Re: Butterflies and Bullets.|Novela Colectiva

por **Malik.** Mar 24 Jun 2014, 4:17 pm

Me toca a mí, Snow

por **Malik.** Mar 24 Jun 2014, 6:49 pm

Es posible, si olvidas todos los factores que lo vuelven imposible.

Capitulo 012. +

+Sophie C. Brown & Calum Hood

–¡Corre, Michael, corre! –grité divertida, apresurando el paso y procurando que ninguno de esos policías regordetes estuviera lo suficientemente cerca de nosotros como para atraparnos.

Desde hacía como treinta minutos que los policías venían siguiéndonos a mi mejor amigo y a mí, solo por el simple hecho de que un estúpido cotilla nos había descubierto haciendo grafiti en las paredes de la universidad. Debo decir, que de todas las veces en que unos oficiales nos habían perseguido a Michael y a mí, está era de mis favoritas. No solo por el hecho de que era de noche, y de que el dibujo en aerosol que habíamos dibujado era alucinante y digno de estar en un museo, sino que nunca antes nos habían perseguido durante tanto tiempo.

Giro mi cabeza a la derecha y veo a Michael correr como si su vida dependiera de ello. Río levemente y me concentró en correr aún más rápido, ya que me pareció oír las sirenas de la patrulla. Me acerco hacia él y lo empujo al callejón oscuro que tenemos al lado. Ambos tropezamos un poco pero logramos mantener el equilibrio gracias a un verde contenedor de basura que estaba apoyado contra la pared de ladrillo. El callejón era estrecho, gracias a que las paredes estaban demasiado cerca de la otra, por lo que prácticamente podía sentir el aliento de Michael en mi cara. Gracias a que vestíamos ropa negra, nos fue fácil camuflajearnos entre la oscuridad que nos rodeaba.

No pasaron ni dos segundos cuando vimos a tres hombres pasar corriendo, acompañados de las débiles luces de sus linternas de mano. Pronto, los numerosos pasos se perdieron en la lejanía, dejándonos suspirar con alivio. Ambos estábamos acelerados, y podía sentir nuestros corazones latir con demasiada fuerza.

–Estuvo cerca –susurró Michael.

***

Terminé de subir mi única maleta a la camioneta blanca, y cerré con mucha fuerza la cajuela. Recibí un regaño de mi padre, diciendo que no fuera tan agresiva porque podía romper la puerta esa. Ugh, que se rompa la muy puta. No puedo creer que haga esto, Dios, ni que fuera para tanto. Mi padre había decidido mandarme a Londres con la fina y absurda excusa de que mi comportamiento merecía ser mejorado, debido a que el último año había estado ya dos veces en el departamento de policía, y que a mi edad no podía estar haciendo todos esos vandalismos. Yo sabía que mentía, tenía otro motivo por el cual mandarme fuera del continente con un guardaespaldas a que me cuidase, pero no dije nada; como siempre. A ojos de mi padre yo era una chica deprimida y en busca de atención, ya que permanecía el día entero en la calle haciendo maldades, o encerrada en mi cuarto sin comer. No hablaba con nadie (que no fuera de mi universidad o con Michael), y mantenía la misma cara de seriedad. Claro, todo solo frente a él. En fin, me mandará a Inglaterra junto con un guardaespaldas, para quedarme allí durante un tiempo indefinido. ¡Claro que la idea me desagradaba! ¿Quién rayos quisiera ir a un país del otro lado del mundo, en compañía de un amargado viejo desconocido, estando bajo constante cuidado las veinticuatro horas del día? Exacto, nadie.

Aunque… viéndolo del lado positivo, estaré alejada de mi padre lo suficiente como para que no esté dándome de sus aburridos y nada educativos sermones del buen comportamiento. Bah, sigo enojada de todas maneras.

–Vamos hija –escuché a mí padre a mis espaldas–, no pongas más problema y sube a la camioneta.

–¿Y qué si no quiero hacerlo? –le reté, cruzándome de brazos.

–Te tendrán que llevar a la fuerza –alzó sus hombros y metió sus manos en los bolsillos del pantalón.

–Claro –bufé–, como siempre– reacomodé mis oscuros lentes de sol.

Me senté en la acera de pavimento mientras esperaba a que llegara quien se suponía era mi guardaespaldas. Por el momento, veía las fotos de mi celular. Sonreí inconscientemente cuando una foto de Michael y yo apareció ante mis ojos. Estábamos abrazados, y él tenía la cara manchada de helado, gracias a que yo le había estampado un cono de vainilla en la cara. Yo besaba su mejilla, con una carcajada escondida. Acaricié la pantalla del móvil, extrañando ese día en el parque de diversiones. Mi oreja se movió lobunamente, cuando se agudizo lo suficiente para poder escuchar como un auto se acercaba a lo lejos en la calle. Levanté la vista, encontrándome con un lindo Camaro clásico del 95. Si, se mucho de autos.

Este se acercó, y una vez estuvo en frente de la propiedad de mi padre, se estacionó estratégicamente a unos metros de mí. Supuse que sería imposible que un viejo ochentero panzón fuera el dueño de ese hermoso auto, por lo que la imagen de un chico adolecente se me vino a la mente… ¿Enserio?

–Sophie –la rasposa voz de mi padre me llamó–, quiero presentarte a Calum –un chico algo alto y morocho, vestido de negro, tenía la mano de mi padre en su espalda y ambos sonreían hacía mí. Y seguía sentada, no me movería–. Calum, ella es Sophia, mi hija y a la que tendrás que cuidar.

Los dos esperaban que me pusiera de pie y saludara educada y cortésmente con un apretón de manos, lo vi en sus ojos. Pero no estaba dispuesta a hacerlo.

–Hood –levanté una ceja al reconocer a ese muchacho–. Vaya sorpresa el tenerte por aquí –regresé mi vista hacia el celular, sin prestarle demasiada atención al chico por el cual todas las mujeres de Benneton University babean.

–Brown –me saludó.

–Veo que se conocen, me alegro –mi padre, como siempre, bsucando más tema de conversación.

–No tanto, pero lo suficiente como para decirte que no me agrada –guardé el teléfono en el bolsillo de mis oscuros jeans.

Mi padre trató de abrazarme en despedida, pero yo le alejé, debido a que si hacía cinco años no se había dignado a darme la más mínima señal de afecto, no merecía dármela ahora que me voy lejos. Suspiro cansado y se adentró en la casa, no sin antes decir en voz baja “Cuidala bien, muchacho”. Volví a bufar y crucé mis piernas. Ese chico escuálido no lograría moverme de aquí.

–Vamos, no te hagas la difícil. Tenemos que irnos ya. –le miré de arriba abajo, miré mi casa, miré la calle y otra vez lo miré a él.

–No, gracias.

–Si no cooperas, tendremos que hacer esto a las malas –le di una mirada diciendo “Quiero verte intentándolo”, y él pareció captarla ya que se arrodilló para quedar a mi altura, y así cargarme cual costal de papas sobre su espalda.

–¡Oye! –me quejé y comencé a dar patadas en el aire, golpeándole y tratando de que me bajara. Pero todo lo que hacía era en vano. Hood tenía más fuerza de lo que yo creía.

***

No pregunten como, pero de alguna forma logré escapar del agarre de Calum justo cuando habíamos llegado al aeropuerto de la ciudad. Fue una molesta discusión silenciosa en el auto con él, debido a que no solo no me agradaba Hood, sino que me había traído a la fuerza a aun aeropuerto para viajar a otro continente y mi padre no había hecho nada para detenerlo. Eso contaba prácticamente como un secuestro, ¿no?

Planeaba salir por la entrada principal y pedir un taxi que me llevara a casa de Michael, pero, desgraciadamente, Calum me había decomisado mi billetera al ver que gastaba “innecesariamente” el dinero en puros dulces. Ugh, ¿ahora qué hago?

Estaba frustrada, debido a que si ese chico me encontraba podría meterme en graves problemas. Me encontraba al lado de las enormes letras de LAX, esperando a que ocurriera algún milagro como que Patch Cipriano o, aún mejor, Daniel Grigori apareciera y me llevara lejos… Si, lo sé, fantaseo demasiado.

De repente siento un fuerte golpe en mi brazo derecho, y dispuesta a reclamarle al estúpido que me pegó me giro hacía él con las manos cerradas en puños. Para mi sorpresa, no era un “él”, sino una chica, la cual estaba terriblemente agitada, con su rojizo cabello algo desordenado, y miedo en sus ojos. Notaba esa expresión; estaba huyendo de alguien.

–Hey, relájate –la tomé por los hombros y ella se removió apurada.

–No, no, no, necesito irme. Suéltame, por favor –me asomé detrás de sus hombros, y pude ver como un chico de melena rubia se acercaba corriendo hacia nosotras. Estaba vestido de negro, igual que Hood.

–Escucha, yo también estoy huyendo –pareció aliviada al escuchar mi respuesta.

–¿Tu padre también trabaja en la CIA? –fruncí el ceño y la miré extrañada.

–Seguro… –respondí extrañada. No sabía a lo que se refería, pero si eso ayudaba a huir con ayuda de esta chica, valía la pena decir una pequeña mentirilla.

Tomo mi mano y sentí un escalofrío recorrerla al sentir mi frio tacto. Lo ignoró y me jaló con tanta fuerza que casi me tumba al suelo, empujando a unas cuantas señoras que pasaban. Parecía no tener ni la más mínima idea de a donde se dirigía, solo tenía el propósito de huir como fuera de ese sexy rubio. Hey, hay que admitirlo, estaba guapo.

Después de unos cuantos empujones, tropiezos y minutos, finalmente llegamos a la parte trasera de una cafetería donde pudimos respirar tranquilas. Tosí levemente al sentir mi garganta seca.

–Isla –extendió su mano hacía mí. ¿Por qué rayos me decía la palabra isla? Notó como le miraba extrañada y aclaró: –Isla es mi nombre –Ahhh.

–Sophia –estrechamos las manos–. Pero lo odio, así que dime Sophie.

Ella rió, pero se le borró la sonrisa de la cara inmediatamente vimos dos chicos dirigirse hacia acá. Yo conocía perfectamente a esos dos chicos: eran Calum y el rubio que perseguía a Isla. Ella comenzaba a alterarse y veía indecisión en su rostro. Si hacía alguna estupidez terminarían atrapándonos.

–Escucha, finge que no los has visto, no los mires –obedeció y me miró a los ojos–. Has como si estuvieras jugando atrapadas, simula ir a la derecha y luego gira rápidamente a la izquierda, ¿vale? –asintió nerviosa–.El chico de cabello marrón viene por mí, así que no debes preocuparte por él. Yo haré que el mío empuje al tuyo y los dos choquen contra la pared, dejándonos la vía libre.

Era buena haciendo estrategias y planes, gracias al cielo. Isla volvió a asentir justo cuando los chicos estaban muy cerca de nosotras.

–Es imposible lograr escapar, Sophie. Creeme –¿por qué la gente suele ser tan negativa?, agh.

–Es posible, si olvidas todos los factores que lo vuelven imposible –le guiñé un ojo.

Sonrío con confianza.

–Yo voy primero –susurré.

La empuje levemente atrás mío, como protegiéndola de los chicos. Volteé firme, encontrándome con la divertida mirada depredadora que ellos nos daban. Trabajarían en equipo, aprovechando lo angosto que el pasillo tras la cafetería era, creyendo que sería fácil atraparnos… Haha, no señores.

–Vaya, vaya, vaya –di dos pasos hacia ellos–. Es increíble como dos indefensas niñas se les pueden escapar así de fácil, y crean poder atraparlas en… –miré a mi alrededor– un pasillo con olor a café –reí falsamente. Ambos se miraron entre si y luego a mí, extrañados. Seguro esperaban que como damisela aterrorizada, trataría de huir, fallando en un mísero intento de escape. Pero, uno: yo no soy una damisela. Y dos: no me aterrorizo con nada desde los catorce años, así que sigan intentando.

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+Sigue: ¿?

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