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Extraña Venganza [Harry Styles & Tu)

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Mensaje por Yesie Lun 21 Oct 2013, 7:51 pm

Heelloo! :DD... :niña: 
Si, lo siento. u.u.. Pero te recompensare subiendo CAPS! ^^  
Que te parece?? :) :eaea:
Mañana subire tus capis queridaa! 
Oh, besos para tu tambien! Extraña Venganza [Harry Styles & Tu) - Página 3 2529252940 .. hhaahahah :chkt: 


xoxoxo...
Extraña Venganza [Harry Styles & Tu) - Página 3 2052116061  BYE... :P
Yesie
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Extraña Venganza [Harry Styles & Tu) - Página 3 Empty Re: Extraña Venganza [Harry Styles & Tu)

Mensaje por JimeDirectioner. Mar 22 Oct 2013, 4:44 pm

Yesie escribió:Heelloo! :DD... :niña: 
Si, lo siento. u.u.. Pero te recompensare subiendo CAPS! ^^  
Que te parece?? :) :eaea:
Mañana subire tus capis queridaa! 
Oh, besos para tu tambien! Extraña Venganza [Harry Styles & Tu) - Página 3 2529252940 .. hhaahahah :chkt: 


xoxoxo...
Extraña Venganza [Harry Styles & Tu) - Página 3 2052116061  BYE... :P
ssssssssssssssssssssssssssi Extraña Venganza [Harry Styles & Tu) - Página 3 4229596405  i'll be waiting for you¬
besos linda!
JimeDirectioner.
JimeDirectioner.


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Extraña Venganza [Harry Styles & Tu) - Página 3 Empty Re: Extraña Venganza [Harry Styles & Tu)

Mensaje por Yesie Mar 22 Oct 2013, 6:14 pm

Oh... llegue, chicuela! 
Ufff.... Ya no tienes que esperar! Enseguida subo tus caps! :DD


xoxo
:chkt: 
Yesie
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Extraña Venganza [Harry Styles & Tu) - Página 3 Empty Re: Extraña Venganza [Harry Styles & Tu)

Mensaje por Yesie Mar 22 Oct 2013, 6:22 pm

CAPITULO 5
Pareció haber transcurrido mucho tiempo antes de que oyera encenderse el motor del jeep y alejarse el vehículo. Había pasado la mayor parte de ese tiempo rezando para que él no la siguiera. Se hallaba en una situación muy precaria, confusa y vulnerable, sin tener adonde ir, ni dónde esconderse.
Suspiró con temor, dejando que la punta de la lengua se deslizara por los labios resecos, explorando la parte que aún le dolía. Pero ese podría ser el último de sus problemas antes de que este día terminara, pensó con un sobresalto.
El había dicho lo que pasaría, que él tomaría y ella estaría dispuesta a dar, y ahora pudo darse cuenta de lo fácil que sería dejarse ir con la marea y ahogarse con él en sensual olvido. Nunca antes había deseado a un hombre, y era una terrible ironía que fuera este hombre singular el foco de sus primeros deseos pasionales.
Estaba deseando con todo su corazón tener de verdad la experiencia de la que tan tontamente había alardeado. Por lo menos sabría cómo salir adelante de lo que le pasaba. Sería capaz de juzgar y medir la asombrosa intensidad de respuesta que él parecía despertar en ella y para la cual no estaba preparada. Se sentía avergonzada, pero ya no podía seguir negando su existencia.
Resuelta, escuchó. No había oído ninguna otra voz ni movimiento, más que a él, mientras esperaba en la cocina como animal acorralado. Tal vez había olvidado traerle el carcelero sustituto con que la había amenazado, pensó esperanzada, y si así era... si así era...
Subió directo hasta su habitación. Habría sido muy agradable tener sus cosas para escapar, pero en las actuales circunstancias, no podía esperar a que le fueran devueltas. Tendría que arreglárselas con lo que encontrara.
Corrió la cortina y escudriñó el interior del armario. Tenía que haber otra camisa, de preferencia una menos transparente que la que llevaba puesta. Como cinturón usaría una de las fajas que se encontraban en el segundo cajón de la cómoda. Hasta el momento se las había arreglado sin ropa interior y supuso que podría seguir haciéndolo, pero era esencial conseguir zapatos de alguna clase. Las alternativas parecían ser unas sandalias o un par de chinelas. Se las probó. Por supuesto, eran demasiado grandes para ella, pero pensó que si rellenaba las puntas con papel, podría caminar de alguna forma, aunque arrastrara los pies.
Se puso una camisa limpia, ciñéndosela con cuidado alrededor de la estrecha cintura y frunció el ceño un poco al contorsionarse y girar enfrente del espejo para valorar el efecto. La cubría tan bien como cualquier vestido.
Las chinelas le causaron un problema un poco más serio. Necesitó las tres cuartas partes del periódico griego que encontró en el comedor para poder ajustárselas, y aun así las sentía bastante incómodas, pues restringían su libertad de movimiento. Pero eso no importaba, ya que no planeaba tomar parte en una carrera. Tampoco iba a apresurarse, en caso de que alguien la estuviera observando. Sólo iba a dar un paseo hacia la montaña.
Deseó haber prestado más atención al mapa de Takis, ya que entonces sabría si había otras aldeas cercanas. Aldeas un poco más civilizadas, pensó con un poco de esperanza, en donde no llevaran a cabo extrañas venganzas sexuales.
Tomó un profundo respiro. Sólo había un modo de averiguarlo, se dijo resuelta, y caminó, arrastrando los pies, hasta la puerta.
Durante un momento, pensó que el gruñido que oyó era producido por un trueno distante y se detuvo, escudriñando el cielo sin nubes con franco desaliento. Lo último que deseaba era verse atrapada en una tormenta, casi desnuda.
Volvió a oír el gruñido y se dio cuenta, con horror, de que no provenía del disgusto del dios Zeus, sino de la garganta de un perro enorme.
Se detuvo en seco, mirándolo consternada, y el perro devolvió la mirada, levantando el labio superior con un gruñido nada placentero.
*__ dijo con un tono de falsa alegría:
—Hola, chico, ¿qué tal perrito?
Alargó un puño cerrado para que el animal lo oliera, un gesto de confianza que trató con desdén, gruñendo de nuevo. Estaba en medio de la terraza y no tenía la menor intención de moverse.
*__ jugó con la idea de sobornarlo con los restos de la pierna de cordero de la noche anterior, pero la descartó en seguida. Este particular Cancerbero parecía ser fiel a su trabajo y requeriría de un soborno mucho más sustancioso.
Ella exclamó con voz
alta:

—Cancerbero es un nombre perfecto para ti, guardián de los infiernos —y volvió a la casa.
Permaneció unos momentos observando que el perro escogía un pedazo de sombra y se acostaba en él. Pero no parecía dormir. De mandíbula fuerte y largas patas, yacía inmóvil, vigilando la casa.
Moviéndose con precaución, dejó las chinelas en un rincón y empezó a limpiar la casa, barrió y sacudió, para llenar las largas horas con los detalles mundanos de los quehaceres domésticos. Una vez, y sólo una, hizo el intento de pasar junto al perro, pero le gruñó con tal positiva maldad que abandonó el proyecto casi de inmediato.
Cuando *__ subió la escalera, el perro se levantó, se sacudió y caminó detrás de ella. *__ sintió casi alivio.
El perro yacía en el pasillo y la miraba ir de una habitación a otra, limpiando los baños y arreglando las camas, Mientras *__ trabajaba, charlaba con él como si fuera una mascota en vez de un carcelero, y eventualmente era recompensada con un leve e indiferente movimiento de la cola.
En la habitación del cretense, trabajó de forma lenta, tomándose el tiempo suficiente para ver todo con detenimiento, ahora que la costa estaba despejada.
El aún era todo un misterio, y esta habitación, su territorio, no ofrecía ninguna pista. Ahí se encontraba su ropa, pero había muy pocos efectos personales, ninguna fotografía, ni cartas o documentos que dieran alguna indicación de su identidad. Trató de imaginar si esto sería deliberado, como parte del plan, o si sería normal por la manera como vivía su vida.
Pero eso, desde luego, era pura especulación. Ya que era probable que tuviera esposa y seis hijos en alguna parte. Quizá en este momento estuviera con ellos, actuando el papel del devoto padre de familia, pensó con un resoplido hostil.
Y si existía esta esposa, ¿sabría lo que él estaba haciendo en estos días que se encontraba lejos de ella? Y si así era, ¿le importaría? ¿Podría su propio deseo de venganza unirse al de él, sin importarle otras consideraciones?
Parecía imposible. ¿Qué esposa que supiera que su esposo se acostaba con otra mujer, cualquiera que fuera el motivo, lo soportaría?
"Yo no podría", pensó *__ con furia, y se dio cuenta de que involuntariamente había cerrado las manos en un puño con la idea.
Pero al estar en su habitación, se vio obligada a admitir que percibía una extraña sensación. El arreglar la cama, sacudiendo la almohada y doblando la sábana, era un recordatorio demasiado claro de lo que la noche podría traer.
*__ tragó saliva, confundida. El simple hecho de tocar la cama que lo había abrigado, parecía conjurar una imagen tan poderosa que tenía el extraño sentimiento de que si volvía la cabeza lo encontraría ahí, esperando tomarla entre sus brazos, para arrastrarla junto a él hacia la cama.
El perro ladró, ronca y guturalmente, y *__ dio un salto, casi esperando que el cretense se hubiese materializado de alguna forma a su lado. Pero la atención de Cancerbero estaba centrada en algo o alguien en el piso bajo, y cuando *__ hizo una pausa para escuchar, pudo oír el sonido de pasos moviéndose de un lado a otro, mas no eran los de un hombre.
El perro ya estaba a la mitad de la escalera y ella lo siguió, con cautela. Oyó que el perro gruñó y volvió a ladrar, y la voz de una muchacha hablando claramente en griego. El perro bajó las orejas y meneó la cola. Cualquier cosa que dijo la muchacha, habían sido palabras mágicas, pensó *__.
La reconoció enseguida, era la muchacha del vestido rojo que había visto más temprano y aún parecía triste, y los ojos oscuros, de párpados pesados, eran casi fieros al encontrar los de *__.
*__ dijo de modo frío y claro:
—Mi nombre es *__ Barton y creo que usted debe ser María.
La muchacha se encogió de hombros y murmuró:
—Then katavaleno.
El griego de *__era mínimo, esa era una de las frases que había aprendido a dominar. Ella dijo con tono cortante:
—Creo que entiende muy bien. Y no me diga que usted y Mike sólo hablaban en griego entre ustedes, porque eso no es posible.
— ¿Es usted la mujer de Michalis? —preguntó la muchacha, después de un silencio.
—Su hermana —corrigió *__—. Adelphi tow —añadió por precaución.
— ¿Hermana? —Las negras cejas se levantaron juntas—. No entiendo.
*__ no se sintió capaz de explicar todo el asunto de nuevo a alguien cuyo conocimiento de su idioma parecía limitado. Suspiró.
— ¿Es que Mike, Michalis, nunca le habló de su familia?
Silencio. Y otro encogimiento de hombros.
—Un poco, tal vez. Pero nada sobre una hermana.
—De cualquier forma, eso es lo que soy —*__ sonrió y habló con tono agradable, y sintió alivio al notar que ella había dejado de fruncir el ceño.
— ¿Sabe usted adonde se fue Michalis? ¿Puede ayudarme?
—Creo que soy yo la que necesita ayuda—*__ contestó con tono seco—. ¿Sabe por qué me han traído a este lugar?
La muchacha asintió:
—Es un castigo, aunque no fue mi deseo, usted lo entiende —añadió en seguida—. Mi padre y mis hermanos se enojaron. Amenazaron hacer muchas... cosas malas.
—Esta es también una cosa mala, María—dijo *__ con gentileza.
Los ojos de María se dilataron con escepticismo.
— ¿Estar aquí con Harry Styles? —Emitió una risita tonta—. Hay muchas mujeres que no pensarían eso. Muchas a quienes les gustaría tomar su lugar.
— ¿Incluyéndola a usted? —preguntó *__ cortante.
La muchacha se irguió. Cuando no estaba ceñuda, era increíblemente bonita, pensó *__, pues su figura era plena y voluptuosa,
—Yo no, thespinis —movió la cabeza—. El padre de Harry Styles era nuestro nonos, nuestro padrino —se persignó—. Durante su vida fue un hombre bueno e importante. Siempre fue muy bondadoso con nosotros, Pero yo no era para su hijo. Mi padre nunca hubiera soñado tal cosa. Cuando Harry  tome esposa, ésta será una mujer de fortuna y propiedades, como es lo correcto.
"Así que su nombre es Harry, y no está casado", pensó *__.
—María, cualquiera que hayan sido las ofensas que mi hermano le causó, no puedo quedarme aquí. Debe darse cuenta de eso.
Estoy segura de que si él hubiera sabido que usted estaba embarazada, nunca habría huido así, y...
—Pero si fue porque lo supo que huyó, thespinis —María parecía casi indiferente al respecto—. Si se hubiera quedado, mi padre y hermanos lo habrían matado. Es mejor que se haya ido. Pero me prometió que me ayudaría y lo hará.
— ¿Está pensando que se casará con usted, quizá? —*__ se mordió el labio.
Hubo una pausa, luego una negativa de cabeza.
—No sería adecuado —María desvió la mirada de la de *__.
Ella repuso:
—Yo no creo eso, María, y sé que mis padres tampoco, si ustedes se aman. Pero habría problemas. Michalis aún está estudiando. No puede darse el lujo de casarse, por esa razón. ¿Y cómo supone que se sentiría él si me obligan a quedarme aquí con... con este... Harry?
María se encogió de hombros.
—Como ya le dije, thespinis, no fue mi deseo que la trajeran. Traté de decirles, de convencerlos, pero mi padre no escuchó. Todas sus palabras eran de venganza por el daño infligido al honor de la familia. Y para esta venganza buscó a Harry,
quien es hermano de nosotros en todo, excepto de sangre.

*__ se sonrojó de ira.
— ¿Por qué tenía que hacer eso? Me sorprende que su padre no hiciera arreglos para ponerme en circulación por toda la familia.
María parecía consternada.
—No podría hacer tal cosa, thespinis. Le causaría una vergüenza a mi madre y a las esposas de mis hermanos. Además —añadió con una nota más práctica— nuestra casa está situada junto a la del cura. El papa se disgustaría de oír hablar de venganza. Pero si oye que hay una mujer en la villa, con Harry, no pensará que es extraño, aunque movería la cabeza —añadió de modo pintoresco.    
*__ pensaba con rapidez.
—Y si supiera la verdad, probablemente montaría en cólera —*__ miró suplicante a la muchacha—. María, no estoy vestida para hacer una visita, como puede ver, pero usted podría pedirle al cura, en secreto, que viniera a la villa a hablar conmigo. El tendría que ayudarme si supiera lo que ocurre —hizo una pausa—. Por favor, María, si siente algo por Mike, haga esto por mí.
María extendió las manos en señal de impotencia.
—No puedo, thespinis. Pues, apenas hoy, el papa se fue de la aldea a visitar a su padre que está enfermo. Harry lo llevó en su jeep a Heraclión.
—Oh, Dios —y *__ se sentó en el último peldaño. Levantó la vista hacia María—. ¿Cuándo esperan que vuelva?
—En unos días, quizá una semana. No lo sé. Pero no se inquiete, thespinis —añadió animosa—. He oído decir a mi madre que Harry se aburre muy pronto de sus mujeres. Tal vez para entonces, usted ya no estará aquí.
Los labios de *__ se abrieron para replicar, mas se cerraron otra vez. No había caso, pensó con fastidio, en demostrarle su enojo y preocupación a María.
De manera que él provenía de una familia rica e importante. *__ supuso que debía haberlo adivinado y se obligó a admitir que esto sólo aumentaba sus problemas. Era muy probable que tuviera alguna clase de influencia con las autoridades y ella tendría muchas dificultades para que creyeran en su historia.
Y, para ser sinceros, la verdad sonaba absurda, y además, ¿quién atestiguaría el hecho de haber sido mantenida en Villa Ione contra su voluntad? ¿María? Nunca, se dijo de forma realista. María podría no estar de acuerdo con los métodos de su familia para vengar su honor, pero jamás lo admitiría públicamente.
*__ dijo con parsimonia:
—Usted me preguntó si sabía adonde había ido Mike, María. ¿En verdad no tiene usted una idea? Debió verlo justo antes de irse. ¿No le dio alguna pista?
María la miró como si estuviera a punto de llorar. —Ninguna, thespinis. Todo lo que sé es que se iba a reunir con un amigo suyo.
— ¿No mencionó el nombre de este amigo? —*__ demandó—. ¿Era otro inglés?
María se encogió de hombros, evasiva.
—No lo creo.
— ¿Un griego? —*__ la presionó—, ¿Tal vez un cretense?
María fue hacia la cocina, agitando su falda roja.
—No contestaré todas estas preguntas —le espetó sobre el hombro—. Su hermano prometió ayudarme, y ahora se ha marchado y no creo que regrese, porque está asustado. Ha roto su promesa, así que, ¿por qué debería ayudarla, vromo anglithal
*__ se sintió confundida por este cambio de actitud, y dijo:
—Lo siento, María, pero yo también estoy disgustada. He sido secuestrada y esa es una ofensa muy seria. Este kyrios podría meterse en problemas...
María rió con tono burlón.
— ¿Problemas? Para usted, tal vez, thespinis, pero no para Harry. Usted dice que fue secuestrada, pero todo el mundo la vio llegar aquí caminando por sus propios medios hasta la villa, ¿Quién la oyó gritar? ¿Quién la oyó pedir auxilio? Nadie, y si
hay preguntas, eso es lo que diremos. Y diremos que usted era la amante de Harry y que lo siguió hasta la villa, porque ya se había cansado de usted, pues ya no deseaba tener una inglesa de piel pálida en su cama.

*__ replicó con tono áspero:
—Su dominio del idioma inglés ha mejorado asombrosamente, María. ¿Puedo preguntarle si tiene alguna razón para estar aquí, o sólo vino para verme?
—Vine por la ropa que mi tía va a lavar —contestó María malhumorada.
—Bueno, por lo menos ese es un quehacer doméstico del que me libro —trató de no parecer frustrada, pero no era fácil. Desde un principio María había sido una dudosa aliada, pero *__ pensaba que quizá la ayudara de alguna manera, aunque sólo fuera por consideración a Mike. Pero era obvio que la muchacha estaba amargada por su deserción y *__ supuso que no podía culparla. Un momento después, dijo con más gentileza: —María, estoy segura de que mi hermano volverá. María se encogió
de hombros.

—Ya no me importa si regresa o no —repuso con aspereza—. Y ahora me llevaré la ropa para lavar.
La envolvió en una de las sábanas, arriba. No se volvió a mirar a *__, ni le dirigió la palabra, cuando cruzó la estancia y salió de la casa. Con un impulso,*__ la siguió. No podía dejarla ir de esa manera, cuando parecían empezar a entenderse.
Había alcanzado la puerta cuando escuchó el gruñido de advertencia del perro, justo a su lado. Dio otro paso y sintió que la agarraban, la bastilla de la camisa que traía puesta estaba sujeta entre las quijadas del animal. Sus ojos brillaban con
malevolencia. Ella pudo sentir su aliento caliente sobre la piel del muslo. Con un gemido, regresó a la habitación y el perro la soltó de inmediato.

Ella le dijo con voz alta:


— ¡Maldito animal! —y estalló en sollozos.
Yesie
Yesie


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Extraña Venganza [Harry Styles & Tu) - Página 3 Empty Re: Extraña Venganza [Harry Styles & Tu)

Mensaje por Yesie Mar 22 Oct 2013, 6:24 pm

Ningún día antes le había parecido tan largo.
Las manecillas del reloj parecían arrastrarse con gran lentitud. Todo el tiempo se encontraba alerta, aguardando temerosa su regreso.
A la hora del almuerzo, se preparó un emparedado, usando un poco del pan del desayuno, con un pedazo de cordero. Comió con voracidad, sorprendida de su apetito. Había empezado a creer que no comería nunca más.
Le ofreció al perro un trozo de carne, pero rechazó, categórico, tomarlo de su mano. Puso el hueso de cordero sobre el suelo y él lo llevó a un rincón y empezó a roerlo, pero *__ no se engañó. En dos ocasiones había tratado de dar paseos casuales hacia los peldaños de la terraza y cada vez con el mismo resultado.
Reflexionó sobre si debía solearse, imaginando lo que Harry haría si se dejaba quemar en carne viva, decidió que los riesgos del intento eran demasiado grandes y se despreció por ser una cobarde.
Había un frasco de crema bronceadura en su estuche de tocador. La usó, y por primera vez en su vida se asoleó desnuda, disfrutando la sensación de libertad. Sin embargo, esta vez tuvo cuidado de no quedarse dormida.
El sol ya se estaba hundiendo detrás de las cimas de las montañas cuando fue a ducharse. Harry, su mente usaba su nombre a manera de ensayo, más acostumbrada a pensar en él como el cretense, o, más sencillo, como el extraño, no había regresado aún. No era que quisiera que regresara, pensó atormentada. De hecho, le daría una infinita satisfacción saber que él y su maldito jeep estuvieran en el fondo de un precipicio y con los buitres volando en círculos sobre el lugar. Pero su regreso significaría que tendría ropa decente que ponerse. El estar solo medio vestida, tal como se encontraba, la hacía más vulnerable, debilitaba su moral. Y, tal vez, él también lo sabía.
Se estremeció al meterse bajo el chorro de la ducha, y no sólo por el impacto de las frías gotas sobre la cálida piel. Oh, Dios, él era muy peligroso y ella lo había intuido desde el primer momento en que lo vio.
Cerrando los ojos, levantó la cara hacia el agua, dejando que resbalara a través del cabello y sobre los hombros. Entonces, con un pequeño suspiro de satisfacción, cerró la llave.
No hubo señal de advertencia, ni una sola. El perro no había expresado nada, y el ruido de la ducha había ahogado cualquier otro sonido.
Ella se volvió, buscando una toalla y lo vio de pie en el umbral, observándola. Su boca dibujó una tenue sonrisa conforme los oscuros ojos examinaban con descaro cada centímetro del cuerpo desnudo.
Su primer instinto fue encogerse, cubrirse de alguna manera con las manos, con el cabello, aunque algo le dijo que tal intento tardío e inútil de modestia sólo lo divertiría más. Sería otra pequeña victoria para él, si demostraba dar demasiada importancia a sí misma. Era mucho mejor afrontarlo con desfachatez y dejarle pensar que su presencia no le importaba, porque lo despreciaba. Los ojos de *__ brillaron con desdén y levantó la barbilla en señal de desafío, al apartar de la cara las pesadas hebras de mojado cabello rubio y echarlas sobre los hombros. Este gesto hizo que se arquearan los pequeños y firmes senos, hecho del que él tomó nota con un sesgo burlón de la boca.
Entonces se movió, acercándose a ella, sus propósitos estaban claros en la repentina intensidad de su oscura mirada, y *__ se movió también, con rapidez, y toda su bravata se desintegró al aferrar la toalla con frenesí. Su pie resbaló en las baldosas mojadas y cayó sobre una rodilla, haciendo crujir el hueso dolorosamente. Dio un involuntario grito y en seguida él corrió a su lado, poniendo las manos bajo sus hombros y levantándola sin el menor esfuerzo.
— ¿Se lastimó? Dígame...
La llevó a la habitación contigua y la depositó sobre la cama. La camisa yacía a un lado y ella la recogió, sosteniéndola frente a ella.
—No me toque —brillantes manchas de color ardían en su cara—. Salga de mi habitación.
El estaba inclinado sobre ella, pero al escuchar sus palabras, se enderezó y dio un paso atrás, la preocupación de su cara dio paso a una diversión evidente.
— ¿No es un poco tarde? —preguntó riéndose. El señaló la camisa.
Ella lo miró con furia.
—Secuestrador, violador y ahora mirón —le lanzó de manera temeraria—. Qué vida tan completa lleva, kyrie, ¿o debo decir Harry?
Hubo una breve y electrizante pausa. Su boca se torció en una mueca.
—Así que ha tenido un visitante. Parece que una vez más, la curiosidad de María ha excedido su discreción.
—Oh, pero no debe culparla por decírmelo. Ella debió imaginar que, como su amante, por lo menos sabría su nombre cristiano, aunque no fuera más que eso.
—A ella no le corresponde pensar sobre tales asuntos —dijo con tono helado—. ¿De qué más discutieron?
—Muy poco. Acerca de la religión, brevemente, y del hecho de que ya no está enamorada de Mike —ella se encogió de hombros.
— ¿Y usted pensó que alguna vez lo estuvo? Es usted una romántica, *__ mou. El amor no describe la clase de breve y sórdida asociación que ella y su hermano compartieron. Si se hubieran amado, él la habría cortejado de manera honorable y la hubiera convertido en su esposa.
Era extraño la forma como estas despectivas palabras la herían.
Ella dijo sin compasión:
—Entonces es una fortuna para ellos que usted haya vengado el honor de la familia y los haya salvado de la necesidad de ser desdichados juntos. Y ahora, tal vez, me deje tener un poco de intimidad, ya que me gustaría vestirme —tomó un respiro—. Supongo que me habrá traído algo de ropa.
—Ya le he advertido acerca de hacer suposiciones, *__ —su tono era de sarcasmo—. Durante el día, está cubierta con lo que hurta de mi armario. Si cree necesitar una alternativa para el resto del tiempo, le he traído una.
Buscó en su bolsillo y sacó un paquete cuadrado, el cual le arrojó. Ella lo atrapó con torpeza, con una mano, sosteniendo la camisa con la otra. Un bikini, pensó, o ropa interior. Pero no. El paquete era demasiado pequeño y también demasiado pesado. Aflojó la envoltura exterior con la uña del pulgar y retiró el papel. La caja decorada le era familiar. Miró la etiqueta de manera casi estúpida.
- ¿Shalimar? Pero eso es...
—El perfume que trajo de Inglaterra —él completó la frase—. También es uno de mis favoritos. Qué agradable es, matia mou, que nuestros gustos sean los mismos.
— ¿Agradable? —repitió *__ aturdida—. ¿Agradable? ¡Dios mío! —saltó de la cama, sin importarle la rodilla palpitante—. ¿Cómo se atreve a hacer esto? ¿No me ha humillado ya lo suficiente?
— ¿Encuentra humillante el perfume francés? Usted debe ser única.
—No es el maldito perfume —su voz tembló de ira—. Es lo que implica, y usted lo sabe. Como alternativa a sus repugnantes camisas, debo usar esto, y nada más, supongo. Su propio espectáculo nudista. Bueno, primero lo veré en el infierno. Si le gusta tanto, úselo usted mismo —le lanzó la botella, pero él la atrapó con habilidad antes de que se estrellara en el suelo, para su disgusto—, O mejor aún, guárdela para su siguiente dama. Tal vez ella comparta sus pervertidos apetitos.
—Como quiera —volvió a guardar la caja en el bolsillo. Su cara y voz eran inexpresivas, pero ella se dio cuenta de que estaba enojado. El dijo con demasiada gentileza—: Mis apetitos son muy normales, creo. Respecto a los suyos, querida mía, sospecho que, a pesar de sus protestas, aún están dormidos —hizo una pausa—. Una situación —añadió con fría deliberación—, que intentare remediar más tarde.
Y salió, cerrando la puerta tras él.
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Extraña Venganza [Harry Styles & Tu) - Página 3 Empty Re: Extraña Venganza [Harry Styles & Tu)

Mensaje por Yesie Mar 22 Oct 2013, 6:28 pm

CAPITULO 6
La luz se desvaneció del cielo y ella la vio partir con una especie de tranquila desesperación. La llegada de la oscuridad parecía un presagio de sus peores pesadillas, y estaba asustada.
Tan pronto como se quedó sola, se apresuró a vestirse, abrochando todos los botones de la camisa con cuidado melindroso y ridículo, y ciñéndose la banda alrededor de la esbelta cintura. Como si hiciera alguna diferencia, pensó desalentada.
Luego se sentó en la orilla de la cama y esperó.
Pudo oír el sonido de la ducha en la habitación contigua, y el silencio cuando cesó. Más tarde escuchó que la puerta se abría y sus pisadas, y a pesar de sí misma, se encogió sobre la cama, fijando la vista en la puerta, anticipando su apertura. Pero él pasó de largo, sin dudarlo un momento, y bajó la escalera.
De eso ya habían transcurrido casi veinte minutos, y ahora el delicioso aroma de carne asada flotaba hacia ella, recordándole con crueldad cuánto tiempo había pasado desde que comió aquel emparedado.
*__ se lamió los labios. No había mucho caso en quedarse donde estaba, agazapada en un rincón, hasta que él resolviera venir por ella, en especial cuando no tenía los medios para evitarlo.
Todo lo que podía hacer era bajar y tratar de encontrar alguna forma de persuadirlo de que le diera otro respiro. Se mordió el labio con nerviosismo. Tal vez no había sido muy inteligente haberlo hecho enojar, al tirarle un regalo tan costoso casi a la cara, pero, para ser sincera, no podía decir que lo lamentaba, pensó con furia. Y de cualquier manera, era más seguro estar en condiciones hostiles con él. Podía combatir su enojo con el suyo. Era cuando su voz se hacía gentil, cuando se acercaba y la tocaba, que se volvía más peligroso.
Se estremeció al recordar el momento en que la levantó del suelo del baño, cuando, durante un momento, sus manos le rozaron los senos. Él ni siquiera había intentado una caricia, pero para ella había sido una sacudida.
Si lo mantenía enojado, quizá podría mantenerlo a prudente distancia, pensó.
La puerta del dormitorio de él estaba entreabierta y había dejado la lámpara encendida sobre la cómoda. *__ hizo una pausa, pensando en la conveniencia de apagarla y entonces vio un manojo de llaves junto a la lámpara. Se dio cuenta con incredulidad de que eran las llaves de un coche. Estaba a punto de agarrarlas cuando recordó que carecía de bolsillos para esconderlas. Además, si las tomaba ahora y las escondía en su habitación, él podría notar que faltaban. De otra manera, si las dejaba donde estaban por lo pronto, y las recogía mientras él dormía, como había planeado antes, entonces él se daría cuenta de su partida a bordo del jeep hasta el día siguiente, cuando despertara.
Pero estaba muy tentada de agarrar el manojo y tratar de escapar ahora. El problema principal seguía siendo Cancerbero. No había vuelto a escuchar un aullido desde que Harry regresó, pero eso no quería decir que no estuviera al acecho en el piso bajo, esperando qué ella hiciera algún movimiento en falso.
Cuando bajó y se dio cuenta de que el mismo Harry estaba en la terraza, cocinando filetes en una parrilla, dio gracias por haber decidido esperar.
Le estaba dando la espalda, pero cuando ella llegó, exclamó con tono frío:
— ¡Kalispeera!
—Buenas noches —contestó ella con un toque de calma,
—La comida está casi lista —señaló la mesa, donde ya esperaban una ensalada y una botella de vino tinto.
—Ya lo veo —hizo una pausa—. Entiendo que he sido degradada de la jefatura de cocina.
Él le lanzó una enigmática mirada.
—Algunas de sus recetas son demasiado ingeniosas, matia mou. ¿Quién sabe? Hoy podría haberse ido a vagabundear a las colinas a buscar algo de cicuta.
— ¿Con el Mastín de los Baskerville para hacerme compañía? —Preguntó con dulzura—. Aún no soy tan ingeniosa, kyrie, Y, por cierto, ¿dónde está Cancerbero?
—Ha vuelto con su amo —contestó él—, quien vive en la aldea y no en el otro mundo. ¿Le gustaría tenerlo como mascota, mientras dure su estancia en la villa?
—Puedo pensar en pocas cosas que me agradarían menos—contestó *__.
—Y estoy seguro de no tener que preguntar cuáles son esas cosas —pasó los filetes a los platos y le ofreció uno—. Espero que no vaya a rechazar también esto.
Ella quiso tener la suficiente fuerza de voluntad para tirar el filete hasta los arbustos, pero estaba tan hambrienta que se habría comido hasta el plato, así que apenas sonrió de manera evasiva conforme lo veía servir el vino.
— ¿Y usted no tiene perro?
—Estoy aquí tan poco tiempo, que no sería justo—él meneó la cabeza.
— ¿Pero entonces qué lo es? —*__ dijo imperturbable—. He visto un gato.
— ¿Le dio de comer? .
—No, en realidad. Esta mañana dejé unas sobras en el suelo.
—Entonces me sorprende que no haya visto un centenar de gatos —dijo—. Estos no son las mascotas mimadas y elegantes que tienen en Inglaterra. Aquí se multiplican y mendigan —le lanzó una sonrisa de sarcasmo—. Y ahora que hemos terminado con el reino animal, *__ mou, ¿sobre qué tópico sugiere que debemos discutir?
Ella se encogió de hombros.
—Por lo que a mí respecta, no tenemos nada de qué hablar —cortó su filete como si fuera la garganta de alguien.
— ¿Acaso tiene el don del silencio? —Alzó las cejas—. Una cualidad sorprendente en una mujer,
—Mi especialidad —sorbió un trago de vino.
Hubo una larga pausa, y de repente *__ dijo:
— ¿Tenía Michael un amigo especial en la aldea? Quiero decir, un hombre que fuera su amigo.
—No que yo sepa. Conocía a Stavros, por supuesto, y a los hermanos de María —se sirvió más ensalada—. ¿Tiene alguna razón para preguntar?
—No, en realidad —trinchó un pedazo de tomate—. Sólo fue algo que María me dijo. Mencionó que Mike se había ido para reunirse con un amigó.
—No sería nadie de esta aldea —frunció el ceño un poco—. Aquí ya no tiene amigos. Pero creo que estuvo en otros lugares antes de venir a Loussenas.
—Supongo que debió haberlo hecho —suspiró ella.
Tenía muy pocas posibilidades de rastrear en cualquiera de esos lugares, pensó desalentada. Aunque recordó que Mike había mencionado, en una de sus poco frecuentes cartas, algún lugar en las Montañas Blancas, no podía estar segura.
—No estaría tan segura de que no fuera alguien de esta aldea —opinó—. Tal vez no todos piensen que María es la doncella engañada que su familia quiere hacer creer. Pienso que ella conoce a este amigo de Michael, porque se enojó mucho cuando hice presión sobre este punto.
—Quizá María no creyera necesario ocultar su ira con la hermana de su seductor —repuso él molesto—. De cualquier manera, no tenía derecho de venir a la villa. Mañana hablaré con Stavros. "Vaya y hable con él ahora", insinuó *__ en silencio, "y lo último que verá de mí serán las luces traseras del jeep, desapareciendo montaña abajo".
Pero, por supuesto, él no hizo nada parecido. Cuando ella terminó su filete, él preguntó si gustaría comer alguna fruta. Estaba a punto de rehusar cuando recordó que, aunque ya no tenía hambre, sería una forma de prolongar la cena.
El retiró los platos y volvió con un frutero y dos tazas pequeñas de café, espeso y más bien amargo.
— ¿Es esto a lo que llamamos café turco? —preguntó *__.
—Ustedes sí, *__ mou, pero nosotros no. -- *__ tomó algunas uvas del frutero y empezó a comerlas. Se hizo el silencio entre ellos, pero la noche estaba llena de sonidos: el canto de las cigarras, el gorjeo de un pájaro, distante y desgarrador, y, más cerca, la música.
*__ se levantó y avanzó hacia la balaustrada.
— ¿Qué es eso?
Oyó que él se levantaba también. De repente se dio cuenta de que estaba parado detrás de ella, muy cerca.
— ¿La música? Tienen una fiesta en la aldea —contestó él.
—No me diga —mantuvo el tono tenue de la voz, pero estaba consciente de su presencia, de su aliento moviendo su cabello, del calor de su cuerpo—. Estarán celebrando un apedreamiento público.
—Son buenas personas —dijo con calma.-  En otras circunstancias, *__ mou, usted también lo pensaría.
Puso la mano sobre la cadera de ella, atrayéndola hacia atrás de manera que se apoyara contra él. Ella sintió que los labios tocaban su oreja, los dientes rozando el lóbulo, y se tensó. La boca se movió hacia abajo, importunando un punto sensible en la curva del hombro. La música, a la distancia, era de un insistente e insidioso ritmo, y su pulso le hacía eco.
La otra mano le cubrió un seno, acariciando su redonda suavidad, antes de que los dedos buscaran la dureza del pezón por encima de la camisa. Era un momento delicadamente erótico. De repente se vio abrasada por el recuerdo de las manos rozando sus senos desnudos, y la certeza de su necesidad de sentir esas manos sobre su cuerpo, la sacudió hasta el alma.
Ella murmuró con frenesí:
— ¡No! —y se alejó de él. Ya había trazado sus planes y ningún golpe de deseo, ni la sangre febril, iban a detenerla ahora. Pero se preguntaba si la elección aún podía ser suya, cuando sus manos la tomaron por los hombros, a la vez que la hacían girar hasta colocar su cara frente a la de él.
La voz del hombre era profunda y urgente. La hizo estremecerse.
—Olvida, matia mou. Olvida todo, excepto que estamos juntos y nos deseamos.
—No puedo —repuso ella con aspereza—. No puedo olvidar. Debe... darme más tiempo... por favor. Si espera, haré todo lo que quiera, seré todo lo que quiera... lo juro. Pero no ahora, todavía no, se lo ruego.
Ella tragó saliva, esperando con una especie de agonía su respuesta.
— ¿Qué está tratando de hacerme, *__? —Preguntó Harry secamente—, ¿Es así como trata a los demás hombres, poniéndolos en el infierno mientras les ofrece el cielo?
Ella movió la cabeza, evitando la intensidad de los oscuros ojos.
—Esa... fue una mentira. Nunca ha habido... yo nunca he sido... —ella vaciló y se detuvo—. Oh, no espero que me crea.
—Al contrario, creo que esta es la verdad, por fin —dijo él sombrío—. Esto también explica su renuencia, supongo —meneó la cabeza con lentitud—. Mas es difícil de creer. Usted ya no es una niña, sino una hermosa mujer.
—Usted dijo que sería paciente —le recordó ella.
—Y usted me atrapó en mi propia trampa. *__ mou —él sonrió con ironía—. Pero, si recuerda, también dije que mi paciencia no era eterna.
Ella fijó la mirada, como hipnotizada, en sus ojos negros.
—Lo recuerdo —su voz tembló un poco—. Pero no será durante mucho tiempo.
— ¿Es una promesa? —frunció el ceño.
—Una promesa.
—Entonces hemos hecho un pacto—hizo una pausa—. Es usted una criatura de humores, *__. Un momento es una arpía, gritando que abuso de su inocencia, y al siguiente se convierte en una arrulladora paloma. Y me pregunto, ¿cuál de las dos está más cerca de la verdad?
El la soltó y ella retrocedió, tratando de disimular el alivio que sentía, para que no se-lo notara y le hiciera entrar en sospechas. Pero él se alejó, sirviéndose más vino, y ella aprovechó la oportunidad para escabullirse. Lavó los platos y los guardó, después subió a su habitación. Echó un vistazo al dormitorio de Harry y vio que las llaves aún estaban sobre la cómoda.
No se desvistió, sino que se metió como estaba bajo la sábana. Se sentía nerviosa y excitada, pero trató de relajarse, ya que tal vez tendría que esperar mucho rato. Al fin, dormitó un poco, y despertó con un sobresalto, convencida de que ya había amanecido y había perdido la oportunidad de escapar.
Pero la habitación aún estaba iluminada por la luz de la luna. Se deslizó fuera de la cama y fue hasta la puerta, abriéndola con cuidado y deteniéndose a escuchar. Fue al baño y recogió su estuche de tocador. Era todo lo que poseía y no iba a dejarlo, aunque parecía que se vería forzada a abandonar el resto de sus pertenencias, incluyendo su pasaporte y sus cheques de viajero.
Cruzó el pasillo de puntillas. La puerta estaba cerrada, pero el picaporte giró sin ruido, y se deslizó en la habitación como un fantasmita.
Todo lo que tenía que hacer era tomar las llaves e irse, mas algo la impulsó a echarle una última mirada. Estaba dormido, sobre un costado, la piel muy oscura contrastaba contra la austera blancura de la ropa de cama. La arrugada sábana que cubría sus caderas no ocultaba el hecho de que estaba desnudo.
Durante un largo momento, permaneció mirándolo y dejando que su imaginación la llevara por senderos que nunca había querido pisar. Reprimió un suspiro, se dirigió de puntillas a la cómoda y tomó las llaves con infinito cuidado.
Parecía estar diciendo adiós a cada peldaño que descendía. Su cautiverio había durado sólo unas horas, pero de algún modo extraño la casa le parecía tan familiar como... su propio hogar en Inglaterra. Enojada se dio una sacudida mental. Debía agradecer a las estrellas que estaba escapando, relativamente ilesa.
El jeep estaba estacionado fuera del sendero, junto a la pared. Se acercó con ansiedad. Pero sabía conducir, así que dio por sentado que podría conducir también esto, y el hecho de que su licencia estaba en Inglaterra y que no se encontraba asegurada, eran detalles que esperaba no tener que discutir con nadie.
Se deslizó tras al volante y buscó la ignición. Probó cada llave por turno, y puesto que estaba oscuro y se sentía nerviosa, se saltó la correcta y tuvo que volver a empezar. Esta vez las separó, llevando la cuenta en la cabeza conforme las iba usando. Y una vez más, por alguna desgracia, volvió a fallar.
"Domínate", se ordenó en silencio, tomando un hondo respiro.
El exclamó:
—Esas son las llaves de mi automóvil deportivo, *__. ¿Cree que soy tan tonto?
Ella casi gritó, y las llaves cayeron al piso del jeep. Quiso recogerlas, pero él se le adelantó, agarrándolas con una mano y abrazando su cintura con la otra.
Su voz continuó, con tono de burla:
—Casi me convenció, mi arrulladora palomita, con sus temores virginales. Pero al mismo tiempo, estaba seguro de que no podría resistir el cebo si se lo ofrecían —balanceó las llaves frente a ella con insolencia—, Y no me equivoqué.
—Maldito sea—la voz de *__ tembló.
El hizo una mueca.
—El regreso de la arpía. No estoy seguro de querer darle la bienvenida. Me pregunto cuántas otras facetas de su personalidad descubriré antes de que termine la noche —el abrazo se hizo más fuerte en su cintura—. Ahora, venga conmigo.
Ella no tenía elección. Se dio cuenta de que en realidad nunca la había tenido. Había estado jugando, pero era él quien dictaba las reglas, paso a paso.
Una lámpara del comedor estaba encendida. El se había puesto unos vaqueros, pero estaba descalzo y tenía el pecho desnudo y ella contempló el ágil cuerpo que pronto poseería el suyo y adivinó que también tenía el poder de adueñarse de su alma. Sabía que no podía dejar, que eso pasara. Recordó las palabras de María con una punzada: Harry se aburre muy pronto de sus mujeres. Eso era lo que tenía que evitar, el momento en que la mandara a paseo, porque ya no podía utilizarla como instrumento de venganza o, peor aún, como mujer.
El dijo:
—Está temblando, matia mou —alargó una mano hacia ella. El gesto y la sonrisa que acompañaron sus palabras la importunaron y atrajeron—. Déjeme calentarla.
—No —se volvió con rapidez, dando la espalda deliberadamente a la mano extendida, y a la tentación que ofrecía de calor, alegría, pasión.
—*__, no sea tonta. Usted sabía desde el primer... —suspiró él, cortante.
—Sí —interrumpió ella—. Usted aclaró la situación a la perfección. Sé porqué estoy aquí, y lo que pretende hacer.
—Querida mía, pretendo hacerle el amor —la sonrisa volvió a su voz.
Ella meneó la cabeza, mirando a ciegas la pared.
—No, el amor no. Hace un rato, usted describió con exactitud lo que sería: "una breve y sórdida asociación". Esas fueron sus palabras.
—Sí —el tono de su voz se hizo áspero—. Pero yo hablaba de María y su hermano, no de nosotros. Usted malinterpretó...
—Yo nunca he malinterpretado nada —sentía la garganta tensa—. Sé porqué estoy en esta situación, Y sé que nunca me dejará ir basta que pague esta... abominable deuda, por Michael. Así que,  pagaré —volvió a tomar un profundo respiro—, Y no lucharé. No trataré de... detenerlo. Puede tenerme. Pero eso es todo lo que tendrá. De manera que no trate de disfrazarlo hablando de hacer el amor, o... quererme, porque no tiene nada que ver.
— ¿Usted piensa que no la quiero? —había un tono extraño en su voz.
—No, lo pienso porque no me importa —sintió una presión en la garganta—. Si el ir a la cama con usted es mi pasaporte para salir de este sitio, entonces iré. Pero, por favor, haga lo que quiera y terminemos de una vez.
Hubo un largo y terrible silencio, entonces él dijo con mucha calma:
—No sabe lo que dice.
—Claro que lo sé. No hay forma de que pueda hacer esto más fácil para mí, así que le agradeceré que, por lo menos, sea rápido. Si no le importa —añadió, como una niña bien educada.
—Pero sí me importa —su voz era como acero fundido—, Y a usted también le importará, *__. No está hecha de madera, así que, ¿por qué pretende carecer de sentimientos?
—Porque es mejor no tenerlos —contestó ella—. Si me permito sentir algo, sería odio... por usted, por traerme aquí, odio por mí misma, por ser mujer —meneó la cabeza—. No quiero sentir esas cosas, pues son dañinas, destructivas.
— ¿Y la indiferencia no lo es? —la desafió.
—No sé. Pero es todo lo que tengo —repuso ella con fastidio:
Hubo otro silencio, después él dijo con fría cortesía:

—Entonces, que sea como usted quiere.
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Extraña Venganza [Harry Styles & Tu) - Página 3 Empty Re: Extraña Venganza [Harry Styles & Tu)

Mensaje por Yesie Mar 22 Oct 2013, 6:29 pm

Subieron al dormitorio de Harry. Ella lo miró arreglar la cama, sacudir las almohadas, y se volvió con rapidez cuando él empezó a bajar el cierre de los vaqueros. Si secretamente había esperado que su desafiante discurso mataría cualquier deseo que tuviera de ella, se había equivocado, pensó fatigada.
—Estoy esperando —dijo él.
Ella arriesgó una rápida mirada. Estaba en la cama apoyado sobre un codo.
*__ se aclaró la garganta.
— ¿Podría apagar la lámpara, por favor?
-No.
Conforme se quitaba la banda, trató de consolarse recordando que ya la había visto en la ducha, apenas esa tarde. Así que su cuerpo no guardaba ningún secreto para él. Más esto no evitó que desabotonara los botones con torpeza.
El camino a través de la habitación hasta la cama le pareció el más largo que hubiera recorrido. Se deslizó bajo la sábana y se acostó junto a él, sin tocarlo.
El sacó una mano y apartó con gentileza un mechón de cabello de su frente.
—*__ mía, no tiene que ser así entre nosotros, y lo sabes. Ven a mí, querida. Prometo hacerte feliz.
"Y después infeliz'", pensó ella. "Cuando todo termine".
—No, así es como debe ser—ella evitó mirarlo.
El repuso con tono áspero:
—Que así sea, entonces. ¿Me permites besarte, acariciarte, o sólo prolongaría tu agonía? —Hizo una pausa, y al no recibir respuesta, continuó—; Ya veo. Entonces si no hay nada más, mi paloma, relájate, o de otra forma sentirás dolor.
Ya sentía dolor. Este llenó su corazón y su mente, hundió el universo, pero ella le dio la bienvenida porque la ayudó a mantenerse ajena, mientras su mano recorría lenta y sin el menor remordimiento todo su cuerpo.
Había dicho que no opondría resistencia, y cuando los largos dedos acariciaron sus muslos, ella lo dejó apartarlos sin objeción. El también respetaba su parte del frío pacto, según pudo darse cuenta, aceptando aturdida la casi clínica exploración de sus partes más íntimas. Cualquier cosa que había esperado, no había sido esto, pensó, tratando de no acobardarse y desfallecer. El lo comprendió, por supuesto. — ¿Te estoy lastimando?
—Eres muy cuidadoso —*__ se mordió el labio. El añadió con tono frío:
—Y tú eres muy inexperta. Por lo menos en eso fuiste sincera.
Ella volvió la cabeza y fijó la vista en la pequeña llama de la lámpara. Había otra llamita, en algún lugar de su interior, apenas encendida, luchando por su vida y que ella tenía que ignorar. Porque aun este desolado e impersonal descubrimiento, estaba causando sus efectos en los reflejos de su cuerpo.
Sería tan fácil, pensó desdichada, alcanzarlo y atraerlo hacia ella, para besar su cara, su piel. Tan fácil y tan funesto.
Le echó una mirada furtiva. Parecía inflexible, remoto, y cuando se movió sobre ella, sintió miedo otra vez, porque él era un extraño a quien ella había absuelto de toda necesidad de ser bondadoso. Y si era brutal, sólo podría culparse a sí misma, pensó, clavándose las uñas en las palmas de las manos.
Pero cuando dijo que podía ser paciente, no había mentido, descubrió ella admirada. Tal vez no merecía consideraciones, pero de cualquier manera ahí estaban. Y era hábil, con un control infinito, que redujo el dolor inicial de la posesión, el cual sus rígidos y tensos músculos habían hecho inevitable.
Y, conforme la penetraba por completo, ella lanzó un grito, no sólo por el dolor, sino también de asombro, pues esta unión de sus cuerpos que debía haber sido tan traumatizante era, al final, increíble y milagrosamente sencilla.
El tomó una orilla de la sábana y limpió con delicadeza las pequeñas gotas de sudor de la frente y pómulos, y en ese instante ella se dio cuenta por primera vez de que lo amaba. Que el último desastre que quiso evitar ya la había alcanzado.
Asimismo, se dio cuenta, conforme él empezó a moverse dentro de ella, en forma lenta al principio, de que el breve tesoro de calor y fuerza de él, sería todo lo que tendría para recordar.
Haciendo eco de las palabras de él, pensó: "Que así sea, entonces".
Cuando él alcanzó su clímax, profirió algo, el nombre de ella, algunas palabras en griego, después rodó lejos de ella enterrando la cara en la almohada.
*__ yacía a su lado, sin hablar, dolorida, y preguntándose qué debía hacer ahora. ¿Regresar a su habitación, tal vez?
Después de un momento, él retiró la sábana y se levantó de la cama, cruzando el dormitorio hacia el baño.
Escuchó el sonido del agua corriente. Quizá esta era la señal para retirarse, pensó ella, levantándose y respingando un poco. Pero al minuto siguiente, ya estaba él de vuelta, trayendo una palangana con agua y una toalla. Se sentó en la orilla de la cama y empezó a bañarla con la toalla mojada, primero la cara y en seguida, levantando la sábana, el cuerpo.
Ella vio, sin sorpresa, que había sangrado un poco. Era extraño, pero singularmente dulce yacer ahí, permitiéndole realizar este íntimo servicio para ella.
— ¿Puedo irme ahora? —preguntó *__ con voz baja, cuando él terminó.
—No —contestó él—. No puedes —había una nota en su voz que parecía advertirle que no insistiera sobre este punto.
El se acostó a su lado otra vez, tirando de la sábana para cubrirlos a ambos, y apagó la lámpara. Puso su brazo alrededor de los hombros, estrechándola hacia él y colocándole la cabeza sobre su pecho. La otra mano se cerró alrededor de su cadera, arrastrándola hacia el calor de su cuerpo desnudo. Protegida entre sus brazos, sintió que las tensiones y la desdicha empezaban a menguar. Sentía el latido de su corazón como el pulso del universo bajo su mano.
Después de lo que había pasado, era una locura, pensó, sentirse tan segura, tan confortada.
Y así, después de un momento, contra toda posibilidad, contra toda razón, se quedó dormida entre sus brazos.
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Extraña Venganza [Harry Styles & Tu) - Página 3 Empty Re: Extraña Venganza [Harry Styles & Tu)

Mensaje por Yesie Mar 22 Oct 2013, 6:33 pm

CAPITULO 7
Despertó en la belleza de un amanecer, dándose cuenta de que estaba siendo observada. Volvió un poco la cabeza y lo miró a los ojos.
El rozó su boca contra la de ella y *__ supo lo que la había despertado.
— ¿Dormiste bien? —preguntó él.
—Sí —y su respuesta sonó ahogada, porque la mano de él viajó hacia arriba y ahora cubría el puntiagudo seno y el dedo pulgar golpeaba el pezón, enviando violentos flechazos de placer a través de ella.
— ¿Y no te lastimé mucho? —inclinó la cabeza y trazó un dibujo con pequeños besos alrededor del seno que estaba acariciando.
— ¿Qué estás haciendo? —jadeó ella. Levantó la cabeza y le sonrió.
—Haciéndote el amor, ágape mou, como debí haberlo hecho anoche —besó el otro seno, moviendo la lengua contra su piel, llenándola de, penetrante excitación.
—No —dijo ella con aspereza.
—Sí —la contradijo, con una repentina violencia en los ojos y la voz—. Anoche, *__, me hiciste sentir como un animal. Y no lo harás otra vez. Quiero sentirme humano, para experimentar lo que debe un hombre con su mujer.
—Yo no soy tu mujer —era la única defensa en la que podía pensar, y por cierto una muy pobre, ya que él sólo se rió con sarcasmo y retiró la sábana.
—Dime eso más tarde —la invitó—. Mucho más tarde —añadió con tono seco, y besó los indignados labios abiertos, de manera lenta y completa. Cuando al fin levantó la cabeza, ella no pudo pensar en nada que decir. Cada nervio de su cuerpo parecía estar despierto, la sangre se movía con lentitud a lo largo de las venas, tan espesa y dulce como la miel. Estaba consciente de ese profundo temblor interior y ahora supo que era deseo y que su cuerpo pedía a gritos la satisfacción que le había sido negada.
El besó su boca otra vez, sus ojos. Ella se preguntó, débil, cómo pudo haber pensado que su boca era dura, cuando era como terciopelo contra su piel, y la lengua era una llama dulce, encendiéndola con su toque...
Los dedos la acariciaron, moldeando cada curva del esbelto cuerpo, y donde la mano tocaba, los labios la seguían en erótico peregrinaje.
Se movió inquieta hacia él, guiada por instintos que apenas entendía, besando su hombro y rozando con los pequeños dientes su piel tersa. Quería complacerlo a su vez, a fin de crear la misma clase de deleite para él, mas no sabía cómo, y entonces él tomó sus manos y las guió hacia su cuerpo, enseñándole cómo hacerlo.
Ella siempre se había considerado una muchacha moderna, consciente e inteligente respecto al sexo, bien informada de la fisiología de su cuerpo. Pero ahora sabía qué gran distancia había entre la teoría y la práctica. Ningún libro o lección le habían enseñado nunca que la mano de un hombre acariciando sus senos, o la boca de un hombre explorando sin prisa su cuerpo podían convertir sus respuestas en frenesí.
Lo escuchó pronunciar su nombre entre gemidos, con la cara tensa, casi ardiente, después estaba sobre ella y dentro de ella, y fueron un solo ser, guiados y consumidos por el mismo anhelo primitivo y apasionado.
La sorprendió un gran y repentino" estallido de sensaciones que sintió en el centro más profundo de su ser, corriendo en oleadas hacia cada fibra, en un espasmo tras otro de placer incontrolable.
Ella gritó su nombre y el sonido salió de su garganta en una especie de agonía, lo escuchó responder y sus bocas se unieron en un interminable beso, mientras la tormenta de sentimientos amainaba y ambos se deslizaban en aguas más serenas.
Largo rato después, él dijo:
 
—Cuéntame.
— ¿Acerca de qué? —ella aún se sentía aturdida, el cuerpo ingrávido de satisfacción. Si el brazo de Harry no estuviera sujetándola, habría flotado.
—Acerca de ti. De esa carrera de la cual hablaste, por ejemplo.
—No la encontrarías muy interesante —contestó ella—. Hago demostraciones y vendo máquinas de escribir electrónicas y equipo procesador de información.
— ¿Para ti misma?
— ¡Cielos no! para una compañía, Protechnics Limited... Graham contrató un grupo de muchachas.
— ¿Este Graham es tu jefe? Háblame de él.
Ella trató de pensar en lo que había que decir acerca de Graham. No era fácil pensar en algo más, excepto en que la mano de Harry tocaba su brazo con gentileza, trazando con el dedo índice el delicado diseño de venas dentro de su codo.
—Bueno, él es un ejecutivo práctico y muy astuto, aunque siempre se está quejando de que la compañía está al borde del desastre. Todas lo apreciamos.
— ¿Es joven? —Él tomó su mano y la llevó a los labios, besando cada dedo por turno—. ¿De edad madura? ¿Casado?
Ella rió un poco sofocada.
—Tiene casi cuarenta años, y muy bien casado, con tres hijos. Su esposa también trabaja en la compañía.
— ¿Es común en tu país que una esposa se identifique de manera tan cercana con los negocios de su marido? —su boca acarició la suavidad de la palma de su mano.
—Diría que depende mucho del negocio.
—Tal vez. ¿Y los niños? Mencionaste tres, ¿qué pasa con ellos?
—Todos están en la escuela —le lanzó una mirada, notando una ligera tensión de su boca—. Obviamente tú no lo apruebas.
—No me concierne la manera como otros hombres viven su vida. Pero recordando las necesidades de mi niñez, estoy contento de que mi madre siempre estuviera ahí. Ninguna niñera, fuera quien fuera, hubiera podido tomar su lugar.
— ¿Y tu madre aún vive?
—Sí, y es muy activa,
— ¿Fuiste hijo único?
—De ninguna manera —besó la parte interior de su muñeca con mucha suavidad, haciendo que su pulso se acelerara de modo frenético—. Tengo un hermano y dos hermanas, todos más jóvenes que yo.
—Así que eres el jefe de la familia —su voz casi se quebró en un esfuerzo por mantenerla bajo control,
—Sí —fue como si una puerta se cerrara de repente. El besó su mano y rodó sobre su espalda, fijando la mirada en el techo.
Súbitamente, *__ se percató de unos sonidos leves de movimiento que procedían del piso bajo. El la miró de soslayo.
—Nuestro desayuno ha llegado —dijo con tono jovial—. ¿Tienes hambre?
—Un poco.
—Entonces prepararé algo de comer —dio un leve bostezo y estiró su esbelto y bronceado cuerpo a la luz del sol, dejándola admirar los vigorosos músculos. Volvió la cabeza y la miró. Ella estaba contemplándolo a su vez. Desvió la mirada, pero no lo bastante rápido, pues él dijo—: A menos que tengas otros planes.
—No —se apresuró a negar—. Ninguno.
Él le sonrió con indolencia
—Entonces déjame enseñarte un poco de griego —hizo una pausa—. Repite después de mí: Mine etho mazi mou —volvió a pronunciar las palabras de modo lento, haciendo que ella las repitiera-. Muy bien, ágape mou. Ahora di: Se thelopoli.
Ella obedeció, mirándolo de manera suspicaz.
—Ya tengo un libro de frases. ¿Qué estoy diciendo?
Su sonrisa se hizo más profunda.
—Lo que eres demasiado tímida para decir en tu idioma, *__ mía. Me dijiste: Quédate conmigo. Te quiero mucho.
—Oh —sus mejillas estaban ardiendo—. Eres un bastardo. Y no es verdad.

— ¿No? —Los largos brazos la capturaron sin esfuerzo alguno, atrayéndola hacia él y murmurando contra sus labios—: Entonces, pruébalo...
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Extraña Venganza [Harry Styles & Tu) - Página 3 Empty Re: Extraña Venganza [Harry Styles & Tu)

Mensaje por Yesie Mar 22 Oct 2013, 6:36 pm

*__ salió de la ducha y se envolvió con una toalla antes de volver al dormitorio. Harry  había abierto las ventanas de par en par antes de bajar y el sol entraba a raudales. Salió al pequeño balcón.
Estaba dolorida, pero el dolor no era desagradable, y al mismo tiempo se sentía intensa y resplandecientemente viva. El aire nunca le había parecido tan claro y los colores de las rocas, del cielo y del follaje tan brillantes y nuevos.
El último orgasmo que compartieron había empezado entre risas, pero terminó en una urgencia casi salvaje, con los cuerpos unidos en la violencia de sus requerimientos. Cuando terminó, ella había gritado y él la abrazó muy estrechamente, consolándola como si fuera una niña.
Con el rabillo del ojo advirtió un movimiento, una mancha de color que no había notado antes, y volvió la cabeza con rapidez hacia el foco de su atención.
Era María, su vestido rojo contrastaba contra el reflejo blanco de la roca que le servía de fondo al trepar el sendero hacia la montaña.
*__ frunció el ceño. Era obvio que la muchacha griega no quería ser vista, por la manera como lanzaba miradas sobre el hombro en dirección al sendero de la aldea. Al principio, *__ se preguntó si estaría huyendo, pero no parecía llevar nada a manera de equipaje. Y si sólo estaba en camino para visitar otra aldea, ¿por qué se comportaba de un modo tan furtivo?
*__  pensó que lo que hiciera María no debía importarle. Y entonces se paró en seco, con la mente casi en blanco por el golpe.
Si no hubiera sido por María, ella habría venido a Creta a reunirse con Michael en alguna parte y tal vez visitaran juntos lugares de interés. Por culpa de María, Harry había irrumpido en su vida, no como su amante, sino como un vengador, y ahora tenía que enfrentarse al amargo conocimiento de que las horas que pasaron juntos en aquella cama habían sido el principio de esa venganza.
Ella se estremeció. El había realizado con toda exactitud lo que amenazó que haría, tomarla para su placer sin amor y sin la promesa de un compromiso, y ahora la había dejado con la vergüenza de su acto camal.
Parecía irónico que sólo unos días antes se había quejado con Hilary de que todos los hombres que conoció parecían querer comprometerla en relaciones formales.
Inclinó la cabeza y un suspiro sacudió todo su cuerpo. La noche anterior, sabía con exactitud lo que estaba haciendo. Había combatido las sensaciones con ayuda de la mente y ganó una pequeña y amarga batalla. Debió haber seguido luchando, pero su amor por él la traicionó.
Mas él lo sabía, pensó con desdicha. Había adquirido una diabólica experiencia. Cada vez que la tocaba y besaba, medía la sensualidad dormida que se encontraba dentro de ella, y planeaba cómo despertarla.
Fue el amanecer, recordó con furia, cuando estaba medio dormida y vulnerable, confundida por la gentileza que le demostraba. Había olvidado todo... excepto lo mucho que lo deseaba.
Se sobresaltó, al sentir las manos de Harry posarse en sus hombros.
— ¿En qué estás soñando? —la boca rozó un lado de su garganta.
Ella contestó inexpresiva:
—Sólo contemplaba la vista —y señaló—. ¿Qué hay arriba de ese sendero?
El se encogió de hombros.
—Muy poco. Algunas cabras, muchas piedras y una vieja cabaña que usan los pastores. ¿Por qué preguntas?
—Pensé que habría otra aldea—dijo regresando al dormitorio,
— ¿Aún tratando de huir, *__ mou?
—No —meneó la cabeza—. Según mencionaste, no iría muy lejos Vestida así.
—Pero con tu ropa y en el jeep, podrías ir tan lejos como Aghios Nikolaos.
El corazón de *__ pareció detenerse.
— ¿Me estás... dejando ir?
—No, tontita —le dio un beso en el nombro desnudo—. Tengo que ir ahí más tarde y pensé que te gustaría ir conmigo —hizo una pausa—, Y bien, ¿qué dices?
*__ se encogió de hombros con displicencia, alejándose de él.
— ¿Y cuál es la alternativa? ¿Otro día sola con Cancerbero?
—Tal vez.
—Entonces iré a Aghios Nikolaos —dijo sin gracia, y él se rió.
—En efecto, eres una mujer de contraste, ágape mou. En la cama, un ángel apasionado. En el desayuno, una fierecilla de mal genio. Supongo que debo agradecer a Dios de que no sea al revés —le indicó la bandeja que había colocado sobre la cama—, Ponle un poco de miel a tu pan. Quizá te endulce el carácter.
—Mencionaste mi ropa. ¿Quieres decir que me la vas a devolver?
—Tu maleta está abajo en este momento.
— ¿Y mi dinero? ¿Mi pasaporte?
—Esos no —los ojos oscuros brillaron—. Ni tu pasaje de avión a Inglaterra —él la miró, mitad sonriendo—. ¿En verdad estás tan ansiosa de dejarme?
—No hay mucho caso en que me retengas aquí, ahora que has obtenido lo que querías—se encogió de hombros una vez más.
-¿Y tú no?
—Oh, por supuesto —se sentó en la orilla de la cama, y se sirvió café—. Siempre había ambicionado ser... desflorada por un experto. Lo recordaré como el evento más importante de mi viaje.
Hubo un silencio electrizante, entonces él repuso con suavidad:
—Pero ya lo olvidaste. Es mi intención proporcionarte algo más tangible como recordatorio de tu estancia aquí.
—No —de manera espontánea, su mano voló hacia el estómago plano.
— ¿Tienes alguna razón para pensar que eres inmune?
No la tenía, y deseó con desesperación haber puesto más atención a la información que le hubiera dicho si era probable. Supuso que podría serlo.
Había estado tan ocupada luchando contra la atracción hacia él, que en verdad había olvidado esa última amenaza de dejarla encinta.
—La idea no parece agradarte. ¿No te gustaría llevar un hijo mío bajo tu corazón? —dijo él con tono seco:
 
Era angustioso pensar que había muy pocas cosas que le hubieran gustado más, si sólo... Ella arrancó de raíz tales pensamientos.
 Se obligó a encontrar su mirada, levantando la barbilla en señal de desafío.
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Extraña Venganza [Harry Styles & Tu) - Página 3 Empty Re: Extraña Venganza [Harry Styles & Tu)

Mensaje por Yesie Mar 22 Oct 2013, 6:52 pm

.................

—No lo llevaría —contestó ella—. En Inglaterra tenemos muchos recursos para manejar tales problemas.
—Pero sólo dentro de cierto tiempo, según tengo entendido. ¿Cómo sabes que te dejaré ir a tiempo?
Ella dijo con voz baja:
—Porque no creo que ni siquiera tú puedas ser tan cruel. ¿Dijiste que querías que mi familia sufriera? Pues el solo hecho de saber que me embarazó un hombre a quien nunca conocieron, sería suficiente para eso.
—Bueno, esperemos y ya veremos —el rostro moreno era duro.
Ella repuso con un tono casi inaudible:
—Sí —y luego un poco más fuerte—: ¿Podrías traerme mi maleta, por favor? Me... gustaría vestirme.
—Entonces la tendrás —él se volvió en el umbral—. Come algo, pedhi mou —la voz sonaba un tanto burlona—. El morirte de hambre ahora no serviría de nada.
—Supongo que no —se estiró para alcanzar el pan, tomó un pedazo, le puso mantequilla y miel y lo mordió, maravillándose de su calma exterior.
Mas él estaba en lo correcto acerca de una cosa, se puso a pensar mientras lo oía bajar la escalera. Solo había una solución, la que siempre había habido, y esa era escapar.
Al ponerse de nuevo su ropa, se sintió más como la *__ de antaño. El la había dejado sola para que se cambiara, lo que no había esperado del todo, pero cuando lo oyó regresar al dormitorio, se puso un poco tensa, esperando algún comentario sarcástico. Pero aunque los ojos oscuros se fijaron en cada detalle del vestido color crema de corte sencillo, no dijo nada.
Lanzó una mirada a su reloj.
—Es hora de irnos. El camino es largo.
*__ examinó una mancha en una de las uñas y dijo:
—He cambiado de idea. Prefiero quedarme.
— ¿Con Cancerbero? —preguntó él con tono de burla.
—Con quien sea —contestó ella—. Espero que haya quedado claro.
—Como el cristal más fino —replicó con urbanidad, mas ella pudo detectar un matiz de ira. Caminó hacia ella, levantó su barbilla y añadió—: No hagas ninguna tontería, paloma mía.
— ¿Qué podría hacer? Imagino que aún soy persona no grata en la aldea, te vas a llevar el jeep y yo tengo mi carcelero. El haber recuperado mis cosas no hace una gran diferencia.
—Te equivocas, matia mou. Hace toda la diferencia del mundo —se inclinó y la besó, salió de la habitación y bajó la escalera.
*__ deshizo el equipaje y guardó sus cosas, pero en su dormitorio, no en el que habían compartido. Desafiante, sacudió un sencillo camisón de encaje inglés y lo extendió sobre la cama.
Estaba colocando el último vestido en el armario cuando oyó a Cancerbero ladrar abajo.
Harry estaba en el comedor, esperándola, con una mano en el collar del perro y exclamó:
—Aquí está tu compañero —hizo una pausa—. ¿Quieres algo de Aghios Nikolaos?
—No, gracias.                                                      
— ¿Tal vez una marca diferente de perfume?
—No —replicó ella, lanzándole una mirada de ira.
Pareció que fuera a añadir algo, pero se encogió de hombros y bajó los peldaños de la terraza. Después lo escuchó alejarse en el jeep.
Ella se hundió en el sofá y empezó a llorar con suavidad, dejando que las lágrimas resbalaran por la cara, cayendo sobre su falda.
Oyó un ansioso husmeo y se dio cuenta de que Cancerbero se encontraba a su lado, empujando la formidable nariz hacia su regazo y presentando todas las señas de una oveja bajo la piel de un lobo.
Ella dijo, deshecha:
—Oh, Cancerbero, debería odiarlo, pero no puedo. Han sido sólo dos días, mas parece toda una vida, y así será, pues lo amaré hasta el día de mi muerte.
*__ puso el brazo alrededor del hirsuto cuello y lo estrechó, sintiendo un extraño consuelo.
Después se sentó, limpiándose las lágrimas con la mano. Harry no se preocupaba por ella en lo más mínimo. La estaba usando y siempre lo había hecho, tal como lo aclaró de manera tan brutal, y no servía de nada deprimirse todo el día.
Se levantó y enganchó el collar de Cancerbero con dos dedos, en lo que esperó que él reconociera un gesto de confianza. —Tú y yo —le dijo—, daremos un paseo. Para su asombro, trotó obediente a su lado. Una vez fuera de la casa, no tuvo que seguir sujetando el collar. Hubo un ligero contratiempo al cruzar la reja, cuando *__ giró hacia el sendero de la montaña y Cancerbero pensó que debían ir a la aldea, sin embargo, eso se resolvió con rapidez.
—Eres un fraude —le dijo *__, tirando de una de sus orejas—, te permití aterrorizarme ayer, aunque apuesto que en casa traes las pantuflas, te echas a rodar y das la vida por tu amo.
El sendero resultó ser tal y como Harry le había advertido, sólo que más escarpado y pedregoso. *__ lo encontró muy difícil. Las piedras se deslizaban y rodaban bajo sus pies. En una ocasión estuvo a punto de caer y en otra se torció tan mal el tobillo que tuvo que sentarse en una piedra grande y renegar.
En efecto, éste era el último lugar que una mujer embarazada debía estar escalando, pensó con ironía. Pensaba en María, sin embargo lo mismo podría ser aplicado a ella misma.
¿Podría ser verdad? Hizo algunos cálculos y se dio cuenta de que no pasaría mucho tiempo para tener la prueba, ya fuera de una u otra cosa. No hacía mucho tiempo que su cuerpo había sido de su dominio privado, y se alegraba de que así fuera hasta que encontrara al hombre a quien debía amar, había imaginado un tierno y pausado cortejo, el cual culminaría en una boda en donde el vestido blanco y el velo significarían algo más que simple tradición.
Avanzó los últimos metros del sendero y llegó jadeando a una pequeña meseta. La vista del valle era espectacular pero, ¿era esto lo que María vino a ver?
A su lado, Cancerbero ladró excitado y se dirigió a lo que ella pensó primero era una pila de piedras bajo la pared del risco, pero después se dio cuenta de que debían ser los restos de la cabaña de los pastores que Harry había mencionado.
Fue construida con los materiales que estaban más a la mano, pensó ella conforme se acercaba. Había una puerta baja, pero carecía de ventanas y el techo estaba hecho de despojos de ramas secas.
Cancerbero había entrado y lanzaba pequeños aullidos apagados, ella lo siguió. Dentro estaba muy oscuro y olía a animales. Supuestamente las ovejas y cabras dormían en este lugar con sus pastores, y eso debió haber excitado a Cancerbero.
Conforme se fue acostumbrando a la oscuridad, empezó a darse cuenta de que la cabaña había estado ocupada no hacía mucho. Había un plato de aluminio con restos de comida, así como una botella de agua y, sobre un montón de ramas apiladas en un rincón formando una cama, se encontraba un saco para dormir.
De repente, la boca de *__ se secó. La tela del saco, de color azul marino con una franja roja, le era muy familiar. Medio arrodillada junto a él, examinó con los dedos el forro, justo en la parte interior del cierre, hasta encontrar lo que buscaba. Sabía que allí estaba, pues ella misma lo había cosido ya hacía algún tiempo y de manera no muy hábil, por cierto. Bajó la vista hacia el angosto listón y las palabras "Michael Leslie" bailaron ante sus ojos. Era el saco de dormir de Mike. De modo que estaba aquí, viviendo en esta cabaña, escondiéndose de la familia de María. Presionó los nudillos contra la boca, como una niña asustada. Así que esa era la razón por la que María afrontaba esa terrible pelea, porque Mike dependía de ella para alimentarse y otras cosas.
*__ se estremeció. ¿Es que ninguno de los dos había pensado en las consecuencias si los parientes de María empezaban a sospechar de sus diarias excursiones y la seguían?
Recordó la bajada hasta el valle y se sintió enferma. Uno de sus principales consuelos había sido que Mike estaba lejos de joussenas, fuera de todo peligro inmediato causado por el resentimiento justificado de la familia de María.
Sin embargo, aquí estaba, a unos cuantos metros de la aldea, expuesto a ser descubierto por cualquiera que tuviera la misma curiosidad ociosa que ella,
También le dolía pensar que María debió haberle dicho que ella se encontraba en Villa Ione y para qué, sin que él hiciera ningún intento de ayudarla o de enviarle algún mensaje.
Debía estar aterrorizado, pensó *__, mordiéndose el labio, y tener muy poca fe en que su sacrificio, el cual dicha venganza ya había exigido, no fuera suficiente para satisfacer el orgullo de Stavros y su familia.
Cancerbero levantó la cabeza, gruñó y salió. En ese instante, *__ escuchó el sonido de pasos y se levantó de prisa. Dijo temblando:
— ¿Mike? —y avanzó hacia la luz. Durante un momento ésta la deslumbró, más no lo suficiente para hacerla creer que era Mike quien estaba frente a ella.
Las manos que estrecharon sus hombros, lastimándola, le eran familiares.
Sacudida por la cólera, la voz de Harry dijo:
— ¿En nombre de Dios, qué estás haciendo aquí?
—Vine de paseo —contestó ella a la defensiva—. Creí que ibas a Aghios Nikolaos. ¿Por qué regresaste?
—Porque no confiaba en ti —replicó con tono mordaz—. Y parece que tenía razón. Cuando encontré la casa vacía, recordé lo que me habías preguntado acerca de la montaña y te seguí —le dio una sacudida—. Pequeña tonta, éste no es sitio para pasear, Pudiste haber caído, haberte lastimado, y todo para qué, ¿para echar un vistazo al desierto?
Ella se soltó.
—Gracias por tu preocupación —*__ estalló—, ¿Es por mí, o por la semilla que estás seguro de haber plantado en mí?
Los ojos de Harry brillaron de ira, haciéndola retroceder.
— ¿Cómo te atreves a hablarme de esa manera?... —se detuvo en seco, luchando contra su acceso de cólera. Hubo un silencio y después continuó-: Vuelvo a hacerte la pregunta, *__, ¿qué estás haciendo aquí? —Volvió la cabeza hacia la cabaña, entrecerrando los ojos—. ¿O debo adivinar? Ella repuso con un hilo de voz:
—No... —pero antes de poder intervenir, ya la había dejado atrás, inclinando la alta figura para pasar por la pequeña puerta. Ella esperó, temblando de temor.
El se reunió con ella, su cara tenía una expresión dura y ceñuda.
—Así que es aquí donde ha estado... todo este tiempo. Si Stavros lo hubiera sabido... si todos nosotros lo hubiéramos sabido.
—Harry, no se lo digas a nadie... por favor —se apresuró a pedir *__.
Su boca se curvó en una mueca.
— ¿Y aún puedes suplicar por este... despreciable hermano tuyo? ¿Cuándo se ha estado escondiendo como un cobarde, dejando que pagaras por su insensatez?
—Quizá él no lo sepa —dijo ella con desesperación—. Tal vez acaba de regresar.
La mirada de Harry era desdeñosa.
—El ha estado en este lugar durante días. ¿No contaste las colillas?
— ¿Colillas? Pero si Mike no fuma —*__ lo miró asombrada.
—Entonces, empezó a hacerlo después de la última vez que lo viste.
—No —repuso *__ convencida—. Nunca lo haría. Es un botánico, está loco por la ecología. Ve en los cigarros una fuente de contaminación, un riesgo para la salud. No haría uso de ellos en ninguna circunstancia.
—El miedo puede provocar cosas extrañas en un hombre —su mirada aún era escéptica.
—Y tampoco es un cobarde —dijo ella con claridad.
Hubo un tenso y breve silencio mientras se miraban uno al otro. Entonces Harry se volvió brusco, silbando a Cancerbero, el que estaba sentado, observándolos.
—Ven —estrechó la mano de *__—. Vamos a bajar.
Aunque ella habría preferido morir antes que admitirlo, se sentía agradecida de que él estuviera ahí para ayudarla a bajar a la villa.
Harry nunca soltó su mano, y casi tuvo que trotar para mantener el paso de sus largas zancadas. Se encontraba sin aliento e indignada cuando alcanzaron los peldaños de la terraza. La empujó hacia dentro de la casa y le dijo con tono glacial:
—Has arruinado tus ridículos zapatos.
Ella bajó la mirada y se dio cuenta de que tenía razón. Una de las correas de sus sandalias colgaba rota y la piel estaba raspada y echada a perder. Su vestido también estaba veteado de polvo había manchas en la falda.
*__ dijo con voz temblorosa:
—Tendré que cambiarme.
—Entonces, hazlo con rapidez.
Ella le lanzó una mirada feroz.
—No me des órdenes. Además, me lastimé el tobillo. No puedo apresurarme.
—Déjame ayudarte —dijo él. La levantó en sus brazos como si fuera una niña y la llevó escalera arriba hasta el dormitorio, colocándola sobre el suelo de manera no muy cortés. Sus ojos examinaron el armario. Escogió un vestido sin mangas, de falda amplia, de algodón satinado, y se lo arrojó—. Ponte éste —le ordenó—. Regresaré en unos minutos. Quiero que estés lista para ir conmigo.
Ella tragó saliva, buscando con torpeza el cierre del vestido.
 — ¿A dónde vas?
—A la aldea.
— ¿A contarles... lo de Mike?
El exhaló con impaciencia.
—Eso no te incumbe.
—Cualquier cosa que haya hecho, él es mi hermano —deslizó el vestido por los hombros, dejándolo caer al suelo. Dio un paso fuera del pequeño montón de estrujada tela y caminó hacia él, poniendo una mano sobre su brazo y levantando la cara de manera suplicante. El devolvió una mirada inexpresiva, pero ella se percató de lo que estaba viendo su cuerpo, apenas cubierto por el pequeño sostén que levantaba sus senos y el triángulo de encaje que velaba su feminidad, Murmuró apesadumbrada—: Harry... por favor no lo entregues, hazlo por mí. Haría cualquier... —hizo una pausa, medio esperando que la estrechara, pero él no se movió. Acto seguido, levantó la mano; deslizándola dentro de la abertura de la camisa, acariciando la cálida y velluda piel con las puntas de los dedos, y repitió—: Por favor...
El la tocó entonces, apartándola con una brusquedad que le robó el aliento y desvaneció el color de sus mejillas.
— ¿Estás tratando de sobornarme, *__ mou? Entonces haz la prueba ofreciéndome algo que aún no posea.

Caminó hacia la puerta y salió, dejándola humillada y sola.
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Extraña Venganza [Harry Styles & Tu) - Página 3 Empty Re: Extraña Venganza [Harry Styles & Tu)

Mensaje por Yesie Mar 22 Oct 2013, 6:58 pm

....Bien, bien, bien... 
Ahi tienes tus caps! Ah que estan buenos, no? 
A mi me encanto... XD
Ahora, solo tienes que esperar hasta el otro año para que te suba mas cap.... Extraña Venganza [Harry Styles & Tu) - Página 3 2071222265 ... 
Naaa, mentira! :D 
Hehehe.. Bien. Nos estamo leyendo, querida! 
BYE! Qe estes bienn! ^^

xoxoxo
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Extraña Venganza [Harry Styles & Tu) - Página 3 Empty Re: Extraña Venganza [Harry Styles & Tu)

Mensaje por JimeDirectioner. Miér 23 Oct 2013, 7:51 pm

JAJAAJJAJ, te mato¬
¿como la dejas ahí eu?
ME ENCANNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNTO!
seguila seguila seguila please :( 
besos lindaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa :)
¡que estes bien vos!
JimeDirectioner.
JimeDirectioner.


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Extraña Venganza [Harry Styles & Tu) - Página 3 Empty Re: Extraña Venganza [Harry Styles & Tu)

Mensaje por vasqueza504 Miér 23 Oct 2013, 9:40 pm

OMG!!! nueva y fiel lectoraa amo tu novelaa tienes ue seguirla mujer :)
vasqueza504
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Extraña Venganza [Harry Styles & Tu) - Página 3 Empty Re: Extraña Venganza [Harry Styles & Tu)

Mensaje por Yesie Jue 24 Oct 2013, 7:11 pm

JimeDirectioner. escribió:JAJAAJJAJ, te mato¬
¿como la dejas ahí eu?
ME ENCANNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNTO!
seguila seguila seguila please :( 
besos lindaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa :)
¡que estes bien vos!
Hey! Que si me matas ahi si qe no la podre seguir! xD...
...Bueno, ni modo... 
Que bacanoso que te haya gustado, querida!! :DD
Claro que la seguire, pero tendras qe esperar ast mañanita u.u...
Beshitos para tu tambien ^^

nos estamos comunicando! :)*

xoxoxo
:chkt: 
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Extraña Venganza [Harry Styles & Tu) - Página 3 Empty Re: Extraña Venganza [Harry Styles & Tu)

Mensaje por Yesie Vie 25 Oct 2013, 7:01 pm

vasqueza504 escribió:OMG!!! nueva y fiel lectoraa amo tu novelaa tienes ue seguirla mujer :)
OMG!... BIENVENIDAAA, QUERIDA!! Extraña Venganza [Harry Styles & Tu) - Página 3 837735280 
Me encanta tenerte como una nueva y fiel lectoraa! ^^ :love: :love: 
Obioz que la sigoo! chicuelaa! :chkt: 
Beshitosss! :D


xoxo
Extraña Venganza [Harry Styles & Tu) - Página 3 918334782
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