho. Un día tú y yo acabaríamos besándonos; era inevitable.
Se miraron. A _______ le parecía que Joseph estaba bastante complacido consigo mismo, y eso la enfadó, igual que le había pasado cuando eran más jóvenes y Joseph había sido tan fresco y presuntuoso, y ella había querido bajarle los humos.
—Bueno, ojalá me lo hubieses dicho —le dijo enfadada.
Joseph arqueó una ceja.
—¿De verdad? ¿Y qué habrías querido que te dijera? Algo como: «_______, tú y yo sentimos una atracción mutua y es de esperar que en algún momento vayamos a besarnos».
_______ frunció el ceño aún más.
—Me habría ayudado.
—¿A qué? ¿A huir de mí? —Joseph abrió los brazos—. Creo que de eso ya ha habido bastante, _______. Y el hecho de que siempre estés corriendo me lleva a creer que sientes lo mismo que yo.
________ se mordió el labio. No podía contradecirlo.
—No niego que me haya tomado un poco por sorpresa… lo que siento por ti —dijo ella.
Joseph avanzó y ella retrocedió un paso instintivamente.
—¡No! ¡Espera! Eso no quiere decir que yo piense que lo que hicimos debe repetirse. —Miró a su alrededor—. ¡Y menos aquí!
Los gestos tensos que plagaban el rostro de Joseph se suavizaron ligeramente.
—¿Y puede ser que quisieras considerar repetirlo en otro lugar?
_________ ahogó una sonrisa. Joseph era muy persuasivo.
—Creo que no —dijo de mala gana; suspiró y lo miró con gesto expresivo—. Esto es muy extraño, Joseph.
—¿Qué vamos a hacer ahora?
Ella vio la respuesta en sus ojos. Joseph quería besarla otra vez, y ella sintió un latigazo de deseo como respuesta. Era terriblemente tentador.
—No lo sé —dijo de nuevo en tono suave—. Un beso no ha sido tan horrible, pero más quedan descartados. No creo que debamos volver a hacerlo, Joseph.
Él la tomó del brazo y tiró de ella hacia donde había más sombra.
—Confieso que yo no lo había mirado así, _______ —dijo él, que se acercó un poco más hasta que ella sintió su cuerpo muy cerca—. Me he pasado casi toda la noche pensándolo, por no hablar de la mayor parte del servicio. Mi mente estaba en algunos asuntos que el reverendo Lang no aprobaría.
________ se sonrojó. A ella le había pasado lo mismo.
—No creo que esto sea algo tan fácil de ignorar —continuó Joseph—. Y esta vez no puedo permitir que tú lo ignores.
________ lo miró con inquietud.
—Pero no entiendo por qué esto nos ha pasado a nosotros. Somos amigos, Joseph, y los amigos no se besan —sintió la tierra suave y arenosa bajo las plantas de los pies—. Debes prometerme que no volverás a besarme.
________ vio que él negaba imperceptiblemente con la cabeza. Entonces le tomó la mano.
—Eso no te lo puedo asegurar —dijo Joseph, y aunque lo dijo en voz baja, en sus palabras había un trasfondo de dureza—. Si tú deseas refugiarte en pensamientos de amistad, ésa es tu elección, ________. —Le apretó la mano un poco, y cuando ella miró vio que sus ojos lanzaban destellos de fuego—. Será, sin embargo, mi ardiente misión demostrarte lo mucho más que amigos que podemos ser.
Y, dicho eso, Joseph hizo una leve inclinación y se marchó.
Jamás había esperado enamorarse de _______ Odell. Pensaba que la conocía demasiado bien y desde hacía demasiado tiempo. Sin embargo, nada más verla aquel día junto al río, su atracción hacia ella no había conocido límites. Había subyacido todo el tiempo bajo la superficie de su amistad, dejándolo permanentemente excitado y frustrado. La relación de _______ con James Kestrel, Caspar Lang o John Norton lo había atormentado día y noche. Le importaba muy poco que tan sólo hubiese dado un paseo en coche con sus admiradores o echado unas cuantas partidas de cartas. Todo lo primitivo que poseía Joseph deseaba detenerla y reclamarla como suya… Así que, en ese momento, la tenía donde debía estar.
Estaba entre sus brazos, con los labios entreabiertos, la boca suave, madura, muy invitante; y Joseph sabía que había llegado demasiado lejos porque no había podido resistirse. Cuando ella había entreabierto la boca para besarlo, él había sentido un turbador instinto de protección mezclado con una sensación de triunfo masculino, y tocó la lengua con la suya, deleitándose con el estremecimiento que lo recorrió de pies a cabeza. La abrazó con fuerza y con un deseo que crecía vertiginosamente. El beso se tornó más apasionado, su lengua invadió su boca, y el fuego ardió con fuerza. Sintió las curvas de sus pechos apretándolo, y Joseph deslizó las manos sobre sus caderas redondas, y de nuevo de vuelta hasta rozar la turgencia de aquellos senos firmes. _______ se movía debajo de él, emitiendo leves sonidos incoherentes que sólo conseguían atizar su ardor. Sólo era capaz de formar un pensamiento coherente, y era que deseaba a _______ más de lo que había deseado a ninguna mujer en su vida, y que estaba a punto de hacer algo completamente irrevocable.
De pronto se oyó un ruido repentino, seguido de unas voces y una luz que resultó tan brusca como inesperada. Joseph reaccionó instintivamente, se dio la vuelta, se sentó y apartó a _______ de la curva de su brazo, de modo que los dos volvieron a estar sentados mirando al río, ella con la cabeza apoyada en su hombro. Así apoyada en él se sentía débil, suave y dulce y totalmente hechizada. Él sabía que ella no había tenido tiempo de recuperarse del todo, de que no tenía ni idea de dónde estaba. Una oleada de ternura se apoderó de él, y se volvió y la besó en la cabeza.
—¿Estás bien, cariño?
Notó que ella asentía levemente, pero no dijo nada. Entonces Arthur y Lavinia Odell bajaron por la orilla, saludándolos con alegría en cuanto los vieron.
—¡Joseph! ¡Ah, _______ también! ¿Queda algo de comida para nosotros?
A la luz de las lámparas de aceite, Joseph vio que _______ tenía la expresión perdida. Se sintió algo preocupado, pero no podía negar que pesaba más el placer arrogante de haber tenido en ella aquel efecto. Le entraban ganas de besarla de nuevo.
La expresión volvió a la cara de _______ cuando se fijó en su madre.
—Hay algo de comida, mamá, pero creo que es mejor si nos vamos a casa. Hace un poco de frío aquí junto al río.
Sir Arthur consultó su reloj.
—¡Caramba, son casi las nueve y media! Ya decía yo que tenía un poco de hambre. No podía dejarlo; he descubierto un jarrón del siglo quinto en muy buen estado.
Joseph oyó suspirar a ________. Se puso de pie, tambaleándose tan sólo levemente. Joseph se levantó enseguida y le puso la mano para ayudarla, pero ella ya se estaba dando la vuelta. Estaba haciendo todo lo posible para no mirarlo.
—Me voy contigo, papá —dijo ella—. No quiero que te pierdas de camino a casa.
Joseph pensó que no tenía intención de despedirse de él, pero en el último momento se dio la vuelta y le lanzó una mirada muy breve.
—Buenas noches, Joseph. Gracias por… tu compañía —terminó de decir ______.
Joseph hizo una inclinación formal.
—Gracias a ti, ________. Lo he pasado bien. Te llevaré la cesta.
Su comentario provocó que _______ lo mirara con inquietud. Se daba cuenta de que ella estaba deseando marcharse. Tenía los labios hinchados de tanto besarlo, y se pasó la lengua por ellos con incertidumbre. Joseph tuvo que controlarse para no ir hacia ella.
—No te preocupes de la cesta —dijo—. Enviaré a uno de los sirvientes a recogerla.
Joseph sonrió con desafío.
—Insisto.
Vio en sus ojos una mirada de consternación.
—Bueno, si insistes —dijo ella.
Echó a andar por el camino que conducía a la casa a paso tan rápido que sus padres y Joseph no pudieron seguirla a esa velocidad. Cuando Joseph llegó a la casa, no se la veía por allí. Sonrió. Si la estrategia de _______ era hacer como si no se hubieran besado, la suya sería la de asegurarse de que volviese a ocurrir lo antes posible.
—Por favor, dele las buenas noches a _______ de mi parte, señor —le dijo con cortesía a sir Arthur Odell mientras dejaba la cesta sobre la mesa del comedor—. Os veré mañana.
En la mesa del pasillo vio la copia del Ipswich Cronicle que le había pedido a ________ ese día. Se la guardó en el bolsillo interior de su chaqueta, y salió de la casa. Sin embargo, no regresó a Kestrel Court, sino que volvió al río, donde se quitó el foulard, la chaqueta y las botas, sin ayuda de un mayordomo, y se tiró al agua. El chapuzón resultó refrescante. Parecía como si empezase a ser una costumbre en él.
_______ estaba sentada en la cama, en camisón, cepillándose el pelo. Pero su mente no estaba allí.
Entreabrió los labios y emitió un leve suspiro. No tenía sentido seguir engañándose, seguir fingiendo. No podía continuar diciendo que Joseph era un amigo y que no sentía nada por él como hombre. Ella había pensado que la pasión era para otros, y Joseph le había demostrado que estaba equivocada con tan sólo un beso. En realidad con dos. El beso que se habían dado en la sala de billar debería haberle alertado de lo que debía esperar y advertido de lo que ocurriría si se ponía a hablar de seducción y de mujeriegos y de besos.
_______ se dio cuenta de que tenía los pies helados. Se metió en la cama y pegó las rodillas al pecho, abrazándolas con fuerza. Recordó la sensación de felicidad que había sentido momentos antes de que Joseph la besase. Pero eso era una ridiculez. No se engañaba, y sabía bien que Joseph había besado a muchas mujeres y que seguramente eso no había significado nada para él. Además, ella lo había provocado diciendo ese comentario tan bobo sobre que él no desearía seducirla.
Sin duda un mujeriego se tomaría eso como un reto, y como uno importante. Y por eso Joseph la había besado, para demostrarle que estaba equivocada.
_______ terminó de cepillarse el pelo y dejó el cepillo sobre la mesilla de noche, se tumbó y se tapó con las mantas. Parecía algo injusto hacia Joseph que ella creyese que él sólo veía aquel asunto como un mero coqueteo. Estaba segura de que ella le importaba a Joseph, de que él le tenía cariño. Había oído su tono de ternura cuando le había preguntado si estaba bien. Sin embargo amar y estar enamorado eran dos cosas muy distintas. Sabía que amaba a Joseph y por un momento se había preguntado si se estaría además enamorando de él. Entonces, rápidamente, desechó la idea que la inquietaba. Por ahí sólo llegaría a la infelicidad y a la decepción, ya que eran totalmente incompatibles.
_______ permaneció tumbada con los ojos abiertos, mirando la oscuridad. Entonces se preguntó qué habría pasado si sus padres no hubiesen aparecido en ese momento. No podía contestar a la pregunta con certeza. Seguramente Joseph habría dejado de besarla en algún momento; no se engañó a sí misma diciéndose que ella le habría echado el alto. O tal vez, por ser él un mujeriego, habría llevado el asunto a la conclusión natural y le habría demostrado de una vez por todas que si se había empeñado en seducirla del todo no fallaría.
_______ se volvió de lado y se acurrucó. No podía dejar que ocurriera. Un beso era un error, dos era una indulgencia, pero tres… Tres demostrarían que deseaba a Joseph para más que un amigo. E incluso aunque así fuera, sabía que no podría ser suyo.
Se durmió con ese pensamiento en la cabeza, y por la mañana vio que había dejado su ropa toda tirada por la habitación y ni siquiera se había dado cuenta de guardarla.
Al día siguiente era domingo, y _______ respiró aliviada sólo de pensar que no habría trabajo en la excavación. Sólo tenía que conseguir que sir Arthur, lady Odell y los sirvientes arrancaran para ir a escuchar misa a Midwinter Mallow.
A pesar de que el sermón del reverendo Lang fue largo esa mañana, asistió mucha gente a la misa.
El duque de Kestrel estaba en el primer banco e invitó con elegancia a lady Sally para que se sentara con él. _______ estaba sentada detrás de lady Sally, fijándose en la pluma de su sombrero. Y así, concentrada en la pluma, conseguía que la mirada no se le fuese hacia un lado, donde estaba sentado Joseph Jonas. Joseph había entrado muy tarde, justo cuando _______ había respirado aliviada al ver que no asistiría al servicio. Se había sentado en un banco donde ella podía verlo a la perfección, y su perfil bien definido la había distraído del sermón que el reverendo Lang estuvo dando desde el pulpito durante cuarenta y cinco minutos.
Se preguntaba si se acercaría después a ella, y que si no lo hacía, qué sentiría ella y lo que le diría. Se preguntó también si él haría referencia a la noche anterior y, si así fuese, cómo respondería. Entonces se preguntó por qué todo el mundo estaba mirándola, y se dio cuenta de que todos habían continuado con las oraciones mientras que ella seguía de pie.
En cuanto pasó el servicio, todos se quedaron por la puerta de la iglesia y en el camino que daba al pórtico de piedra. El señor Lang había acorralado a sir Arthur y trataba de convencerlo para que diera su permiso para llevar a un grupo de personas a visitar la excavación. Sir Arthur, que detestaba los grupos de lo que él llamaba turistas de antigüedades, no estaba colaborando demasiado. A _______ le entró pánico. Veía que Joseph iba hacia ella, deteniéndose para intercambiar unas palabras con los Marney, o para saludar a lady Saltire, pero avanzando de todos modos hacia ella sin detenerse. Ahogó un deseo infantil de esconderse detrás de la tumba más cercana.
—Papá —dijo en tono suplicante—. Estoy segura de que no habrá problema en enseñarles a unos vecinos el trabajo que estáis haciendo en la excavación.
—Una idea espléndida —dijo Joseph, que estaba de pie a su lado—. Lady Sally acaba de preguntar si puede unirse al grupo para ver nuestro trabajo.
—¡Turistas! —dijo sir Arthur entre dientes.
—Creo que eso ha sido un sí —le dijo _______ al reverendo sonriéndole con dulzura—. Yo me ocuparé de atender lo que haga falta.
Joseph le tomó el brazo y la llevó a un lado. _______ fue, aunque de mala gana. Era consciente de toda la gente que había alrededor y de sus miradas curiosas.
—Me gustaría hablar contigo, _______ —dijo Joseph—. Sobre lo de anoche. Por favor.
_______ miró de nuevo a su alrededor. Parecía un lugar un tanto público para llevar a cabo tal discusión.
—No puedo —le susurró—. Mamá y papá…
—Estarán perfectamente a salvo si los dejas unos momentos —dijo Joseph.
La tomó del brazo y la llevó hasta la privacidad relativa del pórtico techado de la entrada. _______ fue con él, apenas consciente de a dónde iba. Estando con Joseph se sentía avergonzada sólo de pensar en lo que había pasado, o en que estaba allí con él. Se sintió obligada a discutir un tema particularmente íntimo con alguien que sólo era un amigo. Algo no iba bien. Sintió un calor que la recorrió de los pies a la cabeza.
—No estoy segura de que esto sea una buena idea, Joseph —dijo—. ¿No podemos hacer como si no hubiese ocurrido?
—Esta vez no —dijo Joseph con pesar.
—Pensaba —dijo ________ con cierto deje desesperado— que había sido un error. —Lo miró, deseando que le diera la razón.
—Un error —repitió Joseph pensativamente, mientras en sus labios se dibujaba una sonrisa—. ¿Acaso fue un error que respondieras a mi beso de ese modo?
A _______ se le aceleró el pulso al oír sus palabras.
—Tal vez ésa no sea la palabra adecuada. Digamos, que fue un accidente.
—Un accidente que iba a ocurrir en cualquier momento —dijo Joseph—. Debes ver, ________, que tarde o temprano estaba destinado a pasar.
________ se quedó asombrada. Lo miró.
—¿Ah, sí? ¿Y tú cómo lo sabías?
Joseph le sonrió.
—Ahora que lo pienso, creo que lo sé desde hace mucho. Un día tú y yo acabaríamos besándonos; era inevitable.
Se miraron. A _______ le parecía que Joseph estaba bastante complacido consigo mismo, y eso la enfadó, igual que le había pasado cuando eran más jóvenes y Joseph había sido tan fresco y presuntuoso, y ella había querido bajarle los humos.
—Bueno, ojalá me lo hubieses dicho —le dijo enfadada.
Joseph arqueó una ceja.
—¿De verdad? ¿Y qué habrías querido que te dijera? Algo como: «_______, tú y yo sentimos una atracción mutua y es de esperar que en algún momento vayamos a besarnos».
_______ frunció el ceño aún más.
—Me habría ayudado.
—¿A qué? ¿A huir de mí? —Joseph abrió los brazos—. Creo que de eso ya ha habido bastante, _______. Y el hecho de que siempre estés corriendo me lleva a creer que sientes lo mismo que yo.
________ se mordió el labio. No podía contradecirlo.
—No niego que me haya tomado un poco por sorpresa… lo que siento por ti —dijo ella.
Joseph avanzó y ella retrocedió un paso instintivamente.
—¡No! ¡Espera! Eso no quiere decir que yo piense que lo que hicimos debe repetirse. —Miró a su alrededor—. ¡Y menos aquí!
Los gestos tensos que plagaban el rostro de Joseph se suavizaron ligeramente.
—¿Y puede ser que quisieras considerar repetirlo en otro lugar?
_________ ahogó una sonrisa. Joseph era muy persuasivo.
—Creo que no —dijo de mala gana; suspiró y lo miró con gesto expresivo—. Esto es muy extraño, Joseph.
—¿Qué vamos a hacer ahora?
Ella vio la respuesta en sus ojos. Joseph quería besarla otra vez, y ella sintió un latigazo de deseo como respuesta. Era terriblemente tentador.
—No lo sé —dijo de nuevo en tono suave—. Un beso no ha sido tan horrible, pero más quedan descartados. No creo que debamos volver a hacerlo, Joseph.
Él la tomó del brazo y tiró de ella hacia donde había más sombra.
—Confieso que yo no lo había mirado así, _______ —dijo él, que se acercó un poco más hasta que ella sintió su cuerpo muy cerca—. Me he pasado casi toda la noche pensándolo, por no hablar de la mayor parte del servicio. Mi mente estaba en algunos asuntos que el reverendo Lang no aprobaría.
________ se sonrojó. A ella le había pasado lo mismo.
—No creo que esto sea algo tan fácil de ignorar —continuó Joseph—. Y esta vez no puedo permitir que tú lo ignores.
________ lo miró con inquietud.
—Pero no entiendo por qué esto nos ha pasado a nosotros. Somos amigos, Joseph, y los amigos no se besan —sintió la tierra suave y arenosa bajo las plantas de los pies—. Debes prometerme que no volverás a besarme.
________ vio que él negaba imperceptiblemente con la cabeza. Entonces le tomó la mano.
—Eso no te lo puedo asegurar —dijo Joseph, y aunque lo dijo en voz baja, en sus palabras había un trasfondo de dureza—. Si tú deseas refugiarte en pensamientos de amistad, ésa es tu elección, ________. —Le apretó la mano un poco, y cuando ella miró vio que sus ojos lanzaban destellos de fuego—. Será, sin embargo, mi ardiente misión demostrarte lo mucho más que amigos que podemos ser.
Y, dicho eso, Joseph hizo una leve inclinación y se marchó.
Natuu!
Re: "UN IRRESISTIBLE LORD" (JOE&TU) (TERMINADA)
ahi que tonta
yo con una amigo como joseph
lo besaria todos los dias
jajaja
siguela
yo con una amigo como joseph
lo besaria todos los dias
jajaja
siguela
andreita
Re: "UN IRRESISTIBLE LORD" (JOE&TU) (TERMINADA)
Capítulo 15
Las regatas del Deben eran al día siguiente, que era festivo. Era otro de esos días de verano, de cielos diáfanos y temperaturas calurosas. _______ contemplaba la llegada de James Kestrel con menos que cierto entusiasmo. Mientras se ataba las lazadas de su sombrero de paja a la barbilla, deseó no haber aceptado la invitación de James. Pero habían quedado hacía ya tantos días que le parecía descortés por su parte dejarlo plantado tan tarde. Aun así, sus pensamientos estaban en otro hombre mientras bajaba las escaleras y dejaba que James la ayudara a subir al coche.
Se arrepintió aún más de haber ido con James cuando éste detuvo el coche detrás de donde estaba todo el mundo, y tuvo que estirar el cuello para ver algo. El río estaba por lo menos a ochenta o noventa metros de allí, y _______ deseó haberse llevado los prismáticos.
—Espero que estemos bien seguros aquí —dijo James, mirando las brillantes aguas del río con antipatía—. No me gustaría que me salpicasen.
—No creo que haya posibilidad de que pase eso —dijo _______, tratando de no saltar.
Toda la ciudad parecía haber salido de sus casas para ir a la regata. Al otro lado del río, en Woodbridge, _______ vio el muelle lleno de colorido por los uniformes de los soldados y los brillantes vestidos de verano de las damas. Sin embargo, los residentes de los pueblos de Midwinter habían preferido alinearse en la orilla opuesta, y estaban todos reunidos en las verdes laderas que llegaban hasta el borde del agua, donde también había una marquesina donde se vendían refrescos y había un cuarteto musical tocando. Una brisa ligera arrancaba del río, alborotando los sombreros a las señoras y agitando las cuerdas que tensaban las velas de los yates.
Más adelante, _______ vio una calesa donde estaban los Marney y Deborah Stratton. Nicholas Kestrel y Joseph Jonas estaban los dos apoyados a un lado, charlando con los ocupantes. Todos se reían y charlaban, sobre todo cuando lady Sally y Lily Benedict se unieron al grupo. _______ no pudo evitar sentirse un poco como la niña fea que se tiene que quedar sentada en la fiesta, y sobre todo James Kestrel no le estaba prestando demasiada atención, sino que parecía estar buscando a otra persona entre el público. Y tampoco Joseph parecía muy interesado en llevar a término la promesa que le había hecho tan sólo el día anterior. Le había dirigido una mirada a _______ cuando ella y James habían llegado; él le había sonreído y había hecho una inclinación con la mano y la cabeza, pero aún no se había acercado a ella. _______, cuyo errante corazón se había acelerado sólo de pensar en verlo de nuevo, se sintió extremadamente decepcionada.
El tañido de las campanas de la iglesia fue la señal para que empezase la carrera, y una tremenda aclamación surgió de la otra orilla.
Primero se celebraban las carreras de remos con premios en metálico, y todos los habitantes de Woodbridge se entregaban a los festejos en cuerpo y alma. _______ no podía ver bien las carreras, ya que el señor Kestrel había colocado el coche muy alejado del agua, y los barcos eran bastante planos; pero cuando empezaron las carreras de yates pudo verlas bien. Al final, sir John Norton fue el ganador de la carrera con su elegante embarcación, que ganó al yate Ariel por muy poco. Sir John se llevó un trofeo de plata y una preciosa ensaladera de cristal tallado.
—Discúlpeme, señorita Odell —dijo James Kestrel repentinamente—. Ahora mismo vuelvo.
Se bajó del coche y desapareció por detrás de la marquesina donde se vendían refrescos.
Durante un rato, _______ se quedó allí sentada sola observando la caza de patos, que era la culminación de la regata. Después de eso, los asistentes empezaron a dispersarse, puesto que algunos de los caballeros habían sido invitados a comer en el Anchor Inn y las damas tenían que ir a preparase para la fiesta de la noche. _______ esperó a James Kestrel, y empezó a sentirse un poco irritada. Hacía por lo menos media hora que se había marchado, y ella estaba allí abandonada en el coche y sin posibilidad de llegar a casa. La gente empezaba a mirarla. _______ ladeó su sombrilla para ocultar su rostro de las miradas curiosas mientras por dentro hervía de irritación. Allí sentada, estaba cada vez más sudorosa y más enfadada, hasta que finalmente se bajó del coche y fue en busca de James Kestrel. No estaba en la tienda donde daban de comer y beber, ni tampoco lo encontró entre el público cada vez más escaso que iba abandonando los alrededores del río. _______ estaba acostumbrada a caminar y decidió que la descortesía de James Kestrel merecía que lo dejase allí y volviese a casa andando. Sudorosa, fastidiada y con el calzado menos adecuado para recorrer los tres kilómetros que había hasta Midwinter Royal, echó a andar por el camino.
No habría caminado más de cincuenta metros cuando vio a James. Estaba de pie al abrigo de un grupo de robles que había un poco más allá de uno de los lados del camino; y desde luego él no la había visto.
Estaba demasiado ocupado, puesto que tenía entre sus brazos a la señorita Helena Lang y la estaba besando apasionadamente.
______ se quedó inmóvil. Absurdamente, lo primero que pensó fue en que jamás habría esperado que James Kestrel hiciese nada tan alocado como besar a una dama en público y a plena luz del día. Después pensó la rabia que sentía de que la hubiera dejado tirada en el coche mientras le hacía la corte a la señorita Lang. No era precisamente que estuviese celosa ni nada de eso, puesto que jamás había deseado que él le hiciera caso en el plano amoroso. Pero se sentía ridícula porque ella sabía lo que estaba pasando entre James Kestrel y la señorita Lang desde el día de la fiesta de lady Sally, y sin embargo había aceptado sus atenciones. Tal vez, pensaba _______ con fastidio, James la había estado utilizando para distraer el interés general de que estaba cortejando a la señorita Lang. Tal vez bajo su sobria fachada fuese tan mujeriego como el resto de la familia y tuviese toda la intención de cortejarla a ella para poder disponer de las cincuenta mil libras de _______ mientras que le hacía el amor a otra mujer. Y tal vez ella fuese casi tan culpable, puesto que no había habido ningún elemento de inmadurez en su idea de querer poner celoso a Joseph saliendo con James Kestrel.
______ se puso derecha y echó a andar con resolución hacia el coche de James Kestrel, pensando que no le estaría mal castigarlo y llevarse su coche para volver a casa.
Desgraciadamente para ______, sir John Norton, todo sofocado, se acercó a ella agitando la copa de plata por encima de su cabeza. Le echó un brazo a la cintura y le pegó un sonoro beso en la mejilla.
—Felicíteme, señorita Odell. ¿No le ha parecido la victoria más tremenda?
______ consiguió controlarse apenas de propinarle una bofetada en su rostro de expresión arrogante. Tenía el brazo mojado todavía en su cintura, y le estaba empapando el vestido. Se puso colorada como un tomate al ver las caras de las personas que los miraban con curiosidad, y se apartó de él.
—Perdone, sir John. Lo dejaré para que lo celebre con sus amigos.
Sir John trató de agarrarla otra vez. _______ se dio cuenta entonces de que había estado bebiendo, algo que no era muy lógico en una persona que tiene que manejar una embarcación.
—¡No tan deprisa, cariño! ¿Y qué estás haciendo aquí solita? Yo me ocuparé de ti. Sube a bordo conmigo…
—No, gracias —respondió _______, a quien le estaba entrando el pánico.
La calesa de los Marney se había marchado y no reconocía a ninguno de los extraños que había en la orilla.
—¡Señorita Odell!
_______ se volvió con alivio y vio a Richard Kestrel detrás de ella.
—¿Puedo ayudarla en algo? ¿Tal vez acompañarla a donde tenga que ir? Parece tener un problema aquí.
_______ se volvió hacia él con gratitud.
—Gracias, lord Richard. Me temo que mi acompañante me ha dejado a merced de todo el mundo.
Richard le dirigió a John Norton una mirada de desdén.
—Ve a dormirla, Norton —dijo en tono pausado—. Y en el futuro limita tus atenciones a tu yate.
Sir John pronunció algo entre dientes que podría haber sido una disculpa y se dio la vuelta. Richard le ofreció el brazo a _______.
—¿Qué puede estar haciendo mi primo para dejarla sola de este modo? —le preguntó con una sonrisa—. Creo que James ha perdido la poca cabeza que tenía para empezar, y también los modales.
—Creo que su primo se distrajo con algo —replicó _______ con un toque áspero, y vio la expresión divertida en la mirada de Richard, en donde también había admiración.
—Entonces peor para él —le dijo con naturalidad—. Puesto que lo que él ha dejado, lo gano yo.
______ sonrió para sus adentros. Resultaba curioso estar paseando por la orilla del río con un caballero de quien todos decían ser el mayor libertino de todo el reino, y sin embargo no sentía ni aprensión ni una pizca de atracción. Richard Kestrel le caía bien.
—Como últimamente somos amigos, señorita Odell, no tengo reparo en hacerle una pregunta personal —dijo Richard Kestrel—. A pesar de los malos modales de mi primo, ¿cómo van sus asuntos amorosos?
______ arqueó las cejas y decidió pagarle con la misma moneda.
—Más o menos tan bien como los suyos, milord —dijo ella.
Richard hizo una mueca.
—¿Tan mal? ¡Entonces está metida en un buen lío!
Seguían riéndose los dos cuando de repente se encontraron de sopetón con Joseph Jonas. _______ ni siquiera lo había visto acercarse, tan distraída estaba con la compañía de Richard. Pero al ver la mirada de Joseph al verlos juntos, sintió que se le cerraba la garganta y se le aceleraba el corazón.
Richard también notó la tensión en el aire.
—Ah, aquí estás, viejo amigo —dijo en tono pausado—. Esperaba verte. ¿Te importa si me llevo el coche para acompañar a la señorita Odell a casa?
—Afortunadamente, eso no será necesario, puesto que yo puedo ocupar ahora tu lugar —respondió Joseph mientras miraba a su amigo a los ojos—. Creo recordar que tienes una cita ahora en Woodbridge, ¿no es así?
______ notó que los dos hombres intercambiaban un mensaje con la mirada. No le pareció enteramente amigable. Entonces Richard se echó a reír y alzó ambas manos en gesto de resignación.
—Es verdad, Joseph. Gracias por recordármelo; me había olvidado totalmente. Y estoy encantado de dejar a la señorita Odell bajo tu protección.
______ se puso colorada de rabia y de vergüenza. Que Joseph empezase a comportarse como un hermano mayor celoso era demasiado, particularmente cuando le había advertido antes para que no lo hiciera. Lo miró con fastidio.
—No necesito ningún acompañante, gracias, Joseph —le soltó—. Puedo volver caminando a Midwinter Royal perfectamente. —Se volvió educadamente hacia Richard Kestrel—. Gracias por rescatarme, milord. Lo aprecio profundamente.
Richard inclinó la cabeza con elegancia. En sus ojos había un destello de humor.
—Estoy para servirle, señorita Odell.
—Richard… —dijo Joseph en tono amenazador.
Richard se echó a reír.
—Cómo me entretiene haber encontrado por fin el modo de irritarte tan profundamente, viejo amigo. Es la primera vez en veinte años que me das ventaja.
Levantó la mano para despedirse y se alejó, dejándolos a los dos solos.
Joseph agarró a _______ del codo y prácticamente se la llevó de allí a rastras. Cuando habían recorrido veinte metros, _______ se zafó de él.
—Creo que tú no tienes coche en Suffolk, ¿no, Joseph? —le dijo con ironía en tono dulzón, notando cómo se le había acumulado todo el mal humor—. ¿Quieres que monte al pobre Castor hasta que quede derrengado, o pretendes arrastrarme a pie hasta casa?
Joseph le dirigió una mirada dura y seria.
—Sólo porque hayas hecho el ridículo delante de todo el mundo con sir John Norton no quiere decir que pagues tu malestar conmigo.
—¡No he hecho el ridículo! Sir John estaba borracho y me ha importunado, pero podría haberme cuidado yo sola.
—¿De verdad? —dijo Joseph en tono suave, echándole una mirada que la enrabietó todavía más—. A mí no me lo ha parecido.
—¡Tú no estabas delante!
—No, pero he visto lo que ha ocurrido.
—¿Entonces —dijo _______ con infantil espíritu de contradicción— por qué no viniste tú mismo a rescatarme? Afortunadamente lord Richard estaba allí para hacer lo que tú no tenías ganas de hacer.
Oyó que Joseph aspiraba con fastidio.
—Lord Richard… Sí… —dijo despacio—. Estás jugando a un juego muy peligroso, ________.
_______ le lanzó una mirada furiosa. Le había dado flato en el costado de la rapidez con que Joseph estaba tirando de ella; de modo que se paró y se apretó con la mano.
—Lord Richard y yo somos amigos —dijo con altivez—. No hay más que eso.
Joseph la miraba con franca incredulidad.
—¿Amigos? ¡Dios bendito! Después de ver cómo tratas a tus amigos, ________, debe de sentirse honrado de ser uno de ellos.
________ apretó los labios.
—Creo —dijo— que a veces debes ser el hombre más odioso que conozco, Joseph.
—Y eso que tengo muchos competidores —observó Joseph—. James Kestrel, sir John Norton…
________ se mordió el labio con fuerza para no explotar. Joseph le pasó el brazo por la cintura y la sentó en el asiento de un coche pintado en verde y dorado y con el emblema ducal de los Kestrel en un costado. Tom Bradshaw estaba de pie junto al carruaje con la expresión paciente de un hombre que ha sido entrenado para esperar; y para fingir que está sordo en muchas circunstancias. Joseph le quitó las riendas de las manos.
—Gracias, Bradshaw. Puedes volver caminando.
—Gracias, milord —dijo el mayordomo con resignación.
—Qué poco generoso por tu parte —exclamó ________ mientras Joseph dirigía el coche hacia el camino, y el desafortunado Bradshaw echaba a andar hacia Midwinter Royal—. Además, no es tu coche, Joseph. ¿Lo has robado?
—No seas ridícula —le soltó Joseph—. Se lo he pedido prestado a Nicholas Kestrel.
________ suspiró con exasperación.
—No tienes por qué molestarte en llevarme a casa, ¿sabes?
Joseph le sonrió con sorna.
—Créeme, _______, en este momento la idea de dejarte al borde del camino se me antoja muy atractiva. ¿Te has levantado de la cama esta mañana con mal pie?
________ saltó.
—No, pero ojalá no hubiese salido. He pasado un día de lo más intolerable y aburrido. Además, no sé por qué has sentido la necesidad de ofrecerte. Lord Richard me habría llevado de mil amores.
—Richard va a cenar en The Anchor —dijo Joseph—, mientras que yo regreso a Midwinter y por eso puedo llevarte conmigo. Lo siento si no te gusta la idea.
________ soltó un suspiro rabioso, desahogando toda la rabia que llevaba acumulada.
—¡Supongo que a ti no te importa si eres tú, o Richard Kestrel, o su hermano el duque quien me lleve a casa! Las damas de las poblaciones de Midwinter son para vosotros intercambiables, según parece. Tal vez sir John Norton esté en vuestra pequeña apuesta, de ahí la escena junto al río —se le ocurrió otra cosa con tanto convencimiento que le dolió profundamente—. A lo mejor cuando me besaste la otra noche sólo fue parte del mismo juego al que estáis jugando. Esto que voy a decir lo digo por todos, Joseph; sois una panda de canallas que desde luego sabéis cómo animar una aburrida estancia en el campo.
Se produjo un silencio tan total que ________ oía sus propias e iracundas palabras repitiéndose en su pensamiento. Vio que Joseph agarraba las riendas con más fuerza.
—¿Pero de qué estás hablando, ________? —le dijo con calma—. ¿Qué apuesta es ésa?
—Oh, no finjas no saberlo —exclamó ________—. Te oí hablando con lord Richard en la fiesta, preguntándole cuánto se suponía que teníais que coquetear como parte del plan de Nicholas Kestrel… —Dejó de hablar cuando Joseph soltó una mano de las riendas y la agarró de la muñeca con fuerza; no le hizo daño, pero el susto fue suficiente para acallarla de momento—. ¡Ay! ¿Qué estás haciendo?
Joseph se quedó un rato sin contestar. La soltó, y _______ se quedó frotándose la muñeca con la otra mano, aunque no le había hecho nada. Sin embargo, algo había cambiado el tono de su discusión. _______ se vio obligada a reconocer que de algún modo había disfrutado de la infantil regañina con Joseph. Pero en ese momento su expresión era dura y seria, y ________ tembló de aprensión sólo de verlo.
—Te estoy pidiendo que te quedes callada de momento, mientras vayamos por este camino —dijo Joseph en tono agradable, antes de echarle una mirada—. Más bien, te lo estoy suplicando.
La carretera estaba llena de peatones y del tráfico que regresaba de la regata, pero Joseph tomó un camino estrecho donde los setos se pegaban a los márgenes y las copas de los árboles se juntaban sobre sus cabezas para crear un túnel verde. En cuanto hubieron dejado atrás la carretera principal, Joseph detuvo el coche en un claro de hierba verde delante de un cobertizo y se volvió hacia ella con expresión seria.
—¿Qué oíste esa noche, _______?
La mirada confusa de _______ buscó la de Joseph. Su aspecto era severo e inflexible, y frunció el ceño, olvidándose de las peleas infantiles.
—¿Qué estamos haciendo aquí? Por aquí no se va a Midwinter Royal…
—Sólo contesta a mi pregunta —dijo Joseph.
_______ saltó al oír su tono de voz; sabía que Joseph insistiría en lograr una respuesta.
—Oh, muy bien. Sólo lo que te he dicho. Era casi el final de la fiesta y había salido a tomar un poco el aire; entonces lord Richard y tú salisteis de donde estabais jugando a las cartas. Te oí decir que cuando habías accedido a participar en el plan de Nicholas Kestrel no habías tenido idea de que implicaría tanto sacrificio por tu parte —arrugó la nariz, tratando de recordar sus palabras exactas—. Hiciste algún comentario sobre el coqueteo que tenías que soportar. Eso fue todo. ¿Pero qué…?
Joseph estaba frunciendo el ceño.
—¿Qué estabas haciendo ahí fuera, ________?
—¡Te lo he dicho! Tomando el aire.
—Pero cuando se te cayó el pañuelo y yo fui a devolvértelo, negaste haberme visto, y no dijiste nada de haber oído la conversación —señaló Joseph.
A ________ se le encogió el corazón.
—Es cierto —dijo.
Para sorpresa suya, Joseph no insistió en eso, sino que le preguntó algo totalmente distinto.
—¿Había alguien más contigo, ________?
________ frunció el ceño todavía más.
—No.
—¿Estás segura?
—Sí, por supuesto. Estaba sola.
Joseph entrecerró los ojos.
—¿Y le has contado a alguien lo que oíste?
—¡No! —_______ notó que se ruborizaba, y bajó la vista para disimular—. No se lo he dicho a nadie.
—Mírame —dijo Joseph, y ella lo hizo—. ¿Estás segura de que no se lo has dicho a nadie?
_______ lo miró con seriedad. Se dio cuenta de que era importante que él le creyera, pero como ya le había dicho una mentira, entendía que tal vez no confiase en ella.
—No, no se lo he dicho a nadie. Te lo prometo.
—¿Entonces por qué tienes esa cara, como si te sintieses culpable?
_______ juntó las manos.
—¿De verdad? Supongo que será porque te mentí cuando te dije que no te había visto fuera, y tal vez porque sí pensé en contárselo a alguien… —_______ le lanzó una mirada de desafío—. Quería contárselo a Deborah, a la señorita Stratton, porque ella es amiga mía y deseaba confiárselo a alguien.
Joseph la miraba de pronto con expresión ceñuda.
—¿Y por qué no se lo dijiste?
_______ bajó la vista y empezó a juguetear con un adorno de la falda mientras se decidía por una media verdad. No quería reconocer que había sido cierta lealtad hacia él lo que le había cerrado la boca. Le había decepcionado pensar que Joseph hubiese podido estar implicado en una treta de tanta bajeza y no había querido contárselo a nadie.
—No sé —dijo—. Supongo que fue porque pensé que a lo mejor no había entendido bien lo que me había parecido oír.
—¿Y por qué no me lo preguntaste a mí sin más? —le preguntó Joseph, poniendo el dedo en la llaga—. ¿Por qué me mentiste? ¿Por qué no me lo preguntase directamente? ¿Si somos tan buenos amigos como tú piensas, por qué no puedes hacer eso?
Esa pregunta era aún más dura que la primera. _______ sabía que no tanto tiempo atrás se habría enfrentado a Joseph sin dudarlo; pero esos días habían quedado atrás.
—Siempre parecemos estar discutiendo últimamente —dijo ella en tono algo triste—. No quería empeorar la cosa.
No era toda la verdad, pero no quería decirle a Joseph lo enfadada que había estado con él, ni cómo había planeado vengarse tan tontamente con los dibujos. Lo miró a la cara y sintió cierto alivio al ver que él se relajaba un poco.
—Entiendo —dijo él despacio—. Bueno, al menos con una cosa puedo tranquilizarte, _______. Lo que oíste lo interpretaste mal —sonrió levemente—. No hay ninguna apuesta.
_______ lo miró fijamente.
—¿No hay apuesta? ¿Entonces de qué estabas hablando con lord Richard?
Joseph suspiró.
—Te lo diré si me juras no decir nada.
_______ hizo un gesto leve.
—Te lo prometo.
—Ya sabes que Nicholas Kestrel y el resto estamos en Midwinter para algo más que un propósito —dijo Joseph—. En realidad lo adivinaste el primer día que llegué yo aquí.
_______ abrió los ojos como platos.
—Te refieres a… la amenaza de la invasión y tú uniéndote con los voluntarios, y como lord Richard es almirante y eso…
—Precisamente —dijo Joseph—. Hay un espía francés y sus asociados criminales trabajando en los pueblos de Midwinter, ________. Richard y yo, y uno o dos más, estamos tratando de desenmascararlos y descubrir cómo operan.
A _______ se le salían los ojos de las órbitas. Aquello parecía demasiado fantástico para ser verdad.
—¡No me digas! ¡Con lo tranquilo que es Midwinter!
—Pues precisamente por ser un lugar tan apacible y apartado es también el ideal para ocultarse —dijo Joseph en tono algo tenso—. Y créeme, _______, no es un sitio tan tranquilo como tú piensas. Un hombre ha muerto ya, Jeffrey Maskelyne. Por eso esto es tan grave. El destino de todos podría depender de desenmascarar a esa persona. Y por esa razón debes guardar silencio, _______.
A _______ le daba vueltas la cabeza.
—¿Pero eso qué tiene que ver con lo que tú le dijiste a Richard Kestrel?
Se produjo una pausa, tras la cual Joseph contestó.
—Hay muchas maneras de recopilar información —dijo Joseph en tono suave.
________ lo miró asombrada.
—¡No! No me lo puedo creer. —Su sorpresa dio paso al enojo—. No me creo que los hermanos Kestrel y tú estéis cortejando y haciéndoles el amor a las damas de Midwinter sólo para que os cuenten todos sus secretos. Es tan escandaloso. ¡Y tan poco limpio por vuestra parte! ¡Pero cómo os atrevéis!
Joseph sonrió de oreja a oreja.
—Es un asunto de vida o muerte, ________…
________ resopló.
—¡Pero qué tontería! Ésa es una excusa de lo más pobre.
—No tanto —dijo Joseph—. Además, hay una cosa que aún no te he dicho, _______… La espía de Midwinter es una mujer.
________ estaba tan asombrada que se quedó callada, olvidándose de su rabia.
Consideró mentalmente los miembros del grupo de lectura de lady Sally, e inmediatamente descontó la posibilidad de que alguna de ellas pudiese ser una traidora. Sencillamente no era posible. Entonces se le ocurrió una cosa y se quedó muy quieta. Cuando miró a Joseph, vio que él la miraba sonriente. Sabía que le había leído el pensamiento.
—Sospechabas de mí, ¿verdad, Joseph? —le susurró—. Pensaste que tal vez yo fuese tu espía.
Joseph negó con la cabeza y le tomó la mano.
—_______, puedo decir sin mentir que jamás pensé que tú fueses culpable de tal cosa.
_______ lo miró para ver si le estaba o no diciendo la verdad. De pronto sintió miedo; y no de las sospechas de Joseph, sino de que él dejase de considerarla del mismo modo que lo había hecho siempre, del modo que ella, ________, siempre había dado por sentado.
Joseph le agarró la mano y le habló con una nota de urgencia.
—_______, te lo prometo… jamás he pensado eso.
_______ tragó saliva, y de pronto sintió unas ganas horribles de ponerse a llorar.
—¿Estás seguro? —le insistió con voz acongojada.
—Te lo juro, _______ —respondió Joseph con ternura—. ¿Pero por favor, _______, cómo puedes pensar tal cosa? Nos conocemos desde hace años. ¿Por qué crees que estoy confiando ahora en ti? Es sólo porque sé que eres de confianza, y que jamás le contarías el secreto a nadie.
—Gracias —respondió ________, sintiéndose un poco mejor—. Me alegro de que sigas pensando bien de mí, Joseph, porque a veces me da la impresión de que no es así.
Oyó que Joseph suspiraba.
—Te confieso que me lo hiciste pasar un poco mal cuando me mentiste, diciendo que no habías estado en la terraza.
________ ahogó una risilla.
—Lo siento. No tenía ni idea de que eso te haría sospechar de mí, o habría dicho la verdad de inmediato.
—Aun así no entiendo por qué lo hiciste —dijo Joseph.
—Lo siento —repitió _______—. Me sentí confusa por lo que había oído y… —vaciló— bastante enfadada contigo también.
Parecía que Joseph estaba esperando a que dijera más, pero cuando ella no siguió hablando, él suspiró y le soltó la mano.
—Supongo que eso puedo entenderlo —dijo—. Dios sabe que he estado haciendo bastantes cosas encubiertas como para suscitar las sospechas de cualquiera.
_______ se quedó helada.
—¡Los libros! —exclamó de nuevo en tono enfadado—. Dijiste que Maskelyne era el hombre que murió. Eso quiere decir que era parte del plan de contraespionaje del duque de Kestrel. —Miró de nuevo a Joseph enfadada—. Supongo que cuando te encontré en los establos estabas comprobando si había alguna pista en los libros de Maskelyne. Sin embargo me dijiste que estabas buscando algo que te llevara al tesoro de Midwinter. ¡Me mentiste!
—No es cierto —dijo Joseph en tono suave.
—Pero dijiste…
—No dije nada. Fuiste tú la que asumiste que yo estaba allí tratando de buscar pistas para tomarte la delantera.
_______ pensó que iba a explotar de indignación.
—¡Pero tú permitiste que yo siguiese creyéndolo!
—Por supuesto. No quería que empezases a sospechar, por miedo a que tu vida corriese peligro.
_______ frunció el ceño.
—No corregiste mis falsas suposiciones. En eso hay cierto engaño.
—_______ —dijo Joseph—. Acabamos de discutir sobre el hecho de que me dijeses una mentira en la terraza el día de la fiesta. No creo que estés en la posición más adecuada para echarme los perros por no decirte toda la verdad.
_______ tuvo la elegancia de sentirse ligeramente avergonzada.
—Supongo que no. Todo este asunto está lleno de engaños, dicha sea la verdad.
—El espionaje es así —señaló Joseph—. Es un asunto turbio.
_______ seguía tratando de asimilar la información en su pensamiento, considerando y reconsiderando todas las cosas que habían pasado pensando en el comportamiento de Joseph.
—Cuando tú y Richard Kestrel fuisteis a Saltire esa tarde —dijo _______—, ¿cuál era vuestro propósito allí? Puesto que seguramente tendríais alguno…
—¿Sugieres que teníamos más propósito que el de coquetear con la damas del grupo de lectura? —le preguntó Joseph en tono burlón.
________ estudió su rostro.
—Sí, —hizo un gesto indignado con la mano—. Lo estás haciendo otra vez, Joseph; tratando de animarme a que asuma cosas para no tener que contestar a mis preguntas.
Joseph le tomó la mano otra vez y le sonrió de una forma que dejó a _______ temblorosa.
—Te aseguro de que no quería despistarte en modo alguno otra vez —le dijo—. La verdad es que alguien trató de pegarme un tiro cuando salí la otra noche de Midwinter Royal, _______. Cuando llegamos al grupo de lectura al día siguiente, era con la intención de tratar de averiguar quién había sido.
Se arrepintió aún más de haber ido con James cuando éste detuvo el coche detrás de donde estaba todo el mundo, y tuvo que estirar el cuello para ver algo. El río estaba por lo menos a ochenta o noventa metros de allí, y _______ deseó haberse llevado los prismáticos.
—Espero que estemos bien seguros aquí —dijo James, mirando las brillantes aguas del río con antipatía—. No me gustaría que me salpicasen.
—No creo que haya posibilidad de que pase eso —dijo _______, tratando de no saltar.
Toda la ciudad parecía haber salido de sus casas para ir a la regata. Al otro lado del río, en Woodbridge, _______ vio el muelle lleno de colorido por los uniformes de los soldados y los brillantes vestidos de verano de las damas. Sin embargo, los residentes de los pueblos de Midwinter habían preferido alinearse en la orilla opuesta, y estaban todos reunidos en las verdes laderas que llegaban hasta el borde del agua, donde también había una marquesina donde se vendían refrescos y había un cuarteto musical tocando. Una brisa ligera arrancaba del río, alborotando los sombreros a las señoras y agitando las cuerdas que tensaban las velas de los yates.
Más adelante, _______ vio una calesa donde estaban los Marney y Deborah Stratton. Nicholas Kestrel y Joseph Jonas estaban los dos apoyados a un lado, charlando con los ocupantes. Todos se reían y charlaban, sobre todo cuando lady Sally y Lily Benedict se unieron al grupo. _______ no pudo evitar sentirse un poco como la niña fea que se tiene que quedar sentada en la fiesta, y sobre todo James Kestrel no le estaba prestando demasiada atención, sino que parecía estar buscando a otra persona entre el público. Y tampoco Joseph parecía muy interesado en llevar a término la promesa que le había hecho tan sólo el día anterior. Le había dirigido una mirada a _______ cuando ella y James habían llegado; él le había sonreído y había hecho una inclinación con la mano y la cabeza, pero aún no se había acercado a ella. _______, cuyo errante corazón se había acelerado sólo de pensar en verlo de nuevo, se sintió extremadamente decepcionada.
El tañido de las campanas de la iglesia fue la señal para que empezase la carrera, y una tremenda aclamación surgió de la otra orilla.
Primero se celebraban las carreras de remos con premios en metálico, y todos los habitantes de Woodbridge se entregaban a los festejos en cuerpo y alma. _______ no podía ver bien las carreras, ya que el señor Kestrel había colocado el coche muy alejado del agua, y los barcos eran bastante planos; pero cuando empezaron las carreras de yates pudo verlas bien. Al final, sir John Norton fue el ganador de la carrera con su elegante embarcación, que ganó al yate Ariel por muy poco. Sir John se llevó un trofeo de plata y una preciosa ensaladera de cristal tallado.
—Discúlpeme, señorita Odell —dijo James Kestrel repentinamente—. Ahora mismo vuelvo.
Se bajó del coche y desapareció por detrás de la marquesina donde se vendían refrescos.
Durante un rato, _______ se quedó allí sentada sola observando la caza de patos, que era la culminación de la regata. Después de eso, los asistentes empezaron a dispersarse, puesto que algunos de los caballeros habían sido invitados a comer en el Anchor Inn y las damas tenían que ir a preparase para la fiesta de la noche. _______ esperó a James Kestrel, y empezó a sentirse un poco irritada. Hacía por lo menos media hora que se había marchado, y ella estaba allí abandonada en el coche y sin posibilidad de llegar a casa. La gente empezaba a mirarla. _______ ladeó su sombrilla para ocultar su rostro de las miradas curiosas mientras por dentro hervía de irritación. Allí sentada, estaba cada vez más sudorosa y más enfadada, hasta que finalmente se bajó del coche y fue en busca de James Kestrel. No estaba en la tienda donde daban de comer y beber, ni tampoco lo encontró entre el público cada vez más escaso que iba abandonando los alrededores del río. _______ estaba acostumbrada a caminar y decidió que la descortesía de James Kestrel merecía que lo dejase allí y volviese a casa andando. Sudorosa, fastidiada y con el calzado menos adecuado para recorrer los tres kilómetros que había hasta Midwinter Royal, echó a andar por el camino.
No habría caminado más de cincuenta metros cuando vio a James. Estaba de pie al abrigo de un grupo de robles que había un poco más allá de uno de los lados del camino; y desde luego él no la había visto.
Estaba demasiado ocupado, puesto que tenía entre sus brazos a la señorita Helena Lang y la estaba besando apasionadamente.
______ se quedó inmóvil. Absurdamente, lo primero que pensó fue en que jamás habría esperado que James Kestrel hiciese nada tan alocado como besar a una dama en público y a plena luz del día. Después pensó la rabia que sentía de que la hubiera dejado tirada en el coche mientras le hacía la corte a la señorita Lang. No era precisamente que estuviese celosa ni nada de eso, puesto que jamás había deseado que él le hiciera caso en el plano amoroso. Pero se sentía ridícula porque ella sabía lo que estaba pasando entre James Kestrel y la señorita Lang desde el día de la fiesta de lady Sally, y sin embargo había aceptado sus atenciones. Tal vez, pensaba _______ con fastidio, James la había estado utilizando para distraer el interés general de que estaba cortejando a la señorita Lang. Tal vez bajo su sobria fachada fuese tan mujeriego como el resto de la familia y tuviese toda la intención de cortejarla a ella para poder disponer de las cincuenta mil libras de _______ mientras que le hacía el amor a otra mujer. Y tal vez ella fuese casi tan culpable, puesto que no había habido ningún elemento de inmadurez en su idea de querer poner celoso a Joseph saliendo con James Kestrel.
______ se puso derecha y echó a andar con resolución hacia el coche de James Kestrel, pensando que no le estaría mal castigarlo y llevarse su coche para volver a casa.
Desgraciadamente para ______, sir John Norton, todo sofocado, se acercó a ella agitando la copa de plata por encima de su cabeza. Le echó un brazo a la cintura y le pegó un sonoro beso en la mejilla.
—Felicíteme, señorita Odell. ¿No le ha parecido la victoria más tremenda?
______ consiguió controlarse apenas de propinarle una bofetada en su rostro de expresión arrogante. Tenía el brazo mojado todavía en su cintura, y le estaba empapando el vestido. Se puso colorada como un tomate al ver las caras de las personas que los miraban con curiosidad, y se apartó de él.
—Perdone, sir John. Lo dejaré para que lo celebre con sus amigos.
Sir John trató de agarrarla otra vez. _______ se dio cuenta entonces de que había estado bebiendo, algo que no era muy lógico en una persona que tiene que manejar una embarcación.
—¡No tan deprisa, cariño! ¿Y qué estás haciendo aquí solita? Yo me ocuparé de ti. Sube a bordo conmigo…
—No, gracias —respondió _______, a quien le estaba entrando el pánico.
La calesa de los Marney se había marchado y no reconocía a ninguno de los extraños que había en la orilla.
—¡Señorita Odell!
_______ se volvió con alivio y vio a Richard Kestrel detrás de ella.
—¿Puedo ayudarla en algo? ¿Tal vez acompañarla a donde tenga que ir? Parece tener un problema aquí.
_______ se volvió hacia él con gratitud.
—Gracias, lord Richard. Me temo que mi acompañante me ha dejado a merced de todo el mundo.
Richard le dirigió a John Norton una mirada de desdén.
—Ve a dormirla, Norton —dijo en tono pausado—. Y en el futuro limita tus atenciones a tu yate.
Sir John pronunció algo entre dientes que podría haber sido una disculpa y se dio la vuelta. Richard le ofreció el brazo a _______.
—¿Qué puede estar haciendo mi primo para dejarla sola de este modo? —le preguntó con una sonrisa—. Creo que James ha perdido la poca cabeza que tenía para empezar, y también los modales.
—Creo que su primo se distrajo con algo —replicó _______ con un toque áspero, y vio la expresión divertida en la mirada de Richard, en donde también había admiración.
—Entonces peor para él —le dijo con naturalidad—. Puesto que lo que él ha dejado, lo gano yo.
______ sonrió para sus adentros. Resultaba curioso estar paseando por la orilla del río con un caballero de quien todos decían ser el mayor libertino de todo el reino, y sin embargo no sentía ni aprensión ni una pizca de atracción. Richard Kestrel le caía bien.
—Como últimamente somos amigos, señorita Odell, no tengo reparo en hacerle una pregunta personal —dijo Richard Kestrel—. A pesar de los malos modales de mi primo, ¿cómo van sus asuntos amorosos?
______ arqueó las cejas y decidió pagarle con la misma moneda.
—Más o menos tan bien como los suyos, milord —dijo ella.
Richard hizo una mueca.
—¿Tan mal? ¡Entonces está metida en un buen lío!
Seguían riéndose los dos cuando de repente se encontraron de sopetón con Joseph Jonas. _______ ni siquiera lo había visto acercarse, tan distraída estaba con la compañía de Richard. Pero al ver la mirada de Joseph al verlos juntos, sintió que se le cerraba la garganta y se le aceleraba el corazón.
Richard también notó la tensión en el aire.
—Ah, aquí estás, viejo amigo —dijo en tono pausado—. Esperaba verte. ¿Te importa si me llevo el coche para acompañar a la señorita Odell a casa?
—Afortunadamente, eso no será necesario, puesto que yo puedo ocupar ahora tu lugar —respondió Joseph mientras miraba a su amigo a los ojos—. Creo recordar que tienes una cita ahora en Woodbridge, ¿no es así?
______ notó que los dos hombres intercambiaban un mensaje con la mirada. No le pareció enteramente amigable. Entonces Richard se echó a reír y alzó ambas manos en gesto de resignación.
—Es verdad, Joseph. Gracias por recordármelo; me había olvidado totalmente. Y estoy encantado de dejar a la señorita Odell bajo tu protección.
______ se puso colorada de rabia y de vergüenza. Que Joseph empezase a comportarse como un hermano mayor celoso era demasiado, particularmente cuando le había advertido antes para que no lo hiciera. Lo miró con fastidio.
—No necesito ningún acompañante, gracias, Joseph —le soltó—. Puedo volver caminando a Midwinter Royal perfectamente. —Se volvió educadamente hacia Richard Kestrel—. Gracias por rescatarme, milord. Lo aprecio profundamente.
Richard inclinó la cabeza con elegancia. En sus ojos había un destello de humor.
—Estoy para servirle, señorita Odell.
—Richard… —dijo Joseph en tono amenazador.
Richard se echó a reír.
—Cómo me entretiene haber encontrado por fin el modo de irritarte tan profundamente, viejo amigo. Es la primera vez en veinte años que me das ventaja.
Levantó la mano para despedirse y se alejó, dejándolos a los dos solos.
Joseph agarró a _______ del codo y prácticamente se la llevó de allí a rastras. Cuando habían recorrido veinte metros, _______ se zafó de él.
—Creo que tú no tienes coche en Suffolk, ¿no, Joseph? —le dijo con ironía en tono dulzón, notando cómo se le había acumulado todo el mal humor—. ¿Quieres que monte al pobre Castor hasta que quede derrengado, o pretendes arrastrarme a pie hasta casa?
Joseph le dirigió una mirada dura y seria.
—Sólo porque hayas hecho el ridículo delante de todo el mundo con sir John Norton no quiere decir que pagues tu malestar conmigo.
—¡No he hecho el ridículo! Sir John estaba borracho y me ha importunado, pero podría haberme cuidado yo sola.
—¿De verdad? —dijo Joseph en tono suave, echándole una mirada que la enrabietó todavía más—. A mí no me lo ha parecido.
—¡Tú no estabas delante!
—No, pero he visto lo que ha ocurrido.
—¿Entonces —dijo _______ con infantil espíritu de contradicción— por qué no viniste tú mismo a rescatarme? Afortunadamente lord Richard estaba allí para hacer lo que tú no tenías ganas de hacer.
Oyó que Joseph aspiraba con fastidio.
—Lord Richard… Sí… —dijo despacio—. Estás jugando a un juego muy peligroso, ________.
_______ le lanzó una mirada furiosa. Le había dado flato en el costado de la rapidez con que Joseph estaba tirando de ella; de modo que se paró y se apretó con la mano.
—Lord Richard y yo somos amigos —dijo con altivez—. No hay más que eso.
Joseph la miraba con franca incredulidad.
—¿Amigos? ¡Dios bendito! Después de ver cómo tratas a tus amigos, ________, debe de sentirse honrado de ser uno de ellos.
________ apretó los labios.
—Creo —dijo— que a veces debes ser el hombre más odioso que conozco, Joseph.
—Y eso que tengo muchos competidores —observó Joseph—. James Kestrel, sir John Norton…
________ se mordió el labio con fuerza para no explotar. Joseph le pasó el brazo por la cintura y la sentó en el asiento de un coche pintado en verde y dorado y con el emblema ducal de los Kestrel en un costado. Tom Bradshaw estaba de pie junto al carruaje con la expresión paciente de un hombre que ha sido entrenado para esperar; y para fingir que está sordo en muchas circunstancias. Joseph le quitó las riendas de las manos.
—Gracias, Bradshaw. Puedes volver caminando.
—Gracias, milord —dijo el mayordomo con resignación.
—Qué poco generoso por tu parte —exclamó ________ mientras Joseph dirigía el coche hacia el camino, y el desafortunado Bradshaw echaba a andar hacia Midwinter Royal—. Además, no es tu coche, Joseph. ¿Lo has robado?
—No seas ridícula —le soltó Joseph—. Se lo he pedido prestado a Nicholas Kestrel.
________ suspiró con exasperación.
—No tienes por qué molestarte en llevarme a casa, ¿sabes?
Joseph le sonrió con sorna.
—Créeme, _______, en este momento la idea de dejarte al borde del camino se me antoja muy atractiva. ¿Te has levantado de la cama esta mañana con mal pie?
________ saltó.
—No, pero ojalá no hubiese salido. He pasado un día de lo más intolerable y aburrido. Además, no sé por qué has sentido la necesidad de ofrecerte. Lord Richard me habría llevado de mil amores.
—Richard va a cenar en The Anchor —dijo Joseph—, mientras que yo regreso a Midwinter y por eso puedo llevarte conmigo. Lo siento si no te gusta la idea.
________ soltó un suspiro rabioso, desahogando toda la rabia que llevaba acumulada.
—¡Supongo que a ti no te importa si eres tú, o Richard Kestrel, o su hermano el duque quien me lleve a casa! Las damas de las poblaciones de Midwinter son para vosotros intercambiables, según parece. Tal vez sir John Norton esté en vuestra pequeña apuesta, de ahí la escena junto al río —se le ocurrió otra cosa con tanto convencimiento que le dolió profundamente—. A lo mejor cuando me besaste la otra noche sólo fue parte del mismo juego al que estáis jugando. Esto que voy a decir lo digo por todos, Joseph; sois una panda de canallas que desde luego sabéis cómo animar una aburrida estancia en el campo.
Se produjo un silencio tan total que ________ oía sus propias e iracundas palabras repitiéndose en su pensamiento. Vio que Joseph agarraba las riendas con más fuerza.
—¿Pero de qué estás hablando, ________? —le dijo con calma—. ¿Qué apuesta es ésa?
—Oh, no finjas no saberlo —exclamó ________—. Te oí hablando con lord Richard en la fiesta, preguntándole cuánto se suponía que teníais que coquetear como parte del plan de Nicholas Kestrel… —Dejó de hablar cuando Joseph soltó una mano de las riendas y la agarró de la muñeca con fuerza; no le hizo daño, pero el susto fue suficiente para acallarla de momento—. ¡Ay! ¿Qué estás haciendo?
Joseph se quedó un rato sin contestar. La soltó, y _______ se quedó frotándose la muñeca con la otra mano, aunque no le había hecho nada. Sin embargo, algo había cambiado el tono de su discusión. _______ se vio obligada a reconocer que de algún modo había disfrutado de la infantil regañina con Joseph. Pero en ese momento su expresión era dura y seria, y ________ tembló de aprensión sólo de verlo.
—Te estoy pidiendo que te quedes callada de momento, mientras vayamos por este camino —dijo Joseph en tono agradable, antes de echarle una mirada—. Más bien, te lo estoy suplicando.
La carretera estaba llena de peatones y del tráfico que regresaba de la regata, pero Joseph tomó un camino estrecho donde los setos se pegaban a los márgenes y las copas de los árboles se juntaban sobre sus cabezas para crear un túnel verde. En cuanto hubieron dejado atrás la carretera principal, Joseph detuvo el coche en un claro de hierba verde delante de un cobertizo y se volvió hacia ella con expresión seria.
—¿Qué oíste esa noche, _______?
La mirada confusa de _______ buscó la de Joseph. Su aspecto era severo e inflexible, y frunció el ceño, olvidándose de las peleas infantiles.
—¿Qué estamos haciendo aquí? Por aquí no se va a Midwinter Royal…
—Sólo contesta a mi pregunta —dijo Joseph.
_______ saltó al oír su tono de voz; sabía que Joseph insistiría en lograr una respuesta.
—Oh, muy bien. Sólo lo que te he dicho. Era casi el final de la fiesta y había salido a tomar un poco el aire; entonces lord Richard y tú salisteis de donde estabais jugando a las cartas. Te oí decir que cuando habías accedido a participar en el plan de Nicholas Kestrel no habías tenido idea de que implicaría tanto sacrificio por tu parte —arrugó la nariz, tratando de recordar sus palabras exactas—. Hiciste algún comentario sobre el coqueteo que tenías que soportar. Eso fue todo. ¿Pero qué…?
Joseph estaba frunciendo el ceño.
—¿Qué estabas haciendo ahí fuera, ________?
—¡Te lo he dicho! Tomando el aire.
—Pero cuando se te cayó el pañuelo y yo fui a devolvértelo, negaste haberme visto, y no dijiste nada de haber oído la conversación —señaló Joseph.
A ________ se le encogió el corazón.
—Es cierto —dijo.
Para sorpresa suya, Joseph no insistió en eso, sino que le preguntó algo totalmente distinto.
—¿Había alguien más contigo, ________?
________ frunció el ceño todavía más.
—No.
—¿Estás segura?
—Sí, por supuesto. Estaba sola.
Joseph entrecerró los ojos.
—¿Y le has contado a alguien lo que oíste?
—¡No! —_______ notó que se ruborizaba, y bajó la vista para disimular—. No se lo he dicho a nadie.
—Mírame —dijo Joseph, y ella lo hizo—. ¿Estás segura de que no se lo has dicho a nadie?
_______ lo miró con seriedad. Se dio cuenta de que era importante que él le creyera, pero como ya le había dicho una mentira, entendía que tal vez no confiase en ella.
—No, no se lo he dicho a nadie. Te lo prometo.
—¿Entonces por qué tienes esa cara, como si te sintieses culpable?
_______ juntó las manos.
—¿De verdad? Supongo que será porque te mentí cuando te dije que no te había visto fuera, y tal vez porque sí pensé en contárselo a alguien… —_______ le lanzó una mirada de desafío—. Quería contárselo a Deborah, a la señorita Stratton, porque ella es amiga mía y deseaba confiárselo a alguien.
Joseph la miraba de pronto con expresión ceñuda.
—¿Y por qué no se lo dijiste?
_______ bajó la vista y empezó a juguetear con un adorno de la falda mientras se decidía por una media verdad. No quería reconocer que había sido cierta lealtad hacia él lo que le había cerrado la boca. Le había decepcionado pensar que Joseph hubiese podido estar implicado en una treta de tanta bajeza y no había querido contárselo a nadie.
—No sé —dijo—. Supongo que fue porque pensé que a lo mejor no había entendido bien lo que me había parecido oír.
—¿Y por qué no me lo preguntaste a mí sin más? —le preguntó Joseph, poniendo el dedo en la llaga—. ¿Por qué me mentiste? ¿Por qué no me lo preguntase directamente? ¿Si somos tan buenos amigos como tú piensas, por qué no puedes hacer eso?
Esa pregunta era aún más dura que la primera. _______ sabía que no tanto tiempo atrás se habría enfrentado a Joseph sin dudarlo; pero esos días habían quedado atrás.
—Siempre parecemos estar discutiendo últimamente —dijo ella en tono algo triste—. No quería empeorar la cosa.
No era toda la verdad, pero no quería decirle a Joseph lo enfadada que había estado con él, ni cómo había planeado vengarse tan tontamente con los dibujos. Lo miró a la cara y sintió cierto alivio al ver que él se relajaba un poco.
—Entiendo —dijo él despacio—. Bueno, al menos con una cosa puedo tranquilizarte, _______. Lo que oíste lo interpretaste mal —sonrió levemente—. No hay ninguna apuesta.
_______ lo miró fijamente.
—¿No hay apuesta? ¿Entonces de qué estabas hablando con lord Richard?
Joseph suspiró.
—Te lo diré si me juras no decir nada.
_______ hizo un gesto leve.
—Te lo prometo.
—Ya sabes que Nicholas Kestrel y el resto estamos en Midwinter para algo más que un propósito —dijo Joseph—. En realidad lo adivinaste el primer día que llegué yo aquí.
_______ abrió los ojos como platos.
—Te refieres a… la amenaza de la invasión y tú uniéndote con los voluntarios, y como lord Richard es almirante y eso…
—Precisamente —dijo Joseph—. Hay un espía francés y sus asociados criminales trabajando en los pueblos de Midwinter, ________. Richard y yo, y uno o dos más, estamos tratando de desenmascararlos y descubrir cómo operan.
A _______ se le salían los ojos de las órbitas. Aquello parecía demasiado fantástico para ser verdad.
—¡No me digas! ¡Con lo tranquilo que es Midwinter!
—Pues precisamente por ser un lugar tan apacible y apartado es también el ideal para ocultarse —dijo Joseph en tono algo tenso—. Y créeme, _______, no es un sitio tan tranquilo como tú piensas. Un hombre ha muerto ya, Jeffrey Maskelyne. Por eso esto es tan grave. El destino de todos podría depender de desenmascarar a esa persona. Y por esa razón debes guardar silencio, _______.
A _______ le daba vueltas la cabeza.
—¿Pero eso qué tiene que ver con lo que tú le dijiste a Richard Kestrel?
Se produjo una pausa, tras la cual Joseph contestó.
—Hay muchas maneras de recopilar información —dijo Joseph en tono suave.
________ lo miró asombrada.
—¡No! No me lo puedo creer. —Su sorpresa dio paso al enojo—. No me creo que los hermanos Kestrel y tú estéis cortejando y haciéndoles el amor a las damas de Midwinter sólo para que os cuenten todos sus secretos. Es tan escandaloso. ¡Y tan poco limpio por vuestra parte! ¡Pero cómo os atrevéis!
Joseph sonrió de oreja a oreja.
—Es un asunto de vida o muerte, ________…
________ resopló.
—¡Pero qué tontería! Ésa es una excusa de lo más pobre.
—No tanto —dijo Joseph—. Además, hay una cosa que aún no te he dicho, _______… La espía de Midwinter es una mujer.
________ estaba tan asombrada que se quedó callada, olvidándose de su rabia.
Consideró mentalmente los miembros del grupo de lectura de lady Sally, e inmediatamente descontó la posibilidad de que alguna de ellas pudiese ser una traidora. Sencillamente no era posible. Entonces se le ocurrió una cosa y se quedó muy quieta. Cuando miró a Joseph, vio que él la miraba sonriente. Sabía que le había leído el pensamiento.
—Sospechabas de mí, ¿verdad, Joseph? —le susurró—. Pensaste que tal vez yo fuese tu espía.
Joseph negó con la cabeza y le tomó la mano.
—_______, puedo decir sin mentir que jamás pensé que tú fueses culpable de tal cosa.
_______ lo miró para ver si le estaba o no diciendo la verdad. De pronto sintió miedo; y no de las sospechas de Joseph, sino de que él dejase de considerarla del mismo modo que lo había hecho siempre, del modo que ella, ________, siempre había dado por sentado.
Joseph le agarró la mano y le habló con una nota de urgencia.
—_______, te lo prometo… jamás he pensado eso.
_______ tragó saliva, y de pronto sintió unas ganas horribles de ponerse a llorar.
—¿Estás seguro? —le insistió con voz acongojada.
—Te lo juro, _______ —respondió Joseph con ternura—. ¿Pero por favor, _______, cómo puedes pensar tal cosa? Nos conocemos desde hace años. ¿Por qué crees que estoy confiando ahora en ti? Es sólo porque sé que eres de confianza, y que jamás le contarías el secreto a nadie.
—Gracias —respondió ________, sintiéndose un poco mejor—. Me alegro de que sigas pensando bien de mí, Joseph, porque a veces me da la impresión de que no es así.
Oyó que Joseph suspiraba.
—Te confieso que me lo hiciste pasar un poco mal cuando me mentiste, diciendo que no habías estado en la terraza.
________ ahogó una risilla.
—Lo siento. No tenía ni idea de que eso te haría sospechar de mí, o habría dicho la verdad de inmediato.
—Aun así no entiendo por qué lo hiciste —dijo Joseph.
—Lo siento —repitió _______—. Me sentí confusa por lo que había oído y… —vaciló— bastante enfadada contigo también.
Parecía que Joseph estaba esperando a que dijera más, pero cuando ella no siguió hablando, él suspiró y le soltó la mano.
—Supongo que eso puedo entenderlo —dijo—. Dios sabe que he estado haciendo bastantes cosas encubiertas como para suscitar las sospechas de cualquiera.
_______ se quedó helada.
—¡Los libros! —exclamó de nuevo en tono enfadado—. Dijiste que Maskelyne era el hombre que murió. Eso quiere decir que era parte del plan de contraespionaje del duque de Kestrel. —Miró de nuevo a Joseph enfadada—. Supongo que cuando te encontré en los establos estabas comprobando si había alguna pista en los libros de Maskelyne. Sin embargo me dijiste que estabas buscando algo que te llevara al tesoro de Midwinter. ¡Me mentiste!
—No es cierto —dijo Joseph en tono suave.
—Pero dijiste…
—No dije nada. Fuiste tú la que asumiste que yo estaba allí tratando de buscar pistas para tomarte la delantera.
_______ pensó que iba a explotar de indignación.
—¡Pero tú permitiste que yo siguiese creyéndolo!
—Por supuesto. No quería que empezases a sospechar, por miedo a que tu vida corriese peligro.
_______ frunció el ceño.
—No corregiste mis falsas suposiciones. En eso hay cierto engaño.
—_______ —dijo Joseph—. Acabamos de discutir sobre el hecho de que me dijeses una mentira en la terraza el día de la fiesta. No creo que estés en la posición más adecuada para echarme los perros por no decirte toda la verdad.
_______ tuvo la elegancia de sentirse ligeramente avergonzada.
—Supongo que no. Todo este asunto está lleno de engaños, dicha sea la verdad.
—El espionaje es así —señaló Joseph—. Es un asunto turbio.
_______ seguía tratando de asimilar la información en su pensamiento, considerando y reconsiderando todas las cosas que habían pasado pensando en el comportamiento de Joseph.
—Cuando tú y Richard Kestrel fuisteis a Saltire esa tarde —dijo _______—, ¿cuál era vuestro propósito allí? Puesto que seguramente tendríais alguno…
—¿Sugieres que teníamos más propósito que el de coquetear con la damas del grupo de lectura? —le preguntó Joseph en tono burlón.
________ estudió su rostro.
—Sí, —hizo un gesto indignado con la mano—. Lo estás haciendo otra vez, Joseph; tratando de animarme a que asuma cosas para no tener que contestar a mis preguntas.
Joseph le tomó la mano otra vez y le sonrió de una forma que dejó a _______ temblorosa.
—Te aseguro de que no quería despistarte en modo alguno otra vez —le dijo—. La verdad es que alguien trató de pegarme un tiro cuando salí la otra noche de Midwinter Royal, _______. Cuando llegamos al grupo de lectura al día siguiente, era con la intención de tratar de averiguar quién había sido.
Natuu!
Re: "UN IRRESISTIBLE LORD" (JOE&TU) (TERMINADA)
omj casi matan ajoe
bueno cuando se le va a decalrar joe ah??
queiro otor beso
la jonove esta suepr
bueno cuando se le va a decalrar joe ah??
queiro otor beso
la jonove esta suepr
andreita
Re: "UN IRRESISTIBLE LORD" (JOE&TU) (TERMINADA)
lamento no haber pasado antes anda siguela plis
Nani Jonas
Re: "UN IRRESISTIBLE LORD" (JOE&TU) (TERMINADA)
Capítulo 16
_______ lo miró con total incredulidad. Le pitaron los oídos y notó cómo se le iba el color de la cara. Joseph la observó con una mezcla de preocupación y duda al percibir su angustia. De pronto todo empezaba a encajar, y _______ entendió con horror que si alguna vez lo perdía sería como si la partieran en dos, como si le faltase una parte de ella fundamental. Estaba sorprendida, aturdida, y sobre todo aterrorizada.
—¿Alguien te disparó? —le susurró; entonces le soltó la mano y le dio una palmada en el pecho—. ¿Alguien te disparó y vas y me lo cuentas semanas después, como si estuvieras dando cuenta de un incidente ocurrido en alguna merienda campestre? Santo cielo, sabía que tenías fama de ser flemático, pero esto es pasarse de la raya.
Se sorprendió al ver que temblaba como una hoja, se llevaba las manos brevemente al rostro y se echaba para atrás, pestañeando con incredulidad. Alguien había intentado matar a Joseph. Nada de lo que le había dicho hasta ese momento le había impactado tanto como esa sencilla frase. Se sentía profundamente desasosegada.
Vio una expresión distinta en el rostro de Joseph, que al momento siguiente la abrazó con fuerza. Maldijo entre dientes mientras le tiraba de las lazadas del sombrero, que al momento echó para atrás para poder pegar su mejilla a la de ella. Con una mano le acarició la cabeza, mientras le murmuraba palabras tranquilizadoras, y al poco _______ dejó de temblar. En sus brazos sentía una seguridad y un bienestar, tales que era imposible no relajarse. Las lágrimas que había estado a punto de derramar, parecieron retroceder.
—No puedo creerlo —dijo _______ con voz débil.
Joseph la estrechó entre sus brazos.
—No tienes nada que temer, _______. Estoy a salvo.
—No se trata de eso —las manos enguantadas de _______ lo agarraron de las solapas con suavidad—. Podrían haberte matado.
Joseph la besó en la cabeza.
—Pero no me mataron, _______. Te juro que mi intención no ha sido asustarte. La única razón por la que no te lo había dicho antes es porque todo este asunto es secreto y no tenía deseos de hacerte correr ningún peligro.
_______ se relajó ligeramente. Poco a poco el miedo se derritió y otra sensación empezó a hacerse más palpable. Sentía los latidos acelerados del corazón de Joseph. Con la nariz hundida en su camisa, aspiró el aroma seco y agradable de la tela, y debajo el aroma almizclado y sensual de su piel. Sintió una repentina inquietud. Le encantaba que la abrazase, pero además había una excitación muy distinta.
Deliberadamente, _______ se apartó de él y lo miró.
—¿Entonces llegasteis al grupo de lectura al día siguiente a ver si dabais con la persona que te había atacado?
—Yo lo herí a él o a ella —dijo Joseph con suavidad.
_______- negó con la cabeza.
—No puedo creer que fuera una de nosotras. Sencillamente no es posible…
Joseph no dijo nada, y pasado un momento ella suspiró y lo miró.
—¿Qué estás pensando? —le preguntó Joseph.
—Me preguntó qué pasaría si lo intentasen de nuevo —dijo _______ con sinceridad—. Hasta que no atrapen al culpable, tú no estarás a salvo.
Joseph le sonrió.
—No te preocupes, _______. Mi atacante sólo se atrevió porque esa noche iba yo solo. Por eso estos días me aseguro de estar siempre acompañado.
_______ frotó los dedos distraídamente sobre la tela de su camisa.
—No bromees, Joseph. Quienquiera que sea sabe que sospechas de él o ella, y por ende estás en peligro.
—Sé cuidarme —dijo Joseph con una naturalidad que a _______ no convenció—. Además, los atraparemos, _______, sean quienes sean. No es más que cuestión de tiempo.
_______ lo miró a los ojos.
—Hay algo que debo saber, Joseph —suspiró de nuevo—. Supongo que cuando Nicholas Kestrel y sus hermanos estuvieron tan amables con todas las damas era con la esperanza de dar con la identidad de la espía, ¿no?
Se sentía dolida. Sabía muy bien que a los Kestrel no les interesaba el matrimonio, pero le parecía un auténtico engaño que se hubiesen valido de su encanto para conseguir información.
Joseph se echó a reír.
—No tienes por qué pensar que todo haya sido fingido, _______ —dijo él en tono seco—. A Richard Kestrel le gustas muchísimo. ¿Por qué crees que yo estaba tan celoso hace un rato?
_______ lo miró a la cara con sorpresa.
—¿Celoso? Pero… —_______ tragó saliva y decidió cambiar el rumbo de la conversación—. Pero lord Richard está enamorado de la señora Stratton…
—Lo sé —dijo Joseph—. En realidad, Richard está tan enamorado que apenas es capaz de centrarse en lo que trata de conseguir. Cuanto más tiempo pasa con ella, menos lógica saca uno de él.
—Entonces no veo…
Dejó de hablar un momento. Sabía que estaba entrando en un terreno peligroso, pero ya era demasiado tarde. Y las medias verdades entre ellos debían terminar.
—¿No ves por qué me he puesto celoso? —le preguntó Joseph con pesar—. Me atrevo a decir que no tengo causa alguna, pero eso no tiene nada que ver con las emociones, _______. No deseo compartir tu atención con nadie.
La expresión en los ojos de Joseph pudo más que toda su reserva.
—_______ —continuó Joseph—, no he fingido nada. Entre tú y yo jamás ha habido nada fingido. ¿Quieres que te lo demuestre?
Joseph le tomó la mano de nuevo. Ella quería pedirle que no dijera nada más, que no hiciera ninguna tontería, que se retirase a la comodidad de la amistad. Pero ya era demasiado tarde para eso. Ella ya se había engañado a sí misma con sus acusaciones de deslealtad. Sabía que le había dado a entender sin miedo a equivocación el hecho de que él le importaba. Y sabía cuál sería la pregunta siguiente de Joseph. Esperó, aguantando la respiración.
—¿Por qué te ha disgustado tanto lo que te he contado acerca de lo que me pasó? —le preguntó él con suavidad.
_______ no lo miró a los ojos. Su respuesta fue un tanto torpe.
—Joseph, tú eres mi más viejo y querido amigo —le dijo—. ¿Cómo no me voy a preocupar si me dices que alguien ha tratado de dispararte? Tal vez tú seas así de impasible, pero yo no.
Joseph sonrió. Le estaba acariciando la mano con suavidad, provocándole leves estremecimientos.
—¿Estás segura de que sólo ha sido por eso?
_______ lo miró a los ojos algo angustiada.
—Es todo lo que puede ser —susurró.
Joseph la miró un momento y al siguiente la estrechó entre sus brazos de nuevo. Esa vez no hubo intento de consolarla. Esa vez su boca tomó la de ella con avidez, casi con furia, como si tratase de demostrar algo. El beso, exigente y apasionado, estaba también cargado de necesidad. A _______ le daba vueltas la cabeza. En cuanto Jospeh la tocó, sintió como si se perdiera, inconsciente a todo salvo a la fuerza de sus brazos, al ardor insistente de su boca, a su olor, a la presión de su cuerpo pegado al suyo.
Se olvidó de que estaban en un coche, en medio de un camino; se olvidó de sus escrúpulos y de sus dudas. El corazón le traspasaba el pecho y no podía pensar en otra cosa que no fuese la felicidad total y la perfección de estar entre los brazos de Joseph, la sensación turbadora de entregarse a él, de ir a casa.
Joseph tiró el sombrero en el asiento de al lado, y con un rápido movimiento le retiró unas horquillas del pelo, que le cayó por la espalda como una cascada castaño rojiza. _______ emitió un gemido entrecortado. La sensación era extraordinaria, tan íntima como si él la hubiese desnudado. Fue a abrir la boca para protestar de su situación, pero Joseph aprovechó para deslizarle una mano enguantada por entre los sedosos mechones de cabello y besarla apasionadamente. _______ se olvidó de la propiedad, del orden, y lo besó a su vez del mismo modo, arrastrada por una corriente incontrolable de deseo por él, agarrándose a sus hombros para apretarlo contra su cuerpo, para saborear y provocar y exigir de él una reacción tan potente como la que él provocaba en ella.
Lo entendió.
Los labios de Joseph se apartaron de los suyos para mordisquearle suavemente el lóbulo de la oreja. Su aliento le rozaba la delicada piel del cuello, provocándole estremecimientos por todas partes. _______ sintió un delicioso mareo, un embotamiento de los pensamientos mientras los sentidos cobraban protagonismo. Sintió sus dedos en los botones que cerraban su chaquetilla corta y entallada, y al momento una sensación de frescor en los hombros le dijo que se la había quitado. Y entonces, sin previo aviso, le robó el sentido totalmente. Rápidamente, con suavidad, le sacó uno de los pechos por el redondo escote y agachó la cabeza para lamerle y succionarle el pezón con habilidad. Un gemido breve e intenso escapó de los labios de _______, que se arqueó hacia atrás, dejándose acariciar por sus manos y su boca. Él continuó acariciándole la cintura, y con la boca los pechos, y _______ pensó que quería morirse de placer, de deseo.
El coche se movió repentinamente, y _______ estuvo a punto de caerse del asiento. Una bandada de pájaros levantó el vuelo de las copas de unos árboles con gritos de alarma. De los campos que había detrás del granero se oyó el ruido de voces y el ruido del hierro raspando contra la madera. Instantáneamente Joseph y _______ volvieron a la realidad. Él la soltó; tenía los ojos ardientes y los labios apretados.
—¿Entonces somos amigos solo?
_______ se sentía consternada. Sabía que le había respondido totalmente, demostrándole que no deseaba sino perderse entre sus brazos para siempre. Con la cabeza gacha se colocó el vestido y se puso la chaquetilla. Joseph la ayudó a ponérsela con manos temblorosas.
—_______… —dijo Joseph, y en su voz había un tono que la empujó a mirarlo.
—Creo que no deberíamos haberlo hecho —dijo _______ bajando la vista.
Oyó que Joseph se echaba a reír.
—Aquí y ahora, no —concedió, entonces le tomó las manos para que ella lo mirara—. Te he preguntado si lo que sientes por mí es simplemente amistad.
El rubor tiñó las mejillas de _______, quien se dio cuenta de que tenía que enfrentarse a sus exigencias con su propio coraje. Levantó la cara para poder mirarlo a los ojos, aquellos ojos castaños y luminosos.
—No —le dijo rotundamente—. No creo que ahora seamos sólo amigos.
Jospeh le sonrió.
—¿Entonces qué sientes por mí, _______?
_______ se tiró de un hilo que sobresalía de uno de sus guantes, y casi lo rompió de lo nerviosa que estaba.
—Debo reconocer que… Tengo que confesar que, aunque me cueste creerlo, me atraes muchísimo, Joseph—dijo—. Eso me preocupa, y no me gusta.
Vio que Joseph sonreía un poco más.
—¿No te gusta, o no te gusto yo? —preguntó—. Por favor, sé más específica.
_______ se mordió el labio con gesto algo impaciente.
—Ah, me gustas Joseph —dijo—. Eso ha debido de quedarte muy claro. No te he rechazado ni nada… —bajó la voz—. Pero no me gusta sentir lo que siento por ti.
—La amistad puede cambiar —dijo Joseph—. Puede crecer, y transformarse en algo distinto…
_______ sintió que se le cerraba la garganta. Tales sentimientos no le ayudaban a sentirse más segura, sino más bien todo lo contrario. Explorar una atracción mutua podía ser una aventura de lo más emocionante, y sólo de pensar en ello se le aceleraba el corazón. Pero como al final no podría ser, su amistad acabaría resintiéndose. Deseaban cosas distintas. Siempre había sido así y siempre lo sería.
Ella levantó la vista y miró a Joseph a los ojos.
—No sé qué pensar —dijo ella.
Joseph le volvió la cara hacia él con sus dedos enguantados rozándole la mejilla.
—Sí que lo sabes —le dijo él—. Sabes qué pensar. Dímelo ahora —le invitó con suavidad, mientras la miraba a los ojos—. Dime exactamente qué es lo que piensas.
_______ estaba pensando que lo deseaba y que no quería más que tenerlo entre sus brazos. Pero no había necesidad de hablar; la verdad estaba escrita en su cara. Vio que miraba sus labios entreabiertos y que sus ojos se oscurecían, y además levantó la cabeza hacia él al sentir la caricia de su mano. La invitación de _______ fue suficiente para los dos. Él bajó la cabeza, y ella cerró los ojos. Sintió entonces que él le besaba el contorno de la mandíbula, plantándole besos a medida que le iban abrasando el alma. Cuando finalmente acercó su boca a la de _______, ella emitió un sonido de placer y le ofreció su boca como una fruta madura. Y su boca se movió con la de Joseph, respondiendo al ataque de su lengua implacable, deseosa de satisfacer el clamor de sus sentidos. No tenía ni idea del tiempo que habían pasado besándose, pero cuando notó que Joseph se apartaba de ella estuvo a punto de gritar de frustración.
Él la miraba con una mezcla de insatisfacción y deseo, además de con cierta expresión divertida.
—¿Y después de todo esto quieres que seamos amigos? —le dijo en tono sensual—. De todos modos, debo llevarte de vuelta a casa, cariño, o de lo contrario voy a tomarte en brazos, a llevarte a ese granero y hacerte el amor aquí y ahora mismo.
_______ se llevó los dedos a los labios para ahogar el gemido que sus palabras le provocaron. La imagen se quedó grabada en su mente, excluyendo todo pensamiento. Aspiró hondo, y pasados unos momentos logró recuperar cierta compostura.
Joseph se centró en virar el coche y se puso en camino hacia la carretera de Woodbridge. _______ vio el paisaje alrededor como una nebulosa. El único pensamiento coherente que ocupaba su mente era que había disfrutado de las caricias de Joseph tremendamente. Se sentía asombrada y vulnerable y muy emocionada. Era una experiencia totalmente nueva para ella, algo que le impidió hablar durante todo el camino a casa.
—¿Alguien te disparó? —le susurró; entonces le soltó la mano y le dio una palmada en el pecho—. ¿Alguien te disparó y vas y me lo cuentas semanas después, como si estuvieras dando cuenta de un incidente ocurrido en alguna merienda campestre? Santo cielo, sabía que tenías fama de ser flemático, pero esto es pasarse de la raya.
Se sorprendió al ver que temblaba como una hoja, se llevaba las manos brevemente al rostro y se echaba para atrás, pestañeando con incredulidad. Alguien había intentado matar a Joseph. Nada de lo que le había dicho hasta ese momento le había impactado tanto como esa sencilla frase. Se sentía profundamente desasosegada.
Vio una expresión distinta en el rostro de Joseph, que al momento siguiente la abrazó con fuerza. Maldijo entre dientes mientras le tiraba de las lazadas del sombrero, que al momento echó para atrás para poder pegar su mejilla a la de ella. Con una mano le acarició la cabeza, mientras le murmuraba palabras tranquilizadoras, y al poco _______ dejó de temblar. En sus brazos sentía una seguridad y un bienestar, tales que era imposible no relajarse. Las lágrimas que había estado a punto de derramar, parecieron retroceder.
—No puedo creerlo —dijo _______ con voz débil.
Joseph la estrechó entre sus brazos.
—No tienes nada que temer, _______. Estoy a salvo.
—No se trata de eso —las manos enguantadas de _______ lo agarraron de las solapas con suavidad—. Podrían haberte matado.
Joseph la besó en la cabeza.
—Pero no me mataron, _______. Te juro que mi intención no ha sido asustarte. La única razón por la que no te lo había dicho antes es porque todo este asunto es secreto y no tenía deseos de hacerte correr ningún peligro.
_______ se relajó ligeramente. Poco a poco el miedo se derritió y otra sensación empezó a hacerse más palpable. Sentía los latidos acelerados del corazón de Joseph. Con la nariz hundida en su camisa, aspiró el aroma seco y agradable de la tela, y debajo el aroma almizclado y sensual de su piel. Sintió una repentina inquietud. Le encantaba que la abrazase, pero además había una excitación muy distinta.
Deliberadamente, _______ se apartó de él y lo miró.
—¿Entonces llegasteis al grupo de lectura al día siguiente a ver si dabais con la persona que te había atacado?
—Yo lo herí a él o a ella —dijo Joseph con suavidad.
_______- negó con la cabeza.
—No puedo creer que fuera una de nosotras. Sencillamente no es posible…
Joseph no dijo nada, y pasado un momento ella suspiró y lo miró.
—¿Qué estás pensando? —le preguntó Joseph.
—Me preguntó qué pasaría si lo intentasen de nuevo —dijo _______ con sinceridad—. Hasta que no atrapen al culpable, tú no estarás a salvo.
Joseph le sonrió.
—No te preocupes, _______. Mi atacante sólo se atrevió porque esa noche iba yo solo. Por eso estos días me aseguro de estar siempre acompañado.
_______ frotó los dedos distraídamente sobre la tela de su camisa.
—No bromees, Joseph. Quienquiera que sea sabe que sospechas de él o ella, y por ende estás en peligro.
—Sé cuidarme —dijo Joseph con una naturalidad que a _______ no convenció—. Además, los atraparemos, _______, sean quienes sean. No es más que cuestión de tiempo.
_______ lo miró a los ojos.
—Hay algo que debo saber, Joseph —suspiró de nuevo—. Supongo que cuando Nicholas Kestrel y sus hermanos estuvieron tan amables con todas las damas era con la esperanza de dar con la identidad de la espía, ¿no?
Se sentía dolida. Sabía muy bien que a los Kestrel no les interesaba el matrimonio, pero le parecía un auténtico engaño que se hubiesen valido de su encanto para conseguir información.
Joseph se echó a reír.
—No tienes por qué pensar que todo haya sido fingido, _______ —dijo él en tono seco—. A Richard Kestrel le gustas muchísimo. ¿Por qué crees que yo estaba tan celoso hace un rato?
_______ lo miró a la cara con sorpresa.
—¿Celoso? Pero… —_______ tragó saliva y decidió cambiar el rumbo de la conversación—. Pero lord Richard está enamorado de la señora Stratton…
—Lo sé —dijo Joseph—. En realidad, Richard está tan enamorado que apenas es capaz de centrarse en lo que trata de conseguir. Cuanto más tiempo pasa con ella, menos lógica saca uno de él.
—Entonces no veo…
Dejó de hablar un momento. Sabía que estaba entrando en un terreno peligroso, pero ya era demasiado tarde. Y las medias verdades entre ellos debían terminar.
—¿No ves por qué me he puesto celoso? —le preguntó Joseph con pesar—. Me atrevo a decir que no tengo causa alguna, pero eso no tiene nada que ver con las emociones, _______. No deseo compartir tu atención con nadie.
La expresión en los ojos de Joseph pudo más que toda su reserva.
—_______ —continuó Joseph—, no he fingido nada. Entre tú y yo jamás ha habido nada fingido. ¿Quieres que te lo demuestre?
Joseph le tomó la mano de nuevo. Ella quería pedirle que no dijera nada más, que no hiciera ninguna tontería, que se retirase a la comodidad de la amistad. Pero ya era demasiado tarde para eso. Ella ya se había engañado a sí misma con sus acusaciones de deslealtad. Sabía que le había dado a entender sin miedo a equivocación el hecho de que él le importaba. Y sabía cuál sería la pregunta siguiente de Joseph. Esperó, aguantando la respiración.
—¿Por qué te ha disgustado tanto lo que te he contado acerca de lo que me pasó? —le preguntó él con suavidad.
_______ no lo miró a los ojos. Su respuesta fue un tanto torpe.
—Joseph, tú eres mi más viejo y querido amigo —le dijo—. ¿Cómo no me voy a preocupar si me dices que alguien ha tratado de dispararte? Tal vez tú seas así de impasible, pero yo no.
Joseph sonrió. Le estaba acariciando la mano con suavidad, provocándole leves estremecimientos.
—¿Estás segura de que sólo ha sido por eso?
_______ lo miró a los ojos algo angustiada.
—Es todo lo que puede ser —susurró.
Joseph la miró un momento y al siguiente la estrechó entre sus brazos de nuevo. Esa vez no hubo intento de consolarla. Esa vez su boca tomó la de ella con avidez, casi con furia, como si tratase de demostrar algo. El beso, exigente y apasionado, estaba también cargado de necesidad. A _______ le daba vueltas la cabeza. En cuanto Jospeh la tocó, sintió como si se perdiera, inconsciente a todo salvo a la fuerza de sus brazos, al ardor insistente de su boca, a su olor, a la presión de su cuerpo pegado al suyo.
Se olvidó de que estaban en un coche, en medio de un camino; se olvidó de sus escrúpulos y de sus dudas. El corazón le traspasaba el pecho y no podía pensar en otra cosa que no fuese la felicidad total y la perfección de estar entre los brazos de Joseph, la sensación turbadora de entregarse a él, de ir a casa.
Joseph tiró el sombrero en el asiento de al lado, y con un rápido movimiento le retiró unas horquillas del pelo, que le cayó por la espalda como una cascada castaño rojiza. _______ emitió un gemido entrecortado. La sensación era extraordinaria, tan íntima como si él la hubiese desnudado. Fue a abrir la boca para protestar de su situación, pero Joseph aprovechó para deslizarle una mano enguantada por entre los sedosos mechones de cabello y besarla apasionadamente. _______ se olvidó de la propiedad, del orden, y lo besó a su vez del mismo modo, arrastrada por una corriente incontrolable de deseo por él, agarrándose a sus hombros para apretarlo contra su cuerpo, para saborear y provocar y exigir de él una reacción tan potente como la que él provocaba en ella.
Lo entendió.
Los labios de Joseph se apartaron de los suyos para mordisquearle suavemente el lóbulo de la oreja. Su aliento le rozaba la delicada piel del cuello, provocándole estremecimientos por todas partes. _______ sintió un delicioso mareo, un embotamiento de los pensamientos mientras los sentidos cobraban protagonismo. Sintió sus dedos en los botones que cerraban su chaquetilla corta y entallada, y al momento una sensación de frescor en los hombros le dijo que se la había quitado. Y entonces, sin previo aviso, le robó el sentido totalmente. Rápidamente, con suavidad, le sacó uno de los pechos por el redondo escote y agachó la cabeza para lamerle y succionarle el pezón con habilidad. Un gemido breve e intenso escapó de los labios de _______, que se arqueó hacia atrás, dejándose acariciar por sus manos y su boca. Él continuó acariciándole la cintura, y con la boca los pechos, y _______ pensó que quería morirse de placer, de deseo.
El coche se movió repentinamente, y _______ estuvo a punto de caerse del asiento. Una bandada de pájaros levantó el vuelo de las copas de unos árboles con gritos de alarma. De los campos que había detrás del granero se oyó el ruido de voces y el ruido del hierro raspando contra la madera. Instantáneamente Joseph y _______ volvieron a la realidad. Él la soltó; tenía los ojos ardientes y los labios apretados.
—¿Entonces somos amigos solo?
_______ se sentía consternada. Sabía que le había respondido totalmente, demostrándole que no deseaba sino perderse entre sus brazos para siempre. Con la cabeza gacha se colocó el vestido y se puso la chaquetilla. Joseph la ayudó a ponérsela con manos temblorosas.
—_______… —dijo Joseph, y en su voz había un tono que la empujó a mirarlo.
—Creo que no deberíamos haberlo hecho —dijo _______ bajando la vista.
Oyó que Joseph se echaba a reír.
—Aquí y ahora, no —concedió, entonces le tomó las manos para que ella lo mirara—. Te he preguntado si lo que sientes por mí es simplemente amistad.
El rubor tiñó las mejillas de _______, quien se dio cuenta de que tenía que enfrentarse a sus exigencias con su propio coraje. Levantó la cara para poder mirarlo a los ojos, aquellos ojos castaños y luminosos.
—No —le dijo rotundamente—. No creo que ahora seamos sólo amigos.
Jospeh le sonrió.
—¿Entonces qué sientes por mí, _______?
_______ se tiró de un hilo que sobresalía de uno de sus guantes, y casi lo rompió de lo nerviosa que estaba.
—Debo reconocer que… Tengo que confesar que, aunque me cueste creerlo, me atraes muchísimo, Joseph—dijo—. Eso me preocupa, y no me gusta.
Vio que Joseph sonreía un poco más.
—¿No te gusta, o no te gusto yo? —preguntó—. Por favor, sé más específica.
_______ se mordió el labio con gesto algo impaciente.
—Ah, me gustas Joseph —dijo—. Eso ha debido de quedarte muy claro. No te he rechazado ni nada… —bajó la voz—. Pero no me gusta sentir lo que siento por ti.
—La amistad puede cambiar —dijo Joseph—. Puede crecer, y transformarse en algo distinto…
_______ sintió que se le cerraba la garganta. Tales sentimientos no le ayudaban a sentirse más segura, sino más bien todo lo contrario. Explorar una atracción mutua podía ser una aventura de lo más emocionante, y sólo de pensar en ello se le aceleraba el corazón. Pero como al final no podría ser, su amistad acabaría resintiéndose. Deseaban cosas distintas. Siempre había sido así y siempre lo sería.
Ella levantó la vista y miró a Joseph a los ojos.
—No sé qué pensar —dijo ella.
Joseph le volvió la cara hacia él con sus dedos enguantados rozándole la mejilla.
—Sí que lo sabes —le dijo él—. Sabes qué pensar. Dímelo ahora —le invitó con suavidad, mientras la miraba a los ojos—. Dime exactamente qué es lo que piensas.
_______ estaba pensando que lo deseaba y que no quería más que tenerlo entre sus brazos. Pero no había necesidad de hablar; la verdad estaba escrita en su cara. Vio que miraba sus labios entreabiertos y que sus ojos se oscurecían, y además levantó la cabeza hacia él al sentir la caricia de su mano. La invitación de _______ fue suficiente para los dos. Él bajó la cabeza, y ella cerró los ojos. Sintió entonces que él le besaba el contorno de la mandíbula, plantándole besos a medida que le iban abrasando el alma. Cuando finalmente acercó su boca a la de _______, ella emitió un sonido de placer y le ofreció su boca como una fruta madura. Y su boca se movió con la de Joseph, respondiendo al ataque de su lengua implacable, deseosa de satisfacer el clamor de sus sentidos. No tenía ni idea del tiempo que habían pasado besándose, pero cuando notó que Joseph se apartaba de ella estuvo a punto de gritar de frustración.
Él la miraba con una mezcla de insatisfacción y deseo, además de con cierta expresión divertida.
—¿Y después de todo esto quieres que seamos amigos? —le dijo en tono sensual—. De todos modos, debo llevarte de vuelta a casa, cariño, o de lo contrario voy a tomarte en brazos, a llevarte a ese granero y hacerte el amor aquí y ahora mismo.
_______ se llevó los dedos a los labios para ahogar el gemido que sus palabras le provocaron. La imagen se quedó grabada en su mente, excluyendo todo pensamiento. Aspiró hondo, y pasados unos momentos logró recuperar cierta compostura.
Joseph se centró en virar el coche y se puso en camino hacia la carretera de Woodbridge. _______ vio el paisaje alrededor como una nebulosa. El único pensamiento coherente que ocupaba su mente era que había disfrutado de las caricias de Joseph tremendamente. Se sentía asombrada y vulnerable y muy emocionada. Era una experiencia totalmente nueva para ella, algo que le impidió hablar durante todo el camino a casa.
Nataly(:
Natuu!
Re: "UN IRRESISTIBLE LORD" (JOE&TU) (TERMINADA)
me encanto le cap
por fin ella esta aceptando que si queire ajoe
sii si
siguela
por fin ella esta aceptando que si queire ajoe
sii si
siguela
andreita
Re: "UN IRRESISTIBLE LORD" (JOE&TU) (TERMINADA)
aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaiiiiiii que hermosos caaapiiiiisss
jejeje ya me puse al corriente de toodosss los capiiiss
asi que siguelaaaaa porfaaaa
jejeje ya me puse al corriente de toodosss los capiiiss
asi que siguelaaaaa porfaaaa
chelis
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