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"El diablo En Invierno" (Nick & tu)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: "El diablo En Invierno" (Nick & tu)
Oke! Te voy a esperar, eh?!
Hehe, cuidate sunny! (:
xoxo
Javi's Jonas
Hehe, cuidate sunny! (:
xoxo
Javi's Jonas
JaviOfJonas
Re: "El diablo En Invierno" (Nick & tu)
CAPITULO 16
Aunque la ropa que Annabelle Hunt le había llevado era más adecuada para un medio luto que para un luto riguroso, ______ decidió ponérsela. Entendió que, como ya había ido contra los dictados de la corrección al llevar telas distintas al crespón, y como apenas había ya nadie en el club que se atreviera a criticarla, daría lo mismo si iba de negro, marrón o gris. Además, a su padre no le habría importado.
Recogió la nota que Annabelle había puesto entre las prendas y leyó con una sonrisa lo que su amiga le había escrito con picardía: «Me confeccionaron esta ropa en París sin tener en cuenta las consecuencias de la virilidad del señor Hunt. Para cuando pueda volver a ponérmela, estará pasada de moda. Acéptala como regalo, amiga mía.»
Se probó el vestido de suave lana gris, forrado de seda, y descubrió que le iba muy bien. Sin embargo, el placer del vestido quedó un poco mermado por la nostalgia de recordar a su padre. Al recorrer con tristeza la sala de juego principal, vio que Nick hablaba con un par de albañiles cubiertos de polvo. Como era mucho más alto que los dos, agachaba la cabeza al hablar, y dijo alguna ocurrencia que les hizo reír.
Una nota de humor permaneció en los ojos de Nick cuando vio a ______. Su mirada se suavizó y se despidió de los albañiles para dirigirse hacia ella. ______ se esforzó por contener un repentino deseo, temerosa de parecer tontamente encaprichada de su propio marido. Sin embargo, por mucho que intentara ocultar sus sentimientos bajo la superficie, parecían aflorar y centellear de modo visible como si fueran polvo de diamante. Lo extraño era que Nick parecía igual de contento de verla, y se desembarazó por una vez del aspecto de calavera hastiado para sonreírle con verdadero cariño.
—______, ¿estás bien?
—Sí, yo... No. —Se frotó las sienes—. Estoy cansada y aburrida. Y tengo hambre.
La risa de Nick pareció resquebrajar su melancolía.
—Puedo hacer algo al respecto.
—No quiero interrumpir tu trabajo —dijo ella tímidamente.
—Miller se encargará de todo por un rato. Ven, vamos a ver si la sala de billar está vacía.
—¿Billar? ¿Para qué quieres ir ahí?
—Para jugar, por supuesto. —Nick le dirigió una mirada sugerente.
—Pero las mujeres no juegan a billar.
—En Francia sí.
—Por lo que dice Annabelle, en Francia las mujeres hacen muchas cosas que aquí no hacemos.
—Sí —asintió Nick—. Son muy avanzados, los franceses. En cambio, los ingleses tenemos tendencia a recelar mucho del placer. La sala de billar estaba desocupada.
Nick pidió que les llevaran una bandeja con algo de comida, se sentaron en una mesita y charlaron mientras tomaban bocados. ______ no entendía muy bien por qué dedicaba tiempo a entretenerla, cuando había tantos asuntos que requerían su atención. Tras años de ver el aburrimiento plasmado en el rostro de los hombres cuando hablaba con ellos, la confianza en sí misma le había quedado reducida al mínimo. Sin embargo, Nick escuchaba con atención todo lo que decía, como si la encontrara de lo más interesante. La animaba a decir cosas atrevidas, y parecía que sus intentos de discutir con él le deleitaban.
Cuando ______ terminó de comer, Nick la llevó a la mesa de billar y le entregó un taco. A continuación procedió a enseñarle los aspectos básicos del juego.
—No me digas que es demasiado escandaloso para ti —le dijo con burlona severidad—. Después de fugarte conmigo a Gretna Green, puedes hacer cualquier cosa. Inclínate sobre la mesa.
______ obedeció con torpeza y se sonrojó al notar cómo él se inclinaba sobre ella y la cubría de modo excitante con su cuerpo para enseñarle a sujetar bien el taco.
—Ahora pasa el índice y el pulgar alrededor del taco, como una embocadura —oyó que le decía—. Así. No lo sujetes con tanta fuerza, cariño. Relaja la mano. Perfecto. —Tenía la cabeza tan cerca de la suya que le llegaba la fragancia a colonia de sándalo que emanaba su piel cálida—. Trata de imaginar una ruta entre la bola blanca y la bola de color. Tienes que golpear justo aquí para enviar la bola de color al agujero. Es un tiro directo, ¿lo ves? —dijo mientras señalaba un punto sobre el centro de la bola blanca—. Agacha un poco la cabeza. Tira hacia atrás del taco y golpea la bola blanca con un movimiento suave.
Al intentarlo, la punta del taco no acertó en aquel punto de la bola blanca, que salió rodando hacia el costado de la mesa.
—Eso se llama pifia —observó Nick, y cogió la bola para volver a ponerla en su sitio inicial—. Cuando pase esto, entiza la punta del taco y adopta una expresión ceñuda. Eso da a entender que la culpa es del taco y no de tus aptitudes.
______ notó que una sonrisa le asomaba a los labios, y se inclinó otra vez sobre la mesa. Puede que estuviera mal, dado que la muerte de su padre era tan reciente, pero se estaba divirtiendo por primera vez desde hacía mucho tiempo.
Nick volvió a inclinarse sobre ella por detrás y le puso las manos sobre las suyas.
—Deja que te muestre el movimiento adecuado del taco. Mantenlo recto, así. —Se concentraron juntos en el deslizamiento regular y constante del taco por el pequeño círculo que ______ formaba con el índice y el pulgar. Era prácticamente imposible que el significado sexual de aquel movimiento le pasara por alto, y ______ se ruborizó a su pesar. —Debería darte vergüenza —le murmuró él—. Ninguna muchacha recatada pensaría algo así.
______ rió nerviosa, y Nick se apartó para observarla con una sonrisa.
—Vuelve a intentarlo —dijo. Ella se concentró en la bola blanca, retrocedió el taco y golpeó con fuerza.
Esta vez la bola de color cayó limpiamente en el agujero.
—¡Lo he conseguido! —exclamó emocionada.
Nick sonrió y la preparó para varias tacadas más. Le situaba el cuerpo, le ajustaba las manos, y ponía cualquier excusa para rodearla con los brazos. ______, que se lo estaba pasando muy bien, fingía no darse cuenta de sus caricias descaradas. Sin embargo, cuando le hizo fallar un tiro por cuarta vez, se volvió hacia él, acusadora.
—¿Cómo quieres que una mujer tire como es debido si le pones ahí la mano?
—Intentaba ajustarte la postura —replicó Nick con picardía. Al ver la mirada burlona de su mujer, sonrió y se apoyó en la mesa de billar—. Es culpa tuya que me vea obligado a portarme así. Te aseguro que hasta a mí mismo me parece horroroso que el único placer del que disfruto estos días sea perseguirte como un adolescente que va detrás de una criada.
—¿Perseguías a las criadas cuando eras un muchacho?
—Por Dios, claro que no. ¿Cómo se te ocurre? —Nick pareció indignarse. ______ fue a disculparse, pero entonces él añadió con petulancia—: Ellas me perseguían a mí. (jajajaj xD)
______ soltó una carcajada y lo amenazó con el taco.
—Tranquila, geniecillo —le dijo él, riendo, y le quitó el taco—. Te cargarás la poca inteligencia que me queda y, entonces, ¿de que te serviría un marido así?
—Serías puramente decorativo.
—Ah, bueno, supongo que eso tiene cierto valor. Que Dios me ayude si alguna vez pierdo el atractivo.
—A mí no me importaría.
—¿De veras? —preguntó Nick con una sonrisa burlona.
—Si... —Se detuvo, violenta de repente—. Si algo le pasara a tu atractivo, no me importaría tu aspecto. Seguiría... —vaciló— seguiría queriendo que fueras mi marido.
La sonrisa de Nick se fue desvaneciendo poco a poco. Le dirigió una mirada larga e intensa y su rostro reflejó algo extraño, una especie de pasión y vulnerabilidad.
—Eres la primera que me dice tal cosa —comentó con voz grave—. Espero que no seas tan ilusa como para atribuirme dotes que no poseo.
—No; ya estás lo bastante dotado sin necesidad de eso —replicó ______ antes de darse cuenta del doble sentido de la frase. Se sonrojó—. Es decir... no me refería a...
Pero Nick rió en voz baja, la tensión desapareció y tiró de ella hacia él. ______ reaccionó ansiosamente, y la diversión de su marido se disolvió como azúcar en brandy caliente. La besó más, con más pasión.
—______, cariño... —susurró—. Te deseo tanto. Dios mío..., aún faltan dos meses, trece días y seis horas para poder acostarme contigo. Diablilla. Me vas a matar.
Ella, apesadumbrada por el trato infame que le había impuesto, le acercó los labios a los suyos. Nick gimió y la besó mientras alargaba la mano para cerrar la puerta de la sala de billar. Buscó a tientas la cerradura, giró la llave y se arrodilló ante ella. ______ apoyó los hombros contra la pared. Estaba tan confusa y excitada que la cabeza le daba vueltas. Nick le levantó el vestido y buscó con las manos bajo las capas de tela para tirar de las cintas del culote.
—No, Nick —susurró temblorosa, consciente de que no estaban en un sitio privado—. Por favor, aquí no puedes...
El ignoró sus protestas, siguió rebuscando bajo el vestido y le bajó el culote hasta las rodillas.
—Me volveré loco si al menos no te tengo así.
—No, no... —suplicó ______ débilmente, pero él no podía oírla.
Le había puesto la mano en el tobillo y le mordisqueaba y lamía una rodilla a través de la media de seda. ______ sintió un súbito y abrasador deseo, y el corazón se le desbocó. Nick le subió la parte delantera del vestido hasta la cintura y le pidió que lo sujetara.
—Aguanta esto —masculló.
Ella no debería haber obedecido, pero sus manos parecían tener vida propia y sostuvieron el revoltijo de terciopelo a la altura de su estómago. Nick le bajó el culote hasta los tobillos y le recorrió el muslo con la boca, de modo que su aliento cálido le excitaba la sensible piel de esa zona. Cuando le rozó el pubis, ______ gimió de placer. Los dos dedos que Nick le introdujo fueron de inmediato apretados y absorbidos, ya que la húmeda vagina se contraía ansiosamente.
—Oh, Nick... —murmuró con los ojos medio cerrados mientras la pasión le sonrojaba el cuerpo y se lo cubría de irregulares zonas rosadas.
—Chitón.
Le introdujo más los dedos mientras con la boca le chupaba la hinchada vulva. ______ apretó los dientes y arqueó la espalda. Nick no se detuvo ni le concedió un instante para recuperar el aliento, sino que siguió acariciándola y atormentándola, lo que hizo que sus sensaciones aumentaran, hasta que contuvo un grito y se estremeció. Pero él no apartó la boca, provocándole así oleadas de placer hasta que se quedó finalmente inmóvil, agotada y desprovista de sensación.
Nick se puso de pie, presionó su cuerpo excitado contra el de ______, que le rodeó la cintura con los brazos y, con los ojos cerrados, apoyó la mejilla en su hombro.
—Nuestro trato... —farfulló.
—Dijiste que podía besarte —le susurró él junto al oído—. Pero no especificaste dónde, amor mío.
Aunque la ropa que Annabelle Hunt le había llevado era más adecuada para un medio luto que para un luto riguroso, ______ decidió ponérsela. Entendió que, como ya había ido contra los dictados de la corrección al llevar telas distintas al crespón, y como apenas había ya nadie en el club que se atreviera a criticarla, daría lo mismo si iba de negro, marrón o gris. Además, a su padre no le habría importado.
Recogió la nota que Annabelle había puesto entre las prendas y leyó con una sonrisa lo que su amiga le había escrito con picardía: «Me confeccionaron esta ropa en París sin tener en cuenta las consecuencias de la virilidad del señor Hunt. Para cuando pueda volver a ponérmela, estará pasada de moda. Acéptala como regalo, amiga mía.»
Se probó el vestido de suave lana gris, forrado de seda, y descubrió que le iba muy bien. Sin embargo, el placer del vestido quedó un poco mermado por la nostalgia de recordar a su padre. Al recorrer con tristeza la sala de juego principal, vio que Nick hablaba con un par de albañiles cubiertos de polvo. Como era mucho más alto que los dos, agachaba la cabeza al hablar, y dijo alguna ocurrencia que les hizo reír.
Una nota de humor permaneció en los ojos de Nick cuando vio a ______. Su mirada se suavizó y se despidió de los albañiles para dirigirse hacia ella. ______ se esforzó por contener un repentino deseo, temerosa de parecer tontamente encaprichada de su propio marido. Sin embargo, por mucho que intentara ocultar sus sentimientos bajo la superficie, parecían aflorar y centellear de modo visible como si fueran polvo de diamante. Lo extraño era que Nick parecía igual de contento de verla, y se desembarazó por una vez del aspecto de calavera hastiado para sonreírle con verdadero cariño.
—______, ¿estás bien?
—Sí, yo... No. —Se frotó las sienes—. Estoy cansada y aburrida. Y tengo hambre.
La risa de Nick pareció resquebrajar su melancolía.
—Puedo hacer algo al respecto.
—No quiero interrumpir tu trabajo —dijo ella tímidamente.
—Miller se encargará de todo por un rato. Ven, vamos a ver si la sala de billar está vacía.
—¿Billar? ¿Para qué quieres ir ahí?
—Para jugar, por supuesto. —Nick le dirigió una mirada sugerente.
—Pero las mujeres no juegan a billar.
—En Francia sí.
—Por lo que dice Annabelle, en Francia las mujeres hacen muchas cosas que aquí no hacemos.
—Sí —asintió Nick—. Son muy avanzados, los franceses. En cambio, los ingleses tenemos tendencia a recelar mucho del placer. La sala de billar estaba desocupada.
Nick pidió que les llevaran una bandeja con algo de comida, se sentaron en una mesita y charlaron mientras tomaban bocados. ______ no entendía muy bien por qué dedicaba tiempo a entretenerla, cuando había tantos asuntos que requerían su atención. Tras años de ver el aburrimiento plasmado en el rostro de los hombres cuando hablaba con ellos, la confianza en sí misma le había quedado reducida al mínimo. Sin embargo, Nick escuchaba con atención todo lo que decía, como si la encontrara de lo más interesante. La animaba a decir cosas atrevidas, y parecía que sus intentos de discutir con él le deleitaban.
Cuando ______ terminó de comer, Nick la llevó a la mesa de billar y le entregó un taco. A continuación procedió a enseñarle los aspectos básicos del juego.
—No me digas que es demasiado escandaloso para ti —le dijo con burlona severidad—. Después de fugarte conmigo a Gretna Green, puedes hacer cualquier cosa. Inclínate sobre la mesa.
______ obedeció con torpeza y se sonrojó al notar cómo él se inclinaba sobre ella y la cubría de modo excitante con su cuerpo para enseñarle a sujetar bien el taco.
—Ahora pasa el índice y el pulgar alrededor del taco, como una embocadura —oyó que le decía—. Así. No lo sujetes con tanta fuerza, cariño. Relaja la mano. Perfecto. —Tenía la cabeza tan cerca de la suya que le llegaba la fragancia a colonia de sándalo que emanaba su piel cálida—. Trata de imaginar una ruta entre la bola blanca y la bola de color. Tienes que golpear justo aquí para enviar la bola de color al agujero. Es un tiro directo, ¿lo ves? —dijo mientras señalaba un punto sobre el centro de la bola blanca—. Agacha un poco la cabeza. Tira hacia atrás del taco y golpea la bola blanca con un movimiento suave.
Al intentarlo, la punta del taco no acertó en aquel punto de la bola blanca, que salió rodando hacia el costado de la mesa.
—Eso se llama pifia —observó Nick, y cogió la bola para volver a ponerla en su sitio inicial—. Cuando pase esto, entiza la punta del taco y adopta una expresión ceñuda. Eso da a entender que la culpa es del taco y no de tus aptitudes.
______ notó que una sonrisa le asomaba a los labios, y se inclinó otra vez sobre la mesa. Puede que estuviera mal, dado que la muerte de su padre era tan reciente, pero se estaba divirtiendo por primera vez desde hacía mucho tiempo.
Nick volvió a inclinarse sobre ella por detrás y le puso las manos sobre las suyas.
—Deja que te muestre el movimiento adecuado del taco. Mantenlo recto, así. —Se concentraron juntos en el deslizamiento regular y constante del taco por el pequeño círculo que ______ formaba con el índice y el pulgar. Era prácticamente imposible que el significado sexual de aquel movimiento le pasara por alto, y ______ se ruborizó a su pesar. —Debería darte vergüenza —le murmuró él—. Ninguna muchacha recatada pensaría algo así.
______ rió nerviosa, y Nick se apartó para observarla con una sonrisa.
—Vuelve a intentarlo —dijo. Ella se concentró en la bola blanca, retrocedió el taco y golpeó con fuerza.
Esta vez la bola de color cayó limpiamente en el agujero.
—¡Lo he conseguido! —exclamó emocionada.
Nick sonrió y la preparó para varias tacadas más. Le situaba el cuerpo, le ajustaba las manos, y ponía cualquier excusa para rodearla con los brazos. ______, que se lo estaba pasando muy bien, fingía no darse cuenta de sus caricias descaradas. Sin embargo, cuando le hizo fallar un tiro por cuarta vez, se volvió hacia él, acusadora.
—¿Cómo quieres que una mujer tire como es debido si le pones ahí la mano?
—Intentaba ajustarte la postura —replicó Nick con picardía. Al ver la mirada burlona de su mujer, sonrió y se apoyó en la mesa de billar—. Es culpa tuya que me vea obligado a portarme así. Te aseguro que hasta a mí mismo me parece horroroso que el único placer del que disfruto estos días sea perseguirte como un adolescente que va detrás de una criada.
—¿Perseguías a las criadas cuando eras un muchacho?
—Por Dios, claro que no. ¿Cómo se te ocurre? —Nick pareció indignarse. ______ fue a disculparse, pero entonces él añadió con petulancia—: Ellas me perseguían a mí. (jajajaj xD)
______ soltó una carcajada y lo amenazó con el taco.
—Tranquila, geniecillo —le dijo él, riendo, y le quitó el taco—. Te cargarás la poca inteligencia que me queda y, entonces, ¿de que te serviría un marido así?
—Serías puramente decorativo.
—Ah, bueno, supongo que eso tiene cierto valor. Que Dios me ayude si alguna vez pierdo el atractivo.
—A mí no me importaría.
—¿De veras? —preguntó Nick con una sonrisa burlona.
—Si... —Se detuvo, violenta de repente—. Si algo le pasara a tu atractivo, no me importaría tu aspecto. Seguiría... —vaciló— seguiría queriendo que fueras mi marido.
La sonrisa de Nick se fue desvaneciendo poco a poco. Le dirigió una mirada larga e intensa y su rostro reflejó algo extraño, una especie de pasión y vulnerabilidad.
—Eres la primera que me dice tal cosa —comentó con voz grave—. Espero que no seas tan ilusa como para atribuirme dotes que no poseo.
—No; ya estás lo bastante dotado sin necesidad de eso —replicó ______ antes de darse cuenta del doble sentido de la frase. Se sonrojó—. Es decir... no me refería a...
Pero Nick rió en voz baja, la tensión desapareció y tiró de ella hacia él. ______ reaccionó ansiosamente, y la diversión de su marido se disolvió como azúcar en brandy caliente. La besó más, con más pasión.
—______, cariño... —susurró—. Te deseo tanto. Dios mío..., aún faltan dos meses, trece días y seis horas para poder acostarme contigo. Diablilla. Me vas a matar.
Ella, apesadumbrada por el trato infame que le había impuesto, le acercó los labios a los suyos. Nick gimió y la besó mientras alargaba la mano para cerrar la puerta de la sala de billar. Buscó a tientas la cerradura, giró la llave y se arrodilló ante ella. ______ apoyó los hombros contra la pared. Estaba tan confusa y excitada que la cabeza le daba vueltas. Nick le levantó el vestido y buscó con las manos bajo las capas de tela para tirar de las cintas del culote.
—No, Nick —susurró temblorosa, consciente de que no estaban en un sitio privado—. Por favor, aquí no puedes...
El ignoró sus protestas, siguió rebuscando bajo el vestido y le bajó el culote hasta las rodillas.
—Me volveré loco si al menos no te tengo así.
—No, no... —suplicó ______ débilmente, pero él no podía oírla.
Le había puesto la mano en el tobillo y le mordisqueaba y lamía una rodilla a través de la media de seda. ______ sintió un súbito y abrasador deseo, y el corazón se le desbocó. Nick le subió la parte delantera del vestido hasta la cintura y le pidió que lo sujetara.
—Aguanta esto —masculló.
Ella no debería haber obedecido, pero sus manos parecían tener vida propia y sostuvieron el revoltijo de terciopelo a la altura de su estómago. Nick le bajó el culote hasta los tobillos y le recorrió el muslo con la boca, de modo que su aliento cálido le excitaba la sensible piel de esa zona. Cuando le rozó el pubis, ______ gimió de placer. Los dos dedos que Nick le introdujo fueron de inmediato apretados y absorbidos, ya que la húmeda vagina se contraía ansiosamente.
—Oh, Nick... —murmuró con los ojos medio cerrados mientras la pasión le sonrojaba el cuerpo y se lo cubría de irregulares zonas rosadas.
—Chitón.
Le introdujo más los dedos mientras con la boca le chupaba la hinchada vulva. ______ apretó los dientes y arqueó la espalda. Nick no se detuvo ni le concedió un instante para recuperar el aliento, sino que siguió acariciándola y atormentándola, lo que hizo que sus sensaciones aumentaran, hasta que contuvo un grito y se estremeció. Pero él no apartó la boca, provocándole así oleadas de placer hasta que se quedó finalmente inmóvil, agotada y desprovista de sensación.
Nick se puso de pie, presionó su cuerpo excitado contra el de ______, que le rodeó la cintura con los brazos y, con los ojos cerrados, apoyó la mejilla en su hombro.
—Nuestro trato... —farfulló.
—Dijiste que podía besarte —le susurró él junto al oído—. Pero no especificaste dónde, amor mío.
Invitado
Invitado
Re: "El diablo En Invierno" (Nick & tu)
Listoo! nose ustedes pero ese cap me gusta :¬w¬: :yonofui:
Ja okey pues espero les gustee las extrañe,,,las qiero
Ja okey pues espero les gustee las extrañe,,,las qiero
Invitado
Invitado
Re: "El diablo En Invierno" (Nick & tu)
Waa!! Sunny, me mataste!!
Haha... ;3 a mi tambien me gusto el capi, jeje
sube otro cap pronto!
xoxo
Javi´s Jonas
PD: Te extrañe mucho!
Haha... ;3 a mi tambien me gusto el capi, jeje
sube otro cap pronto!
xoxo
Javi´s Jonas
PD: Te extrañe mucho!
JaviOfJonas
Re: "El diablo En Invierno" (Nick & tu)
Ha ha ha, es vdd no especifico donde! Sorry por no haber pasado antes! Se me perdieron los links y cosas así, espero que te acuerdes de mi, soy Alice, sube más porfas, estrañaba esta nove!!
Invitado
Invitado
Re: "El diablo En Invierno" (Nick & tu)
NUEVA LECTORA!!!
Me encanta tu novela, por fa siguela pronto
Me encanta tu novela, por fa siguela pronto
gabiberroteran
Re: "El diablo En Invierno" (Nick & tu)
Por fis sube capitulo, esta novela me encanta!!
gabiberroteran
Re: "El diablo En Invierno" (Nick & tu)
nueva lectora
o.o muy muy muy buena nove!
me ecanta!!
o.o muy muy muy buena nove!
me ecanta!!
Invitado
Invitado
Re: "El diablo En Invierno" (Nick & tu)
Niñaas!,,,Lo siento,,,pero tss bueno no las aburriree,,tuve un problemilla,,,pero ya les subo Cap :) Alice Claro que me acuerdo de ti (: ,,, Lo sientoo! Las qiero ,,,& Bienvenidaas :D
Última edición por YourBiggestFan el Lun 11 Abr 2011, 7:40 pm, editado 1 vez
Invitado
Invitado
Re: "El diablo En Invierno" (Nick & tu)
CAPITULO 17
—¿Me has llamado, esposo mío? —______ se acercó a la mesa de la pequeña oficina, donde Nick estaba sentado. Uno de los criados la había conducido abajo a petición suya, acompañándola a través del caos apenas controlado del club abarrotado de gente.
Era la noche de la reapertura del Jenner's y parecía que todos quienes eran o deseaban ser miembros estaban decididos a entrar. Nick tenía en la mesa un montón de solicitudes mientras una docena de hombres esperaba con impaciencia la aprobación en el vestíbulo. Se oía rumor de voces y tintineo de copas, y una orquesta tocaba en el balcón del primer piso. Para honrar la memoria de Ivo Jenner se servía champán sin cesar, lo que añadía un toque desinhibido al ambiente. El Jenner's volvía a funcionar, y los caballeros de Londres estaban contentos.
—Sí—respondió Nick—. ¿Por qué diablos sigues aquí? Deberías haberte ido hace unas ocho horas.
______ no se inmutó.
—Todavía estoy haciendo el equipaje.
—Llevas haciéndolo tres días. Sólo tienes media docena de vestidos. Tus escasas pertenencias cabrían en una bolsa de viaje. Te estás entreteniendo adrede, ______.
—¿Y a ti qué más te da? —replicó—. Los últimos dos días me has tratado como si no existiera. Me cuesta creer que hayas reparado en mi presencia.
Nick la fulminó con la mirada mientras se esforzaba por controlar sus emociones. ¿No reparar en su presencia? Maldita sea, habría dado cualquier cosa por que eso fuera cierto. Había sido dolorosamente consciente de todas sus palabras, de todos sus gestos, y ansiado constantemente verla en privado aunque sólo fuera un momento. Tenerla delante ahora, con sus hermosas curvas bien definidas por un vestido de terciopelo negro, bastaba para volverlo loco. Se suponía que la ropa del luto afeaba y deslucía a una mujer pero, en su caso, el negro hacía que su piel pareciera nata fresca y que su cabello brillara como el fuego. Quería llevársela a la cama y amarla hasta que la misteriosa atracción que lo dominaba se consumiera en sus propias llamas. Lo invadía una especie de desasosiego apasionado, que parecía una enfermedad, algo que le hacía ir de una habitación a otra y olvidar qué quería. Nunca había estado así: distraído, impaciente, angustiosamente ansioso.
No obstante, tenía que proteger a ______ de los peligros y las depravaciones del club, así como de él mismo. Debía mantenerla a salvo y arreglárselas para verla de tanto en tanto... Era la única solución.
—Quiero que te vayas ahora —dijo—. Todo está preparado para recibirte en la casa. Estarás mucho más cómoda que aquí. Y yo no tendré que preocuparme de que te metas en problemas. —Se levantó y se dirigió hacia la puerta procurando guardar la distancia física de seguridad entre ambos—. Voy a pedir un carruaje. Has de estar en él en un cuarto de hora.
—Aún no he cenado. ¿Sería demasiado pedir una última comida?
Aunque Nick no la miraba, captó su tono de desafío infantil y sintió una punzada en el corazón, al que siempre había considerado tan sólo un músculo eficiente. No llegó a decidir lo de la cena porque en ese momento vio que Joe se acercaba a la oficina acompañado de la figura inconfundible del conde de Kevin.
—¡Maldita sea! —masculló tras volver la cabeza y mesarse el pelo.
—¿Qué pasa? —preguntó ______.
—Será mejor que te vayas —repuso él en tono grave y rostro inexpresivo—. Kevin está aquí.
—No voy a ninguna parte —replicó ______—. Kevin es demasiado caballero para organizar una pelea delante de una dama.
—No necesito esconderme detrás de tus faldas, cariño —indicó Nick con una sonrisa desdeñosa—. Y dudo mucho que venga en busca de pelea, ya que todo eso quedó arreglado la misma noche en que me llevé a la señorita Bowman.
—¿Qué quiere entonces?
—O bien advertirme o bien comprobar si necesitas que te rescaten. O ambas cosas.
_____ seguía a su lado cuando Kevin entró en la oficina.
—Milord —dijo Joe a Nick—, rogué al conde que esperara, pero...
—Nadie puede decir a Kevin qué hacer —comentó Nick con sequedad—. Está bien, Joe. Vuelve a las mesas o será un caos. Y llévate a lady St. Jonas contigo.
—No —replicó ______ a la vez que dirigía una mirada preocupada de la cara burlona de Nick a la pétrea de Kevin—. Me quedo —anunció antes de dirigirse a lord Kevin—: He pensado muy a menudo en Lissie, milord. Espero que se encuentre bien.
Kevin le dio un besamanos y habló con su característica voz grave.
—Muy bien, gracias. Le gustaría recibiros en casa, si lo necesitáis.
Nick se puso furioso. Si ese cabrón arrogante creía que podía ir ahí y arrebatarle a su esposa delante de sus narices, estaba muy equivocado.
—Gracias, milord —respondió ______ en voz baja mientras contemplaba los marcados rasgos de Kevin. Tenía el pelo ondulado y los ojos tan claros que era imposible no perderse en ellos—. Me encantará visitaros pronto. Pero vuestra hospitalidad no es necesaria en este momento.
—Muy bien. La oferta sigue en pie. Permitidme daros mi más sentido pésame por vuestra reciente pérdida.
—Gracias. —Nick arrugó el entrecejo al ver cómo su mujer sonreía a Kevin.
Como poseedor del título de conde más antiguo y más poderoso de Inglaterra, Kevin, lord Westcliff, poseía el aura de un hombre acostumbrado a que sus opiniones fueran oídas y tenidas en cuenta. Aunque no era atractivo en un sentido clásico, poseía una vitalidad sombría y un vigor masculino que le hacían destacar en cualquier reunión. Era un buen deportista y un jinete experto, conocido por llegar al límite de sus fuerzas físicas y superarlas. De hecho, Kevin se lo planteaba todo así en la vida: tenía que destacar siempre en cualquier cosa que hiciera.
Kevin y Nick habían sido amigos desde los diez años, y habían pasado la mayor parte de sus años de formación en el mismo internado. Ya entonces había parecido una amistad insólita porque, por naturaleza, Kevin creía en imperativos morales y no tenía ninguna dificultad en distinguir el bien del mal. A Nick, por su parte, le encantaba convertir las cuestiones más sencillas en algo complejo, simplemente como una forma de ejercitar su inteligencia. Kevin elegía siempre el camino más eficiente y claro, mientras que Nick prefería el más sinuoso y peor trazado, que le causaba a uno toda clase de problemas antes de llegar finalmente a su destino.
Sin embargo, había muchas cosas que los dos amigos comprendían uno de otro, ya que ambos habían crecido bajo la influencia de un padre indiferente y manipulador. Ambos compartían una visión poco romántica del mundo, conocedores de que podían confiar en muy poca gente. Y, como reflexionó entonces Nick con tristeza, él había traicionado la confianza de Kevin de un modo irreparable. Por primera vez en su vida, sentía una punzada nauseabunda que sólo podía identificar como arrepentimiento.
¿Por qué diablos había puesto su mira en Lissie Bowman? Cuando se había percatado de que Kevin estaba interesado en ella, ¿por qué no se había buscado otra heredera? Había sido un imbécil en no pensar en ______. Ahora sabía muy bien que no había valido la pena arruinar una amistad por Lissie. La ausencia de Kevin en su vida era como una llaga en el pie que no acaba de curarse.
Nick esperó a que Joe hubiera cerrado la puerta al marcharse. Después, rodeó con un brazo posesivo los estrechos hombros de ______ y se dirigió a su antiguo amigo:
—¿Cómo fue la luna de miel? —preguntó. Kevin ignoró la pregunta.
—Dadas las circunstancias —dijo a ______—, me parece necesario preguntaros si os casasteis bajo coacción.
—No, por supuesto que no —aseguró ______, y se acercó más a Nick, como si quisiera protegerlo—. En realidad fue idea mía, milord. Fui a casa de lord St. Jonas a pedirle ayuda y él me la prestó.
—Seguro que teníais otras posibilidades —comentó secamente Kevin, al parecer nada convencido.
—Ninguna que viera en aquel momento. —Y deslizó el brazo por la cintura de Nick, asombrándolo—. No lamento mi decisión —añadió ______—. Volvería a hacerlo sin vacilar. Lord St. Jonas ha sido muy bueno conmigo.
—Mi esposa falta a la verdad, claro —soltó Nick con una risa cínica, mientras el pulso se le aceleraba. Tenía el cuerpo suave de ______ pegado a un costado y sentía su calidez. No entendía por qué se erguía en su más acérrima defensora—. He sido un cabrón con ella —dijo a Kevin inexpresivamente—, Por suerte para mí, su familia la maltrató tanto tiempo que la pobre no sabe lo que es ser bien tratada.
—Eso no es cierto —comentó ______ a Kevin. Ninguno de los dos dirigió una sola mirada a Nick, que tuvo la exasperante sensación de estar excluido de la conversación—. Ha sido un período difícil, como podréis imaginar. No lo habría superado sin el apoyo de mi marido. Ha cuidado de mi salud y me ha protegido todo lo posible. Ha trabajado mucho para conservar el negocio de mi padre. Y me defendió cuando mis tíos intentaron llevarme en contra de mi voluntad...
—Te has pasado, encanto —terció Nick con una sonrisa malévola—. Kevin me conoce lo bastante bien para saber que yo jamás trabajaría. Ni defendería a nadie. Sólo me preocupan mis propios intereses. —Para su fastidio, ninguno de los dos prestó atención a sus comentarios.
—Estoy convencida de que mi marido no habría actuado como lo hizo si hubiera sabido que estabais realmente enamorado de Lissie, milord —explicó ______—. Esto no disculpa su conducta, pero...
—No la ama —observó Nick, y se apartó un paso de ______. De repente, era como si la habitación se redujera, como si las paredes amenazaran con aplastarlo. Maldita fuera por tratar de disculparse por él. Y maldita fuera por fingir que se tenían cariño—. Cree en el amor tan poco como yo —aseguró, y miró desafiante a Kevin—. ¿Cuántas veces me has dicho que el amor es una falsa ilusión de los hombres para convertir la desagradable realidad del matrimonio en algo medianamente soportable?
—Estaba equivocado —comentó Kevin con frialdad—. ¿Por qué estás tan furioso?
—No estoy... —Nick se detuvo al darse cuenta de que iba a perder los papeles. Miró a ______ y vio la asombrosa inversión de sus posiciones.
Ella, la tartamuda florero del baile, ahora serena y firme, y él, siempre tan dueño de sí mismo, reducido a un ******* exaltado. Y todo delante de Kevin, que los observaba con curiosidad.
—¿Qué debo hacer para librarme de ti? —espetó Nick a ______ con brusquedad—. Márchate con Kevin si no quieres ir a la casa de la ciudad. Me da lo mismo con tal de perderte de vista.
A ______ se le desorbitaron los ojos y se estremeció. Pero conservó la compostura, inspiró hondo y exhaló con mesura. Al observarla, Nick casi sucumbió al impulso de arrodillarse para pedirle perdón. Pero permaneció inmóvil mientras ella se dirigía hacia la puerta.
—______... —masculló. Su esposa lo ignoró salio muy erguida de la oficina. Nick apretó los puños mientras la seguía con la mirada. Pasados unos segundos, se obligó a volverse hacia Kevin.
Su viejo amigo no lo miraba con odio, sino con algo parecido a una moderada compasión.
—No me esperaba encontrar este panorama —dijo en voz baja—. Eres otra persona, Nicholas.
Hacía años que Kevin no se dirigía a él por su nombre de pila. Los hombres, incluso los hermanos o los amigos íntimos, se llamaban casi siempre por el apellido.
—Vete al infierno —masculló Nick—. Imagino que has venido sólo para burlarte de mí. Si es así, llegas un mes tarde.
—Esa era mi intención. Ahora, sin embargo, he decidido quedarme para tomar una copa de brandy mientras me cuentas qué demonios pretendes. Para empezar, podrías explicarme por qué has asumido la dirección de un club de juego.
Era el peor momento para sentarse a charlar, ya que el club estaba lleno de gente, pero de repente le importó un comino. Hacía muchísimo tiempo que no conversaba con alguien que lo conociera tan bien. Aunque no se hacía ilusiones con respecto a su antigua amistad, la perspectiva de comentar cosas con Kevin, aunque no fuera el comprensivo Kevin de antaño, le suponía un gran alivio.
—Muy bien, hablemos —masculló—. No te vayas. Volveré enseguida. No puedo permitir que mi esposa cruce el club sola.
Salió a zancadas en dirección al vestíbulo. Al no ver ni rastro de la figura vestida de negro de ______, dedujo que había seguido una ruta alternativa, quizás a través de la sala central. Se detuvo en una de las entradas con forma de arco y recorrió la multitud de cabezas con la mirada. Enseguida localizó el brillante pelo de su esposa. Se dirigía hacia la esquina donde Joe estaba sentado. Varios miembros del club se apartaron a su paso.
Nick la siguió, despacio al principio para ir acelerando el paso después. Estaba en una situación extraña y se esforzaba por entenderse. Siempre se le había dado muy bien manejar a las mujeres. ¿Por qué, entonces, le resultaba imposible mantenerse indiferente respecto a ______? Estaba separado de lo que más quería, no por una distancia real, sino por un pasado mancillado por el libertinaje. Debía permitirse tener una verdadera relación con ella... No, imposible. Sus excesos la mancharían como la tinta negra que se extiende sobre un pergamino blanco. Se volvería cínica, amargada, y cuando lo conociera mejor, lo despreciaría.
Joe, sentado en un taburete alto para supervisar las mesas de juego, vio acercarse a ______. Puso un pie en el suelo. Alzó la cabeza morena y recorrió la sala rápidamente con la vista, atento como siempre a todo lo que ocurría. Al ver a Nick, asintió con la cabeza para indicarle que la retendría a su lado hasta que él llegara.
Supervisó la sala otra vez y frunció el ceño. Encogió un poco los hombros como si algo lo erizase, y miró hacia atrás. Al no ver nada raro, empezó a auparse de nuevo en el taburete. Sin embargo, fue como si un sexto sentido le hiciera escudriñar la multitud, como si un imán atrajera su mirada. Alzó los ojos hacia las galerías del primer piso y Nick vio cómo se concentraba en algo.
Tras separarse de la gente, Nick siguió la mirada atónita de Joe y vio a un hombre fornido, moreno, de pie en un balcón. Iba sucio y despeinado, y su cabeza tenía una inconfundible forma de bala. Joss Bullard. Pero ¿cómo se había colado en el club sin que nadie lo viera? Seguramente a través de una entrada secreta. El club tenía más aberturas y pasadizos que una madriguera de conejos. Y nadie los conocía mejor que Bullard o Joe, que habían vivido allí desde niños.
Nick dio un respingo al ver el brillo del cañón de una pistola. Incluso desde ese ángulo, era evidente adonde apuntaba Bullard. El blanco era ______, que estaba aún a unos cinco metros de Joe.
Instintivamente, Nick se precipitó como un rayo, presa del pánico. La figura de ______ se volvió tan definida y detallada que pudo distinguir hasta el pelo del terciopelo de su vestido. Todos sus nervios y músculos se tensaron para alcanzarla, todos los latidos de su corazón se dedicaron a suministrar sangre a sus extremidades. Se lanzó sobre ella, protegiéndola con su cuerpo y derribándola al suelo con el mismo impulso.
Un disparo resonó en la gran sala. Nick notó un violento impacto en el costado y sintió una especie de quemazón. La caída al suelo lo dejó momentáneamente aturdido. Estaba medio tumbado sobre ______ y procuraba cubrirle la cabeza con los brazos mientras ella forcejeaba debajo de su cuerpo.
—Estate quieta —jadeó a la vez que la mantenía en el suelo, temeroso de que Bullard volviera a disparar—. Espera, ______.
Ésta obedeció mientras la confusión se desataba a su alrededor: gritos, imprecaciones, empellones, pasos fuertes... Nick levantó un poco la cabeza y se arriesgó a mirar hacia aquel balcón. Bullard ya no estaba. Con un gruñido de dolor, rodó hacia un lado y comprobó si su mujer estaba herida, pues la bala podía haberla alcanzado también a ella.
—______, cariño, ¿estás bien?
—¿Por qué me empujaste así? —preguntó ella con voz apagada—. Sí, estoy bien. ¿Qué ha pasado? ¿Qué fue ese ruido?
Nick le apartó un mechón de pelo que le caía sobre los ojos. Desconcertada, ______ salió de debajo de su cuerpo y se incorporó. Nick seguía tumbado de costado, jadeante, mientras el tórax y la cintura se le empapaban de sangre.
La gente se arremolinaba para salir del edificio y amenazaba con pisotear a la pareja en el suelo. De repente, un hombre se inclinó sobre ellos tras abrirse paso entre la multitud desquiciada y puso su cuerpo como un baluarte para impedir que los aplastaran. Nick parpadeó al ver que era Kevin. Medio aturdido, levantó una mano para sujetarlo por la chaqueta.
—Ese cabrón apuntaba a ______ —le dijo con voz ronca. Se le habían entumecido los labios, y se los humedeció con la lengua—. Mantenla a salvo. Mantenla a...
______ soltó un grito al ver la ensangrentada pechera de Nick y comprender que estaba herido. Empezó a desabrocharle la chaqueta y el chaleco con desesperación. Kevin se quitó rápidamente la chaqueta y se la puso como almohada al herido. ______ abrió la camisa empapada de sangre y vio la sangrante herida en el costado. Palideció y se le llenaron los ojos de lágrimas, pero logró dominarse para coger el tampón que Kevin había improvisado con su chaleco y apretarlo contra la herida para reducir la hemorragia.
Nick gimió de dolor. Seguía con la mano levantada y los dedos medio cerrados. El olor a sangre impregnaba el aire. Kevin se inclinó hacia él y examinó el orificio de salida.
—Lo ha atravesado —le dijo a ______—. Pero no parece haber afectado ningún órgano.
Mientras Kevin mantenía la presión sobre la herida, ______ se movió para descansar la cabeza de Nick en su regazo y que el terciopelo negro le sirviera de cojín. Le tomó una mano y la sujetó con fuerza. Esto pareció contrarrestar el dolor lacerante de la parte inferior del torso. Nick le miró el rostro inclinado hacia él, incapaz de interpretar su expresión. Tenía un brillo extraño en los ojos, una especie de cariño o pesar... No sabía qué era. Nadie lo había mirado nunca de ese modo.
Se esforzó por decir algo para tranquilizar a su esposa.
—Esto es lo que me pasa por... —el dolor lo dejó sin aliento— por intentar hacerme el héroe. A partir de ahora seguiré siendo un granuja. Es más... seguro.
—El disparo vino de la galería superior —dijo Kevin.
—Un antiguo empleado. Bullard. Despedido hace poco.
—¿Estás seguro de que apuntaba a tu esposa?
—Sí.
—Tal vez de esa manera intentaba vengarse de ti.
—No —masculló Nick—. Sólo podría ser así si... creyera que la quiero..., pero todo el mundo sabe... que es un matrimonio de conveniencia.
Kevin le dirigió una mirada de extrañeza pero se abstuvo de responder. Nick no podía saber la imagen que daban ______ y él en ese momento: él aferrado a su mano y ella acariciándole la cabeza en su regazo con el mismo cariño de una madre. Lo único que sabía era que la herida le dolía horrores. Unos temblores incesantes se apoderaron de él y los dientes empezaron a castañetearle. Fue vagamente consciente de que Kevin se alejaba para dar órdenes a gritos y que volvía con un montón de chaquetas. Lo tapó con ellas y siguió aplicando presión a la herida.
Nick perdió el conocimiento un momento. Cuando volvió en sí, notó cómo la mano cálida de ______ le acariciaba la cara fría y sudada.
—El médico está de camino —murmuró ella—. Cuando la hemorragia se reduzca, te llevaremos arriba.
—¿Dónde está Miller? —logró decir entre dientes.
—Después del disparo lo vi salir en persecución de Bullard—respondió Kevin—. De hecho, Miller trepó por una columna para llegar al primer piso.
—Si no atrapa a ese cabrón lo haré yo —masculló Nick—. Y entonces...
—Chitón —le dijo ______, y deslizó la mano libre por debajo del montón de chaquetas para ponérsela sobre el pecho desnudo.
Descansó la palma sobre su débil corazón y notó una cadena de oro que llevaba colgada del cuello. La siguió y descubrió la alianza escocesa que había en ella. Nick no había querido que supiera que llevaba el anillo bajo la ropa.
—No significa nada —susurró inquieto—. Sólo quería que estuviera a buen recaudo.
—Ya —murmuró ______.
Nick sintió el roce de los labios de su esposa en la frente y la suave caricia de su aliento. Vio cómo le sonreía.
—Me has dado la excusa perfecta para quedarme —le dijo—. Voy a cuidarte hasta que estés lo bastante recuperado para echarme.
Nick no pudo devolverle la sonrisa. La ansiedad lo invadió al comprender que ______ no estaría segura ahí ni en ninguna parte hasta que atraparan a Bullard.
—Kevin... —dijo—. Alguien tiene que proteger a mi esposa...
—No le pasará nada —le aseguró el conde.
Cuando Nick observó a su viejo amigo, el único hombre honorable que había conocido, lo vio cuidadosamente impasible. Ambos sabían lo que ______ era demasiado inexperta para imaginar: que aunque la bala no había tocado ningún órgano vital, era probable que la herida se infectara. No moriría de la hemorragia, pero probablemente sí de una fiebre mortal. Y, en es te caso, no habría nadie que se responsabilizara de ______. Estaría sola y desprotegida en un mundo lleno de depredadores. De hombres como él.
Temblando debido al frío y el shock, Nick logró pronunciar unas palabras desesperadas entre inspiraciones entrecortadas.
—Kevin... Lo que hice... Lo siento. Perdona... Perdona... —La vista se le nublaba y se esforzó por no perder el conocimiento—. ______... Protégela, por favor. Por favor...
Vio bailar un montón de lucecitas brillantes, hasta que éstas se apagaron y todo se volvió negro.
—Nick —susurró ______ a la vez que se acercaba la mano flácida de su marido a la mejilla para besarla con los ojos llenos de lágrimas.
—No pasa nada —la tranquilizó Kevin—. Sólo se ha desmayado. Volverá en sí en un momento.
______ sollozó antes de recobrar el control.
—Se puso adrede entre Bullard y yo —comentó entonces—. Recibió el disparo por mí.
—Eso parece. —Kevin la observaba mientras pensaba, entre otras cosas, que se habían producido algunos cambios interesantes tanto en Nick como en su insólita esposa desde que se habían fugado juntos.
Al enterarse de que St. Jonas se había casado con ______ Jenner, Lissie se había puesto furiosa, presa de angustia por su amiga.
—¡Ese monstruo! —había exclamado cuando volvieron a Londres desde Italia—. Abusar precisamente de ______. ¡Oh, no te imaginas lo frágil que es! Habrá sido cruel con ella. Es una muchacha indefensa y muy inocente... ¡Dios mío, mataré a ese bastardo!
—Tu hermana dijo que no parecía una mujer precisamente maltratada —señaló Kevin con sensatez, aunque a él también le preocupaba que una mujer tan indefensa como ______ Jenner estuviera a merced de St. Jonas.
—Es probable que estuviera demasiado asustada para admitirlo —replicó Lissie, que se paseaba con la mirada inquieta—. Es probable que la haya violado y amenazado. Quizás incluso golpeado...
—No, no —intentó calmarla Kevin a la vez que la rodeaba con los brazos—. Según Daisy y Annabelle, tuvo muchas oportunidades de decirles si había sufrido algún abuso. Pero no lo hizo. Mira, si eso te tranquiliza, iré al club y le ofreceré refugio. Puede quedarse con nosotros en Hampshire si lo desea.
—¿Cuánto tiempo? —farfulló Lissie, acurrucada entre sus brazos.
—Indefinidamente, por supuesto.
—Oh, Kevin... —exclamó ella con los ojos humedecidos—. ¿Harías eso por mí? —Cualquier cosa, mi vida. Cualquier cosa que te haga feliz.
De modo que Kevin había ido al Jenner's esa noche para averiguar si ______ estaba cautiva contra su voluntad. Contrariamente a lo que esperaba, se había encontrado con una mujer que parecía ansiosa por quedarse y que manifestaba un cariño evidente por St. Jonas. En cuanto a éste, siempre tan distante e indiferente... Resultaba difícil creer que el hombre que trataba a las mujeres con tanto desdén pudiera ser el mismo que acababa de arriesgar la vida por su esposa. Que un hombre que jamás se había mostrado arrepentido de nada le pidiera perdón y que, acto seguido, prácticamente le suplicara que protegiera a su esposa, le hacía llegar a una conclusión ineludible: St. Jonas, contra todo pronóstico, había llegado a querer más a otra persona que a sí mismo.
Una situación ciertamente extraordinaria. Era difícil entender cómo alguien como ______ Jenner podía haber provocado semejante cambio en St. Jonas, un hombre con tanto mundo. Sin embargo, Kevin había aprendido que los misterios de la atracción no siempre podían explicarse mediante la lógica. A veces, las fisuras de dos almas separadas pueden ser lo que las une.
—Milady... —dijo en voz baja. —______ —pidió ésta, que seguía con la mano inerte de su marido apoyada en la cara. —______, tengo que preguntarte algo. ¿Por qué St. Jonas?
—Necesitaba escapar de mi familia, de forma legal y para siempre —explicó ella con una sonrisa triste mientras dejaba con suavidad la mano de St. Jonas—. Casarme era la única forma de lograrlo. Y, como sabrás, no es que tuviera una cola de pretendientes en Hampshire. Cuando me enteré de lo que St. Jonas había hecho a Lissie, me horroricé. Pero también se me ocurrió que era la única persona que parecía tan desesperada como yo. Lo bastante como para aceptar cualquier cosa.
—¿ Formaba parte de tu plan que dirigiera el club de tu padre?
—No, eso lo decidió él, para mi sorpresa. De hecho, me ha sorprendido en todo momento desde que nos casamos.
—¿ Y eso?
—Ha hecho todo lo posible por cuidarme, al tiempo que proclama su indiferencia. —Contempló la cara de su marido—. Tiene corazón, a pesar de lo mucho que intenta convencer de lo contrario.
—Ya. Lo tiene, aunque hasta esta noche albergaba mis dudas.
—¿Me has llamado, esposo mío? —______ se acercó a la mesa de la pequeña oficina, donde Nick estaba sentado. Uno de los criados la había conducido abajo a petición suya, acompañándola a través del caos apenas controlado del club abarrotado de gente.
Era la noche de la reapertura del Jenner's y parecía que todos quienes eran o deseaban ser miembros estaban decididos a entrar. Nick tenía en la mesa un montón de solicitudes mientras una docena de hombres esperaba con impaciencia la aprobación en el vestíbulo. Se oía rumor de voces y tintineo de copas, y una orquesta tocaba en el balcón del primer piso. Para honrar la memoria de Ivo Jenner se servía champán sin cesar, lo que añadía un toque desinhibido al ambiente. El Jenner's volvía a funcionar, y los caballeros de Londres estaban contentos.
—Sí—respondió Nick—. ¿Por qué diablos sigues aquí? Deberías haberte ido hace unas ocho horas.
______ no se inmutó.
—Todavía estoy haciendo el equipaje.
—Llevas haciéndolo tres días. Sólo tienes media docena de vestidos. Tus escasas pertenencias cabrían en una bolsa de viaje. Te estás entreteniendo adrede, ______.
—¿Y a ti qué más te da? —replicó—. Los últimos dos días me has tratado como si no existiera. Me cuesta creer que hayas reparado en mi presencia.
Nick la fulminó con la mirada mientras se esforzaba por controlar sus emociones. ¿No reparar en su presencia? Maldita sea, habría dado cualquier cosa por que eso fuera cierto. Había sido dolorosamente consciente de todas sus palabras, de todos sus gestos, y ansiado constantemente verla en privado aunque sólo fuera un momento. Tenerla delante ahora, con sus hermosas curvas bien definidas por un vestido de terciopelo negro, bastaba para volverlo loco. Se suponía que la ropa del luto afeaba y deslucía a una mujer pero, en su caso, el negro hacía que su piel pareciera nata fresca y que su cabello brillara como el fuego. Quería llevársela a la cama y amarla hasta que la misteriosa atracción que lo dominaba se consumiera en sus propias llamas. Lo invadía una especie de desasosiego apasionado, que parecía una enfermedad, algo que le hacía ir de una habitación a otra y olvidar qué quería. Nunca había estado así: distraído, impaciente, angustiosamente ansioso.
No obstante, tenía que proteger a ______ de los peligros y las depravaciones del club, así como de él mismo. Debía mantenerla a salvo y arreglárselas para verla de tanto en tanto... Era la única solución.
—Quiero que te vayas ahora —dijo—. Todo está preparado para recibirte en la casa. Estarás mucho más cómoda que aquí. Y yo no tendré que preocuparme de que te metas en problemas. —Se levantó y se dirigió hacia la puerta procurando guardar la distancia física de seguridad entre ambos—. Voy a pedir un carruaje. Has de estar en él en un cuarto de hora.
—Aún no he cenado. ¿Sería demasiado pedir una última comida?
Aunque Nick no la miraba, captó su tono de desafío infantil y sintió una punzada en el corazón, al que siempre había considerado tan sólo un músculo eficiente. No llegó a decidir lo de la cena porque en ese momento vio que Joe se acercaba a la oficina acompañado de la figura inconfundible del conde de Kevin.
—¡Maldita sea! —masculló tras volver la cabeza y mesarse el pelo.
—¿Qué pasa? —preguntó ______.
—Será mejor que te vayas —repuso él en tono grave y rostro inexpresivo—. Kevin está aquí.
—No voy a ninguna parte —replicó ______—. Kevin es demasiado caballero para organizar una pelea delante de una dama.
—No necesito esconderme detrás de tus faldas, cariño —indicó Nick con una sonrisa desdeñosa—. Y dudo mucho que venga en busca de pelea, ya que todo eso quedó arreglado la misma noche en que me llevé a la señorita Bowman.
—¿Qué quiere entonces?
—O bien advertirme o bien comprobar si necesitas que te rescaten. O ambas cosas.
_____ seguía a su lado cuando Kevin entró en la oficina.
—Milord —dijo Joe a Nick—, rogué al conde que esperara, pero...
—Nadie puede decir a Kevin qué hacer —comentó Nick con sequedad—. Está bien, Joe. Vuelve a las mesas o será un caos. Y llévate a lady St. Jonas contigo.
—No —replicó ______ a la vez que dirigía una mirada preocupada de la cara burlona de Nick a la pétrea de Kevin—. Me quedo —anunció antes de dirigirse a lord Kevin—: He pensado muy a menudo en Lissie, milord. Espero que se encuentre bien.
Kevin le dio un besamanos y habló con su característica voz grave.
—Muy bien, gracias. Le gustaría recibiros en casa, si lo necesitáis.
Nick se puso furioso. Si ese cabrón arrogante creía que podía ir ahí y arrebatarle a su esposa delante de sus narices, estaba muy equivocado.
—Gracias, milord —respondió ______ en voz baja mientras contemplaba los marcados rasgos de Kevin. Tenía el pelo ondulado y los ojos tan claros que era imposible no perderse en ellos—. Me encantará visitaros pronto. Pero vuestra hospitalidad no es necesaria en este momento.
—Muy bien. La oferta sigue en pie. Permitidme daros mi más sentido pésame por vuestra reciente pérdida.
—Gracias. —Nick arrugó el entrecejo al ver cómo su mujer sonreía a Kevin.
Como poseedor del título de conde más antiguo y más poderoso de Inglaterra, Kevin, lord Westcliff, poseía el aura de un hombre acostumbrado a que sus opiniones fueran oídas y tenidas en cuenta. Aunque no era atractivo en un sentido clásico, poseía una vitalidad sombría y un vigor masculino que le hacían destacar en cualquier reunión. Era un buen deportista y un jinete experto, conocido por llegar al límite de sus fuerzas físicas y superarlas. De hecho, Kevin se lo planteaba todo así en la vida: tenía que destacar siempre en cualquier cosa que hiciera.
Kevin y Nick habían sido amigos desde los diez años, y habían pasado la mayor parte de sus años de formación en el mismo internado. Ya entonces había parecido una amistad insólita porque, por naturaleza, Kevin creía en imperativos morales y no tenía ninguna dificultad en distinguir el bien del mal. A Nick, por su parte, le encantaba convertir las cuestiones más sencillas en algo complejo, simplemente como una forma de ejercitar su inteligencia. Kevin elegía siempre el camino más eficiente y claro, mientras que Nick prefería el más sinuoso y peor trazado, que le causaba a uno toda clase de problemas antes de llegar finalmente a su destino.
Sin embargo, había muchas cosas que los dos amigos comprendían uno de otro, ya que ambos habían crecido bajo la influencia de un padre indiferente y manipulador. Ambos compartían una visión poco romántica del mundo, conocedores de que podían confiar en muy poca gente. Y, como reflexionó entonces Nick con tristeza, él había traicionado la confianza de Kevin de un modo irreparable. Por primera vez en su vida, sentía una punzada nauseabunda que sólo podía identificar como arrepentimiento.
¿Por qué diablos había puesto su mira en Lissie Bowman? Cuando se había percatado de que Kevin estaba interesado en ella, ¿por qué no se había buscado otra heredera? Había sido un imbécil en no pensar en ______. Ahora sabía muy bien que no había valido la pena arruinar una amistad por Lissie. La ausencia de Kevin en su vida era como una llaga en el pie que no acaba de curarse.
Nick esperó a que Joe hubiera cerrado la puerta al marcharse. Después, rodeó con un brazo posesivo los estrechos hombros de ______ y se dirigió a su antiguo amigo:
—¿Cómo fue la luna de miel? —preguntó. Kevin ignoró la pregunta.
—Dadas las circunstancias —dijo a ______—, me parece necesario preguntaros si os casasteis bajo coacción.
—No, por supuesto que no —aseguró ______, y se acercó más a Nick, como si quisiera protegerlo—. En realidad fue idea mía, milord. Fui a casa de lord St. Jonas a pedirle ayuda y él me la prestó.
—Seguro que teníais otras posibilidades —comentó secamente Kevin, al parecer nada convencido.
—Ninguna que viera en aquel momento. —Y deslizó el brazo por la cintura de Nick, asombrándolo—. No lamento mi decisión —añadió ______—. Volvería a hacerlo sin vacilar. Lord St. Jonas ha sido muy bueno conmigo.
—Mi esposa falta a la verdad, claro —soltó Nick con una risa cínica, mientras el pulso se le aceleraba. Tenía el cuerpo suave de ______ pegado a un costado y sentía su calidez. No entendía por qué se erguía en su más acérrima defensora—. He sido un cabrón con ella —dijo a Kevin inexpresivamente—, Por suerte para mí, su familia la maltrató tanto tiempo que la pobre no sabe lo que es ser bien tratada.
—Eso no es cierto —comentó ______ a Kevin. Ninguno de los dos dirigió una sola mirada a Nick, que tuvo la exasperante sensación de estar excluido de la conversación—. Ha sido un período difícil, como podréis imaginar. No lo habría superado sin el apoyo de mi marido. Ha cuidado de mi salud y me ha protegido todo lo posible. Ha trabajado mucho para conservar el negocio de mi padre. Y me defendió cuando mis tíos intentaron llevarme en contra de mi voluntad...
—Te has pasado, encanto —terció Nick con una sonrisa malévola—. Kevin me conoce lo bastante bien para saber que yo jamás trabajaría. Ni defendería a nadie. Sólo me preocupan mis propios intereses. —Para su fastidio, ninguno de los dos prestó atención a sus comentarios.
—Estoy convencida de que mi marido no habría actuado como lo hizo si hubiera sabido que estabais realmente enamorado de Lissie, milord —explicó ______—. Esto no disculpa su conducta, pero...
—No la ama —observó Nick, y se apartó un paso de ______. De repente, era como si la habitación se redujera, como si las paredes amenazaran con aplastarlo. Maldita fuera por tratar de disculparse por él. Y maldita fuera por fingir que se tenían cariño—. Cree en el amor tan poco como yo —aseguró, y miró desafiante a Kevin—. ¿Cuántas veces me has dicho que el amor es una falsa ilusión de los hombres para convertir la desagradable realidad del matrimonio en algo medianamente soportable?
—Estaba equivocado —comentó Kevin con frialdad—. ¿Por qué estás tan furioso?
—No estoy... —Nick se detuvo al darse cuenta de que iba a perder los papeles. Miró a ______ y vio la asombrosa inversión de sus posiciones.
Ella, la tartamuda florero del baile, ahora serena y firme, y él, siempre tan dueño de sí mismo, reducido a un ******* exaltado. Y todo delante de Kevin, que los observaba con curiosidad.
—¿Qué debo hacer para librarme de ti? —espetó Nick a ______ con brusquedad—. Márchate con Kevin si no quieres ir a la casa de la ciudad. Me da lo mismo con tal de perderte de vista.
A ______ se le desorbitaron los ojos y se estremeció. Pero conservó la compostura, inspiró hondo y exhaló con mesura. Al observarla, Nick casi sucumbió al impulso de arrodillarse para pedirle perdón. Pero permaneció inmóvil mientras ella se dirigía hacia la puerta.
—______... —masculló. Su esposa lo ignoró salio muy erguida de la oficina. Nick apretó los puños mientras la seguía con la mirada. Pasados unos segundos, se obligó a volverse hacia Kevin.
Su viejo amigo no lo miraba con odio, sino con algo parecido a una moderada compasión.
—No me esperaba encontrar este panorama —dijo en voz baja—. Eres otra persona, Nicholas.
Hacía años que Kevin no se dirigía a él por su nombre de pila. Los hombres, incluso los hermanos o los amigos íntimos, se llamaban casi siempre por el apellido.
—Vete al infierno —masculló Nick—. Imagino que has venido sólo para burlarte de mí. Si es así, llegas un mes tarde.
—Esa era mi intención. Ahora, sin embargo, he decidido quedarme para tomar una copa de brandy mientras me cuentas qué demonios pretendes. Para empezar, podrías explicarme por qué has asumido la dirección de un club de juego.
Era el peor momento para sentarse a charlar, ya que el club estaba lleno de gente, pero de repente le importó un comino. Hacía muchísimo tiempo que no conversaba con alguien que lo conociera tan bien. Aunque no se hacía ilusiones con respecto a su antigua amistad, la perspectiva de comentar cosas con Kevin, aunque no fuera el comprensivo Kevin de antaño, le suponía un gran alivio.
—Muy bien, hablemos —masculló—. No te vayas. Volveré enseguida. No puedo permitir que mi esposa cruce el club sola.
Salió a zancadas en dirección al vestíbulo. Al no ver ni rastro de la figura vestida de negro de ______, dedujo que había seguido una ruta alternativa, quizás a través de la sala central. Se detuvo en una de las entradas con forma de arco y recorrió la multitud de cabezas con la mirada. Enseguida localizó el brillante pelo de su esposa. Se dirigía hacia la esquina donde Joe estaba sentado. Varios miembros del club se apartaron a su paso.
Nick la siguió, despacio al principio para ir acelerando el paso después. Estaba en una situación extraña y se esforzaba por entenderse. Siempre se le había dado muy bien manejar a las mujeres. ¿Por qué, entonces, le resultaba imposible mantenerse indiferente respecto a ______? Estaba separado de lo que más quería, no por una distancia real, sino por un pasado mancillado por el libertinaje. Debía permitirse tener una verdadera relación con ella... No, imposible. Sus excesos la mancharían como la tinta negra que se extiende sobre un pergamino blanco. Se volvería cínica, amargada, y cuando lo conociera mejor, lo despreciaría.
Joe, sentado en un taburete alto para supervisar las mesas de juego, vio acercarse a ______. Puso un pie en el suelo. Alzó la cabeza morena y recorrió la sala rápidamente con la vista, atento como siempre a todo lo que ocurría. Al ver a Nick, asintió con la cabeza para indicarle que la retendría a su lado hasta que él llegara.
Supervisó la sala otra vez y frunció el ceño. Encogió un poco los hombros como si algo lo erizase, y miró hacia atrás. Al no ver nada raro, empezó a auparse de nuevo en el taburete. Sin embargo, fue como si un sexto sentido le hiciera escudriñar la multitud, como si un imán atrajera su mirada. Alzó los ojos hacia las galerías del primer piso y Nick vio cómo se concentraba en algo.
Tras separarse de la gente, Nick siguió la mirada atónita de Joe y vio a un hombre fornido, moreno, de pie en un balcón. Iba sucio y despeinado, y su cabeza tenía una inconfundible forma de bala. Joss Bullard. Pero ¿cómo se había colado en el club sin que nadie lo viera? Seguramente a través de una entrada secreta. El club tenía más aberturas y pasadizos que una madriguera de conejos. Y nadie los conocía mejor que Bullard o Joe, que habían vivido allí desde niños.
Nick dio un respingo al ver el brillo del cañón de una pistola. Incluso desde ese ángulo, era evidente adonde apuntaba Bullard. El blanco era ______, que estaba aún a unos cinco metros de Joe.
Instintivamente, Nick se precipitó como un rayo, presa del pánico. La figura de ______ se volvió tan definida y detallada que pudo distinguir hasta el pelo del terciopelo de su vestido. Todos sus nervios y músculos se tensaron para alcanzarla, todos los latidos de su corazón se dedicaron a suministrar sangre a sus extremidades. Se lanzó sobre ella, protegiéndola con su cuerpo y derribándola al suelo con el mismo impulso.
Un disparo resonó en la gran sala. Nick notó un violento impacto en el costado y sintió una especie de quemazón. La caída al suelo lo dejó momentáneamente aturdido. Estaba medio tumbado sobre ______ y procuraba cubrirle la cabeza con los brazos mientras ella forcejeaba debajo de su cuerpo.
—Estate quieta —jadeó a la vez que la mantenía en el suelo, temeroso de que Bullard volviera a disparar—. Espera, ______.
Ésta obedeció mientras la confusión se desataba a su alrededor: gritos, imprecaciones, empellones, pasos fuertes... Nick levantó un poco la cabeza y se arriesgó a mirar hacia aquel balcón. Bullard ya no estaba. Con un gruñido de dolor, rodó hacia un lado y comprobó si su mujer estaba herida, pues la bala podía haberla alcanzado también a ella.
—______, cariño, ¿estás bien?
—¿Por qué me empujaste así? —preguntó ella con voz apagada—. Sí, estoy bien. ¿Qué ha pasado? ¿Qué fue ese ruido?
Nick le apartó un mechón de pelo que le caía sobre los ojos. Desconcertada, ______ salió de debajo de su cuerpo y se incorporó. Nick seguía tumbado de costado, jadeante, mientras el tórax y la cintura se le empapaban de sangre.
La gente se arremolinaba para salir del edificio y amenazaba con pisotear a la pareja en el suelo. De repente, un hombre se inclinó sobre ellos tras abrirse paso entre la multitud desquiciada y puso su cuerpo como un baluarte para impedir que los aplastaran. Nick parpadeó al ver que era Kevin. Medio aturdido, levantó una mano para sujetarlo por la chaqueta.
—Ese cabrón apuntaba a ______ —le dijo con voz ronca. Se le habían entumecido los labios, y se los humedeció con la lengua—. Mantenla a salvo. Mantenla a...
______ soltó un grito al ver la ensangrentada pechera de Nick y comprender que estaba herido. Empezó a desabrocharle la chaqueta y el chaleco con desesperación. Kevin se quitó rápidamente la chaqueta y se la puso como almohada al herido. ______ abrió la camisa empapada de sangre y vio la sangrante herida en el costado. Palideció y se le llenaron los ojos de lágrimas, pero logró dominarse para coger el tampón que Kevin había improvisado con su chaleco y apretarlo contra la herida para reducir la hemorragia.
Nick gimió de dolor. Seguía con la mano levantada y los dedos medio cerrados. El olor a sangre impregnaba el aire. Kevin se inclinó hacia él y examinó el orificio de salida.
—Lo ha atravesado —le dijo a ______—. Pero no parece haber afectado ningún órgano.
Mientras Kevin mantenía la presión sobre la herida, ______ se movió para descansar la cabeza de Nick en su regazo y que el terciopelo negro le sirviera de cojín. Le tomó una mano y la sujetó con fuerza. Esto pareció contrarrestar el dolor lacerante de la parte inferior del torso. Nick le miró el rostro inclinado hacia él, incapaz de interpretar su expresión. Tenía un brillo extraño en los ojos, una especie de cariño o pesar... No sabía qué era. Nadie lo había mirado nunca de ese modo.
Se esforzó por decir algo para tranquilizar a su esposa.
—Esto es lo que me pasa por... —el dolor lo dejó sin aliento— por intentar hacerme el héroe. A partir de ahora seguiré siendo un granuja. Es más... seguro.
—El disparo vino de la galería superior —dijo Kevin.
—Un antiguo empleado. Bullard. Despedido hace poco.
—¿Estás seguro de que apuntaba a tu esposa?
—Sí.
—Tal vez de esa manera intentaba vengarse de ti.
—No —masculló Nick—. Sólo podría ser así si... creyera que la quiero..., pero todo el mundo sabe... que es un matrimonio de conveniencia.
Kevin le dirigió una mirada de extrañeza pero se abstuvo de responder. Nick no podía saber la imagen que daban ______ y él en ese momento: él aferrado a su mano y ella acariciándole la cabeza en su regazo con el mismo cariño de una madre. Lo único que sabía era que la herida le dolía horrores. Unos temblores incesantes se apoderaron de él y los dientes empezaron a castañetearle. Fue vagamente consciente de que Kevin se alejaba para dar órdenes a gritos y que volvía con un montón de chaquetas. Lo tapó con ellas y siguió aplicando presión a la herida.
Nick perdió el conocimiento un momento. Cuando volvió en sí, notó cómo la mano cálida de ______ le acariciaba la cara fría y sudada.
—El médico está de camino —murmuró ella—. Cuando la hemorragia se reduzca, te llevaremos arriba.
—¿Dónde está Miller? —logró decir entre dientes.
—Después del disparo lo vi salir en persecución de Bullard—respondió Kevin—. De hecho, Miller trepó por una columna para llegar al primer piso.
—Si no atrapa a ese cabrón lo haré yo —masculló Nick—. Y entonces...
—Chitón —le dijo ______, y deslizó la mano libre por debajo del montón de chaquetas para ponérsela sobre el pecho desnudo.
Descansó la palma sobre su débil corazón y notó una cadena de oro que llevaba colgada del cuello. La siguió y descubrió la alianza escocesa que había en ella. Nick no había querido que supiera que llevaba el anillo bajo la ropa.
—No significa nada —susurró inquieto—. Sólo quería que estuviera a buen recaudo.
—Ya —murmuró ______.
Nick sintió el roce de los labios de su esposa en la frente y la suave caricia de su aliento. Vio cómo le sonreía.
—Me has dado la excusa perfecta para quedarme —le dijo—. Voy a cuidarte hasta que estés lo bastante recuperado para echarme.
Nick no pudo devolverle la sonrisa. La ansiedad lo invadió al comprender que ______ no estaría segura ahí ni en ninguna parte hasta que atraparan a Bullard.
—Kevin... —dijo—. Alguien tiene que proteger a mi esposa...
—No le pasará nada —le aseguró el conde.
Cuando Nick observó a su viejo amigo, el único hombre honorable que había conocido, lo vio cuidadosamente impasible. Ambos sabían lo que ______ era demasiado inexperta para imaginar: que aunque la bala no había tocado ningún órgano vital, era probable que la herida se infectara. No moriría de la hemorragia, pero probablemente sí de una fiebre mortal. Y, en es te caso, no habría nadie que se responsabilizara de ______. Estaría sola y desprotegida en un mundo lleno de depredadores. De hombres como él.
Temblando debido al frío y el shock, Nick logró pronunciar unas palabras desesperadas entre inspiraciones entrecortadas.
—Kevin... Lo que hice... Lo siento. Perdona... Perdona... —La vista se le nublaba y se esforzó por no perder el conocimiento—. ______... Protégela, por favor. Por favor...
Vio bailar un montón de lucecitas brillantes, hasta que éstas se apagaron y todo se volvió negro.
—Nick —susurró ______ a la vez que se acercaba la mano flácida de su marido a la mejilla para besarla con los ojos llenos de lágrimas.
—No pasa nada —la tranquilizó Kevin—. Sólo se ha desmayado. Volverá en sí en un momento.
______ sollozó antes de recobrar el control.
—Se puso adrede entre Bullard y yo —comentó entonces—. Recibió el disparo por mí.
—Eso parece. —Kevin la observaba mientras pensaba, entre otras cosas, que se habían producido algunos cambios interesantes tanto en Nick como en su insólita esposa desde que se habían fugado juntos.
Al enterarse de que St. Jonas se había casado con ______ Jenner, Lissie se había puesto furiosa, presa de angustia por su amiga.
—¡Ese monstruo! —había exclamado cuando volvieron a Londres desde Italia—. Abusar precisamente de ______. ¡Oh, no te imaginas lo frágil que es! Habrá sido cruel con ella. Es una muchacha indefensa y muy inocente... ¡Dios mío, mataré a ese bastardo!
—Tu hermana dijo que no parecía una mujer precisamente maltratada —señaló Kevin con sensatez, aunque a él también le preocupaba que una mujer tan indefensa como ______ Jenner estuviera a merced de St. Jonas.
—Es probable que estuviera demasiado asustada para admitirlo —replicó Lissie, que se paseaba con la mirada inquieta—. Es probable que la haya violado y amenazado. Quizás incluso golpeado...
—No, no —intentó calmarla Kevin a la vez que la rodeaba con los brazos—. Según Daisy y Annabelle, tuvo muchas oportunidades de decirles si había sufrido algún abuso. Pero no lo hizo. Mira, si eso te tranquiliza, iré al club y le ofreceré refugio. Puede quedarse con nosotros en Hampshire si lo desea.
—¿Cuánto tiempo? —farfulló Lissie, acurrucada entre sus brazos.
—Indefinidamente, por supuesto.
—Oh, Kevin... —exclamó ella con los ojos humedecidos—. ¿Harías eso por mí? —Cualquier cosa, mi vida. Cualquier cosa que te haga feliz.
De modo que Kevin había ido al Jenner's esa noche para averiguar si ______ estaba cautiva contra su voluntad. Contrariamente a lo que esperaba, se había encontrado con una mujer que parecía ansiosa por quedarse y que manifestaba un cariño evidente por St. Jonas. En cuanto a éste, siempre tan distante e indiferente... Resultaba difícil creer que el hombre que trataba a las mujeres con tanto desdén pudiera ser el mismo que acababa de arriesgar la vida por su esposa. Que un hombre que jamás se había mostrado arrepentido de nada le pidiera perdón y que, acto seguido, prácticamente le suplicara que protegiera a su esposa, le hacía llegar a una conclusión ineludible: St. Jonas, contra todo pronóstico, había llegado a querer más a otra persona que a sí mismo.
Una situación ciertamente extraordinaria. Era difícil entender cómo alguien como ______ Jenner podía haber provocado semejante cambio en St. Jonas, un hombre con tanto mundo. Sin embargo, Kevin había aprendido que los misterios de la atracción no siempre podían explicarse mediante la lógica. A veces, las fisuras de dos almas separadas pueden ser lo que las une.
—Milady... —dijo en voz baja. —______ —pidió ésta, que seguía con la mano inerte de su marido apoyada en la cara. —______, tengo que preguntarte algo. ¿Por qué St. Jonas?
—Necesitaba escapar de mi familia, de forma legal y para siempre —explicó ella con una sonrisa triste mientras dejaba con suavidad la mano de St. Jonas—. Casarme era la única forma de lograrlo. Y, como sabrás, no es que tuviera una cola de pretendientes en Hampshire. Cuando me enteré de lo que St. Jonas había hecho a Lissie, me horroricé. Pero también se me ocurrió que era la única persona que parecía tan desesperada como yo. Lo bastante como para aceptar cualquier cosa.
—¿ Formaba parte de tu plan que dirigiera el club de tu padre?
—No, eso lo decidió él, para mi sorpresa. De hecho, me ha sorprendido en todo momento desde que nos casamos.
—¿ Y eso?
—Ha hecho todo lo posible por cuidarme, al tiempo que proclama su indiferencia. —Contempló la cara de su marido—. Tiene corazón, a pesar de lo mucho que intenta convencer de lo contrario.
—Ya. Lo tiene, aunque hasta esta noche albergaba mis dudas.
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