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Skin hecho por Hardrock de Captain Knows Best. Personalización del skin por Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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Special A!
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Re: Special A!
Fue muy hermoso, soph. Me encanta todo lo que haces, lo que escribes, transmites tantas cosas en tan solo un texto corto. Me pareció que Arizona tiene mucho parecido a mi, no sé. Igualmente Landon me parece un chico muy normal, creo que Arizona no sabe lo que tiene en frente Me gusto mucho la temática de como lo llevaste a cabo, muy pulcro.
Invitado
Invitado
Re: Special A!
Dentro de poco termino mi capítulo, y hoy mismo puedes hacerlo tú si puedes, Wen de mi vida. Sería genial tener dos capítulos en un día.(?) Y perdón si rompí mi racha de subir en el mismo día, pero exámenes y todo eso, no me confío en Física como lo hago en los demás. XD
Kurt.
8.
Capítulo VIII
Harry Styles.
Su sonrojo, sus manos esculpiéndose en puños, sus ojos en modo alerta… Yo solo dejé de escuchar o pensar o ver algo o alguien más, luego de que nos mencionaran juntos en el equipo para Historia Universal. Si bien soy un actor de primera y claramente inteligente, pude esconder mi sonrisa y el temblor en mis manos, pero para mí nada de eso estuvo escondido, lo sentía. La alegría, emoción, euforia y temor, todo al mismo tiempo, pero dejando de lado el terror que sería trabajar con alguien tan terca y energética como lo es Kelsey, lo disfrutaría. Porque se trata de mi Kelsey. Aunque ella no sepa que la considero mía.
Ahora me dirijo a su casa y los síntomas de nerviosismo se hacen presentes, pero lucho contra ellos, al menos para evitar que vomite. Las ventanillas blindadas de la pequeña camioneta en la que vengo, están abiertas hasta la mitad, permitiendo que la briza entre, y despeina mi cabello. La vista es principalmente árboles bien podados en la orilla de la acera, delante de las casas de uno o dos pisos de alto, y el cielo azul, que está en una mezcla perfecta de azul y gris. Un día nublado. Perfecto para mí.
—Gira a la derecha en la siguiente calle, Arthur —le digo a mi chófer.
Me molesta el tener chófer, y más aun teniendo la edad que tengo, suficiente para conducir mi propio auto y, aunque tengo más de tres, mis padres y mi hermana no me lo permiten. Dicen que es muy peligroso para alguien tan conocido como lo somos nosotros, y les creo, pero aunque por más que mi ego llegue a ser muy alto —o al menos eso dicen quienes me “conocen” —, me incomoda ser tratado como alguien de otro planeta, quien merece más cosas que sobre los demás. Por un instante llega a gustar, pero al otro vuelves a poner los pies sobre la Tierra, y ya no es tan genial.
Llegamos y sonrío, pasando de una sonrisa sincera a esa de superioridad que normalmente pongo cuando me encuentro alrededor de Kelsey.
—¿Lo espero afuera o vengo por usted en un plazo determinado de tiempo, señor? —me pregunta, y arrugo la nariz por la formalidad que siempre emplean conmigo quienes trabajan en la casa.
—Puedes tomarte las siguientes dos horas, Arthur —respondo, en cambio—, sé que conociste a una linda rubia el otro día, mientras yo arreglaba un papel de la empresa, por el centro de Londres. ¿Por qué no aprovechas el tiempo y la buscas? No quiero que pases solo toda tu vida.
Su sonrojo me hace sonreír más ampliamente y sé que si mis padres estuvieran presentes, o mi hermana, me llamarían la atención, pero no en un grado grave, ya que siempre somos amables con los demás, no tan serios y estrictos como todo el mundo juzga.
Las comisuras de sus labios se elevan ligeramente, asiento y se adentra en la camioneta, para luego marcharse y desaparecer hasta el final de la calle, donde ya no lo puedo ver más.
—¿No puedes, acaso —la voz de Kelsey suena a mi espalda y me doy media vuelta para encararla. Sus brazos en jarras y su ceño fruncido—, dejar de ser tan presumido y venir en un automóvil normal a este barrio pobre?
—No es un barrio pobre —digo y vuelvo a barrer con la mirada toda la calle.
En realidad no lo es. Un poco humilde, tal vez, pero no pobre. Los barrios pobres tienen techos de cartón y paredes de láminas, cuando en cambio, las casas de la calle de Kelsey están en perfectas condiciones y hasta están pintadas con colores como si se hubieran coordinando, dándole a todo un aspecto hogareño y acogedor.
—Y, además —continúo—, para mí ese era un automóvil normal. Acostumbro andar en limosinas, ¿recuerdas?
Rueda los ojos y me invita a pasar con un movimiento ocioso de mano. La sigo y en la sala me encuentro con su padre y su madre, que comen y conversan animadamente, la televisión encendida de fondo en la cocina.
—¡Harry! —me saluda Robert, se levanta de su asiento y me estrecha entre sus brazos—. ¿Cómo estás, muchacho?
—¿Qué tal, Robert? —pregunto con una sonrisa, una vez que me ha soltado—. He estado bien, gracias. Hola, Katherine —saludo a su madre, con un beso en la mejilla.
—Hola, mi niño Styles, mucho tiempo sin verte —dice y me sonríe tiernamente.
—Bastante, sí. Espero no les moleste el que haya venido, es para hacer un trabajo que se nos fue encargado en la clase de Historia Universal, y me tocó, justamente, con su hija —volteo hacia donde la mencionada y sonrío con más ganas.
Ella rueda los ojos.
—Sí, sí, bueno, ya se los había mencionado. Ahora, vamos a mi habitación, a poner manos a la obra, Harry.
Asiento y comienzo a seguirla escaleras arriba, ignorando las miradas acusadoras provenientes de sus padres.
Cuando llegamos, me siento viejo de repente. Su cama que hace años, cuando venía pues nuestros padres gustaban de presumirnos mutuamente al otro como si fuésemos trofeos, estaba invadida de muñecos de peluche y diversos juguetes más, son reemplazados por libros de lectura juvenil, discos de bandas indie-rock, y el iPhone que Louis le regaló en su cumpleaños, rodeado por sus correspondientes audífonos. Además, las pinturas de mariposas blancas en sus paredes negras, ya no están, y en cambio, hay un Sistema Solar colgado en el centro de la habitación. Mis manos tiemblan ligeramente al ver las zapatillas blancas que dejé en su silla en el invernadero el otro día, acomodadas en la esquina, junto a su armario. Me siento feliz al verlas un poco gastadas ya. Las ha estado usando.
—Sigues enamorada de la astronomía, ¿no es así? —pregunto para sacar un tema de conversación, y fingir que no estaba violando con la mirada su privacidad.
—Siempre me ha encantado, así es —me contesta con una sonrisa melancólica—. Aunque no sé si pueda en verdad llegar a ser astrónoma.
—¿Y eso por qué? —pregunto y me siento en su cama, revisando sus discos.
Coldplay, Imagine Dragons…
—No te hagas el idiota —me lanza a la cara un cojín beige y frunzo el entrecejo—. Sabes que no tengo el dinero para estudiar algo como eso.
—Querer es poder —le digo, mordiendo mi lengua para no decirle lo que en verdad pienso.
Yo te ayudaría con lo que fuese necesario, idiota.
—Sí, tal vez busque un trabajo para ahorrar dinero —se encoge de hombros—. No lo sé. Sólo falta un año, no creo que sea suficiente.
Y un silencio nos rodea, y no es porque no sepa qué decir, sino porque no quiero decir algo comprometedor.
—Bueno, número dos —digo luego de un rato, con mi sonrisa egocéntrica y su rostro comienza a desfigurarse por la rabia—, es momento de empezar con el trabajo, que no te puedo dar todo mi día. Sería un desperdicio, ¿sabes?
—¡Ay, eres un idiota!
Y entonces la pelea comenzó, primero lanzándome cojines, zapatos, ropa, luego golpes y ambos quedamos finalmente exhaustos y en el suelo, con las respiraciones agitadas y aunque puede que su rabia no se haya explotado totalmente, yo tengo una sonrisa.
—No sé si esto sea lo más… Correcto —digo, tartamudeando.
—Oh, lo es, créeme —me contesta—. Sólo déjate llevar, bombón…
—¿Entonces quieres que…? —no completo la pregunta, dejando que la voz al otro lado de la línea lo interprete.
—Oh, sí, será genial, te lo aseguro.
—De acuerdo, entonces…
—Yo me encargo, no te preocupes.
Risas, maldiciones en murmullos, uno que otro golpe sordo… Y entonces:
—Ok, ya, demasiado helio, amigo —me contesta Louis y exploto en una carcajada.
Las luces de toda la casa están apagadas, a excepción del foco en la cocina, que logra iluminar la mayor parte de la planta baja. Yo estoy en mi habitación, debajo de las sábanas creyendo que amortiguan el sonido de mis carcajadas. Sin embargo, sé que la misión no resulta del todo exitosa, ya que van varias veces en las que mi hermana golpea el muro y me pide a gritos que me calle. Está trabajando y comerciando contratos referentes a la cadena de la empresa en Estados Unidos, y yo apenas descanso de ello. Pasé todo el día, luego de llegar de la casa de Kelsey, haciendo las cuentas y organizando todo para el siguiente movimiento de la empresa en Inglaterra. Son las tres y media de la madrugada.
—Tu voz afeminada, es lo mejor del mundo, Tomlinson —río con más fuerza y él se une, en modo de acuerdo—. ¿Me recuerdas el propósito de esta llamada pervertida? —limpio la lágrima que se resbala por mi mejilla, y ellas duelen por tanto sonreír.
—Es que estás demasiado estresado, hermano —me contesta, su voz floja y suena agotado—. Ahora me arrepiento, creo que moriré por inhalar tanto helio.
—Gracias —digo, y lo digo en serio, y él lo nota, porque todo rastro de diversión ha sido eliminado en mi tono, y me siento cómodo conmigo y con él—. Creo que deberías ir a dormir. Tú nunca permaneces despierto a estas alturas de la noche, a menos que sea por una fiesta al estilo más puro Tomlinson.
—Sí, bueno, eso es cierto. Me debes una grande —un bostezo—. Pero sabes que yo por ti lo que sea.
Sonreí y colgué luego de una pequeña y sencilla despedida.
Los alumnos del Tomlinson College se apresuran y corren por doquier, organizando lo que se les encargó en la preparación del lugar para la presentación de la feria de ciencias, será mañana.
Camino con un café negro en la mano, en un vaso de unicel, y alumnos pasan por mi lado, siendo cuidadosos de no chocar conmigo y sonrío, porque de cierta manera, siempre me ha gustado sentirme superior, menos en las ocasiones en las que se supone yo debo tener más cosas que los demás, eso no me gusta. Lo que me gusta es… Ser respetado y en ocasiones temido, son ventajas de ser tan inteligente y fuerte. No obstante, mi sonrisa desaparece y alejo el vaso de mi boca al ver a un idiota chocar intencionalmente contra la escalera donde Kelsey está subida. La escalera se mueve, pero Kelsey se las arregla para no caer y permanece colgada del techo del invernadero, el chico aprovecha que ella está usando falta —la del uniforme— y se pone debajo de ella para verla, entonces es cuando me enojo. Corro hacia donde se está llevando a cabo eso, y no me importa que mi café se caiga y se vierta en el pasto.
—¡Louis! —le grito a mi amigo y señalo a Kelsey.
Él le grita y extiende sus brazos, entonces Kelsey, luego de una exhalación, se deja caer y cae exitosamente en los brazos de nuestro amigo. Me siento aliviado, pero aún enojado.
—¿Qué carajos acabas de hacer, marica? —gruño y lo empujo contra el vidrio del invernadero, al alumno rubio teñido, con un peinado en picos y me río mentalmente de su aspecto.
Es el típico chico con complejos de autoestima que se tatúa, droga y fuma, y trata de conquistar chicas con su pinta de chico malo y ese peinado de puercoespín.
—¿De qué hablas, mariposa? —me sonríe burlón y yo le devuelvo la sonrisa cínica.
Sólo una pequeña punzada en mis nudillos, una punzada que dura un par de segundos, luego de golpearlo en la nariz. Él se retuerce en el suelo, la sangre corriendo rápidamente por sus fosas nasales, pero no le puedo ver bien la nariz, ya que se la cubre. Me mira con sus ojos inyectados en veneno.
—Déjame ver, puercoespín —con un manotazo que le rompe la mano, dejo su nariz a la vista, finjo una cara de dolor—. Uy, duele, ¿no es así? No te preocupes —un guiño de mi parte—, sólo te rompí la nariz… Y la mano, claro.
Y él sale corriendo, en busca de la madre de Louis, o sea la directora del Tomlinson College.
—No te preocupes —me dice Louis, deja a Kelsey de pie, está cabizbaja y se ve sonrojada, pero en parte de coraje, y en parte de vergüenza por ser vista—. Yo me encargo de mi mamá.
Asiento con la cabeza y lo dejo ir, me quedo con Kelsey.
—¿Estás bien? —tomo su mentón y levanto su rostro. Mi estómago duele al ver sus ojos empañados en lágrimas. No me responde, sólo se limpia la nariz con el dorso de la mano y mira hacia otro lado, escapando de mi mirada—. Hey, no pasó nada, ¿de acuerdo?
—Lo odio —solloza un segundo y luego recupera su respiración normal, y esta vez lágrimas corren por sus mejillas—. Una cosa es que me golpeen y que me tiren de esa altura —señala con la cabeza al techo del invernadero, regresa su vista hacia mí y me siento miserable por verla llorar—. Otra muy distinta es que me vean, y eso sí que no lo permitiré. Aunque… —ríe y se sacude irregularmente. Trato de sonreír, pero sigo con un sabor amargo en la boca— ya veo que tú no lo permitiste en mi lugar. Gracias, Harry.
—No hay de qué. Sólo yo te puedo ver, tirar de esa altura y golpear, ¿te quedó claro?
Y mi mejilla izquierda arde, porque me ha dado una bofetada, pero su expresión enojada desaparece y comienza a reírse. Para mí no es tan gracioso.
Los rostros de cada uno de nosotros, miembros de Special A, están con muecas de desagrado y enojo, pero no por el castigo que la mamá de Louis nos dio por haber hecho algo malo, por nuestra cuenta, por ejemplo, mi castigo fue por romperle la nariz y la mano a un alumno, el de Kelsey por romperle las costillas al mismo alumno, el de Niall y el de Tsuki por causar un incendio en la cocina del invernadero, etcétera… Estamos así, de hecho, porque no nos pone de lo más feliz tener que trabajar con la persona que más peleamos en nuestro grupo, y para desgracia, en el trabajo para Historia Universal, nos tocó con dichas personas.
—Tendrán que terminar de organizar todo para la feria de ciencias —la señora Tomlinson nos recorre con la mirada a cada grupo de nosotros, dependiendo de lo que hicimos—, y pintar las zonas carbonizadas por el pequeño incendio, limpiar la sangre en el invernadero, donde cometieron bullying, volver a pintar el salón 3C…
Y la lista es larga. Todos bufamos y rodamos los ojos. Por un momento quiero decir que es demasiado trabajo sólo para nosotros, pero al otro me dan ganas de reír. Si se trata de nosotros, nada es demasiado.
—Su actitud se ha extendido de una mala manera, chicos, y aunque saben que bueno, tienen sus ventajas por ser del Special A, mi esposo y yo no permitiremos —ahora ve fijamente a Louis, y este se encoje un poco en su lugar— que aprovechen esto. Les he dicho a los demás alumnos que se fueran a sus casas, así que se quedaran solos en el colegio, y espero que para mañana, a primera hora, todo ya esté listo.
Nos vamos todos, una vez que el regaño ha terminado. Salimos de la oficina principal y vamos por los materiales que se necesitan para reparar el desastre que ocasionamos. Yo tomo una cubeta, trapeadores, escobas, esponjas y guantes.
—¡Kent! —le grito y sonrío al ver su entrecejo fruncido cuando da media vuelta para verme—. Nos toca limpiar la sangre.
Ella resopla, pero no escucho, ya que estamos a varias metros de distancia el uno del otro, pero se acerca a mí, luego de despedirse de Arizona.
Tal vez no vaya a ser tan desagradable limpiar sangre, después de todo.
Ahora me dirijo a su casa y los síntomas de nerviosismo se hacen presentes, pero lucho contra ellos, al menos para evitar que vomite. Las ventanillas blindadas de la pequeña camioneta en la que vengo, están abiertas hasta la mitad, permitiendo que la briza entre, y despeina mi cabello. La vista es principalmente árboles bien podados en la orilla de la acera, delante de las casas de uno o dos pisos de alto, y el cielo azul, que está en una mezcla perfecta de azul y gris. Un día nublado. Perfecto para mí.
—Gira a la derecha en la siguiente calle, Arthur —le digo a mi chófer.
Me molesta el tener chófer, y más aun teniendo la edad que tengo, suficiente para conducir mi propio auto y, aunque tengo más de tres, mis padres y mi hermana no me lo permiten. Dicen que es muy peligroso para alguien tan conocido como lo somos nosotros, y les creo, pero aunque por más que mi ego llegue a ser muy alto —o al menos eso dicen quienes me “conocen” —, me incomoda ser tratado como alguien de otro planeta, quien merece más cosas que sobre los demás. Por un instante llega a gustar, pero al otro vuelves a poner los pies sobre la Tierra, y ya no es tan genial.
Llegamos y sonrío, pasando de una sonrisa sincera a esa de superioridad que normalmente pongo cuando me encuentro alrededor de Kelsey.
—¿Lo espero afuera o vengo por usted en un plazo determinado de tiempo, señor? —me pregunta, y arrugo la nariz por la formalidad que siempre emplean conmigo quienes trabajan en la casa.
—Puedes tomarte las siguientes dos horas, Arthur —respondo, en cambio—, sé que conociste a una linda rubia el otro día, mientras yo arreglaba un papel de la empresa, por el centro de Londres. ¿Por qué no aprovechas el tiempo y la buscas? No quiero que pases solo toda tu vida.
Su sonrojo me hace sonreír más ampliamente y sé que si mis padres estuvieran presentes, o mi hermana, me llamarían la atención, pero no en un grado grave, ya que siempre somos amables con los demás, no tan serios y estrictos como todo el mundo juzga.
Las comisuras de sus labios se elevan ligeramente, asiento y se adentra en la camioneta, para luego marcharse y desaparecer hasta el final de la calle, donde ya no lo puedo ver más.
—¿No puedes, acaso —la voz de Kelsey suena a mi espalda y me doy media vuelta para encararla. Sus brazos en jarras y su ceño fruncido—, dejar de ser tan presumido y venir en un automóvil normal a este barrio pobre?
—No es un barrio pobre —digo y vuelvo a barrer con la mirada toda la calle.
En realidad no lo es. Un poco humilde, tal vez, pero no pobre. Los barrios pobres tienen techos de cartón y paredes de láminas, cuando en cambio, las casas de la calle de Kelsey están en perfectas condiciones y hasta están pintadas con colores como si se hubieran coordinando, dándole a todo un aspecto hogareño y acogedor.
—Y, además —continúo—, para mí ese era un automóvil normal. Acostumbro andar en limosinas, ¿recuerdas?
Rueda los ojos y me invita a pasar con un movimiento ocioso de mano. La sigo y en la sala me encuentro con su padre y su madre, que comen y conversan animadamente, la televisión encendida de fondo en la cocina.
—¡Harry! —me saluda Robert, se levanta de su asiento y me estrecha entre sus brazos—. ¿Cómo estás, muchacho?
—¿Qué tal, Robert? —pregunto con una sonrisa, una vez que me ha soltado—. He estado bien, gracias. Hola, Katherine —saludo a su madre, con un beso en la mejilla.
—Hola, mi niño Styles, mucho tiempo sin verte —dice y me sonríe tiernamente.
—Bastante, sí. Espero no les moleste el que haya venido, es para hacer un trabajo que se nos fue encargado en la clase de Historia Universal, y me tocó, justamente, con su hija —volteo hacia donde la mencionada y sonrío con más ganas.
Ella rueda los ojos.
—Sí, sí, bueno, ya se los había mencionado. Ahora, vamos a mi habitación, a poner manos a la obra, Harry.
Asiento y comienzo a seguirla escaleras arriba, ignorando las miradas acusadoras provenientes de sus padres.
Cuando llegamos, me siento viejo de repente. Su cama que hace años, cuando venía pues nuestros padres gustaban de presumirnos mutuamente al otro como si fuésemos trofeos, estaba invadida de muñecos de peluche y diversos juguetes más, son reemplazados por libros de lectura juvenil, discos de bandas indie-rock, y el iPhone que Louis le regaló en su cumpleaños, rodeado por sus correspondientes audífonos. Además, las pinturas de mariposas blancas en sus paredes negras, ya no están, y en cambio, hay un Sistema Solar colgado en el centro de la habitación. Mis manos tiemblan ligeramente al ver las zapatillas blancas que dejé en su silla en el invernadero el otro día, acomodadas en la esquina, junto a su armario. Me siento feliz al verlas un poco gastadas ya. Las ha estado usando.
—Sigues enamorada de la astronomía, ¿no es así? —pregunto para sacar un tema de conversación, y fingir que no estaba violando con la mirada su privacidad.
—Siempre me ha encantado, así es —me contesta con una sonrisa melancólica—. Aunque no sé si pueda en verdad llegar a ser astrónoma.
—¿Y eso por qué? —pregunto y me siento en su cama, revisando sus discos.
Coldplay, Imagine Dragons…
—No te hagas el idiota —me lanza a la cara un cojín beige y frunzo el entrecejo—. Sabes que no tengo el dinero para estudiar algo como eso.
—Querer es poder —le digo, mordiendo mi lengua para no decirle lo que en verdad pienso.
Yo te ayudaría con lo que fuese necesario, idiota.
—Sí, tal vez busque un trabajo para ahorrar dinero —se encoge de hombros—. No lo sé. Sólo falta un año, no creo que sea suficiente.
Y un silencio nos rodea, y no es porque no sepa qué decir, sino porque no quiero decir algo comprometedor.
—Bueno, número dos —digo luego de un rato, con mi sonrisa egocéntrica y su rostro comienza a desfigurarse por la rabia—, es momento de empezar con el trabajo, que no te puedo dar todo mi día. Sería un desperdicio, ¿sabes?
—¡Ay, eres un idiota!
Y entonces la pelea comenzó, primero lanzándome cojines, zapatos, ropa, luego golpes y ambos quedamos finalmente exhaustos y en el suelo, con las respiraciones agitadas y aunque puede que su rabia no se haya explotado totalmente, yo tengo una sonrisa.
—No sé si esto sea lo más… Correcto —digo, tartamudeando.
—Oh, lo es, créeme —me contesta—. Sólo déjate llevar, bombón…
—¿Entonces quieres que…? —no completo la pregunta, dejando que la voz al otro lado de la línea lo interprete.
—Oh, sí, será genial, te lo aseguro.
—De acuerdo, entonces…
—Yo me encargo, no te preocupes.
Risas, maldiciones en murmullos, uno que otro golpe sordo… Y entonces:
—Ok, ya, demasiado helio, amigo —me contesta Louis y exploto en una carcajada.
Las luces de toda la casa están apagadas, a excepción del foco en la cocina, que logra iluminar la mayor parte de la planta baja. Yo estoy en mi habitación, debajo de las sábanas creyendo que amortiguan el sonido de mis carcajadas. Sin embargo, sé que la misión no resulta del todo exitosa, ya que van varias veces en las que mi hermana golpea el muro y me pide a gritos que me calle. Está trabajando y comerciando contratos referentes a la cadena de la empresa en Estados Unidos, y yo apenas descanso de ello. Pasé todo el día, luego de llegar de la casa de Kelsey, haciendo las cuentas y organizando todo para el siguiente movimiento de la empresa en Inglaterra. Son las tres y media de la madrugada.
—Tu voz afeminada, es lo mejor del mundo, Tomlinson —río con más fuerza y él se une, en modo de acuerdo—. ¿Me recuerdas el propósito de esta llamada pervertida? —limpio la lágrima que se resbala por mi mejilla, y ellas duelen por tanto sonreír.
—Es que estás demasiado estresado, hermano —me contesta, su voz floja y suena agotado—. Ahora me arrepiento, creo que moriré por inhalar tanto helio.
—Gracias —digo, y lo digo en serio, y él lo nota, porque todo rastro de diversión ha sido eliminado en mi tono, y me siento cómodo conmigo y con él—. Creo que deberías ir a dormir. Tú nunca permaneces despierto a estas alturas de la noche, a menos que sea por una fiesta al estilo más puro Tomlinson.
—Sí, bueno, eso es cierto. Me debes una grande —un bostezo—. Pero sabes que yo por ti lo que sea.
Sonreí y colgué luego de una pequeña y sencilla despedida.
Los alumnos del Tomlinson College se apresuran y corren por doquier, organizando lo que se les encargó en la preparación del lugar para la presentación de la feria de ciencias, será mañana.
Camino con un café negro en la mano, en un vaso de unicel, y alumnos pasan por mi lado, siendo cuidadosos de no chocar conmigo y sonrío, porque de cierta manera, siempre me ha gustado sentirme superior, menos en las ocasiones en las que se supone yo debo tener más cosas que los demás, eso no me gusta. Lo que me gusta es… Ser respetado y en ocasiones temido, son ventajas de ser tan inteligente y fuerte. No obstante, mi sonrisa desaparece y alejo el vaso de mi boca al ver a un idiota chocar intencionalmente contra la escalera donde Kelsey está subida. La escalera se mueve, pero Kelsey se las arregla para no caer y permanece colgada del techo del invernadero, el chico aprovecha que ella está usando falta —la del uniforme— y se pone debajo de ella para verla, entonces es cuando me enojo. Corro hacia donde se está llevando a cabo eso, y no me importa que mi café se caiga y se vierta en el pasto.
—¡Louis! —le grito a mi amigo y señalo a Kelsey.
Él le grita y extiende sus brazos, entonces Kelsey, luego de una exhalación, se deja caer y cae exitosamente en los brazos de nuestro amigo. Me siento aliviado, pero aún enojado.
—¿Qué carajos acabas de hacer, marica? —gruño y lo empujo contra el vidrio del invernadero, al alumno rubio teñido, con un peinado en picos y me río mentalmente de su aspecto.
Es el típico chico con complejos de autoestima que se tatúa, droga y fuma, y trata de conquistar chicas con su pinta de chico malo y ese peinado de puercoespín.
—¿De qué hablas, mariposa? —me sonríe burlón y yo le devuelvo la sonrisa cínica.
Sólo una pequeña punzada en mis nudillos, una punzada que dura un par de segundos, luego de golpearlo en la nariz. Él se retuerce en el suelo, la sangre corriendo rápidamente por sus fosas nasales, pero no le puedo ver bien la nariz, ya que se la cubre. Me mira con sus ojos inyectados en veneno.
—Déjame ver, puercoespín —con un manotazo que le rompe la mano, dejo su nariz a la vista, finjo una cara de dolor—. Uy, duele, ¿no es así? No te preocupes —un guiño de mi parte—, sólo te rompí la nariz… Y la mano, claro.
Y él sale corriendo, en busca de la madre de Louis, o sea la directora del Tomlinson College.
—No te preocupes —me dice Louis, deja a Kelsey de pie, está cabizbaja y se ve sonrojada, pero en parte de coraje, y en parte de vergüenza por ser vista—. Yo me encargo de mi mamá.
Asiento con la cabeza y lo dejo ir, me quedo con Kelsey.
—¿Estás bien? —tomo su mentón y levanto su rostro. Mi estómago duele al ver sus ojos empañados en lágrimas. No me responde, sólo se limpia la nariz con el dorso de la mano y mira hacia otro lado, escapando de mi mirada—. Hey, no pasó nada, ¿de acuerdo?
—Lo odio —solloza un segundo y luego recupera su respiración normal, y esta vez lágrimas corren por sus mejillas—. Una cosa es que me golpeen y que me tiren de esa altura —señala con la cabeza al techo del invernadero, regresa su vista hacia mí y me siento miserable por verla llorar—. Otra muy distinta es que me vean, y eso sí que no lo permitiré. Aunque… —ríe y se sacude irregularmente. Trato de sonreír, pero sigo con un sabor amargo en la boca— ya veo que tú no lo permitiste en mi lugar. Gracias, Harry.
—No hay de qué. Sólo yo te puedo ver, tirar de esa altura y golpear, ¿te quedó claro?
Y mi mejilla izquierda arde, porque me ha dado una bofetada, pero su expresión enojada desaparece y comienza a reírse. Para mí no es tan gracioso.
Los rostros de cada uno de nosotros, miembros de Special A, están con muecas de desagrado y enojo, pero no por el castigo que la mamá de Louis nos dio por haber hecho algo malo, por nuestra cuenta, por ejemplo, mi castigo fue por romperle la nariz y la mano a un alumno, el de Kelsey por romperle las costillas al mismo alumno, el de Niall y el de Tsuki por causar un incendio en la cocina del invernadero, etcétera… Estamos así, de hecho, porque no nos pone de lo más feliz tener que trabajar con la persona que más peleamos en nuestro grupo, y para desgracia, en el trabajo para Historia Universal, nos tocó con dichas personas.
—Tendrán que terminar de organizar todo para la feria de ciencias —la señora Tomlinson nos recorre con la mirada a cada grupo de nosotros, dependiendo de lo que hicimos—, y pintar las zonas carbonizadas por el pequeño incendio, limpiar la sangre en el invernadero, donde cometieron bullying, volver a pintar el salón 3C…
Y la lista es larga. Todos bufamos y rodamos los ojos. Por un momento quiero decir que es demasiado trabajo sólo para nosotros, pero al otro me dan ganas de reír. Si se trata de nosotros, nada es demasiado.
—Su actitud se ha extendido de una mala manera, chicos, y aunque saben que bueno, tienen sus ventajas por ser del Special A, mi esposo y yo no permitiremos —ahora ve fijamente a Louis, y este se encoje un poco en su lugar— que aprovechen esto. Les he dicho a los demás alumnos que se fueran a sus casas, así que se quedaran solos en el colegio, y espero que para mañana, a primera hora, todo ya esté listo.
Nos vamos todos, una vez que el regaño ha terminado. Salimos de la oficina principal y vamos por los materiales que se necesitan para reparar el desastre que ocasionamos. Yo tomo una cubeta, trapeadores, escobas, esponjas y guantes.
—¡Kent! —le grito y sonrío al ver su entrecejo fruncido cuando da media vuelta para verme—. Nos toca limpiar la sangre.
Ella resopla, pero no escucho, ya que estamos a varias metros de distancia el uno del otro, pero se acerca a mí, luego de despedirse de Arizona.
Tal vez no vaya a ser tan desagradable limpiar sangre, después de todo.
- jei:
So... Acá el cap, esperemos que Wen sí pueda subir hoy mismo.(?)
Espero les guste, y sé que no lo especifiqué, pero ya es muy tarde, por ello se quedan solos y todo eso. xd. O sea, los 14 estarán solos toda la tarde, hasta que acaben de reparar su desastre, que sería como hasta la noche. :1313:ahque. XD eso, espero a wen.
Kurt.
Re: Special A!
Es fantástico, no, wait, ¡es hermoso! Me fascina que Harry sea así con Kelsey, es tan dramáticamente especial. No me gusta que sea lo típico cursi, y eso de que sea distantes pero a la vez tan unidos es como "Awwww". Yo me entiendo. En otro aspecto, sabes perfectamente que admiro lo que escribes, lo haces tan bien. Ahora todos están en problemas y se quedaran organizando y limpiando. ¡Sube Wen! c:
Invitado
Invitado
Re: Special A!
Tengo el defecto-manía de quedarme más con la idea de fondo que con el relato en sí, y siempre me ha atraído aquello de la soledad y el bullicio. Me ha recordado a mi, quizá en aspectos un tanto extraños, casi como lo es Kelsey. De la puntuación no me atrevería a decir nada, casi me parece que está hecha a conciencia para acompañar a lo que se transmite, y me agrada. Escribes bien, me gusta. Aparte de escribir bien hay que tener algo con lo que destacar, y yo creo que ahí hay un poco de eso; quizás, ya digo, el estilo es el dramático algo prototípico pero de lo que hablas y cómo expresas ese "desasosiego" interno es interesante. Lamento no escribirlo para entonces, se me presento un percance y tuve que irme. En otras cosas, trataré se subirlo hoy mismo. Las quiero mucho.
Invitado
Invitado
Re: Special A!
Excelente capítulo, deya.
Me atrae bastante la forma en la que Harry piensa de Kelsey en secreto, y supongo que es de lo que se habla en varias canciones.
No sé si es necesario recordarte lo mucho que me gusta tu manera de escribir —porque creo que ya lo he dejado claro—. Pero, de todas formas, no cabe duda de lo bien que manejas los diálogos entre personajes, la ortografía y la redacción. Además de que tienes la capacidad de escribir sobre el pensamiento del narrador con oraciones interesantes.
Una vez más elogio tu escritura, porque es sencillamente excelente.
Besos :3 espero el cap de Wen
Me atrae bastante la forma en la que Harry piensa de Kelsey en secreto, y supongo que es de lo que se habla en varias canciones.
No sé si es necesario recordarte lo mucho que me gusta tu manera de escribir —porque creo que ya lo he dejado claro—. Pero, de todas formas, no cabe duda de lo bien que manejas los diálogos entre personajes, la ortografía y la redacción. Además de que tienes la capacidad de escribir sobre el pensamiento del narrador con oraciones interesantes.
Una vez más elogio tu escritura, porque es sencillamente excelente.
Besos :3 espero el cap de Wen
~Lucy~
Re: Special A!
Deya, no sabes cuantos feels me dieron leyendo tu capitulo. Lo juro, solo fue el primer párrafo y estaba con tremenda sonrisa en mi rostro. Y bueno, fue porque el hecho de que Harry dijera "mi Kelsey" me dio cosita, en parte porque me recuerda a los dos fic's que amo con mi vida, y porque siempre me ha gustado el Harry posesivo (? es tan lkjhgfdsa.
Y bien, en general todo el capitulo me dejo pegada de la pantalla. También me agrada en gran medida los sentimientos de Harry hacia Kelsey, ya que saca a relucir su lado protector, aunque luego muestre muchísimo más esa parte egocéntrica y en algunos casos malhumorada que mantiene. ASDFGHKJHGF, amé el capítulo.
Probablemente es de las colectivas en donde más quiero que llegue esas partes de amor/cariño entre los personajes bc las historias de amor/odio me pueden.
el comentario no tiene sentido, ah.
Espero ansiosa el capitulo de Wen. Me alegro que hayas regresado, o bueno, al menos te vuelvo a ver por estos lares.
Y bien, en general todo el capitulo me dejo pegada de la pantalla. También me agrada en gran medida los sentimientos de Harry hacia Kelsey, ya que saca a relucir su lado protector, aunque luego muestre muchísimo más esa parte egocéntrica y en algunos casos malhumorada que mantiene. ASDFGHKJHGF, amé el capítulo.
Probablemente es de las colectivas en donde más quiero que llegue esas partes de amor/cariño entre los personajes bc las historias de amor/odio me pueden.
el comentario no tiene sentido, ah.
Espero ansiosa el capitulo de Wen. Me alegro que hayas regresado, o bueno, al menos te vuelvo a ver por estos lares.
Sophia.
Re: Special A!
Trataré lo más que pueda en subirlo mañana. Es una promesa, nunca eh roto una.
Invitado
Invitado
Re: Special A!
Capítulo IX
Zayn Malik.
Volví a casa con la sensación de una absoluta soledad. Generalmente, esa sensación de estar solo en el mundo aparece mezclada a un orgulloso sentimiento de superioridad: desprecio a los hombres, los veo sucios, feos, incapaces, ávidos, groseros, mezquinos; mi soledad no me asusta, es casi olímpica.
Pero en aquel momento, como en otros semejantes, me encontraba sola como consecuencia de mis peores atributos, de mis bajas acciones. En esos casos siento que el mundo es despreciable, pero comprendo que yo también formo parte de él; en esos instantes me invade una furia de aniquilación, me dejo acariciar por la tentación del suicidio, me emborracho, me acuesto con cualquier prostituta. Y siento cierta satisfacción en probar mi propia bajeza y en verificar que no soy mejor que los sucios monstruos que me rodean.
La vida aparece a la luz de este razonamiento como una larga pesadilla, de la que sin embargo uno puede liberarse con la muerte, que sería, así, una especie de despertar. ¿Pero despertar a qué? Esa irresolución de arrojarse a la nada absoluta y eterna me ha detenido en todos los proyectos de suicidio. A pesar de todo, el hombre tiene tanto apego a lo que existe, que prefiere finalmente soportar su imperfección y el dolor que causa su fealdad, antes que aniquilar la fantasmagoría con un acto de propia voluntad. Y suele resultar, también, que cuando hemos llegado hasta ese borde de la desesperación que precede al suicidio, por haber agotado el inventario de todo lo que es malo y haber llegado al punto en que el mal es insuperable, cualquier elemento bueno, por pequeño que sea, adquiere un desproporcionado valor, termina por hacerse decisivo y nos aferramos a él como nos agarraríamos desesperadamente de cualquier hierba ante el peligro de rodar en un abismo.
Es por eso que me detengo muchas veces a pensar, a reflexionar, a tomar análisis tontos que ni yo mismo puedo controlar. Me gusta ser analítico, detallar hasta el más pequeño insecto que cruce la calle. Es más fácil decir que puedo a hacerlo. Pero el problema es que todo lo que pienso, me gusta crearlo, hacerlo realidad, no llevarlo al último rincón del cerebro y soñar con que lo voy a hacer algún día, cuando el momento de hacerlo… es ahora.
— No, no y no. Lo estas arruinando — dijo— Se supone que la maqueta va de colores más naturales, como el verde, café o azul.
— Déjate de tonterías, Grace. Como está, está bien — le respondo sin dejar de ver sus hermosos ojos oscuros que ahora denotan sorpresa— Además últimamente te estas comportando extraña, ¿pasa algo?
— Sí, pasa algo — enfatizo— Pasa que ahora mi madre le importa poco lo que yo haga, que le importa muy poco que yo llegue a horas altas de la noche... Creo que si me atracaran a ella le daría igual.
— Hey, hey... — sus ojos demostraban tristeza y decepción, casi podía oír el llanto que su alma transmitía, además de su tono de voz; se cuanto extraña el amor materno— No quiero involucrarme en tus cosas personales, pero me gustaría que supieras que estoy aquí.
A veces cuestionaba mi propia existencia y recurría a esta frase. La vida, ¿qué es la vida? Shakespeare parecía entenderme con esta frase justo ahora. “Es un cuento contado por un idiota, lleno de ruido y de furia…” oh, y vaya que mucha furia. “Que no significa nada.” Nada. Pero entonces, ¿la vida de una mujer cómo Grace no merece una sonrisa más?
— Debes de tener valor para escucharme — dijo.
— Pensé que tal vez sería interesante, al menos más que el estúpido trabajo de ciencias.
— ¿Para qué querrías escuchar una platica deprimente como mi vida?
— ¿Quién dijo que hablaríamos de ello? Es una simple cosa que voy a decirte: olvida.
— Como si fuera tan fácil — sus ojos brillaban con tal intensidad que mis demonios comenzaban a brotar sin cesar. Necesitaba saciar mi sed, una sed por sus labios suaves y carnosos.
— Puedo darte clases... — susurre en silencio, caminando por su lado hasta quedar a sus espaldas. Escuche de su garganta baja un taco de saliva.
— ¿Cuánto? — fruncí en ceño ante la pregunte, y el silencio broto por la habitación.
— No cobro.
Me acerque peligrosamente a su cuello descubierto, tome su coleta y la jale hacia abajo para tener más accesibilidad a su cuello. Su respiración dejo de ser tan tranquila a acelerados suspiros, cada uno, rápido y seguido del otro. Vacile en tocar dulcemente con mis labios desde el cuello a la base de sus hombros. Cada movimiento lo hacía con tal delicadeza, que sus manos en el cierre de mis baqueros me hacía dar cuenta que era una tortura para ella.
— Zayn... — gimoteo.
— Sshh.
Carnalmente empece a besar su cuello y tire con mis brazos de ella para que su cuerpo y el mio estuvieran más pegados. Gire su cuerpo y besé sus labios apasionadamente. Nuestras lenguas jugaban juntas y no se separaban más que para tomar aire de vez en cuando. Baje a su cuello y empecé a besarle.
— ¡Zayn! ¡El chófer vino por Grace!
Bruscamente se separo de mi, y desconcertada mordió mi labio ferozmente. Lance una maldición y en cuestión de segundos ya se encontraba bajando las escaleras. Cerré mis ojos y rasque mi cabello desconsoladamente, nervioso, gritándole a mis estúpidos impulsos, a no pensar en lo que le iba a causar a Grace. Después de todo, todos terminamos siendo olvidados por aquella persona que creíamos «infinita». Porque después de ver a tu alrededor, buscando a esa, que dijo que siempre estaría contigo, terminó siendo un recuerdo. Terminó siendo otra persona que se olvidó de ti y de todas las promesas que se hicieron.
No había forma de remediar algo que estaba lo suficientemente roto, lo suficientemente acabado para confrontar al orgullo y darme cuenta del primer error que cometí con Grace.
Sus pies caminaban por entre una oscuridad desconocida, sus manos tocaban desconfiadas las paredes empolvadas y sus ojos se perdían en un abismo buscando algo que no creía encontrar. Caminó por los viejos corredores medio vacíos que despedían olores a productos de limpieza y personajes limpiando cada rincón; hasta que por fin al final de un último pasillo encontró una gran habitación con lo que buscaba.
— ¡No podrás ignorarme toda la eternidad, Grace! — grité fuertemente a lo que se viniera, dispuesto a solucionar aquella barrera que se interpuso entre nosotros, entre el futuro que nos hubiera esperado si no hubiera metido la pata. Era hora de remediarlo de alguna forma.
— ¡Pues lo estoy haciendo! — grito dando zancadas más grandes.
— ¡¿Por qué lo haces, maldición?! — se volteo hacía mi— ¿Qué fue lo malo que hice para que me hagas esto?
— ¿Cómo es que tienes el descaro de preguntármelo? — pregunto brotaban lágrimas de sus ojos tan verdes. Una fuerte punzada cruzo mi corazón— ¡Me sedujiste, Zayn! ¿Cómo pudiste? ¡Yo no soy lo que tu crees que soy! ¡No soy un puta, por Dios!
— ¿Crees que yo pienso eso de ti? — de acuerdo, eso dolió. Se deshizo de su mochila y se acerco a mi furiosamente— ¡Jamás creí eso de ti! Fui lo suficientemente honesto en decirte las cosas que siempre pensé de ti. Creo que eres una mujer demasiado inteligente, agradable y sencilla.
— Entonces, ¿por qué lo hiciste? — se mordió el labio inferior.
— No lo sé, ¿por qué mis impulsos me ganaron? ¿por qué pierdo la cordura cuando estoy cerca de ti? Dime algo, ¿por qué haces esto?
— Me hicieron daño de la misma forma en que lo hiciste, porque mi maldición comenzó cuando me enamore de ese alguien...
— ¿Qué te hizo? — más lágrimas detonaban de sus ojos.
— Nuestra historia terminó para mí, hace unos meses. Para él, nunca fue una historia. Nunca comenzó, o lo que sintió o lo que llegó a sentir, fue pasajero. Mientras yo me enamoraba de él cada segundo que la pasábamos juntos, cada palabra. ¿Para él? Sólo fui una más. Otra agregada a su colección de «muñecas» — pasaron unos segundos de silencio, haciendo más complicado el problema— No pienso volver a caer, Zayn, no quiero hacerlo. Eh sufrido lo suficiente y no quiero volver a tener que pasar por lo mismo.
— No pasara, nena — me acerque a ella, pero ella se alejo de mi— No soy como él, lo juro. Mis intensiones son quererte, no hacerte daño.
— Claro que no pasara... — sonreí, pero se borro al instante que limpió sus lágrimas con el borde de su chaqueta y dio un largo suspiro antes de decir:— Porque tú y yo nunca seremos nada, ¿has entendido? Nunca.
Pero en aquel momento, como en otros semejantes, me encontraba sola como consecuencia de mis peores atributos, de mis bajas acciones. En esos casos siento que el mundo es despreciable, pero comprendo que yo también formo parte de él; en esos instantes me invade una furia de aniquilación, me dejo acariciar por la tentación del suicidio, me emborracho, me acuesto con cualquier prostituta. Y siento cierta satisfacción en probar mi propia bajeza y en verificar que no soy mejor que los sucios monstruos que me rodean.
La vida aparece a la luz de este razonamiento como una larga pesadilla, de la que sin embargo uno puede liberarse con la muerte, que sería, así, una especie de despertar. ¿Pero despertar a qué? Esa irresolución de arrojarse a la nada absoluta y eterna me ha detenido en todos los proyectos de suicidio. A pesar de todo, el hombre tiene tanto apego a lo que existe, que prefiere finalmente soportar su imperfección y el dolor que causa su fealdad, antes que aniquilar la fantasmagoría con un acto de propia voluntad. Y suele resultar, también, que cuando hemos llegado hasta ese borde de la desesperación que precede al suicidio, por haber agotado el inventario de todo lo que es malo y haber llegado al punto en que el mal es insuperable, cualquier elemento bueno, por pequeño que sea, adquiere un desproporcionado valor, termina por hacerse decisivo y nos aferramos a él como nos agarraríamos desesperadamente de cualquier hierba ante el peligro de rodar en un abismo.
Es por eso que me detengo muchas veces a pensar, a reflexionar, a tomar análisis tontos que ni yo mismo puedo controlar. Me gusta ser analítico, detallar hasta el más pequeño insecto que cruce la calle. Es más fácil decir que puedo a hacerlo. Pero el problema es que todo lo que pienso, me gusta crearlo, hacerlo realidad, no llevarlo al último rincón del cerebro y soñar con que lo voy a hacer algún día, cuando el momento de hacerlo… es ahora.
— No, no y no. Lo estas arruinando — dijo— Se supone que la maqueta va de colores más naturales, como el verde, café o azul.
— Déjate de tonterías, Grace. Como está, está bien — le respondo sin dejar de ver sus hermosos ojos oscuros que ahora denotan sorpresa— Además últimamente te estas comportando extraña, ¿pasa algo?
— Sí, pasa algo — enfatizo— Pasa que ahora mi madre le importa poco lo que yo haga, que le importa muy poco que yo llegue a horas altas de la noche... Creo que si me atracaran a ella le daría igual.
— Hey, hey... — sus ojos demostraban tristeza y decepción, casi podía oír el llanto que su alma transmitía, además de su tono de voz; se cuanto extraña el amor materno— No quiero involucrarme en tus cosas personales, pero me gustaría que supieras que estoy aquí.
A veces cuestionaba mi propia existencia y recurría a esta frase. La vida, ¿qué es la vida? Shakespeare parecía entenderme con esta frase justo ahora. “Es un cuento contado por un idiota, lleno de ruido y de furia…” oh, y vaya que mucha furia. “Que no significa nada.” Nada. Pero entonces, ¿la vida de una mujer cómo Grace no merece una sonrisa más?
— Debes de tener valor para escucharme — dijo.
— Pensé que tal vez sería interesante, al menos más que el estúpido trabajo de ciencias.
— ¿Para qué querrías escuchar una platica deprimente como mi vida?
— ¿Quién dijo que hablaríamos de ello? Es una simple cosa que voy a decirte: olvida.
— Como si fuera tan fácil — sus ojos brillaban con tal intensidad que mis demonios comenzaban a brotar sin cesar. Necesitaba saciar mi sed, una sed por sus labios suaves y carnosos.
— Puedo darte clases... — susurre en silencio, caminando por su lado hasta quedar a sus espaldas. Escuche de su garganta baja un taco de saliva.
— ¿Cuánto? — fruncí en ceño ante la pregunte, y el silencio broto por la habitación.
— No cobro.
Me acerque peligrosamente a su cuello descubierto, tome su coleta y la jale hacia abajo para tener más accesibilidad a su cuello. Su respiración dejo de ser tan tranquila a acelerados suspiros, cada uno, rápido y seguido del otro. Vacile en tocar dulcemente con mis labios desde el cuello a la base de sus hombros. Cada movimiento lo hacía con tal delicadeza, que sus manos en el cierre de mis baqueros me hacía dar cuenta que era una tortura para ella.
— Zayn... — gimoteo.
— Sshh.
Carnalmente empece a besar su cuello y tire con mis brazos de ella para que su cuerpo y el mio estuvieran más pegados. Gire su cuerpo y besé sus labios apasionadamente. Nuestras lenguas jugaban juntas y no se separaban más que para tomar aire de vez en cuando. Baje a su cuello y empecé a besarle.
— ¡Zayn! ¡El chófer vino por Grace!
Bruscamente se separo de mi, y desconcertada mordió mi labio ferozmente. Lance una maldición y en cuestión de segundos ya se encontraba bajando las escaleras. Cerré mis ojos y rasque mi cabello desconsoladamente, nervioso, gritándole a mis estúpidos impulsos, a no pensar en lo que le iba a causar a Grace. Después de todo, todos terminamos siendo olvidados por aquella persona que creíamos «infinita». Porque después de ver a tu alrededor, buscando a esa, que dijo que siempre estaría contigo, terminó siendo un recuerdo. Terminó siendo otra persona que se olvidó de ti y de todas las promesas que se hicieron.
No había forma de remediar algo que estaba lo suficientemente roto, lo suficientemente acabado para confrontar al orgullo y darme cuenta del primer error que cometí con Grace.
Sus pies caminaban por entre una oscuridad desconocida, sus manos tocaban desconfiadas las paredes empolvadas y sus ojos se perdían en un abismo buscando algo que no creía encontrar. Caminó por los viejos corredores medio vacíos que despedían olores a productos de limpieza y personajes limpiando cada rincón; hasta que por fin al final de un último pasillo encontró una gran habitación con lo que buscaba.
— ¡No podrás ignorarme toda la eternidad, Grace! — grité fuertemente a lo que se viniera, dispuesto a solucionar aquella barrera que se interpuso entre nosotros, entre el futuro que nos hubiera esperado si no hubiera metido la pata. Era hora de remediarlo de alguna forma.
— ¡Pues lo estoy haciendo! — grito dando zancadas más grandes.
— ¡¿Por qué lo haces, maldición?! — se volteo hacía mi— ¿Qué fue lo malo que hice para que me hagas esto?
— ¿Cómo es que tienes el descaro de preguntármelo? — pregunto brotaban lágrimas de sus ojos tan verdes. Una fuerte punzada cruzo mi corazón— ¡Me sedujiste, Zayn! ¿Cómo pudiste? ¡Yo no soy lo que tu crees que soy! ¡No soy un puta, por Dios!
— ¿Crees que yo pienso eso de ti? — de acuerdo, eso dolió. Se deshizo de su mochila y se acerco a mi furiosamente— ¡Jamás creí eso de ti! Fui lo suficientemente honesto en decirte las cosas que siempre pensé de ti. Creo que eres una mujer demasiado inteligente, agradable y sencilla.
— Entonces, ¿por qué lo hiciste? — se mordió el labio inferior.
— No lo sé, ¿por qué mis impulsos me ganaron? ¿por qué pierdo la cordura cuando estoy cerca de ti? Dime algo, ¿por qué haces esto?
— Me hicieron daño de la misma forma en que lo hiciste, porque mi maldición comenzó cuando me enamore de ese alguien...
— ¿Qué te hizo? — más lágrimas detonaban de sus ojos.
— Nuestra historia terminó para mí, hace unos meses. Para él, nunca fue una historia. Nunca comenzó, o lo que sintió o lo que llegó a sentir, fue pasajero. Mientras yo me enamoraba de él cada segundo que la pasábamos juntos, cada palabra. ¿Para él? Sólo fui una más. Otra agregada a su colección de «muñecas» — pasaron unos segundos de silencio, haciendo más complicado el problema— No pienso volver a caer, Zayn, no quiero hacerlo. Eh sufrido lo suficiente y no quiero volver a tener que pasar por lo mismo.
— No pasara, nena — me acerque a ella, pero ella se alejo de mi— No soy como él, lo juro. Mis intensiones son quererte, no hacerte daño.
— Claro que no pasara... — sonreí, pero se borro al instante que limpió sus lágrimas con el borde de su chaqueta y dio un largo suspiro antes de decir:— Porque tú y yo nunca seremos nada, ¿has entendido? Nunca.
- capítulo:
- Lamento los molestos errores de ortografía, también por la horrible gramática. Estoy en situación de no computadora, gracias a que mi mamá tiene la idea de construir la familia que alguna vez existió entre nosotros. Es un momento agradable de mi vida, por lo que pasare una navidad tranquila y sin problemas. Los primeros párrafos los tenía listos en mi celular, lo último lo tuve que hacer aquí justamente. Espero que les guste :3 Las quiero mucho a todas, besos.
Sigue: Pushi.
Invitado
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Re: Special A!
Wen me encanto mucho el capítulo, ese Zayn es tan tierno, pero Grace tan complicada. Ni siquiera se porque carajos armo drama por algo tan... Aww. En fin, escribes muy bien, tienes buena temática con la relación de Zayn y Grace. Son hermosos, a pesar de que extraños, hermosos. Pero me dolió la última parte :c
¡¿Qué carajos te pasa, Grace?! No puede ser cierto, además se que la tipa esta al final tendrá más ganas que la primera. ah. Me fui del tema. (?) Fascinante, amorsh, sin duda me encanto.
Te espero Eve. c:
— Claro que no pasara... — sonreí, pero se borro al instante que limpió sus lágrimas con el borde de su chaqueta y dio un largo suspiro antes de decir:— Porque tú y yo nunca seremos nada, ¿has entendido? Nunca.
¡¿Qué carajos te pasa, Grace?! No puede ser cierto, además se que la tipa esta al final tendrá más ganas que la primera. ah. Me fui del tema. (?) Fascinante, amorsh, sin duda me encanto.
Te espero Eve. c:
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