Stole my Heart {Tom Riddle} | TERMINADA.

Respondo;

❛Espacio Vació❜

Tom se despertó con el sonido de una alta, alegre voz.

─¡Vamos, vamos, señorita Nestowe, no sea tan apresurada! Usted tomó un fuerte golpe en la cabeza y necesita tiempo para sanar  ─Madame Barona dijo con aprensión.

─¡Madame, yo puedo y dormiré en mi dormitorio esta noche! Es casi hora de la cena y estoy hambrienta. Déjeme bajar hasta el Gran Comedor. Me siento como si pudiera correr la longitud de la cancha de Quidditch.

─¿Correr? ¡Usted no hará tal cosa! ─Madame Baroma dijo airadamente. Hubo un momento de silencio antes de que la enfermera dijera algo─ Pero una caminata, supongo que no dolería. Pero promete volver aquí después de la cena y dejarse revisar conmigo.

Tom abrió su ojos dolorosamente, entrecerrándolos al golpearlos la luz.

─¡Y mire quién más está despierto! ─la enfermera chilló, correteando hasta la cama de Tom. Su voz aguda le estaba dando náuseas. Él se fijó en Helen quien se estaba poniendo sus medias─ ¿Cómo se siente cariño? ¿Mejor? ¿Peor? ─la enfermera dijo con la misma voz chillona.

Mejor si no estuviera aquí─ Bien ─él mintió apresuradamente─ Me siento genial! ─en verdad se sentía como si fuera a vomitar, pero haría lo que fuera para salir de la cama.

Madame Baroma puso sus manos en sus robustas caderas.

─No crea que se irá antes de mañana por la tarde, Sr. Riddle. Ahora discúlpeme, tengo que cuidar de mis otros pacientes. He hecho la mayor parte de su curación mágica mientras estaba dormido, le traigo la cena en treinta minutos, si usted lo desea.

Tom no podía decidir que lo enfermaba más; la idea de comer cena o el hecho de que no había comido en dos días y medios. Él escuchó la puerta hacer click al cerrarse y se dio cuenta de que estaba solo con Helen, quien se estaba poniendo sus zapatos.

─¿Te sientes algo mejor? ─Helen preguntó después de un momento.

─¿A ti qué te importa? ─Tom preguntó, desviando la mirada fríamente. Él no podía tener a Helen pensando que eran amigos, porque, honestamente, no lo eran. A él no le agradaba para nada. De hecho, él casi de veras la odiaba por todo lo que ella lo había hecho pasar.

─¿Por qué me importa? Tú casi te matas salvándome la vida, eso es por qué... ─Helen replicó heladamente.

─¡Por última vez. Yo no lo hice por ti! Tú no eres nada para mi ¿por qué no puedes entenderlo?? Sólo hazme un favor y piérdete, Nestowe. Un momento más de escuchar tu voz me va a empujar por el borde ─dijo Tom con una voz de calma mortal─ Sangre-sucia.

Vio como algo en los ojos de Helen se quebró. Ella se levantó, acercándose a su cama hasta que estaba por encima de él.

─Sabes, he pensado mucho acerca de ti y acerca de cómo actúas, y ¿sabes qué? ¡Tienes miedo, Tom Riddle!

─Yo no le tengo miedo a nada ─dijo Tom tranquilamente. Y para él, era la verdad.

─¡Oh, sí que tienes! ¡Eres un cobarde! ─Helen replicó, sus ojos llenos de malicia contenida─ Cada vez que trato de acercarme a ti sólo un poco, vienes con algún ingenioso insulto que hace que te odie aún más. ¿Sabes por qué? ¡Tienes miedo! Tienes miedo de que si te apoyas en nadie más que tú mismo, te caerás. Tienes miedo de que si confías en nadie más que tú mismo, te lastimarás. De hecho, tienes miedo de tus propios sentimientos. Tú no me atrapaste sólo para salvar a Malfoy, pero ni siquiera puedes admitir la verdadera razón a ti mismo... Sin embargo, ¿Sabes a lo que más le tienes miedo? ¡Esto!

Y ella se inclinó hacia abajo y apretó sus labios contra los suyos. Una sensación como el fuego lo cogió a él de improviso, y de repente todo el dolor y toda la cólera se desvaneció en ese momento, y la acercó más hacia él.

Para Helen, sus labios eran helados y sólidos, pero tan maravillosamente fascinante que no le importó cuando él profundizó el beso, presionando sus labios más firmemente a los de ella y acercándola aún más.

En ese momento, era como si nada más existiera, nada más importara, sólo el contacto de sus labios. Estaban tan concentrados en lo que estaba pasando entre ellos que no veían, ni sentían nada alrededor.

Después de un momento, ella se apartó de la maravillosa y terrible cosa que acababa de ocurrir. Y lo miró fijamente sin aliento por unos momentos.

Sus ojos estaban súper abiertos y sus mejillas sonrojadas dramáticamente. Helen misma parecía sorprendida de lo que había hecho.

Helen dio la vuelta y se apresuró a salir fuera por la puerta.

Por primera vez en su vida, Tom Riddle se encontró sin palabras.

Dumbledore se volvió a Minerva, un expresión contemplativa en su cara.

─Tú estuviste en el partido de Quidditch, Minerva. Cuando el chico Malfoy golpeó a Helen Nestowe. ¿Eso se vio como un accidente?

Minerva entrecerró sus ojos avellanos en desprecio.

─¡Por supuesto que no! ¡Él golpeó la bludger justo hacia ella! Yo estaba mirando.

─Y Riddle... ─Dumbledore continuó─ ¿Por qué crees que la capturó?

Ante esto, Minerva no respondió. Finalmente ella replicó.

─No lo sé, Albus. Sí se que jamás he visto a un chico tan empeñado en atrapar algo. Un jugador profesional de Quidditch no hubiera podido atrapar a la chica a tiempo, pero él lo hizo.

Dumbledore asintió, más confundido de lo que jamás había estado. Las acciones de Tom Riddle habían sido tan en contra de todo lo que Dumbledore sabía de él, tan en contra de cada acción que nunca había visto de Tom.

De hecho, si no hubiera sabido mejor, se habría imaginado que Tom tenía una chispa hacia Helen Nestowe.

─¡Tom!

Él se fijó inexpresivamente hacia enfrente, sus ojos desenfocados mientras bajaba hacia el Gran Comedor.

─¡Hey, Riddle!

Se sentía con náuseas y su cabeza le daba vueltas salvajemente, un millón de pensamientos atormentando su cerebro.

─¡Tom Marvolo Riddle!

─No me llames así ─Tom dijo distraídamente al volverse para hacer frente a la chica que le estaba gritando. Elizabeth Walker llegó hasta donde él estaba, resoplando por correr.

─¿¡Caramba, qué pasa contigo, Tom!? ¿No me oíste?

Ella tenía el cabello largo y pelirrojo, ojos verdes, y agudos pómulos pálidos que le daban un aire altanero. Estaba en Ravenclaw, pero conocía a Tom porque era la Premio Anual, y era la única en el colegio que estaba cerca de igualar su intelecto. En realidad, ella estaba en ninguna parte cerca de su nivel de genio.

─Pensando ─Tom dijo despectivamente, y la mirada en su rostro la hizo decidir rápidamente cerrar ese asunto. Ella suspiró y puso una mano sobre su cadera.

─Bueno, yo quería preguntarte si ya planeaste el Festín de Halloween.

─¿Por qué? ─Tom preguntó. No se sentía como para tratar con Elizabeth o de Halloween en este momento.

─Porque quería ayudarte a planearlo. Aquí está mi idea... un baile de máscaras en el campo de Quidditch. Es luna llena este Halloween, vez, y yo pensé que una mascarada a la luz de la luna sería realmente emocionante.

─Sí, claro ─Tom dijo indiferentemente. De veras no podía importarle menos acerca del estúpido Baile de Halloween.

─Escucha, Tom... ¿por qué no simplemente yo asumo la planificación de esta cosa? Estoy segura de que no le importará Dippet, y quiero hacerlo yo misma.

─Se mi huésped ─dijo Tom rápidamente, aliviado de haberse quitado una carga de sus hombros. Se dio vuelta y se alejó sin otra palabra.

─Adiós, entonces ─oyó su voz indignada murmurar antes de que ella se alejara.

Tom bajo por el camino pedregoso hacia su dormitorio, y agarró su libro de Aritmancia, y se sentó en una silla de respaldo duro. Abrió de golpe el libro y lo miró con firmeza.

"Tienes miedo, Tom Riddle."

Teorema de Trigon. Tres números pares sumados consecutivamente al cuarto número impar crean un Círculo de Gaunlet, o una fórmula para la protección del portador.

"¡Tienes miedo de que si te apoyas en nadie más que tú mismo, te caerás!

El Teorema de Trigon es aplicable a todas las formas de Aritmancia salvo amuletos, cuando es imposible combinar mágicamente tres números pares consecutivos.

"Sin embargo, ¿sabes a lo que más le tienes miedo?... ¡Esto!"

Tom pasó una mano a través de su cabello y trató de respirar hondo, pero encontró sus pulmones quemándose. Tal vez era porque había dejado el hospital sin estar completamente curado (lo haría él mismo más tarde), pero estaba seguro que el golpeteo de su corazón era algo totalmente diferente.

Tom se acordó del beso, como una brillante estrella quemándose en un interminable cielo negro. Había besado a chicas antes, pero nunca se había sentido tan despierto, tan incinerado, tan vivo. Se sorprendió cuando se dio cuenta de que, quería más que ese beso. Mucho más.

Luego, pensó acerca de sus palabras. Él sabía que sin importar cuántas veces tratara de convencerse a sí mismo de que ella estaba equivocada, al final ella estaba innegablemente en lo correcto. Él tenía miedo. Pero, es acaso tan malo no confiar en nadie más que en mi mismo. No está mal. Es mejor. Mientras a todos alrededor le rompen el corazón y traicionan su confianza, yo he encontrado una manera de volverme indestructible. Nadie me puede herir.

Finalmente, Tom Riddle, quien era llamado "sin miedo" por todos aquellos que lo conocían, admitió a sí mismo que tenía miedo. Él tenía miedo de lo que sea que Helen representaba; aunque, qué era eso aún no lo sabía. Y se había dicho a sí mismo una y otra vez, que él no necesitaba amigos, que él no necesitaba confianza, que él no la necesitaba a ella. Pero la presencia de Helen llenaba un espacio que él jamás había sabido que estaba vacío, y ahora, él veía este enorme, gigantesco hueco en donde algo se suponía que debía estar.

Y finalmente, él supo que Helen era la única que podía llenar el vacío.

❛Zapatillas Plateadas❜

─¡Estoy tan emocionada! ─Emma gritó al entrar al dormitorio de las chicas. Un pedazo arrugado de papel estaba agarrado precariamente en sus manos. Unas cuantas de las chicas alzaron la mirada o arquearon una ceja, esperando que ella hablara.

─¡Vamos a tener un baile de máscaras! ¡Es en dos días, en la noche de Halloween! Va a ser en el campo de Quidditch, bajo una luna llena. ¿No es maravilloso?

El cuarto irrumpió en un rumor de parloteo, y Melody se dio cuenta de que apenas podía escucharse pensar a sí misma. Estaba extremadamente sorprendida de que Halloween fuera ya en dos días. Parecía que ella había llegado ayer. ¿He estado de veras en el pasado por dos meses?

No era como si hubiera estado ignorando el hecho de que tenía que encontrar una forma de volver. En la Sección Prohibida, había encontrado uno de los libros menos conocidos de Nicolas Flamel, que incluía algunas de sus teorías de viajes en el tiempo. Ella había llegado finalmente al capítulo en el que Flamel escribió sobre viajando más allá de unos pocos días.

Viajar hacia atrás semanas, meses, o incluso años en el pasado, en teoría desafía la esencia del tiempo. Esta es la razón por la que no se ha intentado por los magos de hoy en día y probablemente nunca será intentado. En el caso de que un mago viaje años hacia atrás en el tiempo, vemos que un extraño vacío se produce. Matemáticamente y en teoría, este fenómeno es posible; pero en realidad, tal vez es imposible. Se llama la teoría Rumineus, y es completamente irreversible. La idea detrás de esto es que el mismo tiempo se congela, hasta que el portador.

─¡Oye! ─Melody gritó cuando Emma agarró el libro de sus manos.

─¡Vamos, deja de estudiar! Así que, ¿con quién vas? ¿Qué vas a ponerte?

─Oh, yo... ─Melody honestamente nunca había considerado ir al Baile. Ella ni siquiera había esperado estar allí─ No estoy segura.

─¡Ay, Helen! ─dijo Emma, exasperada. Las otras chicas se fijaron con interés─ Eres siempre tan reservada, nunca haces nada divertido, ni siquiera tratas de lucir bien... vas a ir a este baile, y nosotras vamos vestirte correctamente.

Ante esta propuesta, todas las compañeras de cuarto de Helen se pusieron alrededor de ella y sólo escuchó cosas como...

─Si resaltamos tus ojos un poco

─Te verías genial en un vestido de corte bajo.

─nunca había notado qué bonita que podrías ser.

─Hm ─dijo Emma contemplativamente─ Si sólo hacemos algo con tu cabello... ¿enrularlo quizás?

Melody se alejó de Emma con este comentario, empezando a pensar que toda la idea era un desastre en creación.

─Vamos, realmente, Emma, no me siento como para ir.

─¡Tonterías! ─una chica llamada Katie dijo─ ¡Te encantará! ¡No hay manera de que no vayas a ir!

Melody negó con la cabeza, pero se resignó a su parloteo insignificante. Había sido difícil concentrarse en cualquier cosa últimamente. Siempre había algo que le fastidiaba la mente, esperando para hacerse camino hasta la superficie cuando ella menos los esperara.

¿Qué he hecho? Ella pensó de repente. Ella lo había besado a él. Tom Riddle. Lord Voldemort. Pensar en lo último le era repulsivo, porque no podía ver a Tom Riddle y Lord Voldemort como la misma persona. ¿Qué le pasó a él? O mejor dicho, ¿Qué le pasará a él? Se preguntó desesperadamente. ¿Cómo pudo alguien tan inteligente, tan encantador, tan extraordinario, volverse ese monstruo en el claro del bosque?

─¡Helen!

─¿Sí? ─ella preguntó con nervios, levantando la cabeza.

─Te veías algo preocupada por un momento... zapatos color lavanda no serán un problema, ¿verdad?

─¡Oh, um... no. ¡Sí! Er, quiero decir... estaba pensando en plateados, en realidad.

─Te verás preciosa, Helen, tú sólo espera.

─Me veo ridícula ─Minerva le dijo a Dumbledore mientras se miraba a sí misma en el espejo.

Él trató de mantener la diversión fuera de voz mientras decía.

─Yo, por mi parte, creo que te vez bastante impresionante... en un especie de forma ridícula.

Llevaba un sombrero de pluma de pavo real y una bufanda de cachemira demasiado grande en un tono aguamarina cegador. Ella giró en torno para enfrentarlo, sus ojos color avellana parpadeando.

─¿Recuérdame nuevamente por qué estoy condenada a llevar esta terrible excusa de un traje para mi audiencia con el mismo Ministro de la Magia?

─Te digo, Minerva, que tiene un poco de un fetiche por los sombreros de pavo real. Será extremadamente beneficioso para conseguir la posición que quieres en Beauxbatons cuando él te vea con ese... ese... ─se detuvo, aparentemente inseguro de cómo llamar esa cosa en su cabeza. Ahora que lo volvía a pensar, sombrero era difícilmente la palabra.

─¿Y esta bufanda espantosamente radiante?¿Qué dices de eso?

En ese momento, Dumbledore estaba temblando con regocijo.

─Añade un buen énfasis al esquema de color ─dijo, sosteniendo sus dedos pulgar e índice juntos.

─¡Argh! ─ella exclamó, quitándose la bufanda y tirándola con frustración─ ¡Eres terrible, Albus Dumbledore! ─pero de todos modos estaba sonriendo. Dumbledore respondió comprobando su reloj de pulsera.

─Vas a llegar tarde ─dijo Dumbledore fingiendo seriedad─ Nunca es bueno llegar tarde a una entrevista de trabajo.

─¡Ya me voy! ─dijo, yendo a mirarse en el espejo una última vez, y sonriendo. Entonces, corrió a donde estaba el traslador, y puso su mano sobre el, comprobando su reloj.

─¡Buena suerte! ─Dumbledore dijo con un guiño. Ella lo fulminó con la mirada mientras desaparecía.

Distraídamente, Dumbledore se preguntó qué pasaría cuando el Ministro de Magia viera a una de las más brillantes jóvenes brujas de la era con un ridículo sombrero... de pavo real.

Lástima que el Ministro no tiene realmente un fetiche por ellos.

─Hey, Marvolo ─una voz mañosa susurró desde la izquierda de Tom.

─No me llames así ─respondió Tom en una igualmente voz baja. Estaban en Historia de la Magia, y Tom estaba tratando de no dormirse. No había dormido en un largo tiempo.

─¿Por qué no? ─Joseph Nott dijo con una sonrisa fácil─ Marvolo tiene un agradable tono. ¿No crees, Marvolo?

Tom se dirigió a la cara de José, duro negro ojos aburridos a los demás la luz de chico azules.

─Te dije, no me llames así.

Si había una cosa que Tom odiaba más que a los Muggles, era su propio nombre. Era el nombre de un cobarde, un fracas. Era el nombre de su padre. Su padre, quien lo había abandonado después de que su madre había muerto. Su padre, a quien Tom había matado por pura rabia sólo el verano pasado. Nunca había odiado a su padre, el odio era un sentimiento demasiado bueno para malgastarlo en su padre. Tom se entumecía cuando tenía que ver con su padre. Se negaba a gastar energía odiando a Tom Riddle Sr.

─Está bien, está bien ─dijo Nott apresuradamente─ Tú das miedo a veces. ¿Lo sabes? Pones esta fría y en blanco mirada en tu cara, que es mucho peor que una mirada fulminante o que frunzas el ceño...

─Yo sólo... ─Tom se quedó en el aire─ He inventado un nuevo nombre para mí.

Tom había estado pensando en tener otro nombre desde hacía tiempo. No el despreciable nombre de su padre, pero su propio nombre. El nombre que había adquirido para sí mismo.

─¿Qué es, entonces? ─preguntó Nott.

─...Voldemort ─Tom dijo después de un momento. Sólo Voldemort, por ahora, él suponía.

─¿Voldemort? ¿Qué clase de nombre es ese? ¡Qué gracioso! ─Nott dijo con una risa casual.

En ese momento, a Tom le hervía la sangre. Tú espera, Nott, él pensó ferozmente. Uno de estos días, tú tendrás miedo de ese nombre como a nada más.

El mundo entero tendrá miedo de decir ese nombre.

Respondo;

❛Mascarada a la Luz de la Luna I❜

─Sólo pregúntale ─Melody dijo, exasperada.

─Merlín sabe que él es demasiado terco para preguntarte a ti ─ella miró en la dirección de Christoph.

Emma miró a Melody como si ella acabara de sugerir tirarse de clavado desde un acantilado de mil pies de altura.

─Helen, no puedes simplemente preguntarle a un chico. Así no es cómo funciona, los chicos le preguntan a las chicas ─explicó Emma lentamente.

No en mi década, Melody estaba tentada a decir.

─No en Alemania. En Alemania, es al revés.

─¿Acaso esto te parece Alemania? ─Emma dijo.

─Tan sólo estás diciendo excusas y lo sabes.

─No lo estoy haciendo.─

─¡Entonces ve hacia allá y pregúntale!

Melody se dio cuenta de repente de qué tan alto había estado hablando. La sala común entera, de hecho, estaba fascinada con la conversación de las dos chicas. Melody se ruborizó de color escarlata. ¿Qué pasó con pasar desapercibida? Después de que la gente volteara la mirada, Emma cruzó sus brazos obstinadamente.

─No lo haré ─dijo Emma con mal humor.

─Bien. En ese caso, vas a ir sola.

Emma frunció el ceño.

─¿Por qué Christoph tiene que ser tan estúpidamente terco?

─No es más terco que tú ─Melody dijo cansadamente.

─No eres de ayuda ─replicó Emma, y se fue, pisoteando, a los dormitorios.

Suspirando, Melody volvió a leer su libro. Si ella hubiera tomado tiempo para mirarse en el espejo, hubiera visto una pálida y cansada cara mirándola de vuelta. Había círculos de color azul oscuro bajo sus ojos, y sus labios estaban demacrados. Su cara parecía que estuviera hundida, distendida de alguna manera.

En resumen, parecía enfermiza, y tenía el presentimiento de que era porque estaba preocupada. Todavía no había encontrado una manera de volver, y estaba empezando a sospechar que algo estaba terriblemente mal. Se estaba entrometiendo con el tiempo como ningún mago jamás lo había hecho; las consecuencias en el futuro podrían ser devastadoras. Podía dormir muy poco, si era que dormía, y no había forma de escapar de la ansiedad que sentía. También había algo aparte de la preocupación. Algo que ella no quería afrontar.

Harry una vez le había contado un poco de Tom, cuando el Slytherin era joven. Al parecer, había vivido en un orfanato Muggle hasta la edad de once años, su padre lo había abandonado. Entonces, había llegado a Hogwarts y había sido seleccionado para Slytherin. Basándose en esos hechos, Tom nunca en su vida había tenido a alguien en quien pudiera confiar. Tal vez no había sido un evento lo que lo había trastornado, por así decir, sino más bien el hecho de que nunca había confiado, y mucho menos amado, a nadie.

Melody pensó en esto por un momento, con cuidado, y desde un punto de vista lógico.

Y de repente, se preguntó si existía una manera de salvarlo. Para salvarlo de convertirse en el cruel, despiadado tirano que él estaba destinado a convertirse. Él era tan frío y tan terriblemente distante, que Melody se preguntó si aún había algo de él para salvar. ¿Tenía él un corazón, un alma? O, ¿Estaba ya demasiado lejos para ayudarlo?

Pero Melody ya sabía la respuesta. Lo había encontrado en el beso.

La verdad era que, en algún lugar muy adentro de Tom, había una cosa que parecía un corazón. Se había ya marchitado a casi nada, y estaba sólido, congelado; pero estaba ahí.

Una voz en su cabeza le dijo a Melody, que no estaría por mucho más tiempo allí, si no se hacía algo.

Aunque ella no se dio cuenta en ese momento, había cierta parte esencial de Melody que quería desesperadamente llegar a su corazón, no porque el mundo Mágico dependía de eso, sino porque por algún retorcido plan del destino, también se estaba enamorando de él.

Suspirando, Tom hojeó a través de las páginas de su diario, dándose cuenta de que estaba casi lleno. Tantos recuerdos habían sido vertidos en ese diario, tanto dolor. No era como si Tom hubiera escrito todos sus problemas o sentimientos en el diario. Había registrado con precisión lo que había ocurrido cada día, pero sólo porque, con ello, él había estado creando un conjuro que garantizaba que, si moría, él viviría a través de sus recuerdos. Literalmente.

Volvió a la página del primer día que había escrito en el, su primer año en Hogwarts. Las palabras le trajeron recuerdos que cortaban sus venas, como cuchillos de hielo. Tom había llegado a Hogwarts, harapiento y miserable y terco y ambicioso. En su corazón había llevado un secreto, una esperanza desesperada de que quizás las cosas en Hogwarts, serían mejor que en el orfanato. Él había llegado sólo para encontrar que las cosas no eran mejores. Había sido seleccionado para Slytherin, y era un huérfano de sangre mestiza entre ricos sangre pura. Fue rechazado una vez más, tirado de lado por algo sobre lo él que no tenía control. Por ser quién era.

Las páginas del diario se voltearon de nuevo, y Tom se encontró a sí mismo en el segundo año, cuando se había trazado el linaje de su madre para descubrir que era un descendiente directo de Salazar Slytherin. Había comenzado a buscar a través de viejos manuscritos, y había encontrado una multitud de profecías sobre el "heredero de Slytherin". Había leído acerca de cómo él abriría la legendaria Cámara de los Secretos. Había leído acerca de cómo él pondría en libertad a un terror que había estado mil años inactivo para el mundo. Había leído acerca de cómo, a través de él, Salazar Slytherin viviría de nuevo.

Era descendiente directo de Slytherin... ¿A quién más podrían estar aludiendo estas profecías, sino a Tom Riddle?

Tom se había dado cuenta entonces, a una simple edad de doce años, que toda su vida había sido prevista para él. Quién él era, quién él sería, se había decidido mucho antes de su nacimiento. Él iba a ser Lord Voldemort. Era su destino.

Y toda su vida antes de eso, Tom había creído que las elecciones eran lo que esculpían el futuro de un hombre. Había encontrado, al final, que estaba atado a este único destino, este único inevitable destino que él nunca sería capaz de cambiar.

Un frío odio hacia el mundo creció en él entonces, odio de un mundo que esperaba que él fuera malvado y terrible y odioso. Un mundo que ni siquiera le dio una oportunidad para redimirse.

Entonces, ¿qué otra cosa había por hacer, sino abrazar este sino, este destino, este mal latente dentro de él?

Por un momento, Tom estuvo tentado a tirar el diario a las llamas. Quería tanto quemar lejos su pasado, pero se paró y miró hacia abajo a la cubierta de cuero.

Con cuidado, lo escondió en un nicho en el estante, pensando que tal vez sería de utilidad más adelante.

La noche de la mascarada llegó fría y clara. A las ocho en punto, la luna se levantó abruptamente sobre las cumbres del Bosque Prohibido, iluminando los torreones del castillo en un esplendor blanco perlado.

En la sala común de Gryffindor, las chicas estaban corriendo hacia adelante y hacia atrás de los cuartos de baño, su pelo a medio hacer y con los vestidos en sus brazos. Los chicos estaban ya sea arriba en sus dormitorios en la ducha o vistiéndose, o en la sala común, holgazaneando alrededor bastante nerviosamente.

Emma golpeteaba ansiosamente su pie sobre el suelo de piedra, preguntándose cuánto tiempo tenían todavía para prepararse. Después de lo que pareció horas, Melody salió de su habitación, la cara radiante como el sol poniente.

─Me veo absolutamente ridícula ─ella siseó a Emma, sin saberlo, reflejando de las palabras de Minerva. La otra chica sólo sonrió.

─¿Y cómo, exactamente, te vez ridícula?

─¡Este vestido! ─Melode dijo de golpe─ Es tan... tan... ─hizo gestos con sus brazos, en pérdida de palabras.

─¿Tan, no tú? ¿Tan, no anticuado? ¿Tan revelador? Lo sé ─dijo Emma, mientras Melody asintió con vehemencia─ Es brillante.

El vestido no era tan provocador, decidió Melody. Pero para la chica quien siempre estaba en jersey y pantalones anchos, el vestido era un poco apretado. Emma y el resto de las chicas había insistido en rizar su cabello y hacer su maquillaje, además. Melody finalmente se decidió por un par de tacones sin tiras, y descendió por las escaleras con Emma.

¿Por qué estás yendo siquiera? Melody se reprimió a sí misma, pero en el fondo ella ya sabía la respuesta.

Cuando llegaron a la sala común, que fueron recibidos por gritos ahogados y comentarios efusivos acerca de qué tan maravillosas se veían. Las chicas se felicitaron por un trabajo bien hecho cuando vieron a Melody.

Emma había elegido un amplio vestido rojo que brillaban y destellaba a la luz del fuego, y su cabello oscuro estaba amarado en un elegante moño. Ella realmente se veía asombrosa. Sin embargo, las chicas estaban más impresionadas por la apariencia de Melody.

─¿Eres tú, Helen? ¡Dios mío, te ves preciosa!

─Yo ni siquiera te reconozco...

─Tu cabello está perfecto.

─Me siento tan ridícula ─dijo Melody después de unos momentos, ruborizándose─ Ni siquiera tengo una cita.

─¿Quién dijo que no tienes una cita? ─una voz sonó a su lado. Ella miró a Christoph Black, sonriendo juguetonamente. Su cara palideció rápidamente.

─Técnicamente, sí tengo una cita. Él sólo no está aquí justo ahora. Él está en Ravenclaw ─ella inventó rápidamente─ Pero... no creo que Emma tenga.

─¿Tenga qué? ─Christoph preguntó, obviamente distraído.

─Tenga una cita ─repitió Melody pacientemente. Christoph se fijó en Emma, y se fulminaron con la mirada el uno al otro por unos momentos hasta que Christoph se enrojeció en un maravilloso tono de color magenta.

─Supongo que te podría acompañar ─él dijo rápidamente.

─Supongo que podrías ─dijo Emma, un poco arrogantemente.

Christoph se veía apuesto; llevaba una túnica de color carmesí profundo, y una capa negra con forro plateado. Melody notó que su máscara cubría su rostro y cabello completamente. La máscara de Emma era de color rojo y con plumas, y cuando se la puso, no había manera de decir quién estaba detrás. Melody era negra de seda, y su cabello estaba cubierto por un fino velo satinado.

Mientras ella y sus amigos abandonaron la sala común y se dirigieron hacia el campo de Quidditch, encontraron muchas más misteriosas figuras en máscaras. Era una noche en la que todas las rivalidades entre casas, se veían obligadas a ser olvidadas.

Melody se quedó sin aliento cuando vio el campo Quidditch. Era irreconocible, de verdad. Las gradas y aros parecían haber desaparecido, lo que dejaba sólo una gran extensión de tierra cubierta de hierba. Luz emanaba de lo que parecía luciérnagas agitándose alrededor, pero en una inspección más cercana resultaron ser hadas. Algunos eran de color azul bígaro, o rosa romero. Otros eran de verde lirio, y revoloteaban por ahí, diminutos puntos de luz en la oscuridad, por todas partes. Cintas de plateadas y doradas estaban suspendidas en el aire, echando pequeña estrellas fugaces en las parejas cuando caminaban por ahí.

Y luego estaba la luz de la luna, intensificada diez veces por un encantamiento alrededor de todo el campo de Quidditch. Figuras sobrenaturales en fantásticos vestidos o túnicas bailaban bajo su fulgor de color blanco plateado. La luz de la luna se vertía sobre los enmascarados como una cascada de mercurio, empapando toda la escena en un fantástico brillo plateado. Para Melody era hermoso en una forma impresionante, irreal.

Su atención la atrajo un grupo de enmascarados que pasaron caminando al lado de ellos. El líder estaba vestido de verde y negro, y tenía un aire dominante sobre él. Melody inmediatamente supo que era Tom y su grupo de Slytherins. Caminó justo al lado sin siquiera mirarla, y ella sintió su estómago revolverse.

─Voy a ir a buscar a mi cita ─dijo Melody a Christoph y Emma, ansiosa por darles algo de privacidad. Ellos asintieron antes de irse a bailar.

Melody hizo su camino al tazón del ponche, sirviéndose una bebida y mirando alrededor. Se dio cuenta de que muchos de los muchachos la estaban observando de forma especulativa, tal vez armándose de valor para sacarla a bailar.

Tom la vio a través del campo de Quidditch, y sabía que era Helen a la que estaba viendo. Ella no necesitaba quitarse su máscara para él viera eso, era la forma en que caminaba, se mantenía a sí misma y miraba a su alrededor. Y él pensó que era, con mucho, la más hermosa chica allí.

Su vestido era del color del crepúsculo. Era ese matiz púrpura rosado justo antes del azul medianoche del caer la tarde. El suave color rosa grisáceo de un cielo de verano en la madrugada, mezclado con el púrpura perlado de un sol poniente. El vestido se cortaba en los hombros, con mangas de velo traslúcido que caían con gracia como pliegues de niebla. El corte era delgado y simple, hecho de un material nebuloso que caía perfectamente. Su pelo estaba enrulado, y caía sobre su espalda como una cascada de tantos matices dorados. Se veía suave, atractiva, como un ángel en la puesta del sol.

Él quería pedirle bailar, pero pensó mejor acerca de eso. Él ya tenía una hermosa chica en el brazo (no pudo contar el número de chicas que habían implorado por una invitación), y esta cita no le abofeteaba en la cara cuando le daba la gana. Esta cita no le gritaba y él no hacía explotar cosas a su alrededor. Esta cita no hacía cosas raras con su estómago, o le hacía sentirse fuera de control. Ella era segura. Helen no lo era.

Melody, en la mitad de su segundo baile, levantó la mirada para ver a otro chico de pie allí. Rápidamente se dio cuenta de que era Christoph, por su túnica roja y botas.

─¿Te importa si interrumpo? ─le preguntó al chico anónimo que bailaba con ella. Su voz era más profunda que de costumbre, y más fría.

─No, en absoluto ─dijo el otro muchacho de mala gana. Soltó a Melody un poco a regañadientes, y ella frunció el ceño. No era en absoluto como Christoph, interrumpir los bailes de otros . ¿Y si gusta de mí? Ella pensó asustándose un poco. ¡Oh no!

─¿Te gustaría bailar? ─le preguntó a ella, ni rastro de la habitual sonrisa en su rostro. Ella no podía verlo muy bien bajo la máscara, sin embargo. Una vez más, su voz sonaba más madura. Tal vez, él estaba nervioso.

─No veo por qué no ─dijo Melody después de un momento, y se envolvió en sus brazos alrededor de sus hombros. Él rodeó su cintura con sus manos.

Melody notó cómo olía inmediatamente. No era como ella había esperado que Christoph Black oliera. Él olía a clavo y pino y nitidez, un aroma que no le recordaba para nada a Christoph.

─Lo... siento. Sobre antes ─dijo tranquilamente. Melody supuso que estaba hablando de la situación con Emma. ¿Por qué le gusto yo, y no ella? Melody pensó desesperadamente.

─Mira... ─ella comenzó, tan amablemente como le era posible─ Siempre seremos realmente grandes amigos, pero no me gustas de ese modo, si sabes a lo que me refiero.

Inmediatamente él se puso rígido en sus brazos, y un aterrador frío comenzó a radiar de él. Ella no pensaba que lo tomaría así de terriblemente. Christoph era una persona tranquila.

─Lo siento ─dijo excusándose─ Es sólo que... me gusta otra persona.

─¿Quién? ─Christoph dijo ásperamente, su voz más fría que nunca. ¿Qué estaba mal con él?

─Yo... no puedo decirlo. Él es alguien, bueno, muy diferente a ti...

Ahora ella sabía que algo andaba mal. Él había agarrado sus muñecas y sus manos estaban fríamente heladas.

─Así que todo este tiempo... tan sólo ha sido ―su voz era como un millar de agujas en sus venas.

─Christoph, yo...

Y de repente toda la tensión se salió de él. Parecía débil en comparación con la tensión que había en él hace unos minutos.

─Tenemos que dar un paseo ─dijo tranquilamente. Melody frunció el ceño, no estaba segura de querer ir a ninguna parte con él. Había actuado de manera lastimada, pero era extraño, porque Christoph y Melody nunca habían sido nada más que amigos, en primer lugar.

─Está bien ─accedió a regañadientes. Tenía la sensación de que algo estaba mal.

Se fueron lejos del campo de Quidditch y las hadas, con el tiempo se encontraron en un jardín de rosas, con sólo la luz de la luna. Christoph dejó de caminar, y miró por un momento los arbustos. Rozó sus dedos en contra de una rosa roja carmesí, tan ligeramente.

─Intrigante, ¿no? ─el entonó dulcemente─ ¡Qué triste que su belleza es una cosa efímera! Cada momento se está muriendo un poco más. Esta rosa carmesí se marchitará en el latido del corazón de la eternidad, y será olvidada aún más rápido. Sin embargo, su belleza parece nunca acabar en este momento. Qué trágico que esta rosa nació para perecer.

Algo estaba inmediatamente mal. Christoph no era romántico o seductor o frío. Christoph no era nada como el chico de pie delante de ella.

─Christoph... ─ella dijo, pero él la estaba mirando de manera desconcertante. La única persona que alguna vez la había mirado así era...

Él se quitó su máscara, y Melody ahogó un grito en sorpresa. No era Christoph Black, sino Tom Riddle quien la miraba de vuelta...