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"UN IRRESISTIBLE LORD" (JOE&TU) (TERMINADA)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: "UN IRRESISTIBLE LORD" (JOE&TU) (TERMINADA)
Capítulo 3
(Segunda parte)
(Segunda parte)
El grupo de lectura era un asunto muy selecto. Tan sólo seis de ellas estaban sentadas alrededor de una brillante mesa de nogal en la biblioteca de lady Sally Saltire. Además de Deborah Stratton y Olivia Marney, estaba lady Sally, Helena Lang, la hija del vicario, y Lily Benedict, una belleza morena que estaba casada con un caballero que vivía retirado.
—Bueno, queridas mías —dijo lady Sally cuando habían comentado los dos primeros capítulos de La Hechicera—. Todas sospechamos que sir Philip Desormeaux conseguirá más de lo que había pensado a través de su anuncio; pero cualquier caballero que ponga un anuncio para conseguir esposa merece una lección…
Sonrió a todas ellas de manera conspiradora, y a ______ le pareció como si estuviera envolviéndolas en el calor que emanaba su personalidad. Desde la coronilla de su elegante cabeza hasta las puntas de sus zapatillas de cabritilla, lady Sally Saltire exudaba la clase de estilo que provocaba la envidia de ______. Lady Sally era esbelta, elegante y naturalmente distinguida. Tampoco se trataba sólo del vestido. _______ reflexionó sobre Olivia Marney, por ejemplo, que iba a la moda pero resultaba sosa. Sally era vivaz, con todo el estilo que le confería el ser una elegante viuda de sociedad.
—Siempre pienso que un hombre que necesita buscar esposa de ese modo debe de tener algo muy extraño —dijo Helena Lang, sugiriendo con su tono que jamás le daría a ese pobre de espíritu oportunidad alguna—. Después de todo, hay un montón de hombres horribles que consiguen esposa sin tener que recurrir a los periódicos. Me pregunto qué horrible sería éste para tener que hacerlo. Pensándolo bien, resulta bastante sobrecogedor.
Todas se echaron a reír al oír sus palabras.
—Es cierto que un hombre horrible puede casarse fácilmente si es rico y tiene título —concedió Lily Benedict—. Es algo que se ve a diario.
Dos lacayos llevaron sendas fuentes con tarta, té y agua de limón. _______ aceptó un vaso de lo último, ya que hacía un día muy caluroso, y el ambiente en la biblioteca de lady Sally resultaba de lo más sofocante. A través de las ventanas abiertas entraba una brisa muy leve, y los techos de escayola bajos parecían acumular el calor.
—Lady Sally es conocida por sus obras de caridad —le susurró Deborah Stratton a ______ al oído—. El verano pasado subvencionó una carrera en el río y un grupo de personas muy de moda llegaron desde Londres para asistir. ¡Fue una ocasión de lo más emocionante! Rara vez vemos tales eventos de sociedad en Midwinter.
—Y bien… señoras —dijo lady Sally cuando el lacayo se había retirado—. Deseaba compartir con vosotras los planes de mi nuevo proyecto… y pedir vuestra ayuda.
Cinco pares de ojos la miraron con curiosidad.
—Me gustaría —continuó lady Sally—, recaudar fondos para una de mis benevolentes asociaciones. Se me ocurrió que un pequeño proyecto tal vez distrajera a todo el mundo agradablemente de los rumores de esa fastidiosa amenaza de invasión de los navíos franceses, así que… —sonrió con un toque de malicia—. Pensé que sería muy divertido hacer un cuaderno de acuarelas.
Un suspiro pasó entre los miembros del grupo. Unas cuantas acuarelas no parecían ni la mitad de emocionantes de lo que había sido la regata del año anterior.
—¿Quieres decir un libro con dibujos en acuarela, Sally? —le preguntó Lily Benedict—. Eso parece algo soso comparado con tus proyectos habituales.
—Las vistas locales quedarían preciosas plasmadas en acuarelas —sugirió Olivia Marney—. El río, el molino de agua…
—Desde luego yo tenía en mente las atracciones locales —dijo lady Sally, estirando lánguidamente el brazo para servirse otra taza de té—, pero nada tan soso como el río, Olivia. Tenía en mente dibujos de caballeros locales.
Olivia estuvo a punto de ahogarse con el sorbo de té, y su hermana tuvo que darle unas palmadas en la espalda. Helena Lang, una belleza algo vulgar, emitió un chillido de emoción.
—¿Los retratos de los caballeros en un libro? ¡Lady Sally, sois tan pícara!
—Lo sé —dijo lady Sally con calma—. La idea ha nacido de las posibles ganancias para mis obras caritativas, señoras. Unos cuantos dibujos de algunos caballeros que sean un buen partido, con unas cuantas líneas que den algo de información sobre ellos…
—Como por ejemplo si están casados o no, o sobre el tamaño de sus propiedades —sugirió Deborah Stratton entre risas—. Será como un índice geográfico.
—Precisamente —lady Sally asintió—. Tenía en mente celebrar una fiesta en el pueblo y organizar una subasta. Las damas harían cola para hacer una apuesta en un libro que ofrecerá detalles sobre los hombres más interesantes en el mercado del matrimonio. Estoy segura de que será un éxito, sobre todo si los hombres plasmados en los dibujos también asisten.
Lily Benedict se echó a reír.
—¡Es una idea escandalosa, Sally! Nadie salvo tú podría llevarla a la práctica.
—¿Qué caballeros aparecerán? —preguntó Helena Lang, diciendo en voz alta la pregunta que nadie se atrevía a formular.
Lady Sally fue nombrándolos.
—Sir John Norton ya ha accedido a posar para mí, al igual que lord Northcote…
—Pero él ya está casado —protestó Helena, haciendo un mohín—. Y sir John es un auténtico aburrimiento. Debéis incluir a caballeros más atractivos, lady Sally. ¡Desde luego que sí!
—Desde luego el libro de acuarelas sería mucho más popular —concedió lady Sally—. Nicholas Kestrel y sus hermanos estarán aquí durante el verano, y tengo toda la intención de convencerlos para que participen… —sonrió—. Y estoy segura de que muchas estarán deseosas de comprar.
______, que había estado escuchando en silencio, vio que Deborah Stratton desviaba rápidamente la mirada y empezaba a toquetear las pastas de su copia de La Hechicera. Se le habían subido los colores por la sola mención de Nicholas Kestrel y sus hermanos, y ______ no podía evitar preguntarse cuál de los hermanos Kestrel podía provocar tal reacción en ella. Afortunadamente, Helena Lang las distrajo a todas antes de que la incomodidad de Deborah fuera demasiado patente.
—¿Sin embargo, convencerás al duque para que pose, lady Sally? He oído decir que es muy altivo, además de ser un calavera de primera.
—Haré uso de mis encantos, señorita Lang —dijo lady Sally—. Y si fallo, os pediré a alguna de vosotras que se acerque a él. Nicholas es muy susceptible a la persuasión de una dama, eso os lo aseguro. En realidad, ahí es donde necesito vuestra ayuda.
Las damas se miraron con curiosidad.
—Necesito que hagan uso de sus encantos con los hombres que están de visita en Midwinter —dijo lady Sally sonriendo—. ¡Un leve coqueteo siempre puede hacer milagros, señoras! Si pueden persuadir al duque y a sus amigos para que tomen parte en el catálogo de acuarelas, entonces podré establecer otro colegio en Ipswich para niños pobres. Nadie podrá negar que será por una buena causa.
—Sin embargo todavía le faltan algunos caballeros —observó Deborah, que parecía haber recuperado la compostura—. ¿Tenía a algún otro en mente?
Lady Sally le sonrió a Olivia, que había estado la mayor parte del tiempo en silencio, como era habitual en ella.
—Se me había ocurrido que tal vez lord Marney quisiera tomar parte —dijo lady Sally—. Me preguntaba si podrías hablar con él, querida Olivia.
Olivia Marney alzó la cabeza inmediatamente; tenía las mejillas muy sonrosadas.
—Mi marido no hace ni caso a estas peticiones —le dijo en tono seco—. ¡Tendría más éxito si se lo pidiera usted, lady Sally!
De pronto el ambiente de la sala se volvió tenso. ______ no tenía ni idea de por qué todo tenía que ser tan complicado, pero no se le pasó por alto la mirada significativa que lady Sally le dirigió a lady Benedict. La única persona que parecía ajena a la tensión de su hermana era Deborah Stratton.
—¡Yo le pediré a Ross si quiere participar, Liv! —le dijo Deborah alegremente—. Estoy segura de que estará de acuerdo.
—Ah, bueno, si se lo pides tú, Deborah, estoy segura de que no habrá dificultad alguna —dijo Olivia Marney en tono tan libre de amargura y reposado, que hasta Deborah se quedó en silencio.
Se produjo otra pausa extraña.
Lady Sally fue la que empezó a hablar.
—Espléndido —dijo, como si Olivia no hubiera sugerido nada en su contestación—. Y si puedo pedirle, señorita Odell, que hable con lord Jonas, entonces creo que podremos estar verdaderamente orgullosas de la colección de distinguidos caballeros que honrarán mi libro de acuarelas.
______ pegó un respingo. Acababa precisamente de estar pesando que Joseph detestaría ser parte de un proyecto de aquella índole cuando se había dado cuenta de que lady Sally se dirigía a ella. ______ sintió que los ojos del grupo se fijaban en ella. Helena Lang la miraba de repente con evidente envidia.
—Dudo de que tenga influencia alguna con lord Jonas —dijo ______—. Es cierto que lo conozco desde hace años, pero no lo describiría como un caballero que se deje persuadir.
Lady Sally abrió los ojos muy divertida.
—¿Eso es lo que piensas? —dijo—. Qué pena, porque sin duda es el hombre más carismático que yo conozco —sonrió a ______ con suavidad—. ¿No sería susceptible a cierto coqueteo, señorita Odell?
—No si soy yo la que coqueteo con él —dijo ______, echándose a reír con la simple idea—. ¡Me preguntaría si he tomado demasiado el sol!
Todo el mundo se echó a reír, aunque lady Sally parecía pensativa.
—Me parece una pena —dijo ella—. Lord Jonas estaría muy atractivo pintado a acuarela.
—Estaría muy atractivo con cualquier cosa —añadió Lily Benedict en tono seco—, o sin nada.
_______ se mordió el labio y se concentró sobre todo en no pensar en Joseph precisamente así, sin nada en absoluto. Después de lo mucho que le había costado desvanecer la imagen de su pensamiento, parecía que había vuelto con ganas. Se abanicó disimuladamente con el libro.
—Oh, por favor, tratad de persuadirlo, señorita Odell —la interrumpió Helena Lang—. Lord Jonas sería la elección más perfecta. Es tan atrevido.
_______ miró las facciones suplicantes. Su primer impulso fue negarse. La simple idea de pedirle a Joseph que posara para el libro de acuarelas se le antojaba insoportable.
—En realidad no creo que… —empezó a decir.
Lady Sally le tomó la mano con gesto consolador.
—Por favor no os preocupéis. No deseo que os sintáis obligada a proponerle nada a lord Jonas, señorita Odell; no si vais a sentir vergüenza. Tal vez alguna de las otras damas podría hacer uso de parte de su encanto para persuadirlo.
—Estoy segura de que eso nos proporcionará un enorme placer —dijo Lily Benedict.
_______ frunció el ceño. La idea de otra mujer coqueteando con Joseph le hacía sentirse bastante posesiva; aunque supiera que aquello era de lo menos apropiado. Miró la cara de Lily Benedict, con aquellos ojos negros rasgados llenos de malicia, y decidió que no le gustaba demasiado y que no le daría la oportunidad de coquetear con Joseph. Lo mismo pensaba de la vulgar señorita Lang.
—Supongo que al menos podré hablar con él —dijo ______—. Creo que lo haré sin problema.
—¡Ay, qué bien! —exclamó Helena—. Qué emocionante tener a un aventurero tan famoso al alcance de la mano. ¿No fue acaso lord Jonas el que luchó con un cocodrilo en el Nilo y sobrevivió a la maldición de Amenhopec? Es el caballero de más éxito que he conocido en mi vida.
—El incidente del cocodrilo se exageró muchísimo —dijo ______ con serenidad, deseando desinflar las pretensiones de Helena Lang y de reducir al mismo tiempo el atractivo de Joseph—. En cuanto a la maldición, no creo que lord Jonas escapara a ella con tanta facilidad. Estuvo muy enfermo del estómago durante semanas después de excavar esa tumba. Lo llaman la venganza del faraón.
Se oyeron unas carcajadas del grupo de señoras al tiempo que comprendían el significado.
—Mi querida señorita Odell —dijo lady Sally, limpiándose las lágrimas de los ojos—. Creo que acabáis de destrozar la fama de valiente y aventurero de lord Jonas de una pasada. ¡Mal de estómago! ¡Qué poco romántico! Estoy deseando tomarle el pelo.
—Podríais dibujar a lord Jonas luchando con un cocodrilo, señora —dijo Helena Lang en tono esperanzado a lady Sally—. Tal vez sin camisa…
—¿En las aguas del Winter Race? —dijo lady Sally—. Qué imaginación más calenturienta tenéis, señorita Lang. Aunque no descarto la idea del todo. Ahora, señoras… —miró a su alrededor al grupo—. ¡A trabajar! Confío en ustedes.
La reunión se terminó con ese llamamiento. ______ declinó la invitación de Olivia y Deborah de llevarla de vuelta a Midwinter Royal en el coche, prefiriendo regresar por el sendero que bordeaba el río. El aire era fresco, arrancaba del agua y tenía un toque salado. El Winter Race era un pequeño afluente del río Deben, que en su día había movido la rueda del molino en Midwinter Bere; pero en la actualidad el molino estaba en ruinas y el agua fluía despacio entre los bancales, las marismas y los terrenos pantanosos. En un día tan claro como aquél, se veía hasta Deben, donde los yates estaban amarrados en el muelle de Woodbridge.
El sendero arenoso era blando bajo sus pies. Un conejo se movió entre los arbustos, asustando a un faisán que paseaba por el brezo. Mientras caminaba iba pensando en el grupo de lectura de lady Sally y sobre las acuarelas de las que habían hablado. Estaba segura de que el proyecto en sí sería un éxito total.
_______ se detuvo para mirar al otro lado del Winter Race. La brisa despeinaba los mechones de pelo que se le habían salido del gorro, y se paró para metérselos de nuevo. El margen del río que tenía delante se elevaba hacia el enterramiento de Midwinter Royal. Había un pequeño pinar que ofrecía a un lado la vista del río y al otro los campos de Midwinter Royal. Las agujas de los pinos del año anterior alfombraban con una capa mullida el terreno por donde pasaba ______; además al caminar sobre ellas desprendían un aroma dulce y resinoso.
Se detuvo en lo alto de la colina para contemplar la excavación en la que sir Arthur y lady Odell estaban trabajando, en el rincón sur del campo, cavando en un largo bancal y echando la tierra a un enorme agujero. ______ suspiró. Todo parecía tan desarreglado y sucio, y ella detestaba el desorden.
Joseph Jonas estaba mucho más cerca de donde estaba ella, cavando una zanja en el lateral de un túmulo funerario. A Joseph no le gustaba excavar directamente desde la parte superior; mantenía que eso podía estropear lo que estuviera enterrado debajo. En lugar de eso, abría una pequeña zanja a un lado para explorar y trabajaba hacia adentro desde allí. ______ no veía qué más daba de un modo u otro. Pronto sus padres estarían en casa llenando el suelo de barro que llevarían en los pies, y ella tendría que pedirle a Rose que lo dejara de nuevo todo limpio. Entonces la cocinilla quedaría llena de trozos de jarras y jarrones para lavar y la mesa del comedor quedaría llena de huesos. Siempre pasaba lo mismo.
Observó a Joseph que hacía una pausa y se apoyaba sobre la pala con la que estaba cavando, para pasarse la mano por la frente. ______ lo miró y trató de averiguar por qué lady Sally lo había descrito como uno de los hombres más carismáticos que conocía. Ella conocía bien las estatuas griegas y de acuerdo con esos cánones, Joseph no era particularmente guapo. Tenía la cara demasiado delgada y las facciones ligeramente irregulares. Sin embargo, los fuertes planos de su rostro resultaban de algún modo agradables a la vista, y resultaba difícil dejar de mirarlo. Además también estaba su espeso cabello castaño oscuro, sus ojos cafes y serenos y ese cuerpo esbelto y musculoso que tan bien se veía sobre una montura, o saliendo del río… Oh, sí, ______ podía apreciar la belleza de Joseph Jonas de un modo totalmente objetivo. Sin embargo, nada tenía de objetivo la extraña emoción que sentía en esos momentos en el estómago mientras veía a Joseph trabajando; y cuando él se volvió y miró hacia donde estaba ella, ______ desvió la mirada y echó a andar apresuradamente sin dirigirle la palabra. Curiosamente se sentía muy cortada, y tampoco le pareció el momento adecuado para abordar el tema del libro de acuarelas, Eso tendría que dejarlo para otro día.
Mientras ______ se apresuraba camino adelante hacia la casa, imaginó que sentía la mirada de Joseph fija en su espalda. Sí, entendía lo atractivo que podía parecerle Joseph a otra dama. Por un breve momento, sin embargo, no se sintió en absoluto imparcial… Y eso no le gustaba nada.
—Bueno, queridas mías —dijo lady Sally cuando habían comentado los dos primeros capítulos de La Hechicera—. Todas sospechamos que sir Philip Desormeaux conseguirá más de lo que había pensado a través de su anuncio; pero cualquier caballero que ponga un anuncio para conseguir esposa merece una lección…
Sonrió a todas ellas de manera conspiradora, y a ______ le pareció como si estuviera envolviéndolas en el calor que emanaba su personalidad. Desde la coronilla de su elegante cabeza hasta las puntas de sus zapatillas de cabritilla, lady Sally Saltire exudaba la clase de estilo que provocaba la envidia de ______. Lady Sally era esbelta, elegante y naturalmente distinguida. Tampoco se trataba sólo del vestido. _______ reflexionó sobre Olivia Marney, por ejemplo, que iba a la moda pero resultaba sosa. Sally era vivaz, con todo el estilo que le confería el ser una elegante viuda de sociedad.
—Siempre pienso que un hombre que necesita buscar esposa de ese modo debe de tener algo muy extraño —dijo Helena Lang, sugiriendo con su tono que jamás le daría a ese pobre de espíritu oportunidad alguna—. Después de todo, hay un montón de hombres horribles que consiguen esposa sin tener que recurrir a los periódicos. Me pregunto qué horrible sería éste para tener que hacerlo. Pensándolo bien, resulta bastante sobrecogedor.
Todas se echaron a reír al oír sus palabras.
—Es cierto que un hombre horrible puede casarse fácilmente si es rico y tiene título —concedió Lily Benedict—. Es algo que se ve a diario.
Dos lacayos llevaron sendas fuentes con tarta, té y agua de limón. _______ aceptó un vaso de lo último, ya que hacía un día muy caluroso, y el ambiente en la biblioteca de lady Sally resultaba de lo más sofocante. A través de las ventanas abiertas entraba una brisa muy leve, y los techos de escayola bajos parecían acumular el calor.
—Lady Sally es conocida por sus obras de caridad —le susurró Deborah Stratton a ______ al oído—. El verano pasado subvencionó una carrera en el río y un grupo de personas muy de moda llegaron desde Londres para asistir. ¡Fue una ocasión de lo más emocionante! Rara vez vemos tales eventos de sociedad en Midwinter.
—Y bien… señoras —dijo lady Sally cuando el lacayo se había retirado—. Deseaba compartir con vosotras los planes de mi nuevo proyecto… y pedir vuestra ayuda.
Cinco pares de ojos la miraron con curiosidad.
—Me gustaría —continuó lady Sally—, recaudar fondos para una de mis benevolentes asociaciones. Se me ocurrió que un pequeño proyecto tal vez distrajera a todo el mundo agradablemente de los rumores de esa fastidiosa amenaza de invasión de los navíos franceses, así que… —sonrió con un toque de malicia—. Pensé que sería muy divertido hacer un cuaderno de acuarelas.
Un suspiro pasó entre los miembros del grupo. Unas cuantas acuarelas no parecían ni la mitad de emocionantes de lo que había sido la regata del año anterior.
—¿Quieres decir un libro con dibujos en acuarela, Sally? —le preguntó Lily Benedict—. Eso parece algo soso comparado con tus proyectos habituales.
—Las vistas locales quedarían preciosas plasmadas en acuarelas —sugirió Olivia Marney—. El río, el molino de agua…
—Desde luego yo tenía en mente las atracciones locales —dijo lady Sally, estirando lánguidamente el brazo para servirse otra taza de té—, pero nada tan soso como el río, Olivia. Tenía en mente dibujos de caballeros locales.
Olivia estuvo a punto de ahogarse con el sorbo de té, y su hermana tuvo que darle unas palmadas en la espalda. Helena Lang, una belleza algo vulgar, emitió un chillido de emoción.
—¿Los retratos de los caballeros en un libro? ¡Lady Sally, sois tan pícara!
—Lo sé —dijo lady Sally con calma—. La idea ha nacido de las posibles ganancias para mis obras caritativas, señoras. Unos cuantos dibujos de algunos caballeros que sean un buen partido, con unas cuantas líneas que den algo de información sobre ellos…
—Como por ejemplo si están casados o no, o sobre el tamaño de sus propiedades —sugirió Deborah Stratton entre risas—. Será como un índice geográfico.
—Precisamente —lady Sally asintió—. Tenía en mente celebrar una fiesta en el pueblo y organizar una subasta. Las damas harían cola para hacer una apuesta en un libro que ofrecerá detalles sobre los hombres más interesantes en el mercado del matrimonio. Estoy segura de que será un éxito, sobre todo si los hombres plasmados en los dibujos también asisten.
Lily Benedict se echó a reír.
—¡Es una idea escandalosa, Sally! Nadie salvo tú podría llevarla a la práctica.
—¿Qué caballeros aparecerán? —preguntó Helena Lang, diciendo en voz alta la pregunta que nadie se atrevía a formular.
Lady Sally fue nombrándolos.
—Sir John Norton ya ha accedido a posar para mí, al igual que lord Northcote…
—Pero él ya está casado —protestó Helena, haciendo un mohín—. Y sir John es un auténtico aburrimiento. Debéis incluir a caballeros más atractivos, lady Sally. ¡Desde luego que sí!
—Desde luego el libro de acuarelas sería mucho más popular —concedió lady Sally—. Nicholas Kestrel y sus hermanos estarán aquí durante el verano, y tengo toda la intención de convencerlos para que participen… —sonrió—. Y estoy segura de que muchas estarán deseosas de comprar.
______, que había estado escuchando en silencio, vio que Deborah Stratton desviaba rápidamente la mirada y empezaba a toquetear las pastas de su copia de La Hechicera. Se le habían subido los colores por la sola mención de Nicholas Kestrel y sus hermanos, y ______ no podía evitar preguntarse cuál de los hermanos Kestrel podía provocar tal reacción en ella. Afortunadamente, Helena Lang las distrajo a todas antes de que la incomodidad de Deborah fuera demasiado patente.
—¿Sin embargo, convencerás al duque para que pose, lady Sally? He oído decir que es muy altivo, además de ser un calavera de primera.
—Haré uso de mis encantos, señorita Lang —dijo lady Sally—. Y si fallo, os pediré a alguna de vosotras que se acerque a él. Nicholas es muy susceptible a la persuasión de una dama, eso os lo aseguro. En realidad, ahí es donde necesito vuestra ayuda.
Las damas se miraron con curiosidad.
—Necesito que hagan uso de sus encantos con los hombres que están de visita en Midwinter —dijo lady Sally sonriendo—. ¡Un leve coqueteo siempre puede hacer milagros, señoras! Si pueden persuadir al duque y a sus amigos para que tomen parte en el catálogo de acuarelas, entonces podré establecer otro colegio en Ipswich para niños pobres. Nadie podrá negar que será por una buena causa.
—Sin embargo todavía le faltan algunos caballeros —observó Deborah, que parecía haber recuperado la compostura—. ¿Tenía a algún otro en mente?
Lady Sally le sonrió a Olivia, que había estado la mayor parte del tiempo en silencio, como era habitual en ella.
—Se me había ocurrido que tal vez lord Marney quisiera tomar parte —dijo lady Sally—. Me preguntaba si podrías hablar con él, querida Olivia.
Olivia Marney alzó la cabeza inmediatamente; tenía las mejillas muy sonrosadas.
—Mi marido no hace ni caso a estas peticiones —le dijo en tono seco—. ¡Tendría más éxito si se lo pidiera usted, lady Sally!
De pronto el ambiente de la sala se volvió tenso. ______ no tenía ni idea de por qué todo tenía que ser tan complicado, pero no se le pasó por alto la mirada significativa que lady Sally le dirigió a lady Benedict. La única persona que parecía ajena a la tensión de su hermana era Deborah Stratton.
—¡Yo le pediré a Ross si quiere participar, Liv! —le dijo Deborah alegremente—. Estoy segura de que estará de acuerdo.
—Ah, bueno, si se lo pides tú, Deborah, estoy segura de que no habrá dificultad alguna —dijo Olivia Marney en tono tan libre de amargura y reposado, que hasta Deborah se quedó en silencio.
Se produjo otra pausa extraña.
Lady Sally fue la que empezó a hablar.
—Espléndido —dijo, como si Olivia no hubiera sugerido nada en su contestación—. Y si puedo pedirle, señorita Odell, que hable con lord Jonas, entonces creo que podremos estar verdaderamente orgullosas de la colección de distinguidos caballeros que honrarán mi libro de acuarelas.
______ pegó un respingo. Acababa precisamente de estar pesando que Joseph detestaría ser parte de un proyecto de aquella índole cuando se había dado cuenta de que lady Sally se dirigía a ella. ______ sintió que los ojos del grupo se fijaban en ella. Helena Lang la miraba de repente con evidente envidia.
—Dudo de que tenga influencia alguna con lord Jonas —dijo ______—. Es cierto que lo conozco desde hace años, pero no lo describiría como un caballero que se deje persuadir.
Lady Sally abrió los ojos muy divertida.
—¿Eso es lo que piensas? —dijo—. Qué pena, porque sin duda es el hombre más carismático que yo conozco —sonrió a ______ con suavidad—. ¿No sería susceptible a cierto coqueteo, señorita Odell?
—No si soy yo la que coqueteo con él —dijo ______, echándose a reír con la simple idea—. ¡Me preguntaría si he tomado demasiado el sol!
Todo el mundo se echó a reír, aunque lady Sally parecía pensativa.
—Me parece una pena —dijo ella—. Lord Jonas estaría muy atractivo pintado a acuarela.
—Estaría muy atractivo con cualquier cosa —añadió Lily Benedict en tono seco—, o sin nada.
_______ se mordió el labio y se concentró sobre todo en no pensar en Joseph precisamente así, sin nada en absoluto. Después de lo mucho que le había costado desvanecer la imagen de su pensamiento, parecía que había vuelto con ganas. Se abanicó disimuladamente con el libro.
—Oh, por favor, tratad de persuadirlo, señorita Odell —la interrumpió Helena Lang—. Lord Jonas sería la elección más perfecta. Es tan atrevido.
_______ miró las facciones suplicantes. Su primer impulso fue negarse. La simple idea de pedirle a Joseph que posara para el libro de acuarelas se le antojaba insoportable.
—En realidad no creo que… —empezó a decir.
Lady Sally le tomó la mano con gesto consolador.
—Por favor no os preocupéis. No deseo que os sintáis obligada a proponerle nada a lord Jonas, señorita Odell; no si vais a sentir vergüenza. Tal vez alguna de las otras damas podría hacer uso de parte de su encanto para persuadirlo.
—Estoy segura de que eso nos proporcionará un enorme placer —dijo Lily Benedict.
_______ frunció el ceño. La idea de otra mujer coqueteando con Joseph le hacía sentirse bastante posesiva; aunque supiera que aquello era de lo menos apropiado. Miró la cara de Lily Benedict, con aquellos ojos negros rasgados llenos de malicia, y decidió que no le gustaba demasiado y que no le daría la oportunidad de coquetear con Joseph. Lo mismo pensaba de la vulgar señorita Lang.
—Supongo que al menos podré hablar con él —dijo ______—. Creo que lo haré sin problema.
—¡Ay, qué bien! —exclamó Helena—. Qué emocionante tener a un aventurero tan famoso al alcance de la mano. ¿No fue acaso lord Jonas el que luchó con un cocodrilo en el Nilo y sobrevivió a la maldición de Amenhopec? Es el caballero de más éxito que he conocido en mi vida.
—El incidente del cocodrilo se exageró muchísimo —dijo ______ con serenidad, deseando desinflar las pretensiones de Helena Lang y de reducir al mismo tiempo el atractivo de Joseph—. En cuanto a la maldición, no creo que lord Jonas escapara a ella con tanta facilidad. Estuvo muy enfermo del estómago durante semanas después de excavar esa tumba. Lo llaman la venganza del faraón.
Se oyeron unas carcajadas del grupo de señoras al tiempo que comprendían el significado.
—Mi querida señorita Odell —dijo lady Sally, limpiándose las lágrimas de los ojos—. Creo que acabáis de destrozar la fama de valiente y aventurero de lord Jonas de una pasada. ¡Mal de estómago! ¡Qué poco romántico! Estoy deseando tomarle el pelo.
—Podríais dibujar a lord Jonas luchando con un cocodrilo, señora —dijo Helena Lang en tono esperanzado a lady Sally—. Tal vez sin camisa…
—¿En las aguas del Winter Race? —dijo lady Sally—. Qué imaginación más calenturienta tenéis, señorita Lang. Aunque no descarto la idea del todo. Ahora, señoras… —miró a su alrededor al grupo—. ¡A trabajar! Confío en ustedes.
La reunión se terminó con ese llamamiento. ______ declinó la invitación de Olivia y Deborah de llevarla de vuelta a Midwinter Royal en el coche, prefiriendo regresar por el sendero que bordeaba el río. El aire era fresco, arrancaba del agua y tenía un toque salado. El Winter Race era un pequeño afluente del río Deben, que en su día había movido la rueda del molino en Midwinter Bere; pero en la actualidad el molino estaba en ruinas y el agua fluía despacio entre los bancales, las marismas y los terrenos pantanosos. En un día tan claro como aquél, se veía hasta Deben, donde los yates estaban amarrados en el muelle de Woodbridge.
El sendero arenoso era blando bajo sus pies. Un conejo se movió entre los arbustos, asustando a un faisán que paseaba por el brezo. Mientras caminaba iba pensando en el grupo de lectura de lady Sally y sobre las acuarelas de las que habían hablado. Estaba segura de que el proyecto en sí sería un éxito total.
_______ se detuvo para mirar al otro lado del Winter Race. La brisa despeinaba los mechones de pelo que se le habían salido del gorro, y se paró para metérselos de nuevo. El margen del río que tenía delante se elevaba hacia el enterramiento de Midwinter Royal. Había un pequeño pinar que ofrecía a un lado la vista del río y al otro los campos de Midwinter Royal. Las agujas de los pinos del año anterior alfombraban con una capa mullida el terreno por donde pasaba ______; además al caminar sobre ellas desprendían un aroma dulce y resinoso.
Se detuvo en lo alto de la colina para contemplar la excavación en la que sir Arthur y lady Odell estaban trabajando, en el rincón sur del campo, cavando en un largo bancal y echando la tierra a un enorme agujero. ______ suspiró. Todo parecía tan desarreglado y sucio, y ella detestaba el desorden.
Joseph Jonas estaba mucho más cerca de donde estaba ella, cavando una zanja en el lateral de un túmulo funerario. A Joseph no le gustaba excavar directamente desde la parte superior; mantenía que eso podía estropear lo que estuviera enterrado debajo. En lugar de eso, abría una pequeña zanja a un lado para explorar y trabajaba hacia adentro desde allí. ______ no veía qué más daba de un modo u otro. Pronto sus padres estarían en casa llenando el suelo de barro que llevarían en los pies, y ella tendría que pedirle a Rose que lo dejara de nuevo todo limpio. Entonces la cocinilla quedaría llena de trozos de jarras y jarrones para lavar y la mesa del comedor quedaría llena de huesos. Siempre pasaba lo mismo.
Observó a Joseph que hacía una pausa y se apoyaba sobre la pala con la que estaba cavando, para pasarse la mano por la frente. ______ lo miró y trató de averiguar por qué lady Sally lo había descrito como uno de los hombres más carismáticos que conocía. Ella conocía bien las estatuas griegas y de acuerdo con esos cánones, Joseph no era particularmente guapo. Tenía la cara demasiado delgada y las facciones ligeramente irregulares. Sin embargo, los fuertes planos de su rostro resultaban de algún modo agradables a la vista, y resultaba difícil dejar de mirarlo. Además también estaba su espeso cabello castaño oscuro, sus ojos cafes y serenos y ese cuerpo esbelto y musculoso que tan bien se veía sobre una montura, o saliendo del río… Oh, sí, ______ podía apreciar la belleza de Joseph Jonas de un modo totalmente objetivo. Sin embargo, nada tenía de objetivo la extraña emoción que sentía en esos momentos en el estómago mientras veía a Joseph trabajando; y cuando él se volvió y miró hacia donde estaba ella, ______ desvió la mirada y echó a andar apresuradamente sin dirigirle la palabra. Curiosamente se sentía muy cortada, y tampoco le pareció el momento adecuado para abordar el tema del libro de acuarelas, Eso tendría que dejarlo para otro día.
Mientras ______ se apresuraba camino adelante hacia la casa, imaginó que sentía la mirada de Joseph fija en su espalda. Sí, entendía lo atractivo que podía parecerle Joseph a otra dama. Por un breve momento, sin embargo, no se sintió en absoluto imparcial… Y eso no le gustaba nada.
Ahí les dejo dos capitulos chicas, espero que les gusten.
¡Bienvenida Yhosdaly Fast Life!
Gracias por pasarte.
Natuuu♥!!
Natuu!
Re: "UN IRRESISTIBLE LORD" (JOE&TU) (TERMINADA)
jajajaaja esto no es verdad en nuestro verdadero joseph: Joseph no era particularmente guapo
jajaja me encata la nove
queior beso
jajaja me encata la nove
queior beso
andreita
Re: "UN IRRESISTIBLE LORD" (JOE&TU) (TERMINADA)
andreita escribió:jajajaaja esto no es verdad en nuestro verdadero joseph: Joseph no era particularmente guapo
jajaja me encata la nove
queior beso
Jajaja claro que no es verdad jaja
"Nuestro verdadero Joseph es particularmente guapo"
xD
Ahora subo capitulo (:
Natuu!
Re: "UN IRRESISTIBLE LORD" (JOE&TU) (TERMINADA)
nueva lectora siguela esta increible soy mara y siguela xfis
Invitado
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Re: "UN IRRESISTIBLE LORD" (JOE&TU) (TERMINADA)
Capítulo 4
Joseph Jonas se puso derecho, hincó la pala en la tierra y alcanzó la jarra de agua de barro. Hacía un día muy caluroso para el verano inglés, con un calor seco que le recordaba más a las excavaciones arqueológicas de Italia y Grecia. Se llevó la jarra a los labios y dio un trago largo. Sintió el líquido vertiéndose en su boca, refrescándole la garganta, y resbalándosele por la barbilla y el cuello. Pasado un momento se quitó el sombrero y se echó lo que quedaba en la jarra por la cabeza, humedeciendo su cabello oscuro y haciendo que goteara hasta las puntas. El agua fresca le puso la piel de gallina, y disfrutó de la sensación de frescura en un día tan caluroso.
A pesar del calor, la excavación bullía de actividad. Sir Arthur Odell dirigía las operaciones al otro extremo del campo, donde el lacayo y jardinero de los Odell trabajaba con una carretilla, trasladando tierra del túmulo funerario más grande a un montón a pocos metros. Lavinia Odell tamizaba tierra con un tamiz enorme, escogiendo de vez en cuando algo que le llamaba la atención. De momento la excavación de los enterramientos de Midwinter había sido decepcionante. Sir Arthur había encontrado unos cuantos pedazos aplastados de oro y varios pedazos rotos de objetos de barro que databan de la época de los anglosajones, pero la mayoría de las tumbas que habían abierto habían sido robadas años atrás. Aquello le había ocurrido a Joseph muchas veces ya, y era demasiado experimentado para permitir que eso lo desanimara. Como tenía otra razón para estar en los pueblos de Midwinter ese verano, la excavación de los Odell no era más que una conveniente y deliciosa excusa. Además, el instinto, que jamás le había fallado, le decía que había algo allí digno de buscar. Algo importante. Un tesoro escondido. Sólo quedaba por descubrir dónde se encontraba.
Tal vez incluso encontraran el tesoro de Midwinter, aunque Joseph era escéptico. La leyenda relataba que la taza de oro había sido descubierta por un asombrado campesino en el siglo catorce, pero cuando había tratado de sacarla de la tumba, una voz lo había dejado paralizado en el sitio y el hombre había echado a correr inmediatamente, demasiado aterrorizado como para llevar a cabo el intencionado robo. Cuando contó su historia más tarde, un grupo de lugareños de Midwinter más valientes que él habían ido en busca del tesoro. Jamás habían regresado. Ni ellos ni la taza habían vuelto a ser vistos, y la leyenda decía que si alguien trataba de hacerse con el tesoro, sería el fin de sus días.
Joseph se estiró y volvió a colocarse el viejo sombrero en la cabeza. En el comedor de la casa de Midwinter Royal habría un delicioso almuerzo frío esperando, y sin duda ______ se enfadaría con todos ellos si no se presentaban. La vio de nuevo avanzando por el camino que rodeaba el campo funerario, en dirección a la casa. Se había quitado el sombrero y el sol relucía sobre su espesa melena de color castaño rojizo, trenzada tan despiadadamente que ni un solo cabello quedaba libre. Su vestido azul pálido seguía totalmente limpio mientras salvaba madrigueras y pasaba por encima del brezo con precisión. Joseph sonrió levemente. Recordaba a ______ con siete años alineando su ábaco con absoluta precisión. Diez años después, la recordaba retirándole un hilo de su esmoquin cuando él había asistido a su fiesta de puesta de largo. Ella siempre había sido el orden personificado, y él siempre había alimentado un subversivo deseo de romper esa compostura. En el interés de la amistad, se había resistido a ello.
El mismo deseo de desbaratar su serenidad lo había dominado esa mañana cuando se habían encontrado junto al río, y ella se había quedado tan perpleja al verlo desnudo. Él se había dado cuenta entonces de que como hombre no le era enteramente indiferente a _______. Parte de su vergüenza había sido cosa lógica nacida de la sorpresa que cualquier muchacha bien educada experimentaría al verse delante de un hombre desnudo. Sin embargo, de manera más reveladora, había visto la primera mirada intensa que ella le había lanzado antes de enterarse de quién era él; y poco después el conflicto para resistirse al impulso de olvidarse de la vergüenza y observar su desnudez. Joseph sonrió. No había sido un caballero prolongando el encuentro como lo había hecho, pero la consternación de _______ le había hecho disfrutar tanto que no había visto el momento de poner fin a la situación. Menos mal que cuando había movido los brazos le había rozado en el brazo en lugar de en alguna otra parte de su cuerpo más sensible. No le habría gustado que la situación se hubiera vuelto más difícil de lo que ya lo era.
Joseph dejó de pensar en el encuentro de esa mañana y se puso a pensar en la situación de ______ en la casa de los Odell. De algún modo le parecía que ______ había intercambiado los papeles con sus padres, preocupándose por lo que comían y porque se vistieran adecuadamente, asegurándose de que todo iba sobre ruedas mientras ellos corrían de un lado al otro como niños irresponsables recogiendo castañas. Joseph se ponía enfermo. Sentía que alguien debía de cuidar de ______ en lugar de al contrario.
Joseph se rascó la arena de las botas con fastidio con el borde de la pala. La única vez en la que le había expresado a ______ su punto de vista, ella lo había acusado de hipócrita. Y era cierto, pensaba Joseph con justicia, que él también disfrutaba del tipo de vida que los Odell perseguían. Pero él no estaba casado ni tenía hijos. Su amor por los viajes era la razón por la que jamás se había casado; valoraba demasiado su libertad como para ponerla en peligro.
Volvió a mirar a ______. Se le había enganchado el bajo del vestido azul pálido en unas zarzas, y en ese momento se agachaba para desenganchárselo. Por necesidad estaba enseñándole unos tobillos muy atractivos, los cuales habían permanecido recatadamente ocultos delante de él desde que había cumplido los diez años. Joseph sonrió. ______ tenía una figura tan sensual como una de las estatuas griegas que adornaban el vestíbulo de la casa de sus padres, pero nadie era capaz de echarle un vistazo en modo alguno. Siempre llevaba escotes cerrados y faldas largas, y a Joseph siempre le daba la impresión de que iba tan bien envuelta como un paquete.
Sintió un fuerte deseo viril de desenvolver ese paquete. Joseph suspiró y se pasó la mano por la cabeza. No estaba seguro de cuándo habían empezado a cambiar sus sentimientos hacia ______. Desde luego ya no sentía un sentimiento ni remotamente fraternal hacia ella. Joseph tenía un montón de hermanas, pero lo que sentía por ______ era totalmente distinto. En algún momento había empezado a fijarse en ella de un modo totalmente masculino, y habiendo empezado, no había sido capaz de pararlo. No tenía sentido alguno, y él lo sabía. ______ lo veía como un hermano mayor en quien confiar, y a Joseph el honor le impedía cruzar ese límite. Además, ni siquiera era tan sinvergüenza como para albergar intenciones tan poco honorables hacia la hija del que había sido su mentor.
—¿Milord?
Joseph pegó un respingo, retirando la vista de ______ y sus pensamientos del fascinante asunto en torno a todas las cosas que no podía hacer con ella. Se volvió y se encontró con Bradshaw, su mayordomo, detrás de él. El hombre tenía en la mano sucia algo parecido a una moneda de oro. Joseph la tomó.
—Muy bien, Bradshaw. Haremos de ti un anticuario.
Bradshaw sonrió. Tenía el cabello espeso y oscuro y un físico musculoso, y su llegada había causado no poco revuelo entre las féminas del lugar. Antes de emplearse con Joseph había realizado una variedad de trabajos, pero todos ellos habían sido en puestos relacionados con asuntos del gobierno y ninguno de ellos había tenido nada que ver con ser mayordomo. Eso, sin embargo, era algo que sólo Joseph y él sabían.
—¡No mientras tenga fuerza, milord! No tenía ni idea de que tenía en mente estas tareas para mí.
—¿El trabajo de una excavación no te gusta? —Joseph había tomado un pequeño cepillo y estaba limpiando la tierra que cubría la moneda para ver mejor la inscripción.
—No, milord. Todo esto requiere demasiada minuciosidad para mí. Pensaba que implicaría desenterrar enormes ánforas y escudos de oro.
—¿El tesoro de Midwinter? —murmuró Joseph.
—Algo de eso, milord —dijo Bradshaw.
Joseph se echó a reír.
—Excavar antigüedades es esencialmente tedioso, Bradshaw, con algunos momentos de emoción de vez en cuando. —Joseph colocó la moneda en un cesto donde había puesto otros hallazgos—. Pero esta tarea es útil e inteligente. Estamos tanteando primero el terreno, hablando con gente, recopilando información… Aquí están pasando un montón de cosas.
Echó una mirada hacia el extremo del campo funerario que descendía hacia el río.
—Por ejemplo, hay una alteración en el terreno en el extremo oriental del campo. Yo creo que los artículos robados debieron haber sido almacenados allí. Pero tranquilo… —le puso una mano a Bradshaw en el brazo para detenerlo—. No podemos correr allí sin más para llamar la atención. Recuerda que esto es parte de un juego mucho mayor. Y nosotros tendremos nuestra oportunidad.
Bradshaw asintió de mala gana.
—Sí, milord —sonrió—. Mientras tanto, me concentraré en dejarme abrasar por el sol y en desarrollar unos músculos que ni yo sabía que tenía.
Joseph le dio una palmada en la espalda.
—¡Así me gusta! Y creo —volvió la cabeza para mirar hacia atrás—, que tengo que darte las gracias por la ayuda extra que nos está prestando la ayudante de cocina, Kitty. Lady Odell estaba comentando que ninguna de las criadas había mostrado inclinación alguna hacia las excavaciones hasta esta mañana —vio que el mayordomo se ponía colorado—. Te felicito, Bradshaw. A Kitty se le da de maravilla el trabajo, además de ser una estupenda fuente de cotilleo. Si pudieras animarla un poquito…
Bradshaw asintió. No parecía como si esa tarea fuera a resultarle demasiado onerosa.
—Puedo intentarlo, milord.
—¡Estupendo! —Joseph señaló los hallazgos que descansaban en el fondo del cesto—. Podrías empezar llevándole eso a lady Odell para clasificarlo. Y mientras que estás ahí, por favor recuérdale a la señora que el almuerzo era hace ya una hora. La señorita Odell no me lo perdonará si sus padres no comen hoy.
Observó a Bradshaw sorteando las zanjas hasta llegar a donde estaba lady Lavinia Odell y la criada, y vio que Kitty alzaba el rostro para recibir a Bradshaw con una sonrisa sensual. Joseph suspiró y volvió la cabeza, buscando con la mirada a ______ en el camino que bordeaba la excavación. Había pasado sin decir ni palabra, y en ese momento estaba ya junto al murete que llevaba al camino de la casa. Vio que vacilaba antes de tomar la ruta más larga alrededor de la valla de madera. Joseph se sonrió. Por supuesto. Saltar por encima de una valla no era demasiado propio de una dama, y ni siquiera la cuidadosa señorita Odell podría hacerlo con decoro. Sin duda le parecería más fácil conservar la dignidad dando la vuelta al camino.
Su sonrisa se convirtió en expresión ceñuda cuando se dio cuenta de que ______ había pasado junto a él sin siquiera volverse a mirar. No hacía mucho, se habría parado a hablar con él, incluso con lo mucho que detestaba las excavaciones. Esa nueva distancia en su comportamiento le resultaba confusa e incómoda. Lo había sentido cuando se habían saludado esa mañana. Había habido una pizca de tensión entre ellos que previamente no había existido. Y de pronto ______ elegía pasar por delante de él y ni siquiera saludarlo. Tal vez su encuentro en el río la había avergonzado mucho más de lo que él imaginaba. Fuera cual fuese la razón, parecía que ella tenía interés en guardar las distancias. Y a él no le gustaba la idea.
A pesar del calor, la excavación bullía de actividad. Sir Arthur Odell dirigía las operaciones al otro extremo del campo, donde el lacayo y jardinero de los Odell trabajaba con una carretilla, trasladando tierra del túmulo funerario más grande a un montón a pocos metros. Lavinia Odell tamizaba tierra con un tamiz enorme, escogiendo de vez en cuando algo que le llamaba la atención. De momento la excavación de los enterramientos de Midwinter había sido decepcionante. Sir Arthur había encontrado unos cuantos pedazos aplastados de oro y varios pedazos rotos de objetos de barro que databan de la época de los anglosajones, pero la mayoría de las tumbas que habían abierto habían sido robadas años atrás. Aquello le había ocurrido a Joseph muchas veces ya, y era demasiado experimentado para permitir que eso lo desanimara. Como tenía otra razón para estar en los pueblos de Midwinter ese verano, la excavación de los Odell no era más que una conveniente y deliciosa excusa. Además, el instinto, que jamás le había fallado, le decía que había algo allí digno de buscar. Algo importante. Un tesoro escondido. Sólo quedaba por descubrir dónde se encontraba.
Tal vez incluso encontraran el tesoro de Midwinter, aunque Joseph era escéptico. La leyenda relataba que la taza de oro había sido descubierta por un asombrado campesino en el siglo catorce, pero cuando había tratado de sacarla de la tumba, una voz lo había dejado paralizado en el sitio y el hombre había echado a correr inmediatamente, demasiado aterrorizado como para llevar a cabo el intencionado robo. Cuando contó su historia más tarde, un grupo de lugareños de Midwinter más valientes que él habían ido en busca del tesoro. Jamás habían regresado. Ni ellos ni la taza habían vuelto a ser vistos, y la leyenda decía que si alguien trataba de hacerse con el tesoro, sería el fin de sus días.
Joseph se estiró y volvió a colocarse el viejo sombrero en la cabeza. En el comedor de la casa de Midwinter Royal habría un delicioso almuerzo frío esperando, y sin duda ______ se enfadaría con todos ellos si no se presentaban. La vio de nuevo avanzando por el camino que rodeaba el campo funerario, en dirección a la casa. Se había quitado el sombrero y el sol relucía sobre su espesa melena de color castaño rojizo, trenzada tan despiadadamente que ni un solo cabello quedaba libre. Su vestido azul pálido seguía totalmente limpio mientras salvaba madrigueras y pasaba por encima del brezo con precisión. Joseph sonrió levemente. Recordaba a ______ con siete años alineando su ábaco con absoluta precisión. Diez años después, la recordaba retirándole un hilo de su esmoquin cuando él había asistido a su fiesta de puesta de largo. Ella siempre había sido el orden personificado, y él siempre había alimentado un subversivo deseo de romper esa compostura. En el interés de la amistad, se había resistido a ello.
El mismo deseo de desbaratar su serenidad lo había dominado esa mañana cuando se habían encontrado junto al río, y ella se había quedado tan perpleja al verlo desnudo. Él se había dado cuenta entonces de que como hombre no le era enteramente indiferente a _______. Parte de su vergüenza había sido cosa lógica nacida de la sorpresa que cualquier muchacha bien educada experimentaría al verse delante de un hombre desnudo. Sin embargo, de manera más reveladora, había visto la primera mirada intensa que ella le había lanzado antes de enterarse de quién era él; y poco después el conflicto para resistirse al impulso de olvidarse de la vergüenza y observar su desnudez. Joseph sonrió. No había sido un caballero prolongando el encuentro como lo había hecho, pero la consternación de _______ le había hecho disfrutar tanto que no había visto el momento de poner fin a la situación. Menos mal que cuando había movido los brazos le había rozado en el brazo en lugar de en alguna otra parte de su cuerpo más sensible. No le habría gustado que la situación se hubiera vuelto más difícil de lo que ya lo era.
Joseph dejó de pensar en el encuentro de esa mañana y se puso a pensar en la situación de ______ en la casa de los Odell. De algún modo le parecía que ______ había intercambiado los papeles con sus padres, preocupándose por lo que comían y porque se vistieran adecuadamente, asegurándose de que todo iba sobre ruedas mientras ellos corrían de un lado al otro como niños irresponsables recogiendo castañas. Joseph se ponía enfermo. Sentía que alguien debía de cuidar de ______ en lugar de al contrario.
Joseph se rascó la arena de las botas con fastidio con el borde de la pala. La única vez en la que le había expresado a ______ su punto de vista, ella lo había acusado de hipócrita. Y era cierto, pensaba Joseph con justicia, que él también disfrutaba del tipo de vida que los Odell perseguían. Pero él no estaba casado ni tenía hijos. Su amor por los viajes era la razón por la que jamás se había casado; valoraba demasiado su libertad como para ponerla en peligro.
Volvió a mirar a ______. Se le había enganchado el bajo del vestido azul pálido en unas zarzas, y en ese momento se agachaba para desenganchárselo. Por necesidad estaba enseñándole unos tobillos muy atractivos, los cuales habían permanecido recatadamente ocultos delante de él desde que había cumplido los diez años. Joseph sonrió. ______ tenía una figura tan sensual como una de las estatuas griegas que adornaban el vestíbulo de la casa de sus padres, pero nadie era capaz de echarle un vistazo en modo alguno. Siempre llevaba escotes cerrados y faldas largas, y a Joseph siempre le daba la impresión de que iba tan bien envuelta como un paquete.
Sintió un fuerte deseo viril de desenvolver ese paquete. Joseph suspiró y se pasó la mano por la cabeza. No estaba seguro de cuándo habían empezado a cambiar sus sentimientos hacia ______. Desde luego ya no sentía un sentimiento ni remotamente fraternal hacia ella. Joseph tenía un montón de hermanas, pero lo que sentía por ______ era totalmente distinto. En algún momento había empezado a fijarse en ella de un modo totalmente masculino, y habiendo empezado, no había sido capaz de pararlo. No tenía sentido alguno, y él lo sabía. ______ lo veía como un hermano mayor en quien confiar, y a Joseph el honor le impedía cruzar ese límite. Además, ni siquiera era tan sinvergüenza como para albergar intenciones tan poco honorables hacia la hija del que había sido su mentor.
—¿Milord?
Joseph pegó un respingo, retirando la vista de ______ y sus pensamientos del fascinante asunto en torno a todas las cosas que no podía hacer con ella. Se volvió y se encontró con Bradshaw, su mayordomo, detrás de él. El hombre tenía en la mano sucia algo parecido a una moneda de oro. Joseph la tomó.
—Muy bien, Bradshaw. Haremos de ti un anticuario.
Bradshaw sonrió. Tenía el cabello espeso y oscuro y un físico musculoso, y su llegada había causado no poco revuelo entre las féminas del lugar. Antes de emplearse con Joseph había realizado una variedad de trabajos, pero todos ellos habían sido en puestos relacionados con asuntos del gobierno y ninguno de ellos había tenido nada que ver con ser mayordomo. Eso, sin embargo, era algo que sólo Joseph y él sabían.
—¡No mientras tenga fuerza, milord! No tenía ni idea de que tenía en mente estas tareas para mí.
—¿El trabajo de una excavación no te gusta? —Joseph había tomado un pequeño cepillo y estaba limpiando la tierra que cubría la moneda para ver mejor la inscripción.
—No, milord. Todo esto requiere demasiada minuciosidad para mí. Pensaba que implicaría desenterrar enormes ánforas y escudos de oro.
—¿El tesoro de Midwinter? —murmuró Joseph.
—Algo de eso, milord —dijo Bradshaw.
Joseph se echó a reír.
—Excavar antigüedades es esencialmente tedioso, Bradshaw, con algunos momentos de emoción de vez en cuando. —Joseph colocó la moneda en un cesto donde había puesto otros hallazgos—. Pero esta tarea es útil e inteligente. Estamos tanteando primero el terreno, hablando con gente, recopilando información… Aquí están pasando un montón de cosas.
Echó una mirada hacia el extremo del campo funerario que descendía hacia el río.
—Por ejemplo, hay una alteración en el terreno en el extremo oriental del campo. Yo creo que los artículos robados debieron haber sido almacenados allí. Pero tranquilo… —le puso una mano a Bradshaw en el brazo para detenerlo—. No podemos correr allí sin más para llamar la atención. Recuerda que esto es parte de un juego mucho mayor. Y nosotros tendremos nuestra oportunidad.
Bradshaw asintió de mala gana.
—Sí, milord —sonrió—. Mientras tanto, me concentraré en dejarme abrasar por el sol y en desarrollar unos músculos que ni yo sabía que tenía.
Joseph le dio una palmada en la espalda.
—¡Así me gusta! Y creo —volvió la cabeza para mirar hacia atrás—, que tengo que darte las gracias por la ayuda extra que nos está prestando la ayudante de cocina, Kitty. Lady Odell estaba comentando que ninguna de las criadas había mostrado inclinación alguna hacia las excavaciones hasta esta mañana —vio que el mayordomo se ponía colorado—. Te felicito, Bradshaw. A Kitty se le da de maravilla el trabajo, además de ser una estupenda fuente de cotilleo. Si pudieras animarla un poquito…
Bradshaw asintió. No parecía como si esa tarea fuera a resultarle demasiado onerosa.
—Puedo intentarlo, milord.
—¡Estupendo! —Joseph señaló los hallazgos que descansaban en el fondo del cesto—. Podrías empezar llevándole eso a lady Odell para clasificarlo. Y mientras que estás ahí, por favor recuérdale a la señora que el almuerzo era hace ya una hora. La señorita Odell no me lo perdonará si sus padres no comen hoy.
Observó a Bradshaw sorteando las zanjas hasta llegar a donde estaba lady Lavinia Odell y la criada, y vio que Kitty alzaba el rostro para recibir a Bradshaw con una sonrisa sensual. Joseph suspiró y volvió la cabeza, buscando con la mirada a ______ en el camino que bordeaba la excavación. Había pasado sin decir ni palabra, y en ese momento estaba ya junto al murete que llevaba al camino de la casa. Vio que vacilaba antes de tomar la ruta más larga alrededor de la valla de madera. Joseph se sonrió. Por supuesto. Saltar por encima de una valla no era demasiado propio de una dama, y ni siquiera la cuidadosa señorita Odell podría hacerlo con decoro. Sin duda le parecería más fácil conservar la dignidad dando la vuelta al camino.
Su sonrisa se convirtió en expresión ceñuda cuando se dio cuenta de que ______ había pasado junto a él sin siquiera volverse a mirar. No hacía mucho, se habría parado a hablar con él, incluso con lo mucho que detestaba las excavaciones. Esa nueva distancia en su comportamiento le resultaba confusa e incómoda. Lo había sentido cuando se habían saludado esa mañana. Había habido una pizca de tensión entre ellos que previamente no había existido. Y de pronto ______ elegía pasar por delante de él y ni siquiera saludarlo. Tal vez su encuentro en el río la había avergonzado mucho más de lo que él imaginaba. Fuera cual fuese la razón, parecía que ella tenía interés en guardar las distancias. Y a él no le gustaba la idea.
¡Bienvenida Mara! Gracias por pasarte (:
Natuuu♥!!
Natuu!
Re: "UN IRRESISTIBLE LORD" (JOE&TU) (TERMINADA)
debes subir un cap lo mas pronto posible
porfavor enserio amo tu nove
porfavor enserio amo tu nove
Nani Jonas
Re: "UN IRRESISTIBLE LORD" (JOE&TU) (TERMINADA)
JAJAJAJAAJ ME ENCANTA
JOE YA LA ESTA
VIENDO COM UNA MUJER
QUIERO ESE BESO AJJA
SIGUEA
JOE YA LA ESTA
VIENDO COM UNA MUJER
QUIERO ESE BESO AJJA
SIGUEA
andreita
Re: "UN IRRESISTIBLE LORD" (JOE&TU) (TERMINADA)
exacto joe n tin k djar k yo m aprta d el
eso n.. joe ya la v cmo una mujer eso gusta + :D
siguelaaaaaaaaaaaaaa
eso n.. joe ya la v cmo una mujer eso gusta + :D
siguelaaaaaaaaaaaaaa
Invitado
Invitado
Re: "UN IRRESISTIBLE LORD" (JOE&TU) (TERMINADA)
Capítulo 4
(Segunda parte)
(Segunda parte)
Ese mismo día, al caer la noche, cuando el calor de la jornada había desaparecido, ______ se dirigió a la excavación en busca de Joseph. No le fue difícil encontrarlo, puesto que en el extremo sur del campo, al abrigo de un muro de piedra que separaba el campo mortuorio de la pradera que había detrás, ardía una pequeña fogata. Aún no se había hecho de noche del todo, puesto que los días a mediados de verano eran muy largos, pero el sol se estaba poniendo y el cielo palidecía. Con el marco de aquel azul luminoso y suave, las llamas del fuego parecían darle la bienvenida.
Joseph estaba sentado en el borde de una zanja, con sus piernas largas colgando sobre el foso que tenía debajo. A su lado, apartado de las llamas, había un pedazo grande de tela extendido en el suelo, y sobre él estaban las partes de un rifle desmontado para limpiar. Cuando ______ se acercó, Joseph levantó la vista de la pieza que estaba limpiando y le dedicó una de sus pausadas y estremecedoras sonrisas.
—Buenas noches, _______. ¿Qué tienes ahí?
—Te he traído algo de comer y beber —dijo ______, antes de dejar un paquete de comida al lado de Joseph—. No es mucho, simplemente un poco de pan con queso y una manzana. Ah, y un poco de la sidra de la señora Goodfellow. Te advierto que es muy fuerte. Esta mañana tomé un poco justo antes de verte salir del río, y pensé que estaba delirando.
Joseph le sonrió.
—Me halaga que me digas eso, que te pareciera fruto de la imaginación —le dijo con gravedad.
—Un delirio es generalmente una señal de locura más que de otra cosa —le señaló ______ de manera apabullante—; de modo que no creo que debas tomártelo como un elogio —miró a su alrededor—. No hay donde sentarse. ¡Qué incómodo!
Joseph suspiró, se quitó la chaqueta y la extendió en el suelo con cuidado exagerado.
—Aquí tienes, _______. Eso no lo haría por cualquiera.
—Imagino que la mayoría no querrían que lo hicieras —respondió ______—. No está mucho más limpia que la tierra.
Sin embargo, ______ se sentó en ella, encogió las piernas con cuidado bajo las faldas, y por un momento permanecieron los dos en silencio. El ambiente era cálido, cómodo y familiar. Una rodaja de luna se elevaba en el cielo por el oriente, y el aire nocturno flotaba cargado de los aromas estivales. El fuego susurraba y crepitaba, y _______ observó los dedos afanosos de Joseph mientras metía el cepillo por el cañón del rifle.
Sacó una mano y tocó la brillante culata del rifle.
—¿Es nuevo?
—Sí —respondió Joseph—. Un rifle Baker con un cañón corto para disparar tumbado. Es un diseño nuevo… —dejó de hablar y la miró—. En realidad no te interesa, ¿verdad?
—No, la verdad es que no —dijo ______—. Sólo lo he dicho por cortesía. Pero sí que parece muy limpio y brillante —hizo una mueca—. Espero que no haya necesidad de utilizarlo por aquí.
Joseph suspiró.
—Y yo espero que tu padre siga teniendo su trabuco, ______ —respondió él—. Como poco, sabemos que hay contrabandistas operando en el área. Hay señales de excavaciones alrededor de una de las tumbas que sugieren que han estado utilizándola para guardar sus botines, pero creo que el terreno se volvió muy inestable para ellos.
______ estiró el cuello para mirar al otro lado de la excavación. Lejos del círculo que alcanzaba la luz de la fogata, los campos estaban oscuros, con los túmulos funerarios destacando como tenebrosos montículos, con la oscuridad más profunda de fondo.
—Sería un lugar perfecto para esconderse —dijo ella—. La mayoría de las personas no se atreverían a poner el pie aquí, con todas esas leyendas de que el tesoro está protegido por una maldición.
—Exactamente —dijo Joseph—. Y mientras yo esté aquí, tengo la intención de asegurarme de que los contrabandistas no vuelvan a estropear todo nuestro trabajo, poniéndose a cavar en las zanjas sin saber ni lo que hacen.
Recogió un pedazo de tela y empezó a sacarle brillo al percutor del rifle.
—¿Qué has estado haciendo esta tarde? —preguntó—. Tu madre dijo algo de que estabas ordenando los libros que antes pertenecían a Jeffrey Maskelyne.
______ asintió. Los Maskelyne eran los dueños de la casa de Midwinter Royal, y eran ellos los que se la habían alquilado a los Odell durante el verano para poder llevar a cabo las excavaciones. Los eventos que se habían desarrollado con tanto acierto para sir Arthur y lady Odell, se habían originado como resultado de la mala surte de los Maskelyne: su hijo mayor, Jeffrey, que había residido en Midwinter hasta hacía tres meses, se había ahogado en el Winter Race en el mes de marzo.
—Estoy tratando de resolver el misterio del tesoro de Midwinter utilizando libros y mapas en lugar de excavaciones —dijo _______.
Vio la sonrisa de Joseph.
—¿Quieres encontrar el tesoro antes que nosotros?
—Exactamente —respondió _______.
Joseph se echó a reír.
—No tenía ni idea de que te moviera un espíritu tan competitivo, ______. ¿Hasta dónde has avanzado?
—No mucho, me temo —respondió ______—. Todos los libros y mapas parecen contradecirse. Sin embargo, si me atasco, Joseph, tú serás el último a quien pediré ayuda. No soporto que resuelvas tú el misterio y me demuestres que eres más listo que yo.
—Jamás pudiste aceptarlo —comentó Joseph.
—Sólo porque tú me llevas seis años de ventaja y por ello ibas más adelantado en las lecciones. Y tú fuiste a la universidad, mientras que yo me vi obligada a estudiar en casa, siendo una chica.
—Es que eres una chica, ______. —Joseph le sonrío de aquel modo que a ______ se le antojaba tan fastidioso—. Por eso se te trata como tal.
—No veo por qué las chicas no pueden estudiar en la universidad —gruñó ______—. Debería haberme sentido feliz de hacerlo mientras mamá, papá y tú viajabais por el mundo.
—Imagínate. Sin embargo, no es lo apropiado.
—¿Y por qué no es lo apropiado? —suspiró ______ con irritabilidad.
Arrancó unas cuantas briznas de hierba del borde de la zanja y las hizo pedazos entre los dedos.
—¡Eres tan listillo, Joseph! No tienes idea de lo afortunado que eres. Puedes elegir si quieres estudiar, viajar, o dedicarte al libertinaje…
Joseph la apuntó con el palo.
—¡Eh, cuidado con lo que dices, ______!
—Bueno… —se enmendó _______, aún agraviada pero consciente de que parecían de nuevo los jóvenes reñidores que habían sido en su día.
—Tú tienes oportunidad de viajar —le señaló Joseph.
—Sí, pero no fue lo que yo elegí. Ésa es la diferencia. Y, es más, no es lo que quiero.
—Y tú eres una intelectual —continuó Joseph—. Tú no sufriste ser educada en casa.
Sus conjeturas irritaban a _______.
—Gracias —le respondió en tono seco—. No tienes idea de lo mucho que me llena tu admiración.
Joseph sonrió.
—Bueno, eso lo tienes, _______. Más de lo que piensas.
—Ahora me estás tomando el pelo —dijo _______.
—En absoluto. Sabes que admiro tu inteligencia. —Joseph la miró con entusiasmo—. Y más que eso.
Sus ojos se encontraron. Durante unos segundos ______ pensó en creer lo que había dicho, pero decidió que sería mucho más seguro no hacerlo. No tenía deseo alguno de que Joseph practicase su arte de seducción con ella hasta que apareciese una candidata más idónea, como sin duda así sería.
Ella cambió de tema.
—Y hablando de inteligencias, ¿conocías al señor Maskelyne, Joseph?
—Lo conocí brevemente —dijo Joseph, pasando el paño por la culata hasta que empezó a brillar a la luz del fuego—. ¿A qué le tienes miedo, ______? ¿A que te gane por la mano con mis conocimientos superiores?
—No —respondió ______—. Simplemente me preguntaba lo que pensabas de él. Tenía una enorme colección de mapas de la región y de libros de historia, y sin embargo el resto de su biblioteca se compone de libros falsos. ¿De qué vale eso?
Joseph dejó el rifle a un lado y la miró con interés. A la luz del fuego, su rostro estaba inmóvil, envuelto en sombras.
—¿Libros falsos?
—Sí. Cubiertas de libros con madera detrás, como de adorno —______ parecía fastidiada—. Nadie que fuera un verdadero académico llenaría sus estanterías de bloques de madera. Me los encontré cuando estaba limpiando y ordenando la biblioteca para poder poner en orden la colección de publicaciones de papá.
—¿Y ahora dónde están? —preguntó Joseph.
—¿Las publicaciones?
—No, los bloques de madera de Jeffrey Maskelyne. —Joseph recogió el rifle de nuevo y admiró su trabajo a la luz de las llamas—. ¿Qué hiciste con ellos?
_______ lo miró.
—Qué pregunta más rara, Joseph. Los apilé en cajas y los llevé al establo. ¿Por qué me lo preguntas?
Joseph se encogió de hombros.
—Por nada.
—Mmm. Normalmente tú no sueles hacer preguntas sin sentido.
—Sígueme la corriente —dijo Joseph.
_______ se encogió de hombros también.
—Tu comportamiento es de lo más sospechoso, Joseph —dijo ella—. Y no has contestado a mi pregunta, ahora que me fijo. ¿Qué clase de hombre era Jeffrey Maskelyne?
Joseph ladeó la cabeza.
—Maskelyne era la clase de hombre que uno haría bien en evitar, ______. Era un amante profesional.
_______ soltó una risilla.
—¡Qué espléndida descripción! ¿Quieres decir que era un mujeriego?
—De la peor clase. Tengo entendido que muchos maridos cornudos y padres preocupados suspiraron de alivio cuando se ahogó en el río.
_______ arqueó las cejas.
—¿Un mujeriego de la peor clase? ¿Es que hay otro tipo?
Joseph la miró con pesar.
—Supongo que no. Pero Maskelyne era el peor de todos, un tipo sin escrúpulos. Y, no… No era ningún estudioso.
—Me pregunto por qué se molestó en coleccionar todos esos mapas y en hacer anotaciones en ellos —dijo _______ de manera pensativa—. Me sorprende que no le resultara una tarea demasiado complicada.
—Bueno, Jeffrey no era tonto —dijo Joseph—. Sencillamente eligió ejercitar su talento en otra dirección. De todos modos, _______, yo tendría cuidado a la hora de descifrar las anotaciones de Jeffrey. Conociendo sus intereses, me temo que puedas encontrarlas demasiado escandalosas.
_______ se echó a reír.
—Tal vez debería pedirte a ti que lo resolvieras después de todo. En todo el tiempo desde que nos conocemos jamás te he visto asustarte por nada —le pasó el paquete con la comida—. ¿Es que no vas a comer? La señora Goodfellow lo ha preparado para ti, después de enterarse de lo mucho que te ha gustado mi desayuno de esta mañana.
—Espero que no le hayas contado la historia completa de nuestro encuentro matinal —dijo Joseph con sentimiento.
—Por supuesto que no —respondió _______—. No se me ocurriría hacerte eso, Joseph. En este momento la señora Goodfellow trabaja bajo la falsa creencia de que eres un hombre encantador. Si se enterase de tu tendencia a pasearte desnudo por el campo, seguramente te atacaría con su rodillo y te denunciaría como una influencia demasiado perniciosa para tener en Suffolk. Ella ya cree que la gente de Londres es sinónimo de degeneración.
Reinó el silencio mientras Joseph comía un poco de pan con queso. El grito de un zarapito resonó por la marisma, y fue contestado por el susurrante ulular de un búho.
—Esto es como en los viejos tiempos, ¿verdad? —dijo Joseph—. Las Orcadas, Egipto, Malta… Un fuego de campamento, una tienda de campaña y el cielo raso…
—Lo dices como si fuera algo idílico —dijo _______.
Sus recuerdos de esos mismos acontecimientos distaban mucho de ser color de rosa: frío, humedad, polvo y suciedad más allá del límite soportable. No quería volver a ver una tienda en su vida.
—Para mí era idílico —Joseph levantó la cabeza y esbozó una leve sonrisa—. ¿Por qué piensas que estoy aquí en lugar de disfrutar de las comodidades de Kestrel Court?
—Me preguntaba por qué —dijo ______ mientras desenvolvía un pedazo de queso para comérselo ella—. No entiendo que alguien que goza de la hospitalidad del duque de Kestrel, quiera elegir estar aquí limpiando su rifle a la luz de la hoguera bajo las estrellas.
—Un buen tirador siempre debe limpiar su propio rifle —dijo Joseph—. Además, me he prestado voluntario para ejercitar mañana en Woodbridge, y no quiero tener un accidente.
—Y tenías una invitación para jugar a las cartas en casa de los Lang esta noche —dijo ______—. La señorita Lang me lo ha dicho cuando la he visto hoy en el grupo de lectura. Estaba deseosa de conocerte.
Joseph frunció la boca.
—Estoy desolado de haberla decepcionado.
—¡Qué vas a estarlo! —le dijo ______ con mirada de acusación—. Siempre haces exactamente lo que te apetece, Joseph Jonas. Es el misterio más grande para mí por qué las damas te adulan tanto cuando tú las tratas con tanta indiferencia.
—Ahí tienes la respuesta —dijo Joseph encogiéndose de hombros.
_______ lo miró, y la indignación que la llenaba aumentó. La luz de las llamas proyectaba pinceladas naranjas y doradas sobre su persona mientras trabajaba, un juego de luces y sombras, de oscuridad y luz. Su cara delgada y esbelta quedaba en sombras, mas en sus ojos se atisbaba una expresión de concentración mientras dejaba a un lado el cañón y acercaba el bote de aceite para empezar con el mecanismo. Su cabello castaño oscuro le caía por la frente y se arremolinaba por la parte de atrás del cuello. Mirándolo, _______ sintió una extraña oleada de placer al pensar que podía estar allí charlando con él cuando de manera indirecta él había dejado claro que no toleraría la compañía de nadie. Sin embargo, su arrogancia le fastidió.
—Tienes el pelo demasiado largo —le dijo ella bruscamente.
—Gracias —respondió Joseph, sin levantar la vista—. No voy a permitir que me lo cortes tú. La última vez que lo intentaste terminé con un flequillo que habría adornado de maravilla el chal de una señora.
—¿Y qué esperabas? —dijo ______—. Entonces sólo tenía diecisiete años.
—Y yo tenía veintiuno y fui el hazmerreír de todos. Sólo permití que me cortaras el pelo para no herir tus sentimientos.
—Qué detalle por tu parte —dijo ______—. Habrías hecho mucho mejor rechazando mi sugerencia, ya que la impresión te ha durado hasta el día de hoy.
—¿Mientras que a ti no?
—Por supuesto que no. Tengo muchas más cosas de las que preocuparme que de tus desastres con el pelo. —______ ladeó un poco la cabeza y lo estudió—. Aunque pensándolo bien, es mejor que no asistas a ninguno de los eventos sociales de Midwinter. No me gustaría que las damas se decepcionasen contigo.
—¿Crees que lo estarían? —dijo Joseph en tono suave.
_______ se echó a reír.
—La tentación de encasillarte es muy grande, Joseph pero no puedo hacerlo, con toda sinceridad. No, no creo que quedaran decepcionadas. Tu reputación te precede. La combinación de calavera y aventurero es totalmente mortal. Las damas esperan que tengas un aspecto un tanto desarreglado, y si fueras demasiado arreglado no quedarían satisfechas.
Joseph se echó a reír con ganas.
—Eso es lo que me gusta de ti, ______. Tu compañía es tan tonificante. Dices las cosas como son.
—Gracias.
—Pero debo discutir la asignación de ser un calavera —continuó Joseph—. No puedo reclamar tal título.
_______ abrió mucho los ojos.
—¿Y esperas que me crea eso?
—Por mi honor. —Joseph la miró—. Sencillamente no tengo tiempo.
_______ ahogó una risotada.
—¿Dices que ser un calavera requiere invertir tiempo en ello?
—Por supuesto. —Joseph dejó a un lado el bote de aceite y se limpió las manos en los pantalones—. Tiempo y energía —dijo Joseph—. Esos son los requerimientos principales para la vida de un libertino, y sencillamente yo estoy demasiado ocupado.
—Está claro que lo has estudiado al detalle —observó ______—. ¿Es que no tienes un trapo para limpiarte las manos? Vas a llenar la comida de aceite.
—¿Qué? Ah… —Joseph se dio la vuelta para agarrar el trapo grasiento que había en la hierba, con el que se frotó las manos vigorosamente—. Eso está mejor.
—No lo creo —dijo ______—. Solamente has conseguido extendértelo más.
Joseph se encogió de hombros.
—No todos somos tan ordenados como tú, ______.
—De eso ya me había dado cuenta —dijo ______, arrugando al nariz; dobló las rodillas hasta pegárselas al mentón, asegurándose de que la falda le cubría bien los tobillos—. ¿Entonces si tuvieses tiempo y energía, te parecería atractiva la vida de un calavera?
—No —respondió Joseph—. Es demasiado aburrida. Comparada con las antigüedades… —suspiró—. Bueno, no hay comparación.
—¿Entonces los encantos de la especie femenina no pueden competir con la emoción que te produce excavar cacharros antiguos? —______ frunció el ceño—. No eres nada halagador, Joseph.
—No se puede tener todo —dijo Joseph, llevándose la botella de sidra a los labios, y dejando huellas sucias en la superficie de barro que incluso ______ las vio a la tenue luz de las llamas—. Me regañas por coquetear y después me criticas por decir que prefiero ir en busca de antigüedades que perseguir el amor —metió la mano en el paquete de comida—. Ir en busca de antigüedades es emocionante —dijo con la boca llena—. La emoción de la caza, el placer del descubrimiento, la emoción de la exploración…
—Algunas personas describen el amor de ese modo…
—¿Y tú? —dijo Joseph.
Sus miradas se encontraron, repentinamente calientes. ______ veía la llama del deseo en los ojos de Joseph. La fuerza de su mirada la tenía hechizada. Era intensa y desafiante, y le hacía una pregunta silente a la que ______ jamás se había enfrentado en su vida y despertaba sentimientos en ella que jamás había experimentado antes. Entreabrió ligeramente los labios, y al ver que Joseph fijaba la mirada en ellos, ______ sintió un latigazo que le provocó una placentera languidez.
—No sé —le susurró—. No tengo experiencia en la que basarme.
Joseph asintió, y sonrió un poco.
—Me alegra oírlo.
La tensión entre ellos se rompió bruscamente. Libre del extraño poder que la había dejado cautiva, _______ se sintió turbada y enfadada. No entendía lo que había pasado, tan sólo que había sido algo parecido a la extraña obsesión que le había entrado esa mañana cuando había visto a Joseph junto al río. Deseaba de todo corazón verse libre de emociones tan turbadoras.
Joseph estaba sentado en el borde de una zanja, con sus piernas largas colgando sobre el foso que tenía debajo. A su lado, apartado de las llamas, había un pedazo grande de tela extendido en el suelo, y sobre él estaban las partes de un rifle desmontado para limpiar. Cuando ______ se acercó, Joseph levantó la vista de la pieza que estaba limpiando y le dedicó una de sus pausadas y estremecedoras sonrisas.
—Buenas noches, _______. ¿Qué tienes ahí?
—Te he traído algo de comer y beber —dijo ______, antes de dejar un paquete de comida al lado de Joseph—. No es mucho, simplemente un poco de pan con queso y una manzana. Ah, y un poco de la sidra de la señora Goodfellow. Te advierto que es muy fuerte. Esta mañana tomé un poco justo antes de verte salir del río, y pensé que estaba delirando.
Joseph le sonrió.
—Me halaga que me digas eso, que te pareciera fruto de la imaginación —le dijo con gravedad.
—Un delirio es generalmente una señal de locura más que de otra cosa —le señaló ______ de manera apabullante—; de modo que no creo que debas tomártelo como un elogio —miró a su alrededor—. No hay donde sentarse. ¡Qué incómodo!
Joseph suspiró, se quitó la chaqueta y la extendió en el suelo con cuidado exagerado.
—Aquí tienes, _______. Eso no lo haría por cualquiera.
—Imagino que la mayoría no querrían que lo hicieras —respondió ______—. No está mucho más limpia que la tierra.
Sin embargo, ______ se sentó en ella, encogió las piernas con cuidado bajo las faldas, y por un momento permanecieron los dos en silencio. El ambiente era cálido, cómodo y familiar. Una rodaja de luna se elevaba en el cielo por el oriente, y el aire nocturno flotaba cargado de los aromas estivales. El fuego susurraba y crepitaba, y _______ observó los dedos afanosos de Joseph mientras metía el cepillo por el cañón del rifle.
Sacó una mano y tocó la brillante culata del rifle.
—¿Es nuevo?
—Sí —respondió Joseph—. Un rifle Baker con un cañón corto para disparar tumbado. Es un diseño nuevo… —dejó de hablar y la miró—. En realidad no te interesa, ¿verdad?
—No, la verdad es que no —dijo ______—. Sólo lo he dicho por cortesía. Pero sí que parece muy limpio y brillante —hizo una mueca—. Espero que no haya necesidad de utilizarlo por aquí.
Joseph suspiró.
—Y yo espero que tu padre siga teniendo su trabuco, ______ —respondió él—. Como poco, sabemos que hay contrabandistas operando en el área. Hay señales de excavaciones alrededor de una de las tumbas que sugieren que han estado utilizándola para guardar sus botines, pero creo que el terreno se volvió muy inestable para ellos.
______ estiró el cuello para mirar al otro lado de la excavación. Lejos del círculo que alcanzaba la luz de la fogata, los campos estaban oscuros, con los túmulos funerarios destacando como tenebrosos montículos, con la oscuridad más profunda de fondo.
—Sería un lugar perfecto para esconderse —dijo ella—. La mayoría de las personas no se atreverían a poner el pie aquí, con todas esas leyendas de que el tesoro está protegido por una maldición.
—Exactamente —dijo Joseph—. Y mientras yo esté aquí, tengo la intención de asegurarme de que los contrabandistas no vuelvan a estropear todo nuestro trabajo, poniéndose a cavar en las zanjas sin saber ni lo que hacen.
Recogió un pedazo de tela y empezó a sacarle brillo al percutor del rifle.
—¿Qué has estado haciendo esta tarde? —preguntó—. Tu madre dijo algo de que estabas ordenando los libros que antes pertenecían a Jeffrey Maskelyne.
______ asintió. Los Maskelyne eran los dueños de la casa de Midwinter Royal, y eran ellos los que se la habían alquilado a los Odell durante el verano para poder llevar a cabo las excavaciones. Los eventos que se habían desarrollado con tanto acierto para sir Arthur y lady Odell, se habían originado como resultado de la mala surte de los Maskelyne: su hijo mayor, Jeffrey, que había residido en Midwinter hasta hacía tres meses, se había ahogado en el Winter Race en el mes de marzo.
—Estoy tratando de resolver el misterio del tesoro de Midwinter utilizando libros y mapas en lugar de excavaciones —dijo _______.
Vio la sonrisa de Joseph.
—¿Quieres encontrar el tesoro antes que nosotros?
—Exactamente —respondió _______.
Joseph se echó a reír.
—No tenía ni idea de que te moviera un espíritu tan competitivo, ______. ¿Hasta dónde has avanzado?
—No mucho, me temo —respondió ______—. Todos los libros y mapas parecen contradecirse. Sin embargo, si me atasco, Joseph, tú serás el último a quien pediré ayuda. No soporto que resuelvas tú el misterio y me demuestres que eres más listo que yo.
—Jamás pudiste aceptarlo —comentó Joseph.
—Sólo porque tú me llevas seis años de ventaja y por ello ibas más adelantado en las lecciones. Y tú fuiste a la universidad, mientras que yo me vi obligada a estudiar en casa, siendo una chica.
—Es que eres una chica, ______. —Joseph le sonrío de aquel modo que a ______ se le antojaba tan fastidioso—. Por eso se te trata como tal.
—No veo por qué las chicas no pueden estudiar en la universidad —gruñó ______—. Debería haberme sentido feliz de hacerlo mientras mamá, papá y tú viajabais por el mundo.
—Imagínate. Sin embargo, no es lo apropiado.
—¿Y por qué no es lo apropiado? —suspiró ______ con irritabilidad.
Arrancó unas cuantas briznas de hierba del borde de la zanja y las hizo pedazos entre los dedos.
—¡Eres tan listillo, Joseph! No tienes idea de lo afortunado que eres. Puedes elegir si quieres estudiar, viajar, o dedicarte al libertinaje…
Joseph la apuntó con el palo.
—¡Eh, cuidado con lo que dices, ______!
—Bueno… —se enmendó _______, aún agraviada pero consciente de que parecían de nuevo los jóvenes reñidores que habían sido en su día.
—Tú tienes oportunidad de viajar —le señaló Joseph.
—Sí, pero no fue lo que yo elegí. Ésa es la diferencia. Y, es más, no es lo que quiero.
—Y tú eres una intelectual —continuó Joseph—. Tú no sufriste ser educada en casa.
Sus conjeturas irritaban a _______.
—Gracias —le respondió en tono seco—. No tienes idea de lo mucho que me llena tu admiración.
Joseph sonrió.
—Bueno, eso lo tienes, _______. Más de lo que piensas.
—Ahora me estás tomando el pelo —dijo _______.
—En absoluto. Sabes que admiro tu inteligencia. —Joseph la miró con entusiasmo—. Y más que eso.
Sus ojos se encontraron. Durante unos segundos ______ pensó en creer lo que había dicho, pero decidió que sería mucho más seguro no hacerlo. No tenía deseo alguno de que Joseph practicase su arte de seducción con ella hasta que apareciese una candidata más idónea, como sin duda así sería.
Ella cambió de tema.
—Y hablando de inteligencias, ¿conocías al señor Maskelyne, Joseph?
—Lo conocí brevemente —dijo Joseph, pasando el paño por la culata hasta que empezó a brillar a la luz del fuego—. ¿A qué le tienes miedo, ______? ¿A que te gane por la mano con mis conocimientos superiores?
—No —respondió ______—. Simplemente me preguntaba lo que pensabas de él. Tenía una enorme colección de mapas de la región y de libros de historia, y sin embargo el resto de su biblioteca se compone de libros falsos. ¿De qué vale eso?
Joseph dejó el rifle a un lado y la miró con interés. A la luz del fuego, su rostro estaba inmóvil, envuelto en sombras.
—¿Libros falsos?
—Sí. Cubiertas de libros con madera detrás, como de adorno —______ parecía fastidiada—. Nadie que fuera un verdadero académico llenaría sus estanterías de bloques de madera. Me los encontré cuando estaba limpiando y ordenando la biblioteca para poder poner en orden la colección de publicaciones de papá.
—¿Y ahora dónde están? —preguntó Joseph.
—¿Las publicaciones?
—No, los bloques de madera de Jeffrey Maskelyne. —Joseph recogió el rifle de nuevo y admiró su trabajo a la luz de las llamas—. ¿Qué hiciste con ellos?
_______ lo miró.
—Qué pregunta más rara, Joseph. Los apilé en cajas y los llevé al establo. ¿Por qué me lo preguntas?
Joseph se encogió de hombros.
—Por nada.
—Mmm. Normalmente tú no sueles hacer preguntas sin sentido.
—Sígueme la corriente —dijo Joseph.
_______ se encogió de hombros también.
—Tu comportamiento es de lo más sospechoso, Joseph —dijo ella—. Y no has contestado a mi pregunta, ahora que me fijo. ¿Qué clase de hombre era Jeffrey Maskelyne?
Joseph ladeó la cabeza.
—Maskelyne era la clase de hombre que uno haría bien en evitar, ______. Era un amante profesional.
_______ soltó una risilla.
—¡Qué espléndida descripción! ¿Quieres decir que era un mujeriego?
—De la peor clase. Tengo entendido que muchos maridos cornudos y padres preocupados suspiraron de alivio cuando se ahogó en el río.
_______ arqueó las cejas.
—¿Un mujeriego de la peor clase? ¿Es que hay otro tipo?
Joseph la miró con pesar.
—Supongo que no. Pero Maskelyne era el peor de todos, un tipo sin escrúpulos. Y, no… No era ningún estudioso.
—Me pregunto por qué se molestó en coleccionar todos esos mapas y en hacer anotaciones en ellos —dijo _______ de manera pensativa—. Me sorprende que no le resultara una tarea demasiado complicada.
—Bueno, Jeffrey no era tonto —dijo Joseph—. Sencillamente eligió ejercitar su talento en otra dirección. De todos modos, _______, yo tendría cuidado a la hora de descifrar las anotaciones de Jeffrey. Conociendo sus intereses, me temo que puedas encontrarlas demasiado escandalosas.
_______ se echó a reír.
—Tal vez debería pedirte a ti que lo resolvieras después de todo. En todo el tiempo desde que nos conocemos jamás te he visto asustarte por nada —le pasó el paquete con la comida—. ¿Es que no vas a comer? La señora Goodfellow lo ha preparado para ti, después de enterarse de lo mucho que te ha gustado mi desayuno de esta mañana.
—Espero que no le hayas contado la historia completa de nuestro encuentro matinal —dijo Joseph con sentimiento.
—Por supuesto que no —respondió _______—. No se me ocurriría hacerte eso, Joseph. En este momento la señora Goodfellow trabaja bajo la falsa creencia de que eres un hombre encantador. Si se enterase de tu tendencia a pasearte desnudo por el campo, seguramente te atacaría con su rodillo y te denunciaría como una influencia demasiado perniciosa para tener en Suffolk. Ella ya cree que la gente de Londres es sinónimo de degeneración.
Reinó el silencio mientras Joseph comía un poco de pan con queso. El grito de un zarapito resonó por la marisma, y fue contestado por el susurrante ulular de un búho.
—Esto es como en los viejos tiempos, ¿verdad? —dijo Joseph—. Las Orcadas, Egipto, Malta… Un fuego de campamento, una tienda de campaña y el cielo raso…
—Lo dices como si fuera algo idílico —dijo _______.
Sus recuerdos de esos mismos acontecimientos distaban mucho de ser color de rosa: frío, humedad, polvo y suciedad más allá del límite soportable. No quería volver a ver una tienda en su vida.
—Para mí era idílico —Joseph levantó la cabeza y esbozó una leve sonrisa—. ¿Por qué piensas que estoy aquí en lugar de disfrutar de las comodidades de Kestrel Court?
—Me preguntaba por qué —dijo ______ mientras desenvolvía un pedazo de queso para comérselo ella—. No entiendo que alguien que goza de la hospitalidad del duque de Kestrel, quiera elegir estar aquí limpiando su rifle a la luz de la hoguera bajo las estrellas.
—Un buen tirador siempre debe limpiar su propio rifle —dijo Joseph—. Además, me he prestado voluntario para ejercitar mañana en Woodbridge, y no quiero tener un accidente.
—Y tenías una invitación para jugar a las cartas en casa de los Lang esta noche —dijo ______—. La señorita Lang me lo ha dicho cuando la he visto hoy en el grupo de lectura. Estaba deseosa de conocerte.
Joseph frunció la boca.
—Estoy desolado de haberla decepcionado.
—¡Qué vas a estarlo! —le dijo ______ con mirada de acusación—. Siempre haces exactamente lo que te apetece, Joseph Jonas. Es el misterio más grande para mí por qué las damas te adulan tanto cuando tú las tratas con tanta indiferencia.
—Ahí tienes la respuesta —dijo Joseph encogiéndose de hombros.
_______ lo miró, y la indignación que la llenaba aumentó. La luz de las llamas proyectaba pinceladas naranjas y doradas sobre su persona mientras trabajaba, un juego de luces y sombras, de oscuridad y luz. Su cara delgada y esbelta quedaba en sombras, mas en sus ojos se atisbaba una expresión de concentración mientras dejaba a un lado el cañón y acercaba el bote de aceite para empezar con el mecanismo. Su cabello castaño oscuro le caía por la frente y se arremolinaba por la parte de atrás del cuello. Mirándolo, _______ sintió una extraña oleada de placer al pensar que podía estar allí charlando con él cuando de manera indirecta él había dejado claro que no toleraría la compañía de nadie. Sin embargo, su arrogancia le fastidió.
—Tienes el pelo demasiado largo —le dijo ella bruscamente.
—Gracias —respondió Joseph, sin levantar la vista—. No voy a permitir que me lo cortes tú. La última vez que lo intentaste terminé con un flequillo que habría adornado de maravilla el chal de una señora.
—¿Y qué esperabas? —dijo ______—. Entonces sólo tenía diecisiete años.
—Y yo tenía veintiuno y fui el hazmerreír de todos. Sólo permití que me cortaras el pelo para no herir tus sentimientos.
—Qué detalle por tu parte —dijo ______—. Habrías hecho mucho mejor rechazando mi sugerencia, ya que la impresión te ha durado hasta el día de hoy.
—¿Mientras que a ti no?
—Por supuesto que no. Tengo muchas más cosas de las que preocuparme que de tus desastres con el pelo. —______ ladeó un poco la cabeza y lo estudió—. Aunque pensándolo bien, es mejor que no asistas a ninguno de los eventos sociales de Midwinter. No me gustaría que las damas se decepcionasen contigo.
—¿Crees que lo estarían? —dijo Joseph en tono suave.
_______ se echó a reír.
—La tentación de encasillarte es muy grande, Joseph pero no puedo hacerlo, con toda sinceridad. No, no creo que quedaran decepcionadas. Tu reputación te precede. La combinación de calavera y aventurero es totalmente mortal. Las damas esperan que tengas un aspecto un tanto desarreglado, y si fueras demasiado arreglado no quedarían satisfechas.
Joseph se echó a reír con ganas.
—Eso es lo que me gusta de ti, ______. Tu compañía es tan tonificante. Dices las cosas como son.
—Gracias.
—Pero debo discutir la asignación de ser un calavera —continuó Joseph—. No puedo reclamar tal título.
_______ abrió mucho los ojos.
—¿Y esperas que me crea eso?
—Por mi honor. —Joseph la miró—. Sencillamente no tengo tiempo.
_______ ahogó una risotada.
—¿Dices que ser un calavera requiere invertir tiempo en ello?
—Por supuesto. —Joseph dejó a un lado el bote de aceite y se limpió las manos en los pantalones—. Tiempo y energía —dijo Joseph—. Esos son los requerimientos principales para la vida de un libertino, y sencillamente yo estoy demasiado ocupado.
—Está claro que lo has estudiado al detalle —observó ______—. ¿Es que no tienes un trapo para limpiarte las manos? Vas a llenar la comida de aceite.
—¿Qué? Ah… —Joseph se dio la vuelta para agarrar el trapo grasiento que había en la hierba, con el que se frotó las manos vigorosamente—. Eso está mejor.
—No lo creo —dijo ______—. Solamente has conseguido extendértelo más.
Joseph se encogió de hombros.
—No todos somos tan ordenados como tú, ______.
—De eso ya me había dado cuenta —dijo ______, arrugando al nariz; dobló las rodillas hasta pegárselas al mentón, asegurándose de que la falda le cubría bien los tobillos—. ¿Entonces si tuvieses tiempo y energía, te parecería atractiva la vida de un calavera?
—No —respondió Joseph—. Es demasiado aburrida. Comparada con las antigüedades… —suspiró—. Bueno, no hay comparación.
—¿Entonces los encantos de la especie femenina no pueden competir con la emoción que te produce excavar cacharros antiguos? —______ frunció el ceño—. No eres nada halagador, Joseph.
—No se puede tener todo —dijo Joseph, llevándose la botella de sidra a los labios, y dejando huellas sucias en la superficie de barro que incluso ______ las vio a la tenue luz de las llamas—. Me regañas por coquetear y después me criticas por decir que prefiero ir en busca de antigüedades que perseguir el amor —metió la mano en el paquete de comida—. Ir en busca de antigüedades es emocionante —dijo con la boca llena—. La emoción de la caza, el placer del descubrimiento, la emoción de la exploración…
—Algunas personas describen el amor de ese modo…
—¿Y tú? —dijo Joseph.
Sus miradas se encontraron, repentinamente calientes. ______ veía la llama del deseo en los ojos de Joseph. La fuerza de su mirada la tenía hechizada. Era intensa y desafiante, y le hacía una pregunta silente a la que ______ jamás se había enfrentado en su vida y despertaba sentimientos en ella que jamás había experimentado antes. Entreabrió ligeramente los labios, y al ver que Joseph fijaba la mirada en ellos, ______ sintió un latigazo que le provocó una placentera languidez.
—No sé —le susurró—. No tengo experiencia en la que basarme.
Joseph asintió, y sonrió un poco.
—Me alegra oírlo.
La tensión entre ellos se rompió bruscamente. Libre del extraño poder que la había dejado cautiva, _______ se sintió turbada y enfadada. No entendía lo que había pasado, tan sólo que había sido algo parecido a la extraña obsesión que le había entrado esa mañana cuando había visto a Joseph junto al río. Deseaba de todo corazón verse libre de emociones tan turbadoras.
Natuuu♥!!
Natuu!
Re: "UN IRRESISTIBLE LORD" (JOE&TU) (TERMINADA)
que tieno joe Sólo permití que me cortaras el pelo para no herir tus sentimientos.
jajajajajaaja hermoso :)
jajajajajaaja hermoso :)
andreita
Re: "UN IRRESISTIBLE LORD" (JOE&TU) (TERMINADA)
natu te puedo decir natu cierto?'
la nove est super
la nove est super
andreita
Re: "UN IRRESISTIBLE LORD" (JOE&TU) (TERMINADA)
ya esta creciedno algo entre ellos jijijijiji
andreita
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