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Mensaje por DrippyJoBrosBTR Vie 23 Dic 2011, 12:28 am

AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAYYYYYYYYYYYYYYY
ME ENCANTO! SEGUILA! SEGUILA! La historia me encanto! gracias por subir!
DrippyJoBrosBTR
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"El Caballero De La Brillante Armadura"(Joe y ______) - Página 6 Empty Re: "El Caballero De La Brillante Armadura"(Joe y ______)

Mensaje por sofiii1 Sáb 24 Dic 2011, 3:58 pm

CAPÍTULO 11


En la iglesia, _______ no se separó de Joseph. Este se arrodilló a rezar y ella se arrodilló junto a él, abrazándolo con fuerza. No la alejó, como ella temió que hiciera, y, a pesar de su pretendido buen humor, _______ sabía que tenía tanto miedo como ella.
Permanecieron arrodillados juntos sobre el suelo frío durante más de una hora, y a _______ le dolían las rodillas y los brazos de abrazar a Joseph, pero nunca pensó en soltarlo. El vicario entró una vez y los observó durante un momento, luego se alejó silenciosamente.
Con la misma intensidad con que Joseph pedía perdón, _______ le pedía a Dios que no se lo llevara, que lo dejara con ella para siempre.
Por fin, Joseph abrió los ojos y se volvió hacia ella.
- Me quedo - le dijo, sonriendo. Se rió cuando se puso de pie y _______, casi tullida, trató de hacerlo, pero continuaba abrazándolo.
- No tengo sangre en los brazos - la reprendió con amabilidad.
- No te dejaré hasta que salgamos de este lugar.
Joseph se rió.
- Se ha acabado.
- Joseph, deja de bromear y salgamos de aquí. No quiero volver a ver tu tumba.
Sonriendo, trató de caminar, pero su cuerpo no se movió. Sorprendido, se miró los pies. Desde las rodillas hacia abajo no había nada. Donde deberían haber estado sus pies estaba el suelo.
Rápidamente, tomó a _______ en sus brazos y la apretó con mucha fuerza.
- Te quiero – susurró -. Te quiero con toda mi alma. Del otro lado del tiempo te amaré.
- Joseph - le dijo ella con miedo en la voz -. Salgamos de aquí. Él le tomó el rostro con las manos.
- Sólo te he amado a ti, mi _______.
Entonces _______ lo sintió: el cuerpo de él ya no era sólido.
-¡Joseph! ! -gritó.
La besó con ternura, aunque con toda la intensidad y el deseo ¬que sentía por ella.
-Voy contigo. ¡Llévame contigo! ¡Dios! ¡Déjame ir con él!
- _______ - su voz se alejaba -. _______, mi amor.
Ya no estaba entre sus brazos, sino de pie delante de su tumba, llevando su armadura. Estaba borroso, desdibujado, como una película en una habitación iluminada.
- Ven - le pidió, extendiendo la mano -. Ven.
_______ corrió hacia él, pero no pudo alcanzarlo.
Por la ventana entró un rayo de sol e iluminó su armadura. Y luego ya no había nada.
_______ contempló la tumba, luego se puso las manos en los oídos y lanzó un grito, un grito que no parecía humano. Las vie¬jas paredes de piedra vibraron, las ventanas se estremecieron y la tumba... La tumba permaneció fría y silenciosa.
_______ cayó al suelo.

- Beba esto - le decía alguien.
Tomó la mano de quien le llevaba la taza a la boca.
- Joseph - le dijo, con una leve sonrisa. Abrió los ojos y se sentó. Estaba recostada en uno de los bancos de la iglesia, cerca de la tumba. Bajó las piernas y apoyó los pies en el suelo. La cabe¬za le daba vueltas.
-¿Se siente mejor?
Se volvió para mirar al vicario, cuyo amable rostro se mos¬traba preocupado y sostenía un vaso de agua en la mano.
-¿Dónde está Joseph?
- No he visto a nadie más. ¿Quiere que llame a alguien? La oí gritar - le explicó. Al recordar el sonido, se le erizaba el cabello -. Vine y usted estaba tirada en el suelo. ¿Quiere que llame a alguien?.
_______ se dirigió hacia la tumba con las piernas temblorosas. Lentamente iba recordando, aunque no podía creerlo. Miró al vicario.
- Usted no lo vio irse, ¿verdad? - le preguntó, un poco ronca. Tenía la garganta seca.
- No he visto salir a nadie. Sólo la vi a usted rezando. Hoy en día, poca gente reza.
Volvió a mirar la tumba. Deseaba tocarla, pero sabía que estaría fría, a diferencia de Joseph.
- Nos vio rezando - lo corrigió.
- Sólo a usted - respondió el vicario.
Lentamente, _______ se volvió para mirarlo.
- Joseph y yo estábamos rezando juntos. Usted entró y nos vio. Lo ha visto toda la semana.
El vicario la miró con tristeza.
- La llevaré a un médico.
_______ se alejó de su mano extendida.
- Joseph, el hombre que esta semana rezó aquí todas las mañanas y las tardes. El hombre con la armadura isabelina, ¿re¬cuerda? Casi lo atropella un ómnibus.
- Hace unos días la vi dirigirse contra un ómnibus. Usted me preguntó la fecha.
-¿Yo...? -preguntó _______-. Pero ese fue Joseph. Esta semana usted me dijo que estaba sorprendido por su devoción. Lo esperé fuera, ¿recuerda? - su voz sonaba desesperada, y caminó hacia él -. ¿Recuerda? ¡Joseph! Nos saludó cuando pasamos montados en bicicletas.
El vicario retrocedió.
- La vi a usted, pero no vi ningún hombre.
- No... -susurró _______, y se alejó de él con una expresión de horror.
Echó a correr, salió de la iglesia, atravesó el patio, recorrió tres calles, luego giró a la izquierda, a la derecha, y entró en el ho¬tel. No respondió al saludo de la recepcionista y corrió hacia su habitación.
- Joseph - gritó, y miró la habitación vacía. La puerta del baño estaba cerrada, corrió hacia ella y la abrió. Vacío. Se volvió hacia la habitación, pero se detuvo en la puerta y miró hacia atrás.
Observó el estante que se encontraba debajo del espejo. Sus artículos de tocador estaban, pero los de él habían desaparecido. Tocó la mitad vacía del estante. No estaban ni la maquinilla, ni la espuma de afeitar, ni tampoco la loción. En la ducha tampoco esta¬ba su champú.
Corrió a la habitación y abrió la puerta del armario. Las ropas de Joseph no estaban. Sólo las suyas estaban colgadas, y su vieja maleta. En los cajones tampoco estaban los calcetines y pañuelos de él.
- No - murmuró, y se sentó en el borde de la cama. Casi tenía sentido que Joseph se hubiera ido, pero no sus ropas, ni las cosas que él le había dado. Se puso la mano sobre el corazón y se abrió la blusa. El prendedor, el hermoso prendedor de oro con la perla colgante tampoco estaba.
_______ trató de no pensar después de eso. Buscó por to¬da la habitación: el anillo de esmeralda que le había dado no esta¬ba; la nota que le había deslizado por debajo de la puerta tampo¬co. Abrió su cuaderno. Joseph había escrito en él, pero ahora las hojas estaban en blanco.
- Piensa, _______, piensa. Tiene que haber alguna marca suya. En el armario estaban los libros que había comprado y Joseph había escrito su nombre en ellos. Ahora no estaba.
No había nada, nada de él. Incluso buscó algún cabello ne¬gro en sus ropas. Limpias.
Fue al ver que la bata de seda roja que Joseph le había rasgado estaba intacta cuando se enojó.
- ¡No! - exclamó con los dientes apretados -. ¡No puedes ale¬jarlo completamente de mí!
Gente, pensó. Si no había evidencia física de él, habría mu¬cha gente que lo recordaría. Que un viejo vicario no lo recordara no significaba que otra gente no pudiera hacerlo.
Tomó su bolso y salió del hotel.
_______ abrió despacio la puerta de la habitación del ho¬tel, temiendo encontrarla vacía. Su cuerpo estaba exhausto, pero por desgracia su mente aún funcionaba.
Se sentó en el borde de la cama, luego se acostó, fatigada. Era tarde y no había comido, pero le daba igual. Tenía los ojos bien abiertos, cansados, secos...
Nadie recordaba a Joseph. El comerciante de monedas no tenía monedas medievales y no recordaba haber visto a Joseph o a _______. No recordaba haber examinado sus ropas ni haber visto una armadura de oro y plata. El dependiente de la tienda de ropa no recordaba a Joseph apuntándole con una espada. La bibliotecaria le dijo que era ella la que había retirado los libros y siempre había ido sola. El dentista le respondió que nunca había visto a un hombre con acanalamientos en los dientes y la mandíbula rota. No tenía radiografías. Nadie lo recordaba en los pubs o en los salones de té. Todos recordaban a _______ sola. En la tienda de bicicletas le mostraron el comprobante donde constaba que había alquilado una sola bicicleta. La casera del bed and breakfast no recordaba a Joseph y afirmó que nadie había tocado el piano desde que su esposo había muerto.
Como si fuera una mujer poseída fue a todos los lugares donde había estado Joseph y le preguntó a cualquiera que pudiera haberlo visto. Preguntó a los turistas en las casas de té, a los transeúntes en las calles, a los dependientes en las tiendas. Nada, nada, nada.
Cansada, confundida por lo que había sucedido, regresó al hotel y ahora descansaba en la cama. No se atrevía a dormirse. La noche anterior se había despertado de un sueño en el que Joseph se había perdido. Joseph la tomaba en sus brazos, se reía y le explicaba que estaba soñando, que él estaba con ella y siempre lo estaría.
Anoche, anoche, pensó. Él la había tocado y amado, y hoy se había ido. Su cuerpo, sus ropas, el recuerdo que las demás personas tenían de él se habían ido.
Y era culpa de ella. Se había quedado mientras no ha hecho el amor, pero una vez que la tocó, había desaparecido. No ayudaba en nada pensar que ella tenía razón. Había venido a ella por amor, no para corregir algún error. Se quedó cuando averiguó quién lo había traicionado, pero se había esfumado entre sus brazos una vez que admitió que la amaba.
Cerró sus brazos sobre su pecho. La partida era irreversible, como la muerte. Sólo que ella no tenía el consuelo, otras personas que lo recordaran o lo amaran.
Cuando sonó el teléfono de la mesilla de noche, no lo oyó. La quinta vez, lentamente, descolgó el auricular:
-¿Diga?
-¿_______? - le preguntó Robert, enojado -. ¿Ya se te pasado la histeria?
Se sentía demasiado aturdida como para pelear.
- ¿Qué deseas?
- La pulsera, por supuesto. Si no estás demasiado ocupada con tu amante como para encontrarla.
- ¿Qué? ¡Qué! ¿Lo viste? ¿Viste a Joseph? Por supuesto que sí. Te echó por la escalera.
- _______, ¿estás loca? Nadie me ha echado por ninguna escalera, y es mejor que no lo intente – suspiró -. Me estás volviendo loco. Quiero esa pulsera.
- Sí, claro - respondió con rapidez -, ¿pero qué has querido decir cuando te referiste a un "amante"?
- No tengo tiempo para repetir cada...
- Robert - le aclaró con calma -, o me contestas, o arrojo la pulsera al inodoro; y no creo que aún la tengas asegurada.
Se produjo un momento de silencio.
- Tenía razón cuando te abandoné. Estás loca. No importa que tu familia no te deje disponer de tu fortuna hasta que tengas treinta y cinco años. No podría aguantarte tanto.
- Voy hacia el baño...
- ¡Está bien! Pero es difícil saber a qué te referías aquella noche. Estabas histérica. Dijiste algo sobre ayudar a un muchacho a volver a escribir la historia. Eso es todo lo que recuerdo.
- Volver a escribir la historia - murmuró _______. Sí, eso es a lo que había venido Joseph: a cambiar la historia.
-¡_______! ¡_______! -gritó Robert, pero ella colgó el auricular.
Cuando Joseph apareció en su vida se enfrentaba con una ejecución. Lo que habían averiguado lo había salvado de eso. Sacó la maleta del armario y puso un poco de ropa en ella; luego, mien¬tras cerraba un cajón, se miró en el espejo y se llevó la mano a la garganta. Decapitación. Hoy en día leemos sobre ella, leemos que unas personas suben a una plataforma y otras las decapitan con hacha, pensó. Pero no pensamos en lo que realmente significa eso.
-Te hemos salvado de eso - murmuró.
Una vez que preparó la maleta, se sentó en una silla a esperar ¬que amaneciera. Mañana iría a las casas de Joseph y oiría cómo habían cambiado la historia. Quizás al oír que Joseph había envejecido y realizado grandes cosas se sentiría mejor. Se reclinó en la silla y observó la cama. No se atrevió a cerrar los ojos por temor a soñar.
Tomó el primer tren que salía de Ashburton y llegó al castillo de Bellwood antes de que abrieran las puertas. Se sentó en el césped y esperó, tratando de no pensar.
Cuando se abrieron las puertas, compró una entrada para la primera visita. Comenzó a sentirse un poco mejor al pensar en lo mucho que para ella había significado el nombre de Joseph. Había odiado tanto ser el hazmerreír de su familia, y ahora tendría el placer de escuchar cómo había cambiado la historia.
La guía era la misma que los condujo la primera vez, y _______ sonrió al recordar a Joseph abriendo y cerrando la puerta con alarma.
No prestó mucha atención a la primera parte de la visita pero escuchó a la guía. Sólo miró las paredes y los muebles y se preguntó cuánto habría contribuido Joseph.
- Y ahora llegamos a nuestra habitación más popular -anunció la guía con el mismo tono pícaro que la otra vez. Ahora _______ escuchó con toda su atención, pero algo en el tono de la guía la sorprendió. ¿No debería ahora ser más respetuosa?
-Esta era la cámara privada de lord Stafford, y para decirlo con cortesía, era lo que hoy llamaríamos un libertino.
El grupo avanzó, ansioso por oír historias sobre el famoso conde, pero _______ se quedó donde estaba. Las cosas deberían haber cambiado. Cuando Joseph regresara, iba a cambiar la historia. Una vez ella había afirmado que la historia no se podía cambiar. ¿Tenía razón?
Pidiendo varias veces permiso, se dirigió hacia el frente del grupo. El relato de la guía era exactamente el mismo, palabra por palabra. Habló del encanto devastador de Joseph con las damas, y relató otra vez la desagradable historia de Arabella y la mesa.
_______ sintió deseos de taparse los oídos. Entre la gente de Ashburton que no recordaba a Joseph y ahora la misma historia, casi dudaba que las cosas que recordaba hubieran sucedido en la realidad. ¿Estaba loca, como le dijo Robert? Cuando preguntó a la gente de Ashburton si habían visto a Joseph, la habían mirado como si estuviera enferma.
-Ay, al pobre y encantador Joe lo ejecutaron por traición; el nueve de septiembre de mil quinientos sesenta y cuatro. Ahora, si continuamos por aquí, veremos la sala del ala sur.
¿Ejecutado? No, a Joseph lo encontraron muerto sobre la carta que escribía a su madre.
_______ se acercó a la guía, que la miró y le dijo:
-Ah, la abrepuertas.
-Yo no abrí la puerta. Ni... -se interrumpió. Era inútil explicarle a esta mujer, si lo que recordaba era que _______, y no Joseph, había abierto y cerrado la puerta con alarma-. Usted ha dicho que lord Stafford fue ejecutado. He oído decir que tres días antes de que la ejecución se llevara a cabo, lord Stafford fue encon¬trado muerto, sobre una carta que le estaba escribiendo a su madre.
-No fue así -le respondió la mujer con tono categórico-. Lo sentenciaron a muerte y la sentencia se cumplió. Ahora, si me discul¬pa, tengo una visita que guiar.
_______ permaneció durante un momento donde estaba, contemplando el retrato de Joseph que se encontraba sobre la chimenea. ¿Ejecutado? ¿Decapitado? Algo estaba mal.
Se dio la vuelta para salir del castillo. Cuando iba saliendo, se detuvo delante de la puerta que decía "PROHIBIDA LA ENTRADA”¬. Detrás de esa puerta, después de algunos pasillos, se encon¬traba la habitación que tenía el armario secreto en cuyo interior estaba la caja de marfil. ¿Podría encontrarla? Extendió la mano hacia el picaporte.
- Yo no lo haría si fuera usted -le advirtió alguien por detrás.
_______ se volvió y vio a una de las guías, con una expresión muy poco amistosa.
-Hace algunos días uno de los turistas entró aquí. Desde entonces hemos puesto una cerradura y una alarma en la puerta.
-Oh -exclamó _______-. Creí que eran unos lavabos -se volvió y salió del castillo. Las guías que se encontraban en el exte¬rior fruncieron el entrecejo, pues una vez más abandonaba la visita.
Se dirigió a la tienda de regalos y pidió algo sobre Joseph Stafford.
-Hay muy poco sobre él en la guía. No vivió lo suficiente co¬mo para realizar muchas cosas -le dijo la cajera.
_______ le preguntó si ya habían recibido tarjetas de sus retratos, pero le respondió que no. Compró el libro y se dirigió a los jardines. Encontró el lugar donde se habían sentado a tomar el té, el día en que le regaló el prendedor, y comenzó a leer.
En el hermoso libro ilustrado, había sólo un pequeño párra¬fo sobre Joseph, y se refería a las mujeres y a cómo formó un ejército y lo ejecutaron por eso.
Se reclinó contra el árbol. Ni siquiera saber el nombre de quien lo había traicionado lo había ayudado. No había podido per¬suadir a la reina de su inocencia. Tampoco había podido destruir el diario escrito por aquel sirviente que había manchado su nombre para siempre. Y también, al parecer nadie dudaba de la culpabilidad de Joseph. La guía lo describía como un mujeriego sediento de poder. El grupo de turistas había sonreído cuando explicaron la ejecución de Joseph.
_______ cerró los ojos y pensó en su hermoso, orgulloso y dulce Joseph subiendo los escalones hacia una amplia plataforma. ¿Habría sido como en las películas, con un hombre musculoso, vestido de cuero negro, que empuñaba un hacha?
Abrió los ojos. No podía pensar en eso. No podía pensar en la hermosa cabeza de Joseph rodando por el suelo.
Se puso de pie, levantó su pesado bolso, salió del jardín castillo e hizo a pie los tres kilómetros que había hasta la estación del tren. Compró un billete a Thornwyck. Quizás allí, en la biblioteca, en la colección de libros sobre la familia Stafford, encontraría algunas respuestas.
La bibliotecaria de Thornwyck le dio otra vez la bienvenida y al preguntarle _______, respondió que nunca la había visto un hombre. Desalentada, comenzó a leer los libros de los Stafford. Absolutamente todos hablaban sobre la ejecución de Joseph. No decían nada sobre su muerte antes de la ejecución ni sobre la sospecha de envenenamiento. Y todos eran tan despreciativos con él como antes. El famoso conde. El libertino. El hombre que lo tenía todo y lo desperdició.
Cuando la bibliotecaria se le acercó para informarle que iban a cerrar, _______ dejó el último libro y se puso de pie. Se sentía mareada y se tambaleó, agarrándose a la mesa.
-¿Se siente bien? -le preguntó la bibliotecaria.
_______ miró a la mujer. Al hombre que amaba, le habían cortado la cabeza. No, no se sentía bien.
-Sí, estoy bien -murmuró-. Sólo estoy cansada y un poco hambrienta -le sonrió, y salió.
Se detuvo un momento. Sabía que tenía que encontrar habitación en algún lugar y comer algo, pero no le importaba. Una y otra vez veía a Joseph subiendo la escalera hacia su verdugo. ¿Tendría las manos atadas a la espalda? ¿Lo acompañarían sacerdotes? No, cuando Joseph regresó, Enrique VIII ya había abolido el catolicismo.
Se sentó en un banco de hierro y hundió la cabeza entre las manos. Había venido a ella, la había amado y la había dejado. ¿Para qué? Había regresado a un patíbulo con un hacha sangrienta.
-_______, ¿eres tú?
Levantó la vista y vio a Lee Nolman de pie delante de ella.
-Pensé que eras tú. Nadie tiene ese color de cabello. Creí que te habías ido del pueblo.
_______ se puso de pie, pero se tambaleó contra el banco.
-¿Te sientes bien? Tienes un aspecto horrible.
-Sólo estoy un poco cansada.
La miró más de cerca, sus ojeras, el tinte grisáceo de su piel.
- Y en mi opinión, también hambrienta -la tomó del brazo y le llevó el bolso-. Hay un pub a la vuelta de la esquina. Vamos a comer algo.
_______ le permitió que la guiara por la calle. ¿Qué le im¬portaba lo que había sucedido?
Dentro del pub Lee la llevó a un reservado y pidió un par de cervezas y comida. _______ tomó un sorbo y se le fue a la cabeza, y comprendió que no había comido desde el día anterior, cuando desayunó con Joseph e hicieron el amor en el suelo.
-¿Qué has hecho desde que te fuiste de Thornwyck la semana pasada? -le preguntó Lee.
-Joseph y yo fuimos a Ashburton -le respondió, observ¬ándolo.
-¿Es alguien a quien conociste?
-Sí. ¿Y tú?
Sonrió con picardía, como si supiera algo muy importante.
-Al día siguiente de que te fueras, lord Harewood hizo arreglar la pared de la habitación de lady Margaret Stafford, y adi¬vina qué encontramos.
-Ratas -respondió _______ sin importarle nada.
Lee se inclinó hacia delante.
-Una pequeña cajita de hierro que contiene la verdadera historia de por qué ejecutaron a lord Joseph. _______, esto me va a dar una increíble reputación. Es como resolver el misterio de una muerte de hace cuatrocientos años.
_______ tardó un momento en comprender las palabras de Lee.
-Cuéntame -le pidió en un susurro.
Lee se reclinó hacia atrás.
-Oh, no. Ni hablar. Me engañaste para obtener el nombre de Robert Sydney, pero este no. Tendrás que esperar a que se pu¬blique el libro.
_______ quiso hablar, pero llegó la camarera con la comida. Ni ¬siquiera miró el pastel de queso, y cuando estuvieron solos, se inclinó sobre la mesa hacia Lee. Con una intensidad que él nun¬ca había visto en una mirada humana, le explicó con suavidad:
-No sé si sabes que los Montgomery somos una de las fami¬lias más ricas del mundo. Cuando cumpla treinta y cinco años heredaré millones. Si me dices lo que escribió lady Margaret, te cedo en este momento un millón de dólares.
Lee estaba demasiado sorprendido para hablar. No sabía nada sobre los Montgomery, pero creía en la sinceridad de _______. Nadie podía tener esa expresión y estar mintiendo. Sabía que quería esa información, vio cómo lo había molestado por el nombre de Robert Sydney, y no tenía intenciones de preguntarle por qué. Si estaba dispuesta a ofrecerle un millón de dólares por la información, y si su familia tenía tanto poder y dinero como afirmaba, entonces era como tener un genio que le ofrecía un deseo.
-Quiero una cátedra en el departamento de historia de una de las universidades principales de Estados Unidos.
-Concedido -respondió ella, como si fuera una subastadora. Si fuera necesario, donaría un nuevo edificio a una universidad.
-Está bien -dijo Lee-, acomódate y come. Esta es una historia grandiosa. Podría venderla para realizar una película. La historia comienza años antes de que el pobre Joe fuera ejecutado.
-Joseph -lo corrigió _______-. No le gusta que lo llamen Joe.
-Muy bien, entonces Joseph. Lo que nunca había leído en ningún libro (supongo que ningún historiador lo ha considerado importante) es que la familia Stafford aducía un oscuro derecho sobre el trono a través de Enrique VI. Eran descendientes directos por la rama masculina, mientras que a la reina Isabel la considera una bastarda y al ser mujer, incapaz de gobernar. ¿Sabías que durante años su trono no estuvo verdaderamente seguro?
_______ asintió con la cabeza.
-Si bien los historiadores han olvidado que los Stafford estaban relacionados con los reyes, hubo alguien que no lo olvidó. Una mujer llamada Lettice Culpin.
-¿La esposa de Joseph?
-Verdaderamente conoces la historia. Sí, la hermosa Lettice. Al parecer, su familia también reclamaba el derecho al trono de Inglaterra, un derecho aun más oscuro que el de los Stafford. Lady Margaret cree que Lettice era una joven muy ambiciosa y planeó casarse con un Stafford, tener un heredero y poner al niño en el trono.
_______ pensó en esto.
-¿Pero por qué Joseph? ¿Por qué no el hermano mayor?
Al parecer, quería casarse con quien tuviera el título de conde.
Lee sonrió.
-Tengo que tener cuidado contigo. Tendrás que decirme donde has aprendido tanto sobre los Stafford. El hermano mayor... ah...
-Christopher.
-Sí, Christopher estaba comprometido a casarse con una heredera francesa muy rica que tenía sólo doce años. Creo que decidió por el dinero en lugar de por Lettice, sin importarle lo hermosa que fuera.
-Pero Kit murió y Joseph se convirtió en conde –dijo _______ con suavidad.
-Lady Margaret sugiere que la muerte de su hijo mayor, podría no haber sido un accidente. Se ahogó, pero lady Margaret afirma que era un buen nadador. De cualquier manera, nunca lo supo con certeza, sólo lo sospechó.
-Entonces Lettice se casó con Joseph.
-Sí -respondió Lee-, pero las cosas no funcionaron como Lettice las había planeado. Al parecer, a Joseph no le interesaba promocionarse en la corte o conspirar y buscar a alguien que lo respaldara si pretendía el trono; lo que le interesaba eran las mujeres.
-Y aprender -le espetó _______-. Contrató a monjes para que copiaran libros. Diseñó Thornwyck... -se detuvo.
Lee estaba asombrado.
-Es cierto. Lady Margaret cuenta todo eso. ¿Pero cómo lo sabes?
-Eso no importa. ¿Qué sucedió después de que Joseph se casó con... ella?
-Parece como si estuvieras celosa. Muy bien, muy bien. Después de que se casaron, Lettice comprendió rápidamente que Joseph no iba a hacer lo que ella deseaba y comenzó a buscar forma de librarse de él.
-Como lo hizo con Christopher.
-Eso no se ha probado. Puede haber sido un accidente, un afortunado... afortunado para Lettice. Lady Margaret admite que la mayor parte de esto es especulación, pero Joseph tuvo algunas advertencias. Se rompió un estribo y...
- Y se cortó en la pantorrilla -agregó _______ - cuando cayó del caballo.
-No sé dónde se hirió, lady Margaret no lo menciona. _______, ¿estás segura de que te encuentras bien?
Ella le lanzó una mirada feroz.
-De cualquier manera, Joseph resultó más difícil de matar que Christopher; entonces, Lettice comenzó a buscar a alguien para que la ayudara.
-Y encontró a Robert Sydney.
Lee sonrió.
-Apuesto a que eres muy buena para las novelas de detectives, y adivinas siempre el final. Sí, Lettice encontró a Robert Sydney. Era el esposo de Arabella Harewood, y debió de sentarle muy mal que toda Inglaterra se riera de él por la historia de Stafford y su esposa sobre la mesa. Para empeorar aun más las cosas nueve meses después Arabella le dio un hijo con el cabello negro.
- Y Arabella y el niño murieron.
-Correcto. Lady Margaret cree que Sydney tuvo algo que ver con esas muertes.
_______ suspiró.
-Entonces Lettice y Robert Sydney conspiraron para que a Joseph lo acusaran y ejecutaran por traición.
-Sí. Lady Margaret piensa que Lettice esperó la oportunidad para acusar a su esposo de algo; entonces, cuando Joseph comenzó a reunir hombres para proteger sus propiedades de Gales, le informó a Sydney, quien a toda prisa le informó a la reina. En cierto modo, es comprensible que Isabel le creyera a Sydney. Unos meses antes, María, reina de Escocia, se había autoproclamado reina de Inglaterra y Escocia, y allí estaba el conde de Stafford formando un ejército. Isabel encerró a Stafford, realizó la parodia de un juicio con evidencias "secretas", y le cortó la cabeza.
_______ retrocedió.
-Entonces Lettice y Robert Sydney quedaron libres.
Lee sonrió
-Algo así. En realidad, lo que sucedió después de la ejecución de Stafford fue bastante irónico. Al parecer, Lettice que había planeado todo con cuidado, no había tenido en cuenta la ambición de Sydney. Lady Margaret cree que Lettice había planeado casarse con un duque inglés que era primo de Isabel, y comenzar todo de nuevo, pero Sydney tenía otros planes. La amenazó con contarle todo a la reina si no se casaba con él. Deseaba poner a su hijo en el trono.
-Chantaje -murmuró _______.
-Correcto. Chantaje. Ya te he dicho que esto era como una película. O un best-se//er. De cualquier manera, se vio obligada a casarse con Sydney -se rió-. Lo que es realmente irónico de toda esta historia es que Lettice era estéril. Nunca concibió, y por lo tanto envió a su primer esposo a la muerte por un niño que nunca tendría. Increíble, ¿verdad?
-Sí, increíble -_______ hizo una pausa-. ¿Y lady Margaret?
-Ni Lettice ni Sydney tenían idea de que la anciana sabía lo que habían hecho. Sin duda la habrían matado si lo hubieran sabido, pero ella era inteligente y mantuvo la boca cerrada. Quizá comprendió que no podía probar nada. La reina le confiscó todo que tenía, por lo tanto Sydney le ofreció una elección entre una granja pobre o casarse con su ex suegro, lord Harewood. Por su¬puesto que Sydney tenía otro motivo. Como todavía tenía tres hijos de Arabella vivos, el casamiento de lady Margaret los empa¬rentaba. Ese parentesco no significa nada en nuestros días, pero "entonces fue suficiente para que Isabel le diera a Sydney dos de las propiedades de Stafford.
Lee bebió un sorbo de cerveza.
-Después de casarse con Harewood lady Margaret escribió todo, lo metió en una caja de hierro, y le pidió a algún sirviente fiel que abriera un hueco en la pared y escondió allí la caja. Luego pu¬so sus cartas en un baúl y también las escondió. Finalmente, la pa¬red fue sellada.
Se detuvo.
-Fue muy oportuna al hacerlo. De acuerdo con una carta de un amigo que sobrevivió, dos semanas más tarde encontraron a lady Margaret muerta al pie de una escalera, con el cuello roto. Supongo que después de que el señor y la señora Sydney obtuvie¬ron las dos propiedades de Stafford, ya tenían todo lo que deseaban de ella¬.
_______ se reclinó hacia atrás y permaneció en silencio un momento.
-¿Qué les sucedió a ellos? A... Lettice y Robert Sydney? - casi no podía soportar pronunciar los nombres.
-Ardieron en el infierno, me imagino. Pero en realidad, no lo sé. Sé que no tuvieron hijos y que sus propiedades pasaron a manos de un sobrino, un bastardo que en una generación arruinó las propiedades de los Sydney. Tendré que investigar más para averiguar qué sucedió con Lettice y su esposo. Los historiadores no se han interesado mucho en ellos -sonrió-. Hasta ahora, claro. La historia cambiará cuando escriba mi libro.
-Para cambiar la historia -murmuró _______. Eso es lo que Joseph deseaba hacer, pero todo lo que logró fue que su eje¬cución se llevara a cabo-. Tengo que irme -le dijo con brusque¬dad.
-¿Dónde te hospedas? Te acompañaré.
-No tengo reserva. Me gustaría alojarme en el castillo de Thornwyck.
-Sí, ¿y a quién no? Tienes que hacer la reserva con un año de anticipación para entrar en ese lugar. Espera un minuto, no te pongas tan triste. Llamaré -se alejó, y unos minutos más tarde regresó sonriendo-. Eres una mujer de suerte. Tenían una cancelación. Puedes hospedarte ahora. Te acompañaré.
-No -dijo _______ -. Necesito estar sola. Gracias por cena y por la información. Tendrás tu cátedra -le dio la mano, luego se volvió y salió del pub.


Bueno ultimo capituloooo de la primera temporada!!! gracias a esas tres lectoras que siempre comentanta y nada no se pongan locas que faltan como 15 capitulos mas para que termine
sofiii1
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Mensaje por AleMoralesT3 Sáb 24 Dic 2011, 4:18 pm

fiiu!!
OMJ!!
como que no cambioo nadaa!
seraa que acaso no recuerda quee estuvo conmigo:<
buenoo
me habiia asustado pensando que este eraa el final de la novelaa:(
jejejeje
bueno ahora ya entinedo todoo
malditaa sea LETTICEE! &SYDNEY!
como es posible quee lo haya traicionado!:O
jewjejejejejeje
SIGUELAA
&
FELIZ NAVIDAD!
AleMoralesT3
AleMoralesT3


http://myfuckingheroes.tumblr.com

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Mensaje por Julieta♥ Sáb 24 Dic 2011, 4:41 pm

Mmmmmmm solo 15????
Jejejejejejjeje
Siguela plisssss
No nos vayas a abndonar
Amo esta nove es tan linda jejejeje
Ahhh y feli navidad!!!!!
Julieta♥
Julieta♥


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"El Caballero De La Brillante Armadura"(Joe y ______) - Página 6 Empty Re: "El Caballero De La Brillante Armadura"(Joe y ______)

Mensaje por DrippyJoBrosBTR Dom 25 Dic 2011, 12:14 pm

Uuuu 15 nomas :/ y boe...no importa :D me encanta lo mismo!
Seguila!!!!
DrippyJoBrosBTR
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Mensaje por jb_fanvanu Mar 27 Dic 2011, 12:32 am

Ahhh q quilomboo!! Y ahora?? como va a ayudar a Joe ?

SOLO QUINCE CAPITULOS ?? :affraid:

SIGUELA!!
jb_fanvanu
jb_fanvanu


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Mensaje por DrippyJoBrosBTR Jue 29 Dic 2011, 9:45 am

SEGUILAaAAAAAAAAAAAAA!!!
DrippyJoBrosBTR
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Mensaje por sofiii1 Jue 29 Dic 2011, 11:18 am

CAPITULO 12

En Thornwyck nadie recordaba a Joseph. Miró el registro, y donde él había firmado, alguien había escrito señorita _________ Montgomery. Dejó su bolso en la habitación y salió para ver la parte del castillo que estaba sin terminar. Nunca se completó, porque a Joseph lo ejecutaron.
Mientras miraba las paredes sin techo, las enredaderas que aun colgaban de ellas, recordó cada una de las palabras que Joseph le había dicho sobre lo que tenía planeado para este lugar. Un centro de aprendizaje, le había dicho.
Ayer, cuando la dejó, ¿habría vuelto a su celda? ¿Habría regresado al momento en que estaba escribiendo una carta a su madre y trataba de averiguar quién lo había traicionado? ¿Qué había hecho en esos tres días anteriores a su ejecución? ¿Lo habría escuchado alguien cuando reveló las mentiras de Robert Sydney?
Cansada, se apoyó contra la pared. ¿A quién le habría hablado de Robert Sydney? ¿A Lettice? ¿Lo habría visitado su amada esposa? ¿Le habría contado Joseph lo que sabía y le habría pedido ayuda?
Qué irónico, pensó _________. Lee había comentado que todo esto era irónico. La verdadera ironía era que Joseph había muerto porque era bueno. Se había negado a cometer una traición con su esposa, se había negado incluso a pensar en ello, y por eso había muerto. No una muerte rápida y digna, sino una muerte pública que lo había ridiculizado. Había perdido a su esposa, su honor, su nombre, sus propiedades, el respeto de las futuras generaciones, y todo por negarse a conspirar con una mujer sedienta de poder.
-¡Es incorrecto! -exclamó _________ en voz alta-. Lo que sucedió es incorrecto.
Lentamente, regresó al hotel, como si estuviera en trance. Se duchó, se puso el camisón y se fue a la cama. Estuvo despierta un largo rato, pues la furia no le permitía dormir. Qué irónico, pensó. Traición. Chantaje. Las palabras retumbaban en su cabeza.
Cerca del amanecer se durmió un rato; pero cuando se despertó, se encontraba peor que antes de acostarse. Sintiéndose más pesada y muy vieja, se vistió y bajó a desayunar.
Joseph tuvo una segunda oportunidad, le pidió ayuda y ella le falló. Estaba tan celosa de Arabella que perdió de vista el verdadero propósito de por qué estaban en casa de lord Harewood. En lugar de buscar información, se preocupó por si Joseph y Arabella se estaba tocando. Bueno, ahora nadie iba a tocar a Joseph, ni en el siglo veinte ni en el dieciséis.
Comió, se fue del hotel, caminó hacia la estación del ferrocarril y tomó un tren de regreso a Ashburton. Durante el viaje dejó de preocuparse por sus errores y comenzó a preguntarse qué podía hacer ahora. ¿Ayudaría la publicación del libro de Lee a limpiar su nombre? Quizá si le ofrecía sus servicios como secretaria y lo ayudaba a investigar, pudiera reparar lo que no había hecho por Joseph cuando estaba en el siglo veinte.
Apoyó la cabeza contra la ventanilla del tren. Si pudiera hacerlo otra vez, no estaría celosa, no desperdiciaría el tiempo que podían estar juntos. Cuando estuvo en Goshawk Hall, ¿por qué no le había preguntado a Lee si había otros secretos escondidos detrás de la pared? ¿Por qué no miró? ¿Por qué...?
El cartel de Ashburton apareció en la ventanilla, y se bajó del tren. Mientras caminaba, comprendió que no podía hacer nada. El tiempo para ayudar ya había pasado. Lee podía escribir el libro solo, y ella sabía que haría un gran trabajo. Robert tenía a su hija y no la necesitaba. Joseph sí la necesitaba, y ella le había fallado.
No tenía otra cosa que hacer más que regresar a casa.
Salió de la estación del ferrocarril y se dirigió al hotel. Llamaría a la línea aérea y trataría de conseguir un vuelo de regreso inmediatamente. Quizá si volvía a un lugar conocido podría empezar a perdonarse.
Mientras caminaba, pasó por la iglesia donde estaba la tumba de Joseph, y sus pies parecieron dirigirse solos hacia la puerta. Dentro estaba vacío, y los rayos del sol entraban a través de las vidrieras de colores hasta la tumba de Joseph. El mármol blanco se veía frío y muerto.
Lentamente, _________ caminó hacia la tumba. Quizá si rezaba, Joseph regresaría. Quizá si le rogaba a Dios, permitiría que Joseph volviera con ella. Sólo por cinco minutos, pensó. Eso era todo lo que necesitaba para contarle la traición de su esposa.
Pero cuando tocó el frío mármol, supo que no funcionaría. Lo que había sucedido era algo que ocurría una sola vez en un siglo. Tuvo la oportunidad de salvarle la vida a un hombre, y había fallado.
-Joseph -murmuró, y por primera vez desde que él se había ido, comenzó a llorar. Las lágrimas le nublaron la visión.
“Otra vez llorando -dijo, casi con una sonrisa-. Lamento haberte fallado, mi querido Joseph. Al parecer no valgo para nada. Nadie había muerto antes por mis errores ¡Oh, Dios! -exclamó, y se dio la vuelta para sentarse en el borde de la tumba- ¿Cómo voy a vivir con tu sangre en mis manos?”
Abrió el bolso, que aún tenía colgado del hombro, y buscó un pañuelo de papel. Mientras se sonaba la nariz, vio que un trozo de papel caía del paquete de pañuelos al suelo. Se inclinó, lo levantó y lo observó.
Era la nota que Joseph le había escrito y deslizado por debajo de la puerta.
-La nota -murmuró, poniéndose de pie. Era una nota escrita por la mano de Joseph. Era algo que él había tocado, algo que era... era una prueba, pensó.
“Oh, Joseph -comenzó a llorar acongojada. Se le aflojaron las piernas y se deslizó hacia el suelo con la nota apoyada en la mejilla-. Lo lamento, Joseph -dijo entre lágrimas-. Lamento mucho, mucho, haberte fallado.”
Apoyó la frente contra la fría tumba de mármol, con el cuerpo hecho un ovillo.
-Dios, ayúdame a perdonarme.
En su dolor, no se dio cuenta de la forma en que la luz penetraba a través de una de las ventanas y le tocaba el cabello. La vidriera tenía un ángel arrodillado rezando, y la luz entraba por el halo del ángel y llegaba hasta el cabello de ella y, al moverse una nube, la luz tocó la mano de mármol de Joseph.
-Por favor -susurró _________-, por favor.
En ese momento, oyó una risa. No cualquier risa, sino la de Joseph.
-¿Joseph? -preguntó, y levantó la cabeza, pestañeando para aclarar su visión. No había nadie en la iglesia.
Se levantó con torpeza.
-¿Joseph? -exclamó más alto, y se volvió a escuchar otra vez la risa, esta vez detrás de ella. Extendió la mano, pero allí no había nadie.
-Sí -dijo, incorporándose, y luego más alto:
-Sí. -Levantó el rostro hacia el ángel de la ventana. Cerró los ojos y bajó la cabeza.- Sí-repitió.
De pronto, sintió como si alguien la hubiera golpeado en el estómago. Se dobló por el dolor y cayó al suelo. Cuando trató de ponerse de pie, se sentía mareada y como si fuera a vomitar. Tenía que ir a un baño. No podía ensuciar la iglesia.
Pero al tratar de moverse, no sucedió nada. Era como si su cuerpo no obedeciera a su cerebro.
-Joseph -susurró, y extendió la mano hacia su tumba, pero al instante todo se puso negro y cayó al suelo.
Al despertarse, se sentía mareada y débil, y no sabía dónde se encontraba. Abrió los ojos y vio el cielo azul sobre su cabeza y un árbol cerca.
-¿Y ahora qué? -susurró. ¿Había salido de la iglesia? Cerró los ojos. Estaba tan débil que sentía deseos de quedarse donde se encontraba y dormir una siesta. Más tarde averiguaría dónde se hallaba.
Cuando comenzaba a dormitar, oyó una risa femenina cercana. Niños, pensó, niños jugando.
Pero al oír una risa masculina, abrió los ojos. ¿Joseph? Bruscamente, se sentó y miró a su alrededor. Estaba sentada en la hierba, debajo de un árbol en la campiña inglesa. Se volvió para recoger sus pertenencias. ¿Cuándo había salido de la iglesia?
Se detuvo cuando vio a un hombre en el campo. Estaba lejos y era difícil distinguirlo, pero parecía llevar una especie de traje corto marrón y araba con un buey. _________ pestañeó, pero la visión no cambió.
Oyó otra vez la risa de la mujer detrás de ella.
-Sir Joseph -dijo la mujer con un tono soñador.
_________ no pensó en lo que hacía, sólo reaccionó. Se puso de pie, fue hasta los arbustos y se abrió paso entre ellos.
Allí, en la hierba, estaba Joseph. Sir Joseph. Tenía la camisa a medio abrir y abrazaba a una joven con la mitad de los senos descubiertos y un extraño vestido.
-Joseph -exclamó en voz alta-, ¿cómo has podido? ¿Cómo has podido hacerme esto a mí? -comenzó a llorar otra vez-. Me he vuelto loca preocupándome por ti, y aquí estás con esta... esta. Oh, Joseph, ¿cómo has podido? -sacó un pañuelo de su bolsillo y se sonó la nariz.
En la hierba, Joseph y la joven habían dejado de moverse. Esta, con movimientos temerosos, se abrochó la parte delantera del vestido y salió de debajo de Joseph, luego huyó a través de los matorrales.
Joseph, con el entrecejo fruncido, se volvió, se apoyó sobre uno de sus codos y miró a la mujer pelirroja.
-¿Qué significa esto? -preguntó.
_________ ya no estaba enojada. Lo miró un momento. Joseph estaba aquí con ella. ¡Aquí!
Saltó sobre él, lo abrazó y comenzó a besarle el rostro. Joseph la abrazó mientras caían al suelo.
-Joseph, eres tú. Oh, mi amor, fue horrible después de que te fueras. Nadie te recordaba. Nadie nos recordaba juntos -le besó el cuello-. Has vuelto a dejarte la barba, pero está bien, me gusta.
Joseph le besaba el cuello. Le abrió la blusa y la besó más abajo.
-Joseph, tengo tanto que contarte. Vi a Lee después de que te fueras y me lo dijo todo sobre Lettice y Robert Sydney... y... oh, es estupendo, realmente estupendo.
-¡No! -exclamó de pronto, y lo alejó de ella-. No debemos hacer esto. Recuerdas lo que sucedió la última vez, ¿verdad?. Tenemos que hablar. Tengo tantas cosas que contarte. ¿Sabías que al final te ejecutaron?
Joseph dejó de intentar abrazarla.
-¿Yo? ¿Ejecutado? ¿Por qué, señora?
-Por traición. Por formar un ejército. Por... Joseph, ¿también tú has perdido la memoria? Últimamente, ya he tenido toda la amnesia que podía soportar. Escúchame. No sé cuánto tiempo estarás aquí antes de regresar. Tu esposa planeó todo. Sé que la amas, pero se casó contigo sólo porque estás emparentado con la reina Isabel, ¿O es con su padre? De cualquier manera, Lettice te quiere fuera de escena porque no vas a hacer su voluntad y a poner a su hijo en el trono. Por supuesto que no puede tener hijos, pero ella no lo sabe.
_________ se interrumpió.
-¿Por qué me miras así? ¿Dónde vas?
-Me voy a mi casa, lejos de vuestra forma de hablar como los Colley.
_________ también se puso de pie.
-Colley. Eso es nuevo para mí. Joseph, espera, no puedes irte.
Se volvió para mirarla.
-Si deseáis terminar lo que comenzasteis -le señaló la hierba -me quedaré y os pagaré bien, pero no puedo tolerar esta desenfrenada manera de hablar.
_________ permaneció allí pestañeando, y tratando de comprender lo que le decía.
-¿Pagarme? Joseph, ¿qué sucede contigo? Actúas como si nunca me hubieras visto.
-No, señora, no os he visto -se dio la vuelta y se alejó.
_________ estaba demasiado sorprendida como para moverse. ¿Nunca la había visto? ¿De qué estaba hablando? Se abrió paso entre los arbustos. Joseph tenía una chaqueta de raso negro extraordinaria, que parecía estar decorada con...
-¿Estos son diamantes?
-No trato amablemente con ladrones.
-No planeaba robarte. Nunca había visto a nadie que llevará diamantes en la ropa -lo observó con detenimiento y vio que era diferente. No eran sólo sus ropas, o que otra vez llevar a barba y bigote, sino que su expresión no era tan seria. Este Joseph parecía más joven.
¿Cómo había podido crecerle la barba tan pronto?
-Joseph, ¿cuándo estuviste en casa por última vez, no la primera vez que viniste a mí, sino ahora, qué año era?
Joseph se echó una capa corta de raso negro con bordes de armiño sobre los hombros y sacó un caballo de atrás de los arbustos, un animal que parecía tan salvaje como Sugar. Montó fácilmente sobre una silla que era tan grande como la de un vaquero americano, pero que tenía un respaldo alto de madera en la parte de atrás.
-Cuando salí de mi casa esta mañana, era el año de nuestro Señor de mil quinientos sesenta. Ahora, bruja, quitaos de mi vista.
_________ tuvo que retroceder hacia los arbustos para evitar que el caballo la atropellara.
-¡Joseph, espera! -exclamó, pero él ya se había ido.
Completamente sorprendida, lo miró hasta que desapareció en el horizonte; luego se sentó sobre un tronco caído y hundió la cabeza entre las manos. ¿Y ahora qué? pensó. ¿Tendría que empezar otra vez y explicarle todo sobre el siglo veinte? La última vez que lo había visto, Joseph venía de 1564, pero esta vez eran cuatro años antes. Lo que sucedió aún no había sucedido.
Levantó la cabeza. ¡Por supuesto! Eso era. Cuando averiguó lo de Robert Sydney, estaba en la cárcel y no podía hacer mucho para salvarse. Pero esta vez había regresado cuatro años antes. Había tiempo para prevenir lo que había provocado su ejecución.
Sintiéndose más feliz, se puso de pie. Tenía que encontrarlo antes de que hiciera algo tonto, como cruzar otra vez frente a un ómnibus.
Recogió su bolso del suelo, se lo colgó en el hombro y comenzó a caminar en la dirección en que Joseph se había marchado.
El camino era el peor que jamás había visto: surcos profundos, piedras sueltas, angosto, lleno de hierbajos. Los caminos rurales en América no eran tan malos y nunca había visto nada como esto en Inglaterra.
Se hizo a un lado del camino al oír que venía un vehículo. Un burro cansado tiraba de un carro con dos grandes ruedas. A su lado venía un hombre con un vestido corto que parecía hecho de arpillera. Llevaba las piernas desnudas desde la mitad de las pantorrillas hasta abajo, y tenía grandes llagas. _________ lo observó, sorprendida y con la boca abierta, y el hombre hizo lo mismo. Tenía la cara como un cuero y cuando abrió la boca, _________ pudo ver sus dientes cariados. La miró de arriba a abajo, deteniéndose en las piernas; luego le sonrió, mostrándole sus feos dientes.
_________ se alejó rápidamente y comenzó a caminar. El camino empeoró, los surcos eran más profundos y había estiércol por todos lados.
-¿En Inglaterra usan estiércol para rellenar los surcos? -murmuro.
Se detuvo en la cima de una pequeña colina y miró hacia abajo. Había tres pequeñas casas, diminutas construcciones con techo de paja y tierra en la parte delantera, donde las gallinas, los patos y los niños escarbaban. Una mujer con una falda larga salió de una de ellas y vació un recipiente redondo junto a la puerta principal.
_________ bajó por la colina. Quizás esa mujer podría indicarle la dirección. Pero al llegar cerca del pueblo, se detuvo. Sintió el olor: animales, gente, comida podrida, montones de estiércol, todo junto. Se puso la mano en la nariz y respiró por la boca. El gobierno inglés debería hacer algo con este lugar, pensó. La gente no deberla vivir así.
Se dirigió a la primera casa, tratando de mantener limpios sus zapatos, pero sin lograrlo del todo. Un niño, como de tres años, con ropa sucia, la observaba. Parecía que no lo habían lavado desde hacía un año y obviamente no llevaba ropa interior. _________ juró que cuando resolviera el problema de Joseph, se quejaría de este lugar. Era un peligro para la salud.
-Permiso -llamó en el interior oscuro de la casa. Dentro no había mejor olor que fuera-. ¿Hola, hay alguien en casa?
Nadie respondió, pero _________ sintió que la observaban. Se volvió y vio a tres mujeres y un par de niños detrás de ella. Las mujeres no estaban más limpias que el niño que había visto; tenían los vestidos manchados de comida y de no se sabía qué más.
_________ probó a sonreír.
-Disculpen, estoy buscando la iglesia de Ashburton. Parece que me he perdido.
Las mujeres no hablaron, pero una de ellas se acercó a _________. Era difícil continuar sonriendo, pues la mujer olía mal.
-¿Conoce el camino a Ashburton? -repitió _________.
La mujer caminó alrededor de _________, examinándole la ropa, el cabello, el rostro.
-Un grupo de chifladas -murmuró. Probablemente, no eran muy brillantes, al vivir en la suciedad en que vivían. Se apartó de la mujer y abrió el bolso. La mujer retrocedió de un salto al oír el sonido de la cremallera. _________ sacó su mapa del sur de Inglaterra y lo miró, pero no le sirvió de nada, ya que no sabía dónde se encontraba, y por lo tanto no podía averiguar hacia dónde ir.
Bajó el mapa cuando vio que una de las mujeres tenía la cabeza casi dentro de su bolso.
-Perdón -dijo de forma terminante. La mujer tenía la cabeza cubierta con una tela llena de suciedad y grasa.
La mujer se alejó, pero antes se llevó las gafas de sol del bolso de _________. Corrió hacia las otras mujeres y las tres examinaron las gafas.
-Esto es demasiado -_________ se dirigió hacia las mujeres, resbalando sobre algo, pero no miró hacia abajo-. ¿Podrían devolvérmelas?
Las mujeres la miraban serias. Una de ellas tenía profundas cicatrices en el cuello y escondió las gafas detrás de sí.
_________ se apoyó las manos en la cintura.
-¿Podrías devolverme lo que me pertenece?
-Marchaos -le dijo una de las mujeres, y _________ vio que le faltaban tres dientes de arriba y tenía otros dos cariados.
Fue entonces cuando comenzó a comprender. Miró la casa que tenía delante, la leña apilada, las cebollas colgando del techo. La suciedad, los carros, la gente que nunca había oído hablar de un dentista.
-¿Quién es su reina?
-Isabel -le respondió una de las mujeres con un acento extraño.
-Bien -replicó _________ -, ¿y quién era su madre?
-La bruja Ana Bolena.
Las mujeres se juntaron a su alrededor, pero _________ estaba demasiado sorprendida como para notarlo. Joseph le había dicho que estaban en mil quinientos sesenta, y luego se alejó en un caballo con una extraña montura. No parecía desorientado o inseguro sobre adónde se dirigía. No había actuado como la primera vez que llegó al siglo veinte. En lugar de ello, actuó como si estuviera en casa.
-¡Ay! –exclamó, cuando una de las mujeres le tiró del cabello.
-¿Será una bruja? -preguntó una de las mujeres, muy cerca de ella.
De pronto, _________ se sintió preocupada. Una cosa era reírse de un hombre en el siglo veinte porque le decía bruja a alguien, pero en el siglo dieciséis a la gente la quemaban por ser bruja.
-Por supuesto que no soy una bruja -replicó, retrocediendo; pero tenía una mujer atrás.
Una le tiró de la manga.
-Ropa de bruja.
-No, no lo es. Yo vivo... en otro pueblo, eso es todo. El año que viene todas llevarán esto -no podía ir hacia atrás ni hacia delante, pues las mujeres la rodeaban y se lo impedían. Será mejor que pienses rápido, _________, pensó, o serás el asado de esta noche. Mientras vigilaba a las mujeres, metió una mano en el bolso, buscando sin saber qué. Encontró una caja de cerillas que se había llevado de algún hotel.
Sacó una de las cerillas y encendió una. Las mujeres retrocedieron con una exclamación.
-En la casa, entren en la casa-les dijo con la cerilla encendida a corta distancia de ellas.
Las mujeres retrocedieron y entraron, mientras la cerilla le quemaba la punta de los dedos a _________. La tiró y corrió.
Se alejó de las casas malolientes y del camino con surcos y corrió hacia el bosque. Cuando ya le faltaba el aliento, se sentó y se apoyó en un árbol.
Al parecer, después de desmayarse en la iglesia se había despertado en el siglo dieciséis. Y aquí estaba, sola -Joseph no la conocía- en una época anterior a la invención del jabón o por lo menos a su uso. Y la gente creía que ella era una curiosidad demoníaca.
-¿Cómo le voy a contar a Joseph todo lo que necesitaba saber si ni siquiera lo veo? -murmuró.
Comenzaron a caer las primeras gotas de lluvia. Sacó un paraguas del bolso y lo abrió. Fue en ese momento cuando realmente miró el contenido de su viejo bolso. Lo tenía desde hacía años. Había ido con él a todos lados y lo había ido llenando con todo lo que alguien puede necesitar cuando viaja. Dentro había cosméticos, medicinas, artículos de tocador, un pequeño costurero, artículos de oficina, revistas, un pijama, paquetes de nueces de los aviones, rotuladores; sin contar lo que había en el fondo.
Colocó el bolso junto a ella debajo del paraguas, sintiendo que era su único amigo. Piensa, _________, piensa, se dijo a sí misma. Tenía que decirle a Joseph lo que necesitaba saber y luego regresar a su propia época. Ya podía afirmar que no le agradaba permanecer en este lugar con es la gente sucia e ignorante. En este corto tiempo ya extrañaba las duchas calientes y las mantas eléctricas.
Se acurrucó debajo del paraguas, pues comenzó a llover con mayor intensidad. La hierba empezaba a mojarse, y pensó en sentarse sobre una revista... pero, ¿quién sabe?, quizá tendría que venderlas para subsistir.
Apoyó la cabeza en las rodillas.
-¡Oh!, Joseph, ¿dónde estás?
Luego recordó la tarde del día en que se conocieron y ella se refugió en aquel cobertizo. Cuando la encontró, le dijo que había oído que lo “llamaba”. Si funcionó en aquel momento, quizá funcionara ahora.
Con la cabeza baja, se concentró y llamó a Joseph. Lo imaginó viniendo hacia ella y luego pensó en todo el tiempo que pasaron juntos. Sonrió al recordar una cena que ella había elegido y que la casera les había preparado: mazorcas de maíz, aguacates, costillas de cerdo asadas, y mango de postre. Joseph se había reído como un niño pequeño. Recordó la música que Joseph había tocado, lo mucho que había disfrutado con los libros y lo crítico que había sido con la ropa moderna.
-Ven a mí, Joseph. Ven a mí.
Estaba oscuro y llovía intensamente cuando Joseph apareció montado en su gran caballo negro.
_________ le sonrió:
-Sabía que vendrías.
Él no sonrió, y la miró enojado.
-Lady Margaret os recibirá.
-¿Tu madre? ¿Tu madre desea verme? -no estaba segura, por la lluvia; pero parecía afectado por sus palabras-. Muy bien -le dijo _________, se levantó, le dio el paraguas y extendió la mano para que la ayudara a subir al caballo.
Para su asombro, tomó el paraguas, lo examinó con interés, lo sostuvo sobre su cabeza y se alejó, dejando a _________ bajo la lluvia.
-Por todos los... -comenzó a decir. ¿Iba él a cabalgar mientras ella caminaba?
Retrocedió hasta un árbol, y después de un momento Joseph regresó, protegiéndose con el paraguas.
-Tenéis que venir conmigo.
-¿Tengo que ir caminando? -le preguntó. ¿Tú cabalgas, y yo camino entre el barro y el estiércol detrás de ti, mientras tú llevas mi paraguas? ¿Es eso lo que tienes en mente?
Por un momento Joseph pareció confundido.
-Vuestra forma de hablar es muy extraña.
-No tan extraña como tus anticuadas ideas. Joseph, tengo frío y hambre, y me estoy empapando. Ayúdame a subir al caballo y vayamos a ver a tu madre.
Joseph sonrió levemente y luego le tendió la mano. _________ la agarró, apoyó su pie en el de Joseph y montó en la parte trasera del caballo, no en la silla con él, sino en la grupa del caballo. _________ se agarró de la cintura de Joseph, pero él le apartó las manos y se las puso en la parte trasera de la silla, y luego le dio el paraguas.
-Sostened esto sobre mí-le dijo, y golpeó al caballo para que avanzara.
_________ deseaba responderle, pero estaba concentrada en no caerse del caballo. Tenía que utilizar ambas manos, por lo tanto el paraguas pendía inútilmente de un costado mientras cabalgaban. A través de la lluvia vio más cabañas y más gente trabajando bajo la lluvia, al parecer abstraída de ella.
-Quizá los lave -murmuró, mientras se sostenía lo mejor que podía.
Como iba detrás de Joseph y él era demasiado alto, _________ no vio la casa hasta que estuvieron frente a ella. Delante había una pared alta de piedra, y detrás, una casa de piedra de tres pisos.
Un hombre con ropa similar a la de Joseph vino corriendo para sujetar las riendas del caballo. Joseph desmontó, y permaneció allí impaciente, golpeando los guantes contra la palma de la mano, mientras _________ desmontaba cargando con el bolso y el paraguas.
Cuando hubo bajado, el sirviente abrió la puerta y Joseph entró, esperando que _________ lo siguiera. Ella corrió detrás de él por un sendero empedrado, por una escalera, por una terraza de ladrillo, hasta la casa.
Un sirviente de aire solemne esperaba para tomar la capa y el sombrero mojados de Joseph. _________ cerró el paraguas y Joseph se lo quitó y lo miró por dentro, obviamente tratando de averiguar cómo funcionaba. Después de la forma en que la había tratado, no se lo iba a decir. Le quitó el paraguas de las manos y se lo dio al sirviente.
-Esto es mío. Recuérdelo y no se lo dé a nadie.
Joseph la miró y bufó. _________ se puso el bolso en el hombro y lo miró. Comenzaba a creer que no era el hombre del que se había enamorado. Su Joseph no habría hecho cabalgar a una mujer en la grupa de un caballo.
Joseph se volvió y comenzó a subir por la escalera, y _________, chorreando y con frío, lo siguió. Había dado sólo un rápido vistazo a la casa, pero no se parecía a las casas isabelinas que había visto en las guías turísticas. La madera no estaba oscurecida ni parecía tener cuatrocientos años. Las paredes estaban cubiertas de roble dorado y había color por todos lados. El estuco de la parte superior estaba decorado con escenas de personas en una pradera. Tapices nuevos, hermosos y de colores vivos colgaban de las paredes. Había bandejas de plata que brillaban sobre las mesas. Y debajo de sus pies parecía haber paja, algo realmente extraño. Arriba, había muebles tallados tan nuevos, que parecían hechos la semana pasada. Sobre una mesa había un jarrón de un metal amarillo que sólo podía ser oro.
Antes de que _________ pudiera preguntar sobre el jarrón, Joseph abrió una puerta y entró.
-He traído a la bruja.
-Un momento -dijo _________, olvidando el jarrón y corriendo detrás de él. Entró en una hermosa habitación. Era grande, con techos altos, con paredes cubiertas de roble y el estuco decorado con pájaros, mariposas y animales de vivos colores. Los muebles, el sillón de debajo de la ventana y la enorme cama tenían almohadas y colgantes de seda brillante, bordados con hilos de seda y plata. Todas las cosas de la habitación, desde las tazas hasta los jarrones, desde el espejo hasta los cepillos, parecían objetos preciosos, hechos de oro y plata, con joyas incrustadas. Toda la habitación brillaba hermosamente,
-¡Dios mío! -exclamó _________ con admiración.
-Tráemela -ordenó una voz imperiosa.
_________ dejó de mirar la habitación y observó la cama. Detrás de las columnas exquisitamente talladas, detrás de las cortinas de seda escarlata, con flores bordadas en hilos dorados, se encontraba una mujer de aspecto severo, con un camisón blanco que tenía bordados negros en los puños y el cuello. Se parecía a Joseph.
-Ven aquí -le ordenó, y _________ se acercó.
La voz de la mujer, a pesar de su autoridad, sonaba cansada y sofocada, como si estuviera resfriada.
Al acercarse al pie de la cama, vio que la mujer tenía el brazo izquierdo extendido sobre una almohada y un hombre, con un traje de terciopelo negro largo y voluminoso estaba inclinado y cuidando...
-¿Son sanguijuelas? -preguntó _________. Parecía que había unos gusanos negros y viscosos pegados al brazo de la mujer.
_________ no vio el intercambio de miradas entre lady Margaret y su hijo.
-Me han dicho que eres una bruja y que produces fuego con la punta de tus dedos.
sofiii1
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Mensaje por jb_fanvanu Lun 02 Ene 2012, 1:00 am

Uhh q paciencia la de ella con joseph ! yo lo habria mandado a la mierda!! ¬¬

Mierda creen q es bruja y q hace fuego Tan todos locos !!

SIGUELA!!
jb_fanvanu
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Mensaje por DrippyJoBrosBTR Lun 02 Ene 2012, 11:50 am

Aaaaaaayyy SEGUILA!!! Me encanta!!!!! La amo!!!!
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Mensaje por AleMoralesT3 Mar 03 Ene 2012, 5:12 pm

:// al parecer no me recuerda :(
bueno no importa
llego a tiempo para poder decirle sobre su traicion.
bien ahora supongo que quieren que con el fuego quite las sanguijuelas de su brazo :)
sii creoo que eso le pediran
C:
jejeje
AMO LA NOVE!
ENSERIO!
GRACIIAS POR SUBIRLA..
PERO YA QUIERO CAPII:)
by-Ale♥️
AleMoralesT3
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Mensaje por jb_fanvanu Miér 04 Ene 2012, 11:13 pm

SIGUELAA!!
jb_fanvanu
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Mensaje por sofiii1 Jue 05 Ene 2012, 5:41 am

_______ no podía dejar de mirar a las sanguijuelas.
-¿No duele?
-Sí, duele. Quiero ver ese fuego mágico.
El desagrado que sentía al ver las sanguijuelas en el brazo de la mujer le hizo olvidar el temor de que la llamaran bruja. Caminó hasta el costado de la cama y colocó el bolso sobre una mesa, corriendo una hermosa caja de plata con esmeraldas en la tapa.
-No debería permitir que ese hombre le hiciera eso. Me parece que sólo tiene un resfriado fuerte. ¿Dolor de cabeza? ¿Estornudos? ¿Cansancio?
La mujer la miró y asintió con la cabeza.
-Eso es lo que me figuraba -revolvió dentro del bolso-. Si hace que ese hombre le quite esas cosas horribles le curaré el resfriado. Ah, aquí están. Pastillas para el resfriado -tomó la caja.
-Madre-dijo Joseph, acercándose-, no puedes...
-Vete, Joseph -le pidió lady Margaret-, y vos -le ordenó al médico.
El hombre le quitó las sanguijuelas del brazo a lady Margaret y las colocó en una pequeña caja forrada de cuero.
-Necesitaré un vaso con agua.
-¡Vino! -ordenó lady Margaret, y Joseph le alcanzó una copa alta tachonada de joyas.
_______ advirtió el silencio que reinaba en la habitación y de pronto comprendió lo enérgica que era lady Margaret. O lo tonta, al aceptar una medicina de una extraña. _______ le dio una pastilla.
-Tráguela y le hará efecto en veinte minutos.
-Madre -comenzó a decir Joseph, pero ella le indicó que se alejara mientras tragaba la pastilla.
-Si le hacéis daño, lo pagaréis -le advirtió Joseph al oído, y _______ tragó saliva. ¿Y si el cuerpo isabelino no estaba preparado para las pastillas contra el resfriado? ¿Y si lady Margaret era alérgica?
_______ se quedó donde estaba, chorreando agua y temblando de frío. Tenía el cabello aplastado contra la cabeza, pero nadie le había ofrecido una toalla. Nadie en la habitación parecía respirar mientras observaban a lady Margaret descansando sobre las almohadas bordadas. _______ se volvió, nerviosa, y vio a otra persona en la habitación, cerca de las cortinas de la cama. Sólo podía ver el contorno de una mujer con un vestido con talle ajustado y falda larga.
_______ tosió, y Joseph, que se encontraba al pie de la cama, la miró serio.
Fueron los veinte minutos más largos de su vida, mientras permanecía allí con frío y nerviosa, esperando a que la pastilla le hiciera efecto. Cuando actuaba, lo hacía rápidamente. A lady Margaret se le destapó la nariz y ya no tenía esa sensación de estar resfriada.
Lady Margaret se sentó erguida y con los ojos bien abiertos:
-Estoy curada.
-En realidad no -le respondió _______-. Estas pastillas sólo encubren los síntomas. Tendrá que permanecer en cama y beber mucho zumo de naranja... o cualquier otra cosa.
La mujer que se encontraba detrás de _______ salió de las sombras, se inclinó sobre lady Margaret y le acomodó los cobertores.
-Te digo que estoy bien -confirmó lady Margaret-. Vos, marchaos -le ordenó al médico, y éste se retiró de la habitación-. Joseph, llévatela, aliméntala, sécala, vístela y tráemela mañana por la mañana. Temprano.
-¿Yo? -preguntó, él con arrogancia-. ¿Yo?
-Tú la encontraste, y eres responsable de ella. Ahora vete. Joseph miró a _______ e hizo una mueca.
-Venid -le dijo, enojado.
_______ salió de la habitación detrás de él, y le dijo:
-Joseph, tenemos que hablar.
él se volvió con la misma expresión de disgusto:
-No, señora, no tenemos nada de qué hablar -levantó las cejas-. Y yo soy sir Joseph, caballero del reino -se dio la vuelta y se alejó.
-¿Sir Joseph? -le preguntó. ¿No lord Joseph?
-Yo soy caballero. Mi hermano es lord.
_______ se detuvo.
-¿Hermano? ¿Te refieres a Kit? ¿Kit está vivo?
Joseph se volvió y la miró, con una expresión de ira:
-No sé quién sois o cómo conocéis a mi familia, pero os lo advierto, si herís a alguien, o un caballo de mi madre cambia de color, lo pagaréis con vuestra vida. Ni penséis en utilizar vuestra brujería con mi hermano.
Se volvió y comenzó a caminar. _______ lo siguió sin hablar. Grandioso, sencillamente grandioso, pensó. Había regresado cuatrocientos años para salvar a Joseph y él la amenazaba de muerte. ¿Cómo podría hacer para que la escuchara?
Subieron al último piso y Joseph abrió una puerta:
-Dormiréis aquí.
_______ entró. Esta no era una hermosa habitación llena de tesoros, sino una celda sin ventana, con un catre en un rincón y una manta sucia encima.
-No puedo quedarme aquí -exclamó _______, horrorizada. Pero cuando se volvió, vio que Joseph se había marchado. Oyó cómo cerraba con llave.
Gritó y golpeó la pesada puerta con las manos, pero él no le abrió.
-¡Maldito! -gritó, y se deslizó hacia el suelo.- ¡Maldito! -murmuró sola en la habitación oscura.

CAPITULO 13

Nadie vino a liberar a _______ esa noche ni a la mañana siguiente. No tenía agua, ni comida, ni luz. En un rincón, había un viejo balde de madera, y supuso que era para hacer sus necesidades. Trató de acostarse en el catre, pero enseguida sintió cómo unas pequeñas cosas le corrían por la piel. Saltó de la cama y se frotó el cuerpo contra la fría pared de piedra.
Supo que había amanecido porque un poco de luz se filtraba por debajo de la puerta. Durante la larga noche se había rascado tanto que tenía zonas que sangraban. Expectante, esperaba a que alguien la liberara. Lady Margaret había dicho que deseaba ver a _______ temprano. Pero nadie había venido.
Acercó el brazo a la luz que entraba por debajo de la puerta y pudo ver su reloj y si estaba en hora, al mediodía todavía no había venido nadie a liberarla.
Trató de mantener su mente activa y de no desesperarse, y pensó una y otra vez en todo lo que Lee le había contado de los sucesos que condujeron a la ejecución de Joseph. Tenía que hallar la manera de prevenirlo. Tenía que hallar la manera de impedir que Lettice y Robert Sydney lo utilizaran.
Pero ¿cómo podía si se encontraba encerrada en una habitación oscura y llena de pulgas? Y Joseph no sólo no la escuchaba, sino que parecía odiarla. Trató de recordar lo que le había dicho, cuando lo vio el día anterior, que lo pudiera haber ofendido tanto. ¿Fueron sus comentarios sobre su amada Lettice?
Hacía frío en la habitación, y _______ temblaba mientras se rascaba el cuero cabelludo. En el siglo veinte siempre tenía el apellido y el dinero de los Montgomery que la respaldaban. Aunque le faltaban algunos años para recibir su herencia, sabía que podía contar con el dinero, y ofrecer un millón de dólares para obtener la información que deseaba.
Pero aquí, en el siglo dieciséis, no tenía nada, no era nadie. Todo lo que tenía era un bolso lleno de maravillas modernas y su cerebro. Sin embargo, tenía que encontrar la manera de persuadir a esta gente de que no podían encerrarla en una prisión y dejar que se pudriera. La primera vez que Joseph recurrió a ella con el fin de averiguar la información que necesitaba para detener su ejecución, le habla fallado, pero esta vez no fallaría. Esta vez tendría éxito, sin importar lo que tuviera que hacer.
Se puso de pie, y la energía comenzó a remplazar al letargo. A su padre le encantaba contarles historias sobre sus antepasados, los Montgomery de Escocia, de Inglaterra, de América. Había innumerables historias sobre heroicas proezas y rápidas huidas.
-Si ellos pudieron, yo también -exclamó _______ en voz alta-. Joseph, ven a liberarme de este odioso lugar -cerró los ojos y se concentró, imaginándose a Joseph que venía hacia ella.
La “oyó” enseguida. Cuando abrió la puerta, tenía una expresión de odio en el rostro.
-Joseph, quiero hablar contigo.
-Mi madre pregunta por vos.
Ella lo siguió tambaleándose, con las piernas débiles por la falta de ejercicio, y la vista desacostumbrada a la luz.
-Has venido porque yo te he llamado. Entre nosotros hay una unión, y si me permites explicarte...
Se detuvo y la miró.
-No quiero oír nada de lo que digáis.
-¿Podrías decirme por qué estás tan enojado conmigo? ¿Qué he hecho?
La miró de arriba abajo de una manera insolente.
-Me habéis acusado de traición. Habéis asustado a los aldeanos. Habéis manchado el nombre de la mujer con la que voy a casarme. Habéis embrujado a mi madre. Os... -bajó la voz-... habéis metido en mi cabeza.
Ella lo agarró del brazo.
-Joseph, sé que debo de parecerte extraña, pero si me escuchas y me dejas explicarte...
-No -replicó él, y se volvió. Le he pedido a mi hermano que os eche. Los aldeanos se encargarán de vos.
-¿Se encargarán de mí? -preguntó, y tembló al recordar a esas mujeres sucias del pueblo. Sin duda, esas brujas desdentadas la apedrearían si tuvieran la oportunidad-. ¿Me harías eso a mí? ¿Después de la forma en que te ayudé? -levantó la voz-. ¿Después de todo lo que hice por ti cuando viniste a mí, me echarías? ¿Después de que he retrocedido cuatrocientos años para salvarte, me echarías a la calle?
La miró:
-Mi hermano decide -se volvió, y bajó por la escalera.
_______ se mantuvo junto a él, tratando de controlar su ira para poder pensar. Tenía que hacer algo para evitar que la arrojaran de la relativa seguridad de la casa a la suciedad de las calles. Lady Margaret parecía ser la respuesta.
Lady Margaret estaba otra vez en cama, y _______ sabía que se había agotado el efecto de doce horas de la pastilla para el resfriado.
-Tendrás que darme otra de esas pastillas mágicas -le dijo, apoyada sobre las almohadas.
A pesar de tener hambre, estar cansada y asustada, _______ sabía que debía usar su ingenio.
-Lady Margaret, no soy una bruja. Soy una humilde princesa atacada por ladrones y debo recurrir a su ayuda hasta que mi tío el rey pueda venir a buscarme.
-¿Princesa? -preguntó lady Margaret.
-¿Rey? -casi gritó Joseph-. Madre, yo...
Lady Margaret levantó la mano para que se callara.
-¿Quién es tu tío?
_______ respiró profundamente.
-El rey de Lanconia.
-He oído hablar de ese lugar -dijo lady Margaret, pensativa.
-No es una princesa. Mírala -intervino Joseph.
-Esta es la clase de ropa que se lleva en mi país. ¿Me vais a arrojar a la calle y arriesgaros a la ira del rey? -volvió a mirar a lady Margaret-. Mi tío será muy generoso con cualquiera que me proteja.
_______ se dio cuenta de que lady Margaret estaba pensando en eso.
-Puedo ser muy útil -agregó _______ rápidamente-. Tengo muchas pastillas para el resfriado y toda clase de cosas interesantes en mi bolso. Y... -¿qué sabía hacer?- ...puedo contar historias. Sí, muchas historias.
-Madre, no puedes... -comenzó a decir Joseph-. Es una coqueteadora.
_______ interpretó, por el tono de su voz, que se refería a una mujer de mala reputación. Se volvió y lo miró, enojada.
-Mira quién habla. Tú y Arabella Sydney no os quitáis las manos de encima.
El rostro de Joseph enrojeció, y dio un paso hacia ella.
Lady Margaret tosió para ocultar su risa.
-Joseph, trae a Honoria. ¡Ve! ¡Ahora! Joseph miró otra vez con ira a _______ y salió obedientemente de la habitación.
-Me diviertes -dijo lady Margaret-. Puedes quedarte a mi cuidado hasta que un mensajero sea enviado a Lanconia a avisarle a tu tío.
_______ tragó saliva.
-¿Cuánto tardará eso?
-Un mes o más. ¿Te retractas de tu historia? -lady Margaret la miró con astucia.
-No, por supuesto que no. Mi tío es rey de Lanconia -o lo será, pensó para sí.
-Ahora, la pastilla -le ordenó lady Margaret, reclinándose sobre las almohadas-. Luego puedes irte.
_______ tomó una pastilla del bolso, pero vaciló.
-¿Dónde voy a dormir?
-Mi hijo te atenderá.
-Su hijo me encerró en una odiosa habitacioncilla, y había bichos en mi cama.
Por la forma en que la miraba, parecía que lady Margaret no veía nada de malo en ello.
-Deseo una habitación decente y ropa para que la gente no me mire; deseo que se me trate con el respeto debido a... mi posición, y deseo también un baño.
Lady Margaret la miró con una expresión fría y adusta, y _______ vio de dónde había adquirido Joseph sus modales arrogantes.
-Cuidado, no me diviertas demasiado.
_______ trató de que no le temblaran las rodillas. Una vez, cuando era niña, había visto una cámara de tortura medieval en un museo de cera. El potro. Las cadenas.
-No he querido ser irrespetuosa, señora -le aclaró con suavidad-. Me ganaré mi manutención. Haré todo lo que pueda para entretenerla. -Como Sherezade, pensó. Si no entretengo a esta mujer, mañana me cortará la cabeza.
Lady Margaret la estudió durante un momento, y _______ supo que se estaba decidiendo su destino.
-Tú me servirás. Honoria...
-¿Significa eso que puedo quedarme? Oh, lady Margaret, no se arrepentirá, se lo prometo. Le enseñaré a jugar al póquer. Le contaré historias. Le contaré todas las obras de Shakespeare. No, mejor no, podría empeorar las cosas. Le contaré... El mago de Oz y My Fair Lady. Quizá pueda recordar algunas letras y melodías -comenzó a cantar - “Could Have Danced Ah Night”.
-¡Honoria! -llamó lady Margaret-. Llévatela y vístela.
-Y comida y un baño -agregó _______.
-La pastilla.
-Oh, por supuesto -_______ se la dio, y lady Margaret la tomó.
-Ahora déjame descansar. Honoria te atenderá. Ella se quedará contigo, Honoria.
_______ no había oído entrar a la otra mujer. Parecía ser la misma que estaba en la habitación la noche anterior, pero aún no podía verle la cara, pues la mantenía oculta. Siguió a Honoria afuera de la habitación.
Ahora se sentía mejor, sabiendo que lady Margaret tardaría en averiguar que no era una princesa. ¿Mentirle a una dama se castigaría con la muerte o con tortura? Quizá si podía entretener lo bastante bien a lady Margaret, no le importaría si era una princesa o no. Y, quizá también, un mes era suficiente para hacer lo que debía.
Apretó su bolso y siguió a Honoria. La habitación de Honoria estaba al lado de la de lady Margaret. Era la mitad de grande que la de la señora, pero aun así era grande, y muy agradable. Tenía una chimenea de mármol blanco, una gran cama, algunos bancos, dos sillas talladas y un baúl al pie de la cama. El sol entraba por una ventana que tenía pequeños paneles de vidrio con forma de diamantes.
Al ver la habitación, _______ comenzó a sentirse más tranquila. Se las había ingeniado para que no la arrojaran a la calle.
-¿Hay un baño por aquí? -le preguntó.
La mujer no se volvió.
-¿Un excusado? -le explicó _______.
Sin volverse, la mujer le señaló una pequeña puerta. _______ la abrió, y dentro había un asiento de piedra con un agujero, el equivalente a un retrete. Tenía muy mal olor. Junto al asiento habla papeles gruesos, duros y todos escritos.
-Así que eso es lo que ha sucedido con todos los documentos medievales -murmuró. Usó el excusado y salió rápidamente.
Cuando volvió a la habitación, observó cómo Honoria sacaba ropa de un baúl y la colocaba sobre la cama. Se fue de la habitación, y _______ comenzó a inspeccionarla. Esta habitación no tenía adornos de oro y plata, como la de lady Margaret, pero había telas bordadas por todos lados. _______ había visto algunos ejemplos de bordados isabelinos en museos, pero eran antiguos y descoloridos. Aquí los almohadones eran brillantes y no estaban desgastados por el tiempo o el uso.
La recorrió, tocando todo, maravillándose ante el brillo de todo. Antigüedades nuevas, pensó, rascándose la espalda.
Después de un rato, se abrió la puerta y entraron dos hombres con una tina grande y honda de madera. Llevaban chaquetas de lana roja ajustadas, pantalones cortos como los de Joseph y calzas negras. Ambos tenían piernas fuertes y musculosas.
Hay cosas rescatables de la época isabelina, pensó, mientras admiraba las piernas de los hombres.
Detrás de ellos entraron cuatro mujeres con baldes de agua hirviendo. Llevaban faldas largas de lana con talle ajustado y pequeñas cofias en la cabeza. Dos de ellas tenían cicatrices de viruela en la cara.
Cuando la tina estaba medio llena de agua caliente, _______ comenzó a desvestirse y Honoria se volvió hacia ella. Era una mujer de rostro corriente, ni bello ni feo, con rasgos indescriptibles.
-Hola, soy _______ Montgomery -le dijo, extendiendo la mano para saludarla.
Honoria parecía no saber qué hacer, entonces _______ le tomó la mano y se la estrechó.
-Seremos compañeras de habitación.
Honoria la miró desconcertada.
-Sí, lady Margaret me ha pedido que os quedéis conmigo. -Tenía una voz suave y agradable, y _______ observó que era bastante joven, quizá veintiuno o veintidós años.
Se quitó fácilmente la ropa y entró en la tina mientras Honoria levantaba la ropa moderna y la examinaba con cuidado.
_______ tomó el jabón que le habían traído, pero era como una versión dura de lava y hacia la misma espuma que una piedra.
-¿Podría alcanzarme mi bolso, por favor? -le preguntó a Honoria. Observando el nailon del bolso con cuidado, Honoria lo dejó en el suelo junto a ella, y luego miró cómo _______ lo abría. Sacó una pastilla de jabón, pues siempre guardaba las de los hoteles, y comenzó a lavarse.
Para entonces, Honoria ya no intentaba ocultar su curiosidad mientras observaba cómo se lavaba.
-¿Podrías hablarme de este lugar? -le preguntó _______-. ¿Quién vive aquí? Cuéntame cosas sobre Kit y Joseph. ¿Ya se ha comprometido con Lettice? ¿Y Arabella Sydney?
Honoria se sentó en una silla y trató de responderle a las preguntas, contemplando cómo _______ utilizaba el maravilloso jabón y luego se lavaba el cabello.
Por las palabras de Honoria, había regresado a tiempo, ya que sólo se había llevado a cabo el compromiso de Joseph. Joseph aún no había estado en la mesa con Arabella, y John Wilfred era tan insignificante que Honoria no sabia quién era. La doncella le narraba todos los hechos que deseaba, pero no emitía su opinión. Se negaba a chismorrear.
Cuando terminó de bañarse y de lavarse el cabello, Honoria le alcanzó una toalla de lino áspera y, una vez que estuvo mitad seca, mitad mojada, y con el cabello peinado, la ayudó a vestirse.
Primero una especie de enagua larga de lino.
-¿Y la ropa interior? -preguntó _______.
Honoria parecía confundida.
-Bragas -_______ tomó sus bragas de encaje rosa de encima del baúl donde las había dejado Honoria, pero ésta aún parecía confundida.
-No va nada debajo -le dijo la doncella.
-Dios mío-quién habría pensado que la ropa interior era un invento reciente-. Cuando en Roma... -murmuró, y dejó las bragas.
_______ no estaba preparada para la siguiente capa de ropa. Honoria le dio un corsé. La única experiencia que tenía con un corsé era haber visto a Mammy tirando de los cordones del de Escarlata en Lo que el viento se llevó, pero este corsé era de...
-¿Acero? -preguntó _______, sosteniéndolo.
Estaba confeccionado con finas bandas de acero flexible, cubiertas con seda, con ganchos de acero en un costado, y como no era nuevo, se veía el óxido a través de la tela. Honoria la ayudó a colocárselo, y _______ pensó que se desmayaría. Su caja torácica no podía expandirse, su cintura era mucho más pequeña y tenía los pechos aplastados.
Se sostuvo contra una columna de la cama.
-Y pensar que me quejaba de que las medias modernas son incómodas -murmuró.
Sobre el corsé iba una voluminosa blusa de mangas largas de lino, con el cuello fruncido y los puños bordados en seda negra. En la cintura un miriñaque al estilo Escarlata O'Hara, con una armazón de alambre que le hacía mantener la forma de una campana perfecta.
-Un guardainfante -le respondió Honoria, mirándola extrañada por no conocer esa cosa tan simple.
-Ya es bastante pesado. ¿Hay más? -preguntó _______.
Honoria le puso una media enagua de lana ligera sobre el miriñaque de alambre.
Sobre esta enagua iba otra, ésta de tafetán verde esmeralda. _______ comenzó a alegrarse. El tafetán crujía cuando se movía, y la tela era preciosa.
Luego Honoria tomó el vestido. Era de brocado con un inmenso dibujo abstracto de flores en negro. No era fácil ponérselo. Sobre los hombros llevaba una red de cuerdas de seda, con un dibujo entrelazado, y una perla en cada unión. El corpiño se abrochaba por delante, debajo de una banda bordada, con corchetes que parecían lo suficientemente fuertes como para mantener unidos a unos tanques del ejército.
El vestido no tenía mangas, y Honoria las colocó por separado sobre las de la camisa de lino. En el hombro eran grandes y acampanadas, y luego se estrechaban hasta las muñecas. Tenían franjas de tafetán esmeralda, sujetas por cuadrados dorados adornados con una perla.
_______ tocó las perlas, mientras Honoria, con rapidez y eficiencia, se movía a su alrededor, con un instrumento parecido a un alfiler de sombrero, sacándole trozos de la blusa blanca de las mangas.
Llevaba ya una hora y media poniéndole el vestido y aún no había terminado.
Ahora era el turno de las joyas. Un cinturón con eslabones de oro y esmeraldas iba en la ahora diminuta cintura de _______. En medio del corpiño llevaba un broche esmaltado con perlas alrededor, y dos cadenas de oro salían hacia cada lado, abrochadas en los brazos. Honoria tomó un cuello de lino fruncido, se lo puso y lo abrochó atrás. (Más tarde, _______ averiguó que en 1564, el cuello de Joseph era almidonado, pero que cuatro años antes nadie conocía el almidón.) Para cubrir la unión del cuello con el vestido, le puso alrededor un tercer cinturón de eslabones de oro.
-Podéis sentaros -le dijo la doncella.
_______ trató de caminar, pero llevaba unos veinte kilos de ropa, y el corsé de acero le impedía respirar.
Tiesa, con la cabeza erguida, llegó hasta un banco y se desplomó. Sin embargo, no se cayó. Una no se cae cuando lleva un corsé de acero.
Se sentó rígida mientras Honoria le peinaba el grueso cabello rojizo, lo llevaba hacia atrás, se lo trenzaba y luego le sujetaba las trenzas con alfileres de hueso. Sobre las trenzas le puso una pequeña cofia que era como una redecilla para el cabello, pero con perlas en cada unión.
Ayudó a _______ a ponerse de pie.
-Sí -afirmó, sonriendo-, sois muy hermosa.
-¿Tan bonita como Lettice? -preguntó _______ sin pensar.
-Lady Lettice también es muy hermosa -respondió Honoria.
_______ sonrió. Tacto, mucho tacto.
La doncella la ayudó a sentarse en él borde de la cama, le extendió las piernas y le puso unas medias de lana tejidas a mano hasta las rodillas y luego las sujetó con ligas bordadas. Le puso zapatos de cuero con suela de corcho, y _______ volvió a ponerse, de pie.
Caminó lentamente hasta la ventana y regresó. Las ropas eran ridículas, por supuesto. Eran pesadas, difíciles de llevar, terribles para sus pulmones, y sin embargo... Se puso las manos en la cintura. Prácticamente podía abarcarla. Llevaba perlas, oro, esmeraldas, raso y brocado, y a pesar de que casi no podía respirar y le dolían los hombros por el peso, nunca se había sentido tan hermosa en su vida.
Miró a Honoria.
-¿De quién es este vestido?
-Mío-respondió con suavidad-. Tenemos casi la misma talla.
_______ se le acercó y le puso las manos sobre los hombros.
-Muchas gracias por prestármelo. Es muy generoso de tu parte -la besó en la mejilla.
Confundida y sonrojada, Honoria se apartó.
-Lady Margaret desea que toquéis para ella esta noche.
-¿Tocar? -replicó _______, mirando las mangas del vestido. Oro verdadero. ¡Cómo le habría gustado tener un espejo de cuerpo entero!- ¿Tocar qué? ¿Te refieres a tocar un instrumento? No sé tocar nada.
Honoria estaba asombrada.
-¿No enseñan música en vuestro país?
-Sí, pero a mino me han dado clases.
-¿Qué aprende una mujer en vuestro país que no sea costura y música?
-Álgebra, literatura, historia, cosas como esas. ¿Sabes tocar algún instrumento? ¿Cantar?
-Ciertamente.
-Entonces, ¿qué te parece si te enseño algunas canciones y tú las tocas y las cantas?.
-Pero lady Margaret...
-No te preocupes. Yo seré la directora de orquesta.
Honoria sonrió.
-Iremos al huerto.
La doncella salió de la habitación y _______ tardó unos pocos minutos en maquillarse suavemente, pues no quería parecer una cualquiera.
Un momento después, Honoria regresó con un laúd, un hombre le trajo a _______ pan, queso y vino y salieron hacia el huerto.
Ahora, _______ ya no estaba preocupada porque la metieran en un calabozo, y por lo tanto miraba tranquila a su alrededor. Había gente por todos lados. Niños que subían y bajaban por la escalera llevando cosas, hombres y mujeres corriendo de acá para allá. Algunos llevaban ropa de lana o lino, otros de seda; unos tenían joyas, otros no; unos llevaban pieles, otros pantalones cortos como Joseph, y algunos hombres trajes largos. Casi toda la gente parecía joven, y lo que más sorprendió a _______ fue que eran tan altos como las personas del siglo veinte. Siempre había oído que la gente de la Edad Media era mucho más pequeña que la moderna. Pero descubrió que con su altura, era baja en el siglo veinte y baja en la época isabelina. Parecían también mucho más delgados. Quizá no podían aumentar de peso debido a toda la actividad que desarrollaban.
-¿Dónde queda la habitación de Joseph? -preguntó _______, y Honoria le señaló una puerta cerrada.
Tuvo que bajar por la escalera con cuidado, debido a las faldas largas; pero el sostener el brocado con la mano la hacía sentir rica y elegante.
Salieron por la parte trasera de la casa, y _______ entrevió hermosas habitaciones con mujeres alegremente vestidas inclinadas sobre marcos de bordados. Una vez fuera, se detuvieron en una terraza de ladrillo, con una pared baja a su alrededor coronada por una barandilla de piedra. _______ observó por primera vez un jardín isabelino. Delante de ella, bajando algunos escalones, había un laberinto de setos. Hacia la derecha, había otro jardín de hierbas y plantas, dispuesto en cuadrados perfectos. En el centro había un pequeño edificio octogonal. Hacia la izquierda se veía otro jardín de árboles frutales y una extraña colina en el centro. Sobre ella había una baranda de madera.
-¿Qué es eso? -preguntó _______.
-Un montículo -respondió Honoria-. Vamos, vamos al huerto.
Bajaron con rapidez por una escalera de ladrillos, atravesaron un paseo elevado junto a una pared cubierta de rosas, Honoria abrió una puerta de roble y llegaron al huerto. _______ advirtió que a pesar de que el vestido era muy ajustado en el talle, de la cintura hacia abajo se sentía libre. El miriñaque sostenía el peso de las faldas, y el no llevar bragas le provocaba la extraña sensación de estar desnuda.
El huerto era adorable y estaba perfectamente cuidado. Todo estaba plantado de forma simétrica y perfectamente limpio. Vio por lo menos a cuatro hombres y dos niños rastrillando, limpiando y embelleciendo el jardín. Ahora comprendía por qué Joseph se había enojado tanto por el jardín de Bellwood, pero para mantener un jardín así se requerían los servicios de mucha, mucha gente.
Honoria se dirigió por el sendero de grava del borde del huerto hacia un parral. No tenía hojas secas, y las uvas, todavía verdes, colgaban en abundancia.
-Esto es muy bello. Nunca había visto un jardín tan hermoso-comentó _______.
Honoria sonrió, se sentó en un banco frente a un peral y colocó el laúd sobre su falda.
-¿Me vais a enseñar ahora?
_______ se sentó junto a ella y desenvolvió el paquete que le había entregado uno de los hombres. Dentro había un gran trozo de pan, pan blanco, pero no como el moderno. Era más pesado, muy fresco, aunque tenía extraños agujeros en la corteza. Era delicioso. El queso era sabroso y fresco. Dentro de una botella de cuero habla un vino de sabor amargo. También había una pequeña copa de plata.
-¿Nadie bebe agua?
-El agua es mala -respondió Honoria, tocando su laúd.
-¿Mala? ¿Quieres decir que no se puede beber? -pensó en las pequeñas casas que había visto el día anterior. Si esa gente tenía acceso al agua, seguramente estaría sucia. Qué extraño, siempre había creído que la contaminación del agua era un problema del siglo veinte.
_______ pasó dos horas encantadoras con Honoria en el huerto, comiendo pan y queso, bebiendo el vino fresco en la copa de plata, observando las joyas de su vestido y del de Honoria y mirando cómo trabajaban los jardineros. No sabía muchas canciones, pero adoraba los musicales de Broadway y había visto la mayoría en video, y, cuando comenzó a pensar, se dio cuenta de que sabía más de lo que creía. Sabía “Could Have Danced Ah Night” y “Get Me to the Church on Time” de My Fair Lady. Hizo reír a Honoria con el título de la canción de Hair. También sabía la canción de “Gilligan's Island”, pero no la cantó.
Honoria levantó la mano para que se detuviera.
-Tengo que anotar esto -y regresó a la casa a buscar papel y pluma.
_______ se sentía feliz de estar allí sentada, como un gato bajo el sol. A diferencia de su vida cotidiana, no sentía urgencia de ir a algún lugar o de hacer alguna otra cosa.
En el otro extremo del huerto, se abrió una pequeña puerta y vio que entraba Joseph. Inmediatamente, _______ se puso en guardia y su corazón se aceleró. ¿Le gustaría su vestido? ¿Le gustaría ella más ahora que vestía como las demás mujeres de su época?
Comenzó a levantarse, pero vio que alguien entraba detrás de él. Era una hermosa joven a quien no conocía. Joseph la llevaba de la mano, y se dirigían corriendo por el sendero hacia el parral. Era fácil advertir que eran amantes buscando un lugar privado.
_______ se puso de pie con los puños apretados. Maldito, pensó. Esta es la clase de cosa por la que tuvo tan mala reputación en el siglo veinte. No era una casualidad que los libros de historia no tuvieran nada bueno que decir sobre él.
Su primer impulso fue correr detrás de ellos y arrancarle el cabello a la mujer. Quizá Joseph no recordaba, pero eso no cambiaba que ella fuera la mujer que amaba. Aunque eso no hacía al caso, pensó _______. Tenía que ponerle fin a esta aventura por el futuro recuerdo de Joseph.
Sintiéndose una santa, y pensando que hacía eso por el propio bien de Joseph, se dirigió hacia el parral. Advirtió que todos los jardineros habían dejado de trabajar y la observaban.
A la sombra del parral, Joseph le había levantado la blusa a la mujer y la estaba acariciando. Tenía la chaqueta y la camisa abiertas, y ella también lo acariciaba mientras se besaban con entusiasmo.
-¡Y bien! -dijo _______ en voz alta, controlando su deseo de saltar sobre ellos. Joseph, no creo que este sea el comportamiento de un caballero.
La mujer se retiró primero y miró a _______ sorprendida. Comenzó a apartar a Joseph, pero él parecía no poder dejar de besarla.
-¡Joseph! -exclamó _______ con su voz de maestra.
Joseph giró la cabeza para mirarla. Tenía una mirada soñolienta que le había observado sólo después de hacerle el amor.
_______ contuvo el aliento.
La expresión de Joseph se tomó furiosa, y dejó caer la blusa de la mujer.
-Creo que sería mejor que os fuerais -le dijo _______ temblando a la mujer.
Esta miró a _______ y a Joseph, y se fue a toda prisa.
Joseph miró a _______ de arriba a abajo, y la furia de su rostro casi la hizo retroceder, pero se mantuvo firme.
-Joseph, tenemos que hablar. Tengo que explicarte quién soy y por qué estoy aquí.
Joseph caminó hacia ella y esta vez sí retrocedió.
-A mi madre la habéis embrujado -le dijo en voz baja-, pero a mi no. Si os interponéis otra vez en mi camino os golpearé con una palmeta.
Pasó junto a ella con tanta violencia que _______ casi se cae contra la pared. Apesadumbrada, vio cómo se alejaba por el sendero y luego se metía por la puerta de la pared. ¿Cómo iba a lograr algo si él no la escuchaba? Ni siquiera permanecía diez minutos en su compañía. ¿Qué se suponía que debía hacer, atraparlo con un lazo? Muy bien, pensó, atarlo y explicarle que venía del futuro y que había retrocedido en el tiempo para salvarle el cuello, literalmente.
-Y estoy segura de que me creerá -murmuró.
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Mensaje por Augustinesg Jue 05 Ene 2012, 9:02 pm

Hhahah, seria una idea muy practica pero como comun.
Que buena novela, la escritora se esmero con todas las letras.
Gracias por seguir subiendo la novela :)
La leo desde el primer dia, lo que sucede que habian veces que estaba con el telefono y no me dejaba escribirte, espero que no te moleste.
Augustinesg
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Mensaje por DrippyJoBrosBTR Sáb 07 Ene 2012, 6:54 pm

Ayyyy me encanta! Seguila!!!!!
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