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Mensaje por Natuu! Jue 26 Ene 2012, 8:03 pm

Capítulo 17




—Debo preguntarte sobre tus intenciones, viejo amigo —le dijo Richard Kestrel a Joseph Jonas esa noche en la fiesta de la regata.
—¿Mis intenciones? —Joseph apartó la mirada de ______, que estaba bailando con Caspar Lang y la fijó en su viejo amigo con curiosidad—. Mis intenciones sobre qué.
—No seas torpe, amigo —dijo Richard—. Tus intenciones hacia la señorita Odell. Por supuesto. No me gustaría pensar que albergas ninguna aspiración poco honorable en esa dirección.
—¿A ver, Richard, tú has oído decir ese refrán de la sartén y el cazo? ¿Me estás criticando acaso?
Richard se metió las manos en los bolsillos de su chaqueta, estropeando la elegante línea.
—Puedes enfadarte lo que desees, Joseph, pero mis preocupaciones están con la señorita Odell. Como no tiene ningún hermano que pueda protegerla…
—Yo he hecho de hermano de la señorita Odell durante diecisiete años… —empezó a decir Joseph, que dejó de hablar al ver que Richard se reía.
—Sí, y perdóname, pero recientemente has cambiado ese papel por el de protector de la señorita Odell —dijo Richard—, pero totalmente desprovisto de un sentido fraternal.
Joseph se puso tenso y entonces, al ver que no había burla en el rostro de su amigo, se relajó un poco.
—Diantres, Richard —dijo Joseph—. ¿Acaso se ha dado cuenta todo el mundo?
—Casi todo el mundo —le confirmó Richard con suavidad—. Y por eso tenía que hacerte esa pregunta. Corres peligro de dañar la reputación de la señorita Odell si continúas así.
—No es posible que pienses que no son honorables las intenciones que tengo hacia una dama a la que respeto tanto y que es la hija de un colega —dijo Joseph con incredulidad.
Richard se encogió de hombros.
—Yo no dudo de ti, viejo amigo; pero no soy un cotilla a quien le guste buscarle problemas a los demás. Ni tampoco estoy tan aburrido ni soy tan malicioso como, digamos, lady Benedict, que sólo buscaría un blanco para su malicia.
—¡Maldición! —exclamó Joseph con fastidio, puesto que no había previsto que algo así pudiese ocurrir.
Sabía que no podía, con honor, permitir que la reputación de ______ quedase en entredicho; ni siquiera podía soportar pensarlo. Se pasó la mano por la frente.
—Estoy tratando de darle a la señorita Odell el tiempo necesario para que se acostumbre a mi cortejo —dijo Joseph.
—¿Tiempo? —Richard dejó su vaso de vino vacío sobre la mesa—. Has tenido diecisiete años, amigo mío. Pensaba que normalmente eras más rápido que todo eso.
Joseph sonrió levemente.
—Supongo que lo merezco. Pero de nuevo debo pedirte que antes de criticarme a mí, te mires a ti mismo.
Richard se echó a reír.
—¡Touché, Joseph! —Se acercó un poco a él—. ¿Te ha dicho Nicholas que tiene a alguien que fue testigo del ataque que sufriste aquella noche? Es un cazador furtivo que se llama Simm; parece ser que vio una figura huyendo del lugar de los hechos esa noche. Naturalmente, no dijo nada puesto que en ese momento tenía debajo del brazo unos cuantos faisanes de Nicholas.
Joseph se echó a reír.
—¡Así que yo podría haber muerto y le habría dado igual! ¿Se pudo fijar bien en mi asaltante?
Richard negó con la cabeza.
—Ni siquiera nos sabe decir si era un hombre o una mujer. Pero vio a dos personas; y que tomaban la carretera en dirección a Benton Hall.
Joseph frunció la boca.
—¿Benton? Entonces la trama se centra alrededor de lady Benedict, ¿no?
—Eso parece. —Richard negó con la cabeza—. Pero lo que necesitamos, y no tenemos, son pruebas en lugar de suposiciones. Y hasta que las consigamos, —le dio a Joseph una palmada en el hombro—, deberías tener cuidado, amigo. —Se echó a reír—. Suficiente charla de negocios para una noche. Como aún no estás prometido a la encantadora señorita Odell, aprovecharé esta oportunidad para bailar con ella…
Le pasó a Joseph una copa de vino llena y se alejó. Joseph vio que se acercaba a ______, vio que ella ladeaba la cabeza y le sonreía, y sintió la ya familiar punzada de los celos. Sonrió para sus adentros. Jamás se había tenido por un hombre posesivo. En realidad nunca había sido posesivo hasta que no había querido poseer algo tan valioso como ______. Todas las demás cosas que había perseguido en su vida no eran nada en comparación.
Joseph observó que ______ le tomaba la mano a Richard y que se acercaban a unirse al grupo que se estaba formando para interpretar un baile rural. Admiró el suave vaivén de su vestido azul pálido. Esa noche ______ estaba de nuevo impecablemente vestida, y estaría dispuesto a apostar que era una reacción al violento desorden en que se había visto esa tarde. Su cabello había sido peinado en una complicada serie de trenzados y bucles, su vestido era recatado, abrochado hasta el cuello con una fila de diminutos botones de perla. Pero esa tarde él le había soltado el pelo, que le había inundado la mano con sensualidad. Había visto lo que había debajo de las capas con las que ______ se ocultaba. Había acariciado esa piel tan suave que nadie había tocado jamás. Lo sabía… Su cuerpo se tensaba irremediablemente sólo de recordarlo.
Joseph se volvió y se concentró en el aprieto de ______ en lugar de en el propio. La amaba. No la expondría al escándalo. Se daría una semana más para cortejarla, pero entonces tendría que hacerle su declaración ante los ojos de todos, estuviese ella preparada o no.
Apuró la copa de vino. Se sentía tan verde e inseguro como un joven en su primera relación amorosa, y le resultaba totalmente desconcertante. No estaba en absoluto seguro de que ella fuera a aceptarlo.


Era muy extraño que a una la cortejara el hombre que siempre había tenido como su más querido amigo; y más extraño aún notar cómo su resistencia se transformaba en algo cálido, excitante e íntimo, algo que le derretía el corazón. ______ estaba bajo asedio, y la seducción era tan sutil, tan suave, que casi antes de darse cuenta ya estaba medio perdida.
Joseph le llevaba flores, rosas salvajes que cortaba de arbustos que crecían en los márgenes del Winter Race; la llevó a pasear a caballo y la convenció para ir a montar en barca al río. La acompañó a la asamblea de Woodbridge y bailó con ella tres veces. La hacía reír. Se sentaba a charlar con ella mientras se ponía el sol y las aves acuáticas graznaban entre los juncos; mientras las sombras se fundían con la oscuridad.
Pero no la besó ni una sola vez.
______ sabía que lo deseaba. Se le notaba en su manera de agarrarla cuando bailaban, o cuando la ayudaba a bajar de la calesa. En una ocasión, mientras ella le hablaba del tesoro de Midwinter, lo había mirado a la cara y había visto que él la devoraba con la mirada; así que se había callado bruscamente y se habían quedado así, mirándose a los ojos, y ______ había visto el deseo ardoroso encendiendo su mirada y había sentido la debilidad tan familiar ya que le invadía los sentidos.
—¡No me estás escuchando! —había dicho ella.
—Lo siento —le había dicho Joseph de un modo encantador—. Tienes bastante razón. Confieso que no me he enterado de nada de lo que has dicho.
______ se había sonrojado, y Joseph se había reído y le había besado los dedos; pero ______ sabía que habría querido hacer mucho más que eso.
La amistad era especial, ______ se daba cuenta; pero la amistad unida al amor estaba demostrando ser algo mucho más profundo y perfecto de lo que hubiese imaginado. Amenazaba con robarle el alma. Sin embargo, subconscientemente, un pensamiento se aparecía para atosigarla y aguar su felicidad. Joseph Jonas era un hombre que todo el mundo sabía que estaba casado con su pasión de desenterrar antigüedades, que era un viajero, un aventurero, siempre en movimiento, poseedor de un espíritu inquieto. Y ella… Ella no deseaba más que la paz y la tranquilidad de un hogar, y por ello esos deseos tan opuestos jamás podrían ser compatibles. Nunca jamás.
Cosa rara, fue un pequeño incidente que ocurrió en una cena en casa de lady Saltire lo que finalmente provocó el asunto. Después de la cena las damas se habían retirado a una sala a tomar una taza de té y a jugar unas manos de cartas mientras esperaban a que los caballeros se unieran a ellas. ______ había dejado de jugar una de las partidas, y se levantó distraídamente para acercarse a la biblioteca de lady Sally a ver qué libros tenía, y muy pronto quedó ensimismada con la lectura de una copia de La Reina de las Hadas. Tan sólo la voz de Joseph al entrar en la habitación con sir Richard Kestrel y sir Arthur le llamó la atención.
—Me encantaría ir a Londres a hablar de organizar una exposición de sus hallazgos en el Museo Británico, señor —le oyó decir ______—. Sería un gran honor para mí. Y mientras estoy en la ciudad aprovecharé para concretar algunas cosas en relación con mi próxima expedición a Escandinavia.
—Se han producido algunos maravillosos hallazgos en Uppsala —dijo sir Arthur con entusiasmo—. Debes escribirme y contármelo.
Joseph le hizo una inclinación.
—Un placer, señor. He oído que tienen un enterramiento en forma del barco, del tipo que esperábamos encontrar aquí en Midwinter. Me interesaría muchísimo verlo…
A ______ se le heló la sangre en las venas. Por un momento le pareció como si la sala de lady Sally, el lugar más cálido y agradable que uno podría imaginarse, fuese tan frío como el Ártico. Las palabras de Joseph se repetían en su mente como los golpes de un martillo sobre el metal, inexorables.
______ juntó las manos y miró sin ver por una ventana de cristal emplomado hacia los oscuros jardines que había más allá. Joseph no le había dicho nada a ella de su viaje. En ninguna de las conversaciones que habían mantenido durante toda la semana le había mencionado ni una sola vez que iría a Londres, y menos aún que se embarcaría para tierras lejanas. Lo cual quería decir que o bien tenía la intención de ir solo, o bien…
______ hizo una pausa. Durante la semana pasada se había ido convenciendo poco a poco de las honorables intenciones de Joseph hacia ella. Le había asegurado que sus sentimientos eran sinceros, y ella no dudaba de él. Pero el inevitable resultado de eso sería que él esperaría que ella lo acompañase al viaje. Tal vez esperaría que ella se casara con él para después acompañarlo a dondequiera que él fuese. Por las montañas, los desiertos, con inundaciones o desolación; sin hogar, ni seguridad ni descanso…
La pasión perpetua de Joseph eran las antigüedades; de modo que lo más natural para él sería que ella lo acompañase a donde que lo llevara su trabajo, su pasión. Era, después de todo, el papel de toda esposa. Sería lo que se esperaría de ella.
Observó a Joseph mientras se sentaba junto a lady Odell. Le había dirigido a ______ una mirada al entrar en la sala, una mirada llena de ternura que le había asegurado que pronto se uniría a ella. Pero de repente _______ no quería que él fuese a ella. Así que se acercó a sus padres.
—Lo siento, mamá —dijo—, pero me temo que me duele la cabeza. No es nada —se apresuró a añadir cuando Joseph se levantó con una expresión de preocupación en el rostro—. Creo que debería irme a la cama. —Se volvió hacia lady Sally, evitando mirar a Joseph—. Por favor, excúseme lady Sally —le dijo con voz temblorosa mal disimulada—. Me disculpo por abandonar tan temprano su fiesta…
Sentada en una esquina del coche de sus padres, ______ apoyó la cabeza en una mano, pensando que el dolor de cabeza ya estaba ahí. Trató de no pensar demasiado en lo que había oído esa noche, pero en la intimidad de su cuarto se quedó horas despierta, mirando al techo, pensando en todas las cosas que eran importantes en su vida. Sin embargo, llegada la mañana, no había llegado a ninguna conclusión.


—Creo que va a llover pronto —dijo Olivia Marney, oteando el horizonte que tenía el mismo gris plomizo de una moneda de seis peniques vieja—. Tal vez no sea hoy, ni mañana, pero siento que se está fraguando una tormenta.
______ y Olivia estaban sentadas en una manta bajo uno pinos cerca de Playa Kestrel. Era el día que Deborah había planeado para ir a la playa, pero como en las últimas semanas había habido tanto ajetreo, ______ se había olvidado totalmente de la excursión hasta que la calesa de los Marney había entrado en el camino que conducía a su casa para ir a buscarla.
Por la mañana habían explorado el castillo en ruinas que se alzaba en un promontorio frente a la playa. ______ se había asegurado de estar en compañía de Deborah u Olivia, e incluso había tolerado los chillidos infantiles de Helen Lang y su alocado entusiasmo con tal de no estar a solas con Joseph. Y sin embargo no había podido ignorar su presencia. Era consciente de su presencia todo el tiempo, y cada vez que miraba en dirección suya, que era a menudo, era para verlo observándola con una expresión de curiosidad que le aceleraba el corazón. Conocía esa mirada. Le estaba diciendo que tal vez fuera capaz de evitarlo de momento, pero que él estaba aguardando, y que ella no podría escaparse al final.
Después de un almuerzo en la playa, Olivia había decidido que quería tumbarse un rato a la sombra, y ______ prefirió unirse a ella mientras los otros paseaban por la orilla del mar. En ese preciso momento, ______ los estaba observando. Helena Lang estaba buscando caracolas, chillando exageradamente cada vez que encontraba una, sin prestar atención al hecho de que se le estaban empapando las faldas. Deborah y Ross paseaban del brazo, charlando animadamente. Detrás de ellos, Richard Kestrel y Joseph Jonas caminaban, absortos con su conversación. Entonces Joseph la miró directamente a ella. ______ se ruborizó y desvió la mirada, y se puso a dibujar con un dedo círculos en la arena.
El calor empezaba a apretar, como si estuviesen atrapados en una especie de horno gigante. Y más allá del abrigo de los árboles, el sol caía a plomo sobre Playa Kestrel. La orilla era amplia y la arena limpia, con dunas movibles en un extremo donde la playa cambiaba la arena por piedrecillas que brillaban al sol como diamantes.
—Creo que una tormenta es justamente lo que nos vendría bien para descargar el ambiente —dijo ______—. Este calor constante me provoca dolor de cabeza.
—Las tormentas aquí son tremendas —comentó Olivia—. Llegan del mar, con mucho aparato eléctrico, y toda la tierra se estremece con los truenos. ¡En esos momentos sí que me resulta fácil creer en los fantasmas de los guerreros del pasado! —Miró a su alrededor y se estremeció ligeramente—. Por la noche, cuando los búhos ululan y la luna está alta en el cielo, uno podría creer cualquier cosa.
______ se echó a reír.
—¿Preferirías vivir en la ciudad? —le preguntó.
Olivia negó con la cabeza despacio. Estaba mirando hacia la orilla, donde Deborah iba agarrada del brazo de Ross, riéndose a carcajada limpia, mientras se retiraba corriendo para evitar que la alcanzaran las olas.
—No, adoro el campo. —Volvió la cabeza rápidamente, y ______ se quedó sorprendida al ver que tenía lágrimas en los ojos—. Lo que me gustaría —añadió con fiereza— es estar casada con un hombre que quisiera estar casado conmigo.
Impulsivamente, ______ puso la mano sobre la de Olivia.
—Olivia, lo siento tanto.
—No lo sientas —dijo Olivia, dándole un breve apretón en la mano—. Perdóname, no debería haber dicho tal cosa. —Se frotó los ojos con un pañuelo de algodón—. Soy yo quien debería disculparse, _______.
______ sacudió levemente la cabeza mientras veía a Deborah paseando tan tranquila del brazo de Ross, un poco más adelantados del grupo. Se preguntaba cómo Deborah, tan sensible para otras cosas, podría estar tan ciega a la tristeza de su hermana.
Olivia tomó su copia de La hechicera y suspiró.
—Creo que le pediré a lady Sally si podemos leer algo más humorístico la próxima vez —dijo—. Los romances no me sientan muy bien en estos momentos.
______ se echó a reír.
—Creo que añadiré mi voz a la tuya —dijo ______ riéndose con pesar.
—¿Por lord Jonas? —le preguntó Olivia mirándola con expresividad—. He visto cómo lo evitas, ______. ¿Ha ocurrido algo?
______ se sonrojó.
—No había pensado que fuese tan evidente para los demás.
Olivia le sonrió.
—Siento haberte sacado los colores —dijo Olivia—. No ha sido mi intención. Simplemente había notado que no querías quedarte sola; y que lord Jonas está esperando el momento exacto en que lo estés.
______ sintió cierto pánico. Sabía que tarde o temprano tendría que hablar con Joseph y preguntarle acerca de sus planes, pero le daba reparo hacerlo. En realidad, tenía miedo.
—¿Crees que se acercará a mí? —le preguntó a Olivia.
—A mí me da la impresión de que lord Jonas es un caballero de lo más tenaz, ______. Si no le das una oportunidad, él se las ingeniará para buscarla. Lleva todo el día observándote.
Olivia se puso de pie y se sacudió la arena de las faldas.
—Mejor dicho, parece que lord Jonas ha perdido la paciencia y en estos momentos viene hacia aquí a buscarte. Creo que iré a la orilla con los demás. La señorita Lang planea bañarse, aunque no creo que la idea me apetezca mucho.
______ volvió la cabeza. Joseph había dejado a Richard Kestrel e iba caminando por la arena hacia donde estaban ellas. ______ se puso de pie rápidamente.
—Iré contigo —dijo ______.
—Por mí encantada —respondió Olivia—. Pero no creo que a lord Jonas le hiciera mucha gracia —añadió sonriendo.
En ese momento Joseph llegó a donde estaban ellas. Hizo una cortés inclinación a Olivia, pero en sus labios había una sonrisa.
—Buenas tardes, lady Marney. Su hermana se pregunta si le apetecería unirse a ellos.
Olivia sonrió.
—Me pareció que Deb querría precisamente eso —dijo—. Voy con ella. —Abrió la sombrilla y echó a andar hacia la orilla.
______ y Joseph se miraron.
—Pensaba que no ibas a darme ni una oportunidad —le dijo él.
A ______ se le aceleró el pulso.
—No sabía que te la hubiese dado —respondió ella con cierto pesar.
Joseph se echó a reír.
—No —dijo él—. Estoy en deuda con lady Marney por su sensibilidad. Me gustaría hablar contigo, ______.
La agarró del brazo y la condujo un poco más allá, donde la espesura de los árboles les ofrecía más intimidad. Cuando estaban bajo las tupidas copas de los árboles, se volvió hacia ella y la miró con atención.
______ tembló levemente.
—¿Qué pasa, Joseph?
—Quiero saber por qué me estás evitando —le dijo sin rodeos, mientras apoyaba una mano contra el tronco del pino más cercano—. Anoche, y hoy otra vez, has tenido mucho cuidado de que no nos quedáramos solos en ningún momento. Me gustaría saber por qué —le tomó la mano—. ¿Qué ha cambiado entre nosotros, ______?
______ evitó su mirada. Se conocían tan bien que le resultaba muy difícil fingir. Así que le hizo el favor de ser tan rotunda como él.
—He oído que te vas a marchar —dijo ______.
Vio que su expresión se relajaba, como si hubiese anticipado un problema más difícil.
—Entiendo —dijo él—. Es cierto que pronto me marcharé a Londres, pero no tengo pensado marcharme hasta dentro de una semana como mínimo. Siento que tuvieras que enterarte de ese modo.
—¿Y tu viaje a Escandinavia? —continuó ______ con una creciente sensación de vacío—. ¿También querías hablarme de eso?
Esa vez el silencio fue más prolongado.
—No era así como quería hacerlo —dijo Joseph finalmente.
La miraba fijamente, y _____ percibió la tensión creciente en su actitud.
—Quiero que te cases conmigo, ______ —dijo—. Cuando… Si me marcho quiero que me acompañes. Espero que no hayas interpretado mal mis sentimientos o mis intenciones, ______. Mi más ardiente deseo es que aceptes mi proposición.
______ lo miraba también con expresión intensa. Sintió que le faltaba el aire, como si estuviese contemplando algo demasiado enorme. ______ parecía bastante tranquilo, pero entonces percibió cierta duda en su expresión, como si esperase un rechazo por su parte. Ese momento de vulnerabilidad en un hombre tan fuerte le provocó una oleada de amor tan intensa que ______ se estremeció.
—No lo sé… —dijo con voz estrangulada—. Hay muchas cosas a tener en cuenta, ______. Necesito tiempo…
—Tiempo —dijo ______ con la sombra de una sonrisa en los labios—. Sí, lo entiendo, ______.
______ sintió la presión de las dudas y los miedos.
—Parece una tontería, conociéndote como te conozco —dijo—, pero aún no me he acostumbrado a nuestra situación.
Joseph asintió.
—No soy un hombre paciente, ______. —Tiró de ella—. Pero si puedes darme esperanzas, entonces te daré un poco más de tiempo.
Sus labios rozaron los suyos con una caricia provocativa que le aceleró el pulso a ______. El contacto fue muy leve, intensamente sensual, y ______ sintió el calor del deseo en sus entrañas. Casi ajena a su reacción, ______ se inclinó sobre él para besarlo, mientras le acariciaba la espalda musculosa a través de la tela de su camisa. Entre sus brazos le resultaba muy fácil olvidarse de los problemas, de los miedos y las dudas. El beso pasó a ser apasionado, ardiente. ______ sintió calor por todo el cuerpo y un cosquilleo de deseo en la piel. Sabía que no tenía defensas ante la habilidad de Joseph. La besaba con una pasión tan intensa que le hacía temblar de pies a cabeza.
—Maldita sea, ______ —le dijo con acento ronco—, no me hagas esperar mucho. —La soltó y ella vio su expresión angustiada antes de que él pudiera ocultarla—. Debo llevarte de vuelta —dijo en tono reacio—. Hasta que pueda reclamarte como mi futura esposa, no debo hacer nada más que pueda poner en peligro tu reputación.
Le tomó la mano y salieron de la espesura a la playa. Nadie parecía haber notado su breve desaparición. Deb y Olivia, Ross y Kestrel seguían paseando por la orilla del mar. A Helena Lang y a James Kestrel no se los veía por ninguna parte.
______ se bajó el sombrero para proteger su cara del sol y de la inquisitiva mirada de Joseph. Estaba hecha un lío.
Las últimas palabras de Joseph daban vueltas en su pensamiento. Parecía que Joseph estaba seguro de que aceptaría su proposición de matrimonio. ______ deseó tener también esa confianza. Porque aunque la atracción física entre ellos amenazaba con volverla loca, sabía que no bastaba sólo eso para crear una vida juntos.
Se unieron al resto del grupo y pronto Helena Lang y James Kestrel aparecieron por la playa y todos acordaron regresar a casa. Los demás parecían estar de buen humor, y ______ sonrió hasta que le dolió la cara. Sólo más tarde, sentada en su cama, se puso a pensar en Joseph y en lo que él deseaba de la vida.
Sabía que las intenciones de Joseph eran honorables, pero también reconocía lo problemático que resultaría casarse con él. Sabía que lo amaba, que él era el hombre a quien deseaba tener por marido, tal y como le había sugerido Olivia tantas semanas atrás.
Pero no amaba su estilo de vida.
Sólo de pensarlo le entraban sudores fríos de pavor y tristeza. Cuando había llegado a Midwinter se había permitido el lujo de pensar que tal vez lo de viajar pudiese terminar. Durante años había navegado tras la estela de sus padres, como una pequeña barca de remos balanceándose inútilmente tras dos resueltos galeones. Su mayor deseo había sido siempre un hogar estable, una vida tranquila, la posibilidad de hacer algo que a ella le gustase, algo propio; y desde ese punto de vista, no había peor marido para ella que Joseph Jonas.
Entonces pensó en Joseph, en su fervor por la vida, en su entusiasmo y en la chispa de emoción que ella siempre había confundido con una evidente temeridad pero que en el presente reconocía como la esencia misma del hombre. Le daba toda la impresión de que esa chispa se extinguiría si él se casase con una mujer que no compartiera esa pasión suya, la pasión de su vida; o peor aún, una mujer que lo siguiese de mala gana y no pudiese disfrazar esa apatía. Sólo de pensarlo le daban náuseas.
Con la cabeza en la almohada, sintió las lágrimas calientes empapando en silencio la fresca funda de algodón. Lloraba porque tenía que poner punto final a los besos, al igual que a la idea de casarse; y tenía miedo de que también se perdería la amistad.
En realidad, lo perdería todo con él.










Nataly(:
Natuu!
Natuu!


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"UN IRRESISTIBLE LORD" (JOE&TU) (TERMINADA) - Página 8 Empty Re: "UN IRRESISTIBLE LORD" (JOE&TU) (TERMINADA)

Mensaje por chelis Vie 27 Ene 2012, 12:18 pm

AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAIII
EL AMOR ES ALGO COMPLICADOOOOO
PERO LLENO DE GOZO
AAAII SIGUELA PROFAAAAA
chelis
chelis


http://www.twitter.com/chelis960

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"UN IRRESISTIBLE LORD" (JOE&TU) (TERMINADA) - Página 8 Empty Re: "UN IRRESISTIBLE LORD" (JOE&TU) (TERMINADA)

Mensaje por Natuu! Sáb 28 Ene 2012, 8:59 pm

Capítulo 18




Cuando Joseph la encontró a la mañana siguiente, ______ estaba en la biblioteca subida en una silla, quitándole con un plumero el polvo a la lámpara de cristal. Había pasado una noche horrible, dando vueltas en la cama, durmiendo a ratos, pensando en lo que iba a decirle. Y al amanecer había decidido que era necesario hablar con él a la primera oportunidad posible.
Dejó el plumero sobre la mesa y colocó la silla justo debajo de la lámpara para poder llegar a la parte más alta, que era donde más telarañas había, y se volvió a subir. Si se estiraba todo lo más posible…
La silla dio una sacudida de pronto, y ______ echó un brazo hacia atrás para agarrarse a algún sitio, pero sin suerte. Cuando notó que perdía el equilibrio, un par de manos fuertes la agarraron de la cintura, la levantaron con agilidad y la depositaron en el suelo.
—¿Tratando de partirte el cuello, ______? —dijo la voz de Joseph.
______ se sintió sofocada. Joseph no le había soltado la cintura, y ______ sentía el calor que le trasmitían sus manos a través de la fina muselina del vestido.
—Trataba de limpiar los candelabros —dijo ______.
—¿Y por qué no nos has llamado para que te ayudáramos? —dijo Joseph.
—Estabais muy ocupados —se excusó ______ mientras trataba de apartarse de él, pero Joseph no la soltaba, y la miraba con expresión divertida—. ¿Pero qué estás haciendo aquí dentro? —le preguntó—. Pensaba que estabas trabajando.
—He venido a verte —dijo Joseph—, y no hay necesidad de decirlo como si fuera el gato de la cocina. Juro que me he quitado las botas antes de entrar.
______ lo miró de arriba abajo. Desde luego en los pies sólo llevaba calcetines.
—Me alegra que estés aquí, porque quiero hablar contigo de algo importante —le dijo ella, desviando la mirada a la mesa como si le interesara mucho la brillante superficie.
—Yo también quería verte —Joseph sonrió—, aunque no necesariamente para hablar.
A ______ se le encogió algo por dentro al ver la felicidad reflejada en su cara. Así le costaba mucho más rechazarlo. Lo que iba a hacer la tenía ya llena de miedo y de angustia.
—Joseph —le dijo con desesperación.
—¿Sí?
______ lo miró y el corazón se le subió a la garganta. Tragó saliva, pero vio que las palabras de rechazo que había practicado durante toda la noche no le salían. Joseph se acercó a ella, con la mirada fija en su rostro, afectándole con la fuerza de siempre.
—Tienes telarañas en el pelo —le dijo él en tono suave.
—Ay… —______ se llevó una mano a la cabeza—. Sabía que debería haberme puesto un pañuelo.
Sus dedos se enredaron en su espesa melena.
—Estate quieta que te las quito yo…
—¡Me vas a soltar todas las horquillas! —chilló ______ mientras sentía las yemas de sus dedos rozándole el cuero cabelludo.
Inmediatamente pensó en las sensaciones que le provocaba el roce de sus dedos, que le recordaron peligrosamente a su experiencia en el coche, cuando se había abandonado totalmente en su respuesta hacia él. Allí, tan cerca, sus sentidos parecían empaparse de la presencia de Joseph; el roce de sus dedos y el olor de su piel le provocaban un leve aturdimiento. Por eso mismo se agarró al brazo de Joseph sin darse cuenta. Pero al notar la fuerza de sus brazos musculosos sintió que su turbación aumentaba.
—Por culpa tuya me olvidaba de lo que quería decirte —le dijo en tono débil.
Joseph la miró a los ojos y le sonrió.
—Sólo te estoy quitando las telarañas del pelo, ______ —dijo mientras continuaba con su empresa—. Ya está. No ha quedado ni una.
—Gracias —le dijo ______ con voz algo ronca, y se aclaró la voz enseguida—. Gracias, Joseph.
—Pareces Cenicienta, con el pelo algo revuelto —dijo Joseph riéndose, con el plumero en la mano—. A ver… —Le rozó la mejilla suavemente con las plumas.
—No… —empezó a decir ______.
El roce de las plumas era suave, sensual y tremendamente provocativo. Sintió un cosquilleo en la piel, y se le puso de punta el vello de la nuca, incitando su deseo. Joseph la observaba con interés, y ______ supo que entendería lo que estaba sintiendo. Lentamente, muy lentamente, dejó que las plumas le rozaran la garganta, bajándole por el brazo. Incluso a través de la tela del vestido, parecía la caricia de un amante. ______ sintió que se le cerraban los ojos mientras los estremecimientos la recorrían de arriba abajo. La expresión en los ojos de Joseph provocó que se le inflamaran los sentidos al ver en ellos el eco de su deseo ardiente. Las plumas se deslizaron sobre el corpiño del vestido, e inmediatamente los pezones despuntaron sin vergüenza alguna bajo la fina muselina. Sólo de pensar que Joseph se había dado cuenta, sintió una oleada de calor en las entrañas.
—Joseph… —le dijo con un suspiro angustiado.
Le quitó el plumero de las manos, pero era demasiado tarde. Joseph tiró de ella con vehemencia y el plumero cayó al suelo, olvidado ya. La besó tan apasionadamente, con tanta fuerza y sentimiento que al poco ______ estaba sin aliento y temblorosa.
Estaban los dos tan absortos el uno en el otro que no oyeron los pasos en el pasillo, ni siquiera las voces hasta que la puerta de la biblioteca se abrió de golpe para dar paso a sir Arthur, trabuco en mano.
—¿Pero qué demonios está pasando aquí? —exigió sir Arthur muy enfadado—. ¡Besándoos y abrazándoos delante de la ventana! —Blandió el trabuco hacia Joseph—. ¡Cuando te invité a que te unieras a la excavación, chico, no te ofrecí también a mi hija! ¿Dónde te crees que estás?
______ jamás había visto a Joseph tan estupefacto. Avanzó un paso, pero retrocedió de nuevo cuando sir Arthur avanzó apuntándolo con el trabuco.
—Mis disculpas, señor. Entiendo que esto se ve mal…
—¡Y que lo digas!
—Pero no es lo que parece.
A sir Arthur se le salían los ojos de las órbitas de lo enfadado que estaba.
—¿No es lo que parece? ¡Pues yo lo veo bien claro!
—Papá —interrumpió ______, colocándose entre los dos—, no hay necesidad de tal escena. Joseph estaba a punto de marcharse…
—Todavía no —bramó sir Arthur.
—¡Señor —empezó a decir Joseph con desesperación—, por favor! No es lo que parece porque deseo casarme con la señorita Odell. Tenía la intención de pedirle permiso en estos días…
—Parece que estás acostumbrado a hacerlo todo al revés —ladró sir Arthur—. Los jóvenes de hoy en día…
Se oyó un ruido en la puerta cuando Lavinia Odell entró apresuradamente.
—¿Arthur? La señora Goodfellow me dijo que habías sacado el trabuco a la biblioteca y… —dejó de hablar al ver la expresión de Joseph y la angustiada de su hija—. ¿Pero qué está pasando aquí?
______ miró a Joseph, quien se volvió hacia sir Arthur y continuó hablando.
—Desde luego, señor, si me da permiso para venir a verlo podremos arreglar este asunto…
—Un momento —lo interrumpió ______, que estaba temblando—. Necesito hablar contigo de esto, Joseph.
Joseph le sonrió y ella se estremeció de nuevo.
—Mi querida ______… —empezó a decir.
—Por favor, no —dijo ______ con consternación—. Ay, Joseph, no hay necesidad de todo esto sólo porque nos hayamos dado unos cuantos besos.
Lady Odell emitió un gemido entrecortado a la vez que sir Arthur un rugido iracundo.
—¡Unos cuantos besos! ¡Maldito seas, Jonas, parece que te has dado prisa! Había oído que eras un calavera… ¡pero hasta ahora no lo había creído!
Joseph hizo un gesto de desesperación.
—¡Señor! Mis intenciones son de lo más honorables. ______… —se volvió hacia ella— por favor, trata de explicarles que esto no es un simple coqueteo.
______ sintió lástima de él.
—Las intenciones de Joseph son honorables, papá —frunció el ceño—. Sencillamente aún no le he dicho que me casaré con él.
—¡Las jóvenes de hoy! —refunfuñó sir Arthur en tono enfadado mientras se volvía hacia ella—. ¡No sabéis lo que queréis!
Joseph parecía tan angustiado como lo habría estado cualquiera en sus circunstancias. Se acercó a ______ y le dio la mano. Ese gesto minó todas sus defensas.
—Aún no me has dicho si te casarás conmigo —le dijo él en tono meditativo—. ¿De verdad que no puedo convencerte, ______?
—¡Sí… no! —exclamó ______—. Ahora no podemos hablar de esto, Joseph. Por favor, sé sensato y márchate. Ya me las arreglaré yo con papá. Mañana se habrá olvidado de todo.
—¡De eso nada! —exclamó sir Arthur con enfado.
—Creo que estás en minoría, cielo mío —dijo Joseph—. Yo no me habré olvidado, tus padres no se habrán olvidado y me da la impresión de que tú tampoco te habrás olvidado. —Se volvió hacia sir Arthur—. Vendré a verlo mañana, señor, si me permite.
Lady Odell empujó a un lado el trabuco para avanzar un paso.
—Deja esa cosa, Arthur —le dijo—. Vas a acabar pegándote un tiro en el pie si no tienes cuidado. Joseph, querido chico, estaremos encantados de verte.
—Gracias, señora —dijo Joseph haciendo una inclinación formal; entonces se volvió hacia ______—. Sé que esto es un poco repentino, mi amor, pero espero de veras que aceptes mi petición de mano.
______ se frotó la frente. Aquello no estaba saliendo como lo había planeado, y cada momento que pasaba las dificultades parecían ir en aumento.
—Apenas me estaba acostumbrando a la idea de que estuvieras cortejándome, Joseph —dijo ella.
—¡Ja! —Sir Arthur torció el gesto—. Me parece que has estado tonteando demasiado para ser una joven que no se había acostumbrado a que le hicieran la corte.
—De verdad, Arthur —dijo lady Odell—. Es un poco tarde para ponerse convencional a tu edad. Creo recordar —añadió con una sonrisa de felicidad— que nuestro cortejo no fue demasiado convencional.
El bigote de sir Arthur tembló.
—Y —continuó lady Odell—, ya que nuestro querido Joseph desea casarse con nuestra hija y nosotros lo tenemos en tan alta estima, no puede haber barreras.
Para sorpresa de ______, su madre se llevó a su padre de la habitación con la eficiencia de un perro pastor bien entrenado.
—Debemos volver al trabajo, amor mío —le dijo, deteniéndose un momento para darle a ______ un beso en la mejilla—. ¡Felicidades!
______ esperó a que se cerrara la puerta antes de dejarse caer en la butaca de la biblioteca. Joseph se acercó a ella, pero antes de que pudiera tocarla, ella sacó la mano para detenerlo. Entonces vio la mirada de sorpresa de Joseph al ver la angustia en su expresión.
—¿Qué te pasa, ______? —le dijo con suavidad.
—Lo siento, Joseph —le dijo ______—. Me siento muy honrada por tu proposición, pero me temo que no puedo aceptarla.
Las palabras le salieron apresuradamente, pero una vez dichas, ______ sintió un alivio enorme. Entonces vio lo dolido que estaba Joseph y se sintió muy mal.
—Parece como si lo hubieras ensayado muy bien, ______ —dijo Joseph—. ¿Llevas toda la noche practicándolo? ¿Era eso lo que querías decirme antes?
______ evitó su mirada. Lo malo de tener un pretendiente que la conocía tan bien era que no podía ocultarle nada. Se conocían demasiado bien los dos como para mentirse. Algunas cosas habían cambiado entre ellos, pero otras no.
—No me parece bien —dijo—. No creo que debamos anunciar nuestro compromiso sólo porque a papá le parezca impropio y quiera obligarnos con su trabuco.
Joseph la zarandeó suavemente.
—Cariño, sabes que no es así. Ayer te pedí que te casaras conmigo porque quería, y si tenemos que decírselo a todo el mundo antes que después, ¿qué diferencia hay?
—Nuestro compromiso me parece algo apresurado —dijo ______ con tristeza.
—Estoy de acuerdo con que no he podido cortejarte durante mucho tiempo —dijo Joseph con una sonrisa—. Pero nos conocemos ya desde hace diecisiete años. Espero que te parezca suficiente preparación.
Joseph observaba con evidente pesar su expresión consternada.
—No me estás diciendo toda la verdad, ¿no es así, ______? —le dijo Joseph—. Hay algo más que te molesta.
—Lo siento —dijo ______.
—¿Qué es lo que tanto te entristece, ______? —Le tomó ambas manos entre las suyas y la miró a los ojos—. ¿Por qué no deseas casarte conmigo?
______ sintió un dolor en el pecho. Era el mismo dolor que veía en los ojos de Joseph.
—No se trata sólo de desear o no desear —le dijo con dificultad.
Vio que los ojos de Joseph se oscurecían. Sin previo aviso, le besó la mano.
—¡______, te amo! No he podido dejar de pensar en ti. Quiero que nos casemos y que tú viajes conmigo.
A ______ le temblaban las manos, pero las apartó de las de Joseph.
—Yo… —susurró—. Oh, Joseph, no me lo pidas. No puedo. —Se puso de pie y en ese momento le dio la espalda, porque no era capaz de ver el dolor reflejado en su rostro—. Joseph, no lo hagas —repitió—. No quiero que lo hagas.
Joseph se puso de pie también.
—Por favor, dime —le dijo con voz ahogada— que no estoy presionando con mis atenciones a una dama que no las desea. Por favor, dímelo, ______, que te sientes tan atraída por mí como yo por ti.
______ se dio la vuelta.
—¡Sí, es cierto! —le dijo, llevándose las manos brevemente a la cara para cubrírsela—. Jamás podría mentirte, Joseph. Siento el mismo deseo que tú, pero… —su mirada lo obligó a mantener la distancia— eso no es suficiente.
Joseph negó con la cabeza despacio.
—¿Por qué no?
—¡Porque no queremos las mismas cosas! —soltó ______—. Lo he pensado y repensado. Viajar y explorar es tu vida, y quedarme en casa es la mía. Es mejor que tratemos de salvar nuestra amistad antes de que sea demasiado tarde. Eso es más valioso que una atracción pasajera.
Joseph entrecerró los ojos.
—¿Es eso lo que deseas, ______?
______ arrugó la cara para ahogar las lágrimas.
—¡Sí! Quiero que volvamos a ser amigos, como antes.
Joseph negó con la cabeza.
—Quieres que todo vuelva a ser fácil entre nosotros, sin aspiraciones —dijo Joseph—. Eso no puede ser, ______. Nunca jamás.
—¿Pero por qué no? —gimió ______.
—Porque yo ya no quiero eso. Ni tú tampoco, en realidad. —Con un movimiento ágil, Joseph la agarró del brazo y tiró de ella—. ¿Cómo podemos ser sólo amigos cuando no puedo olvidar cómo te he sentido entre mis brazos? —dijo él—. Dime que no quieres lo mismo que yo, ______.
Aquello era nuevo para ______; aquella intensidad en él. Joseph siempre le había parecido un hombre relajado, suave. Sin embargo de pronto había descubierto la apasionada insistencia de sus besos, su lado más apasionado e intrigante. Lo deseaba tanto como deseaba dejarlo marchar.
—No puedo negar que me atraes —le dijo desesperadamente—. ¡Lo reconozco! Pero sigo manteniendo que no es suficiente.
—Es un buen comienzo —dijo Joseph—. Entiendo lo que dices, ______, pero ya tenemos para empezar más que otras personas. Sin duda podríamos al menos intentarlo.
______ negó con la cabeza.
—No —dijo con rotundidad—. Tú quieres viajar, Joseph, y yo no deseo más que establecerme en un lugar, tener un hogar permanente. Tú no me puedes dar eso, y yo no te lo puedo pedir. Y no hay más.
Sintió que Joseph se quedaba inmóvil, que su mano se resbalaba de su brazo, y cuando se atrevió a abrir los ojos se dio cuenta con una mezcla de alivio e intensa decepción que su expresión era la de siempre: serena, segura, ligeramente interrogante.
—Entonces no hay más que decir —dijo Joseph.
Para ______ sí que lo había.
—Por favor… —las lágrimas querían salir—, si me niegas tu amistad, Joseph, entonces se perderá todo.
Vio el dolor en su expresión, y se le encogió el corazón. Pero enseguida su expresión se suavizó, y casi sonreía.
—Pobre ______ —dijo—. Por supuesto que no te negaré mi amistad, pero no puedo prometerte que vuelva a ser lo mismo.
Hizo una inclinación y se alejó, y ______ sintió que, a pesar de las palabras de Joseph, era demasiado tarde. Había perdido algo irrevocablemente.












Chicas quedan tres o cuatro capítulos para que la novela termine (:



Nataly(:
Natuu!
Natuu!


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Mensaje por andreita Dom 29 Ene 2012, 6:52 am

omj la rayis es una tonta
yo me voy con joesph
:(

ya casi se caba
bueno pon cap pon caps
andreita
andreita


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Mensaje por chelis Dom 29 Ene 2012, 6:11 pm

AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAIIIIII
______ POR QUE LO DEJAS IRRRR...
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAIIII YO NO TE DEJO IR JOSEPH, ME VOY CONTIGOOOOO!!!
JEJEJEJE
OOOHH SOLO QUEDAN ESOS CAAAPIIISSS
chelis
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http://www.twitter.com/chelis960

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Mensaje por andreita Lun 30 Ene 2012, 2:08 pm

NATU CAPP
andreita
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Mensaje por chelis Lun 30 Ene 2012, 8:36 pm

ooooooooooooooootroooo caaapiiissss
chelis
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http://www.twitter.com/chelis960

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Mensaje por Natuu! Lun 30 Ene 2012, 11:13 pm

Capítulo 19



La tormenta llegó al día siguiente. ______ le había dado a los sirvientes la tarde libre y sir Arthur y lady Odell se habían ido a una fiesta campestre en Saltire. ______ se había sentido demasiado triste para estar con nadie, y se había excusado por no asistir a la fiesta. Se había retirado a la biblioteca a leer, como siempre había hecho en el pasado cuando se había sentido triste, pero ni las notas románticas de La hechicera, ni el bello lenguaje de Shakespeare ni el filosófico sentido común de Marco Aurelio la habían calmado. Sentada frente a la ventana, con la mirada perdida, había repasado mentalmente la riña que había mantenido con Joseph, dándole vueltas hasta quedar exhausta. Pasó un rato antes de que se diera cuenta de que los cristales de la ventana estaban surcados de lluvia.
Cuando finalmente miró por la ventana, vio algo sorprendente. El cielo estaba de un extraño marrón pálido, con gruesos nubarrones negros que aumentaban rápidamente de tamaño. Hacia el este, donde el horizonte negro se juntaba con el mar, los relámpagos iluminaban el cielo y el trueno retumbaba en la distancia.
______ fue a la puerta. La lluvia le golpeó la cara nada más abrirla y el viento, cada vez más fuerte, la precipitó hacia atrás. Había un gran estruendo en el ambiente, y el silbido del viento en las copas de los árboles se unía al clamor de la corriente del Winter Race, que corría paralelo al enterramiento.
—¡Oh, no! ¡Las excavaciones!
La angustiada exclamación de ______ reverberó en la casa vacía. No había nadie allí para ayudarla a impedir que las zanjas quedaran anegadas en agua o a que las valiosas antigüedades no fuesen arrastradas por la tempestad. ______ sabía que no podría hacer mucho; pero aun así descolgó una vieja capa de sir Arthur que había en un armario de la entrada y salió corriendo al patio.
Fuera la tormenta era aún más horrible. ______ abrió como pudo la verja de madera para acceder al terreno, pero el viento la obligaba a avanzar inclinada. Las nubes negras estaban ya encima, y el trueno retumbaba muy cerca ya. ______ avanzaba como podía, apresuradamente, medio tambaleándose por el camino que bordeaba el terreno. La lluvia caía torrencialmente, y el suelo estaba totalmente encharcado, como si fuese andando por un riachuelo, ya que tanta agua de golpe no había podido ser absorbida por la tierra seca. ______ se dijo que era una tontería imaginar que podría salvar la excavación. De eso estaba segura. Las zanjas se estaban llenando de agua y la tierra arenosa se desmoronaba y cubría las zanjas.
Al llegar a la equina del túmulo más largo cerca del grupo de pinos que daba al río, ______ vio que no era la única persona que había pensado en ir a salvar la excavación. Joseph Jonas estaba de pie en la orilla, mirando las zanjas encharcadas. No había tiempo ni para la vergüenza ni para la sorpresa; en realidad, ______ se alegró mucho de verlo.
—¡Joseph! —le dijo—. ¿Qué estás haciendo aquí? Pensaba que estabas en Saltire.
—He venido a ver cómo estaba la excavación —dijo Joseph.
Tenía el pelo empapado, pegado a la cabeza. Se pasó la mano por la cara para retirarse el agua de los ojos.
—Le prometí a tus padres que haría lo posible. Ellos no pueden venir, ______. La carretera ya está inundada —se retiró el cabello empapado de la cara—. Esto es peor de lo que pensaba, porque veo que pronto el río va a inundar también lo que hay alrededor. Sal de ahí, ______. Aquí ya no se puede hacer nada.
—¡Pero y las excavaciones! —gimió ______ con pesar—. ¡Y todo tu trabajo! ¡Mamá y papá se quedarán desolados si el agua se lo lleva todo!
—No se puede hacer nada —dijo Joseph de nuevo—. Es peligroso quedarse aquí fuera, ______. Vamos.
La tomó del brazo y retrocedieron por el margen del río. El suelo estaba raro, poco seguro, como si se desplazase a ratos.
—¡Cuidado con el borde! —le dijo Joseph con nerviosismo—. La tierra está muy poco segura por aquí.
En ese momento ______ sintió como si algo la aspirara debajo de los pies, una fuerza que le tiraba de los talones como una marea. Oyó gritar a Joseph, pero no vio nada entre la lluvia y la arena, y aunque alargó la mano con desesperación para agarrarse a él, sus dedos se deslizaron entre los suyos con suma rapidez. Al momento pegó contra algo duro y plano. La oscuridad la rodeaba, y ______ se quedó muy quieta.
Momentos después cesó el ruido de la arena deslizándose entre los pequeños guijarros. La piedra que tenía debajo era lisa y estaba seca. Pero no veía nada. Estaba tumbada de espaldas, y sólo en ese momento se atrevió a rodar de lado con mucho cuidado y pegar las rodillas al pecho para tratar de ponerse de pie. Afortunadamente lo hizo despacio, porque se pegó en la cabeza contra algo duro.
Se sentó de nuevo, y pegó las rodillas al pecho con el fin de calentarse lo más posible. Tenía la ropa empapada y llena de arena mojada, y no veía ni oía nada salvo la rápida respiración de su pánico. El aire olía a rancio. Parecía que el terreno sobre su cabeza, el mismo margen del río, se había desmoronado, enviándola directamente a alguna cámara subterránea que hasta el momento no conocían.
______ trató de respirar más despacio y calmarse, recordando todas las cosas que había aprendido a lo largo de los años junto a sus padres. De pequeña, cuando se había quedado encerrada en el sótano de una casa, su padre le había dicho que si se quedaba atrapada bajo tierra no se pusiera nerviosa, porque sólo conseguiría acabar con todo el oxígeno y no lograría nada más.
Pero era más fácil decirlo que hacerlo, ya que ______ siempre había tenido un miedo secreto a la oscuridad. Pero enseguida pensó en Joseph tratando de atraparla antes de caer, y diciéndole que la sacaría. Al fin y al cabo, ellos dos habían desenterrado a sus padres cuando una zanja se había derrumbado en Wiltshire. A no ser que Joseph también hubiese sufrido algún daño y estuviese inconsciente, o enterrado como ella, o hubiese sido arrastrado por el Winter Race…
______ ahogó un sollozo. Debía serenarse y pasar a la acción, que sería lo único que podría ayudarla. Con cuidado, empezó a palpar a su alrededor para comprobar las dimensiones del hoyo donde había caído. Parecía seguro que estaba en una especie de cueva, y también que se había abierto como consecuencia de las lluvias torrenciales, tan sólo para ser sellada como todas las tumbas alrededor cuando la caída del barro y de la arena había anegado el margen. Empezó a gatear con cuidado hacia delante, cada centímetro parecía un kilómetro, y cada roce de la arena contra la roca le aceleraba el pulso al pensar que podría producirse otro corrimiento. El aire era denso y cálido y ______ se sentía algo mareada; el pánico estaba sólo a un paso.
No tenía ni idea de lo que había avanzado cuando se topó con un saliente de piedra que parecía inclinarse hacia arriba, y otro detrás, elevándose en la oscuridad. ______ se agarró al primer escalón, agarrándose también a la esperanza, puesto que las escaleras llevarían hacia arriba, hacia la luz y hacia el exterior. Hacia la salida.
Se puso de pie, ya que la altura del techo se lo permitió, y subió las escaleras muy despacio. ¿Sería su imaginación, o era posible que el agobiante ambiente le pareciese cada vez más fresco? ¿Y no era aquello que brillaba a los lejos un débil haz de luz?
Cuando finalmente llegó, se llevó un chasco. Estaba en otra cámara más espaciosa y la luz entraba a través de pequeñas grietas en las paredes de tierra, ______ trató de visualizar dónde podría estar, pero se había despistado en cuanto a las direcciones y no sabía a cuál de los numerosos enterramientos había llegado. Lo que sabía era que lady Odell y sir Arthur aún no habían entrado allí, puesto que no se veía que nadie hubiera cavado ni removido la tierra. Y, para alivio de ______, tampoco olía a podredumbre. A la tenue luz que se colaba por las rendijas, la cámara parecía totalmente vacía.
______ se acercó a la pared de tierra y pegó la cara a la hendidura más cercana. No se veía nada, pero sintió el aire frío en la cara y alguna gota de agua que le mojó los labios. Trató de escarbar en la pared, pero era más fuerte de lo que parecía. Tardaría horas en abrirse paso para poder salir de allí.
Se produjo una repentina ráfaga de viento y un retumbar a sus espaldas al tiempo que todo el enterramiento se desplazaba y otra pared de tierra caía, tapando de un golpe las escaleras por las que ella había subido hacía tan sólo un momento. ______ aguantó la respiración y se pegó un poco más a la pared. Y cuando abrió la boca para gritar socorro, oyó el rozamiento de la tierra y las rocas y sintió que se desplazaban las paredes, y se echó para atrás muerta de miedo, pensando que todo se iría abajo.
Momentos después, al oír el ruido de una pala hundiéndose entre la tierra y las piedras, se dio cuenta de que no era otro corrimiento de tierras lo que había causado el ruido, sino la acción del hombre. Joseph había ido a buscarla, como ella había sabido que haría.
—¿______? —la voz de Joseph retumbó entre las paredes de la cámara, rebotando contra el techo—. ¿Estás ahí?
—¡Joseph! —______ exclamó su nombre con un gemido tan lastimero que lo intentó de nuevo—. ¡Joseph! ¡Socorro! —gritó con más fuerza—. La cámara se está llenando de arena.
El movimiento se detuvo.
—¿______? ¡Gracias a Dios! Te sacaré de ahí enseguida. Pégate a la pared —le llegó la voz de Joseph.
Sólo de oír su voz se sentía más tranquila. Lo veía ya, una sombra oscura entre la delgada hendidura. La pala mordía la tierra con fuerza, precipitando la caída de la arena en la cámara.
—¡______! —Empezó a meterse por la abertura—. ¿Estás herida?
—No —dijo ______—. Tan sólo me he dado unos cuantos coscorrones y tiemblo un poco. Por favor, date prisa, Joseph —dijo con voz trémula—. Creo que se va a hundir todo enseguida.
—Todo el margen del río está inundado —dijo Joseph—. Hago lo que puedo, ______, pero no puedo trabajar demasiado rápidamente por miedo a que te caiga todo encima.
______ ahogó un gemido.
—Lo entiendo. Pero date toda la prisa posible…
Minutos después, el hueco fue lo suficientemente grande para que Joseph le pasara la lámpara. ______ pudo ver su prisión por fin, con sus dos resistentes paredes al sur y al oeste, donde Joseph estaba cavando. En el extremo norte, por donde pasaba el río, el techo se vencía peligrosamente. El resto de la tumba estaba tan vacío como en un principio había pensado, salvo por lo que parecía un pequeño saliente de piedra en la pared este que parecía destinado a soportar un jarrón o un cáliz. No había ni huesos ni ofrendas de ningún tipo, ni artefactos de guerreros o reyes, por lo cual ______ le dio gracias a Dios. Se pegó a la pared oeste y rezó para que Joseph se diese prisa.
El hueco se agrandó, y de pronto apareció la cara de Joseph, iluminada por el haz de la lámpara de aceite; la tenía sucia, crispada de preocupación, y con el cabello revuelto.
—______… unos minutos más…
Se produjo un estruendo ominoso debajo, y al instante el remolino del agua en los pies de ______. El continuo ruido de la pala resonaba en la cámara.
—¡Joseph! ¡Está entrando el agua!
—Aguanta, ______ —le dijo Joseph en tono tranquilo—. Casi estoy ahí. Pásame la lámpara…
Lo que ocurrió a continuación fue repentino y confuso. Cuando ______ levantó la lámpara para pasársela a Joseph, se produjo un estruendo impresionante cuando la pared a sus espaldas cedió. A la luz de la lámpara, ______ vio que el pequeño saliente de piedra se había deslizado hacia un lado, revelando una enorme cavidad detrás. Estaba llena de barricas de brandy. A la tenue claridad eran de un blanco fantasmal, cubiertas de espesas telarañas que se pegaban a la madera. Estaban tiradas por el suelo y también apiladas contra la pared. Unas cuantas estaban rotas, y a la luz se podían apreciar sus bordes afilados de madera.
______ se quedó mirándolo, embobada. Entonces el agua helada le llegó hasta la cintura y el barro se le pegó a las faldas, arrastrándola. Joseph tiraba de ella por el hueco, pero todo el techo se estaba derrumbando y amenazaba con llevarse a Joseph consigo. ______ se puso a salvo y se volvió desesperadamente para ver a Joseph luchando por no perder el equilibrio al tiempo que el suelo cedía bajo sus pies. Con un esfuerzo sobrehumano, lo agarró del brazo y tiró de él con tanta fuerza que pensó que se dislocaría el hombro. Rodaron por el suelo, Joseph arrastrando a ______ consigo, arqueando el cuerpo para protegerla, y continuaron cayendo en un barullo de piernas, brazos y agua embarrada, hasta que por fin dejaron de rodar.
______ se movió despacio. Tenía las manos pegadas al pecho de Joseph y sentía los latidos rápidos de su corazón. La boca y la nariz estaban hundidas en la lana mojada de su chaqueta. Sintió las gotas de lluvia corriéndole por la cara, pero se quedó quieta, agarrada a Joseph como si no quisiera dejarlo marchar.
—¿______? —Joseph se movió un poco, pegando los labios a su sien.
—Estoy bien —contestó ______, que de mala gana se movió un poco—. ¿Y tú?
Joseph asintió.
—Gracias —dijo ______ con voz entrecortada—. Gracias por salvarme la vida.
Joseph sonrió.
—Cuando quieras, ______. Y gracias también a ti. De no haber sido por ti yo habría sido arrastrado.
______ levantó la mano y le acarició la mejilla.
—Tienes la cara llena de barro…
Se miraron un momento, y entonces Joseph la abrazó de nuevo. Sus labios se encontraron, ardientes en contraste con el frío, y la sensación fue tan gloriosa que ______ gimió de placer. Podrían haber estado a las puertas del infierno mismo y ninguno de ellos se habría dado ni cuenta.
Finalmente, ______ se apartó de Joseph y lo agarró del brazo.
—Vamos a casa —le dijo—. Rápido, antes de que nos ahoguemos o nos pase algo más.
Lámpara en mano, avanzaron hacia la casa tambaleándose, como un par de borrachos. Aunque sólo eran las cuatro de la tarde, el cielo estaba completamente oscuro y la humedad cargaba el ambiente. Por el contrario, la casa tenía un aspecto sereno y recogido, totalmente opuesto a la tensión contenida que fluía entre ellos. Joseph miró a ______ y notó que tenía las mejillas encendidas y un brillo especial en los ojos. Toda la pasión y la emoción que había sabido que ella poseía habían despertado de pronto y ardía en esos momentos, como si exigiese de él una respuesta.
—Deberías quitarte la ropa mojada y darte un baño caliente —le dijo Joseph, tratando de controlar las imágenes tan poco oportunas que su comentario había desatado en su imaginación—. Te calentaré un poco de agua y te prepararé algo para tomar…
Pero no pudo seguir hablando. ______ le echó una mano al cuello y tiró de él para unir sus labios a los suyos. Sintió su lengua deslizándose por su labio inferior con vacilación, inocente y seductora. Entonces él la agarró y la besó apasionadamente.
Cinto minutos después los dos jadeaban, pero Joseph seguía tratando de dominarse. Su cuerpo ardía de necesidad, pero sabía que meterse en la cama con ______ sería la peor idea del mundo.
—______ —le dijo—, tenemos que dejar esto. Después te vas a arrepentir.
______ le puso la mano en el pecho.
—No lo creo. Te amo, Joseph. Hoy me has salvado la vida.
Joseph cerró los ojos con la agonía de la negación.
—Por favor, ______, no hay necesidad de que expreses tu gratitud de ese modo en particular.
—No bromees —le susurró ______—. Ahora no.
De nuevo le echó los brazos al cuello y acercó sus labios a los suyos, pegándose toda ella a él. Joseph se estremeció violentamente. Sabía que esa reacción suya era en parte por el alivio de haber burlado a la muerte y consecuentemente por la necesidad de celebrarlo, celebrando la vida. La misma fuerza que empujaba a ______ lo poseía también a él. Cuando había creído que podía haberla perdido para siempre, todo su ser se había rebelado. Hacía tanto tiempo que ______ era parte de su vida que no podría soportar la vida sin ella. Ni en ese momento, ni nunca.
Lo estaba besando otra vez, incitándolo con sus labios, volviéndolo loco. El aroma de su pelo y de su piel muy pronto lo privaron de todo pensamiento coherente.
—______ —dijo Joseph—, si no dejamos esto ahora, entonces vas a acabar en la cama conmigo, en tu cama.
______ se echó para atrás y lo miró a la cara.
—Es la segunda puerta a la izquierda del piso de arriba —le susurró.
Joseph la miró con mirada ardiente. Entonces la levantó en brazos y la llevó arriba, donde abrió y cerró la puerta con dos patadas.
Tenían la ropa mojada pero pronto se la quitaron. Mientras Joseph se desvestía, ______ le mordisqueaba en la nuca, en el lóbulo de la oreja, y lo besaba suavemente. Joseph apenas podía creer que aquella fuese la misma ______, la misma dama joven y correcta que siempre había hablado de la pasión como si fuese un engorro en la vida. Y cuando él se volvió hacia ella, enloquecido con sus caricias, ella tiró de él muerta de risa, envolviéndose junto a él entre las vaporosas telas que cubrían su cama con dosel.
Cuando ______ se quedó por fin desnuda delante de él, Joseph pensó que era la viva imagen de sus más arrebatadas ensoñaciones, sólo que todavía más maravillosa. Tenía los pechos grandes, altos y turgentes, de pezones pequeños y rosados. El vientre era liso y los muslos y piernas largos y esbeltos. Joseph estaba tan excitado que creyó que explotaría allí mismo. Se adelantó hacia ella instintivamente, y al ver cierta expresión de ansiedad en su rostro se acordó de que era virgen.
Mientras la estrechaba entre sus brazos se dijo que debía ser paciente. Acarició sus brazos, su espalda, sintiendo cómo se estremecía ella. Le pasó las manos por la suave redondez de sus nalgas y la dulce curva de sus pechos, succionándole los pezones y lamiéndole la base del cuello, donde le latía el pulso. La oyó gemir suavemente de placer, con un sonido como el maullido de un gatito. Tenía los ojos cerrados, la cabeza echada hacia atrás y las mejillas sonrosadas, y jadeaba con suavidad. Joseph bajó la cabeza a sus pechos, y deslizó los manos por la sedosa cara interna de sus muslos. Ella gimió y separó las piernas para él, y Joseph la tocó tímidamente, sintiendo cómo se tensaba su cuerpo con el juego de sus dedos. Abrió los ojos, anegados de pasión, sonriéndole.
—¿No te vas a quitar los pantalones? —le preguntó ella.
No quería apartarse de ______, pero en menos de un minuto se desnudó y volvió a su lado, pegándose a ella cuan largo era y besándola apasionadamente, con posesividad.
—Te amo, ______…
Era cierto. Sintió algo muy grande que amenazaba con hacerle estallar el corazón. ______ estaba allí entre sus brazos, tal y como debía haberlo estado desde siempre, y era suya, sólo suya, entonces y para siempre.
______ emitió un leve gemido de placer y lo abrazó, y Joseph la agarró por las caderas y empezó a penetrarla despacio. Estaba caliente y prieta, y a los pocos segundos Joseph se había olvidado de la delicadeza, y la agarraba con fuerza para embestirla con el mismo salvajismo. En la explosión de placer sintió pesar. Aquello no era lo que había tenido en mente para _______. Su necesidad por ella y la frustración de tanto tiempo habían podido con él. Sin duda ______ estaría tremendamente decepcionada.
Vio por su expresión levemente ceñuda que no estaba satisfecha. Así que se apartó de ella un poco y se apoyó sobre el codo, y empezó a besarla en la frente y a acariciarle un hombro.
—Cariño, lo siento tanto… No he podido evitarlo…
______ sonrió con vacilación.
—¿Ha sido culpa mía?
A Joseph se le llenó de ternura el corazón.
—Por supuesto que no. Sólo por ser tan totalmente deseable. En realidad, ha sido culpa mía. Te deseo desde hace tanto tiempo. Ahora ves lo que llevo tanto tiempo tratando de decirte; mi fama de mujeriego está totalmente injustificada.
Le plantó una lluvia de besos por el hombro y los pechos, y ______ se estremeció.
—Creo que podría haber sido bastante agradable si hubiese continuado un poco más.
Joseph sonrió.
—Me alegro de que pienses eso, porque aún no hemos terminado, ______. En realidad, esto no ha hecho más que empezar.








Nataly(:
Natuu!
Natuu!


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Mensaje por andreita Mar 31 Ene 2012, 10:38 am

natu!!!!!!!!
ame el cap jajaja :twisted:

porfin
ya era hora
estabn muy demoradosjaja sigue
andreita
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Mensaje por chelis Mar 31 Ene 2012, 11:05 am

aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaiii porfiiinnnn
que lindooo caaapiiiiisss
jejejeje
tienes que seguirlaaaaaa prfaaaaaa
chelis
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Mensaje por andreita Miér 01 Feb 2012, 10:12 am

:D
andreita
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Mensaje por chelis Miér 01 Feb 2012, 5:06 pm

ppon caaaapiiiisss porfaaa
chelis
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Mensaje por Natuu! Jue 02 Feb 2012, 4:59 pm

Capítulo 20



Cuando _____ se despertó la oscuridad era total, y como las cortinas no estaban echadas vio un pedazo de cielo gris muy oscuro. El repiqueteo de la lluvia en el tejado se unía al silbido del viento y al estrépito del trueno distante.
Se preguntó dónde habría ido Joseph. Casi inmediatamente obtuvo la respuesta. Se oyó un ruido que provenía de abajo, y _____ se puso tensa y volvió a la realidad. ¿Habrían regresado los sirvientes? ¿O sus padres? Miró al reloj. ¡Las ocho! Sin duda todos habrían regresado.
Entonces oyó que alguien silbaba y se dio cuenta de que era Joseph el que estaba en la cocina. Respiró aliviada mientras se recostaba suavemente de nuevo sobre la almohada. Joseph había bajado por algo de comer. Era un verdadero héroe.
_____ se levantó y fue hacia la ventana. Se detuvo un momento, mirando la oscuridad con estupefacción. El paisaje estaba totalmente inundado, todo el terreno de Midwinter Royal cortado como si fuera una isla. El río se había desbordado y había inundado el campo donde estaban los enterramientos, de los cuales sólo se veía la parte superior de los túmulos. Para llegar a ellos tendrían que ir en barca. _____ sintió frío y se metió en la cama otra vez.
Joseph entró en la habitación. Llevaba puesta su bata y en las manos una bandeja de comida, la cual dejó a los pies de la cama. Dejó la vela en la mesilla, y su suave resplandor dotó de intimidad al dormitorio, un paraíso frente al frío mundo exterior.
—Veo que estamos incomunicados —dijo _____.
Joseph asintió.
—El río se ha desbordado y ha rodeado la casa.
—¿Entonces nadie puede entrar?
Joseph la miraba con expresión interrogativa.
—No.
—¿Y no se puede salir?
—Supongo que no.
—Bien —dijo _____.
Joseph la miró pensativamente.
—_____… —empezó a decir.
A _____ le dio un vuelco el corazón; entonces levantó una mano.
—Joseph, por favor, no digas nada. Todavía no. No quiero estropear esto.
Joseph suspiró.
—_____, vamos a tener que hablar pronto…
—Pronto, sí —dijo _____—. Pero ahora no. Es demasiado pronto, Joseph —vaciló—. Toda esta situación es tan especial. Es como una pausa en el tiempo, como un lapso fuera del tiempo. Y en este momento no quiero tener que pensar demasiado.
Tomó el pedazo de pan y dio un mordisco. Sabía bien. Joseph suspiró de nuevo.
—No me gusta cómo suena eso —dijo él.
_____ fue a tomar un pedazo de queso, y entonces se deslizaron un poco las sábanas y se le vieron los pechos. Vio que Joseph se los miraba y se estremeció levemente. De pronto se le estaba quitando el hambre. Se veía que Joseph se estaba controlando, y al verlo así ella se excitó.
—Tal vez debería ponerme algo de ropa —dijo _____.
—Eso sería inútil —empezó a decir Joseph—, porque enseguida tendría que quitártela…
Vio que Joseph retiraba cuidadosamente la bandeja de la cama antes de quitarse la bata y meterse en la cama con ella. A la luz de la vela se le veía tan glorioso como ella lo recordaba de la vez junto al río. Entonces descendió sobre ella y reclamó sus labios con un beso apasionado y exigente.
—No te muevas —le ordenó él cuando por fin se apartó de ella, jadeando.
_____ no cerró los ojos para poder observar cómo se deslizaba sobre su cuerpo tembloroso y empezaba a besarla por todas partes: el arco del pie, debajo de la rodilla, en los muslos y en el vientre. Arqueó el cuerpo con frustración mientras él deslizaba los labios mojados y calientes por su vientre, besándola y jugueteando con su lengua, avanzando hacia los pechos calientes y tirantes.
_____ volvió la cabeza con languidez sobre la almohada. El resplandor de un relámpago iluminó totalmente el cuarto unos instantes, ahogando la luz de la vela. En el fiero resplandor vio a Joseph colocado sobre ella, con el rostro oscurecido por la emoción. Le estaba acariciando los pechos y le lamía un pezón con delicadeza. El trueno hizo retumbar la casa. La intensa turbación de sus sentidos la precipitaba hacia el abismo del placer. Todas sus inhibiciones y reservas quedaron arrastradas, destruidas, aplastadas bajo la lluvia de amor torrencial con la que Joseph la empapaba.
Él le sonrió y se agachó para besarla de nuevo en los labios, apasionadamente, mientras se deslizaba entre sus piernas con delicadeza. Y a medida que las sensaciones aumentaban, _____ arqueó su cuerpo y se precipitó en un mar de deliciosas sensaciones, alcanzando el éxtasis, agarrándose a sus hombros sin poder dar crédito a lo que sentía. Entre el ardiente resplandor del relámpago y el retumbar del trueno, el placer los consumió a ambos, fundiendo el pasado con el presente, la sombra de los niños que habían sido con los adultos en los que se habían convertido.
Mucho rato después, _____ y Joseph seguían abrazados en la oscuridad. _____ sacó un tema que llevaba todas esas horas aplazando.
—¿Los viste? —le preguntó a Joseph.
—¿Los barriles de brandy? —dijo Joseph sonriendo—. Sí, los vi.
Se volvió ligeramente hacia ella para que el cuerpo de _____ encajara mejor aún en la curva de su hombro.
—Eso era lo que Maskelyne trataba de decirnos con sus mapas y sus planos —dijo _____ ahogando una sonrisa—. No tenía nada que ver con el tesoro escondido. Sólo era una partida perdida de brandy de contrabando.
—A Jeffrey siempre le gustó beber un poco —dijo Joseph, retirándole el pelo de la cara—. A mucha gente le parecería un tesoro lo que hemos encontrado.
_____ se acurrucó junto a Joseph.
—Y ahora que sabes que está ahí —le dijo—, ¿irás a sacarlo?
_____ se acomodó un poco.
—Lo dudo. Todo el campo está inundado, y los daños habrán sido tremendos.
—¿Y qué pasa con el tesoro de verdad? —le preguntó _____.
Joseph le frotó la mejilla contra la suya y sonrió.
—Sabes que soy supersticioso. El tesoro de Midwinter no parece querer que nadie lo encuentre. Si sale a la luz de algún modo, encontrará el modo de hacerlo.
_____ volvió la cabeza y lo besó en el hombro.
—Te admiro por eso —le dijo suavemente—. Tantos están cegados por la codicia.
—Yo tengo todo lo que quiero entre mis brazos —dijo Joseph y la besó—. Duérmete, _____, que por la mañana tenemos que hablar.


Por la mañana, _____ se despertó y el cielo estaba gris, pero ya no llovía con tanta violencia. Joseph fue a ponerse algo de ropa de sir Arthur, puesto que la suya estaba imposible. _____ se vistió también y arregló su cuarto con movimientos mecánicos, en parte asombrada por lo que había ocurrido la noche anterior y en parte no. Lo que había vivido con Joseph era la experiencia más exquisita, más feliz y más profunda de su vida, y jamás la olvidaría. Lo amaba tanto. Sin embargo temía que básicamente todo seguía igual.
—Y ahora vamos a hablar —le dijo Joseph cuando entró en la sala, donde estaba ella; hizo un gesto al sofá que había al lado de _____—. ¿Puedo?
—Por supuesto. —_____ se movió ligeramente para dejarle más espacio.
—Hace unos días te pedí que te casaras conmigo —empezó Joseph sin rodeos—, y tú me rechazaste. ¿Quieres casarte conmigo, _____? Te lo pido…
_____ lo miró y percibió el rastro de expectación y tensión bien disimuladas. La situación era tan similar a la de su primera proposición, y a la vez tan distinta. Pues en el presente _____ estaba segurísima ya de que lo amaba con toda el alma, y que siempre lo amaría. Él también le había dicho que la amaba. Le había hecho el amor con una pasión y una ternura que le habían robado el corazón. Desgraciadamente, tenía que dejarlo marchar.
—Lo siento —le dijo—. Me temo que tengo que rechazarte de nuevo.
Vio que Joseph se quedaba muy quieto, y _____ aguantó la respiración, esperando la explosión de rabia. Pero lo que hizo Joseph fue tomarle la mano.
—¿Acaso debes hacerlo, _____? —le dijo él en tono bajo—. Por favor, dime por qué.
_____ estaba ya tan angustiada que apenas podía hablar.
—No puedo permitir que lo que ha pasado me influya —dijo con tristeza—. Cuando hace unos días rechacé tu proposición, Joseph, fue porque cada uno queremos cosas muy distintas, incompatibles. —Adelantó la mano para acallar sus protestas—. Ahora ya sé que te amo, y tú a mí. Pero como he dicho, nuestros deseos son totalmente incompatibles. Eso no ha cambiado.
Sé produjo un silencio.
—Has dicho que me amas —dijo Joseph en tono apagado.
_____ no pudo casi tragar saliva.
—Sí, por supuesto. Sabes que te amo con todo mi corazón, pero eso no cambia nuestra situación. Desde siempre has sabido que lo que más deseo es un hogar estable. Eso no ha cambiado. —Buscó su mirada con desesperación—. Pero tú… Los viajes y la exploración son tu vida. Y una esposa debe adaptarse al estilo de vida de su esposo. Eso lo entiendo, Joseph. ¡Jamás te pediría que tú renunciases a ello! Y por eso mismo tengo que renunciar a ti.
—Podrías acompañarme en mis viajes —dijo Joseph—. No hay nada que me gustase más…
La primera lágrima rodó por la mejilla de _____.
—¡Joseph, no puedo! Pronto acabarías harto de mí, sabiendo que viajaría contigo por obligación. ¡Detesto todo lo que tú amas! ¡Necesito tener un hogar propio!
—Tendrías Jonas. —Joseph se había puesto un poco pálido, como si entendiera la futilidad de sus argumentos pero no quisiera aceptarla—. Entiendo lo importante que para ti es tener un hogar, _____.
La segunda lágrima cayó.
—No podría soportar estar en casa con nuestros hijos esperándote a que volvieses, sin saber dónde estás ni cuándo volveré a verte. —Negó con la cabeza—. Es mejor sufrir ahora el dolor de la separación, que sufrirla constantemente durante nuestra vida juntos.
Joseph se pasó la mano por la cabeza, muy agitado.
—¡_____, entiendo lo que dices, pero no puedo renunciar a mis excavaciones! ¡Es mi trabajo! —Dejó de hablar y la tomó entre sus brazos, pegándole los labios a la sien—. Te amo tanto. Quiero que vengas conmigo…
_____ se apartó de sus brazos.
—Por favor, no me lo pongas más difícil, Joseph. Sabes que no puede ser.
Joseph negaba con la cabeza y apretaba los labios con obstinación.
—No puedes negar lo que ha pasado entre nosotros, y hacer como si nada hubiese ocurrido.
—No lo hago —contestó _____—. Pero podemos seguir como antes. Nadie tiene por qué enterarse.
Joseph se puso de pie.
—¿Que nadie tiene por qué enterarse? ¡Yo lo sé! ¡Y tú también! ¿Crees que lo vas a olvidar?
—Lo dudo —respondió _____ con una sonrisa tímida, temblorosa—. Pero puedo mentalizarme para no pensar en ti todo el tiempo.
—No creo que eso sea posible si estoy siempre ahí cerca de ti, recordándote lo que podría haber sido. —De pronto Joseph estaba furioso—. No puedes negar la pasión que hay entre nosotros, _____. —Joseph emitió un sonido de disgusto—. Supongo que no habrás abandonado el sueño de encontrar a un hombre prudente con quien establecerte. ¿Qué clase de pálida y fría existencia sería esa comparada con lo que nosotros podríamos tener juntos?
_____ estaba temblando ya.
—No planeo casarme, Joseph. Aunque incluso ahora vea que eso seguramente sería un error.
Joseph la miró con intensidad.
—¿Por qué? ¿Por lo que ha pasado entre nosotros? No hay por qué avergonzarse, _____. Por favor, te lo ruego, no te obligues a ti misma a permanecer en el cajón que dicta la sociedad sólo porque quieras una vida común y corriente —le dijo en tono apasionado—. Mataría tu espíritu. ¿De verdad quieres ser la solterona perpetua que se desencantó con el amor en su juventud, o bien la mujer de un hombre de valía que descubra que tuviste un lío amoroso y te lo haga pagar cada día con sus tonterías? ¡Ten el valor de casarte conmigo, _____! ¡Te quiero tanto!
_____ apretó los puños con dolor.
—¡Muy bien, Joseph! ¡Me has retado y ahora te retaré yo! ¡Renuncia a todo por mí y demuestra lo mucho que me amas! ¡Arriésgate a hacer algo que no será tan malo como tú piensas!
Se miraron largo rato; entonces Joseph la soltó y ella se recostó en el respaldo del asiento.
—No puedes —dijo ella—. Lo sabía.
Joseph estaba a punto de llorar.
—Qué extraño —dijo— que no pueda renunciar a todo lo que amo por ti, _____, y que tú no puedas arriesgar todo por mí, a pesar de que estemos hechos el uno para el otro.
Se levantó, pero se detuvo al llegar a la puerta.
—Una vez deseaste que alguien me rompiera el corazón, —le sonrió—. Te conozco lo bastante bien, amor mío, para darme cuenta de que no sentirás satisfacción alguna de haber sido la artífice.
_____ oyó el ruido de la puerta y sus pisadas en la grava. Entonces, sólo hubo silencio.










Perdón por la tardanza (:
Queda un solo capitulo chicas, y la novela termina.



Nataly!
Natuu!
Natuu!


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Mensaje por chelis Vie 03 Feb 2012, 11:49 am

nooooo!!!!
por que los dos son tan orgullloooosssooooooo!!!!!!!!!!!!!!!!
aaii y ahoraaa solo nos queda un caaapiiiiissss
pooorfaaa siguelaaa
chelis
chelis


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Mensaje por andreita Vie 03 Feb 2012, 4:00 pm

omj no que mal
los dos debirian dejar todo
y amarse
jaja
natu pon el cap
peroo yaaaaaaa
andreita
andreita


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