¿La magia es real? (James S. Potter & Tú)

Sharon estaba exhausta, había sido la semana más larga de toda su vida, no dejaron de mandarle deberes, la castigaron en todas las asignaturas salvo en Cuidado de las Criaturas Mágicas y está al tope de deberes. Y eso la hace estar mucho más paranoica y frustrada de lo común que es mucho, imaginen cómo debe estar. No habla con nadie salvo para decirle lo odioso y odiosa que es. Al principio sus amigos trataron de hablar con ella, pero al final se portó tan grosera que dejaron de intentarlo.

A cerca de Potter, se odian mucho más de lo que se habían odiado hace unas semanas, no toleran verse, no pueden hablar sin insultarse. En fin, no tolerar la simple existencia del otro. Sharon ha tenido últimamente muchas ganas de en verdad hacerle daño pero siempre que va a hacerlo sus amigos la detienen o incluso algún profesor. No es fácil intentar hacer un homicidio en Hogwarts, mucho menos cuando se trata de James Potter.

Caminó hecha una furia por los corredores del séptimo piso, la mayoría la evitaba y se alejaba de ella por miedo a que fuera herirlos tanto física como mentalmente.

En el séptimo piso había una especie de jardín oculto, no aparecía en el mapa del merodeador así que era difícil de encontrar. McGonagall le reveló a Sharon la existencia porque últimamente la veía muy alterada y decidió que el jardín podía ayudarla. Pasaba la mayor parte del tiempo ahí ya sea haciendo deberes o simplemente sentada relajándose.

Cuando llegó se tiró en el césped cubierto de flores y se acostó sobre él. Quería quedarse ahí para siempre y morir en soledad, pero tenía quince años le faltaba mucho que vivir antes de partir de este mundo. Ella quería hacerlo ya, últimamente no se sentía feliz, tenía demasiados problemas y demasiadas cosas en la cabeza como para ocuparse de todas. Y que Potter no dejara de fastidiarla lo hacía todo mucho más difícil de lo que ya era.

Cerró los ojos y se puso a pensar en cómo sería su vida si jamás hubiera llegado a Hogwarts, ni conocido a los Potter, ni saber que la magia es real, si todo fuera como antes. Quería regresar a casa, posiblemente ahora estaría con su madre comprando ropa o algo así, un helado, algo de comer, no aquí, en Hogwarts donde todo son problemas. Seguiría leyendo libros, amando Harry Potter y todo sería perfecto en su vida. Pero no, tenía que haber llegado aquí con personas tan odiosas como Potter. La mayoría en el colegio no la toleraba por el hecho de ser así, de estar tan estresada siempre, pero ellos no sabían lo que sentía, no sabían nada.

A nadie le importa la opinión de esos estúpidos alumnos de tercero de Hufflepuff, se supone que están en la casa de los más “leales y amables” pero no son nada de eso. Sharon siempre creyó que la casa de Hufflepuff sólo había existido para los idiotas que no tienen ninguna cualidad de otras casas. Así que en teoría Hufflepuff era la casa más idiota e inservible de todo Hogwarts, incluso los Slytherins eran mejor casa que ellos.
Se paró y decidió que era hora de marcharse, tenía clase, no quería ir pero los profesores últimamente se molestaban mucho por sus ausencias. Tenía que volver a ir.

Escuchó pasos y cuando se giró vio a Potter ahí parado recargado en la pared observándola con cierto odio pero curiosidad.

—¿Qué ves?
—¿En ti? No hay mucho que mirar…
—Lo dice el chico, ah, perdón, no eres un chico.

James Potter se mostró ofendido realmente, odiaba que la chica lo insultara, ya quisiera ser ella por un día él. Siempre lo fastidiaba y él también estaba cansado, las peleas las comenzaba él pero Sharon no tenía por qué continuarlas, podía quedarse callada, pero es Sharon Smith jamás haría algo como eso.

—¿Y qué hay de ti? A distancia se nota que tus padres no te hicieron con amor —respondió James enfadando a Sharon quien apretó los puños y la mandíbula para contenerse y no golpearlo ahí mismo.
—¿Y tú qué sabes de mis padres? —preguntó retándolo.
—Que están muertos.

Eso sirvió para colmar el vaso, Sharon explotó, realmente lo hizo. Nadie se metía con su familia, nadie; y si lo hacía ese alguien no salía intacto después de haberlo hecho. Tal vez Potter era un idiota insensible pero jamás creyó que fuera a decirle semejante cosa. Además, considerando que su padre no tiene padres y fueron asesinados, no debería insultar así sabiéndolo. Aunque Harry tuviera padres no debería hacerlo, simplemente no, no puede pavonearse por ahí hiriendo personas.

—¡¿QUIERES PARAR YA, POTTER?! ¡¿QUIERES PARAR POR UN MOMENTO Y DEJARME EN PAZ?! ¡SÓLO VIVES PARA HACERME SENTIR MAL Y…! ¡¿TE DIGO ALGO?! ¡SI ME HACES SENTIR MAL! ESTOY CANSADA DE TI, DE TUS ESTÚPIDOS JUEGUITOS QUE ME HACEN SENTIR MAL, ¡ESTOY HARTA DE TI! ¡QUIERO ALEJARME DE ESTA MIERDA POR UN MOMENTO Y TU LLEGAS Y LO ARRUINAS TODO! TE ODIO, POTTER, TE ODIO —gritó Sharon llena de coraje y llorando, estaba cansada, cansada de Potter y sus estúpidos comentarios que realmente la herían.

Él permaneció callado por unos momentos y se acercó a Sharon. Ella se alejó, no quería estar cerca de James Sirius Potter ni aunque su vida dependiera de eso, lo odiaba, ahora realmente lo odiaba, lo odiaba, lo odiaba, lo odiaba más que al tipo que asesinó a sus padres porque él se quedó ahí parado y no hizo nada y ahora se lo recuerda. No debería estar en Gryffindor, no debería siendo tan cobarde como es.

—¡ALÉJATE, POTTER, VETE Y DÉJAME SOLA!
—No —respondió James negando con la cabeza y bajando la mirada.
—¡DIJE QUE TE LARGUES!
—¡NO ME VOY A IR, SHARON! —ahora James también estaba molesto, ¿qué no entendía que no se iba a ir? No se iba a ir ni aunque le pagara, no se iba a ir bajo ninguna circunstancia.
—¿POR QUÉ? ¿POR QUÉ NO ENTIENDES QUE NO QUIERO VERTE?

Ambos estaban molestos uno con él otro, pero esta vez había algo diferente. Que Sharon realmente estaba molesta y James estaba realmente arrepentido, ¿de qué servía arrepentirse si ella ni siquiera quiere mirarlo? Por más que se disculpara en el futuro ella no se lo perdonaría y tenía razón, se metió con sus padres, con la familia de Sharon. ¡Por supuesto que iba a enojarse! Y tiene razón en hacerlo. «Soy un idiota —pensó James—, la herí realmente». No servía de nada saber que la había herido, eso no ayudaba en absolutamente nada.

—¡PORQUE NO, SHARON!
—¿SÓLO QUIERES JODER…?!

James la tomó de la cintura e hizo que ella se acercara a él, a tal punto que tenía que poner las manos para no besar a James. Por un momento se miraron pero después Sharon comenzó a moverse y a golpearlo, sí que le dolía pero no iba a dejar que se alejara. Ni aunque le arrancara un brazo, la sostendría con él otro.

—¿Qué preten…? —la frase de Sharon quedó suspendida en el aire al sentir los labios de Potter sobre los suyos.

Potter ya la tenía atrapada entre sus brazos y la besaba desesperadamente. Sus intentos de soltarse eran en vano porque Potter la tomaba por la cintura y la presionaba contra él. Pero Sharon comenzó a sentirlo, la necesidad de besar a Potter y estar con él. Tanta desesperación, tanto deseo, tanta frustración contenida hacía que se besaran sin siquiera pensar lo que estaban haciendo realmente.

Se aferró al cuello de James y lo besó con desesperación, nunca había sentido nada parecido, aquella sensación de necesitar a alguien de esa manera, aquella sensación de no querer alejarse de alguien nunca porque sabes que si lo haces nunca serás feliz. Ellos son diferentes, opuestos, pero los opuestos congenian tan bien el uno con el otro. Son tan diferentes pero tan iguales a la vez.

Es como si fueran una especie de rompecabezas, no importa con quién juntes las piezas nunca congeniarán y regresarán las unas con las otras. James siempre regresará a Sharon, no importa cuántas chicas se le crucen por el camino o cuántas chicas haya más guapas, más inteligentes, más lindas, más divertidas; siempre volverán el uno con el otro. Porque, ellos son iguales aunque no lo parezcan. Siempre necesitarán del otro para estar completos.

Empujó a Sharon contra la pared y la cargó haciendo enredara sus piernas en su cadera. Sintió contra su feminidad lo que había causado en Potter y eso la hizo olvidarse de todo, de la desesperación, del odio que sentía por él y se dejó llevar, al igual que James.

Pasó sus manos rozando los muslos de Sharon haciéndola soltar un pequeño gemido. Disfrutaba cada sensación que producía el contacto de las manos de James con su piel. Soltó un leve gritito al sentir las manos de James sobre sus pechos. Bueno, si él vagaba por su cuerpo con tanta libertad ella podía hacer lo mismo. Además no podía negarlo, Potter estaba jodidamente bueno. Pasó sus manos por la espalda del chico y sintió los perfectos músculos bien trabajados de éste; después pasó a su pecho arrancándole la corbata y abriendo botón por botón. Arrancó por decirlo de alguna manera la remera de Potter y tocó su pecho desnudo bajando las manos hasta su cadera haciendo soltar un gemido a Potter.

Los besos se trasladaron de los labios hasta el cuello, Sharon cerró los ojos y se aferró al cabello de James. La besaba con tanta agresividad pero tanta ternura. Ellos eran como un complicado experimento, tanta química, tanta pasión, congeniaban tan perfecto. Cuando estaban juntos parecía que todo se alineaba.

Sentía la erección de James contra su cintura. La excitación de ambos era absoluta, pero en verdad no razonaban mucho lo que hacían. ¿Qué importaba si ambos lo disfrutaban? No importaba nada porque eso los hacía sentir más felices que en las últimas semanas.

James se deshizo rápidamente de la remera de Sharon dejando ver un brasier de encaje negro. La chica soltó un gemido al sentir las manos de Potter vagando, pero volvió la cabeza de James hacía sus labios y lo besó con desesperación. Potter deshizo la coleta que amarraba el cabello de Sharon y dejó caer su perfecto cabello sobre sus hombros.

—¡¿Pero qué demonios…?! —gritó una voz.

Al instante dejaron de besarse e hicieron como si nada hubiera pasado, pero ambos tenían el pecho desnudo, bueno, Sharon lo tenía semidesnudo pero si Albus no hubiera llegado estaría desnudo. La ropa que aún traían puesta estaba desacomodada, estaban despeinados y tenían los labios hinchados por la intensidad del beso.

—Albus, yo… nosotros… —comenzó a titubear Sharon.
—¿Qué haces aquí? —preguntó James, evidentemente molesto.
—La profesora McGonagall me envió a buscarte, Sharon, no está nada feliz.

Sharon tomó su remera y se la puso rápidamente; se acomodó la falda ligeramente levantada y el cabello que estaba ahora suelto cuando antes estaba en una coleta. Acomodó la corbata y se dispuso a irse de no ser porque James la detuvo, ¿qué le diría? No podía simplemente decirle que lo había disfrutado, así no funciona. Bueno, ella no sabe cómo funciona, jamás ha estado con un chico en esas circunstancias y no esperaba que Potter fuera el primero.

—Tienen que explicarme qué pasó aquí, hasta hace unos minutos creí que se odiaban, ¿cómo llegaron de eso a… ustedes saben?
—No lo sé, Albus, tengo que ver a McGonagall.

Sharon se alejó casi corriendo, pero no iba a ir a ver a McGonagall, se fue a los jardines y se sentó debajo de un árbol. Las lágrimas comenzaban a brotar y no entendía el motivo, no se sentía triste, pero quería gritar y sacarlo todo. Escondió la cabeza en sus rodillas y las abrazó contra su pecho. Ahora comprendía todo, o al menos una parte… No, no comprendía nada, no comprendía por qué Potter la había besado, por qué ella lo había besado, por qué de esa forma, por qué casi tenían relaciones. No comprendía absolutamente nada de eso.

—¡¿Qué te sucede, Albus?! —le gritó James a su hermano evidentemente molesto.
—¿A qué te refieres?
—¿Cómo puedes llegar en un momento así? —preguntó James molesto y acomodándose la remera y la corbata que Sharon había arrancado con tanta desesperación. Aún no podía creer todo lo que le hacía sentir esa chica con sólo besarlo.
—¿Yo cómo iba a saber que estaban desnudándose aquí? —preguntó Albus mirándolo mal. James no tenía derecho a molestarse por eso, sí, él había interrumpido su momento con Sharon pero no tenía por qué enojarse si estaban en un lugar público donde podía verlos cualquier persona.
—Como sea, lo arruinaste. —dijo James tratando de acomodarse un poco el cabello para que no luciera tan despeinado, últimamente a todos los profesores les molestaba su cabello y llegó a ganarse castigos por no peinarse.
—Vamos, James, ¿desde cuándo quieres con Sharon?
—Yo no quiero con ella.
—No, claro que no, por eso estabas besándola y a punto de follártela, pero eso no significa que quieras con ella. —dijo Albus sarcásticamente haciendo enfadar a James.
—No lo sé, Albus, simplemente pasó.
—Te trae loco, ¿cierto?
—No entiendo cómo, nunca me he sentido así por nadie, nadie me hace sentir tan único y tan bien cuando me besa, ¡nadie, Albus! Y he besado a muchas chicas como para que nadie me haga sentir de esa forma y ella sí.
—Ay, James —dijo Albus y se fue dejándolo solo y confundido, mucho más que antes de hablar con él.

Alguien se acercó a Sharon pero no se dignó a mirarlo o mirarla, no quería hablar con nadie y quería que esa persona lo entendiera. Pero ni siquiera le habló, sólo se sentó junto a ella, no la miraba aunque ella tampoco quería que lo hiciera, no le gustaba que la vieran llorar. Siguió abrazada a sus piernas un rato hasta que comenzó a sentir el cuerpo entumecido y se vio obligada a mirar quién estaba junto a ella. Albus. No quería verlo, no quería hablar con él y no quería tener que explicarle lo que pasó.

—Vete.
—No.

Sharon bufó pero no insistió, sabía que no llegaría a nada y posiblemente Albus terminaría por sacarle toda la verdad en un abrir y cerrar de ojos. Pero ella también quería la verdad, quería saber por qué James la había besado.

—¿Cómo estás? —preguntó Albus rodeándola con un brazo.
—Confundida, desesperada, frustrada, en fin muy mal.
—Tal vez deberían intentarlo—sugirió Albus.
—¿Intentar qué?
—Tener una especie de… relación.
—No toleramos estar juntos, Albus, no creo que sea lo mejor.
—Sharon, no te das cuenta pero tú y James congenian perfectamente son como dos piezas, dos piezas que necesitan de la otra para funcionar bien, —no sabía cómo explicarlo de otra manera, ellos se necesitan, eso era lo único que sabía— él te necesita y tú a él.
—No, Albus, lo que pasó hoy fue un gran error. Sólo… no lo sé, ninguno lo pensó bien, no teníamos planeado hacer lo que hicimos.
—¿Me dirás que no sentiste absolutamente nada cuando te besuqueaste con mi hermano?
—No estoy diciendo eso, Alb, sí sentí algo pero estamos hablando de James Sirius Potter, tu hermano, el que cambia de chica como de ropa interior. Además no soy como las otras, no soy una rubia, de ojos azules, que mide metro ochenta y tiene un cuerpo perfecto.
—Si te ayuda en algo le gustan las morenas.
—Bien, le gustan las negras de dos metros. No entro en sus expectativas de una chica hermosa.
—No, no lo haces; sales de “sus expectativas” porque para él eres diferente —miró la cara de confusión de Sharon y supo que ella no tenía ni idea y que tendría que explicárselo mejor—, él te quiere.
—No. No le importa fastidiarme a diario y…
—Sharon, él te quiere, te quiere de verdad, —dijo Albus interrumpiéndola para que no siguiera su discurso de “el por qué James Potter no me quiere”, ¡en verdad la quiere! ¿qué no se da cuenta— y lo haces sentirse diferente, nadie había podido hacerlo hasta ahora.
—¡No lo hago sentir diferente, sólo nos besamos!
—Si a eso le llamas “sólo besarse” —dijo haciendo comillas con los dedos— estás completamente fuera de lo que es besarse. Besarse es compartir saliva, no desnudar a la otra persona, además…
—¡Basta, Alb, sé lo que es besarse! —dijo Sharon riéndose de verdad como nunca desde hace semanas.
Albus la acompañó en su diversión y comenzó a reírse junto con ella, hace tiempo que ninguno de los dos se reía como en aquellos momentos.

…