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"El Caballero De La Brillante Armadura"(Joe y ______)
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Re: "El Caballero De La Brillante Armadura"(Joe y ______)
siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii
lo logre!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
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Julieta♥
Re: "El Caballero De La Brillante Armadura"(Joe y ______)
AHHH Q QUILOMBO DE HOMBRES!! Pero ninguno de los 2 la quiere :( solo la necesitan para q los ayude ¬¬ Mandalos a la mierda ___!!!
SIGUELAAA!!!
SIGUELAAA!!!
jb_fanvanu
Re: "El Caballero De La Brillante Armadura"(Joe y ______)
Parteee 2
.
- ¡Quíteme las manos de encima! - gritó Robert -. No puede tratarme así. ¡Gloria, llama a la policía! _______, o vienes conmigo ahora, o nunca te haré una proposición de matrimonio. Nunca... - sus palabras quedaron interrumpidas cuando Joseph le cerró la puerta.
_______ se sentó en una silla, con la cabeza baja.
Joseph regresó, miró a Gloria y le dijo:
- ¡Fuera!
La niña corrió hacia la puerta y bajó rápidamente por la escalera de entrada.
Joseph se acercó a la ventana y miró hacia fuera.
- Ya se van y han dejado tu maleta en el suelo. Hemos hecho bien en librarnos de ellos.
_______ no levantó la cabeza. ¿Cómo se había metido en estos problemas? Ni siquiera podía salir de vacaciones sin que le sucediera algo malo. ¿Por qué no podía tener una relación normal con un hombre? ¿No sería hermoso conocer a un hombre en cual¬quier lugar e ir con él al cine o a jugar al minigolf? Quizá después de algunas citas, le propondría casarse, mientras tomaban un poco ¬de vino. Tendrían una bella boda, una bella casa y dos hermo¬sos niños. Toda su vida sería simple y común.
En lugar de eso, conocía hombres que habían estado en la cárcel o que estaban a punto de entrar en ella, hombres dominados por sus hijas odiosas u hombres del siglo dieciséis. No conocía a ninguna otra mujer que tuviera tantos problemas con los hom¬bres como ella.
- ¿Qué me pasa? - murmuró, cubriéndose el rostro con las manos.
Joseph se arrodilló delante de ella y le separó las manos.
- Estoy un poco cansado. Vamos arriba y me lees hasta que me duerma.
Como si fuera un animal atontado, dejó que Joseph la tomar¬a de la mano y la condujera arriba. Pero una vez allí, él no esperaba que le leyera. En lugar de eso, le dijo que se acostara y co¬menzó a cantarle. Era una canción de cuna suave y dulce, que _______ dudaba que alguien de este siglo hubiera oído antes. Se durmió.
Joseph se reclinó contra la cabecera y, cuando _______ se durmió, le acarició el cabello. Por Dios, cuánto deseaba tocarla. Deseaba pasarle la mano por la abundante cabellera pelirroja. Deseaba acariciar su suave y delicada piel, sentir que sus piernas lo envolvían. Deseaba secarle las lágrimas con un beso y luego besarle la boca, deseaba besarla toda hasta que sonriera y fuera feliz.
Ella dormía como un niño y suspiraba como si estuviera soñando. Nunca había visto una mujer que llorara con tanta frecue¬ncia como ella. Necesitaba mucho amor.
Le había preguntado sobre los matrimonios en este extraño y nuevo mundo, y las respuestas no lo habían complacido. Los casamientos debían ser un contrato, realizado por alianzas, para tener un heredero. Pero parecía que en este nuevo siglo los cónyuges se elegían por amor.
¡Amor!, pensó Joseph. Era un desperdicio de la energía del hombre. Había visto hombres que lo habían perdido todo por el "amor" de una mujer.
Le tocó la sien, le acarició esa parte del cabello y observó su hermoso cuerpo, de busto atractivo y piernas delgadas. Miren lo que ha sufrido esta muchacha por "amor". Joseph pensó en lo que habría dicho su madre de la idea de casarse por amor. Lady Margaret Stafford había tenido cuatro esposos y nunca pensó en querer a ninguno de ellos.
Pero cuando Joseph miró a esta mujer moderna, sintió una ternura que no había sentido antes. Llevaba el corazón fuera del cuerpo, listo para entregárselo a quien fuera amable con ella. Hasta donde él sabía, ella daba su ayuda en forma desinteresada lo mismo que su afecto.
Le puso la mano en la mejilla y _______, en su sueño apretó la cara contra ella.
¿Qué los había unido? No se lo había contado, pues le parecía que no iba a creerle, pero él sentía su dolor. Desde un principio, cuando ella sentía dolor, él también. Aquel primer día, fuera de la iglesia, ella había realizado lo que ahora sabía que era una llamada telefónica a su hermana. No tenía idea de lo que estaba haciendo, pero sintió que estaba herida.
Hoy, cuando estaba dando instrucciones al taxista con las bolsas, sintió su gran desesperación. El primer encuentro con el amante que la había abandonado lo impresionó tanto que tuvo dificultades para comprender las palabras.
Su primera impresión fue que _______ iba a abandonarlo. ¿Cómo hallaría la clave para regresar si ella lo abandonaba? ¿Qué haría sin ella?
Aún tenía dificultades para comprender el lenguaje moderno, pero entendió que su ex amante deseaba que se fuera con él y que _______ no sabía qué hacer. Joseph reaccionó dejándose llevar por un instinto primitivo y echó al hombre. ¿Cómo podía _______ pensar en irse con un hombre que otorgaba prioridad a su hija sobre una mujer? Ella merecía respeto porque era mayor. ¿Qué clase de país era éste que reverenciaba tanto a los niños hasta el punto de tratarlos como a la realeza?
Joseph le tocó el hombro y deslizó la mano por su brazo. Tres días, pensó. Hacía tres días no se conocían, y ahora hacía todo lo que podía para hacerle sonreír. Era tan fácil de complacer, una palabra amable, un obsequio, una sonrisa.
Se inclinó y le besó con suavidad el cabello. Esta mujer necesitaba que la cuidaran, que alguien se preocupara por ella. Era como un pimpollo que necesitaba un poco de sol para abrirse. Ne¬cesitaba...
Bruscamente, Joseph se alejó de ella y se detuvo junto a la ventana. No podía interesarse tanto en sus necesidades. Incluso si pudiera llevarla de regreso con él, no podría hacer otra cosa más que convertirla en su señora. Se sonrió. No creía que _______ pudiera ser una muy buena señora. Nunca consultaría a su señor y lo que tuviera se lo daría a cualquier niño sin zapatos.
Había mucho más de este siglo veinte que no comprendía, además de las máquinas que producían luz e imágenes. No entendía su forma de pensar. Ayer había visto algo extraño llamado una película. Tardó un tiempo en poder verla; era tan grande, y la vida de esos gigantes aplanados que parecían tan reales le fue difícil de comprender. _______ le había explicado que eran de ta¬maño normal, pero que al igual que una persona podía dibujarse más pequeña, se los podía fotografiar más grandes. Después de recuperarse de la impresión de las figuras, se dio cuenta de que no había comprendido la historia. Una muchacha joven se iba a casar con un hombre de dinero, pero lo dejaba por un muchacho joven y sin dinero, que no tenía más que un buen par de piernas.
Más tarde, _______ le había dicho que la historia le había parecido "maravillosa" y "romántica". No comprendía esta forma de pensar. Si su madre hubiera tenido una hija y ésta hubiera rechazado el honor de un buen contrato matrimonial, lady Margaret la hubiera golpeado y luego le hubiera ordenado al lacayo más fuerte que la golpeara. Pero, en esta época, parecía alentarse la desobediencia infantil.
Se volvió para mirarla, dormida sobre la cama, con las rodillas dobladas y la mano sobre la cara.
Si se quedaba en esta época, pensó, quizá podría quedarse con ella. Sería agradable vivir con una mujer tan dulce, que le preguntaba si deseaba una almohada, una mujer que lo sostenía cuando tenía pesadillas. Una mujer que no lo deseaba porque fuera un conde o porque tuviera dinero. La vida con ella podía ser agrada¬ble.
¡No!, pensó, y se volvió hacia la ventana otra vez. Recordó a esa odiosa bruja de Bellwood, que se rió de Joseph Stafford. Si se quedaba con _______, nunca cambiaría cómo lo recorda¬ban. La mujer de Bellwood había comentado que después de la muerte de Joseph, la reina Isabel se había hecho con las propiedades de los Stafford y más adelante, había destruido la mayoría durante la Guerra Civil. Sólo quedaban cuatro de las muchas propiedades.
Honor, pensó Joseph. La gente de esta época parecía pensar muy poco en el honor. _______ no comprendió realmente lo que él quiso decir cuando se refirió al honor. Ella pensó que la historia de lady Arabella era muy divertida. La idea de un hombre ejecutado por traición no le molestaba. "Fue hace tiempo", había comentado ella. Para Joseph no hacía tanto tiempo. Para él hacía sólo tres días.
Esto que le había sucedido le había sucedido por alguna razón. Dios le estaba dando una segunda oportunidad. En algún lugar de esta época estaba la respuesta a la pregunta de quién lo había odiado tanto para desear que lo mataran. ¿Quién se beneficiaba con su muerte? ¿Quién tenía toda la confianza de la reina para que ella creyera todo lo que esa persona decía?
Nada se había descubierto en su juicio. Los hechos eran que había formado un ejército sin pedirle permiso a la reina. Hombres de Gales habían venido para jurar que habían pedido tropas, los jueces no los escucharon. Juraban que tenían evidencias "secretas" que demostraban que Joseph estaba pensando atacar a la reina y volver a implantar en Inglaterra la religión católica. A Joseph lo habían condenado a muerte, y creyó que ese era su destino hasta que su madre le envió un mensaje diciéndole que había encontrado nuevas evidencias y pronto se conocería la verdad. Pronto, Joseph sería un hombre libre.
Pero antes de que pudiera descubrir cuál era la evidencia, "murió". Por lo menos eso es lo que la historia había escrito de él. Una muerte indigna. Encontrado muerto sobre una carta sin terminar.
¿Por qué su madre no había traído la evidencia antes de su muerte y purificado su nombre? En lugar de ello, había renunciado al control de las propiedades de los Stafford y se había casado con Dickie Harewood.
Había muchas preguntas que responder. Demasiada injusticia que corregir. Demasiado honor en juego.
Lo habían llamado a esta época para descubrir lo que necesitaba saber y le habían dado a esta adorable joven para que lo ayudara. Se volvió para mirarla y sonrió. ¿Habría sido él tan generoso si ella se le hubiera acercado y le hubiera dicho que era del futuro? Pensó que no. Hubiera encendido el fuego para quemarla por bruja.
Pero ella le había dedicado todo su tiempo, aunque con un poco de renuencia al principio. Era generosa por naturaleza.
Y ahora se estaba enamorando de él. Lo veía en sus ojos. En su época, cuando una mujer comenzaba a quererlo, la abandona¬ba. Las mujeres que lo aman a uno son una incomodidad. Prefería las mujeres como Arabella, a quien le gustaban las joyas o una fi¬na tela de seda. Arabella y él se entendían el uno al otro. Entre ellos sólo había sexo.
Pero con _______ no era lo mismo. Ella daría amor y amaría con todo su ser. Ese hombre, Robert, había recibido un po¬co de su amor, pero era demasiado estúpido para saber qué hacer con él. Había utilizado a _______, había jugado con su amor y la había hecho desgraciada.
Se acercó a ella. Si él, Joseph, tuviera su amor, sabría qué hacer con él. Él...
¡No!, pensó, y miró hacia otro lado. No podía permitirle que lo amara. Cuando él se fuera, ella se sentiría muy triste. A Joseph no le agradaría regresar y pensar en ella aquí sola, pensar que amaría a un hombre muerto hacía más de cuatrocientos años.
Tenía que encontrar un modo para que dejara de amarlo. Necesitaba su conocimiento de este mundo extraño; no podía de¬jarla ir. Pero tampoco podía dejarla en esta situación. Tenía que encontrar una manera de detener su amor, y tenía que ser algo que ella comprendiera, algo relacionado con su mundo.
Sonriendo ante lo absurdo de la idea, Joseph pensó que podía decirle que estaba enamorado de otra mujer. Eso suele alejar a las mujeres. ¿Pero quién? ¿Arabella? Casi se rió a carcajadas cuando pensó en la postal que _______ había comprado. Quizá sería mejor una mujer que ella no conociera. ¿Alicia? ¿Isabel? ¿Jane? Oh, dulce, dulce Jane.
Dejó de sonreír. ¿Y Lettice?
¿Enamorado de su mujer?
Joseph no había pensado en esa perra de mirada glacial desde hacía semanas. Cuando lo detuvieron por traición, Lettice comenzó a buscar un nuevo esposo.
¿Podría hacerle creer a _______ que estaba enamorado de su esposa? En esa película mostraban gente que se casaba por amor. Quizá si le decía que deseaba regresar porque amaba mucho a su esposa... No podía creer que _______ considerara al amor más importante que el honor, pero esta época era muy extraña para él.
Ahora todo lo que tenía que hacer era hallar el momento y el lugar para decírselo.
Había tomado una decisión, pero eso no le hacía sentirse mejor. Salió de la habitación. Tenía que ir al comerciante de monedas y venderle algunas. Al día siguiente iban a ir a Thornwyck y comenzarían a buscar las respuestas a sus preguntas.
Miró una vez más a _______ y salió de la habitación.
_______ se despertó y, cuando vio que estaba sola, sintió pánico, pero trató de calmarse. Recordó la escena con Robert ¿Había hecho lo correcto? ¿Debería haberse ido con él? Después de todo, Robert se disculpó. Le explicó por qué la había dejado: pensó que se negaba a viajar con él, y quizá Gloria había recogido su bolso sin malicia.
Se llevó las manos a la cabeza. Todo era muy confuso. ¿Qué significaba ella para Robert? ¿ Y para Joseph? ¿Qué significaban estos hombres para ella? ¿Por qué Joseph había venido a ella? ¿Por qué no a otra? Á alguien que no estuviera confundida respecto de todo.
Se abrió la puerta y Joseph entró, sonriendo.
- ¡He vendido unas pocas monedas y somos ricos!
Ella sonrió y también recordó la forma en que Joseph había echado a Robert. ¿Este hombre era su caballero de brillante armadura? ¿Se lo habían enviado porque lo necesitaba tanto?
Su mirada pareció molestar a Joseph, pues éste se volvió, frunciendo el entrecejo.
- ¿Podemos cenar? - le preguntó.
Fueron a un restaurante indio y a Joseph le encantaron los sabores del comino, el coriandro y la canela. Ya casi sabía usar el tenedor, y _______ vio muchas miradas envidiosas de las mujeres de las mesas cercanas. Le preguntó sobre su vida en 1564 y sobre las diferencias entre el siglo dieciséis y el veinte.
Mientras hablaba, _______ en realidad no le prestaba atención. En lugar de ello, le miraba los ojos, el cabello, la forma en que movía las manos. No va a regresar, pensó. Deseó que apareciera y lo hizo. Era el hombre que siempre había deseado: amable, pensativo, divertido, fuerte, decidido; un hombre que sabía lo que quería.
Cuando terminaron de cenar, Joseph se había tranquilizado y algo parecía preocuparlo. Caminaron en silencio de regreso al bed and breakfast. Cuando llegaron a su habitación, él no quiso hablar ni que le leyera. Se fue a la cama y se volvió, diciéndole sólo, “buenas noches”.
_______ permaneció despierta durante un largo rato, tratando de descifrar qué le había sucedido en los últimos días. Lloró y pidió un caballero de brillante armadura, y apareció Joseph. Era suyo y tenía la intención de conservarlo.
Cerca de la medianoche se despertó al escuchar algunos ruidos emitidos por Joseph. Sonrió, pues sabía que otra vez tenía pesadillas. Aún sonriendo, fue hasta su cama y se acostó junto a él. Inmediatamente, Joseph la tomó entre sus brazos y se durmió tranquilo. _______ se acercó, le puso la mejilla sobre el pecho y se durmió contenta. Dejemos que pase lo que pase, pensó.
Cuando Joseph se despertó, ya era de día, y al ver a _______ entre sus brazos, supo que sus sueños se habían convertido en realidad. Sintió sus cuerpos como si hubieran sido tallados en una sola pieza. ¿Cuál era la palabra que _______ había usado? Telepatía. Entre ellos había un sentimiento, una unión profunda, que nunca había sentido con otra mujer.
Apoyó la cara en su cabello, respiró profundamente y sus manos comenzaron a tocarla. Nunca antes había sentido este anhelo; ni siquiera sabía que existía.
- Dame fuerzas – oró -, fuerzas para hacer lo que debo hacer. Y perdóname - murmuró.
Tenía la esperanza de poder hacer lo que tenía que hacer, pero primero deseaba probarla, esta sola y única vez, y luego nunca más se permitiría tocarla.
Le besó el cabello, el cuello, pasó la lengua sobre su delicada piel. Le acarició el brazo y luego el pecho. El corazón le latía con mucha fuerza.
Despertándose, _______ se acomodó en sus brazos para besarlo, un beso que ella nunca antes había experimentado. Mi otra mitad, pensó. Este hombre es lo que me he estado perdiendo durante toda mi vida. Es mi otra mitad.
- Lettice - le susurró Joseph al oído.
Tenían las piernas entrelazadas y estaban abrazados. _______ sonrió con la cabeza hacia atrás, mientras Joseph le besaba el cuello.
- Me han llamado de muchas maneras – le faltaba el aliento ¬pero nunca Lettice.
- Lettice es... - la besaba cada vez más abajo -. Lettice es mi esposa.
- Mmm - susurró ella mientras él le acariciaba el pecho y la besaba cada vez más abajo.
Lo que él había dicho la afectó de repente. Se alejó y lo miró.
- ¿Esposa? - le preguntó.
Joseph la volvió a abrazar.
- Ahora no debemos preocuparnos por ella.
_______ se alejó otra vez de él.
- Parece que te importa lo suficiente para decir su nombre mientras me estás besando.
- Un desliz - le respondió, abrazándola otra vez. _______ lo rechazó y salió de la cama, poniéndose bien la bata desabrochada.
- ¿Por qué no me hablas de tu esposa? - le exigió enojada. ¿Y por qué no he sabido antes de ella?
Joseph se sentó en la cama, con la sábana hasta la cintura.
- No había razón para hablar de Lettice. Su belleza, sus talentos, mi amor por ella son míos - tomó el reloj de _______ de la mesilla de noche -. Quizás hoy podamos comprar uno así para mí.
- ¡Deja eso! Esto es en serio. Creo que me debes una explicación.
- ¿Explicarte yo a ti? - le preguntó Joseph, levantándose de la cama. Llevaba un diminuto calzoncillo. Se puso el pantalón y se volvió, abrochándoselo.
- Primero, ¿quién eres tú? ¿Eres la hija de un duque? ¿De un conde? ¿De un barón? Yo soy el conde de Thornwyck y tú mi sirvienta, trabajas para mí. Como recompensa te alimento, te visto y quizá, si lo mereces, te dé un pequeño estipendio. No tengo obligación de contarte mi vida privada. _______ se sentó con violencia sobre la cama.
- Pero nunca has mencionado una esposa - le replicó con suavidad -. Ni siquiera una vez.
- Sería un pobre esposo si profanara el nombre de mi amada con mi sirvienta.
- Sirvienta - murmuró _______ -. ¿La quieres mucho?
Joseph resopló.
- Ella es la verdadera razón por la que debo regresar. Tengo que encontrar la verdad y vivir para regresar a los brazos de mi amada esposa.
Ayer, Robert, y hoy, descubrir que Joseph tenía esposa, una esposa a la que amaba con locura.
¬- No comprendo - dijo, tapándose la cara con las manos-. Deseé que vinieras. Recé por ti. ¿Por qué viniste a mí si amabas a otra?
- Tú rezaste sobre mi tumba. Quizá si otro lo hubiera hecho, hombre o mujer, también habría venido. Quizá Dios sabía que necesitaría una sirvienta y tú necesitarías trabajo. No lo sé. Sólo sé que tengo que regresar.
- ¿Con tu esposa?
- Sí, con mi esposa.
Se volvió para mirarlo.
- ¿Y esto? - le preguntó, señalándole la cama.
- Señora, vos os metisteis en mi cama. Sólo soy un hombre, y tengo debilidades.
_______ estaba comenzando a comprender y a sentirse profundamente perturbada. ¿Había otra mujer en el mundo más tonta que ella? ¿Había algún hombre sobre la tierra del que no se hubiera enamorado? Pasaba tres días con un muchacho y comen¬zaba a imaginar una vida juntos. Si Atila el Huno o Jack el Destri¬pador hubieran aparecido, sin duda se habría enamorado de ellos. Con su suerte se enamoraría de Gengis Khan en dos días.
Se puso de pie.
- Lamento este malentendido. Por supuesto que tienes una esposa. Una bella esposa y tres hijos adorables. No sé en qué esta¬ba pensando. Estabas muerto y casado. Parece que cada vez soy más afortunada. Recogeré mis cosas y me iré de aquí. Regresa con la señora Stafford y que tengáis una vida feliz.
Él le bloqueó la entrada del baño.
- ¿Quieres romper el trato?
- Sí. No me necesitas, tienes a la adorable Lettice y a Arabella sobre la mesa.
Joseph se le acercó y bajó la voz de forma seductora.
- Si nuestro juego amoroso interrumpido te enfada, pode¬mos regresar a la cama.
- Jamás - le respondió con mirada encendida -. Ponme una mano encima y recibirás un puñetazo.
Joseph se tapó la boca para esconder una sonrisa.
- No veo razón para tu enojo. He sido sincero contigo. Necesito ayuda para hallar a la persona que me traicionó. Deseo encontrar la información y regresar a mi hogar. Nunca he sido falso contigo.
_______ se volvió. Él tenía razón. Nunca había sido reservado con ella. Ella era la que había imaginado castillos en el aire y que vivirían felices para siempre. Idiota, idiota, idiota, pensó.
Se volvió y lo miró.
- Lamento todo esto. Quizá debas buscar a otra persona que te ayude. Ya tengo mi bolso y mi pasaje de avión y creo que será mejor que vuelva a casa.
- Oh, sí, comprendo. Eres una cobarde.
- No soy tal cosa. Es sólo que...
- Te has enamorado de mí - replicó con un suspiro de resignación -. A todas las mujeres les pasa. Es una maldición que me persigue. No puedo pasar tres días con una mujer sin provocar que venga a mi cama. No pienses en eso, no te culpo.
- ¿Qué no me culpas? - la ira comenzaba a remplazar a la autocompasión de _______ -. Estás equivocado con tus encantos. No sabes cómo son las mujeres de hoy. Cualquier mujer podría vivir contigo en la misma casa y no morirse por ti. No nos gustan los presumidos como tú.
- ¿Tú? - exclamó con las cejas levantadas -. ¿Tú eres diferente? En tres días estabas en mi cama.
- Para tu información, estaba tratando de calmarte después de una pesadilla. Creí que te estaba consolando, como una madre a su hijo.
Joseph sonrió.
- ¿Consolar? Puedes consolarme cuando quieras.
- Guárdalo para tu esposa. ¿Puedes apartarte de mi camino? Necesito vestirme y salir de aquí.
Él le puso la mano sobre el hombro.
- ¿Estás enojada conmigo porque te he besado?
- Estoy enojada porque... - se volvió. ¿Por qué estaba enojada con él? Se despertó, la encontró en su cama y comenzó a besarla. No había tratado de conquistarla, en realidad se había comportado como un caballero. Nunca había insinuado que entre ellos hubiera otra relación más que la de jefe - empleada.
Era ella la que lo había imaginado todo. Debido a sus bromas, a la risa que habían compartido, y especialmente a su herida por Robert, había imaginado más entre ellos de lo que en realidad existía.
- No estoy enojada contigo. Estoy furiosa conmigo. Creo que me sentía rechazada.
- ¿Rechazada?
- A veces, cuando nos abandonan, deseamos volver a tomar el tren - Joseph aún parecía confundido -. Pensé que quizá podría remplazar a Robert. Quizá sólo deseaba regresar a casa con un anillo en el dedo. Si volvía a casa comprometida, quizá no me harían tantas preguntas sobre el hombre con quien salí de América.
Lo miró.
- Lamento lo que pensé. Quizá sería mejor que buscaras a otra persona para que te ayude.
- Comprendo. No te me puedes resistir. Es como dijo la guía, ninguna mujer se me puede resistir.
_______ gruñó.
- Yo puedo resistirte perfectamente. Ahora que sé toda la verdad sobre tu enorme ego podría vivir contigo y no volverme loca por ti.
- No podrías.
- Podría y te lo probaré. Descubriré tu secreto y, aunque tarde años, no me dejaré tentar por ti. Si tienes más pesadillas, te tiraré una almohada. Ahora, ¿me permites entrar al baño?
Joseph se corrió hacia un lado y _______ cerró enojada la puerta. Él no pudo contener una sonrisa. Ah, _______, pensó, mi dulce, dulce _______. Tú podrías resistirme, pero ¿cómo podré resistir yo? ¿Un año juntos? ¿Un año sin tocarte? Me volveré loco.
Se fue a vestir.
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- ¡Quíteme las manos de encima! - gritó Robert -. No puede tratarme así. ¡Gloria, llama a la policía! _______, o vienes conmigo ahora, o nunca te haré una proposición de matrimonio. Nunca... - sus palabras quedaron interrumpidas cuando Joseph le cerró la puerta.
_______ se sentó en una silla, con la cabeza baja.
Joseph regresó, miró a Gloria y le dijo:
- ¡Fuera!
La niña corrió hacia la puerta y bajó rápidamente por la escalera de entrada.
Joseph se acercó a la ventana y miró hacia fuera.
- Ya se van y han dejado tu maleta en el suelo. Hemos hecho bien en librarnos de ellos.
_______ no levantó la cabeza. ¿Cómo se había metido en estos problemas? Ni siquiera podía salir de vacaciones sin que le sucediera algo malo. ¿Por qué no podía tener una relación normal con un hombre? ¿No sería hermoso conocer a un hombre en cual¬quier lugar e ir con él al cine o a jugar al minigolf? Quizá después de algunas citas, le propondría casarse, mientras tomaban un poco ¬de vino. Tendrían una bella boda, una bella casa y dos hermo¬sos niños. Toda su vida sería simple y común.
En lugar de eso, conocía hombres que habían estado en la cárcel o que estaban a punto de entrar en ella, hombres dominados por sus hijas odiosas u hombres del siglo dieciséis. No conocía a ninguna otra mujer que tuviera tantos problemas con los hom¬bres como ella.
- ¿Qué me pasa? - murmuró, cubriéndose el rostro con las manos.
Joseph se arrodilló delante de ella y le separó las manos.
- Estoy un poco cansado. Vamos arriba y me lees hasta que me duerma.
Como si fuera un animal atontado, dejó que Joseph la tomar¬a de la mano y la condujera arriba. Pero una vez allí, él no esperaba que le leyera. En lugar de eso, le dijo que se acostara y co¬menzó a cantarle. Era una canción de cuna suave y dulce, que _______ dudaba que alguien de este siglo hubiera oído antes. Se durmió.
Joseph se reclinó contra la cabecera y, cuando _______ se durmió, le acarició el cabello. Por Dios, cuánto deseaba tocarla. Deseaba pasarle la mano por la abundante cabellera pelirroja. Deseaba acariciar su suave y delicada piel, sentir que sus piernas lo envolvían. Deseaba secarle las lágrimas con un beso y luego besarle la boca, deseaba besarla toda hasta que sonriera y fuera feliz.
Ella dormía como un niño y suspiraba como si estuviera soñando. Nunca había visto una mujer que llorara con tanta frecue¬ncia como ella. Necesitaba mucho amor.
Le había preguntado sobre los matrimonios en este extraño y nuevo mundo, y las respuestas no lo habían complacido. Los casamientos debían ser un contrato, realizado por alianzas, para tener un heredero. Pero parecía que en este nuevo siglo los cónyuges se elegían por amor.
¡Amor!, pensó Joseph. Era un desperdicio de la energía del hombre. Había visto hombres que lo habían perdido todo por el "amor" de una mujer.
Le tocó la sien, le acarició esa parte del cabello y observó su hermoso cuerpo, de busto atractivo y piernas delgadas. Miren lo que ha sufrido esta muchacha por "amor". Joseph pensó en lo que habría dicho su madre de la idea de casarse por amor. Lady Margaret Stafford había tenido cuatro esposos y nunca pensó en querer a ninguno de ellos.
Pero cuando Joseph miró a esta mujer moderna, sintió una ternura que no había sentido antes. Llevaba el corazón fuera del cuerpo, listo para entregárselo a quien fuera amable con ella. Hasta donde él sabía, ella daba su ayuda en forma desinteresada lo mismo que su afecto.
Le puso la mano en la mejilla y _______, en su sueño apretó la cara contra ella.
¿Qué los había unido? No se lo había contado, pues le parecía que no iba a creerle, pero él sentía su dolor. Desde un principio, cuando ella sentía dolor, él también. Aquel primer día, fuera de la iglesia, ella había realizado lo que ahora sabía que era una llamada telefónica a su hermana. No tenía idea de lo que estaba haciendo, pero sintió que estaba herida.
Hoy, cuando estaba dando instrucciones al taxista con las bolsas, sintió su gran desesperación. El primer encuentro con el amante que la había abandonado lo impresionó tanto que tuvo dificultades para comprender las palabras.
Su primera impresión fue que _______ iba a abandonarlo. ¿Cómo hallaría la clave para regresar si ella lo abandonaba? ¿Qué haría sin ella?
Aún tenía dificultades para comprender el lenguaje moderno, pero entendió que su ex amante deseaba que se fuera con él y que _______ no sabía qué hacer. Joseph reaccionó dejándose llevar por un instinto primitivo y echó al hombre. ¿Cómo podía _______ pensar en irse con un hombre que otorgaba prioridad a su hija sobre una mujer? Ella merecía respeto porque era mayor. ¿Qué clase de país era éste que reverenciaba tanto a los niños hasta el punto de tratarlos como a la realeza?
Joseph le tocó el hombro y deslizó la mano por su brazo. Tres días, pensó. Hacía tres días no se conocían, y ahora hacía todo lo que podía para hacerle sonreír. Era tan fácil de complacer, una palabra amable, un obsequio, una sonrisa.
Se inclinó y le besó con suavidad el cabello. Esta mujer necesitaba que la cuidaran, que alguien se preocupara por ella. Era como un pimpollo que necesitaba un poco de sol para abrirse. Ne¬cesitaba...
Bruscamente, Joseph se alejó de ella y se detuvo junto a la ventana. No podía interesarse tanto en sus necesidades. Incluso si pudiera llevarla de regreso con él, no podría hacer otra cosa más que convertirla en su señora. Se sonrió. No creía que _______ pudiera ser una muy buena señora. Nunca consultaría a su señor y lo que tuviera se lo daría a cualquier niño sin zapatos.
Había mucho más de este siglo veinte que no comprendía, además de las máquinas que producían luz e imágenes. No entendía su forma de pensar. Ayer había visto algo extraño llamado una película. Tardó un tiempo en poder verla; era tan grande, y la vida de esos gigantes aplanados que parecían tan reales le fue difícil de comprender. _______ le había explicado que eran de ta¬maño normal, pero que al igual que una persona podía dibujarse más pequeña, se los podía fotografiar más grandes. Después de recuperarse de la impresión de las figuras, se dio cuenta de que no había comprendido la historia. Una muchacha joven se iba a casar con un hombre de dinero, pero lo dejaba por un muchacho joven y sin dinero, que no tenía más que un buen par de piernas.
Más tarde, _______ le había dicho que la historia le había parecido "maravillosa" y "romántica". No comprendía esta forma de pensar. Si su madre hubiera tenido una hija y ésta hubiera rechazado el honor de un buen contrato matrimonial, lady Margaret la hubiera golpeado y luego le hubiera ordenado al lacayo más fuerte que la golpeara. Pero, en esta época, parecía alentarse la desobediencia infantil.
Se volvió para mirarla, dormida sobre la cama, con las rodillas dobladas y la mano sobre la cara.
Si se quedaba en esta época, pensó, quizá podría quedarse con ella. Sería agradable vivir con una mujer tan dulce, que le preguntaba si deseaba una almohada, una mujer que lo sostenía cuando tenía pesadillas. Una mujer que no lo deseaba porque fuera un conde o porque tuviera dinero. La vida con ella podía ser agrada¬ble.
¡No!, pensó, y se volvió hacia la ventana otra vez. Recordó a esa odiosa bruja de Bellwood, que se rió de Joseph Stafford. Si se quedaba con _______, nunca cambiaría cómo lo recorda¬ban. La mujer de Bellwood había comentado que después de la muerte de Joseph, la reina Isabel se había hecho con las propiedades de los Stafford y más adelante, había destruido la mayoría durante la Guerra Civil. Sólo quedaban cuatro de las muchas propiedades.
Honor, pensó Joseph. La gente de esta época parecía pensar muy poco en el honor. _______ no comprendió realmente lo que él quiso decir cuando se refirió al honor. Ella pensó que la historia de lady Arabella era muy divertida. La idea de un hombre ejecutado por traición no le molestaba. "Fue hace tiempo", había comentado ella. Para Joseph no hacía tanto tiempo. Para él hacía sólo tres días.
Esto que le había sucedido le había sucedido por alguna razón. Dios le estaba dando una segunda oportunidad. En algún lugar de esta época estaba la respuesta a la pregunta de quién lo había odiado tanto para desear que lo mataran. ¿Quién se beneficiaba con su muerte? ¿Quién tenía toda la confianza de la reina para que ella creyera todo lo que esa persona decía?
Nada se había descubierto en su juicio. Los hechos eran que había formado un ejército sin pedirle permiso a la reina. Hombres de Gales habían venido para jurar que habían pedido tropas, los jueces no los escucharon. Juraban que tenían evidencias "secretas" que demostraban que Joseph estaba pensando atacar a la reina y volver a implantar en Inglaterra la religión católica. A Joseph lo habían condenado a muerte, y creyó que ese era su destino hasta que su madre le envió un mensaje diciéndole que había encontrado nuevas evidencias y pronto se conocería la verdad. Pronto, Joseph sería un hombre libre.
Pero antes de que pudiera descubrir cuál era la evidencia, "murió". Por lo menos eso es lo que la historia había escrito de él. Una muerte indigna. Encontrado muerto sobre una carta sin terminar.
¿Por qué su madre no había traído la evidencia antes de su muerte y purificado su nombre? En lugar de ello, había renunciado al control de las propiedades de los Stafford y se había casado con Dickie Harewood.
Había muchas preguntas que responder. Demasiada injusticia que corregir. Demasiado honor en juego.
Lo habían llamado a esta época para descubrir lo que necesitaba saber y le habían dado a esta adorable joven para que lo ayudara. Se volvió para mirarla y sonrió. ¿Habría sido él tan generoso si ella se le hubiera acercado y le hubiera dicho que era del futuro? Pensó que no. Hubiera encendido el fuego para quemarla por bruja.
Pero ella le había dedicado todo su tiempo, aunque con un poco de renuencia al principio. Era generosa por naturaleza.
Y ahora se estaba enamorando de él. Lo veía en sus ojos. En su época, cuando una mujer comenzaba a quererlo, la abandona¬ba. Las mujeres que lo aman a uno son una incomodidad. Prefería las mujeres como Arabella, a quien le gustaban las joyas o una fi¬na tela de seda. Arabella y él se entendían el uno al otro. Entre ellos sólo había sexo.
Pero con _______ no era lo mismo. Ella daría amor y amaría con todo su ser. Ese hombre, Robert, había recibido un po¬co de su amor, pero era demasiado estúpido para saber qué hacer con él. Había utilizado a _______, había jugado con su amor y la había hecho desgraciada.
Se acercó a ella. Si él, Joseph, tuviera su amor, sabría qué hacer con él. Él...
¡No!, pensó, y miró hacia otro lado. No podía permitirle que lo amara. Cuando él se fuera, ella se sentiría muy triste. A Joseph no le agradaría regresar y pensar en ella aquí sola, pensar que amaría a un hombre muerto hacía más de cuatrocientos años.
Tenía que encontrar un modo para que dejara de amarlo. Necesitaba su conocimiento de este mundo extraño; no podía de¬jarla ir. Pero tampoco podía dejarla en esta situación. Tenía que encontrar una manera de detener su amor, y tenía que ser algo que ella comprendiera, algo relacionado con su mundo.
Sonriendo ante lo absurdo de la idea, Joseph pensó que podía decirle que estaba enamorado de otra mujer. Eso suele alejar a las mujeres. ¿Pero quién? ¿Arabella? Casi se rió a carcajadas cuando pensó en la postal que _______ había comprado. Quizá sería mejor una mujer que ella no conociera. ¿Alicia? ¿Isabel? ¿Jane? Oh, dulce, dulce Jane.
Dejó de sonreír. ¿Y Lettice?
¿Enamorado de su mujer?
Joseph no había pensado en esa perra de mirada glacial desde hacía semanas. Cuando lo detuvieron por traición, Lettice comenzó a buscar un nuevo esposo.
¿Podría hacerle creer a _______ que estaba enamorado de su esposa? En esa película mostraban gente que se casaba por amor. Quizá si le decía que deseaba regresar porque amaba mucho a su esposa... No podía creer que _______ considerara al amor más importante que el honor, pero esta época era muy extraña para él.
Ahora todo lo que tenía que hacer era hallar el momento y el lugar para decírselo.
Había tomado una decisión, pero eso no le hacía sentirse mejor. Salió de la habitación. Tenía que ir al comerciante de monedas y venderle algunas. Al día siguiente iban a ir a Thornwyck y comenzarían a buscar las respuestas a sus preguntas.
Miró una vez más a _______ y salió de la habitación.
_______ se despertó y, cuando vio que estaba sola, sintió pánico, pero trató de calmarse. Recordó la escena con Robert ¿Había hecho lo correcto? ¿Debería haberse ido con él? Después de todo, Robert se disculpó. Le explicó por qué la había dejado: pensó que se negaba a viajar con él, y quizá Gloria había recogido su bolso sin malicia.
Se llevó las manos a la cabeza. Todo era muy confuso. ¿Qué significaba ella para Robert? ¿ Y para Joseph? ¿Qué significaban estos hombres para ella? ¿Por qué Joseph había venido a ella? ¿Por qué no a otra? Á alguien que no estuviera confundida respecto de todo.
Se abrió la puerta y Joseph entró, sonriendo.
- ¡He vendido unas pocas monedas y somos ricos!
Ella sonrió y también recordó la forma en que Joseph había echado a Robert. ¿Este hombre era su caballero de brillante armadura? ¿Se lo habían enviado porque lo necesitaba tanto?
Su mirada pareció molestar a Joseph, pues éste se volvió, frunciendo el entrecejo.
- ¿Podemos cenar? - le preguntó.
Fueron a un restaurante indio y a Joseph le encantaron los sabores del comino, el coriandro y la canela. Ya casi sabía usar el tenedor, y _______ vio muchas miradas envidiosas de las mujeres de las mesas cercanas. Le preguntó sobre su vida en 1564 y sobre las diferencias entre el siglo dieciséis y el veinte.
Mientras hablaba, _______ en realidad no le prestaba atención. En lugar de ello, le miraba los ojos, el cabello, la forma en que movía las manos. No va a regresar, pensó. Deseó que apareciera y lo hizo. Era el hombre que siempre había deseado: amable, pensativo, divertido, fuerte, decidido; un hombre que sabía lo que quería.
Cuando terminaron de cenar, Joseph se había tranquilizado y algo parecía preocuparlo. Caminaron en silencio de regreso al bed and breakfast. Cuando llegaron a su habitación, él no quiso hablar ni que le leyera. Se fue a la cama y se volvió, diciéndole sólo, “buenas noches”.
_______ permaneció despierta durante un largo rato, tratando de descifrar qué le había sucedido en los últimos días. Lloró y pidió un caballero de brillante armadura, y apareció Joseph. Era suyo y tenía la intención de conservarlo.
Cerca de la medianoche se despertó al escuchar algunos ruidos emitidos por Joseph. Sonrió, pues sabía que otra vez tenía pesadillas. Aún sonriendo, fue hasta su cama y se acostó junto a él. Inmediatamente, Joseph la tomó entre sus brazos y se durmió tranquilo. _______ se acercó, le puso la mejilla sobre el pecho y se durmió contenta. Dejemos que pase lo que pase, pensó.
Cuando Joseph se despertó, ya era de día, y al ver a _______ entre sus brazos, supo que sus sueños se habían convertido en realidad. Sintió sus cuerpos como si hubieran sido tallados en una sola pieza. ¿Cuál era la palabra que _______ había usado? Telepatía. Entre ellos había un sentimiento, una unión profunda, que nunca había sentido con otra mujer.
Apoyó la cara en su cabello, respiró profundamente y sus manos comenzaron a tocarla. Nunca antes había sentido este anhelo; ni siquiera sabía que existía.
- Dame fuerzas – oró -, fuerzas para hacer lo que debo hacer. Y perdóname - murmuró.
Tenía la esperanza de poder hacer lo que tenía que hacer, pero primero deseaba probarla, esta sola y única vez, y luego nunca más se permitiría tocarla.
Le besó el cabello, el cuello, pasó la lengua sobre su delicada piel. Le acarició el brazo y luego el pecho. El corazón le latía con mucha fuerza.
Despertándose, _______ se acomodó en sus brazos para besarlo, un beso que ella nunca antes había experimentado. Mi otra mitad, pensó. Este hombre es lo que me he estado perdiendo durante toda mi vida. Es mi otra mitad.
- Lettice - le susurró Joseph al oído.
Tenían las piernas entrelazadas y estaban abrazados. _______ sonrió con la cabeza hacia atrás, mientras Joseph le besaba el cuello.
- Me han llamado de muchas maneras – le faltaba el aliento ¬pero nunca Lettice.
- Lettice es... - la besaba cada vez más abajo -. Lettice es mi esposa.
- Mmm - susurró ella mientras él le acariciaba el pecho y la besaba cada vez más abajo.
Lo que él había dicho la afectó de repente. Se alejó y lo miró.
- ¿Esposa? - le preguntó.
Joseph la volvió a abrazar.
- Ahora no debemos preocuparnos por ella.
_______ se alejó otra vez de él.
- Parece que te importa lo suficiente para decir su nombre mientras me estás besando.
- Un desliz - le respondió, abrazándola otra vez. _______ lo rechazó y salió de la cama, poniéndose bien la bata desabrochada.
- ¿Por qué no me hablas de tu esposa? - le exigió enojada. ¿Y por qué no he sabido antes de ella?
Joseph se sentó en la cama, con la sábana hasta la cintura.
- No había razón para hablar de Lettice. Su belleza, sus talentos, mi amor por ella son míos - tomó el reloj de _______ de la mesilla de noche -. Quizás hoy podamos comprar uno así para mí.
- ¡Deja eso! Esto es en serio. Creo que me debes una explicación.
- ¿Explicarte yo a ti? - le preguntó Joseph, levantándose de la cama. Llevaba un diminuto calzoncillo. Se puso el pantalón y se volvió, abrochándoselo.
- Primero, ¿quién eres tú? ¿Eres la hija de un duque? ¿De un conde? ¿De un barón? Yo soy el conde de Thornwyck y tú mi sirvienta, trabajas para mí. Como recompensa te alimento, te visto y quizá, si lo mereces, te dé un pequeño estipendio. No tengo obligación de contarte mi vida privada. _______ se sentó con violencia sobre la cama.
- Pero nunca has mencionado una esposa - le replicó con suavidad -. Ni siquiera una vez.
- Sería un pobre esposo si profanara el nombre de mi amada con mi sirvienta.
- Sirvienta - murmuró _______ -. ¿La quieres mucho?
Joseph resopló.
- Ella es la verdadera razón por la que debo regresar. Tengo que encontrar la verdad y vivir para regresar a los brazos de mi amada esposa.
Ayer, Robert, y hoy, descubrir que Joseph tenía esposa, una esposa a la que amaba con locura.
¬- No comprendo - dijo, tapándose la cara con las manos-. Deseé que vinieras. Recé por ti. ¿Por qué viniste a mí si amabas a otra?
- Tú rezaste sobre mi tumba. Quizá si otro lo hubiera hecho, hombre o mujer, también habría venido. Quizá Dios sabía que necesitaría una sirvienta y tú necesitarías trabajo. No lo sé. Sólo sé que tengo que regresar.
- ¿Con tu esposa?
- Sí, con mi esposa.
Se volvió para mirarlo.
- ¿Y esto? - le preguntó, señalándole la cama.
- Señora, vos os metisteis en mi cama. Sólo soy un hombre, y tengo debilidades.
_______ estaba comenzando a comprender y a sentirse profundamente perturbada. ¿Había otra mujer en el mundo más tonta que ella? ¿Había algún hombre sobre la tierra del que no se hubiera enamorado? Pasaba tres días con un muchacho y comen¬zaba a imaginar una vida juntos. Si Atila el Huno o Jack el Destri¬pador hubieran aparecido, sin duda se habría enamorado de ellos. Con su suerte se enamoraría de Gengis Khan en dos días.
Se puso de pie.
- Lamento este malentendido. Por supuesto que tienes una esposa. Una bella esposa y tres hijos adorables. No sé en qué esta¬ba pensando. Estabas muerto y casado. Parece que cada vez soy más afortunada. Recogeré mis cosas y me iré de aquí. Regresa con la señora Stafford y que tengáis una vida feliz.
Él le bloqueó la entrada del baño.
- ¿Quieres romper el trato?
- Sí. No me necesitas, tienes a la adorable Lettice y a Arabella sobre la mesa.
Joseph se le acercó y bajó la voz de forma seductora.
- Si nuestro juego amoroso interrumpido te enfada, pode¬mos regresar a la cama.
- Jamás - le respondió con mirada encendida -. Ponme una mano encima y recibirás un puñetazo.
Joseph se tapó la boca para esconder una sonrisa.
- No veo razón para tu enojo. He sido sincero contigo. Necesito ayuda para hallar a la persona que me traicionó. Deseo encontrar la información y regresar a mi hogar. Nunca he sido falso contigo.
_______ se volvió. Él tenía razón. Nunca había sido reservado con ella. Ella era la que había imaginado castillos en el aire y que vivirían felices para siempre. Idiota, idiota, idiota, pensó.
Se volvió y lo miró.
- Lamento todo esto. Quizá debas buscar a otra persona que te ayude. Ya tengo mi bolso y mi pasaje de avión y creo que será mejor que vuelva a casa.
- Oh, sí, comprendo. Eres una cobarde.
- No soy tal cosa. Es sólo que...
- Te has enamorado de mí - replicó con un suspiro de resignación -. A todas las mujeres les pasa. Es una maldición que me persigue. No puedo pasar tres días con una mujer sin provocar que venga a mi cama. No pienses en eso, no te culpo.
- ¿Qué no me culpas? - la ira comenzaba a remplazar a la autocompasión de _______ -. Estás equivocado con tus encantos. No sabes cómo son las mujeres de hoy. Cualquier mujer podría vivir contigo en la misma casa y no morirse por ti. No nos gustan los presumidos como tú.
- ¿Tú? - exclamó con las cejas levantadas -. ¿Tú eres diferente? En tres días estabas en mi cama.
- Para tu información, estaba tratando de calmarte después de una pesadilla. Creí que te estaba consolando, como una madre a su hijo.
Joseph sonrió.
- ¿Consolar? Puedes consolarme cuando quieras.
- Guárdalo para tu esposa. ¿Puedes apartarte de mi camino? Necesito vestirme y salir de aquí.
Él le puso la mano sobre el hombro.
- ¿Estás enojada conmigo porque te he besado?
- Estoy enojada porque... - se volvió. ¿Por qué estaba enojada con él? Se despertó, la encontró en su cama y comenzó a besarla. No había tratado de conquistarla, en realidad se había comportado como un caballero. Nunca había insinuado que entre ellos hubiera otra relación más que la de jefe - empleada.
Era ella la que lo había imaginado todo. Debido a sus bromas, a la risa que habían compartido, y especialmente a su herida por Robert, había imaginado más entre ellos de lo que en realidad existía.
- No estoy enojada contigo. Estoy furiosa conmigo. Creo que me sentía rechazada.
- ¿Rechazada?
- A veces, cuando nos abandonan, deseamos volver a tomar el tren - Joseph aún parecía confundido -. Pensé que quizá podría remplazar a Robert. Quizá sólo deseaba regresar a casa con un anillo en el dedo. Si volvía a casa comprometida, quizá no me harían tantas preguntas sobre el hombre con quien salí de América.
Lo miró.
- Lamento lo que pensé. Quizá sería mejor que buscaras a otra persona para que te ayude.
- Comprendo. No te me puedes resistir. Es como dijo la guía, ninguna mujer se me puede resistir.
_______ gruñó.
- Yo puedo resistirte perfectamente. Ahora que sé toda la verdad sobre tu enorme ego podría vivir contigo y no volverme loca por ti.
- No podrías.
- Podría y te lo probaré. Descubriré tu secreto y, aunque tarde años, no me dejaré tentar por ti. Si tienes más pesadillas, te tiraré una almohada. Ahora, ¿me permites entrar al baño?
Joseph se corrió hacia un lado y _______ cerró enojada la puerta. Él no pudo contener una sonrisa. Ah, _______, pensó, mi dulce, dulce _______. Tú podrías resistirme, pero ¿cómo podré resistir yo? ¿Un año juntos? ¿Un año sin tocarte? Me volveré loco.
Se fue a vestir.
sofiii1
Re: "El Caballero De La Brillante Armadura"(Joe y ______)
jejejejje que presumido es joe jejje pero es un amorrrr
me encantaaaaaaaaaaaaaa
sigaleeeeeeeeeeeeeeeee
me encantaaaaaaaaaaaaaa
sigaleeeeeeeeeeeeeeeee
Julieta♥
Re: "El Caballero De La Brillante Armadura"(Joe y ______)
:O! por dioos llore con lo ultimo!
me sentii como si me lo hubieran echo a mi :(
puff veremos que hacee Joecito para resistirse a mi ://
SIGUELA!
me sentii como si me lo hubieran echo a mi :(
puff veremos que hacee Joecito para resistirse a mi ://
SIGUELA!
AleMoralesT3
Re: "El Caballero De La Brillante Armadura"(Joe y ______)
Ahii pobre __ me meto tanto en la historia q me dolio a mi tambien :(
Joe es un presumido ¬¬
SIGUELAAA!!
Joe es un presumido ¬¬
SIGUELAAA!!
jb_fanvanu
Re: "El Caballero De La Brillante Armadura"(Joe y ______)
CAPITULO 7
El largo automóvil negro se dirigió hacia el sur a través de la hermosa campiña inglesa. En el asiento trasero, Joseph miró a _______. Estaba sentada muy erguida. Tenía el abundante bello rojizo peinado hacia atrás y recogido en la nuca. Desde la mañana no había sonreído o reído o realizado algún comentario más que "sí, señor", o "no, señor".
- _______, yo...
Ella lo interrumpió.
- Creo, lord Stafford, que ya hemos hablado de esto. Soy la señorita Montgomery, su secretaria, ni más ni menos. Espero señor, que recuerde eso y que no le dé a la gente la impresión de que soy algo más.
Él se volvió, suspirando. No sabía qué decirle y, en realidad sabía que este era el mejor camino, pero en estas pocas horas ya la echaba de menos.
Un momento después, vio la torre de Thornwyck, y su corazón se aceleró un poco. Él había diseñado este lugar. Tomó lo que conocía y amaba de sus otras cosas, reunió sus ideas y creó este lugar. Tardaron cuatro años en cortar las piedras y traer el mármol de Italia. En el patio interior había torres con cristales curvos.
Cuando lo detuvieron, sólo estaba terminada la mitad, pero esta era tan hermosa como cualquier edificio de la comarca.
Frunció el entrecejo cuando el conductor giró. Parecía tan vieja. Había estado aquí hacía sólo un mes, y entonces era nueva y perfecta. Ahora la chimenea estaba rota, el tejado también tenía partes rotas, y algunas de las ventanas las habían tapiado.
- Es hermosa - comentó _______, y luego agregó: - señor.
- Se está derrumbando - replicó Joseph, enojado -. ¿Y las torres del ala oeste nunca se terminaron?
Cuando el automóvil se detuvo, Joseph bajó y observó todo. Era un lugar triste, la mitad sin terminar en ruinas, y la otra pa¬recía tener cientos de años (lo cual era realmente así, pensó, desalent¬ado)
Cuando se volvió, _______ ya tenía las maletas en el vestíbulo del hotel.
- Lord Stafford tomará el té a las ocho de la mañana - le estaba indicando al recepcionista -. El almuerzo puntual al mediodía. Deben entregarme el menú con anticipación - se volvió hacia él -. ¿Le firmará usted el registro, señor, o debo hacerlo yo?
Joseph la miró de manera represiva, pero ella se volvió antes de poder verlo. Firmó rápidamente el registro y luego el recepcionista los guió hasta la habitación.
Era hermosa, con empapelado rosa oscuro y una cama con cuatro columnas y un cobertor rosa y amarillo. A los pies de esta había una banqueta amarilla y verde claro, sobre una alfombra rosa.
- Necesitaré un catre - dijo _______.
- ¿Un catre? - preguntó el recepcionista¬
- Por supuesto, para dormir. ¿No creerá que voy a dormir en la cama del señor, verdad?
Joseph hizo girar los ojos. Había estado en el siglo veinte lo suficiente como para saber que el comportamiento de _______ era extraño.
- Sí, señorita - respondió el recepcionista -. Le enviaré un catre - Ios dejo solos.
- _______ - comenzó Joseph.
- Señorita Montgomery - replicó ella con tono frío.
- Señorita Montgomery - repitió él con la misma frialdad -, que envíen mi equipaje. Voy a mirar mi casa.
- ¿Quiere que lo acompañe?
- No, no quiero un lastre - le respondió, enojado, y se fue.
_______ pidió que subieran el equipaje y luego le preguntó al recepcionista dónde quedaba la biblioteca. Se sentía muy eficiente mientras cruzaba el pequeño pueblo, con el cuaderno y el bolígrafo en la mano; pero a medida que se acercaba a la bibliote¬ca su marcha era más lenta.
No pienses en él, pensó. Ha sido todo un sueño, un sueño imposible e inalcanzable. Con frialdad, piensa con frialdad. La Antártida, Siberia. Haz tu trabajo y mantente fría con él. Pertenece a otra mujer, a otro tiempo.
Fue fácil encontrar lo que la bibliotecaria llamó la "Colección Stafford".
-Muchos de los visitantes preguntan por los Stafford, en especial los que se hospedan en Thornwyck - comentó la mujer.
- Estoy interesada en el último conde, Joseph Stafford.
- Oh, sí, pobre hombre, condenado a ser decapitado y luego muerto antes de la ejecución. Se cree que lo envenenaron.
- ¿Quién lo envenenó? - preguntó _______ con ansiedad.
- Quien lo acusó de traición. Él construyó Thornwyck, y que incluso la diseñó, pero nadie puede probarlo. No hay dibujos que lleven su nombre. Bueno, todos los libros de este estante tienen algo sobre los Stafford.
Había muy poco sobre Joseph, excepto lo que se contaba de manera peyorativa. Había sido conde sólo durante cuatro años antes de que lo acusaran de traición. Su hermano mayor, Christopher, había sido conde desde los veintidós años, y los libros narraban cómo se había hecho cargo de las menguantes fortunas de Stafford y las había reconstruido. A Stafford, sólo un año más joven, se lo describía como frívolo y derrochador de grandes sumas en caballos y mujeres.
- No ha cambiado - dijo _______ en voz alta, abriendo otro libro. Este era más decepcionante aun. Narraba la historia de Arabella y la mesa. Parece que dos sirvientes estaban en la habitación cuando entraron Joseph y Arabella, y se escondieron en armario al oírlos llegar. Más tarde, le contaron a todos lo habían visto y un clérigo llamado John Wilfred había escrito toda la historia en su diario, el cual había sobrevivido hasta el presente.
El tercer libro era más serio. Se refería a los logros de Christopher y agregaba que la inutilidad de un hermano menor lo despilfarró todo en un estúpido intento de poner a María, reina Escocia, en el trono de Isabel.
_______ cerró el libro y miró su reloj. Era la hora del té. Salió de la biblioteca y se dirigió a un pequeño salón de té. Pidió té y scones, se sentó y comenzó a leer sus notas.
- Os he buscado mucho.
Levantó la vista y vio a Joseph.
- ¿Debo levantarme hasta que usted se siente, señor?
- No, señorita Montgomery, conque me beséis los pies es suficiente.
- ¿Qué leéis?
Con frialdad, le contó lo que había descubierto. Excepto por un pequeño rubor en el cuello, pareció no reaccionar.
- ¿No mencionaban en vuestro libro que yo era camarero de mi hermano?
- No. Dicen que compraba caballos y tonteaba con las mujeres - y pensar que podía amar a un hombre así. Parecía que mu¬chas mujeres lo habían pensado.
Joseph comió un scone y se tomó su té.
- Cuando regrese, cambiaré vuestros libros de historia¬
- No puede cambiar la historia. La historia es un hecho, ya está hecha. Y no puede cambiar lo que dicen los libros de historia. Ya están impresos.
Él no le contestó.
- ¿Qué dicen del mundo después de mi muerte?
- No he llegado hasta allí. Sólo he leído sobre usted y su hermano.
- ¿Habéis leído sólo lo malo sobre mí?
- Eso era todo lo que había.
- ¿Y sobre mi concepción de Thornwyck? La reina lo consideró un monumento grandioso.
- No está registrado que usted lo diseñara. La bibliotecaria - dijo que algunas personas creen que lo hizo, pero que no hay pruebas.
Joseph dejó su scone a medio comer.
- Venid - le dijo, enojado -, os mostraré lo que hice. Os mostraré el gran trabajo que dejé detrás de mí.
Salió del salón de té, y el scone sin terminar fue un testimonio de lo enojado que estaba. Caminó delante de ella, con pasos, largos y furiosos, y a _______ le costó seguirlo al regresar al hotel.
Para ella, el hotel era hermoso; pero, para Joseph, era una ruina. Hacia la izquierda de la entrada había paredes altas de piedra que ella supuso que eran defensas, pero él le mostró que eran paredes de la mitad de la casa que nunca fue terminada. Ahora eran sólo dos paredes altas con enredaderas que crecían sobre ellas. Le contó lo hermosas que hubieran sido las habitaciones si las hubieran construido como él las había concebido: con paneles, vidrios de colores, hogares de mármol tallado. Le señaló una cara de piedra en lo alto de una pared, desgastada por la lluvia y el tiempo.
- Mi hermano. Hice que esculpieran su rostro - le explicó.
Mientras caminaban a través de largos corredores de habitaciones sin techo y Joseph se las describía, _______ comenzó a ver lo que él había planeado. Casi podía escuchar los laúdes en la sala de música.
- Y ahora es esto - dijo por fin -. Un lugar de vacas y cabras y hacendados.
- Y de sus hijas - agregó _______, incluyéndose en su descripción.
Joseph se volvió y la miró con frialdad.
- Vos creéis lo que esos necios han escrito sobre mí. Creéis que mi vida consistía en caballos y mujeres.
- No soy yo quien lo dice, son los libros, señor - le respondió con el mismo tono.
-Mañana comenzaremos a averiguar lo que no dicen los libros.
A la mañana siguiente, llegaron temprano a la biblioteca. Después de emplear veinte minutos explicándole a Joseph el sistema de consulta libre del lugar, _______ tomó cinco de los libros, sobre los Stafford del estante y comenzó a leer. Joseph se sentó frente a ella y se puso a mirar las páginas de un libro, frunciendo el entrecejo con consternación. Después de observarlo luchar durante media hora, _______ sintió lástima.
- Señor, quizá durante las tardes debería enseñarle a leer - le sugirió con amabilidad.
- ¿Enseñarme a leer? - le preguntó.
- En América soy maestra y tengo experiencia en enseñar a leer a los niños. Estoy segura de que podría aprender.
- ¿Podría? - repitió con las cejas levantadas. No dijo nada más, pero se puso de pie, dirigiéndose hacia la bibliotecaria, y hizo unas preguntas que _______ no pudo oír. La bibliotecaria sonrió, asintió con la cabeza, salió de su escritorio y, un momento después, regresó con varios libros y se los dio a Joseph.
Él los colocó sobre la mesa, abrió el de arriba y su rostro encendió de alegría.
- Y bien, señorita Montgomery, leedme esto.
En la hoja había una escritura incomprensible, con extrañas ¬letras y palabras. Levantó la vista y lo miró.
- Esta es mi escritura - tomó el libro y miró el título: - Es una obra de un hombre llamado Shakespeare.
- ¿Nunca ha oído hablar de él? Creí que era isabelino. Joseph comenzó a leer y se sentó frente a ella.
- No, no tengo conocimiento de él - en un momento se concentró en su lectura, mientras _______ seguía investigando en los libros de historia.
Encontró muy poco de lo que sucedió después de la muer¬te de Joseph. La reina se apoderó de las propiedades. Ni Christopher ni Joseph tuvieron hijos, por lo tanto el título y la suce¬sión habían muerto con ellos. Leyó una y otra vez lo libertino que era Joseph y cómo había traicionado a toda su familia.
Al mediodía fueron a almorzar a un pub. Joseph comenzaba a acostumbrarse a los almuerzos ligeros, pero continuaba quejándose.
- Muchachos necios, si hubieran escuchado a sus padres, aún vivirían. Su mundo aviva esa desobediencia.
- ¿Qué muchachos?
- En la obra. Julieta y... - se detuvo, tratando de recordar.
- ¿Romeo y Julieta? ¿Ha estado leyendo Romeo y Julieta?
- Si, y nunca he visto a nadie tan desobediente. Esa obra es una buena lección para todos los muchachos. Espero que los de hoy lo lean y aprendan de ella.
_______ casi le gritó.
- Romeo y Julieta trata de amor, y si sus padres no hubieran sido tan intolerantes y estrictos, ellos...
- ¿Intolerantes?
Discutieron durante toda la comida.
Más tarde, mientras caminaban de regreso a la biblioteca, _______ le preguntó cómo había muerto su hermano Christopher.
Joseph se detuvo y miró a lo lejos.
- Ese día yo tenía que ir a cazar con él, pero me había cor¬tado en un brazo durante los ejercicios con la espada.
_______ observó cómo se frotaba el antebrazo.
- Aún tengo la cicatriz - después de un momento se volvió, y su rostro no evidenciaba dolor -. Se ahogó. Yo no era el único hermano a quien le gustaban las mujeres. Kit vio una hermosa mujer nadando en un lago y pidió a sus hombres que lo dejaran solo con ella. Después de unas pocas horas, los hombres regresaron y encont¬raron a mi hermano flotando en el lago.
- ¿Y nadie vio lo que sucedió?
- No. Quizá la mujer si, pero nunca la hallamos.
_______ se quedó pensativa un momento.
- Qué extraño que su hermano se ahogara sin testigos de que sucedió, y que unos años más tarde lo acusaran a usted de traición. Es como si alguien hubiera planeado quedarse con las propiedades de los Stafford.
La expresión de Joseph cambió. La miró con esa expresión que tienen los hombres cuando una mujer dice algo en lo que ellos no han pensado, como si hubiera sucedido lo imposible.
- ¿Quién heredaría? ¿Su querida Lettice? - _______ apretó los labios, para que no se notaran los celos en su voz.
Joseph pareció no notarIo.
- Lettice tiene su contrato matrimonial, pero pierde todos sus derechos sobre la riqueza de los Stafford después de mi muerte. Yo heredé de Kit, pero le aseguro que no deseé su muerte.
- ¿Demasiada responsabilidad? Ser el jefe significa asumir la carga.
Él la miró, enojado.
- Vos creéis en vuestros libros de historia. Vamos, habéis de leer más. ¿Quién me traicionó?
_______ leyó toda la tarde, mientras Joseph se divertía con El mercader de Venecia, pero no pudo encontrar nada más. Por la noche, Joseph quiso que cenara con él, pero ella se negó. Sabía que tenía que pasar menos tiempo con él. Hacía muy poco que la habían herido y podía preocuparse por él más de lo que era conveniente. Como un niño triste, Joseph metió las manos en los bolsillos y bajó a cenar, mientras _______ pidió que le trajeran un plato de sopa y pan a su habitación. Comió y volvió a mirar sus notas, pero no averiguó nada. Nadie parecía ganar nada con las muertes de Christopher y Joseph.
Alrededor de las diez, cuando Joseph aún no había regresado de cenar, sintió curiosidad y bajó a mirar. Estaba en la hermosa sala con paredes de piedra, riéndose con media docena de huéspedes. _______ se quedó de pie en la sombra y observó; una ira irracional e injustificada le invadió el cuerpo. Ella lo había llamado al presente, pero ahí había otras dos mujeres locas por él.
Se volvió y se alejó. Era exactamente como decían los libros. No era extraño que alguien lo hubiera traicionado con tanta facilidad. Cuando debía ocuparse de los negocios, probablemente estaba en la cama con alguna mujer.
Fue a la habitación, se puso la bata y se acostó en la pequeña cama que le había proporcionado el hotel. Pero no durmió. Permaneció allí, sintiéndose furiosa y tonta. Quizá debió de haberse ido con Robert. Por lo menos Robert era real. Tenía algunos problemas para compartir el dinero, y amaba en exceso a su hija, pero siempre le había sido fiel.
A las once oyó a Joseph abrir la puerta del dormitorio y vio la luz por debajo de la puerta que separaba sus habitaciones. Cuando le oyó abrir la puerta, cerró con fuerza los ojos.
- _______ - susurró, pero no obtuvo respuesta -. Sé que no estás dormida, contéstame.
Abrió los ojos
- ¿Debo tomar el lápiz y el papel? Me temo que no sé taquigrafía.
Suspiró y avanzó un paso hacia ella. - Percibí algo en ti esta noche. ¿Enojo? _______, no deseo que seamos enemigos.
- No somos enemigos - replicó con firmeza -. Somos señor y sirvienta. Usted es un conde, y yo, una plebeya.
- _______ - su voz era muy seductora -, no eres una plebeya. ¬Quise decir...
- ¿Sí?
- Quise decir lo que dije. Mañana tienes que descubrir más. Buenas noches, señorita Montgomery.
- A la orden, capitán - respondió ella, burlándose.
A la mañana siguiente, se negó a desayunar con él. Esto es lo mejor, pensó, no ceder en ningún momento. Recuerda que es un libertino ahora, y lo era entonces. Caminó sola hasta la biblioteca y, por la ventana, vio a Joseph riéndose con una hermosa joven. Hundió la nariz en el libro.
Joseph aún sonreía cuando se sentó frente a ella.
-¿Una nueva amiga? - le preguntó, e inmediatamente se arrepintió.
- Es americana y me estaba hablando del béisbol. Y el fútbol americano.
- ¿Le ha dicho que la semana pasada estaba en la Inglaterra isabelina? - _______ estaba asombrada.
Joseph sonrió.
- Creyó que era un erudito, y no tuve tiempo de explicarle.
- ¿Erudito? ¡Ah!
Joseph continuó sonriendo.
- ¿Estáis celosa?
- ¿Celosa? No. Soy su empleada. No tengo derecho a estar celosa. ¿Le habló de su esposa?
Joseph tomó uno de los libros de las obras de Shakespeare que la bibliotecaria le había buscado.
- Estáis muy desagradable esta mañana - le recriminó, aún sonriendo, como si estuviera muy complacido.
¿Así que cree que soy desagradable? Volvió a su búsqueda
A las tres casi salta de la silla.
- ¡Mire! ¡Aquí está! - excitada, rodeó la mesa y se sentó junto a Joseph -. Este párrafo, ¿ve? - Joseph lo veía, pero podía leer algunas frases. _______ sostenía un ejemplar de revista sobre historia inglesa de hacía dos meses.
- Este artículo es sobre Goshawk Hall. Dice que se han descubierto papeles de la familia Stafford en Goshawk, y que datan del siglo dieciséis. El doctor Hamilton J. Nolman los está estudiando. Además dice que este doctor espera probar que Joseph Stafford, acusado de traición a comienzos del reinado de Isabel I en realidad era inocente.
_______ miró a Joseph; éste tenía una expresión casi violenta.
- Esta es la razón por la que vine - dijo en voz baja -. No se podía probar nada hasta que se hallaran estos papeles. Hemos de ir a Goshawk.
- No podemos ir así como así. Tendremos que pedir permiso a los dueños para ver los papeles - cerró la revista -. ¿Qué tamaño tiene la casa para que estos papeles permanecieran ocultos durante cuatrocientos años?
- Goshawk Hall no es más grande que cuatro de mis casas -respondió Joseph, como si lo hubiera ofendido. _______ se reclinó hacia atrás y sintió como si por fin estuvieran llegando a algo. No tenía dudas de que esos papeles eran los de la madre de Joseph, y que la prueba que él necesitaba para demostrar su inocencia estaba en ellos.
- Hola.
Levantaron la vista y vieron a la hermosa joven que le había explicado el béisbol a Joseph.
- Pensé que eras tú - le dijo, y luego miró a _______ - ¿Es tu amiga?
- Sólo su secretaria - respondió _______, poniéndose de pie -. ¿Necesita algo más, lord Stafford?
- ¿Lord? - exclamó la joven -. ¿Eres un lord?
Joseph quiso seguir a _______, pero la americana, excitada, impresionada al conocer a un lord, no lo dejó ir.
_______ regresó al hotel, haciendo un esfuerzo para pen¬sar en su carta a Goshawk Hall, pero pensando en Joseph coquetean¬do con la hermosa americana. Por supuesto que no le importaba¬. Esto era sólo un trabajo. Muy pronto estaría en casa, enseñando a los chicos de quinto; tendría alguna cita de vez en cuando, visitaría a sus familiares y les hablaría de Inglaterra, y les explicaría cómo fue abandonada por un hombre y casi se enamora de otro que era casado y tenía cuatrocientos cincuenta y un años.
La mejor historia de _______, pensó.
Cuando llegó al hotel, maldijo todo: malditos todos los hombres, malditos los buenos y los malos. Te rompen el corazón una y otra vez.
- Veo que vuestro humor no ha mejorado - le dijo Joseph desde atrás.
- Mi humor no es de su incumbencia. Se me ha contratado para hacer un trabajo y lo estoy haciendo. Voy a escribir a Goshawk Hall para ver cuándo podemos ver esos papeles.
Joseph comenzó a enojarse.
- Esta animosidad que tenéis contra mí carece de fundamento.
- No tengo animosidad contra usted - le contestó, furiosa-. Hago lo más que puedo para ayudarlo, para ayudarlo a regresar con su amada esposa, a su propia época - levantó la cabeza -. Me he dado cuenta de que no es necesario que usted esté aquí. Yo puedo realizar la investigación. De cualquier manera, usted no sabe leer. ¿Por qué no se va a... la Riviera francesa o a algún otro lu¬gar? Puedo hacer esto sola.
- ¿Tengo que irme?
- Seguro, ¿por qué no? Vaya a Londres y a fiestas. Conozca a todas las mujeres hermosas de este siglo. Hoy en día tenemos muchas mesas.
Joseph se puso rígido.
- ¿Queréis deshaceros de mí?
- Sí, sí, sí. Mi investigación sería más productiva sin usted. Usted... se interpone en mi camino. No sabe nada sobre mi mundo. Apenas sabe vestirse; aún come con las manos la mitad del tiempo; no sabe leer ni escribir; tengo que explicarle hasta las cosas más ¬simples. Sería mil veces mejor si me dejara sola -agarraba con tanta fuerza la silla que estaban a punto de desencajársele los nudillos.
Después lo miró, y el dolor de su rostro era más de lo que ella podía soportar. Tenía que irse, tenía que dejar que aclarara sus ideas. Antes de humillarse con lágrimas, se volvió y salió de la habitación. Una vez en su dormitorio, se recostó contra la puerta y lloró con fuerza.
Terminar con esto, pensó, enviarlo lejos, regresar a casa y no volver a mirar a otro hombre nunca más, eso era lo que necesitaba.
Se acostó, hundió la cara en la almohada y lloró en silencio. Lloró un largo rato, hasta que comenzó a sentirse mejor. Y comenzó a pensar con más claridad.
¡Qué estúpidamente se había comportado! ¿Qué había hecho mal Joseph? Lo imaginó sentado en un calabozo, esperando la ejecución por un crimen que no había cometido y, en un instante, flotando por el aire y apareciendo en el siglo veinte.
Se sentó y se sonó la nariz. ¡Y lo bien que había asimilado todo! Se había adaptado a los automóviles, las novelas, un lenguaje extraño, comida extraña y... a una mujer llorona que sufría por el rechazo de otro hombre. Joseph había sido generoso con su dinero, su risa, su conocimiento.
¿Y _______ qué había hecho? Enfurecerse con él por haberse atrevido a casarse con otra mujer hacía cuatrocientos años.
Cuando lo pensó de esa manera, era casi divertido. Miró la puerta. Su habitación estaba oscura pero había luz por debajo de ella. ¡Qué cosas le había dicho! Cosas desagradables, terribles.
Prácticamente corrió hacia la puerta.
- Joseph, yo... - la habitación estaba vacía. Corrió a abrir la puerta del vestíbulo, pero estaba vacío. Regresó a la habitación y vio una nota en el suelo, que él debía de haber pasado por debajo de su puerta. La abrió rápidamente.
_______ no tenía idea de lo que decían las palabras, pero en su opinión la nota parecía una fuga isabelina. Sus ropas aún estaban en el armario y también las maletas.
Tenía que encontrarlo y disculparse, decirle que no debía irse, que ella necesitaba su ayuda. En su cabeza resonaban todas las cosas terribles que le había dicho. Él sabía leer. En la mesa tenía modales encantadores. Él... maldición, maldición, maldi¬ción, pensó mientras bajaba por la escalera, salía del hotel y cami¬naba bajo la lluvia.
Se agarró los brazos con las manos, bajó la cabeza y comenzó a correr. Tenía que encontrarlo.
El largo automóvil negro se dirigió hacia el sur a través de la hermosa campiña inglesa. En el asiento trasero, Joseph miró a _______. Estaba sentada muy erguida. Tenía el abundante bello rojizo peinado hacia atrás y recogido en la nuca. Desde la mañana no había sonreído o reído o realizado algún comentario más que "sí, señor", o "no, señor".
- _______, yo...
Ella lo interrumpió.
- Creo, lord Stafford, que ya hemos hablado de esto. Soy la señorita Montgomery, su secretaria, ni más ni menos. Espero señor, que recuerde eso y que no le dé a la gente la impresión de que soy algo más.
Él se volvió, suspirando. No sabía qué decirle y, en realidad sabía que este era el mejor camino, pero en estas pocas horas ya la echaba de menos.
Un momento después, vio la torre de Thornwyck, y su corazón se aceleró un poco. Él había diseñado este lugar. Tomó lo que conocía y amaba de sus otras cosas, reunió sus ideas y creó este lugar. Tardaron cuatro años en cortar las piedras y traer el mármol de Italia. En el patio interior había torres con cristales curvos.
Cuando lo detuvieron, sólo estaba terminada la mitad, pero esta era tan hermosa como cualquier edificio de la comarca.
Frunció el entrecejo cuando el conductor giró. Parecía tan vieja. Había estado aquí hacía sólo un mes, y entonces era nueva y perfecta. Ahora la chimenea estaba rota, el tejado también tenía partes rotas, y algunas de las ventanas las habían tapiado.
- Es hermosa - comentó _______, y luego agregó: - señor.
- Se está derrumbando - replicó Joseph, enojado -. ¿Y las torres del ala oeste nunca se terminaron?
Cuando el automóvil se detuvo, Joseph bajó y observó todo. Era un lugar triste, la mitad sin terminar en ruinas, y la otra pa¬recía tener cientos de años (lo cual era realmente así, pensó, desalent¬ado)
Cuando se volvió, _______ ya tenía las maletas en el vestíbulo del hotel.
- Lord Stafford tomará el té a las ocho de la mañana - le estaba indicando al recepcionista -. El almuerzo puntual al mediodía. Deben entregarme el menú con anticipación - se volvió hacia él -. ¿Le firmará usted el registro, señor, o debo hacerlo yo?
Joseph la miró de manera represiva, pero ella se volvió antes de poder verlo. Firmó rápidamente el registro y luego el recepcionista los guió hasta la habitación.
Era hermosa, con empapelado rosa oscuro y una cama con cuatro columnas y un cobertor rosa y amarillo. A los pies de esta había una banqueta amarilla y verde claro, sobre una alfombra rosa.
- Necesitaré un catre - dijo _______.
- ¿Un catre? - preguntó el recepcionista¬
- Por supuesto, para dormir. ¿No creerá que voy a dormir en la cama del señor, verdad?
Joseph hizo girar los ojos. Había estado en el siglo veinte lo suficiente como para saber que el comportamiento de _______ era extraño.
- Sí, señorita - respondió el recepcionista -. Le enviaré un catre - Ios dejo solos.
- _______ - comenzó Joseph.
- Señorita Montgomery - replicó ella con tono frío.
- Señorita Montgomery - repitió él con la misma frialdad -, que envíen mi equipaje. Voy a mirar mi casa.
- ¿Quiere que lo acompañe?
- No, no quiero un lastre - le respondió, enojado, y se fue.
_______ pidió que subieran el equipaje y luego le preguntó al recepcionista dónde quedaba la biblioteca. Se sentía muy eficiente mientras cruzaba el pequeño pueblo, con el cuaderno y el bolígrafo en la mano; pero a medida que se acercaba a la bibliote¬ca su marcha era más lenta.
No pienses en él, pensó. Ha sido todo un sueño, un sueño imposible e inalcanzable. Con frialdad, piensa con frialdad. La Antártida, Siberia. Haz tu trabajo y mantente fría con él. Pertenece a otra mujer, a otro tiempo.
Fue fácil encontrar lo que la bibliotecaria llamó la "Colección Stafford".
-Muchos de los visitantes preguntan por los Stafford, en especial los que se hospedan en Thornwyck - comentó la mujer.
- Estoy interesada en el último conde, Joseph Stafford.
- Oh, sí, pobre hombre, condenado a ser decapitado y luego muerto antes de la ejecución. Se cree que lo envenenaron.
- ¿Quién lo envenenó? - preguntó _______ con ansiedad.
- Quien lo acusó de traición. Él construyó Thornwyck, y que incluso la diseñó, pero nadie puede probarlo. No hay dibujos que lleven su nombre. Bueno, todos los libros de este estante tienen algo sobre los Stafford.
Había muy poco sobre Joseph, excepto lo que se contaba de manera peyorativa. Había sido conde sólo durante cuatro años antes de que lo acusaran de traición. Su hermano mayor, Christopher, había sido conde desde los veintidós años, y los libros narraban cómo se había hecho cargo de las menguantes fortunas de Stafford y las había reconstruido. A Stafford, sólo un año más joven, se lo describía como frívolo y derrochador de grandes sumas en caballos y mujeres.
- No ha cambiado - dijo _______ en voz alta, abriendo otro libro. Este era más decepcionante aun. Narraba la historia de Arabella y la mesa. Parece que dos sirvientes estaban en la habitación cuando entraron Joseph y Arabella, y se escondieron en armario al oírlos llegar. Más tarde, le contaron a todos lo habían visto y un clérigo llamado John Wilfred había escrito toda la historia en su diario, el cual había sobrevivido hasta el presente.
El tercer libro era más serio. Se refería a los logros de Christopher y agregaba que la inutilidad de un hermano menor lo despilfarró todo en un estúpido intento de poner a María, reina Escocia, en el trono de Isabel.
_______ cerró el libro y miró su reloj. Era la hora del té. Salió de la biblioteca y se dirigió a un pequeño salón de té. Pidió té y scones, se sentó y comenzó a leer sus notas.
- Os he buscado mucho.
Levantó la vista y vio a Joseph.
- ¿Debo levantarme hasta que usted se siente, señor?
- No, señorita Montgomery, conque me beséis los pies es suficiente.
- ¿Qué leéis?
Con frialdad, le contó lo que había descubierto. Excepto por un pequeño rubor en el cuello, pareció no reaccionar.
- ¿No mencionaban en vuestro libro que yo era camarero de mi hermano?
- No. Dicen que compraba caballos y tonteaba con las mujeres - y pensar que podía amar a un hombre así. Parecía que mu¬chas mujeres lo habían pensado.
Joseph comió un scone y se tomó su té.
- Cuando regrese, cambiaré vuestros libros de historia¬
- No puede cambiar la historia. La historia es un hecho, ya está hecha. Y no puede cambiar lo que dicen los libros de historia. Ya están impresos.
Él no le contestó.
- ¿Qué dicen del mundo después de mi muerte?
- No he llegado hasta allí. Sólo he leído sobre usted y su hermano.
- ¿Habéis leído sólo lo malo sobre mí?
- Eso era todo lo que había.
- ¿Y sobre mi concepción de Thornwyck? La reina lo consideró un monumento grandioso.
- No está registrado que usted lo diseñara. La bibliotecaria - dijo que algunas personas creen que lo hizo, pero que no hay pruebas.
Joseph dejó su scone a medio comer.
- Venid - le dijo, enojado -, os mostraré lo que hice. Os mostraré el gran trabajo que dejé detrás de mí.
Salió del salón de té, y el scone sin terminar fue un testimonio de lo enojado que estaba. Caminó delante de ella, con pasos, largos y furiosos, y a _______ le costó seguirlo al regresar al hotel.
Para ella, el hotel era hermoso; pero, para Joseph, era una ruina. Hacia la izquierda de la entrada había paredes altas de piedra que ella supuso que eran defensas, pero él le mostró que eran paredes de la mitad de la casa que nunca fue terminada. Ahora eran sólo dos paredes altas con enredaderas que crecían sobre ellas. Le contó lo hermosas que hubieran sido las habitaciones si las hubieran construido como él las había concebido: con paneles, vidrios de colores, hogares de mármol tallado. Le señaló una cara de piedra en lo alto de una pared, desgastada por la lluvia y el tiempo.
- Mi hermano. Hice que esculpieran su rostro - le explicó.
Mientras caminaban a través de largos corredores de habitaciones sin techo y Joseph se las describía, _______ comenzó a ver lo que él había planeado. Casi podía escuchar los laúdes en la sala de música.
- Y ahora es esto - dijo por fin -. Un lugar de vacas y cabras y hacendados.
- Y de sus hijas - agregó _______, incluyéndose en su descripción.
Joseph se volvió y la miró con frialdad.
- Vos creéis lo que esos necios han escrito sobre mí. Creéis que mi vida consistía en caballos y mujeres.
- No soy yo quien lo dice, son los libros, señor - le respondió con el mismo tono.
-Mañana comenzaremos a averiguar lo que no dicen los libros.
A la mañana siguiente, llegaron temprano a la biblioteca. Después de emplear veinte minutos explicándole a Joseph el sistema de consulta libre del lugar, _______ tomó cinco de los libros, sobre los Stafford del estante y comenzó a leer. Joseph se sentó frente a ella y se puso a mirar las páginas de un libro, frunciendo el entrecejo con consternación. Después de observarlo luchar durante media hora, _______ sintió lástima.
- Señor, quizá durante las tardes debería enseñarle a leer - le sugirió con amabilidad.
- ¿Enseñarme a leer? - le preguntó.
- En América soy maestra y tengo experiencia en enseñar a leer a los niños. Estoy segura de que podría aprender.
- ¿Podría? - repitió con las cejas levantadas. No dijo nada más, pero se puso de pie, dirigiéndose hacia la bibliotecaria, y hizo unas preguntas que _______ no pudo oír. La bibliotecaria sonrió, asintió con la cabeza, salió de su escritorio y, un momento después, regresó con varios libros y se los dio a Joseph.
Él los colocó sobre la mesa, abrió el de arriba y su rostro encendió de alegría.
- Y bien, señorita Montgomery, leedme esto.
En la hoja había una escritura incomprensible, con extrañas ¬letras y palabras. Levantó la vista y lo miró.
- Esta es mi escritura - tomó el libro y miró el título: - Es una obra de un hombre llamado Shakespeare.
- ¿Nunca ha oído hablar de él? Creí que era isabelino. Joseph comenzó a leer y se sentó frente a ella.
- No, no tengo conocimiento de él - en un momento se concentró en su lectura, mientras _______ seguía investigando en los libros de historia.
Encontró muy poco de lo que sucedió después de la muer¬te de Joseph. La reina se apoderó de las propiedades. Ni Christopher ni Joseph tuvieron hijos, por lo tanto el título y la suce¬sión habían muerto con ellos. Leyó una y otra vez lo libertino que era Joseph y cómo había traicionado a toda su familia.
Al mediodía fueron a almorzar a un pub. Joseph comenzaba a acostumbrarse a los almuerzos ligeros, pero continuaba quejándose.
- Muchachos necios, si hubieran escuchado a sus padres, aún vivirían. Su mundo aviva esa desobediencia.
- ¿Qué muchachos?
- En la obra. Julieta y... - se detuvo, tratando de recordar.
- ¿Romeo y Julieta? ¿Ha estado leyendo Romeo y Julieta?
- Si, y nunca he visto a nadie tan desobediente. Esa obra es una buena lección para todos los muchachos. Espero que los de hoy lo lean y aprendan de ella.
_______ casi le gritó.
- Romeo y Julieta trata de amor, y si sus padres no hubieran sido tan intolerantes y estrictos, ellos...
- ¿Intolerantes?
Discutieron durante toda la comida.
Más tarde, mientras caminaban de regreso a la biblioteca, _______ le preguntó cómo había muerto su hermano Christopher.
Joseph se detuvo y miró a lo lejos.
- Ese día yo tenía que ir a cazar con él, pero me había cor¬tado en un brazo durante los ejercicios con la espada.
_______ observó cómo se frotaba el antebrazo.
- Aún tengo la cicatriz - después de un momento se volvió, y su rostro no evidenciaba dolor -. Se ahogó. Yo no era el único hermano a quien le gustaban las mujeres. Kit vio una hermosa mujer nadando en un lago y pidió a sus hombres que lo dejaran solo con ella. Después de unas pocas horas, los hombres regresaron y encont¬raron a mi hermano flotando en el lago.
- ¿Y nadie vio lo que sucedió?
- No. Quizá la mujer si, pero nunca la hallamos.
_______ se quedó pensativa un momento.
- Qué extraño que su hermano se ahogara sin testigos de que sucedió, y que unos años más tarde lo acusaran a usted de traición. Es como si alguien hubiera planeado quedarse con las propiedades de los Stafford.
La expresión de Joseph cambió. La miró con esa expresión que tienen los hombres cuando una mujer dice algo en lo que ellos no han pensado, como si hubiera sucedido lo imposible.
- ¿Quién heredaría? ¿Su querida Lettice? - _______ apretó los labios, para que no se notaran los celos en su voz.
Joseph pareció no notarIo.
- Lettice tiene su contrato matrimonial, pero pierde todos sus derechos sobre la riqueza de los Stafford después de mi muerte. Yo heredé de Kit, pero le aseguro que no deseé su muerte.
- ¿Demasiada responsabilidad? Ser el jefe significa asumir la carga.
Él la miró, enojado.
- Vos creéis en vuestros libros de historia. Vamos, habéis de leer más. ¿Quién me traicionó?
_______ leyó toda la tarde, mientras Joseph se divertía con El mercader de Venecia, pero no pudo encontrar nada más. Por la noche, Joseph quiso que cenara con él, pero ella se negó. Sabía que tenía que pasar menos tiempo con él. Hacía muy poco que la habían herido y podía preocuparse por él más de lo que era conveniente. Como un niño triste, Joseph metió las manos en los bolsillos y bajó a cenar, mientras _______ pidió que le trajeran un plato de sopa y pan a su habitación. Comió y volvió a mirar sus notas, pero no averiguó nada. Nadie parecía ganar nada con las muertes de Christopher y Joseph.
Alrededor de las diez, cuando Joseph aún no había regresado de cenar, sintió curiosidad y bajó a mirar. Estaba en la hermosa sala con paredes de piedra, riéndose con media docena de huéspedes. _______ se quedó de pie en la sombra y observó; una ira irracional e injustificada le invadió el cuerpo. Ella lo había llamado al presente, pero ahí había otras dos mujeres locas por él.
Se volvió y se alejó. Era exactamente como decían los libros. No era extraño que alguien lo hubiera traicionado con tanta facilidad. Cuando debía ocuparse de los negocios, probablemente estaba en la cama con alguna mujer.
Fue a la habitación, se puso la bata y se acostó en la pequeña cama que le había proporcionado el hotel. Pero no durmió. Permaneció allí, sintiéndose furiosa y tonta. Quizá debió de haberse ido con Robert. Por lo menos Robert era real. Tenía algunos problemas para compartir el dinero, y amaba en exceso a su hija, pero siempre le había sido fiel.
A las once oyó a Joseph abrir la puerta del dormitorio y vio la luz por debajo de la puerta que separaba sus habitaciones. Cuando le oyó abrir la puerta, cerró con fuerza los ojos.
- _______ - susurró, pero no obtuvo respuesta -. Sé que no estás dormida, contéstame.
Abrió los ojos
- ¿Debo tomar el lápiz y el papel? Me temo que no sé taquigrafía.
Suspiró y avanzó un paso hacia ella. - Percibí algo en ti esta noche. ¿Enojo? _______, no deseo que seamos enemigos.
- No somos enemigos - replicó con firmeza -. Somos señor y sirvienta. Usted es un conde, y yo, una plebeya.
- _______ - su voz era muy seductora -, no eres una plebeya. ¬Quise decir...
- ¿Sí?
- Quise decir lo que dije. Mañana tienes que descubrir más. Buenas noches, señorita Montgomery.
- A la orden, capitán - respondió ella, burlándose.
A la mañana siguiente, se negó a desayunar con él. Esto es lo mejor, pensó, no ceder en ningún momento. Recuerda que es un libertino ahora, y lo era entonces. Caminó sola hasta la biblioteca y, por la ventana, vio a Joseph riéndose con una hermosa joven. Hundió la nariz en el libro.
Joseph aún sonreía cuando se sentó frente a ella.
-¿Una nueva amiga? - le preguntó, e inmediatamente se arrepintió.
- Es americana y me estaba hablando del béisbol. Y el fútbol americano.
- ¿Le ha dicho que la semana pasada estaba en la Inglaterra isabelina? - _______ estaba asombrada.
Joseph sonrió.
- Creyó que era un erudito, y no tuve tiempo de explicarle.
- ¿Erudito? ¡Ah!
Joseph continuó sonriendo.
- ¿Estáis celosa?
- ¿Celosa? No. Soy su empleada. No tengo derecho a estar celosa. ¿Le habló de su esposa?
Joseph tomó uno de los libros de las obras de Shakespeare que la bibliotecaria le había buscado.
- Estáis muy desagradable esta mañana - le recriminó, aún sonriendo, como si estuviera muy complacido.
¿Así que cree que soy desagradable? Volvió a su búsqueda
A las tres casi salta de la silla.
- ¡Mire! ¡Aquí está! - excitada, rodeó la mesa y se sentó junto a Joseph -. Este párrafo, ¿ve? - Joseph lo veía, pero podía leer algunas frases. _______ sostenía un ejemplar de revista sobre historia inglesa de hacía dos meses.
- Este artículo es sobre Goshawk Hall. Dice que se han descubierto papeles de la familia Stafford en Goshawk, y que datan del siglo dieciséis. El doctor Hamilton J. Nolman los está estudiando. Además dice que este doctor espera probar que Joseph Stafford, acusado de traición a comienzos del reinado de Isabel I en realidad era inocente.
_______ miró a Joseph; éste tenía una expresión casi violenta.
- Esta es la razón por la que vine - dijo en voz baja -. No se podía probar nada hasta que se hallaran estos papeles. Hemos de ir a Goshawk.
- No podemos ir así como así. Tendremos que pedir permiso a los dueños para ver los papeles - cerró la revista -. ¿Qué tamaño tiene la casa para que estos papeles permanecieran ocultos durante cuatrocientos años?
- Goshawk Hall no es más grande que cuatro de mis casas -respondió Joseph, como si lo hubiera ofendido. _______ se reclinó hacia atrás y sintió como si por fin estuvieran llegando a algo. No tenía dudas de que esos papeles eran los de la madre de Joseph, y que la prueba que él necesitaba para demostrar su inocencia estaba en ellos.
- Hola.
Levantaron la vista y vieron a la hermosa joven que le había explicado el béisbol a Joseph.
- Pensé que eras tú - le dijo, y luego miró a _______ - ¿Es tu amiga?
- Sólo su secretaria - respondió _______, poniéndose de pie -. ¿Necesita algo más, lord Stafford?
- ¿Lord? - exclamó la joven -. ¿Eres un lord?
Joseph quiso seguir a _______, pero la americana, excitada, impresionada al conocer a un lord, no lo dejó ir.
_______ regresó al hotel, haciendo un esfuerzo para pen¬sar en su carta a Goshawk Hall, pero pensando en Joseph coquetean¬do con la hermosa americana. Por supuesto que no le importaba¬. Esto era sólo un trabajo. Muy pronto estaría en casa, enseñando a los chicos de quinto; tendría alguna cita de vez en cuando, visitaría a sus familiares y les hablaría de Inglaterra, y les explicaría cómo fue abandonada por un hombre y casi se enamora de otro que era casado y tenía cuatrocientos cincuenta y un años.
La mejor historia de _______, pensó.
Cuando llegó al hotel, maldijo todo: malditos todos los hombres, malditos los buenos y los malos. Te rompen el corazón una y otra vez.
- Veo que vuestro humor no ha mejorado - le dijo Joseph desde atrás.
- Mi humor no es de su incumbencia. Se me ha contratado para hacer un trabajo y lo estoy haciendo. Voy a escribir a Goshawk Hall para ver cuándo podemos ver esos papeles.
Joseph comenzó a enojarse.
- Esta animosidad que tenéis contra mí carece de fundamento.
- No tengo animosidad contra usted - le contestó, furiosa-. Hago lo más que puedo para ayudarlo, para ayudarlo a regresar con su amada esposa, a su propia época - levantó la cabeza -. Me he dado cuenta de que no es necesario que usted esté aquí. Yo puedo realizar la investigación. De cualquier manera, usted no sabe leer. ¿Por qué no se va a... la Riviera francesa o a algún otro lu¬gar? Puedo hacer esto sola.
- ¿Tengo que irme?
- Seguro, ¿por qué no? Vaya a Londres y a fiestas. Conozca a todas las mujeres hermosas de este siglo. Hoy en día tenemos muchas mesas.
Joseph se puso rígido.
- ¿Queréis deshaceros de mí?
- Sí, sí, sí. Mi investigación sería más productiva sin usted. Usted... se interpone en mi camino. No sabe nada sobre mi mundo. Apenas sabe vestirse; aún come con las manos la mitad del tiempo; no sabe leer ni escribir; tengo que explicarle hasta las cosas más ¬simples. Sería mil veces mejor si me dejara sola -agarraba con tanta fuerza la silla que estaban a punto de desencajársele los nudillos.
Después lo miró, y el dolor de su rostro era más de lo que ella podía soportar. Tenía que irse, tenía que dejar que aclarara sus ideas. Antes de humillarse con lágrimas, se volvió y salió de la habitación. Una vez en su dormitorio, se recostó contra la puerta y lloró con fuerza.
Terminar con esto, pensó, enviarlo lejos, regresar a casa y no volver a mirar a otro hombre nunca más, eso era lo que necesitaba.
Se acostó, hundió la cara en la almohada y lloró en silencio. Lloró un largo rato, hasta que comenzó a sentirse mejor. Y comenzó a pensar con más claridad.
¡Qué estúpidamente se había comportado! ¿Qué había hecho mal Joseph? Lo imaginó sentado en un calabozo, esperando la ejecución por un crimen que no había cometido y, en un instante, flotando por el aire y apareciendo en el siglo veinte.
Se sentó y se sonó la nariz. ¡Y lo bien que había asimilado todo! Se había adaptado a los automóviles, las novelas, un lenguaje extraño, comida extraña y... a una mujer llorona que sufría por el rechazo de otro hombre. Joseph había sido generoso con su dinero, su risa, su conocimiento.
¿Y _______ qué había hecho? Enfurecerse con él por haberse atrevido a casarse con otra mujer hacía cuatrocientos años.
Cuando lo pensó de esa manera, era casi divertido. Miró la puerta. Su habitación estaba oscura pero había luz por debajo de ella. ¡Qué cosas le había dicho! Cosas desagradables, terribles.
Prácticamente corrió hacia la puerta.
- Joseph, yo... - la habitación estaba vacía. Corrió a abrir la puerta del vestíbulo, pero estaba vacío. Regresó a la habitación y vio una nota en el suelo, que él debía de haber pasado por debajo de su puerta. La abrió rápidamente.
_______ no tenía idea de lo que decían las palabras, pero en su opinión la nota parecía una fuga isabelina. Sus ropas aún estaban en el armario y también las maletas.
Tenía que encontrarlo y disculparse, decirle que no debía irse, que ella necesitaba su ayuda. En su cabeza resonaban todas las cosas terribles que le había dicho. Él sabía leer. En la mesa tenía modales encantadores. Él... maldición, maldición, maldi¬ción, pensó mientras bajaba por la escalera, salía del hotel y cami¬naba bajo la lluvia.
Se agarró los brazos con las manos, bajó la cabeza y comenzó a correr. Tenía que encontrarlo.
sofiii1
Re: "El Caballero De La Brillante Armadura"(Joe y ______)
:o!!
nooo!
yo quiiero a mi
lindoo lordd!
:( la Rayiiz tienee que recuperarlo!
SIGUELA!
nooo!
yo quiiero a mi
lindoo lordd!
:( la Rayiiz tienee que recuperarlo!
SIGUELA!
AleMoralesT3
Re: "El Caballero De La Brillante Armadura"(Joe y ______)
Ahii noo ! Esperoo q __ lo encuentre!! Y es q una mujer dolida dice cosas feas :( hay q entenderla u.u
SIGUELAAAA!!!!
SIGUELAAAA!!!!
jb_fanvanu
Re: "El Caballero De La Brillante Armadura"(Joe y ______)
Probablemente iría tan deprisa por la lluvia que se cruzaría delante de un ómnibus o un tren. ¿Sabía lo que era la vía del tren? ¿Y si se había subido a un tren? No sabría dónde bajarse, o cómo regresar si se bajaba.
Corrió a la estación del tren, pero estaba cerrada. Bien, pensó, quitándose el cabello frío y mojado de la cara. Trató de ver la hora en su reloj, pero la lluvia le golpeaba la cara. Parecía que eran más de las once. Ella debía de haber estado llorando durante horas. Tembló pensando en lo que podría haberle sucedido duran¬te todo ese tiempo.
Vio una sombra oscura en el arroyo de una calle lejana y corrió hacia ella, creyendo que era Joseph muerto. Pero era sólo una sombra. Pestañeando para tratar de mantener los ojos abiertos bajo la lluvia, estornudando dos veces, miró las ventanas a oscur¬as del pueblo.
Quizá Joseph acababa de ponerse a andar. ¿Qué distancia podía recorrer una persona en...? Ni siquiera sabía cuánto hacia que se había ido. ¿Qué dirección habría tomado?
Comenzó a correr hacia el final de la calle, y el agua fría le salpicaba la parte trasera de las piernas y la falda. Parecía no haber luces en ningún lugar, pero cuando dio la vuelta en la esquina vio una en una ventana. Un pub, pensó. Preguntaría allí si alguien lo había visto.
Entró, y la luz y el calor intensos no le permitieron ver du¬rante un momento.
Temblando, chorreando agua, se quedó allí sin moverse pa¬ra acostumbrar la vista. Y luego oyó una risa que le resultó conocida. Joseph, pensó, y corrió a través de la habitación llena de humo.
Lo que vio era como un anuncio de los siete pecados. Joseph con la camisa desabotonada hasta la cintura y un puro entre los dientes, estaba sentado en una mesa que parecía que iba a romperse por el peso de la comida que había sobre ella. Tenía una mujer a cada lado y marcas de lápiz de labios en las mejillas y la camisa.
- _______ - le dijo con alegría -, siéntate con nosotros.
Ella se quedó donde estaba, sintiéndose como un gato mojado, con el cabello pegado a la cabeza y la ropa al cuerpo, un litro de agua en cada zapato y un charco alrededor de sus pies en el que podía navegar una goleta.
- Levántese de ahí y venga conmigo - le ordenó con el tono de voz con que reprendía a un mal alumno.
- A la orden, capitán - respondió Joseph, sonriendo.
Está borracho, pensó.
Joseph besó a cada una de las mujeres en la boca, luego saltó sobre la mesa y levantó a _______ en brazos.
- Bájeme - le dijo -, pero Joseph la llevó en brazos hasta la calle.
- Está lloviendo.
- No, señora - aún sosteniéndola, comenzó a frotarle el cuello con la nariz.
- No haga eso, bájeme enseguida.
Lo hizo, pero de tal manera que el cuerpo de ella se deslizó contra el suyo.
- Está borracho - le dijo, separándose de él.
- Sí, lo estoy - respondió, feliz -. La cerveza de aquí me gusta. Las mujeres me gustan - le dijo, y la tomó de la cintura.
_______ lo separó.
- Estaba preocupada por usted, y usted aquí, divirtiéndose con un par de mujerzuelas y...
- Demasiado rápido, demasiadas palabras. Mi hermosa _______, mirad las estrellas.
- Por si no lo ha notado, estoy empapada y también helada -estornudó como para corroborar sus palabras.
Él la levantó otra vez en brazos.
- ¡Bájeme!
- Vos tenéis frío; yo, calor - le respondió como si eso justificara su proceder -. ¿Tenéis miedo de mí?
Sentía deseos de admitir que la había vencido mientras Joseph la apretaba contra su cuerpo. Él realmente tenía calor.
- Le dije cosas horribles y lo lamento mucho. En realidad, usted no es una carga.
Joseph le sonrió.
- ¿Esa es la causa de vuestro temor? ¿Que quizá yo esté enojado?
- No. Cuando vi que se había ido, pensé que quizá se había cruzado delante de un ómnibus o de un tren. Estaba preocupada porque pudiera estar herido.
- ¿Doy la impresión de no tener piamadre?
- ¿Qué?
- Cerebro. ¿Os parezco estúpido?
- Por supuesto que no. Es que no sabe cómo funciona nuestro mundo moderno, eso es todo.
- ¿Sí? ¿Quién está mojado y quién está seco?
- Ambos estaremos mojados si continúa llevándome - respondió con presunción.
- A pesar de vuestros conocimientos, he averiguado todo lo que necesitamos saber, y mañana iremos a Goshawk.
- ¿Cómo lo ha averiguado y quién se lo ha contado? ¿Las mujeres que estaban allí? ¿Lo obtuvo con un beso?
- ¿Está celosa, señorita Montgomery?
- No, lord Stafford, no lo estoy - esa afirmación probaba que la teoría de Pinocho era falsa. La nariz no le creció -. ¿Qué ha ave¬riguado?
- Dickie Harewood es propietario de Goshawk.
- ¿Pero no se casó con su madre? ¿Es tan viejo como usted?
- Cuidado o te mostraré lo viejo que soy - la meció en sus brazos -. ¿Te aprieto demasiado?
- Lo más probable es que estés débil después de coquetear con todas las mujeres. Le quita la fuerza a un hombre.
- La mía no ha sufrido daño. ¿Qué te estaba diciendo?
- Que Dickie Harewood aún es propietario de Goshawk.
- Sí, mañana tengo que verlo. ¿Qué es un fin de semana?
- Es el fin de una semana de trabajo, cuando todos descansan. Y no puedes aparecer en la casa de un lord sin avisar. Espero que no estés pensando en invitarte para el fin de semana.
- ¿Los trabajadores descansan? Pero nadie parece trabajar. No he visto granjeros en los campos, a nadie arando. Ahora la gen¬te compra y conduce automóviles.
- Tenemos una semana laboral de cuarenta horas y tractores. Joseph, no me has respondido. ¿Qué estás pensando ha¬cer? No puedes decirle a Harewood que vienes del siglo dieciséis. No se lo puedes decir a nadie, incluyendo a las mujeres de los bares - le tocó el cuello de la camisa -. Has estropeado esta camisa. El lápiz de labios no sale.
Él le sonrió y la meció otra vez.
- Tú no tienes lápiz de labios.
_______ apartó la cabeza.
- No empieces otra vez con eso. Cuéntame cosas sobre Goshawk Hall.
- La familia Harewood aún es la propietaria. Vienen a pasar el fin...
- Fin de semana.
- Sí, el fin de semana y... - miró a _______ de reojo -, y Arabella está allí.
- ¿Arabella? ¿Qué tiene que ver la Arabella del siglo veinte con todo esto?
- Mi Arabella era la hija de Dickie Harewood, y parece que hay otro Dickie Harewood en Goshawk Hall, y con una hija llamada Arabella, que tiene la misma edad que mi Arabella cuando nosotros...
- No te molestes - le dijo _______, y pensó durante un momento. Los papeles encontrados hace poco, otra Arabella, otro Dickie. Era como si la historia se volviera a repetir.
CAPÍTULO 8
_______ contempló a Joseph montado en el semental. Y contuvo el aliento. Había oído hablar de gente que montaba caballos como este, pero nunca había visto uno. Todos los empleados, todos los visitantes de los establos se habían detenido para obser¬var cómo Joseph trataba de controlar a este animal furioso, ner¬vioso y de mal carácter.
La noche anterior habían estado despiertos más tarde de la una, y _______ le había pedido que le contara todo sobre su rela¬ción con los Harewood. No era mucho. Tenía propiedades linde¬ras. Dickie era de edad suficiente como para ser el padre de Joseph y tenía una hija, Arabella, que se había casado con Robert Sydney. Arabella y su esposo se odiaban y después de que ella le diera un heredero, se separaron; pero Arabella tuvo otros tres niños más.
- Uno de ellos tuyo - dijo _______, tomando notas.
- No hay razón para pensar mal de ella. Arabella y el niño murieron en aquel parto.
- Lo lamento - _______ pensó que la mujer podía haber muerto por algo tan simple como que la partera no se hubiera la¬vado las manos.
Trató de pensar en la forma de ser invitados a la finca de los Harewood lo más pronto posible, pero no tenía credenciales de estudiante y aunque Joseph era conde, le habían quitado el títu¬lo cuando lo condenaron por traición. Dio vueltas a la cabeza hasta que ya no pudo permanecer despierta, le deseó buenas noches a Joseph y se fue a su cama.
Esto está mejor, pensó mientras se dormía. Tenía sus emociones bajo control. Estaba superando lo de Robert y ya no deseaba un hombre casado. Ayudaría a Joseph a regresar con su esposa, a limpiar su nombre, y volvería a casa sintiéndose bien consigo misma. Por una vez en su vida no se relacionaría con un hombre inadecuado.
Joseph se levantó temprano y abrió la puerta que separaba su dormitorio del de _______.
- ¿Sabes montar a caballo? ¿Alguien sabe montar a caballo hoy en día? _______ le aseguró que sabía montar, por sus primos de Colorado, y después del desayuno, buscó unos establos cercanos. Estaban a siete kilómetros, y Joseph insistió en caminar. Una vez allí hizo una mueca de desprecio ante los caballos de alquiler, pero su mirada se iluminó al ver un enorme caballo en el campo. Estaba pastando y movía la cabeza como para que nadie se atreviera a acercarse. Como si estuviera en trance, Joseph caminó hacia el animal. El caballo corrió hacia él, y _______ se retiró del cercado.
- Este - señaló Joseph.
- No estarás pensando en montar ese caballo. Hay muchos, monta uno de aquellos - le pidió _______.
Nada le haría cambiar de opinión. El dueño de los establos se acercó y pensó que sería divertido ver cómo Joseph se rompía el cuello. _______ sabía que en América existía el seguro, pero no en Inglaterra. Llevaron el semental a la cuadra, un mozo lo ensilló y lo llevó a un campo y luego le entregó alegremente las riendas a Joseph.
Este se montó y lo controló con facilidad.
-Nunca he visto a nadie montar así - comentó uno de los mozos de cuadra -. ¿Monta usted mucho?
- Siempre - respondió _______ -. Se subiría a un caballo antes que a un automóvil. En realidad, ha pasado mucho más tiempo de su vida en un caballo que en un automóvil.
- Eso debe de ser - dijo el mozo entre dientes, observando, sorprendido a Joseph.
- ¿Estás lista? - le preguntó Joseph a _______.
Ella montó su yegua mansa y lo siguió. Nunca había visto un hombre tan feliz, y otra vez pensó en lo diferente que debía de ser este mundo moderno del que él conocía. Él y su caballo parecían uno solo, como si Joseph fuera un centauro.
La campiña inglesa está llena de senderos y Joseph se fue galopando por uno de ellos. _______ comenzó a llamarlo para que preguntara la dirección, pero luego comprendió que era improbable que alguien hubiera cambiado de sitio Goshawk Hall en los últimos siglos.
Tenía dificultades para seguirlo, lo perdió varias veces, y una de ellas regresó a buscarla. _______ se había detenido en un cruce de caminos y estaba buscando sus huellas en la tierra. Cuan¬do él la vio, quiso saber qué estaba haciendo. _______, tratando de controlar su yegua, que reaccionaba ante la cercanía y agresividad del semental de Joseph, le dijo que le compraría algunos de los libros de Louis L' Amour y le leería sobre el arte de seguir las huellas.
Por fin, _______ llegó a un camino y siguió por él hasta que se encontró con una puerta con una pequeña placa de bronce que decía: GOSHAWK HALL. Siguió por un sendero y vio la enorme fortaleza rectangular de una casa ubicada entre hectáreas de her¬mosos jardines cuyas plantas ondulaban al viento.
_______ se sentía un poco incómoda por llegar a esta casa sin invitación ni aviso, pero Joseph ya había desmontado y se di¬rigía hacia un hombre alto que se encontraba a cuatro pies en un cuadro de petunias.
- ¿No crees que primero deberíamos llamar a la puerta principal? - le preguntó cuando lo alcanzó -. Quizá deberíamos preguntar por el señor Harewood y decirle que deseamos ver los papeles.
- Ahora estás en mis tierras - le contestó, y se dirigió hacia el jardinero.
- ¡Joseph!
- ¿Harewood? - le preguntó Joseph al jardinero.
El hombre alto se volvió para mirar a Joseph. Tenía ojos celestes, cabello rubio con canas y la piel suave y rosada de un bebé. No tenía el aspecto de ser muy inteligente.
- Sí. ¿Nos conocemos?
- Joseph Stafford de Thornwyck.
- Mmmm - murmuró el hombre, y se puso de pie, sin moles¬tarse en limpiar sus pantalones sucios -. ¿De los Stafford de aquel sinvergüenza a quien condenaron por traición?
_______ pensó que el hombre podría haber comentado al¬go que hubiera sucedido el año pasado.
- Los mismos - respondió Joseph, erguido.
Harewood miró el caballo. Joseph llevaba un traje de montar muy costoso, con botas negras altas y brillantes, y _______, de pronto, se sintió mal vestida con su camisa de algodón Levi's y sus zapatillas Nike.
- ¿Monta usted eso? - le preguntó Harewood.
- Sí. He oído que tiene algunos papeles de mi familia.
- Oh, sí, los encontramos - respondió, sonriendo -. Los encontramos cuando se cayó una pared. Parecía que alguien había escondido. Pase y tomaremos té y veremos si podemos encontrar los papeles. Creo que los tiene Arabella.
_______ comenzó a seguirlos, pero Joseph le puso riendas del caballo en la mano y se alejó con lord Harewood.
- Espera un minuto - le dijo, y los siguió llevando los caballos, pero el semental de Joseph comenzó a cabecear y _______ se volvió para mirarlo. El animal tenía en los ojos una expresión salvaje.
- Atrévete - le advirtió, y el caballo dejó de cabecear.
¿Y ahora qué hago?, se preguntó. Si se suponía que iba ser la secretaria de Joseph y a averiguar los secretos que su madre podía conocer, ¿por qué estaba allí sujetando a los caballos?
- ¿Los cepillo ahora, su señoría? - murmuró, y se dirigió hacia la parte trasera de la casa. Quizás allí habría establos donde podría dejar a los animales.
Detrás de la casa había media docena de edificios, y _______ se dirigió hacia uno que parecía ser un establo. Casi estaba llegando cuando un caballo y su jinete pasaron junto a ella. El caballo era tan grande y arisco como el semental de Joseph, y sobre él iba una mujer sorprendente. Tenía la imagen que todas las mujeres deseaban: alta, delgada de caderas, con piernas muy, muy largas, un rostro aristocrático, busto grande y un porte tan erguido que causaría envidia a una barra de acero. Llevaba pantalones de montar ingleses que parecían pintados, y el cabello oscuro peinado hacia atrás, lo que resaltaba sus hermosos rasgos.
La mujer detuvo el caballo y se volvió.
- ¿De quién es ese caballo? - preguntó con una voz que _______ sabía que los hombres adorarían: profunda, ronca y po¬derosa. A ver si lo adivino, pensó, es la tatara, tatara, etcétera, nie¬ta de la Arabella de la mesa.
- De Joseph Stafford - respondió.
La mujer palideció, con lo cual sus labios parecían más rojos y sus ojos más oscuros.
- ¿Es una broma?
- Es un descendiente de aquel Joseph Stafford - contestó _______. Trató de imaginar cómo reaccionaría una familia ame¬ricana si alguien les mencionaba el nombre de un antepasado isabelino. No sabrían de quién estaban hablando, pero esta gente ac¬tuaba como si Joseph hubiera muerto hacía sólo un par de años.
La mujer desmontó con elegancia y le entregó las riendas a _______.
- Cepíllelo - le dijo, y se dirigió hacia la casa.
- No lo puedo creer - murmuró _______. Ahora tenía tres caballos, a dos de los cuales parecía agradarles matar mujeres antes del desayuno. Ni siquiera se atrevió a mirar los caballos, sino que siguió caminando hacia el establo.
Un hombre mayor, sentado al sol, que tomaba té y leía un periódico, se sorprendió al verla.
Se puso de pie lenta y cautelosamente.
- Quédese quieta, señorita. Permanezca donde está y los su¬jetaré a los dos.
_______ no se atrevió a moverse mientras el hombre se aproximaba a ella como si se acercara a un tigre salvaje. Extendió la mano, sin acercarse demasiado, y tomó las riendas de uno de los sementales. Con lentitud, alejó el caballo de ella y lo condujo al es¬tablo. Un momento después repitió la maniobra y se llevó el caba-llo de Joseph.
Cuando regresó, se quitó la gorra y se secó el sudor de la frente.
- ¿Cómo ha traído al caballo de lady Arabella y a Sugar juntos?
- ¿Sugar?.
- El semental de los establos Dennison.
- Sugar. Qué buena broma. Debería llamarse Enemigo público. ¿Así que esa era lady Arabella? - miró la casa -. ¿Cómo puedo entrar en ese lugar? Se supone que debo estar... ayudan¬do.
El hombre miró a _______ de arriba a abajo, y ella se dio cuenta de que su acento y su ropa americana la delataban.
- Aquella puerta es la entrada a la cocina.
_______ le dio las gracias y se alejó murmurando.
- La entrada a la cocina. ¿Debo presentarme a la cocinera y solicitar un empleo como fregona? ¡Espera a que vea a Joseph! Aclararemos algunas cosas. No soy su palafrenera.
Un hombre respondió a su llamada y, al preguntarle por Joseph, la condujo a la cocina. Era un lugar enorme con electro¬domésticos nuevos, pero en el centro de la habitación había una gran mesa que parecía estar allí desde la llegada de Guillermo el Conquistador. Todos se interrumpieron y la miraron.
- Sólo pasaba, mi... jefe me necesita - sonrió débilmente.
Voy a matarlo, pensó, e imaginó el sermón que le daría sobre la igualdad moderna.
El hombre al cual seguía, que no le hablaba, la condujo a través de varias despensas, donde todos se detenían y la miraban. Joseph deseará que lo ejecuten en cuanto termine con él, pensó _______.
El hombre no se detuvo hasta que llegaron al vestíbulo, de entrada, una gran habitación redonda con magníficas escaleras a ambos lados y retratos colgados por doquier. Lord Harewood, Joseph y la espléndida Arabella estaban juntos como si fueran viejos amigos. Arabella estaba mejor aun que cuando _______ la vio por primera vez. Sus hermosos ojos prácticamente devoraban a Joseph.
- Te has reunido con nosotros - dijo Joseph cuando vio a _______, actuando como si ella hubiera estado tomando el aireo -. Mi secretaria debe quedarse conmigo.
- ¿Con usted? - preguntó Arabella, y miró con displicencia a _______, que imaginó cómo debería sentirse una uva cuando la convertían en pasa.
- Sólo un sitio para ella - aclaró Joseph, sonriendo.
- Creo que podemos encontrar una habitación -respondió Arabella.
- ¿Dónde? ¿En el triturador de basura?
Joseph la tomó del hombro con fuerza.
- Americana - agregó, como si eso lo explicara todo -. Estaremos aquí para la hora del té - puntualizó, y antes de que _______ pudiera decir otra palabra, la empujó hacia fuera delante de él. Parecía saber con exactitud dónde estaba el establo, porque se dirigió hacia allí.
_______ tuvo que correr para caminar junto a él. Ser baja tenía sus desventajas.
-¿Y ahora qué has hecho? - le preguntó -. ¿Nos vamos a quedar el fin de semana? No les has dicho que eras del siglo die¬ciséis, ¿verdad? ¿Y qué es eso de llamarme americana en ese tono?
Joseph se detuvo en el sendero de grava.
- ¿Qué tienes para ponerte en la cena? Ellos se visten para cenar.
-¿Crees que Arabella se cambiará? Apuesto a que llevará algo con un escote hasta el suelo.
Joseph, dándole la espalda, se sonrió.
- Qué es un trit...
-Triturador de basura - completó la frase, y le explicó en qué consistía. Joseph se volvió antes de que ella lo viera sonreír.
En el establo, el mozo de cuadra se mantuvo alejado mientras Joseph montaba a Sugar.
- Si hubiera tenido un mozo tan cobarde, lo hubiera golpea¬do - murmuró Joseph.
_______ no pudo sacarle una palabra a Joseph mientras regresaban a los establos de alquiler. Volvieron caminando al hotel, y cuando llegaron, era la hora de almorzar. Joseph, aún sudando, entró en el comedor y pidió tres platos y una botella de vi¬no
Sólo habló cuando le sirvieron el vino.
- ¿Qué quieres saber?
Su curiosidad superó su enojo por la forma en que la había tratado.
- ¿Quién? ¿Cómo? ¿Qué? ¿Cuándo?
Él se rió.
- Una mujer sin vueltas.
Comenzó a contarle que Dickie Harewood era el mismo, no demasiado brillante, deseoso sólo de cazar y cuidar sus jardines.
- Son casi tan buenos como los míos - le dijo Joseph.
- Deja de presumir y continúa - hincó el tenedor en su plato de carne asada. La carne inglesa era una de las grandes maravillas de la tierra: tierna, suculenta, perfectamente hecha.
- Hace dos meses, unos trabajadores estaban arreglando el tejado de Goshawk Hall y al parecer los martillazos hicieron un hueco en una pared.
Ya no se construye como antes - comentó Joseph -. En mis casas...
Se detuvo ante una mirada de _______, luego continuó.
- Dentro de la pared había un cofre lleno de papeles, y cuando los examinaron, resultaron ser cartas de lady Margaret Stafford.
_______ se reclinó hacia atrás.
- ¡Eso es maravilloso! Y ahora estamos invitados a su casa para leerlas. Oh, Colin, eres un encanto.
Joseph abrió mucho los ojos cuando lo llamó así, pero no realizó ningún comentario.
- Hay problemas.
- ¿Qué clase de problemas? No, déjame adivinar. Lady Ara¬bella desea que te lleven en una bandeja de plata todas las mañanas junto con su zumo de naranja.
Joseph casi derrama el vino.
- Vuestro lenguaje, señora - le recriminó con severidad.
- ¿Tengo razón o no?
- No. Lady Arabella está escribiendo un libro sobre... – se volvió, y _______ vio que se sonrojaba.
- ¿Sobre ti?
Joseph volvió a mirar la comida, pero no a ella.
- Sobre el hombre que ella cree que es mi antepasado. Ha oído la historia de... - ¿De la mesa? Bien, y ahora desea repetirla. ¿Te va a dejar ver los documentos o no?
- No puede. Ha firmado un contrato con un médico.
_______ no comprendió bien. ¿Un médico? ¿Estaba enferma? No, un doctor.
- ¿El doctor de la revista? ¿Cuál era su nombre? Doctor Hamilton. ¿Ese?
Joseph asintió con la cabeza.
- Llegó ayer. Espera ganar algo con limpiar mi nombre. Pero Arabella dice que el libro tardará años. No creo que pueda esperar tanto. Tu mundo cuesta demasiado.
_______ sabía por la carrera de su padre lo importante que era publicar en el mundo académico. Para el mundo exterior podía no ser importante resolver un misterio isabelino, pero para un estudioso, en especial un hombre joven que acababa de empe¬zar, un libro con información nueva podía significar la diferencia entre la obtención de un cargo o no, entre trabajar en una universidad grande y con una buena remuneración, o en una pequeña.
- Entonces, el doctor como se llame está allí y le ha hecho jurar a tu Arabella que guardará reserva, y por lo tanto no tendrás acceso a los papeles. Sin embargo, nos han invitado como huéspe¬des.
Joseph sonrió sobre su copa de vino.
- Persuadí a Arabella para que me contara lo que sabe so¬bre mí. Espero poder persuadirla para que me cuente todo. Y tú tienes que hablar con ese médico.
- Es doctor, no médico, y... ¡Qué! Espera un minuto, ¿estás diciendo lo que creo que estás diciendo? No voy a coquetear para ayudarte, bajo ninguna circunstancia. Firmé como secretaria, no como... ¿Qué estás haciendo?
Joseph le había tomado la mano entre las de él y le estaba besando los dedos uno por uno.
- ¡Deja eso! La gente nos mira - a _______ se le salieron los zapatos. Los labios de Joseph le recorrieron el brazo hasta llegar a la zona sensible de la parte opuesta del codo. _______ se hundía en la silla.
-¡Está bien! ¡Tú ganas! ¡Deja eso!
Levantó la vista y la miró:
- ¿Me ayudarás?
- Sí - le respondió mientras le besaba otra vez el brazo.
- Bien - le dijo, y le soltó el brazo de manera tan brusca que cayó sobre su plato sucio -. Ahora tenemos que preparar las maletas.
_______, gesticulando, se limpió el brazo y corrió detrás de él.
- ¿Así vas a persuadir a Arabella? - le gritó, y luego se detuvo al ver que los otros comensales la estaban mirando. Sonrió, disculpándose, y salió del lugar a la carrera¬
En su habitación, _______ vio a un Joseph diferente. Es¬taba muy preocupado por que su ropa estuviera en condiciones. Tomó una camisa de lino y comentó:
- Necesita un poco de arreglo.
_______ miró a su pobre guardarropa y sintió deseos de llorar. Un fin de semana en casa de un lord inglés, donde se cam¬biaban para cenar, y ella no tenía más que una maleta llena de ro¬pa de lana duradera. Deseaba tener el traje blanco de su madre, el de las perlas, o el rojo con...
Se interrumpió, sonrió y llamó por teléfono a su hermana Elizabeth en Maine.
- ¿Quieres que te envíe dos de los mejores trajes de mamá? Nos matará a las dos.
- Elizabeth - le pidió, suplicando -, asumo la responsabili¬dad. Envíamelos ya. Por correo nocturno. ¿Tienes un lápiz? - le dictó la dirección de Goshawk Hall.
- _______, ¿qué sucede? Primero me llamas desesperada y no me cuentas nada, y ahora deseas que asalte el armario de mamá.
- No mucho. ¿Cómo va tu trabajo?
- Me está volviendo loca. Y por si eso fuera poco, están ro¬tas las cañerías. Hoy tiene que venir el fontanero. _______, ¿estás segura de que te encuentras bien?
- Estoy bien. Buena suerte con tu trabajo, y con el fontane¬ro. Adiós.
Preparó su maleta y la de Joseph, pues era una de las co¬sas que él ni pensaría hacer, y luego pidió un taxi. No había una maleta lo suficientemente grande para guardar su armadura, por lo tanto la colocó en la bolsa de compras más grande.
En Goshawk Hall, Arabella recibió a Joseph literalmente con los brazos abiertos.
- Pasa, querido. Siento que nos conocemos. Después de todo, nuestros antepasados fueron muy amigos. ¿Por qué debemos ser diferentes? - lo condujo adentro, dejando a _______ con media docena de maletas a los pies. - ¿Por qué debemos ser diferentes? - repitió con voz burlona mientras le pagaba al taxista.
_______ no tardó más de cinco minutos en comprender que no la consideraban como una huésped, sino como una sirvienta, y no muy bienvenida. Un hombre la condujo, mientras ella llevaba su propia maleta, hacia una habitación pequeña y fría, no muy lejos de la cocina. Sintiéndose como una institutriz de novela gótica, ni sirvienta ni de la familia, sacó la ropa y la colgó en un pequeño armario. Al observar la pequeña y desagradable habitación, se sintió una mártir. Hacía esto para ayudar a que un hombre salvara su vida y el nombre de su familia, y nunca podría contárselo a nadie. Entró en la cocina, que estaba vacía; pero en un extremo de la mesa de trabajo había servido té para dos.
- Aquí estaba usted - le dijo una mujer grande con cabello entrecano.
En unos minutos, _______ se encontraba tomando el té con ella. La señora Anderson era la cocinera y la chismosa más increíble que jamás había conocido. No había nada que no supiera o no estuviera dispuesta a contar. Deseaba saber por qué _______ se encontraba allí y quién era lord Stafford, y a cambio le contaría todo. _______ urdió una complicada telaraña de mentiras que esperaba recordar.
Una hora más tarde, comenzaron a llegar los otros sirvien¬tes, y _______ sintió que deseaban que se fuera para que la señora Anderson pudiera contarles todas las jugosas novedades. Cuando salió de la cocina, se dirigió a buscar a Joseph. Lo encontró con Arabella debajo de una parra, los dos juntitos como pájaros en su nido.
- Lord Stafford - le dijo en voz alta -, ¿deseaba dictarme al¬gunas cartas?
- Lord Stafford está ocupado en este momento - respondió Arabella -. Se ocupará de los negocios el lunes. En la biblioteca hay notas mías que podría mecanografiar.
- Lord Stafford es... - mi jefe, le iba a replicar, pero Joseph la interrumpió.
- Sí, señorita Montgomery, quizá pueda ayudar a lady Arabella.
_______ lo miró, y casi le dijo lo que pensaba de él, pero los ojos de Joseph le suplicaban que fuera obediente y en lugar de decirles a ambos lo que pensaba de ellos, regresó a la casa. No era de su incumbencia, pensó. A ella no le importaba lo que hicie¬ra con otra mujer. Por supuesto que podría puntualizarle que sus tonterías con Arabella en el pasado habían provocado que las generaciones posteriores se rieran de él, y ahora parecía que estaba a punto de volver a hacerlo. Sí, debía señalárselo. Y también, que si estaba tan locamente enamorado de su esposa, ¿cómo deseaba estar tan cerca de la superdotada Arabella?
Corrió a la estación del tren, pero estaba cerrada. Bien, pensó, quitándose el cabello frío y mojado de la cara. Trató de ver la hora en su reloj, pero la lluvia le golpeaba la cara. Parecía que eran más de las once. Ella debía de haber estado llorando durante horas. Tembló pensando en lo que podría haberle sucedido duran¬te todo ese tiempo.
Vio una sombra oscura en el arroyo de una calle lejana y corrió hacia ella, creyendo que era Joseph muerto. Pero era sólo una sombra. Pestañeando para tratar de mantener los ojos abiertos bajo la lluvia, estornudando dos veces, miró las ventanas a oscur¬as del pueblo.
Quizá Joseph acababa de ponerse a andar. ¿Qué distancia podía recorrer una persona en...? Ni siquiera sabía cuánto hacia que se había ido. ¿Qué dirección habría tomado?
Comenzó a correr hacia el final de la calle, y el agua fría le salpicaba la parte trasera de las piernas y la falda. Parecía no haber luces en ningún lugar, pero cuando dio la vuelta en la esquina vio una en una ventana. Un pub, pensó. Preguntaría allí si alguien lo había visto.
Entró, y la luz y el calor intensos no le permitieron ver du¬rante un momento.
Temblando, chorreando agua, se quedó allí sin moverse pa¬ra acostumbrar la vista. Y luego oyó una risa que le resultó conocida. Joseph, pensó, y corrió a través de la habitación llena de humo.
Lo que vio era como un anuncio de los siete pecados. Joseph con la camisa desabotonada hasta la cintura y un puro entre los dientes, estaba sentado en una mesa que parecía que iba a romperse por el peso de la comida que había sobre ella. Tenía una mujer a cada lado y marcas de lápiz de labios en las mejillas y la camisa.
- _______ - le dijo con alegría -, siéntate con nosotros.
Ella se quedó donde estaba, sintiéndose como un gato mojado, con el cabello pegado a la cabeza y la ropa al cuerpo, un litro de agua en cada zapato y un charco alrededor de sus pies en el que podía navegar una goleta.
- Levántese de ahí y venga conmigo - le ordenó con el tono de voz con que reprendía a un mal alumno.
- A la orden, capitán - respondió Joseph, sonriendo.
Está borracho, pensó.
Joseph besó a cada una de las mujeres en la boca, luego saltó sobre la mesa y levantó a _______ en brazos.
- Bájeme - le dijo -, pero Joseph la llevó en brazos hasta la calle.
- Está lloviendo.
- No, señora - aún sosteniéndola, comenzó a frotarle el cuello con la nariz.
- No haga eso, bájeme enseguida.
Lo hizo, pero de tal manera que el cuerpo de ella se deslizó contra el suyo.
- Está borracho - le dijo, separándose de él.
- Sí, lo estoy - respondió, feliz -. La cerveza de aquí me gusta. Las mujeres me gustan - le dijo, y la tomó de la cintura.
_______ lo separó.
- Estaba preocupada por usted, y usted aquí, divirtiéndose con un par de mujerzuelas y...
- Demasiado rápido, demasiadas palabras. Mi hermosa _______, mirad las estrellas.
- Por si no lo ha notado, estoy empapada y también helada -estornudó como para corroborar sus palabras.
Él la levantó otra vez en brazos.
- ¡Bájeme!
- Vos tenéis frío; yo, calor - le respondió como si eso justificara su proceder -. ¿Tenéis miedo de mí?
Sentía deseos de admitir que la había vencido mientras Joseph la apretaba contra su cuerpo. Él realmente tenía calor.
- Le dije cosas horribles y lo lamento mucho. En realidad, usted no es una carga.
Joseph le sonrió.
- ¿Esa es la causa de vuestro temor? ¿Que quizá yo esté enojado?
- No. Cuando vi que se había ido, pensé que quizá se había cruzado delante de un ómnibus o de un tren. Estaba preocupada porque pudiera estar herido.
- ¿Doy la impresión de no tener piamadre?
- ¿Qué?
- Cerebro. ¿Os parezco estúpido?
- Por supuesto que no. Es que no sabe cómo funciona nuestro mundo moderno, eso es todo.
- ¿Sí? ¿Quién está mojado y quién está seco?
- Ambos estaremos mojados si continúa llevándome - respondió con presunción.
- A pesar de vuestros conocimientos, he averiguado todo lo que necesitamos saber, y mañana iremos a Goshawk.
- ¿Cómo lo ha averiguado y quién se lo ha contado? ¿Las mujeres que estaban allí? ¿Lo obtuvo con un beso?
- ¿Está celosa, señorita Montgomery?
- No, lord Stafford, no lo estoy - esa afirmación probaba que la teoría de Pinocho era falsa. La nariz no le creció -. ¿Qué ha ave¬riguado?
- Dickie Harewood es propietario de Goshawk.
- ¿Pero no se casó con su madre? ¿Es tan viejo como usted?
- Cuidado o te mostraré lo viejo que soy - la meció en sus brazos -. ¿Te aprieto demasiado?
- Lo más probable es que estés débil después de coquetear con todas las mujeres. Le quita la fuerza a un hombre.
- La mía no ha sufrido daño. ¿Qué te estaba diciendo?
- Que Dickie Harewood aún es propietario de Goshawk.
- Sí, mañana tengo que verlo. ¿Qué es un fin de semana?
- Es el fin de una semana de trabajo, cuando todos descansan. Y no puedes aparecer en la casa de un lord sin avisar. Espero que no estés pensando en invitarte para el fin de semana.
- ¿Los trabajadores descansan? Pero nadie parece trabajar. No he visto granjeros en los campos, a nadie arando. Ahora la gen¬te compra y conduce automóviles.
- Tenemos una semana laboral de cuarenta horas y tractores. Joseph, no me has respondido. ¿Qué estás pensando ha¬cer? No puedes decirle a Harewood que vienes del siglo dieciséis. No se lo puedes decir a nadie, incluyendo a las mujeres de los bares - le tocó el cuello de la camisa -. Has estropeado esta camisa. El lápiz de labios no sale.
Él le sonrió y la meció otra vez.
- Tú no tienes lápiz de labios.
_______ apartó la cabeza.
- No empieces otra vez con eso. Cuéntame cosas sobre Goshawk Hall.
- La familia Harewood aún es la propietaria. Vienen a pasar el fin...
- Fin de semana.
- Sí, el fin de semana y... - miró a _______ de reojo -, y Arabella está allí.
- ¿Arabella? ¿Qué tiene que ver la Arabella del siglo veinte con todo esto?
- Mi Arabella era la hija de Dickie Harewood, y parece que hay otro Dickie Harewood en Goshawk Hall, y con una hija llamada Arabella, que tiene la misma edad que mi Arabella cuando nosotros...
- No te molestes - le dijo _______, y pensó durante un momento. Los papeles encontrados hace poco, otra Arabella, otro Dickie. Era como si la historia se volviera a repetir.
CAPÍTULO 8
_______ contempló a Joseph montado en el semental. Y contuvo el aliento. Había oído hablar de gente que montaba caballos como este, pero nunca había visto uno. Todos los empleados, todos los visitantes de los establos se habían detenido para obser¬var cómo Joseph trataba de controlar a este animal furioso, ner¬vioso y de mal carácter.
La noche anterior habían estado despiertos más tarde de la una, y _______ le había pedido que le contara todo sobre su rela¬ción con los Harewood. No era mucho. Tenía propiedades linde¬ras. Dickie era de edad suficiente como para ser el padre de Joseph y tenía una hija, Arabella, que se había casado con Robert Sydney. Arabella y su esposo se odiaban y después de que ella le diera un heredero, se separaron; pero Arabella tuvo otros tres niños más.
- Uno de ellos tuyo - dijo _______, tomando notas.
- No hay razón para pensar mal de ella. Arabella y el niño murieron en aquel parto.
- Lo lamento - _______ pensó que la mujer podía haber muerto por algo tan simple como que la partera no se hubiera la¬vado las manos.
Trató de pensar en la forma de ser invitados a la finca de los Harewood lo más pronto posible, pero no tenía credenciales de estudiante y aunque Joseph era conde, le habían quitado el títu¬lo cuando lo condenaron por traición. Dio vueltas a la cabeza hasta que ya no pudo permanecer despierta, le deseó buenas noches a Joseph y se fue a su cama.
Esto está mejor, pensó mientras se dormía. Tenía sus emociones bajo control. Estaba superando lo de Robert y ya no deseaba un hombre casado. Ayudaría a Joseph a regresar con su esposa, a limpiar su nombre, y volvería a casa sintiéndose bien consigo misma. Por una vez en su vida no se relacionaría con un hombre inadecuado.
Joseph se levantó temprano y abrió la puerta que separaba su dormitorio del de _______.
- ¿Sabes montar a caballo? ¿Alguien sabe montar a caballo hoy en día? _______ le aseguró que sabía montar, por sus primos de Colorado, y después del desayuno, buscó unos establos cercanos. Estaban a siete kilómetros, y Joseph insistió en caminar. Una vez allí hizo una mueca de desprecio ante los caballos de alquiler, pero su mirada se iluminó al ver un enorme caballo en el campo. Estaba pastando y movía la cabeza como para que nadie se atreviera a acercarse. Como si estuviera en trance, Joseph caminó hacia el animal. El caballo corrió hacia él, y _______ se retiró del cercado.
- Este - señaló Joseph.
- No estarás pensando en montar ese caballo. Hay muchos, monta uno de aquellos - le pidió _______.
Nada le haría cambiar de opinión. El dueño de los establos se acercó y pensó que sería divertido ver cómo Joseph se rompía el cuello. _______ sabía que en América existía el seguro, pero no en Inglaterra. Llevaron el semental a la cuadra, un mozo lo ensilló y lo llevó a un campo y luego le entregó alegremente las riendas a Joseph.
Este se montó y lo controló con facilidad.
-Nunca he visto a nadie montar así - comentó uno de los mozos de cuadra -. ¿Monta usted mucho?
- Siempre - respondió _______ -. Se subiría a un caballo antes que a un automóvil. En realidad, ha pasado mucho más tiempo de su vida en un caballo que en un automóvil.
- Eso debe de ser - dijo el mozo entre dientes, observando, sorprendido a Joseph.
- ¿Estás lista? - le preguntó Joseph a _______.
Ella montó su yegua mansa y lo siguió. Nunca había visto un hombre tan feliz, y otra vez pensó en lo diferente que debía de ser este mundo moderno del que él conocía. Él y su caballo parecían uno solo, como si Joseph fuera un centauro.
La campiña inglesa está llena de senderos y Joseph se fue galopando por uno de ellos. _______ comenzó a llamarlo para que preguntara la dirección, pero luego comprendió que era improbable que alguien hubiera cambiado de sitio Goshawk Hall en los últimos siglos.
Tenía dificultades para seguirlo, lo perdió varias veces, y una de ellas regresó a buscarla. _______ se había detenido en un cruce de caminos y estaba buscando sus huellas en la tierra. Cuan¬do él la vio, quiso saber qué estaba haciendo. _______, tratando de controlar su yegua, que reaccionaba ante la cercanía y agresividad del semental de Joseph, le dijo que le compraría algunos de los libros de Louis L' Amour y le leería sobre el arte de seguir las huellas.
Por fin, _______ llegó a un camino y siguió por él hasta que se encontró con una puerta con una pequeña placa de bronce que decía: GOSHAWK HALL. Siguió por un sendero y vio la enorme fortaleza rectangular de una casa ubicada entre hectáreas de her¬mosos jardines cuyas plantas ondulaban al viento.
_______ se sentía un poco incómoda por llegar a esta casa sin invitación ni aviso, pero Joseph ya había desmontado y se di¬rigía hacia un hombre alto que se encontraba a cuatro pies en un cuadro de petunias.
- ¿No crees que primero deberíamos llamar a la puerta principal? - le preguntó cuando lo alcanzó -. Quizá deberíamos preguntar por el señor Harewood y decirle que deseamos ver los papeles.
- Ahora estás en mis tierras - le contestó, y se dirigió hacia el jardinero.
- ¡Joseph!
- ¿Harewood? - le preguntó Joseph al jardinero.
El hombre alto se volvió para mirar a Joseph. Tenía ojos celestes, cabello rubio con canas y la piel suave y rosada de un bebé. No tenía el aspecto de ser muy inteligente.
- Sí. ¿Nos conocemos?
- Joseph Stafford de Thornwyck.
- Mmmm - murmuró el hombre, y se puso de pie, sin moles¬tarse en limpiar sus pantalones sucios -. ¿De los Stafford de aquel sinvergüenza a quien condenaron por traición?
_______ pensó que el hombre podría haber comentado al¬go que hubiera sucedido el año pasado.
- Los mismos - respondió Joseph, erguido.
Harewood miró el caballo. Joseph llevaba un traje de montar muy costoso, con botas negras altas y brillantes, y _______, de pronto, se sintió mal vestida con su camisa de algodón Levi's y sus zapatillas Nike.
- ¿Monta usted eso? - le preguntó Harewood.
- Sí. He oído que tiene algunos papeles de mi familia.
- Oh, sí, los encontramos - respondió, sonriendo -. Los encontramos cuando se cayó una pared. Parecía que alguien había escondido. Pase y tomaremos té y veremos si podemos encontrar los papeles. Creo que los tiene Arabella.
_______ comenzó a seguirlos, pero Joseph le puso riendas del caballo en la mano y se alejó con lord Harewood.
- Espera un minuto - le dijo, y los siguió llevando los caballos, pero el semental de Joseph comenzó a cabecear y _______ se volvió para mirarlo. El animal tenía en los ojos una expresión salvaje.
- Atrévete - le advirtió, y el caballo dejó de cabecear.
¿Y ahora qué hago?, se preguntó. Si se suponía que iba ser la secretaria de Joseph y a averiguar los secretos que su madre podía conocer, ¿por qué estaba allí sujetando a los caballos?
- ¿Los cepillo ahora, su señoría? - murmuró, y se dirigió hacia la parte trasera de la casa. Quizás allí habría establos donde podría dejar a los animales.
Detrás de la casa había media docena de edificios, y _______ se dirigió hacia uno que parecía ser un establo. Casi estaba llegando cuando un caballo y su jinete pasaron junto a ella. El caballo era tan grande y arisco como el semental de Joseph, y sobre él iba una mujer sorprendente. Tenía la imagen que todas las mujeres deseaban: alta, delgada de caderas, con piernas muy, muy largas, un rostro aristocrático, busto grande y un porte tan erguido que causaría envidia a una barra de acero. Llevaba pantalones de montar ingleses que parecían pintados, y el cabello oscuro peinado hacia atrás, lo que resaltaba sus hermosos rasgos.
La mujer detuvo el caballo y se volvió.
- ¿De quién es ese caballo? - preguntó con una voz que _______ sabía que los hombres adorarían: profunda, ronca y po¬derosa. A ver si lo adivino, pensó, es la tatara, tatara, etcétera, nie¬ta de la Arabella de la mesa.
- De Joseph Stafford - respondió.
La mujer palideció, con lo cual sus labios parecían más rojos y sus ojos más oscuros.
- ¿Es una broma?
- Es un descendiente de aquel Joseph Stafford - contestó _______. Trató de imaginar cómo reaccionaría una familia ame¬ricana si alguien les mencionaba el nombre de un antepasado isabelino. No sabrían de quién estaban hablando, pero esta gente ac¬tuaba como si Joseph hubiera muerto hacía sólo un par de años.
La mujer desmontó con elegancia y le entregó las riendas a _______.
- Cepíllelo - le dijo, y se dirigió hacia la casa.
- No lo puedo creer - murmuró _______. Ahora tenía tres caballos, a dos de los cuales parecía agradarles matar mujeres antes del desayuno. Ni siquiera se atrevió a mirar los caballos, sino que siguió caminando hacia el establo.
Un hombre mayor, sentado al sol, que tomaba té y leía un periódico, se sorprendió al verla.
Se puso de pie lenta y cautelosamente.
- Quédese quieta, señorita. Permanezca donde está y los su¬jetaré a los dos.
_______ no se atrevió a moverse mientras el hombre se aproximaba a ella como si se acercara a un tigre salvaje. Extendió la mano, sin acercarse demasiado, y tomó las riendas de uno de los sementales. Con lentitud, alejó el caballo de ella y lo condujo al es¬tablo. Un momento después repitió la maniobra y se llevó el caba-llo de Joseph.
Cuando regresó, se quitó la gorra y se secó el sudor de la frente.
- ¿Cómo ha traído al caballo de lady Arabella y a Sugar juntos?
- ¿Sugar?.
- El semental de los establos Dennison.
- Sugar. Qué buena broma. Debería llamarse Enemigo público. ¿Así que esa era lady Arabella? - miró la casa -. ¿Cómo puedo entrar en ese lugar? Se supone que debo estar... ayudan¬do.
El hombre miró a _______ de arriba a abajo, y ella se dio cuenta de que su acento y su ropa americana la delataban.
- Aquella puerta es la entrada a la cocina.
_______ le dio las gracias y se alejó murmurando.
- La entrada a la cocina. ¿Debo presentarme a la cocinera y solicitar un empleo como fregona? ¡Espera a que vea a Joseph! Aclararemos algunas cosas. No soy su palafrenera.
Un hombre respondió a su llamada y, al preguntarle por Joseph, la condujo a la cocina. Era un lugar enorme con electro¬domésticos nuevos, pero en el centro de la habitación había una gran mesa que parecía estar allí desde la llegada de Guillermo el Conquistador. Todos se interrumpieron y la miraron.
- Sólo pasaba, mi... jefe me necesita - sonrió débilmente.
Voy a matarlo, pensó, e imaginó el sermón que le daría sobre la igualdad moderna.
El hombre al cual seguía, que no le hablaba, la condujo a través de varias despensas, donde todos se detenían y la miraban. Joseph deseará que lo ejecuten en cuanto termine con él, pensó _______.
El hombre no se detuvo hasta que llegaron al vestíbulo, de entrada, una gran habitación redonda con magníficas escaleras a ambos lados y retratos colgados por doquier. Lord Harewood, Joseph y la espléndida Arabella estaban juntos como si fueran viejos amigos. Arabella estaba mejor aun que cuando _______ la vio por primera vez. Sus hermosos ojos prácticamente devoraban a Joseph.
- Te has reunido con nosotros - dijo Joseph cuando vio a _______, actuando como si ella hubiera estado tomando el aireo -. Mi secretaria debe quedarse conmigo.
- ¿Con usted? - preguntó Arabella, y miró con displicencia a _______, que imaginó cómo debería sentirse una uva cuando la convertían en pasa.
- Sólo un sitio para ella - aclaró Joseph, sonriendo.
- Creo que podemos encontrar una habitación -respondió Arabella.
- ¿Dónde? ¿En el triturador de basura?
Joseph la tomó del hombro con fuerza.
- Americana - agregó, como si eso lo explicara todo -. Estaremos aquí para la hora del té - puntualizó, y antes de que _______ pudiera decir otra palabra, la empujó hacia fuera delante de él. Parecía saber con exactitud dónde estaba el establo, porque se dirigió hacia allí.
_______ tuvo que correr para caminar junto a él. Ser baja tenía sus desventajas.
-¿Y ahora qué has hecho? - le preguntó -. ¿Nos vamos a quedar el fin de semana? No les has dicho que eras del siglo die¬ciséis, ¿verdad? ¿Y qué es eso de llamarme americana en ese tono?
Joseph se detuvo en el sendero de grava.
- ¿Qué tienes para ponerte en la cena? Ellos se visten para cenar.
-¿Crees que Arabella se cambiará? Apuesto a que llevará algo con un escote hasta el suelo.
Joseph, dándole la espalda, se sonrió.
- Qué es un trit...
-Triturador de basura - completó la frase, y le explicó en qué consistía. Joseph se volvió antes de que ella lo viera sonreír.
En el establo, el mozo de cuadra se mantuvo alejado mientras Joseph montaba a Sugar.
- Si hubiera tenido un mozo tan cobarde, lo hubiera golpea¬do - murmuró Joseph.
_______ no pudo sacarle una palabra a Joseph mientras regresaban a los establos de alquiler. Volvieron caminando al hotel, y cuando llegaron, era la hora de almorzar. Joseph, aún sudando, entró en el comedor y pidió tres platos y una botella de vi¬no
Sólo habló cuando le sirvieron el vino.
- ¿Qué quieres saber?
Su curiosidad superó su enojo por la forma en que la había tratado.
- ¿Quién? ¿Cómo? ¿Qué? ¿Cuándo?
Él se rió.
- Una mujer sin vueltas.
Comenzó a contarle que Dickie Harewood era el mismo, no demasiado brillante, deseoso sólo de cazar y cuidar sus jardines.
- Son casi tan buenos como los míos - le dijo Joseph.
- Deja de presumir y continúa - hincó el tenedor en su plato de carne asada. La carne inglesa era una de las grandes maravillas de la tierra: tierna, suculenta, perfectamente hecha.
- Hace dos meses, unos trabajadores estaban arreglando el tejado de Goshawk Hall y al parecer los martillazos hicieron un hueco en una pared.
Ya no se construye como antes - comentó Joseph -. En mis casas...
Se detuvo ante una mirada de _______, luego continuó.
- Dentro de la pared había un cofre lleno de papeles, y cuando los examinaron, resultaron ser cartas de lady Margaret Stafford.
_______ se reclinó hacia atrás.
- ¡Eso es maravilloso! Y ahora estamos invitados a su casa para leerlas. Oh, Colin, eres un encanto.
Joseph abrió mucho los ojos cuando lo llamó así, pero no realizó ningún comentario.
- Hay problemas.
- ¿Qué clase de problemas? No, déjame adivinar. Lady Ara¬bella desea que te lleven en una bandeja de plata todas las mañanas junto con su zumo de naranja.
Joseph casi derrama el vino.
- Vuestro lenguaje, señora - le recriminó con severidad.
- ¿Tengo razón o no?
- No. Lady Arabella está escribiendo un libro sobre... – se volvió, y _______ vio que se sonrojaba.
- ¿Sobre ti?
Joseph volvió a mirar la comida, pero no a ella.
- Sobre el hombre que ella cree que es mi antepasado. Ha oído la historia de... - ¿De la mesa? Bien, y ahora desea repetirla. ¿Te va a dejar ver los documentos o no?
- No puede. Ha firmado un contrato con un médico.
_______ no comprendió bien. ¿Un médico? ¿Estaba enferma? No, un doctor.
- ¿El doctor de la revista? ¿Cuál era su nombre? Doctor Hamilton. ¿Ese?
Joseph asintió con la cabeza.
- Llegó ayer. Espera ganar algo con limpiar mi nombre. Pero Arabella dice que el libro tardará años. No creo que pueda esperar tanto. Tu mundo cuesta demasiado.
_______ sabía por la carrera de su padre lo importante que era publicar en el mundo académico. Para el mundo exterior podía no ser importante resolver un misterio isabelino, pero para un estudioso, en especial un hombre joven que acababa de empe¬zar, un libro con información nueva podía significar la diferencia entre la obtención de un cargo o no, entre trabajar en una universidad grande y con una buena remuneración, o en una pequeña.
- Entonces, el doctor como se llame está allí y le ha hecho jurar a tu Arabella que guardará reserva, y por lo tanto no tendrás acceso a los papeles. Sin embargo, nos han invitado como huéspe¬des.
Joseph sonrió sobre su copa de vino.
- Persuadí a Arabella para que me contara lo que sabe so¬bre mí. Espero poder persuadirla para que me cuente todo. Y tú tienes que hablar con ese médico.
- Es doctor, no médico, y... ¡Qué! Espera un minuto, ¿estás diciendo lo que creo que estás diciendo? No voy a coquetear para ayudarte, bajo ninguna circunstancia. Firmé como secretaria, no como... ¿Qué estás haciendo?
Joseph le había tomado la mano entre las de él y le estaba besando los dedos uno por uno.
- ¡Deja eso! La gente nos mira - a _______ se le salieron los zapatos. Los labios de Joseph le recorrieron el brazo hasta llegar a la zona sensible de la parte opuesta del codo. _______ se hundía en la silla.
-¡Está bien! ¡Tú ganas! ¡Deja eso!
Levantó la vista y la miró:
- ¿Me ayudarás?
- Sí - le respondió mientras le besaba otra vez el brazo.
- Bien - le dijo, y le soltó el brazo de manera tan brusca que cayó sobre su plato sucio -. Ahora tenemos que preparar las maletas.
_______, gesticulando, se limpió el brazo y corrió detrás de él.
- ¿Así vas a persuadir a Arabella? - le gritó, y luego se detuvo al ver que los otros comensales la estaban mirando. Sonrió, disculpándose, y salió del lugar a la carrera¬
En su habitación, _______ vio a un Joseph diferente. Es¬taba muy preocupado por que su ropa estuviera en condiciones. Tomó una camisa de lino y comentó:
- Necesita un poco de arreglo.
_______ miró a su pobre guardarropa y sintió deseos de llorar. Un fin de semana en casa de un lord inglés, donde se cam¬biaban para cenar, y ella no tenía más que una maleta llena de ro¬pa de lana duradera. Deseaba tener el traje blanco de su madre, el de las perlas, o el rojo con...
Se interrumpió, sonrió y llamó por teléfono a su hermana Elizabeth en Maine.
- ¿Quieres que te envíe dos de los mejores trajes de mamá? Nos matará a las dos.
- Elizabeth - le pidió, suplicando -, asumo la responsabili¬dad. Envíamelos ya. Por correo nocturno. ¿Tienes un lápiz? - le dictó la dirección de Goshawk Hall.
- _______, ¿qué sucede? Primero me llamas desesperada y no me cuentas nada, y ahora deseas que asalte el armario de mamá.
- No mucho. ¿Cómo va tu trabajo?
- Me está volviendo loca. Y por si eso fuera poco, están ro¬tas las cañerías. Hoy tiene que venir el fontanero. _______, ¿estás segura de que te encuentras bien?
- Estoy bien. Buena suerte con tu trabajo, y con el fontane¬ro. Adiós.
Preparó su maleta y la de Joseph, pues era una de las co¬sas que él ni pensaría hacer, y luego pidió un taxi. No había una maleta lo suficientemente grande para guardar su armadura, por lo tanto la colocó en la bolsa de compras más grande.
En Goshawk Hall, Arabella recibió a Joseph literalmente con los brazos abiertos.
- Pasa, querido. Siento que nos conocemos. Después de todo, nuestros antepasados fueron muy amigos. ¿Por qué debemos ser diferentes? - lo condujo adentro, dejando a _______ con media docena de maletas a los pies. - ¿Por qué debemos ser diferentes? - repitió con voz burlona mientras le pagaba al taxista.
_______ no tardó más de cinco minutos en comprender que no la consideraban como una huésped, sino como una sirvienta, y no muy bienvenida. Un hombre la condujo, mientras ella llevaba su propia maleta, hacia una habitación pequeña y fría, no muy lejos de la cocina. Sintiéndose como una institutriz de novela gótica, ni sirvienta ni de la familia, sacó la ropa y la colgó en un pequeño armario. Al observar la pequeña y desagradable habitación, se sintió una mártir. Hacía esto para ayudar a que un hombre salvara su vida y el nombre de su familia, y nunca podría contárselo a nadie. Entró en la cocina, que estaba vacía; pero en un extremo de la mesa de trabajo había servido té para dos.
- Aquí estaba usted - le dijo una mujer grande con cabello entrecano.
En unos minutos, _______ se encontraba tomando el té con ella. La señora Anderson era la cocinera y la chismosa más increíble que jamás había conocido. No había nada que no supiera o no estuviera dispuesta a contar. Deseaba saber por qué _______ se encontraba allí y quién era lord Stafford, y a cambio le contaría todo. _______ urdió una complicada telaraña de mentiras que esperaba recordar.
Una hora más tarde, comenzaron a llegar los otros sirvien¬tes, y _______ sintió que deseaban que se fuera para que la señora Anderson pudiera contarles todas las jugosas novedades. Cuando salió de la cocina, se dirigió a buscar a Joseph. Lo encontró con Arabella debajo de una parra, los dos juntitos como pájaros en su nido.
- Lord Stafford - le dijo en voz alta -, ¿deseaba dictarme al¬gunas cartas?
- Lord Stafford está ocupado en este momento - respondió Arabella -. Se ocupará de los negocios el lunes. En la biblioteca hay notas mías que podría mecanografiar.
- Lord Stafford es... - mi jefe, le iba a replicar, pero Joseph la interrumpió.
- Sí, señorita Montgomery, quizá pueda ayudar a lady Arabella.
_______ lo miró, y casi le dijo lo que pensaba de él, pero los ojos de Joseph le suplicaban que fuera obediente y en lugar de decirles a ambos lo que pensaba de ellos, regresó a la casa. No era de su incumbencia, pensó. A ella no le importaba lo que hicie¬ra con otra mujer. Por supuesto que podría puntualizarle que sus tonterías con Arabella en el pasado habían provocado que las generaciones posteriores se rieran de él, y ahora parecía que estaba a punto de volver a hacerlo. Sí, debía señalárselo. Y también, que si estaba tan locamente enamorado de su esposa, ¿cómo deseaba estar tan cerca de la superdotada Arabella?
sofiii1
Re: "El Caballero De La Brillante Armadura"(Joe y ______)
noooooooooooooo comola dejas ahi
ese josehp es un pasado, y mas tonta la rayis q le obedece yo lo dejaria botado para q me valore jummm
siguelaaaaaaaaaaa
ese josehp es un pasado, y mas tonta la rayis q le obedece yo lo dejaria botado para q me valore jummm
siguelaaaaaaaaaaa
Julieta♥
Re: "El Caballero De La Brillante Armadura"(Joe y ______)
Ahh no no puedo soportarr leer q una mujerr sea la sirvienta de un hombre machista :caliente:
Le daria una buena patada en las pelotas a Joseph para q la tratee mejorr :caliente2: Ma vale q le de algo como recompensa a ___ despues de todo lo q esta haciendo por el :enfadado:
SIGUELAA!!
Le daria una buena patada en las pelotas a Joseph para q la tratee mejorr :caliente2: Ma vale q le de algo como recompensa a ___ despues de todo lo q esta haciendo por el :enfadado:
SIGUELAA!!
jb_fanvanu
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