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"El Caballero De La Brillante Armadura"(Joe y ______) - Página 5 Empty Re: "El Caballero De La Brillante Armadura"(Joe y ______)

Mensaje por AleMoralesT3 Miér 14 Dic 2011, 6:47 pm

siguela!!!
AleMoralesT3
AleMoralesT3


http://myfuckingheroes.tumblr.com

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"El Caballero De La Brillante Armadura"(Joe y ______) - Página 5 Empty Re: "El Caballero De La Brillante Armadura"(Joe y ______)

Mensaje por sofiii1 Sáb 17 Dic 2011, 12:26 am

Tardó en encontrar la biblioteca, y era como se la imagina¬ba en una casa grande como esta: libros con tapas de cuero, sillas de cuero, paredes verde oscuro, puertas de roble. Estaba contem¬plando el lugar y no vio al hombre rubio que se encontraba de pie frente a un estante, absorbido en un libro. Aunque tenía el rostro inclinado, _______ pudo ver que era extremadamente bien pare¬cido, no tanto como Joseph, pero lo suficiente como para acele¬rar varios corazones. También pudo advertir que sólo medía alre¬dedor de un metro sesenta. _______ sabía que los hombres bajos y apuestos eran tan vanidosos como gallos de pelea y adoraban a las mujeres bajas y bonitas como ella.
- Hola -lo saludó.
El hombre levantó la cabeza, la bajó, volvió a levantarla y terminó mirándola con descarado interés. Dejó el libro y se le acercó con la mano extendida.
- Hola, soy Hamilton Nolman.
_______ le dio la mano. Ojos celestes, dientes perfectos. Qué hombre tan interesante.
- Soy _______ Montgomery, y usted es americano.
- Culpable - le respondió, y se produjo una complicidad in¬mediata entre ellos. Se le acercó.
- ¿Ha visto un lugar como este?
- Nunca. Y lo mismo me pasa con la gente. Lady Arabella me ha enviado aquí a escribir a máquina y ni siquiera trabajo para ella.
Hamilton se rió.
- Muy pronto la hará fregar los baños. No permite mujeres hermosas cerca de ella. Todas las criadas que trabajan aquí son re¬pulsivas.
- No me había dado cuenta - lo miró -. ¿Es usted el estudioso que está trabajando con los papeles de los Stafford? ¿Los que estaban en la pared?
- El mismo.
- Debe de haber sido emocionante - le dijo, tratando de pa¬recer joven, inocente y tonta -. Me han dicho que los papeles con¬tienen información secreta. ¿Es verdad, doctor Nolman?
Él sonrió de forma paternal.
- Por favor, llámeme Lee. Ha sido bastante emocionante a pesar de que sólo estoy comenzando con ellos.
- Se trata de un hombre que estaba a punto de ser decapitado, ¿verdad? - bajó los ojos y la voz -. No va a contarme nada, ¿no?
_______ contempló cómo sacaba pecho, orgulloso, y un momento después estaban sentados y él le explicaba las cosas como si ya fuera profesor. A pesar de que era un poco ostentoso, le gustaba. ¿Le gustaría a su padre un yerno interesado en la historia medieval? Espera un momento, _______, se advirtió. Has renunciado a los hombres, ¿recuerdas? Estaba escuchando a Lee con tanta atención que no oyó entrar a Joseph.
- ¡Señorita Montgomery! - le dijo con un tono tan alto y firme que el brazo en que _______ apoyaba el mentón se vino abajo y ella casi se cae de la silla -. ¿Están mis cartas mecanografiadas?
- ¿Mecanografiadas? - le preguntó -. Oh, mi... lord Stafford, me gustaría presentarle al doctor Hamilton NoIman, éI...
Joseph pasó con arrogancia junto al doctor Nolman, sin hacer caso de su mano extendida. Se dirigió hacia la ventana.
- Déjenos - le pidió Joseph.
Lee levantó las cejas, recogió sus libros y salió de la habitación, cerrando las pesadas puertas.
- ¿Quién te crees que eres? - le preguntó _______ -. Ya no eres un amo y señor del siglo dieciséis. No puedes echar así a la gente. Y además, ¿qué sabes tú de escribir a máquina?
Joseph se volvió para mirarla y por su expresión no tenía idea a qué se refería.
- Estabas demasiado cerca de ese hombrecito.
- ¿Yo...? - replicó _______. ¿Estaba celoso? Se dirigió ha¬cia el gran escritorio de roble -. Es muy guapo, ¿verdad? E inves¬tigador a su edad, imagínate. ¿Cómo está Arabella? ¿Ya le has hablado de tu esposa?
- ¿De qué has hablado con ese hombre?
- De lo normal - respondió, deslizando el dedo por el escri¬torio -. Me dijo que soy bonita, esa clase de cosas.
Miró a Joseph y vio que su rostro tenía una expresión de furia controlada. Su corazón saltó de alegría. La venganza puede ser dulce, pensó.
- Sin embargo, he averiguado algunas cosas. Lee, el doctor Nolman, en realidad aún no ha leído el material. Al parecer tu Arabella se tomó su tiempo para elegir entre los muchos investiga¬dores que solicitaron ver los papeles. Por lo que he podido dedu¬cir, eligió al hombre más guapo por fotografía. Una especie de contienda de belleza masculina. He oído que rompió las fotografías de mujeres. Lee me ha contado que estaba terriblemente decepcionada porque él resultó ser más bajo que ella. Me ha di¬cho que Arabella lo miró y lo recriminó, diciéndole: "Creí que los americanos eran altos." Lee parece tener su ego intacto, pues sólo se rió. Él piensa que es una inexperta. Oh, lo lamento, había olvidado cuánto la adoras.
¿El rostro de Joseph estaba aún enfurecido, y _______ le dedicó su mayor sonrisa¬
- ¿Cómo está Arabella? -le preguntó con dulzura.
Joseph la observó durante un momento y luego sus ojos cambiaron. Se volvió y señaló una vieja mesa de roble que estaba contra la pared.
- Esa es la mesa verdadera - le sonrió, y salió de la habitación.
_______ apretó los puños y luego fue y le dio una patada a la mesa. Cojeando y sujetándose el pie, maldijo a todos los hom¬bres.

CAPÍTULO 9

La cena se servía a las ocho, y _______ se puso su ropa para visitar museos esperando que Elizabeth le enviara los trajes lo más pronto posible. Pero cuando ya eran casi las ocho y nadie la llamaba, se preguntó qué estaba sucediendo. Sabía que los sirvientes habían comido más temprano, y no la habían invitado a comer con ellos; por lo tanto, se sentó en su habitación y esperó.
A las ocho y cuarto, vino un hombre y le pidió que lo siguiera. La condujo a través de un laberinto de habitaciones hasta un largo comedor con una gran chimenea y una mesa tan larga como para patinar. Arabella, su padre, Joseph y Lee ya estaban sentados. Arabella, tal como esperaba _______, llevaba un vestido tan escotado que se le veía casi hasta la cintura. Mostraba más incluso de lo que _______ tenía.
Con la mayor discreción que pudo, se sentó en una silla que le sostuvo un sirviente, cerca de Lee.
-Tu jefe no quería comer hasta que llegaras -le comentó Lee mientras servían el primer plato-. ¿Qué hay entre vosotros dos? ¿Es descendiente de aquel Joseph Stafford que casi fue decapitado?
_______ le contó la misma historia que a la cocinera, y para entonces, probablemente, ya todos los sirvientes sabían que Joseph era un verdadero descendiente del otro Joseph y deseaba limpiar el nombre de su antepasado.
- Me alegro de que Arabella firmara el contrato, porque si, él se lo hubiera pedido primero, creo que le habría dado prioridad con los papeles. Míralos. Por la forma en que lo mira parece que podrían volver a hacerlo sobre la mesa, otra vez.
_______ se ahogó con el salmón y tuvo que beber medio vaso de agua para tragarlo.
- ¿Qué significa tu jefe para ti? Sois...
- No, por supuesto que no - replicó _______, y observó cómo Joseph se inclinaba para mirar a Arabella.
Cuando lo vio levantar la vista, se acercó más a Lee.
- Lee, estaba pensando que, ya que mi jefe parece estar tan ocupado, quizá necesites una secretaria para el fin de semana. Mi padre es profesor de historia medieval y tengo algo de experiencia en investigación por haberlo ayudado.
- Montgomery. ¿No será Adam Montgomery?
- El mismo.
- Lo oí una vez cuando presentó un trabajo sobre economía del siglo trece. Así que él es tu padre. Quizá necesite un poco de ayuda.
_______ casi podía leer su mente. Adam Montgomery podría ayudar a un profesor joven y luchador. Pero a _______ no le importó. ¿No era buena la ambición? Además, podía dejar que creyera lo que quisiera si eso la ayudaba a descubrir cuál era el se¬creto de la madre de Joseph.
- El baúl está en mi habitación - le explicó Lee, y su mirada era decididamente más cálida tras saber quién era su padre -. Quizá después de la cena, te gustaría... visitarla.
- Seguro - respondió _______, y se imaginó corriendo alrededor de una mesa tratando de escapar de sus ataques. Cuando pensó en la mesa, miró a Joseph y vio que la observaba. Levantó su copa de vino y bebió. Joseph apartó la vista, enojado.
Después de la cena, _______ regresó a su habitación para buscar sus notas y su bolso. También pensó que debería estar pre¬parada para una larga noche revolviendo viejos documentos de hacía cuatrocientos años.
Se perdió dos veces buscando la habitación de Lee. Se detuvo ante una puerta abierta, cuando escuchó la seductora voz de Arabella.
- Pero, querido, me asusta tanto estar sola de noche.
- En serio - oyó que le respondía Joseph -, creí que ya habías superado esos temores infantiles.
_______ se quedó perpleja.
- Déjame llenar otra vez tu copa - le dijo Arabella -. Y luego me gustaría mostrarte algo - bajó la voz -. Está en mi habitación.
_______ hizo una mueca. ¡Estúpido! De acuerdo con la cocinera, Arabella le mostraba todo a todos los hombres en su habitación. Luego, con una sonrisa maliciosa, revisó su bolso. Entró en la sala. Todas las luces estaban apagadas, excepto una muy tenue; Arabella estaba sirviendo un vaso de whisky y Joseph estaba sentado en el sofá con la camisa a medio desabrochar.
- Oh, lord Stafford - dijo alegremente, y comenzó a encender todas las luces de la sala -. Aquí está la calculadora que deseaba, pero me temo que la única que tengo es solar. Sólo funciona en una habitación muy iluminada.
Joseph observó con interés la pequeña calculadora que le entregó y, cuando _______ comenzó a mostrarle cómo funcionaba, sus ojos se agigantaron.
- ¿Se puede sumar?
- Y restar y multiplicar y dividir. Ve, aquí se ve el resultado. Digamos que usted desea restarle a este año el año en que su antepasado fue acusado de traición y perdió la fortuna de su familia para siempre; mil novecientos ochenta y ocho menos mil quinientos sesenta y cuatro le da cuatrocientos veinticuatro años. Cuatrocientos veinticuatro años para aclarar un error y evitar que sus descendientes se rían de usted... de él.
- Usted - le dijo Arabella, tan enojada que casi no podía hablar -, salga inmediatamente de esta habitación.
- Oh, oh - replicó _______ con inocencia -. ¿La he molestado? Lo lamento mucho. No era mi intención. Sólo cumplía con mi trabajo - comenzó a retroceder hacia la puerta -. Por favor, continúen con lo que estaban haciendo.
Salió de la habitación, caminó por el pasillo y luego regresó de puntillas. Vio cómo se oscurecía la habitación.
- Necesito luz - exigió Joseph -. La máquina no funciona sin luz.
- Joseph, por el amor de Dios, es sólo una calculadora, déjala.
- Es una máquina maravillosa. ¿Qué es este signo?
- Es un signo de porcentaje, pero no creo que ahora importe.
- Muéstrame cómo funciona.
_______ oía los suspiros de Arabella a través de las paredes. Sonriendo, y complacida consigo misma, fue a buscar la habitación de Lee. La recibió llevando puesto sólo un batín de seda. _______ contuvo la risa. Bastaba una mirada a su rostro y al mar¬tini que tenía en la mano para comprender que no tenía intencio¬nes de hablar de nada sino de llevarla a la cama. Tomó el martini, bebió un poco e hizo una mueca. Odiaba los martinis, secos o de cualquier otra forma.
Lee comenzó diciéndole lo hermoso que era su cabello, lo sorprendido que estaba de encontrar una mujer tan atractiva en esta vieja casa, lo bien que se vestía y qué pequeños tenía los pies. _______ podría haber bostezado, pero en lugar de ello, cuando él, le llenó otra vez la copa, sacó dos Librax de su bolso, abrió las cápsulas y las vació dentro del vaso de Lee.¬
- Hasta el fondo - le dijo alegremente.
Mientras esperaba a que las pastillas le hicieran efecto, le mostró la nota que Joseph había deslizado debajo de su puerta.
-¿Qué dice aquí?
Él echó un vistazo y le respondió:
- Creo que puedo traducirla - tomó papel y lápiz y escribió:

He pensado mucho
en mi vínculo contigo.
No merezco más tu ayuda.

Ahora estaba más cerca de poder comprender qué quiso decir Joseph la noche en que la dejó y ella lo encontró en un pub. Lee se pasó la mano por los ojos y bostezó.
Se puso de pie, se dirigió hacia la cama, y le dijo:
- Sólo un minuto. - Se durmió enseguida, y _______ se dirigió con rapidez al pequeño baúl de madera que se encontraba so¬bre la mesa, cerca de la chimenea.
Los papeles que había en el interior eran viejos, amarillos y quebradizos, pero la escritura era clara, y la tinta no estaba decolorada como las modernas, que se estropean en uno o dos años. _______ sacó los papeles y su corazón saltó al verlos. Estaban es¬critos en los mismos trazos de la nota que Joseph le había desli¬zado por debajo de la puerta, y no podía leer ni una palabra. Estaba inclinada sobre los papeles, tratando de descifrar al¬guna palabra aquí y allá, cuando de pronto la puerta se abrió de un golpe.
- ¡Ah, ah! - dijo Joseph, con la espada en la mano, al irrumpir en la habitación.
Cuando _______ se recuperó del susto que le había dado, le sonrió:
- ¿Ya ha terminado Arabella contigo?
Joseph miró a Lee, dormido sobre la cama, y luego a _______, inclinada sobre los papeles, y se sintió molesto.
- Se ha ido a la cama - le respondió.
- ¿Sola?
Joseph se acercó a la mesa y tomó un papel. - La letra de mi madre.
Ante el tono de su voz, _______ olvidó sus celos. - No puedo leerlos.
- ¡Oh! - exclamó, levantando las cejas -. Debería enseñarte a leer. Creo que podrías aprender.
_______ se rió.
- Muy bien, has ganado un punto. Ahora siéntate y lee.
- ¿Y él? - Joseph señaló con su espada a Lee.
- No se despertará en toda la noche.
Joseph puso la espada sobre la mesa y comenzó a leer la carta. Como _______ no podía ayudar, se sentó tranquilamente y lo observó. Si estaba tan enamorado de su esposa, ¿por qué se ponía tan celoso cuando otro hombre la miraba a ella? Y ¿por qué coqueteaba con Arabella?
- ¿Joseph? - le preguntó con suavidad -. ¿Has pensado qué sucedería si no regresaras a tu época?
- No - le respondió mientras examinaba una carta -. Tengo que regresar.
- Pero ¿y sino lo haces? ¿Si te quedas aquí para siempre?
- Me han enviado aquí para hallar respuestas. Han hecho daño a mi familia y a mí. Me han enviado aquí para reparar ese daño.
_______ estaba jugando con la empuñadura de la espada, haciéndola rodar de manera que las joyas reflejaran la luz de la lámpara que estaba sobre la mesa.
- ¿Y si te enviaron aquí por otra razón? ¿Una razón que no tiene nada que ver con haber sido acusado de traición?
- ¿Y cuál sería esa razón?
- No lo sé - respondió, pero pensó en el amor.
La miró.
- ¿Por el amor del que hablas? - le preguntó casi leyéndole la mente-. Quizá Dios piensa como mujer y le importa más el amor que el honor.
- Para tu información, hay mucha gente que cree que Dios es mujer.
Joseph le lanzó una mirada dándole a entender que pensaba que su idea era absurda.
- No, en serio, ¿qué sucedería si no regresas? ¿Y si averiguas lo que necesitas y aun así te quedas? Digamos durante un año o más.
- No lo voy a hacer - respondió, y la miró. Cuatrocientos años no habían cambiado a Arabella. Era la misma. Seguía desean¬do un hombre tras otro en su cama, seguía teniendo un corazón ¬de piedra. Pero esta muchacha que lo hacía reír, que lo ayu¬daba, que lo miraba con grandes ojos que mostraban todo lo que sentía, esta mujer podía lograr que deseara quedarse.- Tengo que regresar - dijo con firmeza, y volvió a mirar las cartas.
- Sé que es importante, pero sucedió hace tantos años y todo parece haber funcionado tan bien. Tu madre se casó con un hombre rico y vivió con lujo. No la abandonaron en la nieve o algo así, y sé que tu familia perdió las propiedades de los Stafford, pero ¿quién salió perjudicado? Tú no tuviste hijos y tu hermano tam-poco; entonces, ¿quién quedaba? Las propiedades pasaron a la reina Isabel, y ella convirtió a Inglaterra en un gran país, así que quizá tu dinero ayudó a tu país. Quizá...
- ¡Detente! - le dijo, colérico -. No comprendes el honor. Mi recuerdo es ridiculizado. Arabella me ha contado que ha leído sobre mí, y lo que tu mundo recuerda es lo que anotó un sirviente. Conozco al hombre. Era feo y ninguna mujer se fijaba en él.
- Entonces escribió sobre ti, Joseph. Lo lamento, pero ya está hecho. Es así. Quizá se pueda cambiar la historia. Sólo me preguntaba qué harías si tuvieras que quedarte, si no regresaras.
Joseph no deseaba pensar en eso. ¿Le diría a _______ que se casaría con ella y correría a la cama con ella? No deseaba decirle que Arabella, que una vez había sido tan atractiva para él, ahora lo aburría.¬
- Montgomery, ¿te has enamorado de mí otra vez? Ven, llevaremos estas cartas a mi dormitorio. Te permitiré que me hagas el amor.
- Estás loco - le dijo, poniéndose de pie -. Quédate aquí y Iee. No me importa lo que te suceda, te quedes en el siglo veinte o regreses al dieciséis, o al ocho - salió de la habitación, y cerró tan fuerte la puerta que Lee se movió en la cama.
Enamorarme de él, pensó. También podría enamorarse de un fantasma. Él tenía tanta realidad como un fantasma. Y además, si realmente se quedaba en el siglo veinte, sería una gran molestia. Siempre tendría que explicarle cosas. Imagínate tratando de ex¬plicarle cómo conducir un automóvil! Horrendo pensamiento. ¿Y si se quedaba, qué haría? ¿Qué podría hacer? Al parecer, todo lo que era capaz de hacer era montar caballos bravíos, empuñar una espada y...
Y hacer el amor a las mujeres, pensó. Parecía ser muy bue¬no en eso.
Mientras se dirigía a su pequeña y triste habitación, pensó que se sentiría bastante feliz de deshacerse de él. Arabella era sólo una de las mujeres que _______ conocía. Probablemente había cientos de ellas que el pobre sirviente desconocía.
Sí, pensó _______ mientras se ponía su bata, se sentiría muy bien cuando llegara el momento de librarse de él. Pero al meterse en la cama, no pudo imaginar un día sin ver a Joseph, sin observar su deleite por las cosas en las que ella ni pensaba. No podía imaginar no ver más su sonrisa o que no le hiciera más bromas.
Tardó mucho tiempo en dormirse y, cuando lo hizo, fue a intervalos.
A la mañana siguiente, se sentía fatal, y entró en la cocina donde estaba la señora Anderson y otra mujer en la mesa de trabajo. La mesa estaba cubierta por unas veinte o treinta latas abiertas.
- ¿Qué ha sucedido? - preguntó _______.
- No estoy segura - respondió la cocinera -. Abrí una lata de piña y salí un momento. Cuando regresé, alguien había abierto todas esas latas.
_______ frunció el entrecejo y luego le preguntó a la señora Anderson:
- ¿Alguien la vio abrir la lata de piña?
- Ahora que lo menciona, sí, había alguien aquí. Lord Stafford pasó por aquí para ir a los establos. Se detuvo y me habló. Es un hombre muy agradable.
_______ trató de ocultar su sonrisa. Sin duda, Joseph había visto el abridor de latas y decidió probarlo. En ese momento, una criada entró corriendo a la cocina, con una aspiradora.
- Necesito el palo de una escoba - parecía a punto de llorar -. Lord Stafford me pidió ver la aspiradora y aspiró todas las joyas de lady Arabella. Cuando la señora lo descubra, me despedirá.
_______ salió de la cocina sintiéndose un poco mejor.
No sabía dónde iba a desayunar, pero en el comedor vacío encontró un aparador lleno de platos con comida. Sintiéndose un poco desafiante, llenó un plato con comida y se sentó.
- Buenos días - le dijo Lee, entrando en la habitación. Llenó un plato y se sentó frente a ella -. Ah... lamento lo de anoche, creo que me quedé dormido. ¿Viste las cartas?
- Sí, pero no pude leerlas - le respondió con honradez y luego se inclinó hacia delante -. ¿Has leído lo suficiente como para descubrir quién traicionó a Joseph Stafford?
- Oh, claro que sí. Descubrí eso la primera vez que abrí el baúl.
- ¿Quién?
Lee abrió la boca para hablar, pero Joseph entró en la habitación y se calló.
- Montgomery - le dijo Joseph con firmeza -. La veré en la biblioteca - se volvió y salió de la habitación.
Lee gruñó:
¿Qué le sucede? ¿Se levantó del lado equivocado de la cama de Arabella?
_______ tiró su servilleta, miró enfadada a Lee y se dirigió a la biblioteca. Cuando hubo entrado, cerró la puerta.
- ¿Sabes lo que has hecho? Lee estaba a punto de decirme quién te traicionó y al entrar lo has interrumpido.
Joseph tenía ojeras, pero en lugar de tener peor aspecto, lo tenía aun mejor, más romántico, como Heathcliffe.
- He leído las cartas - le dijo mientras se sentaba en una silla de cuero con respaldo alto y miraba hacia fuera por la venta¬na -. No está el nombre de quien me traicionó.
Había algo que lo entristecía. _______ se le acercó y le puso una mano en el hombro.
-¿Qué sucede? ¿Estás preocupado por las cartas?
- Las cartas dicen lo que sufrió mi madre después de mi muerte. Ella cuenta... cuenta cómo ridiculizaron el nombre de los Stafford.
_______ no pudo soportar el dolor de su voz. Se puso delante de la silla, se arrodilló ante él y le puso las manos sobre las rodillas.
- Averiguaremos quién mintió sobre ti. Si Lee lo sabe, yo lo averiguaré. Y cuando lo hagamos, podrás regresar y cambiar las cosas. El estar aquí significa que tienes una segunda oportunidad.
La miró durante un largo momento y luego le tomó la cara con sus grandes manos.
- ¿Siempre das esperanza? ¿Nunca crees que ya no hay esperanza?
_______ sonrió.
- Casi siempre soy optimista. Por eso me enamoro de sinvergüenzas y espero que uno de ellos se convierta en mi caballero de brillante... Oh, Colin - intentó alejarse.
Pero Joseph la levantó del suelo, la tomó entre sus brazos y la besó. Ya la había besado antes, pero entonces sólo la deseaba, ahora quería más de ella. Deseaba su dulzura, su adorable co¬razón. Deseaba la manera en que lo miraba, su ansiedad por com¬placer.
- _______ - susurró, besándole el cuello.
Cuando le pasó por la cabeza el pensamiento de que no quería irse, la apartó de un empujón.
- Vete - murmuró con un tono muy tenso.
_______ se puso de pie, enojada.
- No te entiendo. Besas a cualquier mujer que se te acerca a la cara, nunca apartas a ninguna, pero conmigo actúas como si tuviera una enfermedad contagiosa. ¿Qué sucede? ¿Tengo mal aliento? ¿Soy demasiado baja para ti? ¿Mi cabello no es del color apropiado?
Joseph la miró, y en sus ojos brillaba todo su deseo por ella.
_______ retrocedió, como lo habría hecho una persona ante una hoguera. Se puso la mano en la garganta y durante un largo momento sólo se miraron el uno al otro.
Se abrió la puerta y Arabella entró en la habitación. Llevaba el traje de algún diseñador inglés.
- Joseph, ¿dónde estabas? - los miró, y al parecer no le agradó lo que vio.
_______ se volvió, pues no soportaba más mirar a Joseph a los ojos.
- Joseph - dijo Arabella con tono de exigencia – estamos esperando. Las armas están cargadas.
- ¿Armas? - preguntó _______, recuperándose.
Arabella la miró de arriba abajo y obviamente la encontró insuficiente. Las mujeres altas a menudo sentían así respecto de las bajas, pensó _______, y era inmensamente feliz de que los hombres no sintieran lo mismo.
- Vamos a cazar patos - respondió Joseph sin mirarla -. Dickie me va a enseñar una escopeta.
- Grandioso, vaya a matar patitos. Yo me las arreglaré - pasó junto a Arabella y salió. Desde arriba observó cómo Joseph subía al Range Rover y Arabella se lo llevaba.
Al volverse se dio cuenta de que no tenía nada que hacer. No se sentía libre para explorar la casa de Arabella y no deseaba pasear por sus jardines. Le preguntó a un sirviente que pasaba dónde estaba Lee y averiguó que se encontraba encerrado en su habitación leyendo las cartas y no deseaba que lo molestaran.
- Pero le ha dejado a usted un libro en la biblioteca - le informó el sirviente.
_______ regresó a la biblioteca y sobre el escritorio encontró un pequeño volumen con una nota: "He pensado que te gustaría este libro." _______ lo tomó entre sus manos.
A primera vista supo lo que era: el diario de John Wilfred, el pequeño y desagradable sirviente que había escrito acerca del episodio de Joseph y Arabella sobre la mesa. El prólogo decía que el libro se había encontrado en un armario que estaba detrás de una pared, cuando una de las casas de Joseph se quemó en los cincuenta.
_______ se sentó en el sofá a leer. En las primeras veinte páginas se dio cuenta de que era el diario de un joven enamorado, y la mujer que amaba era Lettice, la esposa de Joseph. De acuerdo con John Wilfred, su señora no podía hacer mal y su señor bien. Había páginas enteras con los defectos de Joseph, seguidas de otras con las virtudes de Lettice. Según el diario, Lettice era más hermosa que las perlas, inteligente, virtuosa, amable, con talento... y continuaba durante hojas y hojas, a tal punto que _______ sin¬tió deseos de tirar el libro.
El autor no tenía nada bueno que decir de Joseph. De acuerdo con el libro, Joseph pasaba el tiempo fornicando, blasfemando y convirtiendo en un infierno la vida de los que lo rodea¬ban. Además de la maliciosa y rencorosa historia sobre Arabella y la mesa, no había nada concreto sobre qué había hecho Joseph para merecer la animosidad de toda (si se podía creer en Wilfred) su familia.¬
Terminó de leer y cerró el libro con violencia. Debido a las falsas acusaciones de traición contra Joseph, sus propiedades, habían sido destruidas, y con ellas la verdadera historia de su vida, y de cómo había administrado las propiedades de su hermano y di¬señado una hermosa mansión. Todo lo que quedaba sobre él eran los malévolos deseos de un joven quejica. Sin embargo, en este si¬glo la gente creía en eso.
Se puso de pie y apretó los puños, enojada. Joseph tenía razón: tenía que regresar a su época para reparar el daño que le habían hecho. Le hablaría del libro, y cuando regresara al siglo dieciséis podría echar a John Wilfred de su casa. O, pensó, sonriendo, podría enviar al desagradable y pequeño sirviente con la perfecta Lettice.
_______ tomó el libro, salió de la biblioteca y le preguntó a un sirviente dónde quedaba la habitación de lord Stafford. Pensó en dejarle el libro para que lo viera. Ahora ya sabía leer la escritura moderna, y ella estaba segura de que tendría interés suficiente como para leer este libro.
Su habitación estaba cerca de la de lady Arabella. Tenía que ser así, pensó, enojada.
Una vez en su habitación, su enojo se disipó. Estaba decorada en azul, con una cama con cuatro columnas de madera con cortinas de seda azul. Ahí estaban los artículos de tocador cholas, todas las cosas que ella le había elegido. Extendió una, y tocó la crema de afeitar, el dentífrico, la maquinilla de afeitar.

De pronto, comprendió lo mucho que lo echaba de menos. Desde que había aparecido, habían estado juntos casi constantemente. Habían compartido un dormitorio, un baño, un cepillo de dientes. Se dirigió al baño y miró la bañera, sin ducha, y se preguntó cómo se arreglaría sin la ducha. ¿Habría otras cosas en su habitación que no comprendía?
Cuando regresó al dormitorio, sonrió al recordar la forma en que había salido del baño llevando sólo una toalla y con el cabello mojado. Antes de venir a Goshawk Hall, habían tenido una agradable intimidad. Lo había arropado durante la noche, le había besado la frente, le había lavado su ropa interior. Se habían reído juntos, habían conversado, compartido...
En la mesilla de noche había un ejemplar de Time, y abrió el cajón. Dentro había un pequeño sacapuntas, y tres lápices, dos de los cuales estaban muy cortos, una grapadora y dos trozos de papel llenos de grapas. Había un automóvil de juguete de fricción sobre un folleto a todo color de Aston-Martin, y debajo un ejempIar de Playboy. Sonriendo, cerró el cajón.
Caminó hacia la ventana y miró a través de los campos hacia los árboles del fondo. Era extraño que después de haber vivido con Robert durante más de un año y creído que estaba locamente enamorada de él, sintiera que en algunos aspectos había tenido más intimidad con Joseph que con él. Quizás era porque estar con Joseph resultaba fácil. Joseph nunca se quejaba cuando ella apretaba el tubo de dentífrico por la mitad. No se lamentaba de que no hiciera las cosas absolutamente perfectas.
En realidad, a Joseph parecía gustarle tal como era. Parecía aceptar todo como era, las personas o las cosas, y disfrutaba con ellas. _______ pensó en todas las citas que había tenido con hombres modernos y cómo se quejaban de todo: el vino no era el apropiado, la atención era lenta, la película no tenía un significa¬do profundo. Pero Joseph, enfrentado con innumerables problemas, disfrutaba con cosas tan insignificantes como un abrelatas.
Se preguntaba cómo reaccionaría Robert si de pronto se encontrara en el siglo dieciséis. Sin duda, exigiría esto y aquello y se quejaría cuando no se lo dieran. Se preguntaba si los isabelinos serían como los vaqueros de antes, que colgaban a los tipos parti¬cularmente fastidiosos.
Apoyó la cabeza sobre el cristal frío. ¿Cuándo se iría Joseph?
¿Cuándo averiguaría quien lo había traicionado? ¿Si Lee mencionaba el nombre durante la cena, Joseph se desvanecería en el aire?
Ya casi se ha acabado, pensó, y sintió que su corazón suspiraba por él. ¿Cómo podría vivir sin volver a verlo? Si no podía soportar no verlo durante un día, ¿cómo viviría el resto de su vida sin él?
Por favor, regresa, pensó. Nos queda tan poco tiempo. Mañana podrías irte, y no deseo perderme este tiempo contigo. No desperdicies con Arabella este poco tiempo que nos queda.
Cerró los ojos y tensó todo su cuerpo deseando que regresara.
“Si regresas, te prepararé un almuerzo americano: pollo fri¬to, ensalada de patatas, huevos revueltos y pastel de chocolate. Mientras cocino... pensó, puedes mirar las bolsas de plástico y el papel de aluminio y los Tupperware... si los hay en Inglaterra. Por favor, por favor, regresa Joseph."
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Mensaje por jb_fanvanu Sáb 17 Dic 2011, 12:55 am

Mierdaa!! Te odioo arabella!! :caliente2: Joseph volvee la puta q te pariio!! Ah se enojaba la loca :|

SIGUELAAA!!
jb_fanvanu
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Mensaje por AleMoralesT3 Dom 18 Dic 2011, 9:28 am

aghh!! mugre Arabella!
la detestoo!!!!!
grr-.-
jejejejejeje
SIGUELAA!!
joseeeph!
regresaa conmiggoo!
:\
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Mensaje por Julieta♥ Lun 19 Dic 2011, 1:35 pm

uuiisshhh arabella es un apesada

y joseph es un tonto por como trata a la rayis, y la rayis es otra tonta que se deja.....pero me encanta

siguela pronto plissssssss

no nos abandones..amo esta nove
Julieta♥
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Mensaje por jb_fanvanu Lun 19 Dic 2011, 11:03 pm

siguelaa!!
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Mensaje por AleMoralesT3 Mar 20 Dic 2011, 9:15 am

siguelaa!
porfiis!
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Mensaje por sofiii1 Mar 20 Dic 2011, 11:17 am

Joseph levantó la cabeza. Arabella le estaba abrazando el cuello, y su abundante busto presionaba el pecho desnudo de él. Estaban en un claro apartado, donde Joseph y otra Arabella habían pasado una tarde agitada. Pero hoy, Joseph tenía poco interés en la mujer. Ella le había dicho que deseaba discutir lo que había averiguado de su antepasado. Le dijo que había encontrado una nueva información, hechos que nunca antes se habían publica¬do.
Sus palabras fueron una tentación, y hubiera pagado cualquier precio por averiguar lo que sabía.
Arabella le volvió a bajar la cabeza.
- ¿Has oído? - le preguntó Joseph.
- Nada, querido. Sólo te escucho a ti - susurró.
Joseph se separó de ella.
- Tengo que irme.
Al ver su expresión de ira, supo que no debía enemistarse con ella.
- Alguien viene, y eres demasiado adorable para compartir¬te con algún curioso. Quiero conservar tu belleza para mí.
Esto pareció apaciguarle, ya que comenzó a abrocharse la ropa.
- Nunca he conocido a un hombre tan caballero como tú. ¿Esta noche entonces?
- Esta noche - le respondió, y la dejó.
La mayoría de los cazadores conducían Range Rovers, pero había media docena de caballos atados cerca de los vehículos. Joseph tomó el mejor, cabalgó de regreso a la casa y subió por la escalera de dos en dos escalones. Abrió rápidamente la puerta de su dormitorio.
_______ no se sorprendió al verlo.
Joseph permaneció allí un momento y la contempló. Su rostro, su cuerpo, expresaban que lo deseaba. Fue lo más difícil que jamás había hecho, pero miró hacia otro lado. No podía tocarla. Si lo hacía... si lo hacía, estaba seguro de que no desearía regresar a su época.
- ¿Qué deseas de mí? - preguntó con rudeza.
-¿Qué deseo yo de ti? - replicó, enojada. Había observado la forma en que desvió la mirada.- Al parecer era otra la que te deseaba, no yo.
Joseph se miró en el espejo del armario y vio que tenía la camisa mal abotonada.
- Las armas son buenas - comentó, arreglándose la camisa -. Con ellas podríamos vencer a los españoles.
-Inglaterra vence a todos, y sin armas modernas. Lo próximo que querrás serán bombas para llevarte cuando regreses. ¿Las armas te desabrocharon la camisa?
La miró en el espejo.
- Los celos te iluminan la mirada.
El enojo de _______ desapareció.
- ¡Sinvergüenza! ¿Se te ha ocurrido pensar que te estás comportando como un tonto por segunda vez? La historia se ha deleitado con tu aventura con Arabella, y ahora la estás repitiendo.
- Ella sabe algo que ignoro.
- Apuesto a que sí. Probablemente tiene más experiencia.
Joseph le tocó el mentón.
- Lo dudo. ¿Eso que huelo es comida? Estoy hambriento.
_______ sonrió.
- Te he prometido un almuerzo americano. Vamos a ver a la señora Anderson.
Caminaron del brazo hacia la cocina. Los cazadores se habían llevado comida en cestos, por lo tanto la cocina estaría libre.
Después de pedirle permiso a la señora Anderson, _______ se puso a trabajar: coció patatas y huevos, y luego se dedicó al pastel. En lugar de este, decidió preparar unos crujientes bizcochos de chocolate y nueces. Joseph se sentó a la mesa y experi¬mentó con las bolsas de plástico, con el papel de aluminio, y abrió y cerró los envases de plástico. Peló patatas y huevos y picó cebollas.
- ¿Le ayudabas a cocinar a Lettice?
Joseph se rió.
Cuando la comida estuvo preparada, _______ limpió la cocina, ya que Joseph se negó a ayudar, y colocó todo en un gran cesto junto con un termo lleno de limonada. Joseph la llevó has¬ta un pequeño jardín, donde se sentaron debajo de los olmos y co¬mieron.
_______ le contó que había leído el diario esa mañana, y mientras Joseph comía el quinto trozo de pollo, le preguntó por Lettice:
- Nunca la mencionaste. Hablas de tu madre, de tu hermano. Incluso de tu caballo favorito, pero nunca dices nada sobre tu esposa.
- ¿Me habrías permitido que te hablara de ella?
- ¿Es tan hermosa como Arabella?
Joseph pensó en Lettice. Parecía más lejana que sólo cuatrocientos años. Arabella era necia, un hombre no podría mantener una conversación con ella, pero tenía pasión. Lettice no tenía pasión, pero sí cerebro, el suficiente para saber siempre lo que más convenía.
- No, no es como Arabella.
- ¿Es como yo?
Joseph la miró y pensó en Lettice cocinando.
- No es como tú. ¿Qué es esto?
- Tomate en rodajas - le respondió, y quiso hacerle más preguntas, pero él la interrumpió.
- Dijiste que amabas al hombre que te abandonó. ¿Por qué?
_______ se puso inmediatamente a la defensiva y comenzó a decir que Robert era un bueno partido, pero sus hombros habían cedido.
- Ego. Robert me dijo que nadie lo había querido tanto. Su madre y su primera esposa habían sido frías. Creí que podía darle todo el amor que siempre había necesitado. Traté de hacer todo lo que él deseaba, pero...
Miró hacia el cielo.
- Creí que algún día sería como esos hombres de las películas, y regresaría y me diría: "Eres la mejor mujer del mundo. Me has dado todo lo que necesitaba." Pero no fue así. Robert continuó diciéndome: "Nunca me das nada." Y yo trataba de darle más aún. Pero...
- ¿Sí? - le preguntó con suavidad.
_______ trató de sonreír.
- Le dio a su hija una pulsera, y a mí, la mitad de las cuentas.
Desvió la mirada, pero luego vio que le estaba mostrando un anillo. Joseph se había quitado sus grandes anillos cuando se dio cuenta astutamente de que los demás hombres no los llevaban. Este tenía una esmeralda del tamaño de un guijarro.
- ¿Para qué es esto?
- Si pudiera, te bañaría en joyas.
_______ sonrió.
-Ya me diste el prendedor - se tocó el pecho con la mano. Llevaba el prendedor en el sostén pues temía llevarlo por fuera, ya que por su antigüedad y originalidad podría provocar preguntas -. Ya me has dado demasiado. Me has comprado ropa, me... Has sido amable conmigo – sonrió -. Joseph, estos últimos días han sido los más felices de mi vida. Ojalá no tuvieras que regresar.
Se tapó la boca con la mano.
- No he querido decir eso. Por supuesto que necesitas regresar. Necesitas regresar con tu bella esposa. Necesitas... necesitas tener herederos para legarles esas maravillosas propiedades y que no las confisque la reina. Pero, ¿se te ha ocurrido pensar que si el doctor Nolman nos dice quién te traicionó, tendrás que regresar de inmediato? Lee dice el nombre, y tú desapareces. ¡Puf! . Así desapareces.
Joseph, que estaba revolviendo la cesta de la comida, se detuvo.
- Mañana lo sabré. Me lo diga o no, mañana lo averiguaré.
- Mañana - repitió _______, y lo miró como tratando de memorizar sus rasgos. Observó su cuerpo, la camisa ajustada en los hombros, el vientre liso, las piernas musculosas, y recordó cuando llevaba sólo una toalla.
- Joseph - susurró, inclinándose hacia él.
- ¿Qué es esto? - le preguntó con aspereza, interponiendo entre ellos un bizcocho.
- Un bizcocho - respondió, disgustada y sintiéndose una tonta. La había besado unas pocas veces, pero sólo cuando ella se arrojó en sus brazos. Sin embargo, había regresado de pasar la mañana con Arabella con la camisa mal abotonada -. Comida -murmuró, parecía que sólo podía complacerlo con comida y bolsas de plástico. Deseaba tanto tocarlo que le dolían las puntas de los dedos, pero él no parecía sentir lo mismo por ella.
- Creo que será mejor que nos vayamos. Arabella regresará pronto y te reclamará - comenzó a ponerse de pie, pero Joseph la agarró de un brazo.
- Preferiría una hora contigo a una vida con Arabella.
_______ tragó y no se atrevió a mirarlo. ¿Le estaba diciendo la verdad o sólo trataba de que se sintiera mejor?
- Cántame una canción mientras como esto.
- No sé cantar y no conozco ninguna canción. ¿Qué te parece una historia?
- Mmm - fue todo lo que dijo con la boca llena de chocolate.
_______ comprendió cuántas historias eran desconocidas para él, historias que eran parte de nuestra cultura y que él ignoraba. Le habló del doctor Jekyll y Mr. Hyde.
- Tengo un primo así - le comentó. Terminó todos los bizcochos del plato y, para sorpresa de _______, se volvió y puso la cabeza en su regazo.
- Vas a engordar si sigues comiendo así.
- ¿Crees que estoy gordo? - le preguntó, mirándola y acelerándole el corazón. Parecía saber exactamente lo que le había hecho, y se rió de ella, pero se mantuvo indiferente. Sólo mostraba algún interés por ella cuando la veía con otro hombre.
- Cierra los ojos y compórtate - le dijo _______, acariciándole el cabello suave y rizado mientras le contaba una historia tras otra.
Ya era casi de noche cuando abrió los ojos otra vez y la miró durante un rato.
- Tenemos que irnos.
Se levantó, se arrodilló delante de ella y le puso una mano en la mejilla. _______ contuvo la respiración, pues pensó que la iba a besar otra vez.
- Cuando regrese, pensaré en ti.
- Y yo en ti - le respondió, poniendo una mano sobre la suya.
Joseph quitó la mano, tomó el anillo con la esmeralda de la cesta y se lo puso a _______.
- Joseph, no puedo aceptarlo. Ya me has dado mucho.
Él tenía una expresión de tristeza en la mirada:
- Daría más que esto por...
- ¿Por?
- Por llevarte de regreso conmigo.
_______ suspiró.
Joseph se arrepintió de haberlo dicho. No debía darle esperanzas. No deseaba herirla, pero la idea de dejarla se estaba convirtiendo en un dolor intolerable. Muy pronto, averiguaría que necesitaba saber y tendría que irse. Una noche más, pensó. Sólo le quedaba una noche más con ella.
Quizás esa noche la llevaría a su cama. Su última noche amor y éxtasis.
¡No!, pensó, mirándola a los ojos. No podía hacerle eso, dejarla llorando más fuerte que cuando la conoció. Demonio, pensó tampoco podía hacérselo a sí mismo. Regresar con su esposa fría al vacío de mujeres como Arabella. No, lo mejor era no tocarla.
- Sí, para que cocinaras.
- ¿Cocinar? - preguntó _______ tontamente -. Mira, vanidoso, insufrible, despótico...
- ¿Pavo real?
- Eso suena perfecto. ¡Pavo real! Si piensas que voy a regresar a una época sin agua corriente, ni médicos, en que los dentistas te arrancan los dientes y te rompen la mandíbula al hacerlo, sólo para cocinarte, entonces...
Él se inclinó hacia delante, le frotó el cabello con la nariz y le besó el lóbulo de la oreja.
- Te dejaré que visites mi cama.
_______ lo apartó y comenzó a describir la vanidad de él, pero cambió de expresión. Ella también podía cansarse:
- Muy bien, lo haré. Regresaré contigo y cocinaré para ti, y los domingos por la tarde los pasaremos juntos en la cama. O sobre las mesas.
Joseph se retiró hacia atrás y pareció empalidecer. Comenzó a guardar las sobras en la cesta. Le horrorizaba pensar en ella en su época. Si fuera su amante, Lettice la cortaría en pedacitos.
- Joseph, estaba bromeando - él no la miró.- Aceptaré el anillo si eso te hace feliz.
Dejó de guardar las cosas en la cesta y la miró.
- No sabes lo que dices. No deseas lo que no va a suceder. Cuando regrese a casa, debo enfrentarme con la condena. Si regresas conmigo, estarás sola. Mi época no es como la tuya. Las mujeres solas no viven bien. Si no estuviera allí para defenderte, tú...
_______ le puso la mano en el hombro.
- Sólo estaba bromeando. No deseo regresar. No tengo secretos que averiguar. Eres tú el que vino para averiguar algo, ¿re¬cuerdas?
- Tienes razón - le respondió, y le tomó la mano y se la besó. Se puso de pie y _______ advirtió que tenía la intención de dejar la cesta donde estaba. Probablemente recogió porque estaba alte¬rado. ¿Pero qué lo había alterado?
_______ llevó la cesta de regreso a la casa, detrás de él, y ninguno de los dos habló.
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Mensaje por AleMoralesT3 Mar 20 Dic 2011, 12:02 pm

:O!!! josephh!
no quiiero que te vayas!
grr
no lo soporto!!
tampocoo me quiiero ir con ell
peroo no quiero que se vaya!!
awww peroo joseph ess un tiernoo!
no.. realmenete no quiero que se valla!:)
jejejeeje graciias por subirr;)
aunqwee
quiiero mass!!!
mass!
jajajaja:B
SIGUELAA!
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Mensaje por Julieta♥ Mar 20 Dic 2011, 7:49 pm

noooooooooooooo

no kiero que se vaya....

que el desida quedarse..que acepte que esta enamorado d ela rayis

y asi viviran felices por siempre

siguelaaaaaaaaaaaaaa
Julieta♥
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Mensaje por DrippyJoBrosBTR Jue 22 Dic 2011, 1:10 pm

Hayyyyyyy joe! D:
Me encanta! Nueva lectora!
SEGUILA!!!!^^
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Mensaje por AleMoralesT3 Jue 22 Dic 2011, 1:47 pm

SIGUELLA!
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Mensaje por sofiii1 Jue 22 Dic 2011, 8:37 pm

CAPÍTULO 10

Cuando llegaron a la casa, Joseph apenas le hizo una señal con la cabeza mientras cruzaban por la cocina y se dirigían a sus dormitorios. Cuando _______ llegó a su habitación, sobre su cama había una gran caja, con el nombre de una compañía de envíos urgentes. Rompió el paquete, tirando el papel a todos lados.
Dentro había dos de los trajes de su madre.
"Gracias, gracias, Elizabeth", suspiró, apretando uno de los trajes contra su cuerpo. Quizás esta noche Joseph advertiría que había alguien además de la impresionante Arabella.

Cuando _______ entró en la sala donde la familia Harewood estaba sirviendo bebidas, advirtió que las dos horas y media que había tardado en arreglarse habían valido la pena. Lee dejó su copa a mitad de camino, y lady Arabella, por primera vez, apartó su mirada de Joseph. Incluso lord Harewood dejó de hablar de armas y perros y de sus rosas. En cuanto a Joseph, pensó _______, su reacción valió todo el esfuerzo. Su mirada se encendió cuando la vio, se hizo más intensa cuando se aproximó a ella, y, finalmente, se detuvo y frunció el entrecejo.
El vestido blanco de su madre tenía una manga larga y dejaba el otro hombro y el brazo al descubierto. Estaba cubierto de unos diminutos canutillos y cuando se movía, le marcaba las curvas. Se había puesto la pulsera de diamantes de Gloria en la muñeca del descubierto.
- Buenas noches - dijo.
- ¡Guau! - exclamó Lee, mirándola de arriba abajo -. ¡Guau!
_______ sonrió.
- ¿Eso es una copa? ¿Podrías servirme un gin tonic?
Lee obedeció como un niño.
Era sorprendente lo que podía hacer la ropa por una mujer, pensó _______. La noche anterior deseaba esconderse debajo de una mesa ante la presencia de Arabella, pero esta noche el vestido ¬rojo escotado de ésta parecía anticuado y deslucido.
- ¿Qué es lo que estás haciendo? - le preguntó Joseph.
- No se de qué estás hablando - le respondió, pestañeando inocencia.
- Estás exhibiéndote.
- Mucho menos que Arabella - replicó, y luego sonrió -. ¿Te gusta este vestido? Le pedí a mi hermana que me lo enviara.
Joseph estaba más tenso que de costumbre.
- ¿Vas a ver a ese médico después de cenar?
- Por supuesto - le respondió con dulzura -. Recuerda que pediste que averiguara lo que sabe.
- Joseph - lo llamó Arabella -. La cena.
- No debes llevar este vestido.
- Llevo lo que me apetece, y es mejor que vayas. Arabella está golpeando las patas de tu mesa.
- Tú...
- Aquí tienes - le dijo Lee, dándole una copa -. Buenas noches, lord Stafford.
La cena fue una magnífica experiencia para _______. Joseph no pudo apartar su mirada de ella, para disgusto de la ado¬rable lady Arabella. Lee se le acercó tanto que la manga de su cha¬queta colgaba sobre el plato de sopa de _______.
Después de la cena pasaron al salón, como en una escena, de una novela de Jane Austen, y Joseph cantó y tocó el piano. Tenía una voz profunda que _______ adoraba. La invitó a cantar con él, pero ella sabía que no tenía voz. Se sentó en una silla pe¬queña y observó celosa mientras Arabella y Joseph cantaban a dúo, con las cabezas juntas.
A las diez, _______ se excusó y se retiró a su habitación. No deseaba pasar la noche en la de Lee. El secreto de quien había traicionado a Joseph tendría que esperar para otro día.
A medianoche, _______ comprendió que no podría dormir. Continuaba viendo a Joseph cantando con Arabella, continuaba recordando la forma en que regresó con la camisa mal abotonada. Se levantó de la cama, se puso la bata, se arregló el cabello y se dirigió hacia la habitación de Joseph. No había luz debajo su puerta, pero sí había luz, ruido de vasos chocando y la seductora risa de Arabella al otro lado de la puerta de ella.
_______ no pensó en lo que hacía. Llamó a la puerta y mismo tiempo giró el picaporte y entró en el dormitorio de Arabella.
- Hola, ¿podría prestarme un alfiler? Se me ha roto un tirante. Un tirante muy importante.
Joseph estaba acostado en la cama de Arabella, con la camisa abierta y fuera del pantalón. Arabella llevaba una bata transparente negra, que no la cubría demasiado.
- Usted... usted... - le dijo Arabella, furiosa.
- Oh, hola, lord Stafford. ¿He interrumpido algo?
Joseph la miraba entretenido.
- Mire eso, un televisor Bang y Olafson. Nunca había visto uno. Espero que no le moleste, tenía muchas ganas de ver las últimas noticias. Ah, aquí está el mando a distancia - se sentó en el borde de la cama, encendió el gran televisor en color y comenzó a cambiar de canales. Detrás de ella, sintió que Joseph se sentaba
- Una película - susurró Joseph.
- No, sólo televisión - le dio el mando -. Ve, el encendido y el apagado. Este es el volumen y estos los canales.
- ¡Mire eso! Es una vieja película sobre la reina Isabel - apagó el televisor, colocó el mando en la mesilla de noche de Joseph, bostezó y comentó:
- Ahora recuerdo que tengo alfileres. Gracias de todos modos, lady Arabella. Espero no haber molestado demasiado.
_______ tuvo que correr hacia la puerta, pues Arabella venía detrás de ella con las manos en forma de garras. Apenas alcanzó a salir antes de que la puerta se cerrara en sus talones. Desde fuera escuchó lo que sucedía dentro de la habitación. Después de un momento, oyó los inconfundibles sonidos de una serie del Oeste, y luego a Arabella diciendo: "¡Apaga eso!" Sonriendo, regresó a su habitación y ya no tuvo dificultades para dormir.
A la mañana siguiente, Lee desayunó con ella.
- Creí que anoche vendrías a mi habitación. Te iba a leer las cartas.
- ¿Piensas decirme quién traicionó a Joseph Stafford?
- Mmm - fue todo lo que respondió Lee; por lo tanto, despu¬és del desayuno, _______ lo siguió a su habitación. Si le decía el nombre, ¿regresaría Joseph inmediatamente al siglo dieciséis?
Pero comprendió que sería todo un problema lograr que Lee le dijera algo.
- Estaba tratando de recordar. ¿Tu padre no estaba en la junta directiva de Yale? Quizá le interesaría leer mis descubri¬mientos.
- Con gusto le hablaré de ellos. Especialmente me gustaría contarle quién traicionó a lord Stafford.
Lee se le acercó mucho.
- Te lo diré si realizas una llamadita.
- En este momento, mi padre está en las regiones más inaccesibles de Maine y no hay forma de localizarlo.
- Oh - exclamó y se apartó -. Entonces creo que no podré decírtelo.
- Chantajista de vía estrecha. Estás jugando con una simple carrera, pero el nombre de ese traidor significa la vida de un hom¬bre para mí.
Lee se volvió y la miró asombrado.
- ¿Cómo pueden significar la vida de alguien unos papeles del siglo dieciséis?
Ella no sabía cuánto explicarle.
- Le hablaré a mi padre. Hoy le escribiré una carta. Puedes verla. La recibirá tan pronto como regrese.
Lee la miró con el entrecejo fruncido.
- ¿Por qué deseas tanto ese nombre? En todo esto hay algo extraño. ¿Quién es lord Stafford? No actuáis como jefe y secreta¬ria. Actuáis más...
En ese momento se abrió la puerta y entró Joseph. Lleva¬ba su ropa isabelina, mostrando los músculos de las piernas deba¬jo de las calzas ajustadas, y la brillante armadura de oro y plata. Levantó la espalda, apuntando a la garganta de Lee.
- ¿Qué es esto? - dijo el joven. Apartó la espada, y luego se quejó al cortarse la mano con la hoja afilada.
Joseph avanzó hacia él, con la punta del arma en su gar¬ganta.
- _______, pide ayuda - dijo Lee, retrocediendo -. Se ha vuelto loco.
Cuando el joven estuvo contra la pared, Joseph habló:
- ¿Quién me traicionó?
-¿Traicionarlo? Usted está loco. _______, llama a alguien antes de que este lunático haga algo que lamentaremos.
- Diga su nombre - exigió Joseph, hundiendo más la punta en la garganta de Lee.
- Muy bien - respondió el joven, exasperado -. Fue un hombre llamado...
- ¡Espera! - gritó _______, y miró a Joseph -. Si lo dice podrías irte. Oh, Joseph, podría no volver a verte.
Manteniendo la espada en la garganta de Lee, Joseph extendió el brazo hacia _______ y ella corrió hacia él. Lo besó con todo el deseo que sentía. Le agarró el cabello con las manos y le inclinó la cabeza hacia abajo mientras lo besaba. La pasión que sintió por parte de Joseph la hizo levantar los pies del suelo, y él la alzó con un brazo.
Él se separó primero.
- Vete.
Las lágrimas empañaban los ojos de _______ y podía jurar que eran de los ojos de Joseph.
- Vete - le repitió -. Aléjate de mí.
Obedientemente, demasiado débil para desobedecer, _______ se alejó unos pasos y lo observó. No volver a verlo, no volver a abrazarlo, no volver a oírlo reír, no...
- ¡EI nombre! - exigió Joseph sin dejar de mirar a _______. Cuando se fuera de este mundo deseaba que su última visión, fuera la de ella.
Lee estaba confundido por todo lo que estaba sucediendo.
- El hombre se llamaba...
Todo sucedió al mismo tiempo. _______, incapaz de soportar la partida de Joseph, saltó hacia él. Si él se iba, ella también.
- Robert Sydney - dijo Lee mientras _______ y Joseph se caían al suelo. Los miró y les dijo:
- Están locos - y pasó sobre ellos y salió de la habitación.
_______ mantuvo la cabeza contra la armadura de Joseph, con los ojos fuertemente cerrados.
Cuando Joseph se recuperó, la miró asombrado:
-Hemos llegado.
- ¿Adónde? ¿Fuera hay automóviles o carretas con burros?
Sonriendo, Joseph le tomó la cara entre sus manos.
- Nos quedamos en tu época. Te pedí que te quedaras alejada.
- Bueno. yo... ah. yo... - se sentó-. Pensé que podría ser una experiencia maravillosa ver la Inglaterra isabelina de primera ma¬no. Podría escribir un libro y responder a todas las preguntas que gente realmente desea saber como por ejemplo si Isabel era calva o no. Si la gente era feliz. ¿qué...
Joseph se sentó y la besó dulcemente en la boca.
- No puedes regresar conmigo - se llevó la mano a la espada -. Tratas mal a mi armadura. Tengo golpes de la última vez que me tiraste.
- Estabas a punto de cruzar delante de un ómnibus.
Joseph se puso de pie y extendió las manos para levantarla, y cuando _______ se incorporó, no le soltó las manos.
- Aún estás aquí. Ya sabes el nombre del traidor y aún estás aquí. Robert Sydney.
-¿Sydney? ¿Pero no fue Arabella Sydney...?
Joseph la agarró de los hombros y la llevó hacia la ventana.
- Él era el esposo de Arabella. No es difícil creer que le min¬tiera a la reina sobre mí.
- ¡Malditos seáis la mesa y tú! Si no hubieras sido tan... apasionado con Arabella, su esposo no te habría odiado. ¿Y tu espo¬sa? Ella también debió de disgustarse.
- En ese momento no estaba casado.
- En ese momento - murmuró _______ -. Quizá Robert se volvió loco por los demás momentos también - se dio la vuelta y lo miró -. Si regreso contigo, quizá podría alejarte de los problemas.
Joseph le bajó la cabeza contra su hombro.
- No puedes regresar conmigo.
- Quizá no regreses. Quizá permanezcas aquí para siempre.
-Tenemos que ir a Ashburton, donde está mi tumba. Tengo que ir allí y rezar.
Deseaba decirle más, decirle algo que le hiciera olvidar la idea de regresar, pero sabía que no había palabras. Su familia, su nombre, su honor eran muy importantes para él.
- Nos iremos hoy - le dijo _______ con suavidad -. Creo que ya no necesitas ver más a Arabella.
- ¿Ya no tienes más calculadoras y televisores para distraer¬me? - le preguntó divertido.
La giró para mirarla, con las manos sobre sus hombros.
- Tengo que rezar solo. Si regreso, lo haré solo. ¿Me com¬prendes?
_______ asintió con la cabeza. Tiempo prestado, pensó. Ahora estamos viviendo un tiempo prestado.
_______ se sentó sobre la cama de la habitación del bed and breakfast y miró a Joseph que se encontraba en la otra. Las primeras luces de la mañana ya le permitían verle el rostro. Sabían el nombre del traidor desde hacía tres días, y cada minuto de esos tres días _______ pensó que Joseph iba a desaparecer. Cada mañana, Joseph iba a la iglesia y rezaba arrodillado durante horas. Por la tarde rezaba otras dos horas.
Cada vez que él entraba en la iglesia, _______ permanecía fuera y contenía el aliento. Sabía que podía ser la última vez que lo viera. A las diez de la mañana entraba de puntillas a la iglesia y cuando lo veía, se le llenaban los ojos de lágrimas de gozo y alivio. Su corazón rebosaba de alegría al ver la dulzura de su rostro. Rezaba con tanta intensidad que quedaba extenuado. _______ lo ayudaba a levantarse, pues tenía las rodillas doloridas y rígidas después de haber estado arrodillado durante dos horas sobre el suelo frío de piedra. El vicario, sintiendo lástima de él, le había colocado un almohadón, pero Joseph se negaba a usarlo, diciendo que necesitaba el dolor de su cuerpo para recordar lo que había que hacer.
_______ no le preguntó por qué necesitaba recordar así su deber, pues no deseaba echar a perder la naciente esperanza que comenzaba a abrigar. Cada día, cuando _______ entraba a la iglesia y él veía que aún estaba con ella, se le iluminaba la mirada. Quizá no regrese, pensaba ella. _______ sabía que ella también debía rezar por su regreso. Sabía que el honor y el nombre de una familia y el futuro de mucha gente eran más importantes que sus deseos egoístas, pero cada vez que lo veía arrodillado en la iglesia, susurraba: ”Muchas gracias, Señor”
Tres días, pensó, tres días paradisíacos. Cuando Joseph no se encontraba en la iglesia, estaban siempre juntos. _______ alquiló bicicletas y se divirtió mucho enseñándole a montar. Cada vez que Joseph se caía, la tiraba con él y rodaban juntos por la hierba, que estaba llena de estiércol de vaca. Riéndose por el olor que tenían, se ducharon, y _______ alquiló un aparato de video y una película para ver en la habita¬ción.
Joseph tenía una curiosidad insaciable de conocimientos, así que iban a la pequeña biblioteca local y miraban cientos de li¬bros. Joseph deseaba ver todo lo que había sucedido desde 1564, deseaba escuchar toda la música. Deseaba oler, probar, tocar todo.
- Si me quedara - le comentó una tarde -, construiría casas. _______ tardó en comprender que se refería a diseñarlas.
Pensó en la belleza de Thornwyck y comprendió que tenía talento. Una catarata de palabras llegó a su boca antes de poder contenerlas:

- Podrías ir a una facultad de arquitectura. Tendrías mucho que aprender sobre los modernos materiales de construcción, pero ¬yo podría ayudarte. Podría enseñarte a leer mejor la escritura moderna y mi tío J. T. podría conseguirte un pasaporte. Es rey de Lanconia; diríamos que eres de Lanconia y podría llevarte a América, y mi padre podría ayudarte a ingresar en una facultad, y en el verano podríamos ir a mi ciudad natal de Warbrooke, en la costa de Maine, es un lugar hermoso y podríamos ir a navegar, y...
él se apartó:
-Tengo que regresar.
Sí, regresar, pensó. Volver con su esposa, la mujer que tanto ama. ¿Cómo podía importarle tanto a _______ y él no sentir nada por ella? Los otros hombres de su vida habían deseado algo de ella. Robert la quería para que lo adorara. Unos habían salido con ella por el dinero de su familia. Otros porque era demasiado incrédula. Pero Joseph era diferente. No trataba de obtener nada de ella¬
Había ocasiones en que, cuando lo miraba, sentía tanto júbilo que deseaba saltar sobre él en la biblioteca, en un pub o en la calle.
Pero cada vez que se le acercaba demasiado, Joseph retrocedía. Al parecer, estaba interesado en probar, oler, tocar to¬do, menos a ella.
Trató de interesarlo. ¡Vaya si trató! Con su tarjeta de crédi¬to se compró una bata de seda roja de doscientas libras garantiza¬da para volver loco a un hombre. Cuando salió del baño con ella puesta, Joseph apenas la miró. Había comprado un diminuto frasco de perfume llamado Tigress, de setenta y cinco libras. Se in¬clinó sobre Joseph, de manera que le quedara el pecho descubierto, y le preguntó si le gustaba el aroma. Apenas susurró una respuesta.
Puso los vaqueros a remojar en agua caliente, en la bañera, para encogerlos, y cuando estuvieron secos, le quedaban tan jus¬tos que tuvo que colocar un imperdible en la cremallera y recos¬tarse en el suelo para cerrarla. Los llevó con una blusa de seda ro¬ja sin sostén. Joseph no la miró.
Habría pensado que era homosexual si no hubiera mirado a cada mujer que pasaba.
_______ se compró medias negras, zapatos negros de tacón alto y una falda negra muy corta, y se los puso con la blusa de seda roja, Se sintió ridícula andando en bicicleta con tacones altos, pero lo hizo. Anduvo delante de Joseph durante cuatro millas, pero ni siquiera la miró. Los conductores se metían en los baches por mirarla, pero Joseph no le prestó atención.
El video que alquiló era Cuerpo caliente.
Al cuarto día estaba desesperada, y con la ayuda de la casera, preparó una elaborada escena para llevarse a Joseph a la cama, La casera le dijo a NichoIas que necesitaba su habitación, por lo tanto _______ hizo reservas en un precioso hotel de campo. Le explicó a Joseph que la única habitación que había podido conseguir tenía una cama grande con cuatro columnas, pero que ya se arreglarían. Él la miró extrañado y se alejó.
_______ llevaba en el baño del hotel desde hacía treinta minutos. Se sentía tan nerviosa como una novia virgen en su noche de boda. Con las manos temblorosas, se bañó en perfume. Cuando por fin estaba lista, se arregló el cabello y salió del baño. La habitación estaba oscura, pero podía ver el contorno de la cama... la cama que iba a compartir con Joseph.
Lentamente, caminó hacia ella. Veía una forma larga debajo del cobertor. Extendió la mano para tocarla.
- Joseph - susurró,
Pero su mano no lo tocó, eran... ¡almohadas!
Encendió la luz y vio que Joseph había construido una barricada de almohadas entre los dos. Se extendía desde la cabecera hasta los pies de la cama. Él se encontraba en el extremo más alejado, dándole la espalda, y esta era otra barricada.
Mordiéndose el labio para evitar llorar, se metió en la cama: y se quedó en el borde, sin tocar las odiosas almohadas. No apagó la luz, porque de repente se quedó sin fuerzas. Las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas.
- ¿Por qué? – murmuró -, ¿Porqué?
- _______ - le dijo Joseph con suavidad, volviéndose, pero sin pasar sobre las almohadas para tocarla.
- ¿Por qué te resulto tan poco deseable? - le preguntó, y se odió por hacerlo, pero ya no le quedaba orgullo -. Veo que miras a otras mujeres que no son tan bonitas como yo, pero a mí nunca me miras. Has puesto tus manos sobre Arabella y a veces me besas, pero nada más. Le has hecho el amor a muchas mujeres, pero a mí me rechazas. ¿Por qué? ¿Soy demasiado baja? ¿Demasiado gorda? ¿Odias a las pelirrojas?
Cuando Joseph habló, _______ supo que las palabras provenían de lo más profundo de su ser.
- Nunca he deseado tanto a una mujer como a ti. Me duele el cuerpo de desearte, pero tengo que irme. No puedo regresar y saber que te dejo sufriendo. Cuando te vi por primera vez, estabas llorando tanto que te escuché a cuatrocientos años de distancia. No puedo dejarte sufriendo otra vez.
- ¿No me vas a tocar porque no quieres que sufra por ti?
- Sí.
Las lágrimas de _______ se convirtieron en risa. Se Ievantó de la cama y lo observó de pie.
- Idiota. ¿No te das cuenta de que cuando te vayas, voy a su¬frir por ti todos los días durante el resto de mi vida? Voy a llorar tanto y tan fuerte, que me oirán desde el comienzo de los tiempos. Oh, Joseph, tonto, ¿no sabes cuánto te amo? Me toques o no, no podrás impedir mis lágrimas.
Hizo una pausa y le sonrió.
- Mientras sufro, ¿por qué no me permites tener un recuer¬do que tire a Arabella de la mesa?
Mientras _______ lo observaba, Joseph permanecía allí acostado, sin moverse, mirándola por encima de las almohadas.
En un segundo estaba en la cama, y al siguiente estaba sobre ella. _______ no lo vio moverse, sólo sintió su cuerpo contra el suyo, sintió su boca en su piel, sus manos sobre los hombros y luego, agarrándole las suyas con rapidez y firmeza.
- Joseph – susurró -, Joseph.
Él estaba sobre ella, con la boca y las manos en todos lados, mientras ella le besaba cualquier parte que llegara cerca de su bo¬ca. Le tiró de la bata y _______ oyó cómo se rasgaba. Cuando su boca caliente y húmeda se aferró a su pecho, gritó en éxtasis.
Este era el Joseph que había deseado durante cientos de horas. Con sus grandes manos le acarició los costados del cuerpo, el dedo pulgar jugaba con su ombligo, mientras sus labios y su len¬gua jugaban con sus pechos.
_______ le acarició el cabello.
- Déjame - susurró. Siempre había elegido hombres que la necesitaban, hombres que pensaban que nadie les podía dar suficiente. La experiencia sexual de _______ había sido con hombres que esperaban que ella les diera.
- ¿Joseph? - le dijo mientras los labios de él descendían hacia su vientre -. Joseph, no creo... - él le acarició los muslos y luego descendió más y más.
_______ arqueó su cuerpo contra la alfombra. Ningún hombre le había hecho eso antes. La pasión aumentaba mientras su lengua... Oh, Dios, su lengua...
- Joseph - gimió, y comenzó a tirarle el cabello hacia atrás, mientras su cuerpo se movía debajo de él. Le mordisqueó el interior de los muslos, acariciándole la parte trasera de las rodillas hasta que _______ no pudo más.
Joseph le sujetó la pierna izquierda y se la dobló mientras se colocaba sobre ella y la penetraba con tanta fuerza que trató de alejarlo. Pero su cuerpo se unió al de Joseph, entrelazando su pierna libre con la de él, mientras él empujaba con tanta fuerza que la llevó al otro lado de la alfombra. _______ levantó las manos para apoyarse contra la pared.
Joseph le soltó la pierna y ella lo agarró de la cintura y levantó las caderas para acompañar sus movimientos, mientras él le tomaba los glúteos y la levantaba hacia él. Alto, cada vez más alto.
Cuando por fin _______ sintió que Joseph se arqueaba para un último movimiento, su propio cuerpo tembló con él.
Después de un momento, se recuperó y recordó dónde estaba y quién era. Tenía la cabeza casi contra la pared y la mesilla de noche y la lámpara sobre ella.
- Joseph - murmuró, tocándole el cabello -. Ahora me explico por qué Arabella arriesgó todo por ti.
Él se apoyó sobre uno de sus codos y la miró.
- ¿Dormías? - le preguntó, sonriendo.
- Joseph, ha sido tan maravilloso – susurró -. Ningún hombre...
Él no le permitió terminar; le tomó de la mano y la levantó para que se colocara junto a él. La besó gentil, dulce y profundamente, luego le tomó de la mano y la condujo al baño. Abrió la ducha de agua caliente y luego la introdujo con él. La puso contra la pared y la besó, con su gran cuerpo contra el de ella.
- He soñado con esto - murmuró Joseph -. Esta fuente de agua la construyeron para el amor.
_______ estaba demasiado concentrada en la forma en que él se estaba moviendo hacia sus pechos como para responderle. Con el agua caliente golpeándoles el cuerpo, Joseph comenzó a besarla, la boca sobre sus pechos, su vientre, su cuello. _______ tenía la cabeza hacia atrás, las manos sobre los hombros de Joseph, hombros tan anchos que casi ocupaban toda la ducha.
Joseph se incorporó para mirarla. _______ abrió los ojos y vio que se estaba riendo.
- Quizá las cosas en el mundo moderno no han cambiado. Ahora yo parezco tu maestro.
- ¡Oh! - ella comenzó a besarle el cuello, el hombro, el pe¬cho, y a acariciarle los músculos de la espalda. Gordo, pensó. Le había dicho que engordaría, pero todo en él era músculo.
El agua caliente le caía sobre la cabeza, y _______ descen¬dió más, con las manos en los glúteos de él. Cuando cerró la boca en torno a su pene, fue el turno de gemir de Joseph.
Sus manos se hundían en el cabello mojado de _______, y ella oía sus gemidos de placer.
Casi la levantó del cabello cuando la colocó contra la pared, con las piernas alrededor de su cintura y la penetró casi con brutalidad. _______ se entregó a su pasión, apretándose contra él, mientras su lengua la penetraba igual que su cuerpo.
Cuando llegó el momento final, _______ habría gritado, pero Joseph le cubrió la boca con la suya.
Se colgó de él, temblando, con el cuerpo débil. Estaba segu¬ra de que si Joseph no la hubiera estado sosteniendo se habría ido por el desagüe.
Él le besó el cuello.
- Ahora te lavaré - le dijo suavemente, y la puso de pie, pe¬ro la sostuvo cuando casi se cae.
Como si tuviera una llave eléctrica en el cuerpo, olvidó su pasión, dio la vuelta a _______ y comenzó a lavarle el cabello. Su cuerpo y sus manos grandes y fuertes hicieron que se sintiera pe¬queña, frágil y protegida. Cuando terminó con el cabello, comenzó a enjabonarle el cuerpo.
_______ se inclinó contra la pared mientras las manos de Joseph le recorrían el cuerpo, arriba, abajo, a un lado, al otro, adentro, afuera... Antes de abandonarse otra vez, tomó el jabón y comenzó a acariciarlo con las manos enjabonadas. Tenía el cuer¬po más hermoso que jamás había visto en un ser humano. Era al¬to, con hombros anchos, cintura pequeña y muslos fuertes. Dios, pensó, hasta sus pies eran hermosos.
Cerró el grifo y lo enjabonó. Mirándolo, tocándolo. Joseph tenía una marca de nacimiento con forma de ocho en la cade¬ra izquierda. Tenía una cicatriz en la pantorrilla derecha.
- Me caí de un caballo - le dijo con los ojos cerrados -. Tenía una gran cicatriz en el antebrazo izquierdo -. Un ejercicio de espa¬da el día... - _______ sabía que el final de la frase era: "el día en que Kit murió". Tenía una extraña cicatriz ovalada en el hombro. Joseph sonrió, con los ojos cerrados -. Una pelea con Kit, yo gané.
Después regresó a la cabeza.
- Me alegro de que ninguna mujer te haya dejado una marca.
- Sólo tú, Montgomery, me has marcado - le susurró. _______ deseaba preguntarle por su esposa. ¿Le importaba tanto ella como su bella esposa? Pero no le preguntó, pues le preocupaba la respuesta que podía darle.
Joseph la hizo girar, abrió el grifo y los enjuagó a los dos. Cuando ya estaban limpios, la sacó de la ducha y comenzó a peinarle el cabello. _______ quiso ponerse la bata, pero Joseph, no se lo permitió.
- Te he soñado así - le dijo mirándola en el espejo -. Me has vuelto loco. Tu perfume - dejó de peinarla y le puso las manos sobre los brazos -. La ropa que llevas...
_______ sonrió, con la cabeza contra él. Se había dado cuenta, pensó. Sí.
Cuando acabó de peinarla, le secó el cabello y luego le alcanzó la bata blanca del hotel.
- Ven - le dijo, poniéndose la otra bata. La llevó abajo por la escalera; atravesaron la oscura recepción del hotel y llegaron a la cocina.
- Joseph, no deberíamos estar aquí.
La besó para que se callara.
-Tengo hambre - dijo, como si esa fuera una excusa suficiente.
Estar en la cocina del hotel cuando ella sabía que no debían, aumentaba la emoción de esta maravillosa noche. Le miró la espalda a Joseph mientras él abría la puerta del refrigerador. Era suyo, pensó, suyo para tocarlo cuando lo deseara. Tomándole de la mano, apretó su cuerpo contra el de él y apoyó la cabeza contra su hombro.
- Joseph – susurró -, te quiero tanto. No me dejes.
Él se dio la vuelta y la miró con una expresión de perplejidad y deseo. Volvió a mirar el refrigerador.
-¿Dónde está el helado?
_______ se rió.
- En el congelador. Abre esa puerta - se la señaló.
No deseaba que se alejara de su vista ni de su alcance, mien¬tras la llevaba hacia el congelador. Dentro había grandes envases con helados. Como mellizos siameses, fueron a buscar tazones, cu¬charas y un cucharón. Joseph sirvió una enorme cantidad en ca¬da tazón y guardó el envase en el congelador. Derramó helado de vainilla sobre la frente de ella y se puso a lamerlo. El helado cayó más abajo y continuó lamiéndole hasta que llegó a sus rizos rojizos.
- Fresa - le dijo, haciéndola reír.
Se sentaron a la mesa de dos metros y medio de largo, con los pies y las pantorrillas entrelazados. Comieron con tranquilidad durante un momento, pero luego Joseph le derramó helado so¬bre el pie y se lo lamió. _______ se inclinó para besarlo y "accidentalmente" le derramó helado en la parte interna del muslo.
- Apuesto a que está muy frío - le dijo, muy cerca de sus labios.
- No lo puedo soportar.
Lentamente, de manera que sus pechos rozaran su cuerpo desnudo, se dirigió hacia la mancha de helado y la lamió, y cuan¬do desapareció, continuó lamiendo. Olvidaron el helado cuando Joseph se apoyó en la mesa y atrajo a _______ hacia él. Como si no pesara, la levantó y se la colocó encima, levantando las manos para acariciarle los pechos, mientras _______ se movía hacia arri¬ba y hacia abajo.
Transcurrió algún tiempo antes de que se arquearan juntos. Joseph la besó con vehemencia.
- Señora - le susurró al oído - creo que habéis derretido mi helado.
_______ se rió y se acurrucó contra él.
- Hace tanto que deseaba tocarte - le acarició el pecho y el hombro, y luego introdujo la mano en la manga de la bata para acariciarle el brazo -. Nunca he conocido a un hombre como tú.
_______ se apoyó en un codo y lo observó:
- En el siglo dieciséis, ¿eras un hombre especial o todos eran como tú?
Joseph le hizo una mueca.
- Soy único, por eso las mujeres...
_______ lo besó:
- No digas más. No quiero oír nada más sobre tus mujeres, o tu esposa - bajó la cabeza -. Quiero pensar que soy especial, no sólo una de cientos.
Joseph le levantó el mentón para mirarla.
- Me llamaste a través de los siglos y respondí. ¿No es eso suficiente para convertirte en "especial"?
- ¿Entonces te preocupas por mí? ¿Aunque sólo sea un poco?
- No hay palabras para expresarlo - la besó con suavidad y le bajó la cabeza, pero cuando le acarició el cabello mojado, sintió que estaba tan relajada que iba a quedarse dormida. Le cerró la bata, la tomó entre sus brazos y la llevó a la habitación. Le quitó la bata, se quitó la suya, la acostó y se acostó junto a ella. Ya estaba dormida cuando se acomodó a su lado, su pene contra su cuerpo desnudo y una pierna sobre las de ella.
_______ le había preguntado si ella le importaba. Se estaba convirtiendo en todo para él, en su razón de vivir. Le importaba lo que pensaba, lo que sentía, lo que necesitaba. No podía estar más que unos minutos lejos de ella.
Todas las mañanas y todas las tardes iba a pedirle a Dios que lo hiciera regresar, pero una parte de su mente pensaba sin cesar en cómo sería no volver a verla, no volver a escuchar su risa, no volver a verla llorar, no volver a tenerla entre sus brazos.
Le pasó la mano sobre el hombro y la tapó con el cobertor. Nunca había conocido a una mujer como ella. No era mentirosa, no se apoderaba de lo que deseaba, no era egoísta. Sonrió al recordar sus protestas cuando la conoció. Le había dicho que no lo ayudaría, pero él había visto en sus ojos que no podía soportar dejarlo solo en una tierra extraña. Pensó en las mujeres de su época, y comprendió que ninguna ayudaría a un pobre loco.
Pero _______ lo había hecho, pensó. Lo había ayudado, y le había enseñado y... lo había amado. Le había dado su amor libre y completamente.
Completamente, pensó, sonriendo al recordar esta noche. Ninguna mujer le había respondido con una entrega tan completa. Arabella acostumbrada a exigir: “Aquí", "Ahora!". Otras pensaban que le hacían un favor. Lettice... No le ayudaba pensar en su fría esposa: se acostaba tiesa, con los ojos abiertos como desafiándolo para que cumpliera con sus deberes de esposo. En cuatro años de matrimonio no había podido dejarla embarazada.
Le acarició el brazo desnudo a _______, y ella, en su sueño, trató de acercarse más a él. Joseph le besó la frente. ¿Cómo podía dejarla? , pensó. ¿Cómo podía regresar a su otra vida, a sus otras mujeres, dejándola sola y desprotegida? Era tan delicada, que estaba a merced de hombres como el que él había arrojado a la calle.
Pensó en su madre y en Lettice. Esas dos mujeres podrían cuidar de sí mismas sin importar lo que sucediera. Pero _______, no. Temía que una semana después de dejarla regresara con ese hombre odioso al que una vez había creído amar.
Le acarició el cabello. ¿Cómo podía dejarla sola? No había nadie para protegerla. No comprendía el mundo moderno. El de¬ber de su padre era elegirle un esposo. Joseph sonrió al pensar qué sentiría _______ con un hombre elegido para ella por su pa¬dre. Todas esas tonterías sobre el amor.
Pero mientras la miraba, comprendió a qué se refería ella. _______ le había dicho que quizá lo habían enviado al mundo moderno por amor. Joseph se había burlado de la idea. ¿Este cataclismo había sucedido por amor, y no por honor? Pero Joseph había averiguado el nombre del traidor y no había regresad¬o.
Recordaba cómo _______ le había dicho que todo el pasado ¬se había resuelto bien. Quizá bien para ella. A él lo recordaban como un necio, pero quizás había sido un necio. Había necesitado muchas otras mujeres con una esposa como Lettice, y quizá Robert Sydney fue lo suficientemente estúpido para provocar su muerte; pero si regresaba, repararía todos los errores.
Si regresaba...
¿Entonces qué? Seguiría casado con Lettice, y habría muje¬res como Arabella para tentarlo. Aunque pudiera librarse de la acusación de traición, ¿esto lo cambiaría?
Se aferró a _______. ¿Y si se quedaba en este siglo? ¿Y si se había equivocado al juzgar los propósitos de Dios? ¿Y si lo había enviado no para regresar, sino para hacer algo aquí?
Recordó los libros que había visto con _______. Eran li¬bros de casas de todo el mundo, y lo habían intrigado. _______ le había mencionado algo llamado facultad de arquitectura, donde podría aprender a planear casas. ¿Aprender a ser un artesano? pensó, sorprendido; pero no parecía ser algo malo en este siglo. Al contrario, hombres como Harewood, que sólo eran hacendados, eran despreciados por los americanos, le había explicado _______.
América, pensó, el lugar del cual _______ hablaba constantemente. Le había explicado que irían a América y cocinarían, y él podría ir a la escuela. ¿Escuela a su edad?, le había preguntado, con desdén, ocultándole lo fascinante que le parecía la idea. ¿Vivir con _______ en este mundo moderno y planear edificios? ¿Esta era la razón por la que lo habían enviado? Quizá Dios había visto Thornwyck, le agradó y decidió darle otra oportunidad, pensó Joseph, sonriendo ante la idea de que Dios fuera tan frívolo.
¿Pero que sabía él sobre los propósitos de Dios? No lo había enviado para averiguar quién lo había traicionado. Lo había averiguado hacía casi una semana, y aún estaba allí. ¿Entonces por qué? ¿Por qué había venido al mundo moderno?
- ¡Joseph! - gritó _______, sentándose de un salto.
Él la tomó entre sus brazos.
- Soñaba que te habías ido, que ya no estabas aquí, que me habías dejado.
Le acarició el cabello.
- No te dejaré. Me quedaré contigo para siempre.
_______ tardó un momento en comprender sus palabras. Se levantó para mirarlo.
- Joseph - dijo despacio, interrogante:
- Yo... -contuvo el aliento. Le resultaba difícil encontrar palabras -. No deseo regresar, me quedaré aquí - la miró -, contigo.
_______ ocultó su rostro en el hombro de Joseph y comenzó a sollozar. Él le acarició el cuerpo y sonrió.
- ¿Estás triste de que no vaya para que no puedas regresar con ese Robert que le da diamantes a los niños?
- Soy tan feliz.
Joseph tomó un pañuelo de papel de la mesilla de noche.
-Toma, deja de llorar y cuéntame cosas sobre América. Y sobre tu tío que es rey.
_______ se sonó la nariz y sonrió.
- Creí que no te había hablado de eso.
- ¿Qué es un vaquero? ¿Qué es un pasaporte? ¿Qué es el Gran Cañón? Y no te alejes tanto de mí.
- Es cañón - le aclaró, volviendo a sus brazos, y comenzó a hablarle de América, de su familia, de su tío que se había casado con una princesa y ahora era rey de Lanconia.
Mientras amanecía comenzaron a hacer planes. _______, llamaría a su tío J.T., y le explicaría lo mejor que pudiera que necesitaba un pasaporte para Joseph, y así él podría ir a América; con ella.
- Conociendo al tío J. T., primero querrá que vayas a Lanconia para inspeccionarte. Pero le caerás bien.
- ¿Y su reina?
- ¿La tía Aria? Bueno, a veces puede ser un poco intimidante, pero es realmente estupenda. Cuando éramos niños, jugaba con nosotros al béisbol. Tienen seis hijos – sonrió -. Y ella tiene una misteriosa amiga llamada Dolly, que anda por el palacio llevando pantalones vaqueros y una corona - miró a Joseph... sus ojos celestes, su cabello negro, y pensó en la forma en que caminaba, la forma en que, a veces, miraba a la gente y la intimidaba -. Te adaptarías muy bien a Lanconia.
Les sirvieron el desayuno en la habitación, y Joseph le dijo:
- Preferiría helado de fresa.
En un momento, se encontraban en el suelo, rodando y ha¬ciéndose el amor. Luego llenaron la bañera, se sentaron uno fren¬te a otro y planearon más cosas sobre su futura vida juntos.
- Iremos a Escocia. Mientras esperamos el pasaporte, ire¬mos a Escocia. Es un hermoso lugar - dijo _______.
Joseph tenía un pie apoyado en el vientre de ella.
- ¿Llevarías los zapatos de tacón alto para andar en bicicleta?
_______ se rió.
- No te burles de mí. Con esos zapatos conseguí lo que quería.
- Y yo también.
Después de bañarse, se vistieron, y _______ decidió llamar a su tío J.T.
Joseph se volvió.
- Tengo que regresar a la iglesia por última vez - le dijo con suavidad.
_______ sintió su cuerpo rígido.
- No - murmuró, y luego se puso frente a él, y lo agarró de los brazos con fuerza.
-Tengo que hacerlo - le repitió, sonriendo -. Ya he estado allí y no ha sucedido nada. _______, mírame.
Ella levantó la cabeza, y él sonrió.
- ¿Estás llorando otra vez?
- Sólo estoy asustada.
- Tengo que rezar y pedir perdón porque no deseo regresar para salvar mi nombre y mi honor. ¿Comprendes?
_______ asintió en silencio con la cabeza.
- Pero yo voy contigo y no me separo de ti. ¿Comprendes? Esta vez no te voy a esperar fuera.
La besó.
- No te volveré a dejar. Ahora iremos a la iglesia por mis oraciones, y luego llamarás a tu tío. ¿Hay trenes en Escocia?
- Por supuesto.
- Ah, entonces ha cambiado. En mi época era un lugar inhóspito - la abrazó, y salieron del hotel.

Chicas este es ante ultimo capitulo antes de que termine la primera temporada!!!
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Mensaje por AleMoralesT3 Jue 22 Dic 2011, 10:05 pm

:O!!
VIVAA!
joseph me ama!:D
jejeje
bueno
aun no me lo dice pero yo lo se;D
jajjajajajjajjaa
estem
como que ya se va a acabar?!
o bueno es la primer temporadaa:B
jeje
estare bien
graciias por subirr
me encanto lo del helado de fres¬3¬
jjejjejejeje
LOL
siguelaa!
ya quieroo leer el final de la primer temporadaa!:D
by-Ale<3
AleMoralesT3
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Mensaje por jb_fanvanu Vie 23 Dic 2011, 12:02 am

biennn se quedaa con ellaa!!! Hay segunda temporada ?? "El Caballero De La Brillante Armadura"(Joe y ______) - Página 5 88550944

SIGUELAA!!
jb_fanvanu
jb_fanvanu


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