glances {newt | the maze runner}

Capítulo once.

Bárbara se fue a dormir con la imagen de Ben retorciéndose y gritando. No podía olvidarlo, seguía viéndolo en todo momento.

A la mañana siguiente fue Newt quien la despertó de su profundo sueño. Trató de ignorarlo y se dio la vuelta para no tener que levantarse. No duró ni un minuto, Newt la sacudía de un lado a otro para levantarla.

—Deberías dejar de ser tan molesto —dijo Bárbara incorporándose y frotándose los ojos.
—Buenos días a ti también, princesa. Son las siete en punto, levántate.
—¿Qué clase de personas son ustedes? Que tengamos una granja no significa que seamos granjeros y tengamos que levantarnos a las cinco de la mañana.
—Son las siete —dijo Newt encogiéndose de hombros—, además qué mejor manera de despertar que con mi hermoso rostro.

Bárbara rió y le dio un ligero golpe en el hombro.

—Preferiría despertar con un Penitente en el rostro.
—A veces lastimas mis sentimientos, princesa —comentó Newt sonriendo—. Ahora muévete, que vas a ir a trabajar con los Agricultores, a ver si es más lindo que rebanar cerdos.
—¿Cuándo haré un trabajo digno de una princesa? Eso de rebanar cerdos me provoca pesadillas y trabajar en la tierra no debe ser muy agradable.
—Y no lo es, ahora levántate que tengo hambre.

Bárbara bufó y se puso de pie con pereza. Le gustaba dormir en una cama y no en el suelo como todos los demás Habitantes. Bajó las escaleras seguida de Newt quien la miraba fijamente.

—¿Y quién es el Encargado?
—Zart.  Buen tipo, siempre que trabajes por lo que no le agradarás mucho.
—El día que muera espero que vengan a buscarme, no pienso irme caminando hasta el Paraíso.

Newt soltó una carcajada y fueron por el extraño desayuno que Sartén había preparado. Bárbara no entendía por qué lo fastidiaban tanto, todos se lo comían como animales. Terminaron por sentarse ellos dos solos alejados de los demás.

—Si llegara a morir antes que tú, iría en un hermoso auto a recogerte.
—Un caballo sería más bonito, un chico en un caballo es guapo.
—Yo no necesito un caballo para ser guapo, siempre seré guapo.
—Lo sé, Newt, eres tan guapo —dijo Minho sarcásticamente sentándose junto a Bárbara.

La chica rió ante el comentario de Minho y continuó comiendo el guiso de Sartén.

—¿Han visto a Alby? Se supone que me acompañaría —dijo Minho mirando a su alrededor buscando al líder.
—Deberías tenerlo vigilado, shank, después de todo son pareja, ¿no? —preguntó Newt burlón.
—Eres un miertero, me sorprende que aún no te hayan arrojado por el Acantilado.

Continuaron desayunando con bastante tranquilidad y no tardaron en unirse Chuck y Thomas. Bárbara se había acostumbrado a estar rodeada de chicos. No había ninguna otra mujer ahí y la que había estaba en coma así que no serviría de mucho. Era como si estuviera muerta.

—Ya es tarde, debo irme. Nos vemos, corazones. —Se despidió Minho poniéndose de pie, lanzándoles un beso burlón y alejándose a toda prisa hacia el Laberinto.
—¿A dónde van? —preguntó Thomas.
—Cada día eres más imbécil, Tommy. A ver al Penitente muerto, obviamente.
—Newt —dijo Chuck—. Tengo una duda sobre eso.
—¿Sí, Chucky? —preguntó Newt sarcásticamente—, ¿y cuál es tu pregunta?

Chuck parecía estar perdido entre sus pensamientos.

—Bueno, se encontraron un Penitente muerto, ¿no es cierto?
—Sí, gracias por las increíbles noticias —respondió Newt, sarcástico por lo que consiguió una buena patada de Bárbara por debajo de la mesa. Chuck le agradaba y le molestaba que todos lo trataran tan mal. Newt hizo una mueca de dolor y se volvió hacia Chuck.

Chuck dudó por unos segundos.

—¿Quién mató a esa cosa?

Buena pregunta, pensó Bárbara. Newt no contestó, ninguno de ellos tenía idea.

Bárbara pasó el resto de la mañana junto con Thomas y el Encargado de los Jardines, Zart. Era un chico alto y de pelo oscuro, que por alguna extraña razón olía a leche agría. No hablaba mucho pero enseñó a ambos chicos a trabajar.

Desyerbar, podar árboles, plantar semillas y recolectar verduras. No era un buen trabajo, pero tampoco tan malo como el del Matadero.
Bárbara escuchó a Thomas preguntarle cosas sobre el Área a Zart. Ella se limitada a podar un árbol, era aburrido, pero así se mantenía alejada de todos.

—¿Cuántos Guardianes hay en total? —preguntó Thomas—, Y ¿cuáles son las opciones de trabajo?
—Bueno, están los Constructores, Sloppers, Cocineros, Corredores, Embolsadores, Agricultores, Carniceros. Hay algunos otros, pero me concentro en mi trabajo.

Thomas se quedó callado.

—¿Qué es un Slopper?

Bárbara sabía que Chuck trabajaba ahí, eran los chicos que se encargaban de limpiar el Área.

—Son los shanks que no pueden hacer nada más. Limpian baños, duchas, la cocina, el Matadero, todo. No es un buen trabajo.

Bárbara sentía lástima por Chuck, era algo torpe pero un buen chico sin duda. Los demás se aprovechaban de él debido a que era sólo un niño de unos doce años. Pero Bárbara sentía que tenía que protegerlo.

—¿Qué pasa con los Embolsadores? —preguntó Thomas.
—Esos garlopos son espeluznantes. Actúan como guardias y policías pero optamos por llamarlos Embolsadores. Espero te diviertas ése día.

El resto del día permanecieron callados y trabajando. Bárbara trataba de concentrarse pero había algo que la distraía de su trabajo, mejor dicho alguien. Newt. ¿Cómo podía meterse en la mente de Bárbara tan fácilmente? Y lo peor de todo era que no podía sacarlo de ahí. Como si ya fuera parte de sus pensamientos y jamás pudiera apartarlo. Odiaba eso, odiaba tenerlo tan presente todo el tiempo.
Sólo trabaja, se dijo a sí misma pero Newt seguía ahí.

Cuando llegó la media tarde estaba a punto de desplomarse de cansancio, quería alejarse de ahí e irse a dormir. Le dolía todo el cuerpo y sólo deseaba regresar a su habitación y dormir hasta tarde.

Cansada y dolorida, se dirigió a la cocina junto con Thomas. Deseaba atiborrarse de comida y tomar tanta agua como pudiera. Mordió una manzana y después se dejó caer sobre el suelo junto a Chuck y Thomas quien estaba exhausto también.

Newt también estaba allí, pero estaba solo. Tenía la mirada fija en el suelo y la frente arrugada. Bárbara observó a Newt morderse las uñas, jamás lo había visto tan nervioso. Chuck también se dio cuenta y preguntó la duda que tenía Bárbara.

—¿Qué pasa con él? —dijo en un murmullo—, se parece a Thomas cuando salió de la Caja.
—No sé —respondió Thomas—, ¿por qué no le preguntas?
—Puedo oír cada jodida palabra de lo que están diciendo —dijo Newt en voz alta—. No es de extrañar que nadie quiera dormir junto a ustedes.

Bárbara sentía una preocupación inquietante por él. Quería abrazarlo pero se negaba a hacerlo.

—¿Qué te pasa? —preguntó Bárbara.

Newt se mantuvo callado por un rato y Bárbara quiso sacudirlo hasta que respondiera.

—La chica de la Caja. No deja de decir todo tipo de cosas raras, pero no se despierta. Los Docs hacen todo lo posible para alimentarla, pero come cada vez menos.

Bárbara sintió una punzada de celos y trató de ignorarla, no importaba que a Newt le importara aquélla chica, daba igual. No conseguía creerse sus palabras. Le molestaba que le preocupara esa estúpida chica.

—Extraño —dijo Newt soltando un suspiro—. Pero eso no es realmente lo que me molesta.

Bárbara quiso sonreír, pero dadas las circunstancias sería lo más extraño que podría hacer.
—¿Entonces qué? —preguntó para ocultar la sonrisa.
—Alby y Minho —murmuró—. Deberían haber regresado hace horas.

Bárbara sintió como si le arrojaran un balde de agua helada, Alby no le agradaba, pero Minho sí y no quería que le pasara algo malo; se había vuelto alguien muy importante para ella y no toleraría el perderlo.

El trabajar no la distraía de sus preocupaciones, constantemente miraba hacia la Puerta Oeste en busca de cualquier señal de Alby y Minho. Newt había dicho que tenían que haber vuelto antes del mediodía, tiempo necesario para llegar al Penitente, explorar un rato y luego volver. En cuanto Chuck sugirió que estaban explorando o divirtiéndose Newt le lanzó una mirada tan furiosa que Bárbara juró que comenzaría a arder en llamas.

En cuanto Thomas había sugerido que alguien entrara al Laberinto y los buscara, la expresión de Newt había cambiado y parecía horrorizado. Al instante había respondido que los grupos de búsqueda estaban prohibidos. Pero Bárbara había notado que a Newt le asustaba el Laberinto. Lo que había pasado ahí, debió ser terrible.

La cena fue un asunto oscuro, Bárbara se había rehusado a comer porque simplemente no tenía hambre.

Los Corredores habían regresado a su tiempo y Bárbara no dejaba de preocuparse por Minho y Alby. Pero no estaba igual que Newt quien había pasado todo el día de una puerta a otra. Algunos Habitantes lo obligaban a seguir adelante e ir a cenar, pero él insistía en esperar al dúo. Nadie había comentado nada, pero Bárbara sabía que faltaba poco para que las Puertas se cerraran.

Se sentía inquieta en todo momento y al final optó por pararse e ir a esperar con Newt, era mejor que estar ahí sentada con Chuck y Thomas esperando.

Newt estaba en la Puerta Occidental caminando de un lado a otro y pasando sus manos por el cabello.

—¿Dónde están? —susurró Newt.

Bárbara no sabía que responderle, quería demostrarle que estaba tan preocupada como él pero tenía miedo de meter la pata. Algunos comentarios eran hirientes para los chicos del Área y no necesariamente eran groseros.

Se quedó callada y lo abrazó. Sentía el cuerpo de Newt temblar pero no le importó, sabía que ella también temblaba y se había comido las uñas hasta que se acabaron, literalmente.

—Estarán bien, Newt —susurró.
—Jamás has entrado ahí… —dijo más para él que para ella— No es fácil sobrevivir de día, mucho menos de noche.

Bárbara dejó de abrazarlo y lo miró a los ojos, estaban llenos de lágrimas pero no había derramado ninguna aún.

—Si es necesario voy a entrar a ése Laberinto, pero te juro que volverán.

Antes de que Newt pudiera responder Chuck y Thomas ya se acercaban a ellos.

—¿Por qué no envías un equipo de búsqueda? —sugirió Thomas de nuevo.
—Eres un jodido… —Newt tomó aire y cerró los ojos un momento—. No podemos, ¿de acuerdo? Si vuelves a repetirlo te mataré yo mismo. Está contra las reglas, especialmente cuando las Puertas están a punto de cerrar.
—¿Pero por qué? —insistió Thomas—, ¿No deberíamos hacer algo?

Newt se volvió hacia el con el rostro rojo de furia.

—¡Cierra tu maldita boca, Novato! —bramó—. ¡Hace sólo una semana estás aquí! ¿Crees que no arriesgaría mi vida para salvar a esos dos mierteros?
—No… Lo siento… No intención… —Bárbara sabía que Thomas no quería molestar a Newt, pero era demasiado hablador.

El rostro de Newt se calmó.

—No lo entiendes, Tommy. El ir por ahí en la noche es rogar morir. Acabaríamos desechando más vidas. Si no lo logran… —hizo una pausa—. Los dos hicieron un juramente, yo también. Todos lo hicimos. Tú también lo harás cuando seas elegido por un Encargado. Nunca saldrás de noche, no importa lo que pase.

Bárbara lo pensó. Ella aún no había hecho el juramento, lo que significaba que podía entrar al Laberinto. Iría al Laberinto por Minho y el idiota de Alby, aunque le costara la vida.

—Yo no juré nada —susurró Bárbara.
—Bárbara, ni se te ocurra… —comenzó Newt pero ella ya había corrido hacia el Laberinto y se había internado en él.

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