"Good Vampires Never Falls In Love" (James Maslow & Tu)

Y es que decir que ya no amaba a Ian era una gran mentira. Pero tenía que aceptar la realidad; lo nuestro no había resultado. Hasta en términos humanos era muy comprensible, cuando las cosas no van bien en una pareja, las dos partes simplemente se separan y continúan con sus vidas, sin la necesidad de sufrir o deprimirse como lo había estado haciendo yo. Y no había diferencia alguna si se trataba de humanos o vampiros, el amor debe ser compartido y correspondido por las dos personas.

Lo que yo sentía por James... estaba segura de que era una clase de amor más saludable que lo que experimenté con Ian, porque no era tan complicado ni tormentoso. A lo mejor así debía ser, y mientras siguiera así, seguramente podría llegar a olvidarme de Ian lo suficiente para tratar de vivir la vida que proponía para mí misma. Sin embargo, esto lo sabía perfectamente, yo nunca volvería a ser normal, estaba marcada por dentro y aunque nunca volviera a verlo o a saber de él, su huella nunca desaparecería. Estaría James dispuesto a quererme sabiendo esto? Porque él tenía derecho a saberlo todo de mi antes de que intentáramos cualquier tipo de relación. Se conformaría con tomar lo poco bueno que quedaba en mi, siendo tan bueno, leal y honesto? En verdad, tenía muy poco que ofrecerle.

Lo vi casi a diario en los días siguientes, siempre en el Country Salt, pero no podíamos hablar con confianza porque, después de estar juntos en el baile, nos habíamos hecho objeto de chismes y habladurías a tal punto de ser insoportable. Atraíamos demasiada atención cuando nos juntábamos, así que nos vimos obligados a distanciarnos todo el tiempo de nos dejábamos ver en público. Y tampoco podíamos citarnos en algún lugar privado ya que Thomas y Miley se habían puesto muy susceptibles en lo que a cuidarnos se refería. Nunca lo iban a admitir, pero estaban avergonzados de que esa noche Paul hubiera traspasado el perímetro tan cuidadosamente estructurado, en sus narices.

Ahora, Miley no se despegaba de mí en todo el santo día, y Kellan hizo lo mismo con James. Por lo menos no hubo problema con los Maslow, Julie y Charles estaban encantados con el nuevo mejor amigo de su hijo.

La paciencia me duro una semana. Todo esto era una exageración; Paul solo era un vampiro travieso en busca de diversión, estaba claro que no tenía intenciones oscuras para conmigo o James, simplemente nos habíamos cruzado en su camino. Planeaba una oportunidad para escaparme de Miley para ir a ver a James, pero al fin no fue necesario…

Esa tarde me la había pasado con Robert, Shia y Miley jugando tenis en mi casa –una excusa de ella para hacer que permaneciera encerrada–, y me fui a mi habitación temprano. Robert me recordó que tenía que estar linda y arreglada para mañana en la noche; estábamos invitados a la mansión de los Maslow por la fiesta del aniversario de bodas de Charles y Julie. Iba a ser mi primera vez oficial en sociedad, ya que mi fiesta de hace un mes había sido algo más informal y no contaba en realidad. Me preguntaba si no estaría tan entusiasmada en ir si no se tratara de los Maslow.

Tome un largo baño relajante antes de acostarme, pensando seriamente en cual sería el atuendo ideal para impresionar a mis futuros suegros… satín, seda o muselina? Vestido de cocktail o sastre? Miley quería que usara el D&G que me había regalado en mi cumpleaños, cosa que me daba un poco de miedo, no me acostumbraba a usar blanco entero.

Salí del agua, me envolví en una toalla y entre en mi cuarto que estaba a oscuras, salvo por la tenue luz nocturna entrando por los ventanales entreabiertos. Allí afuera llovía a cantaros. Apenas di un paso hacia el closet y oí con claridad los latidos de un ruidoso corazón, dentro de la habitación. Mire bruscamente detrás de mí y casi me da un infarto: había alguien recostado holgada y despreocupadamente a lo largo de mi cama. Mis piernas se quedaron clavadas en el suelo.

–Hola –me saludo una voz sedosa e irresistible.

El pulso se me acelero mientras me daba cuenta que era él. Maldije en mi fuero interno, a quien esperabas, Claire, a Paul? Deseche la idea rápidamente, intentando asimilar el hecho de que era James a quien tenía sobre mi cama. Nunca había sido tan consciente de que ya me fuera tan familiar su atractiva figura.

–No me dijiste que ibas a venir –espiré sintiendo como se me trababa la lengua.

–No quieres que este aquí –se quejó mirándome intensamente con esos ojos que me hipnotizaban incluso en la oscuridad.

Sonreí.

–Sabes que es todo lo contrario –baje la voz, alertada por el ruido de unos pasos en el corredor de afuera, a unos diez metros quizá, pero no quería imaginarme que pasaría si Robert se enteraba de esto. James recupero su expresión fresca y seductora.

–Entonces –salto de la cama y se aproximó hasta mi, manteniendo mi mirada en todo momento– me parece que comienzas a entender, siento haberte asustado.

Me aparto un mechón de cabello y lo coloco detrás de mi oreja, rozando mi mejilla. No creo que pudiera acostumbrarme a esto nunca. Cada vez que me tocaba, me volvía un saco de plumas, propenso a desbaratarse.

–No me he asustado –me ahogué, perdiéndome en su hermosísima mirada.
Sonrió abiertamente y se inclinó con cuidado para presionar sus dulces labios contra los míos., mientras sujetaba mis manos.

–No te he visto en todo el día y he estado a punto de volverme un lunático –susurro apoyando su frente en la mía– puedes perdonarme?

–Vale –suspire esforzándome por no temblar al sentir la suave y perfecta textura de sus labios rozando los míos, aunque estaba petrificada al mismo tiempo. Tuve la urgente necesidad de alzar las manos para rodear su cuello, pero parecía que me iba a costar trabajo relajarme.

Abrí los ojos y me di cuenta de donde estaba su atención. Se había percatado de que traía puesta nada más que una toalla.
–He venido para enseñarte una cosa, pero… creo que deberías vestirte primero –me aconsejo poniendo los ojos en blanco y esbozando una sonrisa bastante inocente, al menos en apariencia.

–Oh, es cierto.

Me fui hasta la cómoda, tropezándome, y saque un pijama de algodón. James volvió a tenderse en mi cama mirándome con curiosidad y una mueca burlona.