Conectarse
Últimos temas
miembros del staff
Beta readers
|
|
|
|
Equipo de Baneo
|
|
Equipo de Ayuda
|
|
Equipo de Limpieza
|
|
|
|
Equipo de Eventos
|
|
|
Equipo de Tutoriales
|
|
Equipo de Diseño
|
|
créditos.
Skin hecho por Hardrock de Captain Knows Best. Personalización del skin por Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
"El diablo En Invierno" (Nick & tu)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
Página 11 de 11. • Comparte
Página 11 de 11. • 1, 2, 3 ... 9, 10, 11
Re: "El diablo En Invierno" (Nick & tu)
nueva lectora!!
wow, adoro tu novela..
tienes que seguirla!!
wow, adoro tu novela..
tienes que seguirla!!
valenlizzie
Re: "El diablo En Invierno" (Nick & tu)
¡Síguela, por favor, Sunny!
¡Extraño demasiado esta novela!
xoxo
Javi's Jonas
¡Extraño demasiado esta novela!
xoxo
Javi's Jonas
JaviOfJonas
Re: "El diablo En Invierno" (Nick & tu)
SIGUEEEE POR FA!!
ME ESTOY DESESPERANDOOO!!!!!
SIGUELA PRONTOOOOO :bounce: :bounce:
ME ESTOY DESESPERANDOOO!!!!!
SIGUELA PRONTOOOOO :bounce: :bounce:
valenlizzie
Re: "El diablo En Invierno" (Nick & tu)
Dios, niñas de vdd lo siento esque tuve un problema asim malo de familia ._. & pues espero me entiendan. De vdd lo siento. les dejo maraton ;)
Invitado
Invitado
Re: "El diablo En Invierno" (Nick & tu)
CAPITULO 19
_____ tuvo muchas dudas sobre su decisión de no permitir al doctor Hammond proceder como creyera oportuno. Después de la marcha del médico, el estado de salud de Nick fue empeorando: la herida se le inflamaba y la fiebre le seguía subiendo. A medianoche ya no estaba lúcido. Los ojos le brillaban de modo inquietante en la cara enrojecida por la fiebre. Miraba a ______ sin reconocerla mientras farfullaba incoherencias y hacía revelaciones sombrías que despertaban su compasión.
—Chitón —susurraba a veces—. Chitón. No es así, Nick.
Pero él insistía con una desesperación terrible. Su mente atormentada sacaba a relucir más y más cosas hasta que finalmente ______ desistió de intentar acallarlo y le apretó las manos entre las suyas mientras oía con paciencia su amarga letanía. Estando lúcido él jamás habría permitido que nadie vislumbrara su yo interior desprotegido, pero ______ sabía tal vez mejor que nadie lo que era vivir en una soledad desesperada, anhelando una relación, una sensación de plenitud. Y también sabía hasta qué punto se habría hundido Nick en esa soledad.
Pasado un rato, cuando su voz ronca apenas era un susurro entrecortado, ______ le cambio el paño de la frente y le aplicó bálsamo a los labios agrietados. Le puso la mano en la mejilla y sintió cómo su barba le rascaba los dedos. En su delirio, Nick volvió la cara hacia la suavidad de su palma con un suspiro mudo. Su esposo era un ser hermoso, pecador, atormentado. Habría quien diría que estaba mal querer a un hombre así, pero al mirar su cuerpo desvalido ______ supo que ningún hombre significaría para ella lo mismo que Nick porque, a pesar de todo, él había estado dispuesto a dar su vida por ella.
Se tumbó a su lado en la cama, encontró la cadena entre el pelo de su pecho y cubrió la alianza con su mano para dormir junto a él unas horas.
Por la mañana, Nick estaba totalmente inmóvil, sumido en un estupor profundo.
—¿Nick? —Le tocó la cara y el cuello. Ardía en fiebre. Parecía imposible que la piel humana pudiera estar tan caliente. Se levantó corriendo y accionó con fuerza el tirador de la campanilla. Con la ayuda de Joe y las criadas, intentaron bajarle la fiebre colocándole bolsas de muselina llenas de hielo alrededor del cuerpo. Nick permaneció quieto y silencioso todo el rato. ______ tuvo ciertas esperanzas cuando la fiebre pareció remitir, pero pronto reanudó su ascenso imparable.
Joe, que había asumido las tareas de Nick en el club además de las suyas, parecía casi tan exhausto como ella. Vestido aún con la ropa de la noche y la corbata gris colgándole desanudada del cuello, se acercó a donde ______ estaba sentada.
Ella nunca había estado tan desesperada. No había perdido la esperanza ni siquiera en los peores momentos pasados con los Maybrick. Pero tenía la impresión de que si su marido no sobrevivía, jamás volvería a sonreír.
Nick había sido el primer hombre que había cruzado la barrera de su timidez. Y desde el principio la había cuidado como nadie. Sonrió con tristeza al recordar el primer ladrillo caliente que le había puesto en los pies durante aquel viaje infernal a Escocia. Habló con Joe sin dejar de observar la cara pálida de su marido.
—No sé qué puedo hacer —susurró—. Cualquier médico que llame querrá sangrarlo, y le prometí que no lo permitiría.
Joe le apartó unos mechones de la cara y dijo:
—Mi abuela era curandera. Recuerdo que solía cubrirme las criadas con agua salada y ponerles una compresa de musgo seco e ciénaga. Y cuando tenía fiebre, me hacía masticar tubérculos de dondiego de noche.
—Dondiego de noche —repitió ______ sin comprender—. ¿Qué es?
—Crece en los páramos —le explicó a la vez que le pasaba el pelo suelto por detrás de la oreja.
______ apartó la cabeza, avergonzada porque no se había lavado y sabía de la importancia que los gitanos dan a la higiene personal. En contra de lo que la gente cree, había infinidad de rituales romaníes relacionados con el lavado y la limpieza.
—¿Crees que podrías encontrar un poco?
—¿De dondiego de noche?
—Y de musgo de ciénaga.
—Supongo que sí, con algo de tiempo.
—No creo que le quede mucho —indicó ______, y se le quebró la voz. Temiendo perder el control de sus emociones, se enderezó en la silla y rehuyó el contacto que Joe le ofrecía a modo de consuelo—. No; estoy bien. Encuentra lo que creas que pueda irle bien.
—Volveré pronto —dijo en voz baja, y se marchó.
______ siguió sentada junto a la cama en un estado de indecisión exhausta, consciente de que quizá debería hacer alguna concesión a su falta de sueño, comida y algún que otro cuidado mínimo, pero le daba miedo dejar a Nick siquiera unos minutos. No quería volver y encontrarse con que todo había terminado en su ausencia.
Intentó aclararse los pensamientos para tomar una decisión, pero parecía tener estropeados los mecanismos cerebrales. Encorvada en la silla, contemplaba a su marido agonizante. Le pesaban tanto el cuerpo y el alma que le resultaba imposible actuar o pensar. No fue consciente de que alguien entraba en la habitación, ni de ningún otro movimiento que no fuera el mínimo, casi imperceptible, del pecho de Nick al respirar. Pero poco a poco se dio cuenta de que había un hombre de pie junto a su silla. Su presencia emanaba una vitalidad y una fuerza contenida que contrastaba con el ambiente somnoliento de la habitación del enfermo. Al alzar los ojos, vio el rostro preocupado de lord Kevin Westcliff.
Sin mediar palabra, Kevin se agachó para levantarla y la sujetó para que no perdiese el equilibrio.
—Te he traído a alguien —le dijo en voz baja. La mirada de ______ recorrió la habitación hasta que logró concentrarla en la otra visita.
Era Lissie Bowman, ahora lady Westcliff, elegante y radiante con un vestido granate. Su tez blanca lucía algo de color del sol de Italia, y llevaba el pelo negro recogido en la nuca con una redecilla plateada bordada con cuentas. Lissie era una joven indómita, alta y esbelta, a la que cabía imaginarse capitaneando su propio barco pirata; una joven hecha para actividades peligrosas y nada convencionales. Aunque no poseía la belleza romántica de Annabelle Hunt, tenía un atractivo impresionante, de rasgos bien definidos, que proclamaban que era americana antes de oír siquiera su acento neoyorquino.
De su círculo de amigas, Lissie era la que sentía más próxima. Lissie no poseía la suavidad maternal de Annabelle, ni el optimismo radiante de Daisy. Siempre había intimidado a ______ con su lengua afilada y su impaciencia. Sin embargo, podía contarle con ella en los malos momentos. Al ver el rostro demacrado de ______, se acercó sin dudarlo y la estrechó entre sus brazos.
—______ —murmuró con cariño—. ¿En qué lío te has metido?
La sorpresa y el alivio de sentirse tan arropada por una amiga a la que no esperaba ver la abrumaron por completo. Sintió cómo se agudizaba el dolor en los ojos y la garganta hasta que no pudo contener más el llanto.
—Tendrías que haber visto cómo reaccioné cuando Annabelle y Daisy me contaron lo que habías hecho —dijo Lissie, y la abrazó con más fuerza palmeándole la espalda—. Casi me caigo redonda, y después lancé toda clase de imprecaciones contra St. Jonas por aprovecharse de ti. Estuve tentada de venir aquí y dispararle. Pero parece que alguien me ha evitado la molestia.
—Lo amo —susurró ______ entre sollozos.
—No es posible —soltó Lissie inexpresivamente.
—Sí, lo amo, y voy a perderlo como perdí a mi padre. No lo soporto...
—Sólo tú podrías amar a un hombre tan vil y egoísta —murmuró Lissie tras suspirar—. Admito que tiene su atractivo, pero sería mejor que dieras tu cariño a alguien que pudiera corresponderte.
—¡Lissie! —protestó ______.
—De acuerdo. Supongo que no está bien denostar a un hombre postrado. De momento me callaré. —Se separó y observó las demacradas facciones de ______ con preocupación Las demás querían venir, claro. Pero Daisy no está casada y, por tanto, no puede ni estornudar sin acompañante, y Annabelle si cansa con facilidad debido a su estado. Pero Kevin y yo estamos aquí, y vamos a solucionarlo todo.
—No podréis —gimoteó ______—. Su herida... Está muy grave. Ha entrado en co... coma, creo.
Lissie la rodeó con un brazo y se volvió hacia el conde para preguntarle con voz de sargento de caballería:
—¿Está en coma, Kevin?
El conde, que estaba inclinado hacia el cuerpo boca abajo de Nick, le dirigió una mirada irónica.
—Dudo que nadie pudiera estarlo con el alboroto que armas. No, si estuviera en coma no se despertaría. Y no hay duda de que se movió cuando gritaste.
—Yo no grité —lo corrigió Lissie—. Sólo hablé en voz alta. Es distinto.
—¿De veras? —repuso Kevin con suavidad, a la vez que destapaba a Nick hasta las caderas—. Levantas la voz tan a menudo que no veo la diferencia.
Lissie soltó a ______ con una risita mordaz.
—Como estoy casada contigo, me... Dios mío, ¡es horrible! —exclamó al ver la herida de Nick, que quedó al descubierto cuando Kevin le quitó el vendaje.
—Sí—dijo el conde en tono grave mientras observaba la herida purulenta, con las líneas rojas que se dirigían hacia arriba.
______ se secó las mejillas y se acercó a la cama. Kevin, competente como siempre, sacó un pañuelo de la chaqueta y se lo dio.
—Ha estado insensible desde ayer por la tarde —explicó ______ tras secarse los ojos y sonarse la nariz—. No permití que el doctor Hammond le sangrara. Nick no quería. Pero ahora me gustaría haberlo hecho. Podría haberle mejorado. Pero es que no podía dejar que le hicieran algo en contra de su voluntad. La forma en que me miró...
—Dudo mucho que le hubiera mejorado —dijo Kevin—. Podría haber acabado con él.
Lissie se acercó más y se estremeció al ver la asquerosa herida y la palidez amarillenta de Nick.
—¿Qué podemos hacer, entonces?
—El señor Miller sugirió cubrir la herida con una solución salina —indicó ______ a la vez que cubría con cuidado el orificio de bala y tapaba a Nick hasta los hombros—. Conoce una planta que podría bajarle la fiebre. Ahora mismo ha ido a buscarlo todo.
—Podríamos lavársela con jugo de ajo —sugirió Lissie—. Mi niñera solía hacerlo con los cortes y arañazos, y se curaban mucho más rápido.
—Mi vieja ama de llaves, la señora Faircloth, utilizaba vinagre —murmuró Kevin—. Ardía muchísimo, pero iba bien. Creo que podríamos probar una combinación de las tres cosas y añadirle esencia de trementina.
—¿Resina de pino? —Lissie lo miró indecisa.
—Destilada —contestó Kevin—. He visto cómo curaba gangrenas. —Volvió a Lissie hacia él y le dio un beso cariñoso en la frente—. Conseguiré todo lo necesario y calcularé las proporciones —dijo. Su expresión era grave, pero sus ojos sombríos reflejaron un brillo cariñoso cuando se fijaron en los de su mujer—. Mientras tanto, dejaré la situación en tus manos.
—Será mejor que te des prisa. — Lissie resiguió el borde del cuello de la camisa de Kevin con el dedo dejando que la yema tocara su piel morena—. Si St. Jonas se despierta y ve que está a mi merced, es probable que se muera del susto.
—No se morirá —aseguró Kevin.
—Si tú lo dices —repuso Lissie—, así será. Ni el mismísimo diablo se atrevería a contradecirte una vez que has decidido algo. Intercambiaron una breve sonrisa antes de que Kevin se marchara. —Qué arrogante y engreído es —comentó Lissie sin dejar de sonreír mientras observaba cómo el conde se iba—. Dios mío, lo adoro.
—¿Cómo fue que...? —______ se tambaleó.
—Tenemos muchas cosas de que hablar, cielo —la interrumpió enérgicamente Lissie—. Por lo que tendremos que dejarlo para después. Estás medio muerta de cansancio. Y, francamente, no te iría mal un baño. —Buscó el tirador con la mirada y, en cuanto lo localizó en el rincón, llamó—. Ahora estoy aquí para cuidar de ti. Vamos a pedir que llenen una bañera para que te laves, y después tomarás unas tostadas con algo de té.
______ sacudió la cabeza y abrió la boca para protestar, pero Lissie desechó sus objeciones con firmeza.
—Yo me encargaré de St. Jonas.
Sin entender por qué su amiga se ofrecía a cuidar a su raptor, ______ la miró con recelo. Su amiga no destacaba por ser compasiva y, aunque jamás lastimaría a un hombre indefenso postrado en una cama, dejar a Nick a su merced no la tranquilizaba del todo.
—No puedo creer que quieras... después de lo que te hizo.
—No lo hago por él, cielo —sonrió Lissie con ironía—. Lo hago por ti. Y por Kevin, que por alguna razón se niega a considerarlo una causa perdida. —Al ver que ______ seguía dudando, entornó los ojos con impaciencia—. Por el amor de Dios, ve a bañarte. Y hazte algo en el pelo. No te preocupes por St. Jonas. Seré tan amable con él como lo sería con mi propio marido.
—Gracias —susurró ______, y notó que los ojos volvían a llenársele de lágrimas.
—Oh, cielo... —Lissie adoptó una expresión de compasión que ______ nunca le había visto y la abrazó de nuevo—. No te preocupes. No se va a morir. Sólo la gente buena se muere prematuramente —comentó, y añadió con una risita—: Los capullos egoístas como St. Jonas viven décadas para atormentar a los demás.
______ se bañó y se cambió con la ayuda de una criada. Se puso un vestido holgado sin corsé, se hizo una trenza en el cabello y se calzó unas zapatillas de punto. Al volver a la habitación de Nick, vio que Lissie la había ordenado y había descorrido las cortinas. Llevaba un trapo atado a la cintura a modo de delantal improvisado, que estaba manchado, lo mismo que su canesú.
—Le hice tomar un poco de caldo —explicó Lissie—. Me costó conseguir que lo tragara, ya que no estaba lo que se dice consciente, pero insistí hasta que tomó casi medio tazón. Creo que transigió con la esperanza de que yo fuese una pesadilla que desaparecería si me seguía la corriente.
______ había sido incapaz de conseguir que Nick bebiese nada desde la mañana anterior.
—Eres fantástica.
—Sí, ya lo sé. — Lissie hizo un gesto de impaciencia, incomoda como siempre que la alababan—. Acaban de subirte una bandeja; está ahí, en la mesa junto a la ventana. Huevos escaldados con tostadas. Cómetelo todo, cielo. No me gustaría tener que usar la fuerza también contigo.
Mientras ______ se sentaba y atacaba obedientemente una tostada untada de mantequilla, Lissie cambió el paño de la frente de Nick.
—Debo admitir que cuesta aborrecerlo viéndolo tan mal. Y dice mucho a su favor que esté herido por protegerte. —Se sentó en la silla situada junto a la cama y miró a ______—. Me pregunto por qué lo haría. Es egoísta hasta la médula. No es en absoluto la clase de hombre que se sacrificaría por nadie.
—No es tan egoísta —farfulló ______, y acompañó la tostada con un sorbo de té caliente.
—Kevin cree que St. Jonas está enamorado de ti.
______ se atragantó un poco y no se atrevió a levantar los ojos del plato.
—¿Por qué cree eso?
—Como lo conoce desde pequeño, lo entiende bastante bien. Y considera que tiene su lógica que hayas sido tú quien finalmente lo conquistó. Dice que una chica como tú serías... mmm... ¿Cómo lo dijo? No recuerdo las palabras exactas, pero era algo como que serías la fantasía más íntima y secreta de St. Jonas.
______ se ruborizó y procuró contestar con sarcasmo.
—Al contrario, su fantasía es tener relaciones con todas las mujeres que se le crucen por delante.
—Esa no es la fantasía de St. Jonas, cielo, es su realidad —la contradijo Lissie con una sonrisa—. Y tú puede que seas, en comparación, la primera muchacha dulce y decente con la que se relaciona. Nunca había conocido a alguien como tú.
—Pasó mucho tiempo contigo y con Daisy en Hampshire.
—Yo no soy nada dulce, cielo —aclaró Lissie, divertida con el comentario de su amiga—. Y tampoco lo es mi hermana. No me digas que te has engañado pensando eso todo este tiempo.
Sin entender por qué su amiga se ofrecía a cuidar a su raptor, ______ la miró con recelo. Su amiga no destacaba por ser compasiva y, aunque jamás lastimaría a un hombre indefenso postrado en una cama, dejar a Nick a su merced no la tranquilizaba del todo.
—No puedo creer que quieras... después de lo que te hizo.
—No lo hago por él, cielo —sonrió Lissie con ironía—. Lo hago por ti. Y por Kevin, que por alguna razón se niega a considerarlo una causa perdida. —Al ver que ______ seguía dudando, entornó los ojos con impaciencia—. Por el amor de Dios, ve a bañarte. Y hazte algo en el pelo. No te preocupes por St. Jonas. Seré tan amable con él como lo sería con mi propio marido.
—Gracias —susurró ______, y notó que los ojos volvían a llenársele de lágrimas.
—Oh, cielo... —Lissie adoptó una expresión de compasión que ______ nunca le había visto y la abrazó de nuevo—. No te preocupes. No se va a morir. Sólo la gente buena se muere prematuramente —comentó, y añadió con una risita—: Los capullos egoístas como St. Jonas viven décadas para atormentar a los demás.
______ se bañó y se cambió con la ayuda de una criada. Se puso un vestido holgado sin corsé, se hizo una trenza en el cabello y se calzó unas zapatillas de punto. Al volver a la habitación de Nick, vio que Lissie la había ordenado y había descorrido las cortinas. Llevaba un trapo atado a la cintura a modo de delantal improvisado, que estaba manchado, lo mismo que su canesú.
—Le hice tomar un poco de caldo —explicó Lissie—. Me costó conseguir que lo tragara, ya que no estaba lo que se dice consciente, pero insistí hasta que tomó casi medio tazón. Creo que transigió con la esperanza de que yo fuese una pesadilla que desaparecería si me seguía la corriente.
______ había sido incapaz de conseguir que Nick bebiese nada desde la mañana anterior.
—Eres fantástica.
—Sí, ya lo sé. — Lissie hizo un gesto de impaciencia, incomoda como siempre que la alababan—. Acaban de subirte una bandeja; está ahí, en la mesa junto a la ventana. Huevos escaldados con tostadas. Cómetelo todo, cielo. No me gustaría tener que usar la fuerza también contigo.
Mientras ______ se sentaba y atacaba obedientemente una tostada untada de mantequilla, Lissie cambió el paño de la frente de Nick.
—Debo admitir que cuesta aborrecerlo viéndolo tan mal. Y dice mucho a su favor que esté herido por protegerte. —Se sentó en la silla situada junto a la cama y miró a ______—. Me pregunto por qué lo haría. Es egoísta hasta la médula. No es en absoluto la clase de hombre que se sacrificaría por nadie.
—No es tan egoísta —farfulló ______, y acompañó la tostada con un sorbo de té caliente.
—Kevin cree que St. Jonas está enamorado de ti.
______ se atragantó un poco y no se atrevió a levantar los ojos del plato.
—¿Por qué cree eso?
—Como lo conoce desde pequeño, lo entiende bastante bien. Y considera que tiene su lógica que hayas sido tú quien finalmente lo conquistó. Dice que una chica como tú serías... mmm... ¿Cómo lo dijo? No recuerdo las palabras exactas, pero era algo como que serías la fantasía más íntima y secreta de St. Jonas.
______ se ruborizó y procuró contestar con sarcasmo.
—Al contrario, su fantasía es tener relaciones con todas las mujeres que se le crucen por delante.
—Esa no es la fantasía de St. Jonas, cielo, es su realidad —la contradijo Lissie con una sonrisa—. Y tú puede que seas, en comparación, la primera muchacha dulce y decente con la que se relaciona. Nunca había conocido a alguien como tú.
—Pasó mucho tiempo contigo y con Daisy en Hampshire.
—Yo no soy nada dulce, cielo —aclaró Lissie, divertida con el comentario de su amiga—. Y tampoco lo es mi hermana. No me digas que te has engañado pensando eso todo este tiempo.
Cuando por fin se tranquilizó, ______ alzó los ojos y vio que Lissie los contemplaba con los ojos entornados y sacudiendo ligeramente la cabeza, como asombrada. ______ supuso que como sólo había conocido a Nick en su papel de arrogante calavera que merodeaba por la finca de Kevin, verlo en semejantes circunstancias debía de resultarle increíble.
Mientras tanto, Kevin se había quitado la chaqueta y remangado la camisa, y estaba removiendo una mezcla que propagó un hedor cáustico por la habitación. Lissie, cuyo olfato era especialmente sensible, hizo una mueca y se estremeció.
—Es la combinación de olores más espantosa que he olido en mi vida.
—Esencia de trementina, ajo y otros ingredientes que el boticario sugirió —explicó Joe—. También dijo que después le aplicáramos una cataplasma de miel, ya que eso evita que las heridas se infecten.
Y a continuación extrajo de una caja de madera un embudo de latón y un objeto cilíndrico con un mango en un extremo y una especie de aguja en el otro.
—¿Qué es eso? —exclamó ______, asustada.
—También del boticario —explicó Joe, y elevó el artilugio para observarlo con los ojos entornados—. Una jeringa. Cuando le describimos lo que pensábamos hacer, dijo que si la herida era tan profunda, la única forma de irrigarla bien era usando esto.
Después de disponer una serie de instrumentos, recipientes de productos químicos y un montón de toallas y trapos doblados, Kevin se dirigió a las dos mujeres.
—Esto será bastante desagradable —anunció—. Por tanto, si hay alguien aprensivo... —Miró de modo significativo a Lissie, que hizo una mueca.
—Yo soy aprensiva, como muy bien sabes —admitió—. Pero puedo dominarme si es necesario.
Una sonrisa cariñosa iluminó el rostro impasible del conde.
—Te evitaremos el mal trago, cariño. ¿Quieres salir de la habitación?
—Me sentaré junto a la ventana —dijo Lissie, y se alejó agradecida de la cama.
Kevin miró a ______ con una pregunta silenciosa en los ojos.
—¿Dónde me pongo? —dijo ésta.
—A mi izquierda. Necesitaremos muchas toallas, así que irás sustituyendo las sucias cuando sea necesario.
—Muy bien.
Ocupó su lugar mientras Joe se colocaba a la derecha del conde. Cuando ______ alzó los ojos hacia el perfil decidido de Kevin, de repente le costó creer que ese hombre poderoso, que siempre la había intimidado tanto, estuviera dispuesto a todo eso por ayudar a un amigo que lo había traicionado. Sintió una enorme gratitud, y no pudo evitar tirarle un poco de la manga.
—Tengo que decirte algo antes de empezar...
—¿Sí? —Kevin ladeó la cabeza hacia ella.
Como no era tan alto como Nick, a ella le fue fácil ponerse de puntillas para besarle la mejilla.
—Gracias por ayudarlo —dijo mirándolo a los ojos, que lucían una expresión de sorpresa—. Eres el hombre más honorable que he conocido.
Sus palabras hicieron ruborizar aquella cara bronceada por el sol, y por primera vez desde que se conocían, parecía que el conde no sabía qué decir.
—Sus motivos no son tan honorables —aseguró Lissie, que los observaba desde el otro lado de la habitación con una sonrisa—. Estoy segura de que le entusiasma la idea de verter literalmente sal en las heridas de St. Jonas.
A pesar de su sorna, Lissie palideció y se aferró a los brazos de la silla cuando Kevin tomó una lanceta delgada y reluciente, y procedió a abrir y drenar con cuidado la herida.
Incluso después de la dosis abundante de morfina, el dolor hizo que Nick arqueara la espalda y se retorciera con el rostro contraído, mientras soltaba protestas incoherentes. Joe lo inmovilizó para evitar cualquier movimiento. Lo más difícil fue, sin embargo, cuando Kevin empezó a verter agua salada en la herida. Nick gritó con aspereza y forcejeó mientras su amigo utilizaba la jeringa repetidamente hasta que la solución salina que empapaba las toallas que tenía bajo el cuerpo adquirió un tono rosado debido a la sangre. Kevin se afanó de modo firme y preciso, con una eficiencia y energía que cualquier cirujano habría admirado. De algún modo, ______ fue capaz de superar su angustia, que sepultó bajo capas de aturdimiento mientras se afanaba con la misma indiferencia que mostraban Kevin y Joe. Metódicamente, retiraba las toallas sucias ponía otras nuevas en el costado de su marido. Para su inmenso alivio, Nick se desmayó enseguida, de modo que permaneció ajeno al resto del doloroso tratamiento.
Una vez la carne viva estuvo limpia, Kevin embebió un algodón en la mezcla de trementina y empapó la herida a conciencia. Después se apartó y dejó actuar a Joe, que envolvió un poco de musgo de ciénaga en un paño de muselina, lo untó de miel y lo aplicó con cuidado en la zona.
—Ya está —anunció el romaní, y desató por fin las extremidades de Nick—. La curación empezará desde dentro. Seguiremos con las cataplasmas unos cuantos días y después prescindiremos del musgo y dejaremos que crezca piel nueva.
Luego, todos aunaron esfuerzos para rodear totalmente la cintura esbelta de Nick con una venda de lino y para cambiar las sábanas mojadas a efectos de dejar la cama limpia y seca.
Cuando hubieron terminado, ______ empezó a temblar debido a la tensión. Vio con sorpresa que hasta Kevin parecía cansado, y que soltaba un largo suspiro mientras con un trapo se enjugaba la sudorosa cara. Lissie se acercó a él para abrazarlo y murmurarle palabras cariñosas.
—Creo que deberíamos cambiar la cataplasma y el vendaje unas dos veces al día —comentó Joe mientras se lavaba las manos con agua y jabón—. Si al anochecer no le ha bajado la fiebre, doblaremos la dosis de dondiego. —Hizo señas a ______ para que se acercara y le lavó también las manos y los brazos—. Todo irá bien, princesa. Cuando el conde drenaba la herida, no se veía tan mal como me temía.
______ meneó la cabeza con desaliento mientras esperaba con pasividad infantil a que le secara las manos.
—No puedo permitirme ninguna esperanza...
Se le fue apagando la voz. Notó como si el suelo se inclinara bajo sus pies, y se movió con torpeza para tratar de conservar el equilibrio. Joe la sujetó y se la acercó al pecho.
—A la cama —ordenó mientras la llevaba hacia la puerta.
—Nick... —farfulló ella.
—Nosotros nos ocuparemos de él mientras tú descansas.
No pudo elegir, ya que su cuerpo, privado de sueño y exhausto, se negó a seguir sosteniéndola. Lo último que supo fue que Joe la acostaba en la cama y la arropaba como si fuera una niña pequeña. En cuanto su calor corporal empezó a caldear las sábanas frías, se sumió en un sueño tranquilo.
Al despertarse, ______ vio la alegre llama de una vela en la mesita de noche. Había alguien sentado a los pies de la cama. Era Lissie, con aspecto desaliñado y cansado y el cabello recogido en la nuca.
______ se incorporó despacio y se frotó los ojos.
—¿Es de noche? —preguntó con voz ronca—. Debo de haber dormido toda la tarde.
—Has dormido día y medio, cielo —replico su amiga con una sonrisa—. Kevin y yo hemos cuidado de tu príncipe azul mientras Miller dirigía el club.
______ se pasó la lengua por la boca pastosa y terminó de incorporarse, asustada.
—Nick... —se esforzó por preguntar mientras el corazón le latía con fuerza—. ¿Está...?
—¿ Qué quieres oír primero, la buena noticia o la mala? —repuso Lissie con dulzura tras tomarle la mano entre las suyas.
______ sacudió la cabeza, incapaz de hablar. Miró a su amiga con labios temblorosos, sin pestañear.
—La buena es que le ha bajado la fiebre y que la herida ya no está infectada —explicó Lissie, y sonrió para añadir—: La mala es que tal vez tengas que soportar a ese bribón el resto de tu vida.
______ se echó a llorar de alivio.
—¡Oh, Dios mío!
Se tapó los ojos con la mano libre mientras los sollozos le sacudían los hombros. Lissie le oprimió la mano con fuerza.
—Sí—comentó Lissie con voz seca—. Yo también lloraría si fuera mi marido, aunque por razones muy distintas.
Eso hizo sonreír a ______, que sacudió la cabeza sin destaparse todavía los ojos llorosos.
—¿Está consciente? ¿Puede hablar?
—Sí, ha preguntado varias veces por ti, y se enfurruñó cuando me negué a despertarte antes.
______ bajó la mano y la observó a través de las lágrimas.
—Estoy segura de que no quería ser desagradecido —comentó—. Después de to... todo lo que has hecho...
—No trates de justificarle —indicó Lissie, divertida—. Lo conozco bastante bien. Y desde luego no me creo que quiera a nadie que no sea él mismo, bueno, acaso un poquito a ti. Pero si te hace feliz, supongo que tendré que soportarlo.
Lissie arrugó la nariz y pareció buscar de dónde procedía un olor desagradable antes de detectarlo en las mangas de su vestido.
—Oh, menos mal que mi familia posee una fábrica de jabón. Porque necesitaré cien pastillas para quitarme la peste de esa maldita cataplasma.
—Nunca podré agradecerte lo suficiente que lo hayas cuidado —dijo ______.
—No hay de qué —contestó alegremente Lissie tras levantarse de la cama y encogerse de hombros—. Valió la pena, aunque sólo sea para que St. Jonas esté en deuda conmigo. No podrá volver a mirarme a la cara sin la humillación de recordar que le he visto desnudo e inconsciente en una cama.
—¿Lo viste desnudo? —preguntó ______ arqueando las cejas.
—Bah —dijo su amiga con afectado desdén, ya de camino hacia la puerta—. Lo vi un par de veces, dada la situación de la herida. —Al llegar a la puerta dirigió a ______ una mirada picara—. Sobre ese rumor que circula sobre él, tengo que admitir que se queda corto.
—¿Qué rumor? —preguntó ______ sin comprender, y Lissie se fue de la habitación soltando una risita.
_____ tuvo muchas dudas sobre su decisión de no permitir al doctor Hammond proceder como creyera oportuno. Después de la marcha del médico, el estado de salud de Nick fue empeorando: la herida se le inflamaba y la fiebre le seguía subiendo. A medianoche ya no estaba lúcido. Los ojos le brillaban de modo inquietante en la cara enrojecida por la fiebre. Miraba a ______ sin reconocerla mientras farfullaba incoherencias y hacía revelaciones sombrías que despertaban su compasión.
—Chitón —susurraba a veces—. Chitón. No es así, Nick.
Pero él insistía con una desesperación terrible. Su mente atormentada sacaba a relucir más y más cosas hasta que finalmente ______ desistió de intentar acallarlo y le apretó las manos entre las suyas mientras oía con paciencia su amarga letanía. Estando lúcido él jamás habría permitido que nadie vislumbrara su yo interior desprotegido, pero ______ sabía tal vez mejor que nadie lo que era vivir en una soledad desesperada, anhelando una relación, una sensación de plenitud. Y también sabía hasta qué punto se habría hundido Nick en esa soledad.
Pasado un rato, cuando su voz ronca apenas era un susurro entrecortado, ______ le cambio el paño de la frente y le aplicó bálsamo a los labios agrietados. Le puso la mano en la mejilla y sintió cómo su barba le rascaba los dedos. En su delirio, Nick volvió la cara hacia la suavidad de su palma con un suspiro mudo. Su esposo era un ser hermoso, pecador, atormentado. Habría quien diría que estaba mal querer a un hombre así, pero al mirar su cuerpo desvalido ______ supo que ningún hombre significaría para ella lo mismo que Nick porque, a pesar de todo, él había estado dispuesto a dar su vida por ella.
Se tumbó a su lado en la cama, encontró la cadena entre el pelo de su pecho y cubrió la alianza con su mano para dormir junto a él unas horas.
Por la mañana, Nick estaba totalmente inmóvil, sumido en un estupor profundo.
—¿Nick? —Le tocó la cara y el cuello. Ardía en fiebre. Parecía imposible que la piel humana pudiera estar tan caliente. Se levantó corriendo y accionó con fuerza el tirador de la campanilla. Con la ayuda de Joe y las criadas, intentaron bajarle la fiebre colocándole bolsas de muselina llenas de hielo alrededor del cuerpo. Nick permaneció quieto y silencioso todo el rato. ______ tuvo ciertas esperanzas cuando la fiebre pareció remitir, pero pronto reanudó su ascenso imparable.
Joe, que había asumido las tareas de Nick en el club además de las suyas, parecía casi tan exhausto como ella. Vestido aún con la ropa de la noche y la corbata gris colgándole desanudada del cuello, se acercó a donde ______ estaba sentada.
Ella nunca había estado tan desesperada. No había perdido la esperanza ni siquiera en los peores momentos pasados con los Maybrick. Pero tenía la impresión de que si su marido no sobrevivía, jamás volvería a sonreír.
Nick había sido el primer hombre que había cruzado la barrera de su timidez. Y desde el principio la había cuidado como nadie. Sonrió con tristeza al recordar el primer ladrillo caliente que le había puesto en los pies durante aquel viaje infernal a Escocia. Habló con Joe sin dejar de observar la cara pálida de su marido.
—No sé qué puedo hacer —susurró—. Cualquier médico que llame querrá sangrarlo, y le prometí que no lo permitiría.
Joe le apartó unos mechones de la cara y dijo:
—Mi abuela era curandera. Recuerdo que solía cubrirme las criadas con agua salada y ponerles una compresa de musgo seco e ciénaga. Y cuando tenía fiebre, me hacía masticar tubérculos de dondiego de noche.
—Dondiego de noche —repitió ______ sin comprender—. ¿Qué es?
—Crece en los páramos —le explicó a la vez que le pasaba el pelo suelto por detrás de la oreja.
______ apartó la cabeza, avergonzada porque no se había lavado y sabía de la importancia que los gitanos dan a la higiene personal. En contra de lo que la gente cree, había infinidad de rituales romaníes relacionados con el lavado y la limpieza.
—¿Crees que podrías encontrar un poco?
—¿De dondiego de noche?
—Y de musgo de ciénaga.
—Supongo que sí, con algo de tiempo.
—No creo que le quede mucho —indicó ______, y se le quebró la voz. Temiendo perder el control de sus emociones, se enderezó en la silla y rehuyó el contacto que Joe le ofrecía a modo de consuelo—. No; estoy bien. Encuentra lo que creas que pueda irle bien.
—Volveré pronto —dijo en voz baja, y se marchó.
______ siguió sentada junto a la cama en un estado de indecisión exhausta, consciente de que quizá debería hacer alguna concesión a su falta de sueño, comida y algún que otro cuidado mínimo, pero le daba miedo dejar a Nick siquiera unos minutos. No quería volver y encontrarse con que todo había terminado en su ausencia.
Intentó aclararse los pensamientos para tomar una decisión, pero parecía tener estropeados los mecanismos cerebrales. Encorvada en la silla, contemplaba a su marido agonizante. Le pesaban tanto el cuerpo y el alma que le resultaba imposible actuar o pensar. No fue consciente de que alguien entraba en la habitación, ni de ningún otro movimiento que no fuera el mínimo, casi imperceptible, del pecho de Nick al respirar. Pero poco a poco se dio cuenta de que había un hombre de pie junto a su silla. Su presencia emanaba una vitalidad y una fuerza contenida que contrastaba con el ambiente somnoliento de la habitación del enfermo. Al alzar los ojos, vio el rostro preocupado de lord Kevin Westcliff.
Sin mediar palabra, Kevin se agachó para levantarla y la sujetó para que no perdiese el equilibrio.
—Te he traído a alguien —le dijo en voz baja. La mirada de ______ recorrió la habitación hasta que logró concentrarla en la otra visita.
Era Lissie Bowman, ahora lady Westcliff, elegante y radiante con un vestido granate. Su tez blanca lucía algo de color del sol de Italia, y llevaba el pelo negro recogido en la nuca con una redecilla plateada bordada con cuentas. Lissie era una joven indómita, alta y esbelta, a la que cabía imaginarse capitaneando su propio barco pirata; una joven hecha para actividades peligrosas y nada convencionales. Aunque no poseía la belleza romántica de Annabelle Hunt, tenía un atractivo impresionante, de rasgos bien definidos, que proclamaban que era americana antes de oír siquiera su acento neoyorquino.
De su círculo de amigas, Lissie era la que sentía más próxima. Lissie no poseía la suavidad maternal de Annabelle, ni el optimismo radiante de Daisy. Siempre había intimidado a ______ con su lengua afilada y su impaciencia. Sin embargo, podía contarle con ella en los malos momentos. Al ver el rostro demacrado de ______, se acercó sin dudarlo y la estrechó entre sus brazos.
—______ —murmuró con cariño—. ¿En qué lío te has metido?
La sorpresa y el alivio de sentirse tan arropada por una amiga a la que no esperaba ver la abrumaron por completo. Sintió cómo se agudizaba el dolor en los ojos y la garganta hasta que no pudo contener más el llanto.
—Tendrías que haber visto cómo reaccioné cuando Annabelle y Daisy me contaron lo que habías hecho —dijo Lissie, y la abrazó con más fuerza palmeándole la espalda—. Casi me caigo redonda, y después lancé toda clase de imprecaciones contra St. Jonas por aprovecharse de ti. Estuve tentada de venir aquí y dispararle. Pero parece que alguien me ha evitado la molestia.
—Lo amo —susurró ______ entre sollozos.
—No es posible —soltó Lissie inexpresivamente.
—Sí, lo amo, y voy a perderlo como perdí a mi padre. No lo soporto...
—Sólo tú podrías amar a un hombre tan vil y egoísta —murmuró Lissie tras suspirar—. Admito que tiene su atractivo, pero sería mejor que dieras tu cariño a alguien que pudiera corresponderte.
—¡Lissie! —protestó ______.
—De acuerdo. Supongo que no está bien denostar a un hombre postrado. De momento me callaré. —Se separó y observó las demacradas facciones de ______ con preocupación Las demás querían venir, claro. Pero Daisy no está casada y, por tanto, no puede ni estornudar sin acompañante, y Annabelle si cansa con facilidad debido a su estado. Pero Kevin y yo estamos aquí, y vamos a solucionarlo todo.
—No podréis —gimoteó ______—. Su herida... Está muy grave. Ha entrado en co... coma, creo.
Lissie la rodeó con un brazo y se volvió hacia el conde para preguntarle con voz de sargento de caballería:
—¿Está en coma, Kevin?
El conde, que estaba inclinado hacia el cuerpo boca abajo de Nick, le dirigió una mirada irónica.
—Dudo que nadie pudiera estarlo con el alboroto que armas. No, si estuviera en coma no se despertaría. Y no hay duda de que se movió cuando gritaste.
—Yo no grité —lo corrigió Lissie—. Sólo hablé en voz alta. Es distinto.
—¿De veras? —repuso Kevin con suavidad, a la vez que destapaba a Nick hasta las caderas—. Levantas la voz tan a menudo que no veo la diferencia.
Lissie soltó a ______ con una risita mordaz.
—Como estoy casada contigo, me... Dios mío, ¡es horrible! —exclamó al ver la herida de Nick, que quedó al descubierto cuando Kevin le quitó el vendaje.
—Sí—dijo el conde en tono grave mientras observaba la herida purulenta, con las líneas rojas que se dirigían hacia arriba.
______ se secó las mejillas y se acercó a la cama. Kevin, competente como siempre, sacó un pañuelo de la chaqueta y se lo dio.
—Ha estado insensible desde ayer por la tarde —explicó ______ tras secarse los ojos y sonarse la nariz—. No permití que el doctor Hammond le sangrara. Nick no quería. Pero ahora me gustaría haberlo hecho. Podría haberle mejorado. Pero es que no podía dejar que le hicieran algo en contra de su voluntad. La forma en que me miró...
—Dudo mucho que le hubiera mejorado —dijo Kevin—. Podría haber acabado con él.
Lissie se acercó más y se estremeció al ver la asquerosa herida y la palidez amarillenta de Nick.
—¿Qué podemos hacer, entonces?
—El señor Miller sugirió cubrir la herida con una solución salina —indicó ______ a la vez que cubría con cuidado el orificio de bala y tapaba a Nick hasta los hombros—. Conoce una planta que podría bajarle la fiebre. Ahora mismo ha ido a buscarlo todo.
—Podríamos lavársela con jugo de ajo —sugirió Lissie—. Mi niñera solía hacerlo con los cortes y arañazos, y se curaban mucho más rápido.
—Mi vieja ama de llaves, la señora Faircloth, utilizaba vinagre —murmuró Kevin—. Ardía muchísimo, pero iba bien. Creo que podríamos probar una combinación de las tres cosas y añadirle esencia de trementina.
—¿Resina de pino? —Lissie lo miró indecisa.
—Destilada —contestó Kevin—. He visto cómo curaba gangrenas. —Volvió a Lissie hacia él y le dio un beso cariñoso en la frente—. Conseguiré todo lo necesario y calcularé las proporciones —dijo. Su expresión era grave, pero sus ojos sombríos reflejaron un brillo cariñoso cuando se fijaron en los de su mujer—. Mientras tanto, dejaré la situación en tus manos.
—Será mejor que te des prisa. — Lissie resiguió el borde del cuello de la camisa de Kevin con el dedo dejando que la yema tocara su piel morena—. Si St. Jonas se despierta y ve que está a mi merced, es probable que se muera del susto.
—No se morirá —aseguró Kevin.
—Si tú lo dices —repuso Lissie—, así será. Ni el mismísimo diablo se atrevería a contradecirte una vez que has decidido algo. Intercambiaron una breve sonrisa antes de que Kevin se marchara. —Qué arrogante y engreído es —comentó Lissie sin dejar de sonreír mientras observaba cómo el conde se iba—. Dios mío, lo adoro.
—¿Cómo fue que...? —______ se tambaleó.
—Tenemos muchas cosas de que hablar, cielo —la interrumpió enérgicamente Lissie—. Por lo que tendremos que dejarlo para después. Estás medio muerta de cansancio. Y, francamente, no te iría mal un baño. —Buscó el tirador con la mirada y, en cuanto lo localizó en el rincón, llamó—. Ahora estoy aquí para cuidar de ti. Vamos a pedir que llenen una bañera para que te laves, y después tomarás unas tostadas con algo de té.
______ sacudió la cabeza y abrió la boca para protestar, pero Lissie desechó sus objeciones con firmeza.
—Yo me encargaré de St. Jonas.
Sin entender por qué su amiga se ofrecía a cuidar a su raptor, ______ la miró con recelo. Su amiga no destacaba por ser compasiva y, aunque jamás lastimaría a un hombre indefenso postrado en una cama, dejar a Nick a su merced no la tranquilizaba del todo.
—No puedo creer que quieras... después de lo que te hizo.
—No lo hago por él, cielo —sonrió Lissie con ironía—. Lo hago por ti. Y por Kevin, que por alguna razón se niega a considerarlo una causa perdida. —Al ver que ______ seguía dudando, entornó los ojos con impaciencia—. Por el amor de Dios, ve a bañarte. Y hazte algo en el pelo. No te preocupes por St. Jonas. Seré tan amable con él como lo sería con mi propio marido.
—Gracias —susurró ______, y notó que los ojos volvían a llenársele de lágrimas.
—Oh, cielo... —Lissie adoptó una expresión de compasión que ______ nunca le había visto y la abrazó de nuevo—. No te preocupes. No se va a morir. Sólo la gente buena se muere prematuramente —comentó, y añadió con una risita—: Los capullos egoístas como St. Jonas viven décadas para atormentar a los demás.
______ se bañó y se cambió con la ayuda de una criada. Se puso un vestido holgado sin corsé, se hizo una trenza en el cabello y se calzó unas zapatillas de punto. Al volver a la habitación de Nick, vio que Lissie la había ordenado y había descorrido las cortinas. Llevaba un trapo atado a la cintura a modo de delantal improvisado, que estaba manchado, lo mismo que su canesú.
—Le hice tomar un poco de caldo —explicó Lissie—. Me costó conseguir que lo tragara, ya que no estaba lo que se dice consciente, pero insistí hasta que tomó casi medio tazón. Creo que transigió con la esperanza de que yo fuese una pesadilla que desaparecería si me seguía la corriente.
______ había sido incapaz de conseguir que Nick bebiese nada desde la mañana anterior.
—Eres fantástica.
—Sí, ya lo sé. — Lissie hizo un gesto de impaciencia, incomoda como siempre que la alababan—. Acaban de subirte una bandeja; está ahí, en la mesa junto a la ventana. Huevos escaldados con tostadas. Cómetelo todo, cielo. No me gustaría tener que usar la fuerza también contigo.
Mientras ______ se sentaba y atacaba obedientemente una tostada untada de mantequilla, Lissie cambió el paño de la frente de Nick.
—Debo admitir que cuesta aborrecerlo viéndolo tan mal. Y dice mucho a su favor que esté herido por protegerte. —Se sentó en la silla situada junto a la cama y miró a ______—. Me pregunto por qué lo haría. Es egoísta hasta la médula. No es en absoluto la clase de hombre que se sacrificaría por nadie.
—No es tan egoísta —farfulló ______, y acompañó la tostada con un sorbo de té caliente.
—Kevin cree que St. Jonas está enamorado de ti.
______ se atragantó un poco y no se atrevió a levantar los ojos del plato.
—¿Por qué cree eso?
—Como lo conoce desde pequeño, lo entiende bastante bien. Y considera que tiene su lógica que hayas sido tú quien finalmente lo conquistó. Dice que una chica como tú serías... mmm... ¿Cómo lo dijo? No recuerdo las palabras exactas, pero era algo como que serías la fantasía más íntima y secreta de St. Jonas.
______ se ruborizó y procuró contestar con sarcasmo.
—Al contrario, su fantasía es tener relaciones con todas las mujeres que se le crucen por delante.
—Esa no es la fantasía de St. Jonas, cielo, es su realidad —la contradijo Lissie con una sonrisa—. Y tú puede que seas, en comparación, la primera muchacha dulce y decente con la que se relaciona. Nunca había conocido a alguien como tú.
—Pasó mucho tiempo contigo y con Daisy en Hampshire.
—Yo no soy nada dulce, cielo —aclaró Lissie, divertida con el comentario de su amiga—. Y tampoco lo es mi hermana. No me digas que te has engañado pensando eso todo este tiempo.
Sin entender por qué su amiga se ofrecía a cuidar a su raptor, ______ la miró con recelo. Su amiga no destacaba por ser compasiva y, aunque jamás lastimaría a un hombre indefenso postrado en una cama, dejar a Nick a su merced no la tranquilizaba del todo.
—No puedo creer que quieras... después de lo que te hizo.
—No lo hago por él, cielo —sonrió Lissie con ironía—. Lo hago por ti. Y por Kevin, que por alguna razón se niega a considerarlo una causa perdida. —Al ver que ______ seguía dudando, entornó los ojos con impaciencia—. Por el amor de Dios, ve a bañarte. Y hazte algo en el pelo. No te preocupes por St. Jonas. Seré tan amable con él como lo sería con mi propio marido.
—Gracias —susurró ______, y notó que los ojos volvían a llenársele de lágrimas.
—Oh, cielo... —Lissie adoptó una expresión de compasión que ______ nunca le había visto y la abrazó de nuevo—. No te preocupes. No se va a morir. Sólo la gente buena se muere prematuramente —comentó, y añadió con una risita—: Los capullos egoístas como St. Jonas viven décadas para atormentar a los demás.
______ se bañó y se cambió con la ayuda de una criada. Se puso un vestido holgado sin corsé, se hizo una trenza en el cabello y se calzó unas zapatillas de punto. Al volver a la habitación de Nick, vio que Lissie la había ordenado y había descorrido las cortinas. Llevaba un trapo atado a la cintura a modo de delantal improvisado, que estaba manchado, lo mismo que su canesú.
—Le hice tomar un poco de caldo —explicó Lissie—. Me costó conseguir que lo tragara, ya que no estaba lo que se dice consciente, pero insistí hasta que tomó casi medio tazón. Creo que transigió con la esperanza de que yo fuese una pesadilla que desaparecería si me seguía la corriente.
______ había sido incapaz de conseguir que Nick bebiese nada desde la mañana anterior.
—Eres fantástica.
—Sí, ya lo sé. — Lissie hizo un gesto de impaciencia, incomoda como siempre que la alababan—. Acaban de subirte una bandeja; está ahí, en la mesa junto a la ventana. Huevos escaldados con tostadas. Cómetelo todo, cielo. No me gustaría tener que usar la fuerza también contigo.
Mientras ______ se sentaba y atacaba obedientemente una tostada untada de mantequilla, Lissie cambió el paño de la frente de Nick.
—Debo admitir que cuesta aborrecerlo viéndolo tan mal. Y dice mucho a su favor que esté herido por protegerte. —Se sentó en la silla situada junto a la cama y miró a ______—. Me pregunto por qué lo haría. Es egoísta hasta la médula. No es en absoluto la clase de hombre que se sacrificaría por nadie.
—No es tan egoísta —farfulló ______, y acompañó la tostada con un sorbo de té caliente.
—Kevin cree que St. Jonas está enamorado de ti.
______ se atragantó un poco y no se atrevió a levantar los ojos del plato.
—¿Por qué cree eso?
—Como lo conoce desde pequeño, lo entiende bastante bien. Y considera que tiene su lógica que hayas sido tú quien finalmente lo conquistó. Dice que una chica como tú serías... mmm... ¿Cómo lo dijo? No recuerdo las palabras exactas, pero era algo como que serías la fantasía más íntima y secreta de St. Jonas.
______ se ruborizó y procuró contestar con sarcasmo.
—Al contrario, su fantasía es tener relaciones con todas las mujeres que se le crucen por delante.
—Esa no es la fantasía de St. Jonas, cielo, es su realidad —la contradijo Lissie con una sonrisa—. Y tú puede que seas, en comparación, la primera muchacha dulce y decente con la que se relaciona. Nunca había conocido a alguien como tú.
—Pasó mucho tiempo contigo y con Daisy en Hampshire.
—Yo no soy nada dulce, cielo —aclaró Lissie, divertida con el comentario de su amiga—. Y tampoco lo es mi hermana. No me digas que te has engañado pensando eso todo este tiempo.
Cuando por fin se tranquilizó, ______ alzó los ojos y vio que Lissie los contemplaba con los ojos entornados y sacudiendo ligeramente la cabeza, como asombrada. ______ supuso que como sólo había conocido a Nick en su papel de arrogante calavera que merodeaba por la finca de Kevin, verlo en semejantes circunstancias debía de resultarle increíble.
Mientras tanto, Kevin se había quitado la chaqueta y remangado la camisa, y estaba removiendo una mezcla que propagó un hedor cáustico por la habitación. Lissie, cuyo olfato era especialmente sensible, hizo una mueca y se estremeció.
—Es la combinación de olores más espantosa que he olido en mi vida.
—Esencia de trementina, ajo y otros ingredientes que el boticario sugirió —explicó Joe—. También dijo que después le aplicáramos una cataplasma de miel, ya que eso evita que las heridas se infecten.
Y a continuación extrajo de una caja de madera un embudo de latón y un objeto cilíndrico con un mango en un extremo y una especie de aguja en el otro.
—¿Qué es eso? —exclamó ______, asustada.
—También del boticario —explicó Joe, y elevó el artilugio para observarlo con los ojos entornados—. Una jeringa. Cuando le describimos lo que pensábamos hacer, dijo que si la herida era tan profunda, la única forma de irrigarla bien era usando esto.
Después de disponer una serie de instrumentos, recipientes de productos químicos y un montón de toallas y trapos doblados, Kevin se dirigió a las dos mujeres.
—Esto será bastante desagradable —anunció—. Por tanto, si hay alguien aprensivo... —Miró de modo significativo a Lissie, que hizo una mueca.
—Yo soy aprensiva, como muy bien sabes —admitió—. Pero puedo dominarme si es necesario.
Una sonrisa cariñosa iluminó el rostro impasible del conde.
—Te evitaremos el mal trago, cariño. ¿Quieres salir de la habitación?
—Me sentaré junto a la ventana —dijo Lissie, y se alejó agradecida de la cama.
Kevin miró a ______ con una pregunta silenciosa en los ojos.
—¿Dónde me pongo? —dijo ésta.
—A mi izquierda. Necesitaremos muchas toallas, así que irás sustituyendo las sucias cuando sea necesario.
—Muy bien.
Ocupó su lugar mientras Joe se colocaba a la derecha del conde. Cuando ______ alzó los ojos hacia el perfil decidido de Kevin, de repente le costó creer que ese hombre poderoso, que siempre la había intimidado tanto, estuviera dispuesto a todo eso por ayudar a un amigo que lo había traicionado. Sintió una enorme gratitud, y no pudo evitar tirarle un poco de la manga.
—Tengo que decirte algo antes de empezar...
—¿Sí? —Kevin ladeó la cabeza hacia ella.
Como no era tan alto como Nick, a ella le fue fácil ponerse de puntillas para besarle la mejilla.
—Gracias por ayudarlo —dijo mirándolo a los ojos, que lucían una expresión de sorpresa—. Eres el hombre más honorable que he conocido.
Sus palabras hicieron ruborizar aquella cara bronceada por el sol, y por primera vez desde que se conocían, parecía que el conde no sabía qué decir.
—Sus motivos no son tan honorables —aseguró Lissie, que los observaba desde el otro lado de la habitación con una sonrisa—. Estoy segura de que le entusiasma la idea de verter literalmente sal en las heridas de St. Jonas.
A pesar de su sorna, Lissie palideció y se aferró a los brazos de la silla cuando Kevin tomó una lanceta delgada y reluciente, y procedió a abrir y drenar con cuidado la herida.
Incluso después de la dosis abundante de morfina, el dolor hizo que Nick arqueara la espalda y se retorciera con el rostro contraído, mientras soltaba protestas incoherentes. Joe lo inmovilizó para evitar cualquier movimiento. Lo más difícil fue, sin embargo, cuando Kevin empezó a verter agua salada en la herida. Nick gritó con aspereza y forcejeó mientras su amigo utilizaba la jeringa repetidamente hasta que la solución salina que empapaba las toallas que tenía bajo el cuerpo adquirió un tono rosado debido a la sangre. Kevin se afanó de modo firme y preciso, con una eficiencia y energía que cualquier cirujano habría admirado. De algún modo, ______ fue capaz de superar su angustia, que sepultó bajo capas de aturdimiento mientras se afanaba con la misma indiferencia que mostraban Kevin y Joe. Metódicamente, retiraba las toallas sucias ponía otras nuevas en el costado de su marido. Para su inmenso alivio, Nick se desmayó enseguida, de modo que permaneció ajeno al resto del doloroso tratamiento.
Una vez la carne viva estuvo limpia, Kevin embebió un algodón en la mezcla de trementina y empapó la herida a conciencia. Después se apartó y dejó actuar a Joe, que envolvió un poco de musgo de ciénaga en un paño de muselina, lo untó de miel y lo aplicó con cuidado en la zona.
—Ya está —anunció el romaní, y desató por fin las extremidades de Nick—. La curación empezará desde dentro. Seguiremos con las cataplasmas unos cuantos días y después prescindiremos del musgo y dejaremos que crezca piel nueva.
Luego, todos aunaron esfuerzos para rodear totalmente la cintura esbelta de Nick con una venda de lino y para cambiar las sábanas mojadas a efectos de dejar la cama limpia y seca.
Cuando hubieron terminado, ______ empezó a temblar debido a la tensión. Vio con sorpresa que hasta Kevin parecía cansado, y que soltaba un largo suspiro mientras con un trapo se enjugaba la sudorosa cara. Lissie se acercó a él para abrazarlo y murmurarle palabras cariñosas.
—Creo que deberíamos cambiar la cataplasma y el vendaje unas dos veces al día —comentó Joe mientras se lavaba las manos con agua y jabón—. Si al anochecer no le ha bajado la fiebre, doblaremos la dosis de dondiego. —Hizo señas a ______ para que se acercara y le lavó también las manos y los brazos—. Todo irá bien, princesa. Cuando el conde drenaba la herida, no se veía tan mal como me temía.
______ meneó la cabeza con desaliento mientras esperaba con pasividad infantil a que le secara las manos.
—No puedo permitirme ninguna esperanza...
Se le fue apagando la voz. Notó como si el suelo se inclinara bajo sus pies, y se movió con torpeza para tratar de conservar el equilibrio. Joe la sujetó y se la acercó al pecho.
—A la cama —ordenó mientras la llevaba hacia la puerta.
—Nick... —farfulló ella.
—Nosotros nos ocuparemos de él mientras tú descansas.
No pudo elegir, ya que su cuerpo, privado de sueño y exhausto, se negó a seguir sosteniéndola. Lo último que supo fue que Joe la acostaba en la cama y la arropaba como si fuera una niña pequeña. En cuanto su calor corporal empezó a caldear las sábanas frías, se sumió en un sueño tranquilo.
Al despertarse, ______ vio la alegre llama de una vela en la mesita de noche. Había alguien sentado a los pies de la cama. Era Lissie, con aspecto desaliñado y cansado y el cabello recogido en la nuca.
______ se incorporó despacio y se frotó los ojos.
—¿Es de noche? —preguntó con voz ronca—. Debo de haber dormido toda la tarde.
—Has dormido día y medio, cielo —replico su amiga con una sonrisa—. Kevin y yo hemos cuidado de tu príncipe azul mientras Miller dirigía el club.
______ se pasó la lengua por la boca pastosa y terminó de incorporarse, asustada.
—Nick... —se esforzó por preguntar mientras el corazón le latía con fuerza—. ¿Está...?
—¿ Qué quieres oír primero, la buena noticia o la mala? —repuso Lissie con dulzura tras tomarle la mano entre las suyas.
______ sacudió la cabeza, incapaz de hablar. Miró a su amiga con labios temblorosos, sin pestañear.
—La buena es que le ha bajado la fiebre y que la herida ya no está infectada —explicó Lissie, y sonrió para añadir—: La mala es que tal vez tengas que soportar a ese bribón el resto de tu vida.
______ se echó a llorar de alivio.
—¡Oh, Dios mío!
Se tapó los ojos con la mano libre mientras los sollozos le sacudían los hombros. Lissie le oprimió la mano con fuerza.
—Sí—comentó Lissie con voz seca—. Yo también lloraría si fuera mi marido, aunque por razones muy distintas.
Eso hizo sonreír a ______, que sacudió la cabeza sin destaparse todavía los ojos llorosos.
—¿Está consciente? ¿Puede hablar?
—Sí, ha preguntado varias veces por ti, y se enfurruñó cuando me negué a despertarte antes.
______ bajó la mano y la observó a través de las lágrimas.
—Estoy segura de que no quería ser desagradecido —comentó—. Después de to... todo lo que has hecho...
—No trates de justificarle —indicó Lissie, divertida—. Lo conozco bastante bien. Y desde luego no me creo que quiera a nadie que no sea él mismo, bueno, acaso un poquito a ti. Pero si te hace feliz, supongo que tendré que soportarlo.
Lissie arrugó la nariz y pareció buscar de dónde procedía un olor desagradable antes de detectarlo en las mangas de su vestido.
—Oh, menos mal que mi familia posee una fábrica de jabón. Porque necesitaré cien pastillas para quitarme la peste de esa maldita cataplasma.
—Nunca podré agradecerte lo suficiente que lo hayas cuidado —dijo ______.
—No hay de qué —contestó alegremente Lissie tras levantarse de la cama y encogerse de hombros—. Valió la pena, aunque sólo sea para que St. Jonas esté en deuda conmigo. No podrá volver a mirarme a la cara sin la humillación de recordar que le he visto desnudo e inconsciente en una cama.
—¿Lo viste desnudo? —preguntó ______ arqueando las cejas.
—Bah —dijo su amiga con afectado desdén, ya de camino hacia la puerta—. Lo vi un par de veces, dada la situación de la herida. —Al llegar a la puerta dirigió a ______ una mirada picara—. Sobre ese rumor que circula sobre él, tengo que admitir que se queda corto.
—¿Qué rumor? —preguntó ______ sin comprender, y Lissie se fue de la habitación soltando una risita.
Invitado
Invitado
Re: "El diablo En Invierno" (Nick & tu)
CAPITULO 20
Antes de que hubiera pasado una semana, Nick se había convertido en el peor paciente imaginable. Se curaba a un ritmo considerable, aunque no lo bastante deprisa para su gusto, y se frustraba él mismo y a todos los demás al exceder todos los límites. Quería ponerse la ropa de costumbre y comer como siempre. Insistió obstinadamente en levantarse y recorrer renqueante los aposentos y la galería superior, sin hacer caso de las protestas exasperadas de ______. Sabía que no podía forzar su recuperación, que exigiría tiempo y paciencia, pero no podía controlarse.
Jamás había dependido de nadie, y ahora que debía su vida a Kevin, Lissie, Joe y, sobre todo, a ______, lo embargaban unas sensaciones desconocidas: la gratitud y la vergüenza. No soportaba mirarlos a los ojos, de modo que se refugiaba en una hosca arrogancia.
Los peores momentos eran cuando estaba a solas con ______. Cada vez que ella entraba en la habitación, sentía una conexión aterradora, una sensación desconocida, y la combatía hasta quedarse exhausto, le hubiera ido bien provocar una discusión con ella, cualquier cosa para establecer la distancia necesaria, pero eso era imposible ya que ______ satisfacía todas sus peticiones con paciencia y preocupación infinita. No podía acusarla de esperar gratitud, ya que ella no daba a entender que se la debiera. No podía acusarla de atosigarlo, ya que cuidaba de él con una eficiencia delicada, y tenía el tacto de dejarlo solo salvo que él la llamara.
Él, que nunca había temido nada, estaba aterrado del poder que ______ tenía sobre él. Y le daba miedo su deseo de estar con ella todos los minutos del día, de verla, de oír su voz. Anhelaba su contacto. Su piel parecía estar pendiente de las caricias de su esposa, como si esa sensación formase parte de su cuerpo. Era algo distinto a la mera necesidad sexual, era una especie de adicción patética e irremediable.
Saber que Joss Bullard había atentado contra ______ le atormentaba aún más. Tenía que averiguar por qué Bullard había llegado a tal extremo, por qué demonios quería matar a la persona más dulce del mundo. Nick quería la sangre de Bullard. Quería hacerlo picadillo. El hecho de que yaciera indefenso en la cama mientras Bullard deambulaba libremente por Londres bastaba para ponerlo furioso. No lo tranquilizaba en absoluto que el inspector de policía asignado al caso le asegurara que se estaba haciendo todo lo posible por encontrar a Bullard. Así pues, Nick había ordenado a Joe que contratara a más investigadores privados, incluido un ex policía, para que llevaran a cabo una búsqueda intensiva. Mientras tanto, no podía hacer nada más y se consumía en su inactividad forzosa.
Cinco días después de que la fiebre remitiera, ______ hizo subir a su habitación una bañera. Nick, encantado, se relajó en el agua humeante mientras ella lo afeitaba y le ayudaba a lavarse el pelo. Cuando estuvo limpio, seco y debilitado, volvió a la cama recién hecha y dejó que su esposa le vendara la herida. El orificio de bala estaba cicatrizando tan rápido que ya no le ponían musgo, y lo llevaba ahora simplemente cubierto con una capa ligera de lino. Seguía provocándole punzadas frecuentes y un ligero dolor, pero sabía que en un par de días más podría reanudar la mayoría de sus actividades normales. Salvo su favorita, la que, según aquel nefasto trato con ______, seguía estando prohibida.
Como la parte delantera del vestido se le había empapado durante el baño de su marido, ______ había ido a cambiarse. Por pura perversión, Nick hizo sonar la campanilla de plata que tenía en la mesita de noche unos dos minutos después de que ella se hubiera ido.
______ regresó enseguida en bata.
—¿Qué quieres? —preguntó con preocupación—. ¿Ha pasado algo?
—No. (pff, xD)
—¿Es la herida? ¿Te duele?
—No.
Ella suspiró de alivio y se acercó a la cama. Tomó con delicadeza la campanilla de la mano de Nick y la dejó en la mesilla.
—¿Sabes qué? —comentó—. Si no usas la campanilla de forma más juiciosa, le quitaremos el badajo.
—He llamado porque te necesitaba —saltó Nick.
—¿Ah, sí? —replicó ______ con paciencia.
—Las cortinas. Las quiero más descorridas.
—¿No podías haber esperado un momento?
—Está demasiado oscuro. Necesito más luz.
______ separó las cortinas de terciopelo y se quedó ahí, recortada corma la pálida luz del sol invernal. Con los cabellos sueltos y los suaves rizos pelirrojos que le llegaban hasta la cintura, parecía sacada de un cuadro de Tiziano.
—¿Algo más, excelencia?
—Hay una motita en el agua. (jajajajaj)
______ se acercó a la cama y levantó el vaso medio lleno para examinarlo con ojo crítico.
—Yo no veo ninguna —dijo.
—Está ahí—gruñó Nick—. ¿Tenemos que discutir la cuestión o vas a traerme agua limpia?
Con infinito autodominio, ______ fue hasta el palanganero, vació el vaso en la jofaina de cerámica y lo llenó con agua fresca. Lo llevó a la mesita de noche y miró a su marido enarcando una ceja.
—¿Es todo, milord?
—Pues no. El vendaje me aprieta demasiado. Y el extremo suelto me queda en la espalda. No llego.
Cuanto más majadero se mostraba él, más irritantemente paciente se volvía ella. Se inclinó hacia él, le murmuró que se volviera un poco, le aflojó el vendaje y le arregló de nuevo los extremos. El roce de sus dedos en la espalda, tan fríos y delicados, aceleraron el pulso de Nick. Tumbado boca arriba de nuevo, luchó contra la excitación que su proximidad le producía.
Alzó los ojos con desesperación hacia ______ y vio sus hermosos labios en forma de arco, su piel suave y cremosa, la irresistible distribución de sus pecas. Ella le puso una mano en el pecho, sobre el corazón desbocado, y jugueteó con la alianza que colgaba de la cadena.
—Quítamela —masculló él—. Es un engorro. Me estorba.
—¿Para qué te estorba?
Nick olió su piel, la fragancia de mujer limpia y cálida, y se removió en la cama.
—Quítamela y déjala en el tocador —logró farfullar.
______ ignoró la orden, se sentó en la cama y se inclinó hacia él hasta que sus cabellos sueltos le rozaron el tórax. Nick permaneció inmóvil, pero tembló por dentro cuando ella le pasó un dedo por la mandíbula.
—Te he afeitado bien —observó ______, satisfecha—. Puede que haya pasado por alto uno o dos puntos, pero por lo menos no te destrocé la cara. Ayudó mucho que te estuvieras quieto.
—Estaba demasiado asustado para moverme —contestó él, y ______ sonrió divertida.
Incapaz de seguir sin mirarla, Nick contempló los ojos sonrientes de ______, tan redondos e increíblemente azules.
—¿Por qué llamas tan a menudo con la campanilla? —susurro ella—. ¿Te sientes solo? Sólo tienes que decirlo.
—No me siento solo —respondió como un niño obcecado.
—¿Quieres que me vaya entonces? —repuso ella con dulzura socarrona.
Nick notó un calor traicionero en la entrepierna.
—Sí, vete —contestó, y cerró los ojos mientras absorbía con avidez la fragancia de su proximidad.
Pero ______ se quedó, y el silencio se prolongó hasta que Nick tuvo la impresión de que los latidos de su corazón debían de oírse.
—¿ Quieres saber qué creo, cariño ? —preguntó ______ por fin.
—No especialmente. —Apretó los labios y cerró los ojos.
—Creo que si me voy de esta habitación, vas a usar otra vez la campanilla. Pero no importa las veces que me llames ni las que yo acuda, nunca podrás decirme lo que realmente quieres.
Nick entreabrió los ojos, lo que fue un error. Tenía la cara de ______ muy cerca y sus suaves labios a escasos centímetros.
—En este momento sólo quiero algo de tranquilidad —refunfuñó—. Así que si no te importa...
______ le besó los labios suavemente para acallarlo. Nick se excitó fulminantemente y levantó las manos como para apartarle la cabeza, pero en cambio sus dedos temblorosos se la sujetaron para profundizar y prolongar el beso con una urgencia voraz.
Se avergonzó al descubrirse jadeando como un muchacho inexperto cuando ______ terminó el beso. Ella tenía los labios rosados y húmedos, y las pecas le brillaban como oro en polvo sobre las mejillas.
—También creo que vas a perder nuestra apuesta —susurró ______ con voz agitada.
—¿Te parece que estoy en condiciones de ir detrás de otras mujeres? —se quejó Nick, a quien la frustración le ensombreció el rostro—. A menos que me traigas una mujer a la cama, no estoy como para...
—No me refiero a que la pierdas por acostarte con otra mujer —aseguró ______ con un brillo pícaro en los ojos, y empezó a desabrocharse la bata. Las manos le temblaban levemente—. La perderás conmigo.
Nick observó incrédulo cómo se levantaba para quitarse la bata. Quedó desnuda ante él, con los pezones erectos y rosados. Había adelgazado, pero sus pechos seguían redondos y firmes, y las caderas le marcaban con generosidad las curvas de su ceñida cintura. Nick miró el triángulo de aquel deseable pubis y su propia entrepierna dio un respingo.
—No puedes hacerme perder la apuesta —graznó—. Eso es trampa.
—No prometí no hacer trampa —replicó ______ con desenfado, y se estremeció al meterse en la cama con él.
—Maldita sea, no pienso colaborar. Yo... —Siseó al notar la suavidad del cuerpo de ______, el roce de su vello púbico en la cadera cuando ella deslizó una pierna entre las suyas. Apartó la cabeza cuando ella intentó besarle—. No puedo... —balbuceó para disuadirla—. Estoy demasiado débil.
Fogosa y resuelta, le hizo volver la cabeza hacia ella.
—Pobrecito —murmuró sonriente—. No te preocupes. Iré con cuidado.
—______ —suplicó Nick, excitado y furioso, con voz ronca—. Tengo que demostrar que puedo pasar tres meses sin... No, no hagas eso. Maldita sea, ______...
Su esposa había desaparecido bajo las sábanas y le iba plantando besos por el tórax hacia el abdomen, con cuidado de no descolocar el vendaje. Nick trató de incorporarse, pero una punzada en la herida aún no sanada del todo lo tumbó de nuevo con un gruñido de dolor. Después gruñó por una razón muy distinta: ______ había alcanzado su pene, tieso y dolorido, y le lamía delicadamente el glande.
Era evidente que no tenía ninguna experiencia en esos menesteres. No sabía nada de la técnica, y muy poco de la anatomía masculina. Pero eso no le impidió aplicarse con un ardor inocente, dándole besos breves en la zona sensible y prolongándolos cuando le oía gemir. Jugueteó con escasa habilidad con los testículos, y luego tanteó con los labios y la lengua hasta llegar de nuevo a la punta vibrante del turgente miembro. Entonces intentó averiguar cuánto le cabía en la boca. Nick se aferró al edredón con el cuerpo ligeramente arqueado, como atado a un potro de tortura. Una excitación desbocada le recorría los nervios y le nublaba la mente.
Todos los recuerdos de otras mujeres desaparecieron para siempre de su memoria. Sólo estaba ______, su cabellera que le acariciaba el estómago y los muslos, sus dedos juguetones y su boca traviesa que le producían un placer indescriptible. Cuando ya no pudo contener más sus gemidos, ______ se situó a horcajadas sobre él, y ascendió despacio por su cuerpo como una leona. Le buscó la boca con besos provocadores, mientras los pezones le acariciaban el pecho y ella se restregaba contra él ronroneando de satisfacción al absorber la calidez del cuerpo masculino.
Él soltó un grito ahogado cuando ______ deslizó una mano entre ambos. Estaba tan excitado que tuvo que manipularle con cuidado el sexo antes de lograr encajárselo entre los muslos. Su vello púbico le hizo cosquillas en la piel sensible mientras lo guiaba entre los pliegues de su cuerpo.
—No —logró decir Nick al recordar la apuesta—. Ahora no. ______, no...
—Oh, deja de protestar. Yo no armé tanto jaleo en nuestra noche de bodas, y eso que era virgen.
—Pero no quiero. Oh, Dios mío. Madre mía...
______ le había situado la punta del sexo en su abertura, tan ajustada y suave que lo dejó sin aliento. ______ se estremeció mientras seguía guiándole el miembro con la mano para introducírselo del todo. Ver las dificultades que ella tenía para situarlo bien lo excitó todavía más, provocándole un hormigueo en todo el cuerpo. Y entonces se produjo el deslizamiento lento y milagroso de la dureza en la suavidad.
Nick recostó la cabeza en la almohada con las facciones desencajadas de deseo mientras se miraban a los ojos. ______ emitió un murmullo de satisfacción y cerró los ojos mientras se concentraba en aumentar la penetración. Se movió con cuidado, demasiado inexperta para establecer o seguir un ritmo. Nick había sido siempre bastante silencioso en sus relaciones íntimas, pero mientras el cuerpo exuberante de ______ ascendía y descendía, y su sexo mojado le frotaba y acariciaba el pene, se oyó a sí mismo mascullar súplicas y palabras excitantes.
Logró inclinarla más hacia él y hacerla apoyar más en su cuerpo para ajustar el ángulo entre ambos. ______ se resistió un poco porque temía lastimarlo, pero él le tomó la cabeza entre las manos.
—Sí, amor mío... —le susurró, tembloroso—. Así, cariño... Sí, muévete así...
A ella se le desorbitaron los ojos cuando notó la diferencia en la postura, la mayor fricción en la zona más sensible de su sexo. Nick estableció un ritmo para aumentar la profundidad y penetrarla con movimientos regulares.
El mundo se redujo al lugar donde ambos se unían literalmente. ______ cerró los ojos y sus párpados ocultaron su mirada perdida. Nick vio cómo se ruborizaba. La adoraba y, sin dejar de provocarle placer con sus embestidas, lo embargó una ternura inmensa.
—Bésame —pidió con voz gutural, y acercó los labios a los suyos para saborearle despacio la boca con la lengua.
______ sollozó y se estremecía de placer con las caderas pegadas a las suyas cada vez que él la penetraba por completo. Nick se entregó a ella para que llegara al éxtasis en grandes oleadas voluptuosas. Cuando se relajó sobre él e intentó recuperar el aliento, Nick le acarició la espalda sudada y le deslizó los dedos con suavidad hacia el redondeado montículo de las nalgas. Para su placer, ______ se retorció y se tensó sin poder evitarlo. Si estuviera pletórico de fuerzas... Oh, las cosas que le liaría.
En lugar de eso, se desplomó en la cama exhausto con la cabeza dándole vueltas. ______ se separó de él con torpeza y se acurrucó a su lado.
—Estás intentando matarme —farfulló Nick, y notó que ella le daba un beso en el hombro.
—Ahora que has perdido la apuesta, tendremos que pensar en otro pago, puesto que ya pediste disculpas a lord Kevin —susurró ______.
Aunque le había costado horrores, Nick había pedido perdón tanto a Kevin como a Lissie antes de que se marcharan del club. Había descubierto así que lo único peor que pedir disculpas es que te perdonen. Lo había hecho sin que ______ estuviera presente, para no aumentar su propia vergüenza.
—Lissie me lo dijo —aclaró ella, como si le leyera el pensamiento. Levantó la cabeza con una sonrisa lánguida.
—Se suponía que iba a mantener la boca cerrada —refunfuñó Nick, y volvió a bajarle la cabeza hacia su hombro.
—Las floreros nos lo contamos todo.
—Dios me ampare —farfulló Nick unos segundos después de cerrar los ojos y sumirse en un sueño profundo y reparador.
La noche siguiente Kevin fue al club y se sorprendió al saber que Nick había bajado a la sala principal de juego por primera vez desde el tiroteo.
—Un poco pronto, ¿no? —preguntó cuando ______ entró con él en los aposentos privados del primer piso.
Los observaba atentamente un empleado al que Joe había apostado en la galería, una de las nuevas medidas de seguridad. Hasta que atraparan a Bullard, se controlaba discretamente a todos los clientes.
—Está yendo demasiado deprisa —respondió ella—. No soporta la idea de parecer inútil, y cree que nada puede hacerse bien sin su supervisión.
—El interés de St. Jonas por este sitio parece bastante auténtico —comentó Kevin con una sonrisa—. Admito que nunca habría imaginado que asumiera una responsabilidad así por voluntad propia. Durante años ha llevado una vida ociosa, sin objetivos, en la que desperdiciaba su considerable inteligencia. Pero al parecer lo único que necesitaba era una salida adecuada para su talento.
Se acercaron al balcón para asomarse a la sala principal, que estaba abarrotada. ______ distinguió el cabello dorado de Nick, medio sentado en el escritorio del rincón, relajado y sonriente mientras charlaba con un grupo de hombres. Su actuación diez días atrás, cuando había salvado la vida a su esposa, le había granjeado la admiración y simpatía públicas, en especial después de que un artículo del Times lo tildase de héroe. Eso, y la percepción de que había renovado su amistad con el poderoso Kevin, había bastado para que Nick gozara de una inmediata popularidad. Diariamente llegaban al club montones de invitaciones que solicitaban la asistencia de lord y lady St. Jonas a algún baile, velada u otro evento social, y que ellos declinaban debido al luto.
También recibían cartas perfumadas y escritas por manos femeninas. ______ no se había atrevido a abrir ninguna, ni había preguntado por las remitentes. Las cartas se habían acumulado en la oficina, cerradas e intactas, hasta que esa misma mañana ______ se había decidido a comentarlo mientras desayunaban en la habitación de Nick.
—Tienes un montón de correspondencia sin abrir que ocupa la mitad de la oficina. ¿Qué quieres que hagamos con todas esas cartas? —Una sonrisa picara le asomó a los labios al añadir—: ¿Quieres que te las lea mientras descansas?
—Deshazte de ellas —soltó Nick con brusquedad—. O mejor aún, devuélvelas sin abrir.
Su respuesta le provocó una profunda satisfacción, aunque procuró ocultarlo.
—No me opondría a que mantuvieras correspondencia con otras mujeres —comentó—. Muchos hombres lo hacen sin que eso implique ninguna falta de decoro.
—Yo no. —Nick la miró a los ojos como para asegurarse de que lo entendía—. Ahora no.
Ahora, de pie junto a Kevin, ______ observó a su marido con un placer posesivo. Nick seguía demasiado delgado, aunque había recuperado el apetito, y su elegante traje le quedaba un poco grande. Pero tenía los hombros anchos y un color saludable, y la pérdida de peso le realzaba la bella estructura ósea de su cara. A pesar de que se movía con dificultad, seguía poseyendo la gracia depredadora que las mujeres admiraban y que los hombres trataban, en vano, de emular.
—Gracias por salvarlo —dijo a Kevin sin apartar los ojos de su marido.
—Tú lo salvaste, ______, la noche que le propusiste casarte con él —respondió el conde, y la miró de reojo—. Lo que demuestra que los momentos de locura pueden tener a veces resultados positivos. Si no te importa, bajaré para informar a St. Jonas de las novedades sobre Bullard.
—¿Lo han encontrado?
—Todavía no. Pero pronto lo harán. Llevé la pistola de Bullard a Manson e Hijo y les pedí información sobre el encargo original, visto que no logré descifrar el nombre grabado en el escudete. Resulta que la pistola tiene diez años, lo que conllevó una larga búsqueda en muchas cajas de documentos antiguos. Hoy me confirmaron que la habían hecho para lord Belworth, que vuelve a Londres esta noche para atender asuntos parlamentarios. Por la mañana iré a verlo para preguntarle sobre esta cuestión. Si averiguamos cómo Bullard se hizo con la pistola, quizá nos ayude a localizarlo.
—Costará mucho encontrar a un hombre que se esconde en una ciudad que tiene más de un millón de habitantes —comentó ______ con ceño.
—Casi dos millones —precisó Kevin—. Sin embargo, no tengo ninguna duda de que lo encontraremos. Tenemos los recursos necesarios y lo lograremos.
______ no pudo evitar sonreír al pensar que el conde hablaba como Lissie, que nunca aceptaba una derrota.
—Estaba pensando que eres la pareja ideal para una mujer tan tenaz como Lissie —dijo al ver que Kevin arqueaba las cejas al detectar su sonrisa.
—Me parece que no es más resuelta ni tenaz que tú —replicó él con una sonrisa. Y añadió—: Simplemente, ella lo exterioriza más que tú.
Antes de que hubiera pasado una semana, Nick se había convertido en el peor paciente imaginable. Se curaba a un ritmo considerable, aunque no lo bastante deprisa para su gusto, y se frustraba él mismo y a todos los demás al exceder todos los límites. Quería ponerse la ropa de costumbre y comer como siempre. Insistió obstinadamente en levantarse y recorrer renqueante los aposentos y la galería superior, sin hacer caso de las protestas exasperadas de ______. Sabía que no podía forzar su recuperación, que exigiría tiempo y paciencia, pero no podía controlarse.
Jamás había dependido de nadie, y ahora que debía su vida a Kevin, Lissie, Joe y, sobre todo, a ______, lo embargaban unas sensaciones desconocidas: la gratitud y la vergüenza. No soportaba mirarlos a los ojos, de modo que se refugiaba en una hosca arrogancia.
Los peores momentos eran cuando estaba a solas con ______. Cada vez que ella entraba en la habitación, sentía una conexión aterradora, una sensación desconocida, y la combatía hasta quedarse exhausto, le hubiera ido bien provocar una discusión con ella, cualquier cosa para establecer la distancia necesaria, pero eso era imposible ya que ______ satisfacía todas sus peticiones con paciencia y preocupación infinita. No podía acusarla de esperar gratitud, ya que ella no daba a entender que se la debiera. No podía acusarla de atosigarlo, ya que cuidaba de él con una eficiencia delicada, y tenía el tacto de dejarlo solo salvo que él la llamara.
Él, que nunca había temido nada, estaba aterrado del poder que ______ tenía sobre él. Y le daba miedo su deseo de estar con ella todos los minutos del día, de verla, de oír su voz. Anhelaba su contacto. Su piel parecía estar pendiente de las caricias de su esposa, como si esa sensación formase parte de su cuerpo. Era algo distinto a la mera necesidad sexual, era una especie de adicción patética e irremediable.
Saber que Joss Bullard había atentado contra ______ le atormentaba aún más. Tenía que averiguar por qué Bullard había llegado a tal extremo, por qué demonios quería matar a la persona más dulce del mundo. Nick quería la sangre de Bullard. Quería hacerlo picadillo. El hecho de que yaciera indefenso en la cama mientras Bullard deambulaba libremente por Londres bastaba para ponerlo furioso. No lo tranquilizaba en absoluto que el inspector de policía asignado al caso le asegurara que se estaba haciendo todo lo posible por encontrar a Bullard. Así pues, Nick había ordenado a Joe que contratara a más investigadores privados, incluido un ex policía, para que llevaran a cabo una búsqueda intensiva. Mientras tanto, no podía hacer nada más y se consumía en su inactividad forzosa.
Cinco días después de que la fiebre remitiera, ______ hizo subir a su habitación una bañera. Nick, encantado, se relajó en el agua humeante mientras ella lo afeitaba y le ayudaba a lavarse el pelo. Cuando estuvo limpio, seco y debilitado, volvió a la cama recién hecha y dejó que su esposa le vendara la herida. El orificio de bala estaba cicatrizando tan rápido que ya no le ponían musgo, y lo llevaba ahora simplemente cubierto con una capa ligera de lino. Seguía provocándole punzadas frecuentes y un ligero dolor, pero sabía que en un par de días más podría reanudar la mayoría de sus actividades normales. Salvo su favorita, la que, según aquel nefasto trato con ______, seguía estando prohibida.
Como la parte delantera del vestido se le había empapado durante el baño de su marido, ______ había ido a cambiarse. Por pura perversión, Nick hizo sonar la campanilla de plata que tenía en la mesita de noche unos dos minutos después de que ella se hubiera ido.
______ regresó enseguida en bata.
—¿Qué quieres? —preguntó con preocupación—. ¿Ha pasado algo?
—No. (pff, xD)
—¿Es la herida? ¿Te duele?
—No.
Ella suspiró de alivio y se acercó a la cama. Tomó con delicadeza la campanilla de la mano de Nick y la dejó en la mesilla.
—¿Sabes qué? —comentó—. Si no usas la campanilla de forma más juiciosa, le quitaremos el badajo.
—He llamado porque te necesitaba —saltó Nick.
—¿Ah, sí? —replicó ______ con paciencia.
—Las cortinas. Las quiero más descorridas.
—¿No podías haber esperado un momento?
—Está demasiado oscuro. Necesito más luz.
______ separó las cortinas de terciopelo y se quedó ahí, recortada corma la pálida luz del sol invernal. Con los cabellos sueltos y los suaves rizos pelirrojos que le llegaban hasta la cintura, parecía sacada de un cuadro de Tiziano.
—¿Algo más, excelencia?
—Hay una motita en el agua. (jajajajaj)
______ se acercó a la cama y levantó el vaso medio lleno para examinarlo con ojo crítico.
—Yo no veo ninguna —dijo.
—Está ahí—gruñó Nick—. ¿Tenemos que discutir la cuestión o vas a traerme agua limpia?
Con infinito autodominio, ______ fue hasta el palanganero, vació el vaso en la jofaina de cerámica y lo llenó con agua fresca. Lo llevó a la mesita de noche y miró a su marido enarcando una ceja.
—¿Es todo, milord?
—Pues no. El vendaje me aprieta demasiado. Y el extremo suelto me queda en la espalda. No llego.
Cuanto más majadero se mostraba él, más irritantemente paciente se volvía ella. Se inclinó hacia él, le murmuró que se volviera un poco, le aflojó el vendaje y le arregló de nuevo los extremos. El roce de sus dedos en la espalda, tan fríos y delicados, aceleraron el pulso de Nick. Tumbado boca arriba de nuevo, luchó contra la excitación que su proximidad le producía.
Alzó los ojos con desesperación hacia ______ y vio sus hermosos labios en forma de arco, su piel suave y cremosa, la irresistible distribución de sus pecas. Ella le puso una mano en el pecho, sobre el corazón desbocado, y jugueteó con la alianza que colgaba de la cadena.
—Quítamela —masculló él—. Es un engorro. Me estorba.
—¿Para qué te estorba?
Nick olió su piel, la fragancia de mujer limpia y cálida, y se removió en la cama.
—Quítamela y déjala en el tocador —logró farfullar.
______ ignoró la orden, se sentó en la cama y se inclinó hacia él hasta que sus cabellos sueltos le rozaron el tórax. Nick permaneció inmóvil, pero tembló por dentro cuando ella le pasó un dedo por la mandíbula.
—Te he afeitado bien —observó ______, satisfecha—. Puede que haya pasado por alto uno o dos puntos, pero por lo menos no te destrocé la cara. Ayudó mucho que te estuvieras quieto.
—Estaba demasiado asustado para moverme —contestó él, y ______ sonrió divertida.
Incapaz de seguir sin mirarla, Nick contempló los ojos sonrientes de ______, tan redondos e increíblemente azules.
—¿Por qué llamas tan a menudo con la campanilla? —susurro ella—. ¿Te sientes solo? Sólo tienes que decirlo.
—No me siento solo —respondió como un niño obcecado.
—¿Quieres que me vaya entonces? —repuso ella con dulzura socarrona.
Nick notó un calor traicionero en la entrepierna.
—Sí, vete —contestó, y cerró los ojos mientras absorbía con avidez la fragancia de su proximidad.
Pero ______ se quedó, y el silencio se prolongó hasta que Nick tuvo la impresión de que los latidos de su corazón debían de oírse.
—¿ Quieres saber qué creo, cariño ? —preguntó ______ por fin.
—No especialmente. —Apretó los labios y cerró los ojos.
—Creo que si me voy de esta habitación, vas a usar otra vez la campanilla. Pero no importa las veces que me llames ni las que yo acuda, nunca podrás decirme lo que realmente quieres.
Nick entreabrió los ojos, lo que fue un error. Tenía la cara de ______ muy cerca y sus suaves labios a escasos centímetros.
—En este momento sólo quiero algo de tranquilidad —refunfuñó—. Así que si no te importa...
______ le besó los labios suavemente para acallarlo. Nick se excitó fulminantemente y levantó las manos como para apartarle la cabeza, pero en cambio sus dedos temblorosos se la sujetaron para profundizar y prolongar el beso con una urgencia voraz.
Se avergonzó al descubrirse jadeando como un muchacho inexperto cuando ______ terminó el beso. Ella tenía los labios rosados y húmedos, y las pecas le brillaban como oro en polvo sobre las mejillas.
—También creo que vas a perder nuestra apuesta —susurró ______ con voz agitada.
—¿Te parece que estoy en condiciones de ir detrás de otras mujeres? —se quejó Nick, a quien la frustración le ensombreció el rostro—. A menos que me traigas una mujer a la cama, no estoy como para...
—No me refiero a que la pierdas por acostarte con otra mujer —aseguró ______ con un brillo pícaro en los ojos, y empezó a desabrocharse la bata. Las manos le temblaban levemente—. La perderás conmigo.
Nick observó incrédulo cómo se levantaba para quitarse la bata. Quedó desnuda ante él, con los pezones erectos y rosados. Había adelgazado, pero sus pechos seguían redondos y firmes, y las caderas le marcaban con generosidad las curvas de su ceñida cintura. Nick miró el triángulo de aquel deseable pubis y su propia entrepierna dio un respingo.
—No puedes hacerme perder la apuesta —graznó—. Eso es trampa.
—No prometí no hacer trampa —replicó ______ con desenfado, y se estremeció al meterse en la cama con él.
—Maldita sea, no pienso colaborar. Yo... —Siseó al notar la suavidad del cuerpo de ______, el roce de su vello púbico en la cadera cuando ella deslizó una pierna entre las suyas. Apartó la cabeza cuando ella intentó besarle—. No puedo... —balbuceó para disuadirla—. Estoy demasiado débil.
Fogosa y resuelta, le hizo volver la cabeza hacia ella.
—Pobrecito —murmuró sonriente—. No te preocupes. Iré con cuidado.
—______ —suplicó Nick, excitado y furioso, con voz ronca—. Tengo que demostrar que puedo pasar tres meses sin... No, no hagas eso. Maldita sea, ______...
Su esposa había desaparecido bajo las sábanas y le iba plantando besos por el tórax hacia el abdomen, con cuidado de no descolocar el vendaje. Nick trató de incorporarse, pero una punzada en la herida aún no sanada del todo lo tumbó de nuevo con un gruñido de dolor. Después gruñó por una razón muy distinta: ______ había alcanzado su pene, tieso y dolorido, y le lamía delicadamente el glande.
Era evidente que no tenía ninguna experiencia en esos menesteres. No sabía nada de la técnica, y muy poco de la anatomía masculina. Pero eso no le impidió aplicarse con un ardor inocente, dándole besos breves en la zona sensible y prolongándolos cuando le oía gemir. Jugueteó con escasa habilidad con los testículos, y luego tanteó con los labios y la lengua hasta llegar de nuevo a la punta vibrante del turgente miembro. Entonces intentó averiguar cuánto le cabía en la boca. Nick se aferró al edredón con el cuerpo ligeramente arqueado, como atado a un potro de tortura. Una excitación desbocada le recorría los nervios y le nublaba la mente.
Todos los recuerdos de otras mujeres desaparecieron para siempre de su memoria. Sólo estaba ______, su cabellera que le acariciaba el estómago y los muslos, sus dedos juguetones y su boca traviesa que le producían un placer indescriptible. Cuando ya no pudo contener más sus gemidos, ______ se situó a horcajadas sobre él, y ascendió despacio por su cuerpo como una leona. Le buscó la boca con besos provocadores, mientras los pezones le acariciaban el pecho y ella se restregaba contra él ronroneando de satisfacción al absorber la calidez del cuerpo masculino.
Él soltó un grito ahogado cuando ______ deslizó una mano entre ambos. Estaba tan excitado que tuvo que manipularle con cuidado el sexo antes de lograr encajárselo entre los muslos. Su vello púbico le hizo cosquillas en la piel sensible mientras lo guiaba entre los pliegues de su cuerpo.
—No —logró decir Nick al recordar la apuesta—. Ahora no. ______, no...
—Oh, deja de protestar. Yo no armé tanto jaleo en nuestra noche de bodas, y eso que era virgen.
—Pero no quiero. Oh, Dios mío. Madre mía...
______ le había situado la punta del sexo en su abertura, tan ajustada y suave que lo dejó sin aliento. ______ se estremeció mientras seguía guiándole el miembro con la mano para introducírselo del todo. Ver las dificultades que ella tenía para situarlo bien lo excitó todavía más, provocándole un hormigueo en todo el cuerpo. Y entonces se produjo el deslizamiento lento y milagroso de la dureza en la suavidad.
Nick recostó la cabeza en la almohada con las facciones desencajadas de deseo mientras se miraban a los ojos. ______ emitió un murmullo de satisfacción y cerró los ojos mientras se concentraba en aumentar la penetración. Se movió con cuidado, demasiado inexperta para establecer o seguir un ritmo. Nick había sido siempre bastante silencioso en sus relaciones íntimas, pero mientras el cuerpo exuberante de ______ ascendía y descendía, y su sexo mojado le frotaba y acariciaba el pene, se oyó a sí mismo mascullar súplicas y palabras excitantes.
Logró inclinarla más hacia él y hacerla apoyar más en su cuerpo para ajustar el ángulo entre ambos. ______ se resistió un poco porque temía lastimarlo, pero él le tomó la cabeza entre las manos.
—Sí, amor mío... —le susurró, tembloroso—. Así, cariño... Sí, muévete así...
A ella se le desorbitaron los ojos cuando notó la diferencia en la postura, la mayor fricción en la zona más sensible de su sexo. Nick estableció un ritmo para aumentar la profundidad y penetrarla con movimientos regulares.
El mundo se redujo al lugar donde ambos se unían literalmente. ______ cerró los ojos y sus párpados ocultaron su mirada perdida. Nick vio cómo se ruborizaba. La adoraba y, sin dejar de provocarle placer con sus embestidas, lo embargó una ternura inmensa.
—Bésame —pidió con voz gutural, y acercó los labios a los suyos para saborearle despacio la boca con la lengua.
______ sollozó y se estremecía de placer con las caderas pegadas a las suyas cada vez que él la penetraba por completo. Nick se entregó a ella para que llegara al éxtasis en grandes oleadas voluptuosas. Cuando se relajó sobre él e intentó recuperar el aliento, Nick le acarició la espalda sudada y le deslizó los dedos con suavidad hacia el redondeado montículo de las nalgas. Para su placer, ______ se retorció y se tensó sin poder evitarlo. Si estuviera pletórico de fuerzas... Oh, las cosas que le liaría.
En lugar de eso, se desplomó en la cama exhausto con la cabeza dándole vueltas. ______ se separó de él con torpeza y se acurrucó a su lado.
—Estás intentando matarme —farfulló Nick, y notó que ella le daba un beso en el hombro.
—Ahora que has perdido la apuesta, tendremos que pensar en otro pago, puesto que ya pediste disculpas a lord Kevin —susurró ______.
Aunque le había costado horrores, Nick había pedido perdón tanto a Kevin como a Lissie antes de que se marcharan del club. Había descubierto así que lo único peor que pedir disculpas es que te perdonen. Lo había hecho sin que ______ estuviera presente, para no aumentar su propia vergüenza.
—Lissie me lo dijo —aclaró ella, como si le leyera el pensamiento. Levantó la cabeza con una sonrisa lánguida.
—Se suponía que iba a mantener la boca cerrada —refunfuñó Nick, y volvió a bajarle la cabeza hacia su hombro.
—Las floreros nos lo contamos todo.
—Dios me ampare —farfulló Nick unos segundos después de cerrar los ojos y sumirse en un sueño profundo y reparador.
La noche siguiente Kevin fue al club y se sorprendió al saber que Nick había bajado a la sala principal de juego por primera vez desde el tiroteo.
—Un poco pronto, ¿no? —preguntó cuando ______ entró con él en los aposentos privados del primer piso.
Los observaba atentamente un empleado al que Joe había apostado en la galería, una de las nuevas medidas de seguridad. Hasta que atraparan a Bullard, se controlaba discretamente a todos los clientes.
—Está yendo demasiado deprisa —respondió ella—. No soporta la idea de parecer inútil, y cree que nada puede hacerse bien sin su supervisión.
—El interés de St. Jonas por este sitio parece bastante auténtico —comentó Kevin con una sonrisa—. Admito que nunca habría imaginado que asumiera una responsabilidad así por voluntad propia. Durante años ha llevado una vida ociosa, sin objetivos, en la que desperdiciaba su considerable inteligencia. Pero al parecer lo único que necesitaba era una salida adecuada para su talento.
Se acercaron al balcón para asomarse a la sala principal, que estaba abarrotada. ______ distinguió el cabello dorado de Nick, medio sentado en el escritorio del rincón, relajado y sonriente mientras charlaba con un grupo de hombres. Su actuación diez días atrás, cuando había salvado la vida a su esposa, le había granjeado la admiración y simpatía públicas, en especial después de que un artículo del Times lo tildase de héroe. Eso, y la percepción de que había renovado su amistad con el poderoso Kevin, había bastado para que Nick gozara de una inmediata popularidad. Diariamente llegaban al club montones de invitaciones que solicitaban la asistencia de lord y lady St. Jonas a algún baile, velada u otro evento social, y que ellos declinaban debido al luto.
También recibían cartas perfumadas y escritas por manos femeninas. ______ no se había atrevido a abrir ninguna, ni había preguntado por las remitentes. Las cartas se habían acumulado en la oficina, cerradas e intactas, hasta que esa misma mañana ______ se había decidido a comentarlo mientras desayunaban en la habitación de Nick.
—Tienes un montón de correspondencia sin abrir que ocupa la mitad de la oficina. ¿Qué quieres que hagamos con todas esas cartas? —Una sonrisa picara le asomó a los labios al añadir—: ¿Quieres que te las lea mientras descansas?
—Deshazte de ellas —soltó Nick con brusquedad—. O mejor aún, devuélvelas sin abrir.
Su respuesta le provocó una profunda satisfacción, aunque procuró ocultarlo.
—No me opondría a que mantuvieras correspondencia con otras mujeres —comentó—. Muchos hombres lo hacen sin que eso implique ninguna falta de decoro.
—Yo no. —Nick la miró a los ojos como para asegurarse de que lo entendía—. Ahora no.
Ahora, de pie junto a Kevin, ______ observó a su marido con un placer posesivo. Nick seguía demasiado delgado, aunque había recuperado el apetito, y su elegante traje le quedaba un poco grande. Pero tenía los hombros anchos y un color saludable, y la pérdida de peso le realzaba la bella estructura ósea de su cara. A pesar de que se movía con dificultad, seguía poseyendo la gracia depredadora que las mujeres admiraban y que los hombres trataban, en vano, de emular.
—Gracias por salvarlo —dijo a Kevin sin apartar los ojos de su marido.
—Tú lo salvaste, ______, la noche que le propusiste casarte con él —respondió el conde, y la miró de reojo—. Lo que demuestra que los momentos de locura pueden tener a veces resultados positivos. Si no te importa, bajaré para informar a St. Jonas de las novedades sobre Bullard.
—¿Lo han encontrado?
—Todavía no. Pero pronto lo harán. Llevé la pistola de Bullard a Manson e Hijo y les pedí información sobre el encargo original, visto que no logré descifrar el nombre grabado en el escudete. Resulta que la pistola tiene diez años, lo que conllevó una larga búsqueda en muchas cajas de documentos antiguos. Hoy me confirmaron que la habían hecho para lord Belworth, que vuelve a Londres esta noche para atender asuntos parlamentarios. Por la mañana iré a verlo para preguntarle sobre esta cuestión. Si averiguamos cómo Bullard se hizo con la pistola, quizá nos ayude a localizarlo.
—Costará mucho encontrar a un hombre que se esconde en una ciudad que tiene más de un millón de habitantes —comentó ______ con ceño.
—Casi dos millones —precisó Kevin—. Sin embargo, no tengo ninguna duda de que lo encontraremos. Tenemos los recursos necesarios y lo lograremos.
______ no pudo evitar sonreír al pensar que el conde hablaba como Lissie, que nunca aceptaba una derrota.
—Estaba pensando que eres la pareja ideal para una mujer tan tenaz como Lissie —dijo al ver que Kevin arqueaba las cejas al detectar su sonrisa.
—Me parece que no es más resuelta ni tenaz que tú —replicó él con una sonrisa. Y añadió—: Simplemente, ella lo exterioriza más que tú.
Invitado
Invitado
Re: "El diablo En Invierno" (Nick & tu)
CAPITULO 21
Cuando Kevin se fue para hablar con Nick, ______ se retiró a la habitación de su marido para tomar un baño relajante. Como añadió bastante aceite perfumado al agua, tras un buen rato en remojo, tuvo la piel humedecida y fragante con aroma de rosas. Se puso una bata de seda forrada de terciopelo de Nick y se remangó. Hecha un ovillo en una silla delante de la chimenea, se cepilló el pelo mientras las criadas retiraban la bañera. Una de ellas, una morena llamada Gertie, se quedó para arreglar el cuarto. Abrió las sábanas y pasó un calentador de cama entre ellas.
—¿Quiere que le prepare su habitación, milady? —preguntó con cautela.
______ se pensó la respuesta. Los criados sabían que Nick y ella dormían en habitaciones distintas, desde antes incluso de su enfermedad. Aún no habían compartido cama toda una noche. Aunque no sabía cómo sacar el tema con Nick, después de todo lo sucedido ya no quería andarse con más jueguecitos con él. La vida era demasiado corta para perder el tiempo. No había ninguna garantía de que Nick fuera a serle fiel. Sólo tenía la esperanza y la intuición de que, aunque el hombre con quien se había casado no se merecía semejante fe, el hombre en que se estaba convirtiendo quizá sí.
—Creo que no —contestó a la criada, y siguió cepillándose el pelo—. Esta noche me quedaré en esta habitación, Gertie.
—Muy bien, milady. Si quiere le...
Gertie no llegó a terminar la frase ya que ambas fueron conscientes de que Nick entraba en la habitación. Se apoyó contra la pared y se quedó contemplando en silencio a su esposa. A pesar del calor del fuego, a ______ se le puso carne de gallina y un escalofrío de excitación le recorrió la espalda.
La postura de Nick era relajada, con el cuello desabrochado y la corbata desanudada. La luz del hogar proyectaba un brillo dorado a sus rasgos, de modo que recordaba a algún dios mitológico. A pesar de que todavía no había recuperado todo su vigor, irradiaba una peligrosa potencia viril que hacía temblar las piernas a ______. No le facilitó las cosas que se mantuviera completamente callado mientras la repasaba con una mirada lenta y turbadora. No pudo evitar ruborizarse al recordar sus contactos íntimos.
Gertie recogió el vestido que ______ se había quitado y se apresuró a salir de la habitación.
Nick siguió contemplando a su mujer hasta que ésta dejó el cepillo y se levantó con cautela. Entonces se acercó a ella y le acarició los antebrazos con suavidad. A ______ empezó a latirle con fuerza el corazón y sintió un cosquilleo de anticipación. Cuando la acercó hacia él, cerró los ojos y notó sus labios en la ceja, la sien y la mejilla. Le hacía esas caricias tan suaves mientras la gran excitación de ambos parecía envolverlos en un ambiente abrasador. Estuvieron así largo rato, sin apenas tocarse, sintiendo simplemente la proximidad del otro, hasta que él susurró:
—______..., quiero hacer el amor contigo.
—Creía que nunca lo lla... llamarías así —tartamudeó ella mientras se derretía por dentro.
Nick le puso las manos en la cara para acariciarla delicadamente con los dedos, mientras la fresca fragancia de la piel de su marido la embelesaba como un incienso embriagador. Nick rebuscó bajo su camisa y extrajo la alianza en la fina cadena. Tiro de ésta, rompiendo sus frágiles eslabones, y encajó el anillo de oro en el dedo anular de su esposa. Juntaron las manos por las palmas y las muñecas, repitiendo aquella ceremonia escocesa.
—Quiero satisfacerte por completo —dijo él tras agachar la frente hasta apoyarla en la suya—. Dejar mi huella en tu alma. Quiero darte más placer del que puedas imaginar. Quiero hacer el amor contigo, ______, como nunca lo he hecho con ninguna mujer.
—Pero tu herida... —balbuceó ______, que temblaba tanto que apenas podía mantener el equilibrio—. Tenemos que tener cuidado.
—Deja que yo me preocupe por eso.
Y le dio un beso suave y apasionado. Le soltó la mano, la acercó más y ejerció presión en sus hombros, espalda y caderas hasta amoldarla completamente a su cuerpo. ______ lo deseaba con una avidez desmedida. Intentó besarlo con urgencia, y tiró de su ropa con un frenesí que hizo sonreír a Nick.
—Despacio —murmuró—. La noche acaba de empezar y voy a amarte un buen rato.
—No podré seguir de pie mu... mucho más —se quejó ______ con las piernas temblorosas.
Su marido se quitó la chaqueta y dijo con voz ronca:
—Échate en la cama, cariño.
Ella se tumbó medio recostada para ver cómo acababa de desnudarse. El vendaje blanco que le cruzaba el vientre le recordó lo cerca que había estado de perderlo. Eso la emocionó. Nick significaba tanto para ella... La perspectiva de pasar esa noche con él la llenaba de una felicidad que parecía angustia.
El la cubrió delicadamente con su cuerpo y ella le acarició el pelo dorado del pecho. Nick le acarició la cara con los labios, y su aliento hizo estremecer a ______.
—Cariño, estos últimos días no he tenido nada que hacer salvo yacer en esta cama y pensar en las cosas que he procurado evitar toda mi vida. Una vez te dije que no estaba hecho para tener una esposa y una familia. Que no me interesaría en absoluto por un hijo, si tú... —Vaciló—. Pero lo cierto es que quiero que tengas un hijo mío. No sabía cuánto hasta que la muerte me rondó. Creí... —Sonrió—. Maldita sea. No sé ser un buen marido ni un buen padre. Pero como en ambos sentidos pareces conformarte con relativamente poco, tal vez pueda complacerte. —Ensanchó la sonrisa al ver cómo ______ fruncía el ceño con sorna y prosiguió, serio de nuevo—. Conozco muchas formas de evitar un embarazo. Pero cuando decidas que estás preparada, si lo decides, quiero que me digas...
______ le detuvo con la boca. En los minutos apasionados que siguieron, fue imposible decir más palabras. Se sumieron en un desconcierto de placer y alcanzaron una confluencia de emoción y deseo que parecía agudizarles los sentidos dolorosamente.
Nick le abrió la bata para dejar al descubierto sus pechos y se los acarició con tanta suavidad como las alas de una mariposa. Los pezones, erectos, ansiaban su contacto y cuando por fin él rodeó uno con la boca, ______ gimió de alivio. Al principio sólo se lo tocó repetidamente con la punta de la lengua con una delicadeza que la hizo arquear el cuerpo con una súplica incoherente. Poco a poco, Nick fue aumentando las caricias, lamiéndole y chupándole los pechos hasta que la excitación recorrió las entrañas de su mujer como una ola de fuego.
De repente, la bata de terciopelo le oprimía la piel hipersensibilizada, y ______ trató de quitársela torpemente. Nick se dispuso a ayudarla bajándole las mangas por los brazos y separándole la prenda de la espalda y las caderas. ______ suspiró de alivió y arqueó el cuerpo a la vez que rodeaba los hombros desnudos de su marido. Las manos suaves de Nick le recorrían el cuerpo y le provocaban oleadas de placer. No podía hablar ni pensar, sólo reaccionar a las caricias de Nick mientras éste le colocaba las extremidades en posturas cada vez más excitantes y le deslizaba la boca despacio por todo el cuerpo.
Unos inquisitivos dedos masculinos se le deslizaron entre los muslos para encontrar el elixir de su húmedo pubis. ______ se ruborizó y gimió cuando Nick extendió la humedad en círculos sensuales tras acariciar juguetonamente la abertura de su sexo.
—Nick, por favor. Ya no puedo esperar más. Yo... —Se calló al notar que él la colocaba de costado y se encajaba contra sus nalgas. La rodeó con los brazos, lo que la hizo sentir segura y protegida incluso cuando él alargó una mano para separarle los muslos.
_____ se movió confusa al sentir la presión del tieso miembro y percatarse de que la estaba penetrando por atrás. Soltó un grito ahogado y giró la cara hacia el brazo musculoso que le rodeaba el cuello.
—Tranquila —susurró Nick, a la vez que le apartaba el pelo de la oreja y el cuello para besarle esos sensibles puntos—. Deja que te ame de este modo, cariño.
La siguió acariciando y masajeando hasta que se relajó. La provocó con la punta de su sexo penetrándola apenas; cuando ella creía que lo haría por completo, se retiraba. ______ empezó a balancearse contra él y a presionar con las caderas hacia atrás. Cuando por fin la penetró por completo, ella gimió con frenesí. Su postura no ofrecía mucho margen de movimientos, pero Nick la embestía profundamente mientras ella reculaba para alentarlo con lascivia.
—Eres demasiado impaciente, cariño —le susurró—. No te esfuerces, deja que el placer te llegue poco a poco. Ven, apóyate en mí.
Le sujetó el muslo y se lo pasó por las rodillas, de modo que le quedaron las piernas muy separadas con las caderas apoyadas parcialmente en las suyas. ______ gimoteó al notar cómo la penetraba aún más hondo mientras con los dedos le acariciaba rítmicamente el sexo.
Cegada por la pasión, ______ tensó todos los músculos mientras esperaba que Nick fuera aumentando su placer sin prisas. La llevó al límite y se retiró, la acercó de nuevo y la hizo esperar y esperar, hasta que al final la dejó llegar al orgasmo en una serie de convulsiones que sacudieron la cama.
Nick seguía erecto cuando se retiró. Sus cabellos humedecidos relucieron como oro pagano mientras la dejaba boca arriba y le recorría el vientre con los labios. ______ sacudió la cabeza para negarse, aturdida, incluso cuando le dobló las rodillas y se las levantó.
—Estoy exhausta... —gimió—. Espera, Nick.
Él le buscó la piel húmeda con lametazos placenteros e insistió hasta que ella dejó de protestar. Las delicadas caricias de Nick tranquilizaron a ______, y los latidos de su corazón se volvieron acompasados. Pasados unos largos y pacientes minutos, él empezó a chupar y mordisquear el clítoris hinchado de ______, que suspiró y gimió nuevamente. Su marido siguió aumentando su placer moviendo la lengua con destreza mientras le sujetaba los muslos con los brazos. Parecía que el cuerpo de ______ ya no era suyo, que sólo existía para recibir ese tormento enloquecedor. Quiso pronunciar el nombre de su marido, pero no pudo. Sin embargo, él pareció oír su súplica silenciosa y, como respuesta, hizo algo con la boca que le provocó una serie de clímax incandescentes. Cada vez que creía que todo había terminado, la recorría otra oleada de sensaciones, hasta que estuvo tan exhausta que le rogó que parara.
Nick se alzó ante ella con los ojos brillantes y ______ separó las piernas para recibirlo a la vez que le rodeaba la espalda con los brazos. Nick le introdujo el miembro hasta penetrarla por completo. Cuando le acercó los labios a la oreja, ella apenas pudo oír lo que le susurraba por encima de los latidos de su corazón.
—______... —le oyó decir—, quiero que llegues una vez más al orgasmo.
—No puedo... —negó débilmente.
—Sí puedes. Necesito sentirlo dentro de ti.
—No puedo más —aseguró ella mientras negaba débilmente—. De verdad que no...
—Sí puedes. Yo te ayudaré. —Le deslizó una mano por el vientre hasta el punto donde sus cuerpos estaban unidos—. Déjame penetrarte más profundamente... más profundamente...
______ gimió y sollozó mientras los dedos de Nick manipulaban con destreza su sexo. De repente, notó que la penetraba aún más, y su cuerpo excitado se abrió para recibirlo.
—Mmm... —murmuró él—. Sí, así... Oh, cariño, eres tan dulce...
Se movía entre las rodillas dobladas de ______, sobre sus caderas, y la embestía con inusitado brío. Ella le rodeaba con los brazos y las piernas, con la cara oculta en su cálida garganta, y gritó y gritó mientras su cuerpo palpitaba y se tensaba para proporcionar a Nick una satisfacción increíble. Él se estremeció entre sus brazos y le aferró mechones de su hermosa cabellera mientras se entregaba totalmente a ella y la adoraba en cuerpo y alma.
Cuando ______ despertó sola en la cama, lo primero que vio fue unas salpicaduras rosa esparcidas por las sábanas blancas, como si alguien hubiera derramado vino rosado en ellas. Parpadeó medio dormida y se apoyó en un codo para tocar una mancha con un dedo. Era un pétalo de rosa, arrancado de la flor y dejado con cuidado en la cama. Al echar un vistazo alrededor, descubrió que habían diseminado los pétalos sobre ella. Esbozó una sonrisa y se recostó de nuevo en la cama fragante.
La noche de embriagadora sensualidad parecía haber formado parte de un largo sueño erótico. Apenas podía creerse las cosas que había permitido hacer a Nick, intimidades que jamás había imaginado posibles. Y en el adormilado período posterior a su acto apasionado, él la había recostado en su pecho y habían hablado durante lo que parecían horas. ______ incluso le había contado la historia de la noche en que ella, Annabelle y las hermanas Bowman se habían hecho amigas, sentadas en una hilera de sillas durante un baile.
—Hicimos una lista de posibles pretendientes y la anotamos en nuestros carnets de baile vacíos —le explicó—. Lord Kevin estaba el primero de la lista, por supuesto. Y tú estabas el último, porque no eras de los que se casan.
Nick rió con voz ronca a la vez que entrelazaba íntimamente las piernas desnudas con las suyas.
—Estaba esperando que tú me lo pidieras.
—Ni siquiera me mirabas —puso morritos ______—. No eras la clase de hombre que baila con las floreros del baile.
Nick le acarició el pelo y guardó silencio un momento.
—No, no lo era —admitió al fin—. Fui un imbécil por no haberme fijado en ti. Si me hubiera molestado en pasar sólo cinco minutos contigo, no te me habrías escapado.
Y la habría seducido como si fuera aún la virginal doncella, la habría engatusado para que le dejara hacerle el amor otra vez, tal como habían hecho.
Cuando Kevin se fue para hablar con Nick, ______ se retiró a la habitación de su marido para tomar un baño relajante. Como añadió bastante aceite perfumado al agua, tras un buen rato en remojo, tuvo la piel humedecida y fragante con aroma de rosas. Se puso una bata de seda forrada de terciopelo de Nick y se remangó. Hecha un ovillo en una silla delante de la chimenea, se cepilló el pelo mientras las criadas retiraban la bañera. Una de ellas, una morena llamada Gertie, se quedó para arreglar el cuarto. Abrió las sábanas y pasó un calentador de cama entre ellas.
—¿Quiere que le prepare su habitación, milady? —preguntó con cautela.
______ se pensó la respuesta. Los criados sabían que Nick y ella dormían en habitaciones distintas, desde antes incluso de su enfermedad. Aún no habían compartido cama toda una noche. Aunque no sabía cómo sacar el tema con Nick, después de todo lo sucedido ya no quería andarse con más jueguecitos con él. La vida era demasiado corta para perder el tiempo. No había ninguna garantía de que Nick fuera a serle fiel. Sólo tenía la esperanza y la intuición de que, aunque el hombre con quien se había casado no se merecía semejante fe, el hombre en que se estaba convirtiendo quizá sí.
—Creo que no —contestó a la criada, y siguió cepillándose el pelo—. Esta noche me quedaré en esta habitación, Gertie.
—Muy bien, milady. Si quiere le...
Gertie no llegó a terminar la frase ya que ambas fueron conscientes de que Nick entraba en la habitación. Se apoyó contra la pared y se quedó contemplando en silencio a su esposa. A pesar del calor del fuego, a ______ se le puso carne de gallina y un escalofrío de excitación le recorrió la espalda.
La postura de Nick era relajada, con el cuello desabrochado y la corbata desanudada. La luz del hogar proyectaba un brillo dorado a sus rasgos, de modo que recordaba a algún dios mitológico. A pesar de que todavía no había recuperado todo su vigor, irradiaba una peligrosa potencia viril que hacía temblar las piernas a ______. No le facilitó las cosas que se mantuviera completamente callado mientras la repasaba con una mirada lenta y turbadora. No pudo evitar ruborizarse al recordar sus contactos íntimos.
Gertie recogió el vestido que ______ se había quitado y se apresuró a salir de la habitación.
Nick siguió contemplando a su mujer hasta que ésta dejó el cepillo y se levantó con cautela. Entonces se acercó a ella y le acarició los antebrazos con suavidad. A ______ empezó a latirle con fuerza el corazón y sintió un cosquilleo de anticipación. Cuando la acercó hacia él, cerró los ojos y notó sus labios en la ceja, la sien y la mejilla. Le hacía esas caricias tan suaves mientras la gran excitación de ambos parecía envolverlos en un ambiente abrasador. Estuvieron así largo rato, sin apenas tocarse, sintiendo simplemente la proximidad del otro, hasta que él susurró:
—______..., quiero hacer el amor contigo.
—Creía que nunca lo lla... llamarías así —tartamudeó ella mientras se derretía por dentro.
Nick le puso las manos en la cara para acariciarla delicadamente con los dedos, mientras la fresca fragancia de la piel de su marido la embelesaba como un incienso embriagador. Nick rebuscó bajo su camisa y extrajo la alianza en la fina cadena. Tiro de ésta, rompiendo sus frágiles eslabones, y encajó el anillo de oro en el dedo anular de su esposa. Juntaron las manos por las palmas y las muñecas, repitiendo aquella ceremonia escocesa.
—Quiero satisfacerte por completo —dijo él tras agachar la frente hasta apoyarla en la suya—. Dejar mi huella en tu alma. Quiero darte más placer del que puedas imaginar. Quiero hacer el amor contigo, ______, como nunca lo he hecho con ninguna mujer.
—Pero tu herida... —balbuceó ______, que temblaba tanto que apenas podía mantener el equilibrio—. Tenemos que tener cuidado.
—Deja que yo me preocupe por eso.
Y le dio un beso suave y apasionado. Le soltó la mano, la acercó más y ejerció presión en sus hombros, espalda y caderas hasta amoldarla completamente a su cuerpo. ______ lo deseaba con una avidez desmedida. Intentó besarlo con urgencia, y tiró de su ropa con un frenesí que hizo sonreír a Nick.
—Despacio —murmuró—. La noche acaba de empezar y voy a amarte un buen rato.
—No podré seguir de pie mu... mucho más —se quejó ______ con las piernas temblorosas.
Su marido se quitó la chaqueta y dijo con voz ronca:
—Échate en la cama, cariño.
Ella se tumbó medio recostada para ver cómo acababa de desnudarse. El vendaje blanco que le cruzaba el vientre le recordó lo cerca que había estado de perderlo. Eso la emocionó. Nick significaba tanto para ella... La perspectiva de pasar esa noche con él la llenaba de una felicidad que parecía angustia.
El la cubrió delicadamente con su cuerpo y ella le acarició el pelo dorado del pecho. Nick le acarició la cara con los labios, y su aliento hizo estremecer a ______.
—Cariño, estos últimos días no he tenido nada que hacer salvo yacer en esta cama y pensar en las cosas que he procurado evitar toda mi vida. Una vez te dije que no estaba hecho para tener una esposa y una familia. Que no me interesaría en absoluto por un hijo, si tú... —Vaciló—. Pero lo cierto es que quiero que tengas un hijo mío. No sabía cuánto hasta que la muerte me rondó. Creí... —Sonrió—. Maldita sea. No sé ser un buen marido ni un buen padre. Pero como en ambos sentidos pareces conformarte con relativamente poco, tal vez pueda complacerte. —Ensanchó la sonrisa al ver cómo ______ fruncía el ceño con sorna y prosiguió, serio de nuevo—. Conozco muchas formas de evitar un embarazo. Pero cuando decidas que estás preparada, si lo decides, quiero que me digas...
______ le detuvo con la boca. En los minutos apasionados que siguieron, fue imposible decir más palabras. Se sumieron en un desconcierto de placer y alcanzaron una confluencia de emoción y deseo que parecía agudizarles los sentidos dolorosamente.
Nick le abrió la bata para dejar al descubierto sus pechos y se los acarició con tanta suavidad como las alas de una mariposa. Los pezones, erectos, ansiaban su contacto y cuando por fin él rodeó uno con la boca, ______ gimió de alivio. Al principio sólo se lo tocó repetidamente con la punta de la lengua con una delicadeza que la hizo arquear el cuerpo con una súplica incoherente. Poco a poco, Nick fue aumentando las caricias, lamiéndole y chupándole los pechos hasta que la excitación recorrió las entrañas de su mujer como una ola de fuego.
De repente, la bata de terciopelo le oprimía la piel hipersensibilizada, y ______ trató de quitársela torpemente. Nick se dispuso a ayudarla bajándole las mangas por los brazos y separándole la prenda de la espalda y las caderas. ______ suspiró de alivió y arqueó el cuerpo a la vez que rodeaba los hombros desnudos de su marido. Las manos suaves de Nick le recorrían el cuerpo y le provocaban oleadas de placer. No podía hablar ni pensar, sólo reaccionar a las caricias de Nick mientras éste le colocaba las extremidades en posturas cada vez más excitantes y le deslizaba la boca despacio por todo el cuerpo.
Unos inquisitivos dedos masculinos se le deslizaron entre los muslos para encontrar el elixir de su húmedo pubis. ______ se ruborizó y gimió cuando Nick extendió la humedad en círculos sensuales tras acariciar juguetonamente la abertura de su sexo.
—Nick, por favor. Ya no puedo esperar más. Yo... —Se calló al notar que él la colocaba de costado y se encajaba contra sus nalgas. La rodeó con los brazos, lo que la hizo sentir segura y protegida incluso cuando él alargó una mano para separarle los muslos.
_____ se movió confusa al sentir la presión del tieso miembro y percatarse de que la estaba penetrando por atrás. Soltó un grito ahogado y giró la cara hacia el brazo musculoso que le rodeaba el cuello.
—Tranquila —susurró Nick, a la vez que le apartaba el pelo de la oreja y el cuello para besarle esos sensibles puntos—. Deja que te ame de este modo, cariño.
La siguió acariciando y masajeando hasta que se relajó. La provocó con la punta de su sexo penetrándola apenas; cuando ella creía que lo haría por completo, se retiraba. ______ empezó a balancearse contra él y a presionar con las caderas hacia atrás. Cuando por fin la penetró por completo, ella gimió con frenesí. Su postura no ofrecía mucho margen de movimientos, pero Nick la embestía profundamente mientras ella reculaba para alentarlo con lascivia.
—Eres demasiado impaciente, cariño —le susurró—. No te esfuerces, deja que el placer te llegue poco a poco. Ven, apóyate en mí.
Le sujetó el muslo y se lo pasó por las rodillas, de modo que le quedaron las piernas muy separadas con las caderas apoyadas parcialmente en las suyas. ______ gimoteó al notar cómo la penetraba aún más hondo mientras con los dedos le acariciaba rítmicamente el sexo.
Cegada por la pasión, ______ tensó todos los músculos mientras esperaba que Nick fuera aumentando su placer sin prisas. La llevó al límite y se retiró, la acercó de nuevo y la hizo esperar y esperar, hasta que al final la dejó llegar al orgasmo en una serie de convulsiones que sacudieron la cama.
Nick seguía erecto cuando se retiró. Sus cabellos humedecidos relucieron como oro pagano mientras la dejaba boca arriba y le recorría el vientre con los labios. ______ sacudió la cabeza para negarse, aturdida, incluso cuando le dobló las rodillas y se las levantó.
—Estoy exhausta... —gimió—. Espera, Nick.
Él le buscó la piel húmeda con lametazos placenteros e insistió hasta que ella dejó de protestar. Las delicadas caricias de Nick tranquilizaron a ______, y los latidos de su corazón se volvieron acompasados. Pasados unos largos y pacientes minutos, él empezó a chupar y mordisquear el clítoris hinchado de ______, que suspiró y gimió nuevamente. Su marido siguió aumentando su placer moviendo la lengua con destreza mientras le sujetaba los muslos con los brazos. Parecía que el cuerpo de ______ ya no era suyo, que sólo existía para recibir ese tormento enloquecedor. Quiso pronunciar el nombre de su marido, pero no pudo. Sin embargo, él pareció oír su súplica silenciosa y, como respuesta, hizo algo con la boca que le provocó una serie de clímax incandescentes. Cada vez que creía que todo había terminado, la recorría otra oleada de sensaciones, hasta que estuvo tan exhausta que le rogó que parara.
Nick se alzó ante ella con los ojos brillantes y ______ separó las piernas para recibirlo a la vez que le rodeaba la espalda con los brazos. Nick le introdujo el miembro hasta penetrarla por completo. Cuando le acercó los labios a la oreja, ella apenas pudo oír lo que le susurraba por encima de los latidos de su corazón.
—______... —le oyó decir—, quiero que llegues una vez más al orgasmo.
—No puedo... —negó débilmente.
—Sí puedes. Necesito sentirlo dentro de ti.
—No puedo más —aseguró ella mientras negaba débilmente—. De verdad que no...
—Sí puedes. Yo te ayudaré. —Le deslizó una mano por el vientre hasta el punto donde sus cuerpos estaban unidos—. Déjame penetrarte más profundamente... más profundamente...
______ gimió y sollozó mientras los dedos de Nick manipulaban con destreza su sexo. De repente, notó que la penetraba aún más, y su cuerpo excitado se abrió para recibirlo.
—Mmm... —murmuró él—. Sí, así... Oh, cariño, eres tan dulce...
Se movía entre las rodillas dobladas de ______, sobre sus caderas, y la embestía con inusitado brío. Ella le rodeaba con los brazos y las piernas, con la cara oculta en su cálida garganta, y gritó y gritó mientras su cuerpo palpitaba y se tensaba para proporcionar a Nick una satisfacción increíble. Él se estremeció entre sus brazos y le aferró mechones de su hermosa cabellera mientras se entregaba totalmente a ella y la adoraba en cuerpo y alma.
Cuando ______ despertó sola en la cama, lo primero que vio fue unas salpicaduras rosa esparcidas por las sábanas blancas, como si alguien hubiera derramado vino rosado en ellas. Parpadeó medio dormida y se apoyó en un codo para tocar una mancha con un dedo. Era un pétalo de rosa, arrancado de la flor y dejado con cuidado en la cama. Al echar un vistazo alrededor, descubrió que habían diseminado los pétalos sobre ella. Esbozó una sonrisa y se recostó de nuevo en la cama fragante.
La noche de embriagadora sensualidad parecía haber formado parte de un largo sueño erótico. Apenas podía creerse las cosas que había permitido hacer a Nick, intimidades que jamás había imaginado posibles. Y en el adormilado período posterior a su acto apasionado, él la había recostado en su pecho y habían hablado durante lo que parecían horas. ______ incluso le había contado la historia de la noche en que ella, Annabelle y las hermanas Bowman se habían hecho amigas, sentadas en una hilera de sillas durante un baile.
—Hicimos una lista de posibles pretendientes y la anotamos en nuestros carnets de baile vacíos —le explicó—. Lord Kevin estaba el primero de la lista, por supuesto. Y tú estabas el último, porque no eras de los que se casan.
Nick rió con voz ronca a la vez que entrelazaba íntimamente las piernas desnudas con las suyas.
—Estaba esperando que tú me lo pidieras.
—Ni siquiera me mirabas —puso morritos ______—. No eras la clase de hombre que baila con las floreros del baile.
Nick le acarició el pelo y guardó silencio un momento.
—No, no lo era —admitió al fin—. Fui un imbécil por no haberme fijado en ti. Si me hubiera molestado en pasar sólo cinco minutos contigo, no te me habrías escapado.
Y la habría seducido como si fuera aún la virginal doncella, la habría engatusado para que le dejara hacerle el amor otra vez, tal como habían hecho.
Invitado
Invitado
Re: "El diablo En Invierno" (Nick & tu)
¡¿Qué si me gusto?!
¡M-E E-N-C-A-N-T-O!
Lo siento por no comentar antes D: Las notificaciones no me habían llegado. Bueh . . . Adoro ésta adaptación. Espero que la sigas pronto.
¡Te quiero, Sunny!
xoxo
Javi's Jonas
¡M-E E-N-C-A-N-T-O!
Lo siento por no comentar antes D: Las notificaciones no me habían llegado. Bueh . . . Adoro ésta adaptación. Espero que la sigas pronto.
¡Te quiero, Sunny!
xoxo
Javi's Jonas
JaviOfJonas
Página 11 de 11. • 1, 2, 3 ... 9, 10, 11
Temas similares
» "El diablo en Invierno " (nick & tu)
» "El diablo enamorado"(Nick Jonas y Tu) Terminada
» EL DIABLO EN EL INVIERNO~LIAM PAYNE Y TÚ~HOT~
» "Bailando con el diablo" (Nick y tu)
» Al diablo con el diablo (ZM ) ||¡¡¡ TERMINADA !!!||
» "El diablo enamorado"(Nick Jonas y Tu) Terminada
» EL DIABLO EN EL INVIERNO~LIAM PAYNE Y TÚ~HOT~
» "Bailando con el diablo" (Nick y tu)
» Al diablo con el diablo (ZM ) ||¡¡¡ TERMINADA !!!||
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
Página 11 de 11.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér 20 Nov 2024, 12:51 am por SweetLove22
» My dearest
Lun 11 Nov 2024, 7:37 pm por lovesick
» Sayonara, friday night
Lun 11 Nov 2024, 12:38 am por lovesick
» in the heart of the circle
Dom 10 Nov 2024, 7:56 pm por hange.
» air nation
Miér 06 Nov 2024, 10:08 am por hange.
» life is a box of chocolates
Mar 05 Nov 2024, 2:54 pm por 14th moon
» —Hot clown shit
Lun 04 Nov 2024, 9:10 pm por Jigsaw
» outoflove.
Lun 04 Nov 2024, 11:42 am por indigo.
» witches of own
Dom 03 Nov 2024, 9:16 pm por hange.