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"El Caballero De La Brillante Armadura"(Joe y ______)
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Re: "El Caballero De La Brillante Armadura"(Joe y ______)
Ahh mierdaa como le va a explicar a Joe si este boludo no la quiere :(
SIGUELAA!!
SIGUELAA!!
jb_fanvanu
Re: "El Caballero De La Brillante Armadura"(Joe y ______)
Honoria regresó con un escritorio portátil de madera, grandes plumas, que cortó con habilidad, tinta y tres hojas de papel. Pulsó las notas de las canciones y luego le pidió a _______ que las transcribiera. Su opinión sobre la educación de _______ disminuyó más aun al enterarse de que no sabía leer ni escribir música.
-¿Qué es una palmeta?
-Se usa para quitar el polvo de la ropa -respondió Honoria, escribiendo las notas.
-Joseph... ¿coquetea con todas las mujeres?
Honoria se interrumpió y miró a _______.
-No tenéis que perder el corazón por sir Joseph. Una mujer debería entregar su corazón sólo a Dios. La gente muere, pero Dios no.
_______ suspiró.
-Es verdad, pero mientras estamos vivos, la gente puede hacer que la vida valga la pena o no -iba a continuar, pero levantó la vista, y en la terraza de la casa vio la cabeza de alguien que se parecía a... -. ¿Quién es aquella joven? -preguntó, señalándola.
-Se va a casar con lord Christopher cuando tenga la edad. Si vive. Es una niña enferma.
La niña, desde esa distancia, se parecía a Gloria, tan gorda y petulante como ella. _______ recordó que Lee le explicó que el hermano mayor de Joseph se iba a casar con una heredera francesa y por eso rechazó la proposición matrimonial de Lettice.
-Entonces, Joseph se va a casar con Lettice, y Christopher está comprometido con una niña. Dime, si la niña muriera, ¿Kit se casaría con Lettice?
Honoria estaba sorprendida por el uso de los nombres cristianos que hacía _______. Su país debía de ser muy diferente.
-Lord Christopher heredará un condado y está emparentado con la reina. Lady Lettice no está a la altura de su rango.
-Pero Joseph sí.
-Sir Joseph es un hermano menor. No hereda las propiedades ni los títulos. Lady Lettice es un buen partido para él. Ella también es pariente de la reina, pero más lejana. Sin embargo, su dote no es muy grande.
-Pero si Lettice se casa con Joseph y, digamos, Christopher muere, Joseph sería el conde, ¿verdad?
-Sí-respondió Honoria, y dejó de escribir notas. Miró hacia la terraza y vio que la heredera francesa gorda y enfermiza volvía a entrar en la casa-. Sir Joseph se convertiría en el conde -repitió pensativa.
CAPITULO 14
Aquella noche, cuando _______ se acostó junto a Honoria, estaba exhausta. No le extrañaba la poca gente gorda que había visto, ni que las mujeres tuvieran cinturas diminutas. Entre el corsé de acero y la actividad constante, la gordura no tenía posibilidad de establecerse en el cuerpo de una persona.
Honoria y ella salieron del jardín y asistieron a la misa vespertina en la capilla de la planta baja de la casa. Oyeron a un sacerdote lujosamente ataviado celebrar la misa en latín y estuvieron bastante tiempo arrodilladas. _______ no podía concentrar sus ojos y sus oídos en el servicio por mirar los trajes de los hombres y mujeres que la rodeaban: seda, raso, brocado, pieles y joyas.
En la capilla vio por primera vez a Christopher. Se parecía a Joseph, aunque no era tan joven ni tan bien parecido. Irradiaba una fuerza pacífica que atraía a _______. Él la miró con tanto interés que _______ apartó la mirada, sonrojada. No vio que Joseph los observaba y fruncía el entrecejo.
Después de la misa, _______ cenó en el salón de audiencias con lady Margaret, Honoria y otras cuatro mujeres. El menú consistió en sopa de verduras, cerveza amarga y conejo frito. Un hombre, que, según le explicó Honoria, era el mayordomo; cortó trozos de la corteza de una hogaza de pan y se los sirvió, explicando así los agujeros del pan de _______.
Las otras mujeres eran las damas de honor de lady Margaret. Todos en la casa tenían un rango concreto, y los sirvientes tenían sirvientes que, a su vez, tenían sirvientes. Y también tenían horas determinadas para sus tareas. _______ había leído que en las casas victorianas los sirvientes trabajaban desde muy temprano hasta muy tarde, pero Honoria le explicó que en la casa de los Stafford había tantos sirvientes que ninguno trabajaba más de seis horas.
En la cena, _______ fue presentada, y las damas le preguntaron sobre Lanconia y su tío el rey. Ella, continuando con la mentira, murmuró una respuesta y luego les preguntó sobre sus vestidos. Le dieron una información fascinante sobre el estilo de ropa español, y la moda inglesa, francesa e italiana. _______ se interesó tanto en esto que empezó a diseñarse en su imaginación un vestido de estilo italiano, que no llevaba miriñaque.
Después de la cena, los sirvientes limpiaron la mesa y lady Margaret solicitó oír las canciones de _______. Fue una tarde llena de risas. Como no había televisión y nadie había visto una actuación profesional, los asistentes no tuvieron vergüenza en cantar o bailar. _______ nunca antes había cantado en voz alta, porque sabía que era horrible comparada con los cantantes de los discos y de la radio; pero antes de que terminara la velada, cantó sola.
Christopher se unió a ellos; Honoria le enseñó “They Call the Wind Mariah” y él la tocó en el laúd. Todos parecían saber tocar un instrumento y enseguida lady Margaret y sus cinco damas estaban interpretando las melodías en instrumentos de extrañas formas y sonidos. Había una guitarra con forma de violín, un violín de tres cuerdas, un piano diminuto, un laúd enorme, varias clases de flautas y un par de cuernos.
_______ se sintió atraída hacia Kit. Era muy parecido a Joseph, al Joseph que conoció en el siglo veinte, no a éste del siglo dieciséis que iba de mujer en mujer. Cantó “Get Me to the Church on Time” y Kit captó enseguida la melodía. En un instante, todos estaban cantando la divertida canción.
En un determinado momento, vio a Joseph de pie en la puerta, observando con una mirada furiosa. Cuando lady Margaret lo llamó, se negó a entrar.
Eran las nueve cuando lady Margaret comentó que era hora de retirarse. Kit le besó la mano a _______, ella le sonrió y luego se retiró con Honoria.
Una sirvienta, la doncella de Honoria, vino para ayudar a desvestirse a las dos mujeres. _______ respiró varias veces profundamente y, con la ropa interior larga de lino que había llevado debajo del vestido y una pequeña toca para protegerse el cabello, se metió en la cama. Las sábanas eran de lino y no estaban muy limpias, pero el colchón era de plumas de ganso y suave como un suspiro. Se durmió antes de taparse con el cobertor.
Cuando se despertó, no sabía cuánto tiempo había dormido. Sintió como si alguien la llamara. Levantó la cabeza, y no oyó a nadie. Pero la sensación de que alguien la necesitaba no desapareció. La habitación estaba en silencio, pero no podía librarse de la sensación de que alguien la necesitaba.
-¡Joseph! -exclamó, sentándose.
Mirando la espalda de Honoria, _______ se deslizó fuera de la cama. A los pies había una pesada bata de brocado y se la puso, y luego introdujo los pies en los zapatos amplios y mullidos. Los corsés isabelinos eran la muerte, pero los zapatos eran divinos.
Silenciosamente, salió de la habitación y luego se quedó escuchando tras de la puerta cerrada. No había ningún ruido, y como los pisos eran de paja, podía oír cualquier pisada. Comenzó a caminar hacia la derecha, pues sentía la llamada más fuerte en esa dirección. Se acercó a una puerta cerrada, puso la mano sobre ella, pero no sintió nada. Lo mismo en la segunda. Sintió la llamada en la tercera.
Abrió una puerta y no se sorprendió al ver a Joseph sentado en una silla, con sus calzas ajustadas, los pantalones cortos con forma de globo y una amplia camisa de lino abierta hasta la cintura. El fuego estaba encendido en la chimenea, y él tenía una jarra de plata en la mano. Parecía que había estado bebiendo.
-¿Qué deseas de mí? -le preguntó. Estaba bastante preocupada por este Joseph. No se parecía ni remotamente al hombre que había conocido.
él no la miró, sólo observaba el fuego.
-Joseph, estoy muy cansada y quiero volver a la cama, así que si no te importa, dime lo que deseas y podré irme.
_______ se sentó junto a él frente al fuego.
-¿Quién eres? -preguntó con suavidad- ¿De qué te conozco?
-Estamos unidos de alguna manera, no puedo explicarlo. Yo lloré pidiendo ayuda, y tú apareciste. Te necesitaba y oíste mi llamada. Me diste... -casi dice amor. En cierto modo aquello parecía muy lejano, y este hombre le parecía un extraño. Ahora parece que es mi turno. He venido a prevenirte.
La miró.
-¿Prevenirme? Ah, sí. No debo cometer una traición.
-No tienes que ser tan cínico. Ya que he venido hasta aquí, por lo menos podrías escucharme. Si es que puedes mantener tus manos alejadas de la blusa de alguna mujer.
_______ vio cómo su rostro enrojecía de furia.
-Tú que usas tu brujería para confundir a mi madre, que te exhibes delante de mi hermano, ¿te atreves a hablarme así?
-No soy una bruja. Te lo he dicho mil veces. Hice lo que hice para entrar en tu casa y prevenirte -se puso de pie, y trató de calmarse-. Joseph, tenemos que dejar de discutir. He sido enviada para prevenirte; pero a menos que me escuches, todo va a suceder de cualquier manera. Kit...
él se puso de pie y la interrumpió.
-Al venir a mí esta noche, ¿vienes de la cama de mi hermano?
_______ no pensó en lo que hacía y lo abofeteó.
Joseph la apretó contra él, empujándola con el cuerpo hacia atrás mientras la besaba con pasión.
A _______ no le agradaba que un hombre utilizara la fuerza para besarla, y lo empujó con todas sus fuerzas, pero él no la soltó. Con una mano le sostenía la cabeza y con la otra le apretaba el cuerpo contra el suyo.
_______ no luchó más con él. Este era Joseph, el Joseph que había venido a amar, el hombre de quien ni siquiera el tiempo podía separarla. Lo abrazó y lo besó. Las piernas le temblaban.
Joseph le besó el cuello.
-Colin, mi amado Colin -murmuró _______.
Él apartó su cara de ella, sorprendido. _______ le tocó el cabello de las sienes y le acarició las mejillas.
-Creí que te había perdido, creí que no volvería a verte -susurró.
-Puedes ver todo lo que desees de mí-le respondió él, sonriendo; la tomó en sus brazos y la llevó a la cama. Se acostó a su lado, y _______ cerró los ojos, mientras Joseph introducía la mano debajo de la bata y le desataba el cuello del camisón. Le besó la oreja, el lóbulo, y luego le deslizó la lengua por el cuello, mientras le acariciaba los pechos.
Acariciándole los pezones y respirando en su oído, le preguntó:
-¿Quién te ha enviado?
-Mmm -murmuró _______-. Supongo que Dios.
-¿Cuál es el nombre del dios al que adoras?
_______ apenas lo escuchaba mientras él deslizaba una pierna sobre las suyas.
-Dios, Jehová, Alá; como se llame.
-¿Qué hombre adora a ese dios?
_______ comenzaba a escucharlo. Abrió los ojos.
-¿Hombre? ¿Dios? ¿De qué estás hablando?
Joseph le acarició los pechos.
-¿Qué hombre te envió a mi casa?
Comenzaba a comprender. Se apartó de él, se sentó y se ató el camisón y la bata.
-Ya veo -le dijo, tratando de controlar su furia-. Esta es la forma en que obtienes lo que deseas de las mujeres, ¿no es verdad? En Thornwyck todo lo que tuviste que hacer fue besarme el brazo y yo accedí a todo lo que deseabas. Y ahora crees que no soy buena y has decidido seducirme.
Salió de la cama y lo observó. Joseph se acomodó en la cama sin molestarse por su comportamiento voluble.
-Déjame decirte algo, Joseph Stafford, no eres el hombre que yo pensaba. El Joseph que conocí era un hombre al que le preocupaban el honor y la justicia. A ti todo lo que te importa es el número de mujeres con las que puedes acostarte.
_______ se irguió más.
-Muy bien, te voy a decir quién me envió y por qué estoy aquí.
Respiró profundamente.
-Vengo del futuro, del siglo veinte, y tú fuiste allí. Pasamos varios días inolvidables.
Joseph comenzó a hablar, pero _______ levantó la mano.
-Escúchame. Cuando nos conocimos, aquí era septiembre de mil quinientos sesenta y cuatro, y estabas sentado en una prisión esperando a que te ejecutaran por traición.
Joseph pestañeó, sorprendido, mientras se incorporaba y tomaba la jarra.
-Ahora comprendo por qué mi madre quiere que la entretengas. Cuéntame más. ¿Qué traición cometí?
_______ apretó los puños.
-No la cometiste, eras inocente.
-Oh, si-replicó, burlándose-. La cometeré.
-Estabas reuniendo un ejército para proteger tus tierras de Gales, y no le solicitaste permiso a la reina para hacerlo. Alguien le dijo que estabas planeando apoderarte del trono.
Joseph se sentó y la miró, sorprendido.
-Dime quién le mintió a la reina sobre esas tierras que no me pertenecen y el ejército que no poseo.
_______ estaba tan indignada por su actitud que deseaba retirarse de la habitación. ¿Por qué molestarse en tratar de salvarlo? Dejemos que los libros de historia afirmen que era un libertino. Era un libertino.
-Eran tus tierras y tu ejército porque Kit había muerto, y Robert Sydney y tu amada Lettice le habían mentido a la reina.
El rostro de Joseph cambió su expresión de sorpresa por ira. Se puso de pie y avanzó hacia ella.
-¿Has entrado a esta casa para amenazar la vida de mi hermano? ¿Piensas lanzar tus hechizos sobre mí para que sienta lo mismo que tú y me case contigo y te convierta en condesa? ¿No te detienes ante nada? ¿Ensucias el nombre de mi prometida y mi primo para obtener tus deseos?
_______ retrocedió, temerosa.
-No puedo casarme contigo. Tampoco puedo ir a la cama contigo, porque probablemente desaparecería; y además, no deseo casarme contigo. He regresado para darte un mensaje, y eso es todo. Ahora que te lo he dado, probablemente desaparezca. Espero que así sea. Espero no volver a verte.
Agarró el picaporte, pero él cerró la puerta y no la dejó salir.
-Te vigilaré. Si mi hermano tiene un solo dolor, sabré que tú se lo has provocado, y lo pagarás.
-Dejé mi muñeca de vudú en el avión. Ahora, ¿me dejas salir, o tendré que gritar?
-Ten cuidado, mujer.
-Te he comprendido perfectamente; pero no tengo nada que temer, ya que no soy una bruja, ¿verdad? Ahora, abre la puerta y déjame salir de aquí.
Joseph retrocedió, y _______, con la cabeza erguida, salió. Recorrió todo el pasillo que conducía a la habitación que compartía con Honoria antes de comenzar a llorar. Pensó que había perdido a Joseph cuando regresó al siglo dieciséis, pero esa sensación no era tan contundente como la de ahora. Ahora, ni siquiera era el mismo hombre que había conocido y amado.
No regresó al dormitorio de Honoria, sino que se dirigió al salón de audiencias y se sentó junto a la ventana. Los cristales con forma de diamante eran demasiado gruesos para poder ver a través de ellos, pero a _______ no le importaba ver lo que había fuera. ¿Cuántas veces iba a perder al hombre que amaba? ¿Este Joseph que la había besado era el que había acudido a ella en el siglo veinte? Aparte del aspecto, no parecían tener nada en común.
Una vez más, pensó, te has equivocado de hombre. Si bien no era un hombre con un pie en la cárcel, corría detrás de todas las mujeres que se encontraban a su alrededor. En un momento, Joseph la maldecía por ser una bruja, y al siguiente, la estaba besando.
Casi al amanecer, se secó las lágrimas y dejó de compadecerse. Cuando Joseph regresó, lo habían ejecutado porque no tenían suficiente información. _______ pensaba que la hubieran obtenido si ella no hubiera malgastado el tiempo teniendo celos de Arabella. Si hubiera pasado más tiempo investigando y haciendo preguntas, le habría salvado la vida a Joseph.
Ahora tenía una segunda oportunidad y estaba repitiendo los mismos errores. Estaba permitiendo que sus emociones se interpusieran en lo que tenía que hacer. Esta cosa extraordinaria e increíble de transportar dos personas a través del tiempo que les había sucedido a Joseph y a ella, era para salvar unas vidas y fortunas, y ella todo lo que hacía era pensar si él la seguía amando o no. Se comportaba como una estudiante celosa porque un hombre adulto coqueteaba con una mujer en un parral.
Se puso de pie. Tenía un trabajo que hacer, y tenía que hacerlo sin permitir que sus mezquinos sentimientos se interpusieran en su camino.
Regresó al dormitorio de Honoria y se acostó junto a ella. Al día siguiente comenzaría a pensar cómo impedir la traición de Lettice Culpin.
Apenas había cerrado los ojos, cuando se abrió la puerta y entró una sirvienta. Corrió las cortinas de la cama, abrió los postigos de las ventanas, tomó los vestidos de _______ y Honoria, que se encontraban en un baúl a los pies de la cama, y los sacudió. Rápidamente, _______ se encontró atrapada en el bullicio del día: vestirse otra vez con el mejor vestido de Honoria, desayunar con carne, cerveza y pan. Honoria comenzó a limpiarse los dientes con un paño de lino y con un jabón que _______ no quiso ponerse en la boca, así que le prestó un cepillo y dentífrico y se limpiaron los dientes, escupiendo en una preciosa palangana de cobre.
Después de desayunar en la habitación, acompañó a Honoria en las actividades mientras ésta ayudaba a lady Margaret a organizar la gran residencia. Había que asistir a una misa y luego ocuparse de los sirvientes. Observó, sorprendida, cómo lady Margaret atendía cada problema y escuchaba cada queja.
Le hizo a Honoria miles de preguntas, mientras lady Margaret, con gran experiencia, trataba con lo que parecían ser cientos de sirvientes: maestros de ceremonias, alabarderos de audiencias, alabarderos criados. Honoria le explicó que éstos eran sólo los encargados de la casa y que cada uno de ellos tenía muchos sirvientes a su cargo, y que lady Margaret trataba personalmente con los sirvientes de la casa.
-¿Hay más sirvientes? -preguntó _______.
-Muchos más, pero es sir Joseph quien trata con ellos.
“¿No mencionan en tus libros de historia que yo era camarero de mi hermano?”, recordó que le había preguntado Joseph.
Después de una mañana agotadora, alrededor de las once los sirvientes fueron despedidos y _______ siguió a lady Margaret, Honoria y las demás damas al salón de invierno. Había una gran mesa hermosamente puesta, con un mantel de lino blanco y, para cada persona, un plato grande, una cuchara y una gran servilleta. En el centro de la mesa los platos eran de... _______ no podía creer lo que vela, los platos eran de oro. Los siguientes eran de plata, de peltre y, al final, un par de madera. Había sillas detrás de los platos de oro, y bancos y banquetas para los demás comensales. No había dudas acerca de los rangos.
_______ se alegró al ver que Honoria la conducía hacia un plato de plata, frente a Kit.
-¿Qué entretenimiento tienes planeado para esta noche? -le preguntó.
-Ah... -se había preocupado tanto por Joseph que no había pensado en su trabajo-. El vals. Es el baile nacional de mi país.
Kit le sonrió, y _______ le devolvió la sonrisa cálidamente. Su concentración se vio interrumpida cuando un sirviente trajo una jarra, un aguamanil y una toalla para que cada comensal se lavara las manos. Vio que Joseph estaba sentado al otro lado de la mesa, tres lugares más lejos, conversando con una mujer alta, de cabello oscuro, que no era hermosa, pero si muy elegante. A _______ le resultaba extraño ver a las mujeres sin maquillaje, pero por supuesto que se preocupaban por su piel. No se levantaban, se lavaban la cara y salían.
Al otro lado de Joseph estaba la heredera francesa que iba a casarse con Kit. La niña callaba, con el entrecejo fruncido. Nadie hablaba con ella, pero parecía no importarle. Junto a ella, asomaba una mujer de aspecto severo, que cuando la niña doblaba mal la servilleta, la ponía bien.
_______ le sonrió, pero la niña la observó seria y la mujer la miró como si hubiera amenazado su cargo. Miró hacia otro lado.
Cuando llegó la comida, _______ observó que la habían preparado con mucho esmero. Y una comida como esa merecía una ceremonia. El primer plato de carnes lo trajeron en enormes bandejas de plata: carne de yaca asada, ternera, carnero y carne de vaca salada. El vino, que se mantenía frío en recipientes de cobre con agua fría, lo sirvieron en magníficas copas de cristal veneciano.
El siguiente plato eran las aves: pavo, capón hervido, pollo con puerros, perdiz, faisán y codorniz. Luego el pescado y el marisco: lenguado, rodaballo, merluza, langosta, cangrejo, etcétera.
Cada plato se servía con una salsa diferente, todas muy condimentadas y deliciosas.
Después vinieron las verduras: nabos, guisantes, pepinos, zanahorias y espinacas. A _______ no le parecieron tan buenos como lo demás, pues estaban deshechos.
Con cada plato había un vino diferente, y los sirvientes lavaban las copas antes de servirlos.
Después de las verduras vinieron las ensaladas. No las que ella conocía, sino lechuga cocida e incluso brotes de violeta cocidos.
Cuando _______ estaba ya tan llena que sentía deseos de dormir toda la tarde, sirvieron los postres. Tartas y pasteles de membrillo, almendra y todas las frutas imaginables, quesos blandos y duros y fresas frescas.
Esta vez, estaba agradecida de que el corsé le impidiera reventar.
Después de la comida trajeron de nuevo la jarra con agua, ya que habían comido con las cucharas y las manos.
Por último, después de tres horas, el grupo se separó y _______ se dirigió a la habitación de Honoria y se arrojó sobre la cama.
-Me estoy muriendo. No podré volver a caminar. Y pensar que esperé que Joseph se conformara con un sándwich para el almuerzo.
Honoria se rió de ella.
-Ahora debemos atender a lady Margaret. _______ descubrió enseguida que los isabelinos trabajaban tanto como comían. Con la mano sobre el vientre, siguió a Honoria a la planta baja, y luego a través de un hermoso jardín, hasta llegar a los establos. La ayudaron a montar sobre un caballo con una silla de amazona, en la cual le costaba mantenerse, y después lady Margaret, sus cinco damas y cuatro hombres con espadas y dagas comenzaron a cabalgar a toda prisa. A _______ le resultaba muy difícil alcanzarlos y sabía que sus primos de Colorado no se sentirían muy orgullosos de ella, porque utilizaba ambas manos para sostenerse.
-¿No tienen caballos en Lanconia? -le preguntó uno de los hombres.
-Caballos sí, sillas de amazona no -le respondió.
Al cabo de una hora, comenzó a tener menos miedo y pudo mirar a su alrededor. Ir de la hermosa casa de los Stafford a la campiña inglesa era como ir de un castillo a un barrio bajo, o de Beverly Hills a Calcuta.
La limpieza no formaba parte de la vida de los aldeanos. Los animales y la gente vivían en los mismos lugares y con el mismo nivel sanitario. Los desperdicios de la cocina y los excrementos se arrojaban delante de las pequeñas y oscuras casas. La gente estaba muy sucia y sus ropas eran ordinarias y estaban impregnadas de grasa.
¡Y las enfermedades! _______ los observó al pasar. Tenían marcas de viruela, bocio, tiña y llagas en el rostro. En varias ocasiones vio gente lisiada y mutilada. Y nadie que tuviera más de diez años parecía tener todos los dientes, y los que tenían eran negros.
Sintió deseos de vomitar. Lo peor no era lo que veía u olía, sino que la mayoría de las enfermedades podrían curarse con remedios modernos. Vio que había muy poca gente de más de treinta años y pensó que si hubiera nacido en el siglo dieciséis no habría vivido más de diez años, porque a esa edad había sufrido una operación urgente de apéndice. Quizá ni siquiera hubiera nacido, ya que lo hizo en posición invertida y su madre sufrió una hemorragia. Cuando pensó en todo eso, miró a esa gente de manera distinta. Eran supervivientes.
Los aldeanos salían de sus casas, dejaban de trabajar en los campos y contemplaban la procesión de gente hermosamente vestida en sus caballos. Lady Margaret y sus acompañantes saludaron a los aldeanos, y éstos les devolvieron el saludo. Somos estrellas de rock, estrellas de cine y lady Diana todo en uno, pensó _______, y también saludó.
Por el dolor de espalda que tenía, le pareció que habían cabalgado durante horas antes de detenerse en una pequeña y bella pradera que dominaba un campo lleno de ovejas que pastaban. Uno de los lacayos la ayudó a desmontar, y _______ se dirigió hasta el lugar donde Honoria estaba sentada en un paño, sobre la hierba húmeda.
-¿Habéis disfrutado del paseo? -le preguntó la doncella.
-Tanto como del sarampión y de un resfriado colosal -respondió _______-. Veo que lady Margaret ya se ha curado del resfriado.
-Es una mujer muy fuerte.
-Ya veo.
Permanecieron en silencio un momento. _______ contempló la hermosa vista, tratando de no pensar en su encuentro con Joseph la noche anterior. Le preguntó a Honoria por qué Joseph se refería a Robert Sydney como a su primo.
-Porque son muy amigos.
_______ suspiró. Así que Joseph y Robert Sydney eran muy amigos. No era extraño que no creyera nada malo sobre él. Qué amistad, pensó. Joseph se dio un revolcón en una mesa con la esposa de Robert, y éste planeó la ejecución de su amigo.
-Robert Sydney es un traidor -murmuró _______.
Honoria parecía sorprendida.
-¿Lo conocéis? ¿Os interesa?
-No, no lo conozco y no me interesa.
Una de las mujeres, que era sirvienta de lady Margaret, sirvió pequeñas galletas de almendras.
Masticando, _______ preguntó:
-¿Quién era la mujer de cabello negro que estaba sentada junto a Joseph hoy en la cena?
-Lady Arabella Sydney.
_______ se ahogó, tosió y escupió algunos trozos de galleta.
-¿Lady Arabella? ¿Hace mucho que está aquí? ¿Cuándo llegó? ¿Cuándo se irá?
Honoria sonrió.
-Llegó ayer por la tarde y se va mañana temprano. Viajará a Francia con su esposo. No regresarán hasta dentro de algunos años, y han venido a despedirse de lady Margaret.
_______ pensó con rapidez. Si Joseph todavía no había estado con Arabella sobre la mesa y al día siguiente ella se iba, entonces este debía de ser el día. ¡Tenía que impedirlo!
De pronto, se inclinó con las manos en el estómago y comenzó a quejarse.
-¿Qué os sucede? -le preguntó Honoria, preocupada.
-Algo que he comido. Tengo que regresar a la casa.
-Pero...
-Tengo que regresar a la casa.
Honoria se puso de pie y se dirigió hacia lady Margaret, y unos minutos después regresó.
-Tenemos permiso. Os acompañaré con un lacayo.
-Estupendo. Vayamos rápido.
Honoria quedó confundida al ver a _______ correr hacia los caballos. Cuando un lacayo la ayudó a montar, no parecía para nada enferma.
Hubiera pasado la pierna por encima de la silla, pero sólo había estribo de un lado. Tomó un pequeño látigo y le golpeó los flancos al caballo. Se inclinó hacia delante y se sostuvo mientras el animal galopaba por el camino sucio y lleno de surcos.
Detrás de ella venían el lacayo y Honoria, esforzándose por mantenerse a su altura.
_______ tuvo que saltar dos veces, una sobre la huella de un carro y otra sobre una pequeña carretilla de madera. Tiró con violencia de las riendas para eludir a un niño que cruzaba el camino. Pasó entre varios gansos, que gritaron ruidosamente.
Cuando llegó a la casa, saltó de la silla, tropezó con las pesadas faldas y se cayó hacia delante. Pero no perdió tiempo, abrió la puerta, corrió por el sendero empedrado, subió por la escalera, cruzó la terraza y entró por la puerta principal.
Se detuvo y contempló la escalera. ¿Dónde? ¿Dónde estaba Joseph? ¿Arabella? ¿La mesa?
A su izquierda se oían voces, y entre ellas la de Kit. Corrió hacia él.
-¿Sabes dónde hay una mesa de dos metros de largo por uno de ancho? Las patas tienen forma de espiral.
Kit sonrió ante la urgencia de su tono. Tenía el rostro sudoroso, la cofia un poco desprendida, y el cabello le caía hasta los hombros.
-Tenemos muchas mesas así.
-Esta es especial -le explicó, tratando de mantener la calma, pero sin lograrlo. Intentaba respirar, pero el corsé le oprimía el pecho-. Está en una habitación que usa Joseph, y hay un armario, un lugar en el que pueden esconderse dos personas.
-¿Armario? -preguntó Kit, asombrado, y _______ comprendió que un armario en la Inglaterra isabelina no era un lugar para colgar ropa.
Un hombre mayor que se encontraba detrás de Kit le susurró algo, y éste sonrió.
-La habitación contigua al dormitorio de Joseph tiene una mesa así. Él suele...
_______ no escuchó el resto, se sujetó la falda y subió por la escalera corriendo. El dormitorio de Joseph estaba ubicado hacia la derecha, y junto a él había una puerta. Trató de abrirla, pero estaba cerrada. Corrió hacia su habitación, la cruzó a toda velocidad, pero la puerta intermedia también estaba cerrada.
Golpeó la puerta con las palmas abiertas.
-¡Joseph! Si estás ahí, déjame entrar. ¡Joseph! ¡Joseph! -gritó.
Joseph abrió la puerta con una daga en la mano.
-¿Mi madre se encuentra bien? -le preguntó.
_______ lo empujó y entró. Allí, contra la pared, estaba la mesa que había visto en la biblioteca de los Harewood. Era cuatrocientos años más nueva, pero era la misma mesa. Y sentada en una silla, tratando de parecer inocente, estaba lady Arabella.
-Os voy a... -comenzó a decir Joseph.
Pero _______ lo interrumpió al abrir una pequeña puerta que se encontraba a la izquierda de la ventana. Allí, escondidos entre los estantes, había dos sirvientes.
-Por esto quería que me abrieras la puerta -le explicó. Estos dos espías habrían visto todo lo que estabais a punto de hacer.
Joseph y Arabella la observaban boquiabiertos, sin decir nada.
_______ miró a los dos sirvientes.
-Si se sabe una sola palabra de esto, sabremos quién ha sido. ¿Me comprendéis?
A pesar de la extraña forma de hablar de _______, si la comprendieron.
-Ahora, fuera de aquí.
Salieron con la rapidez de un ratón.
-Vos... -comenzó a decir Joseph.
_______ lo ignoró, y se volvió hacia Arabella.
-Os he salvado la vida, porque vuestro esposo se habría enterado de esto. Creo que sería mejor que os marcharais.
Arabella no estaba acostumbrada a que le hablaran así, y comenzó a protestar, pero luego pensó en el carácter de su esposo y salió a toda prisa de la habitación.
_______ se volvió hacia Joseph y vio la furia de su expresión, lo cual no era nada nuevo, ya que no la había mirado de otra manera desde que llegó. Lo miró seria y se dirigió hacia la puerta.
No pudo salir, porque Joseph le cerró la puerta en la cara.
-¿Me espiáis? -le preguntó. ¿Os divertís observando lo que hago con otras mujeres?
Cuenta hasta diez, pensó _______, o mejor aun, hasta veinte. Respiró profundamente.
-No me divierto observando cómo te comportas como un tonto con las mujeres -le respondió con calma-. Ya te he dicho por qué estoy aquí. Sabía que... ibas a llevarte a Arabella a la mesa, porque ya lo hiciste. Los sirvientes se lo contaron a todo el mundo, John Wilfred escribió la historia, Arabella tuvo un hijo tuyo y Robert Sydney la castigó. Ahora, ¿me puedo ir?
Vio la furia y la confusión en el rostro de Joseph y sintió lástima por él.
-Sé que lo que te estoy diciendo es imposible de creer. Cuando viniste a mí, yo tampoco lo podía creer, pero, Joseph, vengo del futuro y me han enviado para evitar que sucedan algunas cosas terribles. Lettice...
Su mirada la hizo detenerse.
-¿Acusáis a una mujer inocente? ¿O estáis celosa de todas las mujeres que toco?
La promesa de controlar sus emociones desapareció por la ventana.
-¡Pavo real vanidoso! No me importa con cuántas mujeres te acuestes. Eso no significa nada para mí. No eres el hombre que conocí. En realidad, eres menos hombre que tu hermano. Me han enviado para corregir un error, y voy a hacer todo lo que pueda, sin importarme tus esfuerzos para impedírmelo. Quizá si puedo evitar la muerte de Kit, salve las propiedades de los Stafford y nadie tratará de que dejes de ser un sátiro. Ahora déjame salir.
Joseph no se movió.
-No soy una bruja. ¿No puedes entender eso? Soy una persona común y corriente que está envuelta en extrañas circunstancias -se volvió hacia él-. No sé todo lo que sucedió cuando Kit murió. Dijiste que estabas practicando con la espada y te cortaste el brazo, por eso no pudiste acompañarlo a cabalgar. Vio una muchacha en un lago y fue detrás de ella. Se ahogó. Eso es todo lo que sé -además de que Lettice podía ser la responsable, pensó, pero no lo dijo.
Él la observaba con hostilidad.
-Cuando viniste a mí yo tampoco te creía. Me contaste cosas que no estaban en los libros de historia, pero aun así no te creía. Finalmente, me llevaste a Bellwood y me mostraste una puerta secreta que escondía una pequeña caja de marfil. Ninguno de los diferentes propietarios del castillo había encontrado la puerta. Dijiste que Kit te mostró la puerta una semana antes de morir -no le agradaba pensar en la muerte de Kit.
Joseph la miró. Era una bruja, porque Kit le había mostrado la puerta escondida en Bellwood la semana pasada. ¿Qué le había hecho a su hermano para persuadirlo a que le contara el secreto de esa puerta que sólo debían conocer los miembros de la familia?
¿Qué le estaba haciendo a su familia y a su casa? El día anterior había oído a un hombre en los establos cantando una canción llamada “Zippity Doo-Dah”. Tres de las damas de su madre ahora se pintaban las pestañas y decían que “lady” _______ les había enseñado. Su madre, su inteligente y sabia madre, había tomado una medicina de su mano con la inocencia de un niño. Kit la observaba con la intensidad de un ave de rapiña.
En los pocos días que llevaba en casa de los Stafford, había perturbado todo. Sus canciones, sus danzas, las historias que contaba (últimamente la gente del castillo hablaba de unas personas llamadas Escarlata y Rhett), incluso la forma en que se pintaba la cara afectaba a todos. Era una hechicera y poco a poco estaba embrujando a todos.
Él era la única persona que intentaba resistirse. Cuando trató de hablar con Kit sobre el poder que la mujer estaba ganando, su hermano se rió.
-¿Qué consecuencias pueden tener algunas historias y canciones? -le dijo.
No sabía lo que deseaba la mujer, pero no tenía intención de caer tan fácilmente bajo su hechizo como los demás. Iba a resistirse, sin importarle lo difícil que resultara.
Pero al contemplarla, comprendió que resistirse no sería fácil. El cabello le llegaba a los hombros y tenía la pequeña cofia de perlas en la mano. Nunca había visto una mujer tan hermosa. Lettice tenía rasgos más perfectos, pero esta mujer, esta _______ que lo enfurecía, tenía algo que no podía precisar.
Desde el primer momento en que la vio, fue como si tuviera algún poder secreto sobre él. Le gustaba dominar a las mujeres, besarlas, sentirlas contra su cuerpo. Le gustaba el desafío de conquistar a una mujer difícil, la sensación de poder que sentía cuando la dejaba.
Pero desde un principio esta mujer había sido diferente. La había observado mucho más que ella a él. Estaba alerta cada vez que miraba a Kit o a un sirviente atractivo, cada vez que sonreía o se reía. Su poder sobre él lo enfurecía. Después de que se fue de su habitación, no había dormido, porque sabia que ella estaba llorando. Nunca antes le había preocupado las lágrimas de las mujeres. Las mujeres siempre lloran. Lloran cuando las dejas, cuando no haces lo que desean, cuando les dices que no las amas. Le gustaban las mujeres como Arabella y Lettice, que nunca lloraban.
Pero la noche anterior, esta mujer se había pasado la noche llorando, y aunque no podía verla ni oirla, había sentido sus lágrimas. En tres ocasiones, estuvo a punto de ir a verla, pero se contuvo. No tenía intención de permitirle saber que tenía poder sobre él.
En cuanto a su historia sobre el pasado y el futuro, no hizo más que escucharla. Pero había algo extraño en ella. No le creyó ni por un momento que fuera una princesa de Lanconia, ni tampoco pensó que su madre le creyera, pero a lady Margaret le gustaban sus canciones extrañas y su forma tan rara de hablar. Actuaba como si todo fuera nuevo para ella, desde la comida y la ropa hasta los sirvientes.
Joseph la miró, no tenía idea de lo que _______ le había estado diciendo. Pero de repente sintió un deseo intenso por ella y retrocedió contra la puerta.
-No me embrujaréis como a mi familia -le dijo, como queriéndose convencer.
_______ vio el anhelo en su mirada, la forma en que pestañeaba. Su corazón se aceleró. Si lo tocas, regresarás, pensó, y no te puedes ir hasta que Kit esté a salvo y se descubra la traición de Lettice.
-Joseph, no quiero embrujarte, y no le hecho nada a tu familia que no haya sido para sobrevivir -extendió la mano para tocarle-. Si me escucharas...
-¿Escuchar vuestra historia del pasado y el futuro? -acercó su rostro al de ella-. Cuidado con lo que hacéis, mujer, os vigilaré. Cuando se descubra que no tenéis un tío rey, yo personalmente os echaré de mi casa. Ahora idos, y no volváis a espiarme -se dio la vuelta y salió de la habitación, dejando a _______ sola y con una sensación de desvalimiento.
Lo observó mientras se alejaba.
-Por favor, Señor, muéstrame cómo debo ayudar a Joseph. Déjame hacer lo que no hice la primera vez. Por favor, muéstrame el camino.
Sintiéndose más vieja que cuando entró, salió de la habitación.
-¿Qué es una palmeta?
-Se usa para quitar el polvo de la ropa -respondió Honoria, escribiendo las notas.
-Joseph... ¿coquetea con todas las mujeres?
Honoria se interrumpió y miró a _______.
-No tenéis que perder el corazón por sir Joseph. Una mujer debería entregar su corazón sólo a Dios. La gente muere, pero Dios no.
_______ suspiró.
-Es verdad, pero mientras estamos vivos, la gente puede hacer que la vida valga la pena o no -iba a continuar, pero levantó la vista, y en la terraza de la casa vio la cabeza de alguien que se parecía a... -. ¿Quién es aquella joven? -preguntó, señalándola.
-Se va a casar con lord Christopher cuando tenga la edad. Si vive. Es una niña enferma.
La niña, desde esa distancia, se parecía a Gloria, tan gorda y petulante como ella. _______ recordó que Lee le explicó que el hermano mayor de Joseph se iba a casar con una heredera francesa y por eso rechazó la proposición matrimonial de Lettice.
-Entonces, Joseph se va a casar con Lettice, y Christopher está comprometido con una niña. Dime, si la niña muriera, ¿Kit se casaría con Lettice?
Honoria estaba sorprendida por el uso de los nombres cristianos que hacía _______. Su país debía de ser muy diferente.
-Lord Christopher heredará un condado y está emparentado con la reina. Lady Lettice no está a la altura de su rango.
-Pero Joseph sí.
-Sir Joseph es un hermano menor. No hereda las propiedades ni los títulos. Lady Lettice es un buen partido para él. Ella también es pariente de la reina, pero más lejana. Sin embargo, su dote no es muy grande.
-Pero si Lettice se casa con Joseph y, digamos, Christopher muere, Joseph sería el conde, ¿verdad?
-Sí-respondió Honoria, y dejó de escribir notas. Miró hacia la terraza y vio que la heredera francesa gorda y enfermiza volvía a entrar en la casa-. Sir Joseph se convertiría en el conde -repitió pensativa.
CAPITULO 14
Aquella noche, cuando _______ se acostó junto a Honoria, estaba exhausta. No le extrañaba la poca gente gorda que había visto, ni que las mujeres tuvieran cinturas diminutas. Entre el corsé de acero y la actividad constante, la gordura no tenía posibilidad de establecerse en el cuerpo de una persona.
Honoria y ella salieron del jardín y asistieron a la misa vespertina en la capilla de la planta baja de la casa. Oyeron a un sacerdote lujosamente ataviado celebrar la misa en latín y estuvieron bastante tiempo arrodilladas. _______ no podía concentrar sus ojos y sus oídos en el servicio por mirar los trajes de los hombres y mujeres que la rodeaban: seda, raso, brocado, pieles y joyas.
En la capilla vio por primera vez a Christopher. Se parecía a Joseph, aunque no era tan joven ni tan bien parecido. Irradiaba una fuerza pacífica que atraía a _______. Él la miró con tanto interés que _______ apartó la mirada, sonrojada. No vio que Joseph los observaba y fruncía el entrecejo.
Después de la misa, _______ cenó en el salón de audiencias con lady Margaret, Honoria y otras cuatro mujeres. El menú consistió en sopa de verduras, cerveza amarga y conejo frito. Un hombre, que, según le explicó Honoria, era el mayordomo; cortó trozos de la corteza de una hogaza de pan y se los sirvió, explicando así los agujeros del pan de _______.
Las otras mujeres eran las damas de honor de lady Margaret. Todos en la casa tenían un rango concreto, y los sirvientes tenían sirvientes que, a su vez, tenían sirvientes. Y también tenían horas determinadas para sus tareas. _______ había leído que en las casas victorianas los sirvientes trabajaban desde muy temprano hasta muy tarde, pero Honoria le explicó que en la casa de los Stafford había tantos sirvientes que ninguno trabajaba más de seis horas.
En la cena, _______ fue presentada, y las damas le preguntaron sobre Lanconia y su tío el rey. Ella, continuando con la mentira, murmuró una respuesta y luego les preguntó sobre sus vestidos. Le dieron una información fascinante sobre el estilo de ropa español, y la moda inglesa, francesa e italiana. _______ se interesó tanto en esto que empezó a diseñarse en su imaginación un vestido de estilo italiano, que no llevaba miriñaque.
Después de la cena, los sirvientes limpiaron la mesa y lady Margaret solicitó oír las canciones de _______. Fue una tarde llena de risas. Como no había televisión y nadie había visto una actuación profesional, los asistentes no tuvieron vergüenza en cantar o bailar. _______ nunca antes había cantado en voz alta, porque sabía que era horrible comparada con los cantantes de los discos y de la radio; pero antes de que terminara la velada, cantó sola.
Christopher se unió a ellos; Honoria le enseñó “They Call the Wind Mariah” y él la tocó en el laúd. Todos parecían saber tocar un instrumento y enseguida lady Margaret y sus cinco damas estaban interpretando las melodías en instrumentos de extrañas formas y sonidos. Había una guitarra con forma de violín, un violín de tres cuerdas, un piano diminuto, un laúd enorme, varias clases de flautas y un par de cuernos.
_______ se sintió atraída hacia Kit. Era muy parecido a Joseph, al Joseph que conoció en el siglo veinte, no a éste del siglo dieciséis que iba de mujer en mujer. Cantó “Get Me to the Church on Time” y Kit captó enseguida la melodía. En un instante, todos estaban cantando la divertida canción.
En un determinado momento, vio a Joseph de pie en la puerta, observando con una mirada furiosa. Cuando lady Margaret lo llamó, se negó a entrar.
Eran las nueve cuando lady Margaret comentó que era hora de retirarse. Kit le besó la mano a _______, ella le sonrió y luego se retiró con Honoria.
Una sirvienta, la doncella de Honoria, vino para ayudar a desvestirse a las dos mujeres. _______ respiró varias veces profundamente y, con la ropa interior larga de lino que había llevado debajo del vestido y una pequeña toca para protegerse el cabello, se metió en la cama. Las sábanas eran de lino y no estaban muy limpias, pero el colchón era de plumas de ganso y suave como un suspiro. Se durmió antes de taparse con el cobertor.
Cuando se despertó, no sabía cuánto tiempo había dormido. Sintió como si alguien la llamara. Levantó la cabeza, y no oyó a nadie. Pero la sensación de que alguien la necesitaba no desapareció. La habitación estaba en silencio, pero no podía librarse de la sensación de que alguien la necesitaba.
-¡Joseph! -exclamó, sentándose.
Mirando la espalda de Honoria, _______ se deslizó fuera de la cama. A los pies había una pesada bata de brocado y se la puso, y luego introdujo los pies en los zapatos amplios y mullidos. Los corsés isabelinos eran la muerte, pero los zapatos eran divinos.
Silenciosamente, salió de la habitación y luego se quedó escuchando tras de la puerta cerrada. No había ningún ruido, y como los pisos eran de paja, podía oír cualquier pisada. Comenzó a caminar hacia la derecha, pues sentía la llamada más fuerte en esa dirección. Se acercó a una puerta cerrada, puso la mano sobre ella, pero no sintió nada. Lo mismo en la segunda. Sintió la llamada en la tercera.
Abrió una puerta y no se sorprendió al ver a Joseph sentado en una silla, con sus calzas ajustadas, los pantalones cortos con forma de globo y una amplia camisa de lino abierta hasta la cintura. El fuego estaba encendido en la chimenea, y él tenía una jarra de plata en la mano. Parecía que había estado bebiendo.
-¿Qué deseas de mí? -le preguntó. Estaba bastante preocupada por este Joseph. No se parecía ni remotamente al hombre que había conocido.
él no la miró, sólo observaba el fuego.
-Joseph, estoy muy cansada y quiero volver a la cama, así que si no te importa, dime lo que deseas y podré irme.
_______ se sentó junto a él frente al fuego.
-¿Quién eres? -preguntó con suavidad- ¿De qué te conozco?
-Estamos unidos de alguna manera, no puedo explicarlo. Yo lloré pidiendo ayuda, y tú apareciste. Te necesitaba y oíste mi llamada. Me diste... -casi dice amor. En cierto modo aquello parecía muy lejano, y este hombre le parecía un extraño. Ahora parece que es mi turno. He venido a prevenirte.
La miró.
-¿Prevenirme? Ah, sí. No debo cometer una traición.
-No tienes que ser tan cínico. Ya que he venido hasta aquí, por lo menos podrías escucharme. Si es que puedes mantener tus manos alejadas de la blusa de alguna mujer.
_______ vio cómo su rostro enrojecía de furia.
-Tú que usas tu brujería para confundir a mi madre, que te exhibes delante de mi hermano, ¿te atreves a hablarme así?
-No soy una bruja. Te lo he dicho mil veces. Hice lo que hice para entrar en tu casa y prevenirte -se puso de pie, y trató de calmarse-. Joseph, tenemos que dejar de discutir. He sido enviada para prevenirte; pero a menos que me escuches, todo va a suceder de cualquier manera. Kit...
él se puso de pie y la interrumpió.
-Al venir a mí esta noche, ¿vienes de la cama de mi hermano?
_______ no pensó en lo que hacía y lo abofeteó.
Joseph la apretó contra él, empujándola con el cuerpo hacia atrás mientras la besaba con pasión.
A _______ no le agradaba que un hombre utilizara la fuerza para besarla, y lo empujó con todas sus fuerzas, pero él no la soltó. Con una mano le sostenía la cabeza y con la otra le apretaba el cuerpo contra el suyo.
_______ no luchó más con él. Este era Joseph, el Joseph que había venido a amar, el hombre de quien ni siquiera el tiempo podía separarla. Lo abrazó y lo besó. Las piernas le temblaban.
Joseph le besó el cuello.
-Colin, mi amado Colin -murmuró _______.
Él apartó su cara de ella, sorprendido. _______ le tocó el cabello de las sienes y le acarició las mejillas.
-Creí que te había perdido, creí que no volvería a verte -susurró.
-Puedes ver todo lo que desees de mí-le respondió él, sonriendo; la tomó en sus brazos y la llevó a la cama. Se acostó a su lado, y _______ cerró los ojos, mientras Joseph introducía la mano debajo de la bata y le desataba el cuello del camisón. Le besó la oreja, el lóbulo, y luego le deslizó la lengua por el cuello, mientras le acariciaba los pechos.
Acariciándole los pezones y respirando en su oído, le preguntó:
-¿Quién te ha enviado?
-Mmm -murmuró _______-. Supongo que Dios.
-¿Cuál es el nombre del dios al que adoras?
_______ apenas lo escuchaba mientras él deslizaba una pierna sobre las suyas.
-Dios, Jehová, Alá; como se llame.
-¿Qué hombre adora a ese dios?
_______ comenzaba a escucharlo. Abrió los ojos.
-¿Hombre? ¿Dios? ¿De qué estás hablando?
Joseph le acarició los pechos.
-¿Qué hombre te envió a mi casa?
Comenzaba a comprender. Se apartó de él, se sentó y se ató el camisón y la bata.
-Ya veo -le dijo, tratando de controlar su furia-. Esta es la forma en que obtienes lo que deseas de las mujeres, ¿no es verdad? En Thornwyck todo lo que tuviste que hacer fue besarme el brazo y yo accedí a todo lo que deseabas. Y ahora crees que no soy buena y has decidido seducirme.
Salió de la cama y lo observó. Joseph se acomodó en la cama sin molestarse por su comportamiento voluble.
-Déjame decirte algo, Joseph Stafford, no eres el hombre que yo pensaba. El Joseph que conocí era un hombre al que le preocupaban el honor y la justicia. A ti todo lo que te importa es el número de mujeres con las que puedes acostarte.
_______ se irguió más.
-Muy bien, te voy a decir quién me envió y por qué estoy aquí.
Respiró profundamente.
-Vengo del futuro, del siglo veinte, y tú fuiste allí. Pasamos varios días inolvidables.
Joseph comenzó a hablar, pero _______ levantó la mano.
-Escúchame. Cuando nos conocimos, aquí era septiembre de mil quinientos sesenta y cuatro, y estabas sentado en una prisión esperando a que te ejecutaran por traición.
Joseph pestañeó, sorprendido, mientras se incorporaba y tomaba la jarra.
-Ahora comprendo por qué mi madre quiere que la entretengas. Cuéntame más. ¿Qué traición cometí?
_______ apretó los puños.
-No la cometiste, eras inocente.
-Oh, si-replicó, burlándose-. La cometeré.
-Estabas reuniendo un ejército para proteger tus tierras de Gales, y no le solicitaste permiso a la reina para hacerlo. Alguien le dijo que estabas planeando apoderarte del trono.
Joseph se sentó y la miró, sorprendido.
-Dime quién le mintió a la reina sobre esas tierras que no me pertenecen y el ejército que no poseo.
_______ estaba tan indignada por su actitud que deseaba retirarse de la habitación. ¿Por qué molestarse en tratar de salvarlo? Dejemos que los libros de historia afirmen que era un libertino. Era un libertino.
-Eran tus tierras y tu ejército porque Kit había muerto, y Robert Sydney y tu amada Lettice le habían mentido a la reina.
El rostro de Joseph cambió su expresión de sorpresa por ira. Se puso de pie y avanzó hacia ella.
-¿Has entrado a esta casa para amenazar la vida de mi hermano? ¿Piensas lanzar tus hechizos sobre mí para que sienta lo mismo que tú y me case contigo y te convierta en condesa? ¿No te detienes ante nada? ¿Ensucias el nombre de mi prometida y mi primo para obtener tus deseos?
_______ retrocedió, temerosa.
-No puedo casarme contigo. Tampoco puedo ir a la cama contigo, porque probablemente desaparecería; y además, no deseo casarme contigo. He regresado para darte un mensaje, y eso es todo. Ahora que te lo he dado, probablemente desaparezca. Espero que así sea. Espero no volver a verte.
Agarró el picaporte, pero él cerró la puerta y no la dejó salir.
-Te vigilaré. Si mi hermano tiene un solo dolor, sabré que tú se lo has provocado, y lo pagarás.
-Dejé mi muñeca de vudú en el avión. Ahora, ¿me dejas salir, o tendré que gritar?
-Ten cuidado, mujer.
-Te he comprendido perfectamente; pero no tengo nada que temer, ya que no soy una bruja, ¿verdad? Ahora, abre la puerta y déjame salir de aquí.
Joseph retrocedió, y _______, con la cabeza erguida, salió. Recorrió todo el pasillo que conducía a la habitación que compartía con Honoria antes de comenzar a llorar. Pensó que había perdido a Joseph cuando regresó al siglo dieciséis, pero esa sensación no era tan contundente como la de ahora. Ahora, ni siquiera era el mismo hombre que había conocido y amado.
No regresó al dormitorio de Honoria, sino que se dirigió al salón de audiencias y se sentó junto a la ventana. Los cristales con forma de diamante eran demasiado gruesos para poder ver a través de ellos, pero a _______ no le importaba ver lo que había fuera. ¿Cuántas veces iba a perder al hombre que amaba? ¿Este Joseph que la había besado era el que había acudido a ella en el siglo veinte? Aparte del aspecto, no parecían tener nada en común.
Una vez más, pensó, te has equivocado de hombre. Si bien no era un hombre con un pie en la cárcel, corría detrás de todas las mujeres que se encontraban a su alrededor. En un momento, Joseph la maldecía por ser una bruja, y al siguiente, la estaba besando.
Casi al amanecer, se secó las lágrimas y dejó de compadecerse. Cuando Joseph regresó, lo habían ejecutado porque no tenían suficiente información. _______ pensaba que la hubieran obtenido si ella no hubiera malgastado el tiempo teniendo celos de Arabella. Si hubiera pasado más tiempo investigando y haciendo preguntas, le habría salvado la vida a Joseph.
Ahora tenía una segunda oportunidad y estaba repitiendo los mismos errores. Estaba permitiendo que sus emociones se interpusieran en lo que tenía que hacer. Esta cosa extraordinaria e increíble de transportar dos personas a través del tiempo que les había sucedido a Joseph y a ella, era para salvar unas vidas y fortunas, y ella todo lo que hacía era pensar si él la seguía amando o no. Se comportaba como una estudiante celosa porque un hombre adulto coqueteaba con una mujer en un parral.
Se puso de pie. Tenía un trabajo que hacer, y tenía que hacerlo sin permitir que sus mezquinos sentimientos se interpusieran en su camino.
Regresó al dormitorio de Honoria y se acostó junto a ella. Al día siguiente comenzaría a pensar cómo impedir la traición de Lettice Culpin.
Apenas había cerrado los ojos, cuando se abrió la puerta y entró una sirvienta. Corrió las cortinas de la cama, abrió los postigos de las ventanas, tomó los vestidos de _______ y Honoria, que se encontraban en un baúl a los pies de la cama, y los sacudió. Rápidamente, _______ se encontró atrapada en el bullicio del día: vestirse otra vez con el mejor vestido de Honoria, desayunar con carne, cerveza y pan. Honoria comenzó a limpiarse los dientes con un paño de lino y con un jabón que _______ no quiso ponerse en la boca, así que le prestó un cepillo y dentífrico y se limpiaron los dientes, escupiendo en una preciosa palangana de cobre.
Después de desayunar en la habitación, acompañó a Honoria en las actividades mientras ésta ayudaba a lady Margaret a organizar la gran residencia. Había que asistir a una misa y luego ocuparse de los sirvientes. Observó, sorprendida, cómo lady Margaret atendía cada problema y escuchaba cada queja.
Le hizo a Honoria miles de preguntas, mientras lady Margaret, con gran experiencia, trataba con lo que parecían ser cientos de sirvientes: maestros de ceremonias, alabarderos de audiencias, alabarderos criados. Honoria le explicó que éstos eran sólo los encargados de la casa y que cada uno de ellos tenía muchos sirvientes a su cargo, y que lady Margaret trataba personalmente con los sirvientes de la casa.
-¿Hay más sirvientes? -preguntó _______.
-Muchos más, pero es sir Joseph quien trata con ellos.
“¿No mencionan en tus libros de historia que yo era camarero de mi hermano?”, recordó que le había preguntado Joseph.
Después de una mañana agotadora, alrededor de las once los sirvientes fueron despedidos y _______ siguió a lady Margaret, Honoria y las demás damas al salón de invierno. Había una gran mesa hermosamente puesta, con un mantel de lino blanco y, para cada persona, un plato grande, una cuchara y una gran servilleta. En el centro de la mesa los platos eran de... _______ no podía creer lo que vela, los platos eran de oro. Los siguientes eran de plata, de peltre y, al final, un par de madera. Había sillas detrás de los platos de oro, y bancos y banquetas para los demás comensales. No había dudas acerca de los rangos.
_______ se alegró al ver que Honoria la conducía hacia un plato de plata, frente a Kit.
-¿Qué entretenimiento tienes planeado para esta noche? -le preguntó.
-Ah... -se había preocupado tanto por Joseph que no había pensado en su trabajo-. El vals. Es el baile nacional de mi país.
Kit le sonrió, y _______ le devolvió la sonrisa cálidamente. Su concentración se vio interrumpida cuando un sirviente trajo una jarra, un aguamanil y una toalla para que cada comensal se lavara las manos. Vio que Joseph estaba sentado al otro lado de la mesa, tres lugares más lejos, conversando con una mujer alta, de cabello oscuro, que no era hermosa, pero si muy elegante. A _______ le resultaba extraño ver a las mujeres sin maquillaje, pero por supuesto que se preocupaban por su piel. No se levantaban, se lavaban la cara y salían.
Al otro lado de Joseph estaba la heredera francesa que iba a casarse con Kit. La niña callaba, con el entrecejo fruncido. Nadie hablaba con ella, pero parecía no importarle. Junto a ella, asomaba una mujer de aspecto severo, que cuando la niña doblaba mal la servilleta, la ponía bien.
_______ le sonrió, pero la niña la observó seria y la mujer la miró como si hubiera amenazado su cargo. Miró hacia otro lado.
Cuando llegó la comida, _______ observó que la habían preparado con mucho esmero. Y una comida como esa merecía una ceremonia. El primer plato de carnes lo trajeron en enormes bandejas de plata: carne de yaca asada, ternera, carnero y carne de vaca salada. El vino, que se mantenía frío en recipientes de cobre con agua fría, lo sirvieron en magníficas copas de cristal veneciano.
El siguiente plato eran las aves: pavo, capón hervido, pollo con puerros, perdiz, faisán y codorniz. Luego el pescado y el marisco: lenguado, rodaballo, merluza, langosta, cangrejo, etcétera.
Cada plato se servía con una salsa diferente, todas muy condimentadas y deliciosas.
Después vinieron las verduras: nabos, guisantes, pepinos, zanahorias y espinacas. A _______ no le parecieron tan buenos como lo demás, pues estaban deshechos.
Con cada plato había un vino diferente, y los sirvientes lavaban las copas antes de servirlos.
Después de las verduras vinieron las ensaladas. No las que ella conocía, sino lechuga cocida e incluso brotes de violeta cocidos.
Cuando _______ estaba ya tan llena que sentía deseos de dormir toda la tarde, sirvieron los postres. Tartas y pasteles de membrillo, almendra y todas las frutas imaginables, quesos blandos y duros y fresas frescas.
Esta vez, estaba agradecida de que el corsé le impidiera reventar.
Después de la comida trajeron de nuevo la jarra con agua, ya que habían comido con las cucharas y las manos.
Por último, después de tres horas, el grupo se separó y _______ se dirigió a la habitación de Honoria y se arrojó sobre la cama.
-Me estoy muriendo. No podré volver a caminar. Y pensar que esperé que Joseph se conformara con un sándwich para el almuerzo.
Honoria se rió de ella.
-Ahora debemos atender a lady Margaret. _______ descubrió enseguida que los isabelinos trabajaban tanto como comían. Con la mano sobre el vientre, siguió a Honoria a la planta baja, y luego a través de un hermoso jardín, hasta llegar a los establos. La ayudaron a montar sobre un caballo con una silla de amazona, en la cual le costaba mantenerse, y después lady Margaret, sus cinco damas y cuatro hombres con espadas y dagas comenzaron a cabalgar a toda prisa. A _______ le resultaba muy difícil alcanzarlos y sabía que sus primos de Colorado no se sentirían muy orgullosos de ella, porque utilizaba ambas manos para sostenerse.
-¿No tienen caballos en Lanconia? -le preguntó uno de los hombres.
-Caballos sí, sillas de amazona no -le respondió.
Al cabo de una hora, comenzó a tener menos miedo y pudo mirar a su alrededor. Ir de la hermosa casa de los Stafford a la campiña inglesa era como ir de un castillo a un barrio bajo, o de Beverly Hills a Calcuta.
La limpieza no formaba parte de la vida de los aldeanos. Los animales y la gente vivían en los mismos lugares y con el mismo nivel sanitario. Los desperdicios de la cocina y los excrementos se arrojaban delante de las pequeñas y oscuras casas. La gente estaba muy sucia y sus ropas eran ordinarias y estaban impregnadas de grasa.
¡Y las enfermedades! _______ los observó al pasar. Tenían marcas de viruela, bocio, tiña y llagas en el rostro. En varias ocasiones vio gente lisiada y mutilada. Y nadie que tuviera más de diez años parecía tener todos los dientes, y los que tenían eran negros.
Sintió deseos de vomitar. Lo peor no era lo que veía u olía, sino que la mayoría de las enfermedades podrían curarse con remedios modernos. Vio que había muy poca gente de más de treinta años y pensó que si hubiera nacido en el siglo dieciséis no habría vivido más de diez años, porque a esa edad había sufrido una operación urgente de apéndice. Quizá ni siquiera hubiera nacido, ya que lo hizo en posición invertida y su madre sufrió una hemorragia. Cuando pensó en todo eso, miró a esa gente de manera distinta. Eran supervivientes.
Los aldeanos salían de sus casas, dejaban de trabajar en los campos y contemplaban la procesión de gente hermosamente vestida en sus caballos. Lady Margaret y sus acompañantes saludaron a los aldeanos, y éstos les devolvieron el saludo. Somos estrellas de rock, estrellas de cine y lady Diana todo en uno, pensó _______, y también saludó.
Por el dolor de espalda que tenía, le pareció que habían cabalgado durante horas antes de detenerse en una pequeña y bella pradera que dominaba un campo lleno de ovejas que pastaban. Uno de los lacayos la ayudó a desmontar, y _______ se dirigió hasta el lugar donde Honoria estaba sentada en un paño, sobre la hierba húmeda.
-¿Habéis disfrutado del paseo? -le preguntó la doncella.
-Tanto como del sarampión y de un resfriado colosal -respondió _______-. Veo que lady Margaret ya se ha curado del resfriado.
-Es una mujer muy fuerte.
-Ya veo.
Permanecieron en silencio un momento. _______ contempló la hermosa vista, tratando de no pensar en su encuentro con Joseph la noche anterior. Le preguntó a Honoria por qué Joseph se refería a Robert Sydney como a su primo.
-Porque son muy amigos.
_______ suspiró. Así que Joseph y Robert Sydney eran muy amigos. No era extraño que no creyera nada malo sobre él. Qué amistad, pensó. Joseph se dio un revolcón en una mesa con la esposa de Robert, y éste planeó la ejecución de su amigo.
-Robert Sydney es un traidor -murmuró _______.
Honoria parecía sorprendida.
-¿Lo conocéis? ¿Os interesa?
-No, no lo conozco y no me interesa.
Una de las mujeres, que era sirvienta de lady Margaret, sirvió pequeñas galletas de almendras.
Masticando, _______ preguntó:
-¿Quién era la mujer de cabello negro que estaba sentada junto a Joseph hoy en la cena?
-Lady Arabella Sydney.
_______ se ahogó, tosió y escupió algunos trozos de galleta.
-¿Lady Arabella? ¿Hace mucho que está aquí? ¿Cuándo llegó? ¿Cuándo se irá?
Honoria sonrió.
-Llegó ayer por la tarde y se va mañana temprano. Viajará a Francia con su esposo. No regresarán hasta dentro de algunos años, y han venido a despedirse de lady Margaret.
_______ pensó con rapidez. Si Joseph todavía no había estado con Arabella sobre la mesa y al día siguiente ella se iba, entonces este debía de ser el día. ¡Tenía que impedirlo!
De pronto, se inclinó con las manos en el estómago y comenzó a quejarse.
-¿Qué os sucede? -le preguntó Honoria, preocupada.
-Algo que he comido. Tengo que regresar a la casa.
-Pero...
-Tengo que regresar a la casa.
Honoria se puso de pie y se dirigió hacia lady Margaret, y unos minutos después regresó.
-Tenemos permiso. Os acompañaré con un lacayo.
-Estupendo. Vayamos rápido.
Honoria quedó confundida al ver a _______ correr hacia los caballos. Cuando un lacayo la ayudó a montar, no parecía para nada enferma.
Hubiera pasado la pierna por encima de la silla, pero sólo había estribo de un lado. Tomó un pequeño látigo y le golpeó los flancos al caballo. Se inclinó hacia delante y se sostuvo mientras el animal galopaba por el camino sucio y lleno de surcos.
Detrás de ella venían el lacayo y Honoria, esforzándose por mantenerse a su altura.
_______ tuvo que saltar dos veces, una sobre la huella de un carro y otra sobre una pequeña carretilla de madera. Tiró con violencia de las riendas para eludir a un niño que cruzaba el camino. Pasó entre varios gansos, que gritaron ruidosamente.
Cuando llegó a la casa, saltó de la silla, tropezó con las pesadas faldas y se cayó hacia delante. Pero no perdió tiempo, abrió la puerta, corrió por el sendero empedrado, subió por la escalera, cruzó la terraza y entró por la puerta principal.
Se detuvo y contempló la escalera. ¿Dónde? ¿Dónde estaba Joseph? ¿Arabella? ¿La mesa?
A su izquierda se oían voces, y entre ellas la de Kit. Corrió hacia él.
-¿Sabes dónde hay una mesa de dos metros de largo por uno de ancho? Las patas tienen forma de espiral.
Kit sonrió ante la urgencia de su tono. Tenía el rostro sudoroso, la cofia un poco desprendida, y el cabello le caía hasta los hombros.
-Tenemos muchas mesas así.
-Esta es especial -le explicó, tratando de mantener la calma, pero sin lograrlo. Intentaba respirar, pero el corsé le oprimía el pecho-. Está en una habitación que usa Joseph, y hay un armario, un lugar en el que pueden esconderse dos personas.
-¿Armario? -preguntó Kit, asombrado, y _______ comprendió que un armario en la Inglaterra isabelina no era un lugar para colgar ropa.
Un hombre mayor que se encontraba detrás de Kit le susurró algo, y éste sonrió.
-La habitación contigua al dormitorio de Joseph tiene una mesa así. Él suele...
_______ no escuchó el resto, se sujetó la falda y subió por la escalera corriendo. El dormitorio de Joseph estaba ubicado hacia la derecha, y junto a él había una puerta. Trató de abrirla, pero estaba cerrada. Corrió hacia su habitación, la cruzó a toda velocidad, pero la puerta intermedia también estaba cerrada.
Golpeó la puerta con las palmas abiertas.
-¡Joseph! Si estás ahí, déjame entrar. ¡Joseph! ¡Joseph! -gritó.
Joseph abrió la puerta con una daga en la mano.
-¿Mi madre se encuentra bien? -le preguntó.
_______ lo empujó y entró. Allí, contra la pared, estaba la mesa que había visto en la biblioteca de los Harewood. Era cuatrocientos años más nueva, pero era la misma mesa. Y sentada en una silla, tratando de parecer inocente, estaba lady Arabella.
-Os voy a... -comenzó a decir Joseph.
Pero _______ lo interrumpió al abrir una pequeña puerta que se encontraba a la izquierda de la ventana. Allí, escondidos entre los estantes, había dos sirvientes.
-Por esto quería que me abrieras la puerta -le explicó. Estos dos espías habrían visto todo lo que estabais a punto de hacer.
Joseph y Arabella la observaban boquiabiertos, sin decir nada.
_______ miró a los dos sirvientes.
-Si se sabe una sola palabra de esto, sabremos quién ha sido. ¿Me comprendéis?
A pesar de la extraña forma de hablar de _______, si la comprendieron.
-Ahora, fuera de aquí.
Salieron con la rapidez de un ratón.
-Vos... -comenzó a decir Joseph.
_______ lo ignoró, y se volvió hacia Arabella.
-Os he salvado la vida, porque vuestro esposo se habría enterado de esto. Creo que sería mejor que os marcharais.
Arabella no estaba acostumbrada a que le hablaran así, y comenzó a protestar, pero luego pensó en el carácter de su esposo y salió a toda prisa de la habitación.
_______ se volvió hacia Joseph y vio la furia de su expresión, lo cual no era nada nuevo, ya que no la había mirado de otra manera desde que llegó. Lo miró seria y se dirigió hacia la puerta.
No pudo salir, porque Joseph le cerró la puerta en la cara.
-¿Me espiáis? -le preguntó. ¿Os divertís observando lo que hago con otras mujeres?
Cuenta hasta diez, pensó _______, o mejor aun, hasta veinte. Respiró profundamente.
-No me divierto observando cómo te comportas como un tonto con las mujeres -le respondió con calma-. Ya te he dicho por qué estoy aquí. Sabía que... ibas a llevarte a Arabella a la mesa, porque ya lo hiciste. Los sirvientes se lo contaron a todo el mundo, John Wilfred escribió la historia, Arabella tuvo un hijo tuyo y Robert Sydney la castigó. Ahora, ¿me puedo ir?
Vio la furia y la confusión en el rostro de Joseph y sintió lástima por él.
-Sé que lo que te estoy diciendo es imposible de creer. Cuando viniste a mí, yo tampoco lo podía creer, pero, Joseph, vengo del futuro y me han enviado para evitar que sucedan algunas cosas terribles. Lettice...
Su mirada la hizo detenerse.
-¿Acusáis a una mujer inocente? ¿O estáis celosa de todas las mujeres que toco?
La promesa de controlar sus emociones desapareció por la ventana.
-¡Pavo real vanidoso! No me importa con cuántas mujeres te acuestes. Eso no significa nada para mí. No eres el hombre que conocí. En realidad, eres menos hombre que tu hermano. Me han enviado para corregir un error, y voy a hacer todo lo que pueda, sin importarme tus esfuerzos para impedírmelo. Quizá si puedo evitar la muerte de Kit, salve las propiedades de los Stafford y nadie tratará de que dejes de ser un sátiro. Ahora déjame salir.
Joseph no se movió.
-No soy una bruja. ¿No puedes entender eso? Soy una persona común y corriente que está envuelta en extrañas circunstancias -se volvió hacia él-. No sé todo lo que sucedió cuando Kit murió. Dijiste que estabas practicando con la espada y te cortaste el brazo, por eso no pudiste acompañarlo a cabalgar. Vio una muchacha en un lago y fue detrás de ella. Se ahogó. Eso es todo lo que sé -además de que Lettice podía ser la responsable, pensó, pero no lo dijo.
Él la observaba con hostilidad.
-Cuando viniste a mí yo tampoco te creía. Me contaste cosas que no estaban en los libros de historia, pero aun así no te creía. Finalmente, me llevaste a Bellwood y me mostraste una puerta secreta que escondía una pequeña caja de marfil. Ninguno de los diferentes propietarios del castillo había encontrado la puerta. Dijiste que Kit te mostró la puerta una semana antes de morir -no le agradaba pensar en la muerte de Kit.
Joseph la miró. Era una bruja, porque Kit le había mostrado la puerta escondida en Bellwood la semana pasada. ¿Qué le había hecho a su hermano para persuadirlo a que le contara el secreto de esa puerta que sólo debían conocer los miembros de la familia?
¿Qué le estaba haciendo a su familia y a su casa? El día anterior había oído a un hombre en los establos cantando una canción llamada “Zippity Doo-Dah”. Tres de las damas de su madre ahora se pintaban las pestañas y decían que “lady” _______ les había enseñado. Su madre, su inteligente y sabia madre, había tomado una medicina de su mano con la inocencia de un niño. Kit la observaba con la intensidad de un ave de rapiña.
En los pocos días que llevaba en casa de los Stafford, había perturbado todo. Sus canciones, sus danzas, las historias que contaba (últimamente la gente del castillo hablaba de unas personas llamadas Escarlata y Rhett), incluso la forma en que se pintaba la cara afectaba a todos. Era una hechicera y poco a poco estaba embrujando a todos.
Él era la única persona que intentaba resistirse. Cuando trató de hablar con Kit sobre el poder que la mujer estaba ganando, su hermano se rió.
-¿Qué consecuencias pueden tener algunas historias y canciones? -le dijo.
No sabía lo que deseaba la mujer, pero no tenía intención de caer tan fácilmente bajo su hechizo como los demás. Iba a resistirse, sin importarle lo difícil que resultara.
Pero al contemplarla, comprendió que resistirse no sería fácil. El cabello le llegaba a los hombros y tenía la pequeña cofia de perlas en la mano. Nunca había visto una mujer tan hermosa. Lettice tenía rasgos más perfectos, pero esta mujer, esta _______ que lo enfurecía, tenía algo que no podía precisar.
Desde el primer momento en que la vio, fue como si tuviera algún poder secreto sobre él. Le gustaba dominar a las mujeres, besarlas, sentirlas contra su cuerpo. Le gustaba el desafío de conquistar a una mujer difícil, la sensación de poder que sentía cuando la dejaba.
Pero desde un principio esta mujer había sido diferente. La había observado mucho más que ella a él. Estaba alerta cada vez que miraba a Kit o a un sirviente atractivo, cada vez que sonreía o se reía. Su poder sobre él lo enfurecía. Después de que se fue de su habitación, no había dormido, porque sabia que ella estaba llorando. Nunca antes le había preocupado las lágrimas de las mujeres. Las mujeres siempre lloran. Lloran cuando las dejas, cuando no haces lo que desean, cuando les dices que no las amas. Le gustaban las mujeres como Arabella y Lettice, que nunca lloraban.
Pero la noche anterior, esta mujer se había pasado la noche llorando, y aunque no podía verla ni oirla, había sentido sus lágrimas. En tres ocasiones, estuvo a punto de ir a verla, pero se contuvo. No tenía intención de permitirle saber que tenía poder sobre él.
En cuanto a su historia sobre el pasado y el futuro, no hizo más que escucharla. Pero había algo extraño en ella. No le creyó ni por un momento que fuera una princesa de Lanconia, ni tampoco pensó que su madre le creyera, pero a lady Margaret le gustaban sus canciones extrañas y su forma tan rara de hablar. Actuaba como si todo fuera nuevo para ella, desde la comida y la ropa hasta los sirvientes.
Joseph la miró, no tenía idea de lo que _______ le había estado diciendo. Pero de repente sintió un deseo intenso por ella y retrocedió contra la puerta.
-No me embrujaréis como a mi familia -le dijo, como queriéndose convencer.
_______ vio el anhelo en su mirada, la forma en que pestañeaba. Su corazón se aceleró. Si lo tocas, regresarás, pensó, y no te puedes ir hasta que Kit esté a salvo y se descubra la traición de Lettice.
-Joseph, no quiero embrujarte, y no le hecho nada a tu familia que no haya sido para sobrevivir -extendió la mano para tocarle-. Si me escucharas...
-¿Escuchar vuestra historia del pasado y el futuro? -acercó su rostro al de ella-. Cuidado con lo que hacéis, mujer, os vigilaré. Cuando se descubra que no tenéis un tío rey, yo personalmente os echaré de mi casa. Ahora idos, y no volváis a espiarme -se dio la vuelta y salió de la habitación, dejando a _______ sola y con una sensación de desvalimiento.
Lo observó mientras se alejaba.
-Por favor, Señor, muéstrame cómo debo ayudar a Joseph. Déjame hacer lo que no hice la primera vez. Por favor, muéstrame el camino.
Sintiéndose más vieja que cuando entró, salió de la habitación.
sofiii1
Re: "El Caballero De La Brillante Armadura"(Joe y ______)
Mierdaa Joseph todavia no le cree ¬¬ pero por lo menos esta empezando a interesarse en ella
SIGUELAA!!
SIGUELAA!!
jb_fanvanu
Re: "El Caballero De La Brillante Armadura"(Joe y ______)
POR FAVOR CONTINUALA!!
Te juro que con todo lo que pasa, tengo ganas de pegarle a Joseph haha
y siempre me pregunto como terminara.. . mmm, interesante.
Te juro que con todo lo que pasa, tengo ganas de pegarle a Joseph haha
y siempre me pregunto como terminara.. . mmm, interesante.
Augustinesg
Re: "El Caballero De La Brillante Armadura"(Joe y ______)
OMJ! mugree joseph!
creeme!
te salve el pellejo a tii y a Arabella!
:S
siguela
me encantaaa :B
atte:Ale<3
creeme!
te salve el pellejo a tii y a Arabella!
:S
siguela
me encantaaa :B
atte:Ale<3
AleMoralesT3
Re: "El Caballero De La Brillante Armadura"(Joe y ______)
Ayyy SEGUILA!!!!!!!!!! ME E-N-C-A-N-T-A!!!!!!
DrippyJoBrosBTR
Re: "El Caballero De La Brillante Armadura"(Joe y ______)
quiero cappp
no nos puedes dejar asi!!!!!!
no nos puedes dejar asi!!!!!!
Julieta♥
Re: "El Caballero De La Brillante Armadura"(Joe y ______)
CAPITULO 15
A la mañana siguiente, _______ vio a Arabella cuando se subía a un poyo para montar en su hermoso caballo negro. Cerca de ella había un hombre que supuso que era su esposo, Robert Sydney. Deseaba verlo, deseaba ver el rostro del hombre a quien Joseph consideraba su amigo y que lo había enviado a una ejecución.
Sydney se volvió, y _______ contuvo el aliento. Robert Sydney se parecía mucho al doctor Robert Whitley, el hombre con quien una vez había pensado en casarse.
_______ se volvió, con las manos temblorosas. Es una coincidencia, pensó. Nada más que una coincidencia. Pero más tarde, recordó que cuando Joseph conoció a Robert en el siglo veinte, parecía que había visto un fantasma. Y Robert lo habla mirado con odio. Una coincidencia, pensó otra vez. No podía ser otra cosa.
En los dos días siguientes, casi no vio a Joseph. Cuando lo veía, la estaba observando de forma amenazadora desde alguna puerta o frunciéndole el entrecejo desde el otro lado de la mesa. Estuvo muy ocupada en la casa, pues le pedían juegos, canciones, historias... sus demandas de entretenimientos era insaciables. No podía caminar por el jardín o la casa sin que alguien la detuviera y le pidiera un poco más de entretenimiento. Pasaba largas horas tratando de recordar todo lo que habla leído o escuchado. Con la ayuda de Honoria, ideó una versión simplificaba del Monopoly.
Cuando se le acabaron las historias de los libros que había leído, comenzó a contarles historias sobre América, que le encantaban a lady Margaret.
Trató de mantenerse en el campo del entretenimiento y no hablar sobre religión y política. Después de todo, unos años antes la reina Maria había quemado a la gente que profesaba una religión distinta. Pero a veces Kit le preguntaba sobre la siembra en su país, y lo único de que podía hablarle era del abono y de cómo utilizarlo.
_______ sabia que las damas de lady Margaret estaban consternadas por su pobre educación, porque hablaba un solo idioma, porque no sabia tocar un instrumento musical, porque no sabia leer su escritura, pero le perdonaban casi todo.
Mientras enseñaba, también aprendía. Estas mujeres del siglo dieciséis no tenían que ser ejecutivas brillantes, madres afectuosas, cocineras y anfitrionas perfectas y amantes imaginativas con cuerpo de atleta. Si eran ricas, cosían, se dedicaban a cuidar de la casa y se divertían. Por supuesto, no esperaban vivir más allá de los cuarenta, pero por lo menos no estaban bajo la constante presión de hacer más y ser mejores durante sus pocos años de vida sobre la tierra.
Mientras pasaban los días en la Inglaterra del siglo dieciséis, _______ recordó su vida con Robert. La alarma del despertador sonaba a las seis y comenzaba a correr. Tenía que hacerlo para poder cumplir con las tareas diarias. Tenía que preparar las comidas, hacer la compra, arreglar la casa (Robert tenía una persona que le limpiaba la casa una vez por semana) y limpiar la cocina una y otra vez. Y en su “tiempo libre” tenía un empleo a tiempo completo. A veces deseaba estarse tres días en la cama y leer novelas de misterio, pero siempre había demasiado que hacer como para pensar en holgazanear.
Además, se sentía culpable. Si descansaba, pensaba que “debería” estar practicando gimnasia para reducir sus muslos, o planeando una cena elegante para los colegas de Robert. Se sentía culpable cuando, exhausta, servia una pizza sacada del congelador en la cena.
Pero ahora, aquí en el siglo dieciséis, las presiones de los días modernos parecían muy lejanas. La gente no vivía sola y aislada. Esta no era una casa con una mujer para realizar veinte trabajos, era una casa con ciento cuarenta personas para realizar setenta trabajos. Una sola mujer cansada no tenía que cocinar, limpiar, lavar, etcétera, y además realizar un trabajo fuera de casa. Aquí cada persona tenía un solo trabajo.
Las mujeres modernas eran responsables de su propio sentimiento de culpa, pero la gente del siglo dieciséis sufría muchas enfermedades, temía a lo desconocido, ignoraba la medicina, y la muerte siempre estaba presente y al acecho. La vida de las personas del siglo dieciséis no era prolongada. Desde que _______ llegó, se había producido cuatro muertes en la casa, y todos podían haberse salvado de haber contado con una unidad de urgencias. Un hombre murió cuando un carretón se le cayó encima. Hemorragia interna. Cuando _______ lo vio, hubiera dado cualquier cosa por ser médica y poder detener la hemorragia. La gente moría de neumonía, resfriados o de una haga que se infectaba. Ella repartía aspirinas, curaba heridas con Neosporin, daba cucharadas de Pepto-Bismol. Podía ayudarlos en pequeñas cosas, pero no podía hacer nada por la dentadura, por las roturas de ligamentos que los dejaban lisiados de por vida o por los apéndices que producían la muerte a los niños.
Tampoco podía hacer nada en relación con la pobreza. Una vez trató de hablar con Honoria sobre la inmensa diferencia entre la vida que llevaba la familia Stafford y la de los aldeanos. Entonces aprendió sobre las leyes suntuarias. En América todos pretendían ser iguales, diciendo que un hombre millonario no era mejor que un muchacho que se ganara la vida con el sudor de su frente. Pero nadie creía eso. A los criminales ricos les imponían sentencias leves; a la gente pobre, sentencias máximas.
En el siglo dieciséis, _______ había aprendido que la idea de igualdad era algo que provocaba risa. La gente no era igual, y por ley ni siquiera se le permitía vestir de la misma forma. Asombrada, _______ le pidió a Honoria que le explicara estas leyes suntuarias. Si un hombre tenía unos ingresos de cien libras o menos al año, podía usar terciopelo en su jubón, pero no en su túnica. Si ganaba veinte libras al año, podía llevar sólo jubones de raso o damasco y túnicas de seda. Uno que ganara diez libras o menos no podía usar paños que costaran más de dos chelines la yarda. Los condes podían llevar cebellina, pero los barones, sólo zorro ártico. Los sirvientes no podían llevar túnicas que les llegaran por debajo de la pantorrilla. Los aprendices vestían de azul (razón por la cual las clases superiores raramente usaban ese color).
Las reglas abarcaban los ingresos, las pieles, los colores, la ropa. A _______ le permitían vestir como una condesa, porque era una dama de lady Margaret. Honoria se rió y le dijo que cada uno usaba lo que podía comprar, y si a uno lo descubrían pagaba una multa y continuaba poniéndose lo que quería.
En el siglo veinte, ella no se preocupaba mucho por la ropa. Le gustaba que fuera cómoda y duradera, pero por lo demás no le prestaba demasiada atención. Sin embargo, estos hermosos trajes isabelinos eran otra cosa. En los pocos días que llevaba en el siglo dieciséis había descubierto que la gente estaba obsesionada con la ropa. Las damas de lady Margaret se pasaban horas ocupadas con los trajes.
Un día llegó un comerciante de Italia, y se lo recibió junto con sus telas en el salón de audiencias, como si hubiera descubierto la cura para las picaduras de las pulgas. Y _______ se vio metida en el alboroto que produjeron las mujeres al pelearse por las telas.
Joseph y Kit se unieron al grupo. Al igual que la mayoría de los hombres, les encantaba verse rodeados de hermosas mujeres sonrientes y alborozadas. Para sorpresa de _______, Kit eligió tela para dos vestidos para ella, diciéndole que ya era tiempo de que tuviera su propia ropa.
Esa noche, en la cama, estuvo despierta durante un rato y pensó qué diferente, y sin embargo qué parecida, era esta gente de la de su propia época. Las novelas ambientadas en la época isabelina que había leído le había producido la impresión de que la gente no hacía nada más que hablar de política. Aun con televisor, radio y revistas semanales, los americanos no estaban ni la mitad informados como los actores de las obras medievales. Pero _______ descubrió que los isabelinos, al igual que los americanos, estaban mucho más preocupados por la ropa y los chismes que por lo que hacía la reina.
Finalmente, _______ decidió hacer lo que pudiera, pero no creía que su labor fuera a cambiar la vida del siglo dieciséis. Había sido enviada para salvar a Joseph, y eso era en lo que iba a concentrarse. Era una observadora, no una misionera.
Había un aspecto de la vida medieval que no podía soportar, y era la falta de higiene. Se lavaban la cara, las manos y los pies, pero un baño completo era algo raro. Honoria le advertía sobre la “frecuencia” de sus baños (tres semanales), y _______ odiaba que los sirvientes tuvieran que traer la tina al dormitorio y luego llenarla con baldes de agua caliente. El esfuerzo para preparar el baño era tan enorme que después de que ella se bañaba, dos personas más usaban el agua. En una ocasión le tocó bañarse en tercer lugar y encontró piojos flotando en el agua.
El baño se estaba convirtiendo en una obsesión para ella, hasta que Honoria le mostró una fuente en el jardín de los nudos. Los “nudos” eran setos plantados en intrincados dibujos, con flores brillantes en las intersecciones. En el centro de cada nudo, en un pequeño estanque, había una fuente alta de piedra. Honoria le hizo una seña a un niño que estaba regando el jardín, y éste corrió y desapareció detrás de una pared. Para deleite de _______, comenzó a salir agua desde lo alto de la fuente. El niño estaba moviendo una rueda.
-¡Qué hermoso! -exclamó _______-. Como una cascada o... -le brillaban los ojos-... una ducha. Fue en ese momento cuando comenzó a idear un plan. Habló en privado con el niño que sabía cómo accionar la rueda y le prometió pagarle un penique si se encontraba con ella a las cuatro de la madrugada.
A la hora fijada, _______ salió de la habitación de Honoria, bajó por la escalera y llegó al jardín. Llevaba champú, enjuague, una toalla grande y otra pequeña. El niño, medio dormido pero sonriendo, tomó el penique (prestado por Honoria) y fue a dar vueltas a la rueda. _______ dudó un momento si quitarse o no la ropa, pero aún estaba bastante oscuro y faltaba un buen rato para que el resto de la casa se despertara. Se quitó la bata prestada y la larga falda de lino y se puso debajo de la fuente.
Nunca nadie había disfrutado tanto una ducha. Sintió que se estaba lavando años de suciedad y sudor. Nunca se había sentido limpia utilizando la tina, y después de varias semanas sin ducharse se sentía sucia. Se lavó el cabello tres veces, luego se lo arregló, se afeitó las piernas y las axilas y se enjuagó. Divino.
Salió de la fuente, silbó para que el niño dejara de accionar la rueda, se secó y se puso la bata.
Sonriendo complacida, emprendió el camino de regreso a la casa por el sendero. Quizá sonreía demasiado para ver con claridad o quizás aún estaba demasiado oscuro, pero se chocó con alguien.
-¡Gloria! -exclamó, y luego vio que era la heredera francesa-. Quiero decir, no eres Gloria, ¿verdad? ¿Dónde está la leona?
-_______ se sorprendió por lo que había dicho. Raramente veía a esta niña y cuando la veía, siempre estaba acompañada por su altiva niñera-guardiana-. No pretendía... -comenzó a disculparse.
La heredera no la escuchó, sino que pasó junto a ella con la cabeza erguida.
-Ya tengo la edad suficiente como para cuidar de mí misma.
_______ sonrió ante la actitud de la niña. Parecía uno de sus alumnos de quinto grado. Siempre creían que eran lo suficientemente grandes para cuidar de sí mismos.
-Te has escapado, ¿verdad? -le preguntó, sonriendo.
La niña se volvió con rapidez y miró a _______.
-Ronca -le respondió con una pequeña sonrisa-. ¿Qué hacíais aquí?
_______ miró la fuente y vio que estaba llena de pompas de jabón. Para ella eran contaminación, pero a la heredera le parecían maravillosas y tomó un puñado de espuma.
-Me estaba bañando. ¿Quieres bañarte?
La niña tembló ligeramente.
-No, mi salud es muy delicada.
-Bañarse no sienta mal -comenzó a decirle, pero se interrumpió. Trabajo misionero no, recuérdalo. Se acercó a la niña y la observó con detenimiento-. ¿Quién te ha dicho que estás delicada?
-Lady Hallet -miró a _______-. Mi niñera leona -se le formaron diminutos hoyuelos en las mejillas.
_______ pensó en lo que iba a decir, pues la niña parecía necesitar una amiga.
-Lady Hallet dice que estás delicada para poder ordenarte lo que debes comer, cuándo puedes caminar y cuándo no. Te tiene tan oprimida que tienes que escaparte antes del amanecer para ver los jardines. ¿No es así?
La niña la observaba con la boca abierta, luego se irguió.
-Lady Hallet me protege de las clases bajas-la miró de arriba abajo.
-¿Cómo yo? -le preguntó _______, ocultando una sonrisa.
-Vos no sois una princesa. Lady Hallet dice que una princesa no se exhibiría en la forma en que vos lo hacéis. Dice que no sois educada. Ni siquiera habláis francés.
-Eso es lo que lady Hallet dice. ¿Qué piensas tú de mí?
-Que no sois una princesa o, si no, no os...
-No. No lo que dice lady Hallet. ¿Qué piensas tú? La niña no sabía qué decir.
_______ le sonrió.
-¿Te gusta Kit?
La niña bajó la vista y se miró las manos, sonrojada.
-¿Tanto? -dijo _______.
-Él ni siquiera se fija en mí -murmuró la niña con voz sollozante. Levantó la cabeza y miró con odio a _______, y en ese momento era exactamente igual a Gloria-. Os mira a vos.
-¿A mí? Kit no está interesado en mi.
-Gustáis a todos los hombres. Lady Hallet dice que sois una...
-No me lo digas. Ya me lo han llamado antes. Bueno... ¿cómo te llamas?
-Lady Allegra Lucinda Nicolletta de Couret -respondió, orgullosa.
-¿Y tus amigos cómo te llaman?
La niña se quedó asombrada un momento, y luego sonrió.
-Mi primera niñera me llamaba Lucy.
-Lucy -le dijo _______, y miró hacia el cielo-, creo que es mejor que regresemos. La gente nos estará buscando.
Lucy parecía sorprendida, luego recogió su pesada y costosa falda y comenzó a correr. Obviamente estaba aterrorizada de que descubrieran que se había escapado.
-Mañana de madrugada -le gritó _______-. A la misma hora -no estaba segura de si Lucy la había oído o no.
Volvió a la casa, sin hacer caso de las miradas de los sirvientes, que observaban su cabello mojado y su bata. Cuando abrió la puerta del dormitorio de Honoria, suspiró. Ahora comenzaba el largo y doloroso proceso de vestirse, y era en ese momento cuando extrañaba la comodidad de las camisetas y los pantalones.
Después del desayuno, se separó de las demás mujeres para buscar a Joseph. Le pedían nuevas canciones, y el pequeño repertorio de _______ ya estaba agotado. Estaba cansada de tararear tonadas y de persuadir a las mujeres para que inventaran las letras. Pero hoy tenía que ver a Joseph. Nada iba a cambiar en lo relativo a su ejecución si no hablaba con él.
Lo encontró en una habitación que sólo podía ser un despacho, sentado frente a una mesa llena de papeles. Parecía estar sumando una columna de números.
Él levantó la vista y la miró, y luego volvió a mirar los papeles.
-Joseph, no puedes ignorarme. Tenemos que hablar. Alguna vez tendrás que escucharme.
-Estoy ocupado. No me molestéis con vuestra charla disparatada.
-¡Charla disparatada! -dijo ella-. La miró otra vez para que se quedara callada y volvió a la columna de números. Estos no tenían sentido para _______, porque algunos eran romanos, otros estaban escritos con una jota en lugar de una i y otros eran arábigos. Por lo tanto, no era extraño que le costara sumarlos. Abrió la pequeña bolsa bordada que le colgaba de la cintura y sacó la calculadora solar. La llevaba consigo porque Honoria y las otras damas siempre estaban contando las puntadas de sus bordados, y _______ se las solía sumar y restar para que los dibujos fueran precisos. Puso la calculadora junto a la mano de Joseph.
-¿Te ha mostrado Kit dónde está la puerta secreta en Bellwood? -le preguntó.
-Lord Kit -replicó Joseph de forma categórica-. No es de vuestra incumbencia. Ni yo tampoco. Ni la casa de mi madre. Señora, aquí no sois bienvenida.
_______ observó cómo, en su enojo, tomó la calculadora y comenzó a pulsar los botones. Marcó los números, apretó la tecla para sumar y al final la del resultado. Hablando aún, anotó el total en la hoja de papel.
-Y además... -continuó, y comenzó a sumar la segunda columna.
-Joseph -murmuró _______-, te acuerdas. -Luego le dijo más alto:- Te acuerdas.
-No me acuerdo -replicó, enojado; pero mientras hablaba, observó la calculadora en sus manos. Se dio cuenta de que la había estado usando, pero ahora el conocimiento sobre lo que era y cómo se utilizaba lo había abandonado. La tiró como si fuera algo demoníaco.
Para _______ fue toda una revelación verlo usar la calculadora. De alguna manera, lo que había experimentado en el siglo veinte estaba enterrado en su memoria. Aún faltaban cuatro años para que sucediera, pero también faltaban cuatrocientos años para el nacimiento de ella. Le estaban sucediendo tantas cosas extrañas que no podía cuestionar el conocimiento que Joseph tenía de las calculadoras. Pero si recordaba eso, entonces la recordaría a ella.
Se arrodilló junto a él y le puso las manos en un brazo.
-Joseph, puedes recordar.
Joseph deseaba apartarse de ella, pero no podía. ¿Qué tenía esta mujer? Era hermosa, pero había visto mujeres más hermosas. Había estado con mujeres más complacientes que ella, pero esta mujer... esta mujer estaba siempre en su mente.
-Por favor, no cierres tu mente. No luches contra mi. Podrías acordarte de más si quisieras.
-No me acuerdo -replicó con firmeza, mirándola a los ojos. Le hubiera gustado quitarle la cofia.
-Si te acuerdas. Y si no, ¿cómo has podido usar la calculadora?
-Yo no... -comenzó a decir, y observó el aparato que se encontraba sobre los papeles. Pues si, había sabido usarla, había sabido sumar con ella. De un tirón, quitó el brazo de debajo de sus manos.
-Dejadme.
-Joseph, por favor, escúchame -le rogó. Debes decirme si Kit te ha contado lo de la puerta de Bellwood o no. Nos daría una idea de cuánto tiempo tenemos antes de que... se ahogue -antes de que Lettice ordene que lo maten, pensó-. Pueden ser semanas o meses; pero si te ha enseñado la puerta, es cuestión de días. Por favor, Joseph, no luches conmigo.
Él no iba a permitir que lo controlara. No iba a ser como el resto de los ocupantes de la casa y a seguirla y pedirle favores. Cualquier día pediría una bolsa con oro a cambio de otra canción. Y su madre estaba tan encantada con ella que no vacilaría en darle el oro. Hasta ahora, lady Margaret le había dado a esta mujer vestidos y abanicos, y había rebuscado en los baúles de joyas de los Stafford para prestarle toda clase de cosas.
-No sé nada sobre esa puerta -mintió Joseph. Hacía unos días que Kit se la había mostrado.
_______ se puso en cuclillas y suspiró, aliviada.
-Bien, bien -no deseaba pensar que Kit estaba cerca de la muerte. Si Kit no moría, quizá Lettice no tendría oportunidad de poner sus garras sobre Joseph y se evitaría la gran injusticia. Y, por otra parte, quizá después de que Kit se salvara, ella regresaría al siglo veinte.
-¿Os interesa mi hermano? -le preguntó Joseph, mirándola.
_______ sonrió.
-Parece un muchacho agradable, pero nunca será... -se detuvo. “El amor de mi vida”, casi le dice. Miró sus ojos celestes y recordó la noche en que hicieron el amor. Recordó su risa, su interés por el mundo moderno. Sin pensar en lo que hacía, le extendió la mano. Joseph la tomó y la levantó hacia sus labios.
-Colin -susurró.
-Señor -dijo una voz desde la puerta -. Perdonad.
Joseph le soltó la mano y _______, viendo que el momento había pasado, se puso de pie y se acomodó la falda.
-Me avisarás por lo de la puerta, ¿verdad? Debemos vigilar a Kit.
Joseph no la miró. Ella sólo hablaba de su hermano. había atrapado su propia mente, pero no parecía sentir lo mismo hacia él. Su pensamiento era sólo para Kit.
-Idos -murmuró, y luego más alto:
-Idos y cantad vuestras canciones a los demás. Necesitaréis más que una canción para encantarme. Y llevaos eso -miró la calculadora como si fuera algo demoníaco.
-Puedes quedártela y usarla si lo deseas.
La miró enojado.
-No sé cómo usarla.
Con un suspiro, _______ recogió la calculadora y salió de la habitación. Todos los intentos que había realizado para hablar con Joseph habían fracasado. Por lo menos ahora comenzaba a comprender que él pensaba que estaba protegiendo a su familia de ella. No pudo dejar de sonreír al pensarlo, ya que el Joseph que tanto amaba también había antepuesto a su familia. En el siglo veinte, deseaba regresar a una probable ejecución para salvar el honor de su familia.
Este hombre sí era el Joseph que había venido a amar. En la superficie, con la mujer en la mesa y en el parral, se había parecido al libertino que describían los libros de historia. Y por supuesto, odiaba su animosidad contra ella. El resto de la familia no podía ser más agradable, el único hostil era Joseph.
¿Y si ella hubiera tenido algún otro motivo para desear estar cerca de su familia? No era bueno ser tan confiado como lo era la familia. Joseph tenía razón. Debía desconfiar de ella. Ya que no recordaba haberla conocido, no tenía por qué confiar en ella; y por la unión que había entre ellos, la forma en que a veces la “oía”, tenía razones para creer que era una bruja.
Recuerda, pensó. Joseph dijo que no recordaba nada, pero se había acordado de la calculadora y la había utilizado de forma correcta. Se preguntaba si recordaría otras cosas y comenzó a pensar en el contenido de su bolso. ¿Qué podría mostrarle para estimularle la memoria?
En el salón de audiencias todos estaban impresionados. Al parecer, había llegado el proveedor de alimentos. _______ se enteró de que este hombre viajaba por toda Inglaterra y compraba productos especiales para la familia Stafford y se los enviaba una vez por mes. Este mes había enviado piñas y chocolate llevado de México a España y luego a Inglaterra. También había azúcar de Brasil.
_______ se quedó atrás y observó cómo las mujeres lanzaban todo tipo de exclamaciones acerca de los productos exóticos y no pudo dejar de pensar cómo en el siglo veinte la comida se daba como seguro. Los americanos podían tener la comida que desearan en cualquier época del año.
Mientras miraba el chocolate en polvo cuidadosamente envuelto en un paño, pensó en el picnic americano que le había preparado a Joseph: pollo frito, ensalada de patatas, huevos y galletas de chocolate.
De pronto se le ocurrió una idea. Había oído que los olores y los sabores eran uno de los estimuladores de la memoria más fuertes. Sabía que determinadas comidas le recordaban a su abuela Amanda, pues en su casa siempre había una sorprendente variedad de comidas. Y el aroma a jazmín siempre le recordaba a su madre. Si le servía a Joseph la misma comida que había tomado en el siglo veinte, ¿lo ayudarla a recordar el tiempo que pasó con ella?
Le pidió permiso a lady Margaret para preparar la cena. Esta se sintió complacida con la idea, pero horrorizada de que _______ quisiera trabajar en la cocina. Le propuso que le dijera a la encargada de la despensa lo que necesitaba y hablara con la encargada de la cocina (la de la boca).
_______ insistió, y además lady Margaret había despertado su interés por la cocina. ¿Qué era una encargada de cocina para la boca?
Después de la larga y magnífica cena, _______ se dirigió a la cocina y se sorprendió por lo que vio: habitación tras habitación con enormes chimeneas, inmensas mesas y mucha gente corriendo de aquí para allá. Cada persona tenía un trabajo. Había dos matarifes, dos panaderos, dos cerveceros, un preparador de malta, un par de hombres que mezclaban, lavanderas, niños que realizaban trabajos extraños y un hombre cuya labor consistía en volver a poner el yeso cuando se caía. También había criados que registraban cada penique que se gastaba.
Enormes reses y cerdos entraban a la cocina en vagones y pasaban hacia el matadero. Habla almacenes que eran más grandes que casas y estaban llenos de barriles. Salchichas gruesas como un brazo y muy largas colgaban de los altos techos. En dos habitaciones ubicadas detrás de las chimeneas habla camas con colchones de paja donde dormían muchos de los que trabajaban en la cocina.
La encargada principal la llevó a través de las habitaciones, y después de que _______ fue capaz de cerrar la boca, que tenía abierta de asombro ante el tamaño del lugar y por la cantidad de comida, comenzó a decirle lo que deseaba.
Tragó saliva al ver cómo traían canastas con pollos y luego una mujer robusta comenzaba a retorcerles el pescuezo. Pusieron a hervir agua para escaldar los pollos y poder quitarles las plumas. (Las más suaves las guardaban para las almohadas de los sirvientes.)
Se sorprendió al ver que había patatas en una casa del siglo dieciséis; pero no las consumían a menudo. Algunas mujeres comenzaron a pelarlas, otras a hervir huevos, que eran mucho más pequeños que los del siglo veinte.
Para obtener la harina para preparar el pollo y las galletas, llevaron a _______ a la habitación donde se cernía. Allí se tamizaba una y otra vez la harina a través de cedazos de tela cada vez más finos. Comenzó a comprender por qué el pan blanco puro, llamado manchet, era tan caro. Cuanto más baja era la posición de una persona en la casa, más ordinario era su pan. El pan cernido sólo una vez tenía mucho afrecho, arena y suciedad. Sólo la familia y sus asistentes más allegados consumían pan perfectamente limpio.
_______ sabia que habría suficiente pollo, huevos y patatas para toda la casa, pero que las galletas del preciado y costoso chocolate serían sólo para la familia. Una de las cocineras la ayudó a decidir cuánto pollo debía rebozarse con harina del primer tamiz y cuánto con la del siguiente. _______ no iba a dar una conferencia sobre la igualdad, sobre todo porque sabia que la mejor harina no tenía afrecho y por ello perdía muchas vitaminas y no era tan nutritiva como la que se había tamizado menos veces. Se concentró en preparar comida como para alimentar a un ejército.
La comida, que era tan fácil de preparar en una cocina moderna de Inglaterra y en pequeña escala, no lo era en el siglo dieciséis. Todo debía prepararse en enormes cantidades y a partir de cero. No había mostaza ni mayonesa para los huevos y las patatas. La pimienta, guardada bajo llave, estaba entera, y alguien tenía que ir a buscar piedras y luego molería en un mortero del tamaño de una bañera. Las nueces para las galletas no venían en una bolsa de plástico, sino que había que pelarlas.
_______ supervisó, observó y aprendió. Se sorprendió al ver que los moldes de repostería estaban forrados con papel escrito. Vio cómo derramaban chocolate batido sobre una escritura que estaba segura de que había sido firmada por Enrique VII.
Cuando la comida ya estaba casi lista para servir, _______ pensó que debía ser un picnic. Envió hombres al huerto para que extendieran mantas en el suelo y luego pidió almohadas.
Ese día la cena se sirvió tarde, a las seis; pero, por la expresión de los comensales, el trabajo valió la pena. Comieron la ensalada de patatas con cucharas y devoraron platos llenos de huevos. Les encantó el condimento del pollo.
_______ se sentó frente a Joseph y lo observó tanto que casi no comió. Hasta donde podía ver, nada estimulaba su memoria.
Al finalizar la comida, los sirvientes trajeron bandejas de plata con grandes cantidades de galletas de chocolate y nueces.
_______ observaba a Joseph: mordió y masticó. Luego la miró, y a ella le brincó el corazón. Recuerda, pensó. Recuerda algo.
Joseph dejó la galleta y, sin saber por qué, se quitó el anillo de la mano izquierda y se lo dio.
_______ extendió la mano temblorosa y lo tomó. Era un anillo de esmeralda el que le había dado en casa de Arabella cuando le preparó galletas por primera vez. Pudo ver en su expresión que estaba sorprendido por su acción.
-Ya me habías dado este anillo antes -le comentó con suavidad-. Cuando te preparé esta comida, me diste este mismo anillo.
Joseph sólo podía mirarla. Comenzó a pedirle que le explicara, pero la risa de Kit rompió el encanto del momento.
-No te culpo -Kit se rió-. Estas galletas valen su peso en oro. Toma -se quitó el anillo de oro y se lo dio a _______.
Sonriendo y frunciendo el entrecejo al mismo tiempo, tomó el anillo. No valía nada comparado con la esmeralda de Joseph; pero si hubiera sido al revés, el anillo de Joseph habría seguido teniendo mucho más valor para ella.
-Gracias -murmuró, y volvió a mirar a Joseph. Pero él estaba mirando hacia otro lado y seguramente lo que recordó había desaparecido
sofiii1
Re: "El Caballero De La Brillante Armadura"(Joe y ______)
OMG!
mis preciosidades :)
jajaja
ME ENCANTO el capii
mass saberr que joe recordoo algoo
y que puede recordar solo que su memoria del siglo veinte dura muy poco
SIGUELA!
by-Ale<3
mis preciosidades :)
jajaja
ME ENCANTO el capii
mass saberr que joe recordoo algoo
y que puede recordar solo que su memoria del siglo veinte dura muy poco
SIGUELA!
by-Ale<3
Última edición por Ale-Jonatikaa♥loveJoBros el Vie 13 Ene 2012, 8:58 pm, editado 1 vez
AleMoralesT3
Re: "El Caballero De La Brillante Armadura"(Joe y ______)
ashhhh kit tenia q embarrarla y arruinar el momento???jajajaja
joe ya empezo a recordar y se q va a recordar todo jejeje
siguela pronto plissssss
joe ya empezo a recordar y se q va a recordar todo jejeje
siguela pronto plissssss
Julieta♥
Re: "El Caballero De La Brillante Armadura"(Joe y ______)
Noooooooooo!!
Dios! se vuelve re dificil la cosa!
Pero a la vez es muy interesante, porque ya le esta agarrando la vuelta haha.
Dios! se vuelve re dificil la cosa!
Pero a la vez es muy interesante, porque ya le esta agarrando la vuelta haha.
Augustinesg
Re: "El Caballero De La Brillante Armadura"(Joe y ______)
Ahhh mierdaa joe no recuerda nada! ¬¬ YA SE ! Y si le damos una buena piña ?? O_O capaz q asi recuerde xD
siguelaa!!!
siguelaa!!!
jb_fanvanu
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