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Mensaje por ♫ Laura Jonas ♥ Sáb 31 Dic 2011, 2:28 pm

:crybaby: Chicas aunque no se dieron cuenta todavia me faltan capis por subirles :oops:
Es que ayer subiendoles se me fue la luz y llego esta mañana como a las 11
pero como no estaba en mi casa no les pude subir de inmediato :oops:

Asi que aqui les dejo los capis que me faltan
Es decir los ultimos del año 2011
♫ Laura Jonas ♥
♫ Laura Jonas ♥


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Una proposicion navideña (Joe y tu) - Página 4 Empty Re: Una proposicion navideña (Joe y tu)

Mensaje por ♫ Laura Jonas ♥ Sáb 31 Dic 2011, 2:40 pm

Una proposicion navideña (Joe y tu) - Página 4 Proposicionnavidena

Capitulo 7

El teléfono sonó mientras _________ estaba pintándose los labios frente al espejo. Aunque no era su estilo parecer demasiado entusiasmada cuando un hombre iba a buscarla, llevaba puesto el abrigo e intentaba no mirar el reloj continuamente.

—¿Sí?

—________, soy Joe. Lo siento, pero voy a llegar un poco tarde —se disculpó.

__________ llevaba casi veinte minutos esperando y habían reservado mesa para las ocho…

—¿Algún problema? —le preguntó.

—¿Quieres saber si he cambiado de opinión?

—Lo entendería, no te preocupes —dijo ella. Y, sabiendo lo que sabía de su pasado, era verdad.
Aunque no consideraba aquello una cita, tampoco como una reunión de trabajo porque no lo era.

Además, Joe le parecía interesante, atractivo y muy sexy.

En general, tenía por norma no mantener relaciones sentimentales con los clientes, pero como la cuenta de la empresa Jonas era suya sólo hasta que Carole pudiese volver al trabajo, pensó que podría hacer una excepción.

—No voy a dejarte plantada, no te preocupes —dijo él entonces—. Es que ha ocurrido algo a última hora.

—Muy bien. ¿Qué tal si nos encontramos en Tulane? —sugirió ella. El restaurante no estaba lejos de su casa y así le ahorraría tener que ir hasta allí.

Joe vaciló un momento y _________ recordó entonces que le gustaba tenerlo todo controlado.

—Muy bien —dijo, en cambio—. Pero dame otros quince minutos.

—De acuerdo.

—Si no estoy allí cuando llegues, pide un aperitivo.

—¿Debería empezar a cenar? —bromeó ella.

—No, llegaré a tiempo, te lo aseguro.

Joe llegó al restaurante justo cuando el camarero le estaba llevando unos canapés. Bajo el abrigo llevaba un traje de chaqueta oscuro, camisa blanca y una corbata de colores discretos. Tenía un aspecto sofisticado, sexy y un poquito arrogante mientras miraba alrededor. Al verla no sonrió exactamente, pero su expresión se animó un poco.

—Siento llegar tarde —volvió a disculparse mientras se dejaba caer sobre la silla.

—No importa, no te preocupes.

—Veo que has pedido un aperitivo.

—Sí, espero que te guste.

—No me pienso quejar.

—He pedido una copa de vino para cada uno —dijo _________, señalando la que había frente a Joe.

—¿Pinot noir? —murmuró él después de probarlo.

—Es el que tomamos la otra noche.

—Veo que prestas atención.

_________ tomó su copa, encogiéndose de hombros.

—Sí, suelo recordar los detalles.

Joe la estudió por encima de su copa. También él recordaba los detalles y cuando se trataba de ________ Hawley recordaba demasiados detalles. Tanto que no podía dormir.

Detalles como los puntitos dorados que había en sus ojos castaños y que reflejaban la luz de las velas. Y la palidez de su piel, en la que destacaba un trío de lunares en la garganta.

Aquella noche iba vestida de negro. El corte del vestido era sencillo y elegante. Y, aunque tenía manga cóctel y un escote muy discreto, resultaba tan sexy como el vestido rojo que había llevado a la cena benéfica. En cuanto a su pelo, lo llevaba suelto y caía como una cascada de rizos sobre sus hombros.

Joe se preguntó si sería tan suave como parecía. Si olería…

—Otra vez me miras y te quedas callado —dijo ________, interrumpiendo sus pensamientos—. Me preguntaría si me he manchado los dientes con el canapé, pero aún no lo he probado.

Ah, sí, pensó él, y luego estaba eso… lo sorprendentemente directa que era. Otro detalle, otra característica que la hacía destacar entre el resto de la gente. Su difunta esposa había sido una persona muy reservada y…

Joe tomó otro sorbo de vino para borrar el recuerdo antes de que pudiera formarse. No, no pensaría en Sheila esa noche porque había hecho eso durante las dos últimas citas. Se había pasado el tiempo haciendo comparaciones totalmente injustas. Las dos eran chicas muy agradables, pero le sorprendió que se pareciesen tanto a su mujer en aspecto y temperamento. ¿Estaría inconscientemente buscando una sustituta?

__________ no era la sustituía de nadie, nunca podría serlo porque tenía demasiada personalidad. Sheila y ella eran totalmente opuestas en todo, desde el carácter al aspecto físico. De hecho, no recordaba haberse sentido tan atraído por una mujer que fuese tan abierta, tan vivaz y tan independiente. Hacer comparaciones no sería justo para ninguna de las dos. Además, ¿de qué serviría, aparte de hacerlo sentir culpable?

De modo que tomó otro sorbo de vino y casi podría jurar que se quitaba un peso de encima.

—Te miro porque estás muy guapa esta noche.

—Gracias —sonrió ________.

—No, en realidad soy yo quien debería darte las gracias. Me alegro de que me hayas pedido que te acompañase al teatro.

—¿En serio?

—Sí, hace siglos que no voy.

__________ lo miró con expresión incrédula.

—¿Quieres decir que tu empresa tiene entradas para el teatro y tú no te molestas en ir?

—He estado…

—Muy ocupado, ya lo sé —lo interrumpió ella. Pero su sonrisa le decía con toda claridad lo que pensaba de eso.

—Bueno, la verdad es que últimamente no salgo mucho.

—No, la verdad es que no quieres encontrar tiempo para salir.

Sí, muy directa, desde luego.

—Es lo mismo.

Joe pensó que __________ iba a discutir, pero lo dejó pasar.

—Bueno, entonces imagino que debería tomarme como un halago que hayas aceptado mi invitación.

—Es difícil decirte que no.

Y lo decía en serio. Había pasado los últimos días preguntándose por qué le había dicho que sí. Pero, a pesar de las dudas, en ningún momento había pensado llamar para cancelar la cita.

—Me gusta esa respuesta —sonrió _________.

—Ya me lo imaginaba —rió Joe.

El camarero se acercó entonces para tomar nota y ___________ le prestó toda su atención mientras les recitaba las especialidades de la casa.

—Ah, el pato suena de maravilla —le dijo, con una sonrisa alegre y casi coqueta.

Aquella mujer sabía cómo tratar a la gente, pensó Joe. Era algo más que tratarlos con respeto; __________ hacía que se sintieran especiales.

—Se te da muy bien eso —le dijo, cuando el camarero desapareció.

—¿A qué te refieres?

—Hacer que la gente se sienta importante.

_________ enarcó una ceja.

—Porque los considero importantes.
♫ Laura Jonas ♥
♫ Laura Jonas ♥


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Una proposicion navideña (Joe y tu) - Página 4 Empty Re: Una proposicion navideña (Joe y tu)

Mensaje por ♫ Laura Jonas ♥ Sáb 31 Dic 2011, 2:47 pm

—Bueno, ya sabes lo que quiero decir…

—No, no lo sé. Y me voy a llevar una desilusión si resulta que eres un esnob —le informó ella. Y, aunque estaba bromeando, Joe no tenía la menor duda de que era cierto.

—No soy un esnob —le dijo—. Te lo juro. Mi madre no me dejaría serlo.

—Como he conocido a tu madre, y al resto de tu familia, no tengo más remedio que creerte.

—Estupendo. Además, lo decía como un cumplido. Mucha gente no se molesta en mirar a un camarero y mucho menos en sonreírle.

—Ah, ya, es que lo conozco desde hace tiempo.

—¿Ah, sí? ¿Lo conoces? —le preguntó Joe.

—Sí, nos conocimos cuando pedí el aperitivo —rió ella—. Además, sonreír a alguien es lo más normal.

—Tristemente, yo conozco gente que no se molestaría nunca en sonreírle a un camarero.
____________ sacudió la cabeza.

—Pues entonces vas a tener que buscarte nuevas amistades.

—No he dicho que sean mis amigos, sólo he dicho que «conozco gente». Gente que cree que es mejor que los demás sólo porque vienen de una familia adinerada.

—Ah, sí —__________ movió el vino en su copa antes de tomar un sorbo—. Yo tuve una relación con una de esas personas durante un par de años, aunque tardé algún tiempo en darme cuenta…

¿Un par de años?

—Parece que era una relación seria.

—Entonces pensé que lo era —_________ se llevó un canapé a la boca y masticó durante unos segundos, pensativa—. Pero resultó que aunque yo era lo bastante buena para salir con él, ni sus padres ni él pensaban que tuviera el pedigrí adecuado… o una tontería parecida.

—Lo siento.

La noche de la cena, Joe había creído notar algo, un brillo de vulnerabilidad en sus ojos. Y, a pesar de su actitud despreocupada, podía verlo ahora otra vez.

—Drew me ofreció que siguiéramos viéndonos, siempre que lo hiciéramos discretamente. Decía que lo pasaba muy bien conmigo.

Claro, era de esperar.

—Pues hiciste bien en dejarlo.

—Bueno, él me lo puso muy fácil. Ya había anunciado su compromiso con una chica de la alta sociedad con la que había estado saliendo de vez en cuando sin que yo supiera nada. De ahí la necesidad de ser discretos —_________ hizo una mueca—. ¿Por qué la otra mujer siempre es la última en enterarse?

—Lo siento —dijo Joe—. ¿Y ese tal Drew vive por aquí? Tal vez podría ir a su casa y darle una paliza.

_______ soltó una carcajada.

—Es una propuesta muy tentadora, pero está en Connecticut con su mujer.

—¿Connecticut? —Joe arrugó el ceño—. ¿No habías dicho que eras de Maine?

—Sí, nací en Maine, pero crecí en Connecticut… y en muchos otros sitios. Y terminé estudiando en la universidad de Hartford.

—Parece que te mudabas muy a menudo.

—Sí, la verdad es que sí —_________ tomó otro canapé y él tuvo la impresión de que no quería hablar de su infancia.

—¿Entonces tendría que irme a Connecticut para pegar a tu ex novio?

—No, no merece la pena. Además, ya se me ha pasado.

¿Se le había pasado? Tal vez pensaba que se le había pasado. En cualquier caso, Joe decidió no examinar por qué esperaba que fuera así, pero estaba seguro de que esa herida no había curado del todo.

—Bueno, si te sirve de consuelo, no creo que ese matrimonio dure mucho.

—No, probablemente no —_________ se limpió los labios con la servilleta—. Sé que es mezquino por mi parte, pero espero que ella se quede con todo su dinero después del divorcio.

—Se lo merece —asintió él—. Pero, en mi opinión, un hombre que no puede serle fiel a una mujer merece perder algo más personal que el dinero.

________ inclinó a un lado la cabeza para mirarlo.

—Sabía que había una buena razón para que me cayeras bien… bueno, aparte de tu gusto por los productos de baño con olor a lavanda.

—Era una cena benéfica —le recordó Joe, sonriendo.

También a él le caía bien. No sólo era agradable conversar con ella sino que lo invitaba a bromear. Casi había olvidado que tuviera sentido del humor, pero reaparecía cuando estaba con ________.

—¿Quieres decir que mi encanto y mi simpatía no eran suficiente?

—Encantador y simpático no son exactamente los adjetivos que yo usaría para describir nuestro primer encuentro —replicó ella—. Aunque el panorama no estaba nada mal.

Joe hizo una mueca.

—¿Es demasiado tarde para pedir disculpas?

—En mi opinión, nunca es demasiado tarde para disculparse por nada.

—Ah, qué magnánima. En ese caso, lo siento. La verdad es que ese día no estaba de humor y quería librarme de ti.

—Ya veo —_________ tomó un sorbo de vino—. ¿Y pensaste que saldría corriendo despavorida al ver a un hombre desnudo?

Desgraciadamente, el camarero eligió precisamente ese momento para llegar con las ensaladas y carraspeó mientras dejaba los platos sobre la mesa.

—¿Quiere que le eche pimienta recién molida en su ensalada, señorita?

—Sí, por favor —_________ contestó tranquilamente, mientras él estaba seguro de haberse puesto colorado.

—¿Y usted, señor?

Joe se aclaró la garganta.

—No, gracias.

—¿Necesitan alguna cosa más?

—No, gracias.

Cuando se quedaron a solas de nuevo, Joe se aclaró la garganta.

—Sólo para aclarar las cosas: no estaba desnudo cuando nos conocimos.

—Ah, claro, llevabas una sábana —bromeó __________, haciendo que volviera a ponerse colorado—. Supongo que dejé que mi imaginación hiciera el resto.

—Espero que tu imaginación me hiciera justicia —rió Joe entonces.

—No creo que deba preocuparte.

—Imagino que eso ya lo veremos.

Su respuesta, y lo que implicaba, hizo que los dos se quedasen callados un momento.

Afortunadamente, cuando el camarero llegó con el primer plato habían vuelto a temas de conversación más seguros que la anatomía de Joe.


Cuando salían del restaurante una hora después, _________ tuvo una idea:

—Mi coche está en el aparcamiento. ¿Por qué no le das la noche libre a tu chófer? Yo puedo llevarte al teatro y prometo ser una dama y dejarte en casa antes de que te conviertas en una calabaza.

Joe miró la limusina que los esperaba y al omnipresente conductor, que ya había salido para abrirles la puerta.

—Muy bien. Imagino que es más lógico que ir al teatro en dos coches.

Incluso más sorprendente que eso fue que Joe no insistiera en conducir cuando llegaron al aparcamiento. Sin decir una palabra, se dejó caer sobre el asiento del pasajero… después de abrirle la puerta, por supuesto. Si alguna vez volvía a ver a su madre tendría que felicitarla por haberlo educado tan bien.
♫ Laura Jonas ♥
♫ Laura Jonas ♥


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Una proposicion navideña (Joe y tu) - Página 4 Empty Re: Una proposicion navideña (Joe y tu)

Mensaje por ♫ Laura Jonas ♥ Sáb 31 Dic 2011, 8:41 pm

—No sé si conozco a otro hombre que esté dispuesto a ir en el asiento del pasajero cuando conduce una mujer —bromeó __________.

Pero cuando lo miró vio que Joe no estaba sonriendo. Al contrario, estaba muy serio y tenía los labios apretados. Era un hombre que prefería controlarlo todo y, sin embargo, pagaba a alguien para que lo llevase de un lado a otro…

________ había pensado que era la preferencia de un millonario que podía permitirse ese lujo, pero se dio cuenta entonces de que Joe había sido el único superviviente del accidente que mató a su esposa y a su hija. Y tal vez la razón para contratar a un chófer tenía que ver con eso.

—Bueno, no te preocupes. Ni siquiera me han puesto una multa por exceso de velocidad.

—Me alegra saberlo —murmuró él.

Por el rabillo del ojo lo vio ponerse el cinturón de seguridad y tirar de él, como para comprobar sí funcionaba. Después, apoyó las manos en las rodillas. Desde luego, no era la viva imagen de la relajación precisamente.

—De vez en cuando está bien dejar que conduzcan otros, ¿verdad?

—Sí —contestó Joe.

—Supongo que aprovecharás el tiempo para trabajar.

—Sí —fue su lacónica respuesta.

—Ojala pudiera hacerlo yo. Intento no conducir a las horas de más tráfico para no pillar atascos. El tráfico puede ser la muerte, especialmente en las autopistas.

En cuanto dijo la frase deseó poder retirarla. Si no tuviera que mantener el pie en el acelerador se habría dado una patada en el trasero por bocazas.

Joe, sin embargo, contestó con total sinceridad:

—Sí, es verdad, las autopistas pueden ser la muerte.

—Lo siento, no me había dado cuenta. No quería decir eso…

—No tienes por qué disculparte.

—Sé que no te gusta hablar del accidente —________ no le dijo que tal vez debería hablar de ello en lugar de guardárselo dentro. Como su padre, un hombre-niño a quien el dolor de perder a su mujer lo había convertido en un trotamundos irresponsable. No contar las cosas no era sano, ella lo sabía.

—No estábamos hablando del accidente.

—Joe…

—Estábamos hablando del tráfico. Yo prefiero dejar ese trabajo para otra persona, por eso tengo un chófer.

Los dos sabían que estaba mintiendo, pero _________ no dijo nada.

—Muy bien. Ojalá algún día yo pueda permitirme no sólo tener un chófer sino a alguien que limpie mi casa. Es una pesadez.

—Si tú lo dices…

—¿Nunca has limpiado tu casa?

—Nunca.

—Bueno, pues yo tengo que limpiar la mía todos los sábados por la mañana. Si algún día te apetece vivir una nueva experiencia…

Mientras giraba en la calle Curtis miró hacia la derecha y vio que Joe había esbozado una sonrisa.

—Gracias. Aunque dudo mucho que vaya a aceptar la invitación.

♫ Laura Jonas ♥
♫ Laura Jonas ♥


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Una proposicion navideña (Joe y tu) - Página 4 Empty Re: Una proposicion navideña (Joe y tu)

Mensaje por ♫ Laura Jonas ♥ Dom 01 Ene 2012, 2:01 am

Este es mi primer comment del 2012!!!!!!!!!!!!
FELIZ AÑO NUEVO 2012!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
:grupo: :grupo: :grupo: Una proposicion navideña (Joe y tu) - Página 4 88550944 :grupo: Una proposicion navideña (Joe y tu) - Página 4 88550944 :grupo: Una proposicion navideña (Joe y tu) - Página 4 88550944 :grupo: Una proposicion navideña (Joe y tu) - Página 4 88550944 :happy:
♫ Laura Jonas ♥
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Una proposicion navideña (Joe y tu) - Página 4 Empty Re: Una proposicion navideña (Joe y tu)

Mensaje por ♫ Laura Jonas ♥ Dom 01 Ene 2012, 2:12 am

Una proposicion navideña (Joe y tu) - Página 4 Proposicionnavidena

Capitulo 8

Cuando salieron del teatro dos horas después, _________ iba canturreando una de las canciones de la obra.

—Veo que te ha gustado —dijo Joe mientras se dirigían al aparcamiento.

—Me ha encantado. Y gracias otra vez por venir conmigo.

—De nada —sonrió él—. Es la tercera vez que veo Los Miserables. La vi dos veces hace años, cuando estaba en Broadway.

—¿En serio?

—En serio.

—Entonces es que a ti también te encanta.

En realidad, las dos primeras veces no lo había emocionado. Aquella noche, sin embargo, sí. Y era culpa de _________. Aquella chica tenía la capacidad de hacer que se relajase, que se sintiera cómodo.

___________, que había llorado cuando Jean Valjean hacía su apasionada súplica a Dios para que salvase la vida de Marius… a veces se había encontrado a sí mismo mirándola a ella en lugar de mirar el escenario.

—¿También tienes la banda sonora?

—No.

—Pues deberías comprarla. Aunque puedo prestarte la mía, si quieres.

—Gracias, pero no. La música de la función es estupenda, desde luego, pero no es mi estilo.

—¿Ah, no?

—A mí me gusta más el rock antiguo. Ya sabes, esos solos de guitarra eléctrica… algo que te excite.

________ sonrió y Joe tragó saliva cuando la frase adquirió un nuevo sentido.

—Algo que te excite, ya veo —bromeó—. Y no olvides a un montón de tíos con el pelo larguísimo y pantalones de lycra gritando letras incomprensibles a todo pulmón.

Tenía razón sobre el pelo y los pantalones de lycra, pensó Joe sin poder disimular una sonrisa.

—Yo sí entiendo las letras. Bueno, la mayoría de las veces.

—Una vez yo soñaba con ser actriz y trabajar en Broadway, ¿sabes? —le confesó ________ entonces—. Quería hacer de Bella en La Bella y la Bestia. Me sabía todas las canciones de memoria y las ensayaba todos los días delante del espejo del baño.

—¿Tienes buena voz?

Ella negó con la cabeza.

—Qué va, tengo una voz horrible. Por eso lo de ser cantante sólo era un sueño.

—Ah, claro, imagino que eso lo cortó de raíz —sonrió Joe—. ¿Cuántos años tenías entonces?

—Once. Y mi padre era músico.

Era una de las pocas referencias que había hecho a su familia, pensó él. Y descubrió que quería saber algo más.

—¿En serio? ¿Qué tipo de músico?

—De los que quieren serlo. Toca rock and roll antiguo —contestó ella. Y en su tono había una dureza que no había notado antes.

—De ahí tus objeciones al rock.

________ se encogió de hombros.

—Y tú querías seguir los pasos de tu padre —aventuró Joe.

Ella emitió un bufido muy poco elegante.

—Sólo si me llevaban a él porque estaba siempre de viaje, yendo de un lado a otro —dijo luego—. No, en realidad mi objetivo era convertirme en una estrella del teatro. Quería ver mi nombre en letras doradas, ya sabes.

Leer entre líneas era muy fácil para Joe.

—Querías la atención de tu padre.

—Sí, claro. A veces sigo queriéndola, no hay nada raro en ello. Todos los niños quieren la atención de sus padres.

Sí, todos los niños querían la atención de sus padres, pero no todos la conseguían. Él había tenido suerte en ese aspecto pero, por lo visto, no era el caso de _________.

—¿Y qué querías ser tú de mayor? —le preguntó ella cuando llegaron al aparcamiento.

Joe le abrió la puerta del coche antes de instalarse en el asiento del pasajero.

—¿Quieres decir después de darme cuenta de que no estaría tan guapo con el pelo largo y pantalones de lycra o después de aceptar el hecho de que la liga nacional de fútbol no iba a ir a casa a reclutarme?

_________ soltó una carcajada.

—Sorpréndeme.

Joe se pasó una mano por la cara, pensativo.

—Bueno, la verdad es que siempre supe que iba a terminar en el negocio familiar. Además, era un interés personal, por no decir que es lo que he estudiado. Pero no me presionaron para que hiciese nada —suspiró, relajándose un poco al recordar el consejo de su padre antes de irse a la universidad: «haz lo que te haga feliz, hijo, no lo que creas que va a hacerme feliz a mí»—. Mi padre habría entendido que eligiese otra carrera. Mi abuelo se hubiera puesto lívido, pero mi padre… él sí lo habría entendido.

Sonrió mientras lo decía, sintiendo algo especial.

—O sea, que tu padre y tú os entendéis bien.

—Sí, la verdad es que sí —Joe se aclaró la garganta, un poco avergonzado por aquel ataque de nostalgia. Los recuerdos habían sido su enemigo durante los últimos tres años, tan dolorosos que había decidido olvidar los malos y los buenos.

Cuando el semáforo se puso en rojo, __________ se volvió hacia él.

—Sé que no es asunto mío, pero voy a preguntarlo de todas formas: si te llevas tan bien con tu padre, ¿por qué no quieres estar con él?

La pregunta dejó a Joe sorprendido.

—¿Quién ha dicho que no quiero estar con él?

—No, bueno, quiero decir… ¿por qué vas a pasar las navidades en Cabo en lugar de pasarlas con tu familia?

«No tengo familia», pensó él. Sheila e Isabelle habían muerto y estaba solo. Pero sabía que no era ésa la familia a la que _________ se refería.

—Es… difícil de explicar.

—No lo dudo. La vida es difícil para todo el mundo y más para alguien que ha sufrido una tragedia.
Pero da la impresión de que intentas alejarte de ellos.

—Te equivocas por completo —replicó Joe, sacudiendo vehementemente la cabeza. Estaba equivocada. Si estaba castigando a alguien no era a sus padres o a su hermana sino a sí mismo.

—Pues eso es lo que parece.

—Porque tú no lo entiendes.

Nadie lo entendía. Ellos no habían estado atrapados entre los hierros de un coche mientras los bomberos intentaban sacarlos y resucitar a su esposa. No habían estado rogándoles que se dieran prisa cuando por fin consiguieron sacar a la niña…

—Pues entonces ayúdame a entender —dijo _________—. O mejor aún, ayuda a tu familia a entender.

—Yo… —empezó a decir Joe. Las palabras se le quedaron atragantadas—. El semáforo está en verde.


__________ aparcó el coche en la entrada de la casa de Joe. Habían ido en silencio durante todo el camino y sabía que era culpa suya. No debería haberse inmiscuido en sus cosas.

No sabía por qué lo había hecho, tal vez porque esperaba que hablando del accidente por fin se diera cuenta de que había sido eso, un accidente.
♫ Laura Jonas ♥
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Una proposicion navideña (Joe y tu) - Página 4 Empty Re: Una proposicion navideña (Joe y tu)

Mensaje por ♫ Laura Jonas ♥ Dom 01 Ene 2012, 2:20 am

Quería que aceptarse lo que todos los demás sabían: que él era tan víctima como lo habían sido su mujer y su hija.

—Bueno, ya hemos llegado. Y te he dado las gracias por las entradas, pero quiero volver a hacerlo. Lo he pasado muy bien esta noche.

—De nada. Yo también lo he pasado bien.

—Me alegro de que digas eso. Y siento mucho… —__________ hizo un gesto con la mano para evitar un segundo asalto.

Pero Joe tomó su mano y la apretó suavemente.

—Vamos a olvidarnos de eso, ¿te parece?

__________ estaba segura de que no debería olvidarlo porque era un problema para él pero, por el momento, debía contemporizar.

—Muy bien —sonrió.

Joe empezó a acariciar la palma de su mano con el pulgar. Ella nunca había considerado la palma de la mano como una zona erógena, pero estaba equivocada. Muy equivocada.

—Bueno… ¿quieres que te acompañe a la puerta? —le preguntó, después de aclararse la garganta—. Prometo portarme «como un caballero».

—No hace falta —dijo él, sin dejar de acariciarla—. Si me acompañas a la puerta me sentiría obligado a acompañarte al coche después. No puedo dejar que tú seas el único caballero.

—Bueno, entonces lo mejor será que me quede aquí. Si no, estaremos toda la noche yendo de la puerta al coche —intentó bromear __________.

—Y sería una noche muy larga.

—Muy larga —asintió ella.

—Y hace frío.

—Muchísimo frío —_________ tembló, aunque la reacción no tenía mucho que ver con la temperatura de Denver sino con las caricias de Joe.

—Debemos movernos rápidamente para entrar en calor —dijo él.

—Correr hasta la puerta podría considerarse un ejercicio aeróbico.

—Ejercicio, ¿eh? —Joe se quitó los guantes y tomó su cara entre las manos—. Pues a mí se me ocurre algo mejor para incrementar los latidos de mi corazón estando en compañía de una bella mujer —murmuró antes de besarla.

«Suave». Ése fue el primer pensamiento de _________. Aunque Joseph Jonas era un hombre duro y enérgico, sus labios eran muy suaves. Creyó que el beso terminaría tan rápidamente como la noche de la cena benéfica, pero no fue así.

—_______… —Joe murmuró su nombre mientras seguía besándola, acariciando su pelo… ¿despacio, con suavidad? No, nada de eso podía describir su actitud. «Urgente» fue la palabra que se le ocurrió cuando empezó a desabrochar los botones de su abrigo.

________ se movió en el asiento para ponérselo más fácil, pero golpeó el volante con el codo sin darse cuenta y el sonido del claxon los sobresaltó a los dos.

Estaba temblando. ¿Se había sentido más excitada alguna vez en toda su vida? Joe estaba reclinado en el asiento, pasándose una mano por la cara…

Lamentaba lo que había pasado.

Podía verlo en su expresión, aunque no había dicho una palabra. _________ cerró los ojos, regañándose a sí misma. No era sólo el sonido del claxon lo que había interrumpido ese momento de pasión.

—No estás preparado para esto, ¿verdad?

Él rió, una risa seca, amarga.

—No creo que ése sea el problema ahora mismo.

—No quiero decir físicamente.

—No… —Joe sacudió la cabeza—. No lo sé.

—No pasa nada —le aseguró _________, aunque tenía el corazón encogido.

—¡Sí pasa! —exclamó él entonces, frustrado—. Esto no está bien, ___________. Nada de esto está bien.

Sus destempladas palabras parecían hacer eco en el interior del coche. ________ permaneció en silencio, esperando que siguiera.

—Algunas personas saben dejarse llevar —siguió Joe, ya no furioso sino cansado—. Pero yo no. Yo tenía toda mi vida planeada, todo iba como yo quería.

—¿Te refieres a antes del accidente?

—Sí, claro. Yo tenía tantos planes…

Joe era la clase de hombre que necesitaba estar a cargo de todo, pero la tragedia y el dolor no seguían orden de ningún tipo. Al contrario. Una vez que aparecían en escena, se hacían los dueños de todo.

—Pues es hora de hacer nuevos planes —dijo __________.

Él la miró, con los ojos brillantes.

—Y los hice. Después del accidente hice nuevos planes y he vivido mi vida de acuerdo con ellos.

—¿Y?

—Tú pareces cargarte todos esos planes, __________.

Ella lo miró, boquiabierta. Pero antes de que pudiese preguntar a qué se refería, Joe abrió la puerta del coche y salió dando un portazo.


El fin de semana le pareció interminable, como la semana siguiente. Joe tenía mucho trabajo y, además, debía organizar su viaje a Cabo San Lucas.

_________ llamó un par de veces, pero inventó excusas para no hablar con ella.

«No estas preparado para esto, ¿verdad?».

La maldita pregunta seguía dando vueltas en su cabeza.

Se alegró cuando llegó el viernes. Una semana menos, pensaba. Sólo quedaban dos más hasta que subiera a un avión para olvidarse de las navidades. Pero cuando miró por la ventana vio que estaba nevando y masculló una maldición. Las previsiones meteorológicas decían que iba a nevar de modo que no era una sorpresa, pero no le gustaba en absoluto.

Después de ponerse una camisa y un pantalón de sport, Joe bajó a su estudio. Como hacía siempre que nevaba, se quedaría en casa trabajando.

De niño le encantaba la nieve y no sólo porque a menudo no tenía que ir al colegio. No, le gustaba jugar en ella, hacer muñecos de nieve y organizar batallas con sus amigos. Incluso de adulto le había gustado, aunque muchas veces era un problema para llegar al centro.

Lo que había hecho que odiase el invierno era, por supuesto, el accidente. Y por eso optó por trabajar desde casa.

Fue una sorpresa cuando, a media tarde, su ama de llaves llamó a la puerta del estudio para decir que tenía una visita.

—_________ Hawley está aquí —anunció Ingrid.

Joe se echó hacia atrás en el sillón. No quería verla y, sin embargo…

—Dile que pase, por favor.

________ apareció en la puerta unos segundos después con una sonrisa de disculpa. Estaba tan guapa que lo dejó sin aliento.

—Siento molestarte.

—No pasa nada —Joe apoyó los codos sobre el escritorio y cruzó las manos—. ¿Teníamos una cita?

—No, en realidad no esperaba encontrarte aquí. Pensé que estarías en la oficina.

—He decidido trabajar desde casa.

—Ya veo.

—¿Qué querías? —le preguntó él entonces, con cierta sequedad.

De inmediato vio que ella hacía una mueca de sorpresa y se odió a sí mismo por ser tan grosero.

Aquello no era culpa suya, nada era culpa suya.

—He traído algunos de los regalos que he comprado para tu familia. Pensaba dejarlos aquí para que los vieras.

—Muy bien.

_________ dio un paso atrás, claramente entristecida.
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Mensaje por ♫ Laura Jonas ♥ Dom 01 Ene 2012, 2:23 am

—Bueno, se los dejaré a Ingrid.

Ya se había dado la vuelta cuando Joe se levantó del sillón.

—________, espera.

—¿Qué? —murmuró ella, sin mirarlo.

—No te vayas así.

—¿Así cómo?

—Enfadada.

—No estoy enfadada. ¿Por qué iba a estarlo?

—Porque me he portado como un auténtico idiota.

________, que estaba poniéndose los guantes, se detuvo.

—Sí, es verdad —asintió—. Un idiota muy grosero, además.

La risa de Joe era un poco forzada, pero habían roto el hielo.

—Tú no serías amable con un idiota, ¿verdad?

—¿Para qué?

—Muy bien, de acuerdo. ¿Qué planes tienes para cenar?

—¿Esta noche? —preguntó _______.

Estaba haciéndose la dura, evidentemente.

—Sí, esta noche.

—Pues no sé, déjame pensar… —_________ se tocó el labio inferior con un dedo—. No tengo ningún plan, aunque había sacado una pechuga de pollo del congelador.

Era muy triste pensar que podía perder la batalla por una pechuga de pollo.

—Creo que Ingrid pensaba hacer un asado de carne. Y es muy buena cocinera.

—¿Es una invitación, Joe?

—Sí.

—Ya veo.

________ se quedó callada durante tanto tiempo que Joe se vio obligado a preguntar:

—¿Eso significa que aceptas?

—Depende.

—¿De qué?

—De qué más haya en el menú —contestó ella.

Joe se aclaró la garganta.

—No estoy seguro, tal vez puré de patatas o verduras. O una ensalada. ¿Tienes alguna preferencia? Puedo decirle a Ingrid que haga lo que tú quieras…

—No, no me refería a eso. Me refería a la conversación.

—No te entiendo —dijo él, aunque lo entendía muy bien.

_________ se cruzó de brazos.

—¿Vas a hablar conmigo o no?

—Estoy hablando contigo —replicó Joe, indignado.

—Me refiero a una conversación de verdad, no a una charla sobre el tiempo o sobre la economía. Eso puedo verlo poniendo la televisión.

Él dejó escapar un largo suspiro.

—Eres muy difícil de complacer.

________ se quitó el chaquetón y lo puso sobre su brazo.

—No te lo puedes ni imaginar —replicó, con una sonrisa puramente femenina.

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Mensaje por ♫ Laura Jonas ♥ Dom 01 Ene 2012, 2:33 am

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Capitulo 9

Como tenían algún tiempo antes de la cena, Joe sugirió que se sentaran un rato en el salón, frente a la chimenea.

En el pasado, le había dado a Carole carta blanca para que comprase los regalos de su familia y no había querido saber nada sobre el asunto. ________, por supuesto, insistió en que los mirase.

—Deberías saber qué le has comprado a cada uno y no poner cara de tonto cuando te den las gracias.

—Yo nunca me quedo con cara de tonto —replicó él. Pero ________ enarcó una ceja, como diciendo: «seguro»—. ¿Es otro de tus principios?

—Exactamente.

Y cuando le enseñó lo que había comprado, Joe se quedó impresionado. Aquella mujer tenía buen ojo, desde luego. Y había entendido el gusto de su madre a la perfección porque había comprado un anillo de amatista rodeado de piedras más pequeñas que a su madre le encantaría.

_________ sonrió, complacida.

—Comprar algo para tu padre ha sido más difícil, pero como es un fanático del hockey se me ha ocurrido comprarle esto —le dijo, sacando una camiseta roja de una bolsa.

—¡Es el número de Gordie Howe! —exclamó Joe—. Fue uno de los mejores jugadores de todos los tiempos.

—Y está firmada por él, además. Sé que los Wings no son el equipo favorito de tu padre, pero Avalanche es un equipo relativamente joven… lo sé porque he hecho el ridículo en una tienda de recuerdos deportivos esta mañana.

Joe rió.

—A mi padre le va a encantar. Discutirá, por supuesto, dirá que Ted Lindsay fue el mejor jugador de la historia, pero le encantará. Muchas gracias.

_________ buscó en otra bolsa mientras él doblaba la camiseta.

—Y aquí está el bolso de Misty Stark para tu hermana. Es de su colección para la próxima primavera.

—¿La próxima primavera?

—Conozco a una persona que conoce a otra persona que le debe un favor —suspiró _______—. A Danielle le gustará mucho, es precioso.

El bolso parecía una salchicha con asas, pensó él.

—Si tú lo dices…

—Sigo buscando algo para tu cuñado y si tienes alguna sugerencia te lo agradecería. Sólo faltan dos semanas para Navidad.

—Lo pensaré.

—Podrías llamar a tu hermana a ver si le sacas algo —sugirió ___________—. O podrías ir a cenar a casa de tus padres el domingo y hablar con ella allí.

—Sí, bueno… veré lo que puedo hacer —murmuró Joe.

—Estupendo, gracias —_________ colocó una bolsa enorme sobre la alfombra turca—. Y ahora, el coup de grâce.

—¿Qué es?

—Ábrela.

Joe se sentía un poco como un niño mientras abría la bolsa. Y dentro estaba la play station de última generación de la que Brian y Colton habían hablado durante la cena benéfica.

—¡No me lo creo! Dijiste que podrías conseguirla, pero… ¿de dónde la has sacado? Según mi hermana, estaba agotada en todas partes.

—Ah, es un secreto profesional —sonrió ___________—. No puedo contártelo, pero te aseguro que no he cometido ningún delito.

—Menuda sorpresa van a llevarse los chicos. No se la esperan —Joe sonrió, mirándola fijamente—. Eres tremenda, ¿lo sabes?

—También he comprado los últimos juegos de la play.

Sí, claro, era de esperar. Aquella mujer no dejaba ni un solo cable suelto.

—Piensas en todo.

—Es mi trabajo. Además, después del fiasco del juego de química tenías que quedar bien con tus sobrinos.

Joe se pasó una mano por la nuca.


—Gracias.

Aunque lo sabía desde el principio, de repente se dio cuenta de que no estaría con los niños cuando abriesen los regalos. No estaría allí con su familia como no había estado el año anterior o el otro…

Como si hubiera leído sus pensamientos, _________ le dijo:

—Es una pena que no vayas a estar en la ciudad para entonces.

Mientras su familia se reunía para decorar el árbol, para bromear, reír e intercambiar regalos, él estaría en Cabo San Lucas, tan lejos como le fuera posible de la nieve y de las fiestas navideñas.

Joe se imaginó en una piscina de aguas azules, con un refresco en la mano o algo que lo ayudase a olvidar.

_________ estaba mirándolo, como esperando una respuesta, pero se encogió de hombros.

—Los veré después de las vacaciones.

—Ah, estupendo —ella asintió con la cabeza—. O puedes verlos el domingo en la cena.

—_________…

Ella lo interrumpió golpeándose la rodilla con la mano en un gesto exagerado.

—Ah, no, espera, se me había olvidado que tampoco vas nunca a esa cena familiar.

—¿Estás intentado que me sienta mal? —le preguntó él—. Porque te aseguro que no hace ninguna falta.

—Estupendo, entonces entenderás lo que siente tu familia cuando los dejas plantados no sólo en navidades sino durante todo el año.

Joe se levantó del sofá, sintiendo una mezcla de irritación y sentimiento de culpabilidad.

—¿Tu madre no te dijo nunca que es una grosería meterse en los asuntos privados de los demás?

—No, la verdad es que no. Mi madre murió de una sobredosis cuando yo tenía ocho años.

Joe la miró, perplejo.

—No lo sabía… lo siento mucho.

—No, soy yo quien lo siente —suspiró ella—. Sé que contar algo así siempre deja a la gente sin palabras. Pero no siento en absoluto meterme en tus cosas.

—¿Por qué te importa tanto lo que haga? —le preguntó él.

—Porque… porque… porque tú me importas, Joe. ¿Te enteras? Me importas.

—________… —Joe cerró los ojos y sacudió la cabeza, incapaz de procesar las emociones que evocaban sus palabras. O tal vez temiendo hacerlo. Después de todo, era difícil agarrarse al pasado cuando una parte de él deseaba mirar hacia el futuro.

—Seguramente no debería habértelo dicho —suspiró ella, cruzándose de brazos en un gesto a la vez defensivo y desafiante—. Desgraciadamente, tengo la mala costumbre de guiarme por el corazón en lo que se refiere a los hombres. Pero no dejes que se te suba a la cabeza.

—No sé qué decir —murmuró Joe.

Aunque la verdad era que también ella le importaba. En un cortísimo periodo de tiempo, _______ Hawley había conseguido poner su ordenado mundo patas arriba… pero aún no sabía si eso le gustaba o no.

—No digas nada. Prefiero hablar yo —_________ se apartó el pelo de la cara—. Como la bomba que he soltado hace un momento te habrá dejado bien claro, yo no vengo de una familia como la tuya. Tras la muerte de mi madre, mi padre se marchó y yo tuve que ir de una casa a otra, de un pariente a otro. Y todos me dejaban bien claro que detestaban a mi padre, que mi madre los había desilusionado y que no tenían muchas esperanzas para mí.

—____________…
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Mensaje por ♫ Laura Jonas ♥ Dom 01 Ene 2012, 2:38 am

—No sientas compasión por mí —lo interrumpió ella—. No es para eso por lo que te lo cuento. Tú has tenido mucha suerte, Joe. Muchísima suerte de tener una familia que te quiere.

—Lo siento.

________ se encogió de hombros.

—Yo ya he aceptado a mi familia. Sobre todo a mi padre, que ha dejado que el dolor destrozase su vida. Pero no quiero que tú cometas el mismo error —le dijo, intentando sonreír—. Muy bien, eso es todo lo que voy a decir sobre el asunto.

Joe no la creía, pero antes de que pudiera decir nada Ingrid entró en el salón.

—La cena está lista, señor Jonas.


En el comedor, de techos muy altos, había una araña de cristal sobre la mesa de cerezo ovalada en la que podían sentarse cómodamente doce personas. La chimenea estaba encendida y las velas sobre la mesa le daban un aspecto muy acogedor, pero era el retrato familiar colgado sobre la chimenea lo que le daba un toque personal a la habitación.

Por supuesto, nunca había visto a la esposa y la hija de Joe, pero las habría reconocido aunque él no estuviera en la fotografía. No sabía por qué, pero las reconocía. A quien no reconocía era al hombre feliz y relajado que aparecía con ellas.

Mientras Ingrid servía la cena, ________ estudió discretamente la fotografía. Sheila era rubia, con los ojos azules y la delicada belleza de una muñeca de porcelana. Y la niña, Isabelle, también era muy guapa. Tenía un brillo travieso en los ojos y la misma barbilla orgullosa de su padre. Pero lo que realmente la sorprendió fue la extraña conexión que sentía con ellas y la pena de no poder conocerlas nunca.

La conversación durante la cena empezó siendo incómoda gracias a la discusión que habían tenido antes y se culpaba a sí misma por ello. ¿Cómo se le había ocurrido provocar a Joe para luego desnudarle su alma?

Daba igual, ya estaba hecho y no perdería ni tiempo ni energía lamentándolo. Además, había dicho la verdad. Joe le importaba, pero no se había dado cuenta hasta que lo dijo en voz alta.

En fin. Ella era quien era… aunque aparentemente no aprendía nunca. No, empezaba de nuevo, pero no aprendía nunca.

—¿Quieres una copa de vino?

—Sí, gracias. Pero sólo un poco.

Después de servir el pinot grigio, la cena empezó a ser un poco más relajada. No tenía nada que ver con el efecto relajante del alcohol sino con que Joe se manchó la camisa de vino cuando iba a tomar un trago.

Fue un accidente, ________ estaba segura, porque él no era la clase de hombre dado a la comedia. Aunque se había relajado considerablemente desde que se conocieron.

¿Sólo habían pasado dos semanas?, se preguntó.

—No me lo puedo creer —murmuró Joe, intentando limpiarse con la servilleta—. No suelo ser tan torpe.

—Es culpa mía —dijo ella.

—¿Por qué es culpa tuya?

—Es el efecto que provoco en los hombres —contestó __________, muy seria—. Cuando están conmigo se convierten en unos patosos.

Joe tuvo que sonreír.

—Desde luego, provocas ese efecto en mí.


Media hora después, ________ apartaba la silla con un suspiro de felicidad.

—Probablemente no debería haber comido tanto asado, pero es que estaba tan rico…

—Irresistible —sonrió Joe, mientras la veía limpiarse los labios con la servilleta.

___________ sintió un calorcito por dentro al oír eso. Por encima de su hombro. Sheila e Isabelle parecían sonreírle desde la fotografía… pero pensar eso la asustó. No, lo mejor sería poner los pies en el suelo.

Durante la cena habían charlado amigablemente, intentando no tocar temas complicados, pero aunque _________ había pensado marcharse en cuanto terminasen de cenar, cuando miró por la ventana cambió de idea.

—Vamos a dar un paseo, tengo que bajar las calorías —sugirió.

—¿Un paseo ahora? Pero si está nevando.

—Sí, he oído que en Denver nieva mucho. Pero no te preocupes, no me voy a derretir —________ enarcó una ceja—. ¿O tienes miedo de ser tú el que se derrita?

—Pero es de noche —protestó Joe.

—¿Y qué? Hay farolas en el jardín —dijo ella—. Podemos dar un paseo.

—Pero no se ha limpiado la nieve en todo el día y habrán caído por lo menos diez centímetros…

—No importa, llevo botas.

Por supuesto las botas en cuestión, de piel italiana con siete centímetros de tacón, no eran precisamente el mejor calzado para dar un paseo bajo la nieve, pero estaba dispuesta a arriesgarse.

—No sé…

Como una veterana jugadora de póquer, ________ elevó la apuesta:

—No tengas miedo, prometo protegerte.

—A lo mejor no soy yo quien necesita protección.

—¿Es un reto?

Joe dejó a un lado la servilleta y se levantó de la silla, mirándola a los ojos.

—Sólo hay una forma de descubrirlo. ¿Sigues dispuesta a dar un paseo?

—Por favor, la pregunta es un insulto. Yo nunca me echo atrás cuando alguien me reta.

—Ya me lo imaginaba —sonrió él, haciendo que el pulso de ________ se acelerase considerablemente—. Voy a buscar los abrigos.
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Mensaje por ♫ Laura Jonas ♥ Dom 01 Ene 2012, 2:42 am

Fuera hacía mucho frío y ________ se alegró de llevar un pañuelo al cuello bajo el que escondió la barbilla.

—Es un sitio precioso —comentó.

Y era cierto. El invierno y la nieve le daban un aspecto mágico, cubriéndolo todo con una capa blanca que brillaba como los diamantes a la luz de la luna.

—Fue el jardín lo que más me gustó de la propiedad, por eso la compré.

—Y lo entiendo, es una maravilla.

—Si ahora te parece bonito, deberías verlo en primavera o verano. Hay flores por todas partes.

—No sabía que te interesase la jardinería.

—Yo no sé hacer nada, por eso tengo un jardinero.

__________ soltó una carcajada.

—A nuestra economía le va muy bien la gente que conoce sus límites porque crea empleo.

—¿Como las compradoras personales?

—Por ejemplo.

—Bueno, pues me alegro de hacer lo que pueda por mi país —sonrió Joe, mirando alrededor—.
Pero hace siglos que no paseaba por aquí en invierno.

Ella sabía exactamente cuánto tiempo, pero permaneció en silencio.

—Antes me encantaba el invierno —siguió él—. Estaba deseando que empezase a nevar.

—A mí también —__________ se inclinó para tomar un puñado de nieve—. La nieve hace que todo sea tan perfecto, tan limpio —dijo entonces, mientras hacía una bola.

—Y tu vida no era perfecta.

—No, pero nadie tiene una vida perfecta —_________ se encogió de hombros, apartando de sí los melancólicos recuerdos de la infancia—. ¿Sabes una cosa? Esta nieve es muy compacta.

—¿Estás pensando hacer un muñeco de nieve o algo así?

—Algo así —sonrió ella, traviesa.

Joe dio un paso atrás.

—No se te ocurrirá.

—¿A qué te refieres? —preguntó __________, poniendo cara de inocente.

—No pensarás tirarme una bola de nieve.

—¿Y si lo hago?

Joe se cruzó de brazos.

—Si lo haces te estarás buscando problemas.

—Joe, Joe… —_________ sacudió la cabeza—. ¿Qué te he dicho antes de los retos?

—Que tú nunca… —la bola de nieve lo golpeó en la cara antes de que pudiese terminar la frase—. No me lo puedo creer.

_______ se inclinó para tomar otro puñado de nieve.

—¡Pues entonces esto va a ser una auténtica sorpresa! —gritó, antes de lanzarla a su cara.

Su risa siguió la trayectoria de la bola, pero duró poco porque Joe no se molestó en quitarse la nieve de la cara antes de lanzarse hacia ella. ________ intentó salir corriendo, pero resbaló en la nieve, traicionada por sus botas italianas, y tanto Joe como ella acabaron en el suelo.

—¿Te has hecho daño? —le preguntó, sin aliento.

—Creo que me he roto un tacón.

—¿Te duele?

________ soltó una carcajada.

—No, no me duele el tacón, se me ha enganchado en algo. ¿Se puede saber qué haces? Se supone que estábamos teniendo una batalla.

—Seguimos teniéndola —dijo él, restregando un puñado de nieve en su cara.

—¡No!

__________ reía, pero estaba temblando. Y no era sólo de frío. Joe se había movido y estaba encima de ella, aplastándola con su peso.

—Cuando era pequeño no solía tomar prisioneros, pero he decidido hacer una excepción. Eres demasiado guapa para ser aniquilada.

—O sea, que soy tu prisionera.

—Así es.

—Ah, ya —ella hizo una mueca—. Pues no está tan mal.

—Porque la tortura no ha empezado todavía —murmuró Joe, mirando sus labios.

—¿Tortura? —repitió ________, con una voz que ni ella misma reconocía—. ¿Qué clase de tortura?

—Ésta —musitó Joe antes de buscar sus labios.
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Mensaje por ♫ Laura Jonas ♥ Dom 01 Ene 2012, 2:50 am

Una proposicion navideña (Joe y tu) - Página 4 Proposicionnavidena

Capitulo 10

A Joe se le ocurrían un millón de razones por las que debería dejar de besarla. La primera de ellas, que estaban en el jardín, sobre la nieve, con temperaturas bajo cero.

Pero, aparentemente, a _________ no le importaba en absoluto porque cuando intentó apartarse le echó los brazos al cuello para besarlo cuando un segundo antes era él quien la besaba.

Y no sólo le echó los brazos al cuello, también enredó las piernas en su cuerpo. Una estaba sobre su pantorrilla, la otra sobre su muslo, sujetándolo. Sus cuerpos parecían dos piezas de un mismo todo a pesar de las capas de ropa que llevaban y eso aumentaba su imaginación y su deseo.

Llevaba mucho tiempo sin estar encima de una mujer, pero no tenía el menor problema para recordar lo placentero que era y el deseo lo envolvió con la fuerza de un tsunami. Y, aunque sabía que estaba jugando con fuego, empujó un poco hacia delante.

_________ dejó escapar un gemido.

Y Joe volvió a hacerlo.

Esta vez estuvo a punto de perder el control, pero cuando _________ metió las manos bajo la chaqueta y el jersey para tocarlo Joe volvió a la realidad.

—Esto es una locura —murmuró, buscando aire.

No parecía haber suficiente, especialmente cuando miraba a __________, que seguía tumbada, su pelo extendido sobre la nieve. A la luz de la luna sus ojos brillaban con una mezcla de deseo y burla…

—Una locura, estoy de acuerdo —asintió—. Se me ha dormido el trasero.

Algunas partes de Joe también estaban dormidas. Desgraciadamente, su espalda no era una de ellas. Lo descubrió cuando se apartó de __________ para caer sobre la nieve. Iba a pagar un precio muy alto por aquel espontáneo revolcón, pero se levantó de un salto y alargó una mano para ayudarla.

—¿Estás bien? —le preguntó __________.

—Estaré bien —contestó él.

Después de tomar un par de analgésicos. Y también tendría que llamar a Wanda para que le diera un masaje a primera hora.

Volvieron a entrar en la casa por el patio que daba a la cocina. Joe odiaba entrar en su casa por la noche, cuando el servicio se había ido, porque todo estaba a oscuras, en silencio… sin vida. Pero ________ rompió el silencio sacudiéndose la nieve de las botas y el pelo.

—Ingrid se ha ido a su casa, pero puedo hacer una taza de té, si te apetece.

—¿Tu ama de llaves no vive aquí?

—No.

—¿Y el chófer?

—Tampoco. Su habitación está encima del garaje.

—¿Y la masajista a la que vi el primer día? —insistió ella, mientras se quitaba el pañuelo.

Joe sonrió.

—Ojalá viviera aquí, pero no. Prefiero conservar mi intimidad.

—No hay nada malo en la intimidad —asintió __________, dejando el chaquetón sobre una silla—. ¿Tienes chocolate caliente?

—Pues… no lo sé, tal vez.

—Prefiero un chocolate mejor que un té o un café, si no te importa. El chocolate, de cualquier forma posible, siempre le gana a todo lo demás.

—Mi hermana dice lo mismo.

—Ah, y las nubes. Me encantan las nubes de azúcar.

—No puedo hacerte ninguna promesa, pero veré si encuentro algo en la despensa. Mientras tanto, probablemente deberías quitarte esa ropa mojada.

—Pues no sé…

—¿Qué pasa?

—Intento decidir si estás siendo considerado o… muy listo.

—Puedo ser las dos cosas —sonrió Joe.

—Muy bien, pues demuéstralo ayudándome a quitarme las botas —suspiró _______, dejándose caer sobre una silla—. Están mojadas y se han convertido en una segunda piel —añadió, con una sonrisa en los labios que le daba un aspecto provocativo e inocente al mismo tiempo.

Joe se puso en cuclillas y levantó la pernera del pantalón para buscar la cremallera. La piel era de la mejor calidad, pero estaba empapada y tenía la impresión de que las botas se habían estropeado para siempre.

—No es un calzado muy apropiado para usar en pleno invierno.

—No, pero son muy bonitas.

Tenía razón, eran muy bonitas. Haciendo un esfuerzo, Joe consiguió quitarle la primera. Aunque no se lo había pedido, también le quitó el calcetín… y se encontró con unos deditos helados con las uñas pintadas de rojo.

Mientras frotaba el pie con las dos manos para darle calor intentaba controlar su libido, pero no era fácil. Desde que era joven siempre había tenido una fascinación especial por las uñas rojas, no sabía por qué. Había algo en ellas que resultaba muy sexy y eso era especialmente cierto en invierno, cuando nadie podía verlas. Hacía que fuera más íntimo, más secreto.

Joe dejó escapar un suspiro.

—¿Te duele la espalda? —le preguntó _________, con cara de preocupación—. Se me había olvidado que a veces te duele. Déjalo, seguramente puedo hacerlo yo sola.

—No, no importa. Estoy bien.

Joe estaba todo lo contrario a bien, pero no quería negarse a sí mismo ni un segundo de aquella deliciosa tortura. De modo que hizo lo mismo con el otro pie y, aunque sabía que sus uñas también estarían pintadas de rojo, al verlas sintió una punzada de deseo.

Después, dejó las botas frente a un radiador y se incorporó, aclarándose la garganta.

—Voy a traerte un albornoz mientras secamos tu ropa en la secadora.

—¿No te ofreces a ayudarme con eso? —bromeó _________, enarcando una burlona ceja.

—¿Tú me devolverías el favor?

Ella lo miró, pensativa, pero no dijo nada.

—Por aquí —dijo Joe, señalando el pasillo.

__________ lo siguió por el pasillo, pasando por delante del comedor, el salón y el estudio. Había visto todo aquello antes de cenar y en previas visitas, pero no podía evitar sentir curiosidad por el resto de la casa.

Las casas de la gente decían mucho sobre ellas. La de Joe hablaba de aprecio por los muebles de calidad, por ejemplo. Todas las habitaciones eran grandes, con buenos muebles y objetos de decoración bien elegidos.

Los dormitorios estaban en el segundo piso, al que se accedía por una escalera que hacía una curva en el vestíbulo de arriba, pero empezaba a estar nerviosa cuando llegaron al dormitorio principal.

A un lado de la habitación había una chimenea rodeada por un sofá y dos sillones, en los que _________ decidió concentrarse en lugar de mirar la cama. Joe pulsó un botón y de repente se encendieron las llamas, iluminando suavemente esa zona.

—¡Ah! —exclamó ella.

—Es de gas.

—Creo que este dormitorio es más grande que todo mi apartamento —comentó ________ mientras Joe desaparecía en lo que parecía un vestidor. Pero salió un momento después con un albornoz en una mano y ropa para él en la otra.

—Toma, puedes cambiarte ahí —le dijo, señalando un pasillo—. El cuarto de baño está a la derecha—. Yo… me cambiaré en otra habitación.

—¿Nos vemos abajo?

—Sí, claro. Voy a ver si tengo chocolate en la despensa.

—No te olvides de las nubes —sonrió ________ antes de cerrar la puerta.
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Mensaje por ♫ Laura Jonas ♥ Dom 01 Ene 2012, 2:58 am

Una vez sola, se quitó la ropa a toda prisa. Estaba temblando de frío, con la piel de gallina. Pero se puso colorada al recordar cómo lo había abrazado. No había querido soltarlo, sabiendo que una vez que lo hiciera él volvería a esa solitaria prisión de dolor y culpabilidad que se había construido para sí mismo. Joe no se había apartado del todo, pero había vuelto a controlar sus emociones con mano de hierro, como hacía siempre.

El albornoz era demasiado grande, pero olía a él… y _________ sintió un cosquilleo en el estómago mientras se apretaba el cinturón todo lo posible antes de tomar su ropa mojada y bajar al primer piso. Lo encontró en la cocina, moviendo algo en una cacerola.

—¿Has encontrado chocolate? —le preguntó, sintiéndose tímida de repente.

—Sí, lo he encontrado —respondió Joe, volviéndose para mirarla.

Llevaba unos vaqueros gastados y una camisa de franela que no se había molestado en meter por dentro del pantalón. Era la primera vez que lo veía con un aspecto tan informal, pensó. El rico y enérgico Joseph Jonas estaba calentando leche para hacer chocolate.

—Debería haberte dado un par de calcetines —murmuró, mirando sus pies desnudos.

—No tengo frío. Además, puedo poner los píes frente a la chimenea. No parecen faltar chimeneas en tu casa.

—No, tengo cuatro, todas de gas —Joe le hizo un gesto para que se acercase—. ¿Por qué no sigues dándole vueltas mientras yo mete tu ropa en la secadora?

—¿Seguro que sabes usarla? —bromeó __________.

—Creo que sí —sonrió él—. Eso si recuerdo dónde está el cuarto de la lavadora, claro.

Riendo, _________ le dio los vaqueros y los calcetines.

—El jersey es de cachemir, así que lo he dejado frente a la chimenea, junto con… las prendas más delicadas.

Joe tragó saliva.

—Muy bien.

Cuando el chocolate estaba listo fueron al cuarto de estar, donde _________ había tomado un té el primer día que fue a verlo. Mientras Joe encendía la chimenea, ella se sentó en la alfombra y puso los pies lo más cerca posible de las llamas.

—Ah, qué bien. ¿Tú no vas a sentarte?

—Estaba pensando hacerlo en un sillón.

—¿Por qué vas a sentarte en un sillón si hay sitio aquí para ti? —sonrió ________, tocando la alfombra.

Tomando un par de cojines del sofá, Joe se sentó a su lado. ________ no era la única que no se arredraba ante un reto.

—¿Qué tal el chocolate?

—Rico —contestó ella, tomando un sorbo. Pero al hacerlo se manchó el labio superior y cuando sacó la punta de la lengua para limpiarlo Joe logró contener un gemido, pero no el deseo de tocarla.

—Te has dejado un poco ahí… —murmuró, tocando su labio con un dedo.

—¿Ya? —murmuró _________, pasándose la lengua de nuevo.

—Sí, creo que sí —dijo él, sin dejar de mirarla a los ojos—. Siento no haber encontrado nubes.

—No importa. No pareces el tipo de hombre que toma chocolate con nubes de azúcar.

—No, la verdad es que no.

—Claro que tampoco me parecías la clase de hombre que se lanzaría sobre mí en la nieve.

—No me he lanzado sobre ti, te has resbalado.

—Sí, pero me he resbalado porque tú me estabas persiguiendo.

—Y yo te perseguía porque me estabas tirando bolas de nieve. Además, te advertí que no lo hicieras y no me hiciste caso.

________ tomó otro sorbo de chocolate.

—Muy bien, de acuerdo, es verdad. Claro que exijo venganza. Y la próxima vez te prometo que no llevaré botas de tacón.

—Una pena, me gustan mucho esas botas —Joe se torturó a sí mismo mirando sus pies.

—A mí me encantan, pero imagino que se habrán estropeado.

—Te compraré otras.

—Muy amable, pero no hace falta. Además, ha sido culpa mía.

—En eso estoy de acuerdo —asintió Joe—. ¿Y qué piensas ponerte para la nueva pelea?

—Un par de botas de esquí y una gruesa parka.

—¿Sabes esquiar?

—No, la verdad es que no, pero estoy guapísima con ropa de esquí —contestó ________, haciéndole un guiño.

Joe no estaba riendo, aunque evidentemente era una broma.

—No lo dudo. Empiezo a pensar que estás guapísima con cualquier cosa que te pongas —murmuró, mirando sus curvas por encima del grueso albornoz.

—Vaya…

Le gustaba haberla dejado sin palabras ya que ella le había hecho lo mismo en varias ocasiones.

Aunque sabía que estaba jugando con fuego, siguió:

—Me gusta lo que llevas puesto ahora mismo.

________ tosió, pero se recuperó lo suficiente como para bromear:

—¿Esta batita vieja?

—Nunca me había gustado ese albornoz… hasta ahora —dijo Joe. Y sabía que no podría volver a ponérselo sin recordar lo guapa que _________ estaba con él. Con ese provocativo brillo de curiosidad en los ojos…

—Imagino que es un cumplido.

—Desde luego —asintió él, quitándole la taza de la mano.

El espacio que había entre ellos pareció reducirse como por arte de magia hasta que sus caras estaban a unos centímetros la una de la otra. Olía a chocolate y estaba deseando probarlo, pero sabía que ésa no era la razón por la que de repente se sentía tan hambriento.

—Sigues teniendo el pelo mojado —murmuró, pasando un dedo por sus rizos.

—Joe… —_______ susurró su nombre y cerró los ojos.

Y él supo entonces que estaba perdido. Pero mientras la tumbaba sobre la alfombra le parecía más una resurrección que una ejecución.

Empezó a besarla en el cuello, bajo la barbilla, donde podía sentir el latido de su pulso.

La vida estaba allí, bajo sus labios, invitándolo.

Siguió besando la curva de su hombro. Su piel era suave como el satén y, cuando apartó un poco el albornoz, brillaba a la luz de las llamas de la chimenea…

Cuando levantó la cabeza ________ estaba mirándolo con expresión seria, los ojos brillantes y llenos de preguntas. Joe no sabía si podría darle alguna respuesta. En realidad, él mismo se hacía muchas preguntas.

Y empezó por la más urgente:

—¿Estás segura?

_________ vaciló un momento que le pareció una eternidad. Pero cuando por fin asintió con la cabeza, Joe se puso en pie y la ayudó a levantarse. Y no dijeron una palabra mientras, de la mano, subían al dormitorio.
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Mensaje por ♫ Laura Jonas ♥ Dom 01 Ene 2012, 2:59 am

LISTO!!!!!!!!!
Ya cumpli con ustedes chicas
Sus 6 CAPIS por MARATON!!!!!!!!
No se pueden quejar eh......ahora espero que me dejen MUCHOS COMMENTS!!!!
Bye
♫ Laura Jonas ♥
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Una proposicion navideña (Joe y tu) - Página 4 Empty Re: Una proposicion navideña (Joe y tu)

Mensaje por andreita Dom 01 Ene 2012, 10:22 am

omj me encanto el maraton enserio
joe ha cambiiado muchoo
andreita
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