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Una proposicion navideña (Joe y tu)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Una proposicion navideña (Joe y tu)
Por el amor de Dios… su madre preparándole una cita con una mujer recién divorciada que probablemente tendría el mismo entusiasmo que él.
—¡No! —Joe miró el cuestionario de _________ y, de repente, se le encendió la bombilla. Tal vez podría matar dos pájaros de un tiro…
—¿Cómo que no?
—Que no es necesario que la llames porque ya tengo pareja.
________ se dirigía a Bolden, con el maletero del coche lleno de cosas que había comprado por la mañana, cuando su móvil empezó a sonar. Normalmente no respondía cuando iba conduciendo, pero al ver el nombre en la pantalla decidió hacer una excepción.
—¿Dígame?
—Hola, soy Joe Jonas.
—Vaya, esto sí que es inesperado.
—¿No le ha dicho mi secretaria que iba a llamarla? —le preguntó él, desconcertado.
—¿La señora Stern? Sí, me lo dijo, pero sigue siendo una sorpresa.
—¿Por qué?
—Si tuviera un dólar por cada vez que su secretaria me ha dicho que me iba a llamar.
—Muy graciosa —murmuró él—. ¿Siempre es tan descarada con sus clientes?
—No, parece que usted despierta lo peor de mí —contestó _________—. Pero gracias por llamar.
—De nada.
—La razón por la que llamé antes es que voy a una galería de arte en Bolden a recoger unas cosas que he comprado para otro cliente. Comprar obras de arte para alguien es como comprar ropa, tiene que sentar bien.
—Y por eso es muy personal.
—Exactamente —dijo _________—. Y me preguntaba si a alguno de sus parientes o amigos le gustaría recibir una obra de arte.
—En la casa de mis padres ya no caben más cuadros y no tengo ni idea de qué le gusta a mi hermana porque redecora la casa cada tres por cuatro. Y mis amigos… la verdad es que no lo sé.
—Bueno, en fin, se me había ocurrido, pero da igual —__________ vio la salida de la autopista y cambió de carril—. ¿Qué tal va el cuestionario?
Joe se aclaró la garganta.
—En realidad, era de eso de lo que quería hablarle.
—No lo ha rellenado —dijo ella.
—No, aún no.
—Señor Jonas…
—Joe, por favor.
—Muy bien, te llamaré Joe si tú me llamas __________. Pero de verdad necesito esa información, como ya te expliqué el otro día.
—Una cuestión de principios, creo que dijiste.
—Eso es.
—¿Y si me niego? —le preguntó él entonces, como un reto.
________ volvió a ver el símbolo del dólar, pero pensó en su padre, en tantas desilusiones y tantas penas. No estaba dispuesta a ser la responsable de que otra persona pasara por todo eso, de modo que su tono era firme cuando replicó:
—Tendría que pedirte que buscaras otra compradora personal. ¿Te niegas entonces?
—No, pero tengo una idea mejor. ¿Tienes algún plan para mañana por la noche?
—La verdad es que sí —contestó ella. Desde que se mudó a Denver había pasado sola casi todos los sábados por la noche, pero le había dicho a Carole que iría a verla aquel sábado con comida china, una botella de vino y unas películas navideñas.
—Ya veo —suspiró Joe—. ¿Y no sería posible que cambiaras de planes?
—¿Por qué? —preguntó _________, sorprendida—. ¿Qué tienes en mente?
—Mi madre organiza una cena benéfica todos los años, tal vez hayas oído hablar de ella: la cena benéfica Denisse Jonas.
_________ puso el intermitente para salir de la autopista.
—No, lo siento, no llevo en Denver mucho tiempo.
—Tranquila, si te quedas oirás hablar de ella. Se celebra desde hace veinticinco años y los más ricos de la ciudad recaudan dinero para los menos afortunados. Y, además de la cena, hay una subasta.
—Ah, qué bien.
—Sí, bueno, pues es mañana por la noche.
_________ lo entendió entonces y sintió algo… aunque no quería admitir que fuera interés.
Después de todo, Joe Jonas no era su tipo en absoluto. Demasiado arrogante, demasiado dominante.
—¿Me estás pidiendo… que salga contigo?
—No exactamente. Necesito una acompañante, pero a cambio recibirás compensación económica, por supuesto.
Ella miró el móvil, indignada. ¿Acompañante? ¿Cómo se atrevía?
—Me parece que no he dejado bien claro a qué me dedico. Soy una compradora personal, nada más.
Enseguida oyó a Joe toser al otro lado del teléfono. En realidad, parecía como si se hubiera atragantado y casi se alegraba.
—No quería decir eso… tal vez lo de la compensación económica ha sonado mal. Lo que quiero decir es que mucha gente de mi lista estará en esa cena. Aparte de mis padres y mi hermana, irán varios de mis socios y amigos.
—Ah.
__________ estaba a punto de disculparse cuando Joe añadió:
—He pensado que si los conocías personalmente te sería más fácil comprar los regalos. Para cumplir con esos principios de los que me hablaste.
—¿Te estás burlando de mí?
—No —suspiró él—. La verdad es que admiro que hayas sido tan firme. No conozco mucha gente en el mundo de los negocios cuyos principios aguanten la presión.
Parecía sincero y el enfado de _________ se evaporó.
—Entonces, sería casi como ir a una reunión de trabajo.
—Sería exactamente eso —dijo él—. Pero con buena comida y mejores vinos. Mi madre nunca hace las cosas a medias.
Como _________ sabía cuál era el presupuesto para regalos de Joe decidió que la generosidad era un rasgo que había heredado de ella.
—Será una cena muy elegante, imagino.
—Sí, de etiqueta. ¿Tienes algo que ponerte?
—Creo que podré encontrar algo adecuado en mi armario —contestó ella, burlona—. ¿Dónde y a qué hora?
—¿Eso significa que irás conmigo? —Joe parecía sorprendido y tal vez un poquito aliviado.
Y, aunque sabía que seguramente lo lamentaría más tarde, _________ respondió:
—Sí.
—¿Y tu otra cita? Espero que el cambio de planes a última hora no sea… un problema para ti.
_________ estuvo a punto de soltar una carcajada al darse cuenta de que Joe creía que tenía una cita con un hombre. Y no vio razón alguna para contarle la verdad.
—No te preocupes, puedo dejarla para otro día. Al fin y al cabo, esto es trabajo.
—¡No! —Joe miró el cuestionario de _________ y, de repente, se le encendió la bombilla. Tal vez podría matar dos pájaros de un tiro…
—¿Cómo que no?
—Que no es necesario que la llames porque ya tengo pareja.
________ se dirigía a Bolden, con el maletero del coche lleno de cosas que había comprado por la mañana, cuando su móvil empezó a sonar. Normalmente no respondía cuando iba conduciendo, pero al ver el nombre en la pantalla decidió hacer una excepción.
—¿Dígame?
—Hola, soy Joe Jonas.
—Vaya, esto sí que es inesperado.
—¿No le ha dicho mi secretaria que iba a llamarla? —le preguntó él, desconcertado.
—¿La señora Stern? Sí, me lo dijo, pero sigue siendo una sorpresa.
—¿Por qué?
—Si tuviera un dólar por cada vez que su secretaria me ha dicho que me iba a llamar.
—Muy graciosa —murmuró él—. ¿Siempre es tan descarada con sus clientes?
—No, parece que usted despierta lo peor de mí —contestó _________—. Pero gracias por llamar.
—De nada.
—La razón por la que llamé antes es que voy a una galería de arte en Bolden a recoger unas cosas que he comprado para otro cliente. Comprar obras de arte para alguien es como comprar ropa, tiene que sentar bien.
—Y por eso es muy personal.
—Exactamente —dijo _________—. Y me preguntaba si a alguno de sus parientes o amigos le gustaría recibir una obra de arte.
—En la casa de mis padres ya no caben más cuadros y no tengo ni idea de qué le gusta a mi hermana porque redecora la casa cada tres por cuatro. Y mis amigos… la verdad es que no lo sé.
—Bueno, en fin, se me había ocurrido, pero da igual —__________ vio la salida de la autopista y cambió de carril—. ¿Qué tal va el cuestionario?
Joe se aclaró la garganta.
—En realidad, era de eso de lo que quería hablarle.
—No lo ha rellenado —dijo ella.
—No, aún no.
—Señor Jonas…
—Joe, por favor.
—Muy bien, te llamaré Joe si tú me llamas __________. Pero de verdad necesito esa información, como ya te expliqué el otro día.
—Una cuestión de principios, creo que dijiste.
—Eso es.
—¿Y si me niego? —le preguntó él entonces, como un reto.
________ volvió a ver el símbolo del dólar, pero pensó en su padre, en tantas desilusiones y tantas penas. No estaba dispuesta a ser la responsable de que otra persona pasara por todo eso, de modo que su tono era firme cuando replicó:
—Tendría que pedirte que buscaras otra compradora personal. ¿Te niegas entonces?
—No, pero tengo una idea mejor. ¿Tienes algún plan para mañana por la noche?
—La verdad es que sí —contestó ella. Desde que se mudó a Denver había pasado sola casi todos los sábados por la noche, pero le había dicho a Carole que iría a verla aquel sábado con comida china, una botella de vino y unas películas navideñas.
—Ya veo —suspiró Joe—. ¿Y no sería posible que cambiaras de planes?
—¿Por qué? —preguntó _________, sorprendida—. ¿Qué tienes en mente?
—Mi madre organiza una cena benéfica todos los años, tal vez hayas oído hablar de ella: la cena benéfica Denisse Jonas.
_________ puso el intermitente para salir de la autopista.
—No, lo siento, no llevo en Denver mucho tiempo.
—Tranquila, si te quedas oirás hablar de ella. Se celebra desde hace veinticinco años y los más ricos de la ciudad recaudan dinero para los menos afortunados. Y, además de la cena, hay una subasta.
—Ah, qué bien.
—Sí, bueno, pues es mañana por la noche.
_________ lo entendió entonces y sintió algo… aunque no quería admitir que fuera interés.
Después de todo, Joe Jonas no era su tipo en absoluto. Demasiado arrogante, demasiado dominante.
—¿Me estás pidiendo… que salga contigo?
—No exactamente. Necesito una acompañante, pero a cambio recibirás compensación económica, por supuesto.
Ella miró el móvil, indignada. ¿Acompañante? ¿Cómo se atrevía?
—Me parece que no he dejado bien claro a qué me dedico. Soy una compradora personal, nada más.
Enseguida oyó a Joe toser al otro lado del teléfono. En realidad, parecía como si se hubiera atragantado y casi se alegraba.
—No quería decir eso… tal vez lo de la compensación económica ha sonado mal. Lo que quiero decir es que mucha gente de mi lista estará en esa cena. Aparte de mis padres y mi hermana, irán varios de mis socios y amigos.
—Ah.
__________ estaba a punto de disculparse cuando Joe añadió:
—He pensado que si los conocías personalmente te sería más fácil comprar los regalos. Para cumplir con esos principios de los que me hablaste.
—¿Te estás burlando de mí?
—No —suspiró él—. La verdad es que admiro que hayas sido tan firme. No conozco mucha gente en el mundo de los negocios cuyos principios aguanten la presión.
Parecía sincero y el enfado de _________ se evaporó.
—Entonces, sería casi como ir a una reunión de trabajo.
—Sería exactamente eso —dijo él—. Pero con buena comida y mejores vinos. Mi madre nunca hace las cosas a medias.
Como _________ sabía cuál era el presupuesto para regalos de Joe decidió que la generosidad era un rasgo que había heredado de ella.
—Será una cena muy elegante, imagino.
—Sí, de etiqueta. ¿Tienes algo que ponerte?
—Creo que podré encontrar algo adecuado en mi armario —contestó ella, burlona—. ¿Dónde y a qué hora?
—¿Eso significa que irás conmigo? —Joe parecía sorprendido y tal vez un poquito aliviado.
Y, aunque sabía que seguramente lo lamentaría más tarde, _________ respondió:
—Sí.
—¿Y tu otra cita? Espero que el cambio de planes a última hora no sea… un problema para ti.
_________ estuvo a punto de soltar una carcajada al darse cuenta de que Joe creía que tenía una cita con un hombre. Y no vio razón alguna para contarle la verdad.
—No te preocupes, puedo dejarla para otro día. Al fin y al cabo, esto es trabajo.
♫ Laura Jonas ♥
Re: Una proposicion navideña (Joe y tu)
ahi esta chicas el capi de hoy
DISFRUTENLO!!!!!!
Y dejen comments
PASE DE PAGINA!!!!!!!
BAILE DE 5 SEGUNDOS!!!!!!!!1
DISFRUTENLO!!!!!!
Y dejen comments
PASE DE PAGINA!!!!!!!
BAILE DE 5 SEGUNDOS!!!!!!!!1
♫ Laura Jonas ♥
Re: Una proposicion navideña (Joe y tu)
Siguelaaa
me encanto el cap..
mmm.. es mi imaginasion o el cap es demaciado corto!
creo qe deberias subir otro cap! :P
si? :D
me encanto el cap..
mmm.. es mi imaginasion o el cap es demaciado corto!
creo qe deberias subir otro cap! :P
si? :D
☎ Jimena Horan ♥
Re: Una proposicion navideña (Joe y tu)
—Será una cena muy elegante, imagino.
—Sí, de etiqueta. ¿Tienes algo que ponerte?
—Creo que podré encontrar algo adecuado en mi armario —contestó ella, burlona—.
Ojala se le caigan los calzones cuando la veo :P hahaa
siguelaaaaa!!
quiero otro cap!:D
—Sí, de etiqueta. ¿Tienes algo que ponerte?
—Creo que podré encontrar algo adecuado en mi armario —contestó ella, burlona—.
Ojala se le caigan los calzones cuando la veo :P hahaa
siguelaaaaa!!
quiero otro cap!:D
☎ Jimena Horan ♥
Re: Una proposicion navideña (Joe y tu)
Jimee Jonas <3 escribió:Siguelaaa
me encanto el cap..
mmm.. es mi imaginasion o el cap es demaciado corto!
creo qe deberias subir otro cap! :P
si? :D
SI el capi es SUPER CORTO
Antes habia dicho que esta nove casi no dura :crybaby:
Pero es super LINDA!!!! :L: :L: :L:
♫ Laura Jonas ♥
Re: Una proposicion navideña (Joe y tu)
CAP;CAP;CAP;CAP! :D
Siguelaaaa!
Quiero CAP o´ creo que no dormireee !
hahaaa :P subeee
Siguelaaaa!
Quiero CAP o´ creo que no dormireee !
hahaaa :P subeee
☎ Jimena Horan ♥
Re: Una proposicion navideña (Joe y tu)
Jimee Jonas <3 escribió: CAP;CAP;CAP;CAP! :D
Siguelaaaa!
Quiero CAP o´ creo que no dormireee !
hahaaa :P subeee
Bueno estoy haciendo unas cosas aqui en la compu
Pero despues de que termine les subo el capi tres :D
♫ Laura Jonas ♥
Re: Una proposicion navideña (Joe y tu)
Capitulo 3
Joe tiró del lazo de la corbata mientras soltaba una maldición. Era el tercer intento y el nudo le seguía saliendo torcido. No sabía por qué sus manos se negaban a cooperar y tampoco entendía por qué estaba tan nervioso.
Él nunca había estado nervioso antes de las otras citas, que terminaron en desastre. Además, no tenía una cita con _________; era una reunión de trabajo, se recordó a sí mismo mientras terminaba de hacerse el lazo frente al espejo y llamaba al chófer.
Pero el «trabajo» fue olvidado en cuanto _________ abrió la puerta de su apartamento. Iba de rojo, con los labios y las uñas pintados también de ese color. Se había hecho algo diferente en el pelo, sujetándolo en un moño alto que dejaba al descubierto su largo cuello, y Joe vio un brillo de diamantes en sus orejas cuando inclinó un poco la cabeza para sonreír como estaba seguro lo habría hecho la Eva original.
—Hola.
—Estás… —Joe no sabía qué decir y, por un momento, pensó que le faltaba el aire. Aquella mujer debería llevar una advertencia para los enfermos del corazón.
—Creo que el vestido no está mal para la ocasión, ¿verdad? —bromeó _______, dando una vueltecita sobre sí misma que lo hizo desear tener un desfibrilador a mano—. No me gustaría llamar la atención.
—Llamarás la atención quieras o no —dijo él, con más sinceridad de la que pretendía.
—Gracias, tú también estás muy guapo. Es una pena que ahora no se utilice tanto el esmoquin.
—Dudo mucho que los hombres estuvieran de acuerdo —suspiró Joe, tirando del cuello de la camisa. Aquella maldita cosa parecía quedarle estrecha. :lol!:
_______ rió, un sonido ronco y totalmente provocativo.
—Venga, hombre, un esmoquin no puede ser tan incómodo como estos zapatos. Mis empeines me van a matar cuando acabe la noche.
Joe miró hacia abajo, algo que lamentó casi inmediatamente. Ya sabía que tenía unas piernas preciosas y esa noche estaban acentuadas por unos zapatos negros de tacón que añadían por lo menos siete centímetros a su ya respetable estatura. Su pulso empezó a revolotear como la mariposa que ________ llevaba tatuada en el tobillo y no le gustó nada esa reacción. Trabajo, se recordó a sí mismo.
—¿Nos vamos? —le preguntó, después de aclararse la garganta—. Aunque a mí no me importa llegar tarde, mi madre es increíblemente puntual.
—Ah, muy bien. ¿Y qué le has contado de mí?
—Le he dicho tu nombre.
—Ah, un hombre de pocas palabras —rió ella—. Espera un momento, voy a buscar mi abrigo.
Joe miró alrededor mientras esperaba. El apartamento era un loft en un antiguo edificio comercial que habían reformado para uso residencial.
Las vigas vistas, el suelo de madera y las paredes de ladrillo casi lo hacían parecer un local más que un apartamento. Era pequeño, en total seguramente no tendría más metros que la suite principal de su casa, pero Eve sabía cómo aprovechar cada centímetro.
Tenía un gusto tan sofisticado y descarado como ella misma; colores vividos en contraste con tonos neutros y una ecléctica mezcla de cuadros adornando las paredes. Al fondo de la habitación vio una escalera de caracol que debía llevar al dormitorio, la parte de arriba pintada en tonos rojos, berenjena y dorado. Se preguntó entonces qué podría interpretar de la mujer a través de su gusto en decoración…
—¿Joe?
Cuando se volvió, ________ estaba detrás de él con un bolsito de noche en la mano y el abrigo puesto. Pero incluso tapada con el abrigo era demasiado atractiva, pensó.
—Es un apartamento muy original.
—Gracias, a mí me gusta.
—Y está en un sitio estupendo, cerca de las mejores tiendas.
—Sí —sonrió ella—. Pero no lo elegí sólo por el trabajo. Me gusta estar en medio de todo.
Era de imaginar. Aunque no la conocía bien, Joe ya había imaginado que ________ Hawley era la clase de persona que agarraba la vida con las dos manos, aunque el viaje fuese tormentoso.
—Bueno, deberíamos irnos.
Mientras la seguía hasta la puerta se preguntó por qué sentía deseos de marcharse y, a la vez, cierta decepción porque no podían quedarse allí.
Claro que descubrió la respuesta a esa pregunta en cuanto llegaron al hotel Wilmington veinte minutos después. En el salón de banquetes cabían setecientos invitados, aunque sólo la mitad habían llegado porque aún era temprano, pero su madre ya estaba allí y Joe empujó suavemente a ________ en dirección contraria. Necesitaba tomar algo antes de enfrentarse con las interminables preguntas familiares. Y también tenía que explicarle ciertas cosas a su acompañante.
—¿Qué tal una copa de vino? —sugirió.
—Supongo que, aunque esto técnicamente sea una reunión de trabajo, no estaría mal tomar una copa de Chardonnay.
—No, claro que no.
Mientras él pedía las copas en la barra, _________ miró alrededor, divertida.
—Veo que no estabas de broma al decir que tu madre no hace las cosas a medias. No esperaba que fuese una fiesta tan espectacular, pero hay mesas para cientos de personas.
—Setecientas exactamente.
Ella parpadeó, sorprendida.
—¿Va a venir todo Denver?
—No lo sé, eso parece —suspiró Joe—. En realidad, sólo invita a los más ricos de la ciudad. La especialidad de mi madre es hacer que se rasquen el bolsillo.
—Debe ser una mujer formidable.
El se limitó a sonreír. Podía serlo, pensó, recordando la conversación telefónica del día anterior. A veces, Denisse podía ser increíblemente obstinada.
—¿Ha llegado tu familia? —le preguntó ________, tomando su copa de vino—. Estoy deseando conocerlos.
—Algunos ya han llegado, me parece —Joe se aclaró la garganta—. Pero antes de presentártelos tengo que pedirte un favor.
—¿Qué?
—Prefiero que no sepan a qué te dedicas.
—¿Te avergüenzas de mí? —______ inclinó a un lado la cabeza, más divertida que ofendida, aunque le pareció ver un brillo de vulnerabilidad en sus ojos.
—No, claro que no. Pero no quiero que piensen…
—¿Que has contratado a una compradora personal porque no tienes tiempo para ir de compras tú mismo?
—¿Sabes una cosa? A veces puedes ser brutalmente sincera.
________ se encogió de hombros.
—Lo sé, es un don.
—No sé si es un don, pero es… algo —murmuró él.
—Bueno, ¿entonces quién creen que soy?
Joe sintió que había vuelto al instituto mientras respondía:
—Creen que esto es una cita.
—Ah, una cita —_________ estaba disfrutando de su apuro, eso estaba claro—. ¿Y desde cuándo estamos saliendo?
—No estamos saliendo.
—Ah, entonces es la primera cita —sonrió __________—, Bueno, procuraré no ser demasiado obvia mientras les hago preguntas para descubrir qué les gusta y qué no.
Ella no sería la única que hiciera preguntas, pensó Joe al ver que su madre se dirigía hacia ellos con la precisión de un misil tierra-aire. Ni siquiera se paraba a charlar con los invitados que la saludaban. Y esta vez no habría manera de darle esquinazo.
♫ Laura Jonas ♥
Re: Una proposicion navideña (Joe y tu)
De modo que tomó a __________ por los hombros y se inclinó para hablarle al oído:
—Mi madre viene hacia aquí.
—Ah, ya. ¿Debo pestañear coquetamente o algo así?
—No, mejor no —contestó él, sin saber si se le había encogido el estómago debido a la pulla o porque le había llegado el aroma de su perfume. Era sexy, pecaminoso. Pero intentó olvidarse de ello mientras intentaba sonreír.
—¡Joe, cariño! —lo llamó Denisse—. Me había parecido verte entrar hace un momento.
Joe le dio un beso en la mejilla.
—Hola, mamá. Estás tan guapa como siempre. ¿Vestido nuevo?
—Sí, lo es, aunque dudo mucho que eso te importe —replicó ella, dándole a entender que los halagos no iban a hacerle olvidar por qué estaba allí. Y, naturalmente, de inmediato miró a _________ con un brillo especulador en los ojos—. ¿Y quién es esta jovencita?
________ sabía que estaba siendo inspeccionada de la cabeza a los pies, aunque Denisse Jonas estaba sonriendo.
Joe sonrió, intentando disimular su contrariedad. Su usual arrogancia había desaparecido y a _________ le gustó un poco más por ello.
—__________, te presentó a mi madre, Denisse Jonas.
—Encantada de conocerte —Tallulah estrechó su mano con las dos suyas, delgadas y cubiertas de joyas. Y no la soltó inmediatamente—. Debo decir que me llevé una sorpresa cuando mi hijo me contó que vendría con una chica a la cena. No sabía que estuviera saliendo con nadie… pero claro, la madre siempre es la última en enterarse.
_________ estaba completamente segura de que pocas cosas se le escapaban a la matriarca de los Jonas. Aquélla no era sólo una señora de la alta sociedad; sus ojos azules estaban llenos de inteligencia y, en aquel momento, de curiosidad.
—_________ y yo nos conocemos desde hace poco —dijo Joe.
—¿Ah, sí?
—Es nuestra primera cita —dijo ella. No pestañeó coquetamente, pero casi y Joe tuvo que disimular una mueca.
—¿En serio? ¿Cómo os conocisteis? —preguntó Denisse.
—A través de un amigo común.
Como en realidad no era mentira, _________ no tuvo el menor problema para decirlo y por el rabillo del ojo vio que Joe asentía con la cabeza, aparentemente contento con la respuesta. Pero luego, antes de que su madre pudiera seguir haciendo preguntas, le explicó:
—No es nadie a quien tú conozcas, mamá.
Alguien llamó a Denisse entonces desde el otro lado del salón.
—Tengo que irme para charlar con el resto de los invitados y tú deberías hacer lo mismo, Joseph.
—Muy bien.
—Espero que podamos charlar un poco más durante la cena, ___________.
«Seguro que sí», pensó ella.
¿Estaría a la altura?, se preguntó.
De repente volvieron a aparecer sus antiguas inseguridades, a pesar de que su relación con Joe no era romántica en absoluto.
—Tengo la impresión de que el salmón no es lo único que se va a cuestionar esta noche —bromeó cuando se quedaron solos.
—No te preocupes, mi madre es inofensiva.
________ decidió reservarse su opinión. Desde luego, su primera impresión había sido positiva. Denisse Jonas parecía una persona amable. Y el hecho de que organizase una cena benéfica ya decía mucho de ella. Pero había tenido suficientes experiencias negativas en el pasado como para no fiarse de una primera impresión.
Aunque ella misma estaba intentando dar una buena impresión, lo cual era irónico.
Gracias a su talento para encontrar gangas y gastar el dinero en cosas de calidad, ________ siempre sabía qué ponerse y nunca se encontraba incómoda en ningún sitio.
Una de las tías abuelas con las que había vivido de pequeña era una maniática de la etiqueta, de modo que le había enseñado a sentarse como una señorita, a caminar con la cabeza alta y la espalda estirada.
Sabía qué cubierto debía usar en cada ocasión y en cuanto al arte de la conversación, podía enfrentarse con cualquiera.
Pero era un fraude. Un auténtico fraude bajo tantas capas de falsa sofisticación.
Ella no había nacido en una familia adinerada y, como había aprendido con su último novio, para muchas personas el pedigrí era más importante que cualquier otra cosa.
________ irguió los hombros mientras tomaba a Joe del brazo.
—¿Damos una vuelta?
Él dejó escapar un suspiro.
—Aunque preferiría no hacerlo, no me queda más remedio. Pero deja que hable yo.
—Ah, no te preocupes por mí, soy un camaleón —le aseguró ella—. Nadie sospechará que éste no es mi sitio.
Joe la miró, interrogante, pero ________ no dijo nada más.
Todas las personas con las que hablaron parecían sorprendidas de ver a Joe y, curiosamente, se mostraban un poco tímidas con él. Uno podría pensar que era porque su aire de autoridad daba miedo, pero era algo más. ________ intuía algo que parecía casi… compasión. No tenía sentido, claro. ¿Por qué iban a sentir compasión por Joseph Jonas? Aquel hombre lo tenía todo: su propia empresa, millones, un aspecto increíblemente atractivo y un cuerpo que parecía hecho de granito.
Y, sin embargo, no había conseguido una cita para esa noche. Qué extraño.
Mientras se abrían paso hacia la mesa donde estaban colocados los objetos que iban a subastarse, __________ decidió comentárselo.
—Siento curiosidad por algo.
—¿Sí? —murmuró él, distraído, mirando una cesta llena de lujosos productos de baño con olor a lavanda. La primera oferta era mucho mayor que el auténtico valor de los productos y, sin embargo, varias personas la habían elevado. Y Joe anotó su nombre al lado de la una cantidad absurda.
De modo que debía añadir «generoso» a todos sus demás atributos.
—Estoy intentando descubrir cuál es tu problema.
—¿Perdona?
—Está claro que eres un hombre de éxito y, además, muy atractivo —dijo ________, apretando uno de sus bíceps por encima de la chaqueta—. Tienes cuerpo de hombre, a pesar de tu afición por los productos de baño con aroma a lavanda… :lol!:
—Muy graciosa. Es una subasta benéfica —la interrumpió él.
—Ah, claro —_________ le guiñó un ojo porque sabía que eso lo molestaría. Aquel hombre tenía que relajarse.
—Benéfica —repitió Joe.
—¿Entonces por qué no has venido con alguna novia esta noche?
Él pareció perplejo por la pregunta.
—¿No lo estás pasando bien?
—En realidad, sí, lo estoy pasando bien. Pero siento curiosidad.
—La curiosidad mató al gato, ya sabes.
__________ se encogió de hombros.
—Los gatos tienen nueve vidas. ¿Por qué no sales con nadie?
—¿Quién dice que no salgo con nadie?
___________ se llevó una mano a la cadera.
—Todas las personas con las que hemos hablado parecían atónitas de verte aquí. Especialmente en compañía de una mujer.
—Mi madre viene hacia aquí.
—Ah, ya. ¿Debo pestañear coquetamente o algo así?
—No, mejor no —contestó él, sin saber si se le había encogido el estómago debido a la pulla o porque le había llegado el aroma de su perfume. Era sexy, pecaminoso. Pero intentó olvidarse de ello mientras intentaba sonreír.
—¡Joe, cariño! —lo llamó Denisse—. Me había parecido verte entrar hace un momento.
Joe le dio un beso en la mejilla.
—Hola, mamá. Estás tan guapa como siempre. ¿Vestido nuevo?
—Sí, lo es, aunque dudo mucho que eso te importe —replicó ella, dándole a entender que los halagos no iban a hacerle olvidar por qué estaba allí. Y, naturalmente, de inmediato miró a _________ con un brillo especulador en los ojos—. ¿Y quién es esta jovencita?
________ sabía que estaba siendo inspeccionada de la cabeza a los pies, aunque Denisse Jonas estaba sonriendo.
Joe sonrió, intentando disimular su contrariedad. Su usual arrogancia había desaparecido y a _________ le gustó un poco más por ello.
—__________, te presentó a mi madre, Denisse Jonas.
—Encantada de conocerte —Tallulah estrechó su mano con las dos suyas, delgadas y cubiertas de joyas. Y no la soltó inmediatamente—. Debo decir que me llevé una sorpresa cuando mi hijo me contó que vendría con una chica a la cena. No sabía que estuviera saliendo con nadie… pero claro, la madre siempre es la última en enterarse.
_________ estaba completamente segura de que pocas cosas se le escapaban a la matriarca de los Jonas. Aquélla no era sólo una señora de la alta sociedad; sus ojos azules estaban llenos de inteligencia y, en aquel momento, de curiosidad.
—_________ y yo nos conocemos desde hace poco —dijo Joe.
—¿Ah, sí?
—Es nuestra primera cita —dijo ella. No pestañeó coquetamente, pero casi y Joe tuvo que disimular una mueca.
—¿En serio? ¿Cómo os conocisteis? —preguntó Denisse.
—A través de un amigo común.
Como en realidad no era mentira, _________ no tuvo el menor problema para decirlo y por el rabillo del ojo vio que Joe asentía con la cabeza, aparentemente contento con la respuesta. Pero luego, antes de que su madre pudiera seguir haciendo preguntas, le explicó:
—No es nadie a quien tú conozcas, mamá.
Alguien llamó a Denisse entonces desde el otro lado del salón.
—Tengo que irme para charlar con el resto de los invitados y tú deberías hacer lo mismo, Joseph.
—Muy bien.
—Espero que podamos charlar un poco más durante la cena, ___________.
«Seguro que sí», pensó ella.
¿Estaría a la altura?, se preguntó.
De repente volvieron a aparecer sus antiguas inseguridades, a pesar de que su relación con Joe no era romántica en absoluto.
—Tengo la impresión de que el salmón no es lo único que se va a cuestionar esta noche —bromeó cuando se quedaron solos.
—No te preocupes, mi madre es inofensiva.
________ decidió reservarse su opinión. Desde luego, su primera impresión había sido positiva. Denisse Jonas parecía una persona amable. Y el hecho de que organizase una cena benéfica ya decía mucho de ella. Pero había tenido suficientes experiencias negativas en el pasado como para no fiarse de una primera impresión.
Aunque ella misma estaba intentando dar una buena impresión, lo cual era irónico.
Gracias a su talento para encontrar gangas y gastar el dinero en cosas de calidad, ________ siempre sabía qué ponerse y nunca se encontraba incómoda en ningún sitio.
Una de las tías abuelas con las que había vivido de pequeña era una maniática de la etiqueta, de modo que le había enseñado a sentarse como una señorita, a caminar con la cabeza alta y la espalda estirada.
Sabía qué cubierto debía usar en cada ocasión y en cuanto al arte de la conversación, podía enfrentarse con cualquiera.
Pero era un fraude. Un auténtico fraude bajo tantas capas de falsa sofisticación.
Ella no había nacido en una familia adinerada y, como había aprendido con su último novio, para muchas personas el pedigrí era más importante que cualquier otra cosa.
________ irguió los hombros mientras tomaba a Joe del brazo.
—¿Damos una vuelta?
Él dejó escapar un suspiro.
—Aunque preferiría no hacerlo, no me queda más remedio. Pero deja que hable yo.
—Ah, no te preocupes por mí, soy un camaleón —le aseguró ella—. Nadie sospechará que éste no es mi sitio.
Joe la miró, interrogante, pero ________ no dijo nada más.
Todas las personas con las que hablaron parecían sorprendidas de ver a Joe y, curiosamente, se mostraban un poco tímidas con él. Uno podría pensar que era porque su aire de autoridad daba miedo, pero era algo más. ________ intuía algo que parecía casi… compasión. No tenía sentido, claro. ¿Por qué iban a sentir compasión por Joseph Jonas? Aquel hombre lo tenía todo: su propia empresa, millones, un aspecto increíblemente atractivo y un cuerpo que parecía hecho de granito.
Y, sin embargo, no había conseguido una cita para esa noche. Qué extraño.
Mientras se abrían paso hacia la mesa donde estaban colocados los objetos que iban a subastarse, __________ decidió comentárselo.
—Siento curiosidad por algo.
—¿Sí? —murmuró él, distraído, mirando una cesta llena de lujosos productos de baño con olor a lavanda. La primera oferta era mucho mayor que el auténtico valor de los productos y, sin embargo, varias personas la habían elevado. Y Joe anotó su nombre al lado de la una cantidad absurda.
De modo que debía añadir «generoso» a todos sus demás atributos.
—Estoy intentando descubrir cuál es tu problema.
—¿Perdona?
—Está claro que eres un hombre de éxito y, además, muy atractivo —dijo ________, apretando uno de sus bíceps por encima de la chaqueta—. Tienes cuerpo de hombre, a pesar de tu afición por los productos de baño con aroma a lavanda… :lol!:
—Muy graciosa. Es una subasta benéfica —la interrumpió él.
—Ah, claro —_________ le guiñó un ojo porque sabía que eso lo molestaría. Aquel hombre tenía que relajarse.
—Benéfica —repitió Joe.
—¿Entonces por qué no has venido con alguna novia esta noche?
Él pareció perplejo por la pregunta.
—¿No lo estás pasando bien?
—En realidad, sí, lo estoy pasando bien. Pero siento curiosidad.
—La curiosidad mató al gato, ya sabes.
__________ se encogió de hombros.
—Los gatos tienen nueve vidas. ¿Por qué no sales con nadie?
—¿Quién dice que no salgo con nadie?
___________ se llevó una mano a la cadera.
—Todas las personas con las que hemos hablado parecían atónitas de verte aquí. Especialmente en compañía de una mujer.
♫ Laura Jonas ♥
Re: Una proposicion navideña (Joe y tu)
—Trabajo muchas horas —dijo Joe.
—Ah, ya lo entiendo. El trabajo es el amor de tu vida y no tienes tiempo para una mujer de carne y hueso —dedujo _________.
—Me gusta lo que hago —replicó él, con cierta sequedad—. No hay nada malo en eso.
—Estoy completamente de acuerdo —_________ se cruzó de brazos—. También yo disfruto muchísimo con mi trabajo. Me pagan para que vaya de tiendas y, en mi humilde opinión, no es una mala manera de pasar el día.
Joe hizo una mueca.
—Dime el nombre de una sola mujer en el mundo a la que no le guste ir de compras.
—¿Tienes lápiz y papel a mano? La lista es larguísima y por eso, afortunadamente, yo tengo trabajo todo el año. No todos mis clientes son hombres ni necesitan sólo regalos de Navidad.
—Muy bien, de acuerdo —sonrió él—. Tienes razón.
—Lo que quería decir es que no hay nada malo en que te guste tu trabajo, pero la vida es algo más que eso. Y no es fácil disfrutar de la vida si te pasas el día encerrado en la oficina.
Aunque Joe no dijo nada, su expresión se había vuelto más seria. Le ocurría algo, estaba segura. Pero fuera lo que fuera, por el momento era un misterio.
Siguieron mirando los objetos a subasta y, de repente, ________ lanzó una exclamación de alegría. ¡Dos entradas para Los Miserables, una producción teatral de gira limitada por Denver que terminaba después de Navidad! Las butacas que subastaban eran de la fila 7 y la puja más reciente era de ciento cincuenta dólares, pero _________ tomó el lápiz y anotó una suma superior.
—Veo que no tienes problemas económicos —sonrió Joe.
Ella hizo una mueca.
—Tendré que comer ensalada durante un mes, pero me muero por ver Los Miserables. Es imposible encontrar entradas, ya he llamado varias veces.
—Bueno, pues si de verdad las quieres vas a tener que pujar más alto.
—¿Tú crees?
—Estoy seguro. La noche es joven y los que tienen la cartera llena suelen llegar más tarde que los demás.
—Ah, vaya…
—Siempre puedes comprar la banda sonora.
—Ya tengo la banda sonora —dijo _________. De hecho, la escuchaba tan a menudo que podría cantar todas las canciones de memoria. Suspirando, tomó el lápiz de nuevo para aumentar su puja en cincuenta dólares—. Me gusta la ensalada y, de todas formas, quería perder un par de kilos.
Joe la miró de arriba abajo y sus cejas se elevaron al mismo ritmo que su pulso.
Aunque no dijo nada, sus ojos dejaban bien claro lo que estaba pensando.
_______ conocía esa mirada de interés masculino y, como respuesta, su corazón se aceleró. Lo cual era absurdo ya que ni siquiera le gustaba Joe Jonas. Claro que una podía desear a alguien sin que le gustase. Pero un segundo después, la expresión de Joe volvió a ser indiferente, casi arrogante.
—¡Mira quién ha venido! —exclamó un hombre entonces—. ¿Cómo estás, Joe?
—Hola, Tony, Christine. Hace tiempo que no nos veíamos.
—Porque no devuelves las llamadas —lo regañó Tony.
Aparentemente tenía por costumbre hacer eso, pensó _________.
—Estábamos preocupados por ti —dijo Christine.
Joe se aclaró la garganta.
—No sé por qué, estoy perfectamente.
La pareja miró entonces a ________ y luego miraron a Joe de nuevo, como sorprendidos.
—Ya veo —murmuró ella—. Nos alegramos mucho por ti, de verdad.
—Desde luego —asintió su marido—. Ya era hora de que volvieras al mundo de los vivos.
¿Era hora de que volviera al mundo de los vivos?
¿Qué habrían querido decir con eso?, se preguntó __________. El misterio continuaba, pensó.
Pero reconocía los nombres por la lista de Joe de modo que, después de las presentaciones, intentó averiguar discretamente cuál de los objetos a subasta les interesaba más. Al fin y al cabo, para eso estaba allí.
—Bueno, deberíamos ir a la mesa —dijo Joe cuando Christine mencionó haberse encontrado con los padres de una tal Sheila en el teatro—. Me alegro de volver a veros.
—Lo mismo digo —sonrió Tony—. Organizamos una fiesta de Navidad dentro de dos fines de semana. ¿Crees que podrás ir este año? _________ sería más que bienvenida, por supuesto.
Joe negó con la cabeza.
—Lo siento, tengo otros planes.
—Ah, vaya —suspiró Tony, claramente decepcionado—. A lo mejor podemos quedar para cenar entre Navidad y Año Nuevo. Christine y yo queremos ir a un restaurante que han abierto recientemente y que ha recibido una crítica estupenda.
—Lo siento —volvió a disculparse Joe—. Estaré en Cabo San Lucas todas las navidades.
—¿Cabo San Lucas? —Tony miró a ________—. Pensé que tal vez este año…
—Nosotros también deberíamos irnos a la mesa —lo interrumpió su mujer, tomándolo del brazo—. Me alegro mucho de verte, Joe. __________, encantada. Espero que volvamos a vernos.
Aunque la otra pareja se alejó, _________ tenía la impresión de que era Joe quien estaba muy lejos de allí.
—Ah, ya lo entiendo. El trabajo es el amor de tu vida y no tienes tiempo para una mujer de carne y hueso —dedujo _________.
—Me gusta lo que hago —replicó él, con cierta sequedad—. No hay nada malo en eso.
—Estoy completamente de acuerdo —_________ se cruzó de brazos—. También yo disfruto muchísimo con mi trabajo. Me pagan para que vaya de tiendas y, en mi humilde opinión, no es una mala manera de pasar el día.
Joe hizo una mueca.
—Dime el nombre de una sola mujer en el mundo a la que no le guste ir de compras.
—¿Tienes lápiz y papel a mano? La lista es larguísima y por eso, afortunadamente, yo tengo trabajo todo el año. No todos mis clientes son hombres ni necesitan sólo regalos de Navidad.
—Muy bien, de acuerdo —sonrió él—. Tienes razón.
—Lo que quería decir es que no hay nada malo en que te guste tu trabajo, pero la vida es algo más que eso. Y no es fácil disfrutar de la vida si te pasas el día encerrado en la oficina.
Aunque Joe no dijo nada, su expresión se había vuelto más seria. Le ocurría algo, estaba segura. Pero fuera lo que fuera, por el momento era un misterio.
Siguieron mirando los objetos a subasta y, de repente, ________ lanzó una exclamación de alegría. ¡Dos entradas para Los Miserables, una producción teatral de gira limitada por Denver que terminaba después de Navidad! Las butacas que subastaban eran de la fila 7 y la puja más reciente era de ciento cincuenta dólares, pero _________ tomó el lápiz y anotó una suma superior.
—Veo que no tienes problemas económicos —sonrió Joe.
Ella hizo una mueca.
—Tendré que comer ensalada durante un mes, pero me muero por ver Los Miserables. Es imposible encontrar entradas, ya he llamado varias veces.
—Bueno, pues si de verdad las quieres vas a tener que pujar más alto.
—¿Tú crees?
—Estoy seguro. La noche es joven y los que tienen la cartera llena suelen llegar más tarde que los demás.
—Ah, vaya…
—Siempre puedes comprar la banda sonora.
—Ya tengo la banda sonora —dijo _________. De hecho, la escuchaba tan a menudo que podría cantar todas las canciones de memoria. Suspirando, tomó el lápiz de nuevo para aumentar su puja en cincuenta dólares—. Me gusta la ensalada y, de todas formas, quería perder un par de kilos.
Joe la miró de arriba abajo y sus cejas se elevaron al mismo ritmo que su pulso.
Aunque no dijo nada, sus ojos dejaban bien claro lo que estaba pensando.
_______ conocía esa mirada de interés masculino y, como respuesta, su corazón se aceleró. Lo cual era absurdo ya que ni siquiera le gustaba Joe Jonas. Claro que una podía desear a alguien sin que le gustase. Pero un segundo después, la expresión de Joe volvió a ser indiferente, casi arrogante.
—¡Mira quién ha venido! —exclamó un hombre entonces—. ¿Cómo estás, Joe?
—Hola, Tony, Christine. Hace tiempo que no nos veíamos.
—Porque no devuelves las llamadas —lo regañó Tony.
Aparentemente tenía por costumbre hacer eso, pensó _________.
—Estábamos preocupados por ti —dijo Christine.
Joe se aclaró la garganta.
—No sé por qué, estoy perfectamente.
La pareja miró entonces a ________ y luego miraron a Joe de nuevo, como sorprendidos.
—Ya veo —murmuró ella—. Nos alegramos mucho por ti, de verdad.
—Desde luego —asintió su marido—. Ya era hora de que volvieras al mundo de los vivos.
¿Era hora de que volviera al mundo de los vivos?
¿Qué habrían querido decir con eso?, se preguntó __________. El misterio continuaba, pensó.
Pero reconocía los nombres por la lista de Joe de modo que, después de las presentaciones, intentó averiguar discretamente cuál de los objetos a subasta les interesaba más. Al fin y al cabo, para eso estaba allí.
—Bueno, deberíamos ir a la mesa —dijo Joe cuando Christine mencionó haberse encontrado con los padres de una tal Sheila en el teatro—. Me alegro de volver a veros.
—Lo mismo digo —sonrió Tony—. Organizamos una fiesta de Navidad dentro de dos fines de semana. ¿Crees que podrás ir este año? _________ sería más que bienvenida, por supuesto.
Joe negó con la cabeza.
—Lo siento, tengo otros planes.
—Ah, vaya —suspiró Tony, claramente decepcionado—. A lo mejor podemos quedar para cenar entre Navidad y Año Nuevo. Christine y yo queremos ir a un restaurante que han abierto recientemente y que ha recibido una crítica estupenda.
—Lo siento —volvió a disculparse Joe—. Estaré en Cabo San Lucas todas las navidades.
—¿Cabo San Lucas? —Tony miró a ________—. Pensé que tal vez este año…
—Nosotros también deberíamos irnos a la mesa —lo interrumpió su mujer, tomándolo del brazo—. Me alegro mucho de verte, Joe. __________, encantada. Espero que volvamos a vernos.
Aunque la otra pareja se alejó, _________ tenía la impresión de que era Joe quien estaba muy lejos de allí.
♫ Laura Jonas ♥
Re: Una proposicion navideña (Joe y tu)
Hahaa :P pobre rayis no abra quien la salve de dennis...
Siguelaaa..:)
Me encanto el cap!
Ya quiero otro cap!...;)
☎ Jimena Horan ♥
Re: Una proposicion navideña (Joe y tu)
te voy a decir algo y no
se si te va a gustar
espero no te sientas ma pero ello :
amoooooooooooo la nove
jajaajaj
te engañe??? jajajajajajaja
enserio la nove me fasina
siguela protno
protno
se si te va a gustar
espero no te sientas ma pero ello :
amoooooooooooo la nove
jajaajaj
te engañe??? jajajajajajaja
enserio la nove me fasina
siguela protno
protno
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