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This Means War {Novela Colectiva de HP, 3ra Generación}
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Re: This Means War {Novela Colectiva de HP, 3ra Generación}
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La mañana se veía bastante gris, al parecer el baile no le hizo mucho bien a nadie, no sabía nada de Teresa ni de Terry, la última vez que los vi fue anoche en los jardines del colegio, en el comedor Wanda no esta por ninguna parte, Bianca me llegó a contar que iba a estar ocupada esta mañana, al parecer su tía iba a casarse, y la familia del novio tenía que conocerla hoy, lo único positivo de todo aquello era que tampoco llegue a ver a Angel por ninguna parte, y por consiguiente tampoco a Ezra...Decidí irme a la biblioteca y leer un libro cuando una voz llamó mi atención.
—Hey…—levanté la mirada confundida, sin estar segura de haber reconocido esa voz por completo, pero cuando me encontré con un par de ojos azules oscuros me sentí confundida.
—Hey…—le dije de vuelta frunciendo ligeramente el ceño y cerrando el libro lentamente—¿Se…Te perdió algo?—el castaño ladeo la cabeza, igual de confundido que yo.
—¿Huh?—yo le miré significativamente, y pareció entender mi punto, se aclaro la garganta rascandose la nuca—Yo…Eh, escuché lo que paso con Ezra anoche, Bianca me contó—se encogió de hombros—quería saber si estabas bien supongo…—imediatamente solté un bufido, enarcando ambas cejas.
—¿Bromeas?—dije por lo bajo de mala gana, si esto era una broma era una muy pesada, ni siquiera el era tan idiota, el ceño del castaño estaba fruncido.
—Claro que no…¿Por qué dirías eso?—parecía de verdad indignado, yo solté un suspiro.
—Sin onfender Travis….Pero tengo moretones con tus huellas de toda la vida, no se si entiendes lo que digo— pareció pensarlo otro momento y terminó por reir levemente, dejandose caer a mi lado.
—Dame un receso Têpes—dijo suavemente con sorna, apoyando la cabeza contra el estante de libros—eramos niños y tu eras muy molestable—hice una mueca.
—¿Te estas escuchando?—le pregunté por lo bajo, con una pizca de humor yo misma—has sido un idiota la mitad de mi vida y acabas de decirme que soy molestable, no esperas sinceramente que me crea que vienes a consolarme ¿o si?— el rodó los ojos, la sonrisa de su rostro persistió.
—Hay algo que se llama madurez ¿sabes?—bufé de nuevo, mirandolo con ojos incredulos.
—Yo dudo mucho que tu sepas lo que eso es—dije por lo bajo, el chasqueo la lengua.
—No esperas sinceramente que yo sea el mismo que era hace como ocho años, ciertas cosas cambian, pero no es el punto—me miró significativamente, yo suspiré cansada.
—¿Que quieres que te diga Maddox…Por fin enfrenté a Katrina ayer, y Ezra me escupió en la cara, aunque gracias por la lastima, no me hace falta—aparté la mirada con tristeza .
—¿Alguna vez vas a decirle?—preguntó para proceder a reirse de mi reación de asombro—sin ofender Reneé, pero eres obvia—el color subió a mis mejillas y jadeé.
—No tiene caso…—dije casi en susurro—nunca ha sido asi…El siempre tiene los ojos en otra persona, soy la mejor amiga ¿recuerdas?—Maddox se quedó pensando, luego suspiró dramáticamente.
—Bueno, no puedo decirte que te entiendo porque eso nunca me ha pasado—dijo con un ademán a su rostro—digo mirame yo soy muy guapo—le di un codazo en las costillas y apesar de mi misma me reí.
—Eres un bastardo—le dije tratando de callar, el rió tambien, y por ese momento, parecimos llevarnos bien, luego volvió ojos simpaticos a mi dirección.
—El punto es que, digamos que estamos en una realidad alterna—dijo moviendo las manos en frente de mi rostro, causando que yo ahogara otra risa—digamos que yo no te considero una niñita fastidiosa y escuálida—por alguna razón la manera en que lo dijo no me ofendió.
—¿Y que con ello?—pregunté mirándolo con curiosidad, el dió una cabezada.
—Bueno, en este mundo alterno, yo te diría que…Eres una gran chica, tu manera de pronunciar las “r” todavía se me hace muy rara, pero…Mi hermano se pierde y te lo digo enserio, tienes la paciencia más impresionante que he visto—aquello me dejó fría y mis labios se separaron en sorpresa, tragué saliva sonoramente y mis ojos se abrieron como platos.
—Yo…—el se rió.
—Tu no vas a decirle a nadie que esta conversación, los dos tenemos reputaciones que mantener— logré pestañar, procesando lentamente todo lo que acababa de decirme, eso era algo que no esperaba escuchar de el nunca, asentí lentamente.
—Si…—susurré, y una sonrisa timida brotó de mis labios, tuve que apartar la mirada para que no me viera sonrrojarme, tirando levemente de los mechones que se salían de la coronilla de trenzas que acompañaba el moño de rosca de siempre—supongo que tienes razón—sentí como me daba un apretón en los hombros, y se levantaba para irse.
Bajé la mirada en silencio de vuelta al libro, ignorando que la sensación se quedó en mi hombro, una leve presión tibia.
—Oye Sylvana…—levanté la mirada enseguida.
—¿Si?—Travis sonrió burlón, ambas cejas enarcadas.
—Te odio—guiñó el ojo, y yo rodé los los mios, aquella inevitable sonrisa apoderándose de mis labios y negándose a irse.
—Yo también Maximilian…
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OJO, CONTINUA
Hakuna Matata Bitch
Re: This Means War {Novela Colectiva de HP, 3ra Generación}
“You can never control who you fall in love with, even when you’re in the most sad, confused time of your life. You don’t fall in love with people because they’re fun. It just happens.”
—Kristen Dunst
You understand now
why they lost their
minds and fought the
wolves and why i've
spent my life trying
to put it into words
Mis ojos estan cerrados por un momento, mi cuerpo se siente pesado, mi garganta quema y esta seca, la cabeza me palpita y el sudor que proviene de mi cuerpo se mezcla con frio del invierno contra mi piel, haciéndome sentir como si estuviera prendida en fiebre.
“—Todo lo que te he pedido, es que salgas de tu zona de comodidad por mi, solo por un minuto, dime que todo lo que dice Regine es verdad, y te juro que yo lo olvido todo”
La boca se me tuerce en una mueca dolorida y frunzo el ceño sin poder evitarlo, quiero llorar, quiero llorar pero mis ojos estan secos, he dejado las lágrimas en la almohada anoche, cuando las crueles palabras de Katrina y los dos acontecimientos del baile volvieron a acecharme. Un gruñido se me escapa de la garganta y conforme tuerzo el pie izquierdo en punta tomando fuerza de la parte baja del cuerpo lanzo un puñetazo al saco de boxeo con el izquierdo a toda la fuerza que doy, repito el movimiento cada vez con más brusquedad intercambiando de izquierda a derecha y derecha a izquierda, mis gruñidos de rabia se extinguen poco a poco conforme los movimientos se vuelven más dolorosos y los músculos de mis extremidades comienzan a enviar punzadas de dolor, hago una mueca, pero continuo obligándome a soportar los corrientazos entre dientes apretados, sacando fuerza y brusquedad de donde no las tengo en el momento. Llevaba aquí unas tres horas corridas, diciendome a mi misma que no podía ser débil…No sabía que trataba de hacer, tal vez concentrarme en otro tipo de dolor, en vez de aquel frío despiadado en mi pecho o probarle a mis pesadillas que no era débil de alguna forma, para que me dejaran dormir.
“—Te odio— dijo, yo le había mirado sobrada echando mi cabello para atrás en un gesto dramático.
—No es cierto— guiñé el ojo—Tu me quieres Malfoy—“
Mantengo mi mente concentrada en aquel saco, dando y dando sin parar apesar de que todas las fibras de mi cuerpo ruegan que las deje de moler, mi rostro se sigue torciendo en ademán de llorar y mis ojos se van cerrando y abriendo en busca de lágrimas, pero ya rojos e hinchados se las han gastado todas, y no he escuchado mi voz desde que Albus se fue anoche.
—¡Wanda!—en un tono de sorpresa una voz llama mi nombre, ahí es cuando pierdo la concentración y todos mis nervios se apagan, finalmente golpeando el último aliento fuera de mi y causando que caiga de rodillas al suelo con un gruñido adolorido y me deshaga de los guantes.
—No teníamos ni idea de que había alguien aquí perdona, ¿te encuentras bien?—sentí como un par de manos se posaban en mis hombros en ademán de preocupación y con un último chirrido de los dientes levanto el rostro, para encontrarme con la pelirroja ojos dulzones del baile, ella me ayuda a levantarme ofreciéndome un brazo para soporte a mis piernas adoloridas y temblorosas.
—Gracias…—le digo entre jadeos y ella me ayuda a voltearme como último acto antes de que yo logre agarrar equilibrio decente, enarco una ceja entonces, cruzandome de brazos a la visión frente a mi, ahí esta Ezra con ropas de invierno y un bollo hecho de su cabello largo, a su lado el rubio oscuro de ojos de chocolate negro lleva una chaqueta de cuero y una expresión en blanco.
—Tengo que decir que es la primera vez que veo a tanta gente en el bosque—dije lo más autoritaria que pude con aquel cansancio, se sintió extraño escuchar el sonido ronco y rasposo de mi voz.
—Nosotros queríamos hacer algo—dijo la pelirroja tímidamente, su voz benévola me obligó desatar un poco el nudo en mi pecho para no pasarme de la raya—Ezra dijo que este era un espacio abierto así que…— apreté los labios con una cabezada, meditando las palabras de la pelirroja y manteniéndome sin expresión.
—Voy a cojear y adivinar que eso no fue una buena idea—la voz del rubio se escuchó, una de sus cejas iba enarcada como la mía, su tono se las arreglaba para ser calmo y desbordar cinismo. Mostró los dientes en una mueca, que pudo ser una sonrisa pero no llegó del todo allí, fue más bien una mueca amarga—no me sorprendería, mi hermano aquí presente suele tener una manera muy peculiar para joder cada cosa— vi los ojos de Ezra volverse a Terry de mala gana.
—Cállate Anthony—dijo en advertencia el rubio se limitó a rodar los ojos con aburrimiento.
—Oh, tu hermano no sabe cerrar la boca, eso no es novedad—gruñí entre dientes, Ezra soltó un bufido, echando las manos al aire.
—Escucha…—dijo en un tono pasivo, buscando compresión conforme me miraba—no los involucres en esto.. Lamento mucho lo de ayer…Yo no pensé que…Fue hace mucho tiempo de acuerdo—de mi garganta irritada salió una risa burlona que bien pudo ser un gruñido de lo ronca que estaba.
—¿Se supone que eso tiene que consolarme?—escupí llevandome las manos a las caderas—Te confié lo que te confié como un amigo cuando Travis me dijo que podía confiar en ti, era personal Ezra, muy personal, y tu vas y se lo cuentas a ella?—Ezra cerró los ojos y tomó un respiro hondo.
—A ver…—dijo con calma—por favor escuchame—yo solté un gruñido con una mueca furiosa.
—A ver que animalada tienes que decir—rugí con desdén cruzandome de brazos, con el rabillo del ojo pude ver a la pelirroja y al rubio, una con la expresión consternada, moviendo los labios y articulando palabras en silencio, pude ver medianamente que parecía estar debatiendo si íbamos a pelear o no.
—Si le dije algunas cosas—me dijo con un movimiento de cabeza—porque trataba de llamar su atención de nuevo, solo sabía lo que Travis me había dicho, eso fue antes de que tu y yo formáramos algún tipo de amistad—mi ceja se mantuvo enarcada—lo lamento mucho…De verdad Wen.
—Oh, lo lamentas ¿y entonces esta bien y ya?—aquella risa cínica y ronca volvió a abandonar mi garganta, pero a la mitad se convirtió en otro gruñido, cuando estiré mi brazo adolorido para dar mi ultimo puñetazo de la mañana al rostro de Ezra, casi tumbandole hacía atrás, si no hubiese sido por la bonachona pelirroja que interpuso para agarrarle y ayudarle a tomar equilibrio—Eres un maldito bastardo Maddox, ni la mas grande disculpa puede arreglarlo…
—Esperen, esperen por favor—había dicho entonces ella, con una mirada suplicante—no hay necesidad de pelear—tuve que tomar un hondo respiro para poder hablar, todos los músculos me gritaban descanso.
—Nadie aquí va a pelear—le dije con seriedad, enarcando ambas cejas—ya yo he hecho lo que tenía que hacer, si te hace sentir mejor, lamento haber tenido que golpearlo en frente de ustedes—me agaché con dificultad para arrojar el bolso por sobre mi hombro—el mismo se lo busco, esta segura de eso rojita.— con una cabezada a el rubio, me largué de aquella escena.
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Regresé al cuarto de Hazel y ella ya se había ido, aparentemente tenía cosas que hacer con Wood, algo asi me comentó esta mañana, cuando intentaba que yo dejara de llorar. De cualquier manera le di gracias a lo que sea que estuviese en la azotea por el vaso de agua de la noche anterior que seguía medio lleno reposando en la mesa, y sirvió entonces para hidratarme un poco la garganta, me deshago igualmente del sostén de deportes, que ha dejado marcas irritadas a la mitad de mi abdomen por tanto movimiento brusco, por suerte un buen baño logra el truco y me calma el dolor de los músculos volviéndolo algo soportable que me deja caminar y el agua caliente se deshace de las marcas en mi piel, dejando solamente leves indicios que no provocan dolor cuando rozan la ropa, dado el hecho de que hay un frío leve pero tampoco una nevada a lo bestia, decido ponerme un par de pantalones negros que me suben un poco más arriba de la cadera y una blusa de mangas largas color vinotinto oscuro, que se corta a medias dejando ver un poco de la piel del abdomen pero evita que traspase mucho frio, por arriba una pesada chaqueta de cuero color negro y el par de guantes que siempre van por encima del curetaje de herida que he tenido que hacerme en los nudillos, un maquillaje leve con delineador y diversos polvos junto con Glamour logra esconder parcialmente mi rostro y ojos maltratados por el llanto, que son grises y tan tristes que me siento patética, mi rostro cae entre mis palmas frente a aquel espejo y el corazón se me sigue apretando cada segundo. Mirando mis nudillos vendados pienso en la rubia Slytherin, ahora había perdido mi amistad con ella por culpa de mi carácter, y James había escogido la salida fácil, no sabía si el sentía algo por mi o no, pero ahora mismo no me creía nada…Aunque supongo que no podía culpar a ninguno de ambos, al final, Katrina tenía un punto porque…¿Quién querría una loca en sus vidas? La gente defectuosa como yo podía cortar como borde de vidrio, quizá tenía que aceptar que no me merecía cosas bonitas, nunca duraban…Porque yo no era lo mejor, y los Potter siempre se quedaban con lo mejor, porque yo solo sabía romper cosas, y quizá estaba demasiado perdida como para merecer la compañía de la niña solitaria, porque lo había echado a perder, porque había echado todo a perder.
Con los brazos cruzados en frente de mi en la cómoda de madera y la barbilla apoyada en ellos me di permiso de perderme en pensamiento, veía los ojos azulados de Augusta, con una mirada severa.
— Tú hubieras sabido que hacer abuela…—susurré a la nada—tu siempre tenías una solución en el maldito bolso, nunca supe cómo lo lograbas…— cerré los ojos, la cabeza me volvía a palpitar, haciendo que frunciera el ceño…Ella hubiera estado decepcionada, me hubiera dicho que me dejara de maricadas y me levantara del suelo, pero que lo hiciera como una dama, y yo nunca fuí ni una dama ni fuerte cuando se trataba de perder a la gente…Yo nunca pude ser lo que ella quería, nunca pude ser una heroína como papá o una estudiante 100% brillante sin desangrarme estudiando, en el pasado había sido la extraña niña de cabello naranja, y ahora era la loca Longbottom…Todo lo que yo quería era alguien que de verdad me quisiera por mi, tan jodida como podía estar, saber que alguien me extrañaba en alguna parte…Me preguntaba cómo eso se sentía.
Un golpe prudente en la puerta me hizo levantarme de la cómoda con un suspiro y dirigirme a abrir la puerta
—Pasa Slytherin…—digo sin pensarlo dos veces, esperando en su totalidad ver aquellos ojos esmeraldas, el Slytherin me sonrió de lado levemente y yo hice lo que pude para poder corresponderle con aquel manerismo triste que pasaba por una sonrisa de mi parte—¿Cómo estás?—pregunté suavemente, el tomó una bocanada de aire para luego suspirar y encogerse de hombros.
—Bien, supongo—dijo, pero no me sonó muy convencido, más bien me sonó como alguien que trata de convencerse de que no tiene dolores de cabeza—¿Y tú?—preguntó manteniendo contacto visual conmigo, maldita sea, odiaba no poder mentirle a Albus, podía hacerlo con Kaia y Ted apunta de rezar, pero no lo había conseguido con Albus ni una vez.
—Perfectamente—dije apretando los labios y dejándome caer en la cama de mi hermana con las manos sobre las rodillas, Albus enarcó una ceja levemente.
—Diez puntos a Gryffindor por esa excelente mentira— dijo con sarcasmo, sentándose a mi lado, yo chasqueé la lengua chocando mi hombro contra el suyo.
—Cállate coño—él soltó una risa leve y yo tomé una bocanada de aire, para volverme a el, cruzando las piernas estilo indio sobre la cama de mi hermana—No estamos para hablar de mi—le dije con una ceja enarcada—creo que tenias algo que contarme…—Albus se aclaró la garganta, y vi la confusión brillar en su ojos, suspiró posicionándose en frente de mi.
—Pues…Es un poco, enredado—bufó y se pasó la mano por el rostro, como tratando de buscar las palabras que iba a articular—Algo, pasó ayer y tiene que ver con alguien que yo aprecio mucho…Regine, para ser más específico, pero para ser honesto…No se muy bien como sentirme al respecto—fruncí el ceño, Albus era generalmente quien se las sabía todas, y verle tan desorientado era extraño, pero fue la mención del nombre de la rubia platinada lo que terminó de encender mi chispa de curiosidad. Eché el cuerpo hacía adelante, con la barbilla apoyada en las manos.
—De acuerdo…—dije alargando un poco la última palabra—soy toda oídos—Albus seguía mirando algún punto en su regazo, y utilizaba el dedo indice y pulgar para intentar alisar su ceño fruncido, yo enarqué una ceja de nuevo, Merlín a quien había matado—Pues empezando por el principio…—podía ver a leguas lo enredada que tenía la lengua.
—Pues si quieres empiezas por la mitad—dije tratando de aplicar un poco de humor lo mejor que pude a pesar de mi estado de ánimo. Me encogí de hombros—pero mira que yo tengo problemas de atención y no te voy a seguir el hilo—levantó la mirada hacía mi, en una mezcla de humor y severidad, como pidiéndome que lo tomara enserio, yo lancé las manos al aire en alegada inocencia, el suspiró y por fin comenzó a hablar
—Bueno…La amistad entre Regine y yo comenzó a principios de año, realmente no hablaba mucho antes de ello—asentí lentamente a las palabras de Albus, recordando cómo la rubia me había comentado cuando nos conocimos en aquella clase de pociones que no tenía muchos amigos desde que era niña—comenzó con conversaciones triviales en la sala común igual en el comedor, y terminamos llevándonos muy bien—los ojos de Albus estaban en mi, pero conforme hablaba podía ver en sus ojos como pensaba de vuelta en todo lo que me iba contando, de repente su expresión se tornó ligeramente más seria—Pero luego hubo una noche donde ella vio algo—hubo una mueca muy discreta en su rostro, yo pasé a enarcar ambas cejas.
—Merlin muchacho, ¿que estabas haciendo?—chasqueó la lengua lanzándome una mirada represiva.
—Merlin Alice, ¿quieres dejar de mal pensar un segundo?—pero podía ver como sudaba la gota gorda, en alguna parte del fondo debió de apreciar mi comentario de alivio cómico, alguien tiene que hacerlo o uno de los dos se va a tirar de la torre de Astronomia.
—Yo no estoy mal pensando un nada , pero gracias por esa imagen—dije sarcasticamente—ademas ¿que quieres que haga? si lo dejas a uno colgando cada vez que dices la palabra algo, no esperes que no saque conclusiones porque si me espero a que tu hables…—Albus suspiró con pesadez de nuevo, apartando la mirada de mi.
—No es…Fácil ¿de acuerdo? es muy, muy confuso—dijo de lo mas calmado que pudo—yo no he ni siquiera terminado de procesarlo, estoy diciendo las cosas como salen—eché la cabeza a un lado, quería entender porque se veía tan conflictivo, estiré las manos y tome las de Potter entre las mias, dándole un apretón para que se relajara.
—Hey..Al, soy yo, tu mejor amiga de toda la vida …Esto no es una interroganción, ni va a grabarse mucho menos, lo que sea que tu me digas se queda conmigo y con más nadie, siempre ha sido así y así va a seguir siendo—Potter asintió lentamente dándome una mirada agradecida.
—No se si recuerdas…Pero, creo haberte comentado que..Hay alguien de quien…en quien, estoy … interesando—yo apreté los labios y di una cabezada.
—Claro, la fulana misteriosa, todavía te odio por no decirme de quien se trata—dije con una pizca de sorna, incluso si yo me estaba cayendo a pedazos, Albus parecía necesitarme lo más entera que pudiera estar.
—Ese es el punto—dijo Al por lo bajo—mis sentimientos por…ella, son algo bastante delicado, por varias razones y nadie lo sabe—el castaño tomó otra bocanada de aire, era como si cada vez que hacía eso reuniera coraje o se aclarara la cabeza para decir lo que seguía—O por lo menos nadie lo sabía, hasta que una noche Regine llegó a ver una foto personal, por accidente—mis labios se separaron ligeramente y me hice hacia atrás ligeramente sorprendida.
—Oh…—torcí la boca y entrecerre los ojos, tratando de adivinar hacia donde iba esto—De…Acueerdo….¿Y que pasó después?—Albus cierra los ojos por un momento y su ceño se frunció sutilmente.
—Bueno—dijo con una pausa que me hizo un eco de pesadez en los oídos—Lo que hecho estaba, hecho estaba, así que decidí confiarle todo—mis ojos se abrieron de par en par y me incliné ligeramente hacia adelante, la mandibula ligeramente descolgada. Pensé en Reg, en todo lo que ella me había confiado, en sus palabras cuando me había confesado que estaba enamorada de Albus, y mi corazón se encogió, se encogió dolorosamente por ella, mientras que me imaginaba aquel panorama, alguien que ella quería le había confesado su amor por otra persona…Golpeé a Potter en el brazo.
—¡Hey!—dijo sorprendido—¿Y eso por qué? No he llegado ni siquiera al punto—apoyé los dedos en la frente.
—Por la abuela de Merlin, mienteme y dime que no lo hiciste…—murmuré sintiendo la primera punzada de exasperación, aquellos ojos verdes esmeralda se entre cerraron.
—Espera un momento…—dijo pensativamente—¿Por qué es que tu piensas que eso precisamente es la gran cosa?—aquello y su mirada de repente cautelosa me hicieron dar un respingo en lugar, cuando me di cuenta de que no estaba completamente segura de que el supiera lo que yo sabía.
—¿Que yo que?—pregunté fingiendo demencia, los ojos de Albus seguía con los ojos entrecerrados en observación.
—Acabas de golpearme…—dijo lentamente, haciendo un ademán con las manos hacía a mi, yo había deslizado la mano ncomodamente desde la nuca hasta enrredarla en uno de los mechones que se salía de la rosca al descuido de mi cabello.
—A mi…Me gusta golpear gente—dije apretando suavemente los dientes en una mueca de nerviosismo que no pude evitar, el Slytherin procedió a enarcar una ceja.
—No será que tu…—hice un ademán exagerado con las manos.
—No, no, no, yo nada—dije con rapidez y alarma—sigue hablando.
—Pero…—levanté un dedo en advertencia.
—Nada, carajo Albus, termina de contar—Al suspiró resignado y echó el cuerpo hacía adelante, acunando un momento la cabeza entre las manos, para luego volver a mirarme habiendo chasqueado la lengua.
—De un tiempo para acá me fui dando cuenta de que Regine estaba diferente…—con la guardia de Albus de vuelta abajo, y sin nada más que esquivar, me di permiso de relajarme y volver a mi estado serio. Apoyé la barbilla en el puño derecho, escuchandole con atención—Regine es muy buena con los hechizos de Glamour, pero para ese entonces no parecía estar saliéndole muy bien, comencé a darme cuenta de que llegaba con los ojos rojos e hinchados por la mañana, de eso más de una vez—me mordí el labio inferior cuando comenzó a parecerme que esto no iba por buen camino—y estaba preocupado…Así que intenté hablar con ella, pero ella seguía diciendo que solo estaba cansada y yo no me lo creía así que tuvimos una…Discusión—presione los nudillos contra mis labios, y un nudo se me formó en la garganta, toda mi atención estaba en Albus, pero el único pensamiento coherente que mi cerebro parecía poder formar era: “Ay, mierda” por la manera en la cual la voz de Albus se fue volviendo más y más pesada y sus pausas más prolongadas, no necesitaba ser buena en adivinación para saber que lo que sea que había pasado anoche, el infierno se tenía que haber desatado entre los dos Slytherins.
—Mmh-hmm…—dije con cautela indicándole que prosiguiera, el sonido de mi ronca voz ligeramente amortiguado por los nudillos contra mis labios.
—Volví a chocarme con ella en el pasillo, y me disculpé por haber sido grosero la última vez que habíamos hablado, el dia que tuvimos la discusión que te acabo de mencionar—mi ceño se frunció pensativamente.
—Y…¿Cómo se lo tomó ella?—le pregunté con cautela, por un momento no pude leer nada en la expresión de Albus, luego sus labios parecieron estar apunto de curvarse en una sonrisa tristona , para terminar por no hacer nada.
—Tomó un rato, pero todo iba bien en el principio…Ella dijo que me perdonaría si la ayudaba con historia de la magia, para los TIMOS, así que yo le dije que estaba libre en las mañanas…—algún tipo de cariño le brilló en los ojos, y me hizo volver la cabeza…Era muy bonito, ver el cariño reflejado en los ojos de otra persona…Pero con la misma velocidad que apareció desapareció, cuando la expresión de Albus cayó por completo, y se torció con lo que a mi me pareció una tristeza amarga—Me dijo que no iba a poder a esa hora…Ella ha estado viendo a alguien—rodé los ojos con un gruñido leve, como me lo permitió mi ronca voz, y del que inmediatamente me arrepentí con la punzada de dolor que envió por mi garganta.
—Usas la palabra “alguien” una vez más sin dar nombres y te juro que no respondo Potter— murmuré enarcando ambas cejas, Albus chasqueo la lengua, y su ceño se frunció.
—El punto es—dijo con seriedad, y la sutil mueca en su rostro se vio más pronunciada—que todo este tiempo pensé que, El llanto, y los malos humores, lo que le estaba haciendo daño… pensé que se trataba de el—mis ojos se ensancharon ligeramente, y me balanceé hacía delante—Y…Pues se lo dije, porque ella me importa y yo pensé que ella iba detrás del idiota que la hacía llorar—de repente yo estaba tensa, yo que no tenía nada que ver en ese enredo.
—Albus—dije con seriedad—¿Que-coño-pasó- después?—pregunté haciendo énfasis en cada una de las palabras, el chico de ojos verdes soltó un pesado suspiro.
—Pues ella se molestó mucho, y yo me alteré…De ahí en adelante todo se fue de picada—lleve una de las manos a reposar suavemente en el hombro de Albus, dándole una mirada de preocupación, sus músculos de repente se habían encogido de una manera que casi parecía dolorosa solo al tacto, sus ojos viajaban a otra parte del cuarto, y su mirada se veía nublada por el conflicto, su ceño parecía, iba a quedarse permanentemente fruncido.
—Al, trata de relajarte…—un sonido de frustración salió de su garganta, y me miró con una expresión claramente consternada.
—No puedo—declaró y sus ojos se cerraron un momento, tomó un respiro antes de volver a abrirlos—Porque todo este tiempo pensé que se trataba de el y el que le ha estado haciendo daño a Shanelle soy…Yo—sus palabras cargaban la pesadez que debía de sentir en el pecho, cargadas de arrepentimiento y una impotencia pasiva.
—Mierda—murmuro llevandome ambas manos a los labios—así que si te lo dijo—la pesadez y tristeza de Albus pasó a segundo plano en su rostro, algo tácito que podías ver en sus ojos, pero que fue disfrazado por la confusión en aquel momento.
—Espera—su ceño pareció fruncirse más si era posible—¿¡tu sabías!?—enarqué ambas cejas mirándole con seriedad.
—¡Ay no! No vengas a lanzarme esa mirada Romeo clandestino—le miré significativamente, y el pareció entender que yo tenía un punto, Albus podía ser impulsivo, pero no era como su hermano, el sabía controlarlo, era mucho más pasivo de alguna manera, mi mejor amigo tenía el maldito orgullo de un Potter, pero era más probable que el a diferencia de Kaia o James se sentara a escuchar, y se atara la lengua cuando le pareciera inconveniente hablar—el primero en tener secretos aquí eres tu, y si, claro que yo lo sabía— los ojos verdes del Potter menor se estrecharon en curiosidad.
—Que…—la lengua le cuelga por un momento, como si estuviera indeciso de si quiere saber o no—¿Que fue lo que ella te dijo?—por un minuto estuve sentada allí en silencio, no podía traerme a mi misma a darle tal puñalada a la rubia Regine, ella y Albus, ambos eran importantes para mi…Y no, no importaba en que situación estaba mi amistad con la Slytherin, no podía cambiar ese hecho.
—Pues me contó sobre lo que sentía por ti—empecé cautelosamente, decidiendo irme por la orilla, sin dar detalles personales, le dije solo lo que ya el sabía—y también me dijo que sabía que no te sentías de la misma manera…supongo que por eso nunca te lo dijo …Y bueno ahora que se que ella conoce por nombre a tu “Julieta” lo entiendo más todavía, pero ella siempre respetó que tu tuvieras sentimientos por alguien más Al—me encogí de hombros—No creo que planeara decirtelo alguna vez, lo último que me dijo, fue que quería darse una oportunidad con otra persona…—la expresión de Albus se torció en una mueca y yo entrecerre los ojos cuando pensé ver una opaca amargura en su expresión.
—Aleksandrovna —dice en un tono monotono e inexpresivo, pero entre dientes, mis cejas fueron directo hacia arriba.
—Wow, ¿en serio? Esa no me la sabía— dije sin exaltarme en particular, pero si bastante sorprendida, no me imaginaba que los rusos sarcásticos fuesen el tipo de Regine, uno pensaría que tenía suficiente que lidiar con James y conmigo…Aunque supongo que ya yo no era un peso en su vida…Sacudí la cabeza, no era tiempo de esto, tenía que concentrarme.
—Si..Fue sobre el que tuvimos esa discusión—dijo Albus a rastras, y aunque no creo que se diese cuenta una capa de fastidio pareció mezclarse en su humor.
—De acuerdo….—fruncí el ceño con ligereza—Pero ahora sabes que Aleksei no le esta haciendo ningún daño…—el Potter menor bufó con una amargura entre lineas.
—¡Oh no! según ella Aleksei la hace reir, la hace olvidarse de toodo esto, y juegan en la nieve ¡y no hay nada malo con Aleksei!—la mueca de Potter se hizo más aparente, y yo enarque ambas cejas—al parecer le agrada lo suficiente como para pasarse las mañanas enteras con el asi que…—en todos los años que llevamos siendo cercanos siempre me había sido muy fácil leer a Albus, y a mi esto me parecía como uno cuando uno escucha el eco de su voz por primera vez en alguna parte y se da cuenta de que no le suena igual en los oídos, Albus se veía más tenso de lo que se daba cuenta.
—Al, no te tomes esto a mal—le dije confundida—pero…No entiendo porque te molesta tanto—Albus me había lanzado una mirada seria.
—Nunca dije que me molestara—dijo con un tono seco—ella puede hacer lo que quiera—volví a apoyar el mentón el en el puño.
—¿En serio?—pregunté—porque de cerca parece que te saca de tus cabales…¿y como sabes tu que juegan en la nieve?—el Potter menor apartó los ojos con una expresión en blanco.
—No es el punto—suspiró— y no me saca de mis cabales, es solo que…—ahogué una especie de risa.
—No creo que sepas una razón coherente Severus—le dije sinceramente—creo que algo te esta amargando, y lo estas pagando con la persona equivocada—Albus chasqueo la lengua y volvió a mirarme.
—Es que.. ella es mi amiga ¿de acuerdo? y la conozco y tu también—enarcó una ceja—no puedes estar hablando en serio si me dices que de verdad la ves en una relación con Aleksei.—su tono de voz era tan serio, que sentí como si contara conmigo para darle un rotundo no.
—No lo se Albus—le dije lanzando las manos al aire de inocencia, y luego llevandome una indicativa al pecho—no conozco bien al ruso, y tu tampoco—indique hacía el con un dedo—pero Reg—me detuve un segundo, realmente no sabía si tenía el derecho de llamarla así, pero se sentía tan extraño pensar en llamarle Shanelle Malfoy—no es estúpida, si a ella le gusta pasar tiempo con Aleksei entonces deberíamos de dejarla ser, no es algo en lo que pueda darte un criterio Al, como ya te dije nunca he tratado con los gemelos Alesandrovna, el mayor respeto que le tengo a Erikka son sus habilidades en Quidditch, y a Aleksei la patada que le dió a Aarén Pffeiffer en las bolas—esta vez los ojos, de repente juzgantes de Albus me miraron ahora con dos cejas enarcadas.
—Estas seriamente diciendome que eso es todo lo que sabes de dos personas con las que juegan y practican quidditch en tu mismo equipo, Merlin Alice—hice una mueca.
—Pongamos algo derecho, ellos no juegan en—hice comillas con los dedos—“mi mismo equipo” yo soy un reemplazo a la golpeadora titular en su equipo, a mi tu hermano no me ha dejado más allá de a veinte metros de la pista porque después de todo yo no soy más nada que una “cara bonita”—hubo una presión dolorosa en mi pecho y quise llorar otra vez, porque era impresionante como sus palabras seguían haciendo eco en mi cabeza.
—No piensa eso—me dijo Albus en una voz consolante pero seria—si vas a creerle a alguien, creeme a mi Wen—apreté los labios, y tragué saliva forzosamente por un nudo nuevamente formando en mi garganta.
—No se que tengo que creer—murmuré apartando los ojos de lugar, dejando que mi mirada se perdiera en algún punto del cubrecama de mi hermana.
—Cree que James esta menos que acostumbrado a no conseguir lo que quiere—con el dedo me dio dos golpecitos de toque para que lo mirara, y yo torné mis ojos grises hacía el con resignación—y que a veces dice estupideces, eso es lo que el hace, tu puedes golpear a alguien en la cara, pero para James esa es su manera de defensa—intenté sonreír, intenté creerle, pero fallé.
—No importa Al…yo de verdad estoy bien—y la manera en que me miró me dejo en claro que no se la tragaba ni por medio segundo, pero me dejo salirme con la mia aquella vez. Cerré los ojos y tomé una bocanada de aire, tratando de disponer lejos el cosquilleo de mis lagrimales—entonces en resumen Regine te contó la verdad—el Potter menor soltó un suspiro profundo.
—Si…Supongo que esa es una manera de decirlo—junté ambas mis palmas entrelazándolas.
—De acuerdo…—murmuré con cautela, echando la cabeza un poco hacía delante—y….¿tu que le dijiste?—en ese momento todo rastro de una expresión se borró del rostro de Albus, pareció quedar realmente en blanco, de esos “en blanco” de cuando te suena un pito en los oídos.
—¿Per…Perdona?—parecía completamente fuera de enfoque, yo enarqué una ceja, poniendo detrás de mi oreja un mechón que me vino hacía la cara con el movimiento de cabeza.
—Bueeno—dije haciendo énfasis en esa palabra —Dejame explicarte como funciona Albus: eso de el “te quiero” es delicado, le toma a una persona mucho esfuerzo y a veces un buen doblés de orgullo llegar a esa situación, sobre todo en esa situación…—mantuve la ceja enarcada— y yo cuento contigo para saber eso…¿verdad?—Potter exhaló pareciendo exhausto.
—Si—dijo arrastrando las palabras—lo se—asentí lentamente, apoyando mis manos entrelazadas en mis rodillas.
—Muy bien, esa es mi chica inteligente, y….—mis ojos grises encontraron los ojos verdes de mi mejor amigo, y francamente se veía confundido, asustado de lo que venía después.
—¿Y…?—susurró inseguro, sus manos viajando incomodamente a la parte de atrás de su nuca, deje caer el rostro en las dos manos tomando un respiro conforme echaba el cabello hacía atrás para volver a encarar a Al.
—Bien, a pecho y sin anestesia ¿que tan feo la jodiste..? Albus que le dijiste, por favor, por favor no me digas que solo tartamudeaste que gracias, porque te ahorco—Potter hizo una mueca y se rascó la nuca con tanta fuerza que me dio la impresión de que se estaba haciendo daño.
—Bueno…—se aclaró la garganta a los trancazos y tuvo que tomar una bocanada de aire honda, apartando la mirada de mi, un color leve de sonrojo se coló por sus mejillas—es que yo no…Yo no... Reaccioné—mis cejas se dispararon hacía arriba y apreté los labios, el no podía estar hablando en serio…El era Albus, el no era idiota…Digo no tanto. Apreté los labios antes de soltar un suspiro.
—Apreció que quieras mejorar mi humor Albus, pero ahora no es tiempo de bromas…Ya en serio—esperé que su respuesta cambiara, que me dijera que le había dado a Regine alguna respuesta elocuente, pero en vez la mirada que me lanzó en vez hizo que mis ojos terminaran de abrirse como platos, una de mis manos fue hacía mi frente.
—Merlin, estas hablando en serio—con el rabillo del ojo le vi dar una cabezada y yo solo me quedé en posición como por cinco segundos derecho, con un pito incesante en los oídos.
—Wen…—había susurrado con cautela Albus después de un rato lo suficientemente extenso, yo había pegado la palma contra el colchón, al parecer bastante duro, porque logró causar un eco que asustó al chico en frente de mi, haciéndole dar un respingo un poco hacía atrás.
—¡POR LA ABUELA DE MERLIN ALBUS SEVERUS POTTER!—di un salto de la cama y de golpe estaba parada sobre las botas de combate—¡SE SUPONE QUE TU ERES EL INTELIGENTE,¿COMO NO SE REACCIONA EN UNA SITUACIÓN COMO ESA!?—comencé a dar pasos de derecha a izquierda por la habitación, alternando las manos entre manerismos en el aire y mi cintura, Albus estaba pálido, como si recién hubiese recibido una vociferadora de mi madrina—¿¡QUE COÑO!?—no se si fue porque lo asusté, pero Albus parecía tener dificultad para articular las palabras, su ceño volvió a su estado fruncido y la confusión en sus ojos creció.
—¡No lo se!—dijo en un tono de voz medianamente alto (para que se escuchara por encima de mi sermón, probablemente) —¡no lo se, me congele ¿esta bien? Nunca había estado en esa situación antes!—se detuvo un momento, obligándose a bajar su exaltación, inhaló y exhaló—todo pasó al mismo tiempo, todo me cayó encima Wen, lo juro…¿Como se supone que supiera que hacer? —mis palmas dieron contra mis costados con otro estruendo.
—No lo se Severus ¿que tal empleando ese elemento mitico que se llama sentido común?—chasqueé la lengua, moviendo la cabeza—Merlin Albus, no puedes dejar a alguien colgando de esa manera…No con algo tan delicado como eso—le miré con seriedad y mi pecho dió otro apretón, mientras que recordaba cierta noche en la sala común—Albus…No tienes ni la más minima idea, de cuantas bolas requiere decirlo en voz alta, no tienes idea…No tienes idea lo dificil que es tener que caminar hacía alguien, con sentimientos ahogandote y apretandote la garganta cada vez más fuerte—el arrepentimiento se reflejaba pesado en los ojos de Potter, pesado y atormentado, apreté los labios sintiéndome mal por el…El era mi mejor amigo después de todo, pero a veces una tiene que poner mano dura.
—y que se supone que dijera, Wanda ¿tienes idea de que se siente? Escucharla decir todo eso, ¿tienes idea de como me pesó enterarme de que todo este tiempo se trataba de mi? que se supone que dijera—Con las palabras de Albus mi pecho se encogió…yo no sabía…No sabía porque había sido sido exactamente lo James no pudo hacer por mi.
—Algo, Al—dije con firmeza levantando de nuevo el rostro—se supone que dijeras algo—me deje caer al lado de Albus de nuevo, obligándome a calmarme.
—La jodiste —le dije con sinceridad—y muy feo..Odio tener que ser la que te lo diga pero…Potter ¿que coño se te vino encima? Esto no se parece a ti—Albus me miró entristecido.
—Bastante mal me siento ya…No se que paso Wen, no se cuando pasó esto y ahora todo es tan—hizo un ademán frustrado a su cabeza—confuso…—suspiré, y me posicioné de manera en que pude tomar las manos del Potter menor y darles un apretón.
—Escucha Al—apreté los labios un momento, mirando aquellos ojos verdes seriamente—creo que tienes muchas cosas que descifrar…Pero, si quieres mi consejo…—deje aquella palabra colgando, esperando a que el me diera algún tipo de respuesta, se sentía confundido y yo no estaba apunto de meter más de aquello en su cabeza, pero entonces asintió—entonces, te diría que lo que tienes que hacer es buscar a Regine y tratar de arreglar las cosas, ella te importa, puedo verlo, y tengo un presentimiento de que no vas a lograr pensar derecho si eso se queda rondando por tu cabeza—el chasqueo la lengua, dándome un apretón de vuelta.
—¿Que se supone que arregle Wen? …Esto es un desastre, un callejón sin salida. —di una cabezada leve.
—Si es un desastre, y la primera cosa que vas a tener que hacer si quieres arreglarlo va a ser admitir que es tu desastre—dije apuntándole levemente con el dedo—esa es la única manera en la que no se va a volver un callejón sin salida, es buscando a Regine y pidiendo disculpas, dile lo que me dijiste a mi, que no supiste reaccionar, que todo fue muy rapido y no dejes afuera la parte en la que eres un idiota—el Potter menor soltó un bufido.
—Gracias por esa—dijo con sarcasmo, yo chasqueé la lengua, dándole una mirada de seriedad.
—Albus, te estoy hablando en serio, no empujaste a alguien cuando estabas apurado para ir a clases y la hiciste caer, una persona confesó tener sentimientos por ti y la dejaste colgando sin respuesta—enarqué ambas cejas e hice un ademán totalitario con las manos—esto va a tomarte mucho más de diez minutos, va a tomarte sinceridad y una tremenda disculpa—apoyé una mano en su hombro, mirándole directo a los ojos—Albus tu eres un muy buen chico, te quiero, y eres mi mejor amigo, pero la jodiste compadre y no te voy a permitir sentarte a sentirte mal por ti mismo para que te ahogues en tu propia indecisión Regine es tu amiga ¿verdad?—Albus asintió callado, mis cejas se mantuvieron enarcadas—y tu quieres recuperar eso ¿verdad?—Potter asintió de nuevo, esta vez con un poco más de brusquedad, yo le dí un golpe sobre uno de los hombros—¡Habla coño!—aquello lo hizo dar un respingo,
—¡Si, Merlin! ¿cual es la necesidad de dame golpes?—apoyé ambas manos en mis rodillas para tomar impulso y levantarme, todavía estaban presentes los leves corrientazos de dolor en los músculos.
—Bueno—una vez estuve parada me volví a Albus para extenderle una mano—entonces levantante, tienes trabajo que hacer—le jalé hacía arriba y ambos nos dirigimos a la puerta, pero el me detuvo en el marco.
—¿Y tu?—me preguntó suavemente—¿que vas a hacer tu?—yo me encogí de hombros despreocupadamente.
—Voy a ir a buscar a tu hermana ¿por qué?—Potter enarcó una de sus cejas.
—No es a lo que me refiero, y lo sabes—aparté mi mirada y suspiré, para luego apretar los labios, conforme el peso de todo me volvía a caer en los hombros.
—Yo no tengo nada que hacer Al…—susurré con tristeza—para James y para mi se acabó… de verdad esta vez—tomé una bocanada de aire—y yo se que ambos somos importantes para ti, pero no te preocupes por tu hermano, el va a estar muy bien sin mi, dejó eso bien en claro ayer y, quizá eso está bien…Porque yo soy inestable y si James necesita a alguien que lo ponga derecho, quizá lo mejor es que esa no sea yo…—el Slytherin me miró con suspicacia y luego negó con la cabeza, cerrando los ojos y soltando un suspiro.
—Eres el unico pilar que necesita para estar bien, Wanda. No nadie más. Puedo asegurartelo—su expresión se tornó seria—creo que ustedes dos tienen muchas cosas que aceptar…—quise creerle Albus de nuevo…Pero todavía no podía sacarme de la cabeza todo lo de anoche…Yo le había dado el camino fácil, todo lo que tenía que hacer era confirmar las palabras de Regine….Pero claro que yo no podía tener cosas bonitas, la pobre estúpida Wendy, le importaban demasiado las cosas, siempre esperando en la ventana para saber que nadie va a quererla nunca, porque no vale la pena quedarse con ella., porque ella lo hizo tan facil, salir y entrar de su vida y Peter nunca volvió.
Tomé un respiro y pase por el brazo de mi mejor amigo la mano con cariño.
—Diez puntos a Slytherin, por esa excelente mentira—le dije mirándole con ojos agradecidos, de verdad apreciaba que el intentara hacerme sentir mejor—ahora vete, y buena suerte, yo te alcanzo al rato—me miró seriamente
—¿Y tu vas a estar bien?—preguntó, yo torcí la boca, contemplando una manera de escaparme de esa sin tener que mentir…
—Bueno, no deberías de preocuparte por eso—le dije—Albus Dumbledore vivió para tener 116 años—sus ojos verdes se tornaron confusos y enarcó ambas cejas.
—¿Ah?—fue lo único que articulo, yo me mordí el labio y me encogí de hombros.
—Digo, eso tiene que decirnos bastante de tu esperanza de vida—le di una sonrisa triste—hoy no, pero algún día tendré que estar bien y vivirás para verlo—el chasqueó la lengua con resignación.
—Babosa—rodé los ojos posicionando las manos en la cintura.
—Deja de perder el tiempo y vete anda.
El Slytheirin y yo partimos caminos, le vi desaparecer por el marco de la puerta y le perdí de vista inmediatamente.
. . .
OJO, CONTINUA
Hakuna Matata Bitch
Re: This Means War {Novela Colectiva de HP, 3ra Generación}
“She was too quiet, or she was too loud. She took things too seriously, or not seriously at all. She was too sensitive, or too cold-hearted. She hated with every fiber of her being, or loved with every piece of her heart. There was no in-between for her. It was either all or nothing. She wanted everything but settled for nothing.”
If it was curiosity
that killed the cat...
—Creo que deberíamos probar con ser honestas entre nosotras—aquellas palabras me habían caído con pesadez, no son precisamente la manera más natural de decir “hola” —Ah vamos, no hemos hablado entre nosotras de las cosas que nos han pasado últimamente, y enterate que han sido muchas—medité aquellas palabras en silencio, yo quería a mi amiga de vuelta, de verdad que si, quería saber que era lo que le hacía llorar…Pero yo no sabía si podía ser honesta con ella, no cuando con quien yo estaba involucrada era con su hermano, y cuando me daba miedo de que me lanzara las dagas a mi, me había empujado lejos tanto que ya no sabía si yo de verdad le importaba a Kaia Potter o si sólo buscaba un rostro familiar…Terminé por asentir.
—Azzura se ha adelantado, creo que deberíamos levantarnos más temprano—una sonrisa triste brotó de mis labios y ella me correspondió de igual manera, aquello envió una sensación tibia por mi pecho, que ayudó a amortiguar el dolor de todo y por ese momento me deje a mi misma creer que para que ella quisiera nuestra amistad de vuelta, quizá de verdad podía ser importante para la vida de una persona, por una vez.
—Creo que si—concordé, y ambas la rubia y yo salimos del retrato de la señora gorda para adelantarnos en busca de Azzura. Un silbido resonó entonces a nuestras espaldas, y de golpe un chico de ojos color ambar estaba parado en frente de nosotras, iba vestido de una manera bastante extraña, pantalones de pescador y una camisa desaliñada, su cabello era de un blanco color hueso, que iba con los círculos de un color similar en su corbata púrpura.
—Eh..Kaia Potter y amiga—Presionó el costado de una mano a la frente en un saludo de soldado, y después hizo una carismatica y agraciada reverencia, haciendo ademán de quitarse un sombrero invisible y volver a ponérselo cuando se puso derecho, llevaba medias rojas por el tobillo y unas pantuflas de conejo que me hicieron tener que esconder una sonrisa levemente burlona
—Había buscado el comedor, pero aparentemente está muy escondido. –Metió las manos dentro de sus bolsillos y sacó una moneda, que lanzó hacia arriba y que volvió a caerle en la palma, y esta le hizo señalar hacia el lado opuesto a nosotros , eché la cabeza a un lado cuando se limito a correr a las mazmorras, sin embargo dió a frenar en seco cuando se escuchó el eco de una voz por las paredes.
—¡Hide!—el tono furioso de esa voz pareció obligárle a dar una vuelta de 180 grados, dando zancadas largas y exageradas hasta posicionarse detrás de Kaia y de mi.
—¡Mejor vayamos: Por este lado!—entonces comenzó a darnos empujones obligandonos a avanzar, tuvo suerte de que solo me hiciera dar un respingo, no me gustaba que me tocaran sin mi permiso, pero la única razón por la que no lo volteé a lo panqueca fue porque me pareció un payaso simpático
—No me encontrara aquí, maldito viejo decrépito—se frotó las manos y luego las redondeo cual binoculares—¡Finalmente! ¡Y hay cuatro mesas! – enarqué una ceja, no había visto a nadie tan contento de ver comida jamás—comenzó a mover el dedo indice aleatoriamente entre las mesas—De tin marín de don pingüe… ¡Esa!—y el hambriento soldado se fue en busca de su verdadero amor, la comida aparentemente.
Kaia y yo solo nos encogimos de hombros a la peculiar escena, viendo como iba de aquí para allá devorando todo lo que se encontraba a su paso.
—Buenos dias, Kaia—ambas nos volvimos a un par de ojos lavanda, fijados en la rubia, Noah Mayhew saludó con una cabezada hacía mi, a pesar de que no eramos “amigos” si nos llevábamos lo suficientemente bien, al ser el mejor amigo de uno de mis hermanos si se la pasaba su buen rato en el caldero, Kaia se acercó a mi y prometió que hablaríamos después, antes de irse con el Ravenclaw, y yo me quedé en la puerta un momento, el escándalo de Hide retumbando en la distancia de mis oídos y la vista fija al frente en la nada, no quería ver a nadie, me dolían y me las articulaciones asi que opte por darme media vuelta cuando choqué contra alguien.
—¡Albus!—dije desorientada por el impacto, el azabache me tomó de los hombros evitando que me fuera de espaldas al piso, para los metamorfagos eso del equilibrio era más complicado, debido al constante cambio que a veces no se controla y a veces si solemos perder el centro de balance.
—¡Wanda!—sus ojos estaban abiertos como platos igualmente por impacto—¿estas bien?—logré plantarme al suelo con otro corrientazo adolorido en las piernas.
—Si, si, bien—murmuré, a pesar de que la cabeza me daba vueltas, entre los empujones de Hide y ahora, estaba mareada—¿Que haces entrando al comedor? Pensé que estarías aquí desde hace horas—el Slytherin enarcó ambas cejas, apartando sus manos de mis hombros y dejándolas caer a sus costados cuando yo deje de desequilibrarme tentativamente.
—Tienes una percepción exagerada del tiempo Alice—yo rodé los ojos y enarque una ceja.
—No importa—susurré—creí que ibas a hablar con Regine—Albus llevó las manos a la nunca en un gesto incomodo, desviando la mirada, cerró los ojos un momento y suspiró.
—Si, eso era lo que iba a hacer pero….—moví los dedos posicionados en mi cintura encogiendome de hombros en ademán de pregunta.
—¿Pero qué?—siguiamos hablando en susurros, porque bueno, estabamos en plena puerta.
—Ella no va a querer verme Wen—dijo con una expresión consternada y con un pequeño ademán de las manos—No..No creo que sea lo más sabio hablar con ella ahora— por la pesadez en el rostro de Albus podía verse como se había dado cuenta de su metida de pata, lo que era bueno, pero también me dolió, porque el era mi mejor amigo, y yo no quería verlo así.
—Escuchame Al— le miré decisivamente, posicionando ambas manos sobre sus hombros—quizá tengas razón y Regine te mande a volar…Pero tienes que intentarlo, porque si no lo haces no puedo prometerte que las cosas van a estar bien—apreté los labios— quizá y te insulte o te evite…hoy, pero por lo menos haz que sepa que te importa lo suficiente para reconocer que cometiste un error—enarqué ahora amabas cejas—si de verdad te importa Regine, hazlo por lo que le debes a ella—Albus tomó un respiro hondo y asintió.
—Tienes razón…—yo le di dos palmadas en ambos hombros y me dispuse a irme, cuando de repente me había detenido.
—¿Que estas haciendo?—le pregunté confundida, el se cruzo de brazos.
—¿A donde vas?—respondió mi pregunta con otra, mantuve ambas cejas enarcadas, haciendo un ademán por encima del hombro de Albus hacía el pasillo.
—A escapar por la derecha—le dije apretándo los labios en una sonrisa sarcástica—no se si me entiendes, pero no estoy de humor para relaciones publicas, Al— el me había mirado con seriedad.
—No, come algo—me crucé de brazos y me quede mirandole indignada.
—¿Y quien eres tu para darme ordenes, mi abuela?—Potter hizo una mueca encogiéndose de hombros.
—Bueno, ya que tu actuas como mi madre digamos que estamos a mano—fruncí la nariz y le fui a pasar de largo, pero de nuevo no me dejó.
—No quiero estar aquí y ya Albus—me quejé, Potter dió una cabezada.
—Come algo y te puedes ir— Albus me había volteado con sus manos en mis hombros y entonces lado a lado nos adentramos en el comedor.
—Te odio—le gruñí por lo bajo, el se encogió de hombros.
—Ya me lo agradecerás luego—volví a rodar los ojos, pero me paré en seco sobre las botas de combate una última vez antes de partir caminos con el Slytherin y me di la vuelta.
—Albus espera…—arrojé entonces mis brazos a su alrededor y le abracé fuerte—tienes razón…Por esta vez, no te acostumbres. Muchas gracias…Por todo.—el me abrazó igualmente con fuerza y sentí que no tenía nada, pero tenía a mi amigo, y siempre iba a tener a mi amigo.
—Te veré luego—me dijo y yo le ofrecí una sonrisa triste, parecen ser las unicas que puedo costearme estos días. Así ambos nos fuimos a una mesa diferente, me limité a ubicar a Azzura y sentarme en frente de donde ella se encontraba leyendo un libro.
—Hey Azzu..—ella levantó la mirada y me dedicó una sonrisa dulce, me alivió no ver ningún cambio en su rostro y que no surgiera ninguna pregunta, al parecer el rumor de lo que había pasado entre James y yo no se había corrido aún gracias al cielo.
—Hola Wen—me había dicho, poniendo el libro a un lado, le di mi mejor sonrisa, pero no salió lo mejor que pudo.
—¿Que tal tu noche, les ha gustado a tus padres el castillo?—pregunté conforme le pegaba un mordisco desganado a una tostada (honestamente solo por miedo a que Albus se fuera a aparecer en la mermelada a formarme un sermón de como tengo que comer algo)
—Pues no han pasado más allá del salón—me contó—pero mi padre estaba fascinado—asentí imaginándome aquella escena, realmente me parecía una buena idea, porque a muchos padres muggle no les era posible formar parte de la vida mágica de sus hijos aquí en el colegio, por eso mi madre se había ofrecido con el caldero en primer lugar, considerando que tiene una buena amistad con McGonagall .
—Me imagino—luego la miré con cautela—¿y la cosa con tu hermana que tal?—lancé las manos levemente al aire—si es que quieres hablar de ello claro—ella se encogió de hombros.
—Bien supongo—me dijo con simpleza—no fue diferente a lo normal—la relación que la pobre Azzu llevaba con su hermana siempre me encogía el corazón, me daba rabia, porque yo tenía una relación tan fantástica con Hazel y ella se merecía eso, se merecía conocer lo grande que el apoyo de una hermana mayor puede ser. En ese momento mi mirada se encontró perdida en el comedor, divisé a la rubia Regine en la mesa de slytherin con la mirada perdida en otra parte, una tristeza me cayó en el pecho, yo también tenía cosas que hablar con ella, y disculpas y explicaciones que otorgar y pensé en ir y hablar con ella en aquel momento…Pero cuando divisé al azabache de la misma mesa pensé en las palabras de la rubia aquella mañana de su cumpleaños y en cuan confuso me había confesado que todo era para ella…Pensando en aquello decidí no darle más dolores de cabeza por aquel dia, y le cedí mi ticket a Albus Potter, esperando que las cosas entre ellos se arreglaran. De ahí en adelante observé el resto del comedor, todo el mundo parecía un poco apagado extrañamente, pero lo que me llamó la atención fue divisar dos cabezas familiares a lo lejos, la primera que identifique fue una con cabellos castaños, Travis llevaba un chaquetón color gris y una bufanda con los colores de Gryffindor al cuello, su hermanita menor Katya estaba apacucharrada a su lado, a pesar de pertenecer a la casa de Hufflepuff, y frente a ambos se sentaba un rubio ceniza, con expresión aburrida y semi inerte, el mentón apoyado en una de las palmas de su mano y una chaqueta de cuero como la mia para el frío, sus pronunciadas ojeras haciendo que resaltaran aquellos ojos del color del chocolate negro. A cada uno de sus lados se sentaban la rubia Teresa y aquella pelirroja de esta mañana que sin querer había tecleado al suelo durante el baile—tu amigo Ezra ayudó un poco…—me volví de golpe con dos cejas enarcadas.
—¿Que?—dije sorprendida—no sabía que habías ido al baile con Ezra—ella negó con la cabeza tímidamente.
—No, no, bailamos una vez—aclaró y yo di una cabezada.
—Pues es bueno saber que el idiota puede tomar una buena decisión en su vida…—Azzura pareció confundida a mi repentina molestia.
—¿Pasó algo, Wen?—pregunto por lo bajo con incertidumbre, yo solté un bufido, apoyando el mentón en una de las palmas, pero antes de que pudiera decirle algo una tercera voz había aparecido entre nosotras.
“Longbottom, ¿verdad?”
Una voz gruesa me hizo levantar el rostro , y entonces me encontré mirando hacía arriba a alguien ligeramente familiar, un muchacho moreno y alto de contextura gruesa y ojos chocolate, escondidos detrás del cristal de unos lentes de vista con bordado oscuro, enarqué una ceja.
—Si, Ese es mi nombre …¿y tu eres?—me lanzó una mirada fastidiada, echando la cabeza muy ligeramente a un lado, levantó la mano para acomodarse los lentes, y aquello me hizo apretar los labios en concentración, Merlín yo lo había visto en alguna parte.
—Soy Angel McClay…¿el sobrino de Regina?— yo chasqueé los dedos cuando me sonaron las campanas.
—Me suena…—murmuré más para mi misma que para el—¿Nos conocíamos de antes verdad?—pregunté, insegura de donde era que nos habiamos visto antes.
—Si…—dijo y sus cejas se levantaron con sutileza, estiro el cuello de costado, apartando la bufanda que llevaba, revelando entonces un hematoma de un color morado oscuro entre su piel morena.
—¡Oh! Tu estabas en la oficina de mi tía —chasqueé los dedos cuando me sonaron las campanas— si, si, yo te recuerdo—el moreno dió una cabezada.
—Bueno, gracias por ese privilegio, supongo—dijo con sarcasmo, yo enarqué ambas cejas, entrelazando ambas manos y apoyando mi barbilla en ellas, para darle una sonrisa socarrona y malhumorada.
—Pues con esa actitud ya veo; a) porque te golpeé y b) porque no te recordaba— apretó los labios.
—dejame decirte que lo encuentro un poco dificil de creer, digo, a menos que acorralar a la gente contra la pared y estrangularla sea una actividad de frecuencia para ti—arrugué la nariz con disgusto.
—Dejemoslo en que asunto tuyo no es—declaré—¿estamos?—el lanzó las manos al aire lentamente.
—Mira, relajate, yo solo vengo aquí a dar un mensaje —le miré entonces con recelo y esperé a que hablara, McClay inhalo profundamente—Aglaya me dijo que te dijera que tu padre dijo que los quiere a todos ustedes en su oficina en un rato—le miré ligeramente enredada.
—¿Que?—McClay me miró con seriedad.
—No voy, a repetir eso—dijo con otra cabezada—el punto es que mi tía y tu tío estan por llegar y me enviaron para que te avisara—suspiré con pesadez.
—Bien, dile que ya iré, pero que no me encalete a mis hermanos—dije decisivamente, McClay me miró sin entender.
—¿Hm?—yo chasqueé la lengua con un ademán de las manos.
—Tu dile eso, el va a entender—un bufido leve abandonó los labios de McClay.
—Bien, lo que sea…—y dicho aquello se dió media vuelta y se dirigió a la entrada del comedor para desaparecer por la puerta.
Azzura y yo nos quedamos un rato más hablando de cosas triviales, pero por lo menos logramos entretenernos un rato mutuamente, realmente por lo que yo veía ella tampoco estaba muy contenta, pero decidí no preguntar, no parecía el tipo de cosa de la que uno quiere hablar, y ella solía evitar ese tipo de preguntas, así que me limité a contarle de la boda de mi tio y le invité de una vez, realmente era muy poco probable que Robin fuese a decirme que no, le comenté los pocos detalles que conocía, sabía que la boda iba a darse en la casa de la novia, que aparentemente tenía bastante dinero y sería a las afueras de Londres, a pesar de que todavía no tenía fecha ella me dijo que lo comentaría con sus padres. Así seguimos conversando y luego de un rato tuve que despedirme con la explicación de que conociéramos a la famosa Domadora de Dragones.
—Cuidate ¿de acuerdo?, te veré luego—planté entonces un beso de cariño en la mejilla de rubia antes de salir del comedor.
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OJO, CONTINUA
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Re: This Means War {Novela Colectiva de HP, 3ra Generación}
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Caminaba derecho a la oficina de mi padre, realmente luego del desayuno no solía haber mucha gente por los pasillos los fines de semana, la gente se encontraba en los jardines o en las salas comunes, así que era fácil transitar sin problemas, iba bastante distraída, me preguntaba si mis hermanos ya me estarían esperando en la oficina, parecía un lugar extraño para conocer a alguien, pero me imagino que no se haría en los jardines precisamente por la gente.
De repente había sentido un golpecito en el hombro, y terminado por tambalearme ligeramente a falta de equilibrio.
—Bonjour Beatrice—Adrien Cook se encontraba a mi derecha, y me dedicaba una sonrisa, yo intenté hacer lo mismo como pude y lo saludé con una cabezada.
—Buenos dias Aid—le miré burlonamente—¿vagando el colegio sin permiso?—, había comenzado a caminar conmigo por inercia.
—Bueno, no sin permiso—enarcó ambas cejas—¿que crees que hacemos los estudiantes de otras escuelas los fines semana? No es como si nos quedaramos encerrados en alguna parte, Beatrice—yo mantuve la expresión burlona y apreté los labios.
—ya que nunca veo a las de Salem por ahí, no me culpes por pensarlo—imité su expresión enarcando una ceja—además, me consta que tu tienes tu manera de moverte—él se cruzó de brazos, dándome una mirada incrédula.
—Para quien eres tu, esa es una acusación bastante seria ¿no te parece?—yo me encogí de hombros, soltando un suspiro.
—Puede que sí, puede que no—murmuré y entonces el me miró con el ceño fruncido.
—¿Estas bien?—preguntó—pareces apagada—de repente me di cuenta de que estaba fuera de enfoque, y volví la mirada a el.
—Si…Solo—mordí mi labio inferior —dolor de cabeza, más nada—dió una cabezada lenta, y colocó detrás de su espalda.
—¿Y a donde te escapas esta vez?—abrí la muñeca, soltando el dedo indice de manera indicativa conforme llegábamos a la oficina de mi padre.
—Aquí, de hecho—le dije—aparentemente las reuniones familiares son una cosa bastante común este año—el me dió una sonrisa de nuevo.
—Eso veo—dijo divertido y iba a agregar algo cuando una risa nos había llamado la atención.
“¡Tyler, ya, ya basta!”
una voz femenina que se me hizo familiar resonaba entre risas, enarqué una ceja.“tienes que irte, tu tio te esta esperando”
Entonces dos figuras emergieron de la otra esquina de la pared, la alta y delgada figura de mi hermano Tyler vino primero, su cabello castaño arreglado como siempre, llevaba un sueter gris con rayas blancas, las mangas largas le terminaban unos cinco dedos antes de llegar a la muñeca, por debajo de sus ojos todavía se veían indicios de falta de sueño pero en su rostro brillaba una contenta sonrisa divertida, lo siguiente que ambos vimos fue el cabello desaliñado de Dakaria Cook, que había aparecido detrás de mi hermano, su mano firmemente entrelazada con la de el.
—Lo se, pero tienes que prometerme que me veras despues —Dakaria y mi hermano paran sobre sus pasos, para acabar frente al otro, ella se rió.
—Te prometo que lo haré, pero ahora vete—logré ver con el rabillo del ojo como Adrien enarcaba una ceja, claramente no le hacía mucha gracia la escena, mi hermano “mayor” tomó la mano de Dakaria delicadamente y la beso.
—Nos vemos luego entonces—iba a vomitar, mi hermano era demasiado marica, pero Daka rió y rodó los ojos.
—Idiota—luego le tomó por el rostro y le beso, yo volví los ojos en una mueca, suficiente tenía con saberme a detalle la vida amorosa de Hazel, más hermanos no, por favor.
—Me siento…—había murmurado Adrien—Irrespetado…—parecía demasiado en shock como para hacer un comentario inteligente, yo asentí, todavía con la mueca en el rostro, al sentirme incomoda con la situación.
—Te entiendo…—tenía ambas cejas enarcadas, no terminaba de procesarlo, desde hace tanto que veía a Tyler lloriquear por Kaia que…
“¡Oh Merlín, me engañan mis ojos o Archimides tiene novia, y mira, no es rubia!”
A una tercera voz, Tyler y Dakaria se habían separado, y Adrien y yo nos habíamos volteado cerca de allí caminando hacia nosotros habían cuatro figuras conocidas, una de ellas que fue lo suficientemente poderosa como para sacarme una pequeña sonrisa.
Junto con mis dos hermanos mayores estaba el, era alto y de piel blanca, el cabello castaño con un corte estilo ejército, llevaba una chaqueta de estampado militar y un par de pantalones desaliñados y oscuros, sus ojos escondidos tras unos lentes de sol dorados, una mochila vieja y andrajosa colgando de uno de sus hombros, el pequeño estuche de Ukelele sobresaliendo de esta.
—¡Will!—había exclamado entonces Tyler, ligeramente sin aire, conforme el y Dakaria se acercaban más a donde estabamos yo y Adrien, los Cook ya se lanzaban miradas de “hablaremos luego” con el rabillo del ojo, y ambos mi hermano y Dakaria llevaban las mejillas rojas—¡Estás aquí, en Inglaterra!— entonces Will se deshizo de los lentes, dejándolos colgar en su camisa, y observó a mi hermano con una ceja enarcada.
—¡Brillante deduccion Sherlock!—exclamó socarronamente—pero estoy bastante seguro de que pueden verme—y una vez estuvo lo suficientemente cerca di una larga zancada para arrojar mis brazos a su alrededor y aferrarme a el con fuerza, el me levantó del suelo, batuqueandome de derecha a izquierda en el aire—Ah, reconocería esas greñas en cualquier parte, cuanto has crecido leoncito embotado—entonces me apoyó de vuelta en el suelo y yo miré hacía arriba a aquellos ojos cafes.
—Pensé que estarías…En..alguna parte de la bolita del mundo— le dije con el mayor ánimo que había tenido en todo el día, y el rió a aquella broma personal, que explicaré luego… Pero todavía me encontré quedándome escasa de energías para hacerle saber lo mucho que me alegraba verle.
—Y yo pensé que tu estabas en Francia—me dijo con curiosidad, aquella cálida sonrisa que recordaba de mi infancia brillando en su rostro.
—Si, si—le dije conforme asentía , entrelazando ambas mis manos al frente, incomoda a aquel recordatorio—estuve allí medio año, he vuelto en Septiembre, a principios de año—el castaño de ojos café enarcó dos cejas burlonas, metiendo las manos en sus arrugados pantalones.
—Ta’ bien, me voy de cojo y adivino—comenzó socarronamente—Francia es demasiado elegantona para ti—yo rodé los ojos, terminando por chasquear la lengua, aquella sonrisa luchando por permanecer en mi rostro suficiente tiempo para ser creíble .
—La verdad si—dije tratando de sonar como lo haría normalmente, solté entonces un suspiro profundo—demasiados Croissants—hice un ademán sarcástico con la mano, de esos que se parecían a los de su madre—un cliché total—entonces se había escuchado una queja al unísono.
—¡Hey!—aquello me hizo volverme a los hermanos Cook, se me había olvidado que estaban allí completamente.
—No les presten demasiada atención—había dicho entonces mi hermana mayor con un ademán de descarte—juntos son súper insoportables—bromeó, y ambos Will y yo nos volvimos hacía ella para hablar al unísono.
—¡Que no!—mi hermana de 21 años nos sacó la lengua a ambos.
—¡Que si!—coreó en el mismo tono que nosotros , entonces el castaño levanto el dedo indice hacía ella.
—¿Sabes que? ¿sabes que?—dijo tratando de hacerse el serio—deberías de aprender a respetar a tus mayores muchachita—Hazel le miró con una expresión incrédula, posicionando ambas manos en la cintura.
—Bajate del caballo Korshanov, los dos estamos en los 20—Will asintió.
—Si, pero yo tengo 26, confío en que sabes lo que eso significa—Hazel enarcó una ceja y su rostro se tornó en una expresión sarcástica.
—¿Que te van a salir canas cinco años antes que a mi?—Will imitó entonces su expresión.
—Estas celosa de que soy mejor jugando quidditch que tu gnomo de jardín—dijo, y vi en su expresión que fue un último recurso, y ya se mordía la lengua en busca de una mejor respuesta.
—Odio decirtelo—la expresión de Hazel se tornó retadora conforme llevaba una mano al pecho de manera a señalarse a si misma, parecía genuinamente ofendida— pero yo, soy jugadora de Quidditch profesional desde que me gradué hermano, así que bájate de esa nube—Will hizo un movimiento despreocupado con las manos abriendolas en ademán de encogerse de hombros.
—Y yo he sido fantástico desde mi nacimiento, ¿cual es tu punto?—se cruzó de brazos, y yo rodé los ojos.
—¡Ay!—dije con fastidio—ya ustedes dos, se supone que tienen que ser el modelo maduro y esa mierda—Will y Hazel se miraron, ambos fingiendo expresiones horrorizadas, realmente ellos dos se llevaban muy bien, solo les era divertido pelear, porque todos en esta familia somos extraños.
—Eso es lo más ridículo que he escuchado nunca—inquirió Lyanne
—El boggart de ambos es la responsabilidad, estoy seguro—masculló Tyler con un aire divertido, y ambos se volvieron a él.
—¡Cállate besucón!—exclamaron al unísono, y yo solté un gruñido frustrado.
—Lo que sea—me volví a los franceses—Cook, Daka—apunté entonces al castaño—este es la patética excusa de adulto responsable de la familia—entonces el se volvió bruscamente hacia mí, volviendo a ubicarse en el espacio de esta conversación.
— Ah, carajo ¿Y ahora yo que hice?—aproveché la oportunidad para apuntar ahora a los hermanos.
—Will, estos son Dakaria y Cook— el castaño enarcó una ceja, sus manos en sus bolsillos conforme se acercaba a los hermanos.
—¡Oi! Yo no sabía que a ustedes los iban a dejar a traer novios, de saber, yo hubiera insistido en traérme a Mel—yo lancé las manos al aire y Adrien rió por lo bajo.
—Soy un amigo—dijo con respeto, y Will sonrió conforme daba una cabezada de entendimiento.
—¡Ah!—extendió una mano—pues haberlo dicho antes, ya me caes mejor—Adrien la estrechó entonces—Will, Will Korshanova, hijo de Ruslana Korshanova y--—
—Decir todo el linaje de sangre no es necesario Will, merlín—había dicho Lyanne, provocando que el castaño bufara.
—No me dejan divertirme , carajo—gruñó rodando los ojos esta vez el, y extendiendo la mano ahora hacía Dakaria, que la tomó con una cabezada.
—Comment allez-vous?—le dijo educadamente.
—vitlöksbröd—entonces Daka le había mirado avergonzada mientras que todos le miramos confundidos.
—Perdón.. pero no creo estar familiarizada con esa palabra, frunció el ceño—No es...Algún tipo de dialecto del ingles Británico, es que mis padres son Americanos….—Will entonces enarcó ambas cejas.
—Oh…Pues yo pensaba que estábamos en una competencia a ver quién sabía más lenguas extranjeras—dijo apenado, mi hermana mayor fue la primera en hacer un sonido burlón con la boca.
—¿Y como llegaste a esa conclusión más o menos, genio?—él se encogió de hombros, frunciendo los labios.
—Hago eso con Mel…—luego, ignorando por comprendo la expresión en blanco de mi hermana se volvió de nuevo a la azabache, estrechando su mano con entusiasmo—de cualquier manera, un placer conocerte, digo wow la novia de Tyler eres una criatura mítica, estoy impresionado..¿No te asustas facilmente verdad porque…—Tyler se ponía más rojo al minuto, yo observaba la escena con indiferencia, normalmente hubiese sido yo la que saltara a su defensa, pero estaba demasiado molesta con el para eso.
—¡Basta ya!—saltó Hazel—hemos estado esperando que el muchacho se consiga una novia como por cuatro años, ¡no lo arruinen tan rápido!— vi como rodó los ojos, pero con menos pesadez de la que probablemente hubiese hecho hacía unos días.
—Y se preguntan porque estoy emocionalmente traumado Merlin—gruñó por lo bajo, haciendo que yo soltara un suspiro cansado.
—Estas—abri comillas en el aire—“emocionalmente traumado” porque eres…—pero antes de que pudiera terminar la oración alguien me batuqueaba del brazo.
—Déjame terminar, ¿puedo, puedo?—preguntó el castaño con la emoción de un niño, asi que yo di una cabezada, el tomó una bocanada de aire para engorsar su voz, hasta que sonó como la voz de los narradores en partidos profesionales de Qudditch.
—Maaaarica—Tyler enarcó una ceja, cruzándose de brazos.
—¿Eso es todo lo que tienes?—Will me miró, y yo le miré, realmente en lo que era normal las miradas no significaban nada, pero la gente solía creersela—¿cual es el punto?
—Bueno—dijo con un suspiro dramático— es que yo sé decirlo con estilo, además estaba siendo condescendiente contigo, pero si así lo quieres, pues de paso llorón y gruñón también queda, y por favor no olvidemos los poemas de amor, los poemas de amor son una importante parte del paquete —Tyler apartó la mirada entonces, con un rojo colándose por las mejillas, aunque si fue por rabia o vergüenza no supe, con lo acostumbrada que estaba a verlo de mal humor últimamente…
—Ustedes son lo peor—murmuró con una expresión de disgusto, la azabache se había doblado para plantarle un beso en los labios, y Adrien había hecho lo mismo para susurrar en mi oído al tiempo.
—Esto es algún tipo de vendetta personal..¿verdad?—yo ahogué un sonido que fue algo entre un gageo y una risa, mirándole hacia arriba con una expresión burlona.
—Yo no le tendría mucho miedo—le susurré de vuelta—apenas y sabe lo que es un beso—me encogí de hombros, y entonces Dakaria se había posicionado frente a su hermano.
—Bueno…Deberíamos irnos, no queremos interrumpir mucho tiempo en un asunto de familia, además Audrey quiere hablarte, me lo dijo esta mañana—Aid rodó los ojo y se despidió de mí con un apretón en el hombro y una sonrisa, mientras que Daka arrojó los brazos a mi alrededor sin mucho ánimo. Habiendo conocido a la rubia podía entender porque les caía tan pesada, no me imaginaba tener a alguien así en la familia…Irónico.
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Nos acomodamos desordenadamente en todas las superficies donde era posible sentarse en la oficina, al parecer mi padre nos había apurado por nada pues eramos solo nosotros, Lyanne, Will, Hazel y yo, Trenton aparentemente había sido más inteligente. Mis tres hermanos se habían apoderado del escritorio de papá, conforme Will y yo nos hacemos espacio en los bordes del mueble de fotografías y escuchamos conversación ajena
—¿Así que estan saliendo?—le preguntó una emocionada Lyanne, el tono que utilizó me hizo sentir lastima por mi hermano “mayor”, a leguas se veía que iba a salir de allí a escupirle todos los detalles a Lily Potter.
—Algo así…—le dijo suavemente—llevamos pasando tiempo juntos ya bastante tiempo, y…Ella la verdad es que me gusta mucho, así que quisimos intentarlo—Hazel frunció los labios, apoyando los codos al escritorio.
—Vaya, no pensé oírte decir eso nunca—dijo con aire alegre, a lo que el suspiró cruzándose de brazos.
—Supongo que es tiempo de que deje algunas cosas ir—dijo con resignación pero sin pesadez—Kaia y Noah estan oficialmente juntos por lo que yo escuché—aquello me hizo enarcar ambas cejas, pero me quedé callada.
—Oh…Lo siento hermano—le susurró Lyanne con una mueca lastimosa, pero Tyler no pareció estar afectado, solo se encogió de hombros.
—Esta bien—murmuró, y por primera vez le creí, por muy molesta que estuviera con el me alegró en alguna parte verle mejor—entre tanto cuide bien de ella, yo estoy bien, tengo una oportunidad con alguien que me gusta y ella también, asi que…
—Wow, que profundo una E para ti—Tyler soltó un bufido, fulminándole con la mirada, siempre habían tenido una relación tensa, a Will le gustaba meterse con la gente, y el era sensible.
—No es mi culpa que nunca hayas sentido algo parecido por alguien—gruñó, a lo que Will había fingido una expresión indignada, levantando el rostro.
—Per-do-namé—dijo llevándose la mano al pecho en un ademán dramático—a diferencia de ti yo tengo a mi novia y nunca he tenido que compartirla con nadie—infló el pecho de manera exagerada—ella es mia, asi que el masoquismo será tu tipo, pero el mio no—“Mel” había estado escuchando ese nombre desde siempre, aparentemente ella y Will se habían conocido en uno de sus viajes hace ocho años y estaban juntos desde entonces, yo no le conocía, pero viendo la expresión del mayor de mis primos era obvio que se le desbordaba el amor por ella en los ojos…Y me preguntaba ¿Cómo se sentiría aquello? Saber que eres una parte tan importante del mundo de una persona solo por como te miran, sentir que no hay porque tener duda de que esa persona pertenece contigo, poder decir “esto es mío, esto me lo quedo y la vida no lo jode” ocho años con una persona quedándose a tu lado viajando por el mundo…
—Wen—una mano a mi derecha me batuqueaba de adelante a atrás—Wen, whoo-hooo, tierra a Waaanda—aquellos murmullos dirigidos a mi junto con un chasquido al rostro.
—¿Que?—dije por lo bajo, con una ligera alarma conforme salía del trance de mis pensamientos, Will lanzó las manos al aire encogiéndose de hombros.
—Ah, yo no se , pero es que como te pusiste a suspirar—frunció el ceño y llevo la mano a mi frente—¿te sientes bien, no te va a dar fiebre?— mentir de la boca hacia afuera era fácil, pero ¿en realidad? Me sentía exhausta, la mañana entera había sido una gigantesca migraña.
—Estoy bien Will…—murmuré, dejando mi cabeza caer sobre su hombro y cerrando los ojos—no soy Tyler, pero aunque es lo suficientemente extraño a veces tengo sentimientos—no había dicho eso ni siquiera sarcásticamente, a veces pensaba que la gente lo dudaba, pero nadie veía más allá de su propia nariz, la verdad algunas personas no son de corazón frío, solo estan cansadas de que la vida las joda una y otra vez.
—Coño, que yo se —me besó el costado de la cabeza, y cuando yo le miré hacía arriba su expresión era divertida—pero no te vayas a creer que no se que prefieres la cara de poker mil veces—una risa hizo el esfuerzo de salir de mi garganta, pero terminó como un débil respiro ahogado.
—De acuerdo…Quizá estoy triste…—le confié en un susurro, el frunció el ceño mirandome hacía abajo, y chocó su frente contra la mia un momento con cariño.
—Haber si te sacamos eso de un coscorrón—yo enterré el rostro en su pecho, apoyada de la frente—a ver, que te pasa, ya me preocupaste…—entonces quise llorar otra vez, y tuve que morderme el labio inferior con fuerza para evitarlo, me abracé con fuerza al castaño, el deslizó la mano por mi espalda y la fronto fraternalmente con suavidad.
—Perdí dos cosas Will…—continué susurrando, dejando que el calor del abrazo hiciera su trabajo, tratar de entibiar el frío que sentía en el pecho—y no se si las voy a recuperar…Creo que las perdí para siempre…— entonces dos golpecitos de dedos en el hombro me hicieron levantar el rostro hacía el otra vez,.
—Pues haberlo dicho antes—comenzó—se utiliza un hechizo localizador y listo, para que es la magia—dijo en plan de broma, y yo pude sonreír un poco.
‘
—No creo que eso funcione esta vez…— mis ojos encontraron los suyos hizo un puchero, que imitaba cómicamente lo que yo me imagino era mi expresión triste.
—Entonces colabora ¿que hago para que te sientas mejor?—yo arrugué la nariz con otro suspiro, estaba haciendo eso mucho hoy, y aún así no podía deshacerme del horrible sentimiento en el pecho. Hubiese dicho “tráeme a James Potter y a Regine Malfoy” pero Will era capaz de secuestrar gente, así que decidí que no.
—¿Que te pone feliz a ti?—le pregunté, volviendo a apoyar la cabeza en su hombro, el frunció los labios de manera exagerada y se dió con el dedo indice en la barbilla.
—Puessss—hizo diversas muecas antes de pasar a lo siguiente—viajar a algún lugar nuevo, definitivamente, quizá la proxima vez puedas venir conmigo—apreté los labios en algo parecido a una sonrisa, una de las razones por las cuales me encantaban las conversaciones con Will era porque había estado en todas partes, e incluso si me digo a mi misma que tengo que quedarme en algún sitio, soñaba con correr lejos de inglaterra todos los días.
—Quizá… ¿Donde estuviste hasta ahora?—le pregunté con algo de emoción sutil, y el comenzó a darle pensativamente con los dedos al borde del mueble.
—Pues..Estuvimos en: Vienna, España e Italia—apoyé el codo en la rodilla y la barbilla en la palma.
—¿Y que idioma fue el de hace un rato?—le pregunté extrañada—a italiano no me suena—chasqueó la lengua e hizo un ademán de descarte con la mano.
—Nah, eso fue sueco—se encogió de hombros—he dicho lo primero que me vino a la mente—enarqué una ceja succionando mis mejillas hacía dentro.
—¿Y…eso es?—enarcó ambas cejas y apretó los labios.
los labios.
—Pues pan de ajo, ¿que más?—dijo como si aquello fuera lo más obvio del universo, yo le miré incrédula, mi mandibula cayendo de manera ligera.
—Hablas merlin-sabra-cuantos idiomas y me dices que lo primero que te viene a la mente es…Pan de ajo, ¿en serio Will?— sus ojos se abrieron como platos.
—¿Es que no has probado el pan de ajo? ¡Esa cosa es la obra más sacrosanta de Merlin!—enarqué una ceja dándole una mirada burlona, cuando una voz diferente resonó en la habitación.
—¿Recuerdenme porque no buscamos aquí en primer lugar?—la voz de McClay derramaba una sutil sorna, conforme el y mi hermano mayor se adentraban en la habitación, detrás de ellos una alegre pelirroja saltarina.
—¡Will! ¿¡donde coño estabas!?—había exclamado Trenton y el castaño se hizo para atrás donde estaba sentado.
—¡Pero porque la exaltación si yo no he matao’ a nadie!—vi como McClay se arreglaba los lentes con una mano mientras que daba vueltas a un objeto largo y fino entre los dedos.
—Nuestro tiempo puede ser—dijo con calma, con la mirada en la cosa plana y de cuero a la que daba vuelta, Will hizo una mueca.
—Pues disculpe señor pretencioso, pero la naturaleza llamaba—la pelirroja de trenzas y labios rosados, que tendría mi edad si no me equivoco, se volvió a Will con ojos curiosos.
—¿En serio?—preguntó—¿y que te dijo?—vi las expresiones confundidas de mis hermanos preguntandose como no había entendido lo que Will había querido decir en silencio, él por su parte enarcó ambas cejas.
—Nada que quieras escuchar Anca—dijo desorientado, la pelirroja asintió, todavía con una mirada confundida.
—Bueno…—entonces Tyler había soltado una risa.
—Merlin, eres demasiado dulce—Trenton soltó un bufido, dando una cabezada hacía atrás para quitarse el cabello del rostro.
—No te sientas ofendida Anca, sabemos que Will con su vida de mochilero no puede quedarse quieto—dijo divertido, entonces un sonido me llamó la atención, bajo y de alguna manera armónico.
—Si, eso nos consta a todos—la mandíbula se me descolgó ligeramente en sorpresa cuando me di cuenta de que el sonido provenía de la garganta de McClay, pero para cuando volví la cabeza estaba serio de nuevo.
—¿¡Saben que!? Yo no necesito que ninguno de ustedes critique mi vida, soy un adulto de 26 años y hago lo que quiero—en ese momento se había escuchado un taconeo y una figura se había adentrado en la oficina,
—Will, baja de la cómoda—el castaño dió un respingo más rápido que inmediatamente, conforme todos volviamos la mirada a una alta y delgada mujer rubia de cabellos cortos.
—Si mamá…—uno una carcajada colectiva por parte de todos, algunas más amortiguadas que otras, entre esas la mía antes de que todos nos lanzáramos los brazos alrededor de la misma mujer.
—¡Tia Ruslana!—exclamamos mis hermanos y yo, mientras que los McClay saludaban con la cabeza, y en el caso de Bianca con la mano también.
—¡Merlin! Que bueno saber que se acuerdan de su tía, ya ni siquiera escriben si una no viaja hasta aquí para verlos—nos abrazó a cada uno, con las preguntas triviales, que como estábamos, que el quidditch, que las notas, que los TIMOS—¡Y Trenton, te vas a graduar! Me quedaré en inglaterra por un tiempo solo para tu graduación, tu padre me dijo que estabas contemplando ser educador, estaba super emocionado—mi hermano se dejó abrazar y besar por la tía con rubor en las mejillas.
—Pero para la graduación falta mucho tia Rus, de verdad no es necesario que te quedes todo ese tiempo— mi hermano mayor era genuinamente de esa manera, realmente no le gustaba molestar, no le gustaba poner a otros a hacer sacrificios, siempre dulce y cuidadoso, tenía mano para preservar las cosas…Admiraba aquello y me preguntaba como lo hacía—no me gustaría que se te pusiera complicado por el trabajo—Trenton sonrió con dulzura—siempre puedo visitarte luego— mi tía Ruslana hizo un ademán con las manos, aquello era propio de las Korshanova.
—Nada de eso Trenton—dijo con seriedad tomando un respiro hondo, ambas manos elevadas con gracia a cada costado de su cuerpo—me han llamado para unos asuntos en el ministerio, lo que es fantástico porque realmente todo ha sido juego de niños los últimos años, además mi hermano se va a casar y mi sobrino mayor se gradúa—apretó los labios en una sonrisa enarcando una ceja—un gran año para quedarse en Londres si me lo preguntan.
—Mñeeh—comenzó Will con una mueca—el clima es terrible—la mujer rubia lanzó una mirada severa hacia su hijo por encima de sus lentes de vista.
—A veces me pregunto de donde sacas toda esa negatividad William, definitivamente no fue de mi parte—el castaño sonrió divertido con una de sus cejas enarcadas lentamente.
—No eres mi madre de sangre, ¿recuerdas?—siempre le había escuchado decir aquello con mucha naturalidad, y por su parte Ruslana nunca parecía tomárselo a pecho.
—Puede que no—le dijo conforme seguía mirándole por encima de los lentes y se cruzaba de brazos con una expresión entre severa y burlona—pero yo te crié, y lo hice para que fueras realista, no para que le sacaras la sátira a la sopa Will— el castaño bufó, imitando a su madre y cruzándose de brazos.
—Vamos a ser sinceros—dijo con un ademán de las manos—la razón por la que todos estamos aquí, en una pequeña oficina sin una gota de alcohol es porque todos sabemos que el hecho de que Robin se esté casando es una señal del apocalipsis— un sonido en mi costado volvió a llamarme la atención, como un leve chasquido de la lengua.
“ Vaya..Por lo visto el gusto por las hipérboles y el alcohol traspasan a la segunda generación”
Cuando levanté la mirada hacía la izquierda me encontré con el alto moreno de cabellos castaños y ojos chocolate, perdí la percepción de donde estaba ¿cuando había llegado McClay ahí? Pero cuando di un paso atrás mi espalda dió contra el librero, y me di cuenta de que quien se movió fui yo. Sin embargo McClay no pareció darse cuenta de mi desorientación de hecho no me miraba, seguía dándole vueltas a esa cosa que sostenía en las manos.
—¿Me hablabas a mí?—le pregunté dudosa, y entonces sus ojos chocolate voltearon a mirarme, apretó los labios negando con la cabeza.
—Nah, perdona—dijo con su usual tranquilidad—hablaba solo— me quedé colgada un mínimo segundo, mirándole por alguna razón, con los labios ligeramente separados y la mente en blanco, conforme el se cruzaba de brazos y volvía la mirada al frente, donde de repente otra voz me llevó a hacer lo mismo.
—Eso es un poco exagerado—una voz gruesa y bonachona llama mi atención—¿No crees, Will?—con pasos pesados propios de botas militares –y yo lo debería de saber- Robin entra en la habitación, va vestido en gruesas ropas negras de invierno, que hacen inmediato contraste con sus entintadas manos, lleva la barba plena en candado y es notable que no ha hecho nada por bajar su grosor desde hace días, de su cabello castaño rubioso sobresalen unas canas bien escondidas.
—¡Tio Robin!—yo soy la primera en dar la zancada para tirarmele encima, él siempre había sido tan especial para mi, parecía tonto, porque solía verlo solo una vez máximo tres veces al año en bases de 24 horas…Pero cuando la gente me pregunta porque soy tan cercana a Robin, lo único que puedo responderles es lo primero que me viene a la cabeza: uno de los recuerdos más frescos de mi infancia, donde estoy tumbada boca abajo en la alfombra de la sala, la barbilla apoyada en mis manos entrelazadas y calor de la chimenea haciéndome sentir segura, mientras que mis ojos van fijos en aquel hombre sentado en el sillón, que con su sonrisa bonachona y sus chistes tontos me cuenta sobre sus aventuras fuera de Inglaterra y por primera vez me enseña que hay gente como yo, que quizá no soy tan extraña por anhelar algo más que esto…
—Bueeno, que lo vas a asfixiar, y yo estoy segura de que todos lo queremos vivo solo para ver esa boda pasar—la voz de mi madre me hizo dejar de aferrarme de Robin y dejar espacio para los demás, pasando a un lado a saludar a mis padres.
—¿¡Ves!?—había gritado entonces Will con sorna haciendo ademán hacia el tío—¡que yo no soy el único aquí que lo piensa hombre! —entonces había aparecido una risa femenina que no reconocí pero que llevaba un tono armónico que si se parecía a algo que ya había escuchado antes.
—Creo que son demasiado severos con él—una voz pasiva me hizo volver la cabeza, y a mis espaldas me encontré con los ojos azules de una mujer bastante alta, y con la piel a tonalidad melocotón, que llevaba un chaquetón color dorado claro un poco más allá del muslo, y unos pantalones de color similar y hechos de tela que se le adherían a la piel, iba parada sobre unos botines de terciopelo de un color ocre y una coleta en su cabello platinado. En ese momento había apartado la mano de el rostro, donde había estado cubriendo sus risas con la palma, revelando una sonrisa de labios finos, dulzona y a la misma vez destilaba sabiduría—si me lo siguen asustando así no habrá boda de seguro—hablaba en un tono calmado, pero que alguna manera demostró ser sutilmente bromista.
—Dejanos tener un poco del momento Gina—dijo mi padre, sonriendo a la mujer, aparentemente ya estaba lo suficientemente familiarizado con la ella, me hacía preguntarme cuando le habían conocido—hay muchos “te lo dije” que nos debe a los presentes—un sonido sarcástico no tardó en salir de la garganta de tía Ruslana, que había mirado a mi padre con una mano en el pecho y dando vueltas lentas en círculo por el centro de la oficina.
—No te recomendaría intentarlo—dirigió entonces una sonrisa prudentemente socarrona a su hermano—la ultima vez que me debía a mi un “te lo dije” a corrido a Rusia para que no lo encontrara—enarcó entonces una ceja—hablando de ello, ¿donde esta Aglaya?—Robin bufó.
—Nuestra querida hermana pequeña escupiría en mi rostro de presentarse la eventualidad ¿se te olvida?—y en el momento en el que vi su expresión sentí una punzada de preocupación en el estomago, Aglaya y Robin nunca tuvieron una buena relación, por lo menos desde que yo tenía memoria, pero era algo a lo que siempre les había visto encogerse de hombros, y en ese momento el rostro de mi tío se llenó visiblemente de una angustia que no había visto antes.
—Merlin, esa niña no aprende, sabía yo que de una pelirroja no podía salir más que una cabeza dura—murmuró Ruslana para luego suspirar—todos somos cuarentones, no es tiempo de dejar esto ir de una buena vez…Te vas a casar por Merlín—con sus palabras seguía caminando de aquí para allá, alternando los ojos entre todos los presentes en la oficina.
—Nunca aprendiste a dejar de sobreutilizar el nombre de Merlín, Lana—volvió a sonar la pasiva voz de la mujer rubia—y la boda no será la gran cosa, eso acordamos nosotros—Robin tomó la mano de su novia y apoyó en un gesto semi-adormecido la frente contra el costado de su cabeza de manera afectuosa, entonces noté las bolsas prácticamente de un color púrpura bajo los ojos de mi tio, fruncí el ceño.
—Calla Gin, que si alguien abuso de merlin fuiste tu con los EXTASIS—luego ambas mujeres rieron, mi hermana y yo intercambiamos una mirada silenciosa desde extremos diferentes del cuarto.
—¿Ustedes se conocen de hace mucho tia Ruslana?—por falta de confianza la pregunta de mi Hazel había ido a tia Lana, pero fue la rubia de la cola quien asintió.
—Oh, sin duda—dijo con aires simpáticos—Estuvimos juntas aquí en el colegio—las siguientes palabras salen de mi garganta sin que yo sepa de donde coño salieron.
—Oh, ¿así que usted es mayor que Robin?—inmediatamente mi hermana mi padre y mi tio (que se despabiló de golpe) me lanzaron una mirada incrédula y desaprobatoria, yo lancé las manos al aire en defensa—no lo aparenta, a eso me refería—escuché como mi tía chasqueaba la lengua.
—Buena salvada—le lancé una mirada fastidiada y mis ojos cambiaron de color por un periodo corto de tiempo, la mujer platinada de cualquier manera pareció inafectada por las asunciones de los demás, manteniendo en su rostro una expresión calma (que me recordaba inquietantemente a su sobrino, tenía que por lo menos estar apuñalándome mentalmente, porque de otra manera ¿como coño mantiene alguien con tanta facilidad la compostura? Aún así lo que diferenciaba una expresión de la otra era la comprensiva sonrisa en los labios de la mujer)
—No te preocupes—dijo dando una cabezada—estas en lo correcto, tengo la misma edad que tu tía Ruslana, pero no te preocupes—me guiñó el ojo—no soy caza recompensas, Robin y yo vamos de vuelta un camino bastante largo, además no todas las mujeres mayores somos sensibles con eso de la edad, es un estereotipo gastado— mi madre hizo una mueca disimulada.
—Dimelo a mi, ¿quien dice que una no puede con sus asuntos así esté un poco oxidada?—mi padre besó entonces su mejilla.
—Bah, tu nunca vas a estar oxidada linda—hubo una rodada de ojos colectiva de parte de mis hermanos, éramos cinco cabezas, y si dos cabezas piensan mejor que una, cinco llegan a darse demasiadas ideas mutuamente…¿el resultado? Cualquier gesto afectivo de mis padres podía resultar asqueroso depende de en que humor nos agarraras, yo por mi parte estaba bastante fastidiada ya, tuve que simplemente mirar a otro lado, todo era demasiado irónico, demasiado triste a mi alrededor si se pensaba en donde yo estaba parada.
—Oh, callense los dos—había dicho la tía Ruslana con ademán descalificativo de una sola mano—ustedes no tienen ni idea de lo que es estar oxidados ¿alguno de ustedes ha pasado los cincuenta ya? ¿No? ¿entonces?—dijo conforme hacía un gesto de cierre con los dedos sobre sus labios.
—¿Y tienen ya planes para la boda?—preguntó mi hermanita menor, cambiando el tema con emoción, todos volvimos los ojos a ella.
—¡Si, bastantes!—sonó la voz de Bianca McClay al tiempo que ella daba un salto hacía delante, su mano derecha tomando la punta de una de sus trenzas— le he estado ayudando, va a ser precioso, ya van a ver— un suspiro prolongado provino de mi tio.
—Con suerte, una nueva fecha es parte de esos planes—dijo, y él y su prometida intercambiaron una mirada, que no fue realmente de molestia, en vez algo que pasivamente declaraba “ya hemos discutido esto” en ese momento mi tía se había quitado los lentes y lanzado a su hermano una mirada incrédula.
—Ahh no—negó con la cabeza, sosteniendo la misma mano que llevaba los lentes arriba—de ninguna manera Robin te voy a permitir que hagas de esto el show que lo has hecho y no te cases, vas a casarte así tenga yo que subir al altar por ti— en ese momento algo me vino mal, fruncí el ceño, si no recordaba mal la última vez que había visto al tío estaba muy contento de anunciarnos su boda.
—¿Por qué querrías cambiar la fecha?—le pregunté confundida.
—Si, en fecha de vacaciones de verdad se pone más complicado—dijo mi madre—si lo que quieren es una boda íntima, yo les recomendaría que llevaran a cabo la boda como la tienen planeada—la mujer, Regina, enlazó los brazos en el cuello del tio Robin.
—Es lo que he estado tratando de decirle, pero no quiere escucharme—su mirada se desvió entonces a mis padres—esperaba que ustedes pudieran convencerle—la tía Ruslana torció la boca, llevando sus ojos oscuros a Regina.
—Yo tendría cuidado si fuera tu Gina—dijo sosteniendo un dedo arriba y una ceja enarcada—parece un caso de tobillos fríos si me lo preguntas—mordí mi labio inferior, y entre mi mirada perdida vi como al fondo mi hermano enarcaba una ceja.
—Eso es ridículo—declaró Robin mordazmente, fulminando a Ruslana con la mirada, luego se pasó las manos por la barba, sus ojos fijos en el suelo de madera por un momento—simplemente no pienso que sea la mejor fecha para llevarlo acabo—entonces mi madre sonrió con condescendencia.
—Es porque sientes que te atosigamos ¿verdad? por favor no te sientas así—dijo en un tono dulce, a pesar de que su conocido principal y la razón por la cual yo le conocía como “tío” desde que tenía memoria había sido mi padre, mi madre también le tenía mucho afecto a el y al resto de los Korshanova, y a pesar de ser una persona estricta, ella siempre iba a ser una Hufflepuff, supongo.
—Hannah tiene razón—dijo mi padre con una cabezada—solo bromeamos—entoces mostró una sonrisa pequeña.
—Es solo que nadie pensaba que íbamos a verte casado tio—Robin dió un suspiro pesado, tomando una de las manos de su novia, entrelazadas en su cuello.
—El problema no son ustedes—negó con la cabeza, pero aún no miraba hacía arriba—es solo que…Negocios aquí en Inglaterra me tienen ocupado y es riesgoso que algo tan importante como mi matrimonio ocurra en este momento—por primera vez en un tiempo Tyler habló entonces inteligentemente.
—¿“Riesgoso”?—preguntó, mirando al tío con seriedad, su ceja manteniéndose enarcada—¿a que te refieres con “riesgoso” —el hombre castaño se vio entonces fuera de órbita.
—Podría perder el negocio, es todo—dio su respuesta luego de pensarlo un rato, mordí mi mejilla interna conforme fruncía el ceño dudosa, pero antes de que pudiera decir algo me habían ganado.
—¿Estas detrás de alguien?—la voz gruesa de McClay resonó por primera vez en la conversación de grupo, volví mi mirada hacía él, esperando que su expresión me revelara si había algo mal con Robin o me lo estaba imaginando, pero se le veía inexpresivo, apoyado tranquilamente en el librero, el objeto largo que había estado girando entre los dedos, pareció detenerse a media vuelta.
—No—dijo con seriedad—nada por el estilo—el tío estaba intentando sonar lo más sólido posible, pero algo de la manera en la que habló, hizo de la punzada en mi estomago peor, mis ojos de nuevo cambiaron de color.
—¿Entonces porque sería riesgoso?—pregunté con recelo cruzandome de brazos, hizo un esfuerzo por lanzarme una mirada ligeramente divertida, con ambas sus cejas enarcadas, y supe que era su manera de recordarme que siempre hacía demasiadas preguntas, pero mantuve mi expresión seria y el suspiró.
—Son…Finanzas—habló, pero me seguía pareciendo fuera de sí, Robin siempre había sido relajado, decía las cosas fácilmente y hoy parecía estar…intentando demasiado en general, parecía repensar sus respuestas, y cambiaba la mirada entre distintos puntos de la oficina con regularidad.
. . .
OJO, CONTINUA
Hakuna Matata Bitch
Re: This Means War {Novela Colectiva de HP, 3ra Generación}
—¿Finanzas?—Regina había vuelto a hablar, ligeramente divertida al parecer, asumí que ya habían pasado por esta conversación, considerando que ella parecía la más relajada de todos nosotros—la última vez que revisé, estábamos muy lejos de quedarnos en bancarrota—se escuchó un chasquido seguido por un suspiro de la tía Ruslana.
—No estaría tan segura si fuera tú—dijo con una sorna amarga—Robin tiene la costumbre de malgastar el dinero—entonces mi ella y la platinada intercambiaron una mirada, y la última se veía bastante descontenta de repente—si sabes a lo que me refiero…—ambos mi padre y mi madre adoptaron igualmente una mirada de descontento.
—Ruslana…— comenzó mi padre en un tono tenso, pero mi tia lanzó las manos al aire.
—Solo lo recordaba—dijo absolviéndose de culpa, mi madre pareció inhalar profundamente antes de hablar.
—Quizá no es el recordatorio más prudente—dijo entonces, y ella solo rodó los ojos.
—No lo cambia—declaró con seriedad.
—Mamá…—comenzó Will por lo bajo dando un paso adelante, pero inmediatamente fue cortado por Robin quien sostuvo una mano arriba.
—Ya basta—gruñó en un tono más grave de lo normal, sus ojos azules sostuvieron los de mi tía con furia—esto no se habla aquí, mucho menos frente a los niños—declaró con una cabezada.
—¡Oi!—Will habló de nuevo en tono de reclamo—¿a quien llamas niño más o menos, se puede saber? Soy independiente y no soy un niño—esta vez parecía molesto de manera genuina, sentada en la esquina mi hermana mayor levantó una mano.
—Si, y yo tampoco—dijo y el siguiente en hablar fue Trenton.
—Pues yo tecnicamente soy mayor de edad…—habló por lo bajo, con un tono mucho más dócil que el de los otros.
—No tiene nada, que ver— volvió a hablar el tío con seriedad—no es importante, su tía y yo tenemos diferencias, eso es todo—me mordí el labio para que no saliera un bufido, de repente estaba irritada y enferma de que la gente no me dijera las cosas…Pero más allá de mi irritación me percaté de súbitamente de algo y mis ojos escanearon el cuarto.
—Tío—le dije congelandome en lugar, Robin se tronó el cuello tratando de relajarse cuando se volvió a mí, le había visto discutir con Ruslana toda su vida, pero jamás así de tenso—¿donde esta el niño? ¿No ha venido contigo?—todo en el espacio de segundos, la rubia mujer miraba por sobre el hombro de Robin con el ceño medianamente fruncido.
—¿Muchachos no estaba con ustedes?—preguntó con una voz calmada, McClay, que continuaba apoyado contra el librero lanzó las manos al aire conforme se enderezaba.
—Bianca y yo hemos estado practicando Esgrima toda la mañana—dijo acomodándose los lentes , yo di una cabezada.
—Eso es verdad, Bianca y yo llegamos a cruzarnos—ella asintió con rapidez, lo que me confirmó que eso era lo que originalmente iban a hacer en el bosque.
—¡No, Will, estaba contigo!—mi tío Robin se había vuelto con un ademán de señalar bruscamente al castaño de la chaqueta militar—¡Cuando llegamos estaba contigo!—por un minuto no pude obligarme a mi misma a decir algo, quede en blanco, nunca había visto a Robin así, habían pequeños tartamudeos entre sus gritos.
—Oh, Merlín…—escuché que susurraba la mujer, conforme miraba alrededor de la oficina—Ron, querido ¿estás escondiéndote?—se movía por la oficina, y Robin de repente hacía lo mismo, pero antes de que cualquier otra persona pudiese ayudar, ya el estaba básicamente aventándonos de lado a lado, por poco lógico que sonara a Ronald le gustaba el juego de las escondidas y habían suficientes personas en la pequeña oficina como para que el niño se acurrucara entre una y la pared.
—¿¡Will que hiciste con mi hijo!?—gritó Robin, le escuchó un estruendo conforme Tyler se enderezaba de debajo del escritorio de mi padre.
—A ver, cálmate viejo—le había dicho el castaños, sus ojos tan abiertos como los míos al verlo tan alterado—si, el niño estaba conmigo cuando llegamos pero me dijo que quería ir a buscar a Wanda, así que le dije que estaba bien—de repente mis ojos se encontraron con los ojos verdes de aquella mujer.
—Wanda ¿verdad?—me preguntó y yo asentí, su calmada expresión se había tornado sutilmente angustiada— Linda, ¿has visto al niño?—yo negué con la cabeza, mi ceño permanecía fruncido.
—No, estuve con un amigo toda la mañana, si el niño me estaba buscando entonces ha pasado por el comedor — le dije, un poco incómoda a pesar de que ella y Robin al parecer eran pareja desde hace un buen rato, para mi seguía siendo una extraña, y por mucho que pareciese una mujer bastante en sus cabales yo no era buena dándole votos de confianza a extraños.
Robin se paso las manos por la barba, su expresión estaba torcida por la preocupación y piel comenzaba a brillar con indicios de sudor.
—¿¡Como coño le dejas irse solo así!?—gritó—¡es un niño de seis años por Merlin, William! ¿si te dice que quiere tirarse de un puente vas a dejar que lo haga?—Regina colocó las manos sobre los hombros de mi tio.
—Robin, mi amor— le dijo dócilmente—nada ganas con armar un alboroto, vayamos a buscar al niño que es lo importante—vi como mi madre asintió.
—Gina tiene razón, vamos a separarnos y buscamos a Ronald por el castillo—declaró con calma, mi padre dió un paso adelante y le tomó de la mano.
—Hannah tiene razón—dijo, dandole una mirada de seguridad a mi tio—es un niño, no pudo haber ido muy lejos, además estamos en el castillo—sonrió levemente—seguro esta jugando por allí—Robin soltó un gruñido frustrado, pasándose una vez más la mano por el rostro.
—No lo entienden—declaró, negando violentamente con la cabeza—puede ser peligroso, tenemos que encontrarlo, tenemos que…—mi tio estaba listo para empujar a todo el mundo fuera de su camino y dirigirse a la puerta cuando mi padre lo detuvo.
—Robin—dijo tomándole de los hombros para que dejara de moverse—cálmate hombre, hay que pensar con cabeza fría a donde iría—le miró de nuevo con esa mirada que él utilizaba para calmar a la gente—tus hijos y los mios no han tenido que crecer en el mismo mundo mágico que tú y que yo gracias a Merlín—vi como el tío se tensó y apartó la mirada a un punto lejos sobre la cabeza de mi padre—donde quiera que Ronald este, va a estar bien—pero Robin no levantó la mirada, me quedé en silencio, el ceño fruncido observando la escena, merlin algo andaba mal, algo andaba muy mal.
—¡Oi!—la voz de Will fue lo que volvió a captar mi atención, logrando que me volviera hacia la puerta—yo se que todo el mundo tiene la razón y que todos tenemos sentimientos y esa mierda, pero ¿vamos a buscar al niño de una buena vez o no? de aqui a que terminamos de discutir ya se lo ha devorado el calamar gigante—la tía Rus fue la primera en salir por la puerta a largas zancadas sobre sus tacones negros, fulminando a su hijo con la mirada y sosteniendo un dedo arriba.
—Ni siquiera se te ocurra bromear sobre eso de nuevo William Korshanova— y a pesar de que esta familia tenía sus diferencias, todos fuimos entonces en direcciones diferentes, buscando algo que todos teníamos en común:
Al niño.
El pequeño niño de ojos oscuros y cabello azabache se abrió paso con dificultad entre todavía más figuras altas y arrugó la nariz con disgusto conforme lo hacía, la gente mediana (esa que no era adulta ni niña como él) era extraña, siempre iban de mal humor, cuchicheando en grupos de varias personas, además ya le habían empujado como cinco veces y se veían como gigantes desde allí abajo.
—Ay…—susurró por lo bajo con un suspiro, conforme se pegaba de espaldas a la pared para evitar que un grupo de chicos que corrían y se daban empujones se lo llevaran por delante—¿por qué la gente alta es tan desconsiderada?—se preguntó a si mismo mientras que bufaba y se encarama al borde de las paredes y caminaba balanceándose con ambas manos a sus costados como alas, estiró el cuello en busca de una cabeza con rulos desordenados, pero cuando no le dió resultado volvió a saltar al suelo y se encogió en cuatro, como un labrador para rastrear, buscando las botas negras que siempre iban “BOOM, BOOM” y se parecían a las que usaba papá, pero miró y miró y no encontró, entonces gateo con cuidado hacía una de las esquinas del pasillo, donde se sentó, con las rodillas apretadas al pecho. pensando con frustración cómo encontrar a Wen... ¡el comedor! La idea le vino de repente y se enderezó, sonriendo para si mismo a cuan inteligente era, ellos habían estado allí la última vez que había estado en el colegio, saltó levantándose y estirando el cuello para ver las cabezas de las personas medianas; Entonces divisó entre todas a una rubia dorada, que llevaba lentes como los de la tía Ruslana, y que había parado a la mitad del pasillo para meter algo en su bolsillo, dió largas zancadas hacia donde ella estaba y le jaló de la ropa, ella bajó a mirarlo con dos ojos grandes verdes, pero no así como una manzana, otro tipo de verde, un verde bonito, las manzanas eran puaj.
—Hola—le dijo con dulzura, Ronald sonrió, muy pocas personas medianas eran amables con él, algún día iba a entrar a Hogwarts y entonces cuando el fuera una persona mediana, él iba a ser mejor con la gente pequeña—¿como te llamas, puedo ayudarte?—el azabache infló el pecho y se puso derecho, poniéndose de puntas para no parecer tan bajo y extendiendo la mano muy formalmente a la rubia.
—Me llamo Ronald—le dijo manteniendo su sonrisa—¿usted como se llama señorita de lentes?—la rubia entonces dió un ligero respingo, y Ron volvió la cabeza a un lado conforme la vió meterlos en el bolsillo—¿Puede ver sin eso?—dijo maravillado, seguro ella tenía algún tipo de super poder, porque según le había dicho siempre tía Ruslana, la gente que necesitaba lentes no podía ver sin ellos.
—Me llamo Azzura—ella se encogió entonces a su altura ¡que simpática! Estrechando su mano con aquella sonrisa dulzona que se parecía a esa que le daba Regina de vez en cuando—Y si puedo, a veces las cosas se ponen un poco borrosas cuando no los tengo, pero solo los uso para leer, y por favor no me trates de usted, no hace falta—el niño azabache saltó emocionado.
—¿Te gusta leer cuentos?—preguntó, la rubia rió por lo bajo.
—Pues si…Algo así—le dijo—¿Por qué, a ti también?—Ronald torció la boca y se encogió de hombros.
—Pues…Igual algo así—dijo ligeramente avergonzado, todavía le costaba leer a pesar de lo parlanchín que podía ser y de que le solían decir que parecía más grande que los de su edad —eso porque papá era un gigante, y un día el iba a ser como él— , pero no le gustaba que la gente supiera eso—hay alguien que me los lee, y es que la estoy buscando…¿Puede decirme como llegar al comedor señorita Azzura?—ella asintió, y él sonrió mirándole hacia arriba.
—Ya casi estás allí—comenzó a explicarle, como toda una profesional, pensó el niño—ve derecho, doblas a esta esquina y derecho otra vez, vas a ver una puertas muy grandes y ahí es—miro hacía el techo un momento, obedientemente repitiéndose las instrucciones a sí mismo.
—¡Gracias señorita Azzura!—terminó, dando un saltito y plantando un beso en su mejilla, ella pareció sorprendida y el niño se sonrojo—perdón…—la rubia negó.
—No pasa nada—le dijo risueña—¿quieres que te acompañe?—preguntó y el azabache negó.
—No, no, yo puedo llegar—le dijo y se echó a correr en la dirección que le indicaron, mirando atrás una vez y saludando a la rubia con la mano—¡Adiós señorita Azzura!—se despidió antes de doblar a la esquina del muro.
Ronald Korshanova se adentró por la gran puerta de madera para circular por el comedor como si fuese por su casa, mirando el techo, las paredes y todos sus alrededores con maravilla ¡No podía esperar a entrar a Hogwarts! No sería como las aburridas lecciones con papá y Regina en casa, ¡cuando por fin pudiera entrar iba a ser fantástico! El iba a ser el mejor hechicero de todos. La mayoría de las personas medianas estaban en su conversación, pero unas pocas habían subido los ojos y le miraban extrañado, ¿que nunca habían visto a un niño?
—De tin, marin, de don pingüé—comenzó a cantar por lo bajo para si mismo mientras que parado en el centro del comedor apuntaba entre las mesas—cúcara, mácara, títere….fue—terminó de cantar apuntando el dedo indice a la mesa de los leones, y se dirigió hacía allí, caminando a zancadas a lo largo de la mesa, hasta que una particular conversación le llamó la atención:
Ronald se detuvo sobre sus pasos, observando como los tres chicos discutían, suspiró melodramaticamente, las personas medianas siempre andaban de mal humor y el no entendía porque, de cualquier manera se dejó caer junto al azabache de ojos alargados.
—¡Hola!—saludó entonces con entusiasmo, como si le fuera de los más natural sentarse con los grandes, pero ninguno de los dos muchachos castaños le saludó o levantó el rostro de sus asuntos, aquel muchacho de cabello liso y ojos alargados por otra parte le miró con alegría.
—¡Ted, mira!—dijo, y el niño le miró extrañado ¿habría algún hechizo de inmunidad? El no parecía triste como todos los demás, y pues si lo había, quería que le dijeran cuál era, el no quería volverse amargado cuando se convirtiera en persona mediana—¡Un niño! ¿lo viste?—parecía estar hablándole al castaño de pelo enrulado a su lado, pero él no levantaba la mirada, sin embargo para este punto Ronald ya tenía otras preocupaciones, tomó al muchacho de el rostro haciendo que le mirara de vuelta y apretando sus mejillas con la palma, causando que su boca quedara como la un pez.
—¿Por qué?—preguntó curioso ¿sería de verdad posible que las personas medianas de este salón nunca hubieran visto un niño antes?—¿nunca has visto uno?—aquel muchacho parecía una buena persona, parecía dulce, igual que la chica rubia de hace un rato.
—Pues si—le respondió el muchacho de ojos alargados mientras que asentía—pero no aquí en Hogwarts—el niño asintió escuchando las palabras una a una, y llevo las manos hacía las puntas de sus ojos, alargándolos y encogiéndolos para hacerlos redondos, pero no cambiaban.
—Tus ojos son raros—le dijo sin malicia, conforme continuaba lo que estaba haciendo, el muchacho simpático le sonrió.
—¿Tu crees?—preguntó, y el niño asintió frenéticamente y le sonrió de vuelta.
—Si, son bastante raros—se dejó pensarlo un momento detenidamente, con seriedad y luego sonrió llegando a una conclusión—me gustan—el muchacho alegre procedió a darle un apretón afectivo en la nariz, haciendo que se riera, luego el niño le quitó las manos de la cara, y se volvió a sentar en la mesa cruzando los brazos sobre ella, y mirando por encima del muchacho simpático.
—¿El es Ted?—preguntó, y entonces el chico de los ojos alargados abrió la boca, pero antes de que pudiera hacerlo, el castaño azabache frente a ellos respondió como tratando de evitar que el lo hiciera.
—Si lo es— dijo apresuradamente, su voz era ronca y parecía estar de mal humor, había hablado en un gruñido—¿que haces tu aquí niño?—Ronald apoyó barbilla entre sus manos, y volvió la cabeza a un lado pensativamente.
—¡Yo me acuerdo de ti!—exclamó de repente, el castaño azabache de ojos almendrados simplemente enarcó ambas cejas en silencio—¡Tu eres Jimmy! ¿me recuerdas?—dijo señalandolo con el dedo, Jimmy hizo una mueca y pareció inhalar profundamente mientras que cerraba los ojos.
—Si, te recuerdo.. y es James…—corrigió entre dientes, y Ronald frunció la nariz, Jimmy parecía estar molesto y el niño no entendía porque, él siempre estaba con Wen y Ron lo recordaba riendo y haciendo bromas con su hermana la rubia de nariz chiquita.
—¿Por qué estas gruñón Jimmy?—preguntó con preocupación el niño, inclinándose más al frente, el solo hizo otra mueca, pero esta fue más disimulada ¿que no tenía otras expresiones?
—Yo no estoy gruñón niño—gruñó Jimmy tomando un sorbo de jugo de naranja y Ron solo se resignó con un suspiro profundo, volviéndose de nuevo a la única persona mediana que era simpática a su alrededor, e hizo ademán de que se acercara para susurrarle en el oído.
—Oye ¿por qué todo el mundo esta triste?—ambos intercambiaron una mirada.
—No se—le dijo el muchacho por lo bajo—me he estado preguntando lo mismo, mi teoría es que el jugo hay un componente que los pone a todos tristes—el niño miró disimuladamente hacia Jimmy, que tomaba otro sorbo de jugo de naranja, y terminó por asentir a pesar de no entender la mitad de lo que le habían dicho, luego extendió un dedo al muchacho de ojos alargados.
—Soy Ronald, por cierto—le dijo con una sonrisa, él lo tomó y lo estrecho sin decir mucho.
—Yo me llamo Ame—el niño entonces llevo la mirada hacía los cubiertos junto al plato de Ame y los señaló.
—¿Puedo agarrar eso Ame?—preguntó con educación mirándole hacia arriba.
—¡Claro!—le dijo contento, entonces Ronald se puso de rodillas sobre el banco de la mesa, y tomando el tenedor por la punta del tridente, estiro la mano para comenzar a molestar a Ted con el mango, con la intención de llamarle la atención.
—Oye tu—le dió unas tres veces más—Oyeeeee Teeeed— por fin el muchacho de rulos levantó la mirada, su mandíbula estaba apretada y sus ojos abiertos en irritación.
—¿Que?—preguntó con una voz gruesa, sus ojos cambiaron de color, el niño sonrió al reconocer esa cosa que también Wen sabía hacer, él nunca había podido, no importa cuantas veces apretaba los ojos frente al espejo.
—Estoy buscando a mi prima Wanda—declaró con seriedad, para hacerles saber que era un asunto importante, pero dió un respingo leve, cuando Jimmy levantó la mirada abruptamente, y algo le había pasado a sus ojos, Ronald nunca había sabido cómo describir esa mirada que venía a veces en personas medianas y adultas, era tan notable como la ramita de tristeza, pero diferente, era la mirada con la que papá veía a veces a Regina. Pero en vez de decir algo Jimmy se aclaró la garganta como si nada y volvió a su jugo, así que Ronald volvió a Ted—¿ella es tu mejor amiga, verdad?—el chico que sabía hacer lo mismo que Wen, enarcó una ceja sin particular interés, había vuelto a sus asuntos. Lo que hizo que Ronald arrugara la nariz con disgusto, bah.
—Si—dijo con simpleza.
—¿Entonces puedes ayudarme a encontrarla?—le preguntó, pero Ted no articuló una palabra y fue de nuevo Ame quien respondió a su pregunta.
—¡Sii Ted!—exclamó—¿Por qué no ayudamos a Ronald a buscar a….—se detuvo un momento y volvió sus ojos hacia abajo en su dirección—¿como dijiste que se llamaba?—preguntó.
—Wanda—contestó de nuevo con seriedad—Wanda Longbottom—Ame se volvió una vez más a Ted.
—¡A Wanda!—exclamó de nuevo con el mismo entusiasmo—¡ayudemosle a buscar a Wanda!—Ted les miró un momento, con ojos malhumorados por encima de sus asuntos.
—No—dijo con simpleza—estoy ocupado y tengo que irme—y había procedido a levantarse de la mesa, el azabache de ojos alargados no tardó en seguirle.
—¡Bueno!—dijo contento—¡vamos entonces!—el azabache volvió la mirada hacía Ame y Ronald pensó que tenía suerte de que las miradas no pudieran hacer daño.
—No—gruñó de malas—tu te quedas—el niño se preguntó de nuevo porque todo el mundo estaba tan gruñón, las personas medianas eran raras sin dudas.
—¿Por qué?—preguntó Ame.
—Porque sí—declaró Ted—tu te quedas y yo me voy hacia allá—se dispuso entonces a dirigirse a la puerta y Ame saltó detrás.
—¡Yo te acompaño!—dijo—y ya que te vas para allá, vamos a buscar a Wanda—Ronald escuchó como el castaño gruñía.
—No, te dije que estoy ocupado—hablaba entre dientes con irritación—tengo cosas que hacer, pierdete— pero Ame no hizo ni caso.
—Ah, pues yo te acompaño igual—vió como se volvió a el con su sonrisa que permanecía—¡Adios Ronald!—le dijo conforme se alejaba detrás de Ted.
—¡Hasta luego Ame!—respondió con una sonrisa, saludando con la mano hasta que lo perdió de vista.
Entonces el niño se volvió a Jimmy, que estaba murmurando algo por lo bajo con mala cara.
—¿Y tú puedes ayudarme Jimmy?—un sonido había surgido de la parte de atrás de su garganta, apoyó el vaso contra la mesa.
—Olvidalo niño—le dijo—realmente no soy el indicado para eso—el niño echó la cabeza a un lado, mirándole confundido.
—Pero ¿por qué no Jimmy?—preguntó—tu y Wen siempre estaban juntos antes, tu deberias de saber dónde está ¿no?—Ronald frunció el ceño cuando Jimmy de repente apartó los ojos, con una expresión que no mostraba nada, y se sintió preocupado de que lo hubieran petrificado—¡Jimmy, Jimmy!— exclamó alargando la mano para chasquear los dedos en su dirección, el castaño de ojos almendrados suspiró, alborotando el pelo y aclarándose la garganta, antes de volver a mirarlo.
—Pero…¿Por qué?—le preguntó, no tenía sentido, uno no dejaba a las personas, se cambiaba de juguetes y de ropa, pero las personas siempre eran las mismas porque cuando él peleaba con alguno de sus amigos siempre compartía un helado con ellos luego y ya estaba, si era tan facil arreglar eso ¿por qué Wen y Jimmy ya no eran amigos?—yo pensé que tú la querías mucho—Jimmy se había vuelto entonces a él, pegando la mano con un impacto no muy alto sobre la mesa, estaba tenso así como papá se ponía a veces.
—Ronald, ya basta—gruñó por lo bajo, ¿no le dolía la garganta de tanto gruñir?, el niño arrugó la nariz y se sostuvo el rostro entre los nudillos de ambas manos, aplastando sus mejillas pensativamente un minuto, antes de hundirse por debajo de la mesa y gatear al asiento junto a Jimmy, para sentarse.
—¿Que estas…?—el niño cortó la pregunta de Jimmy abrazandolo de lado, el muchacho de ojos almendrados se echó abruptamente hacia atrás sorprendido del repentino gesto del niño—¿haciendo….?—terminó de preguntar todavía más confundido.
—No sé por qué estas triste Jimmy—le dijo el niño apretandose más contra el, entonces el chico de ojos almendrados dejo de darle palmaditas en la espalda y se tensó, pero Ronald lo abrazó con más fuerza—pero mi papá dice que un abrazo siempre nos hace sentir mejor—miró hacía arriba, y vió como Jimmy mostraba una sonrisa pequeña, aunque no se veía muy contento y soltaba una risa baja que había sonado triste, y así como la toronja.
—No estaría tan segura si fuera tú—dijo con una sorna amarga—Robin tiene la costumbre de malgastar el dinero—entonces mi ella y la platinada intercambiaron una mirada, y la última se veía bastante descontenta de repente—si sabes a lo que me refiero…—ambos mi padre y mi madre adoptaron igualmente una mirada de descontento.
—Ruslana…— comenzó mi padre en un tono tenso, pero mi tia lanzó las manos al aire.
—Solo lo recordaba—dijo absolviéndose de culpa, mi madre pareció inhalar profundamente antes de hablar.
—Quizá no es el recordatorio más prudente—dijo entonces, y ella solo rodó los ojos.
—No lo cambia—declaró con seriedad.
—Mamá…—comenzó Will por lo bajo dando un paso adelante, pero inmediatamente fue cortado por Robin quien sostuvo una mano arriba.
—Ya basta—gruñó en un tono más grave de lo normal, sus ojos azules sostuvieron los de mi tía con furia—esto no se habla aquí, mucho menos frente a los niños—declaró con una cabezada.
—¡Oi!—Will habló de nuevo en tono de reclamo—¿a quien llamas niño más o menos, se puede saber? Soy independiente y no soy un niño—esta vez parecía molesto de manera genuina, sentada en la esquina mi hermana mayor levantó una mano.
—Si, y yo tampoco—dijo y el siguiente en hablar fue Trenton.
—Pues yo tecnicamente soy mayor de edad…—habló por lo bajo, con un tono mucho más dócil que el de los otros.
—No tiene nada, que ver— volvió a hablar el tío con seriedad—no es importante, su tía y yo tenemos diferencias, eso es todo—me mordí el labio para que no saliera un bufido, de repente estaba irritada y enferma de que la gente no me dijera las cosas…Pero más allá de mi irritación me percaté de súbitamente de algo y mis ojos escanearon el cuarto.
—Tío—le dije congelandome en lugar, Robin se tronó el cuello tratando de relajarse cuando se volvió a mí, le había visto discutir con Ruslana toda su vida, pero jamás así de tenso—¿donde esta el niño? ¿No ha venido contigo?—todo en el espacio de segundos, la rubia mujer miraba por sobre el hombro de Robin con el ceño medianamente fruncido.
—¿Muchachos no estaba con ustedes?—preguntó con una voz calmada, McClay, que continuaba apoyado contra el librero lanzó las manos al aire conforme se enderezaba.
—Bianca y yo hemos estado practicando Esgrima toda la mañana—dijo acomodándose los lentes , yo di una cabezada.
—Eso es verdad, Bianca y yo llegamos a cruzarnos—ella asintió con rapidez, lo que me confirmó que eso era lo que originalmente iban a hacer en el bosque.
—¡No, Will, estaba contigo!—mi tío Robin se había vuelto con un ademán de señalar bruscamente al castaño de la chaqueta militar—¡Cuando llegamos estaba contigo!—por un minuto no pude obligarme a mi misma a decir algo, quede en blanco, nunca había visto a Robin así, habían pequeños tartamudeos entre sus gritos.
—Oh, Merlín…—escuché que susurraba la mujer, conforme miraba alrededor de la oficina—Ron, querido ¿estás escondiéndote?—se movía por la oficina, y Robin de repente hacía lo mismo, pero antes de que cualquier otra persona pudiese ayudar, ya el estaba básicamente aventándonos de lado a lado, por poco lógico que sonara a Ronald le gustaba el juego de las escondidas y habían suficientes personas en la pequeña oficina como para que el niño se acurrucara entre una y la pared.
—¿¡Will que hiciste con mi hijo!?—gritó Robin, le escuchó un estruendo conforme Tyler se enderezaba de debajo del escritorio de mi padre.
—A ver, cálmate viejo—le había dicho el castaños, sus ojos tan abiertos como los míos al verlo tan alterado—si, el niño estaba conmigo cuando llegamos pero me dijo que quería ir a buscar a Wanda, así que le dije que estaba bien—de repente mis ojos se encontraron con los ojos verdes de aquella mujer.
—Wanda ¿verdad?—me preguntó y yo asentí, su calmada expresión se había tornado sutilmente angustiada— Linda, ¿has visto al niño?—yo negué con la cabeza, mi ceño permanecía fruncido.
—No, estuve con un amigo toda la mañana, si el niño me estaba buscando entonces ha pasado por el comedor — le dije, un poco incómoda a pesar de que ella y Robin al parecer eran pareja desde hace un buen rato, para mi seguía siendo una extraña, y por mucho que pareciese una mujer bastante en sus cabales yo no era buena dándole votos de confianza a extraños.
Robin se paso las manos por la barba, su expresión estaba torcida por la preocupación y piel comenzaba a brillar con indicios de sudor.
—¿¡Como coño le dejas irse solo así!?—gritó—¡es un niño de seis años por Merlin, William! ¿si te dice que quiere tirarse de un puente vas a dejar que lo haga?—Regina colocó las manos sobre los hombros de mi tio.
—Robin, mi amor— le dijo dócilmente—nada ganas con armar un alboroto, vayamos a buscar al niño que es lo importante—vi como mi madre asintió.
—Gina tiene razón, vamos a separarnos y buscamos a Ronald por el castillo—declaró con calma, mi padre dió un paso adelante y le tomó de la mano.
—Hannah tiene razón—dijo, dandole una mirada de seguridad a mi tio—es un niño, no pudo haber ido muy lejos, además estamos en el castillo—sonrió levemente—seguro esta jugando por allí—Robin soltó un gruñido frustrado, pasándose una vez más la mano por el rostro.
—No lo entienden—declaró, negando violentamente con la cabeza—puede ser peligroso, tenemos que encontrarlo, tenemos que…—mi tio estaba listo para empujar a todo el mundo fuera de su camino y dirigirse a la puerta cuando mi padre lo detuvo.
—Robin—dijo tomándole de los hombros para que dejara de moverse—cálmate hombre, hay que pensar con cabeza fría a donde iría—le miró de nuevo con esa mirada que él utilizaba para calmar a la gente—tus hijos y los mios no han tenido que crecer en el mismo mundo mágico que tú y que yo gracias a Merlín—vi como el tío se tensó y apartó la mirada a un punto lejos sobre la cabeza de mi padre—donde quiera que Ronald este, va a estar bien—pero Robin no levantó la mirada, me quedé en silencio, el ceño fruncido observando la escena, merlin algo andaba mal, algo andaba muy mal.
—¡Oi!—la voz de Will fue lo que volvió a captar mi atención, logrando que me volviera hacia la puerta—yo se que todo el mundo tiene la razón y que todos tenemos sentimientos y esa mierda, pero ¿vamos a buscar al niño de una buena vez o no? de aqui a que terminamos de discutir ya se lo ha devorado el calamar gigante—la tía Rus fue la primera en salir por la puerta a largas zancadas sobre sus tacones negros, fulminando a su hijo con la mirada y sosteniendo un dedo arriba.
—Ni siquiera se te ocurra bromear sobre eso de nuevo William Korshanova— y a pesar de que esta familia tenía sus diferencias, todos fuimos entonces en direcciones diferentes, buscando algo que todos teníamos en común:
Al niño.
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Orange juice and it's crimes: Rather than a brain, the scarecrow needed a heart, rather than fairy dust, Peter Pan needed Wendy, meanwhile the wizard of oz and the little lost boy? They seemed powerless to help.
Three idiots and a baby
El pequeño niño de ojos oscuros y cabello azabache se abrió paso con dificultad entre todavía más figuras altas y arrugó la nariz con disgusto conforme lo hacía, la gente mediana (esa que no era adulta ni niña como él) era extraña, siempre iban de mal humor, cuchicheando en grupos de varias personas, además ya le habían empujado como cinco veces y se veían como gigantes desde allí abajo.
—Ay…—susurró por lo bajo con un suspiro, conforme se pegaba de espaldas a la pared para evitar que un grupo de chicos que corrían y se daban empujones se lo llevaran por delante—¿por qué la gente alta es tan desconsiderada?—se preguntó a si mismo mientras que bufaba y se encarama al borde de las paredes y caminaba balanceándose con ambas manos a sus costados como alas, estiró el cuello en busca de una cabeza con rulos desordenados, pero cuando no le dió resultado volvió a saltar al suelo y se encogió en cuatro, como un labrador para rastrear, buscando las botas negras que siempre iban “BOOM, BOOM” y se parecían a las que usaba papá, pero miró y miró y no encontró, entonces gateo con cuidado hacía una de las esquinas del pasillo, donde se sentó, con las rodillas apretadas al pecho. pensando con frustración cómo encontrar a Wen... ¡el comedor! La idea le vino de repente y se enderezó, sonriendo para si mismo a cuan inteligente era, ellos habían estado allí la última vez que había estado en el colegio, saltó levantándose y estirando el cuello para ver las cabezas de las personas medianas; Entonces divisó entre todas a una rubia dorada, que llevaba lentes como los de la tía Ruslana, y que había parado a la mitad del pasillo para meter algo en su bolsillo, dió largas zancadas hacia donde ella estaba y le jaló de la ropa, ella bajó a mirarlo con dos ojos grandes verdes, pero no así como una manzana, otro tipo de verde, un verde bonito, las manzanas eran puaj.
—Hola—le dijo con dulzura, Ronald sonrió, muy pocas personas medianas eran amables con él, algún día iba a entrar a Hogwarts y entonces cuando el fuera una persona mediana, él iba a ser mejor con la gente pequeña—¿como te llamas, puedo ayudarte?—el azabache infló el pecho y se puso derecho, poniéndose de puntas para no parecer tan bajo y extendiendo la mano muy formalmente a la rubia.
—Me llamo Ronald—le dijo manteniendo su sonrisa—¿usted como se llama señorita de lentes?—la rubia entonces dió un ligero respingo, y Ron volvió la cabeza a un lado conforme la vió meterlos en el bolsillo—¿Puede ver sin eso?—dijo maravillado, seguro ella tenía algún tipo de super poder, porque según le había dicho siempre tía Ruslana, la gente que necesitaba lentes no podía ver sin ellos.
—Me llamo Azzura—ella se encogió entonces a su altura ¡que simpática! Estrechando su mano con aquella sonrisa dulzona que se parecía a esa que le daba Regina de vez en cuando—Y si puedo, a veces las cosas se ponen un poco borrosas cuando no los tengo, pero solo los uso para leer, y por favor no me trates de usted, no hace falta—el niño azabache saltó emocionado.
—¿Te gusta leer cuentos?—preguntó, la rubia rió por lo bajo.
—Pues si…Algo así—le dijo—¿Por qué, a ti también?—Ronald torció la boca y se encogió de hombros.
—Pues…Igual algo así—dijo ligeramente avergonzado, todavía le costaba leer a pesar de lo parlanchín que podía ser y de que le solían decir que parecía más grande que los de su edad —eso porque papá era un gigante, y un día el iba a ser como él— , pero no le gustaba que la gente supiera eso—hay alguien que me los lee, y es que la estoy buscando…¿Puede decirme como llegar al comedor señorita Azzura?—ella asintió, y él sonrió mirándole hacia arriba.
—Ya casi estás allí—comenzó a explicarle, como toda una profesional, pensó el niño—ve derecho, doblas a esta esquina y derecho otra vez, vas a ver una puertas muy grandes y ahí es—miro hacía el techo un momento, obedientemente repitiéndose las instrucciones a sí mismo.
—¡Gracias señorita Azzura!—terminó, dando un saltito y plantando un beso en su mejilla, ella pareció sorprendida y el niño se sonrojo—perdón…—la rubia negó.
—No pasa nada—le dijo risueña—¿quieres que te acompañe?—preguntó y el azabache negó.
—No, no, yo puedo llegar—le dijo y se echó a correr en la dirección que le indicaron, mirando atrás una vez y saludando a la rubia con la mano—¡Adiós señorita Azzura!—se despidió antes de doblar a la esquina del muro.
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Ronald Korshanova se adentró por la gran puerta de madera para circular por el comedor como si fuese por su casa, mirando el techo, las paredes y todos sus alrededores con maravilla ¡No podía esperar a entrar a Hogwarts! No sería como las aburridas lecciones con papá y Regina en casa, ¡cuando por fin pudiera entrar iba a ser fantástico! El iba a ser el mejor hechicero de todos. La mayoría de las personas medianas estaban en su conversación, pero unas pocas habían subido los ojos y le miraban extrañado, ¿que nunca habían visto a un niño?
—De tin, marin, de don pingüé—comenzó a cantar por lo bajo para si mismo mientras que parado en el centro del comedor apuntaba entre las mesas—cúcara, mácara, títere….fue—terminó de cantar apuntando el dedo indice a la mesa de los leones, y se dirigió hacía allí, caminando a zancadas a lo largo de la mesa, hasta que una particular conversación le llamó la atención:
“― ¡Yo no..! ¿Quién dijo qué...? ¡Ted!
― ¿Podrían dejar de discutir ambos? ¡Vete a tu mesa, Ame!
― Ahora que lo conocí a él, No lo haré, es una mala influencia para ti.
― ¿YO?
― Sí, tú.”
Ronald se detuvo sobre sus pasos, observando como los tres chicos discutían, suspiró melodramaticamente, las personas medianas siempre andaban de mal humor y el no entendía porque, de cualquier manera se dejó caer junto al azabache de ojos alargados.
—¡Hola!—saludó entonces con entusiasmo, como si le fuera de los más natural sentarse con los grandes, pero ninguno de los dos muchachos castaños le saludó o levantó el rostro de sus asuntos, aquel muchacho de cabello liso y ojos alargados por otra parte le miró con alegría.
—¡Ted, mira!—dijo, y el niño le miró extrañado ¿habría algún hechizo de inmunidad? El no parecía triste como todos los demás, y pues si lo había, quería que le dijeran cuál era, el no quería volverse amargado cuando se convirtiera en persona mediana—¡Un niño! ¿lo viste?—parecía estar hablándole al castaño de pelo enrulado a su lado, pero él no levantaba la mirada, sin embargo para este punto Ronald ya tenía otras preocupaciones, tomó al muchacho de el rostro haciendo que le mirara de vuelta y apretando sus mejillas con la palma, causando que su boca quedara como la un pez.
—¿Por qué?—preguntó curioso ¿sería de verdad posible que las personas medianas de este salón nunca hubieran visto un niño antes?—¿nunca has visto uno?—aquel muchacho parecía una buena persona, parecía dulce, igual que la chica rubia de hace un rato.
—Pues si—le respondió el muchacho de ojos alargados mientras que asentía—pero no aquí en Hogwarts—el niño asintió escuchando las palabras una a una, y llevo las manos hacía las puntas de sus ojos, alargándolos y encogiéndolos para hacerlos redondos, pero no cambiaban.
—Tus ojos son raros—le dijo sin malicia, conforme continuaba lo que estaba haciendo, el muchacho simpático le sonrió.
—¿Tu crees?—preguntó, y el niño asintió frenéticamente y le sonrió de vuelta.
—Si, son bastante raros—se dejó pensarlo un momento detenidamente, con seriedad y luego sonrió llegando a una conclusión—me gustan—el muchacho alegre procedió a darle un apretón afectivo en la nariz, haciendo que se riera, luego el niño le quitó las manos de la cara, y se volvió a sentar en la mesa cruzando los brazos sobre ella, y mirando por encima del muchacho simpático.
—¿El es Ted?—preguntó, y entonces el chico de los ojos alargados abrió la boca, pero antes de que pudiera hacerlo, el castaño azabache frente a ellos respondió como tratando de evitar que el lo hiciera.
—Si lo es— dijo apresuradamente, su voz era ronca y parecía estar de mal humor, había hablado en un gruñido—¿que haces tu aquí niño?—Ronald apoyó barbilla entre sus manos, y volvió la cabeza a un lado pensativamente.
—¡Yo me acuerdo de ti!—exclamó de repente, el castaño azabache de ojos almendrados simplemente enarcó ambas cejas en silencio—¡Tu eres Jimmy! ¿me recuerdas?—dijo señalandolo con el dedo, Jimmy hizo una mueca y pareció inhalar profundamente mientras que cerraba los ojos.
—Si, te recuerdo.. y es James…—corrigió entre dientes, y Ronald frunció la nariz, Jimmy parecía estar molesto y el niño no entendía porque, él siempre estaba con Wen y Ron lo recordaba riendo y haciendo bromas con su hermana la rubia de nariz chiquita.
—¿Por qué estas gruñón Jimmy?—preguntó con preocupación el niño, inclinándose más al frente, el solo hizo otra mueca, pero esta fue más disimulada ¿que no tenía otras expresiones?
—Yo no estoy gruñón niño—gruñó Jimmy tomando un sorbo de jugo de naranja y Ron solo se resignó con un suspiro profundo, volviéndose de nuevo a la única persona mediana que era simpática a su alrededor, e hizo ademán de que se acercara para susurrarle en el oído.
—Oye ¿por qué todo el mundo esta triste?—ambos intercambiaron una mirada.
—No se—le dijo el muchacho por lo bajo—me he estado preguntando lo mismo, mi teoría es que el jugo hay un componente que los pone a todos tristes—el niño miró disimuladamente hacia Jimmy, que tomaba otro sorbo de jugo de naranja, y terminó por asentir a pesar de no entender la mitad de lo que le habían dicho, luego extendió un dedo al muchacho de ojos alargados.
—Soy Ronald, por cierto—le dijo con una sonrisa, él lo tomó y lo estrecho sin decir mucho.
—Yo me llamo Ame—el niño entonces llevo la mirada hacía los cubiertos junto al plato de Ame y los señaló.
—¿Puedo agarrar eso Ame?—preguntó con educación mirándole hacia arriba.
—¡Claro!—le dijo contento, entonces Ronald se puso de rodillas sobre el banco de la mesa, y tomando el tenedor por la punta del tridente, estiro la mano para comenzar a molestar a Ted con el mango, con la intención de llamarle la atención.
—Oye tu—le dió unas tres veces más—Oyeeeee Teeeed— por fin el muchacho de rulos levantó la mirada, su mandíbula estaba apretada y sus ojos abiertos en irritación.
—¿Que?—preguntó con una voz gruesa, sus ojos cambiaron de color, el niño sonrió al reconocer esa cosa que también Wen sabía hacer, él nunca había podido, no importa cuantas veces apretaba los ojos frente al espejo.
—Estoy buscando a mi prima Wanda—declaró con seriedad, para hacerles saber que era un asunto importante, pero dió un respingo leve, cuando Jimmy levantó la mirada abruptamente, y algo le había pasado a sus ojos, Ronald nunca había sabido cómo describir esa mirada que venía a veces en personas medianas y adultas, era tan notable como la ramita de tristeza, pero diferente, era la mirada con la que papá veía a veces a Regina. Pero en vez de decir algo Jimmy se aclaró la garganta como si nada y volvió a su jugo, así que Ronald volvió a Ted—¿ella es tu mejor amiga, verdad?—el chico que sabía hacer lo mismo que Wen, enarcó una ceja sin particular interés, había vuelto a sus asuntos. Lo que hizo que Ronald arrugara la nariz con disgusto, bah.
—Si—dijo con simpleza.
—¿Entonces puedes ayudarme a encontrarla?—le preguntó, pero Ted no articuló una palabra y fue de nuevo Ame quien respondió a su pregunta.
—¡Sii Ted!—exclamó—¿Por qué no ayudamos a Ronald a buscar a….—se detuvo un momento y volvió sus ojos hacia abajo en su dirección—¿como dijiste que se llamaba?—preguntó.
—Wanda—contestó de nuevo con seriedad—Wanda Longbottom—Ame se volvió una vez más a Ted.
—¡A Wanda!—exclamó de nuevo con el mismo entusiasmo—¡ayudemosle a buscar a Wanda!—Ted les miró un momento, con ojos malhumorados por encima de sus asuntos.
—No—dijo con simpleza—estoy ocupado y tengo que irme—y había procedido a levantarse de la mesa, el azabache de ojos alargados no tardó en seguirle.
—¡Bueno!—dijo contento—¡vamos entonces!—el azabache volvió la mirada hacía Ame y Ronald pensó que tenía suerte de que las miradas no pudieran hacer daño.
—No—gruñó de malas—tu te quedas—el niño se preguntó de nuevo porque todo el mundo estaba tan gruñón, las personas medianas eran raras sin dudas.
—¿Por qué?—preguntó Ame.
—Porque sí—declaró Ted—tu te quedas y yo me voy hacia allá—se dispuso entonces a dirigirse a la puerta y Ame saltó detrás.
—¡Yo te acompaño!—dijo—y ya que te vas para allá, vamos a buscar a Wanda—Ronald escuchó como el castaño gruñía.
—No, te dije que estoy ocupado—hablaba entre dientes con irritación—tengo cosas que hacer, pierdete— pero Ame no hizo ni caso.
—Ah, pues yo te acompaño igual—vió como se volvió a el con su sonrisa que permanecía—¡Adios Ronald!—le dijo conforme se alejaba detrás de Ted.
—¡Hasta luego Ame!—respondió con una sonrisa, saludando con la mano hasta que lo perdió de vista.
Entonces el niño se volvió a Jimmy, que estaba murmurando algo por lo bajo con mala cara.
—¿Y tú puedes ayudarme Jimmy?—un sonido había surgido de la parte de atrás de su garganta, apoyó el vaso contra la mesa.
—Olvidalo niño—le dijo—realmente no soy el indicado para eso—el niño echó la cabeza a un lado, mirándole confundido.
—Pero ¿por qué no Jimmy?—preguntó—tu y Wen siempre estaban juntos antes, tu deberias de saber dónde está ¿no?—Ronald frunció el ceño cuando Jimmy de repente apartó los ojos, con una expresión que no mostraba nada, y se sintió preocupado de que lo hubieran petrificado—¡Jimmy, Jimmy!— exclamó alargando la mano para chasquear los dedos en su dirección, el castaño de ojos almendrados suspiró, alborotando el pelo y aclarándose la garganta, antes de volver a mirarlo.
—Es James—dijo en un tono terminal por un momento, luego su voz se debilitó, como cuando uno pierde en un juego, pensó el niño, perder en un juego era lo peor, puaj—y algunas cosas cambian niño…—Ronald apretó los labios, cruzando los brazos sobre la mesa.
—Pero…¿Por qué?—le preguntó, no tenía sentido, uno no dejaba a las personas, se cambiaba de juguetes y de ropa, pero las personas siempre eran las mismas porque cuando él peleaba con alguno de sus amigos siempre compartía un helado con ellos luego y ya estaba, si era tan facil arreglar eso ¿por qué Wen y Jimmy ya no eran amigos?—yo pensé que tú la querías mucho—Jimmy se había vuelto entonces a él, pegando la mano con un impacto no muy alto sobre la mesa, estaba tenso así como papá se ponía a veces.
—Ronald, ya basta—gruñó por lo bajo, ¿no le dolía la garganta de tanto gruñir?, el niño arrugó la nariz y se sostuvo el rostro entre los nudillos de ambas manos, aplastando sus mejillas pensativamente un minuto, antes de hundirse por debajo de la mesa y gatear al asiento junto a Jimmy, para sentarse.
—¿Que estas…?—el niño cortó la pregunta de Jimmy abrazandolo de lado, el muchacho de ojos almendrados se echó abruptamente hacia atrás sorprendido del repentino gesto del niño—¿haciendo….?—terminó de preguntar todavía más confundido.
—No sé por qué estas triste Jimmy—le dijo el niño apretandose más contra el, entonces el chico de ojos almendrados dejo de darle palmaditas en la espalda y se tensó, pero Ronald lo abrazó con más fuerza—pero mi papá dice que un abrazo siempre nos hace sentir mejor—miró hacía arriba, y vió como Jimmy mostraba una sonrisa pequeña, aunque no se veía muy contento y soltaba una risa baja que había sonado triste, y así como la toronja.
—Lo aprecio niño—le dijo haciéndole una especie de cariño en el pelo a medias—pero yo estoy perfectamente bien—Ronald frunció la nariz, y no le creyó, pero terminó por sonreírle con ternura, mostrando sus manipulativos hoyuelos.
—¿Vas a ayudarme entonces Jimmy?—el castaño bufó con una mueca.
—Bah, ya que— dijo con resignación conforme ambos se levantaban para salir del comedor.
—¿Vas a ayudarme entonces Jimmy?—el castaño bufó con una mueca.
—Bah, ya que— dijo con resignación conforme ambos se levantaban para salir del comedor.
OJO, CONTINUA
Hakuna Matata Bitch
Re: This Means War {Novela Colectiva de HP, 3ra Generación}
El niño se aferra la mano de Jimmy, y a los ojos de un observador lejano, parecería que estaban en una forma de lucha libre, el brazo del castaño de ojos almendrados se mueve a diestra y a siniestra con cada salto que el niño da, conforme el trata de que este se quede quieto.
—Ve más despacio niño me vas a arrancar el brazo—Ronald mira hacia arriba cuando escucha la voz del mayor, y arruga la nariz.
—¿Por qué no te gusta correr Jimmy?—le preguntó curioso el recordaba a Jimmy siendo divertido, pero ahora se veía gris y una pequeña preocupación se construyó en el pecho del niño ¿era la edad la que le hacía eso a las personas? Porque si lo era de repente entendía porque Peter Pan no quería crecer, y de repente el tampoco quería—correr es más divertido que caminar ¿no te parece?—el castaño le miró hacía abajo, con una ceja enarcada y su boca se torció en algo que se parecía en una sonrisa, entonces Ronald se preguntó cuando podría el mirar a la gente hacía abajo, para alguien que no quería crecer, al mismo tiempo estaba cansado de ser tan pequeño.
—Porque nos vamos a ir de boca niño—le dijo con una leve sorna—y yo no quiero heridas ni para ti ni para mi, ya tengo suficientes de esas con los partidos de Quidditch—Ronald dió un salto de emoción.
—¡A mi me encanta el Qudditch!—le informó al mayor, y esto pareció darle un poco de risa, la soltó por lo bajo.
—¿A si?—le preguntó, y el niño se apresuró a asentir de manera frenética—pues mira, yo soy el Capitán del equipo de Gryffindor—dijo con un tono autosuficiente, pero no necesariamente alto, la emoción retumbó en el pecho de Ronald.
—¿Si?—le preguntó en un susurro, y James asintió su ceño se frunció un poco, seguro porque no sabía que susurraba porque estaba apunto de preguntarle algo super confidencial—Oye…Y…¿Tu crees que puedas darme un puesto en el equipo cuando yo entre al colegio?—el mayor mantenía una ceja enarcada, y de repente soltó una risa de la parte de atrás de la garganta, aunque Ronald no estaba seguro de que era lo que encontraba tan divertido.
—Bueno lo podemos negociar—dijo con sorna (la cual el niño no reconoció)—pero primero tendrías que demostrarme que tan bueno eres, en el equipo de los leones solo hay lo mejor de lo mejor—le dijo igualmente por lo bajo al niño, quien infló el pecho con orgullo, y mostró una sonrisa que pareció arrancada del rostro de su padre.
—¡Así va a ser!—declaró con convicción—¡Ya verás Jimmy, para cuando cumpla once voy a ser el mejor de los mejores, incluso de ganaré!—un sonido que Ronald no supo indentificar salió de la garganta de Jimmy y este le revolvió el pelo antes de revolverselo el.
—Woah—le dijo con un gesto de la mano libre—quizá quieras bajar un poco la velocidad niño—Ronald pegó otro salto.
—No, así va a ser, ya verás—el mayor soltó un bufido, pero no exactamente fue pesado, como los que soltaba papá cuando llegaba del trabajo, fue diferente, y entonces volvió a revolverse el pelo…¿no le dolía la mano de hacer tanto eso?
—¿Que todos en tu familia son cabeza dura?—el niño le miró confundido, ¿que clase de pregunta era esa? Apretó los labios y se dió dos golpecitos, como quien toca una puerta toc, toc, en el craneo para luego encogerse de hombros.
—Pues no se…¿Hay craneos suaves?—de nuevo esa sonrisa desanimada apareció en el rostro del mayor.
—Olvidalo niño—le dijo con simpleza, y Ronald hizo eso mismo, pero anotó en su cabeza preguntárselo a Wen o a papá después…Se seguía imaginando cabezas hechas de malvaviscos..Eran blancos así como los huesos ¿no? y si era así…¿podría comerse? De repente la voz del mayor cortó la inspiración de sus preguntas personales cuando este se paró en seco—Espera un momento…El que esta guiando el camino eres tu ¿a donde vamos?— el niño le miró hacía arriba con una sonrisa.
—Papá y yo estamos aquí porque los primos tienen que conocer a Gina—le informó—creo que todos estan en la oficina del tío Neville, teníamos que hacerlo en Hogsmade pero McGonagall no dejó que los primos salieran—el mayor enarcó una ceja y el pequeño imitó su gesto divertidamente.
—Si sabías dónde estaban ¿entonces que hago yo aquí niño?—le preguntó Jimmy, Ronald torció la boca y bajó la mirada.
—Es que no quería estar solito...—le dijo por lo bajo, y luego le volvió a mirar hacía arriba, con un pequeño rubor en las mejillas—No estas molesto conmigo…¿Verdad Jimmy?—el mayor suspiró y se alborotó el pelo (¿otraaa veez?, merlín la gente mediana era rara ¿el punto del pelo no era peinarlo?)
—Nah, no pasa nada—dijo, con algo entre relaje y resignación según lo percibieron los oídos del niño, que se mordió la mejilla interior, inseguro de que pensar, el mayor todavía no se veía contento.
—Es que papá nos dijo a Will y a mi que teníamos un rato antes de encontrarnos con los primos en la oficina del tio, y yo le pregunté si podíamos esperar ahí, y pues me ha dicho que si, pero luego me dijo que no podía pintar porque la otra vez le manche el escritorio—Ronald se encogió de hombros—y yo no quería que papá me riñera pero me aburrí y entonces le dije a Will que fuéramos a buscar a Wen, porque me acordé de que ella siempre esta sola en las mañanas y como esta enfermita yo no quería que ella estuviera sola y…—el mayor entonces le cortó.
—Espera un momento—dijo con repentina seriedad, y su ceño se frunció, el niño dejo de hablar cerrando la boca con un chasquear adrede de los dientes—¿a que te refieres con que esta enferma?—el niño se quedo pensativo, no estaba seguro de si era una buena idea contarle a Jimmy sus sospechas y suposiciones, si eso pasaba todo el colegio iba a entrar en pánico…¡Y uy no! el no quería asustar a nadie, que te asustaran no era divertido. —Ronald ¿que le pasa a Wanda, ella esta bien?—el mayor hablaba por lo bajo, como si no quisiera que nadie se enterara, eso hizo pensar al niño que quizá podía confiar en Jimmy.
—Pues es que no se si debería decirte…—dijo el niño dando otro saltito, luego bajó la voz—es que no puedes decirle a nadie….Pero ella tiene una ramita de tristeza en los ojos—los hombros del mayor bajaron y ya no parecía como si los estuviera sosteniendo una cuerda tensa.
—Ohh, eso—el niño dió una cabezada, y al ver lo calmado que estaba Jimmy ante un asunto tan serio, supo que estaba calificado para saber la verdad, toda la verdad.
—Comienzo a sospechar que es una equidemia en el colegio—confió a Jimmy sus suposiciones por lo bajo, el mayor echó la cabeza a un lado con una expresión levemente confusa.
—¿Equidemia?—preguntó—estoy bastante seguro de que se dice epidemia niño—por un momento el menor y el mayor se miraron mutuamente con confusión.
—¿Eso es lo que le da a todo el mundo?—preguntó el niño, para asegurarse de que como sea que se dijera hablaran de la misma cosa
—Si…
—Entonces eso—cerró con otra cabezada—la cosa es que tu amigo el castaño gruñón lo tiene—le dijo con seriedad, el castaño frunció el ceño una vez más, mirandolo esta vez con una expresión extrañada, el shock de aquella seria noticia era inevitable. Pensaba el niño.
—¿Ted?—preguntó—¿Por qué lo dices niño?—Ronald dió una cabezada de nuevo, en afirmación.
—Si—luego le dio una mirada seria al mayor—y tu también—declaró, y aquel ceño fruncido se hizo permanente en la cara de Jimmy.
—Que inventas niño, yo no tengo nada—dijo de manera testaruda mirando a otro lado y cruzándose de brazos, negación. Pensó el niño.
—Si—lo contradijo—si tienes, porque estas como todo el mundo—Ronald se encorvó para su demostración y bajo la cara—todos estan asi encogidos y con caras largas—dio un suspiro largo—Ame y yo pensamos que es el jugo, no deberían de tomar más jugo—el mayor se enderesó de golpe.
—Yo no estoy triste niño—le dijo sin todavía mirarlo directamente, luego se encogió de hombros—yo estoy bien, ya te lo dije—y antes de que el pudiese objetar o decir algo otra voz interrumpió la conversación.
La muchacha que no era ya persona mediana, sino persona adulta, se acercó a ellos a zancadas y dobló, entonces Ronald sintió como le levantaban de suelo y esa misma persona lo estrechaba contra ella, luego de soltarlo Hazel se enderezó, observando a jimmy con cara de sorpresa.
—¡James!—el castaño dejó de revolverse el pelo, y levantó la misma mano en saludo, por su expresión Ronald se dió cuenta de que estaba incomodo—¿tu lo encontraste?—ahora el se rascaba la nuca, eso también lo hacían mucho los chicos medianos, y Ronald no entendía porque, ni que picara tanto.
—Bueno…—dijo apretando los labios—más bien el me encontró a mi…—Hazel había abierto la boca, pero luego se escucharon otras voces a lo lejos, el niño se volvió curiosamente a un costado de Hazel cuando vio tres figuras a lo lejos.
—Una de ellas era una chica de estatura considerablemente alta, pero no lo suficiente, sus pasos son marcados por sus pesadas botas militares, va jugando con un objeto fino y alargado con un mango, dos de sus dedos recorren una de las puntas de la cosa y sus ojos van grandes en curiosidad, entre tanto su cuerpo da saltos para alejarse de la figura que va a su lado, un muchacho que le pisa los talones—
Parecen estar teniendo una conversación, y los ojos grises de Wen —como el niño lo sospechaba aparentemente seguía enferma, con una ramita de tristeza en los ojos— van fijos en Angel, el es como el hijo de Gina por lo menos así se resigna a verlo Ronald, ya que no entiende cuando papá trata de explicarle que Angel y Bianca no eran realmente “hijos” de ella de la misma manera que pasaba con ellos dos, pero al final del día, el simplemente se encoge de hombros, él no tiene mamá, así que quizá Gina no era una mamá aunque le pareciera eso a el después de todo.
Ángel trata de quitarle el objeto filoso a Wen, pero ella no quiere dárselo, el niño entrecierra los ojos y se emociona al ver que se trata de una espada, como esa que está en el cuento de nunca jamás, como esa que Peter utiliza para ganarle a todos los malos.Ángell levanta a Wen del suelo, y Ronald se pregunta si trata de hacerla volar —quizá no sabe que necesita polvo de hadas para eso, si no tiene una escoba— Wen se vuelve a Ángel y ellos hablan otra vez, entonces el corazón del niño da un salto ¡Quizá ellos tres podrían irse a combatir piratas en nunca jamás algún día!.
—¡Mira Jimmy!—dice el niño con emociónvolviéndosee al mayor—ahí esta Wen—pero cuando vuelve queda confundido, la expresión de Jimmy estaba en blanco, y algo raro le había pasado a sus ojos, el niño le miró con preocupación—¿estás bien Jimmy?—pero el mayor había apartado la mirada, con un sonido por la parte de atrás de la garganta.
—Dejame en paz niño—y luego se fue con rapidez doblando a la esquina, el niño echó la cabeza a un lado, preguntándose que había hecho para que Jimmy se molestara con el.
——
OJO, CONTINUA
—Ve más despacio niño me vas a arrancar el brazo—Ronald mira hacia arriba cuando escucha la voz del mayor, y arruga la nariz.
—¿Por qué no te gusta correr Jimmy?—le preguntó curioso el recordaba a Jimmy siendo divertido, pero ahora se veía gris y una pequeña preocupación se construyó en el pecho del niño ¿era la edad la que le hacía eso a las personas? Porque si lo era de repente entendía porque Peter Pan no quería crecer, y de repente el tampoco quería—correr es más divertido que caminar ¿no te parece?—el castaño le miró hacía abajo, con una ceja enarcada y su boca se torció en algo que se parecía en una sonrisa, entonces Ronald se preguntó cuando podría el mirar a la gente hacía abajo, para alguien que no quería crecer, al mismo tiempo estaba cansado de ser tan pequeño.
—Porque nos vamos a ir de boca niño—le dijo con una leve sorna—y yo no quiero heridas ni para ti ni para mi, ya tengo suficientes de esas con los partidos de Quidditch—Ronald dió un salto de emoción.
—¡A mi me encanta el Qudditch!—le informó al mayor, y esto pareció darle un poco de risa, la soltó por lo bajo.
—¿A si?—le preguntó, y el niño se apresuró a asentir de manera frenética—pues mira, yo soy el Capitán del equipo de Gryffindor—dijo con un tono autosuficiente, pero no necesariamente alto, la emoción retumbó en el pecho de Ronald.
—¿Si?—le preguntó en un susurro, y James asintió su ceño se frunció un poco, seguro porque no sabía que susurraba porque estaba apunto de preguntarle algo super confidencial—Oye…Y…¿Tu crees que puedas darme un puesto en el equipo cuando yo entre al colegio?—el mayor mantenía una ceja enarcada, y de repente soltó una risa de la parte de atrás de la garganta, aunque Ronald no estaba seguro de que era lo que encontraba tan divertido.
—Bueno lo podemos negociar—dijo con sorna (la cual el niño no reconoció)—pero primero tendrías que demostrarme que tan bueno eres, en el equipo de los leones solo hay lo mejor de lo mejor—le dijo igualmente por lo bajo al niño, quien infló el pecho con orgullo, y mostró una sonrisa que pareció arrancada del rostro de su padre.
—¡Así va a ser!—declaró con convicción—¡Ya verás Jimmy, para cuando cumpla once voy a ser el mejor de los mejores, incluso de ganaré!—un sonido que Ronald no supo indentificar salió de la garganta de Jimmy y este le revolvió el pelo antes de revolverselo el.
—Woah—le dijo con un gesto de la mano libre—quizá quieras bajar un poco la velocidad niño—Ronald pegó otro salto.
—No, así va a ser, ya verás—el mayor soltó un bufido, pero no exactamente fue pesado, como los que soltaba papá cuando llegaba del trabajo, fue diferente, y entonces volvió a revolverse el pelo…¿no le dolía la mano de hacer tanto eso?
—¿Que todos en tu familia son cabeza dura?—el niño le miró confundido, ¿que clase de pregunta era esa? Apretó los labios y se dió dos golpecitos, como quien toca una puerta toc, toc, en el craneo para luego encogerse de hombros.
—Pues no se…¿Hay craneos suaves?—de nuevo esa sonrisa desanimada apareció en el rostro del mayor.
—Olvidalo niño—le dijo con simpleza, y Ronald hizo eso mismo, pero anotó en su cabeza preguntárselo a Wen o a papá después…Se seguía imaginando cabezas hechas de malvaviscos..Eran blancos así como los huesos ¿no? y si era así…¿podría comerse? De repente la voz del mayor cortó la inspiración de sus preguntas personales cuando este se paró en seco—Espera un momento…El que esta guiando el camino eres tu ¿a donde vamos?— el niño le miró hacía arriba con una sonrisa.
—Papá y yo estamos aquí porque los primos tienen que conocer a Gina—le informó—creo que todos estan en la oficina del tío Neville, teníamos que hacerlo en Hogsmade pero McGonagall no dejó que los primos salieran—el mayor enarcó una ceja y el pequeño imitó su gesto divertidamente.
—Si sabías dónde estaban ¿entonces que hago yo aquí niño?—le preguntó Jimmy, Ronald torció la boca y bajó la mirada.
—Es que no quería estar solito...—le dijo por lo bajo, y luego le volvió a mirar hacía arriba, con un pequeño rubor en las mejillas—No estas molesto conmigo…¿Verdad Jimmy?—el mayor suspiró y se alborotó el pelo (¿otraaa veez?, merlín la gente mediana era rara ¿el punto del pelo no era peinarlo?)
—Nah, no pasa nada—dijo, con algo entre relaje y resignación según lo percibieron los oídos del niño, que se mordió la mejilla interior, inseguro de que pensar, el mayor todavía no se veía contento.
—Es que papá nos dijo a Will y a mi que teníamos un rato antes de encontrarnos con los primos en la oficina del tio, y yo le pregunté si podíamos esperar ahí, y pues me ha dicho que si, pero luego me dijo que no podía pintar porque la otra vez le manche el escritorio—Ronald se encogió de hombros—y yo no quería que papá me riñera pero me aburrí y entonces le dije a Will que fuéramos a buscar a Wen, porque me acordé de que ella siempre esta sola en las mañanas y como esta enfermita yo no quería que ella estuviera sola y…—el mayor entonces le cortó.
—Espera un momento—dijo con repentina seriedad, y su ceño se frunció, el niño dejo de hablar cerrando la boca con un chasquear adrede de los dientes—¿a que te refieres con que esta enferma?—el niño se quedo pensativo, no estaba seguro de si era una buena idea contarle a Jimmy sus sospechas y suposiciones, si eso pasaba todo el colegio iba a entrar en pánico…¡Y uy no! el no quería asustar a nadie, que te asustaran no era divertido. —Ronald ¿que le pasa a Wanda, ella esta bien?—el mayor hablaba por lo bajo, como si no quisiera que nadie se enterara, eso hizo pensar al niño que quizá podía confiar en Jimmy.
—Pues es que no se si debería decirte…—dijo el niño dando otro saltito, luego bajó la voz—es que no puedes decirle a nadie….Pero ella tiene una ramita de tristeza en los ojos—los hombros del mayor bajaron y ya no parecía como si los estuviera sosteniendo una cuerda tensa.
—Ohh, eso—el niño dió una cabezada, y al ver lo calmado que estaba Jimmy ante un asunto tan serio, supo que estaba calificado para saber la verdad, toda la verdad.
—Comienzo a sospechar que es una equidemia en el colegio—confió a Jimmy sus suposiciones por lo bajo, el mayor echó la cabeza a un lado con una expresión levemente confusa.
—¿Equidemia?—preguntó—estoy bastante seguro de que se dice epidemia niño—por un momento el menor y el mayor se miraron mutuamente con confusión.
—¿Eso es lo que le da a todo el mundo?—preguntó el niño, para asegurarse de que como sea que se dijera hablaran de la misma cosa
—Si…
—Entonces eso—cerró con otra cabezada—la cosa es que tu amigo el castaño gruñón lo tiene—le dijo con seriedad, el castaño frunció el ceño una vez más, mirandolo esta vez con una expresión extrañada, el shock de aquella seria noticia era inevitable. Pensaba el niño.
—¿Ted?—preguntó—¿Por qué lo dices niño?—Ronald dió una cabezada de nuevo, en afirmación.
—Si—luego le dio una mirada seria al mayor—y tu también—declaró, y aquel ceño fruncido se hizo permanente en la cara de Jimmy.
—Que inventas niño, yo no tengo nada—dijo de manera testaruda mirando a otro lado y cruzándose de brazos, negación. Pensó el niño.
—Si—lo contradijo—si tienes, porque estas como todo el mundo—Ronald se encorvó para su demostración y bajo la cara—todos estan asi encogidos y con caras largas—dio un suspiro largo—Ame y yo pensamos que es el jugo, no deberían de tomar más jugo—el mayor se enderesó de golpe.
—Yo no estoy triste niño—le dijo sin todavía mirarlo directamente, luego se encogió de hombros—yo estoy bien, ya te lo dije—y antes de que el pudiese objetar o decir algo otra voz interrumpió la conversación.
“¡Ronald!” había sido el grito de Hazel Longbottom “¡Ay gracias a Merlin estas bien!”
La muchacha que no era ya persona mediana, sino persona adulta, se acercó a ellos a zancadas y dobló, entonces Ronald sintió como le levantaban de suelo y esa misma persona lo estrechaba contra ella, luego de soltarlo Hazel se enderezó, observando a jimmy con cara de sorpresa.
—¡James!—el castaño dejó de revolverse el pelo, y levantó la misma mano en saludo, por su expresión Ronald se dió cuenta de que estaba incomodo—¿tu lo encontraste?—ahora el se rascaba la nuca, eso también lo hacían mucho los chicos medianos, y Ronald no entendía porque, ni que picara tanto.
—Bueno…—dijo apretando los labios—más bien el me encontró a mi…—Hazel había abierto la boca, pero luego se escucharon otras voces a lo lejos, el niño se volvió curiosamente a un costado de Hazel cuando vio tres figuras a lo lejos.
—Una de ellas era una chica de estatura considerablemente alta, pero no lo suficiente, sus pasos son marcados por sus pesadas botas militares, va jugando con un objeto fino y alargado con un mango, dos de sus dedos recorren una de las puntas de la cosa y sus ojos van grandes en curiosidad, entre tanto su cuerpo da saltos para alejarse de la figura que va a su lado, un muchacho que le pisa los talones—
Parecen estar teniendo una conversación, y los ojos grises de Wen —como el niño lo sospechaba aparentemente seguía enferma, con una ramita de tristeza en los ojos— van fijos en Angel, el es como el hijo de Gina por lo menos así se resigna a verlo Ronald, ya que no entiende cuando papá trata de explicarle que Angel y Bianca no eran realmente “hijos” de ella de la misma manera que pasaba con ellos dos, pero al final del día, el simplemente se encoge de hombros, él no tiene mamá, así que quizá Gina no era una mamá aunque le pareciera eso a el después de todo.
Ángel trata de quitarle el objeto filoso a Wen, pero ella no quiere dárselo, el niño entrecierra los ojos y se emociona al ver que se trata de una espada, como esa que está en el cuento de nunca jamás, como esa que Peter utiliza para ganarle a todos los malos.Ángell levanta a Wen del suelo, y Ronald se pregunta si trata de hacerla volar —quizá no sabe que necesita polvo de hadas para eso, si no tiene una escoba— Wen se vuelve a Ángel y ellos hablan otra vez, entonces el corazón del niño da un salto ¡Quizá ellos tres podrían irse a combatir piratas en nunca jamás algún día!.
—¡Mira Jimmy!—dice el niño con emociónvolviéndosee al mayor—ahí esta Wen—pero cuando vuelve queda confundido, la expresión de Jimmy estaba en blanco, y algo raro le había pasado a sus ojos, el niño le miró con preocupación—¿estás bien Jimmy?—pero el mayor había apartado la mirada, con un sonido por la parte de atrás de la garganta.
—Dejame en paz niño—y luego se fue con rapidez doblando a la esquina, el niño echó la cabeza a un lado, preguntándose que había hecho para que Jimmy se molestara con el.
——
"Not all girls are made from sugar spice and everything nice some girls are made out of sarcasm and wine and nothing is fine"
All she's got is
the memory of a girl
who used to laugh a lot
La irritación se vuelve un tintineo en mis oídos, a mi derecha los saltos de Bianca McClay se mezclan con sus incesantes preguntas:
—Pero ¿estas segura de que estas bien?—preguntaba, tímida, pero insistentemente, enredaba los dedos en una de sus trenzas y me miraba con aquellos ojos azules preocupados—digo, entiendo perfectamente que no quieras decirme, pero solo quiero que sepas que sea lo que sea estoy aquí para ti—un sonido amargo escapó de la parte de atrás de mi garganta sin que yo le diera permiso de hacerlo.
—Mira Bianca…—le dije forzandome a tomar una bocanada de aire, ya me había costado suficiente mi mala manía de ser tan hostil—lo aprecio, de verdad, pero como ya te dije—lancé ambas manos al aire a mis costados—estoy bien y no se porque pensarias lo contrario—la pelirroja apretó los labios y los separó en un “pop”y se tambaleó subjetivamente a un lado haciendo un movimiento de cabeza.
—Bueno tu sabes—dijo nerviosamente—es que tu en el baile estabas…—mis ojos habían cambiado de color cuando sentí una punzada de alarma en el pecho, y aunque sentí la necesidad de estampar la mano contra la boca de la pelirroja y callarla de una buena vez logré simplemente una mirada de advertencia, con la que Bianca se cubrió la boca por ella misma.
—Oh, Merlin, oh Merlin—murmurama mortificada y rapidamente en una voz ligeramente chillona—yo no debí decir eso lo siento, lo siento mucho Wanda— yo bufé y aparté la mirada de la pelirroja.
—No pasa nada…—murmuré por lo bajo dejando que mi vista se fijara en las paredes, sin embargo no pasó mucho antes de que escuchara el arrastre de las zapatillas de la pelirroja, y sintiera el aroma de su perfume con olor a fresas.
—¿Se trata de alguien?—me susurró con un tono que despilfarraba miel y confidencialidad—alguien te esta haciendo sentir triste ¿no es así?—insistió.
—NO—gruñí lanzándole una mirada furiosa, a pesar de que había estado intentando calmarme, maldecí por lo bajo y le pedí una disculpa entre dientes, diciéndole que lamentaba haberme alterado—pero ya te dije que no pasa nada, además…Perdona, pero no soy…Muy propensa a confiar en extraños…—dije incómodamente, y entonces se había escuchado una voz profunda por delante de nosotros.
—No te lo tomes personal Anca—McClay (Angel) caminaba un poco distanciado de nosotras, a paso ligero pero bastante rápido, parecía que se estaba obligando a si mismo a ir más lento para no perdernos a nosotras, iba dando vuelta entre sus dedos gracilmente a un objeto alargado—Ella no habla demasiado—enarqué una ceja justo antes de que la sorna saliera de los labios de McClay—irónico considerando que no sabe muy bien lo que es el espacio personal…—le toma un minuto a la irritación entrar por mis venas, inicialmente me quedo callada de nuevo, porque habla de una manera tan calma…La sorna se cuela por su voz con el último comentario a un paso increíblemente sutil, no hay nada ácido en aquello que está implicando y realmente parece estarle hablando simplemente a Bianca a pesar de que yo esté presente, no hay indirecta que sienta que vaya directamente a mi…Aunque obviamente así es, y cuando caigo en aquello, me molesta que jode, solté un suspiro alargado y fastidiado.
—¿Sabes que es irónico?—prácticamente escupí esa pregunta, a diferencia de la serpiente comediante, yo aparentemente no podía darme el lujo de ser sutil hoy—No recuerdo haberte pedido tu opinión, y aún así estas hablando, tampoco recuerdo que estuvieras en el contrato cuando Bianca dijo que quería venir conmigo—McClay avanzó un poco más y de repente había parado sobre sus pasos, sin dejar de darle vueltas a aquel objeto alargado, dejándolo resbalar por sus dedos con rapidez en mociones circulares, yo igualmente paré de frenazo sobre los talones de las botas militares, a pesar de que hubiese una considerable distancia entre el mayor de los McClay y nosotras—¿Que?—pregunté con pesadez, manteniendo la ceja enarcada.
—Estoy esperando—dijo, y le vi dar una cabezada, apesar de que no volteo a mirarnos, Bianca McClay echó la cabeza a un lado.
—¿Esperando?—preguntó con confusión y suavidad, al parecer le era imposible deshacerse de ese detalle meloso con respecto a su voz.
—El comentario hostil claro—dijo el moreno, causando automáticamente que engarruñara la mano que llevaba en la cintura y tuve que tomar una honda bocanada de aire, para luego exhalar.
—Yo no soy hostil McClay—dije, forzando una sonrisa de dientes apretados para que la irritación se hiciese menos aparente.
—El debido respeto—le escuché hablar de nuevo, y su voz volvía a ser compuesta y calmada, era como un interruptor, un minuto estaba este humor burlesco y sutil en el, al otro estaba serio como una tumba. Me miró por encima del hombro, una ceja enarcada en su rostro—pero no concuerdo.
—Merlín ¿que es lo que haces aqui?—gruñí—piérdete de una vez—entonces vino un sonido suave de la parte de atrás de su garganta conforme volvía el rostro al frente.
—¿Ves?—aquel hilo de ironía volvió a su voz, jalandome los nervios—ahí está—terminó con simpleza y luego volvió a mirar al frente, yo apreté ambos los puños y la mandíbula, y sin pensarlo mucho di un par de zancadas hasta caminar al lado de McClay.
—¿Sabes que?—le dije con un ademán de las manos—si resulta que yo te parezco “hostil” entonces…—el me había cortado, mirándome por el rabillo de el ojo.
—No me pareces hostil—dijo con un tono neutral—eres hostil, Longbottom—enarqué una ceja, mis ojos cambiaron de color entonces antes de volver a ser consumidos por el gris.
—Pues si soy “ hostil”—escupí de mala gana—entonces quizá debas evitar ser tan irritante y provocarme—el moreno volvió la cabeza hacía el otro lado y un sonido bajo que no logré identificar, pero cuando sus ojos castaños volvieron a mirarme, había una chispa socarrona en sus ojos.
—Me parece que es un poco difícil no provocarte, por lo que ya he visto solo hace falta un fósforo—la esquina de sus labios se levantó en algo que parecía una leve sonrisa—y no tiene que estar encendido que digamos—fruncí el ceño y me crucé de brazos, conforme seguimos avanzando camino al comedor, donde Bianca pensaba que era más probable que Ronald estuviera.
—¿Y que se supone que eso signifique?—mi tono de voz iba gradualmente subiendo al igual que el acaloramiento del disgusto, había un nudo en garganta que combinado con el que llevaba en el pecho desde anoche no me dejaban respirar muy bien y eso de controlar el temperamento se me hacía cada vez más difícil, sobre todo con idiotas—no es como si me conocieras—declaré con una mueca.
—Tienes razón—dijo con una cabezada y aquello que parecía una sonrisa en su rostro se desvaneció—pero dejame recordarte que ya intentaste ahorcarme—rodé los ojos soltando un suspiro.
—No es mi culpa que estuvieras metiendote con las gavetas de Aya—murmuré—además esa no era mi intención, mi intención era que te quedaras quieto, que tu seas delicadito no es asunto mio ya—esta vez volvió el rostro a mi por completo.
—Tienes una memoria bastante selectiva—me dijo—no me dejaste hablar antes de arrinconarme contra la pared ¿se te olvida?—arrugué la nariz, mis brazos se mantenían cruzados.
—No eres lo suficientemente rápido—estiré los labios en una sonrisa irritada—si no te hubieras tardado siglos en hablar, entonces hubieras llegado al punto antes de que yo necesitara sacarlo—aquella chispa volvió a los ojos de Ángel, e hizo un movimiento de cabeza.
—Seamos sinceros, no hubiera hecho mucha diferencia—hice una mueca y le miré hacía arriba.
—Pues no contigo generalizando todo como ahora—declaré, mi mueca pareció causarle gracia pero de cualquier manera, al segundo su expresión neutra había vuelto (¿he mencionado que me llega a los nervios? Como carajo se mantiene alguien tan calmado, eso no existe Merlin)
—Mira—dijo con un suspiro—no te pongas a la defensiva, me parece que eres muy impulsiva, es todo—se encogió de hombros, rodé los ojos y tomé un hondo respiro, antes de volverme a el.
—¿Tu crees?—le pregunté, él me miró por el rabillo del ojo, si algo le aplaudia a la irritante serpiente, era su sentido de coordinación, sus manos seguían dándole vueltas a aquel objeto alargado y apenas estaba mirando al frente, considerando que Bianca iba detrás de nosotros y no en frente, era un logro que siguieramos camino al comedor.
—Lo creo—me dijo con otra cabezada, aunque pareció extrañado de que le preguntara, parecía al igual lo suficientemente inteligente como para dudar que yo me lo tomara enserio (porque no es que lo hiciera) pero de cualquier manera no pudo preverse demasiado cuando yo me estiré para quitarle aquel objeto de las manos (porque honestamente me estaba sacando de quicio ya)
—Bueno yo pienso que tu eres aburrido—volví a mi posición original, ahora con el objeto de cuero entre las manos, fruncí el ceño, parecía algún tipo de forro—¿que es esto?—escuché el gruñido de esfuerzo que había surgido de su garganta en el momento en que intentó evitar que yo se lo quitara de las manos disiparse e inmediatamente soltó un bufido irritado.
—Muy carismatica tu—dijo en un tono calmo, pero donde era visible la mala gana—no es nada, ahora devuelvemela—moví aquello de la mano derecha y fui unos pasos al otro lado para que no pudiera alcanzarlo, mis manos recorrieron aquello con curiosidad, era d contorno, y algo me decía que lo que estuviera dentro era afilado, pero me parecía sin duda demasiado largo para ser una varita, entonces me llamo la atención el mango negro que sobresalía de uno de los extremos del forro, llevaba un bordado en letras color verde: A. L. M.S.
—Es un nada muy bonito…Aparte tambien te maldijeron con un nombre largo por lo que veo ¿no?—le dije sin mayor atención, conforme tomaba aquello del mango para sacarlo del forro.
—Longbottom, lo digo enserio eso no es para jugar—escuché un sonido que a mi se me pareció a cuando uno afila un cuchillo, y entonces aquello estaba fuera; Se trataba de una espada de plata, de grosor medio y un diseño complicado previo al mango por donde debe tomarse, hecho de cobre si bien me parece. Subí la espada para ponerla en forma vertical, y pude ver como el moreno tuvo que echarse hacía atrás cuando casi le llego a la cara—Merlin, ¿ves lo que te digo? Ten cuidado, no tienes idea de como usarla—no le hice mucho caso, le seguí esquivando conforme recorría la fina estructura.
—¿de donde la sacaste?—le pregunté—¿es como las espadas antiguas?—le escuché entonces bufar, pero yo estaba demasiado embelesada con el objeto como para que me importara.
—No, se utiliza cuando se practica esgrima, y fue un regalo—di una cabezada, conforme tocaba la punta de la espada con un dedo.
—Es interesante—dije por lo bajo, de nuevo esquivandolo cuando trataba de quitarmela.
—Le vas a sacar el ojo a alguien Longbottom—se estiró de nuevo para intentar arrebatarmela—no es una varita que solo funciona si lanzas algún hechizo—oscilé la espada tentativamente a ambos lados, accidentalmente rozando la bufanda en su cuello con la punta sin querer, y le vi moverse un paso lejos incomodamente, un sonido burlón salió de la parte de atrás de mi garganta, pero mi cuerpo no pudo forzarse a reir.
—No voy a cortarte el cuello, tranquilo—le dije con sorna, por su rostro cruzó una fugaz expresión que no pude leer.
—No quiero hematomas de tu parte—dijo con seriedad, yo rodé los ojos y le miré hacía arriba, moviendo la espada torpemente entre los dedos, era tan fina que sentía que se iba a deslizar por mis dedos en cualquier momento.
—¿Como se usa? Hay movimientos para eso ¿verdad?—McClay bufó, y se ajustó los lentes que se lentes que se le habían ido de lado con todo este tanteo.
—Se utiliza con paciencia—dijo—y no creo que tengas eso asi que dame—aquel comentario me hizo fruncir el ceño, no estaba de humor para que este viniese a comentar mi mal humor.
—No—declaré a pesar de mi voz ronca—de repente quiero ser hostil y no me da la gana—le dije y no pude evitar arrugar la nariz.
—Bien—dijo tomando una bocanada de aire—que quede claro que tu lo pediste—le volteé a ver sin entender, pero de repente me había levantado del suelo, no estoy segura del sonido que salió de mi garganta, pero se ahogó gracias a mi garganta rasposa.
—¡McClay, bajame ahora!—traté de gritar, pero esta vez la ronquera no me dejó, al parecer haber forzado la voz hasta ahora me pasaba factura .
—Seguro, solo devuelvemela—pero yo no iba a darle el gusto, y mantuve la espada al otro lado.
—Eres molesto McClay—gruñí por lo bajo estirando el cuello para poder mirarle atrás.
—Y tu eres inmadura Longbottom—me removí con disgusto, para darme cuenta de que mi mano derecha estaba inmovilizada a mis espaldas, fruncí el ceño y traté de engaruñar las manos haber si lograba arañarle, pero aunque McClay no estaba haciendome daño me era imposible mover el brazo.
—Esto me pone incomoda, ya basta—moví la espada torpemente (ya que no soy zurda) tratando de llegarle a la cabeza, una vez más tuvo que echarse hacía atrás esta vez llevándome de alguna u otra manera consigo.
—¡No se vayan a caer, tengan cuidado!—la voz de Bianca McClay sonó a nuestras espaldas.
—Trata de matarme, por Merlín—gruño McClay conforme luchaba conmigo, que me removía en su agarre, pero no creo que su hermana haya escuchado.
—Bajame—gruñí volviendo a mirarlo—bajame ya, o ese hematoma que tienes en el cuello va a parecer juego de niños—sus dos cejas se enarcaron, muy sorpresivamente su expresión no era burlona.
—Solo dámela entonces—apreté los lentes de mala gana.
—¿Y vas a bajarme?—pregunté arrastrando las palabras, McClay dió una cabezada, y yo rodé los ojos apreté la espada con fuerza con rabia por tener que darle el gusto a este estúpido, y la moví hacia atrás, esperando sinceramente que le hiciera algún daño, en vez sentí como torcía el mango, y una vez se hubo deslizado de mis manos el cuerpo me volvía al piso.
—¿Fue tan difícil?—preguntó con una ceja enarcada, yo bufé conforme le miraba hacía arriba.
—Púdrete Ángel—su expresión mantuvo seria y su rostro levantado, no de una manera orgullosa exactamente, no lo creo, aunque se mostraba tan inexpresivo que no sabría decir verdad.
—No hubieras sabido cómo utilizarla de todos modos— le miré hacía arriba, e imité su expresión enarcando ambas cejas.
—Aún así puedo darte una buena cortada ¿quieres probar?—dije dándole otra sonrisa irritada.
—Basta, basta, no peleen—Bianca McClay se interpone entre nosotros—nada ganan con pelear—yo solté un suspiro y me volví despreocupadamente al frente, cuando alguien había dado contra mi—¡Ron!—Bianca fue una vez más la primera en hablar, y entonces reconocí los pequeños brazos que me habían jalado hacia abajo para llegar a la cadera.
—¡Wen!—el niño exclama mi nombre con emoción y cariño, y mis ojos salen de aquel gris, por un momento una sonrisa tristona, pero una sonrisa brota de mis labios, porque el se la merece—te estaba buscando Wen—acaricio el cabello del niño por detrás de su cabeza, e inmediatamente me doblo para levantarlo del suelo.
—¡Ronald!— aquello salió como un desafinado chillido ronco, pero aun así le estruje contra mi en un abrazo—¿como has estado niño?— me mira con un par de ojos oscuros llenos de emoción y aquello me llena de calidez, nadie entendería nunca cuando atesoraba mi tiempo con este niño, este niño inventor que me miraba como si le emocionara verme, que se encogía conmigo en cualquier lugar y me pedía que le contara historias.
—Hemos estado bien—dijo levantando el rostro al igual que su padre cuando trataba de ser serio, pero los adorables hoyuelos de la sonrisa en su mejilla le traicionaron—aunque me estoy acostumbrando a clima de Inglaterra, ya no tengo tanta piquiña de nariz—algo que se pareció a una risa me emergió de la garganta.
—¿Piquiña de nariz?—pregunté con intención, conforme enarcaba una ceja—¿y a que le llamas así haber?—el niño arrugó la nariz de manera carismatica.
—Ya sabes Wen, cuando te dan ganas de estornudar mucho y es como si tuvieras tampones en la nariz—apreté los labios haciendome la pensativa y terminé por dar una cabezada a la par que chasqueaba la lengua.
—Ya veo…¿gripa entonces?—el niño se dio golpecitos en la barbilla y luego se encogió de hombros.
—Si, también podemos llamarlo así si quieres—me dijo en un tono cantarín, este niño era muy inteligente a su propia manera, era carismático y se las arreglaba para hacer sonreír a todo el mundo, ya habían apuestas en la casa con respecto a si terminaría en Gryffindor o Slytherin .
—¡Ron!—Bianca se había acercado entonces en una combinación de zancadas y salos—que bueno que estas bien—dijo con un suspiro llevándose la mano a la frente y vi el color regresar a sus mejillas que hasta ese entonces estaban pálidas.
—James lo encontró aparentemente—la jadeante de mi hermana me llamó la atención entonces, y me di la vuelta de golpe.
—¿James?—fue la punzada de dolor en la garganta lo que me advirtió que había forzado la voz más de lo que hubiese querido hacerlo—¿James Potter?—aquello lo dije por lo bajo y mi ceño se frunció
—Aja...—confirmó mi hermana, dandome aquella mirada que yo odiaba tanto, aquella mirada que siempre había podido ver las lágrimas más allá del glamour o delineador negro—pero se fue en algún punto..—dijo desconcertada—yo no le vi—Hazel se masticaba entonces el labio inferior, como pasaba siempre que no sabía que decir.
—Es que, cuando encontramos a Wen se fue…—dijo el niño bajando la mirada—creo que he hecho de que Jimmy se molestara conmigo—luego infló sus mejillas—o el jugo de naranja le afectó como a Teddy…—aquello me hizo apartar la mirada, para que el niño no viera la expresión triste en mi rostro, James odiaba que lo llamaran Jimmy y en otras circunstancias, recordar como yo solía hacerlo por vengarme de el cuando me decía que estaba ciega como un murciélago, me hubiera hecho reír.
—¿Quien es Jimmy?—la voz profunda de Angel McClay sonó de nuevo—que nombre tan extraño…— entonces Bianca hizo un sonido con la boca.
—El capitán de Quidditch de Gryffindor si no me equivoco—dijo dudosa, y luego llevó la mano a su cabello rojo en un ademán—ya sabes, el que se la pasa haciendo esto mucho—el moreno se quedó pensativo un momento y frunció ligeramente los labios.
—No tengo ni idea, yo pensé que la capitana era la rubia esa de nariz chiquita.— dijo ajustándose los lentes y Bianca enseguida había abierto la boca.
—No es nadie importante—dije de manera abrupta antes de que la pelirroja pudiese hablar—y estamos perdiendo tiempo, es mejor regresar con Robin, tu tía y mis padres antes de volteen el colegio buscando al niño—el moreno de cabellos castaños entonces me miró extrañado con ambas cejas enarcadas.
—No hay necesidad de que te atragantes—dijo con simpleza, y yo simplemente me limité a apretar los labios.
—Por favor, vamos ya—con cuidado apoyé al niño en el suelo, y la pelirroja se apresuró a dar una zancada para tomarlo de la mano, Ángel no volvió a hablar en el resto del camino cuando pareció distraerse pensando en algo, conforme volvía a darle vueltas a la espada.
Yo aproveché el momento de silencio para acercarme a mi hermana mayor.
—¿Dora?—le pregunté en un susurro, ella chocó el hombro contra el mío con cariño.
—¿Que pasa leoncito?—me mordí la lengua, porque supe inmediatamente que iba a odiarme a mi misma por la mala manía de echarle sal a las heridas.
—¿Como estaba él?—aquellas palabras salen facilmente de mi boca, supongo que porque se que no tiene caso ya, pero aún así no puedo deshacerme del frio en mi pecho, que me pesa como si fuera plomo—James…—los ojos de Hazel me miraron con dulzura y se encogió de hombros.
—Estaba bien, supongo—me dió mi respuesta igualmente por lo bajo—¿y tú?— tuve que apartar la mirada una vez más y simplemente apreté con fuerza la mano de mi hermana.
Claro que Peter estaba bien ¿Por qué no iba a estarlo después de todo? eres tu Wendy, siempre esperando en la ventana.
——
OJO, CONTINUA
Hakuna Matata Bitch
Re: This Means War {Novela Colectiva de HP, 3ra Generación}
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Todos volvimos entonces a la oficina de mi padre, considerando aquello parecía que buscarles por todo el castillo, mi hermana y yo caminábamos en silencio, entre tanto los McClay tenían una conversación a susurros, de la cual solo pude captar las palabras “Tío Jim”, “te de leche” y “nueve años” probablemente hubiera pensado más en aquello si mi cabeza no estuviera titilando, por su parte el niño va colgado de la mano de Bianca, parece estar pensando algo seriamente, pero aún así se mueve a saltos pequeños.
—¿Donde se habrán metido Tyler y Trenton?—me susurró entonces la castaña a mi lado, yo largué un suspiro.
—Buscando a Ronald como todos, probablemente—le di una mirada burlona—aunque cuidado y Tyler no se ha ido a morrear con Dakaria—de los labios de mi hermana brotó una risa, pero aún asi abrió sus ojos, advirtiendo prudencia.
—No le hagas las cosas tan difíciles al muchacho, eso es cruel—pero su rostro le traicionaba, ya que trataba de evitar una sonrisa—ya era tiempo de que pasara de todos modos—enarqué ambas cejas y un sonido socarrón leve me broto de la ronca garganta.
—¿Sabes cuántas lágrimas ha absorbido mi hombro en los últimos años?—pregunté tratando de darle hipérbole al tono, pero el dolor de garganta no me ayudaba mucho—se me va a arrugar antes de los cuarenta, así que zip, no tienes jurisdicción en el asunto—di entonces un par de largas zancadas, buscando adelantarme en el paso de manera discreta , realmente las cosas con mi hermano tampoco estaba muy bien…Ahora que lo pensaba, todo en mi vida era un desastre, supongo que eso ayuda a entender porque no quería hablar de ello, honestamente no ahora, eso no sería justo, no sería justo conmigo y…Puede que yo no merezca cosas bonitas, pero nadie puede con tanto, ni siquiera yo.
“¡Ustedes estan siendo irrazonables, aprecio su ayuda, y siempre voy a hacerlo Hannah, pero tenemos la misma edad, no necesito que nadie me cuide!”
Me detuve un momento frunciendo el ceño al escuchar la voz de Robin, a medias había esperado encontrarme con una oficina vacía, me imaginé que mis padres y Robin estarían fuera buscando a Ronald, pero estaba segura de que aquella era la voz de mi tio.
“¡No nos estas diciendo algo!” exclamaba esta vez mi madre, que sonaba bastante angustiada “Robin, ¿no nos consideras tu familia?”
entonces se escuchó un golpe sordo que amortiguó las palabras que surgieron luego, no pude escucharlas así que me volví inmediatamente a la gente detrás de mi, para darme cuenta de que me había adelantado bastante, tanto los McClay como mi hermana y el niño parecían estarse preguntando lo mismo que yo, de cualquier manera resolví voltearme y apurar el paso hasta llegar al marco de la puerta, teniendo que balancearme en ella para no irme de largo o de boca. —¡Ahora mismo nada es importante!—gritaba Robin—¡Ahora mismo quiero encontrar a mi hijo!—Robin se veía de un color amarillo, el sudor brillaba en su piel, y torcía nerviosamente la mandíbula con dientes apretados, sobre utilizaba ademanes en sus manos, como había visto hacerlo a Aglaya, Ruslana y Natalie a lo largo de los años siempre. Con la angustia en su rostro aquellas ojeras bajo sus ojos se hacían más obvias al espectador y le daban un aspecto realmente preocupante.
—Lo haremos—dijo mi padre con seriedad y sobriedad parándose entre Robin, y mi madre que se veía desconfiada y angustiada—Regina y Ruslana le estan buscando ahora, precisamente por eso decidimos tener esta conversación contigo ahora—fruncí el ceño sin entender, y crucé los dedos de que aún no me hubiesen visto—Hannah y yo solo queremos asegurarnos de que no hayas caído en viejas costumbres…—Robin y mi padre se miraron de una manera significativa, y el rostro de mi tio solo se tornó en una mascara todavía más definida de angustia.
—Nosotros ya le encontramos...—la voz profunda de McClay sonó a mis espaldas después de un carraspeo, haciéndome dar un respingo —esta perfectamente bien—tanto mi madre como Robin y mi madre se voltearon a músculo tenso, mi madre se aclaró la garganta, poniendo un mechón de cabello rubio detrás de su oreja, mi padre apretó los labios, pareciendo meditar algo, mientras que Robin se había pasado las manos por la cara, tratando de limpiarse el sudor y de no verse como si tuviera fiebre amarilla.
—¿Donde esta?—preguntó en un susurro—Ron ¿donde esta Ron?—se acercó a zancadas a la puerta, justo a tiempo para cuando Hazel y Bianca se adentraba con el niño, Robin había dado un respingo de la nada, apresurándose a acercarse y tomarle en brazos para estrujarlo contra si, un suspiro de alivio brotó de sus labios, y yo aproveché ese momento para volverme a McClay.
—¿Que tu no sabes cuando callarte?—le pregunté retóricamente por lo bajo, la nariz fruncida y los brazos cruzados, entonces él volvió el rostro hacia mi, una ceja se enarcó con sutileza, parecía sorprendido.
—¿Y a ti no te enseñaron que no es de educación escuchar las conversaciones de extraños?—rodé los ojos soltando un suspiro.
—Al diablo con la educación—dije por lo bajo—aquí pasa algo, Robin…El vive con ustedes y tu tia ¿no es así?—le miré entonces hacia arriba con el ceño fruncido—estoy segura de que sabes que no suele ser así, nunca lo he visto tan…—McClay se acomodó los lentes, antes de cortarme suspirando el también, para pasar a mirarme hacía abajo.
—Mira, yo no se que le pasa—la seriedad en su expresión pareció lo suficientemente confiable—pero no puedes culpar a Robin por ser un hombre reservado….Es complicado vivir con tal equipaje de pasado, supongo—pareció quedarse pensativo, contemplando quien sabe que.
—¿A que te refieres?—pregunté, con el ceño aún fruncido conforme le batuqueaba para que dejara de pensar y me mirara, en cuestión de segundos me miraba de nuevo, y vi un destello de confusión brillar en sus ojos, hasta que pareció darse cuenta de algo en particular.
—Nada…—dijo de repente con simpleza—ignora lo que dije—yo enarqué ambas cejas.
—No, dime a que te refieres—aquel moreno de ojos castaños me sostuvo una persistente mirada.
—Te dije, olvidalo Longbottom—dijo con una cabezada, yo bufé con fastidio, de no estar tan cansada de muchas maneras hubiese insistido más, pero simplemente la energía no existía.
—Ronald—una voz severa y profunda me llamo la atención, y mi ceño se mantuvo en posición al darme cuenta de que provenía de Robin, que ahora estaba acuclillado frente al niño, que estaba de pie frente a el—¿donde estuviste, que estabas pensando?—el niño pareció igualmente sorprendido por el tono de su padre y su boca se frunció en un puchero.
—Solo buscaba a Wen papá…—dijo poniendo las manos a la espalda—perdona...No he querido asustarte—Robin cerró los ojos y tomó una bocanada de aire, esperé que se suavizara, pero no lo hizo.
—De ahora en adelante no vas a ninguna parte sino es conmigo, los tíos o alguno de los primos—declaró, ambas sus cejas se enarcaron y su ceño se vio arrugado en angustia—¿entendido?—el niño apretó los labios, mirando a su padre con ojos tristes.
—Si papi…—susurró y entonces Robin dió una cabezada, sus ojos azules clavados en los ojos del niño, podía ver algún tipo de alarma en ellos, mi tío derramaba paranoia y no entendían por que.
—¿Hablaste con alguna persona?—preguntó y el niño le dió una mirada tristona y penosa antes de bajarla—¿¡Ronald, con quien has hablado!?—lágrimas comenzaron a asomarse por los ojos del niño, que todavía se negaba a mirar su padre, siempre tuve un gran respeto por mi tío, pero pude sentir entonces la sangre hirviéndome por debajo de la piel, nunca le había visto así, nunca le había visto hacer al niño llorar.
Aquello me mando al frente, tomando al niño en brazos y encarando a mi tío con un zapatazo de las botas.
—¿¡A ti que te pasa!? ¡No le grites!—se escuchó un golpe sordo a la mesa que había provenido de mi madre.
—¡Wanda!—le escuché exclamar, pero parecía más sorprendida de que yo encara a mi tío de tal manera que otra cosa, mi padre por su parte se quedó callado, lanzándome una mirada severa desde la esquina, nos habíamos metido en suficientes pleitos sobre mi temperamento ya, pero al parecer no tenía ganas de pelear.
—¿¡Como que “que me pasa!?” —exclamó Robin con indignación—¿¡Tienes alguna idea de que tan peligroso pudo haber sido!?—solté un gruñido el niño se escondió en mi cuello.
—¡Tiene seis años por Merlín, no es para que le grites de esa manera!—estaba forcejeando la garganta asi que tuve que detenerme un momento y Robin aprovechó para hablar.
—¡Le he dicho que no hable con extraños mil veces, eso es peligroso he dicho!—gruñó—¡Y muchísimo más para un niño de seis años, asi que más a mi favor!—pareció tomar un respiro—tu no lo entiedes ahora, pero quizá cuando seas mayor lo hagas, soy su padre, yo se lo que es mejor para él no una niñita de quince años—apreté los dientes, aquello me había dolido, Robin siempre había sido alguien que respetaba mis opiniones, pero supongo que siempre hay una primera vez para todo ya que yo tampoco concordaba con mi tio en se momento, pero claro, tuvo que pasar en un dia en el que no tengo ánimos, el dia en que de repente no tengo nada…
—Si esa es tu excusa es bastante mediocre tio—murmuré en un gruñido, mi padre entonces se aclaró la garganta,
—Wanda—dijo de una manera pasiva pero severa—es suficiente por hoy—solté un bufido irritado, y tuve que morderme la lengua, en ese momento Bianca McClay se abrió paso con timidez.
—Miren yo…—enredo una de sus trenzas en sus dedos un momento, y luego hizo un ademán con las manos, volviendo a adaptar su rápida manera de hablar—a mi no me gusta meterme en asuntos familiares, pero bueno como se supone que aqui todos somos familia, por favor no peleen—sus ojos azules nos miraron entonces con una dulce angustia y luego habló con suavidad—asustan al niño… y lo que importa es que el esta bien ¿verdad que sí?—hice una mueca, realmente no entendía a los hermanos McClay, Angel y su temperamento inmutable o Bianca y su dulzura de malvaviscos. Robin por su parte suspiró y se acercó a mi dando un toquecito de la espalda.
—Ron..—dijo con suavidad—Ron, mira a papá por un segundo…—el niño asomó la mirada hacía arriba, sus ojos oscuros encontraron los míos, buscando aseguro , yo di una cabezada pequeña a pesar de mi misma, y el niño se soltó de mi y se volvió a su padre con mejillas encharcadas.
—Perdona papá…—dijo por lo bajo—no lo vuelvo a hacer…Pero no te molestes conmigo—Robin negó, su expresión se suavizo, y aún asi veía “angustia” escrito en su rostro por todos lados.
—No, no, no—le dijo al niño—no debí haberte gritado, yo lo siento….Solo…No me asustes así ¿de acuerdo?—Ronald asintió y entonces su padre estiró los brazos, solté un suspiro y le pasé al niño.
—¿Puedo por favor irme?—pregunté con suavidad dirigiéndome a mis padres —de verdad no me siento muy bien…—mi madre me miró con un gesto preocupado acercándose a buscar tomar mi muñeca.
—¿Estas bien bonita?—preguntó con suavidad, empleando aquel tono de confidente que utilizaba cuando quería que le contaramos las cosas, para la sorpresa de muchos, los Hufflepuff podía ser bastante persuasivos.
—Perfectamente mamá—pero esa vez tuve que mentir, porque como lo he dicho antes, una vez la gente te ve ser débil se niegan a reconocer que puedes ser fuerte, comienzan a verte como manipulable—Ahora… ¿puedo por favor irme?—logré decir aquellas palabras manteniendo un tono sobrio—de verdad estoy mareada…—mi padre suspiró, logrando que mi atención fuese hacía el, su rostro ya no mostraba severidad, en vez reflejaba lo mismo que el de mi madre.
—Hazme un favor y pasate por la enfermería ¿de acuerdo?—di una cabezada a pesar de que no tenía intenciones de realmente acatar las recomendaciones de mi padre , y en el momento en el que me dispuse a salir cinco figuras más entraron por la puerta.
—¡Oi niño, estas bien!—la voz de Will fue la primera en escucharse, las palabras enredándose en aquel acento extraño que había logrado con tanto viajar—¡tu padre va a matarme! Luego a ti—hizo entonces una mueca—y luego a mi otra vez…Mierda—la elegante mujer de cabellos rubios, Regina le había dado entonces una mirada entre humorista y de advertencia.
—Cuidado con las palabrotas o de verdad te va a matar—dijo con aquella voz pasiva y dulzona que combinaba a Bianca y a su hermano. Will por su parte rueda los ojos a las palabras de la mujer, y se descuelga los lentes oscuros de la camisa para volverlos a poner, su madre avanza con un armónico taconeo.
—Gina tiene razón—de un movimiento rápido se los quitó del rostro—y nada de lentes en techo, te ves como un idiota—el castaño entonces bufó.
—Merlín, que amor—declaró con sarcasmo y su madre le dió dos palmadas en la cabeza, entonces mi atención volvió a la mujer de cabello platinado, y me di cuenta de que me había perdido de bastante.
—Ronald, cariño—le decía al niño que ahora estaba en sus brazos—¿todo bien? Nos has dado a todos un buen susto—el pequeño mostró una sonrisa hoyuelada y me llegó algún tipo de calma con respecto a esta situación, al parecer el niño se llevaba bien con esta extraña que entraría a su vida. Aquel pudo haber sido el momento en el que yo me fuera sin decir palabra…Pero de alguna manera no parecía enteramente lo correcto por hacer, estabamos aquí por una razón después de todo, y esta era la mujer que iba a casarse con mi tio favorito.
—Fue un placer conocerla—le dije con una cabezada habiéndome acercado discretamente a ella—la verdad no me siento muy bien asi que me voy…Pero espero poder verla en otra oportunidad y me disculpo por este revuelo—ella pareció encantada de mi gesto, una sonrisa brillante apareció en su rostro y entrelazo ambas sus manos.
—Que encantadora—dijo y luego duda apareció en su expresión—debería de llamarte Wendy ¿verdad? he escuchado muchisimo de ti de parte de Robin, según él así te dicen—hubo un nudo en mi garganta de nuevo, se sentía como ganas de gritar habiédose quedado muda. Mordí mi labio inferior y tuve que forzar una sonrisa.
—Wanda, de hecho—corregí—ya hace muchisimo tiempo que no me llaman Wendy y…Pues la verdad…—ella soltó una risa leve.
—No te gusta porque las cosas cambian—parecía infinitamente entretenida por alguna cosa, pero no tenía ni idea de que—lo mismo pasa con mi sobrina, no te preocupes, me disculpo Wanda—negué con la cabeza.
—Realmente no es un problema…Solo prefiero Wanda—extendí la mano entonces para que la mujer la estrechara, pero en vez ella me estrechó en un corto abrazo donde mis músculos se tensaron un poco, realmente había olvidado lo que era sentirme incomoda con el contacto físico, últimamente había estado pasando tiempo con los Maddox, con mis hermanos o con Reg…Todos gente en quien confiaba, la cosa irónica es que yo suelo ser física también, pero no se porque cada vez que me encontraba en una situación de estas con un extraño sentía que iban a clavarme algo al espinazo.
—Lamento eso también—dijo con otra risa—abrazo mucho a la gente, espero que te sientas mejor—di una cabezada en manera de agradecer a la mujer y me dirigí a la puerta donde mis hermanos me dirigieron miradas curiosas, yo me limité a hacer un ademán de descarte con la mano y señas que indicaran malestar de manera discreta.
—¿Estas segura de que te sientes lo suficientemente bien?—de repente los grandes ojos azules de Bianca McClay me bloqueaban la puerta—¿quieres que te acompañe? ¿te sientes mareada? Deberías tomar café, se que suena un poco irracional pero ayuda—me esfuerzo por reír, pero sale como algo bajo e incomodo que acompaña a un jadeo, echó las manos al aire.
—No, no es necesario—le digo a la pelirroja de la mejor manera que puedo—ya tengo que cazar el sueño lo suficiente de todos modos, así que mejor no hacerlo peor como quien diría, pero gracias Bianca—y entonces le paso de largo, en un principio camino a zancadas buscando alejarme de la oficina pero en realidad me siento exhausta y cuando ya estoy lo suficientemente lejos, solo me siento en aquella esquina, la espalda contra el muro y las piernas abrazadas al pecho.
Es suficiente llanto, es suficiente llanto
Ya basta deja de ser tan pátetica Wanda, vamos.
Tengo que repetirme esto a mi misma unas varias veces por lo bajo y solo terminé por apoyar la cabeza contra la pared (agradeciendo que nadie hacía el tipo de cosas que sucedían aquí los sabados cerca de la oficina de un profesor) estaba exhausta y seriamente necesitaba dormir, pero parecía bastante imposible todo se estaba cayendo como un efecto dominó, mis ojos se sentían desgastados de todo el llanto de ayer, pero parecía que todo era una conspiración para dejarme seca de una vez por todas hoy…Odiaba este sentimiento, odiaba sentirme tan…desvalida, es como si estuviese atrapada en el medio de la nada y ni estrellas ni migajas de pan iban a llevarme de vuelta.
—¡Wen!—aquella vocecita familiar y tibia me hizo levantar el rostro con una mirada sorprendida.
—¡Ron!—exclamé de vuelta, apoyando las palmas contra el suelo para impulsarme inmediatamente hacia arriba—¿que haces aquí? Deberíass estar con tu padre, no le va a gustar que te hayas fugado otra vez—el niño negó conforme continuaba corriendo hacía mi, los mechones de cabello desordenado levantando y cayéndose sobre su frente.
—Le he preguntado si podía quedarme contigo, y dijo que si, si no te importaba—me miró hacía arriba entonces, con aquella sonrisita oyuelada y ojos llenos de cariño. Apreté los labios cuando me di cuenta de cuanto no quería quedarme sola.
—¿tu quieres venir conmigo?—pregunté con inseguridad y aquella tristeza se infiltró a mi voz, no quería quedarme sola, no quería. Ronald asintió dando saltos.
—¿Puedo Wen, puedo?—levantó la mirada y como lo esperaba ahí esta mi tío, que me hace señas de que vigile bien al niño y yo asiento, tomándole entonces de la mano.
—Si…—le digo con una pequeña sonrisa—ven vamos—el niño se aferra con fuerza de mi mano, pero de repente no estoy segura de si yo lo sostengo a el, o el a mi.
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El niño y yo volvemos al cuarto de Hazel, porque dice que esta demasiado frio para ir a jugar afuera, realmente que yo recuerde jamás le había gustado el frío de Londres, pero realmente el dia no me parecía más que lleno de ventisca, mi percepción del clima ha de verdad de estar jodida, una cosa nueva que añadir a la lista como confirmada supongo.
—¿Crees que papá siga enojado conmigo Wen?—me pregunta el niño conforme sentados uno frente al otro jugábamos en la cama de Hazel, una mano por encima de la mía luego viceversa, luego por encima, el había vuelto a soltar risitas sinverguenzonas en base al juego cuando yo fruncí el ceño.
—Claro que no Ron—le dije con suavidad, aprovechando a darle un apretoncito con la mano que había puesto sobre la suya—¿por qué piensas eso?—inmediatamente Ronald dejo de reírse, encogiéndose de hombros conforme deslizaba la pequeña mano de por debajo de la mía para ponerla sobre la parte inversa de mi palma.
—No lo se…—dijo con una voz diminuta, y sus labios se fruncieron en un puchero—es que…Papá no me grita..y hoy me gritó—solté un suspiro, mis ojos azúles encontraron los del niño y me doble en posición de indio, parando el juego para tomar ambas sus manos.
—Mira Ron…A veces los grandes tenemos un muy, muy mal hábito—echó la cabeza a un lado, mirándome con ojos grandes y curiosos—cuando estamos teniendo un mal dia, o cuando algo nos hace daño o nos molesta…—el niño me corto.
—¿Como un rasponcito?—me reí por lo bajo a la dulzura del niño, el no trataba de indagar en mi cabeza, el solo me queria, y me queria de verdad, supongo que porque no sabía la mitad de las cosas que estaban mal conmigo pero cuando estaba con el niño, se sentía como un respiro de todo, porque me dejaba creerme por un segundo que era posible querer a alguien como yo.
—Como un rasponcito, un rasponcito que puede escocer mucho o poco—el niño asintió—y cuando eso pasa, a veces la pagamos con la gente que queremos y decimos cosas feas sin pensar…Pero nunca lo decimos enserio—entonces el soltó una de mis manos, y apoyó la barbilla en la palma de la suya.
—Nunca, nunca ¿estas segura Wen?—me relamí los labios y asentí con convicción.
—Nunca, nunca Ron—entonces el sonrió dando un saltito emocionado.
—¿Entonces papá no va a estar enojado ya más?—me preguntó esperanzado, me reí, de su ternura, de que tan fácil era esto para el y rogué a Merlín que se quedase así por cuanto tiempo se pudiera, que lo dejara sonreír por cuanto tiempo fuera posible.
—Estoy segura de que no Ron—le dije con cariño y entonces el me miró con ojos curiosos.
—¿Y a ti te ha pasado Wen? Es que…Bueno a mi no, quizá es porque no soy grande —le miré confundida.
—¿Que cosa Ron?—pregunté, él hizo un ademán de señalarme.
—Pues decirle cosas feas a alguien sin querer—de nuevo sentí un apretón en el pecho, y el tentativo cosquilleo comenzó en mis lagrimales aunque no se me humedecieron los ojos.
—Si…Si hace poco—me mordí el labio inferior asintiendo—le dije cosas muy feas a una persona que quiero mucho—el niño frunció el ceño, echando la cabeza a un lado.
—¿En serio?—preguntó—¿mucho cuanto?—me quede pensativa un momento y me terminé por encoger de hombros.
—Como… de aquí a nunca jamás…—le dije en son juguetón, pero realmente todo salió en un tono triste y el niño pareció impresionado.
—¿Y entonces, porque le dijiste cosas feas?—presioné los nudillos a mis labios.
—No lo sé…A veces cometo muchos errores ¿sabes?—hice señas al niño para que viniera, y el se recostó de espaldas en mi pecho, le abracé entonces con fuerza—si hay algo que quiero que aprendas, es que todos cometemos errores, y que el hecho de que Peter Pan siendo el héroe de un cuento pueda valerse por si solo no significa que nosotros podamos…Eso es algo que yo todavía estoy aprendiendo, asi que empezar de tempranito conviene—el niño me miró hacía arriba
—Pero Wen— me dijo—Peter tampoco puede solo, Peter tiene a Wendy—otra risa triste vino de mi garganta y asentí.
—Si…Supongo que tienes razón en eso—entonces Ron sonrió.
—¿Podemos terminar el libro?—me pidió en un tono cantarín—¿podemos, podemos? ¡Quiero ver como Peter Pan y los niños perdidos derrotan al Capitán Garfio!—chasqueé la lengua.
—Es que el libro se me perdió Ron, ni idea de donde lo deje—le dije con una mueca—pero te prometo que lo busco antes de la boda de tu padre y lo terminamos ¿va?—la sonrisa de Ronald se mantuvo y asintió freneticamente con la cabeza.
—¡Esta bien, Mientras tanto Angel puede enseñarnos pelear con espadas!—de un salto que me hizo dar un respingo Ronald se puso de pie sobre el colchón, haciendo ademán de tomar una espada invisible y moverla amenazadoramente en el aire—¡Así podemos ir a Nunca jamás y dejar a todos los viles piratas sin mano!—una risa pequeña brotó de mi desgastada garganta y le dí al niño una leve sonrisa juguetona.
—¿Si?—le pregunté de manera insinuosa—¿y como se yo que no eres tu un pirata que trata de llevarnos a la plancha del gran Garfio?—dije dramáticamente, llevandome un mano al pecho, el niño pareció divertirse con lo que le dije.
—Noo Ween—dijo con aquel tono cantarín de alguien que ya te ha corregido más de una vez—eso es lo que tu y Ángel van a hacer—enarqué entonces una ceja.
—¿Que yo y McClay que?—el niño da un salto emocionado cayendo de rodillas frente a mi y tomándome de nuevo de las manos.
—Tu y Ángel se van a meter en el barco, como si fueran piratas, ¡y entonces yo y los niños perdidos atacaremos de noche!—el niño logró mantener mi sonrisa, todo esto era lógica para el y solo se me hacia bello eso, lo facil que le era perderse en un mundo propio.
—¿Y porque crees que yo podría ser Pirata a ver?—le dije con humor—yo no soy tan mala hombre…—aquel comentario comenzó con un deje humorístico, como yo originalmente lo intenté pero luego mi sonrisa se desvaneció y un sentimiento incierto me invadió el pecho, frio y me hizo estremecerme—No…¿verdad?—el niño negó y de repente le dió por mover mis manos hacía arriba y abajo conforme hablaba.
—Porque eres muy, muy, muuy inteligente, así como Angel—se dió golpecitos en la barbilla con el dedo indice—pero necesitas un sobrenombre, como lo tiene el capitán James Garfio —rodé los ojos y la esquina de mis labios se levantó de nuevo.
—¿Y tu que sugieres?—le pregunté, y continuó dandose golpecitos en la barbilla a manera pensativa.
—Algo así como…hmm—Ronald se balanceó de alante atrás y yo me relamí los labios, tratando de no reirme de solo imaginar lo que iba a decir el niño con esa imaginación que tenía…—Puede ser….algo como…—enarqué ambas cejas mirando al niño divertida.
—¿Como que Ron?—el niño sonrió de oreja a oreja.
—Que te parece algo como… “Wen-Wen corazón de león” ¡Por Gryffindor!—aquel frío que se había estado deslizando fuera y dentro de mi pecho todo el día volvió a aparecer, mandandome una desagradable sensación por el espinazo y haciendo que volviera el incómodo cosquilleo a mis lagrimales.
—Ron…—le pregunté con suavidad—¿de donde sacaste eso?—conforme el breve momento de alegría se desvanecia de mi rostro el del niño se veía preocupado.
—Pues…Tu amiga la rubia bonita te llama así ¿verdad?—echó la cabeza a un lado—¿te molestaste conmigo Wen…?—tuve que enterrar el rostro en las manos, no quería llorar en frente del niño, tenía que detenerlo.
“— Ummm… Wen-wen –recordaba haberme callado en el momento en el que aquello había salido de la boca de Regine, enarcando ambas cejas y mirándole confundida.
— ¿Ah?
La rubia se aclaró la garganta conforme terminaba uno de los pergaminos de la tarea y tomaba otro, dejo caer sobre el escritorio la pluma conforme restregaba las palmas en el pantalón. Apreté los labios disimuladamente, considerando preguntarle a aquella rubia si estaba bien, parecía meditar sus palabras y en aquel momento no entendía porque, normalmente no me consideraba intimidante a menos que la persona con la que estuviera hablando se mereciera un golpe en la cara, y de vuelta a aquel dia me recuerdo a mi misma pensando que de hecho había disfrutado la compañía de Malfoy.
—Me gusta más Wen-wen…-la rubia relamió sus labios, sus ojos fijos en mi como viendo como iba a reaccionar- No sé, todos te llaman Wanda, Longbottom o Wendy. A mí me gusta más como suena Wen- wen. –ella se rió con ese tono incómodo de las personas que no suelen reir mucho en frente de los demás…Y de alguna manera me alegro que se sintiera medianamente cómoda conmigo, eso recuerdo…Pero también recuerdo haberme quedado pegada pensando por un momento: Porque la única persona que me había dado un apodo había sido James… “leoncito” había venido de mi familia desde siempre, cuando mi hermana había insistido en que debí de haber quedado en Gryffindor, y Wen era como me habían llamado toda la vida, luego vino el y me llamó “Wendy” y de ahí en adelante comencé a relacionar los apodos con aquello que le dabas a las personas que querías, por lo menos eso era lo que yo hacía, porque no quería ser solo una persona más que conocían, alguien a quien olvidaban con el tiempo.
Pero claro que yo no era alguien con quien las personas se encariñaban, nadie se encariña con la loca.
Aún así solté una risa a aquel bonito gesto, lo que sea que significara.
— Sí está bien para ti, perfecto por mí, suena original.”
Limpié mis lágrimas rápidamente con la palma antes de volver a mirar al niño, le di una sonrisa tristona pero dulce y le acaricié el costado de la cabeza negando con la mía.
—No, no, claro que no niño—le dije suavemente—es solo que…— tuve que cerrar forzosamente los ojos cuando más lagrimas quisieron salir, no es necesario decir que aquello no ayudó a la situación—es solo que…No creo que volver a ser Wen-Wen más nunca.
—Wen…—sentí entonces los dedos del niño en el rostro, que me limpiaban las lágrimas—¿tienes una ramita en el ojo otra vez?—una vez más limpié intente detener el llanto, esta vez con la manga de la chaqueta y me incliné para besar al niño en la frente.
—Algo así…—le dije por lo bajo—es solo un poco más grande esta vez niño…
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Había puesto la chaqueta de cuero a un lado, conforme el niño y yo nos habíamos acurrucado entre las almohadas, me envolví a mi misma en la chaqueta de Potter con discreción, mis brazos a mi alrededor tratando de aferrarse al leve aroma de su perfume que permanecía entre la tela. El niño se acurrucó a mi pecho aferrándose a mi cintura. —¿Niño…?—le pregunté entonces por lo bajo—Si McClay y yo seriamos piratas en “Nunca Jamás” ¿entonces que eres tú?—le acariciaba el cabello con cariño, y el se acomodo entonces en el hueso de mi clavícula, sus ojos oscuros pero tan extrañamente llenos de luz mirandome hacía arriba.
—Pues un niño perdido—me dijo encogiéndose de hombros—porque yo no tengo mamá…—mi mandíbula cayó abierta y mi corazón se rompió entonces, por ese pequeño niñito que de repente apartó la mirada con una leve tristeza, el hoyuelo marcándose en su mejilla conforme torcía la boca. Yo solté un suspiro y me enderese, poniendo ambas brazos con firmeza y fuerza alrededor del cuerpo del niño en un abrazo.
—Escúchame—le di un beso en la mejilla—no estas perdido y nunca vas a a estar perdido, porque yo siempre voy a estar contigo ¿de acuerdo?—el niño soltó una risita.
—Pero Wen—me dijo con una sonrisa—no puedes estar ahí siempre, siempre porque tienes que estar aquí en Hogwarts— yo hice un ademán de descarte con las manos, arrugando la nariz y apretando los ojos cómicamente.
—¡Pues no importa!—le dije al niño dándole un pellizcón de cosquilla en el costado que le hizo dar un respingo—incluso cuando no esté voy a estar ahí en espíritu ¿entendido?—el niño rió asintiendo pero a su vez mirandome pícaro, como que no me creía y yo le besé sonoramente el costado de la cabeza—¿porque me miras así? ¡Que es verdad!—el niño siguió mirandome hacía arriba .
—¿Lo prometes Wen?—me dijo, sosteniendo el meñique arriba, yo enredé el mio con el de el.
—Claro que lo prometo—de nuevo, si le iba a hacer promesas a alguien y a cumplirlas sería al niño— es más, te pongo un ejemplo… recuerdas a Ted ¿verdad?—el niño asintió y yo suspiré—bueno…El no tiene mamá tampoco—el niño echó la cabeza a un lado.
—¿En serio?—me preguntó—¿y que paso con ella?—yo apreté los labios.
—Hizo un sacrificio, durante la guerra..Para darle a su hijo su mejor oportunidad y…El realmente no me ha dicho esto, estoy segura de que nunca me lo diría, pero yo se que a veces el se siente solo y perdido también—aparté un mechón de cabello de la frente del niño—y eso está bien, porque el la extraña, pero yo quiero que tu sepas que el no está solo, el tiene mucha mucha gente que lo quiere y que iría al final del mundo por el, ese gruñón..Yo estoy incluida, porque es mi mejor amigo, y es un idiota…De hecho ambos mis mejores amigos son idiotas, pero cuando te importa la gente les quieres a pesar de todo… y yo haría eso por ellos—le di un toquecito en la nariz—y por ti también porque tu eres mi personita favorita, así que mientras que yo este aqui tu nunca, nunca vas a estar solo.—Ronald sonrió de oreja a oreja
—¿¡en serio Wen!?—preguntó con emoción, y yo asentí, el niño entonces se volteó y me abrazó con fuerza, apoyó la frente contra mi abdomen.
—Si, muy, muy en serio niño—se quedó quieto un rato, y luego su voz se volvió un susurro.
—¿Wen…?—comenzó tímidamente—¿alguna vez conociste a mamá?—mi ceño se frunció, y entrecerré los ojos quedando pensativa por un segundo.
—¿Sabes…?—le dije de vuelta en una voz baja—Creo…Creo que si la vi una vez—aquellos ojos oscuros me miraron hacia arriba.
—¿¡En serio!?—me dijo en un emocionado susurro—¿como era Wen? ¿como era?—mis ojos se mantuvieron entre cerrados, trataba de indagar en mi memoria, aquel difuso recuerdo en el caldero donde está oscuro fuera de las ventanas y hay un ligero olor a cerveza que me da piquiña en la nariz, hay una figura alta y esbelta envuelta en el color negro…
—Tenía la piel trigueña…Era bastante alta también si mal no voy, el pelo liso, del color del caramelo y muy largo, recuerdo que sus ojos eran muy grandes, como los tuyos…Pero eran de color avellana— el niño mostraba una mirada soñadora y llena de cariño, como si amara profundamente a esta mujer que nunca había llegado a conocer, y que estaba difusa en mi propia memoria.
—Suena muy bonita…—dijo, prácticamente acariciando las palabras—¿nunca la conociste Wen?—negué entonces con la cabeza.
—Nunca de frente, no—el niño echó la cabeza a un lado y su ceño se frunció un poco.
—¿porque no?—preguntó
—Ahora que lo pienso.. No lo sé niño…—“pero no puedes culpar a Robin por ser un hombre reservado” las palabras de McClay hicieron ruido en mis oídos en aquel momento. Pero no, no podía ser porque mi tío no me guardaba secretos, nunca lo había hecho—probablemente por el poco tiempo que el tío pasó en Inglaterra cuando yo tenía tu edad…Solo eso.
Now she's very angry
cause they say she's lost
the plot
Última edición por Hakuna Matata Bitch el Lun 27 Abr 2015, 7:47 pm, editado 1 vez
Hakuna Matata Bitch
Re: This Means War {Novela Colectiva de HP, 3ra Generación}
"You can't love someone unless you love yourself first” Bullshit. I have never loved myself.But you, Oh god, I loved you so much I forgot what hating myself felt like."
—My thoughts before I go to sleep.
The bottom of the bottle
La mujer rubia de la falda negra y la blusa manga larga de un color rosado claro daba pasos agitados sobre sus tacones, de izquierda a derecha, de izquierda a derecha, y esos hacían impacto sobre el suelo de madera, su esposo intentaba calmarla, mientras que el hombre de cabellos castaño rubioso podía sentir como la impaciencia lo dominaba, estaba sudando frio, y rascándose la barba de manera repetitiva, Ronald estaba en alguna parte del castillo y todo lo que aquel hombre ver en su cabeza eran los ojos de su hijos, tan inocentes y dulces, como aquellos que pertenecían a su madre, mirando hacía arriba, a aquel hombre vestido de etiqueta, que le tiene acorralado, que le observa con atención, detallando cada detalle de su indefenso rostro, para hacerle daño, para hacerle tanto daño…sonreiría, encantadora y carismaticamente, clavando sus ojos en el pequeño como una espalda de doble filo que estaría lista para desgarrar en cualquier momento…
—Hannah, Neville…—trató de decir a la angustiada mujer y su marido—les he dicho que no hay nada por lo que deban preocuparse—la ex Hufflepuff chasqueó la lengua, sus manos en la cintura.
—No me lo creo—declaró negando con la cabeza—no me lo creo—Neville Longbottom suspiró, deteniendo los pasos de su mujer y acariciandole el brazo.
—Hannah cariño, calma…—aquel hombre que hacía años consideraba algo parecido al hermano que nunca había tenido se volvió entonces a el—lo que mi mujer quiere decir, es que pareces estar un poco tenso hoy, además de eso es extraño que hayas decidido extender la fecha de tu estadia en Londres, solo nos gustaria saber que tipo de negocios tienes en la ciudad—Robin frunció el ceño y su boca se torció en una mueca.
—¿Negocios?—preguntó desconcertado—¿que negocios?—Neville enarcó las cejas, entrelazando ambas sus manos, y a diferencia de su esposa, manteniendo un tono pasivo y calmado.
—Aquellos que me mencionaste cuando llegaron tu y Ronald a la ciudad—esta vez su rostro entero se torció en una mueca, una mueca amarga, porque nadie entendía, nadie podía entender lo que le estaba comiendo por dentro, nadie podía entender cómo era posible que las cosas jamás volverían a ser las mismas.
—Eso no tiene nada que ver maldita sea—dijo con un ademán de descarte conforme chasqueaba la lengua—estoy en negocios con el ministerio y es irrelevante—mintió—lo he hecho antes y no veo cual es el gran factor del asunto—declaró, la Hufflepuff paró en seco, y le dirigió una mirada analítica.
—¿A que te refieres con que trabajas con el ministerio?—preguntó Hannah cautelosamente—Robin…Hace muchos años que terminaste con eso, hace muchos años que se supone que ha dejado de ser necesario que les otorgues información—ella enarcó ambas cejas—¿Ha ocurrido algo? ¿los asesinatos tienen que ver?—preguntó—¿el ministerio sabe algo?—la mujer tragó saliva, luego le dirigió una mirada incrédula e indignada—Robin…¿estás involucrado con esas personas de nuevo?—sintió una punzada de indignación al igual, indignación a las suposiciones de la rubia.
—Hannah—le dijo Neville moviendo la mano por el brazo derecho de la mujer, tratando de calmarla—escuchame, eso es imposible, la guerra terminó hace años, absolutamente todos los seguidores de voldemort…—Robin apretó los puños con fuerza.
—Dejemos algo en claro—dijo con firmeza—yo nunca fui un mortifago, nunca fui uno de ellos, no directamente, ustedes lo saben, ¡ustedes lo saben maldita sea!—el hombre que se encontraba frente a él tomó un hondo respiro y luego largó un suspiro.
—Si, sabemos y sabes que nunca te hemos juzgado, ahora baja la voz, estamos en la escuela—dijo con calma—Robin, no fuiste uno de ellos tienes razón pero si les ayudaste y esa es una parte de tu pasado que no puedes negar, todo lo que sabías ha hecho un bien al final, el ministerio te dió aquella segunda oportunidad por una razón, toda la información que les diste ayudo con la captura de tantos asesinos…—Asesinos…pensó amargamente el rubio asesinos al igual que yo—no hay razón por la que vuelvas a ir por un mal camino…Queremos cerciorarnos de que estés nada más—el hombre bufó con irritación, la palma de la mano recoge el sudor del rostro una vez más.
—Por supuesto que estoy bien—dijo con el ceño fruncido, se cruzó de brazos—no hay necesidad de analizar las cosas de más, decidí quedarme en inglaterra por Gina—Neville imitó el gesto del hombre, frunciendo el ceño con más levedad sintiéndose inseguro de lo que este afirma.
—¿Si es por Regina entonces porque mover la fecha de la boda?—preguntó cautelosamente, la rubia Hannah tenía los dientes superficialmente apresándole un nudillo conforme observaba a aquel hombre con seriedad.
—Ya les dije—comenzó Robin soltando un pesado suspiro—que la fecha de la boda no va a moverse—les dijo secamente, con una seriedad tajante y definitiva, apartando los ojos hacía la ventana por encima del hombro de Neville, así como pasaba con la nieve en los jardines se encontraba a si mismo preso de aquellos pensamientos acechantes, de las pesadillas que habían estado con el por días, el repugnante olor a sangre, y solo el parado en el medio de toda aquella muerte…
—¿Pero porque la propondrías en primer lugar?—preguntó entonces Hannah, volviendo a caminar—Robin ¿te has visto? ¡Pareces un hombre las cavernas que apenas y ha tenido cuatro horas de sueño en una semana de 168 horas! —Losmúsculoss de Robin se tensaron y una sensación de escalofrío le recorrió la garganta, soltó un bufido que se mezcló con un gruñido profundo y bajo.
—No puedo creer que hayas hecho las matemáticas para eso—le dijo a la mujer rubia, tratando de encarar sus ojos marrones de manera inexpresiva—Neville, dile a tu esposa que esta exagerando—Hannah Abbott Longbottom se cruzó de brazos, y miró al profesor por el rabillo del ojo, dándole aquella mirada calma pero severa que el mismo Robin Korshanov había aprendido a respetar en su época.
—No es necesaria ningún tipo de intervención cariño—le dijo el por lo bajo con una cabezada antes de volverse al tenso hombre rubio—de hecho pienso que mi esposa tiene razón, no te ves muy bien Rob—le dijo con suavidad, los fríos ojos azules de aquel hombre vuelven a aparecer en la memoria de Robin Korshanov y el miedo que le tensaba todo el cuerpo solo se intensifica, mientras que mira al hombre y a la mujer que le habían dejado entrar y vivir bajo su techo cuando no tenía nada más que sangre en sus manos.
—Neville esto es ridículo—le dijo aún sin poder mirarlo—enormemente ridículo—Hannah Abbott Longbottom chasqueó la lengua sonoramente, su rostro torciéndose en una mueca.
—Por el amor de Merlín Robin—murmuró antes de volverse a el con las manos a la cintura—estas bien por los cincuenta ya, no puedes esperar que pensemos que lo que estas teniendo es un ataque hormonal de muchachito—Hannah colocó un mechón de cabello tras la oreja.
—Hannah—repitió Robin, todo esta perfectamente bien, mi prometida ha vivido en Londres prácticamente toda su vida, y yo simplemente no puedo pedirle que venga conmigo a cualquier parte como si tuviéramos 17 años, ella tiene dos sobrinos, y ciertos eventos que me conciernen hacen que deba quedarme en Londres—Neville enarcó ambas cejas con sutileza.
—¿Así que esto se trata de trabajo también?—preguntó, y el hombre fornido se obligó a destensar los músculos para poder asentir—Y entonces…¿Que tiene que ver Regina?—Robin apretó los labios, en su memoria brillaban el par de ojos verdes al lado los cuales tenía la suerte de levantarse cada mañana, hizo una mueca, solo con el pensamiento de ver aquellos ojos sufriendo.
—Espero que este más segura en Londres…—dijo sin pensar, con la mirada perdida, tratando de sacudir esos pensamientos de su cabeza, de vuelta en su pasado hubiese sido fácil porque el merecía morir solo , lo pensaba con firmeza y convicción, el merecía aquello, que le dejaran morir solo a el si querían pero la vida no podía hacerle esto, no podía dejar que todas las personas que amaba tuviesen que pagar por lo que era su culpa.
—¿Por qué necesitaría estar segura?—preguntó Neville, la angustia comenzando a verdaderamente colarse por su tono de voz—Rob…¿sabes algo que nosotros no?—Robin Korshanov se pasó las manos por la barba una vez más.
—Soy Auror, y lo saben—Hannah apretó los labios, se sentía inquieta, ambos sus padres estaban muertos antes de haber cumplido los 17 años, en su adolescencia había olvidado lo que era una familia, y ahora tenía eso de vuelta, y estaba determinada a cuidar a todos y cada uno, nadie iba a hacerle daño a su familia.
—Robin, hace años te dimos un techo cuando no tenias donde dormir…viviste con nosotros, con nuestros hijos…—frunció el ceño—¿no puedes confiar en nosotros luego de eso?—Robin soltó un exasperado gruñido.
—¡Ustedes estan siendo irrazonables, aprecio su ayuda, y siempre voy a hacerlo Hannah, pero tenemos la misma edad, no necesito que nadie me cuide!
—¡No nos estas diciendo algo!—exclamó la rubia mujer con convicción!—Robin ¿no nos consideras tu familia?—por el impulso de impotencia, y de aquellas mentiras que llevaba atoradas a la garganta, Robin Korshanov dió un golpe contra aquel mueble al costado del escritorio, aquel lleno de fotos de sus sobrinos, un recordatorio de aquellos a quienes el había prometido hacer daño en caso de no obtener lo que quería.
—¡Claro que los considero mi familia!—exclamó—¡y es exactamente por eso que necesito que confíen en mi! ¿pero ahora? ¡ahora mismo nada es importante! Ahora mismo quiero encontrar a mi hijo!—declaró, podía sentir como se le bajaba la tensión, dejándole la sensación desagradable de pánico en el pecho.
—Lo haremos—dijo Neville con calma, buscando intervenir antes que pudiese haber algún tipo de desacuerdo fuerte—Regina y Ruslana le estan buscando ahora, precisamente por eso decidimos tener esta conversación contigo ahora.
—Nosotros ya lo encontramos…
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El Caldero Chorreante, Agosto de 2015
“Everyone thinks you make mistakes when you're young. But I don't think we make any fewer when we're grown up”
― Jodi Picoult
La noche ha caído sobre el caldero chorreante y sus alrededores, el único sonido que se oye es el tintineo de cucharas, los inquilinos que toman su cena para ya irse a dormir, irritados por sobre el ruido de un grupo escandaloso de borrachos
el hombre de cabellos rubios oscuros esta sentado en la soledad de una de las mesas del local conforme se pregunta que tendrá tan ocupada a Hannah que no ha venido a atender el alboroto, ella no toleraba estas eventualidades en su local.
Es un hombre de ojos azules, Lleva una franelilla blanca a manga fina sobre los hombros, que dejan ver sus brazos completamente cubiertos por diseños hechos a tinta, esto desde el cuello hasta la punta de los dedos. Realmente no había una parte de su cuerpo que no estuviese cubierta de tatuajes, era irónico, porque de una que otra manera eran un recordatorio de su padre y de como solía vociferar por la sala cuán inútil le consideraba, un vago bebedor bueno para nada…Pero por otra, le ayudaban, le ayudaban a recordar lo importante, las pequeñas cosas que le hacían seguir adelante a pesar de que a la misma vez le hicieran huir a la muerte que merecía , como el maldito asesino que era, aunque no estuviera listo para renunciar a la vida.
Aquel olor meloso se mezcla entonces con uno propio de la pintura, cuando él lo percibe esto deja un picor incómodo atrás, sorbe la nariz con un momentáneo disgusto y pasó las manos por su rostro, que en ese entonces no presentaba barba alguna. Hannah había estado remodelando cosa que según le había informado Neville hacía cada cuanto tiempo. Era esmerada, le daría ese crédito incluso si ya le debía lo suficiente, parte de el siempre había sabido que iba a terminar cayendo a pedazos en un bar. Y aquí estaba: En bancarrota, sin familia y solo un techo donde caer derrotado.
—Parece que estabas en lo correcto, padre—dió entonces un amargo trago a aquella botella clandestina posicionada en frente de él sobre la mesa, incluso si le había prometido a ella que no iba a volver a beber, que ahora tenían una oportunidad, una oportunidad de una vida juntos…Era egoísta y lo sabía, el ministerio le había otorgado amnistía…¡JA!...No podía ponerse más ridículo que eso, no podía volverlo más desgraciado de lo que ya era, amnistía a cambio de información, la información para la captura de aquellas personas que alguna vez había ayudado indirectamente, aquellas personas para quien había creado cosas tan monstruosas torturas causando muertes cuya sangre derramada se extendía hasta sus manos…Había llegado a mirar al mismo Voldemort al rostro sin inmutarse, negociando a sangre fría y ojo ciego solo para satisfacer sus propias necesidades despreciablemente materialistas y en momentos como este, cuando sabía que él estaba libre y ellos a su causa no lo serían, cuando recordaba que era igual de despreciable que ellos…Ahí era cuando de verdad deseaba que sus vicios le hubiesen matado a tiempo.
Pero ahí entraba ella…Justo como en aquel momento, bajando las escaleras, envuelta en un largo vestido negro hasta los tobillos y con una capucha sobre la cabeza, mirándole con aquellos ojos avellana, entonces se volvía egoísta de nuevo—pero he resultado peor de lo que esperabas, he resultado peor de lo que yo mismo esperaba…—se levantó de la mesa, apartando la botella de él, como si aquello fuese a cambiar el hecho de que ella ya le había visto bebiendo y se acercó a la figura de la mujer, sin guardar distancia, o más bien a la que era considerada la distancia para los amantes.
—¿Que haces despierta?—le preguntó en un susurro buscando rozar sus labios, pero ella se había apartado solo un paso, de aquellos que nunca duraban mucho, enarcó una ceja oscura, y sus ojos avellana se tornaron severos.
—No podía dormir—le dijo simplemente—¿tu por qué estas bebiendo? Me parece una pregunta más prudente—el apartó la mirada en son culpable
—Han sido solo un par de tragos—le prometió y vió con el rabillo del ojo como ella rodaba los suyos para luego tomar sus manos entre las de ella y colocarlas alrededor de su cintura.
—Robin…—le dijo con un suspiro suplicante—lo prometiste, me prometiste que no más …—la había callado entonces, presionando sus labios contra los de ella en un beso, y sus palabras habían muerto ahí, en la insensatez que ellos siempre habían sido.
—Lo se, lo se —le susurró, llevando las manos hacía la capucha de tela para deshacerse de ella con cuidado, ella se estremeció y ele besó la frente con una sonrisa—tu y yo nos prometimos nunca olvidar la distancia entre lo que éramos y lo que somos, vamos a lograrlo Karma…Ese futuro juntos..—la mujer miraba a todos lados nerviosamente, su voz quebrándose en pánico conforme trataba de regresar la capucha a su sitio.
—R-Ro-Robin—tartamudeó con manos temblorosas—sabes que no puedo, sabes que no pueden—hizo un esfuerzo por volver a cubrir su rostro con la sombra que proporcionaba aquella tela, pero él la detuvo.
—Karma, nadie te va a reconocer aquí, tranquila—le susurró y luego plantó otro pequeño beso en sus labios—estamos a salvo, estamos bien—pero los ojos de la mujer se estaban llenando de lágrimas.
—Robin, en cuanto al ministerio…—se llevó las manos a la boca, amortiguando sollozos que querían salir—¿tienes que hacer esto?—Robin le tomó del rostro, deshaciéndose de él los residuos en sus mejillas y ella posicionó sus manos sobre las de el, profundizando el tacto.
—Tienes que entender que es nuestra única oportunidad, nos dejaran en paz, nos dejaran seguir hacía esa mejor vida que queremos—sus manos se deslizaron del rostro de ella y pasaron a acariciarle el brazo por debajo de la túnica, ubicando el lugar donde alguna vez había estado lo que era la marca tenebrosa y ahora asemejaba un tatuaje al igual que todos aquellos en su piel—todo lo que hago lo hago por ti—Karma Carrow apretó los labios y Robin Korshanov frunció el ceño—¿que pasa?—le preguntó.
—¿Y que si das un paso en falso?—le tomó de los hombros, enterrando las uñas de una manera dolorosa en su piel—Robin nos matarán a los dos, nos van a encontrar y nos mataran—aquellas ultimas palabras habían sido un susurro agudo y casi inaudible, podía ver sus ojos inundarse de pánico, y no sabía que hacer, así que resolvió por apaciguarla de la única manera en la que siempre había sabido hacerlo y la besó de nuevo.
—Karma, en este momento estamos bajo la protección del ministerio—le dijo, sosteniendo la mirada en un son calmo—y te prometo que solo será un poco más de tiempo aquí en Londres , un poco más hasta que termine mi trato con el ministerio y podemos largarnos de aquí—una última lágrima brotó de aquellos ojos avellana conforme Karma Carrow descansaba el rostro en la palma de su mano, Robin le acarició con el pulgar.
—Ven arriba conmigo—le susurró entre seductora y suplicante ella al oído, poniendo las manos alrededor de su cuello—no quiero estar sola…No quiero pasar la noche sola—el rubio suspiró con cansancio, el efecto del alcohol ya le cerraba los ojos.
—Sabes que tengo que subir—le dijo por lo bajo—Neville y Hannah han sido lo suficientemente buenos con nosotros como para rechazar la habitación que me ofrecieron—ella cerró los ojos y asintió, el le beso entonces en los labios—prometo bajar cuando todos se hayan dormido—la castaña le dió entonces una pequeña sonrisa.
—Te estaré esperando entonces….—luego la mujer de la larga tunica se va y el hombre rubio se apoya en la pared, cerrando los ojos como si se hubiese quedado dormido.
Una pequeña niña de rizos naranja observa desde las cocinas con curiosidad, nunca había sido una para encogerse cuando veía adultos besarse, mamá y papá lo hacían también…Con demasiada frecuencia, pero si se preguntaba ¿por qué los adultos se expresaban cariño intercambiando baba? arrugó la nariz, ella no lo entendía…Para la lógica de los adultos que generalmente era toda complicada eso le parecía bastante tonto, intercambiar baba con alguien debía de ser asquero.
—¡HEY USTEDES!—aquel grito le había dado un susto llamado su atención a la vez, algunos de los rulos naranjas cayeron entonces en su rostro pero a pesar de eso logró ver a un conocido hombre calvo parado en el bar, dando golpes a la encimera conforme gritaba—¡O SE CALLAN O LOS ECHARÉ YO MISMO, BIEN ESTOY SEGURO DE QUE LA SEÑORA ABBOTT CONCORDARÁ CONMIGO SIN PROBLEMAS!—los hombres escandalosos de la mesa entonces se callaron entre gruñidos pero luego volvieron a reír por lo bajo, de verdad, de verdad que los adultos eran raros, siempre se preguntaba que había dentro de las botellas que no la dejaban probar, mamá decía que solo era alcohol, y que ella no podía probar porque era pequeña…Pero aquella niña de rizos naranja siempre se encontró imaginando que tenía que haber algo más, desde siempre veía a muchas personas sentarse y levantarse de aquel bar y tan pronto tomaban un sorbo de aquellas botellas parecían reir muy alto o llorar fácilmente…Que ella supiera no había otro liquido que pudiese controlar emociones si no se trataba de pociones de amor…
—¿Que haces Tom?—le preguntó entonces al calvo y palido hombre, conforme se montaba en la encimera para sentarse mirándole con ojos curiosos—pensé que mamá dijo que tenías el día libre—el hombre de ojos negros observó entonces a la niñita de rulos naranjas y sonrió de una manera horrible, de verdad era aquella figura que uno veía en las peliculas de terror, pero los Longbottom ya estaban muy acostumbrados a la visión que era su cabeza calva como una nuez con venas sobresalientes, y aquellos dientes torcidos.
—Señorita Wanda—dijo con una cabezada—he decidido quedarme, ya sabe usted que a mi me gusta cuidar del local—ella arrugó la nariz, apoyando la barbilla en una de sus manos.
—¿Por qué me dices usted?—le preguntó—¿no es eso para mayores?—el hombre rió, y escucharlo reír era mucho más horrendo que verlo reír a decir verdad.
—Claro, claro—dijo con una cabezada—pero usted sigue siendo la hija de la jefa—una expresión de disgusto cruzó las facciones de la pequeña Wendy Longbottom, pero no dijo nada—¿que hace despierta?—preguntó Tom.
—Mamá dijo que bajara a buscar a Robin—contestó ella encogiéndose de hombros—y no quiero subir porque luego van a mandarme a dormir—arrastró aquellas últimas palabras con fastidio.
—¿Y eso por qué señorita Wanda?—preguntó Tom—¿puedo hacer algo para ayudarla, un vaso de leche quizá?—la niña de los rulos naranjas arrugó la nariz dando a la encimera con los dedos a un ritmo inventado en el momento.
—No hace falta—dijo profesionalmente, echando su cabello para atrás como lo hacía mamá y mostrando una sonrisa de dientes de leche que no duró mucho, antes de que surgiera un bufido de sus pequeños labios—dormir no es dificil, solo que me aburré—y el calvo hombre rió horriblemente de nuevo.
—Puede que lo sea señorita Wanda—le dijo, al parecer entretenido conforme limpiaba uno de los vasos apoyados en la encimera—pero me parece que será mejor que se apresure, o si no no podrá aprovechar el día de mañana, me consta cuánto os gusta a usted y a sus hermanos el verano—la pequeña niña torció la boca, era cierto que a ella y sus hermanos les gustaba mucho el verano, papá volvía de Hogwarts en el verano y podían pasar más tiempo con el.
—Bueno ya que—largó un suspiro, y sus rizos naranja cambiaron de color junto con sus ojos, que siendo una vez azules se tornaron verdes—adios Tom— saltó entonces con agilidad de la encimera, siempre estaba trepándose cosas, pensaba el hombre, un dia de estos la señora Hannah le daría una buena riña por permitírselo cuando específicamente le había dicho que no lo hiciera.
. . .
El hombre rubio oscuro se encontraba apoyado contra la pared a la cual seguían las escaleras del local, era una traba para el camino de los demás, y parte de el lo sabía, pero muy honestamente en este momento le dolía demasiado la cabeza como para pensar en los demás, nunca había sido bueno en eso de todas maneras, no había manera de que pudiese salvarse de ese hecho mordiendole la lengua. Estaba arriesgando suficiente ya, amándola a ella, a una Carrow, la mujer que lo había arrastrado a las artes oscuras…Sus hermanas habían tenido razón de aquello cuando le habían echado de la casa, pero ahora ellos tenían esta oportunidad, y a él no le importaba, no le importaba si ella era asesina a sangre fría o si el iba a vivir por siempre con las manos manchadas de sangre, era un precio que iba a valer pagar si conseguía ese futuro con ella.
—Solo un tiempo más…—susurró para si mismo, pasandose las manos cansadamente por el rostro. Solo un tiempo más y toda aquella presión estaría fuera de sus hombros, merecía estar en Azkaban y lo sabía, era tan despreciable como todos y cada uno de aquellos hombres que portaban la marca tenebrosa, pero ella, ella que la llevaba también lo volvía débil y cobarde, tal como el alcohol y el juego, pero de ella estaba enamorado y si la cobardía era la unica manera de protegerla entonces se rebajaría a ser despreciable.
—Oye…Gigante— entonces alguien le había jalado del pantalón, causando que abriese y cerrase los ojos dos veces, tratando de espabilar todo el cansancio fuera de si, frunció el ceño mirando hacía abajo, y un par de ojos verdes curiosos le miraban hacía arriba.
—¿A quien te le has perdido Gnomo de Jardín?—preguntó a la pequeña de los estresantemente enredados rizos naranja con una ceja enarcada, esto no pareció hacerle mucha gracia, pues frunció la nariz fulminándole con la mirada.
—Eres Robin ¿verdad?—preguntó en un tono que buscaba sonar imponente, pero que solo le hizo reír discretamente, presionó los labios juntos mientras que mantenía las cejas enarcadas.
—Ehm..Si—le dijo entre entretenido y dudoso conforme se cruzaba de brazos—¿tu no eres demasiado pequeña para estar en un lugar como este?—aquella chiquilla rodó los ojos hacia él, haciéndole sentir infantil ante la punzada de indignación que le vino al estomago ¿le estaba haciendo muecas ahora esta pulga? ¡por merlin! En sus tiempos uno no podía hacer eso…Maldijo inmediatamente, sonaba como su padre.
—Mamá dijo que a cenar—se encogió de hombros—y que viniera a buscarte— el hombre rió irónicamente de su situación, ahora le estaba niñeriando Hannah que tendría menos edad que el.
—¿Cenar tan tarde?—preguntó extrañado, la niña negó y aquellos rulos parecían estar en todas partes.
—Yo ya comí—declaró ella, y el asintió lentamente, sin entender exactamente porque este gnomo de jardín pensaría que aquel pedazo de información le importaba—pero mamá dejó la cena para ti arriba en la mesa—aquel sentimiento extraño solo persistió, realmente nunca había tenido una madre que le dejase la cena...
—Subo luego—informó a la niña en son relajado y desinteresado, apoyando la cabeza contra la pared—dile que gracias, en serio—Wanda Longbottom volvió a fruncir aquel botón que le parecía al hombre que llevaba por nariz…Los niños eran raros, siempre le habían parecido tan frágiles…No podía siquiera recordar haber sido uno.
—No—le dijo entonces, causando que volviera la vista hacia ella una vez más—mamá ha dicho que no te dejará escapar—declaró levantando la cabeza en alto, como si estuviera orgullosa de que le hubieran asignado aquel cargo. El hombre mayor entonces bufó, claro que un buen gesto también tenía que venir con una riña, aparentemente eso era algo que no podía quitarsele a las madres…Pero por lo menos, pensó, a diferencia de Annushka Korshanov no se olvidaba de la primera parte, estos gnomos de jardín tenían suerte de tener eso.
—Bien que más va a hacerse—farfulló con fastidio haciendo un gesto de las manos hacía la niña de los rizos naranjas—voy detrás de ti, anda—Wanda Longbottom llevó las manos a su pequeña cintura y miró hacía arriba de las escaleras, antes de soltar un alargado suspiro que llevó al hombre mayor a enarcar las cejas—¿ que pasa niña?—ella echó la cabeza a un lado, y el enmarañe de rulos cayó como una cortina por un segundo antes de que volteara a mirarlo hacía arriba.
—Cargame—le dijo y luego arrugó la nariz levemente—es que me da flojera subir—el hombre mayor le miró incrédulo.
—¡Ah no!—le dijo en un negando repetitivamente con la cabeza y lanzando las manos al aire—ni siquiera lo pienses, yo no soy tu padre, yo no se como lidiar con gnomos de jardín—los ojos de la pequeña cambiaron de color conforme su mirada se tornó confusa.
—Pero….—comenzó con una cabezada que de nuevo le llevo todos los rulos al rostro ¿¡Merlin no le daba miedo a Hannah que le sacaran un ojo!?—Es que nosotros no tenemos jardín…Porque pues como vivimos arriba no hay jardin…—Robin Korshanov gruñó, realmente nunca se había llevado bien con estas criaturitas de lengua rápida, por eso nunca en la vida había entendido como Neville y Hannah soportaban a tantos de ellos o porque después de que la guerra terminó todas las cartas que había recibido se trataban de bodas o bautizos. No entendía eso que llamaban “amor de padres” su madre y su padre muy seguramente nunca lo habían sentido ¡Y por supuesto que el no lo haría nunca! Porque Merlin…¿cual era el encanto de tener uno de estos pequeños muerde narices pegados al tobillo?
—Se perfectamente que viven arriba niña—le dijo rodando los ojos—no trates de pasarte de lista conmigo—pero la confusión solo había crecido en los ojos de la pequeña.
—Es que…Si sabes que no tenemos jardin…¿entonces de donde sacariamos un Gnomo de jardín?—Robin Korshanov se pasó las manos por el rostro, estirando sus facciones de una manera que hizo reir a la cría, conforme el le pedía con todas sus fuerzas paciencia a Merlín.
—Es una expresión—buscó explicarle, y Wanda pasó a mirarle con tal atención que por un momento tuvo que preguntarse si se estaba burlando de el, pero a la final continuó sus palabras con una cautelosa ceja enarcada—quiere decir que no me gustan los niños—declaró con sinceridad, la niña se le quedó mirando en blanco un segundo, apretando sus pequeños labios y pasaron unos pequeños segundos antes de que el hombre rubio se diese cuenta de lo que había dicho e hiciera una mueca, pasando a rascarse incómodamente la nuca—digo…Eh…Sin ofender y eso…—la cría pareció volver en sí, como si hubiese estado pensando en otra cosa, luego se encogió de hombros.
—No importa—le dijo con simpleza y el hombre mayor le miró confundido, nunca iba a entender tampoco como era para los niños tan fácil ver por encima de ciertas cosas—pero es que no tiene mucho sentido—le dijo y el se cruzó de brazos, volviendo a apoyar la espalda contra la pared.
—¿Ah no?—le preguntó manteniendo las cejas enarcadas—¿por qué no?—la pequeña tomó sus rulos entre las manos llevándolos a que le cayeran por el hombro derecho nada más y finalmente apartandolos de su rostro pecoso, luego procedió a sentarse en uno de los escalones, apoyando la barbilla en ambas manos pensativa.
—Es que, es como si yo dijera que no me gustan los adultos—Robin frunció el ceño, su cabeza fue hacia un lado en incredulidad…Ese podría ser un buen punto de no venir de una niña de seis años, ambas sus cejas fueron hacia arriba.
—¿Me estas diciendo que te agrandan los adultos?—preguntó con sarcasmo, no recordaba mucho de su niñez, pero llevarse bien con los grandes era algo que no había por ninguna parte, porque eso era lo que los niños hacían, peleaban contigo y eran fastidiosos y te jalaban el cabello.
—Algunos si me agradan..—le dijo encogiéndose de hombros una vez más—me agradan papá y mamá, y las tias, y mi madrina y tio Harry, y George Weasley…George Weasley es bueno, el me da caramelos y me deja jugar en su tienda—el hombre rubio dejó salir una especie de risa ronca.
—Lo que sea niña—dijo con un ademán de la mano derecha—ven, vamos arriba que tus padres nos han de estar esperando—la pequeña le miró entonces hacia arriba, conforme el subía el primer peldaño de las escaleras.
—¿No vas a cargarme?—preguntó por lo bajo, el hombre rubio negó con la cabeza pasándole de largo.
—Uh-uh—le dijo—olvídalo ricitos de mandarina—Wanda suspiró, su barbilla todavía apoyadas en las manos.
—Es mejor que naranjita…—dijo con resignación, más para si misma que otra cosa y luego se levantó para subir, Robin Korshanov pudo escuchar cómo iba saltando escalones detrás de él.
—¿Y quien te llama así?—le preguntó y escuchó un sonido de madera a sus espaldas.
—El hijo odioso de los Potter—dijo y casi inmediatamente Robin sintió como un par de manos pequeñas se le colgaban de los hombros.
—¡Eh, eso es trampa, te dije que no!—fanfarroneó tratando de sacudirla, pero la cría no hizo ni caso y solo aseguró las piernas contra los costados de la espalda, Robin gruñó entonces—Agh, que más carajo…—la niña rió por lo bajo y el mayor soltó un bufido—deja de reirte que si te caes no me hago responsable—Wanda apretó el agarre al cuello del hombre con más fuerza.
—De acuerdo tio Robin—le dijo apoyando la barbilla en su hombro, el rubio buscó fulminárle con la mirada por el rabillo del ojo.
—No soy tu tio—fanfarroneó una vez más.
—¡Yo digo que si!—“ Merlín dame paciencia” había sido lo único que brotó de la boca del mayor antes de que se pasara una de las manos por el rostro una última vez.
—Bien, bien, lo que quieras niña, solo cállate—subió las escaleras con la cría de rizos naranjas colgada a la espalda. Se mantuvo en silencio y no fanfarroneo más a pesar de sí mismo, algo lo había dejado profundo en pensamiento: Nadie le había llamado tío nunca, de sus cuatro hermanas, Natalie había tomado la primera ruta fuera de Inglaterra tras graduarse, Aglaya no tenía hijos y estaba bastante seguro de que William, el hijo de su hermana mayor ni siquiera sabía de su existencia.
Claro estaba que a él no le gustaban los niños, pero incluso si aquello era verdad tenía que admitirse que de vez en cuando se había imaginado a sí mismo entrando al viejo salón de la mansión familiar, aquella donde Ruslana se había asentado a vivir tras todos los menores estaban fuera. En estas visiones imaginaba al pequeño Will, no le conocía, pero en su mente se parecía a su hermana, correría hasta el desde la cocina, gritando “tío Robin, tío Robin” con entusiasmo, al saber que probablemente le había traído algún regalo de sus viajes por el mundo…Se preguntaba cómo se sentiría aquello bastante seguido, tener una familia a la cual volver, a sus hermanas para compartir memorias de la infancia, un sobrino que malcriar, “Pero No”
Se dijo Robin Korshanov a si mismo esa noche, el no
había logrado ser un hombre de bien, no había logrado ser más que un cobarde…Y mucho menos podría ser hombre de familia
Estaba mejor solo.
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OJO,CONTINUA
Hakuna Matata Bitch
Re: This Means War {Novela Colectiva de HP, 3ra Generación}
El día avanza y se vuelve noche, Robin Korshanov se encuentra a sí mismo en los pasillos donde causó problemas en su juventud, solo se divertía entonces, en aquella época donde no era capaz de imaginárse los horrores que le seguirían en su vida adulta.
—¿Que piensas?—sale de sus pensamientos, y mira a la mujer a su lado, que le observa hacía arriba recostándose al costado de su cuerpo, él le acaricia la espalda mientras que trata de recordarla así…Con amor en sus ojos, porque de repente se encuentra a sí mismo sin saber cuánto va a durar, cuanto más tiempo iba a pasar antes de que ella se enterara de las monstruosidades de las que el era capaz…De las que iba a tener que ser capaz otra vez para mantener a aquellos que quería a salvo.
—Nada importante—le dice forzando una sonrisa de la manera más natural posible, la paranoia no lo ha abandonado ni un segundo desde hace días al punto en el cual muy seguidamente se encontraba a si mismo mirando a los lados por el rabillo del ojo, presionando a la gente querida quizá demasiado fuerte y aún así manteniéndolos lejos de lo que ocurría en su mente y sus más profundas pesadillas.
—Sigues preocupado por lo que paso con tu sobrina ¿a que si?—le dió una sonrisa pícara y el solo tuvo que soltar una risa por lo bajo para hacerle saber que estaba en lo correcto—parece que le quieres muchísimo, si me lo preguntas—le dijo antes de enarcar ambas cejas, aquella sonrisa dulce no subsidia en sus labios—al igual parece que comparten un carácter bastante similar, yo creo que ni tu madre te había encarado así nunca…Sin dudas hace justicia todo lo que me has contado, tiene agallas la nena—Robin le miró con una ligera sorpresa, Gina había crecido en una casa de clase alta antes de ser expulsada de su familia, criada como una dama, pero en vez de horrorizada por el carácter de su sobrina, parecía divertida.
—Las tiene—declaró con una cabezada, su ceño frunciéndose ligeramente—es por eso que me preocupo tanto por ella…No quiero que terminen haciéndole daño Gina, me aterra…Mi sobrina es ese tipo de persona, siempre en frente de la gente que quiere, tomando los golpes sin pensar en que tipo de consecuencia eso traiga para ella…Tal como hizo con Ronald hoy, cuando yo…Estaba tan preocupado por el Gina, pensé que…No quise..—la mujer rubia miró a su prometido con preocupación, esto había estado pasando el último par de días, la atención de Robin se distorsionaba de la conversación, estaba irritable, distraído, angustiado y ella no sabía por qué.
—Mirame—le dice suavemente, acariandole la mejilla con los nudillos y deslizándolos a su barbilla, obligando a sus ojos azules a encontrar los de ella—lo que te preocupa es lo que ha pasado recientemente ¿verdad? Los asesinatos en el callejón —un desagradable nudo de culpa se formó en la boca del estomago del rubio ceniza, apretó los mandibula discretamente…La mentira le dejaba cada vez un sabor más y más amargo, cada vez que colgaba entre ellos, cada vez que tenía que obligarse a si mismo a mantenerla en la oscuridad sobre los horrores que amenazaban transcurrir a su alrededor.
—Gina, ya te he dicho que estoy bien—intentó convencerla con firmeza, pero en el borde de su voz algo amenazaba con romperse, las líneas de cansancio en su alguna vez atractivo rostro le hacían ver cada vez más demacrado, el secreto en su garganta le ahogaba cada vez más.
—No, no lo estás…—le dice con persistencia pero suavidad, se pone de puntas y le besa entre los ojos —y eso esta bien…Ninguno de nosotros fue el mismo después de la guerra, todos cometimos errores pero más importante, todos peleamos por este futuro...Lo que sea que sucedió, sucedió en el callejón Knocturn, ese nunca ha sido un lugar donde uno se busca buena fe Rob, concuerdo con que es extraño e incluso alarmante—entrelazó entonces sus manos con las del rubio—pero la guerra se acabó, tu hijo tanto como mis sobrinos y los tuyos estan a salvo…El mundo mágico esta a salvo ahora y tienes que dejarte a ti mismo creer eso…Robin nada va a hacernos daño, ni a nosotros ni a la familia… ya no más —tuvo que apartar la mirada un momento, no fue capaz de mirarle sabiendo que le estaba mintiendo tan descaradamente.
—Gin, Tienes que entender que si algo le pasa a alguno de ustedes…— comenzó a decir, sin respiro y de manera apresurada, la angustia en su rostro solo crecía.
—No va a ocurrir Robin…—le dijo tomándolo del rostro, sus dedos suavizándole el fruncir del rostro, recorriendo con paciencia aquellas líneas de angustia e insomnio—todo va a estar bien, y tú necesitas dormir y dejar de preocuparte de más—prácticamente da un salto adelante y la besa entonces, poniendo sus manos sobre las de ella en su rostro, con profundidad, obligándose a relajar su expresión sin mucho éxito y recordándose a sí mismo que si le amaba tenía que seguir mintiendole, que era la única manera de protegerla.
—Ve a buscar a Neville y Hannah—le dijo con suavidad, acariciandole la mejilla con el pulgar—yo voy a buscar al bebe y a hablar con mi sobrina—se esfuerza una vez más por sonreírle a pesar de estar exhausto y las facciones de ella se tranquilizan.
—Te veré el los carruajes entonces—otro beso y Regina se había dado la vuelta para ir en busca de sus sobrinos.
El demacrado hombre es dejado solo con sus pensamientos, puede sentir el sudor deslizarse por su piel y el dolor por la recurrente tensión muscular que se forma en su frente para instalarse ahí latiente, suspira y entierra el rostro en las manos.
—Me gustaría que estuvieras en lo cierto Gina…—susurra más para si mismo que otra cosa, deseando poder cerrar los ojos y desaparecer todo esto con un deseo, volver a los años donde estaba seguro de que su hijo iba a crecer en un mundo libre de guerras, el mundo en el cual se había permitido a sí mismo darle la espalda a todos sus viejos errores y comenzar una nueva vida…Pero no tenía caso, y Robin Korshanova lo sabía.
—Baja ya anda— dice el hombre a la chiquilla que se ha colado a un paseo en su espalda—que un puffskein no eres para vivirte la vida en mis hombros—Wanda Longbottom bufó conforme se descolgaba de los hombros de hombre mayor y caía en el suelo de pie.
—Eres odioso—declaró con la nariz fruncida pero un tono resignado. Robin cerraba entonces la puerta con suma cautela, no quería hacer ni el más mínimo ruido, considerando que Neville y Hannah ya le otorgaban demasiada caridad dejándole bajo su techo.
—¿Has considerado que simplemente no estoy para darle montadas a caballito a una mocosa?—la niña echó la cabeza a un lado, observando detenidamente al hombre, ella era buena distinguiendo a la gente buena de la mala, y a veces que las personas fueran un poco hostiles no les hacía necesariamente malos, pero de todas maneras el tio Robin no hablaba con un tono hostil, hablaba como si tuviese mucho, mucho sueño…Y como si alguien le hubiese metido un serrucho en la garganta.
—Insisto en que no me gusta—antes de que la niña pudiese refutar al hombre mayor, la voz severa de Hannah sonó desde la cocina, cautelosa, como si no quisiera que nadie le escuchara pero no lo suficientemente baja como para ser un susurro—yo no hablo por hablar Neville, tú lo sabes y bien mejor que nadie— se escuchó un suspiro por parte de Neville.
—Lo se—dijo con suavidad—pero tienes que darle un poco de confianza Hannah, el hombre esta trabajando duro para mejorar su vida…Éramos muchachos durante la guerra, amor—la niña de los rizos naranja escuchaba con cautela, realmente sus padres no hablaban mucho de la guerra, todo lo que sabía lo había escuchado de Hazel, las historias de cómo su padre había guiado al ejército de Dumbledore mientras que el tío Harry estaba embargado en su viaje con la tía simpática de los Potter, que de vez en cuando hablaba con ella de historia de la magia y el hermano de la madrina Ginny—ninguno estaba conciente de muchas cosas, aquellos muchachos que se unieron a las fuerzas de Voldemort, eran estudiantes jóvenes como nosotros, influenciados por sus familias, víctimas de las circunstancias incorrectas—un nudo de culpa volvió a apretar en el estomago del mago rubio seguida por un corriente de fuertes náuseas.
Se preguntó si era eso lo que Neville pensaba de su situación “¿una víctima de las circunstancias erróneas?” el no había sido eso, el había sido un cobarde, un egoísta, absolviéndose a sí mismo de una marca tenebrosa en su piel, pero proviendo a esa gente, asesinos tan despreciables como el con cualquier ayuda que necesitaran, todo contal de conseguir lo que quería, todo con tal de poder costear sus vicios, quizá hubieron inocentes en aquellas salas, pero el nunca fue uno de ellos…Pero aún así estaba libre.
—Sabes que esto no se trata de Robin…—pudo escuchar la voz de la mujer apunto de quebrarse—Hay buenas personas allá afuera…Lo se Neville, pero esa mujer…Karma, ella no le está haciendo ningún bien—la niña de los rizos naranjas miró hacía arriba con curiosidad, el tio Robin se veía muy molesto, su mandíbula estaba apretada y sus puños también, además muchos de los diseños a lo largo de sus brazos parecían moverse con más brusquedad en su piel.
—¿Karma es chica bonita que estaba contigo tío?—preguntó al no quedarle más que hacer por su curiosidad, pero no recibió más que un gruñido seguido de un tenso susurro.
—¡Has silencio cinco minutos niña! por Merlin—advirtió, haciéndola fruncir la nariz en disgusto, casi consideró caminar a la cocina e interrumpir, pero terminó por quedarse callada solo por el bien de terminar de oír aquel interesante intercambio.
—Le he visto escabullendose al callejón Knocturn antes—dijo su madre y la chiquilla frunció el ceño, nunca le habían dejado ir para allá no importa cuanto lo pedía por curiosidad. Mamá siempre decía que ese callejón no era para las buenas personas y aquello era el final del argumento—estoy segura de que todavía tiene negocios con gente allí, debe de estarselo ocultando a Robin, su fascinación con las artes oscuras es alarmante—se escuchó el sorbido que Hannah Longbottom dió a su taza de té caliente—incluso he encontrado unos pergaminos en su habitación que….—su voz subsidio y se escuchó como inhaló profundamente, seguido por el tintineo de una cuchara contra la taza de té y un carraspeo proveniente de Neville.
—¿Desde cuando entras a la habitación de los huéspedes, Hannah?—preguntó con seriedad, y la chiquilla se lo pudo imaginar enarcando una ceja, con esa mirada que le había visto dar a sus alumnos cuando no entregaban una tarea y daban una excusa las veces que había ido a visitarlo.
—No es que lo haga seguido por Merlín, Longbottom—protestó Hannah y se escuchó un sonido de taconeo prudente contra el suelo—pero soy la dueńa del local, de vez en cuando tengo que verificar cosas, ya Tom hace demasiado por solo en la jornada del fin de semana, y con eso de que no se toma vacaciones ni me hagas empezar….—por otra parte, el hombre rubio fruncía el ceño pensativo, “pergaminos” había dicho Hannah, y una sensación de nerviosismo se le vino al pecho.
—De acuerdo—dijo Neville con condescendencia—y estos pergaminos ¿que eran exactamente?—un suspiro pesado surgió entonces.
—Información, hechizos, ingredientes para pociones y demás—hubo una pausa y de nuevo se escuchó un sorbido delicado—no tengo ni idea de para que, pero si se que eran cosas que probablemente encontrarías derechito en la sección prohibída de vuelta cuando estábamos en el colegio para que te des una idea, definitivamente magia negra, nada bueno—la voz de Hannah estaba a punto de romperse de nuevo, el pánico era tangible en su voz.
—Hey, Hey, mirame—la voz de su padre ahora sonaba dócil y suave, era por esto que no se hablaba de la guerra en casa, mamá siempre terminaba en lágrimas—Nana, mirame…Quizá estás sobre reaccionando, ella fue parte de los seguidores de Voldemort, te entiendo, lo hago—hubo una pausa—pero si Robin confía en ella tiene que ser por algo Nana…—y luego había ocurrido, Hannah Longbottom rompió a llorar.
—¡Su gente mató a mi familia Neville!—dijo y aquella chiquilla tuvo que recordarse a si misma que ahora debía quedarse en lugar, no podía ir a abrazar a mamá—ellos mataron a mis padres…Me han dejado huérfana a los 16 por Merlín yo…— y cuando lloró de nuevo las náuseas regresaron al hombre rubio, aquella sangre no había sido suya para derramar, pero siempre iba a ser parte de las manchas en sus manos, él compartía la culpa con cada uno de ellos porque no había sido el constructor de todo aquel caos, pero si un arquitecto.
—Mamá….¿Estas bien?—cuando Robin Korshanova salió de su trance pudo darse cuenta de que la chiquilla de rizos naranja se había movido de lugar y se había acercado a la cocina, maldijo por lo bajo y no tuvo otra opción que seguirle incómodamente.
—Si, si linda, no pasa nada—la mujer se había apresurado a separarse del abrazo de su esposo y limpiarse las lágrimas para acercarse a la niña y acuclillarse frente a ella—pero me parece señorita, que ya es bastante tarde para que usted esté fuera de la cama—su cabello cambió de color y los adultos le vieron hacer una mueca entristecida y fastidiada.
— Peero mamaá—se quejó alargando las vocales, Hannah soltó una risa baja y terminó de limpiarse los residuos del llanto con el ante brazo.
—Nada—le dijo con suavidad levantandola del suelo en brazos—a dormir venga, que tu papá te lleva a la cama— y entonces la habían pasado a los brazos de su padre, bufó y arrugó la nariz, los rizos cambiando de color una vez más ¿por qué tenía que ser tan pequeña? Eso le daba a los adultos ideas de que podían cargarla a donde quisieran, y no les gustaba.
—Vamonos leoncito—dijo conforme la tomaba en brazos e iba por la puerta, la niña suspiró dramáticamente, apoyando la barbilla en el hombro de su padre, obviamente indignada.
Neville y Wanda salen por la puerta y Hannah y Robin quedan solos en la cocina.
—¿Cuanto escuchaste?—le preguntó la mujer sin rodeos, una ligera vergüenza colgando de su tono de voz, Robin se aclaró la garganta y el sonido hizo que Hannah se estremeciera, había sido dolorosamente rasposo al punto que por un segundo se preguntó si era posible que tuviese algún tipo de infección.
—Lo suficiente—dijo con una cabezada, pero no pudo llevarse a si mismo a encararle o pelear por la inocencia de Karma, el hecho de que ambos estuviesen aquí era un favor por razones obvias.
—Robin yo…No se trata de ti, tu eres una buena persona, eso lo creo…Pero no puedo confiar en ella, no puedo—el hombre simplemente volvió a asentir en silencio, ya era demasiado pedir que le vieran a él con ojos cándidos, sobretodo una pareja que había sido tan afectada por los seguidores de Voldemort, Neville Longbottom había perdido a ambos sus padres a merced de Bellatrix Lestrange, mientras que los de Hannah Longbottom habían sido asesinados durante su sexto año.
—Te entiendo Hannah—dijo a pesar de si mismo—pero Karma…Ella lo está intentando, te lo prometo, ningún tipo de daño va a llegarle a tu familia—la Hufflepuff sonrió con dulzura y cariño, conforme dejaba que lo poco que había quedado del té se derramara en el fregadero.
—Robin—dijo con convicción—no es por nosotros que me preocupo, me preocupo por ti—aquello le tomó por sorpresa, dejando una expresión atónita en su rostro.
—¿Por mi?—preguntó con su voz rasposa todavía derramando sorpresa—¿porque te preocuparías por mi?—Hannah suspiró profundamente.
—Soy inteligente Robin, si hay algo que mi juventud me enseñó es que hay un potencial para el bien dentro de todo el mundo…Pero que solo muy pocos buscan aprovechar—dió una cabezada—tu eres una de esas personas, estoy segura…Pero, si hay algo que puedo decirte aunque creo que ya lo sabes, es que con respecto a cualquier tipo de vicio el adicto no tiene oportunidad de mejorar sin estar en las condiciones indicadas…Las influencias son algo poderoso, más de lo puedes imaginar—la cabeza le había comenzado a retumbar, y tuvo que cerrar los ojos un segundo tras haber escuchado las palabras de la rubia, le entró una sensación familiar en el pecho aquella misma de cuando sus hermanas le discutían con respecto a su relación y aunque de eso hace ya años, nunca había podido quitarse aquel miedo de que todos tuvieran razón.
—Hannah…Con respecto a lo que dices que encontraste en la habitación…—dejó que su voz colgara, el mismo miedo empujaba sus palabras hacía atrás, le tenía miedo a las preguntas y respuestas…Tenía miedo de que las cosas fueran como él se las imaginaba.
—No se lo que eran si es lo que quieres preguntar—le dijo la rubia con tono lastimoso—tu siempre fuiste el mayor experto que he conocido, quizá tú podrías reconocerlo mejor, todo lo que yo se es que se trataba de el tipo de magia con la que no se juega Robin, quizá es mi error, pero yo que tu, estaría alerta—el hombre simplemente pudo asentir de manera muda.
—Gracias por todo Hannah, es un abuso de mi parte pedirles que hagan esto—la rubia negó inmediatamente.
—Nada de eso—hizo un ademán de descarte con las manos—familia es familia—y luego de darle las buenas noches se dió la vuelta para irse, dejándole solo en la cocina con el eco de entre las paredes.
Se adentra en los pasillos que pertenecen a los dormitorios de profesores, y la sorpresa a cuan extraño se siente hacer esto para buscar el cuarto de su sobrina mayor lo embarga, los años definitivamente han pasado de largo para él, cuando conoció a Hazel Longbottom no era más que una pre adolescente con acné en el rostro, y ahora estaba enseñando…Merlín que estaba viejo, pero el hecho de que la estructura del castillo no hubiese cambiado en nada no ayudaba a aceptar su edad.
—Donde es que ha dicho que…—entre cerró los ojos tratando de recordar las indicaciones que le habían dado…“Cuando vayas por la mitad de camino, da una vuelta a la izquierda, ese es mi cuarto” honestamente estaba asustado de tocar las puertas y encontrarse a McGonagall en paños menores o algo por el estilo, a veces se le olvidaba que ahora era directora…Sin embargo no le tomó mucho tiempo a una risa familiar captar su atención.
—¡Rindete, Peter Pan!—frunció el ceño, y sin embargo una sonrisa brotó en sus labios en aquel microsegundo y se apresuró hacia la puerta entre abierta que estaba a unos cuatro pasos de el. Se asoma con cuidado de que la puerta no cruja, y lo que ve le es tan preciado que no le queda más que quedarse parado en el marco.
—¡Nunca, jamás!—el pequeño niño de cabellos oscuros declaraba su grito de guerra por los aires de manera dramática. La melancolía comienza a embargar al hombre que observa la sonrisa del niño, hoyuelos en sus mejillas mientras que energéticamente ladea una espada invisible a su prima. Siempre le encantaron los cuentos de guerra, le gustaba escuchar como los héroes vencían a los villanos y siempre tuvo un fuerte corazoncito “yo quiero ser un héroe alguna vez papá, y vencer a los malos” le había dicho más de una vez, a lo que él siempre contestaba “algún día estoy seguro que vas a ser el mejor” pero viéndole ahora, todo lo que podía pensar era en ese bebé de dos kilos y medio, envuelto en sabanas y a salvo en sus brazos, solo podía pensar en la primera vez que lo vio abrir sus ojos al mundo, y como desde ese momento supo que no quería que su hijo tuviese que vivir guerras, que quería convertirse en un buen hombre para que aquel pequeño indefenso tuviese un mundo lleno de héroes, más allá de gente vil.
—¡Te rendirás primero Capitana!—decía el niño entre risas, entonces tomando una almohada arremetiendo contra la mayor que había reido corta de respiración.
—¡Espera, espera!—decía tratando de estirar la mano conforme estaba acostada boca arriba, “apresada” por el niño, para alcanzar con la punta de los dedos una almohada ella también—¡que batalla que no es justa no vale Peter Pan!—ambos comenzaron a pelear con las almohadas, solo sus carcajadas haciendo eco por las paredes cuando lágrimas saladas comenzaron a caer por las mejillas del hombre rubio.
Observó entonces a la muchacha de cabellos negros, fue alguna vez la niña de rizos naranja que se sentaba al pie de la chimenea y escuchaba las historias de sus viajes por el mundo como auror con más atención que todos los hermanos Longbottom, era su sobrina favorita por aquello, por la manera en la que zapateaba las puntas contra el suelo y preguntaba “¿y luego? ¿que pasó tío Robin, lo atrapaste?” al pie del fuego se veía como si estuviera lista para ir a pelear contra el mundo “¿puedo ir contigo la proxima vez?” y aunque siempre le hacía la promesa de aquella próxima vez, nunca la llevo con el…Porque tenía miedo de que quizá el mundo fuese demasiado grande para ella, “a veces” Regina le había dicho alguna vez “son las personas más fuertes las que necesitan protección, porque no se detienen por nada cuando pelean por lo que creen, ni siquiera por ellos mismos”
Y ahora, tenía miedo de que el mundo resultara demasiado grande para aquellos dos pequeños una vez más, tenía miedo de repente, miedo de no llegar a ver a aquella niña revoltosa llegar tan lejos como siempre había querido, miedo de no poder ver a su hijo convertirse en el hombre de honor que el nunca pudo ser en su juventud. Se sentía temeroso pero por sobre todo molesto y melancólico…Porque había trabajado tan duro para mejorar, y ahora todo le podía ser arrebatado en cualquier momento.
No era justo, no era justo para el. Pero por sobre todo no era justo para ellos, no lo era.
—¿Que piensas?—sale de sus pensamientos, y mira a la mujer a su lado, que le observa hacía arriba recostándose al costado de su cuerpo, él le acaricia la espalda mientras que trata de recordarla así…Con amor en sus ojos, porque de repente se encuentra a sí mismo sin saber cuánto va a durar, cuanto más tiempo iba a pasar antes de que ella se enterara de las monstruosidades de las que el era capaz…De las que iba a tener que ser capaz otra vez para mantener a aquellos que quería a salvo.
—Nada importante—le dice forzando una sonrisa de la manera más natural posible, la paranoia no lo ha abandonado ni un segundo desde hace días al punto en el cual muy seguidamente se encontraba a si mismo mirando a los lados por el rabillo del ojo, presionando a la gente querida quizá demasiado fuerte y aún así manteniéndolos lejos de lo que ocurría en su mente y sus más profundas pesadillas.
—Sigues preocupado por lo que paso con tu sobrina ¿a que si?—le dió una sonrisa pícara y el solo tuvo que soltar una risa por lo bajo para hacerle saber que estaba en lo correcto—parece que le quieres muchísimo, si me lo preguntas—le dijo antes de enarcar ambas cejas, aquella sonrisa dulce no subsidia en sus labios—al igual parece que comparten un carácter bastante similar, yo creo que ni tu madre te había encarado así nunca…Sin dudas hace justicia todo lo que me has contado, tiene agallas la nena—Robin le miró con una ligera sorpresa, Gina había crecido en una casa de clase alta antes de ser expulsada de su familia, criada como una dama, pero en vez de horrorizada por el carácter de su sobrina, parecía divertida.
—Las tiene—declaró con una cabezada, su ceño frunciéndose ligeramente—es por eso que me preocupo tanto por ella…No quiero que terminen haciéndole daño Gina, me aterra…Mi sobrina es ese tipo de persona, siempre en frente de la gente que quiere, tomando los golpes sin pensar en que tipo de consecuencia eso traiga para ella…Tal como hizo con Ronald hoy, cuando yo…Estaba tan preocupado por el Gina, pensé que…No quise..—la mujer rubia miró a su prometido con preocupación, esto había estado pasando el último par de días, la atención de Robin se distorsionaba de la conversación, estaba irritable, distraído, angustiado y ella no sabía por qué.
—Mirame—le dice suavemente, acariandole la mejilla con los nudillos y deslizándolos a su barbilla, obligando a sus ojos azules a encontrar los de ella—lo que te preocupa es lo que ha pasado recientemente ¿verdad? Los asesinatos en el callejón —un desagradable nudo de culpa se formó en la boca del estomago del rubio ceniza, apretó los mandibula discretamente…La mentira le dejaba cada vez un sabor más y más amargo, cada vez que colgaba entre ellos, cada vez que tenía que obligarse a si mismo a mantenerla en la oscuridad sobre los horrores que amenazaban transcurrir a su alrededor.
—Gina, ya te he dicho que estoy bien—intentó convencerla con firmeza, pero en el borde de su voz algo amenazaba con romperse, las líneas de cansancio en su alguna vez atractivo rostro le hacían ver cada vez más demacrado, el secreto en su garganta le ahogaba cada vez más.
—No, no lo estás…—le dice con persistencia pero suavidad, se pone de puntas y le besa entre los ojos —y eso esta bien…Ninguno de nosotros fue el mismo después de la guerra, todos cometimos errores pero más importante, todos peleamos por este futuro...Lo que sea que sucedió, sucedió en el callejón Knocturn, ese nunca ha sido un lugar donde uno se busca buena fe Rob, concuerdo con que es extraño e incluso alarmante—entrelazó entonces sus manos con las del rubio—pero la guerra se acabó, tu hijo tanto como mis sobrinos y los tuyos estan a salvo…El mundo mágico esta a salvo ahora y tienes que dejarte a ti mismo creer eso…Robin nada va a hacernos daño, ni a nosotros ni a la familia… ya no más —tuvo que apartar la mirada un momento, no fue capaz de mirarle sabiendo que le estaba mintiendo tan descaradamente.
—Gin, Tienes que entender que si algo le pasa a alguno de ustedes…— comenzó a decir, sin respiro y de manera apresurada, la angustia en su rostro solo crecía.
—No va a ocurrir Robin…—le dijo tomándolo del rostro, sus dedos suavizándole el fruncir del rostro, recorriendo con paciencia aquellas líneas de angustia e insomnio—todo va a estar bien, y tú necesitas dormir y dejar de preocuparte de más—prácticamente da un salto adelante y la besa entonces, poniendo sus manos sobre las de ella en su rostro, con profundidad, obligándose a relajar su expresión sin mucho éxito y recordándose a sí mismo que si le amaba tenía que seguir mintiendole, que era la única manera de protegerla.
—Ve a buscar a Neville y Hannah—le dijo con suavidad, acariciandole la mejilla con el pulgar—yo voy a buscar al bebe y a hablar con mi sobrina—se esfuerza una vez más por sonreírle a pesar de estar exhausto y las facciones de ella se tranquilizan.
—Te veré el los carruajes entonces—otro beso y Regina se había dado la vuelta para ir en busca de sus sobrinos.
El demacrado hombre es dejado solo con sus pensamientos, puede sentir el sudor deslizarse por su piel y el dolor por la recurrente tensión muscular que se forma en su frente para instalarse ahí latiente, suspira y entierra el rostro en las manos.
—Me gustaría que estuvieras en lo cierto Gina…—susurra más para si mismo que otra cosa, deseando poder cerrar los ojos y desaparecer todo esto con un deseo, volver a los años donde estaba seguro de que su hijo iba a crecer en un mundo libre de guerras, el mundo en el cual se había permitido a sí mismo darle la espalda a todos sus viejos errores y comenzar una nueva vida…Pero no tenía caso, y Robin Korshanova lo sabía.
Porque el mundo mágico ya no estaba a salvo, y si era posible…Estaba en más peligro de lo que lo había estado en toda su historia.
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—Baja ya anda— dice el hombre a la chiquilla que se ha colado a un paseo en su espalda—que un puffskein no eres para vivirte la vida en mis hombros—Wanda Longbottom bufó conforme se descolgaba de los hombros de hombre mayor y caía en el suelo de pie.
—Eres odioso—declaró con la nariz fruncida pero un tono resignado. Robin cerraba entonces la puerta con suma cautela, no quería hacer ni el más mínimo ruido, considerando que Neville y Hannah ya le otorgaban demasiada caridad dejándole bajo su techo.
—¿Has considerado que simplemente no estoy para darle montadas a caballito a una mocosa?—la niña echó la cabeza a un lado, observando detenidamente al hombre, ella era buena distinguiendo a la gente buena de la mala, y a veces que las personas fueran un poco hostiles no les hacía necesariamente malos, pero de todas maneras el tio Robin no hablaba con un tono hostil, hablaba como si tuviese mucho, mucho sueño…Y como si alguien le hubiese metido un serrucho en la garganta.
—Insisto en que no me gusta—antes de que la niña pudiese refutar al hombre mayor, la voz severa de Hannah sonó desde la cocina, cautelosa, como si no quisiera que nadie le escuchara pero no lo suficientemente baja como para ser un susurro—yo no hablo por hablar Neville, tú lo sabes y bien mejor que nadie— se escuchó un suspiro por parte de Neville.
—Lo se—dijo con suavidad—pero tienes que darle un poco de confianza Hannah, el hombre esta trabajando duro para mejorar su vida…Éramos muchachos durante la guerra, amor—la niña de los rizos naranja escuchaba con cautela, realmente sus padres no hablaban mucho de la guerra, todo lo que sabía lo había escuchado de Hazel, las historias de cómo su padre había guiado al ejército de Dumbledore mientras que el tío Harry estaba embargado en su viaje con la tía simpática de los Potter, que de vez en cuando hablaba con ella de historia de la magia y el hermano de la madrina Ginny—ninguno estaba conciente de muchas cosas, aquellos muchachos que se unieron a las fuerzas de Voldemort, eran estudiantes jóvenes como nosotros, influenciados por sus familias, víctimas de las circunstancias incorrectas—un nudo de culpa volvió a apretar en el estomago del mago rubio seguida por un corriente de fuertes náuseas.
Se preguntó si era eso lo que Neville pensaba de su situación “¿una víctima de las circunstancias erróneas?” el no había sido eso, el había sido un cobarde, un egoísta, absolviéndose a sí mismo de una marca tenebrosa en su piel, pero proviendo a esa gente, asesinos tan despreciables como el con cualquier ayuda que necesitaran, todo contal de conseguir lo que quería, todo con tal de poder costear sus vicios, quizá hubieron inocentes en aquellas salas, pero el nunca fue uno de ellos…Pero aún así estaba libre.
—Sabes que esto no se trata de Robin…—pudo escuchar la voz de la mujer apunto de quebrarse—Hay buenas personas allá afuera…Lo se Neville, pero esa mujer…Karma, ella no le está haciendo ningún bien—la niña de los rizos naranjas miró hacía arriba con curiosidad, el tio Robin se veía muy molesto, su mandíbula estaba apretada y sus puños también, además muchos de los diseños a lo largo de sus brazos parecían moverse con más brusquedad en su piel.
—¿Karma es chica bonita que estaba contigo tío?—preguntó al no quedarle más que hacer por su curiosidad, pero no recibió más que un gruñido seguido de un tenso susurro.
—¡Has silencio cinco minutos niña! por Merlin—advirtió, haciéndola fruncir la nariz en disgusto, casi consideró caminar a la cocina e interrumpir, pero terminó por quedarse callada solo por el bien de terminar de oír aquel interesante intercambio.
—Le he visto escabullendose al callejón Knocturn antes—dijo su madre y la chiquilla frunció el ceño, nunca le habían dejado ir para allá no importa cuanto lo pedía por curiosidad. Mamá siempre decía que ese callejón no era para las buenas personas y aquello era el final del argumento—estoy segura de que todavía tiene negocios con gente allí, debe de estarselo ocultando a Robin, su fascinación con las artes oscuras es alarmante—se escuchó el sorbido que Hannah Longbottom dió a su taza de té caliente—incluso he encontrado unos pergaminos en su habitación que….—su voz subsidio y se escuchó como inhaló profundamente, seguido por el tintineo de una cuchara contra la taza de té y un carraspeo proveniente de Neville.
—¿Desde cuando entras a la habitación de los huéspedes, Hannah?—preguntó con seriedad, y la chiquilla se lo pudo imaginar enarcando una ceja, con esa mirada que le había visto dar a sus alumnos cuando no entregaban una tarea y daban una excusa las veces que había ido a visitarlo.
—No es que lo haga seguido por Merlín, Longbottom—protestó Hannah y se escuchó un sonido de taconeo prudente contra el suelo—pero soy la dueńa del local, de vez en cuando tengo que verificar cosas, ya Tom hace demasiado por solo en la jornada del fin de semana, y con eso de que no se toma vacaciones ni me hagas empezar….—por otra parte, el hombre rubio fruncía el ceño pensativo, “pergaminos” había dicho Hannah, y una sensación de nerviosismo se le vino al pecho.
—De acuerdo—dijo Neville con condescendencia—y estos pergaminos ¿que eran exactamente?—un suspiro pesado surgió entonces.
—Información, hechizos, ingredientes para pociones y demás—hubo una pausa y de nuevo se escuchó un sorbido delicado—no tengo ni idea de para que, pero si se que eran cosas que probablemente encontrarías derechito en la sección prohibída de vuelta cuando estábamos en el colegio para que te des una idea, definitivamente magia negra, nada bueno—la voz de Hannah estaba a punto de romperse de nuevo, el pánico era tangible en su voz.
—Hey, Hey, mirame—la voz de su padre ahora sonaba dócil y suave, era por esto que no se hablaba de la guerra en casa, mamá siempre terminaba en lágrimas—Nana, mirame…Quizá estás sobre reaccionando, ella fue parte de los seguidores de Voldemort, te entiendo, lo hago—hubo una pausa—pero si Robin confía en ella tiene que ser por algo Nana…—y luego había ocurrido, Hannah Longbottom rompió a llorar.
—¡Su gente mató a mi familia Neville!—dijo y aquella chiquilla tuvo que recordarse a si misma que ahora debía quedarse en lugar, no podía ir a abrazar a mamá—ellos mataron a mis padres…Me han dejado huérfana a los 16 por Merlín yo…— y cuando lloró de nuevo las náuseas regresaron al hombre rubio, aquella sangre no había sido suya para derramar, pero siempre iba a ser parte de las manchas en sus manos, él compartía la culpa con cada uno de ellos porque no había sido el constructor de todo aquel caos, pero si un arquitecto.
—Mamá….¿Estas bien?—cuando Robin Korshanova salió de su trance pudo darse cuenta de que la chiquilla de rizos naranja se había movido de lugar y se había acercado a la cocina, maldijo por lo bajo y no tuvo otra opción que seguirle incómodamente.
—Si, si linda, no pasa nada—la mujer se había apresurado a separarse del abrazo de su esposo y limpiarse las lágrimas para acercarse a la niña y acuclillarse frente a ella—pero me parece señorita, que ya es bastante tarde para que usted esté fuera de la cama—su cabello cambió de color y los adultos le vieron hacer una mueca entristecida y fastidiada.
— Peero mamaá—se quejó alargando las vocales, Hannah soltó una risa baja y terminó de limpiarse los residuos del llanto con el ante brazo.
—Nada—le dijo con suavidad levantandola del suelo en brazos—a dormir venga, que tu papá te lleva a la cama— y entonces la habían pasado a los brazos de su padre, bufó y arrugó la nariz, los rizos cambiando de color una vez más ¿por qué tenía que ser tan pequeña? Eso le daba a los adultos ideas de que podían cargarla a donde quisieran, y no les gustaba.
—Vamonos leoncito—dijo conforme la tomaba en brazos e iba por la puerta, la niña suspiró dramáticamente, apoyando la barbilla en el hombro de su padre, obviamente indignada.
Neville y Wanda salen por la puerta y Hannah y Robin quedan solos en la cocina.
—¿Cuanto escuchaste?—le preguntó la mujer sin rodeos, una ligera vergüenza colgando de su tono de voz, Robin se aclaró la garganta y el sonido hizo que Hannah se estremeciera, había sido dolorosamente rasposo al punto que por un segundo se preguntó si era posible que tuviese algún tipo de infección.
—Lo suficiente—dijo con una cabezada, pero no pudo llevarse a si mismo a encararle o pelear por la inocencia de Karma, el hecho de que ambos estuviesen aquí era un favor por razones obvias.
—Robin yo…No se trata de ti, tu eres una buena persona, eso lo creo…Pero no puedo confiar en ella, no puedo—el hombre simplemente volvió a asentir en silencio, ya era demasiado pedir que le vieran a él con ojos cándidos, sobretodo una pareja que había sido tan afectada por los seguidores de Voldemort, Neville Longbottom había perdido a ambos sus padres a merced de Bellatrix Lestrange, mientras que los de Hannah Longbottom habían sido asesinados durante su sexto año.
—Te entiendo Hannah—dijo a pesar de si mismo—pero Karma…Ella lo está intentando, te lo prometo, ningún tipo de daño va a llegarle a tu familia—la Hufflepuff sonrió con dulzura y cariño, conforme dejaba que lo poco que había quedado del té se derramara en el fregadero.
—Robin—dijo con convicción—no es por nosotros que me preocupo, me preocupo por ti—aquello le tomó por sorpresa, dejando una expresión atónita en su rostro.
—¿Por mi?—preguntó con su voz rasposa todavía derramando sorpresa—¿porque te preocuparías por mi?—Hannah suspiró profundamente.
—Soy inteligente Robin, si hay algo que mi juventud me enseñó es que hay un potencial para el bien dentro de todo el mundo…Pero que solo muy pocos buscan aprovechar—dió una cabezada—tu eres una de esas personas, estoy segura…Pero, si hay algo que puedo decirte aunque creo que ya lo sabes, es que con respecto a cualquier tipo de vicio el adicto no tiene oportunidad de mejorar sin estar en las condiciones indicadas…Las influencias son algo poderoso, más de lo puedes imaginar—la cabeza le había comenzado a retumbar, y tuvo que cerrar los ojos un segundo tras haber escuchado las palabras de la rubia, le entró una sensación familiar en el pecho aquella misma de cuando sus hermanas le discutían con respecto a su relación y aunque de eso hace ya años, nunca había podido quitarse aquel miedo de que todos tuvieran razón.
—Hannah…Con respecto a lo que dices que encontraste en la habitación…—dejó que su voz colgara, el mismo miedo empujaba sus palabras hacía atrás, le tenía miedo a las preguntas y respuestas…Tenía miedo de que las cosas fueran como él se las imaginaba.
—No se lo que eran si es lo que quieres preguntar—le dijo la rubia con tono lastimoso—tu siempre fuiste el mayor experto que he conocido, quizá tú podrías reconocerlo mejor, todo lo que yo se es que se trataba de el tipo de magia con la que no se juega Robin, quizá es mi error, pero yo que tu, estaría alerta—el hombre simplemente pudo asentir de manera muda.
—Gracias por todo Hannah, es un abuso de mi parte pedirles que hagan esto—la rubia negó inmediatamente.
—Nada de eso—hizo un ademán de descarte con las manos—familia es familia—y luego de darle las buenas noches se dió la vuelta para irse, dejándole solo en la cocina con el eco de entre las paredes.
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Se adentra en los pasillos que pertenecen a los dormitorios de profesores, y la sorpresa a cuan extraño se siente hacer esto para buscar el cuarto de su sobrina mayor lo embarga, los años definitivamente han pasado de largo para él, cuando conoció a Hazel Longbottom no era más que una pre adolescente con acné en el rostro, y ahora estaba enseñando…Merlín que estaba viejo, pero el hecho de que la estructura del castillo no hubiese cambiado en nada no ayudaba a aceptar su edad.
—Donde es que ha dicho que…—entre cerró los ojos tratando de recordar las indicaciones que le habían dado…“Cuando vayas por la mitad de camino, da una vuelta a la izquierda, ese es mi cuarto” honestamente estaba asustado de tocar las puertas y encontrarse a McGonagall en paños menores o algo por el estilo, a veces se le olvidaba que ahora era directora…Sin embargo no le tomó mucho tiempo a una risa familiar captar su atención.
—¡Rindete, Peter Pan!—frunció el ceño, y sin embargo una sonrisa brotó en sus labios en aquel microsegundo y se apresuró hacia la puerta entre abierta que estaba a unos cuatro pasos de el. Se asoma con cuidado de que la puerta no cruja, y lo que ve le es tan preciado que no le queda más que quedarse parado en el marco.
—¡Nunca, jamás!—el pequeño niño de cabellos oscuros declaraba su grito de guerra por los aires de manera dramática. La melancolía comienza a embargar al hombre que observa la sonrisa del niño, hoyuelos en sus mejillas mientras que energéticamente ladea una espada invisible a su prima. Siempre le encantaron los cuentos de guerra, le gustaba escuchar como los héroes vencían a los villanos y siempre tuvo un fuerte corazoncito “yo quiero ser un héroe alguna vez papá, y vencer a los malos” le había dicho más de una vez, a lo que él siempre contestaba “algún día estoy seguro que vas a ser el mejor” pero viéndole ahora, todo lo que podía pensar era en ese bebé de dos kilos y medio, envuelto en sabanas y a salvo en sus brazos, solo podía pensar en la primera vez que lo vio abrir sus ojos al mundo, y como desde ese momento supo que no quería que su hijo tuviese que vivir guerras, que quería convertirse en un buen hombre para que aquel pequeño indefenso tuviese un mundo lleno de héroes, más allá de gente vil.
—¡Te rendirás primero Capitana!—decía el niño entre risas, entonces tomando una almohada arremetiendo contra la mayor que había reido corta de respiración.
—¡Espera, espera!—decía tratando de estirar la mano conforme estaba acostada boca arriba, “apresada” por el niño, para alcanzar con la punta de los dedos una almohada ella también—¡que batalla que no es justa no vale Peter Pan!—ambos comenzaron a pelear con las almohadas, solo sus carcajadas haciendo eco por las paredes cuando lágrimas saladas comenzaron a caer por las mejillas del hombre rubio.
Observó entonces a la muchacha de cabellos negros, fue alguna vez la niña de rizos naranja que se sentaba al pie de la chimenea y escuchaba las historias de sus viajes por el mundo como auror con más atención que todos los hermanos Longbottom, era su sobrina favorita por aquello, por la manera en la que zapateaba las puntas contra el suelo y preguntaba “¿y luego? ¿que pasó tío Robin, lo atrapaste?” al pie del fuego se veía como si estuviera lista para ir a pelear contra el mundo “¿puedo ir contigo la proxima vez?” y aunque siempre le hacía la promesa de aquella próxima vez, nunca la llevo con el…Porque tenía miedo de que quizá el mundo fuese demasiado grande para ella, “a veces” Regina le había dicho alguna vez “son las personas más fuertes las que necesitan protección, porque no se detienen por nada cuando pelean por lo que creen, ni siquiera por ellos mismos”
Y ahora, tenía miedo de que el mundo resultara demasiado grande para aquellos dos pequeños una vez más, tenía miedo de repente, miedo de no llegar a ver a aquella niña revoltosa llegar tan lejos como siempre había querido, miedo de no poder ver a su hijo convertirse en el hombre de honor que el nunca pudo ser en su juventud. Se sentía temeroso pero por sobre todo molesto y melancólico…Porque había trabajado tan duro para mejorar, y ahora todo le podía ser arrebatado en cualquier momento.
No era justo, no era justo para el. Pero por sobre todo no era justo para ellos, no lo era.
Hakuna Matata Bitch
Re: This Means War {Novela Colectiva de HP, 3ra Generación}
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Sus músculos se relajan y es como si se dejara caer a pedazos en aquel sofá, hay una habitación de huéspedes perfectamente vacía arriba, Hannah le había dicho aquello, e incluso si había prometido que la usaría no podía evitar sentirse como un intruso en aquella casa así que a pesar de saber que logrará dormir mejor para el día de mañana en un colchón decente se niega el lujo de subir las escaleras hasta las habitaciones. Casi inmediatamente una vez se propone conciliar el sueño, comienzan los pasos en el suelo de madera; cautelosos pero rápidos, como si un ratón buscase escabullirse entre los muebles. Robin bufa y se vuelve a un lado buscando ignorar el sonido, de verdad debe dejar de beber de noche, pero esa es una de las muchas promesas que no ha podido cumplir del todo
—¿que haces?—el hombre vuelve a removerse con disgusto, esperando que de verdad la cabeza le esté jugando trucos, pero inmediatamente se prenden las luces de la sencilla sala con un “click” y seguidamente la yema de un dedo le aprieta el párpado por encima de la cabecera del sofá.
—¡Agh!—gruñe enderezandose y frotándose los ojos—que coño…—se vuelve entonces en dirección a sus espaldas, hay está la revoltosa niñita de cabellos naranja, vestida en una dormilona de color celeste y sosteniendo una galleta de chispas de chocolate en mano.
—No te enojes…Es que no veía nada y tuve que prender la luz—había dicho educadamente rodeando el sofá conforme el color de sus ojos cambiaba.
—¿Que haces aquí niña?—preguntó Robin pasándose la mano por el rostro en un gesto agotado y apoyando el codo en las rodillas, la niña le dió una mordida a la galleta y sonrió, como buscando establecer un punto—¿no te dijeron tus padres que te fueras a dormir como hace una década?—el mal humor de su voz le hizo sentir mal.
—¿Porque siempre eres tan gruñón?— le preguntó conforme se encogía en posición de indio sobre el sofá.
—Porque quiero dormir—le dijo arqueando una ceja—algo que tu deberías estar haciendo por cierto—Wanda hizo una mueca.
—Pero dormir me aburre ¿porque los adultos duermen tanto?—le miró un momento sin entender la tan genuina curiosidad en sus ojos y se cruzó de brazo.
—Pues por la misma razón que duermes tu— le dijo con cierta sorna—no es como si los adultos fuésemos una especie distinta niña—ella volvió la cabeza a un lado, y uno de sus rulos cayó sobre su rostro.
—¿Tus padres te mandan a dormir también?—preguntó con confusión y el hombre rubio tuvo que largar una risa por lo bajo.
—¿Es que tu no te cansas?—le preguntó con un ligero toque humorístico—con todo lo que inventas no me lo creo—ella se encogió de hombros.
—Bueno, a veces si me canso—le dijo por lo bajo para no despertar a sus padres—pero entonces mi hermana me lee cuentos y me quedo dormida…Pero no puedo hacerme dormir, los adultos hacen eso—frunció el ceño—y se ve super dificil—esta vez rió con ganas con una cierta amargura que la niña no detectó.
—Pues no le vas muy lejos a la realidad pequeña escupe fuego…A veces hasta parece imposible—se aclaró la garganta entonces—pero los adultos tenemos que dormir, porque debemos trabajar—hizo un ademán con las manos—así que “shoo”—pero no hizo ni el más mínimo caso, en vez paso a mirarle con curiosidad.
—¿En que trabajas?—preguntó y el mayor tuvo que masajearse las sienes.
—Hago trabajos para el ministerio niña—esperaba que eso fuese suficiente para que le dejara solo pero naturalmente…
—¿Que trabajos?—preguntó de nuevo con aquel tonito alto al final, el hombre mayor suspiró con cansancio.
—Cosas niña—le dijo sin mayor animo—cosas parecidas a lo que tu padre hacía como auror—de repente sus ojos se encendieron con un emocionado interés.
—¿¡Eres auror!?—dió un pequeño salto donde estaba sentada—¡así que atrapas a los malos! ¿es divertido?—otro sonido amargo brotó de su garganta y se preguntó silenciosamente que pensaría aquella chiquilla, que se creía muy lista si supiera que el había sido alguna vez parte de los “malos” tan asesino como aquellos que ahora ponía tras las rejas a cambio de su propia libertad.
—No mucho por ahora—sus ojos cambiaron de color, al parecer decepcionada por la respuesta del mayor de los Korshanova.
—¿Por qué no?—Robin bufó y arrugó la nariz, la niña pareció bastante entretenida por esto y termino por imitar el gesto.
—Porque, chiquilla—dijo con un suspiro—ser adulto no es tan divertido como parece—Wanda Longbottom negó frenéticamente con la cabeza.
— A mi no me parece divertido—dijo con convicción—¿quien te dió esa horrible idea?—el hombre rubio enarcó una ceja.
—Entonces eres muy inteligente— le desordenó entonces los rizos con una risa incómoda, él no sabía cómo lidiar con una niña.
—Si, lo soy—afirmó la chiquilla escupe fuego levantando el rostro orgullosamente, luego sus ojos se centraron en algo—¿que son esos diseños en tu piel? ¿no pican?—el rió en silencio y se conformó con una sonrisa entretenida, tenía que admitir que habían ciertas divertidas sobre todo lo que estos gnomos de jardín no sabían.
—Son tatuajes—le dijo y luego enarcó una ceja—tu tia Aglaya tiene unos cuantos, me sorprende que no los hayas visto nunca— la chiquilla miró atentamente los diseños de tinta que se movían de una manera muy bonita, aunque la mayoría de los dibujos no tenían mucho que ver con el otro, estaban por todos lados.
—¿Significan alguna cosa?—Robin apretó los labios pensativo, y luego asintió.
—Son recordatorios—dijo con sobriedad—de personas, de recuerdos, cosas…—la chiquilla revoltosa frunció el ceño.
—¿Como los recordatorios que mamá le pone a papá en la cocina para que compre fruta o algo?—rió de nuevo, sin admitirse en realidad que no reía con tanta facilidad hace mucho tiempo, por un momento fue como si todo se elevase de sus hombros.
—No, no—le dijo conforme trataba de dejar de reír y formar una definición coherente—estas son cosas muy, muy importantes, como pequeñas cosas que me recuerdan a las personas que quiero y que ya no estan conmigo—los ojos de Wanda cambiaron de nuevo, eso comenzaba a marearlo ¿de donde había sacado si quiera esta muchachita los poderes de metamorfaga? Que el supiera ni Neville ni Hannah se la pasaban el día haciendo arcoirises con el cabello.
—¿Y porque no estan contigo, murieron?—abrió los ojos de par en par a aquella pregunta tan embotada, pero resolvió no comentar.
—No, no todos—dijo con suavidad conforme se pasaba la mano por la frente—pero algo que vas a tener que aprender cuando crezcas es que, hay muchas maneras de perder a una persona—se encogió de hombros—pero siempre te dejan algo para recordarles—pareció pensarlo por un momento, y luego gateo rápidamente por el sofá para sentarse en sus piernas.
—¿Puedes mostrarme una?—miró hacía arriba sin la más mínima malicia en los ojos, de cualquier manera Robin enarcó una ceja.
—¿Estás cómoda?—preguntó con sarcasmo, sin embargo cuando la niña no se inmuto a dar una respuesta terminó por suspirar y extender la mano en la cara opuesta a la palma; era el dibujo de un árbol, con ramas extendidas hacia arriba entre los nudillos y hojas de colores que se mueven como si fuesen alborotadas por el viento—una por cada una de mis hermanas —una pequeña sonrisa apareció en su rostro.
—¿Por qué un árbol?—luego de la pregunta vino un bostezo y el hombre mayor le dió una mirada burlesca a la chiquilla.
—Creo que quieres irte a dormir—dijo y su sonrisa se ensanchó, pero la niña negó.
—No quiero, me da miedo—dijo a regañadientes cruzandose de brazos y apoyándose en el pecho del mayor.
—¿Miedo?—preguntó con una ceja enarcada—¿porque miedo? No me digas que crees eso de monstruos en el closet—Wanda frunció el ceño y lo miró con indignación por unos segundos.
—¡Claro que no!—se quejó y luego su expresión suavizo—mi hermana se ha ido a pasar la noche a casa de una de sus amigas y no me gusta dormir sola en el ático…—Robin suprimió una risa.
—Pero no puedes quedarte en la sala por siempre, te van a dar dolores de espalda y te vas a poner vieja rápido—le vio hacer una mueca.
—¿Por qué un árbol?—insiste y Robin suspira conforme la niña se acomoda en su pecho cual almohada.
—Porque mi hermana Ruslana sufría de una alergia a un tipo de madera, era un arbol que estaba en nuestro jardín y cada vez que le iba cerca se le ponía la nariz roja como un tomate. Eventualmente la molestamos tanto con eso que se lo ha pintado de rubio—una risa ahogada vino de su garganta—parece tonto, pero a veces las cosas que parecen tontas son las que quedan—el hombre rubio se encogió de hombros, y Wanda levantó la mirada con ojos dormilones.
—Quiero unos algun dia tio Robin—dijo con suavidad y esta vez se dió por vencido en corregirla—¿prometes que me llevarás algún día?—ambas las cejas del hombre rubio se enarcaron en sorpresa.
—No veo porque no…—dijo con inseguridad—aunque ¿sabes? No me hice estos en Inglaterra, iba a entrar a mi cuarto año en Hogwarts en ese entonces, pero fue en vacaciones cuando mis hermanas y yo tomamos un barco a...—pero antes de poder terminar, aquella vocecita sonó de nuevo.
—¿Has viajado en barco?—aquellos ojos azules le miraron hacia arriba y pudo ver que batallaban para mantenerse abiertos—¡a que es fantástico! ¿verdad? Yo siempre he querido hacerlo—el color cambió de nuevo y esta vez los rizos naranja se volvieron cereza.
—¿Nunca los ha llevado tu papá?—preguntó extrañado, y la chiquilla revoltosa hizo un pequeño puchero negando con la cabeza, todavía apoyada en el.
—No, ni siquiera he visto un barco de verdad—parecía querer dejarle algún tipo de mensaje, y eso le hizo soltar otra risa baja.
—Y con lo poco capaz que eres de quedarte quieta me imagino que te gustaria ver uno—con la rapidez que el sueño le permitía no tardó en asentir.
—Si, si, un barco pirata—dijo en un emocionado susurro, y una vez más no tuvo el corazón de desalentarla.
—Bueno, esas son dificiles de encontrar, los piratas utilizan hechizos para mezclarse entre la niebla, creeme yo se—le dijo igualmente por lo bajo, como en confidencialidad solo para sonreir apesar de si mismo al ver como los ojos se le iluminaban creyendo aquella historia—pero te prometo, que si algún día atrapó uno te lo traigo—Wanda volvió a bostezar.
—¿Como vas a traerme un barco pirata tio Robin?—le preguntó en sus ultimos minutos de consciencia con ojos entrecerrados.
—Voy a hacerlo muy, muy pequeño—le dijo—y lo pondré en una botella, para que lo pongas en tu cuarto, y asi cuando tengas miedo tengas a la tripulación para defenderte cuando las luces se apagan ¿va?—un destello de sonrisa apareció en los diminutos labios de la chiquilla que se estiró perezosamente y le besó la mejilla solo para caer de vuelta en su pecho.
—Gracias tio Robin— y luego estaba dormida.
Robin suspiró y resignado levanto a la pequeña durmiente por sobre su hombro para llevarle al ático.
Reclutante subió las primeras escaleras que llevaban al acogedor pasillo de las habitaciones, con paredes de un apasiguante color crema que lograba que pudiese divisarse sin problema el camino así las luces no estuviese prendidas, hay seis puertas de color blanco esparcidas por el pasillo y Robin camina con cautela buscando no despertar a ninguno de los residentes de la casa ni a la niña que lleva al hombro.
Va removiendo manillas hasta que divisa la puerta entre abierta que se encuentra justo antes del cuarto principal, y que le conducen por consiguiente luego de otro juego de escaleras al ático; un espacio ni muy angosto ni muy estrecho, iluminado por la luz de la luna que se cuela por el rosetón en medio de la habitación, paredes pintadas de un azul que asemeja el de el mar y dos camas medianas posicionadas a extremos opuestos.
—Ya estamos—dice con ligero esfuerzo conforme deja el cuerpo de la chiquilla en aquella que tiene las sabanas desarregladas y la cubre torpemente con ellas— buenas noches, tu—le da unas palmaditas en la frente y sale por las escaleras y a pasos de punta una vez más busca no causar alboroto, iba a volver al sofá y a intentar dormir, aquellos eran sus planes antes de cruzarse con otra figura.
—Pensé escuchar pasos ¿ha pasado algo?— la voz bonachona de Neville Longbottom le hizo volverse cuando se encontró al pie de las segundas escaleras. Ahí estaba aquel amigo que le había insistido que podía tomar el cuarto de huéspedes, vistiendo pijama y una mirada adormilada.
—No, no para nada todo bien—aseguró el hombre rubio—es solo que la chiquilla se ha colado a la cocina, se ha dormido y la traje de vuelta—Neville frunció el ceño.
—¿de verdad? Que extraño, es bastante exigente con la gente nueva, has de haberle caído bien entonces—el rubio se encogió de hombros.
—Creo que iba buscando galletas—una sonrisa leve apareció en rostro de Neville y chasqueó los dedos.
—¡Ah!—dijo—siempre olvido poner el frasco en la repisa de arriba, espero que no te haya molestado mucho—Robin se encontró a sí mismo negando con la cabeza y riendo por lo bajo.
—No, no, para nada—enarcó ambas cejas—mira que es bien astuta cuidado y queda en Slytherin—esta vez fue el hombre de la mirada adormilada quién se encogió de hombros.
—Quizá quien sabe, pero no lo se, es bastante valiente se parece a mi abuela—el mayor de los Korshanova dió un respingo al recuerdo de Augusta Longbottom, valiente aquel que no le tenía miedo a esa mujer y a sus vociferadoras.
—Es encantadora—dijo Robin con una sonrisa sincera—lo has hecho bien Nev, bastante bien— el profesor enarcó ambas cejas dándole una mirada compasiva al hombre.
—Y tu vas a hacerlo bien también—le dijo—nunca es tarde ¿sabes? La guerra se acabó, todo lo que pasó puede dejarse en el pasado ahora.
—No es tan fácil…Escuchaste a Hannah con respecto a Karma…Nosotros pues, hemos estado teniendo disputas yo debo dejar de beber…Pero desde que deje de jugar tengo que…—hizo una mueca—solo no es fácil pero le prometí que iba a dejar de hacerlo tal como me prometió que se mantendría al margen de viejos lugares que solíamos frecuentar ella y yo—una mirada silenciosa de entendimiento transcurrió entre los dos hombros—y he estado mintiendole Neville, pero todo este tiempo pensé que el único que estaba mintiendo era yo…Si lo que Hannah dijo es verdad…—un gruñido amargo brotó de su garganta.
—Escuchame—dijo Neville con paciencia, tal como cuando hablaba con sus alumnos adolescentes e ignorando el hecho de que hablaba con un hombre mayor que el—Robin, amas a Karma lo entiendo porque yo tengo una esposa y el pensamiento de dejarla es horrible…Pero mira lo que el amor por ella te esta haciendo—el hombre rubio apartó la mirada.
—¿y que se supone que haga?—preguntó por lo bajo—se suponía que esta iba a ser nuestra segunda oportunidad, juntos y ahora no lo se—el profesor suspiró.
—Robin…Si dudas ver a esta mujer en tu futuro entonces eso debería decirte algo—se aclaró la garganta—todo lo que digo es que si tu y Karma no logran arreglar sus problemas como pareja entonces no van a lograrlo, incluso si el ministerio te deja libre…Puedes convertirte en el hombre que quieres, pero algo que siempre le digo a mis hijos es que tenemos que trabajar y pelear por lo que queremos lograr—una risa amarga brotó del hombre tatuado, porque Neville tenía razón, aquello era lo que sus hermanas siempre le habían advertido.
—¿y donde me ves en unos años exactamente?—preguntó de manera retórica para soltar un bufido—seguro en un lugar brillante—dijo con sorna.
—¿Quien sabe?—le dijo Neville, y su tono desbordaba esperanza—siempre quisiste seguir la carrera profesional de auror—una risa leve vino llena de calidez—y si lograste que mi hija se durmiera entonces felicidades tienes el toque de un padre—ambas las cejas del rubio se enarcaron al instante.
—¿Yo?—preguntó con sorna—¿un padre?—hizo un ademán de descarte con la mano—¡Que va! No me hagas reir—el profesor se encogió de hombros.
—Solo un pensamiento al azar—le dijo dándole un apretón de hombros—quién sabe tal vez me equivoco. Buenas noches Robin,duérmetee en el cuarto de huéspedes anda, el sofá no es muy cómodo— una última sonrisa bonachona y Neville se volvió de vuelta a su habitación. El hombre rubio bufó para si mismo, y a pasos reclutantes se dirigió al cuarto de huéspedes, donde por fin logró un descanso parecido a decente.
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—¡Papá!—aquel grito le sacó de sus pensamientos, conforme la figura diminuta, que era su hijo se estrechaba contra el arrojando las manos por alrededor de su cuello—¿no estabas ahí desde hace mucho tiempo verdad?—preguntó el niño con timidez—¿sigues enojado conmigo?—Robin miró hacía abajo a los ojos de su hijo, bajó con delicadeza haciendo una genuflexión frente al niño que apoyó en el suelo sobre sus pies.
—No, no, no—dijo negando con la cabeza y acariciandole y alborotándole la melena castaña azabache—perdoname sabes que no me gusta gritarte, tu sabes que no y no quiero que pienses que voy a estar enojado ni que soy duro, pero también necesito que sepas que yo quiero lo mejor para ti—con el pulgar le acarició la mejilla—y no quiero que te pase nada nunca, porque eres mi niño…eres mi nene—la voz del rubio tuvo que hacer un esfuerzo para no temblar, su pánico, su paranoia se ponían peor y peor conforme le daba paso a la imaginación y al recuerdo—y si a ti te pasa algo yo me muero—Ronald se puso de puntas con una expresión preocupada, y besó la mejilla de su padre con la mejor intención
—Prometo no volver a asustarte papá, ahora voy a portarme bien casi siempre—dijo poniendo las manos a la espalda y dando una cabezada afirmativa.
—Ah sí, ¿casi siempre?—preguntó el hombre rubio con una ceja enarcada, el niño rió con una inocente picardía.
—Si papá, casi, casi siempre—Robin rió a pesar de si mismo y volvió a alborotar el pelo a su hijo.
—Bueno, vámonos que ya es tarde y tenemos que volver— entonces se habían escuchado los pasos de las botas de combate de su sobrina, que se había levantado de la cama y ahora iba hacia ellos en la puerta con cejas fruncidas juntas por sobre sus ojos resentidos.—nos esperan en los jardines para despedirnos…—suspiró—Peeero primero, voy a esperar que la cabeza dura de tu prima me diga lo que quiere decirme—aquellas últimas palabras las dijo con un tono jocoso, como ese que utilizaba con la nena de pelo naranja cuando ella se molestaba por alguna estupidez y pegaba el pie contra el piso, con ese tonito al que siempre le seguían caramelos.
—Yo no tengo nada que decirte—las cejas seguían firmemente fruncidas y ahora los brazos cruzados—¿que te importa al final? Si dijiste bien claro que no soy más que una nena de quince años que no sabe nada ¿no?—escupió con una obvia impotencia, los puños se le apretaron de repente y se mordió la mejilla interna.
—Yo no te creo que no tienes nada que decirme—le dijo chasqueando la lengua y dándole un apretón al costado del torso donde toda la vida había tenido un nervio para las cosquillas. Enarcó una ceja— mira, que yo no soy el unico que anda gritón hoy ¿Eh?—Wanda dió un respingo seguido por la inevitable risa de las cosquillas, que logró disfrazar con un malhumorado gruñido a tiempo.
—¿Y como quieres que me sienta tío?—le dijo volviéndose de golpe—tu nunca me habías tratado así, ni a mi ni al niño—arrugó la nariz y enarcó dos cejas en mímica, de manera altanera—si te esperas que te pida disculpas quédate esperando porque yo no pienso hacerlo—le dio las espaldas entonces todavía cruzada de brazos.
—¿Segura?—le dijo a sus espaldas a tono jocoso pero de alguna manera serio a la vez—porque mira que no me ves hasta la boda..Y como me voy sin un abrazo de mi sobrina favorita, me pongo triste y me van a salir canas verdes y va a ser tu culpa ¿eh?—la Longbottom del medio se removió renuente en lugar y bajó los ojos hacía una de las esquinas de la habitación.
—Bueno ¿y yo que? Bastante mal que me trataste a mi y además al niño—dijo entre dientes en un tono tristón.
—¡Pero Wen!—saltó Ronald que iba de la mano de su padre —papá dijo que lo hace porque nos quiere ¿te acuerdas? es como tu dices… A veces le dices cosas feas a la gente que quieres…Sin querer—las manos empuñadas de Wanda se relajaron y apretó los labios con fuerza un segundo antes de lanzarse a abrazar a su tío, enterrando el rostro en su hombro.
—Yo no quiero que te vayas tío…—le dijo por lo bajo—yo no quiero perder a más personas, no quiero que me dejen…Yo no quiero ser tan mala persona y tan mal carácter…Perdona..te juro…Te juro que yo no quiero…—el tío de los Longbottom quedó petrificado un segundo, abrazando con fuerza a su sobrina como lo hacía cuando llegaba de sus viajes con bastones de menta y azúcar para ella, luego le besó la frente.
—Cabeza dura —le dijo de vuelta, y pensó un momento en la niña de hace tantos años, que ya no le cabía en los brazos pero a quien todavía sostenía con el mismo cariño con el que lo había hecho aquella primera vez que le había conocido, cuando no quizo dejarle solo en la casa de los Longbottom, cuando lo hizo sentir como de la familia y le declaró un tío a pesar de sus quejas—te quiero Wanda…Y por eso necesito que entiendas que hay cosas que no puedes saber, porque yo quiero cuidarte, a ti, a tus hermanos y a todos ¿está claro?—por un momento apretó a la nena en sus brazos con fuerza, pensando en como siempre había sido orgullosa, pero nunca de sí misma. Utilizaba su orgullo como una especie de armadura que le quedaba demasiado grande y le era demasiado pesada para su edad. Y esa, esa era exactamente la razón por la cual la tenía que cuidar.
—¿Y es que las finanzas son tan serias?—Wanda se había soltado de su tío y sus cejas habían vuelto a fruncirse, para formular esa pregunta con la voz rasposa y ronca.
—¡Eo!—otra voz había sonado a sus espaldas, una voz gruesa y propia de un hombre, que definitivamente no venía de Ronald—Regina me mandó a averiguar porque tardaban tanto—Will Korshanova se balanceaba de ambas manos en el marco de la puerta, y Robin largó un suspiro—¿todo bien?—hubo un carraspeo conforme el hombre rubio se rascaba la barba sin poder evitarlo.
—Si Will—dijo con sobriedad—todo bien, estaba hablando con tu prima nada más…Es más—dirigió su mirada de vuelta al niño acuclillarse frente a el—Ron, hazme un favorcito y ve con Will a donde estan los tios y los “primos postizos” y nosotros nos vemos allá en lo que yo termino de hablar con Wanda—desde el costado del mayor de los primos, la azabache enarcó una ceja.
—¿Primos postizos?—preguntó al aire con curiosidad, el niño sonrió dando un salto pequeño y sonriendo con dulzura.
—Si, si—dijo con ánimos—¡Angel y Bianca! los sobrinos de Regina, ellos también son muy, muy buenos, Angel me prepara leche con chocolate, y Bianca juega conmigo—la ceja de la azabache se mantuvo enarcada.
—¿Angel? Yo pensaba que ese no tenía emociones —volvió con aquel todo ladero y Will había reído con ligereza.
—Es bastante resguardado—dijo pasando la palma por el poco pelo que tenía—¿y ustedes que?—el castaño deslizó el brazo protectoramente alrededor de su prima—¿No la estabas regañando, no? mira que nosotros hemos sabido toda la vida que ella es gritoncita y que le vengas a gritar luego de quince años de ser lengua larga, me parece que…—Robin le cortó con un ademán de las manos.
—No la estaba regañando para nada—le dijo cruzándose de brazos entonces—pero si me tiene unas preguntas, así que por favor llévate a Ron y nos vemos todos en los jardines en unos minutos— intentaba hablar de la manera más seria posible pero el nerviosismo que había estado cargando desde hace días le pesaba en el pecho, siempre sintiéndose como si alguien estuviese viendo, como si tuviese que observar cada una de sus palabras.
—¿Van a hablar cosas de grandes?—preguntó Ronald, poniendose instantáneamente de puntas—¿si yo soy grande puedo quedarme?—los mayores rieron por lo bajo.
—En unos años puede ser—dijo la azabache acariciándole la mejilla con los dedos largo de una manera afectiva para luego picarle la mejilla—pero hoy no enanito—acto seguido Will le había levantado del suelo y arrojado sobre su hombro.
—Ya escuchaste niño—le dijo humorístico—vámonos con dignidad antes de que nos saquen—Ronald a pesar de protestar levemente reía con las ocurrencias del mayor y así ambos terminaron por irse sin chistar.
—Supongo…—dijo el consternado hombre por lo bajo conforme cerraba la puerta por detrás de los muchachos—que no voy a poder convencerte de que te confíes en lo que les he dicho en la oficina de tus padres—ambas cejas enarcadas por parte de su sobrina.
—Supongo…—dijo el consternado hombre por lo bajo conforme cerraba la puerta por detrás de los muchachos—que no voy a poder convencerte de que te confíes en lo que les he dicho en la oficina de tus padres—ambas cejas enarcadas por parte de su sobrina.
—Ni loca—declaró con firmeza—y mira que no voy muy lejos de ahí tío—el hombre tatuado se masajeó las sienes conforme comenzaron a pulsarle y cerró los ojos un momento.
Cuando ¿cuando vas a entender que no puedes estar en todo Wanda?—se rascó la barba en frustración, tenía que alejarla de todo esto lo más pronto posible—es trabajo, nada demasiado importante ¿porque no te basta con saber eso?—los ojos grises de la azabache cambiaron de color.
—Porque si fuera “solo trabajo” tio, no estarías aquí dándole a la larga a ver que te inventas—su ceño se frunció y cierta emoción cruzó sus ojos: ¿Dolor? O algo parecido a la resentida mirada de una niña a la que no dejan ir a jugar. Alguna de las dos o ambas—desde pequeña que me has contado sobre tus aventuras y tu trabajo como auror ¿hice yo algo mal? ya no confias en mi ¿es eso?— le miraba hacía arriba con ojos consternados y los labios apretados de una manera que bien pudo ser un puchero si fuera más joven.
—No, no me mires así—le dijo con el ceño fruncido y apartando los ojos. Porque mirando de vuelta, aquella chiquilla revoltosa siempre había tenido a todo el mundo envuelto en el dedo desde el día uno, bastaba con una sonrisa o una mirada triste para conseguir lo que quería de sus hermanos al igual que solo necesitaba volver sus ojos azules de cachorro hacía su padre hasta que le dejara sentarse en su regazo durante varias de las reuniones de profesores en Hogwarts o para que le pasara dulces por debajo de la mesa a pesar de que Hannah era clara al decir que no habían caramelos luego de las siete, batir a su madre las pestañas cuando se suponía que estaba castigada para que la dejara ir a jugar a sortilegios Weasley. Los Longbottom siempre tuvieron mano dura, sobre todo por parte de su abuela, pero la pequeña Wanda siempre encontraba una manera de salirse con la suya, y ahora claro estaba el se encontraba en el mismo caso.
—¿Y que quieres que haga?—le preguntó ella con cierta rabia—¿que me crea que esto es otro trabajo y ya? No puedo tio, porque toda mi vida has estado contandome historias sobre tu trabajo, y tus asignaciones ¡Merlin, me las contabas para dormir! ¿Y un día ya no me cuentas más nada?— las últimas palabras vinieron por lo bajo dichas como el terciopelo y envueltas en cierta tristeza. Robin chasqueó la lengua y aquellas líneas de estrés que habían tomado residencia en su rostro haciéndole ver demacrado se tensaron.
—No digas que no confío en ti, leoncito—le pidió—te llevo malcriando toda la vida para que me pagues así—la azabache suspiró cruzándose de brazos.
—Pues yo he crecido toda la vida con un tio que me decía que no porque fuera pequeña mis opiniones eran inválidas—enarcó ambas cejas—pero resulta que de repente decidió tratarme como tuviera cinco años, así que los dos nos llevamos sorpresas hoy—acunó la cabeza entre las manos un momento para dejarlas caer estruendosamente a los costados de su cuerpo—es que no entiendo tio Rob ¿que de repente es tan denso como para que no pueda ni saberlo?—de una zancada Robin le tenía de los hombros, ojos azules en ojos grises, clavados con severidad.
—No me importa si eres una nena o no—gruñó entre dientes, sus ojos mas inquietos que nunca de una manera en la cual parecía que estaban apunto de salir de sus órbitas—estoy tratando con un tipo peligroso ¿me entendiste? Y eso es todo lo que tienes que saber, no quiero por nada del mundo que te metas en esto Wanda—su sobrina le miró con preocupación y confusión.
—¿Estas detrás de él?—le preguntó con dos cejas enarcadas, aquellas preguntas aceleraban todo lo que le carcomía por dentro, aquel reloj que le sonaba en los oidos. Le quedaba poco tiempo para tomar una decisión
—¡Tio!—la voz de su sobrina subía cada vez con más insistencia e impotencia al no tener una respuesta a sus crecientes preguntas—¿pero que te puede tener tan mal, por Merlín?—no había manera de hablar, todo esto había sido desde un principio plan de ese hombre, lograr que la situación le fuese destruyendo, porque no podía decirle a nadie, no podía confiar en su familia y sus seres queridos sin arriesgarse a perderlos…Alguna vez fue su trabajo atrapar asesinos luego de haber sido uno y ahora quien estaba atrapado en una jaula era el.
—Escuchame—intentó hablarle con la mayor sobriedad a su sobrina—no quiero que te preocupes, se trata de asuntos pasados…Un trabajo, algo que voy a tener que hacer me guste o no—una mirada de incredulidad vino de parte de la Longbottom del medio.
—¿Que estas diciendo tío?—sus ojos cambiaron de color una vez más—No te entiendo, habla con la gente del ministerio y diles que no te sientes capacitado para el trabajo, seguro eso tiene que ser mejor que dejar que tanto estrés te demacre así, ya hasta canas tienes tio—ella intentó sonreír, y el hombre de los brazos tatuados pudo ver que intentaba aliviar la atmósfera, habría de estar asustada con la facha que el tenía y lo único que supo en ese momento fue que no quería tener que ver ese miedo crecer en sus ojos.
—No voy a poder hacerlo leoncito—le dijo con suavidad, picandole la mejilla levemente, tal como lo hubiera hecho su padre—me queda más claro que nunca—la nena volvió a mirarlo hacia arriba de manera consternada, mordiéndose con ansiedad el labio inferior.
—¿Pero por qué no?—le preguntó con insistencia—yo nunca te he visto tan mal tío…Nada puede valer tanto la pena, por mucho que te vayan a pagar—se le encogió el corazón, escuchando a aquella muchacha que alguna vez había sido su sobrinita hablar con tal seriedad, había madurado mucho en el año pasado, pero no iba a ser suficiente para él solo esto, quería verla volverse adulta y realizar aquellos viajes con los que siempre había soñado…Le debía más tiempo, tanto a ella como a todos.
—No se trata de la paga, Wen—le dijo por lo bajo con un apretón de manos, donde las orquídeas tatuadas en tinta y sus ramales se enrredaban en sus dedos y nudillos luchando por salir de los guantes de cuero y vendajes le hicieron sonreír con melancolía y culpabilidad—son asuntos sin cerrar—explicó con sobriedad—cosas que tienen que ver con el pasado y que debo resolver solo, necesito que entiendas que si no puedes saber nada es porque necesito asegurarme de muchas cosas…—aquella chispa que no subsidia en los ojos de su sobrina le puso nervioso.
—¿Que cosas?—preguntó, pero Robin negó con la cabeza, decidido a apartarla totalmente del tema, por esta vez le convendría la ignorancia, por esta vez era la única manera.
—Cosas de las que tu no tienes porque preocuparte—declaró en un tono de ultimátum—trabajo, ya esta. Ahora vamos que mi viaje a es largo —su sobrina dió un último bufido.
—No se tio, a mi esto sigue sin cerrarme—le dio una última mirada demandante de la manera más pasiva, algo parecido a cuando solía tirar de su chaquetón cuando era niña y pedir “¿No puedes contarme otra historia? Solo una más, seguro no van a extrañarte tio, en tu trabajo hay muchos, muchos grandulones como tu” cuando era tiempo de que partiera del país.
—No importa—le dijo firmemente—asi son mejor las cosas—le besó la frente una vez más—solo confía en mí ¿de acuerdo?—el ceño de la azabache se frunció una vez más.
—¿Y puedes prometerme que vas a estar bien?—le preguntó en un tono casi acusante—¿que te veré para tu boda?—Robin simplemente le sonrió con cierta tristeza.
—Eso no importa, aquí lo que importa es que ustedes van a estarlo, yo voy a asegurarme de ello—dijo con convicción, tratando de ignorar aquel asco que sentía por sí mismo en ese momento. Lo que sea que tuviera que hacer, solo esperaba que pudieran perdonarlo...Dio entonces una última mirada profunda a los ojos de su sobrina, tratando de recordarla de esta manera
Cuando aún lo veía como a un héroe
Hakuna Matata Bitch
Re: This Means War {Novela Colectiva de HP, 3ra Generación}
...
It was satisfaction
that brought it back
—¿Y que quería el profesor Longbottom?—preguntaba Bianca McClay con su usual dulzura, conforme ella, su hermano mayor y yo nos dirigiamos a la sala común de Gryffindor—¿Wanda? ¿Wanda, te sientes bien?—en la cabeza, era donde comenzaba aquella desagradable sensación, aquel mal presentimiento del que no había podido deshacerme desde la despedida con mi tio. La insistencia de Bianca hacía eco en alguna parte de mis oídos, pero me había tomado un rato registrarla.
—¿Mmh?—fue lo que pude articular en el momento en el que llevé mis ojos a encontrarse con los de la pelirroja, antes de chasquear la lengua al darme cuenta de que me hacía una pregunta—Ah, si, todo bien...Es solo que Will me ha propuesto irme con el y con su novia Melia para las vacaciones y…—antes de que yo pudiera terminar la pelirroja me había interrumpido con uno de sus saltos energéticos.
—¿Con Melia?—preguntó entusiasmada—¿En serio? ¡te va a encantar seguro! Angel y yo ya hemos ido de viaje con ellos antes, van a un lugar diferente cada año ¿es impresionante verdad?—quizá soy insensible, aquella pelirroja hablaba con el mayor entusiasmo que podría presentarse en un ser humano, sin embargo todo lo que yo pude formular fue una pregunta.
—¿La conocen?—pregunté con curiosidad, aparentemente el mundo era más pequeño de lo que yo pensaba y aparentemente los McClay sabían más de mi familia que yo…excelente, infinitamente excelente, ugh.
—Prima nuestra—la gruesa voz de Angel me envió una sensación extraña por el espinazo, era una persona tan callada que olvidaba que estaba presente—por parte de madre—fruncí el ceño ¿que de repente todos se conocían? Los McClay y los Maddox, los McClay y mi tio, los McClay y la novia de mi primo.
—¡Quizá podamos ir todos juntos este año!—sugirió Bianca con alegría conforme me tomaba del brazo—¿que te parece Wanda?—y tuve que abstenerme de hacer una mueca hostil, la idea de irme de viaje con Pinky y Cerebro aquí presentes no me emocionaba mucho, y… de paso ahí estoy hablando de nuevo con las referencias de Ezra, supongo que era algo bueno haberlo metido de una trompada a la enfermería.
—No lo se—dije por lo bajo con cierta irritación, que más que dirigida a Bianca, era para Angel—mi padre ya esta imponiendo condiciones, aparentemente va raspando a alguien y quiere que le haga de tutora—informé con fastidio—es la única manera en la que me dejará ir—aquel sonido melódico se hizo presente como lo había hecho en las oficinas y se me vino encima aquella sensación que te da cuando se te eriza la piel.
—Pues me siento bastante mal por esa persona la verdad—dijo en una mezcla de sobriedad y una sátira tácita, yo me volví a él de mala gana.
—Dejame ver si entendi, tienes tiempo para estar aquí de chaperón y de paso para venir a hacer comentarios sarcásticos, ¿pero no eres capaz de responderme lo que te pregunte en los jardines?—me crucé de brazos mirándolo hacia arriba con una ceja enarcada.
—¿Pregunta?—inquirió la voz cantarina Bianca de repente asomándose entre su hermano y yo—¿pasó algo?—Ángel negó con la cabeza, las manos en los bolsillos, la mirada al frente.
—Nada en lo que tu deberías involucrarte, Piccola—en los labios de la pelirroja se formó un puchero discreto y jalo de una de sus trenzas.
—Non è giusto Angelo, siempre estan utilizando esa excusa para no contarme las cosas—se quejó, pero con ese aire suyo, pareció que estuviese haciendo una solicitud más que una demanda.
—No es nada que te incumba, Anca, si yo te lo digo por algo es—le dijo con cierto afecto en su seriedad—no busques meterte en problemas—rodé los ojos soltando un gruñido.
—¿Quien eres tu para decirle a ella que le incumbe o no le incumbe?—le pregunté con las manos en la cintura y una ceja enarcada—es más ¿quien eres tu para decirme a mi que es lo que me incumbe y no me incumbe? Si al final de quien estamos hablando es de mi tio—McClay suspiró con cansancio, sus ojos de un chocolate claro encararon los míos y sus cejas oscuras se enarcaron con ligereza.
—Soy su hermano mayor—dijo con un suspiro—y no es personal, pero no corresponde ir hablando de lo que se me confía, son cosas personales—un bostezo se había interpuesto entonces en la conversación y ambos el castaño y yo nos volvimos a Bianca.
—Yo me iré a dormir, chicos—dijo en un tono casi de disculpa, mirándolos a ambos con ojos cansados y apuntando al retrato de la señora gorda, que sin haberme dando cuenta había pasado a estar a unos pasos de nosotros—nos vemos mañana—le dió a su hermano mayor un beso en la mejilla y luego a mi un abrazo que me tomó completamente desprevenida—espero que te sientas mejor—dijo con un ánimo adormilado, antes de irse caminando por delante de nosotros hacia el retrato.
—Mira—la voz calma de McClay me hizo volverme a él una vez más, había algo en la serenidad del Slytherin que captaba mi atención con más efectividad de la que admitiría—si Robin ha decidido no comentarles ni a ti ni a tus hermanos en que estuvo involucrado hace años, entonces ha de haber una razón tras de eso, y yo no soy quién para quitarle validez, Gryffindor—chasqueé la lengua fastidiada.
—No es como si yo fuera a venirle con el cuento de que tu me lo contaste—le dije por lo bajo y di un zapatazo leve con la boda—Merlin, McClay ¿que te cuesta ayudarme? Te juro que te devolveré el favor—Ángel llevó las manos al nivel de la cadera y suspiró una vez más.
—Lo que no entiendo, es porque quieres saber—dijo con calma—fue hace mucho tiempo todo aquello, y quizá tú no deberías de meter tanto la nariz en los asuntos de los demás—el moreno declaró aquello sin una gota de hostilidad en su tono, me hizo querer golpearlo en la cara.
—¿Por qué te contó todo esto a ti?—le pregunté a ceño fruncido una vez más, el apretó los labios.
—Igualmente tuvo sus razones para hacerlo—me miraba hacia abajo con aquella expresión neutral y profundos ojos castaños—es delicado Gryffindor—me crucé de brazos y di un zapatazo leve una vez más.
—No te estoy preguntando todo esto porque quiero chismear ¿de acuerdo? apenas te conozco, no te vendría pidiendo ayuda si no tuviera una razón coherente—gradualmente McClay frunció el ceño, logrando hacerlo sin que se formara la mayor cantidad de lineas.
—¿A que te refieres exactamente?—preguntó por lo bajo, yo solté un suspiro y di un paso adelante, para asegurarme de que no escucharan ni los cuadros.
—Hablé con Robin—comencé a decirle con cautela—naturalmente no me dijo mucho, pero si mencionó que se trataba de “asuntos pendientes” algo que ver con su pasado—las cejas de McClay fueron arriba con lentitud y apretó sus finos labios, pareciendo meditar algo—tu fuiste que me dijo que el tenía un “equipaje pesado” o lo que sea, pero Ángel, en mis años de vida nunca lo he visto tan demacrado y tu vives con el, para ti ha de ser más evidente…No puedes decirme que estoy viendo cosas y ya—por primera vez pude leer la expresión en su rostro.
—Bien—dijo con un toque ligeramente reclutante en su tono—te diré lo que se, pero no aquí y no ahora—di una cabezada, ya había llegado lo suficientemente lejos como para reprocharle ahora y que diera un paso atrás—tampoco puede saberlo ni un alma, mucho menos tu tio
—Entiendo—asentí en acuerdo y me crucé de brazos—¿cuando, entonces?—apretó los labios una vez más.
—Te prometo que va a ser lo más pronto que pueda—dijo—si tienes razón y hay algún tipo de conexión, entonces no puede ser nada bueno y a mi también me gustaría indagarlo—suspiró—pero tendré que ver cuando coincido contigo—le miré con incredulidad, inclinando la cabeza hacía delante y enarcando ambas cejas.
—¿Perdón?—pregunté con indignación—como que “cuando coincidas conmigo” ¿aparte tengo que dejarte escoger hora y lugar?—McClay bufó, cruzándose de brazos obviamente irritado.
—Deja de tomarlo todo como si te estuviera atacando, Gryffindor—dijo chasqueando la lengua—voy a avisarte con tiempo pero no es como si no tuviera cosas que hacer—serpiente tenía que ser….
—Bien, solo porque no me queda de otra—dije entre dientes apretados— pero eres molesto McClay—una especie de entretenimiento brillo en su mirada, tan sutil que tuve que entrecerrar los ojos, pero juro que fue como si casi quisiera sonreir.
—Y tu muy inmadura, sin embargo no me ves quejandome—dió una cabezada—ahora buenas noches, Longbottom—enarqué las cejas un segundo solo para dejarlas caer.
—Supongo que es justo—dije con simpleza y sin animos de pelear, ya me había gastado la voz—buenas noches McClay—el moreno se da la vuelta y se aleja de donde estábamos.
—Pfft, inmadura—dije por lo bajo para mi misma—no es mi culpa que el vaya por la vida inerte ¿quien se cree que es este?—con un ultimo bufido me di la vuelta, dispuesta a encontrarme con el retrato de la señora gorda, en vez hubo un ruido sordo, y una figura que de golpe estaba frente a mi haciéndome dar un respingo hacía atrás en sorpresa.
—Ay—habló aquella voz cínica, ambas sus cejas rubio oscuro enarcándose y sus ojos como el chocolate negro sosteniéndome la mirada—perdona ¿te asusté?—aquello fue más una burla que una pregunta.
—¿Queestáss haciendo aquí?—le pregunté dando un paso atrás y cruzandome de brazos.
—Esperaba que pudiéramos hablar—apretó los labios y sus ojos se perdieron en algún punto por encima de mi, solo un momento—vuelvo a Devonshire hoy, pero todavía tengo un poco de tiempo—sus labios se torcieron en una sonrisa sarcástica—pensé en hacer algo productivo—enarqué ambas cejas.
—¿Vas a volver?—le pregunté con seriedad, él parecía incapaz de quedarse quieto, se había pegado al muro y sus dedos daban en patrones repetitivos suavemente.
—Puede ser—dijo tentativamente antes de volver a mirarme—eso depende de lo que tu tengas que decirme—no pude evitar la carcajada burlona y falta de tacto que brotó de mi garganta.
—Escucha niño—le dije clavando mis ojos en los suyos y dando el hombro contra el mismo muro—si lo que quieres es un discurso de esperanzas color de rosa, no lo vas a conseguir conmigo—movió la cabeza a ambos lados, tronandose los huesos del cuello.
—No seas ridicula, flaca—comenzó echando la cabeza hacía adelante—creo que podemos concordar en estar bastante enfermos de esos—ahora fue él quien enarcó una ceja—¿que esperanza podría conseguir de ti si vas cortada con mi misma tijera — yo le miré sin entender y poco después una risa amarga y baja procedió a salir de su garganta de su garganta—si aquí los dos estamos locos — declaró con una torcida diversión en los ojos—solo necesito que respondas una pregunta—‚ apreté los labios y me puse derecha, levantando el rostro hacía el rubio.
—Te escucho.
( ) ( ) ( ) ( ) ( ) ( ) ( ) ( ) ( ) ( ) ( ) ( ) ( ) ( ) ( )—¿Así que vas a volver a tu habitación?—miré hacia mi mejor amigo de ojos verdes conforme terminaba de doblar la chaqueta de James de manera de poder esconderla al volver a la sala
—No es como si no me gustara la idea de quedarme aquí y evitarme caras conocidas—le dije con sinceridad—pero no es como si pudiera hacerlo, este sigue siendo el cuarto de mi hermana, así que….—Albus dió un suspiro sentándose al pie de la cama.
—¿Segura que estas bien, Wen?—me preguntó con sinceridad, causando que mis manos comenzaran a jalar nerviosamente la tela, mi rostro se torció en una mueca y chasqué la lengua en disgusto, la mentira estaba en la punta, Pero no salió.
—Claro que no Al—me encogí de hombros con una sonrisa tristona y resignada—pero según el niño James está bien, así que si alguien tenía que sufrir esto me alegra que no fuese el…—porque yo si lo amaba, incluso si la gente no se lo creía…—ahora deja de cambiarme el tema ¿como te ha ido a ti con Regine?—me aclaré la garganta conforme me le sentaba en frente—Ella está bien ¿verdad que si?—el Slytherin asintió y aquello me dió un sentido de tranquilidad.
—Me ha ido…—el rostro de Potter lucía como si tuviera la peor jaqueca del universo—bien, lo supongo—su mirada baja y exhaló con pesadez y falta ánimos.
—¿Y entonces qué?—pregunté enarcando ambas cejas—¿te ha metido un golpe o algo?—una mueca discreta cruzó el rostro de Albus y chasqueo la lengua.
—No, nada de eso—me mordí el labio inferior, el pobre muchacho se veía como si tuviera una nube gris encima.
—Muchacho con esa cara que tienes no me imagino que pudo ser peor—le di dos golpecitos en el mentón con los nudillos, para que me mirara, sus ojos verdes y consternados subieron ligeramente reclutantes—Albus ¿que pasó?—el Potter menor pasó las manos por su rostro con otro suspiro cansado.
—Se supone que salió bien—dijo no muy convencido—me disculpé de la mejor manera que pude, y llegamos a una especie de acuerdo—le miré con interés pero sin entender a que se refería enteramente.
—¿Que tipo de acuerdo exactamente?—pregunté frunciendo el ceño y Albus se llevó un dedo a la cien.
—No estoy muy seguro—la intranquilidad en su rostro era extremadamente palpable, de una manera que no había visto nunca en mis quince años de conocerle—vamos a intentar llevarnos bien, y eso debería ser estupendo, pero yo solo….—parecía haber perdido las palabras, desconocerlas completamente.
—¿Al?—le di un apretón de manos—sabes que puedes decirmelo ¿te sientes bien?—lentamente negó con la cabeza.
—No he podido dejar de pensar en la noche que le conté sobre ella—apoyé el la barbilla en los nudillos escuchando cautelosamente.
—¿Y que es lo que recuerdas exactamente?—le pregunté con suavidad, Al cerró los ojos y pareció pensarlo un rato.
—Bueno, estabamos en la sala común, y recuerdo que ella estaba recostada en mi pecho—asentí lentamente.
—¿Y luego?—le dije en manera de que supiera que podía continuar.
—Solo recuerdo, ese sentimiento cálido en el cuerpo…Me sentía muy seguro y a gusto—apreté los labios y decidí guardarme mis suposiciones para mi misma cuando Potter abrió los ojos—y algo me dijo simplemente que podía confiar en ella, es muy especial para mi—le miré entonces con una ceja enarcada.
—Especial ¿huh?—pregunté dándole una mirada significativa, Albus asintió.
—Como una amiga—declaró y aunque yo no estaba muy segura de que Albus supiera como estaba sonando, le deje pasar.
—De acuerdo…—le dije pensativa—¿y por qué esa noche?—Potter chasqueó la lengua.
—Porque solo de pensar en el dolor que le causé me siento despreciable—enterró la cabeza en las manos un momento—pero al mismo tiempo….—su rostro volvió con aquella mueca confundida.
—Estoy asustado Wen—dijo por lo bajo, su mirada consternada y triste—de haber arruinado mi relación con Regine para siempre, estoy asustado de que nunca vuelva a ser lo mismo de…—le corté.
—De no poder volver ¿es eso?—mi mejor amigo asintió y yo no tuve más que hacer que abrazarle con fuerza—escuchame, no va a ser fácil ¿de acuerdo? le hiciste daño Al, pero aquí lo importante es que la quieres y quieres tu amistad con ella de vuelta—pasé a mirarlo entonces con seriedad—y si me han enseñado algo toda la vida es que tenemos que trabajar por lo que queremos, ve poco a poco y quizá ella confíe en ti de nuevo—apreté los labios—si Aleksei hace su trabajo bien, puede que el arregle ese corazón roto que le dejaste sin querer pero tu aún así tendrás que trabajar tu parte—el rostro de Albus no parecía mejorar, su expresión seria y pérdida—Al—insistí—¿que pasa?—el azabache suspiró, su ceño ligeramente fruncido.
—Es una tonteria la verdad—me dijo con suavidad—solo que aún no me acostumbro a esa idea…Regine y el ruso, ya sabes—solté un suspiro.
—¿Y que si Aleksei pudiera hacerla feliz?—le pregunté enarcando ambas cejas—¿no deberías tú de estar feliz por ella?—la expresión de Albus se relajó, pero hubo una cierta tristeza y una confusión, ambas parecieron tomar residencia en sus ojos, y no se disiparon.
—Si, eso supongo—me dijo y aquella melancolía en su voz me hizo aferrarme a la chaqueta de James, apretando contra el pecho.
Habían ciertas verdades sobre el amor: la primera; era siempre complicado, ni una vez fácil, la segunda; a veces nos pasaba por un lado sin ser notado y la tercera; el peor día de amar a alguien, sucede cuando le pierdes.
"Do you consider pride a fault or a virtue?"
—Pride and Prejudice (1813)
Hakuna Matata Bitch
Re: This Means War {Novela Colectiva de HP, 3ra Generación}
Bueno, como me lo pediste. Esta vez pondré en mis comentarios lo que debería decir mejor, dar un buen comentario de tu capítulo, una opinión. Así que veré si pongo gifs o no y si los puse, fue porque lo hice después jaja.
Empezando por el flashback de Sylvanna, creo que tienes razón y podría llevarse mucho con Ame, me los imagino como buenos amigos en la sala común, así que la idea se me hace tierna. Creo que por eso me gusta Ezra, porque es caballero sin necesidad de empalagar, solo lo suficiente. Pero dirían en mi pueblo mexicano, tiene algo de macho y eso lo hace bien jaja un macho caballero, esos son mi tipo. JAJAJA MORÍ, si el té le va al estómago cómo le llega a la frente, jajajaja #lapreguntadelmillón, we. La sabelotodo teresa jaja. Me gusta mucho la familia de Sylvanna y los Maddox, se palpa la calidez de cada uno a su manera. Tiempos felices :)))
P.D: Sylvana se sonroja mucho jajaja.
¡Angel! Que ternura, cabello castaño revuelto y lentes, awwww se me hace mono. También Bianca.
El recuerdo me pareció lindo, creo que contar historias de otros personajes te hace apreciarlo más, les tomas más cariño y les comprendes.
Que mala es katrina jajaja, pero no sé... me da risa, y Ezra, siento que es alguien real... o séa escoge a la guapa, obvio, pero creo que más adelante aprenderá muchas lecciones. Awww que ternura con Travis, no es nada convencional su forma de consolar pero le da puntos extra jajaja.
Me duele un poco la pelea entre Shanelle y Wanda, y creo que como te dije por whatsapp, Wanda está encerrada en un abismo, permancerá allí hasta que logré superar varias cosas, como la perdida, el engaño y el sufrimiento, necesita que alguien le levante, y no alguien que no sabe ni cómo ayudarse a sí mismo y sí, hablo de James. Porque mira, bueno... Creo que están en un punto donde las cosas necesitan dejarse dónde estan y seguir adelante, que Wanda haya superado el pasado de James y James se haya perdonado a si mismo, porque las cosas que hace las hace para suprimir su culpabilidad, o así lo veo yo. Creo que ella podrá seguir adelante hasta que alguien pueda seguirle el ritmo, no cuando el otro quiera... AMBOS NECESITAN SALIR DE ALLÍ, JAMES NECESITA DEJAR DE SER TAN TERCO Y CULPARSE EN SILENCIO! JAMES LO QUE PASO PASO, YA! WANDA, SAL DE ALLÍ! NECESITAS SUJETARLE LA MANO A ALGUIEN ALLÍ AFUERA Y SALIR PRONTO! y una PD para katrina: TODAS NECESITAMOS LOCAS, JAJA... y hablando, Katrina esta más loca que todas, que no se haga.
JAJAJAJAJA Estúpido Albus, "10 puntos a Gryffindor por esa mentira" Ah que...
ASKLMCCKLMFKLEV AHHHHHHHH LLORÓ, LLORÓ, ME DUELE ALBUS, ME DUELE MUCHO PORQUE NO SÉ, CREYÓ QUE PROTEGIA A ALGUIEN Y SOLO LA DAÑABA, GRACIAS POR ESA ESCENA, NO ES MI PERSONAJE PERO FUE NECESARIA, MUCHAS GRACIAS PORQUE ME VOLVIERON LOS FEELINGS, BRAVO, BRAVO.
JAJAJAJA rusos sarcásticos, no sé me imagine a Albus diciendo entre dientes el apellido de Alekséi... que en realidad no es su apellido sino su segundo nombre jajajaja.
JAJAJA Yo sé que amas a Hide jajajaja, el loquillo ese y sus escenas jajajaja. Pero de verdad, quiero que entre Wanda y Kaia las cosas dejen de estar como un hoyo negro y se cierre, sean sinceras.
aksakjcmkwmfkjankjefn Angel me recuerda tanto a Christopher Lightwood, CON SUS LENTES Y CABELLO DESARREGLADO Y ES QUE ASLKAMSALKMKMÑEKJMF, No sé, fangirleo porque me recuerda a él y aunque supongo que su forma de ser es diferente (Todavía no sacan el libro de The Last Hours, so no sé como sea psicológicamente Chris) Me da más curiosidad de saber más de él, más de lo superficial, su pasado... una cosa es verlo en el jardin de los padres de Sylvanna, otra cosa es verlo en su verdadera faceta, su pasado, su él, su todo.
¡Tyler y Daka! NOOOOOOOOOOOOOOO, NOOOOOOOOOOOOOOOOO jajaja Tyler, esperate... yo sé que te gustan las rubias y no lo digo por Kaia jajaja. TE MATARE VALENTINA, TE MATARE!!!!!!!!!!!! LO JUROOOOOOOOOOOOOOOOO!!!!!!!!!
UN KORSHANOVA :O WILL AH, WOOOOOOOOOOOOW QUE GENIAL!!! Awwwwwwwwwwww Tyler me rompe el corazón, pero que bien, me alegra que pueda seguir adelante, pero insisto, RUBIA, RUBIA Y MÁS RUBIA. Me gusta Daka, pero NO, NO Y NO!!!! En ese sentido no, sorry Ty, sorry so much.
JAJAJA Soy un adulto, WILL BAJATE DE LA COMODA... Si mamá... JAJAJAJ
¿GIN? ¡TIENES QUE ESCRIBIR MÁS DE ELLA! Me dio curiosidad :o Robin, gasta dinero más de lo necesario... me suena a preocupación y Maximoff, -_- *mirada de sherlock* Y JAJAJA WILL, JAJAJAJAJAJAJJA PERDIÓ A JAJAJAJA AAAAAAAAAAY JAJAJAJAJA, Que gran adulto.
Ame a ronald, ronald y AMEEEEE, AHHHHHHHHHHH QUE TIERNO, me imagine toda la escena, la forma en que le apretó las mejillas y ame as,makasmdkamfjke todos tienen que amar a AME, MALDITO TED, AMALO, AMALOOOO Y jajajajajaja no sé pero Ame y James son rivales y pelean su amistad por ted jajajaja awwwwwwwwwwwww, que tiernoooooooooo ahhhhhhhhhh me encantó todo, esa escena aunque me la mandaste te juro que la releí muchas veces por el simple hecho de la ternura que me causaba, de lo bien escrita que estaba y de lo que me reí, hiciste bien a Ame, realmente... amemos a ame, alskmakmdkemfjefewnjkwqenong, es tan mono! y ronald <3 <3 <3 más siendo representado por freddy highmore de bebé, me recuerda a NYX UN PRSONAJE QUE NUNCA VOY A SUPRAR VA A SER A NYX Y DISCULPA SI SACO SAFE AND SOUND AHORA, PERO NYX ES UN PERSONAJE DEL CUÁL JAMÁS LOGRARÉ OLVIDRME, ME AFERRARÉ A ÉL CON MI VIDA!!!!!!!! AHHHHHHHHHH LLORÓ. Y Jimmy... aww, me duele su corazón roto, puedo asegurarte que James en realidad sería un buen padre, porque oculta su alma de niño, sigue siendo un niño aunque quiera hacerse el adulto, todavía mantiene un corazón inocente e incredulo ante ciertas cosas, aunque ya no sea virgen... jaja. Pero en sí, si, como te dije, has logrado hacer un mejor James y te aplaudo por ello, así como te comenté en wa.
JAJAJAJA, Un puesto cuando vaya en el colegio, pinche James mentiroso... jajaja ya en ese entonces va a estar más palla que paca. AHHHHHHHHHHHHHH NOOOOOOOOOOOOO, PORQUE LOS VIOOOOOOOOOO NOOOOOOOOOOOO, JAMES :((( IGUAL ÉL ME DUELE, MI POBRE BRO... NOOOO, NO SE VALE, NO SE VALE, POBECITO, POBECITO.
JAJAJAJAJAJA ¿Pensaron que Kaia era la capitana? JAJAJAJA Ya vez jimmy, tu hermana te va a quitar el puesto jajajajaja. Robin se ha comportado paranoico, no sé si es por lo que yo creo que es... o simplemente así es por naturaleza y así le has creado... pero quiero saber más.
Me llegó la forma en que Wanda puso a ted de ejemplo, de verdad. Muchas gracias por eso, seguramente Ted solo necesita superar también el hecho de querer estar solo, de complicarse tanto la vida. EL RETO SIGUE VIGENTE EH? WRITE TED!
Pobre Robin, siento la presión en él, realmente su historia y su narración te llega muy profundo. No lo sé, es tan oscura, tan melancolica. Realmente necesitas adaptarlo más, y te voy a ayudar en eso para la trama, solo dame tiempo ¿va? :) :) vamos a trabajar juntas en eso.
Habían ciertas verdades sobre el amor: la primera; era siempre complicado, ni una vez fácil, la segunda; a veces nos pasaba por un lado sin ser notado y la tercera; el peor día de amar a alguien, sucede cuando le pierdes.
Esa frase me gusto, como cerraste el final y también la escena con Albus. Muy buen capítulo, solo espero que puedas hacerlos más cortos para que sea más fácil de leer, pero aun así muy bueno. Disculpa mi comentario sencillo, trate de tomar lo más importante y decirte que me pareció fantastico, me gusta tu forma de explicar las cosas y felicidades nuevamente por James.
:*
Empezando por el flashback de Sylvanna, creo que tienes razón y podría llevarse mucho con Ame, me los imagino como buenos amigos en la sala común, así que la idea se me hace tierna. Creo que por eso me gusta Ezra, porque es caballero sin necesidad de empalagar, solo lo suficiente. Pero dirían en mi pueblo mexicano, tiene algo de macho y eso lo hace bien jaja un macho caballero, esos son mi tipo. JAJAJA MORÍ, si el té le va al estómago cómo le llega a la frente, jajajaja #lapreguntadelmillón, we. La sabelotodo teresa jaja. Me gusta mucho la familia de Sylvanna y los Maddox, se palpa la calidez de cada uno a su manera. Tiempos felices :)))
P.D: Sylvana se sonroja mucho jajaja.
¡Angel! Que ternura, cabello castaño revuelto y lentes, awwww se me hace mono. También Bianca.
El recuerdo me pareció lindo, creo que contar historias de otros personajes te hace apreciarlo más, les tomas más cariño y les comprendes.
Que mala es katrina jajaja, pero no sé... me da risa, y Ezra, siento que es alguien real... o séa escoge a la guapa, obvio, pero creo que más adelante aprenderá muchas lecciones. Awww que ternura con Travis, no es nada convencional su forma de consolar pero le da puntos extra jajaja.
Me duele un poco la pelea entre Shanelle y Wanda, y creo que como te dije por whatsapp, Wanda está encerrada en un abismo, permancerá allí hasta que logré superar varias cosas, como la perdida, el engaño y el sufrimiento, necesita que alguien le levante, y no alguien que no sabe ni cómo ayudarse a sí mismo y sí, hablo de James. Porque mira, bueno... Creo que están en un punto donde las cosas necesitan dejarse dónde estan y seguir adelante, que Wanda haya superado el pasado de James y James se haya perdonado a si mismo, porque las cosas que hace las hace para suprimir su culpabilidad, o así lo veo yo. Creo que ella podrá seguir adelante hasta que alguien pueda seguirle el ritmo, no cuando el otro quiera... AMBOS NECESITAN SALIR DE ALLÍ, JAMES NECESITA DEJAR DE SER TAN TERCO Y CULPARSE EN SILENCIO! JAMES LO QUE PASO PASO, YA! WANDA, SAL DE ALLÍ! NECESITAS SUJETARLE LA MANO A ALGUIEN ALLÍ AFUERA Y SALIR PRONTO! y una PD para katrina: TODAS NECESITAMOS LOCAS, JAJA... y hablando, Katrina esta más loca que todas, que no se haga.
JAJAJAJAJA Estúpido Albus, "10 puntos a Gryffindor por esa mentira" Ah que...
ASKLMCCKLMFKLEV AHHHHHHHH LLORÓ, LLORÓ, ME DUELE ALBUS, ME DUELE MUCHO PORQUE NO SÉ, CREYÓ QUE PROTEGIA A ALGUIEN Y SOLO LA DAÑABA, GRACIAS POR ESA ESCENA, NO ES MI PERSONAJE PERO FUE NECESARIA, MUCHAS GRACIAS PORQUE ME VOLVIERON LOS FEELINGS, BRAVO, BRAVO.
JAJAJAJA rusos sarcásticos, no sé me imagine a Albus diciendo entre dientes el apellido de Alekséi... que en realidad no es su apellido sino su segundo nombre jajajaja.
JAJAJA Yo sé que amas a Hide jajajaja, el loquillo ese y sus escenas jajajaja. Pero de verdad, quiero que entre Wanda y Kaia las cosas dejen de estar como un hoyo negro y se cierre, sean sinceras.
aksakjcmkwmfkjankjefn Angel me recuerda tanto a Christopher Lightwood, CON SUS LENTES Y CABELLO DESARREGLADO Y ES QUE ASLKAMSALKMKMÑEKJMF, No sé, fangirleo porque me recuerda a él y aunque supongo que su forma de ser es diferente (Todavía no sacan el libro de The Last Hours, so no sé como sea psicológicamente Chris) Me da más curiosidad de saber más de él, más de lo superficial, su pasado... una cosa es verlo en el jardin de los padres de Sylvanna, otra cosa es verlo en su verdadera faceta, su pasado, su él, su todo.
¡Tyler y Daka! NOOOOOOOOOOOOOOO, NOOOOOOOOOOOOOOOOO jajaja Tyler, esperate... yo sé que te gustan las rubias y no lo digo por Kaia jajaja. TE MATARE VALENTINA, TE MATARE!!!!!!!!!!!! LO JUROOOOOOOOOOOOOOOOO!!!!!!!!!
UN KORSHANOVA :O WILL AH, WOOOOOOOOOOOOW QUE GENIAL!!! Awwwwwwwwwwww Tyler me rompe el corazón, pero que bien, me alegra que pueda seguir adelante, pero insisto, RUBIA, RUBIA Y MÁS RUBIA. Me gusta Daka, pero NO, NO Y NO!!!! En ese sentido no, sorry Ty, sorry so much.
JAJAJA Soy un adulto, WILL BAJATE DE LA COMODA... Si mamá... JAJAJAJ
¿GIN? ¡TIENES QUE ESCRIBIR MÁS DE ELLA! Me dio curiosidad :o Robin, gasta dinero más de lo necesario... me suena a preocupación y Maximoff, -_- *mirada de sherlock* Y JAJAJA WILL, JAJAJAJAJAJAJJA PERDIÓ A JAJAJAJA AAAAAAAAAAY JAJAJAJAJA, Que gran adulto.
Ame a ronald, ronald y AMEEEEE, AHHHHHHHHHHH QUE TIERNO, me imagine toda la escena, la forma en que le apretó las mejillas y ame as,makasmdkamfjke todos tienen que amar a AME, MALDITO TED, AMALO, AMALOOOO Y jajajajajaja no sé pero Ame y James son rivales y pelean su amistad por ted jajajaja awwwwwwwwwwwww, que tiernoooooooooo ahhhhhhhhhh me encantó todo, esa escena aunque me la mandaste te juro que la releí muchas veces por el simple hecho de la ternura que me causaba, de lo bien escrita que estaba y de lo que me reí, hiciste bien a Ame, realmente... amemos a ame, alskmakmdkemfjefewnjkwqenong, es tan mono! y ronald <3 <3 <3 más siendo representado por freddy highmore de bebé, me recuerda a NYX UN PRSONAJE QUE NUNCA VOY A SUPRAR VA A SER A NYX Y DISCULPA SI SACO SAFE AND SOUND AHORA, PERO NYX ES UN PERSONAJE DEL CUÁL JAMÁS LOGRARÉ OLVIDRME, ME AFERRARÉ A ÉL CON MI VIDA!!!!!!!! AHHHHHHHHHH LLORÓ. Y Jimmy... aww, me duele su corazón roto, puedo asegurarte que James en realidad sería un buen padre, porque oculta su alma de niño, sigue siendo un niño aunque quiera hacerse el adulto, todavía mantiene un corazón inocente e incredulo ante ciertas cosas, aunque ya no sea virgen... jaja. Pero en sí, si, como te dije, has logrado hacer un mejor James y te aplaudo por ello, así como te comenté en wa.
JAJAJAJA, Un puesto cuando vaya en el colegio, pinche James mentiroso... jajaja ya en ese entonces va a estar más palla que paca. AHHHHHHHHHHHHHH NOOOOOOOOOOOOO, PORQUE LOS VIOOOOOOOOOO NOOOOOOOOOOOO, JAMES :((( IGUAL ÉL ME DUELE, MI POBRE BRO... NOOOO, NO SE VALE, NO SE VALE, POBECITO, POBECITO.
JAJAJAJAJAJA ¿Pensaron que Kaia era la capitana? JAJAJAJA Ya vez jimmy, tu hermana te va a quitar el puesto jajajajaja. Robin se ha comportado paranoico, no sé si es por lo que yo creo que es... o simplemente así es por naturaleza y así le has creado... pero quiero saber más.
Me llegó la forma en que Wanda puso a ted de ejemplo, de verdad. Muchas gracias por eso, seguramente Ted solo necesita superar también el hecho de querer estar solo, de complicarse tanto la vida. EL RETO SIGUE VIGENTE EH? WRITE TED!
Pobre Robin, siento la presión en él, realmente su historia y su narración te llega muy profundo. No lo sé, es tan oscura, tan melancolica. Realmente necesitas adaptarlo más, y te voy a ayudar en eso para la trama, solo dame tiempo ¿va? :) :) vamos a trabajar juntas en eso.
Habían ciertas verdades sobre el amor: la primera; era siempre complicado, ni una vez fácil, la segunda; a veces nos pasaba por un lado sin ser notado y la tercera; el peor día de amar a alguien, sucede cuando le pierdes.
Esa frase me gusto, como cerraste el final y también la escena con Albus. Muy buen capítulo, solo espero que puedas hacerlos más cortos para que sea más fácil de leer, pero aun así muy bueno. Disculpa mi comentario sencillo, trate de tomar lo más importante y decirte que me pareció fantastico, me gusta tu forma de explicar las cosas y felicidades nuevamente por James.
:*
Vanellope
Re: This Means War {Novela Colectiva de HP, 3ra Generación}
Nevermore.
Darkness there, and nothing more. -The Raven, Edgar Allan Poe.
Luxemburgo.
Mansión Beisse. {10 años atrás}
El ático solía ser frío, y también bastante oscuro. Dejo la vela en el suelo y está ilumino vagamente aquel lúgubre lugar. Se escuchó una pequeña ranura dando vuelta, una… dos… tres veces, y la música emergió dulcemente, creando una atmósfera cálida. Entonces el niño se sentó en una esquina y sujeto el libro que traía entre sus manos.
— Hoy escogí un libro muy bueno… -Dijo, mirando hacia la puerta de madera frente a él. No hubo más que silencio como respuesta, y de su boca roja dejo escapar un suspiro. Abrió el libro y tomo una bocanada de aire.- Una vez, al filo de una lúgubre media noche, mientras débil y cansado, en tristes reflexiones embebido, inclinado sobre un viejo y raro libro de olvidada ciencia… cabeceándose, casi dormido.
Ciertamente la voz del niño era tan suave como un ronroneo mezclado con aquella música, había leído tantas veces aquel libro con tanto candor, que se sabía de memoria cada cita textual. Bajo la luz de la vela, su rostro blanco de porcelana se llenaba de sombras y su cabello parecía brillar tal cual oro. Movía su fina boca ante cada palabra, y sus ojos iban de un lado hacía otro, y tanto su ojo azul jade como su ojo dorado ámbar se sincronizaban para reflejar el mismo sentimiento: algo vació.
Pero continuó leyendo en voz alta en aquel lugar solitario, y cuando acabó el primer capítulo, entonces se levantó de allí mientras con una mano sujetaba la vela y debajo de su brazo guardaba el libro. Permaneció mirando con cierta impotencia aquella puerta, y después bajo la mirada.
—Debe de estar muy oscuro aquí cuando me llevó la vela. –No hubo respuesta.- Entonces la dejare aquí. –Y así, dejo la vela sobre un pequeño banquillo de madera lleno de polvo y añejo. Poniendo una mano sobre la puerta, aparentemente pareció silencioso hasta que un golpe atizo la madera con tanta violencia y escucho rasguños detrás de esta. Esbozando una triste sonrisa en su rostro, entonces río falsamente.- Debes de estar hambriento… tengo que irme, mañana volveré. –Y se movió entre aquellos pequeños y recónditos pasillos hasta encontrar la puerta, cuando Ioan se volvió hacía el rincón iluminado por la vela, continuó escuchando aquellos gruñidos ahogados combinados con los últimos toques de la cajita de música y su corazón dio un vuelco.- Buenas noches, hermano. –Cerró la puerta del ático.
El último año no había sido el mejor en aquel lugar, incluso cuando había cumplido seis años sus padres lo habían olvidado por completo, pero no le importo… no le había importado en lo absoluto, se encerró en su habitación y leyó durante todo el día hasta que sus ojos ardieran y finalmente se durmió. Todos los días subía al ático y leía en voz alta, ya era un hábito repetitivo. Pero aunque tuviese que escoger otro libro para leer, terminaba optando por un clásico de Edgar Allan Poe, uno de sus novelistas preferidos. Y aunque tuviese seis años, ya palpaba el gusto de la literatura fina y sabía distinguir entre un buen autor y uno no tan bueno que no tuviese exquisitez en describir las palabras.
Abrió la puerta del comedor y solo su hermana se encontraba allí, comiendo. Io jaló la silla por sí mismo y se sentó, dejando el libro sobre la mesa. Pero no hubo nadie que le trajera de comer, así que hundió su mentón entre sus brazos y permaneció mirando los manteles color crema de la mesa.
Niki solo sorbía elegantemente de su sopa, y llevaba su cabello recogido en aquellos moños celestes, no tan atenta de lo que sucedía. Sabía que su casa estaba rota, ya no era lo mismo. Su madre se miraba cada día más pálida y se formaban bolsas moradas debajo de sus ojos cajeta, además de que parecía enferma y se encerraba en su habitación todo el tiempo, no salía mucho. Su padre se la vivía en su oficina, aparentemente encerrado con mucho miedo. Ya no hablaban, eso era lógico… pero sus padres ya no se querían, y quizás se aborrecían.
— ¿Quieres que te cante algo, Io? –Había dicho la niña, mirando fijamente al rubio con sus enormes ojos azul jade.- He estado practicando.
— No quiero que me cantes, Nikiya.
— ¡No me llames por mi primer nombre! ¡Lo odio! ¡Sino me llamas Carissa, comenzaré a llamarte Constantine! ¿Entendiste? –Exclamo la niña echa una furia, sus mejillas se habían puesto rojas y el rubio solo la había ignorado. Su hermana odiaba tanto su primer nombre como Ioan odiaba la situación en la que se encontraba. El silenció se extendió por el comedor, y Niki solo bajo la mirada, completamente triste.
— ¿Por qué mamá ya no me peina? –preguntó con cierta inocencia. Y era cierto, su madre solía estar al tanto del cuidado personal de Niki, lo cual la volvió vanidosa desde pequeña, con los encajes y moños. Y ahora cuando pasaba por el cuarto de su hermana, podía mirarla frente al espejo, peinándose y escogiendo los moños que usaría ese día al igual que su vestido.
— No lo sé… -Respondió casi en un suspiro.- No tengo idea.
Ioan solía pasearse todos los días por los pasillos, mirando con cierto rencor todo lo que se encontraba. Como todo iba pereciendo entre sus manos y las cosas se iban alejando de él… quizás tenía seis años, pero podía comprenderlo.
Miro a través de la puerta de la habitación de su madre la cual se encontraba abierta. Una bote de cristal se encontraba tirado en el suelo y varias píldoras se esparcían en él. Su mano caía a un lado de la cama y con los ojos vacíos ella respiraba con lentitud. Io aceptaba que su madre siempre había sido una mujer hermosa, pero ahora… el cabello negro que alguna vez había brillado ahora se encontraba seco y caía sobre su pálido rostro, sus ojos estaban ocultos debajo de aquellas bolsas moradas. Sus ojos castaños parecían muertos, como las ventanas de una casa abandonada.
Solo la miro, aquel niño la escrutaba con cierta decepción, y dejo escapar un suspiro agotador. Entró a la habitación de su madre e inclinándose, comenzó a tomar las píldoras entre sus dedos y las guardaba en el frasco de cristal. Amira bajo la mirada hacía el rubio, pero no hizo nada… solo le miró, y sus ojos se habían humedecido, lentamente las lágrimas caían de forma silenciosa a través de sus mejillas y su boca se había crispado. Era cierto, era más que cierto que su estado de parálisis psicológico le habían tirado en la habitación, solo lloraba y sollozaba todo el tiempo… haciéndose cada vez más silenciosa y tomando tantas pastillas para dormir como su cuerpo le permitiera… para despertar hundida en sus pesadillas.
— Creo que deberías levantarte, madre… -Musitó el niño con la mirada en el suelo, depositando las últimas píldoras dentro del frasco.- No puedes quedarte todo el tiempo en la cama. –Cerró el frasco y lo puso sobre la cómoda de la cama. Sus ojos habían chocado con los de su madre, y la mirada del niño de seis años pareció sumamente inexpresiva, fría… monótona. No había sido fácil… pero tampoco para ellos lo había sido, y ella simplemente se iba… y ellos no volvían a existir. Para ella, ellos se habían ido junto con Sebastian.
Ioan salió de la habitación, dejando a su madre en un llanto silencioso y cerrando la puerta detrás de él, permaneció con la mirada perdida y continuó caminando a través de aquel largo e infinito pasillo, el cual siempre solía ser deprimente.
.
Pasaron más días, y quizás su madre había hecho caso a las palabras de su pequeño hijo. Ahora, aunque muy pocas veces, se sentaba en el sofá de la sala principal y miraba la ventana, hubiesen días lluviosos o días de sol; miraba con tanto esplendor con sus ojos cajetas que se iluminaban ardientemente con un nuevo día. Pero aunque Io la mirase así, él sabía que ella estaba mintiendo… Solo era un títere sujeto a hilos, haciendo todo lo que un objeto sin vida haría: fingir que lo siente.
Y cuando el rubio le miraba, sabía que sus ojos estaban completamente muertos. Y cada día se miraba más enferma que antes, siempre le pedía que le leyera en voz alta… que su voz era muy suave y cálida. Procuraba leer los libros que a ella le gustaban, sin objeciones… todos los días le leía. Un día, su madre peinaba el cabello de Niki… entonces dejo el cepillo a un lado y acarició las hebras de cabello dorado entre sus dedos.
— ¿Ioan? ¿Podrías leerme?
— ¿Qué quieres que te lea, madre?
— Lo que sea está bien… solo quiero escuchar tu voz.
Ioan le miro fijamente, con aquella mirada inexpresiva. Bajo la mirada, suspirando a lo que ella había esbozado una sonrisa, algo que parecía la última vez que sucedía. Sujetó uno de sus libros favoritos, y sentándose en el tapete rojo que abarcaba el suelo de madera de caoba, comenzó a leer para su madre quién se levantaba del sofá.
— Por favor… no dejes de leer.
Ioan obedeció y continuó leyendo, solo escuchando los pasos de su madre alejándose como un alma en pena. Dejó el libro sobre el tapete y levantándose, lo recitó de memoria… le había extendido la mano a Niki y está se la sujeto, mientras que ambos se sentaban nuevamente sobre el suelo; sujetó un pañuelo de su bolsillo del pantalón y con ello le cubrió los ojos a Nikiya. Su pequeña hermana solo guardo silencio, y el rubio le cubrió los oídos. Mientras él recitaba, mientras él levantaba la voz cada vez más fuerte… hasta que dejo de escuchar los pasos de su madre.
Hasta que dejo de escucharlos para siempre.
.
— Ahora, mi ánimo cobraba bríos, y ya sin titubeos: “Señor –dije- oh señor, en verdad nuestro perdón imploro…
Aquella voz era lo único audible que se levantaba a través de los pasillos de aquella mansión tan esplendorosa; la puerta principal se había cerrado y aquel hombre se había deshecho del saco por sí mismo, también colgando el sombrero en el perchero del recibidor. Su bello rostro perecía cada vez más mientras pasaba el tiempo. Cuando avanzó hacía el pasillo principal, se extraño un poco del silencio mezclado con un susurro que se levantaba en un adagio cada vez más intenso.
— Más el caso es que, adormilado cuando vinisteis a tocar quedamente, tan quedo vinisteis a llamar, a llamar a la puerta de mi cuarto…
Reconoció la voz de su hijo Ioan, avanzó cada vez más rápido siguiendo la voz de su hijo que se aferraba a las paredes con un eco constante.
— Entonces, este pájaro de ébano cambió mis tristes fantasías en una sonrisa con el grave y severo decoro del aspecto de que se revestía.
Un mal presentimiento le había venido como un asta clavándose en su pecho. Y maldijo los pasillos tan largos, los maldijo. Vio que las puertas del salón se encontraban semiabiertas, y las empujo con fuerza, las cuales retumbaron con ímpetu.
Y nunca debió de haberlas abierto.
Sus ojos se habían abierto de par en par, mientras que su piel había empalidecido a tal grado de parecer el rostro de un cadáver.
Un niño rubio movía su boca incesantemente, cubriéndole los oídos a una niña que se adormitaba junto a él con una venda en los ojos. Con su mirada inexpresiva, fijándose en el suelo, su voz se levantaba con más fuerza y se hacía cada vez más rápida, solo moviendo la lengua una y otra vez con lo más que pudiese. Entrando dentro de un trance en un mundo paralelo.
— Aun con tu cresta cercenada y mocha –le dije- no serás un cobarde, hórrido cuervo vetusto y amenazador. Evadido de la ribera nocturna: ¡Dime cuál es tu nombre en la ribera de la Noche Plutónica!
Y casi arrastrándose sobre sus pies, Eidan cayó sobre sus rodillas completamente rendido. Sus ojos titubeaban, mirando hacia arriba. Un gemido escapó de su boca, y levantando las manos que temblaban, logro sujetar la tela del vestido oscuro; y fue cuando su hijo se había detenido, enmudeciendo y despertando de aquel trance… permaneció mirando el suelo y aferrándose a su hermana. Y parpadeó, mientras que aquel ojo ámbar realmente ardía en fuego… un fuego frío.
Un grito resonó en aquel lugar.
Eidan se abrazo a las piernas de su esposa, y volvía a gritar tan fuerte como se lo hubiese permitido su aliento, su voz… llorando completamente desesperado. Llamaba su nombre, y esta solo le miraba con los ojos abiertos completamente inerte, aquellos ojos que siempre habían estado muertos, tan helados. Ioan solo permaneció sentado de espaldas a su padre quién balbuceaba entre el llanto.
No se movió, y permaneció allí… en silencio. La casa Beisse se había llenado de llanto y dolor, las paredes que alguna vez habían brillado en esplendor ahora se añejaban con la oscuridad del sufrimiento. Finalmente, levantó su mirada… y cuando la oscuridad parecía consumirles, algunas velas se habían encendido en el salón… y titubeaban, como el vaciló de un suspiro. Parpadeo con sus largas pestañas, y miro la sombra del cuerpo de su madre, colgado en una soga. Llevó la cabeza de Niki hacía su pecho, y sin quitar la mirada de aquella sombra que había traído la tragedia en aquella casa, musitó:
— Y el cuervo dijo: “Nunca más.”
Bajo la mirada, la cual fue cubierta por los mechones de cabello dorado. Más sin embargo, no lloró… sino que permaneció en aquella ira dentro de su pecho, aquel rencor y aquel odio que lo consumaban como el fuego que su ojo ámbar encendía con estupor. Los últimos gritos desconsolaron aquel lugar… y los niños habían dejado de ser niños, y su vida había sido consumida por aquel ático frío y solitario…
El ático donde las flores solían crecer en el silencio.
Vanellope
Re: This Means War {Novela Colectiva de HP, 3ra Generación}
Forget me not
YOU BECOME RESPONSIBLE FOR WHAT YOU HAVE TAMED
Narrador Omnisciente.
7 años atrás.
No era más que un zorro, semejante a cien mil otros. Pero yo le hice mi amigo
y ahora es único en el mundo. -El principito.
Con la punta de los dedos se acomodó el puente de los lentes sobre su nariz, resoplando. No estaba acostumbrado a utilizar lentes, pero su abuela había dicho que si continuaba leyendo tanto, algún día iba a quedar tan ciego como su abuelo. Sus ojos verdes se movían de un lado hacía otro leyendo las páginas del libro de entre sus manos, sentado en el patio trasero de su casa. Siempre le había agradado salir a las cinco, era su hora favorita del día. La brisa desprendía un suave aroma a té y frío, le encantaba mirar la aurora del cielo, y si realmente tenía suerte, a veces le regalaba un arrebol. Sí el sol se pusiera 45 veces al día, él se sentaría allí para mirarlo.
Era un niño común, y también… de aquellos que solo una vez en la vida los encuentras. Siempre con las narices metidas a un libro, con sus ojos escrutando cada detalle y tratando de hallarle lógica al mundo, porque así era su forma de verlo. Porque quería comprenderlo de manera profunda, porque quería saber la razón de todo.
La brisa revolvió aún más sus rizos castaños, y pensó, debería de haber más atardeceres durante el día, ¿Por qué existían los atardeceres? ¿Por qué el sol tenía que irse? ¿Por qué? Indagó más y más.
Cuando se levantó, puso el libro debajo de su brazo y caminó hacía el pórtico donde su abuelo se sentaba en una mecedora a jugar ajedrez mágico consigo mismo. Hace solo unos años, había aceptado el hecho de que sus padres jamás volverían, y alejó todo pensamiento de que volvería a verlos.
— ¿Qué lees, pequeño Ted? -Preguntó su abuelo, quién miraba fijamente a su peón.
— Algo tonto. -Respondió el castaño. Su abuelo enarcó una ceja, sin desconcentrarse de su partida.
— ¿Si es tonto entonces porque lo leíste?
— No lo sé.
Ted había tomado el asiento frente a su abuelo, quién refunfuñaba por lo bajo cuando su imaginario contrincante había tomado uno de sus alfiles. El castaño miró el libro entre sus manos, y pareció sentirse extraño, porque por primera vez no comprendía algo en su vida.
— Abuelo… ¿Qué significa crear lazos?
— Mmm, muy buena pregunta.
— ¿Lo sabes?
— No sé, ¿Lo sabes tú?
Ted no quería admitir que no lo sabía, y el orgullo de un niño de 8 años le hizo quedarse callado mientras miraba la portada de aquel libro.
— ¿Por qué la gente tiene la necesidad de crear lazos?
— Porque uno necesita del otro, así de simple.
— Yo… no entiendo.
— Quizás conozcas a una persona igual que otras cien mil en el mundo, más sin embargo, tú creaste lazos con ella… y eso la hace única de entre los demás.
— Oh.
Ted levantó la mirada hacía el arrebol del cielo, y entonces vaciló. Sus comisuras habían querido curvarse, había sonreído para sí mismo. Había leído el libro porque había sido extraño, porque no tenía lógica y porque imaginó que todo había sido sumamente real, más real que el mismo mundo. Pero tenía miedo de aquella palabra, porque podría dejar secuelas de dolor, de sufrimiento cuando aquel lazo tuviera que romperse, no quería necesitarlo porque no podría tenerlo. Andrómeda había salido de la casa, era la semana cuando vestía de prendas negras. Su cabello oscuro con canas lo llevaba sujeto en una coleta alta. Había estado todo el día en la cocina, preparando las cosas para el día siguiente.
— ¿Podrías probarte el saco? Necesito ajustarle las mangas.
El castaño asintió sin muchos ánimos, cada año, su traje debía de ser ajustado ya que crecía constantemente. Su abuela, en completo silencio, iba quitando el dobladillo de sus mangas. El niño solo podía permanecer callado, hace mucho que había dejado de preguntar.
— Serás muy alto cuando crezcas. -Musitó su abuela con cariño, mirando el rostro de su nieto.- Y seguramente serás muy buen mozo.
— Abuela… -Se quejo un poco avergonzado de las palabras de la anciana quién dejaba escapar una risa. Llevó sus finos dedos al mentón de su nieto y le miró fijamente al rostro. Tenía la forma del rostro que su hija, con un mentón prominente y mejillas marcadas. Al igual que su nariz, pequeña y perfilada. Sería igual de alto que su padre, con un cabello ciertamente revuelto y la misma mirada que reflejaba confianza, tranquilidad y amenidad.
— ¿Por qué ya no llevas tu cabello azul, Ted?
— Porque nadie tomaría en serio a un chico de cabello azul.
— ¿Y quién ha dicho semejante cosa?
Ted miró del otro lado de la ventana, y las últimas luces del cielo habían desaparecido en el crepúsculo, sus ojos verdes cambiaban a un tono pardo.
— Quiero ser normal, no quiero que me señalen como el chico que cambia a lo que se le antoje. Si pudiera, quisiera pasar desapercibido toda mi vida, abuela.
— Tus padres jamás fueron normales, y eso no significa que sea malo.
— Por eso les lastimaron, y hoy en día lo siguen haciendo… no quiero que me lastimen a mi por ser diferente, por ser su hijo. -Se había quitado el saco con tranquilidad, y doblandolo, lo dejó sobre el sofá.- Está bien, abuela… no pongas esa cara.
— ¿Qué tiene de malo ser su hijo? -Había preguntado, casi al borde del llanto. Ted miró el suelo, y esbozando una triste sonrisa, miró a su abuela al rostro.
— Que jamás podré ser como ellos.
Ted sujetó el libro que había estado leyendo, y subiendo las escaleras se fue a su habitación. Andrómeda dejó escapar unas cuantas lágrimas que trató de secar rápidamente, porque las palabras de la boca de aquel niño sonaban tan amargas, tan tan tristes y no debía de ser así. Quería volver a ver al niño de cabello azul, preguntando todo el tiempo, esculcando los bolsillos de los sacos del armario.
.La mañana siguiente, era el aniversario de la batalla de Hogwarts. Ted Tonks había ayudado a su nieto a ponerse el saco correctamente, y le ayudaba a peinarse los rizos castaños hacia atrás, para que estos pudiesen quedarse en su lugar.
— ¿Descubriste con quién quieres crear lazos?
Los ojos de Ted se habían abierto de par en par, completamente desconcertado. Miró a su abuelo por el espejo, el cual este reía.
— Ah, se más divertido, por favor. -Sonrió.- Tienes tanto de tu abuela, que no me sorprende. -Arregló bien el cuello de su playera.- Vamos, alcanzaremos a tu padrino.
Los tres se habían arreglado, porque era aquel día del año que Ted deseaba que jamás hubiese existido. Su abuela siempre llevaba un ramo de jacintos púrpura que sembraba cada año en el jardín trasero. No le gustaban las flores, porque siempre le recordaban a los funerales.
— Ted, cruza con tu abuelo.
Ted asintió y sujetando la mano de su abuelo, ambos entraron en la chimenea y solo se adentró en un remolino de colores hasta que logró ver la sala de los Potter. Con muebles de madera, con aquel olor familiar a lavandas y caoba. Era el olor al cual estaba siempre acostumbrado cuando llegaba allí.
Salió de la chimenea y se adentro al hogar donde los niños Potter solían jugar. Una mujer de cabello pelirrojo vestida elegantemente de negro se acercó a ellos.
— Han llegado. -Abrazó a su abuelo, mientras que este le correspondía con su usual amabilidad. Ginny Weasley bajó la mirada hacia el niño de cabello castaño, y le dedicaba una sonrisa.- Hola Teddy, ¿Cómo estás?
— Bien, Tía Ginny.
Ella se inclinó para abrazarlo, y mirarle como si hubiese pasado tanto tiempo desde la última vez que se vieron.
— Te has puesto más alto, y también muy guapo. -Rió, puesto a que Ted le incomodaba mucho ese tema.- Voy a reclamarlo como yerno.
Ted se había sonrojado, tratando de disimular su vergüenza, bajó la mirada para ver el suelo de azulejos. Para su suerte, su abuela había llegado en ese momento y atravesando la chimenea, fue recibida en los brazos de la pelirroja quién le ayudaba a sujetar el ramo de jacintos.
— ¿Dónde está tu esposo? -Preguntó Ted Tonks curiosamente.- Traigo unas cuantas quejas que tiene que pasarle al ministerio.
— ¡Oh, deja de ser tan quejumbroso, Tonks! -Inquirió su esposa. Ginny había reído.
— Seguramente sigue riñendo a James por haber tirado pintura en el traje de Albus.
— ¡Que horrible! ¿Necesita ayuda? Tengo unos cuantos hechizos que quitan las manchas con solo unas palabras.
— Vamos arriba, lo agradecerá si es que no se ha quemado la cabeza intentando quitarlas.
— Iré con ustedes, y así podré hablar con él.
— No te atrevas a decirle nada acerca del gobierno, Tonks.
— Drómeda, mis opiniones podrían mejorar nuestro hogar, así que deja de reñirme.
Los tres fueron subiendo las escaleras mientras que Ted se había quedado allí abajo, se acercó hacia la pared del pasillo donde habían fotos de toda la familia. Una, en el cumpleaños número 2 de Lily, cuando Kaia se había puesto a llorar porque odiaba usar vestidos que su madre le obligaba a ponerse. También aquel día cuando por culpa de James, un gnomo había mordido a Albus y este se había puesto a llorar, a lo cual Kaia decía que la saliva de gnomo era saludable.
— ¿Por qué miras las fotos? ¿Estás tú solo?
El castaño bajó la mirada, una niña de coletas pelirrojas le miraba atentamente, con sus dos enormes ojos azules, como los de un búho. De piel blanca y algunas cuantas pecas en sus mejillas. Llevaba un vestido rosado, seguramente ella había rogado para ponerselo, porque aunque tuviese cinco años, Lily ya desarrollaba un sentido de la elegancia. Odiaba los colores oscuros, porque le tenía miedo a la oscuridad, a la tristeza y a los funerales.
— No lo sé.
— ¿Por qué no lo sabes?
— Yo…
— ¿Estás triste? Mi mamá dice que no tienes papás, ¿Por qué no los tienes?
— Lily, preguntar eso es de mala educación.
Cuando Ted levantó la mirada, se encontró con un par de ojos esmeralda brillantes. Llevaba su cabello sujeto a un moño rubio y seguramente su madre había batallado tanto para que los rizos se mantuvieran en un lugar fijo. Llevaba un vestido negro, que resaltaba más las pecas de su cuerpo.
— Yo sólo quería saber.
— ¿Te gusta ver a Ted triste?
— No.
— Entonces no preguntes cosas tristes, ¿Sí?
— Lo siento. -Pareció un poco triste. Ted llevó su mano hacía sus cabellos y le palmeó suavemente, esbozando una sonrisa.
— No tienes porque disculparte, Lily.
— ¡Ted! -James había bajado en ese momento, con sus cabellos revueltos. Llevaba su traje tan arreglado como se lo había permitido, con la corbata algo floja y la playera casi arrugada de tanto que se movía.- ¡Tienes que ver lo que padre me ha regalado!
— ¿Por qué te llevas a Teddy? -Preguntó Lily, abrazandolo.
— Porque es mi mejor amigo, por eso.
— No es una mascota, zopenco. -Murmuró Kaia, a lo cual su hermano le fulminaba con la mirada.
— ¡Cállate!
— ¿Quién te crees para callarme?
— Tu hermano mayor.
— Si fueras mi hermano mayor no serías un tarado sin cerebro. -Kaia le había sacado la lengua, a lo cual él enrojeció.
— ¿Ah sí? P… pues, me llevó a Ted de todos modos.
James arrastró a Ted del brazo hasta llegar a su habitación. Era grande, o lo que los ojos de un niño podrían clasificarlo de esa manera. Con posters de jugadores de quidditch, y también varios juguetes que con el tiempo iba amontonando en una caja. El niño de ojos verdes escuchó susurros por encima de la voz de James, asomándose a la ventana abierta, tuvo vista al jardín trasero de los Potter. Una niña rubia se arrodillaba a un lado de su hermana pelirroja, señalando como debía de regar las margaritas del jardín. No entendió porque sintió unas inmensas ganas de sonreír, sonreír a pesar de la tristeza que le carcomía por dentro. Puso sus manos sobre el alfeizar de la ventana, y levantó la mirada hacia el cielo aquella mañana.
— Mira la escoba que papá… -James se interrumpió al ver a su amigo tan lejano, tan pensativo. Siempre suponía que este día era triste, aunque él jamás lo dijera y jamás lo diría, y James no sabría que decir tampoco, porque nunca había sentido que era no tener padres, seguramente podría comprenderlo mejor si estuviera en una situación similar, pero no era así.- ¿Te cuento algo gracioso?
Ted se volvió hacia él, pero sus ojos ya no eran verdes, eran una mezcla dorada con café, como la piel de un leopardo.
— ¡Le gustas a Lily! -Dejó escapar una risa.- No deja de hablar de que se va a casar contigo.
— Ah.
— Pareces decepcionado, no es como si fuera cierto.
— No he dicho nada.
James siempre supo que Ted era de aquel tipo de persona que no hablaba si no era realmente necesario, que prefería no intentar algo si realmente no sabía a lo que se arriesgaba. Que aunque pareciera frío por fuera, realmente tenía un corazón cálido por dentro. Y a pesar de que sabía que Ted era complicado, siempre deseo ser su amigo y permanecer así.
— ¿James? ¿Edward? -Ambos levantaron la mirada hacia la abuela de Ted quién les miro.- Es hora de irnos.
Al bajar al recibidor, todos estaban listos. Albus incluso llevaba un traje, y con su tan usual tranquilidad, sujetaba la mano de su madre.
— Hola, Teddy. -Harry había acariciado la cabeza del castaño.
— Hola, padrino.
— ¿Qué tal estás?
Ted se había encogido de hombros, sin responder. ¿Cómo se podría estar? Simplemente muerto, sin vida y sin poder respirar. Pero iba a ser igual que siempre, dejarian esos horribles jacintos, y sino serían aquellas rosas que tanto detestaba, siempre sería lo mismo, y por más que su abuela le obligará a dejar las flores, él odiaría los funerales, odiaría ese día. No lo decía porque no era necesario, ¿Quién quisiera cargar con su sufrimiento? Y no era como si fuera el único que sufriera.
— Vamos.
El castaño camino a lado de su abuelo, y desapareciendo en la chimenea, lo primero que percibió fue aquel aroma a hojas mezcladas con agua de lluvia que le asfixiaron, porque era tan familiar ese olor, que le dejaban sin aliento. No era que le desagradara por completo la casa de los abuelos de los Potter, simplemente odiaba ir ese día en específico.
— Han llegado. -Indicó un anciano canoso, dónde se asomaban algunas hebras de cabello pelirrojo. Ted Tonks se acercó para saludar a Arthur Weasley, quien les recibió amablemente.
— La familia de Neville ya ha llegado, todos están esperando en el patio trasero. -Indicó la señora Weasley. Sus nietos abrazaron a sus abuelos, y Ted solo permanecía con los brazos juntos en un propio apretón, mirando sin decir nada.
— Oh, pequeño Ted… pero mira que has crecido.
Y exactamente era esa mirada, esa mirada que era lo que más odiaba de ese día. Aquella mirada de lastima, de compasión hacia él… como si estuviese completamente solo, como si fuese diferente. Él no formaba parte de su familia, más sin embargo, lo habían acogido como tal. Pero nunca había sido lo mismo, tener que mirar a los demás sujetos de las manos de sus padres y él, aunque tuviera a sus abuelos, no sería lo mismo. Porque siempre imaginó que era mentira, y que sus padres nunca habían muerto de una forma tan cruel, que seguramente en lo último que pensaron fue en él antes de morir, y que igual pensaron que sería una gran persona. No todo era cierto, porque él no era como ellos y nunca sería la persona que ellos esperaban. Porque todos tenían grandes expectativas en los demás, pero él simplemente sería el hijo de aquellas personas que murieron, aquel niño que se parece a su madre por cambiar su físico, o que mantenía las narices dentro de los libros como su padre lo hacía. Pero jamás dirían que era tan valiente como su padre, o tan tenaz como su madre. Que tenía un gran corazón o simplemente no lo tenía, porque veían cosas superficiales y no lo que realmente importaba, si él en realidad se parecía a ellos como deseaba, algo dentro de él.
Cuando se acercaron al patio, lo primero que distinguió fue un coro de ruidos. Sí, los Longbottom solían ser bastante ruidosos. Allí estaban todos, Hazel se encontraba a lado de un chico de gran sonrisa, Wanda alguna vez lo había mencionado, William. O eso imaginó, ya que era uno de los mayores, cuidando de los pequeños, aunque pareciera él el crío en lugar de los demás.
— ¡Eh, busquemos a los gnomos! -Había dicho Trenton, y los demás le seguían.
— ¡Nada de gnomos! ¡Dominique, Louis! Mamá va a enojarse si ensucian sus ropas. -Victoire iba detrás de ellos.
— ¡Tío Bill!
Kaia había corrido para abrazar al que sería su tío favorito, quien correspondió el abrazo de la pequeña rubia.
— Como siempre, despreciando a los demás. -Había mascullado Ron.
— Deja de quejarte, ronny. -George había bufado burlonamente, mientras que su hermano le fulminaba con la mirada.
— ¿Por qué no saludas a los demás? -Su abuelo inclinándose hacía Ted, quién no solía ser particularmente tímido, pero este día en específico, él prefería permanecer escondido sin que nadie le viera.
— Hola, Ted.
Una niña de cabello naranja escarlata se había acercado a él, le había mostrado una sonrisa a la cual no supo cómo corresponder.
— Hola, Wanda.
— Ah, mira que alguien le encantan mucho los fósforos. -James había esbozado una sonrisa burlona, mientras que Wanda había enarcado una ceja.
— Eso no tiene sentido, Potter.
— ¿Has visto tu cabello? ¡Tiene mucho sentido!
— Sentido lo que le falta a tu cabeza hueca.
— ¡Por qué todos dicen eso de mi!
— ¿Has comprobado si es cierto?
— ¡N-no es cierto!
Pero permaneció en silencio, mirando como sus dos amigos tenían la discusión del día. Albus se sentaba en un lugar tranquilo, mirando a los demás. Lily jugaba con Molly y Hugo, mientras que Kaia parecía estar inmersa en una conversación con sus tíos, porque ella gustaba de sentirse mayor, de sentirse importante. Ted se sentó cerca de los jacintos del jardín, los cuales odiaba con todas sus fuerzas, porque sabía que su significado era triste, era doloroso y lleno de melancolía.
— ¿Por qué estás sentado aquí, Remus?
Ted levantó la mirada para ver al hombre de los ojos esmeralda sentarse a un lado de él. Solo sacudió la cabeza, esbozando una media sonrisa falsa.
— Sólo quiero… estar aquí, padrino.
— No es fácil, lo entiendo… tener que sentarse, alejado de los demás que quizás no entienden la razón de porque les miras con añoranza, porque tienen algo que tu no… algo que tu quisieras tener.
— Pero…
— Siempre que te veo, me recuerdas tanto a mi… aunque claro, sin la parte de estar leyendo siempre, por supuesto.
— ¿Por qué?
— Porque yo también pensaba en lo diferente que hubiese sido mi vida si hubiese tenido a mis padres cerca de mi, y aunque no los tuve… ¿sabes? -Harry se volvió para poner la mano sobre el hombro de su ahijado.- He vivido una buena vida, y he tenido personas con quién compartirla.
— ¡Harry! -Ginny le había llamado.- ¡Necesito que vengas, por favor!
— Piensalo, Teddy.
Su padrino se levantó y se fue de allí. Ted, hundiéndose en las palabras que le había dicho trató de pensar, de sí realmente sentía mucho la falta de sus padres, o la razón era porque jamás iba a ser como ellos… o porque murieron, tratando de protegerlo… aunque él jamás se los haya pedido. Porque no le preguntaron si más adelante ellos no le harían falta, si estaba bien simplemente irse por querer un mundo mejor para él cuando lo único que él había querido desde que se sentó en ese pórtico, era volver a verlos.
— Ted, la ceremonia va a iniciar.
Justamente ese momento, era la peor parte de todas. Porque tendría que sujetar los jacintos y ponerlo cerca de las urnas de sus padres, y sinceramente odiaba hacerlo porque jamás quiso eso, porque no era justo tener que mirar, guardarse las lágrimas y el sufrimiento de que ellos no estaban con él, de que quizás su madre jamás le reñiria o le acariciaria la cabeza cuando él tuviera pesadillas, o un padre que le alentara a ser fuerte, a perseguir algo que quisiera, porque nunca más iban a volver, porque dolía mucho amar tanto a alguien que jamás había conocido.
Molly Weasley lloraba por su hijo, hundiendose entre los brazos de su esposo mientras que era recitado Juan 11:5.
Sujetaba los jacintos entre sus brazos, mirando el suelo sin ninguna emoción. Ted, trató de guardar los estribos, era complicado, lo era.
— Abuela… no quiero entregar las flores. -Susurró quedamente.
— Edward, hemos hablado de esto.
— No quiero, no me gustan.
— Ed… -Andrómeda fue interrumpida amenamente por su esposo, quién le dedicaba una mirada significativa. Ella, sujetó el ramo de jacintos y los llevó hacia las urnas. Ted alejándose de allí, tratando de recuperar el aliento, porque cada vez sentía que moría, porque detestaba los funerales, detestaba las flores, los jacintos más que nada. Detestaba que le mirasen con tristeza, con pena… cuando él no había pedido haberse quedado sin padres, porque tuvo que haber nacido de esa forma, esperando todo y al mismo tiempo nada de él. Porque seguramente no era valiente ni mucho menos tenía un corazón cálido, solo era aquel chico que leía todo el tiempo buscando comprender porque la vida quita y nada vuelve a ser igual.
Porque su corazón dolía, porque se sentía culpable y desolado, porque sus padres prefirieron morir y sus abuelos siempre decían que había sido por darle una mejor vida. ¿Realmente era una mejor vida? ¿No existían otras alternativas? Seguramente había sido egoísta, y quizás también él lo era, porque los quería allí a ambos. No quería mirar como los demás sujetaban la mano de sus padres o los abrazaban, él quería sentirlo… envidiaba a James, porque él presumía a su padre y realmente jamás podría hacerlo, jamás podría decir que su padre le había regalado lo que más quería, o le habían dicho lo orgulloso que estaba de él. Porque a sus ocho años de vida, nunca le había sabido tan amargo el existir.
— ¿Ted?
Aquella voz le hizo despertar, pero no quería mirar a nadie, quería estar solo. Sintió algo cálido sujetar su mano, cuando bajó la mirada, una mano llena de pecas le había sujetado su mano. Cuando levanto la mirada, se encontró con un par de ojos esmeraldas que le sonreían.
— ¿Qué haces, Kaia?
— Pues es lógico que vengo a estar contigo.
— Quiero estar solo.
— Siempre estas solo.
— ¿Y qué tiene eso de malo?
— Nunca es bueno estar solo todo el tiempo, sabiendo que hay gente que te quiere.
Sentándose junto a él, ella levantó la mirada hacia el cielo azul que había aquel día, reemplazando el tan usual cielo gris.
— No lo conocí… -Ted se había vuelto hacia ella, frunciendo el ceño.- Al Tío Fred, me refiero… seguramente muchas personas murieron en la guerra, y nadie se esperaba que murieran… Pero, creo que lucharon y murieron con la esperanza en su corazón. -Kaia entonces se volvió hacia Ted.- Pero creo que no siempre se debe de llorar en los funerales, a menos que tengas la intención de olvidarte de las personas, porque siempre uno mantiene en su mente a los que jamás se han ido.
Se hizo un silencio.
— ¿A qué le tienes miedo?
— A necesitar.
— ¿Necesitar que?
— Algo que no puedo tener.
— No todo lo que se necesita debe poseerse, no seas tonto.
Ted se encogió, pensando en sus palabras. ¿Realmente tenían sentido? Igual que los lazos, era todo tan ilógico, tan irracional.
— ¡Oh! Quería darte algo.
— ¿A… mi?
— Bueno, no a ti precisamente. ¡Espera aquí y no te muevas!
Ella se echó a correr dentro de la casa, y luego salió, sujetando algo entre sus brazos. Cuando llegó, casi jadeando y con sudor en su frente, extendió sus brazos hacia Ted.
— A mi tampoco me gustan los jacintos morados, porque son tristes y siempre van a significar el dolor de la pérdida. Pero, no creo que un funeral siempre tenga que ser triste, todo el tiempo. Además, me recuerda a tu cabello azul… porque realmente me gustaba.
Entre papel, se encontraban unas flores que Ted jamás había visto. Eran pequeñas, seguramente eran campestres, pero de un color tan intenso, tan hermoso.
— Son Myosotis… igual, muchos le conocen como “No me olvides”.
— ¿Por qué te gustaría mi cabello azul?
— ¿Y por qué no? Aunque lleves el cabello de otro color, siempre vas a ser Ted.
— ¿De verdad te gusta?
— Azul, morado, gris… no importa, me gustan por igual.
Kaia esbozó una sonrisa, mientras que Ted permanecía mirando absorto hacia las flores. Uno mantiene en su mente a los que jamás se han ido. Su corazón se había conmovido por completo. Uno crea lazos porque necesita del otro. Porque ella le tomó en serio, aunque en algún momento le hubiese visto con cabello azul. Sus ojos cambiaron inmediatamente, a un color distinto… que jamás había usado. De un azul tan brillante, con salpicaduras doradas.
— Tus… ojos.
Como un instinto, Ted había reído. Una risa, que a pesar de las lágrimas que se juntaban en sus ojos y trataba de secarlas, mientras se aferraba al ramo de flores, era sincera. Una risa que nunca solía nacer de él, tan honesta.
— Gracias.
Pero Kaia estaba más impresionada en el color de sus ojos, aquel azul tan intenso, casi irreal. Imaginó el ojo del mar, embravecido y aunque fuese peligroso, quitaba el aliento de lo hermoso que era. Había imitado el mismo color de las flores, como una muestra de aceptación, de cariño y como el principio de aquel lazo que quería crear con ella.
— Deberíamos dejar las flores. -Sugirió Kaia.
Aunque no le gustaran tanto las flores, no quería dejar ir estas. Se las había dado ella, con un significado muy diferente a decir adiós, a recordar la pérdida. A olvidar.
Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde, comenzaré a ser feliz desde las tres.
No había nada mejor que explicara el sentimiento que indagaba en su pecho en esos momentos. Kaia sujetó su mano y comenzó a arrastrarlo nuevamente hacia las urnas para dejar las flores en la de sus padres. Fue en ese momento que comprendió finalmente, que su cabeza se aclaró y sonrió.
Porque sabía que quería crear lazos con ella, algún día, cuando fuese lo suficientemente fuerte para no tener miedo al sufrimiento, porque crear lazos significa sufrir un poco… significa llorar. Aferró más su mano a la de Kaia, y mirando como su cabello brillaba con el sol de aquel día, como sus hombros desnudos estaban salpicados de pecas.
Iba a arriesgarse.
Vanellope
Re: This Means War {Novela Colectiva de HP, 3ra Generación}
Domingo, día antes de iniciar clases.
(Cinco días antes de la segunda prueba)
Despertó al escuchar el rasgar de las hojas y los susurros de las personas. Sus ojos se fueron adaptando a la luz, su mejilla estaba pegada a las hojas de un libro abierto, y sus lentes medio caídos sobre el puente de su nariz. Se levantó con la ayuda de sus codos, para encontrarse en una de las mesas de la biblioteca. Permaneció mirando la mesa, llena de libros de diferentes ámbitos, se había quedado dormido por completo, extrañado porque nunca le había ocurrido. Se hizo los rizos castaños hacía atrás y se acomodó los lentes, cerrando el libro.
¿Por qué la gente crea lazos?
Bufó irónicamente, levantándose de la silla mientras que con un movimiento de varita, los libros levitaban para volver a su lugar. Dolió demasiado recordar los myosotis, los que ella le había obsequiado y cada año ponía en la urna de sus padres. Pero aquellos ojos azules que había mostrado, que sus ojos habían tomado…. no habían vuelto a aparecer, sólo como un suspiro, como una fábula. Pero tuvo miedo, miedo de arriesgarse cuando hace muchos años había aceptado el reto, pero no lo logró.
Recordó que había estado escondiéndose del azabache de ojos rasgados, pensó que si venía a la biblioteca lo correrían por hacer tanto ruido. Cuando se puso de pie, y se movió entre un pasillo, sintió chocar el hombro con alguien. Cuando se volvió, sus ojos verdes chocaron con un par de ojos azules.
— Lo siento. -Musitó con su voz firme y sin vacilar. Como era tan usual en Wanda, como la recordaba desde pequeña.
— Fue mi culpa. -Inquirió él, con su tranquilidad.
— Vaya, hasta que logró verte… últimamente uno tiene que sacar cita para hablar contigo. -Dijo de forma sarcástica, a lo cuál Ted solo vaciló una sonrisa de lado.
— Yo… yo no he hablado con muchas personas. -Respondió.
— Pero… -Ella se detuvo en seco, pensando en lo que iba a decir. Cruzándose de brazos en torno a su pecho, escrutó al azabache con una mirada acusadora. Y aunque pareciera fuerte, realmente estaba rota por dentro, como él. Ambos estaban desmoronandose en pedazos.
— Solo digamos que… hablar con muchas personas me incomoda.
Permanecieron en silencio, aunque no incómodo. Porque Ted sabía que no solía ser tan hablador y aun así Wanda le aceptaba, aunque ella si tuviese temas de conversación. Y no había explicación de cómo ellos podían ser amigos, si eran tan diferentes.
— No lo hagas, por favor.
— ¿De qué hablas? -Preguntó Ted. Wanda, a pesar de todo, le miró con cierta tristeza.
— No sonrías, cuando por dentro estas llorando.
Aquellas palabras chocaron dentro de Ted con tanta fuerza, que su corazón quiso escapar inmediatamente de su pecho. Bajo la mirada hacía el suelo, y pensó en lo lamentable que era, en lo tonto que el paso del tiempo lo había convertido, en la soledad que sentía. Ted entonces esbozó una sonrisa, y vaciló.
— Realmente no es nada.
— ¿No es nada? ¿De verdad? No encierres lo que verdaderamente sientes y quedarte callado, sino, posiblemente termines como yo.
— Uno siembra lo que cosecha, Wanda… Creo que no he estado haciendo nada bien durante tanto tiempo.
— Hablas como si fueses un anciano, solo tienes dieciséis años, Ted. -Bufó frustrada.
Le causo un poco de gracia, no porque haya sido realmente algo divertido. Sino porque pensó en el libro que leyó hace mucho tiempo, aquel que nunca le pudo dar a Kaia.
— Las personas mayores nunca son capaces de comprender las cosas por sí mismas…
Y su sonrisa era triste, ciertamente melancólica, porque lograba comprender lo que hace muchos años no había conseguido. Cuando era un niño, no lo comprendía… y ahora que había crecido, entendía… que él jamás había crecido, permaneció dentro de una fantasía, dentro de una mentira para sí mismo. Pero él lo había ocasionado, había sido su culpa y había lastimado a tanta gente.
— Lo siento.
Lo siento por lastimarte.
— ¿De qué rayos hablas?
Ted había dejado escapar una pequeña risa, forzada y profunda, sin dejar de mirar el suelo, de mirar sus zapatos.
— Sólo lo siento.
Y cada risa en realidad era llanto, encerrado en sí mismo porque era incapaz de sentirse débil frente a los demás, porque no quería verse más cobarde de lo que ya era.
Lo siento tanto.
Inesperadamente los mechones de su cabello se habían tornado de color púrpura, un color vivo y tan intenso, no pudo controlarlo. Wanda entonces apretó los labios, y llevó su mano hacía su hombro, un apoyo aunque no estuviese mucho mejor que él.
— Escucha, cabeza azul… no tienes porque disculparte, y debes dejar de negarte las cosas.
— No quiero necesitarlo.
No quiero necesitar algo que no puedo tener.
— No quiero.
— Entonces date por vencido de una vez que no vas a lograr nada. Perderás, sí… incluso sufriras, pero supongo que eso es lo mejor de tomar riesgos.
Si uno se deja domesticar, corre el riesgo de llorar un poco.
Entonces el castaño esbozo una pequeña sonrisa, una triste y nostálgica.
— Es solo que recordé algo. -Se volvió hacia Wanda quién enarcaba una ceja.
— A ver, a ver… tenemos que poner en claro que si vas a recordar algo en frente de una amiga, al menos ten la decencia de decirlo. Lunes, primer día de clases.
(Cuatro días antes de la prueba)
— Oh, me encanta la comida de esta escuela. -Recalcó el azabache mientras le daba un mordisco a una magdalena de avena con miel. Aquel muchacho de ojos rasgados había resaltado durante los primeros días en que había llegado, fuera de ser de intercambio durante el torneo, también destacaba por su actitud alegre e inocente.
— ¿Puedo preguntarte algo? -Había dicho el castaño de cabello revuelto, a lo cual él esbozó una sonrisa.
— No, tú no puedes.
— ¿Por qué yo no puedo? -Exclamó con desconcierto, frunciendo el ceño. Ame continuaba evitando el jugo porque todos continuaban igual de molestos que el primer día.
— Porque no me agradas. -Respondió con su usual alegría.
— Es recíproco. -Gruñó por lo bajo, mirando sin apetito su desayuno.
— ¿Podrían guardar silencio? -Ted les había fulminado con la mirada.- Trato de leer algo, y su actitud molesta me distrae.
— Que raro. -Susurró James sarcásticamente por lo bajo, a lo cual el ojiverde le fulminó con la mirada.
— Por eso no me agrada, Ted. -Ame había señalado a James.- Es solo un bravucón.
— ¿Bra…? ¿Qué? ¿Por qué sigues aquí? No es tu mesa.
— Pero en las reglas tampoco dice que no puedo sentarme aquí, ¿O sí?
— ¿Saben? Voy a ir adelantandome, no ha sido una mañana placentera.
— Bye-bye. -Se despidió Ame con un ademán en la mano, mientras le sacaba la lengua. James fulminandolo con la mirada, se fue de allí.
— Es divertido cuando está en esa actitud.
— Si tanto te agrada, deberías ser su amigo e ir detrás de él. -Encaró Ted irónico, a lo cual Ame sacudió la cabeza.
— No, tú eres mi amigo… además, he dicho que él no es una buena influencia para ti.
Ted pusó los ojos en blanco, y continuaba leyendo el libro que tenía entre sus manos. Ame, instintivamente se puso de pie, tirando unos cuantos cubiertos de la mesa accidentalmente, causando el ruido suficiente para robar la atención de unas cuantas miradas.
— ¡Olvidé que tenía una reunión hoy! -Comenzó a recoger sus cosas y colgándose la mochila, se despidió de Ted.- ¡Nos vemos amigo! -Y salió del comedor corriendo.
Era el primer día de clases después de las vacaciones de navidad, y también, era el inicio de la tortura para los de quinto año ya que iniciarán con sus TIMO’s.
Ted Lupin.
Durante las primeras horas del día no vi a… aquella molesta persona. Era momento de entrar a Pociones; James ya se encontraba sentado allí, mirando el vacío con cierta impertinencia. Cuando todos estaban en sus asientos, Slughorn había comenzado a dar la clase.
— Bienvenidos, bienvenidos nuevamente a su clase. -Había sonreído debajo de su bigote de morsa, tan bonachón como solía ser.- Mis queridos alumnos, he de mencionarles dos nuevas ahora mismo. -Suspiró, acomodandose el cuello del uniforme.- Si bien, hemos terminado el semestre pasado con el tema del Filtro de paz y la poción matalobos; ahora, he planeado que justo en estos meses, podramos ver acerca de los remedios asiáticos, al igual que el veritaserum y finalmente, la amortentia.
Muchos se encontraban emocionados de aprender acerca de la amortentia, así que habían estado hablando entre sí mismos hasta que el profesor pidió silencio.
— Pero… -Continuó.- Tengo que salir de viaje durante un pequeño transcurso de tiempo, así que, no me verán hasta los exámenes finales… ¿Sí, señorita Weasley? -Indicó a Victoire con la mano levantada.
— ¿Y quién tomará su lugar, profesor?
— Justo la directora Mcgonagall venía a hablar de ello.
— ¿No serán los profesores americanos? Escuché que habían llegado dos profesores nuevos, desde Estados Unidos. -Dijó Evanna.
— Oh no, ellos vienen con fines completamente distintos, quizás igual se enteren de sus propósitos antes de lo que se imaginan.
— ¿De verdad vienen profesores americanos? -Preguntó Ronda Shates, la prefecta de Ravenclaw.
— ¿Por qué razón? Seguramente los de Salem han solicitado nuevos. -Respondió otra chica.
La clase había comenzado con un dilema a voces, hablando acerca de quién podría ser su nuevo profesor. Habían tocado la puerta, cuando el profesor respondió, esta se abrió y la directora Mcgonagall había entrado.
— Lamento la interrupción, profesor Slughorn.
— No es nada, directora. -Sonrió.
— Bien, han sabido de boca de su profesor acerca del tema de su ausencia, ese es uno de los puntos que hablaré hoy, además de presentarles a su compañero de intercambio.
Inmediatamente Ted pusó los ojos en blanco, seguramente muchos se habían imaginado de quién se trataba.
— El señor Aizawa estará con ustedes en esta materia en lo que resta del año, así que háganlo sentir cómodo.
Ame había pasado al salón, esbozando su tan usual alegre sonrisa. James gruñó por lo bajo, ignorándolo por completo.
— Pero si has de venir de tan lejos. -Exclamó Slughorn alegre.- Pasa muchacho, siéntate donde gustes.
— Gracias, profesor.
Inmediatamente supe a donde Ame se iba a dirigir, y dejando sus cosas, se sentó junto a nosotros, esbozando una sonrisa.
— Hola Ted… Oh, y tú… -Había mirado a James.- Escuché tus gruñidos desde que entré al salón, debes alegrarte de verme.
— No tienes una idea de cuanto. -Respondió James sarcásticamente.
— Ah, y también… dentro de un momento alguien pasará a hablar con ustedes, así que recibanlo con educación. -Tomó una simulada bocanada de aire.- Ahora, quiero que presten atención y sean respetuosos… -Se volvió hacia atrás.- ¿Señor?
Inmediatamente aquella persona pasó al salón, entrando por el otro lado de la puerta. Lo había visto, en el baile. Muchos permanecieron mirándolos, y el extraño esbozo una sonrisa de autosuficiencia.
— Buenos días, me presento. -Poniendo sus manos detrás de la espalda y aflorando su pecho con elegancia, abrió sus labios.- Mi nombre es Eric Charles Maximoff, y seré el sustituto de su profesor. Mi padre podría ser el ministro muggle, pero la razón de conocer este mundo es a través de mi madre, quién fue una bruja, eso me convierte en mestizo. -Aquella explicación acalló las preguntas de muchos, prediciendolas con una gallarda mirada.- Espero que en la próxima clase podamos iniciar en muy buenos términos.
— Muchas gracias, profesor Maximoff. -Comentó el profesor Slughorn.
— Con su permiso. -Inclinó la cabeza con educación.- Directora… -Y con su última reverencia, se fue de allí. Muchos susurraban acerca del nuevo profesor, no distinguiendo si era de curiosidad o excitación.
— Con su permiso profesor, alumnos.
— Adelante, directora.
La directora cerró las puertas antes de irse, y el profesor prosiguió con los temas. Pero se volvió hacia Ame.
— Bien, continuando… señor Aizawa, ¿Podría presentarse?
— ¡Claro! -Respondió con alegría.- Mi nombre es Ame Aizawa y nací en la provincia de Nikko, en Japón.
— ¿Nikko? ¿El lugar de los curanderos mágicos?
— Eh, sí. -Respondió, un tanto… ¿inseguro?
— Maravilloso, sin lugar a dudas maravilloso. -Se volvió hacia los demás.- El primer tema del que veran con su profesor nuevo es acerca de remedios asiáticos, conocidos por su antigüedad y eficiencia, considerado un arte oculto durante muchos años, muchos nacidos de esta pequeña provincia, Nikko. -Se volvió hacia Ame.- ¿De casualidad tu familia practica la curación?
— Eh… -vaciló.- Sí, desde hace veinte generaciones.
— Fabuloso, seguramente has venido por eso ¿No es así? Para aprender acerca de otras pociones.
— En realidad…
La puerta había sido golpeada, interrumpiendo al azabache, inmediatamente una persona había entrado a la habitación. Un hombre de apariencia monótona, con el rostro lampiño y cetrino. Llevaba lentes sobre sus ojos verdes aceitunados. Llevaba el cabello castaño hacia atrás, y le había dirigido una mirada seria al profesor.
— Buenos días. -Evidentemente, con un acento americano.- Profesor, ¿Podría dar un anuncio breve al alumnado? Igual, me gustaría contar con su presencia.
— Por supuesto, adelante.
El hombre se puso en el centro del salón, y aclarandose la garganta, dejo los brazos detrás de su espalda, mirando detrás de sus lentes, atentos a todos.
— Mi nombre es Jeremiah Reeds, y me uniré al profesorado del instituto de artes oscuras de salem; al tener solo cinco alumnos que llevan esta asignatura, mi hermana, la profesora Evangeline y yo decidimos invitar a alumnos de sexto y séptimo año de hogwarts a tomar como electiva la clase. -Se aclaró la garganta.- He estado pidiendo recomendaciones de los profesores, y me encomiendo al profesor presente que pueda proporcionarme una lista y algunas aptitudes de dicho alumno. -Se detuvo, aclarandose la garganta.- Ahora, la clase de la que hablo se trata de un antiguo arte, el cual he de pensar que ya conocen: Alquimia. -Un coro de susurros se levantó, haciendo que el profesor se aclarara la garganta, quedando en completo silencio.- Constara de solo un semestre, pero lo suficiente para que sean introducidos a dicha materia, así que… -Se volvió al profesor.- Espero pueda contar con su apoyo.
— Claro que sí, con gran placer, profesor Reeds.
— Gracias, me retiro.
Con el mismo andar monótono, y sin expresión alguna en el rostro, el profesor salió y todos levantaron las voces para hablar del tema.
— Un día con muchas sorpresas, he de decir. -Musitó el profesor.- Les dejare retirarse temprano, por favor, lean la página 104 de su libro. Espero verles pronto, mis queridos… mucha suerte en su clase.
Todos agradecieron al unísono, mezclando aquel sonido de voces con el chillar de las sillas y el rasgar de los cierres de las mochilas.
— Vaya. -Musité hacia el azabache el cual levantó su mirada.- Por primera vez duras callado más de cinco segundos.
— Es que mirar a James me causa dolor de cabeza.
— ¿Ahora por qué te metes conmigo? -Gruñó James.- No he hablado.
— Sólo tu presencia.
— ¡Bah!
Habíamos salido del salón, en ese momento James se fue directamente a su clase de Adivinación. Yo tendría una clase libre.
— ¿Y por qué no te hablas con la niña rubia?
— ¿De qué hablas?
— Ya sabes, la chica pecosa de cabello rizado… tiene un color peculiar. -Sonrió.- Como un rosa escondido detrás del amarillo.
— No sabes nada. -Respondí secamente.
— Quizás no, pero uno puede leer entre líneas. -Rió.
— ¿Podrías callarte? No me interesa saber nada de lo que dices.
— Oh, no tienes porque enojarte. -Respondió con tranquilidad.- Una vez mi abuela me leyó un libro… no recuerdo su nombre, pero decía: Cuando uno está muy triste son agradables las puestas de sol. -Levantó la muñeca y movió un poco el brazo para quitar la manga de encima del reloj.- Tienes hasta las cinco de la tarde, quizás deberías ir a ver una.
No entiendo porque me detuve en seco, y él se vuelve, pronunciando más su sonrisa. Un día, vi ponerse el sol cuarenta y tres veces. Aquel libro me devolvió recuerdos de hace ocho años, con una punzada en el corazón. Los jacintos, las cinco, y los nomeolvides, especialmente los nomeolvides. He visto muchas, muchas puestas de sol… y la tristeza se va, pero vuelve de otra forma, ya sea mediante el miedo, mediante la preocupación o mediante la pérdida.
— ¿No tienes hambre? ¡Quiero más de esas magdalenas! ¿No vienes?
No necesariamente se necesita estar solo.
— ¿Por qué iría contigo? -Musité.- Das pena.
— ¡Ah vamos, amigo! -Me empujó por la espalda.- ¿Es que James te esta pegando su malhumor? Prometo darte la que tiene más chispas.
No comprendí porque no me reuse, porque no evite su invitación. Porque sentí un poco de alegría, al recordar las puestas de sol, e internamente había agradecido haberlas recordado. Hay muchas cosas que no entendí, y bastaron solo segundos para no tener ninguna respuesta. A pesar de que siempre tengo alguna explicación.
Esta vez, no las tenía.
Vanellope
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