Las doce rosas rojas | novela colectiva.

Capítulo 13

Cierro mi casillero de golpe y camino lejos de el. ¿Porqué siento que todo el mundo me esta mirando? ¿Acaso saben que yo fui una de las rosas? Mierda. Tal vez si saben.

Dios, tengo que controlarme. Anoche dormí con una gran sonrisa, y hoy al amanecer desperté con los nervios de punta. Sé que hay alguien que sabe que fui una de las rosas. Tiene que haber alguien. Siempre hay alguien que va a arruinar la incógnita.
Inhalo y exhalo, tratando de calmarme.

—¡Elena!

Giro mi cabeza hacia atrás y miro como Louis camina hacia mí. Le sonrío tiernamente y este me la devuelve de la misma manera. Louis ha sido mi mejor amigo desde hace un tiempo. De hecho, en el principio hubo un momento en que él me gusto, pero en cuanto más lo conocía, más me agradaba como amigo.

A lo lejos se ríe, levanto una ceja y río nerviosa con él.

—Debería tomarte una foto cuando te vas así.
—¿De qué hablas?–suelto nerviosa–
—Cuando te detienes a pensar, es como si te desconectarás–rodeó los ojos, y a reacción este me rodea sus brazos por mis hombros y con su puño lo frota constantemente contra mi cabeza. Sí, así de cercanos somos–.
—¡Louis!–me lleno de carcajadas– ¡Detente!

Al final se detiene y me suelta. Le sonrío y este me la devuelve. No es porque termine siendo amiga de este tarado, la verdad. Volteo a mis lados y me doy cuenta de que todos nos miran. Me sonrojo y trato de aplacar mi cabello.
Muchos nos miran con una sonrisa picara, que de verdad no se porqué lo hacen, deben saber que soy muy cercana a él y de mi hermano. Hay unos que nos miran –en especial chicas– con desprecio. Pero a la que no puedo pasar por alto es a Anabelle. Bajo mi mirada con temor. Si hay una cosa que no quiero hacer, es hacer enojar a ella y su pequeño grupo. Jamás.

—Creo que debemos ir a clases.

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La clase de matemáticas apesta. Literalmente. La maestra Coleman parece llevar días sin bañarse. Lo bueno es que estoy bastante atrás como para que note mis caras disgustadas y el olor no es tan intenso por aquí, pobres los que estén hasta adelante.
Un papel cae justo en mi banca. Volteo a la maestra para verificar que no haya visto eso, o si no yo seré la que tendrá problemas. La maestra no pareció verlo así que me dispongo a abrirlo.

Será mejor que no te metas conmigo

La letra está con la letra cursiva más espantosa que pude haber visto en toda mi vida. ¿Quién me lo podría haber enviado? Giró mi mirada a mis lados, para ver quien pudo haber sido, pero parece como si hubiera caído desde el techo, porque nadie voltea a verme y todos parecen concentrarse en la clase o tratar de sacarse sus narices.
¿Quién era y qué querrá decir con esto? Bueno, posiblemente no era para mí, puede que haya caído accidentalmente en mi butaca.
Espera. ¿Y si era alguien que sabe que yo era una rosa, que baile con Niall y esa persona le gusta a él también? Mierda, estoy en problemas. Hago bola mi papel, lo guardo en mi mochila y vuelvo a poner atención en la clase, con el inquietante pensamiento de que probablemente alguien confiese que fui una rosa y le declaré mi amor hacia Niall.

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Camino tranquila por los pasillos, o al menos me siento tranquila. Estamos en el intermedio de clase a clase, para poder tomar nuestras cosas correspondientes.
A lo lejos diviso a Dylan, hablando con Niall. Sonrío instintivamente y camino hacia ellos.

—Hola chica–me saludan y yo les sonrío de regreso–.
—¿Qué hacen?–acomodo mi mochila en mi hombro–
—Nada, hablando del baile–asiento con interés. Espero Niall este hablando sobre mí, lo cual es seguro, pero quiero que sea positivo.
—¿Cómo te fue a ti, Niall?–dirijo mi mirada hacia él–, supe que una rosa bailó contigo.

Sus ojos brillaron y sonrió, baja su mirada a su pie. Debo decir que se ve tierno cuando reacciona tímido. Me derrite a decir verdad.

—Sí, si baile con una rosa–su sonrisa se amplía–. Fue hermoso, nunca me había enamorado de una rosa.

Mi pulso se detiene y mi mente se desmaya. ¿Acaso dijo que se enamoró de una rosa?

¿De mí?