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CreepyPastas {Terminados}

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Mensaje por Midnight. Jue 19 Dic 2013, 1:42 pm

Creepypastas

Nombre: creepypastas
Autor: Diferentes personas
Contenido: terror (?)
Genero: TERROR
Advertencia: totalmente... terrorifico...


1mer Creepy

Porno Normal Para Personas Normales



Todo mundo sabe que si navegas en la web lo suficiente, encontrarás muchas cosas enfermas. Esto es en especial verídico si intencionalmente habitas en el lado oscuro de la web. He visto algunas cosas que no me cuesta trabajo admitir, pero una en especial que siempre recordaré es un sitio llamado normalpornfornormalpeople.com
La primer cosa extraña sobre este sitio, es que yo no lo encontré en un viaje por la red. Me lo envió un desconocido por e-mail. El correo era el siguiente:
Hola
Encontré este sitio, es muy lindo, y pensé que te gustaría
normalpornfornormalpeople.com
Pásalo, por el bien de la humanidad

Una cadena de correo bastante estándar, aunque la url del sitio y la última frase despertaron mi curiosidad. Estaba teniendo un día muy aburrido cuando me llegó esto, así que me aseguré que mi antivirus estuviera trabajando y luego entré en la página.
Era algo muy normal, el sitio me parecía bastante genérico. Daba la impresión de que a los creadores les importó una mierda el diseño profesional. El autor parecía tener un conocimiento muy tenue del inglés, y la primer página era una diatriba larga, incoherente y aburrida, que no recuerdo.
El sitio tenía un eslogan muy extraño (que aún hoy en día la gente no entiende bien qué significaba) que decía:
Porno Normal para la Gente Normal. Un sitio dedicado a erradicar las anormalidades sexuales.
Y por la forma en que eso sonaba, yo no estaba seguro si estaba aquí para ver porno, o si había tropezado con algún tipo de programa eugenésico. Pero estaba aquí, y estaba muy curioso por ver lo que la “gente normal” le parecía genial. Así que bajé por la diatriba y… nada. La página no parecía vincularse hacia cualquier otro sitio, y estuve a punto de largarme cuando me di cuenta de que cada palabra en la diatriba tenia su propio hipervínculo. Así que hice click en uno de ellos, y fui enviado a una página en blanco con una larga lista de vínculos como:
normalpornfornormalpeople.com/(letras aleatorias)
Me detuve por un momento y me dediqué a pensar si estaba dispuesto a perder Dios sabe cuánto tiempo accediendo a links aleatorios hasta que me infestara la máquina de virus. Pensé que tal vez debería intentar por cinco minutos, sólo para ver si algo surgía. Clickeé uno de los enlaces, y fui enviado a otra página. La url de ésta era totalmente distinta a la anterior.
Estuve a punto de decir “que se joda esto”, cuando clickeé el tercer link, que un video se empezó a descargar. Se llamaba “peanut.avi”. Fue un video de 30 minutos de un hombre, una mujer y un perro en una cocina. La mujer preparaba un sándwich de mantequilla de maní, y el hombre se lo acercaba al perro para que comiera. Era todo lo que pasaba por treinta minutos. Era obvio que el camarógrafo tuvo que parar el rodaje y esperar hasta que el perro estaba dispuesto a comer de nuevo, el perro parecía bastante enfermo por el final del video.
Sé lo que estás pensando: “¿Qué demonios tiene eso que ver con el porno?” No tengo ni idea. He visto un poco más de dos docenas de vídeos de este sitio, y la mayoría no tenía actividad sexual en absoluto.
Después de ver peanut.avi, fui a un board de imágenes que frecuento para jugar en línea a Mostrar y Explicar, como siempre hago con mierdas extrañas como ésta. Pero alguien ya había hecho un thread de ello, un tipo que había recibido la misma cadena que yo. El thread estaba realizado por un puñado de personas que no tenían nada mejor qué hacer que indagar en esa página, y es así como logré ver más videos.
La mayoría de esas dos docenas de videos eran muy sin incidentes, y se componía de gente hablando a la cámara en una habitación sin nada dentro, más que un escritorio y algunas sillas. Quiero decir, literalmente, nada en las paredes, o en términos de los muebles. Toda la habitación tenía una sensación muy fría y estéril en ella.
Las conversaciones eran bromas vanas sobre trabajos anteriores o hechos vergonzosos de la infancia. Me quedé esperando alguna sobre lo que fuera que se estaba filmando, o sobre el lugar en el que se encontraban, pero nada. Tú nunca sabrías qué tenía que ver todo esto con el porno si lo ves fuera de contexto. Sin embargo, me atrevo a decir que quienes salían en los videos eran bastante atractivos.
Sin embargo, los demás videos donde realmente cumplían las funciones para decir que eran contenido “sexual” fue donde todo empezó a ponerse raro.
Daré una breve explicación de algunos de esos videos. Si quieres verlos porque te gana la curiosidad, puedes tratar de conseguirlos en alguno sitio de torrents.

  • lickedclean.avi
    Un video de 10 minutos filmado por una cámara oculta en la que vemos un técnico trabajando en una máquina de lavado para los primeros 2 minutos. Cuando está arreglada, el técnico habla con el dueño brevemente, y luego se va. El propietario se asegura de que el técnico se ha ido, y comienza a lamer toda la parte superior de la lavadora. Esto continúa durante 7 minutos.
  • jimbo.avi
    Un video de 5 minutos de un mimo obeso realizando su acto. En realidad, fue bastante divertido, sobre todo una parte donde se pretende levantar una silla, y luego pretende que se rompe a causa de su peso. En los últimos 30 segundos del video, la cámara corta brevemente a estática y corta de nuevo al hombre llorando en silencio, todavía con el traje de mimo y el maquillaje. ¿Una especie de fetichismo oscuro?
  • dianna.avi
    4 minutos de video con las conversaciones del camarógrafo con una mujer en una habitación diferente a la “sala de entrevistas”. Esta habitación luce como cualquiera que encontraras en una casa común. En dónde se encuentran nunca se especifica, así como Dianna hablando sobre su forma de tocar el violín. Ella obviamente toca el violín, pero ella se sigue distrayendo en cualquier cosa.
    No me di cuenta hasta que alguien presente en el thread señaló la imagen, pero si se mira en el espejo del fondo, se puede ver a un hombre gordo con una máscara de pollo masturbándose.
  • jessica.avi
    Otro video de camarógrafo de 4 minutos. Esta vez es fuera de una casa, hablando con otra joven. Ellos hablan de paseos en canoa. La cámara hace zoom hacia fuera para revelar las calles de la ciudad detrás de vez en cuando. Lo extraño es: Nadie hasta ahora ha sido capaz de identificar dónde es esta calle. Las suposiciones se han extendido por todas partes de Europa a Australia a las Filipinas, pero no hay aún un veredicto por la calle se muestra en el video.
  • tonguetied.avi
    Video de 10 minutos. Los primeros cinco minutos consisten en una anciana besando a un maniquí. El video se corta como lo hizo en jimbo.avi a medio camino, y la escena es ahora un grupo de maniquíes apiñados en un círculo alrededor de la cámara. Las luces se han atenuado, y la mujer de edad avanzada ya no se ve en ninguna parte. Desde este punto, no hay sonido.
  • stumps.avi
    Video con duración de 5 minutos, donde un hombre sin piernas intenta bailar breakdance en un tapete de DDR, en lo que parece ser la cocina de peanut.avi, pero mucho más sucio. Hay un radio tocando música oculto en el fondo, pero ésta se detiene en el minuto 4, donde el hombre se desploma por el cansancio.
    Él respira con dificultad y le pide a alguien fuera de cuadro que le deje descansar, pero éste se pone furioso y le grita para que siga bailando, lo cual hace. Se pueden escuchar los gritos del hombre fuera de cuadro hasta que el video se corta abruptamente.
  • privacy.avi
    La mujer de dianna.avi se masturba en un colchón en la “sala de entrevistas”, mientras el hombre de stumps.avi camina de manos mientras lleva una especie de máscara de duende.
    La puerta del cuarto usualmente aparece cerrada en los videos, pero ahora está abierta. En este video es la única luz en la habitación y el pasillo es oscuro. Cerca del final del video, se puede ver un animal rápido correr por el pasillo.
    Y finalmente, el último video que descubrimos:
  • useless.avi
    En este video de 18 minutos, una mujer rubia de uno de los videos de entrevistas anteriores está atada a un colchón en la sala de entrevistas. Intenta gritar, pero su boca está tapada. Después de 7 minutos, un hombre con un traje negro y una máscara abre la puerta, pero él no entra.
    Mantiene la puerta abierta para el animal que estaba corriendo en el video anterior. Se revela como un chimpancé adulto, totalmente rapado y pintado de pies a cabeza de rojo. Parecía estar muerto de hambre y que había sufrido de abusos, con varias heridas a lo largo de sus hombros y espalda.
    Cuando el chimpancé entra en la habitación, el hombre enmascarado cierra la puerta detrás de él. El chimpancé olfatea el aire por un momento (posiblemente era ciego), y se da cuenta a la mujer atada al colchón. El chimpancé entra en un frenesí, y la empieza a mutilar.
    El asalto se prolonga durante 7 agotadores minutos, hasta que la mujer finalmente muere. El chimpancé se come carne de su cadáver durante 4 minutos hasta que el video termina.

El thread explotó con la actividad después de este video fue descubierto, y la gente lo discutió hasta bien entrada la noche. Cuando regresé al board al día siguiente me encontré con que el tema se ha eliminado. Traté de empezar otro, y me bannearon. Intenté enviarle mensajes al sujeto que me había mandado el link, le envié cinco mensajes y no respondió.
He tratado de hablar sobre este sitio web en varios lugares, y me bannean con frecuencia. El sitio en sí también se eliminó aproximadamente 3 días después de useless.avi fue descubierto, probablemente porque alguien se dirigió a las autoridades al respecto.
La única prueba que existía era normalpornfornormalpeople.com unas pocas screencaps y vídeos que algunas personas tomaron desde el sitio y fueron subidos por torrents. El más popular es useless.avi, que encontró su camino en algunos sitios de gore.
Donde sea que los quieras subir, los videos de normalpornfornormalpeople.com son borrados después de poco tiempo


Última edición por LarryShipperForever❤❣♫♪ el Miér 15 Ene 2014, 12:51 pm, editado 1 vez
Midnight.
Midnight.


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CreepyPastas {Terminados} Empty Re: CreepyPastas {Terminados}

Mensaje por Midnight. Jue 19 Dic 2013, 1:50 pm

2 creepypasta

El experimento ruso del sueño

Investigadores Rusos a finales de los 40´s mantuvieron a 5 personas despiertas por 15 días utilizando un estimulante basado en gas. Los tuvieron encerrados en un ambiente sellado para monitorear cuidadosamente el uso de oxígeno, de manera que el gas no los matase, debido a las altas concentraciones de gas. Esto fue antes de que existiera el circuito cerrado, por lo que tuvieron que usar micrófonos y ventanas con grosor de 5 pulgadas para observar a los sujetos.. El cuarto estaba lleno de libros, cobijas para dormir -pero ninguna cama-, agua corriente, baño y la suficiente cantidad de comida para que los 5 sobrevivieran por un mes.
Los sujetos de prueba eran prisioneros políticos y de guerra declarados enemigos del estado durante la Segunda Guerra Mundial.
Todo estuvo bien por los primeros 5 días; los sujetos rara vez se quejaban después de que (falsamente) se les había prometido su libertad si aceptaban tomar parte de la prueba y no dormir por 30 días. Sus conversaciones y actividades fueron monitoreadas y los científicos notaron que conforme pasaba el tiempo, ellos hablaban sobre incidentes traumáticos de su pasado.
Después de 5 días se empezaron a quejar de las circunstancias y eventos que los llevaron a donde estaban y empezaron a demostrar paranoia severa. Dejaron de hablar entre ellos, y comenzaron a murmurar de manera alterna en los micrófonos. De manera extraña, todos parecían creer que podían ganar la confianza de sus captores si traicionaban a sus camaradas. En un principio se creyó que esto era un efecto del gas.

Después de 9 días, el primero de ellos empezó a gritar. Corría por todo el cuarto gritando repetidamente por 3 horas seguidas. Después, trato de continuar gritando, pero solo podía dar un grito ocasional. Los científicos postularon que físicamente se había destrozado las cuerdas vocales. La parte mas sorprendente de este comportamiento fue como sus compañeros reaccionaron a esto. O mejor dicho, como no reaccionaron… Continuaban murmurando en los micrófonos hasta que el segundo de los prisioneros comenzó a gritar. Dos de los prisioneros que no gritaban, tomaron los libros y llenaron pagina tras pagina de sus propias heces, y de manera calmada, los pusieron sobre las ventanas del cuarto. Los gritos cesaron de repente.
Al igual que los murmullos de los micrófonos.
Pasaron otros 3 días. Los investigadores checaban los micrófonos constantemente para asegurarse de que trabajaban, porque creían que era imposible no escuchar sonidos con 5 personas dentro. El consumo de oxigeno indicaba que los 5 debían seguir vivos. De hecho, el consumo de oxigeno era el necesario para 5 personas que hacían ejercicio extenuante. En la mañana del catorceavo día, los investigadores hicieron algo que no debían hacer para llamar la atención de los prisioneros: Utilizaron el Intercom dentro del cuarto, esperando provocar respuestas de los prisioneros, pues temían que estuviesen muertos, o en estado vegetal.
Anunciaron: “Abriremos el cuarto para probar los micrófonos. Aléjense de las puertas y acuéstense con las manos atrás en el piso o se les disparara. Se le otorgara la libertad a uno de ustedes si obedecen”.
Para su sorpresa, escucharon solo una frase, con voz calmada: “No queremos ser liberados”.
Hubo gran debate entre los investigadores y fuerzas militares que financiaban el proyecto; sin poder provocar mas respuestas utilizando el Intercom, finalmente se decidió abrir el cuarto a la media noche del día numero 15.

Se limpio el gas del cuarto, y se lleno de aire fresco. Inmediatamente, voces de los micrófonos, empezaron a objetar. Tres voces diferentes rogaban por la vida de sus seres queridos, que encendieran el gas nuevamente. Se abrió el cuarto para sacar a los prisioneros. Gritaron mas fuerte que nunca, al igual que los soldados, cuando vieron lo que había dentro: Cuatro de los sujetos seguían “vivos”.
Las raciones de los pasados 5 días no habían sido tocadas. Habían pedazos de carne de las costillas y pantorrillas del sujeto muerto colocados dentro del drenaje del centro del cuarto bloqueándolo, permitiendo que 4 pulgadas de agua se acumulara en el piso. Los cuatro “sobrevivientes” también tenían pedazos de piel y carne arrancada de sus cuerpos. La destrucción de tejidos y la exposición de huesos en la punta de sus dedos indicaba que las heridas fueron infligidas por las manos, y no con los dientes, como era de suponerse. Al examinarlos, se descubrió que la mayoría de las heridas fueron auto infligidas en su mayoría.
Los la piel y los órganos detrás de las costillas fueron removidos; mientras que el corazón, los pulmones y el diafragma seguían en su lugar. El tracto digestivo de los cuatro sujetos podía verse trabajar, digiriendo comida. Rápidamente se hizo aparente estaban digiriendo su propia carne, y que ellos la arrancaron y se la comieron en el transcurso de los días.
La mayoría de los soldados eran fuerzas especiales Rusas en las instalaciones, pero aun así, muchos se negaron a regresar al cuarto para sacar a los prisioneros. Éstos sin embargo, insistían a gritos que los dejaran dentro y de manera alterna rogaron y demandaron que se encendiera el gas nuevamente, para evitar quedarse dormidos.
Para sorpresa de todos, los sujetos pusieron una resistencia feroz durante la extracción. Un soldado Ruso falleció cuando un sujeto le mordió el cuello, otro fue gravemente herido cuando otro de los prisioneros le mordió la arteria femoral y los testículos. Otros 5 soldados perdieron la vida, si se cuentan a aquellos que se quitaron la vida en las semanas consecuentes al incidente.
Durante la lucha, uno de los prisioneros daño su bazo, sangrando de manera casi inmediata. Se intentó sedar al sujeto, pero fue imposible. Se le inyectó más de 10 veces de la dosis humana de Morfina, y aun así lucho como un animal rodeado, rompiendo las costillas y un brazo de un doctor. Se veía latir su corazón al máximo por dos minutos completos, mientras se desangraba, y continuó gritando por mas de 3 minutos, atacando a quien se le acercara, repitiendo la palabra “más” una y otra vez, cada vez mas débil, hasta que cayó en silencio.
Los otros 3 sobrevivientes, fueron inmovilizados fuertemente y llevados hacia instalaciones médicas. Dos de ellos, con cuerdas vocales intactas, demandaban continuamente más gas para permanecer despiertos.

El más herido de los tres, fue llevado al único cuarto de cirugía que había en las instalaciones. En el proceso de su preparación para colocar nuevamente sus órganos en su lugar, se notó que el sujeto era totalmente inmune a los sedantes. Peleó furiosamente cuando el gas anestésico se le estaba colocando. Se necesitó un poco más de anestesia de la normal para sedarlo, pero al momento que sus ojos se cerraron, su corazón se detuvo. En la autopsia, se encontró que en su sangre había 3 veces la cantidad normal de oxígeno. También se rompió 9 huesos en la lucha para no ser controlado.
El segundo sobreviviente, era el que primero gritó del grupo. Con sus cuerdas vocales destruidas, el no pudo objetar la cirugía, y solo reaccionaba agitando violentamente la cabeza en desacuerdo cuando se le administraba el gas anestésico. Afirmó violentamente con la cabeza cuando alguien sugirió hacer la cirugía sin anestesia, y no reaccionó durante la misma, que duro 6 horas en la cual se intentó reemplazar sus órganos abdominales y cubrirlo con lo que quedaba de su piel. El cirujano afirmó que era médicamente imposible que el sujeto siguiera con vida. Una enfermera aterrada que ayudó en la cirugía, comento que la boca del paciente formaba una sonrisa cada vez que sus ojos se encontraban.
Cuando la cirugía termino, el sujeto miró al cirujano y empezó a hacer sonidos fuertemente, como tratando de hablar. Asumiendo que esto era de gran importancia, el cirujano le entrego un papel y una pluma, para que el paciente pudiera comunicarse. “Sigue cortando” escribió…
Se le hizo la misma cirugía sin anestesia a los otros dos sujetos. Se les tuvo que inyectar un paralítico, pues ellos reían constantemente, y le era imposible realizar la operación al cirujano. Una vez paralizados, solo podían interactuar con sus ojos. En el momento en que pudieron hablar nuevamente, exigieron una vez más el gas estimulante. Los investigadores trataron de averiguar porque se lastimaron de esa forma a si mismos, y por qué querían el gas nuevamente.
La única respuesta fue: “Debo permanecer despierto”.
Se reforzó a los 3 sujetos y los devolvieron al cuarto, para espera de su destino. Los investigadores, enfrentando la furia de sus “benefactores” militares por haber fallado las metas del proyecto, consideraron dar eutanasia a los prisioneros. El comandate, un ex-KGB vio potencial en el proyecto, y en su lugar decidió ver que pasaría si ponían el gas nuevamente. Los científicos se negaron rotundamente, pero al final, tuvieron que aceptar.
En preparación para ser sellados nuevamente en el cuarto, los prisioneros, fueron conectados a un monitor EEG. Para sorpresa de todos, los tres dejaron de pelear en el momento que se dieron cuenta que los regresarían al gas. En este momento, era obvio que los tres estaban haciendo un gran esfuerzo por mantenerse despiertos. Uno de los prisioneros estaba murmurando una canción; el sujeto mudo, peleaba con sus ataduras de piel, como si tratara de enfocarse en algo. El último sujeto mantenía su cabeza en la almohada, y parpadeaba rápidamente. Siendo este el primero al que se le puso el EEG, la mayoría de los investigadores monitoreaban sus ondas cerebrales con sorpresa. Eran normales la mayor parte del tiempo, aunque algunas veces aparecía una línea recta de manera inexplicable. Parecía que repetidamente sufrían de muerte cerebral. Mientras analizaban los datos, una enfermera notó que los ojos del sujeto se cerraron. Sus ondas cerebrales cambiaron inmediatamente por las de sueño profundo, luego se pusieron rectas, y de manera simultanea, su corazón se detuvo.
El único sujeto que quedaba que podía hablar comenzó a gritar para que lo encerraran en ese momento. Sus ondas cerebrales mostraba las líneas rectas del sujeto que acababa de morir por quedarse dormido. El comandante dió la orden de sellar el cuarto con los dos prisioneros dentro, junto con 3 de los científicos. Uno de los 3, inmediatamente tomó un arma y abrió fuego contra el comandante, matándolo de un tiro entre los ojos. Después apuntó al prisionero mudo,y le voló el cerebro.
Apunto al prisionero que quedaba vivo, mientras que los demás investigadores escaparon del cuarto. “No me encerraran con estas cosas! No contigo!”, le gritaba al prisionero que estaba atado al camastro. “QUE ERES?!” Demandó. “Necesito saber”!”
El prisionero sonrió
Tan fácilmente te has olvidado de mi?”, el prisionero preguntó. “Somos ustedes”. “Somos la locura que esta encerrada en todos ustedes, rogando por libertad en cada momento de tu vida, desde lo mas profundo de tu mente animal. Somos aquello de lo que te escondes en tu cama todas las noches. Somos lo que duermes y silencias y paralizas cuando te vas a tu cielo nocturno, donde no te podemos alcanzar”.
El investigador hizo una pausa. Apunto al corazón del prisionero y disparo.
El EEG mostró una línea recta mientras el sujeto débilmente murmuró “Casi… tan… libre…” “
Midnight.
Midnight.


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Mensaje por Invitado Jue 19 Dic 2013, 2:11 pm

Osea que Pdo?
La verdad que al leer el primer tema esta fue mi cara (al comienzo); CreepyPastas {Terminados} 1903305068 CreepyPastas {Terminados} 4222964207  
. No pero ya leer sobre los videos y el final como que  CreepyPastas {Terminados} 2204300288 CreepyPastas {Terminados} 4162775227 
Esta media sombria la historia, visite el sitio, pero ya de onda que al final de leer borre esa "#!!"#$%56/() pagina del historial.
Interesante tu tema, voh a seguir leyendo. Ahque, era re masoquista la chavala  CreepyPastas {Terminados} 4222964207 

PD: Me llamo Amber. Hi!
Ay, y si no puedo comentar avísame para borrar =)
Invitado
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Mensaje por Midnight. Jue 19 Dic 2013, 2:14 pm

Diamonds <> [amgiss] escribió:Osea que Pdo?
La verdad que al leer el primer tema esta fue mi cara (al comienzo); CreepyPastas {Terminados} 1903305068 CreepyPastas {Terminados} 4222964207  
. No pero ya leer sobre los videos y el final como que  CreepyPastas {Terminados} 2204300288 CreepyPastas {Terminados} 4162775227 
Esta media sombria la historia, visite el sitio, pero ya de onda que al final de leer borre esa "#!!"#$%56/() pagina del historial.
Interesante tu tema, voh a seguir leyendo. Ahque, era re masoquista la chavala  CreepyPastas {Terminados} 4222964207 

PD: Me llamo Amber. Hi!
Ay, y si no puedo comentar avísame para borrar =)
hola xddd yo me llamo mackenzie, tu dime mack, si yo tambien puse esas caras cuando lei los creepys xdd que bueno que sigas leyendo :) adios
Midnight.
Midnight.


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CreepyPastas {Terminados} Empty Re: CreepyPastas {Terminados}

Mensaje por Midnight. Jue 19 Dic 2013, 2:17 pm

3 creepypasta

¿que clase de brujería es esta?

Debes creerme. Tengo que darte un consejo y tú debes seguirlo sin preguntar: debes dejar de leer esto y pasar directamente hasta el último párrafo. Hazlo sin leer cualquier otro párrafo, y hazlo ahora. Por favor… confía en mí.
Lo que ocurra ahora es completamente tu culpa. Fallaste la prueba y ahora estás en peligro. Yo no quería escribir esto, Ellos me hacen es escribirlo. Mis dedos están sobre el teclado, y tus ojos en estas palabras. Pase lo que pase, no mires hacia otro lado que no sean estas palabras. Continúa leyendo hasta que yo diga lo contrario. Y cuando te diga lo contrario, haz exactamente lo que diga. Porque si no lees esto exactamente como te estoy diciendo, morirás. Escucha cuidadosamente. Primero, debes saltarte el párrafo que le sigue a éste. Sin importar lo que hagas, nunca debes leer el párrafo continuo a éste. Debes ignorarlo completamente, evitando que tus ojos bajen hasta el párrafo que le sigue a éste. Prométemelo. Por el bien de los que te aprecian. Ésta es tu única oportunidad para redimirte por no haber confiado en mí hace un momento. Sáltate el párrafo continuo a éste, y haz lo que se te pida.
El párrafo prohibido: Tenías que hacerlo, ¿no? Ellos sabían que lo harías. Nada de lo que intentes ahora hará alguna diferencia. Si hay personas a las que ames, llámalas. Diles lo que cualquier otra persona diría a sus seres queridos cuando sabe que está a punto de morir. Resuelve cualquier problema. Haz tus últimas labores. Porque desde este momento, te mantendrás con vida sólo hasta que puedas permanecer despierto. La próxima vez que duermas, será la última. Ellos te están mirando. Están escuchando tus pensamientos. Esperarán por ti; y cuando caigas dormido, Ellos vendrán por ti. Debes confiar en mí.
Si te saltaste el párrafo de arriba, lo has hecho bien. Pero tus problemas aún no han terminado. Por haber confiado en mí durante la segunda pregunta, te has dado a ti mismo una oportunidad para vivir. Esto es lo que necesitas saber: Ellos te están mirando. Ellos están escuchando tus pensamientos. Ellos están esperando que cometas un error. Debes extraer la sangre de alguien a quien tú ames. Una gota, eso es todo, y colócala en tu lengua. Eso es lo que Ellos quieren. Es lo que necesitan. Ellos están dentro de ti ahora, y están esperando. Si por alguna razón en el transcurso del siguiente día hasta que caigas dormido no ofreces la sangre de tu ser querido, nunca volverás a levantarte. Sigue esta advertencia. Y nunca, nunca regreses y leas el párrafo prohibido. Confía en mí.
Si seguiste mi advertencia del primer párrafo, bien hecho. Puedes dejar de leer ahora. Pero nunca, nunca te atrevas a regresar y leer los párrafos que te saltaste. Debes confiar en mí. Y por favor, deséame suerte. Estoy cansado. Tan cansado, no te imaginas cuánto…
Midnight.
Midnight.


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Mensaje por Midnight. Jue 19 Dic 2013, 2:21 pm

4 creepypasta

Abandonado por Disney

Algunos de ustedes habrán oído que Disney es responsable de al menos un real y «vivo» pueblo fantasma.
Disney construyó el centro turístico Isla Tesoro en la Bahía de Barker en las Bahamas. ¡No comenzó como un pueblo fantasma! Los cruceros de Disney realmente llegaban al centro y dejaban turistas para que se relajaran a todo lujo.
Esto es un hecho, pueden buscarlo.
Disney invirtió $30,000,000 en el lugar… sí, treinta millones de dólares.
Luego lo abandonaron.
Disney culpó a las aguas poco profundas que «no permitían a sus barcos navegar adecuadamente», e incluso culpó a los empleados, diciendo que como eran de las Bahamas eran muy holgazanes como para trabajar en un horario preestablecido.
Ahí es donde los argumentos de su historia terminan. No fue por la arena, y obviamente no fue porque «los extranjeros son holgazanes». Ambas son excusas convenientes.
No, dudo sinceramente que esas razones fueran legítimas. ¿Por qué no creo la historia oficial?
Por el Palacio de Mowgli.
Cerca de la ciudad costera de Isla Esmeralda en California del Norte, Disney emprendió la construcción del Palacio de Mowgli a finales de la década de los noventa. El concepto del parque temático era la jungla, con un gran palacio en el centro del lugar.
Si no están familiarizados con el personaje de Mowgli, quizá deberían tratar de recordar la historia El libro de la jungla. Mowgli es un niño que fue abandonado en la jungla, en donde fue criado por animales y a la vez amenazado y perseguido por otros animales.
El Palacio de Mowgli fue un proyecto controversial desde un inicio. Disney compró una tonelada de tierra de alto valor para ello y, de hecho, hubo un escándalo circundando a algunas de las compras. El Gobierno local los acusó de querer «dominar» su territorio, y luego cambió de parecer y vendió las propiedades a Disney. En un punto, una casa que apenas había sido construida fue demolida sin que se dieran motivos.
La tierra que el Gobierno tomó estaba destinada a un proyecto ficticio de la construcción de una carretera. El pueblo, sabiendo de qué iba el asunto, comenzó a llamarla «La pista de Mickey Mouse».
Luego vino el arte conceptual. Un grupo de empleados estirados de Disney convocaron a las personas a una presentación pública. Su intención era venderles la idea de lo lucrativo que sería el proyecto para todos. Cuando mostraron el arte conceptual, ese gigantesco palacio indio rodeado de una jungla, lleno de hombres y mujeres vestidos con taparrabos y equipamiento tribal… baste con decir que todos perdieron la cabeza.
Estamos hablando de un enorme palacio indio, jungla y taparrabos no sólo en el centro de un área relativamente rica, sino también en un área del sur de los Estados Unidos un tanto xenofóbica. Era una mezcla cuestionable para ese punto de la historia.
Pero Disney se apropió de la comunidad y no había nada que se pudiera hacer o decir al respecto. Los medios de comunicación estuvieron en contra del parque desde un comienzo, pero una extraña conexión entre las holdings de los medios de comunicación de Disney y otras instancias locales entró en juego y sus opiniones fueron en dirección opuesta.
Como sea, Isla Tesoro, las Bahamas. Disney puso esos millones y luego partió. Lo mismo sucedió con el Palacio de Mowgli: las instalaciones estaban terminadas, personas realmente llegaron al parque, las comunidades cercanas se atestaron de tráfico y se produjeron los contratiempos usuales asociados a la afluencia de turistas perdidos e irritados.
Luego todo paró. Disney lo clausuró y nadie supo qué demonios pensar. Pero estaban felices por ello. La pérdida de Disney fue muy hilarante para un enorme grupo de ciudadanos que no querían nada de eso para empezar.
Honestamente, no volví a pensar en ese lugar desde que escuché que cerró hace más de una década. Vivía quizá a cuatro horas de Isla Esmeralda, así que en realidad sólo escuché los rumores y nunca experimenté nada de primera mano.
Entonces leí este artículo de alguien que había explorado Isla Tesoro y publicado todo un blog sobre las cosas extrañas que encontró ahí. Cosas… que simplemente abandonaron. Cosas rotas, inutilizables, probablemente arruinadas por los disconformes empleados que habían perdido su trabajo. Hombre, seguramente los habitantes de todo el lugar colaboraron en destruir el centro. Esas personas se debieron de sentir tan enojadas con Isla Tesoro como se sintieron aquí con el Palacio de Mowgli.
Bueno, a lo que trato de llegar es que ese blog sobre Isla Tesoro me puso a pensar. Aun cuando habían pasado muchos años desde que cerró, supuse que sería interesante hacer una expedición al Palacio de Mowgli. Tomar algunas fotos, escribir sobre mi experiencia y probablemente ver si hay algo que me podía llevar a casa como recuerdo.
No voy a decir que no perdí tiempo en llegar ahí, porque sinceramente me tomó un mes desde que encontré ese blog sobre Isla Tesoro animarme a ir a Isla Esmeralda. En el curso de ese mes, por supuesto, investigué mucho sobre el parque temático… o mejor dicho, lo intenté. Naturalmente, ningún sitio oficial de Disney hacía ninguna mención de él.
Aún más extraño, sin embargo, era que aparentemente nadie antes que yo había pensaba en publicar algo acerca del lugar o siquiera subir una fotografía. Ninguno de los programas de televisión local o sitios web de periódicos había dicho nada sobre el parque, aunque eso era lo esperado, puesto que habían decidido seguir el mismo camino que Disney. No iban a estar exhibiendo sus fracasos, ¿saben?
Recientemente aprendí que las organizaciones pueden pedirle a Google, por ejemplo, que remueva enlaces de los resultados de búsqueda… básicamente por ningún motivo. Pensándolo bien, probablemente no era que nadie habló del lugar, sino que sus palabras se hicieron inaccesibles.
Así que en conclusión apenas y podía encontrar el parque. Los lugareños no me ayudaron en nada, pues la mayoría eran inmigrantes que se habían mudado a la playa en años recientes… o antiguos residentes que sólo me hicieron mala cara al momento que empecé preguntar, «¿sabe a dónde puedo encontrar el Palacio de…?».
El viaje en auto me llevó a un excesivamente largo camino de maleza. Plantas tropicales habían crecido descontroladamente y saturado el área junto con las especies de flora nativas que realmente pertenecían ahí, e intentaban reclamar su tierra.
Estaba asombrado cuando llegué a la entrada principal del parque. Era una inmensa puerta monolítica de madera, cuyos soportes en ambos lados parecía como que si se hubiesen extraído directamente de secoyas gigantes. La puerta en sí había sido agujerada en varios lugares por pájaros carpinteros y carcomida desde la base por insectos excavadores.
Colgando en la puerta estaba una lámina de metal con letras garabateadas con pintura negra: «ABANDONADO POR DISNEY». Claramente la obra de algún antiguo residente o empleado que quería hacer una pequeña protesta. La puerta estaba lo suficientemente abierta como para entrar caminado, pero no en auto, así que agarrando mi cámara digital, seguí mi camino a pie.
Los adentros del lugar estaban tan llenos de vegetación como la entrada. Palmeras descuidadas sobre pilas de sus propios cocos; matas de plátano en un estado similar, recubiertas de su propio desecho apestoso y plagado de insectos. Había cierto choque entre orden y caos, ya que plantas perennes sembradas cuidadosamente se mezclaban con la maleza y pestilentes hongos ennegrecidos.
Todo lo que quedaba de la estructura exterior estaba arruinado, sólo era madera podrida y varios trozos carbonizados de materiales inidentificables. Lo más interesante era una estatua de Baloo, el oso amistoso de El libro de la Jungla, que se encontraba en una especie de patio enfrente del edificio principal. Estaba esculpido en una posición jovial con los brazos extendidos hacia uno, viendo a la nada con una sonrisa infantil, con mierda de ave cubriéndole su «pelaje» y enredaderas por toda su plataforma.
Me acerqué al edificio principal, el palacio, encontrándome con que la fachada estaba llena de grafiti en donde la pintura original aún no se había descarapelado. Las puertas de la entrada no sólo estaban abiertas, sino que habían sido separadas de sus bisagras y robadas.
Por encima de las puertas, o el amplio espacio en donde una vez habían estado, alguien pintó una vez más la frase «ABANDONADO POR DISNEY».
Me gustaría poder contarles sobre todas las cosas increíbles que encontré dentro del palacio. Estatuas olvidadas, cajas registradoras abandonadas, una súper secreta sociedad de vagabundos… pero no. El interior del edificio estaba tan escueto, tan vacío, que creo que incluso se robaron la moldura de las paredes. Todo lo que era demasiado grande como para ser robado, mostradores, mesas, árboles artificiales gigantes, se encontraban reposando entre ese espacio deshabitado que amplificaba el sonido de cada paso que daba.
Revisé todos los lugares que podrían parecer interesantes de alguna forma. La cocina era como se imaginarían, un área para preparar alimentos industriales con todos los utensilios y el espacio, sin escatimar gastos. Cada superficie de vidrio estaba rota, cada puerta colgaba de sus bisagras, cada superficie de mental abollada y dentada. Todo el lugar olía a orina. El enorme congelador, ahora ni siquiera remotamente helado, tenía estante tras estante vacío. Había ganchos adheridos al techo, probablemente para colgar carne. Los baños se encontraban en el mismo estado que el resto del lugar. Había una capa como de dos centímetros de agua estancada en el suelo, así que no me quedé mucho tiempo. Lo raro era que los inodoros y lavados (y los bidés en el baño de mujeres, sí fui ahí) goteaban o estaban húmedos, cuando lo lógico era que tuvieron que deshabilitar el servicio de agua desde hace demasiado tiempo.
Había muchos cuartos en el parque, pero naturalmente no tenía tiempo para revisarlos todos. Los pocos que sí revisé estaban igualmente destruidos, y no esperaba encontrar nada en ellos. Pero pensé que había un televisor o radio en una habitación, porque me parece haber escuchado una conversación silenciosa viniendo de ella; aunque eran más como susurros, tal vez el eco de mi respiración o sólo otro caso del sonido de agua fluyendo engañando a mi mente… pero sonó como esto:
1: «No lo creía».
2: (respuesta corta, desconocida).
1: «No lo sabía. No lo sabía».
2: «Tu padre te lo dijo».
1: (respuesta desconocida, o posiblemente sólo sollozos).
Lo sé, lo sé, suena ridículo. Solamente les estoy contando lo que vivencié, por qué creí que podría haber alguien en esa habitación —o peor, unos maleantes que se habían ocultado ahí y probablemente me habrían acuchillado—.
Cuando había vuelto a la entrada del palacio supuse que no había encontrado nada que valiera la pena y había perdido mi tiempo.
Mientras miraba fuera de la puerta, noté algo interesante en el patio, que aparentemente había pasado por alto. Algo que podría darme al menos una cosa que mostrar y que me retribuyera lo que invertí en el viaje, aun si se trataba de una fotografía.
Había una estatua realista de una pitón, quizá de 20 metros, enrollada y «asoleándose» en el pedestal ubicado en el centro de la zona. Ya casi era tiempo para que el sol se metiera, así que la luz caía sobre el objeto en el ángulo perfecto para una fotografía.
Me acerqué a la pitón y le tomé la foto. Luego me puse de puntillas y le tomé otra. Me acerqué un poco más para ver los detalles de su rostro.
Lentamente, casualmente, la pintón levantó su cabeza, miró directamente hacia mis ojos, se giró y bajó del pedestal, yendo hacia los árboles.
Todos los 20 metros. Su cabeza desapareció entre el bosque antes de que su cola siquiera abandonara el pedestal. Estaba atontado, completamente estupefacto. Mi boca debió de estar abierta una eternidad antes de que volviera en sí y la cerrara. Parpadeé un par de veces y retrocedí de donde había estado la serpiente, hacia el palacio. Aunque ya se había ido, no me iba a exponer a nada y regresé al edificio.
Di un respiro y me abofeteé la cara para recobrar la noción de dónde estaba. Busqué un lugar para sentarme, ya que mis piernas se sentían como gelatina en ese momento. Por supuesto, no había ningún lugar para sentarse, a menos que quisiera reclinarme en las esquirlas de vidrio y la alfombra de plantas muertas o apoyarme sobre la mesa de fiabilidad cuestionable.
Había visto unas escaleras cerca del vestíbulo del palacio, y decidí ir ahí para sentarme hasta que me sintiera mejor. Las escaleras estaban lo suficientemente lejos de la parte anterior del edificio como para estar relativamente limpias, aparte de una ligera concentración de polvo. Tomé una lámina de metal de la pared con el mismo lema de «ABANDONADO POR DISNEY» al que ya me había acostumbrado. Puse la lámina sobre el escalón y me senté en ella para mantenerme un tanto limpio.
La escalera conducía hacia abajo, por debajo del nivel del suelo. Usando el flash de mi cámara como una linterna improvisa, pude ver que los escalones terminaban en una puerta de malla metálica con un candado. Había un letrero en la puerta, un letrero real, que decía, «¡SÓLO MASCOTAS! ¡GRACIAS!».
Esto me levantó un poco los ánimos, por dos razones. Primero, porque un área de «sólo mascotas» definitivamente tuvo que tener cosas interesantes en sus días. Segundo, porque el candado seguía en su lugar; nadie había ido ahí abajo, ni vagos, ni maleantes, nadie.
Ese podría ser el único lugar «explorable», y tal vez encontraría algo para fotografiar o robar —había ido al palacio mentalizado de que estaba bien llevarme cualquier cosa, porque, hey, «abandonado»—.
No me llevó mucho romper el candado, el tiempo había hecho la mayor parte del trabajo. El área fue un cambio agradable del resto del edificio. Para empezar, cada dos o tres lámparas de techo había una que sí funcionaba, aunque parpadeaba y se apagaba de un momento a otro. Tampoco había sido robado o roto nada aún.
Las mesas tenían libretas y bolígrafos, había relojes, las sillas estaban regadas y había un pequeño cuarto de recreo con un viejo televisor en estática y comida y bebidas caducadas en los mostradores. Parecía una de esas películas post-apocalípticas en las que todo permanece como se encontraba para el momento de evacuación.
Mientras caminaba por los corredores de ese sub-sótano, los escenarios se volvían más y más interesantes. Las mesas y escritorios estaban caídos, había papeles en el suelo hechos una masa en el piso mojado, y una larga capa de moho estaba cubriendo el originalmente rojo tapiz del suelo.
Todo estaba severamente humedecido. Los productos de madera se desintegraban cuando le aplicaba la más mínima fuerza, y las vestimentas colgadas en ganchos en una de las habitaciones simplemente se deshilaban cuando trataba de descolgarlas.
Algo que me molestó fue que las luces se volvían cada vez más escasas en tanto me adentraba en los acuosos y sofocantes interiores de ese lugar.
Eventualmente, llegué a una puerta pintada de negro y amarillo, con las palabras «ARREGLO DE PERSONAJES 1» pintadas en la parte superior. Supuse que era probablemente en donde guardaban los disfraces, y definitivamente quería una foto de ese desastre lúgubre y apestoso.
Dentro, el cuarto era exactamente como me lo imaginaba. Varios disfraces de Disney colgados en las paredes como extraños cadáveres de caricatura colgando de lazos invisibles. Había todo un estante de taparrabos y vestimentas «nativas» al final.
Lo que encontré extraño, y lo que quería fotografiar de inmediato, era un disfraz de Mickey Mouse en el centro del cuarto. A diferencia de los demás disfraces, éste estaba recostado sobre su espalda en el centro como la víctima de un asesinato. El pelaje del disfraz estaba raída y descosiéndose, resultando en varios agujeros en la tela.
Lo que era aún más extraño, sin embargo, eran los colores del disfraz. Se veía como el negativo de una fotografía del Mickey Mouse real. Negro donde debería ser blanco y blanco donde debería ser negro. Su overol rojo era azul claro.
La escena me desconcertó lo suficiente como para que decidiera fotografiarlo de último. Le tomé fotos a los disfraces colgando de las paredes. Ángulos hacia arriba, ángulos hacia abajo, tomas laterales para mostrar una entera fila de rostros de caricatura congelados y pútridos, a algunos faltándole un ojo de plástico.
Luego decidí armar una escena. Sólo una de las cabezas de esos personajes desaliñados en el resbaloso y mugriento piso. Me acerqué a la cabeza del disfraz del Pato Donald y la retiré cuidadosamente para que no se fuera a deshacer en mis manos.
En lo que miraba a la mohosa cabeza de ojos grandes, un fuerte sonido de algo cayendo me hizo sobresaltarme.
Vi hacia mis pies, y entre mis zapatas había un cráneo humano. Había caído de la cabeza de la mascota y se había hecho añicos en el suelo; sólo quedaban el rostro vacío y la mandíbula inferior, viendo hacia mí.
Solté la cabeza del pato inmediatamente, como se esperaría, y me moví hacia la puerta. Mientras estaba parado en la entrada, volteé a ver al cráneo en el suelo.
Le tenía que tomar una foto, ¿saben? Tenía que, por un sin número de razones que pueden sonar tontas, pero sólo si no lo piensan a fondo.
Iba a necesitar pruebas de que esto pasó, especialmente si Disney iba a hacerlo desaparecer de alguna manera. No tenía ninguna duda en mi cabeza, desde el comienzo, de que aun si sólo se trataba de negligencia grave, Disney era responsable de esto.
Ahí fue cuando Mickey, esa versión en negativo de él a la mitad del cuarto, se empezó a levantar. Primero sentándose, luego apoyándose sobre sus rodillas. Ese disfraz de Mickey Mouse… o lo que estaba dentro de él, se puso de pie, viéndome fijamente con su rostro falso mientras yo murmuraba «No…» una y otra vez.
Con mis manos temblándome, mi corazón palpitando violentamente y piernas que de nuevo se habían convertido en gelatina, alcancé a levantar la cámara y apuntarla a la criatura que ahora me estudiaba.
La pantalla de la cámara digital mostraba sólo pixeles muertos en la forma de esa cosa. Era una silueta perfecta del disfraz de Mickey. Cuando la cámara se movía por mi pulso tembloroso, los pixeles se dispersaban, alterando la pantalla a donde quisiera que la silueta de Mickey se moviese.
Luego la cámara murió. La pantalla se tornó negra y silenciosa… e inservible.
Alcé la vista de nuevo hacia el disfraz de Mickey.
«Oye», dijo con una voz débil y distorsionada, pero que remedaba perfectamente a la de Mickey Mouse, «¿quieres ver cómo me quito la cabeza?».
Comenzó a tirar de su propia cabeza, posando sus torpes dedos enguantados alrededor de su cuello con movimientos impacientes, como un herido que trata de liberarse de las mandíbulas de su depredador.
Mientras empujaba con sus manos desde su cuello… tanta sangre…
Me di la vuelta, escuchando el enfermizo sonido de prendas y carne siendo rasgadas… sólo me interesa salir. Arriba de la entrada del cuarto, vi el último mensaje tallado en el metal:
«ABANDONADO POR DIOS».
Nunca logré sacar las fotos de la cámara. Nunca hice la entrada de blog sobre ello. Luego de que hui de aquel lugar, de que hui por mi cordura, si no es que por mi vida, comprendí por qué Disney no quería que nadie se enterara de su existencia.
No querían que nadie como yo entrase.
No querían que nada como eso saliese.
Midnight.
Midnight.


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Mensaje por Midnight. Jue 19 Dic 2013, 2:24 pm

5 creepypasta

Lolita Slave Toy

Yo creo Esclavas Lolita de juguete. En caso de que no sepan a qué me refiero, es muy simple: Transformo chicas jóvenes en juguetes sexuales fácilmente manejables. Eso. Ellas no pueden escapar, resistirse, ni decir algo; ellas solo están ahí para tu diversión sádica. ¿Curioso del porqué?
Soy un cirujano viviendo en uno de esos países en las periferias del este europeo. Una sociedad bastante ruda, la pobreza es enorme y a menos que tengas dinero y conecciones, estás cagado. No es necesario decir que yo tengo ambas. También tenemos hermosas mujeres aquí, los países del este europeo son bien conocidos por eso. Afortunadamente (para mí), algunas de estas chicas ya no tienen parientes o familiares y viven en orfanatos. Yo no llamaría a eso vivir, es increíble lo que encontrarás ahí. Algunas chicas muy jóvenes tienen suerte y son adoptadas, pero a la edad de 8 o 9 ya son muy grandes. Algunas de las niñas más lindas son vendidas para prostituirse y podrías considerarlo suerte también; en vez de desaparecer lentamente en la mugre y la pobreza. Yo compro algunas chicas. Generalmente, tomo las más atractivas que rondean los 9 y 10 años, antes que comiencen su pubertad. El orfanato coopera bastante, están alegres de tener una boca menos que alimentar. De la misma forma, aceptan mis donaciones para ellas.Nunca preguntan y yo nunca divulgo nada. Ellos saben que soy cirujano; probablemente piensan que hago algunos experimentos con las chicas o cortar sus órganos para después venderlos. Pero no, encuentro un negocio mucho más rentable; transformo a las chicas en juguetes sexuales. Puedes ordenar una Juguete Sexual Lolita si quieres. No son baratas; cobro entre 30.000 y 40.000 dólares por un juguete. Eso no toma en cuenta los gastos de envío. Pero tendrás una Juguete Sexual Lolita que te satisfará por muchos años, ella es como una muñeca, ¡pero con vida!
Déjame decirte cómo logro que una joven niña de orfanato se haga una muñeca viviente. Cuando he encontrado una chica nueva y apropiada, pediré al orfanato que la vengan a dejar a mi villa. Ella llegará desnuda, atada y con los ojos vendados. Después de una breve inspección y un chequeo médico la llevaré a la clínica especial de mi villa. Después la limpiaré profundamente. Estas chicas son sucias, realmente apestan; no han visto un baño en años y son muy descuidadas. Cuando está finalmente limpia la pondré en una camilla y le daré una inyección que la hará dormir.
Le crearé una nueva identidad y le daré un nuevo nombre – No conozco los nombres reales de las chicas, solo sé su edad y es todo lo que necesito. En el orfanato, cualquier dato de ella será destruido. Nunca existió. Ahora su existencia será la de un mero juguete. Tengo un trío de Esclavas Lolita de juguete; Dasha, que tiene 11 años y está en la etapa final de su transformación; Tanya, que ahora tiene 12 años, 2 años desde que la creé; y Luda, que tiene 14 años y un embarazo de 4 meses.
La mañana siguiente es la gran operación. La chica aún estará durmiendo debido al anestésico de la noche anterior. La pondré en la mesa quirúrgica y le administraré más anestésicos para la operación. De modo que si te estás preguntando porqué mi Juguete Sexual Lolita no se resistirá ni se irá; muy simple: ¡Le amputo piernas y brazos! Le amputaré los brazos hasta los codos y sus piernas hasta las rodillas. Fácil, ¿no? Esta chica jamás se arrancará de ti…
Para ella esta es una operación muy pesada y probablemente el paso más crítico en el proceso de transformación. Pero la mayoría de las veces sobreviven.
Ya no estoy dejando a las chicas con muñones en brazos y piernas. Les adjunto una barra de metal de 5 cm. al hueso de sus brazos y piernas antes de coser las heridas. El otro extremo de la barra metálica tiene una rosca de tornillo a la que se puede adjuntar una junta tórica. ¡Cuando esté lista, podrás asegurarla con una cadena, o candado, a cualquier objeto que quieras! Mi Tanya y Luda normalmente tienen una cadena pegada a la espalda, encajada con ambas juntas tóricas en los muñones de sus brazos. Eso mantendrá sus brazos muy bien pegados a su cuerpo.
Al principio debes cuidar mucho de las heridas en los muñones, para prevenir infecciones. Una vez que la herida haya sanado completamente, pondré silicona encima del muñón. Esto va cubierto por terciopelo blanco y se ve muy dulce, a pesar de las crueles juntas tóricas al fin de lo que les queda de brazos y piernas. Después de unos pocos meses, cuando las piernas y brazos se han recuperado completamente, puedes poner algo más de presión en las juntas tóricas. Yo comencé hace un año colgando a Tanya y Luda de sus brazos y piernas desde el techo. Es un muy interesante decorado para tu cuarto: ¡una Lolita desnuda colgando de tu techo! Y es bastante agradable usar su vagina o boca cuando está colgando de esa forma.
Pero antes de eso hay un largo camino por recorrer. La operación no está lista amputando sus brazos y piernas. Después también cortaré sus cuerdas vocales, así no podrá volver a hablar o incluso hacer sonidos. Además, le removeré los dientes. Hecho esto, le implanto una capa de silicona con una capa más delgada en sus mandíbulas. Ella aún podrá chupar penes, pero no podrá mascártelo. De hecho, es muy agradable cuando ella intenta mordértela un poco; las capas superiores te dan algo parecido a un masaje.
El implante de silicona es absolutamente necesario, sino su boca parecería la de una abuela desdentada. Esto la mantendrá bella. Para mantener su boca en buena forma, usará una mordaza la mayor parte del tiempo. Esto puede sonar obsoleto, porque corté sus cuerdas vocales y no podrá hablar de ninguna manera, pero es un tema estético. Simplemente, una chica amordazada se ve bien y no necesita de su boca para cosas que no sean alimentación, bebida o culear.
Una vez que la operación esté lista, le daré a la chica una o dos semanas para recuperarse y dejar que las heridas sanen. Después comenzará su entrenamiento.
Ella ya no es una chica ordinaria, sino que un juguete y tiene muchas cosas por aprender. Ya que no tiene dientes, no puede comer. Debe ser alimentada como un bebé. Yo lo hago una vez al día con una mamadera y fórmula de infantes, porque contiene todos las vitaminas y minerales. No le daré más de lo necesario; no quiero que engorde, porque ya no puede moverse. Debes cuidar de eso.
Ella bebe una mamadera llena de agua, té o limonada tres o cuatro veces al día, así que consume al menos 2 litros de agua por día. Eso es suficiente para mantenerla saludable. Al principio, pondré la botella en la boca, pero pronto solo dejaré la botella junto a ella, de forma que tendrá que ponérsela en la boca ella misma. Toma algo de práctica que logre poner la botella en su boca, ya que no tiene brazos, pero eventualmente lo hará y beberá. Cuando lo haga, le vendaré los ojos antes de que tome la botella; antes de que su entrenamiento haya finalizado debe encontrar la botella y beber de ella, sin ver.
La comida y la bebida se devuelven, así que la llevo al baño unas veces al día. Como no se puede mover, debes levantarla y llevarla al baño. Cuando estoy haciendo negocios, pongo un cateter en su tracto urinario. Ya que no come mucho, tampoco caga mucho.
Aunque ya no puede hablar, aún me puedo comunicar con ella para enseñarle cosas elementales. Le enseñaré a dar un mamón apropiado, le enseñaré a disfrutar el sexo cuando su clítoris y labios vaginales sean estimulados con un vibrador. También le enseñaré qué significa ser una esclava. Le azotaré la vagina todos los días, mientras uso un vibrador, de modo que ella en algún punto no podrá discriminar entre dolor y placer. Pondré pinzas y colgadores en sus pezones y labios vaginales, los que también estiraré. Intensificaré su entrenamiento cuando le ponga más y más agujas en la vagina. También usaré cera caliente, su clítoris será torturado con agujas, su vagina será electrocutada y atada con hilos. Tendrá que soportar cualquier forma posible de tortura antes que siga con la próxima etapa de su transformación. En esta fase estará la mayor parte del tiempo con los ojos vendados, pero cuidaré de que también pueda ver cómo la torturo. Tengo una cámara corriendo casi siempre, así que tendrá que ver su propia tortura y otras películas realmente hardcore, al menos una hora por día.
En algún punto, no solo será una esclava física, sino también mental. Su mente ya no resiste, se ha vuelto totalmente sumisa. Entonces haré las últimas modificaciones para hacerla una Esclava de juguete. Ella ya está inmovilizada y discapacitada para comunicarse, ya que no puede hablar. Hasta ahora puede ver y oír, no estaba completamente privada sensorialmente. Una verdadera esclava no puede moverse, hablar, ver u oír, solo sentir.u
Antes de privarla de sus últimos sentidos, le doy una leve anestesia. Después pongo audífonos en sus orejas y programo ruidos extremadamente fuertes que duran varias horas. Esto será suficiente para dañar su audición lo suficiente como para que no vuelva a escuchar. Como un toque final, trataré sus ojos con un láser. Ella no será completamente ciega. Mi Tanya y Luda aún reaccionan a luces fuertes y supongo que aún pueden ver sombras tenues, pero no pueden reconocer nada y casi están sordas. De cualqier forma, vendo sus ojos la mayor parte del tiempo, pero eso es por gusto personal. Están completamente paralizadas, ni siquiera hacen ruidos cuando las torturo. Solo puedo notar que sufren dolor por las reacciones de su cuerpo, la respiración agitada y la expresión de su rostro.
Cuando se haya recuperado de esto, estará transformada en un pequeño juguete indefenso listo para la venta. Son fáciles de cuidar; solo un poco de comida y otro de cuidado (limpieza diaria). Están inmovilizadas, puedes juntarlas a cualquier objeto e incluso “decorar” a costa de ellas. No pueden hablar, oír o ver; están completamente privadas sensorialmente. Las Esclavas de Juguete que están a la venta aún son vírgenes y recién están entrando a la pubertad. De todos modos, están bien entrenadas para el sexo oral y han sido fuertemente torturadas y abusadas. Pueden embarazarse, así que la anticoncepción es aconsejada, a menos que quieras disfrutar de una esclava de juguete embarazada. Solo hazme saber si quieres ordenar una.
Midnight.
Midnight.


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Mensaje por Midnight. Jue 19 Dic 2013, 2:47 pm

6 creepypasta

El gato sin ojos

Antes de empezar mi tarea prefiero dejarlos con una buena historia que encontré hace algunos días, y que no había podido publicar debido a que mi internet no está funcionando muy bien últimamente. Pero aquí estoy de nuevo, ésta vez con una historia titulada “El Gato sin Ojos”:
“Escribo porque no tengo nada mejor que hacer, porque necesito que sepan la verdad y porque es lo único que él me deja hacer.
Lo que ocurrió es tan bizarro, paranormal e ilógico que no podría imaginar que mucha gente crea lo que estoy por contar. Soy un escritor de una editorial muy exigente, justo había terminado una buen libro de auto superación, pero tenía errores y me habían obligado a corregirlos para entregarlo de nuevo una semana después.
Siempre fui un amante de los animales y no estoy en mi ciudad natal, vine porque en esta ciudad esta el plantel principal de la editorial, solo estoy de viaje y vengo de lejos, no pude traer mis mascotas por lo largo del viaje, estoy en un pequeño departamento sin compañía, iba directo a una tienda de mascotas para conseguir un compañero temporal, y no sentirme solo mientras estaba encerrado arreglando los pequeños errores del libro
Camino hacia el lugar me tope con un gato que no tenía ojos. Extrañamente no me dio miedo, incluso me dio lástima, así que decidí tomarlo. Justo ahora me arrepiento de haberlo hecho.
Lo llevé a revisar a con un veterinario para ver que no tuviera algo grave, solo tenía una pequeña infección en la pierna, pero apenas estaba emergiendo, así que fue fácil erradicarla. En la sala del veterinario era fácil notar que yo era el único al que no le daba asco la situación del gato, nunca le puse nombre, tanto por que no me dio tiempo, como que todavía no me quería encariñar tanto con el.
Una vez en casa lo dejé que jugara libre por el apartamento. A pesar de estar ciego parecía saber exactamente donde estaba y como moverse por el lugar, no me pareció extraño, solo pensaba en lo prepotente que se habría de sentir el pobre animal.
Mientras él jugaba, yo comencé a corregir los primeros errores del libro en mi laptop. Inmediatamente me fui a dormir, todo normal, fue a la mañana siguiente cuando todo comenzó.
Créanme o no, cuando desperté, había frente a mi (yo volteando directamente al techo) un hombre viéndome a los ojos, parado a un lado de mi cama, o eso creía que hacía, pues ese hombre no tenia ojos con que verme, solo veía un par de cuencas vacías. Grité como cualquier persona normal lo haría, estaba paralizado, en eso el hombre se deja caer al piso para andar a cuatro patas, se acurruca en una esquina, saca de su bolsa una libreta con una pluma y comienza a escribir.

Tuve la fuerza de levantar la cabeza, el hombre no reaccionó, poco a poco me levanté, aprovechando lo concentrado que estaba él en su libreta, me acerqué a la puerta y la intenté abrir. Tenía algo abajo que lo atoraba; intenté sacarlo, cada vez con más desesperación y sin ningún efecto positivo. Me acerqué a la ventana, estaba tapizada de mucho papel de libreta, era la base en la que había comenzado a escribir mi libro, apenas pocos rayos de luz entraban, lo suficiente para iluminar la habitación. Intenté quitarlos pero parecían estar perfectamente aferrados a la ventana, la golpeé sin un buen resultado.
Volteé y desde su esquina el hombre me estaba observando fijamente, con la fuerte oscuridad interna de sus ojos. Con mucho miedo y temblando demasiado me esforcé en preguntarle: “¿quien eres?, ¿qué quieres de mi?” recibí un fuerte maúllo a cambio, me hizo pensar un poco y busqué un poco en el cuarto, aun temblando y con su mirada inexistente, fija y penetrante encima de mi. No veía al gato ciego en ningún lado; entonces lo noté: aquello que tanto me observaba era mi gato
Al notar que me había dado cuenta de lo que ocurría, el se me acercó, yo desesperado intentaba alejarme de el en vano, y se arrulló conmigo ronroneando, a estas alturas yo estaba a punto de llorar. Cuando vi que se durmió, intenté pensar alguna solución, en ese momento no pude hacer nada, pues si me movía seguro el se despertaría, sin saber como ni porqué, caí dormido.
Desperté y el estaba de nuevo en su esquina escribiendo en su pequeña libreta, esta vez volteando hacia mi varias veces para luego continuar escribiendo en su libreta, me levanté, esta vez con mas confianza porque noté que él no planeaba hacerme daño. Me dió hambre, entonces volvió el pánico de nuevo, estaba encerrado en mi propia habitación, no podía salir a la cocina, no tenía que comer. Mientras pensaba esto escuché un pequeño crujido, era el estómago del gato: los dos volteamos al mismo punto, su panza, luego él me volteó a ver a mí, sin nada que hacer, y yo con los nervios de punta por su mirada oscura tan penetrante le dije un poco tartamudo: “no puedo salir a la cocina, solo si me dejas salir podremos comer” al oir esto me observó por dos segundos más y volvió a su libreta, pensé y busqué soluciones, no había ninguna, estaba y sigo encerrado aquí, con él.
Solo pude pensar en una cosa, en un solo plan: que me rescataran, en menos de una semana la editorial notaría que no aparecí, intentarían contactarme, no respondería, hablarían a la policía e irrumpirían aquí, si el gato pudo volverse humano, o humanoide, o lo que quiera que sea eso, podrá volver a lo que antes fue, entonces parecerá que simplemente me encerré yo solo aquí, y el gato saldrá inocente y atrapará a alguien más. En este momento comienzo a escribir esto, para que cuando entren aquí y me vean muerto de hambre, lean esto y se encarguen del maldito gato.
Han pasado tres días de lo último que escribí, muero de hambre y parece ser que él también, pero no hace nada, sigue escribiendo, sigue observándome, pareciera que me analiza, soy su experimento, soy su muñeco de prueba, ¿Qué quiere de mi?, ¿por qué hace esto?, ¿no fui al único al que se lo ha hecho?, quiero salir de aquí, quiero que ese gato se aleje de mi, no le puedo hacer nada, no cambiaría nada, seguiré atrapado aquí si lo mato, debo seguir su juego, terminar su prueba, quizás así me deje salir, quizás así quede en libertad, solo debo esperar, dejarlo a él terminar, no preocuparme y seguir tranquilo, estoy al borde de la locura, ayuda por favor, AYUDA, AYÚDENME, NO QUIERO SEGUIR AQUÍ, AYUDA!”
Texto encontrado junto a un cuerpo dentro del departamento, el cuerpo se encontró en la cama, sobre él un gato negro y sin ojos. Al cuerpo le faltaban partes de su piel, debajo de las manos habían restos de carne, y lo más espeluznante, parecía que alguien le había arrancado los ojos. Los policías antes de leer esto creían que el estrés había llevado al escritor al borde de la locura, para encerrarse el solo y alimentar a su gato y el mismo con su propia carne, el diario encontrado a un lado del cadáver dio a entender otra cosa. En cuanto los policías entraron al cuarto el gato volteó y los miró con la profunda oscuridad de sus cuencas vacías. Miró fijo a uno de los policías ahí presentes y extrañamente ese fue el único al que el pánico no poseyó, tomó al gato entre sus brazos mientras registraban el lugar. Al irse todos, y antes de que alguien pudiera leer el diario, ese policía se fue directo a su casa con el felino. Desde hace 4 días no se tienen noticias de él ni de su familia.”
Midnight.
Midnight.


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Mensaje por Midnight. Jue 19 Dic 2013, 2:52 pm

7 creepypasta

Delincuencia

Hace como siete años me llegó este mail, que la verdad me dejó muy mal, puesto que las cosas con la inseguridad en el país empezaban a ponerse peor de lo que estaban antes, y la violencia no ha parado de crecer. En lo personal, al momento de leerlo lo creí por completo, porque vivo en México y he escuchado testimonios de personas cercanas que no se alejan mucho de esta historia. Cuando esto alcanzó grandes proporciones algunos medios locales realizaron supuestas investigaciones, descartando la veracidad de los hechos aquí descritos. Bueno, en su momento causó mucho revuelo y especulación, y al final la gente no supo si era cierto o no, porque ¿acaso los medios no podían estar también comprados o amenazados? ¿No tendrán los medios o estas mafias la capacidad de fabricar o desaparecer evidencia y testigos?
Dejo a su criterio el creerlo o no, pero lo que sí sé es que, si las cosas no sucedieron tal cual se describen aquí, sucesos como estos sí pasan todos los días y no sólo en mi país, sino que en muchas partes del mundo.
¿Por qué decidí publicarlo aquí? Porque para mí cumple con los puntos necesarios de un creepypasta, y bueno, no estaba publicado en esta página que pretende archivar los creepypastas más populares de la web. A continuación lo transcribo tal cual lo copié del mail.


ALERTA CIUDAD DE PUEBLA!!!
Por medio de este e-mail queremos contar a todos los poblanos lo que nos sucedió en la FAYUCA que esta junto a la CAPU (Central de Autobuses de Puebla).
El día 18 de febrero del 2006, Miguel Ángel Montes Peralta, Mariana González Blok (novia de Miguel Ángel) y (yo) Agustín Montero de la Fuente fuimos a la fayuca con la intención de comprar un Xbox 360, pues nos habían dicho que era posible que ahí lo encontráramos mas barato.
Llegamos al primer estacionamiento de la fayuca a las 10:30 am aproximadamente y estaba lleno por lo cual nos dispusimos a pasar al segundo que esta más atrás y en un segundo piso. Nos bajamos y regresamos por un acceso a la fayuca para buscar algún puesto donde comprar el videojuego.
Mientras buscábamos, un individuo se acerco a nosotros y pregunto que estábamos buscando, a lo que le contestamos que un xbox 360, e inmediatamente nos dijo síganme yo se donde se los dan “mas vara” o sea, mas barato.
Al llegar al puesto no vimos nada fuera de lo normal (solo muchos individuos con cara de delincuentes), pero eso es normal ahí. Nos mostraron el Xbox en cuestión y si nos dieron un descuento con respecto al precio que se puede encontrar en el Palacio de Hierro, Liverpool, etc. Y Miguel Ángel cerro el trato sacando su cartera y pagando en efectivo.
Nos dispusimos a regresar al auto por medio del acceso de escaleras que hay en la parte de atrás de la fayuca, cuando de pronto 6 individuos armados nos llevaron a punta de pistola, golpes y amenazas hasta una casa de esas de tres pisos que hay atrás de la fayuca. Cuando entramos vimos infinidad de contrabando y lo que parecía ser una narco tiendita pues tenían muchas bolsitas con polvo blanco y marihuana en lo que se dice cuetes (son como grandes cigarros pero de periódico).
Me pusieron en una habitación y me amarraron en una argolla empotrada al piso (lo que me hizo suponer que lo que estaba pasando ya había pasado antes), después cerraron la puerta y pude escuchar que agarraron a Miguel Ángel y le pidieron las llaves de su camioneta, después le pegaron hasta cansarse, y no escuche mas su voz como en un lapso de 6 horas, me preguntaba, ¿que habrían hecho con Mariana?. Eso solo lo supe después, pero quiero seguir contando los acontecimientos en el orden que sucedieron.
Pasó un lapso de tiempo enorme sin saber que sería de mi y de mis amigos, solo escuchaba que esporádicamente entraba y salía gente y no se distinguía bien que decían. Había una pequeña ventana por la que entraba luz, y veía con horror como poco a poco el haz de luz que entraba por ella se iba poniendo de color azuloso, indicador de que pronto iba a obscurecer.
Mientras la angustia se apoderaba de mi, escuche como entraba un grupo de personas, que cerraba la puerta de un azotea y subían unas escaleras que pasaban por arriba del cuartito donde estaba yo.
Empecé a oír los gritos de Mariana, que angustiada decía “no por favor no!” Mezclados con risas y golpes contra el piso y las paredes. Yo no podía creer lo que nos estaba pasando, no podía ser real.
Después de aproximadamente una hora de gritos ahogados de mi amiga y risas sordas de los delincuentes hubo un lapso como de 10 minutos de silencio, de pronto se escucho como bajaban las escaleras en tumulto aquellos individuos y se abría la puerta metálica de mi pequeña prisión, dos de los individuos me empezaron a golpear en el piso con una saña que jamás había visto hasta el punto que quede inconsciente. No se cuanto tiempo habré quedado desmallado, lo único que recuerdo es que abrí los ojos y vi a Miguel Ángel a mi lado, con la cara bañada en sangre y sin ojos, estaba semiconsciente y le decía “no te preocupes wey pronto se van a cansar y nos van a tirar por ahí y vamos a ir a nuestras casas” pero yo sabia que eso no iba a ser así, Miguel Ángel angustiado me preguntaba porque no podía ver nada y le decía que el cuarto no tenia ventanas y que no había luz, yo trataba de tranquilizarlo, el saber que no tenia ojos habría acabado con su moral en esos momentos.
Pasaron, lo que yo creo, como 10 horas y no pasaba nada, hasta que escuche el sonido de aquella puerta abrirse otra vez y el tumultuoso sonido de varias pisadas acercándose al cuartito donde nos tenían encerrados, se abrió de un golpe y un individuo moreno pintado de güero me recibió con una patada en la nariz, la cual me la destrozo por completo, me desamarro y después me esculco buscando mi cartera, cuando la abrió en sus manos vio mi tarjeta de debito bital y mis tarjetas de crédito de banamex y de banorte, me pidió los NIPs, los cuales se los di sin objetar, lo único que quería era salir de ahí. Después de que le dije los números secretos me amenazo diciendo que si lo estaba engañando iba a matar a Miguel Ángel y a Mariana, que sería mi culpa si los mataban.
Le dije que no estaba jugando que sabia que esto era en serio y que lo unico que quería es que ya se acabara esta situación. Me dio un zape con la mano abierta y lanzando una sonrisita burlona y añadiendo “mas te vale pendejin, mas te vale…”. Paso aproximadamente una hora cuando regresaron, fueron directamente a buscarme enojados, porque no había saldo en la tarjeta de Banamex, les dije que no era rico que apenas tenia saldo de $30 mil pesos entre las dos tarjetas. Me pegaron hasta quedar inconsciente nuevamente. Al parecer ya era la
madrugada cuando desperté se escuchaba que había una fiesta en el interior de la casa, se escuchaba cumbia a todo volumen y risas, me acerque a la puertita y vi por debajo del quicio de la puerta a mariana amarrada en una mesa de centro de sala, estaba desnuda y parecía que estaba fuera de si, con la mirada perdida en el techo.
Todos los hombres estaban desnudos con un vaso desechable en la mano y fumaban, de ven en vez se acercaban a ella para violarla, vi a uno de ellos satisfacer sus deseos torcidos con su cuerpo y lo que se dice vulgarmente “terminar en su cara” abriéndole la boca y depositando el semen en ella.
Después le daban unas cachetadas para que tragara. Me rompió el corazón ver la manera en que la trataron. Escuche pasos cerca de la puerta y me fui a mi rincón temiendo que me descubrieran espiando.
Después de unas 3 horas regrese la puerta y vi como esos individuos estaban teniendo sexo entre ellos, al parecer estaban muy ebrios y drogados, muchos de ellos estaban tirados en el piso tocándose o durmiendo. En ese momento me di cuenta que no iba a salir de ahí con vida y que me iban a violar como a Mariana. De pronto un individuo se acerco a la puerta, corrí al rincón y me hice el dormido, abrió y con un fuete me pego en la cara (por mas dolor que sentía me hice el inconsciente), después le pego a Miguel Ángel que estaba dormido, el despertó inmediatamente, al ver que se movía, el delincuente lo tomo de los pelos, lo llevo a la sala y lo violaron entre todos, yo no sabía que hacer, no deje de llorar hasta que me quede dormido.
En la mañana siguiente, me di cuenta de que no se escuchaba ruido y me acerque de nuevo a la puerta para ver que sucedía, solo habían 3 individuos dormidos, desnudos en el piso, Mariana y Miguel Angel no estaban, supuse que ya se los habían llevado por ahí y los habían matado, tratando de ver en todas direcciones, me acerque tanto a la puerta que esta se abrio, al parecer el individuo que se llevo a Miguel Ángel estaba tan drogado que olvido cerrar la puerta. Tarde como 15 minutos en decidirme cruzar esa puerta, tenia miedo de ser descubierto y sufrir un impensable castigo, pase lentamente esquivando a los delincuentes dormidos, percatándome de la sucia escena del crimen mas atroz que ni en películas ha sido descrito. La mesa de centro donde estaba Mariana estaba llena de sangre y excremento, había toda clase de manchas producto de la orgia, se me lleno en corazón de desolación, pensando que forma tan vil y estúpida de perder la vida.
Seguí caminando sigilosamente hasta llegar a la puerta, estaba abierta, no tenia llave y me sentí aliviado, la abrí rápidamente y salí corriendo, lo primero con lo que me tope fue con el mercadito que esta atrás de la fayuca en el que tiene el estacionamiento (donde nos habíamos estacionado) en la parte de arriba. Corrí hacia la derecha con rumbo a la fayuca, pase por la tienda Sony y me introduje al primer puesto que vi, ya en el interior de la fayuca, les dije que había que llamar a la policía. Eran un hombre y una mujer, se quedaron viendo entre ellos y se dijeron, “como se salió este wey”. Me di cuenta de que esto era más grande de lo que imaginaba. Salí corriendo hasta la calle y pare un taxi de la CAPU, le dije que me llevara pero al verme ensangrentado no me quiso subir, yo sabia que era cuestión de tiempo para que me agarraran de nuevo, así que me subí en un microbús y avance dos calles, me baje coarriendo y me interne en una colonia, al ver que no me seguían, llame a mi casa con 5 pesos que tenia guardados en la bolsita del jeans, les dije que no había tiempo para explicar, les dije la calle, en la cual había un baldío y que ahí los esperaba. Pasado un rato, llegaron mi papa y mi mama por mí.
Les conté brevemente lo sucedido y fuimos directamente al MP del Blvd. Norte. Ahí, se tardaron en tomar mi declaración 3 hrs y 4 mas en que la rindiera, como no llevaba la credencial del IFE (que se había quedado el delincuente con mi cartera y tarjetas) hubo que hacer un oficio de testigos que avalaran mi personalidad. Les dije que los podía llevar en ese instante al lugar de los hechos, y me dijeron que había que seguir el orden de la averiguación, le hablamos a mi tío que es abogado y nos dijo que había que darle dinero a los judiciales para que se tomaran la molestia de ir en ese instante, así lo hicimos, pero nos dijeron que no podían que tenían diligencias que hacer en esos momentos. Nos sentimos con las manos atadas.
Posteriormente, al otro día, fuimos con el abogado amigo de mi tío a ver como iba lo de la averiguación previa pero al parecer se había extraviado el expediente. El abogado me dijo que esto es más grande de lo que nos podemos imagina.
Levantamos otra declaración y al paso de una semana esta se volvió a extraviar.
En ese lapso de una semana aparecieron los cuerpos de mis amigos, a Mariana la habían violado tantas veces que tenia desgarrados los músculos de la vagina, le habían cortado los pezones (trofeos de los narco satánicos) y también le habían sacado los ojos, murió desangrada por las lesiones de la violación. A Miguel Ángel lo habían violado de igual manera, los músculos del recto estaban desgarrados, solo que el murió por asfixia, se cree que fue provocada por uno de los delincuentes que lo violaba con el fin de hacer mas placentero el orgasmo. El forense descubrió que varias horas después de muerto lo habían picado 156 veces con un desarmador, quizás con el fin de encubrir la muerte.
Hasta hoy 5 de junio del 2006, nadie ha ido a investigar esa casa, ni todo lo sucedido en la fayuca, al parecer son bandas bien organizadas, amafiadas con la policía estatal y con los judiciales.
Desgraciadamente así es nuestro país, no hay solución y nunca la habrá. Lo único que les pido es que sean conscientes a donde se van a meter, que esos lugares son muy peligrosos y que la mayoría que trabaja o se mueve en esos ambientes son delincuentes ex convictos y reincidentes. Sean conscientes que esos lugares no son Disneylandia, que la porquería de la sociedad se mueve en esos medios.
Nota: ¿Saben por que nos eligieron? Primero porque pensaron que teníamos dinero, mucho antes de que Miguel Ángel sacara el dinero para comprar el Xbox, nos eligieron desde el estacionamiento. La camioneta en la que íbamos es una Ford Explorer 2000, ni siquiera es un carro de lujo, ya es un carro algo viejo, pero en su mentalidad pensaron que teníamos dinero, otra de las cosas por las que nos eligieron es porque salimos de los estándares del mexicano promedio, los tres éramos de tez blanca y Mariana era rubia.
¿Saben cuanto se ahorro Miguel Ángel por comprar su Xbox ahí? 450 pesos.
A la siguiente semana bajaron el precio del Xbox en Sears, podría haberle salido igual.
Mi recomendación, compren donde quieran pero fíjense que sea un lugar seguro, una empresa establecida, ¿nunca se han puesto a pensar porque en la fayuca se permite la piratería a tan gran escala?
Es porque ni la policía se atreve, no quiere, no le conviene entrar ahí.
Si les ha pasado algo en la fayuca u otro mercado sigan esta cadena alimentándola con sus experiencias. LO QUE LE HICIERON A MIS AMIGOS Y A MI, NO TIENE NOMBRE, Y NO DEBE QUEDARSE EN LA IMPUNIDAD.
(Reenvíen este mail para que cosas como estas no sigan sucediendo, el próximo podrías ser tu o un ser querido)
ATTE:
AGUSTIN MONTERO DE LA FUENTE
LIC. AGUSTIN MONTERO ROCHA
SRA. FERNANDA DE LA FUENTE DE MONTERO
LILIANA MONTERO DE LA FUENTE
MIGUEL ANGEL MONTES PERALTA (QED)
DR. MIGUEL ANGEL MONTES PRIETO
SRA. ADORACION PERALTA DE PRIETO
AURORA JIMENA MONTES PERALTA
DANIEL MONTES PERALTA
MARIANA GONZALEZ BLOK (QED)
C.P. IGNACIO GONZALEZ MARTINEZ
C.P. LUCIA BLOK DE GONZALEZ
ADRIANA GONZALEZ BLOK
Midnight.
Midnight.


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Mensaje por Midnight. Jue 19 Dic 2013, 2:54 pm

7 creepypasta

Lluvia de castigo


1
 
Recuerdo perfectamente el día en el que todo comenzó, como si fuese ayer: volvía del trabajo a casa, a la hora de comer, conduciendo con la cabeza cargada de pensamientos. Ideas acerca de mi tambaleante relación con Esther. En las últimas semanas la tensión entre nosotros había ido creciendo hasta llevarnos casi a un punto de ruptura. ¿Y por qué? Por mi negativa a ser padre. Desde siempre, desde el primer momento de la relación, le dejé claro que jamás traería un hijo, mi ser más querido, a este mundo de mierda. Y ella estuvo de acuerdo, pensaba igual que yo; pero han pasado muchos años desde entonces y todos hemos cambiado, madurado en un sentido u otro. Ahora, activado repentinamente como un resorte, su instinto maternal lo impregna todo. Ser madre es su mayor deseo y yo no soy quién para arrebatarle ese derecho; de igual forma que ella no puede negarme el mío a no serlo. Así estaban las cosas.
Estacioné el coche junto al parque donde solía hacerlo todos los días y salí para dirigirme a casa. Envuelto en mi asumido fatalismo, caminaba con desgana por la acera cuando escuché un fuerte golpe a mis espaldas. Sobresaltado, me giré de inmediato, y no tardé en descubrir que había sido el capó de mi coche el que lo había recibido. Presentaba una abolladura notable en su centro, se había saltado la pintura. La sorpresa fue cediendo el paso a la rabia; miré frenético por todos lados buscando culpables. En unos segundos me percaté de lo que había golpeado mi coche: era un fémur humano, tirado junto a la puerta del conductor.
Pestañeé varias veces sin poder creerlo. ¿De verdad era un fémur?
Me agaché para poder verlo más de cerca y, cuanto más aproximaba la cara, más evidente resultaba que, en efecto, así era. Amarillento, de aspecto rancio y como corroído… sólo podía ser lo que parecía. De nuevo miré frenético alrededor, esta vez temiendo por mi propia vida —¿quién podría haberme lanzado un hueso humano?—. Pero no vi ni escuché a nadie. Tampoco había ningún edificio, ningún sitio de donde lanzar el hueso y esconderse con facilidad; el espacio era demasiado abierto en torno a mí… y eso me asustó aún más.
Marqué atropelladamente el número de la policía y les conté como pude lo que acababa de ocurrirme. Temí que no me creyesen, que se riesen o mosqueasen conmigo. Pero no; tras tomarme los datos el agente al otro lado me dijo que estarían ahí en minutos. Así fue. Del coche patrulla se bajaron cuatro agentes, dos de ellos vestían trajes blancos de esterilización y pronto comenzaron a sacar fotografías, tomar muestras de la pintura, de alrededor del hueso… mientras los otros dos me tomaban una declaración rápida. Todo me resultó extremadamente fugaz, casi irreal, supongo que a causa de mi enorme confusión. Cuando terminaron conmigo volvieron a su coche, deprisa, tanto… que apenas sí tuve tiempo de preguntarles qué podía significar todo esto. El conductor me dirigió una mirada comprensiva antes de despedirse con una frase que explicaba en parte su urgencia pero que me dejó aún peor de lo que ya me encontraba: «Están cayendo por todas partes».
Iba subiendo por las escaleras, pensando en lo que iba a decirle a Esther para explicar mi tardanza. Mis palabras sonarían como una excusa pueril, estúpida, ridícula. ¿Sabes qué, Esther? Me acaba de caer un fémur humano en el coche y me lo ha abollado. He tenido que llamar a la policía y… ya me imaginaba la cara que me iba a poner. Pensaría que me estaba burlando de ella y de todo su árbol genealógico, intentando ocultar quién sabe qué cosa imbécil, impropia de un hombre adulto y maduro.
Entré en el piso tragando saliva, dirigiéndome hacia el salón por el pasillo como si éste se hubiese transformado en mi corredor de la muerte particular.
—Buenas —dije. Ella estaba viendo la televisión.
—Hola —susurró, sin mirarme.
—No te vas a creer lo que me… —comencé, pero ella me mandó callar con un rápido gesto del índice sobre los labios. Estaba absorta con lo que decían en las noticias. Así que guardé silencio y, curioso por saber qué le causaba tanto interés, yo también presté atención a la pantalla.
Lo que estaban diciendo era que por todos los países del mundo, por zonas rurales y urbanas, dispersos pero no escasos, estaban lloviendo huesos humanos. Cráneos, húmeros, costillas, fémures, tibias… Lloviendo huesos humanos. Eso fue justo lo que dijeron.
Las imágenes mostraban a personas junto a los huesos caídos explicando lo que habían vivido, videos de baja calidad tomados con móviles siguiendo el descenso desde los cielos de un hueso girando sobre sí mismo. Los destrozos causados por algunos en distintos elementos de la ciudad. Escenas de ataques de pánico. Niños llorando al ver a sus madres llorar.
Sin darme cuenta, yo también estaba temblando.
 
2
 
Me envolvió la sensación, la absoluta certeza, de estar viviendo un hecho extraordinario; algo que ocurría por primera vez en la historia del mundo. Como el rumor de la Tierra que precede y anuncia la llegada de un terremoto devastador, una profunda zozobra comenzó a crecer en mi interior, intuyendo que esto era solamente el macabro preludio del terror inimaginable que se cernía sobre nosotros. A mi lado, Esther susurraba frases de incredulidad ante lo que escuchaba y veía en la pantalla.
—Esto tiene toda la pinta de ser un acto terrorista, algo de guerra psicológica como en la antigüedad, cuando se catapultaban cabezas y cadáveres por encima de las murallas de los asediados. —Empecé también a pensar en voz alta, creo que para evitar que la tensión me reventase por dentro. Dar una explicación lógica a algo que no aparentaba visos de tenerla en modo alguno.
—Pues yo creo que esto tiene que ser obra de Dios… o del Diablo —dijo ella, casi en un lamento.
Esther siempre ha sido una fiel creyente, circunstancia que motivó durante años interesantes conversaciones y alguna que otra discusión al ir pendulando yo entre un humilde agnosticismo y el ateísmo más radical, según la época y mi necesidad de apoyo espiritual para poder sobrellevar la vida. Desde hace tiempo creo que Dios ya no cuenta conmigo para su lista de elegidos.
—No. Existen muchas otras razones más sencillas y verosímiles que habría que descartar antes de que pudiésemos hablar de la mano de Dios —dije, y ella me miró alzando una ceja—. Podría ser una manipulación más, orquestada por los gobiernos y sus medios de comunicación —en este momento recordé la abolladura de mi coche, pero proseguí—, o algún extraño fenómeno dentro de las leyes de la naturaleza. Incluso veo más factible que esto sea la primera fase de una invasión por civilizaciones alienígenas que estén usando nuestras estúpidas y arcaicas creencias contra nuestra estabilidad mental.
—Lo de estúpidas creencias no lo dirás por las mías, ¿verdad?
—No lo digo por ti. Lo digo en general. —Se estaba enfadando.
—Ya, pero yo entro en ese general —bufó—. De momento, tus causas tienen tanta validez como las mías —Sacudió la cabeza en incrédula negación—. ¿Realmente crees que esto está organizado por el hombre?
—Peores cosas se han visto.
—¿Como cuáles?
—Como las Guerras Mundiales, como los auto-atentados para justificar lo injustificable… entre otros muchos horrores caníbales. Siempre nos hemos organizado estupendamente para acabar los unos con los otros.
—Esto… es diferente —Apoyó su pequeña cara sobre una mano, mirando de soslayo al televisor—. Dios está intentando decirnos algo.
Los creyentes no suelen usar la lógica ni el empirismo; niegan de forma natural las evidencias en contra de sus creencias y te culpan cada vez que entras con una luz en la oscuridad, su amada oscuridad. Un creyente es, en esencia, un adorador del misterio, de lo oculto, y lo necesitan como el adicto necesita la sustancia que lo mantiene flotando. Es tan sencillo como eso.
—Pues yo creo —dije suavemente— que referirse a lo sobrenatural es poner de manifiesto que se niega, que no se puede asimilar nuestra naturaleza humana, su faceta perversa, orientada a la maldad. Si Dios quiere decirnos algo… ¿por qué no lo dice claramente y punto?, ¿por qué hay que estar siempre intentando clarificar si el mensaje es X o es Z y, encima, indagar si es Él o no quien lo expresa?
Esther me clavó la mirada, obviamente molesta.
—Muy bien. Imaginemos que vosotros, los escépticos, los incrédulos, estáis en lo cierto. Imaginemos que Dios no existe, que todo es una mierda mecanicista y que el hombre es un gusano hijo de puta capaz de todo con tal de engordar, sobre todo si es a costa de los demás. Supongamos que tenéis razón en todo, pero… ¿por qué os alegráis de que las cosas sean así?, ¿por qué os consideráis más inteligentes, evolucionados, que los creyentes?, ¿de dónde os viene ese aire de superioridad, ese regodeo en la crudeza, esos deseos de destruir las equivocadas creencias de los demás?
—Yo no me considero más inteligente que tú, ni estoy especialmente contento porque las cosas sean así. Pero en la vida pocas cosas hay que causen más daño que una creencia equivocada. Además, sois vosotros los que os sentís moralmente superiores a nosotros, por no hablar de ese paranoico complejo de persecución que ostentáis a la mínima ocasión. Y luego somos nosotros los malos, los diabólicos; pero las religiones han causado más guerras de las que se pueden contar, y la Inquisición se hinchó a quemar a gente viva. Me pregunto qué pensará Dios de todo eso —concluí.
Ella se levantó del sillón con un bufido de cansancio.
—Mira, por lo que a mí respecta, puedes seguir creyendo lo que quieras. Está claro que no nos vamos a persuadir mutuamente ni vamos a sacar nada de esto. Sólo déjame decirte que os veo francamente limitados para aprehender el universo en su grandeza, ciegos a las razones más allá de la Razón, encerrados y orgullosos de estarlo en vuestras trampas lógicas que poco tienen que ver con lo que ocurre ahí fuera.
—Muy bien, Esther, pues peor para mí entonces. Me alegro de que os sintáis queridos por Dios y siendo Uno con el universo. Ojalá yo pudiese también.
Durante unos minutos quedamos en silencio, mirando lo que nos ofrecía el televisor.
—¿Qué crees que debemos hacer? —dijo al fin, ladeando la cabeza para referirse al suceso probablemente más extraño acontecido en la Tierra.
Llevaba un rato pensándolo, así que las palabras fluyeron solas:
—Después de comer, voy a hacer lo que se suele hacer siempre en caso de incertidumbre extrema.
—¿A qué te refieres? —Sus ojos negros me miraron con interés.
—Voy a comprar y traer tanta comida y agua como sea capaz de cargar.
 
3
 
En los días siguientes el mundo estaba en plena ebullición de noticias. Yo iba a mi trabajo y volvía, por todas partes no se hablaba de otra cosa. Los gobiernos al unísono se apresuraron a emitir comunicados tranquilizadores, intentado evitar que el pánico se extendiese en una deriva hacia el terror. Decían básicamente que se trataba de un extrañísimo fenómeno meteorológico en estudio, similar a esas lluvias de piedras o pequeños animales que han quedado recogidas en la historia. Pero por la red numerosos grupos de investigadores independientes ya lo estaban desmintiendo. Y en diferentes partes del mundo, llegaban a dos conclusiones idénticas: los huesos caían desde una altura de cuatro kilómetros, sin importar el punto geográfico donde se recogiese el dato. Estos no caían sólo desde las nubes —como parecían afirmar los gobiernos—, sino que aparecían de la nada, a pleno cielo descubierto, como vomitados por bocas invisibles, pero siempre desde esa línea de los cuatro kilómetros. La segunda conclusión es que las pruebas revelaban que la antigüedad de los huesos en ningún caso era inferior al millón de años.
Por todo el globo se estaban produciendo grandes movimientos sociales, de carácter religioso en especial. Las epifanías y mensajes apocalípticos se sucedían. Las comunas beatíficas vieron crecer el número de sus integrantes de forma espectacular: lo dejaban todo y se iban a los campos a orar, a cantar la Buena Nueva, la segunda llegada del Mesías. Otros grupúsculos sectarios se conformaron de la noche a la mañana, como setas venenosas tras una lluvia tóxica; y ya comenzaban a crear disturbios e incluso casos de suicidio ritual colectivo. Además, la frecuencia de caída de los huesos, lejos de disminuir, estaba aumentando. Era evidente hasta a simple vista; Esther y yo pudimos ver desde la ventana de nuestro salón —que daba al parque y, por lo tanto, permitía una amplia vista sin edificios— caer no menos de tres o cuatro. Nos envolvía una terrible, macabra fascinación: ¿era esto el preludio de nuestra muerte?, ¿el fin de la humanidad?
—Tengo… tengo miedo, Juan —tartamudeó, mientras miraba al exterior—. Toda esta situación me tiene… descolocada. No sé qué pensar, no sé si el mundo se ha trastornado por completo. No sé qué será de nosotros…
—Yo también estoy asustado, cariño —Le cogí la mano—. Todos estamos igual; nadie sabe por qué está ocurriendo esto ni entendemos qué puede significar. Debemos tener paciencia y esperar a que se resuelva, sea lo que sea.
Esther negaba con la cabeza, como resistiéndose a mis bienintencionados pero evidentes intentos de transmitirle tranquilidad. Yo la conocía bien, no era una de esas personas que se dejan persuadir con facilidad, que incluso parecen estar deseándolo. Y nunca le gustó que la tratasen como a una niña pequeña.
—Creo que Dios nos está castigando.
Cuando las cosas pierden sentido, o son duras de asimilar, Dios aparece por la puerta.
—¡Venga ya, Esther! ¿Cómo puedes decir eso? ¿Es que tú y yo nos merecemos que nos bombardee con huesos humanos? ¿Qué hemos hecho tan terrible, que no puedo recordar? Aparte de trabajar como cabrones, pagar impuestos y no saltarnos las leyes… ¿tan malos somos? Y los niños, los enfermos, la gente normal que sólo cometen el pecado de querer vivir en paz un día más… ¿también se lo merecen? —Me crucé de brazos, esperando alguna respuesta racional.
—No nos castiga como individuos, sino como especie… Tal vez sólo quiera abrirnos los ojos, que despertemos de una vez.
—Ah, vale… entonces es que es indiscriminado; lo sabe todo de todos pero no diferencia a nadie. Vaya, Esther, pues siento decir que tu Dios no se aleja demasiado de cualquier terrorista, según parece.
Me lanzó una mirada de hierro antes de responderme.
—Juan, haz el favor de no blasfemar con tanta facilidad. Tú sabes perfectamente lo que quiero decir; no tergiverses para atacar gratuitamente.
—No ataco por atacar, Esther, sólo intento desmontar una idea sin base de ninguna clase, bastante ridícula.
—Será ridícula para ti —replicó, como un disparo.
Además, he notado un cierto respeto en tu voz cuando decías «blasfemar»… No temas su ira; pongamos que tienes razón y que Él existe, ¡ya nos está castigando! ¿Qué más has de temer?
Esther me miró como un niño travieso pillado in fraganti.
—Reconócelo, Juan: tú no creerías en Dios ni aunque lo vieses aparecer entre las nubes. Te gusta demasiado sentirte intelectualmente superior, blandiendo tu lógica como una espada de palabras. Él está por encima de eso. Él lo creó todo, incluyendo tu obcecado cerebro. Y sus designios son inescrutables, por definición.
—De acuerdo, cariño. Yo soy un chulo y un pedante, lo acepto. La mayor dificultad para conversar con alguien de creencias muy arraigadas, como tú, es la poca receptividad a escuchar otras teorías alternativas. Por eso, me gustaría que al menos tomases en consideración esas otras ideas. Seguro que te enriquecen, incluso aunque no fuesen ciertas.
—Yo no soy ninguna fanática, sólo te digo lo que sinceramente creo —Se recogió parte de su melena negra tras la oreja—. Muy bien, imaginémoslo al contrario: tú tienes razón y la mano de Dios no está tras lo que está ocurriendo… dime, ¿qué explicación le encuentras a que lluevan huesos del cielo?
Me gustó que quisiera escucharme.
—Pues verás —comencé—, pienso que debemos partir de dos hipótesis para explicar las causas: la primera, Interna: esto está siendo obra del hombre, de los gobiernos. Una manipulación más para dirigirnos como el inmenso rebaño que somos hacia donde les convenga, como con los ataques de falsa bandera y el fenómeno O.V.N.I. en el pasado. Seguro que pronto nos meten a todos en campos de concentración blindados, dirán que para nuestra «protección», por «seguridad»… eliminando tantos derechos adquiridos… En el fondo, lo que quieren es sacrificar gran parte de sus cabezas de ganado, pues el rebaño se ha vuelto demasiado grande, e incontrolable.
—Eso suena muy conspiranoico, ¿no? —Se sonrió, un tanto burlona—. Muy Nuevo Orden Mundial, Illuminatis… pensaba que tú no creías en esas cosas. —Me guiñó un ojo, devolviéndome la pelota de la «puerilidad de las creencias».
—Y realmente no creo en ello a pies juntillas, pero es una probabilidad que está ahí; ¿por qué habríamos de descartarla? Muchas pruebas son incontestables, y eso no tiene nada que ver con lo que uno cree.
—Habría que ver también quién presenta esas pruebas, cómo y si no es otra manipulación más, a su vez —añadió Esther.
—No te diré que no —le reconocí—; pero que los gobiernos nos engañan y manipulan desde que existen es una obviedad fuera de toda discusión. La segunda hipótesis es Externa, menos probable para mí que la primera, pero tampoco descartable. La lluvia de huesos puede estar causada por entidades no humanas, de fuera de la Tierra o incluso de otras dimensiones…
—¡Ésa sí que es buena! —Esther se carcajeó con ganas, como no lo había hecho desde que empezó la pesadilla—. ¿De otras dimensiones dices? Un poco alucinante, ¿no te parece?
—Sí, claro, pero es otra opción no desdeñable. Los huesos «aparecen» de la nada, a cuatro kilómetros de altura, ¿recuerdas? ¿Eso te parece normal, natural, explicable?
—Suponiendo que lo que dicen sea cierto, no lo olvides.
—De acuerdo, suponiendo que sea así. Fíjate, Esther, ¿te das cuenta de tu resistencia a aceptar esa mera posibilidad? ¿Ves cómo te parece una infantilada propia de las pelis para críos? Tal vez es justo lo que pretenden que creamos, y llevan trabajando en ello muchos años, con buenos resultados, evidentemente. Tu reacción es un claro ejemplo, y seguro que es mayoritaria en la sociedad.
Esther bufó, mordiéndose el labio inferior y negando con los ojos mirando hacia los cielos, como pidiendo fuerzas a su Dios para soportar tantas tonterías.
—Bien, sigamos con tu hipótesis —Parecía divertida—. ¿Y por qué esos seres del espacio exterior no llegan y directamente nos destruyen, nos esclavizan, nos devoran o lo que diablos se suponga que quieren hacer con nosotros? ¿Para qué tantos rodeos? Parece que no es sólo mi Dios el que actúa con claves —Me miró con sorna, ladeando la cabeza, sabedora de su gancho a la barbilla dialéctico.
—Ni tan siquiera te estoy diciendo que yo piense que ésa sea la causa —me defendí—, sólo te pido que valores la hipótesis, la idea… Cuantas más aportemos, más cerca estaremos de…
Esther gritó de repente.
—¡Mira, mira! ¡Ven rápido! —Con los ojos como platos, estaba señalando a través de la ventana.
—¿Qué pasa? —Me alarmé, mientras corrí hacia ella.
Se escuchó un fuerte impacto seco de algo rompiéndose en la calle. El sonido llegó perfectamente hasta nuestro segundo piso.
—¡Lo he visto! ¡Lo he visto caer! —Estaba acelerada—. ¡Era como un costillar, Juan! ¡Mira! ¿No lo ves allí, junto a la señal de prohibido?, ¿aquello blanco?
En efecto, había unos fragmentos blanquecinos junto a la señal, como un arpa de hueso rota. Los huesos de un costillar, desperdigados.
—¡Qué horror, Juan! —gimió, girándose para abrazarse a mí.
La estreché contra mi cuerpo, apoyando la mejilla sobre su cabeza.
Mientras observaba cómo algunos curiosos se acercaban hasta aquellas costillas rotas, sentí que la inmensa boca del Infierno se abría ante nosotros.
 
4
 
Durante la semana, los hechos se precipitaron día a día, con creciente velocidad, como una bola de nieve echada a rodar ladera abajo. El mundo se convulsionaba con noticias extraordinarias que se habían vuelto cotidianas. Ahora lo normal era asomarse a la ventana y ver caer, cada pocos minutos, algunos huesos aquí y allá; su frecuencia seguía aumentando progresivamente, sin diferencias significativas en ningún lugar del mundo. Aunque sí se había detectado un incremento considerable en las grandes zonas urbanas respecto a las más despobladas.
Los gobiernos se unieron a la corriente de los investigadores de la red, a su línea de información —como si nunca antes la hubiesen desprestigiado con mil artimañas—. Afirmaron que los huesos eran humanos, y que el más reciente de los estudiados databa de unos cien mil años atrás. Se habían creado unidades especiales del ejército dedicadas a la recogida de estos restos. En los primeros momentos pudimos verlos clasificándolos en bolsas, escribiendo datos en ellas; pero ante la magnitud de la tarea y la creciente intensidad de la lluvia, pronto se limitaron a limpiar las calles con la mayor celeridad posible, como si de un cuerpo de barrenderos forenses se tratase. Ya se contaban por centenares los muertos debido a impactos de hueso a lo largo y ancho del planeta. Desde los medios se recomendaban medidas de protección para salir a la calle, y pronto los cascos y paraguas reforzados fueron una prenda de vestir más. El mundo vibraba, aguantaba la respiración, sobrecogido en un estupefacto estado de shock.
Esther lo llevaba cada vez peor, no podía asimilar la deriva que los acontecimientos estaban tomando. Se estaba desquiciando, y sería injusto culpabilizarla por ello. Desde mi opresión, yo intentaba mantener un mínimo de equilibrio y cordura, una pequeña luz de esperanza en que la lluvia cesase de una vez y que el mundo volviese a ser el horror que ya conocíamos, no esta aberrante, nueva pesadilla. Aunque lo cierto es que mis ideas no podían ser más negras y depresivas.
Tras la cena, que apenas tocó, Esther volvió a su verborrea neurótica. Se estaba desesperando en la búsqueda de un sentido, en descifrar el mensaje que Dios nos enviaba desde el cielo. Yo empezaba a pensar que, tal vez, no hubiese ningún sentido tras el fenómeno.
—¿Te das cuenta? —comenzó Esther, mientras recolocaba la mesa—. Nos está arrojando huesos desde el pasado más remoto para acercarse poco a poco a nuestro tiempo. ¿Qué quiere decir eso? ¿Nos está reprochando el que hayamos olvidado a nuestros muertos, a todos los que sufrieron para que hoy estemos aquí? ¿O será un castigo por enterrar tantos crímenes en el olvido, y seguir cometiéndolos de la misma manera, como si no aprendiésemos nada de ellos?
—¿Qué importa, Esther? —le contesté—. ¿Qué importa que sea por una u otra razón por la que nos castiga así? Ya ha matado a cientos, y no parece que le sean suficientes.
—Pero, tal vez si descubrimos justo lo que quiere de nosotros y comenzamos a actuar así, detenga esta lluvia de muerte. Cuando le demostremos que hemos aprendido la lección al fin.
—¿Cómo actuará Él si no descubrimos la respuesta a su retorcida adivinanza? ¿Pretende convertir el mundo en un cementerio silencioso, cubierto de huesos? Vaya un Dios vengativo que tienes, no sé ni cómo puedes creer en Él.
Esther obvió mi envenenado reproche.
—No, yo no lo veo así, Juan. Él es nuestro Padre, y actúa como tal, siendo incluso duro cuando es preciso serlo. Nos dio la libertad y mira lo que hemos hecho con ella… Tal vez haya llegado el momento de recibir nuestro correctivo, sin el cual es seguro que acabaríamos cayendo en el abismo de nuestra autodestrucción.
—No existe locura que no encuentre su justificación —casi suspiré.
—¿Me estás llamando loca? —preguntó, con los brazos en jarras.
Me pasé la mano por la cara, como si me la quisiera borrar, antes de contestar.
—No, cariño. Sólo digo que hasta la más disparatada creencia tiende a revestirse de una justificación pseudo-lógica que la permita presentarse en público con aspecto racional, aunque en esencia sea un completo sin sentido.
—Puedes pensar lo que quieras… —Desvió la mirada hacia la lluvia intermitente del exterior.
—O sea… que tú verías normal, por ejemplo, que yo castigase a mi hijo golpeándole hasta matarlo, aunque supiese desde sus primeras lágrimas que él no entendía por qué lo castigaba, ¿no? ¿Así piensas?
—Una vez más, tergiversas, atacas, sin querer comprender —suspiró, alisándose la blusa—… Está bien, Juan. Ha sido un día duro, me voy a la cama. Buenas noches —dijo, sin mirarme, cruzando la puerta.
—Buenas noches, pronto iré yo también —solté, casi como una frase hecha.
Sé lo que a ella le hubiese gustado, lo que esperaba de mí, como casi todas las mujeres: que me anticipase a sus deseos y actuase conforme a ellos, sin una sola palabra, sin preguntas, como prueba definitiva del conocimiento de su alma y mi amor por ella. ¿Cómo no conocer este viejo juego teatral y sus reglas? Ella esperaba mi comprensión, un mayor acercamiento a su credo, que rezásemos juntos por el fin de la pesadilla. Dios sería una mujer si existiese, estoy seguro. Lo siento, Esther, nunca tuve vocación de actor, de interpretar un papel en las antípodas de mis ideas y sentimientos. Siento haberte defraudado. A mí también me hubiese gustado que comprendieses la absoluta desolación de quien no tiene dónde agarrarse.
Me quedé a oscuras en el salón observando por la ventana el caer de los huesos, recortándose contra las estrellas.
 
5
 
La lluvia no cedía. Más al contrario, parecía que cada día llovía con más fuerza que el anterior. Los huesos se iban amontonando a los lados de las calles, sin que el tiempo diese abasto para su retirada. Algunos grupos de voluntarios —los «limpiamuertes», se les dio en llamar— intentaban facilitar la labor del ejército acumulando las osamentas en determinados puntos, como impíos altares levantados en honor a algún dios del averno. El trauma se extendía como una fiebre, imposible de parar. Estábamos perdiendo lentamente la cabeza, los referentes, los nervios… sometidos a esta incertidumbre sobrenatural de visos apocalípticos. El colapso, buscado o no por quien estuviese detrás de todo esto, se veía venir. Para colmo, estaban diciendo que los últimos huesos recogidos y estudiados databan de hace unos dos mil años. Y muchos presentaban huellas de violencia, signos de tortura… esos detalles morbosos vomitaban las pantallas, como si no tuviésemos suficiente mierda encima con todo lo que nos caía sobre las cabezas.
—¿Lo ves? —dijo Esther, con sus ojeras cada vez más oscuras, profundas—. Dios nos castiga con los restos de nuestros crímenes, para que no olvidemos tanto mal causado… ¿Te das cuenta, Juan?, ¿de todos los millones de inocentes muertos por nuestra propia mano, por nuestra locura?
La escuchaba, una vez más su beatífica perorata, a la que se agarraba su mente como si allí fuera a encontrar la salvación; y escuchaba el golpear de los huesos en la calle, ahora constante, sobre los coches, los tejados, sobre cada objeto a la intemperie, como mazas orgánicas de lo que una vez fueron personas… Deseé estar muerto, como ellos. Lo confieso.
—Esther… eso no puede ser —dije, realmente cansado—. Aunque nos arroje a todas las víctimas inocentes de la historia encima, simplemente, no puede ser…
—Tal vez, no sean sólo los asesinados de forma premeditada y violenta, sino todas las personas que han muerto en el mundo desde que el hombre existe. Tal vez esté vaciando los cementerios, las fosas comunes, sacando fuera todo lo que está bajo tierra… mostrando lo que somos en realidad una vez despojados del regalo de la vida, sin parar hasta que nosotros cambiemos. Hasta que creamos en Él.
—Ni siquiera así, Esther… ¿cuántos miles de millones han muerto desde el origen? Yo no lo sé pero, sean los que sean, es imposible que sean tantos como para cubrir no sólo las ciudades del mundo, sino la inmensidad de la Tierra, como parece estar ocurriendo.
Dio unos pasos por el salón, nerviosa, como buscando los asideros para que su teoría no se hundiese por completo, junto a ella.
—A lo mejor los está multiplicando, como los panes y los peces, con tal de que comprendamos, al fin…
Guardé silencio, agotado de pensar en vano. Me pulsaban las sienes. Notaba cómo el estrés recorría también mi cuerpo. La sensación de impotencia, de no poder hacer nada significativo por cambiar nuestra suerte era total. ¿Qué pueden hacer dos personas para detener el Apocalipsis?
Esther miraba a través de los cristales, llorosa.
—Puede que nos esté castigando a ti y a mí, por no haber tenido un hijo. Creced y multiplicaos… —dijo, casi para sí misma.
El reproche, siempre ahí clavado, como un oxidado cuchillo ritual de los Incas.
—No me vengas otra vez con eso, Esther —rogué, hastiado—. Pensar que lo que sucede en el planeta depende de lo que tú y yo hagamos… es de un egocentrismo solipsista extremo…
Ella callaba.
—¿Te imaginas lo que hubiese sido tener un hijo? —proseguí—. ¿Te gustaría que nuestro hijo estuviese por aquí ahora, siendo víctima junto a nosotros de esta locura? A veces pienso que, no trayéndole a este mundo de mierda, lo he querido y respetado mucho más que tú.
Esther se giró hacia mí, con ojos sorprendidos, furibundos…
—¿Qué coño estás diciendo? —explotó—. ¿Cómo me puedes decir eso? Yo le hubiese dado una vida llena de afecto, digna de ser vivida… Y si esto es el final, al menos hubiese tenido la ocasión de estar vivo, de poder respirar y conocer qué significa esta experiencia. Ahora, ahora ya… —se le crisparon los labios— nunca podré… ver su cara…
Se acercó a mí, con lágrimas resbalando por sus mejillas.
—Eres un cobarde… ¡Un egoísta de mierda!
Y en lugar de golpearme a mí, dio un manotazo al plato de cristal sobre la mesa, que voló hasta hacerse añicos contra el suelo, justo antes de salir corriendo hacia nuestro cuarto. Escuché el portazo al final del pasillo, a galaxias de distancia.
Vaya asco…
Me levanté al rato con pesadumbre, a por la escoba y el recogedor para barrer los pedazos de cristal por todo el salón. Lamenté todas y cada una de mis palabras, la forma de expresarlas. Lamenté mi estúpida soberbia, mi falta de sensibilidad hacia su estado emocional. Lamenté estar junto a ella, no haberla dejado libre, que encontrase a cualquier otro que le transmitiese la felicidad que yo jamás sería capaz de brindarle. Mientras arrastraba con la escoba los brillantes fragmentos hacia el recogedor, sentí unas inmensas ganas de llorar, como ya ni recordaba. Ella tenía razón. Soy un cobarde, por no querer un hijo y cuidarlo junto a ella, por no alejarme, por no atreverme a vivir sin verla cada día. Y soy un egoísta de mierda, porque he unido su destino al mío.
Porque es la única persona en el mundo a la que he amado con toda mi alma.
Midnight.
Midnight.


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Mensaje por Midnight. Jue 19 Dic 2013, 2:58 pm

8 creepypasta

Creepys


El piso de arriba


Cuando era niño mi familia se mudó a una casa vieja y enorme de dos pisos, con espaciosos cuartos vacíos y tablones que rechinaban. Mis padres trabajaban, así que usualmente me quedaba solo al venir de la escuela. Un día que llegaba un poco tarde, la casa todavía estaba oscura. «¿Mamá?», llamé, y la escuché decir con voz cantarina «¿Siiiiiií?» desde el piso de arriba. La llamé de nuevo mientras subía las escaleras para ver en qué habitación se encontraba, y de nuevo me respondió con un «¿Siiiiiií?».
Estábamos redecorando para ese tiempo, y no sabía ubicarme entre ese laberinto de habitaciones, pero ella estaba en una de las más alejadas, al final del pasillo. Me sentí intranquilo, pero supuse que era normal y me dirigí a ver a mi madre, sabiendo que su cercanía apaciguaría mis miedos. Justo cuando tomé la perilla para entrar en la habitación, escuché la puerta principal abrirse y a mi mamá decir, «Cariño, ¿estás en casa?» con una voz alegre. Di un salto hacia atrás, sobresaltado, y corrí hacia las escaleras para ir con ella; pero cuando volteé desde los primeros escalones, la puerta de esa habitación se abrió lentamente haciendo un quejido. Por un breve instante, pude ver algo ahí adentro. No sé lo que era, pero me estaba mirando.
 
El Camino Sin Fin


En Corona, California, hubo una vez una carretera conocida por la mayoría de los lugareños como El Camino Sin Fin. Específicamente, el verdadero nombre de la carretera era El paso de Lester. Hoy día, más de veinte años después, el terreno de Corona ha cambiado, y El Camino Sin Fin ya no lo sigue siendo. Sin embargo, hace algunos años, El paso de Lester era un camino sin alumbrado público que las personas aseguraban que nunca terminaba cuando se cruzaba por la noche. Tampoco se volvía a saber de las personas que hacían tales recorridos por el camino.
La leyenda se volvió tan famosa que todos se rehusaban a conducir por El paso de Lester hasta por el día. Una noche, como muchos adolescentes de mi edad, conduje por esa carretera, pero sólo algunos kilómetros, y con los focos de mi auto sí daba la impresión de que nunca terminaba. Asustado, rápidamente decidí regresar, porque de haber continuado el camino seguramente nunca habría regresado.
Los reportes de personas desaparecidas llevaron a la policía local a investigar. El paso de Lester se dividía en un segundo camino para el final, y no había barandillas que lo cercaran. Más allá del segundo camino había un cañón, y al otro lado de éste había otra carretera que se alineaba tan perfectamente con El paso de Lester que, al verse desde el ángulo correcto, especialmente de noche, el cañón desaparecía de vista y la carretera parecía continuar al otro lado. Tras haber investigado el cañón, fueron encontrados varios autos que cayeron a su perdición, con los cadáveres descompuestos de las víctimas aún atrapados en sus asientos.
 
El cuchillo en el maletín


Un día de verano en Southampon, Nueva York, una mujer se detuvo en una estación de gas. Mientras el bombero llenaba el tanque, la mujer le comentó que iba apurada porque tenía que recoger a su hija de clase de arte en East Hampton.
Un hombre vestido formalmente se acercó a su auto y comenzó a hablar con ella. Le explicó que su auto rentado se había descompuesto, y que tenía que atender unos asuntos en East Hampton. Ella le dijo que estaría encantada de llevarlo. El hombre metió su portafolio en la cabina trasera y dijo que iría al baño rápidamente.
Tras un par de minutos, la mujer miró a su reloj y entró en pánico. Condujo de vuelta a la carretera, olvidando que el hombre volvería para acompañarla.
La mujer no se acordó de él hasta que su hija se había subido al auto. ¡Notó el maletín y se dio cuenta de que lo había olvidado! Lo abrió esperando encontrar algún tipo de identificación o medio de contactarlo para que pudiera regresarle sus pertenencias. Lo único que encontró ¡fue un cuchillo y un rollo de cinta adhesiva!
 
El viaje en metro


Vivo en el Reino Unido. Una compañera de trabajo se enteró de esto por su novio. Él trabaja con alguien que le contó que la amiga de su hermana se subió al metro para ir a su casa hace algunas semanas. Cuando entró notó que había cinco filas de asientos vacíos, excepto por la última fila, que tenía a tres personas. Como le dio un poco de miedo, se sentó en el lado opuesto a estas personas, a varias filas de distancia. Se acomodó y dirigió su mirada a la mujer que venía con los hombres, que la veía fijamente.
Sacó su libro y comenzó a leerlo, pero cada vez que volteaba a la mujer ésta parecía seguirla viendo. El metro se detuvo en la siguiente estación y se subió un hombre: observó detenidamente el interior del metro, la vio a ella y a las personas en el lado opuesto y se fue a sentar con ella. En tanto el metro partía a la siguiente estación, el hombre se inclinó hacia ella y le susurró en el oído, «si sabes lo que es bueno, te bajarán en la siguiente estación conmigo». Ella estaba helada, pero supuso que lo mejor sería hacerle caso, pues en la siguiente estación habría bastante gente.
Llegaron a la estación y ella se bajó con el hombre, quien empezó a decirle, «gracias a Dios. Lo siento, no quise asustarte, pero tenía que sacarte de ahí. Soy doctor, y la mujer sentada en los últimos asientos estaba muerta y los dos hombres a su lado la habían arreglado». De acuerdo al tipo que contó la historia, la chica y el doctor llamaron a la policía, quienes detuvieron el metro en la siguiente estación.
 
Escondido


¿Por qué lo haces? No sabes por qué, pero lo haces. Te aseguras de que las ventanas estén bien cerradas, revisas al otro lado de la puerta, y tu armario… incluso miras debajo de la cama. ¿Por qué haces eso? ¿Acaso abrir la cortina de la ducha y ver que no hay nada ahí te hace sentir seguro? ¿Acaso escudriñar el área con tu vista luego de leer una historia de terror te hace sentir tranquilo?
Pues, no deberías.
Porque para el tiempo que has mirado, yo ya me he escondido.
Midnight.
Midnight.


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Mensaje por Midnight. Jue 19 Dic 2013, 3:08 pm

9 creepypasta

Muerte pornografica

Sí, lo sé, el título es algo raro, pero no encuentro otras palabras para describir lo siguiente.
Siempre fui muy apegado a mi prima Alejandra. Cuando esto ocurrió, hace ya varios años, ella tenía la edad de diecinueve años y yo quince. Nuestros familiares siempre nos decían que parecíamos «uña y mugre», ya que siempre andábamos juntas de un lado a otro. Pero siempre hubo un hábito de Alejandra que a mí nunca me gustó: a ella le gustaba la pornografía.
Siempre creí que la pornografía sólo le gustaba a los hombres, pero mi prima muchas veces me contó de nuevas páginas que encontraba o de algunas prácticas sexuales bastante extrañas. Como ella sabía que a mí no me gustaban esas cosas, se limitaba a contarme de vez en cuando los resultados de sus búsquedas, pero jamás me incitó a ver una pagina así.
Cierto día de abril, me contó que había encontrado una página nueva en donde si te registrabas, tú mismo podías hacer tus videos o tus fotos «xxx». El primer error que cometió fue el de registrarse. En un inicio ella miraba pornografía, pero jamás subía fotos suyas o daba alguna información acerca de su vida. Desgraciadamente, después me enteré de que había empezado a tener varios seguidores en esa página porque había empezado a subir fotos de ella desnuda.
Entonces nuestra relación se fue debilitando poco a poco, hasta que terminó por extinguirse. Pasaron algunos meses en los que no tuve contacto con ella, pero una noche acudió a mi casa llorando y pidiéndole a mis papás que la dejaran hablar conmigo. Mis papás, preocupados, nos dejaron charlar a solas.
Alejandra me contó que desde que empezó a subir ese tipo de fotos, una chica de nombre Esther la había agregado como amiga, y que en la página de Esther había fotos de ella haciendo muchas cosas incorrectas. A pesar de saber que de esa amistad no saldría nada bueno, mi prima aceptó ser su amiga y poco a poco fueron compartiendo fotos y experiencias. Después de contarme esto, mi prima se puso muy nerviosa y me dijo que desde hace algunos días, Esther subía fotos en donde aparecía desnuda y llena de sangre, con su cuerpo mutilado, moretones en su cara y cadenas en sus pies. En pocas palabras, eran fotos de ella asesinada, en las que también se veía la sombra de quien había tomado las fotos, y mi prima sospechaba que el mismo fotógrafo era el asesino.
Aunque su relato me sorprendió, aún no comprendía del todo por qué Alejandra quería hablar conmigo, pero la respuesta a esa pregunta me llegó pronto.
Mi prima me dijo que en los comentarios de las fotos del asesinato de Esther aparecía un link bastante extraño, y que ella, por curiosidad, se atrevió a abrir esa página. Lo que vio fue algo perturbador: cientos de fotos de chicas asesinadas de la misma manera que Esther, y al final de cada foto, la leyenda «Tú eres la siguiente», acompañada de la foto de mi prima… Obviamente ella se asustó y cerró de inmediato la página; pero dice que cada noche podía ver a un hombre en su ventana sosteniendo una cámara en sus manos. Y cuando lo miraba detenidamente, podía ver que ese hombre sólo tenía una horrenda sonrisa en la cara. Sin ojos ni nariz.
¿Qué podía hacer yo? Aunque no creía su historia, le permití que durmiera varios días en mi casa, y como ella no vio en esos días nada extraño en las ventanas ni nada por el estilo, se sintió lista para regresar a su departamento.
Después de un tiempo dejé de saber de ella, hasta que un día mis padres me informaron que la habían asesinado; pero no me dijeron cómo o por qué. Tampoco me dejaron ir al funeral esa tarde, así que decidí meterme a la red social pornográfica en la que se había suscrito.
Y ahí estaban: fotos de ella, un día antes de su muerte, amarrada a una cama, desnuda y con muchas agujas en su cuerpo, llagas en los brazos y moretones en su cara. No pude ver las siguientes fotos. Lo único que me alegró fue no ver el link que ella me describió… Aquel en donde le anunciaron que ella sería la siguiente.
Cuando les conté a mis papás de lo que vi, y quisimos revisar la página, ésta había sido dada de baja, y el cómo murió mi prima quedó en una pregunta sin respuesta. Aunque juraría que ayer, cuando dormía, pude ver la silueta de un hombre en la ventana de mi vecina… un hombre sosteniendo una cámara…
«Pobre chica», pensé. «Todo por subir sus fotos a una página de internet».
Midnight.
Midnight.


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Mensaje por Midnight. Jue 19 Dic 2013, 3:14 pm

10 creepypasta

La casa sin fin


Permítanme comenzar diciendo que Peter Terry era adicto a la heroína.
…….Fuimos amigos en la universidad y lo seguimos siendo después de graduarme. Nótese que dije «graduarme». Él se retiró luego de dos años de esfuerzo mínimo. Tras pasar de los dormitorios en la universidad a un pequeño apartamento, no frecuentamos tanto. Hablábamos en línea de vez en cuando (AIM era líder en los años previos a Facebook). Hubo un periodo que no estuvo en línea por cerca de cinco semanas consecutivas. No me preocupó. Era un completo vago y adicto a las drogas, por lo que asumí que sencillamente le dejó de interesar. Pero una noche le vi entrar de la nada. Antes de poder iniciar una conversación, me envió un mensaje:
…….«David, hombre, tenemos que hablar».
…….Entonces me contó de La Casa Sin Fin. Obtuvo ese nombre porque nadie había nunca llegado a la salida. Las reglas eran simples y cliché: alcanza el último cuarto del edificio y gana quinientos dólares, nueve cuartos en total. Estaba ubicada fuera de la ciudad, a unos seis kilómetros y medio de mi casa. Al parecer, él lo había intentado y fracasado. Supuse que su intoxicada mente exageró la situación y salió huyendo por algún fantasma de papel o semejante. Me dijo que sería demasiado para cualquiera, era antinatural. Yo no le creí; ¿por qué lo haría? Le dije que echaría un vistazo la noche siguiente, y no importaba lo mucho que tratara de convencerme de lo contrario, quinientos dólares sonaba muy bueno como para ser cierto. Partí el día siguiente. Esto es lo que pasó.
.
…….Al llegar y asimilar mi primera impresión del local… ¿alguna vez han visto o leído algo que no debería causar pavor, pero que por alguna razón un escalofrío se arrastra por tu cuerpo? Caminaba hacia el edificio, y la sensación de malestar se intensificó conforme abría la puerta principal.
…….Mi corazón se desaceleró y solté un suspiro de alivio cuando entré. El lugar se veía como el vestíbulo de un hotel cualquiera decorado para Halloween. Un letrero remplazaba al recepcionista, decía: «Habitación 1 por aquí. 8 más le siguen. ¡Llega hasta el final y ganas!». Me reí e hice mi camino a la primera puerta.
…….El área era una burla. La decoración te recordaba la sección de Halloween de un mini-súper, con fantasmas de tela y zombis animados que te gruñían al caminar a su lado. En el otro extremo estaba la salida, la única puerta además de la que usé para entrar. Caminé a través de las telarañas de juguete hacia la segunda habitación.
…….Fui recibido por niebla cuando abrí la puerta; sin duda hubo un avance en términos de tecnología. No sólo había una máquina de humo, sino también un murciélago colgado del techo y volando en círculos. Parecían tener una banda sonora de terror barata reproduciendo desde algún punto de la habitación.  No vi un equipo de música, pero supuse que debían haber utilizado un sistema de megafonía. Pasé por encima de unas cuantas ratas a cuerda y me fui con el pecho en alto a la siguiente zona.
…….En la tercera habitación es cuando las cosas empezaron a cambiar.
…….Superficialmente, no podías ver nada fuera de lo ordinario. Había una silla en el medio del piso tapizado con fina madera, una sola lámpara en la esquina hacía un pobre trabajo iluminando el lugar, y proyectaba algunas sombras en el piso y paredes. Ése era el problema. Sombras. Dejando fuera la de silla, había otras. Fue al momento que supe que algo no estaba bien. Ni siquiera pensé mientras automáticamente intentaba abrir la puerta por la que vine… Estaba asegurada desde el otro lado.
…….Aquello me desconcertó, ¿alguien las aseguraba a medida que progresaba? No, no había manera. Le habría escuchado. ¿Un seguro mecánico? Quizá. Pero estaba demasiado asustado como para pensar realmente. Me volví al frente de la habitación y las sombras se habían ido. La sombra de la silla se mantuvo, pero las demás se habían ido. Lentamente empecé a caminar. Solía alucinar cuando era un niño, así que atribuí a ello lo ocurrido. Me sentí mejor al seguir el trayecto, revisé abajo por obstáculos, y ahí fue cuando lo vi. O no lo vi. Mi sombra no estaba. No tuve tiempo de gritar; corrí tan rápido como pude a la otra puerta y me adentré a la cuarta habitación sin pensar en lo que podría contener.
…….Ésta fue posiblemente la más inquietante. Cuando cerré la puerta, toda la luz pareció ser succionada y puesta de vuelta en la habitación anterior. Me quedé ahí, envuelto en la oscuridad, sin poder moverme. No le temo a la oscuridad, nunca le he temido, pero estaba aterrado. Toda visibilidad me había abandonado. Sostuve mi mano frente a mi rostro y de no saber que le había ordenado a mi cuerpo tal cosa nunca habría sido capaz de darme cuenta. Oscuridad no lo describe. No podía escuchar nada, era un silencio inerte. Cuando estás en una habitación a prueba de sonido, aún puedes escucharte respirar. Puedes escucharte estando vivo… yo no podía. Comencé a empujarme hacia adelante, mi corazón palpitando agitadamente era lo único que podía sentir. No parecía haber una puerta del otro lado, no estaba seguro de que hubiese una esta vez. El silencio fue entonces roto por un leve zumbido.
…….Me giré violentamente al sentirlo detrás mío, pero no podía siquiera ver mi nariz. De cualquier forma, sabía que algo había ahí. El zumbido se acrecentó, más fuerte, más cercano. Di un paso atrás, nunca había experimentado esa clase de miedo. Realmente no puedo describirlo. No temía morir, temía las alternativas. Las luces parpadearon durante menos de un segundo y lo vi. Nada. La habitación estaba de nuevo inmersa en tinieblas y el zumbido era ya un chirrido salvaje. No podía seguir con ese sonido maldito durante otro minuto. Corrí hacia atrás, lejos del ruido, hasta llegar al otro extremo; al dar con la perilla de la puerta la giré y caí a la siguiente habitación.
…….Antes de que detalle la quinta habitación deben de tener claro algo. Yo no soy un adicto a las drogas. No he tenido historial de abuso de drogas o cualquier tipo de episodios psicóticos fuera de las alucinaciones en mi infancia que mencioné antes, y ésas sólo ocurrían cuando estaba muy cansado o recién despertaba. Entré en La Casa Sin Fin con la mente sana.
…….Después de caer por el cuarto anterior, mi vista de la habitación número cinco era de espaldas, mirando hacia el techo. Lo que vi no me asustó, simplemente me impresionó. Árboles habían crecido en la habitación y se alzaban por encima de mi cabeza. El techo era más alto que en las otras habitaciones, de lo cual pude conjeturar que estaba en el centro de la casa. Me levanté del suelo, sacudí el polvo, y di un vistazo. Fue sin duda la más grande habitación. No llegaba a ver la salida desde donde estaba, varios arbustos y ramas bloqueando mi línea de visión me debieron impedir de ubicar una. Imaginé que a partir de este punto las habitaciones serían más y más aterradoras, pero esto era un paraíso en comparación con la última habitación. También asumí que lo que fuera que estuviera ahí en la cuarta habitación, se quedó en la cuarta habitación. No lo hizo.
…….En lo que me adentraba por el área comencé a escuchar lo que uno escucharía si estuviera en un bosque, el ruido de los insectos y el aleteo ocasional de un ave parecían ser mi única compañía en esta habitación. Eso fue lo que más me molestó. Escuchaba los insectos y otros animales, pero no veía ninguno.
…….Caminé, esperando que tras el siguiente árbol diera con la puerta. Después de unos momentos sentí un mosquito acomodarse en mi brazo. Lo sacudí y seguí andando. Un segundo después, sentí diez mosquitos más volar a mi piel en diferentes lugares. Los sentí arrastrarse de arriba hacia abajo en mis brazos y piernas, y unos pocos bordando mi cara. Hacía un esfuerzo por espantarlos pero seguían viniendo. Cuando vi abajo dejé escapar un grito ahogado. No había un tan solo insecto. Ni un solo mosquito estaba en mi piel, pero podía sentirlos a lo largo de mi cuerpo. Los sentía picarme y los oía volar por mi rostro y alrededor. Me tiré al suelo y comencé a rodar. Estaba desesperado, odio a los insectos, especialmente los que no puedo ver o tocar. Estos mosquitos podían tocarme, y estaban por todas partes.
…….Me puse a gatear. No tenía idea de a dónde iba, la entrada no estaba por ningún lado, y seguía lejos de encontrar la salida. Así que gateé, con mi piel siendo agredida por esos insectos fantasma. Después de un interminable periodo de tiempo di con la sexta puerta. Agarré el árbol más cercano y conseguí ponerme en pie, perdidamente bofeteando mis brazos y piernas en vano. Traté de correr pero no pude, mi cuerpo estaba agotado de arrastrarse y hacerle frente a lo que fuera que tuviera encima. Emprendí algunos pasos tambaleantes hacia la puerta, agarrando cada árbol en el camino para sostenerme. Fue sólo a unos metros de distancia cuando lo escuché. El mismo insistente zumbido de antes. Venía de la habitación siguiente, y era más grave. La sensación de los mosquitos se reducía mientras el zumbido tomaba fuerza. Al poner mi mano en la perilla, los mosquitos desaparecieron, pero no me atreví a girarla. Esperé, con mi cabeza apoyada en la puerta y mi mano en un agarre tembloroso. El zumbido era tan ruidoso que ni siquiera podía oírme pretendiendo reflexionar. Sabía que de soltar la perilla los insectos volverían y no habría forma de que regresara hasta la habitación anterior. No había nada que pudiera hacer sino continuar. La sexta habitación seguía, y la sexta habitación era el Infierno.
Midnight.
Midnight.


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Mensaje por Midnight. Jue 19 Dic 2013, 3:17 pm

11 creepypasta

Psicosis

Domingo
No estoy seguro de por qué escribo esto en papel y no en mi computadora. No es que no confíe en mi computadora, sólo… necesito organizar mis ideas. Poner todos los detalles en un lugar objetivo, un lugar en donde sepa que lo que escribo no puede ser borrado o alterado… no que eso haya pasado.
Estoy comenzando a sentirme agobiado en este diminuto apartamento. Quizá ése es el problema. Sí, tenía que ir y comprar el apartamento más barato, el único en el sótano. No he salido en varios días porque he estado enfrascado en este proyecto de programación; supongo que quería acabarlo de una buena vez. Estar sentado frente a un monitor por horas puede hacer que cualquiera se sienta extraño, lo entiendo, pero no creo que sea por eso.
No estoy seguro de cuándo comencé a sentir que algo andaba mal. Ni siquiera puedo definir qué es. Probablemente por no haber hablado con nadie en este tiempo; eso fue lo primero que me inquietó. Todos mis contactos con los que chateo habitualmente por Messenger mientras programo han estado ausentes, o simplemente desconectados. El último mensaje que recibí fue de un amigo diciéndome que charlaría conmigo cuando volviera de la tienda, y eso fue ayer. Lo llamaría desde mi celular, pero aquí la señal es terrible.
Sí, eso es. Sólo necesito llamar a alguien. Voy a salir.
 
Bueno, eso no se dio tan bien. A medida que mi temor se desvanece, me empiezo a sentir un poco ridículo por haberme asustado en primer lugar.
Me miré en el espejo antes de salir, pero no me afeité la barba de dos días que me ha crecido, después de todo saldría únicamente para hacer una llamada. Pero sí me cambié de camisa, ya que era hora de almorzar y supuse que me podría encontrar con algún conocido. O al menos eso era lo que quería… ojalá lo hubiera hecho.
Cuando salía, abrí ligeramente la puerta de mi apartamento; una sensación de ahogo evacuó mi cuerpo en ese instante, de alguna forma. Me asomé por el deslucido corredor, tan deslucido como el corredor de un sótano puede ser, apenas iluminado por un trío de lámparas de neón que no dejan de chasquear. En el otro extremo, la gran puerta metálica que lleva a la sala principal del edificio —cerrada, por supuesto—, y dos oxidadas máquinas expendedoras a su lado. Estoy bastante seguro de que nadie más en el edificio sabe que esas máquinas están aquí abajo, que a mi tacaña casera sencillamente no le interesa reabastecer.
Deslicé mi puerta con suavidad y seguí el camino procurando no emitir sonido alguno. No tengo idea de por qué decidí hacer eso, pero era divertido rendirse al absurdo impulso de no perturbar el letárgico zumbido de las máquinas expendedoras, al menos por el momento. Llegué al primer descanso de escaleras y subí hasta la puerta principal del edificio. Miré por la cuadrada ventanilla de la puerta y, para mi gran sorpresa, definitivamente no era hora de almuerzo. La penumbra de la noche envolvía las calles de la ciudad, y las luces de los automóviles que daban la vuelta en la intersección alumbraban desde la distancia como faroles. Nubes púrpuras y negras por el brillo de la ciudad colgaban inmóviles del firmamento. Nada se movía a excepción de los pocos abedules de la acera mecidos por el viento. Recuerdo haber temblado aunque no tenía frío, quizá por el viento de afuera; podía oírlo vagamente a través de la puerta y sabía que era ese particular tipo de viento de media noche, ése que es constante, frío y callado, salvo por la dulce melodía que provocaba cuando se abre paso entre las incalculables hojas de los árboles.
Decidí no salir. En su lugar, levanté mi celular a la altura de la ventanilla y revisé el medidor de señal. Las barritas llenaron el medidor, y sonreí. «Tiempo de escuchar la voz de alguien más», recuerdo que pensé, aliviado. Era algo tan extraño, el tenerle miedo a nada. Negué con la cabeza riéndome de mí mismo en silencio. Marqué el número de mi mejor amiga, Amanda, y acerqué el teléfono a mi oreja. Sonó una vez… y entonces se detuvo. Nada pasó. Escuché el silencio por unos veinte segundos, y colgaron. Fruncí el ceño y miré el medidor de señal; todavía lleno. Estaba marcando su número de nuevo cuando el teléfono sonó en mi mano, sacándome un buen susto. Lo pasé a mi oreja.
—¿Diga? —pregunté, reteniendo el leve shock de oír la primera voz en días, aun si se trataba de la mía. Me había acostumbrado a los sonidos regulares del edificio, de mi computadora y el de las máquinas expendedoras en el corredor. No hubo ninguna respuesta a mi saludo en un principio, pero luego, una voz se escuchó.
—¿Qué hay? —dijo claramente un joven desde el otro lado de la línea—. ¿Quién habla?
—Juan —le respondí, confundido.
—Ah, perdón, número equivocado —contestó, y colgó.
Bajé el celular lentamente y recargué mi cuerpo contra la pared. Eso fue extraño. Revisé mi registro de llamadas; el número era desconocido. Antes de que pudiera reflexionar sobre ello, el celular sonó de nuevo, asustándome una vez más. Esta vez miré el número antes de contestar; también era desconocido. Coloqué el aparato junto a mi oído, sin decir nada. Todo lo que escuché fue el usual ruido de fondo de un celular. Entonces, una voz familiar acabó con mi tensión.
—¿Juan? —Fue la única palabra, por la voz de Amanda.
Suspiré aliviado.
—Hey, eres tú —contesté.
—¿Quién más iba a…? Ah, el número. Estoy en una fiesta en la Séptima Avenida y mi teléfono murió justo cuando me llamaste. Éste es el teléfono de alguien más, naturalmente.
—Ah, bueno.
—¿Dónde estás? —me preguntó.
Paseé los ojos por los muros y su pintura descarapelada; la puerta que tenía frente, con su pequeña ventanilla.
—En la entrada de mi departamento —Suspiré—. Me sentía un poco sofocado. No sabía que era tan tarde.
—Deberías venir aquí —me dijo, riendo.
—No…, no estoy de humor para caminar solo a estas horas —dije, mirando por la ventanilla a la tranquila y airosa calle que secretamente me causaba un poco de temor—. Creo que voy a seguir trabajando o me iré a dormir.
—¡Tonterías! —contestó—. ¡Puedo ir a traerte! Tu departamento queda cerca de aquí, ¿cierto?
—¿Qué tan ebria estás? —le pregunté divertido—. Tú sabes en dónde vivo.
—Ah, claro. Supongo que puedo llegar ahí caminando, ¿no?
—Puedes, si quieres desperdiciar media hora.
—Cierto —contestó—. Bueno, me tengo que ir, ¡suerte con tu trabajo!
Bajé el teléfono de nuevo, viendo a los números parpadear mientras la llamada finalizaba. El insistente zumbido de las máquinas se reprodujo en mi mente. Las dos llamadas extrañas y la vista a esa tétrica calle terminaron por encarrilarme de vuelta a mi soledad en esta vacía sala. Tal vez por haber visto tantas películas de terror tuve la súbita idea de que algo inexplicable podría asomarse por la ventanilla de la puerta y verme, alguna clase de entidad horrible que pasa orbitando los confines de la soledad, esperando el momento para arrastrarse hasta algún ser humano que se ha alejado demasiado de los de su clase. Sabía que era un miedo irracional, pero no había nadie cerca, así que… bajé las escaleras corriendo por el pasillo hasta mi cuarto, y cerré la puerta tras de mí lo más velozmente que pude, procurando mantener el silencio.
 
Como dije, me siento un poco ridículo por haber estado asustado de nada, y el temor ya se ha desvanecido. Escribir esto me ayuda mucho, me hace darme cuenta de que nada anda mal. Filtra mis pensamientos inconclusos y miedos, dejando sólo hechos concretos y objetivos: es tarde, recibí una llamada de un número equivocado y al teléfono de Amanda se le agotó la carga, por lo que me devolvió la llamada con otro teléfono. Nada extraño está pasando.
Aun así, hubo algo… inusual en esa conversación. Sé que pudo haber sido por el alcohol que había tomado… ¿o fue a ella a quien sentí extraña? O… sí, ¡eso es! No me di cuenta hasta ahora, hasta escribirlo. Sabía que hacer esto ayudaría. Ella dijo que estaba en una fiesta, ¡pero lo único que escuché de trasfondo fue silencio! Claro, eso no significa nada en particular, puesto que pudo haber ido afuera a tomar la llamada. No… eso tampoco pudo ser: ¡no escuché el rumor del viento! ¡Necesito ir a ver si el viento está soplando!
 
Lunes
Olvidé terminar de escribir anoche. No sé qué esperaba encontrar cuando crucé por el pasillo y asomé el rostro por la ventanilla. Me siento ridículo. El miedo de anoche me parece vago e irrazonable ahora. No puedo esperar para salir y ver la luz del día. Voy a revisar mi correo, afeitarme, darme un baño ¡y finalmente salir de aquí!
Un momento… creo que escuché algo.
 
Era un trueno. Todo eso sobre la luz del día y el aire fresco no pasó. Subí por el tramo de escaleras, sólo para encontrar decepción. El cristal de la puerta principal era azotado por la corriente de lluvia torrencial que se desataba afuera. Quise quedarme a esperar a que un relámpago iluminara la intemperie; pero la lluvia era muy fuerte y no podía visualizar nada más que siluetas indistinguibles paseándose por ángulos extraños de la corriente de agua bañando la ventanilla. Decepcionado, me di la vuelta, pero no quería volver a mi cuarto. En su lugar, deambulé por las escaleras, al primer piso, al segundo. Llegué al tercer piso, el más alto del edifico.
Caminé por el alfombrado del piso. Las diez o tantas puertas de madera, pintadas de azul hace mucho tiempo, estaban todas cerradas. Escuché atentamente mientras caminaba, pero era medio día, no me sorprendió oír poco más que el sonido de la lluvia afuera. En lo que permanecí ahí parado, en ese turbio lugar, tuve la extraña y fugaz impresión de que las puertas eran como silenciosos monolitos de granito, esculpidos por una antigua y olvidada civilización para un insondable propósito de guardines. Cayó un relámpago que iluminó el pasillo, y pude haber jurado que, sólo por un momento, las viejas y deterioradas puertas azules se vieron como piedra áspera. Me reí de mí mismo por dejar que mi imaginación jugara así conmigo, pero entonces se me ocurrió que el resplandor de ese rayo debía de significar que había ventanas cerca. Me llegó una memoria distante, y de inmediato recordé que el tercer piso tenía una alcoba con una puerta corrediza de cristal al final del pasillo en donde estaba.
Emocionado por ver la ciudad desde lo alto en medio de la lluvia y, quizá, ver a otra persona, caminé velozmente hacia la alcoba, encontrándome con la delgada y larga puerta corrediza. Era bañada por la corriente como la ventanilla de la puerta principal. Acerqué mi mano a la manija, pero dudé. Tuve la rarísima sensación de que si la abría, vería algo completamente terrible del otro lado. El último par de días había sido tan extraño… así que ideé un plan, y volví aquí para traer lo que necesitaría. No pienso que realmente lograré algo con esto… pero no tengo nada más que hacer, llueve y me estoy volviendo loco de remate.
Regresé por mi cámara web. De ninguna forma el cable llegará hasta el tercer piso, por lo que, en su lugar, voy a ocultarla entre las dos máquinas expendedoras, pasar el cable por debajo de mi puerta y ponerle cinta de aislar encima para camuflarlo en la tira de plástico negra que se extiende por la base de las paredes del corredor. Sé que es tonto, pero estoy muy aburrido…
 
Bueno, nada sucedió. Dejé abierta la puerta de mi apartamento, me llené de valor, fui hasta la puerta metálica, la abrí y corrí como alma que lleva el Diablo de vuelta a mi cuarto y azoté la puerta. Miré atento por la cámara web de mi computadora, viendo en la transmisión al pasillo y una parte de las escaleras. Sigo observando en este momento, y no aparece nada interesante. Desearía que el ángulo de la cámara fuera distinto, que pudiera ver al menos una parte de mi puerta. ¡Hey, alguien se conectó!
 
Usé un modelo de cámara más antiguo que tenía en mi clóset para charlar con mi amigo. No supe explicarle por qué quería que fuera una llamada de video, pero se sintió bien ver la cara de otra persona. No se quedó a hablar por mucho tiempo, y no hablamos de nada importante, pero me siento mucho mejor. Mi absurdo temor casi se ha ido. Ya lo habría dejado completamente de lado, de no ser por la extraña manera en que se dio la conversación. Sé que he dicho que todo me ha parecido extraño, pero sus respuestas fueron tan vagas… no puedo recordar una sola cosa específica que me haya dicho; ningún nombre, lugar o evento en particular. Aunque sí me pidió mi dirección de correo, para mantenerse en contacto. Un momento, me llegó un correo.
 
Estoy a punto de salir. Recibí un correo de Amanda para pedirme que nos reuniéramos en «el lugar al que siempre vamos». Me encanta la pizza, y he estado comiendo de las sobras que había en lo que una vez fue una alacena decorosa, así que no puedo esperar. De nuevo, me siento ridículo por mi conducta de estos últimos días. Debería quemar este diario cuando regrese.
Otro correo.
 
Oh, por Dios. Casi ignoro el correo y abro la puerta. Estuve a punto de abrir la puerta. Estuve a punto, pero leí el correo primero. Era de un amigo que llevo un tiempo sin ver, y fue enviado a muchísimos correos que deben de ser cada contacto que tiene registrado. Omitió el título, y decía, únicamente: «ve con tus propios ojos no confíes en ell».
¿Qué demonios puede significar eso? No me lo puedo sacar de la cabeza. ¿Es un mensaje enviado para advertir de que algo ocurrió? ¡La frase claramente se mandó sin terminar! En cualquier otro día lo hubiera tomado como spam, pero las palabras «ve con tus propios ojos»… no puedo evitar releer este diario, repasar los últimos días, y caer en cuenta de que no he visto a ninguna persona con mis propios ojos o hablado con alguien cara a cara. La conversación en línea con mi amigo fue tan extraña, tan vaga, tan… misteriosa, ahora que lo pienso. ¿En serio fue misteriosa?, ¿o es el miedo que está turbando mi memoria?
Mi mente juega con los sucesos que he organizado aquí, apuntando a que no ha habido ni un tan solo dato que haya adicionado sin sospechar. El «número equivocado» que obtuvo mi nombre y la subsecuente llamada de Amanda, el amigo que pidió mi dirección de correo… Yo lo saludé primero cuando vi que estaba conectado, y luego recibí un correo apenas terminó la conversación… ¡Oh, por Dios! ¡La llamada de Amanda! ¡Le dije por el teléfono, le dije que estaba a media hora de la Séptima Avenida! ¡Ellos saben que estoy cerca de ahí! ¿Qué si están tratando de encontrarme? ¡¿Dónde está todo el mundo?! ¡¿Por qué no he visto o escuchado de nadie en días?!
No, no, esto está mal. Es de locos. Necesito calmarme.
 
No sé qué pensar. Recorrí mi apartamento desesperado, sosteniendo mi celular en cada rincón para ver si podía obtener algo de señal. Finalmente, en el baño, cerca de una de las esquinas superiores: una barrita. Sosteniéndolo a esa altura envié un mensaje de texto a cada número de mi lista. Consideré la probabilidad, el peor escenario posible, lo peor que podía imaginar. Envié: «¿Has visto a alguien cara a cara últimamente?».
Para este punto, lo único que necesito es una respuesta. No me importa cuál sea, de quién o si me dejé en ridículo al hacer eso. Intenté hacer una llamada, pero no podía elevar mi cabeza lo suficiente, y si bajaba el teléfono siquiera un centímetro perdía la señal. Luego recordé mi computadora y fui directo por ella. Envíe un mensaje a todos mis contactos conectados. La mayoría estaba ausente u ocupado; nadie respondió. Se agotó mi paciencia. Empecé a inventar pretextos para justificar que vinieran hasta aquí. No me importa nada a estas alturas, ¡sólo necesito ver a otra persona!
Desbaraté mi apartamento tratando de encontrar algo que haya pasado por alto, alguna forma de contactar a otro ser humano sin abrir la puerta. Sé que es demente, sé que es irracional, pero es posible, ¡es posible!, y necesito estar seguro. Fijé mi celular al techo por si acaso.
 
Martes
El celular timbró. Exhausto por el alboroto de anoche, debí de haberme quedado dormido. Me despertó el tono de mi celular; corrí al baño, me paré en el retrete y lo alcancé para contestar la llamada. Era Amanda, y ahora me siento mucho mejor. Estaba muy preocupada por mí y aparentemente ha intentado contactarme desde que la dejé plantada. Viene para acá, sí, sabía en dónde estoy sin necesidad de que se lo dijera. Estoy muerto de la vergüenza. Definitivamente voy a tirar este diario antes de que alguien lo vea, ya ni sé por qué sigo escribiendo en él. O bueno, quizá porque ha sido el único tipo de comunicación que he tenido desde… Dios sabe cuándo.
Me veo terrible. Me di un vistazo en el espejo antes de volver aquí. Mis ojos están hundidos, mi barba más grande y parece que estoy enfermo. Mi apartamento también está hecho un desastre, pero no voy a limpiarlo. Creo que necesito que alguien más vea por lo que he pasado. Estos últimos días no han sido normales, por donde lo vea. No soy de los que imaginan cosas. He sido víctima de la probabilidad. Seguramente me faltó poco para ver a otra persona en varias ocasiones, nada más fue que salí muy tarde por la noche, o al medio día, cuando todo el mundo está trabajando. Ahora sé que no hay problema. Además, encontré algo ayer que me ayudó tremendamente: ¡un televisor! Lo conecté justo antes de sentarme a escribir esto, y lo escucho sonar de fondo. La televisión siempre ha sido un escape para mí, y me recuerda que afuera de estos muros un mundo sigue andando, crea lo que crea.
Me alegra que Amanda haya sido la única que me contactó luego de haber mandado todos esos mensajes absurdos. Ha sido mi mejor amiga durante años. Ella no lo sabe, pero cuento al día en que la conocí como uno de los mejores que he tenido en toda mi vida. Fue un tibio día de verano; pareciera como si el recuerdo estuviera arrancado de un mundo distinto del que me encuentro ahora. Sentí que pasaron días enteros en ese parque, al que ya estábamos demasiado grandes para ir, hablando con ella solamente. Todavía puedo volver a ese momento en veces, y me recuerda que este lugar no es lo único que existe… Al fin, ¡llaman a la puerta!
 
Pensé que era raro que no la hubiera visto por la cámara que escondí en el pasillo. Supuse que fue por la perspectiva, similar a no poder ver mi puerta. Debí saber que eso sería un problema. Después de que tocara, grité en tono de broma que tenía la cámara entre las máquinas… vaya que había dejado a mi paranoia ir lejos. Vi su imagen acercarse y bajar la vista hasta dar con ella. Sonrió y saludó con una de sus manos.
—Qué hay —dijo alegremente, mirando curiosa.
—Lo sé, es raro —hablé por el micrófono conectado a mi computadora—. He tenido una mala racha —agregué.
—Seguro —contestó—. Ábreme Juan.
Dudé. ¿Cómo podía estar seguro?
—Sígueme un poco la corriente, ¿sí? Dime algo sobre nosotros, para probar que eres tú.
Miró a la cámara, se tocó la barbilla y volteó hacia arriba; sacó un papel y un lápiz. Escribió en ellos. Enseñó el papel para que pudiera verlo en la cámara:
«Ya estábamos muy grandes para ese parque».
Suspiré profundamente, la realidad volvía, el miedo se disipaba. Joder, había sido tan ridículo. ¡Por supuesto que era Amanda! Ese recuerdo no estaba en ningún otro lugar más que en mi memoria. Nunca he hablado con nadie de ese día, y no por vergüenza, sino por tenerlo como un nostálgico recuerdo. Si había alguna entidad desconocida que trataba de engañarme, como temía, de ninguna forma podría saber sobre ese día.
—Bueno, dame un segundo —le dije entre risas.
Corrí a mi pequeño baño y peiné mi cabello lo mejor que pude. Me miraba terrible, pero ella entendería. Riendo por mi tonto comportamiento, y el desorden en el que estaba, caminé hacia la puerta. Puse mi mano sobre la perilla y di un último vistazo a mis espaldas. Comida mordisqueada regada por el suelo, el bote de basura caído y la cama que había volcado hacía unas horas buscando… Dios sabrá qué estaba buscando. «Tan tonto», pensé.
Antes de girar la perilla, mis ojos notaron una cosa más: la cámara que usé para charlar con mi amigo. La esfera negra estaba sobre su costado y el lente apuntaba a la mesa en donde este diario se encontraba. Un terror enorme se apoderó de mí en cuanto pensé que si algo podía mirar a través de esa cámara, vería lo que había escrito acerca de ese día. Le pedí una cosa, cualquier cosa acerca de nosotros, y ella escogió la única en el mundo que creí que eso o ellos no sabrían… pero lo hacen, lo saben, ¡hasta pudieron haberme observado todo este tiempo!
No abrí la puerta. Grité. Grité sin parar. Arranqué la cámara y la estampé contra el suelo. La puerta tembló y la perilla intentó girar, pero no escuché la voz de Amanda al otro lado. ¿Sí era ella quien estaba afuera? ¿Quién más pudo ser sino Amanda? ¿Quién demonios estaba afuera? ¿Qué demonios estaba afuera?
La vi por la cámara, la escuché por mis parlantes, ¿pero fue real? ¡Cómo saberlo! Grité alarmado por ayuda. Aseguré la puerta con todos mis muebles. Por ahora se ha ido.
 
Viernes
Al menos creo que es viernes. He roto todos mis aparatos electrónicos. Destruí mi computadora. Cualquier cosa en ella podía, a fin de cuentas, ser manipulada por medio de la red. Sé de eso, soy un programador. No podía arriesgarme. Cada pequeño dato respecto a mí, mi nombre, mi correo, mi ubicación, todos fueron cosas que he dicho. He releído lo que he escrito una y otra vez. He intentado juzgar lo que he escrito, bailando entre el miedo y el escepticismo. A veces me consta que una entidad está decidida en el simple objetivo de hacerme salir de aquí: desde el principio, Amanda no hizo más que pedirme que abriera la puerta y saliera. Puedo leerlo, puedo leerlo claramente ahora.
Trato de ver las cosas desde todos los ángulos. Por un lado, soy un lunático que ha interpretado una convergencia de probabilidades extremadamente improbables, pero factible: no asomarme en el momento adecuado, no ver a otra persona por mero azar, recibir un correo extraño como los miles que es posible recibir, pero en el momento preciso. Por el otro, esa convergencia de probabilidades es la única razón por la cual lo que sea que está afuera no me ha atrapado aún: no abrí la puerta corrediza del tercer piso, y tal vez nunca debí abrir la puerta metálica al final del corredor. No volví a abrir la puerta de mi apartamento después de abrir la puerta metálica. Lo que sea que esté allá afuera —si es que está allá afuera— nunca «apareció» en el pasillo antes de que la abriera. Tal vez se había dedicado a cazar a todas las personas que se encontraban al descubierto y luego esperó, hasta que delaté mi existencia al tratar de llamar a Amanda… una llamada que no se concretizó hasta que eso me hablara y preguntara mi nombre.
Mi temor literalmente me abruma cada vez que intento acoplar todas las piezas de esta pesadilla. Ese correo —corto, cortado— era de alguien intentando decir algo. ¿Una advertencia aliada, intentando llegar a mí antes de que fuera muy tarde? Ver con mis propios ojos, no confiar. Puede que tenga dominadas a todas las cosas electrónicas, que haya elaborado una enorme red para engañarme y hacerme salir. ¿Por qué no puede entrar? Tocó la puerta, así que al menos, parcialmente, es sólido. La puerta. La idea de esas puertas como monolitos guardianes en el tercer piso aparece cada vez que mis pensamientos siguen este rumbo. Si hay alguna entidad etérea intentando que salga a la intemperie, quizá esa entidad es incapaz de cruzar las puertas.
No paro de pensar en todos los libros que he leído, en todas las películas que he visto, tratando de encontrar la respuesta a esto. Las puertas siempre han sido gatillos de la imaginación humana, plasmadas en numerosas ocasiones como portales de singular importancia ¿O quizá la puerta es muy gruesa? Yo no podría derribar ninguna de las puertas de este edificio, especialmente las del sótano. Dejando eso a un lado, ¿por qué me quiere a mí? Incluso yo puedo imaginar al menos una docena de formas de matarme, incluyendo dejar que me pudra aquí abajo y muera de hambre. Quizás eso es precisamente lo que está haciendo. Está llenándome de miedo; pero, ¿y si no quiere matarme?, ¿y si puede hacer algo peor? Dios, ¡¿cómo salgo de esta pesadilla?!
Llaman a la puerta…
 
Le dije a la gente del otro lado de la puerta que necesitaba unos minutos más para pensar las cosas y saldría. Sólo estoy escribiendo esto para decidir qué hacer. Al menos esta vez he escuchado sus voces. Mi paranoia —sí, reconozco que estoy siendo paranoico— me hace pensar en todas las formas que una voz humana podría fingirse por algún medio electrónico. El pasillo podría estar lleno de altavoces simulando voces humanas. ¿Realmente les tomó tres días venir a hablar conmigo? Se supone que Amanda está ahí afuera, junto con dos policías y un psiquiatra. Tal vez les tomó tres días pensar en qué decirme. La explicación del psiquiatra sería muy convincente, si decidiera pensar que todo esto no ha sido nada más que un extraño mal entendido, y dejar fuera de la ecuación a la entidad que intenta engañarme para abrir la puerta.
El psiquiatra tiene la voz de un viejo. Autoritaria pero sensible. Me agrada, me recuerda a la de mi propio padre. Dice que sufro de algo llamado «cyberpsicosis», y soy sólo uno más de una enorme epidemia que se cuenta por miles, detonada por un correo sugestivo que «se filtró de alguna forma». Juro que lo dijo así: «Se filtró de alguna forma». Creo que intenta decir que se esparció por todo el país inexplicablemente, pero sospecho demasiado que a la entidad se le ha resbalado algo. Dijo que soy parte de una ola de «comportamiento emergente»; que muchas personas más están enfrentando mi mismo problema, y el mismo miedo, aunque nunca nos hayamos comunicado.
Eso explica el correo que recibí sobre ver con mis propios ojos. No recibí el correo detonante original, recibí un derivado. Mi amigo pudo haber perdido la razón también, y ha intentado advertir a todo el mundo sobre su paranoico miedo. Así es como el problema se esparce, afirma el psiquiatra. Pude haberlo esparcido también con el mensaje que envié por el celular y los que mandé por Messenger. Alguno de todos esos contactos podría estar volviéndose tan loco como yo después de haber leído uno de esos mensajes, y ahora estar interpretando la realidad en la forma en la que yo lo estoy haciendo.
El psiquiatra me dijo que no quería «perder uno más». Que la inteligencia de gente como yo es precisamente nuestra perdición. Trazamos conexiones tan bien, que incluso las trazamos en donde no deberían estar. Dice que es fácil comenzar a acumular paranoia en el mundo en el que vivimos ahora, un lugar en constante cambio en donde cada vez mayor parte de nuestra interacción es simulada…
Hay que admitirlo, es una explicación hermosa. Reúne y explica todo. Lo explica perfectamente, de hecho. Tengo todas las razones del mundo ahora para sacudirme este horror atávico de que algo se encuentra del otro lado de la puerta lista para capturarme y llevarme a un destino peor que la muerte. Sería tonto, tras oír esa explicación, permanecer aquí hasta morir de hambre para evitar a esa entidad que quizá ya haya atrapado a todos los demás. Sería tonto pensar, tras oír esa explicación, que yo sería una de las pocas personas que restan en un mundo vacío, escondiéndose en la seguridad de su sótano, jodiendo a una impensable y engañosa entidad que juega a ser omnipotente con tan sólo rehusarme a abrir una puerta. Es una explicación perfecta para cada evento extraño que he escrito aquí; tengo todas las razones del mundo para dejar ir mis miedos, y abrir esa puerta.
Y es exactamente por eso que no lo haré.
¿Cómo puedo estar seguro? ¿Cómo puedo saber qué es real y qué un engaño? Todas estas malditas cosas con sus cables y sus señales que nacen de un origen imperceptible y llegan hasta ti, ¡no son reales, no puedo estar seguro! ¡Señal de video, de celular, correos! Incluso la televisión, ahora silenciosa, partida por la mitad, en el suelo. ¿Cómo podría saber qué es real? Todo mensaje no es más que energía, ondas, luz… la puerta. ¡Está golpeando la puerta! ¡Intenta entrar! ¿Qué alimaña mecánica podría estar empleando para simular a una persona golpeando una puerta tan perfectamente? Al menos ahora podré verlo con mis propios ojos. No queda nada con lo que pueda engañarme; no puede engañar a mis ojos, ¿o sí? Ve con tus propios ojos, no confíes en ell… un momento, ¿ese mensaje trataba de decirme que confiara en mis ojos, ¡o advertirme sobre mis ojos también!? Oh, por Dios, ¿cuál es la diferencia entre una cámara y mis ojos? Ambos transforman la luz en señales eléctricas, son… ¡lo mismo! No puedo permitir que me engañe, Dios, ¡no puedo permitir que me engañe! No voy a permitirlo, no puedo estar seguro. ¡Necesito estar seguro!
 
Fecha desconocida
He pedido tranquilamente una pluma y un papel, por el día, por la noche, hasta que finalmente me los dio. No que importe, ¿qué voy a hacer? ¿Sacarme los ojos de nuevo? Los vendajes se sienten como una parte de mí ahora. El dolor se ha ido. Supuse que ésta sería una de mis últimas oportunidades de escribir legiblemente, puesto que sin mi vista que corrija errores, mis manos progresivamente olvidarán el mecanismo involucrado. Es un capricho, escribir… un vestigio de otra era, porque evidentemente ha asesinado al resto del mundo.
Me siento contra la pared día y noche. La entidad me trae comida y agua. Se disfraza como una amable enfermera, como un antipático doctor. Sabe que mi oído se ha agudizado considerablemente ahora que estoy en oscuridad; finge conversaciones en el corredor, con la intensión de que lo escuche. Una de las enfermeras habla sobre tener un bebé pronto, uno de los doctores perdió a su esposa en un accidente de auto. No que importe, nada de eso es real. Nada me llega, no como ella lo hace.
Ésa es la peor parte, la parte que casi no puedo soportar. Esa cosa viene a mí enmascarada como Amanda. Su recreación es perfecta. Suena exactamente como Amanda, se siente exactamente como ella. Hasta produce una simulación admirable de sus lágrimas, que me obligó a sentir sobre sus tibias mejillas. En un inicio, cuando me trajo aquí, me dijo todas las cosas que quería escuchar. Me dijo que me amaba, que siempre lo había hecho, que no entendía el porqué de esto, que todavía podíamos tener una vida juntos, ir al parque todos los días, si quería.
Con la condición de que dejara de insistir sobre la farsa. Quería que creyera. No, necesitaba que lo hiciera. Que era real, que era ella. Jamás sabrás qué tan cerca estuve de ceder a ese acto tuyo. Dudé de mí mismo por mucho tiempo; pero eres un perfeccionista, todo era demasiado real o lo que entiendes por real, y, ¿sabes?, la realidad tiene otras cosas que aún no alcanzas a captar, quizá porque ni siquiera nosotros mismos logramos hacerlo del todo, ni representarlo.
La falsa Amanda venía todos los días, luego cada semana, hasta que por fin dejó de joderme con ella… pero no creo que la entidad se rinda. El juego de esperar es otro de sus trucos. Lo resistiré por el resto de mi vida, si es necesario. No sé qué fue lo que le ocurrió al resto del mundo, pero sí sé que esta cosa necesita que caiga. Si es así, entonces tal vez, sólo tal vez, soy una piedra en su camino. Quizá Amanda sigue con vida en algún lado, mantenida con vida únicamente por mi voluntad de resistir el engaño. Me sostengo a esa esperanza, meciéndome hacia adelante y hacia atrás en mi celda para pasar el tiempo. Nunca me rediré. Nunca caeré. Soy… ¡un héroe!
===
El doctor leyó el papel en el que el paciente había escrito. Apenas podía entenderse, escrito con la temblorosa mano de un ciego. Quería sonreír ante la firme determinación del joven, un recordatorio de la voluntad humana de querer sobrevivir, pero sabía que el paciente estaba completamente delirante.
Después de todo, una persona sana hubiera caído en el engaño hace mucho tiempo.
El doctor quería sonreír. Quería susurrar palabras de ánimo al delirante joven. Quería gritar, pero los delgados filamentos conectados a los nervios de su cabeza y en sus ojos se lo impedían. Su cuerpo caminaba a la celda como una marioneta, y le decía al paciente, una vez más, que estaba equivocado, y que no había nadie tratando de engañarlo.
Midnight.
Midnight.


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Mensaje por Midnight. Jue 19 Dic 2013, 3:23 pm

12 creepypasta

No solo los perros lamen


Esto pasó en una pequeña ciudad de Francia y salió en todos los periódicos locales.


Una niña de 9 años, hija única y de padres pudientes de gran influencia tenía todo lo que hubiese querido y deseado una niña, pero con una soledad incomparable.Sus padres solían salir a fiestas y reuniones del ámbito político, y la dejaban sola.Todo cambió cuando le compraron un cachorro de raza grande, pasaron los años y la niña y el perro se volvieron inseparables. Incluso crearon un vínculo especial, el perro se metía debajo de la cama a dormir con ella todas las noches y cuando la niña se sentía angustiada o asustada asomaba la mano por debajo de la cama y se dejaba lamer la mano por el perro, era como un código entre ella y el perro, y ella se tranquilizaba.
Una noche, los padres se pasaron a despedirse de la niña antes de ir a una cena, estos se fueron como muchas otras veces y pronto la niña se sumió en un sueño profundo. En la noche, un fuerte ruido la despertó, eran como rasguños leves y luego más fuertes. Ella temerosa, bajó la mano para que el perro la lamiese entonces sintió la húmeda lengua del perro y se tranquilizó, poco después se quedó durmiendo de nuevo.
Cuando se despertó por la mañana descubrió algo espantoso, el perro no estaba debajo de la cama como de costumbre, ella bajó las escaleras de su gran casa hasta el pasillo del recibidor, para encontrarse con una desagradable sorpresa, su perro estaba ahorcado en el pasillo con una herida enorme en el estómago, y en el espejo del recibidor rezaba un mensaje que decía; "No sólo los perros lamen".
Se dice que cuando los padres volvieron, la niña estaba totalmente trastornada y sólo decía: ¿Quién me lamió?.Aún se busca al autor de tal aberración.
Midnight.
Midnight.


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