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"El Beso de la Noche" (Nick y tu)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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"El Beso de la Noche" (Nick y tu)
El beso de la noche
(Kiss of the Night)
Fecha de nacimiento: AD 750
Lugar de nacimiento: Hammerfest, Noruega
Lema: Mátalos a todos, y que Odín los separe.
Canción favorita para cazar: AC/DC: Back in Black
Ubicación actual: Twin Cities, Minnesota
Frase de Night Embrace: "Sabes, Talon, matar a un vampiro chupa-almas sin una buena pelear es como el sexo sin juego previo… una absoluta pérdida de tiempo y completamente… insatisfactorio."
Argumento:
Nicholas es un guerrero Vikingo cuya imprudencia lo puso en contacto con Morginne, una poderosa Cazadora Oscura. Ella lo engañó e intercambió sus almas.
Él es el único Cazador Oscuro a quien jamás se le otorgó un Acto de Venganza. Y como fue erróneamente convertido por otro Cazador Oscuro, sus poderes son muy diferentes a los del resto de sus hermanos. El poder más extraño de todos es el de la amnesia. Ningún humano o animal es capaz de recordarlo cinco minutos después de abandonar su presencia. Las únicas excepciones son aquellos que llevan la sangre de su Escudero original.
Como la única cláusula de salida para un Cazador Oscuro es el amor de un humano, y ningún humano es capaz de recordarlo (y según el Código de los Cazadores Oscuros ninguno de ellos puede involucrarse romántica o físicamente con su Escudero), Nicholas, solo, está condenado a una eternidad de cacería.
Hay algunos besos por los que vale la pena morir…
(Kiss of the Night)
Fecha de nacimiento: AD 750
Lugar de nacimiento: Hammerfest, Noruega
Lema: Mátalos a todos, y que Odín los separe.
Canción favorita para cazar: AC/DC: Back in Black
Ubicación actual: Twin Cities, Minnesota
Frase de Night Embrace: "Sabes, Talon, matar a un vampiro chupa-almas sin una buena pelear es como el sexo sin juego previo… una absoluta pérdida de tiempo y completamente… insatisfactorio."
Argumento:
Nicholas es un guerrero Vikingo cuya imprudencia lo puso en contacto con Morginne, una poderosa Cazadora Oscura. Ella lo engañó e intercambió sus almas.
Él es el único Cazador Oscuro a quien jamás se le otorgó un Acto de Venganza. Y como fue erróneamente convertido por otro Cazador Oscuro, sus poderes son muy diferentes a los del resto de sus hermanos. El poder más extraño de todos es el de la amnesia. Ningún humano o animal es capaz de recordarlo cinco minutos después de abandonar su presencia. Las únicas excepciones son aquellos que llevan la sangre de su Escudero original.
Como la única cláusula de salida para un Cazador Oscuro es el amor de un humano, y ningún humano es capaz de recordarlo (y según el Código de los Cazadores Oscuros ninguno de ellos puede involucrarse romántica o físicamente con su Escudero), Nicholas, solo, está condenado a una eternidad de cacería.
Hay algunos besos por los que vale la pena morir…
Belieber&Smiler♥
Re: "El Beso de la Noche" (Nick y tu)
PRIMERA LECTORA!!!!
SOY UNA FIEL LECTORA!!
:D
SIGUE!!
Y POR SI NO LO SABIAS
ME ENCANTOOO!!
SOY UNA FIEL LECTORA!!
:D
SIGUE!!
Y POR SI NO LO SABIAS
ME ENCANTOOO!!
Paulinna:D
Re: "El Beso de la Noche" (Nick y tu)
Segundaaa!1
ahhh! see vee emocionanntee :D
yaa qiieroo el primeer caap!
te qiierooo!
Byee
ahhh! see vee emocionanntee :D
yaa qiieroo el primeer caap!
te qiierooo!
Byee
Invitado
Invitado
Re: "El Beso de la Noche" (Nick y tu)
yo tecera a queria ser la primera :sad:
bueno no importa XD
sube el primer cap plis
se ve interesante
bueno no importa XD
sube el primer cap plis
se ve interesante
angie- d jonas
Re: "El Beso de la Noche" (Nick y tu)
siigueelaaa estooy seeguuraa de qee estara genial :D
Invitado
Invitado
Re: "El Beso de la Noche" (Nick y tu)
Thrylos (Leyenda)
Atlántida.
Legendaria. Mística. Dorada. Misteriosa. Gloriosa y mágica.
Hay quienes afirman que nunca existió.
Pero también hay quienes piensan que están a salvo en este moderno mundo de armas y tecnología. A salvo de todos los antiguos demonios. Incluso creen que los hechiceros, los guerreros y los dragones murieron hace tiempo.
Hay tontos que se aferran a su lógica y su ciencia, pensando que ellas van a salvarlos. Nunca serán libres o estarán seguros, no mientras se rehúsen a ver lo que hay delante de sus propios ojos.
Porque todos los antiguos mitos y leyendas tienen origen en la verdad, y a veces la verdad no nos libera. A veces nos esclaviza aún más.
Pero vengan, quienes son imparciales, y escúchenme contar un cuento acerca de la historia del más perfecto paraíso que jamás existió. Más allá de los míticos Pilares de Heracles, en el gran Egeo, hubo una tierra una vez orgullosa que abrigó a una raza mucho más avanzada que cualquier otra anterior o posterior.
Fundada en las antiguas brumas del tiempo por el primordial dios Archon, la Atlántida tomó su nombre de la hija mayor de Archon, Atlantia, cuyo nombre significaba "delicada belleza." Archon conjuró la isla con la ayuda de su tío, el dios del océano Ydor, y su hermana Eda –tierra— para otorgarle la tierra a su esposa Apollymi para que pudieran poblar el continente con sus frutos divinos, que tendrían todo el espacio necesario para crecer y juguetear.
Apollymi lloró con tanta alegría ante su regalo, que sus lágrimas inundaron la tierra y convirtieron a la Atlántida en una ciudad dentro de otra ciudad. Islas gemelas rodeadas por cinco canales de agua.
Allí, ella daría a luz a sus hijos inmortales.
Pero pronto se descubrió que la gran Destructora, Apollymi, era estéril. A pedido de Archon, Ydor habló con Eda y juntos crearon una raza de Atlantes para poblar las islas y traer alegría nuevamente al corazón de Apollymi.
Funcionó.
Dorados y hermosos en honor a la reina diosa, los Atlantes eran muy superiores a cualquier otra raza humana. Por sí mismos le dieron placer a Apollymi y lograron que la gran Destructora sonriera.
Amantes de la paz y justos, como sus antiguos dioses, los Atlantes no conocían la guerra. Ni la pobreza. Usaban sus mentes psíquicas y su magia para vivir armoniosamente dentro del equilibrio de la naturaleza. Le daban la bienvenida a todos los extranjeros que llegaban a sus orillas y compartían con ellos sus dones de curación y prosperidad.
Pero cuando el tiempo pasó y otros panteones y otras personas comenzaron a desafiarlos, los Atlantes se vieron forzados a luchar por su patria.
Para proteger a su gente, los dioses Atlantes entraron en un constante conflicto con el advenedizo panteón Griego. Para ellos, los Griegos eran niños que luchaban por la posesión de cosas que jamás entenderían. Los Atlantes intentaron ocuparse de ellos como cualquier padre lo haría con un pequeño furioso. Equitativamente. Pacientemente.
Pero los Griegos no querían oír su antigua sabiduría. Zeus y Poseidón, entre otros, estaban celosos de las riquezas y la serenidad de los Atlantes.
Sin embargo, era Apolo quien más codiciaba su isla.
Apolo, un despiadado y astuto dios, se puso en acción para quitarles a los dioses mayores la Atlántida. A diferencia de su padre y su tío, él sabía que los Griegos nunca podrían derrotar a los Atlantes en una contienda abierta. Sólo desde adentro uno podría conquistar la antigua y avanzada civilización.
Entonces cuando Zeus proscribió a la raza guerrera de Apolo, los Apolitas, de su Grecia nativa, Apolo congregó a sus hijos y los condujo a través del mar hacia las orillas de la Atlántida.
Los Atlantes se compadecieron de la raza psíquica Apolita, los cuales parecían dioses, que había sido perseguida por los Griegos. Veían a los Apolitas como primos y los acogieron mientras acataran las leyes Atlantes y no causaran conflictos.
Públicamente, los Apolitas hicieron lo que les decían. Hicieron sacrificios a los dioses Atlantes sin romper el pacto con su padre, Apolo. Cada año elegían a la más hermosa virgen entre ellos y se la enviaban a Delfos como una ofrenda a Apolo por su generosidad al darles un nuevo hogar donde un día reinarían como dioses.
En el año 10,500 a.c. la hermosa aristócrata Cleto fue enviada a Delfos. Apolo se enamoró instantáneamente de ella, y le engendró cinco pares de gemelos.
Fue a través de su amante y sus hijos que anticipó su destino. Al final, ellos lo conducirían al trono de la Atlántida.
Mandó de regreso a la Atlántida a su amante y sus hijos, donde se casaron dentro de la familia real Atlante. Como los hijos mayores de Apolo se habían casado con los nativos Atlantes y habían mezclado las dos razas, haciendo a sus hijos aún más fuertes, también ellos lo harían. Sólo él mantendría pura la descendencia real para asegurar la fuerza y la lealtad de la corona Atlante para sí mismo.
Tenía planes para la Atlántida y sus hijos. A través de ellos, Apolo gobernaría el mundo entero y derrotaría a su padre así como su padre había derrotado al anciano dios Cronos antes que él.
Se decía que el propio Apolo visitaba a la reina de cada generación y engendraba al heredero Atlante en ella.
Con cada último hijo que nacía, Apolo iba a sus oráculos para saber si ese hijo sería el que destronaría a los dioses Atlantes.
Cada año le decían que no.
Hasta el 9548 a.c.
Como era su costumbre, Apolo visitó a la reina Atlante, cuyo rey había fallecido más de un año atrás. Apareció ante ella como un fantasma y engendró a su hijo mientras ella dormía y soñaba con su esposo muerto.
Fue también ese año que los dioses Atlantes se enteraron de sus propios destinos. Porque la reina de los dioses Atlantes, Apollymi, quedó embarazada con el hijo de Archon.
Luego de todos esos siglos de anhelar un hijo propio, finalmente el deseo de la Destructora le había sido concedido. Se dijo que la isla de la Atlántida floreció ese día, y que conoció más prosperidad que nunca antes. La diosa reina celebró gozosamente mientras le contaba la noticia a los demás dioses.
En cuanto los Destinos escucharon su anuncio, observaron a Apollymi y Archon y proclamaron que el hijo no nacido de Apollymi provocaría la muerte de todos ellos.
Una por una, los tres Destinos pronunciaron una sola oración de profecía.
"El mundo como lo conocemos, terminará."
"Todos nuestros destinos descansarán en sus manos."
"Como un dios, cada capricho suyo será el dominio supremo."
Aterrado por la predicción, Archon le ordenó a su esposa que matara al infante venidero.
Apollymi se rehusó. Había esperado demasiado tiempo para tener su hijo como para verlo innecesariamente muerto debido a las palabras de las celosas Destinos. Con la ayuda de su hermana, dio a luz a su hijo prematuramente y lo escondió en el mundo mortal. Para Archon, ella parió un bebé de piedra.
—He tenido suficiente de tus infidelidades y mentiras, Archon. De hoy en adelante has endurecido mi corazón. Un hijo de piedra es todo lo que tendrás de mí.
Enfurecido, Archon la encerró en Kalosis, un reino inferior entre este mundo y el suyo.
—Ahí te quedarás hasta que tu hijo esté muerto.
Y entonces los dioses Atlantes se volvieron contra la hermana de Apollymi hasta forzar una confesión de ella.
—Él nacerá cuando la luna trague al sol y la Atlántida sea bañada por una oscuridad total. Su majestuosa madre llorará por miedo a su nacimiento.
Los dioses fueron a la reina Atlante, ya que el nacimiento de su hijo era inminente. Como había sido predicho, la luna eclipsó al sol mientras ella luchaba por dar a luz, y cuando su hijo nació, Archon ordenó que el bebé fuera asesinado.
La reina lloró y le rogó a Apolo que la auxiliara. Seguramente su amante no permitiría que su hijo fuera asesinado por los dioses más ancianos.
Pero Apolo la ignoró y ella vio desamparadamente cómo mataban a su hijo recién nacido frente a sus ojos.
Lo que la reina no sabía era que Apolo ya había sido informado de lo que sucedería y no era su hijo el que ella llevaba, sino otro niño que él había cambiado en su vientre para salvar al propio.
Con la ayuda de su hermana, Artemisa, Apolo había llevado a su hijo a casa, en Delfos, donde el niño fue criado entre las sacerdotisas de Apolo.
Como los años pasaron y Apolo no regresó a la reina Atlante para engendrar otro heredero, su odio por él creció. Despreciaba al dios Griego que no podía ser molestado para darle un hijo que reemplazara al que había perdido.
Veintiún años después de haber presenciado el sacrificio de su único hijo, la reina se enteró de otro hijo engendrado por el dios Griego Apolo.
Este había nacido de una princesa Griega que había sido otorgada al dios como una ofrenda, con esperanza de inclinar la bendición del dios hacia los Griegos, que estaban en guerra con los Atlantes.
En cuanto las noticias llegaron a la reina, su amargura interna aumentó hasta que su corriente la abrumó.
Convocó a sus propias sacerdotisas para preguntarles dónde podría ser encontrado el heredero de su imperio.
—El heredero de la Atlántida reside en la casa de Ancles.
La misma casa donde había nacido el nuevo hijo de Apolo.
La reina gritó indignada ante la proclamación, sabiendo que Apolo había traicionado a su propio hijo. Ellos habían sido olvidados mientras él forjaba una nueva raza para reemplazarlos.
Llamando a sus guardias personales, la reina los envió a Grecia, para asegurarse de que la amante de Apolo y su hijo fueran asesinados. Jamás permitiría que ninguno de ellos se sentara en su amado trono.
—Asegúrense de desgarrarlos, para que los Griegos crean que fue hecho por un animal salvaje. No quiero que quede nada que los haga mirar hacia nuestras orillas por esto.
Pero como con todos los actos de venganza, este también fue revelado.
Angustiado, Apolo, sin pensarlo, maldijo a su raza una vez elegida.
"Una plaga a todos aquellos que nazcan Apolitas. Que cosechen todo lo que han sembrado este día. Ninguno de ustedes vivirá más allá de la edad de mi preciosa Ryssa. Todos perecerán dolorosamente el día de su vigesimoséptimo cumpleaños. Como actuaron como animales, se convertirán en ellos. Encontrarán alimento sólo en la sangre de sus iguales. Y nunca jamás podrán caminar por mi reino, donde los veré y seré forzado a recordar qué fue lo que hicieron para traicionarme."
No fue hasta que hubo pronunciado la maldición que Apolo recordó a su propio hijo que estaba en Delfos. Un hijo al cual había maldecido estúpidamente junto con los otros.
Porque una vez dichas, esas cosas jamás pueden ser deshechas.
Pero más que eso, él había sembrado las semillas de su propia destrucción. El día de la boda de su hijo con su más atesorada sacerdotisa, Apolo le había confiado a su hijo todo lo que valoraba en la vida.
—En tus manos está mi futuro. Tu sangre es mía y es a través de ti y tus futuros hijos que yo vivo.
Con esas palabras de atadura, y en un ataque de rabia, Apolo se condenó a sí mismo a la extinción. Porque una vez que la descendencia de su hijo muriera, también lo haría Apolo, y con él, el mismo sol.
Como ven, Apolo no es simplemente un dios. Él es la esencia del sol y tiene en sus manos el equilibrio del universo.
El día que Apolo muera, morirá la tierra y todos los que aquí habitan.
Ahora es el año 2010 d.c. y sólo queda un hijo Apolita que lleva la sangre del antiguo dios…
Atlántida.
Legendaria. Mística. Dorada. Misteriosa. Gloriosa y mágica.
Hay quienes afirman que nunca existió.
Pero también hay quienes piensan que están a salvo en este moderno mundo de armas y tecnología. A salvo de todos los antiguos demonios. Incluso creen que los hechiceros, los guerreros y los dragones murieron hace tiempo.
Hay tontos que se aferran a su lógica y su ciencia, pensando que ellas van a salvarlos. Nunca serán libres o estarán seguros, no mientras se rehúsen a ver lo que hay delante de sus propios ojos.
Porque todos los antiguos mitos y leyendas tienen origen en la verdad, y a veces la verdad no nos libera. A veces nos esclaviza aún más.
Pero vengan, quienes son imparciales, y escúchenme contar un cuento acerca de la historia del más perfecto paraíso que jamás existió. Más allá de los míticos Pilares de Heracles, en el gran Egeo, hubo una tierra una vez orgullosa que abrigó a una raza mucho más avanzada que cualquier otra anterior o posterior.
Fundada en las antiguas brumas del tiempo por el primordial dios Archon, la Atlántida tomó su nombre de la hija mayor de Archon, Atlantia, cuyo nombre significaba "delicada belleza." Archon conjuró la isla con la ayuda de su tío, el dios del océano Ydor, y su hermana Eda –tierra— para otorgarle la tierra a su esposa Apollymi para que pudieran poblar el continente con sus frutos divinos, que tendrían todo el espacio necesario para crecer y juguetear.
Apollymi lloró con tanta alegría ante su regalo, que sus lágrimas inundaron la tierra y convirtieron a la Atlántida en una ciudad dentro de otra ciudad. Islas gemelas rodeadas por cinco canales de agua.
Allí, ella daría a luz a sus hijos inmortales.
Pero pronto se descubrió que la gran Destructora, Apollymi, era estéril. A pedido de Archon, Ydor habló con Eda y juntos crearon una raza de Atlantes para poblar las islas y traer alegría nuevamente al corazón de Apollymi.
Funcionó.
Dorados y hermosos en honor a la reina diosa, los Atlantes eran muy superiores a cualquier otra raza humana. Por sí mismos le dieron placer a Apollymi y lograron que la gran Destructora sonriera.
Amantes de la paz y justos, como sus antiguos dioses, los Atlantes no conocían la guerra. Ni la pobreza. Usaban sus mentes psíquicas y su magia para vivir armoniosamente dentro del equilibrio de la naturaleza. Le daban la bienvenida a todos los extranjeros que llegaban a sus orillas y compartían con ellos sus dones de curación y prosperidad.
Pero cuando el tiempo pasó y otros panteones y otras personas comenzaron a desafiarlos, los Atlantes se vieron forzados a luchar por su patria.
Para proteger a su gente, los dioses Atlantes entraron en un constante conflicto con el advenedizo panteón Griego. Para ellos, los Griegos eran niños que luchaban por la posesión de cosas que jamás entenderían. Los Atlantes intentaron ocuparse de ellos como cualquier padre lo haría con un pequeño furioso. Equitativamente. Pacientemente.
Pero los Griegos no querían oír su antigua sabiduría. Zeus y Poseidón, entre otros, estaban celosos de las riquezas y la serenidad de los Atlantes.
Sin embargo, era Apolo quien más codiciaba su isla.
Apolo, un despiadado y astuto dios, se puso en acción para quitarles a los dioses mayores la Atlántida. A diferencia de su padre y su tío, él sabía que los Griegos nunca podrían derrotar a los Atlantes en una contienda abierta. Sólo desde adentro uno podría conquistar la antigua y avanzada civilización.
Entonces cuando Zeus proscribió a la raza guerrera de Apolo, los Apolitas, de su Grecia nativa, Apolo congregó a sus hijos y los condujo a través del mar hacia las orillas de la Atlántida.
Los Atlantes se compadecieron de la raza psíquica Apolita, los cuales parecían dioses, que había sido perseguida por los Griegos. Veían a los Apolitas como primos y los acogieron mientras acataran las leyes Atlantes y no causaran conflictos.
Públicamente, los Apolitas hicieron lo que les decían. Hicieron sacrificios a los dioses Atlantes sin romper el pacto con su padre, Apolo. Cada año elegían a la más hermosa virgen entre ellos y se la enviaban a Delfos como una ofrenda a Apolo por su generosidad al darles un nuevo hogar donde un día reinarían como dioses.
En el año 10,500 a.c. la hermosa aristócrata Cleto fue enviada a Delfos. Apolo se enamoró instantáneamente de ella, y le engendró cinco pares de gemelos.
Fue a través de su amante y sus hijos que anticipó su destino. Al final, ellos lo conducirían al trono de la Atlántida.
Mandó de regreso a la Atlántida a su amante y sus hijos, donde se casaron dentro de la familia real Atlante. Como los hijos mayores de Apolo se habían casado con los nativos Atlantes y habían mezclado las dos razas, haciendo a sus hijos aún más fuertes, también ellos lo harían. Sólo él mantendría pura la descendencia real para asegurar la fuerza y la lealtad de la corona Atlante para sí mismo.
Tenía planes para la Atlántida y sus hijos. A través de ellos, Apolo gobernaría el mundo entero y derrotaría a su padre así como su padre había derrotado al anciano dios Cronos antes que él.
Se decía que el propio Apolo visitaba a la reina de cada generación y engendraba al heredero Atlante en ella.
Con cada último hijo que nacía, Apolo iba a sus oráculos para saber si ese hijo sería el que destronaría a los dioses Atlantes.
Cada año le decían que no.
Hasta el 9548 a.c.
Como era su costumbre, Apolo visitó a la reina Atlante, cuyo rey había fallecido más de un año atrás. Apareció ante ella como un fantasma y engendró a su hijo mientras ella dormía y soñaba con su esposo muerto.
Fue también ese año que los dioses Atlantes se enteraron de sus propios destinos. Porque la reina de los dioses Atlantes, Apollymi, quedó embarazada con el hijo de Archon.
Luego de todos esos siglos de anhelar un hijo propio, finalmente el deseo de la Destructora le había sido concedido. Se dijo que la isla de la Atlántida floreció ese día, y que conoció más prosperidad que nunca antes. La diosa reina celebró gozosamente mientras le contaba la noticia a los demás dioses.
En cuanto los Destinos escucharon su anuncio, observaron a Apollymi y Archon y proclamaron que el hijo no nacido de Apollymi provocaría la muerte de todos ellos.
Una por una, los tres Destinos pronunciaron una sola oración de profecía.
"El mundo como lo conocemos, terminará."
"Todos nuestros destinos descansarán en sus manos."
"Como un dios, cada capricho suyo será el dominio supremo."
Aterrado por la predicción, Archon le ordenó a su esposa que matara al infante venidero.
Apollymi se rehusó. Había esperado demasiado tiempo para tener su hijo como para verlo innecesariamente muerto debido a las palabras de las celosas Destinos. Con la ayuda de su hermana, dio a luz a su hijo prematuramente y lo escondió en el mundo mortal. Para Archon, ella parió un bebé de piedra.
—He tenido suficiente de tus infidelidades y mentiras, Archon. De hoy en adelante has endurecido mi corazón. Un hijo de piedra es todo lo que tendrás de mí.
Enfurecido, Archon la encerró en Kalosis, un reino inferior entre este mundo y el suyo.
—Ahí te quedarás hasta que tu hijo esté muerto.
Y entonces los dioses Atlantes se volvieron contra la hermana de Apollymi hasta forzar una confesión de ella.
—Él nacerá cuando la luna trague al sol y la Atlántida sea bañada por una oscuridad total. Su majestuosa madre llorará por miedo a su nacimiento.
Los dioses fueron a la reina Atlante, ya que el nacimiento de su hijo era inminente. Como había sido predicho, la luna eclipsó al sol mientras ella luchaba por dar a luz, y cuando su hijo nació, Archon ordenó que el bebé fuera asesinado.
La reina lloró y le rogó a Apolo que la auxiliara. Seguramente su amante no permitiría que su hijo fuera asesinado por los dioses más ancianos.
Pero Apolo la ignoró y ella vio desamparadamente cómo mataban a su hijo recién nacido frente a sus ojos.
Lo que la reina no sabía era que Apolo ya había sido informado de lo que sucedería y no era su hijo el que ella llevaba, sino otro niño que él había cambiado en su vientre para salvar al propio.
Con la ayuda de su hermana, Artemisa, Apolo había llevado a su hijo a casa, en Delfos, donde el niño fue criado entre las sacerdotisas de Apolo.
Como los años pasaron y Apolo no regresó a la reina Atlante para engendrar otro heredero, su odio por él creció. Despreciaba al dios Griego que no podía ser molestado para darle un hijo que reemplazara al que había perdido.
Veintiún años después de haber presenciado el sacrificio de su único hijo, la reina se enteró de otro hijo engendrado por el dios Griego Apolo.
Este había nacido de una princesa Griega que había sido otorgada al dios como una ofrenda, con esperanza de inclinar la bendición del dios hacia los Griegos, que estaban en guerra con los Atlantes.
En cuanto las noticias llegaron a la reina, su amargura interna aumentó hasta que su corriente la abrumó.
Convocó a sus propias sacerdotisas para preguntarles dónde podría ser encontrado el heredero de su imperio.
—El heredero de la Atlántida reside en la casa de Ancles.
La misma casa donde había nacido el nuevo hijo de Apolo.
La reina gritó indignada ante la proclamación, sabiendo que Apolo había traicionado a su propio hijo. Ellos habían sido olvidados mientras él forjaba una nueva raza para reemplazarlos.
Llamando a sus guardias personales, la reina los envió a Grecia, para asegurarse de que la amante de Apolo y su hijo fueran asesinados. Jamás permitiría que ninguno de ellos se sentara en su amado trono.
—Asegúrense de desgarrarlos, para que los Griegos crean que fue hecho por un animal salvaje. No quiero que quede nada que los haga mirar hacia nuestras orillas por esto.
Pero como con todos los actos de venganza, este también fue revelado.
Angustiado, Apolo, sin pensarlo, maldijo a su raza una vez elegida.
"Una plaga a todos aquellos que nazcan Apolitas. Que cosechen todo lo que han sembrado este día. Ninguno de ustedes vivirá más allá de la edad de mi preciosa Ryssa. Todos perecerán dolorosamente el día de su vigesimoséptimo cumpleaños. Como actuaron como animales, se convertirán en ellos. Encontrarán alimento sólo en la sangre de sus iguales. Y nunca jamás podrán caminar por mi reino, donde los veré y seré forzado a recordar qué fue lo que hicieron para traicionarme."
No fue hasta que hubo pronunciado la maldición que Apolo recordó a su propio hijo que estaba en Delfos. Un hijo al cual había maldecido estúpidamente junto con los otros.
Porque una vez dichas, esas cosas jamás pueden ser deshechas.
Pero más que eso, él había sembrado las semillas de su propia destrucción. El día de la boda de su hijo con su más atesorada sacerdotisa, Apolo le había confiado a su hijo todo lo que valoraba en la vida.
—En tus manos está mi futuro. Tu sangre es mía y es a través de ti y tus futuros hijos que yo vivo.
Con esas palabras de atadura, y en un ataque de rabia, Apolo se condenó a sí mismo a la extinción. Porque una vez que la descendencia de su hijo muriera, también lo haría Apolo, y con él, el mismo sol.
Como ven, Apolo no es simplemente un dios. Él es la esencia del sol y tiene en sus manos el equilibrio del universo.
El día que Apolo muera, morirá la tierra y todos los que aquí habitan.
Ahora es el año 2010 d.c. y sólo queda un hijo Apolita que lleva la sangre del antiguo dios…
Belieber&Smiler♥
Re: "El Beso de la Noche" (Nick y tu)
CAPITULO 1 Parte (1/3)
Febrero 2010
St. Paul, Minnesota
—Oh, querida, gran alerta de semental a las tres en punto.
______(T.n) Peters se rió del tono lascivo de Michelle Avery mientras se daba vuelta dentro del atestado bar para ver a un hombre de cabello oscuro y apariencia normal que miraba hacia el escenario donde estaba tocando su banda local favorita, Twisted Hearts.
Balanceándose al ritmo de la música mientras bebía sorbos de su té helado Long Island, ______(T.n) lo estudió durante un minuto.
—Es un Lechero –decidió luego de un detallado examen de sus “atributos” que constaba su apariencia, su porte y su atavío de leñador.
Michelle sacudió la cabeza.
—No, señora, definitivamente es una Cracker.
______(T.n) sonrió al pensar en su sistema de clasificación, que dependía de las cosas por las que no sacarían a un hombre de la cama. Lechero significaba que era atractivo de un modo inusual y que podía traer un vaso de leche a la cama en cualquier momento. Las Crackers estaban un paso arriba, y las Galletitas eran dioses.
Pero lo máximo en aspecto apetecedor era calificado como una Rosquilla Espolvoreada. Una Rosquilla Espolvoreada no sólo era caótica, sino que también violaba su perpetua mentalidad dietética y le rogaba a una mujer que la mordiera.
Hasta la fecha, ninguna de ellas había conocido a una Rosquilla Espolvoreada en carne y hueso. Aún así, no perdían la esperanza.
Michelle le dio un golpecito a Brenda y a Kat en el hombro y señaló discretamente al hombre que estaba inspeccionando.
—¿Galletita?
Kat negó con la cabeza.
—Cracker.
—Definitivamente Cracker –confirmó Brenda.
—Oh, ¿qué sabes tú? Tienes un novio formal –le dijo Michelle a Brenda cuando la banda terminaba su canción y tomaba un descanso—. Dios, ustedes son demasiado críticas.
______(T.n) miró nuevamente al chico, que estaba hablando con su amigo y tomando una cerveza longneck. No hacía que su corazón se acelerara, pero la verdad es que muy pocos hombres lo conseguían. Aún así, tenía una actitud sencilla, abierta y una sonrisa agradable y amistosa. Podía ver porqué a Michelle le gustaba.
—De cualquier modo, ¿por qué tendría que importarte lo que nosotras pensamos? –le preguntó a Michelle—. Si a ti te gusta, entonces ve y preséntate.
Michelle estaba horrorizada.
—No puedo hacer eso.
—¿Por qué no? –preguntó ______(T.n).
—¿Qué hago si piensa que soy gorda o fea?
______(T.n) puso los ojos en blanco. Michelle era una chica castaña muy delgada que estaba lejos de ser fea.
—La vida es corta, Michelle. Demasiado corta. Por lo que sabemos, él podría ser el hombre de tus sueños, pero si te quedas aquí, babeando y sin hacer nada, jamás lo sabrás.
—Dios –susurró Michelle—, cómo te envidio por esa actitud de vivo—el—día—a—día. Pero no puedo.
______(T.n) la tomó de la mano y la arrastró a través del gentío, hacia el hombre.
Le tocó el hombro.
Sobresaltado, él se dio vuelta.
Sus ojos se ensancharon al mirar hacia arriba a ______(T.n). Con un metro ochenta y cinco, estaba acostumbrada a ser un monstruo de la naturaleza. A su favor, el tipo no pareció ofendido por el hecho de que ella era cinco centímetros más alta que él.
Luego observó a Michelle, que medía un normal metro sesenta y cuatro.
—Hola –dijo ______(T.n), atrayendo nuevamente su mirada a ella—. Estoy haciendo una encuesta rápida. ¿Estás casado?
Él frunció el ceño.
—No.
—¿Saliendo con alguien?
El tipo miró desconcertado a su amigo.
—No.
—¿Homosexual?
Se quedó con la boca abierta.
—¿Perdón?
—¡______(T.n)! –dijo Michelle bruscamente.
Ella ignoró a ambos y apretó fuerte la mano de Michelle cuando ella intentó escaparse corriendo.
—Te gustan las mujeres, ¿cierto?
—Sí –dijo él, sonando ofendido.
—Bien, porque mi amiga Michelle aquí presente piensa que eres excepcionalmente lindo y le gustaría conocerte – empujó a su amiga en medio de los dos—. Michelle, este es…
Él sonrió al encontrarse con la mirada sorprendida de Michelle.
—Tom Cody.
—Tom Cody – repitió ______(T.n)— Tom, esta es Michelle.
—Hola –saludó él, extendiendo su mano hacia ella.
Por la expresión de su amiga, ______(T.n) podía decir que su amiga no estaba segura de si debía estrangularla o agradecerle.
—Hola –dijo Michelle, dándole la mano.
Una vez que se aseguró de que eran semicompatibles y de que él no la mordería en la primera cita, ______(T.n) los abandonó y se encaminó de regreso a Brenda y Kat, quienes estaban con la boca abierta mientras la miraban incrédulas.
—No puedo creer que le hicieras eso. –Dijo Kat tan pronto como ______(T.n) se les unió— Va a matarte más tarde.
Brenda se encogió.
—Si alguna vez me haces eso, voy a matarte.
Kat pasó un brazo por los hombros de Brenda y le dio un abrazo afectuoso.
—Puedes gritarle todo lo que desees, querida, pero no puedo dejar que tú la mates.
Brenda se rió ante el comentario de Kat, sin saber que ella hablaba de corazón. Era la guardaespalda secreta de ______(T.n) y ya hacía cinco años que estaba con ella. Un record. La mayoría de los guardaespaldas de ______(T.n) tenían una esperanza de trabajo de aproximadamente ocho meses.
Terminaban muertos o renunciando en el instante en que alcanzaban a ver exactamente quién y qué era lo que estaba detrás de ella. A su modo de pensar, no valía la pena correr el riesgo, ni siquiera por la exorbitante cantidad de dinero que su padre les pagaba para mantener con vida a su hija.
Pero Kat no. Ella tenía más tenacidad y cara jutzpáü que cualquier otra persona que ______(T.n) hubiera conocido. Sin mencionar el hecho de que Kat era la única mujer que conocía que en realidad era más alta que ella. Con un metro noventa y cinco era increíblemente hermosa, Kat llamaba la atención donde quiera que iba. Su cabello rubio caía justo debajo de sus hombros, y tenía los ojos tan verdes que no parecían reales.
—Sabes –le dijo Brenda a ______(T.n) mientras observaba a Tom y Michelle hablando y riendo—. Daría cualquier cosa por tener tu confianza. ¿Alguna vez dudas de ti misma?
______(T.n) respondió sinceramente.
—Todo el tiempo.
—Nunca lo demuestras.
Eso era porque, a diferencia de sus acompañantes, había sólo una pequeñísima posibilidad de que a ______(T.n) pudieran quedarle otros ocho meses de vida. No podía permitirse estar asustada o ser tímida en la vida. Su lema era tomar todo con las dos manos, y salir corriendo.
Pero ella había estado corriendo toda su vida. Escapando de aquellos que la matarían si tuvieran la oportunidad.
Pero más que nada, había estado escapando de su destino, esperando que de algún modo, de alguna forma, pudiera apartarse de lo inevitable.
Aunque había recorrido el mundo desde que tenía seis años, no estaba más cerca de descubrir la verdad, acerca de su herencia, más de lo que lo había estado su madre antes que ella.
Aún así, con el amanecer de cada día, tenía esperanzas. Esperanzas de que alguien le dijera que su vida no tenía que terminar en su vigesimoséptimo cumpleaños. Esperanzas de que pudiera quedarse en algún lugar por más de unos pocos meses o incluso días.
—¡Epa! – Dijo Brenda con los ojos abiertos, mientras miraba hacia la entrada—. ¡Creo que encontré a nuestras Galletitas! Y, damas, hay tres de ellos.
Riendo ante su tono maravillado, ______(T.n) giró para ver a tres hombres increíblemente sexy entrando al club. Todos pasaban el metro ochenta y cinco en altura, piel y cabello dorados, y absolutamente magníficos.
Su risa murió instantáneamente, mientras sentía un horrible y fuerte estremecimiento recorriéndola. Era una sensación con la que estaba demasiado familiarizada.
Y que sembraba el terror en su corazón.
Vestidos con costosos suéteres, jeans y chaquetas de esquiar, los tres hombres recorrieron con la mirada a los ocupantes del bar, como los mortales depredadores que eran. ______(T.n) tembló. Las personas del bar no tenían idea de en cuánto peligro estaban.
Ninguno de ellos.
Oh, dios santo…
Febrero 2010
St. Paul, Minnesota
—Oh, querida, gran alerta de semental a las tres en punto.
______(T.n) Peters se rió del tono lascivo de Michelle Avery mientras se daba vuelta dentro del atestado bar para ver a un hombre de cabello oscuro y apariencia normal que miraba hacia el escenario donde estaba tocando su banda local favorita, Twisted Hearts.
Balanceándose al ritmo de la música mientras bebía sorbos de su té helado Long Island, ______(T.n) lo estudió durante un minuto.
—Es un Lechero –decidió luego de un detallado examen de sus “atributos” que constaba su apariencia, su porte y su atavío de leñador.
Michelle sacudió la cabeza.
—No, señora, definitivamente es una Cracker.
______(T.n) sonrió al pensar en su sistema de clasificación, que dependía de las cosas por las que no sacarían a un hombre de la cama. Lechero significaba que era atractivo de un modo inusual y que podía traer un vaso de leche a la cama en cualquier momento. Las Crackers estaban un paso arriba, y las Galletitas eran dioses.
Pero lo máximo en aspecto apetecedor era calificado como una Rosquilla Espolvoreada. Una Rosquilla Espolvoreada no sólo era caótica, sino que también violaba su perpetua mentalidad dietética y le rogaba a una mujer que la mordiera.
Hasta la fecha, ninguna de ellas había conocido a una Rosquilla Espolvoreada en carne y hueso. Aún así, no perdían la esperanza.
Michelle le dio un golpecito a Brenda y a Kat en el hombro y señaló discretamente al hombre que estaba inspeccionando.
—¿Galletita?
Kat negó con la cabeza.
—Cracker.
—Definitivamente Cracker –confirmó Brenda.
—Oh, ¿qué sabes tú? Tienes un novio formal –le dijo Michelle a Brenda cuando la banda terminaba su canción y tomaba un descanso—. Dios, ustedes son demasiado críticas.
______(T.n) miró nuevamente al chico, que estaba hablando con su amigo y tomando una cerveza longneck. No hacía que su corazón se acelerara, pero la verdad es que muy pocos hombres lo conseguían. Aún así, tenía una actitud sencilla, abierta y una sonrisa agradable y amistosa. Podía ver porqué a Michelle le gustaba.
—De cualquier modo, ¿por qué tendría que importarte lo que nosotras pensamos? –le preguntó a Michelle—. Si a ti te gusta, entonces ve y preséntate.
Michelle estaba horrorizada.
—No puedo hacer eso.
—¿Por qué no? –preguntó ______(T.n).
—¿Qué hago si piensa que soy gorda o fea?
______(T.n) puso los ojos en blanco. Michelle era una chica castaña muy delgada que estaba lejos de ser fea.
—La vida es corta, Michelle. Demasiado corta. Por lo que sabemos, él podría ser el hombre de tus sueños, pero si te quedas aquí, babeando y sin hacer nada, jamás lo sabrás.
—Dios –susurró Michelle—, cómo te envidio por esa actitud de vivo—el—día—a—día. Pero no puedo.
______(T.n) la tomó de la mano y la arrastró a través del gentío, hacia el hombre.
Le tocó el hombro.
Sobresaltado, él se dio vuelta.
Sus ojos se ensancharon al mirar hacia arriba a ______(T.n). Con un metro ochenta y cinco, estaba acostumbrada a ser un monstruo de la naturaleza. A su favor, el tipo no pareció ofendido por el hecho de que ella era cinco centímetros más alta que él.
Luego observó a Michelle, que medía un normal metro sesenta y cuatro.
—Hola –dijo ______(T.n), atrayendo nuevamente su mirada a ella—. Estoy haciendo una encuesta rápida. ¿Estás casado?
Él frunció el ceño.
—No.
—¿Saliendo con alguien?
El tipo miró desconcertado a su amigo.
—No.
—¿Homosexual?
Se quedó con la boca abierta.
—¿Perdón?
—¡______(T.n)! –dijo Michelle bruscamente.
Ella ignoró a ambos y apretó fuerte la mano de Michelle cuando ella intentó escaparse corriendo.
—Te gustan las mujeres, ¿cierto?
—Sí –dijo él, sonando ofendido.
—Bien, porque mi amiga Michelle aquí presente piensa que eres excepcionalmente lindo y le gustaría conocerte – empujó a su amiga en medio de los dos—. Michelle, este es…
Él sonrió al encontrarse con la mirada sorprendida de Michelle.
—Tom Cody.
—Tom Cody – repitió ______(T.n)— Tom, esta es Michelle.
—Hola –saludó él, extendiendo su mano hacia ella.
Por la expresión de su amiga, ______(T.n) podía decir que su amiga no estaba segura de si debía estrangularla o agradecerle.
—Hola –dijo Michelle, dándole la mano.
Una vez que se aseguró de que eran semicompatibles y de que él no la mordería en la primera cita, ______(T.n) los abandonó y se encaminó de regreso a Brenda y Kat, quienes estaban con la boca abierta mientras la miraban incrédulas.
—No puedo creer que le hicieras eso. –Dijo Kat tan pronto como ______(T.n) se les unió— Va a matarte más tarde.
Brenda se encogió.
—Si alguna vez me haces eso, voy a matarte.
Kat pasó un brazo por los hombros de Brenda y le dio un abrazo afectuoso.
—Puedes gritarle todo lo que desees, querida, pero no puedo dejar que tú la mates.
Brenda se rió ante el comentario de Kat, sin saber que ella hablaba de corazón. Era la guardaespalda secreta de ______(T.n) y ya hacía cinco años que estaba con ella. Un record. La mayoría de los guardaespaldas de ______(T.n) tenían una esperanza de trabajo de aproximadamente ocho meses.
Terminaban muertos o renunciando en el instante en que alcanzaban a ver exactamente quién y qué era lo que estaba detrás de ella. A su modo de pensar, no valía la pena correr el riesgo, ni siquiera por la exorbitante cantidad de dinero que su padre les pagaba para mantener con vida a su hija.
Pero Kat no. Ella tenía más tenacidad y cara jutzpáü que cualquier otra persona que ______(T.n) hubiera conocido. Sin mencionar el hecho de que Kat era la única mujer que conocía que en realidad era más alta que ella. Con un metro noventa y cinco era increíblemente hermosa, Kat llamaba la atención donde quiera que iba. Su cabello rubio caía justo debajo de sus hombros, y tenía los ojos tan verdes que no parecían reales.
—Sabes –le dijo Brenda a ______(T.n) mientras observaba a Tom y Michelle hablando y riendo—. Daría cualquier cosa por tener tu confianza. ¿Alguna vez dudas de ti misma?
______(T.n) respondió sinceramente.
—Todo el tiempo.
—Nunca lo demuestras.
Eso era porque, a diferencia de sus acompañantes, había sólo una pequeñísima posibilidad de que a ______(T.n) pudieran quedarle otros ocho meses de vida. No podía permitirse estar asustada o ser tímida en la vida. Su lema era tomar todo con las dos manos, y salir corriendo.
Pero ella había estado corriendo toda su vida. Escapando de aquellos que la matarían si tuvieran la oportunidad.
Pero más que nada, había estado escapando de su destino, esperando que de algún modo, de alguna forma, pudiera apartarse de lo inevitable.
Aunque había recorrido el mundo desde que tenía seis años, no estaba más cerca de descubrir la verdad, acerca de su herencia, más de lo que lo había estado su madre antes que ella.
Aún así, con el amanecer de cada día, tenía esperanzas. Esperanzas de que alguien le dijera que su vida no tenía que terminar en su vigesimoséptimo cumpleaños. Esperanzas de que pudiera quedarse en algún lugar por más de unos pocos meses o incluso días.
—¡Epa! – Dijo Brenda con los ojos abiertos, mientras miraba hacia la entrada—. ¡Creo que encontré a nuestras Galletitas! Y, damas, hay tres de ellos.
Riendo ante su tono maravillado, ______(T.n) giró para ver a tres hombres increíblemente sexy entrando al club. Todos pasaban el metro ochenta y cinco en altura, piel y cabello dorados, y absolutamente magníficos.
Su risa murió instantáneamente, mientras sentía un horrible y fuerte estremecimiento recorriéndola. Era una sensación con la que estaba demasiado familiarizada.
Y que sembraba el terror en su corazón.
Vestidos con costosos suéteres, jeans y chaquetas de esquiar, los tres hombres recorrieron con la mirada a los ocupantes del bar, como los mortales depredadores que eran. ______(T.n) tembló. Las personas del bar no tenían idea de en cuánto peligro estaban.
Ninguno de ellos.
Oh, dios santo…
Belieber&Smiler♥
Re: "El Beso de la Noche" (Nick y tu)
Capitulo 1 parte (2/3)
—Hey, _____(T.d*) –dijo Brenda—. Ve y preséntamelos a mí.
______(T.n) negó con la cabeza mientras hacía contacto visual con Kat para advertirla. Ella intentó conducir a Brenda lejos de los hombres y de sus miradas oscuras y hambrientas.
—No son nada bueno, Bren. Realmente nada bueno.
La única virtud de ser medio Apolita era su habilidad de ubicar a otros de la especie de su madre. Y algo en sus entrañas le decía que los hombres que caminaban en medio de la gente, registrando a las mujeres con sonrisas seductoras, ya no eran simples Apolitas.
Eran Daimons —una viciosa casta de Apolitas que elegían prolongar sus cortas vidas matando humanos y robando sus almas.
Su carisma de Daimons, único y poderoso, y su sed de almas brotaba de cada poro de sus cuerpos.
Estaban aquí en busca de víctimas.
______(T.n) se tragó su pánico. Tenía que encontrar un modo de salir de ahí antes de que se acercaran demasiado y descubrieran quién era ella en realidad.
Tomó el pequeño revólver de su cartera, y buscó una salida de escape.
—Por el fondo –dijo Kat, empujándola hacia la parte trasera del club.
—¿Qué está sucediendo? –preguntó Brenda.
De pronto, el más alto de los Daimons se detuvo en seco.
Giró para mirarlas de frente.
Sus acerados ojos se estrecharon con un intenso interés al ver a ______(T.n), y ella pudo sentirlo intentando penetrar en su mente. Bloqueó su intrusión, pero era demasiado tarde.
Tomó del brazo a sus amigos e inclinó la cabeza hacia ellas.
Diablos. Esto apestaba.
Literalmente.
Con la gente del bar, ella no podía abrir fuego, y tampoco podía hacerlo Kat. Las granadas de mano estaban en el auto y ______(T.n) había optado por dejar las dagas debajo del asiento.
—Este sería un buen momento para decirme que traes tus saisü contigo, Kat.
—Nada. ¿Tú tienes tus kamasü?
—Sí –respondió sarcásticamente, pensando en sus armas, que parecían pequeñas guadañas—. Las escondí dentro de mi sostén antes de salir de casa.
______(T.n) sintió que Kat metía algo frío en su mano. Al mirar hacia abajo, vio el abanico uchiwa de lucha cerrado. Hecho de acero, el abanico estaba afilado en uno de los lados, por lo que era tan peligroso como un cuchillo Ginsu. Doblado, y con sólo veintisiete centímetros de largo, se veía como un inofensivo abanico de mano japonés, pero en manos de Kat o ______(T.n), era letal.
______(T.n) afirmó su agarre al abanico mientras Kat la llevaba hacia el escenario, donde había una salida para incendios. Se dejó llevar por la multitud hacia la salida, lejos de los Daimons, y lejos de Brenda antes de que se pusiera en peligro estando cerca suyo cuando los Daimons atacaran.
Maldijo la altura de ambas al darse cuenta de que no había modo de esconderse. No había manera de evitar que los Daimons las viesen incluso entre esa gran cantidad de gente, cuando Kat y ella sobresalían tanto entre los demás.
Kat se detuvo en seco cuando otro hombre alto y rubio obstruyó su única vía de escape.
Dos segundos más tarde, se desató el infierno en su lado del club, cuando se percataron de que había más de tres Daimons en el bar.
Había al menos una docena de ellos.
Kat empujó a ______(T.n) hacia la salida, luego pateó al Daimon hacia atrás, contra un grupo de personas que gritaron y chillaron ante la perturbación.
______(T.n) abrió su abanico mientras otro Daimon iba hacia ella con un cuchillo de caza. Ella atrapó la hoja entre las tablillas y lo arrancó de sus manos, luego usó el cuchillo para apuñalar al Daimon en el pecho.
Se desintegró instantáneamente.
—Pagarás por eso, perra –gruñó uno de los Daimons mientras acometía contra ella.
Varios hombres que estaban en la barra se movieron para ayudarla, pero los Daimons se ocuparon rápidamente de ellos mientras otros clientes se encaminaban hacia la salida.
Cuatro Daimons rodearon a Kat.
______(T.n) intentó acercarse a ella para ayudarla a quitárselos de encima, pero no pudo. Uno de los Daimons atrapó a su guardaespaldas con un violento soplido que envió a Kat volando hasta una pared cercana.
Kat la golpeó con un ruido sordo, luego aterrizó en el suelo hecha un montón. ______(T.n) quería ayudarla, pero el mejor modo de hacerlo era llevando a los Daimons fuera del bar y lejos de su amiga.
Se dio vuelta para salir corriendo, sólo para encontrarse con dos Daimons más parados directamente detrás suyo.
La colisión de sus cuerpos la distrajo lo suficiente para que uno de los Daimons le pudiera quitar el cuchillo y el abanico de sus manos de un tirón.
Puso sus brazos alrededor de ______(T.n) para evitar que se cayera.
Alto, rubio y apuesto, el Daimon poseía una extraña aura sexual que atraía a cualquier mujer hacia él. Era esa esencia la que les permitía apresar eficazmente a los humanos.
—¿Ibas a algún sitio, princesa? –le preguntó, tomando las muñecas de ella con sus manos y bloqueando la posibilidad de luchar por su arma.
______(T.n) intentó hablar, pero sus oscuros y profundos ojos la tenían completamente cautivada. Ella sintió los poderes llegando hasta su mente, adormeciendo su habilidad para escapar.
Los otros se le unieron.
Aún así, el que estaba frente a ella mantuvo las manos en sus muñecas, su hipnótica mirada en la de ella.
—Bueno, bueno –dijo el más alto, mientras arrastraba un frío dedo por su mejilla—. Cuando vine a alimentarme esta noche, lo último que esperaba era encontrar a nuestra heredera perdida.
Ella alejó la cabeza de su toque.
—Matarme no va a liberarlos –le dijo—. Es sólo un mito.
El que la estaba sosteniendo la dio vuelta para que enfrentara a su líder.
El líder Daimon rió.
—¿No lo somos todos? Pregúntale a cualquier humano en este bar si los vampiros existen y, ¿qué dirán? –él pasó su lengua por los largos dientes caninos mientras la observaba malvadamente—. Ahora, ven afuera y muere sola, o haremos un banquete con tus amigos.
Deslizó su mirada de depredador hacia Michelle, quien estaba bastante lejos y tan cautivada por Tom que ni siquiera estaba al tanto de la pelea que había tomado lugar en el lado de ______(T.n) dentro del atestado bar.
—La castaña es fuerte. Su alma sola debería mantenernos al menos por seis meses. Y en cuanto a la rubia…
Su mirada se desvió hacia el lugar donde Kat yacía rodeada por humanos que no parecían comprender cómo se había lastimado. No cabían dudas de que los Daimons estaban usando sus poderes para nublar la mente de los humanos alrededor de ellos, para evitar que interfiriesen.
—Bueno –continuó, siniestramente—, un pequeño bocado nunca lastimó a nadie.
Tomó su brazo al mismo tiempo que el Daimon que la sostenía la dejaba ir.
Renuente a ir tranquila hacia su exterminio, ______(T.n) regresó a su estricto e intensivo entrenamiento. Regresó a los brazos del Daimon que estaba detrás de ella y le clavó su tacón en el empeine.
Él maldijo.
Ella enterró su puño en el estómago del Daimon parado delante suyo, y luego se movió rápidamente entre los otros dos y se encaminó hacia la puerta.
Con su velocidad inhumana, el Daimon más alto la bloqueó a mitad de camino. Una cruel sonrisa curvó sus labios mientras la empujaba salvajemente para detenerla.
Ella lo pateó, pero él impidió que lo lastimara.
—No lo hagas.
Su profunda voz era hipnótica y estaba llena de promesas de daño letal si ella lo desobedecía.
Varias personas en el bar se dieron vuelta para observarlos, pero con una sola mirada violenta del Daimon todos desviaron la vista.
Nadie la ayudaría.
Nadie se atrevía.
Pero aún no había terminado… ______(T.n) jamás se rendiría ante ellos.
Antes de poder atacar nuevamente, la puerta de entrada del club se abrió con una ráfaga glacial.
Como si hubiera detectado algo incluso más peligroso que él mismo, el Daimon giró su cabeza hacia la puerta.
Sus ojos se ensancharon con terror.
______(T.n) se dio vuelta para observar qué lo había paralizado y entonces ella tampoco pudo apartar la mirada.
El viento y la nieve se arremolinaron en el camino de entrada alrededor de un hombre que medía al menos dos metros.
A diferencia de la mayoría de la gente que andaba caminando en un clima de doce grados bajo cero, el recién llegado vestía sólo una larga y delgada chaqueta de cuero negro que se ondulaba con el viento. Tenía un sólido suéter negro, botas de motociclista, y un par de ajustados pantalones de cuero negros que se ceñían a un cuerpo delgado y fuerte que atraía con promesas sexuales y salvajes.
Poseía el contoneo confiado y mortal del hombre que sabe que no tiene igual. De un hombre que desafiaba al mundo a hacer el intento y enfrentarlo.
Era el paso de un depredador.
E hizo que la sangre de ______(T.n) se helara.
Si su cabello hubiese sido rubio, ella hubiera creído que era otro Daimon. Pero este hombre era completamente otra cosa.
Su cabello azabache largo hasta los hombros, estaba apartado de un rostro perfectamente esculpido que hacía que su corazón se acelerara. Sus ojos negros eran fríos. Acerados. Su cara era resuelta e impasible.
Ni bonito, ni femenino, ¡el hombre era semejante Rosquilla Espolvoreada que ni siquiera tendría que compartirla con ella en su cama!
Atrayente como un faro, e inconsciente de la multitud del bar, el recién llegado desvió su oscura y mortal mirada de un Daimon al siguiente, hasta que se detuvo en el que estaba al lado de ella.
Una sonrisa lenta y diabólica se extendió por su apuesto rostro, dejando ver una mínima insinuación de colmillos.
Se encaminó directamente hacia ellos.
El Daimon maldijo, y luego la colocó delante de él.
______(T.n) luchó contra su agarre, hasta que él extrajo una pistola de su bolsillo y la sostuvo contra su sien.
Gritos y exclamaciones estallaron en el bar mientras la gente corría a refugiarse.
Los otros Daimons se movieron hasta pararse a su lado en lo que parecía ser una formación de batalla.
El recién llegado rió baja y siniestramente mientras los evaluaba. La luz de sus ojos azabache permitía ver a ______(T.n) cuánto ansiaba él la pelea.
Su mirada, en realidad, los aguijoneaba.
—Mal modo de tomar un rehén –dijo en una voz profunda y suavemente acentuada que retumbaba como un trueno—. Especialmente cuando saben que, de cualquier manera, voy a matarlos.
En ese instante, ______(T.n) supo quién y qué era el recién llegado.
Era un Cazador Oscuro –un guerrero inmortal que pasaba la eternidad cazando y ejecutando a los Daimons que se alimentaban de almas humanas. Eran los defensores de la humanidad y la personificación de Satán para la gente de ______(T.n).
Había oído hablar de ellos toda su vida, pero al igual que con el hombre de la bolsa, lo había atribuido a las leyendas urbanas.
Pero el hombre parado frente a ella no era un invento de su imaginación. Era real, y se veía tan devastador como en las historias que había escuchado.
—Fuera de mi camino, Cazador Oscuro –dijo el Daimon que la tenía agarrada—, o la mataré.
Aparentemente divertido por la amenaza, el Cazador Oscuro negó con la cabeza, como un padre regañando a un niño enojado.
—Sabes, deberías haberte quedado en tu refugio un día más. Esta es noche de Buffy, y además es un capítulo de estreno. –El Cazador Oscuro hizo una pausa para suspirar irritado—. ¿Tienes alguna idea de cuánto me enfurece tener que venir aquí, con el frío que hace, a asesinarte, cuando podría estar calentito en casa, mirando a Sarah Michelle Gellar golpear traseros vistiendo un top con la espalda descubierta?
Los brazos del Daimon temblaron al apretar más fuertemente a ______(T.n).
—¡Atrápenlo!
Los Daimons atacaron a la vez. El Cazador Oscuro agarró al primero por la garganta. En un movimiento fluido, levantó al Daimon y lo golpeó contra la pared, donde lo sostuvo en un apretado puño.
El Daimon lanzó un quejido.
—¿Qué eres, un bebé? –preguntó el Cazador Oscuro—. Dios, si vas a matar humanos, lo mínimo que podrías hacer es aprender a morir con un poco de dignidad.
Un segundo Daimon saltó hacia su espalda. Mientras el Cazador Oscuro giraba la parte inferior de su cuerpo, un largo cuchillo de mal aspecto salió del talón de su bota. Él clavó la hoja en el centro del pecho del Daimon.
Instantáneamente, el Daimon se convirtió en polvo.
El Daimon que el Cazador Oscuro sostenía dejó ver sus largos dientes caninos mientras intentaba morderlo y patearlo. El Cazador Oscuro lo tiró a los brazos del tercer Daimon.
Ellos tropezaron hacia atrás y cayeron hechos un montón en el piso.
El Cazador Oscuro sacudió la cabeza al mirar a los dos Daimons que se golpeaban entre sí, intentando ponerse de pie.
Otros más lo atacaron, y los atravesó con una facilidad tan terrorífica como mórbidamente hermosa.
—Vamos, ¿dónde aprendieron a pelear? – Preguntó mientras mataba a otros dos—. ¿En la Escuela de Buenos Modales para Señoritas? – Se mofó desdeñosamente de los Daimons—. Mi hermanita menor podía golpear más fuerte que ustedes cuando tenía tres años. Diablos, si van a convertirse en Daimons, lo menos que pueden hacer es tomar un par de lecciones de lucha para hacer mi aburrido trabajo más interesante. –Suspiró fatigosamente y miró hacia el techo—. ¿Dónde están los Daimons Spathi cuando uno los necesita?
Mientras el Cazador Oscuro estaba distraído, el Daimon que sostenía a ______(T.n) apartó el arma de su sien y le dio cuatro disparos.
El Cazador Oscuro giró muy lentamente hacia ellos.
Con la furia descendiendo sobre su rostro, miró al Daimon que le había disparado.
—¿No tienes honor? ¿No tienes decencia? ¿Ni siquiera un maldito cerebro? No me matas con balas. Sólo me enfureces. –Miró hacia abajo, a las sangrantes heridas en su costado, y luego corrió a un costado su chaqueta, por lo que la luz brillaba a través de los agujeros en el cuero. Maldijo de nuevo—. Y acabas de arruinar mi maldita chaqueta favorita. —El Cazador Oscuro le gruñó al Daimon—. Por eso, vas a morir.
Antes de que ______(T.n) pudiera moverse, el Cazador Oscuro estiró su mano hacia ellos. Una cuerda negra y fina salió expulsada y se envolvió sola alrededor de la muñeca del Daimon.
Más rápido de lo que ella podía parpadear, el Cazador Oscuro cerró la distancia entre ellos, tiró de la muñeca del Daimon y retorció su antebrazo.
Ella se apartó a tropezones del Daimon y se apretó contra la destrozada máquina de discos, fuera de su camino.
Con una mano aún en el brazo del Daimon, el Cazador Oscuro lo agarró de la garganta y lo elevó del piso. Con un elegante arco, lanzó al Daimon sobre una mesa. Los vidrios se quebraron bajo el peso de la espalda del Daimon. El revólver golpeó el suelo de madera con un frío y metálico ruido sordo.
—¿Tu madre nunca te dijo que el único modo de matarnos es cortándonos en pedacitos? –preguntó el Cazador Oscuro—. Deberías haber traído una cortadora de madera en lugar de un arma. –Observó al Daimon, que luchaba desesperadamente para soltarse—. Ahora, liberemos a todas las almas humanas que has robado.
El Cazador Oscuro sacó una navaja de adentro de su bota, la giró para abrirla, y la hundió en el pecho del Daimon.
Este se descompuso al instante, dejando nada detrás.
Los dos últimos corrieron hacia la puerta.
No llegaron muy lejos antes de que el Cazador Oscuro extrajera un set de cuchillos para lanzar de debajo de su chaqueta y los enviara volando con mortal precisión hacia las espaldas de los asesinos que huían. Los Daimons explotaron, y sus cuchillos golpearon el suelo siniestramente.
Con una calma increíblemente deliberada, el Cazador Oscuro se encaminó hacia la salida. Se detuvo sólo lo suficiente como para recuperar sus cuchillos del suelo.
Y entonces se fue tan rápida y silenciosamente como había llegado.
______(T.n) luchó por respirar mientras la gente en el bar salía de sus escondites y se ponía furiosa. Gracias a dios, hasta Kat se levantó y fue a tropezones hacia ella.
Sus amigas se le acercaron corriendo.
—¿Estás bien?
—¿Vieron lo que él hizo?
—¡Pensé que estabas muerta!
—¡Gracias a dios, aún estás viva!
—¿Qué querían contigo?
—¿Quiénes eran esos tipos?
—¿Qué les sucedió?
Ella apenas escuchaba las voces que golpeaban sus oídos con tanta rapidez, y tan mezcladas que no podía definir quién preguntaba qué. La mente de ______(T.n) aún estaba con el Cazador Oscuro que había venido en su rescate. ¿Por qué se había molestado en salvarla?
Tenía que saber más de él…
Antes de cambiar de parecer, ______(T.n) corrió tras él, buscando a un hombre que no debería ser real.
Afuera, estruendosas sirenas llenaban el aire y se volvían cada vez más fuertes. Alguien en el bar debía haber llamado a la policía.
El Cazador Oscuro iba a mitad de cuadra cuando ella lo alcanzó y lo obligó a detenerse.
Con el rostro impasible, la observó con esos profundos y oscuros ojos. Ojos tan negros que ______(T.n) no podía detectar las pupilas. El viento revolvió su cabello alrededor de sus rasgos cincelados y el vapor de su aliento se mezcló con el de ella.
Estaba helando, pero su presencia la animaba tanto que ni siquiera lo sentía.
—¿Qué vas a hacer respecto a la policía? –le preguntó—. Estarán buscándote.
Una amarga sonrisa estiró las esquinas de sus labios.
—Hey, _____(T.d*) –dijo Brenda—. Ve y preséntamelos a mí.
______(T.n) negó con la cabeza mientras hacía contacto visual con Kat para advertirla. Ella intentó conducir a Brenda lejos de los hombres y de sus miradas oscuras y hambrientas.
—No son nada bueno, Bren. Realmente nada bueno.
La única virtud de ser medio Apolita era su habilidad de ubicar a otros de la especie de su madre. Y algo en sus entrañas le decía que los hombres que caminaban en medio de la gente, registrando a las mujeres con sonrisas seductoras, ya no eran simples Apolitas.
Eran Daimons —una viciosa casta de Apolitas que elegían prolongar sus cortas vidas matando humanos y robando sus almas.
Su carisma de Daimons, único y poderoso, y su sed de almas brotaba de cada poro de sus cuerpos.
Estaban aquí en busca de víctimas.
______(T.n) se tragó su pánico. Tenía que encontrar un modo de salir de ahí antes de que se acercaran demasiado y descubrieran quién era ella en realidad.
Tomó el pequeño revólver de su cartera, y buscó una salida de escape.
—Por el fondo –dijo Kat, empujándola hacia la parte trasera del club.
—¿Qué está sucediendo? –preguntó Brenda.
De pronto, el más alto de los Daimons se detuvo en seco.
Giró para mirarlas de frente.
Sus acerados ojos se estrecharon con un intenso interés al ver a ______(T.n), y ella pudo sentirlo intentando penetrar en su mente. Bloqueó su intrusión, pero era demasiado tarde.
Tomó del brazo a sus amigos e inclinó la cabeza hacia ellas.
Diablos. Esto apestaba.
Literalmente.
Con la gente del bar, ella no podía abrir fuego, y tampoco podía hacerlo Kat. Las granadas de mano estaban en el auto y ______(T.n) había optado por dejar las dagas debajo del asiento.
—Este sería un buen momento para decirme que traes tus saisü contigo, Kat.
—Nada. ¿Tú tienes tus kamasü?
—Sí –respondió sarcásticamente, pensando en sus armas, que parecían pequeñas guadañas—. Las escondí dentro de mi sostén antes de salir de casa.
______(T.n) sintió que Kat metía algo frío en su mano. Al mirar hacia abajo, vio el abanico uchiwa de lucha cerrado. Hecho de acero, el abanico estaba afilado en uno de los lados, por lo que era tan peligroso como un cuchillo Ginsu. Doblado, y con sólo veintisiete centímetros de largo, se veía como un inofensivo abanico de mano japonés, pero en manos de Kat o ______(T.n), era letal.
______(T.n) afirmó su agarre al abanico mientras Kat la llevaba hacia el escenario, donde había una salida para incendios. Se dejó llevar por la multitud hacia la salida, lejos de los Daimons, y lejos de Brenda antes de que se pusiera en peligro estando cerca suyo cuando los Daimons atacaran.
Maldijo la altura de ambas al darse cuenta de que no había modo de esconderse. No había manera de evitar que los Daimons las viesen incluso entre esa gran cantidad de gente, cuando Kat y ella sobresalían tanto entre los demás.
Kat se detuvo en seco cuando otro hombre alto y rubio obstruyó su única vía de escape.
Dos segundos más tarde, se desató el infierno en su lado del club, cuando se percataron de que había más de tres Daimons en el bar.
Había al menos una docena de ellos.
Kat empujó a ______(T.n) hacia la salida, luego pateó al Daimon hacia atrás, contra un grupo de personas que gritaron y chillaron ante la perturbación.
______(T.n) abrió su abanico mientras otro Daimon iba hacia ella con un cuchillo de caza. Ella atrapó la hoja entre las tablillas y lo arrancó de sus manos, luego usó el cuchillo para apuñalar al Daimon en el pecho.
Se desintegró instantáneamente.
—Pagarás por eso, perra –gruñó uno de los Daimons mientras acometía contra ella.
Varios hombres que estaban en la barra se movieron para ayudarla, pero los Daimons se ocuparon rápidamente de ellos mientras otros clientes se encaminaban hacia la salida.
Cuatro Daimons rodearon a Kat.
______(T.n) intentó acercarse a ella para ayudarla a quitárselos de encima, pero no pudo. Uno de los Daimons atrapó a su guardaespaldas con un violento soplido que envió a Kat volando hasta una pared cercana.
Kat la golpeó con un ruido sordo, luego aterrizó en el suelo hecha un montón. ______(T.n) quería ayudarla, pero el mejor modo de hacerlo era llevando a los Daimons fuera del bar y lejos de su amiga.
Se dio vuelta para salir corriendo, sólo para encontrarse con dos Daimons más parados directamente detrás suyo.
La colisión de sus cuerpos la distrajo lo suficiente para que uno de los Daimons le pudiera quitar el cuchillo y el abanico de sus manos de un tirón.
Puso sus brazos alrededor de ______(T.n) para evitar que se cayera.
Alto, rubio y apuesto, el Daimon poseía una extraña aura sexual que atraía a cualquier mujer hacia él. Era esa esencia la que les permitía apresar eficazmente a los humanos.
—¿Ibas a algún sitio, princesa? –le preguntó, tomando las muñecas de ella con sus manos y bloqueando la posibilidad de luchar por su arma.
______(T.n) intentó hablar, pero sus oscuros y profundos ojos la tenían completamente cautivada. Ella sintió los poderes llegando hasta su mente, adormeciendo su habilidad para escapar.
Los otros se le unieron.
Aún así, el que estaba frente a ella mantuvo las manos en sus muñecas, su hipnótica mirada en la de ella.
—Bueno, bueno –dijo el más alto, mientras arrastraba un frío dedo por su mejilla—. Cuando vine a alimentarme esta noche, lo último que esperaba era encontrar a nuestra heredera perdida.
Ella alejó la cabeza de su toque.
—Matarme no va a liberarlos –le dijo—. Es sólo un mito.
El que la estaba sosteniendo la dio vuelta para que enfrentara a su líder.
El líder Daimon rió.
—¿No lo somos todos? Pregúntale a cualquier humano en este bar si los vampiros existen y, ¿qué dirán? –él pasó su lengua por los largos dientes caninos mientras la observaba malvadamente—. Ahora, ven afuera y muere sola, o haremos un banquete con tus amigos.
Deslizó su mirada de depredador hacia Michelle, quien estaba bastante lejos y tan cautivada por Tom que ni siquiera estaba al tanto de la pelea que había tomado lugar en el lado de ______(T.n) dentro del atestado bar.
—La castaña es fuerte. Su alma sola debería mantenernos al menos por seis meses. Y en cuanto a la rubia…
Su mirada se desvió hacia el lugar donde Kat yacía rodeada por humanos que no parecían comprender cómo se había lastimado. No cabían dudas de que los Daimons estaban usando sus poderes para nublar la mente de los humanos alrededor de ellos, para evitar que interfiriesen.
—Bueno –continuó, siniestramente—, un pequeño bocado nunca lastimó a nadie.
Tomó su brazo al mismo tiempo que el Daimon que la sostenía la dejaba ir.
Renuente a ir tranquila hacia su exterminio, ______(T.n) regresó a su estricto e intensivo entrenamiento. Regresó a los brazos del Daimon que estaba detrás de ella y le clavó su tacón en el empeine.
Él maldijo.
Ella enterró su puño en el estómago del Daimon parado delante suyo, y luego se movió rápidamente entre los otros dos y se encaminó hacia la puerta.
Con su velocidad inhumana, el Daimon más alto la bloqueó a mitad de camino. Una cruel sonrisa curvó sus labios mientras la empujaba salvajemente para detenerla.
Ella lo pateó, pero él impidió que lo lastimara.
—No lo hagas.
Su profunda voz era hipnótica y estaba llena de promesas de daño letal si ella lo desobedecía.
Varias personas en el bar se dieron vuelta para observarlos, pero con una sola mirada violenta del Daimon todos desviaron la vista.
Nadie la ayudaría.
Nadie se atrevía.
Pero aún no había terminado… ______(T.n) jamás se rendiría ante ellos.
Antes de poder atacar nuevamente, la puerta de entrada del club se abrió con una ráfaga glacial.
Como si hubiera detectado algo incluso más peligroso que él mismo, el Daimon giró su cabeza hacia la puerta.
Sus ojos se ensancharon con terror.
______(T.n) se dio vuelta para observar qué lo había paralizado y entonces ella tampoco pudo apartar la mirada.
El viento y la nieve se arremolinaron en el camino de entrada alrededor de un hombre que medía al menos dos metros.
A diferencia de la mayoría de la gente que andaba caminando en un clima de doce grados bajo cero, el recién llegado vestía sólo una larga y delgada chaqueta de cuero negro que se ondulaba con el viento. Tenía un sólido suéter negro, botas de motociclista, y un par de ajustados pantalones de cuero negros que se ceñían a un cuerpo delgado y fuerte que atraía con promesas sexuales y salvajes.
Poseía el contoneo confiado y mortal del hombre que sabe que no tiene igual. De un hombre que desafiaba al mundo a hacer el intento y enfrentarlo.
Era el paso de un depredador.
E hizo que la sangre de ______(T.n) se helara.
Si su cabello hubiese sido rubio, ella hubiera creído que era otro Daimon. Pero este hombre era completamente otra cosa.
Su cabello azabache largo hasta los hombros, estaba apartado de un rostro perfectamente esculpido que hacía que su corazón se acelerara. Sus ojos negros eran fríos. Acerados. Su cara era resuelta e impasible.
Ni bonito, ni femenino, ¡el hombre era semejante Rosquilla Espolvoreada que ni siquiera tendría que compartirla con ella en su cama!
Atrayente como un faro, e inconsciente de la multitud del bar, el recién llegado desvió su oscura y mortal mirada de un Daimon al siguiente, hasta que se detuvo en el que estaba al lado de ella.
Una sonrisa lenta y diabólica se extendió por su apuesto rostro, dejando ver una mínima insinuación de colmillos.
Se encaminó directamente hacia ellos.
El Daimon maldijo, y luego la colocó delante de él.
______(T.n) luchó contra su agarre, hasta que él extrajo una pistola de su bolsillo y la sostuvo contra su sien.
Gritos y exclamaciones estallaron en el bar mientras la gente corría a refugiarse.
Los otros Daimons se movieron hasta pararse a su lado en lo que parecía ser una formación de batalla.
El recién llegado rió baja y siniestramente mientras los evaluaba. La luz de sus ojos azabache permitía ver a ______(T.n) cuánto ansiaba él la pelea.
Su mirada, en realidad, los aguijoneaba.
—Mal modo de tomar un rehén –dijo en una voz profunda y suavemente acentuada que retumbaba como un trueno—. Especialmente cuando saben que, de cualquier manera, voy a matarlos.
En ese instante, ______(T.n) supo quién y qué era el recién llegado.
Era un Cazador Oscuro –un guerrero inmortal que pasaba la eternidad cazando y ejecutando a los Daimons que se alimentaban de almas humanas. Eran los defensores de la humanidad y la personificación de Satán para la gente de ______(T.n).
Había oído hablar de ellos toda su vida, pero al igual que con el hombre de la bolsa, lo había atribuido a las leyendas urbanas.
Pero el hombre parado frente a ella no era un invento de su imaginación. Era real, y se veía tan devastador como en las historias que había escuchado.
—Fuera de mi camino, Cazador Oscuro –dijo el Daimon que la tenía agarrada—, o la mataré.
Aparentemente divertido por la amenaza, el Cazador Oscuro negó con la cabeza, como un padre regañando a un niño enojado.
—Sabes, deberías haberte quedado en tu refugio un día más. Esta es noche de Buffy, y además es un capítulo de estreno. –El Cazador Oscuro hizo una pausa para suspirar irritado—. ¿Tienes alguna idea de cuánto me enfurece tener que venir aquí, con el frío que hace, a asesinarte, cuando podría estar calentito en casa, mirando a Sarah Michelle Gellar golpear traseros vistiendo un top con la espalda descubierta?
Los brazos del Daimon temblaron al apretar más fuertemente a ______(T.n).
—¡Atrápenlo!
Los Daimons atacaron a la vez. El Cazador Oscuro agarró al primero por la garganta. En un movimiento fluido, levantó al Daimon y lo golpeó contra la pared, donde lo sostuvo en un apretado puño.
El Daimon lanzó un quejido.
—¿Qué eres, un bebé? –preguntó el Cazador Oscuro—. Dios, si vas a matar humanos, lo mínimo que podrías hacer es aprender a morir con un poco de dignidad.
Un segundo Daimon saltó hacia su espalda. Mientras el Cazador Oscuro giraba la parte inferior de su cuerpo, un largo cuchillo de mal aspecto salió del talón de su bota. Él clavó la hoja en el centro del pecho del Daimon.
Instantáneamente, el Daimon se convirtió en polvo.
El Daimon que el Cazador Oscuro sostenía dejó ver sus largos dientes caninos mientras intentaba morderlo y patearlo. El Cazador Oscuro lo tiró a los brazos del tercer Daimon.
Ellos tropezaron hacia atrás y cayeron hechos un montón en el piso.
El Cazador Oscuro sacudió la cabeza al mirar a los dos Daimons que se golpeaban entre sí, intentando ponerse de pie.
Otros más lo atacaron, y los atravesó con una facilidad tan terrorífica como mórbidamente hermosa.
—Vamos, ¿dónde aprendieron a pelear? – Preguntó mientras mataba a otros dos—. ¿En la Escuela de Buenos Modales para Señoritas? – Se mofó desdeñosamente de los Daimons—. Mi hermanita menor podía golpear más fuerte que ustedes cuando tenía tres años. Diablos, si van a convertirse en Daimons, lo menos que pueden hacer es tomar un par de lecciones de lucha para hacer mi aburrido trabajo más interesante. –Suspiró fatigosamente y miró hacia el techo—. ¿Dónde están los Daimons Spathi cuando uno los necesita?
Mientras el Cazador Oscuro estaba distraído, el Daimon que sostenía a ______(T.n) apartó el arma de su sien y le dio cuatro disparos.
El Cazador Oscuro giró muy lentamente hacia ellos.
Con la furia descendiendo sobre su rostro, miró al Daimon que le había disparado.
—¿No tienes honor? ¿No tienes decencia? ¿Ni siquiera un maldito cerebro? No me matas con balas. Sólo me enfureces. –Miró hacia abajo, a las sangrantes heridas en su costado, y luego corrió a un costado su chaqueta, por lo que la luz brillaba a través de los agujeros en el cuero. Maldijo de nuevo—. Y acabas de arruinar mi maldita chaqueta favorita. —El Cazador Oscuro le gruñó al Daimon—. Por eso, vas a morir.
Antes de que ______(T.n) pudiera moverse, el Cazador Oscuro estiró su mano hacia ellos. Una cuerda negra y fina salió expulsada y se envolvió sola alrededor de la muñeca del Daimon.
Más rápido de lo que ella podía parpadear, el Cazador Oscuro cerró la distancia entre ellos, tiró de la muñeca del Daimon y retorció su antebrazo.
Ella se apartó a tropezones del Daimon y se apretó contra la destrozada máquina de discos, fuera de su camino.
Con una mano aún en el brazo del Daimon, el Cazador Oscuro lo agarró de la garganta y lo elevó del piso. Con un elegante arco, lanzó al Daimon sobre una mesa. Los vidrios se quebraron bajo el peso de la espalda del Daimon. El revólver golpeó el suelo de madera con un frío y metálico ruido sordo.
—¿Tu madre nunca te dijo que el único modo de matarnos es cortándonos en pedacitos? –preguntó el Cazador Oscuro—. Deberías haber traído una cortadora de madera en lugar de un arma. –Observó al Daimon, que luchaba desesperadamente para soltarse—. Ahora, liberemos a todas las almas humanas que has robado.
El Cazador Oscuro sacó una navaja de adentro de su bota, la giró para abrirla, y la hundió en el pecho del Daimon.
Este se descompuso al instante, dejando nada detrás.
Los dos últimos corrieron hacia la puerta.
No llegaron muy lejos antes de que el Cazador Oscuro extrajera un set de cuchillos para lanzar de debajo de su chaqueta y los enviara volando con mortal precisión hacia las espaldas de los asesinos que huían. Los Daimons explotaron, y sus cuchillos golpearon el suelo siniestramente.
Con una calma increíblemente deliberada, el Cazador Oscuro se encaminó hacia la salida. Se detuvo sólo lo suficiente como para recuperar sus cuchillos del suelo.
Y entonces se fue tan rápida y silenciosamente como había llegado.
______(T.n) luchó por respirar mientras la gente en el bar salía de sus escondites y se ponía furiosa. Gracias a dios, hasta Kat se levantó y fue a tropezones hacia ella.
Sus amigas se le acercaron corriendo.
—¿Estás bien?
—¿Vieron lo que él hizo?
—¡Pensé que estabas muerta!
—¡Gracias a dios, aún estás viva!
—¿Qué querían contigo?
—¿Quiénes eran esos tipos?
—¿Qué les sucedió?
Ella apenas escuchaba las voces que golpeaban sus oídos con tanta rapidez, y tan mezcladas que no podía definir quién preguntaba qué. La mente de ______(T.n) aún estaba con el Cazador Oscuro que había venido en su rescate. ¿Por qué se había molestado en salvarla?
Tenía que saber más de él…
Antes de cambiar de parecer, ______(T.n) corrió tras él, buscando a un hombre que no debería ser real.
Afuera, estruendosas sirenas llenaban el aire y se volvían cada vez más fuertes. Alguien en el bar debía haber llamado a la policía.
El Cazador Oscuro iba a mitad de cuadra cuando ella lo alcanzó y lo obligó a detenerse.
Con el rostro impasible, la observó con esos profundos y oscuros ojos. Ojos tan negros que ______(T.n) no podía detectar las pupilas. El viento revolvió su cabello alrededor de sus rasgos cincelados y el vapor de su aliento se mezcló con el de ella.
Estaba helando, pero su presencia la animaba tanto que ni siquiera lo sentía.
—¿Qué vas a hacer respecto a la policía? –le preguntó—. Estarán buscándote.
Una amarga sonrisa estiró las esquinas de sus labios.
Belieber&Smiler♥
Re: "El Beso de la Noche" (Nick y tu)
AHHHHHHHHHHHHHHHH!
QIIEN EES?????
QIIEROO SABEER!
JAAJ, LOO AMEEE!
BESOOOS :D
QIIEN EES?????
QIIEROO SABEER!
JAAJ, LOO AMEEE!
BESOOOS :D
Invitado
Invitado
Re: "El Beso de la Noche" (Nick y tu)
aaahh me encanto¡ qien sera???
creo qe me imagino qien es pero no estoy segura :)
besos
creo qe me imagino qien es pero no estoy segura :)
besos
Invitado
Invitado
Re: "El Beso de la Noche" (Nick y tu)
Holaa siimii!!!
a marii le encanto tu otra adaptaciion y se esta :study: esta
x eso marii te piide qe la sigas por favor
Besos (de marii xD)!!
Xaooo :D
a marii le encanto tu otra adaptaciion y se esta :study: esta
x eso marii te piide qe la sigas por favor
Besos (de marii xD)!!
Xaooo :D
Mary_jonas_97
Re: "El Beso de la Noche" (Nick y tu)
Capitilo 1 parte (3/3)
—Dentro de cinco minutos ningún humano que estuviera en ese bar va a recordar haberme visto.
Sus palabras la sorprendieron. ¿Eso sucedía con todos los Cazadores Oscuros?
—¿Yo también voy a olvidar? –Él asintió—. En ese caso, gracias por salvar mi vida.
Nicholas vaciló. Era la primera vez que alguien le agradecía por ser un Cazador Oscuro.
Observó fijamente la abundancia de apretados rizos dorado—rojizos que caían sin orden en forma de cascada alrededor de su rostro ovalado. Llevaba su largo pelo trenzado en la espalda. Y sus ojos castaño verdosos estaban llenos de una brillante vitalidad y calidez.
Aunque no era una gran belleza, sus rasgos tenían un tranquilo encanto que era atractivo, tentador.
Contra su voluntad, él alargó la mano hasta tocar su mandíbula, justo debajo de la oreja. Más suave que el terciopelo, su delicada piel calentó los fríos dedos.
Hacía tanto tiempo desde la última vez que había tocado a una mujer.
Tanto tiempo desde que había saboreado a una por última vez.
Antes de poder detenerse a sí mismo, se inclinó y capturó esos labios separados con los propios.
Nicholas gruñó ante su sabor y su cuerpo despertó a la vida. Jamás había probado algo más dulce que la dulzura de su boca. Nunca había olido algo más embriagador que su carne limpia y con aroma a rosas.
La lengua de ______(T.n) danzó con la suya mientras sus manos se aferraban a los hombros de él, apretándolo más contra ella. Él se tensó y endureció al pensar qué tan suave sería su cuerpo en otros sitios.
Y en ese momento, él la deseó con una urgencia que lo asombró. Era una necesidad desesperada que no había sentido en un largo, largo tiempo.
Los sentidos de ______(T.n) se alborotaron al inesperado contacto de sus labios contra los de ella. Jamás había conocido algo parecido al poder y hambre de su beso.
El débil aroma a sándalo se aferraba a su carne, y él sabía a cerveza y a una salvaje e indomable masculinidad.
Bárbaro.
Era la única palabra para describirlo.
Sus brazos se flexionaron alrededor de ella mientras saqueaba su boca con maestría.
No sólo era letal para los Daimons. Era letal para los sentidos de una mujer. El corazón de ______(T.n) martilleó mientras su cuerpo entero ardía, deseando una frenética prueba de su fuerza dentro de ella.
Lo besó desesperadamente.
Él tomó su rostro entre las manos mientras le mordisqueaba los labios con sus dientes. Sus colmillos. De repente, profundizó el beso mientras pasaba las manos por su espalda, acercándola más a esas largas y masculinas caderas para que pudiera sentir cuán duro y preparado estaba para ella.
Ella lo sintió completamente por todo su ser. Cada hormona en su cuerpo chisporroteó.
Lo deseaba con una ferocidad que la aterraba. Ni una sola vez en su vida había sentido un deseo tan caliente y doloroso, y menos aún por un extraño.
Debería estar apartándolo a empujones.
En lugar de eso, ______(T.n) envolvió sus brazos alrededor de los hombros anchos y duros como piedra y lo sostuvo con fuerza. Era todo lo que podía hacer para no bajar la mano, desabrochar esos pantalones, y guiarlo directamente a esa parte suya que latía con una exigente necesidad.
Una parte de ella ni siquiera le importaba que estuvieran en la calle. Lo quería allí mismo. Ahora mismo. Sin importar quién o qué los veía. Era una parte ajena a ella, que la asustaba.
Nicholas luchó contra la urgencia dentro suyo que le exigía que la acorralara contra la pared de ladrillos que tenían a un lado y la hiciera enroscar esas largas y bien formadas piernas alrededor de su cintura. Empujar su pecaminosamente corta falda por encima de sus caderas y enterrarse profundamente dentro de su cuerpo hasta que ella gritara su nombre con una dulce liberación.
Santos dioses, cómo sufría por poseerla.
Si tan sólo pudiera…
De mala gana, se apartó de su abrazo. Pasó su pulgar por los hinchados labios de ______(T.n) y se preguntó cómo la sentiría retorciéndose debajo suyo.
Peor aún, sabía que podía tenerla. Había saboreado su deseo por completo. Pero una vez que hubiese terminado con ella, ______(T.n) no lo recordaría.
No recordaría su tacto. Su beso.
Su nombre…
Su cuerpo sólo calmaría al de él por unos pocos minutos.
No haría nada por aliviar la soledad de su corazón, que anhelaba que alguien lo recordara.
—Adiós, mi dulzura –susurró, tocándola ligeramente en la mejilla antes de darse vuelta.
Él recordaría su beso para siempre.
Ella no se acordaría de nada…
______(T.n) no podía moverse mientras el Cazador Oscuro se alejaba de ella.
Para el momento en que había desaparecido en la noche, ella había olvidado por completo que él existía.
—¿Cómo llegué aquí afuera? –se preguntó mientras se envolvía con los brazos para desterrar el cortante frío.
Con los dientes rechinando, corrió de regreso al bar.
—Dentro de cinco minutos ningún humano que estuviera en ese bar va a recordar haberme visto.
Sus palabras la sorprendieron. ¿Eso sucedía con todos los Cazadores Oscuros?
—¿Yo también voy a olvidar? –Él asintió—. En ese caso, gracias por salvar mi vida.
Nicholas vaciló. Era la primera vez que alguien le agradecía por ser un Cazador Oscuro.
Observó fijamente la abundancia de apretados rizos dorado—rojizos que caían sin orden en forma de cascada alrededor de su rostro ovalado. Llevaba su largo pelo trenzado en la espalda. Y sus ojos castaño verdosos estaban llenos de una brillante vitalidad y calidez.
Aunque no era una gran belleza, sus rasgos tenían un tranquilo encanto que era atractivo, tentador.
Contra su voluntad, él alargó la mano hasta tocar su mandíbula, justo debajo de la oreja. Más suave que el terciopelo, su delicada piel calentó los fríos dedos.
Hacía tanto tiempo desde la última vez que había tocado a una mujer.
Tanto tiempo desde que había saboreado a una por última vez.
Antes de poder detenerse a sí mismo, se inclinó y capturó esos labios separados con los propios.
Nicholas gruñó ante su sabor y su cuerpo despertó a la vida. Jamás había probado algo más dulce que la dulzura de su boca. Nunca había olido algo más embriagador que su carne limpia y con aroma a rosas.
La lengua de ______(T.n) danzó con la suya mientras sus manos se aferraban a los hombros de él, apretándolo más contra ella. Él se tensó y endureció al pensar qué tan suave sería su cuerpo en otros sitios.
Y en ese momento, él la deseó con una urgencia que lo asombró. Era una necesidad desesperada que no había sentido en un largo, largo tiempo.
Los sentidos de ______(T.n) se alborotaron al inesperado contacto de sus labios contra los de ella. Jamás había conocido algo parecido al poder y hambre de su beso.
El débil aroma a sándalo se aferraba a su carne, y él sabía a cerveza y a una salvaje e indomable masculinidad.
Bárbaro.
Era la única palabra para describirlo.
Sus brazos se flexionaron alrededor de ella mientras saqueaba su boca con maestría.
No sólo era letal para los Daimons. Era letal para los sentidos de una mujer. El corazón de ______(T.n) martilleó mientras su cuerpo entero ardía, deseando una frenética prueba de su fuerza dentro de ella.
Lo besó desesperadamente.
Él tomó su rostro entre las manos mientras le mordisqueaba los labios con sus dientes. Sus colmillos. De repente, profundizó el beso mientras pasaba las manos por su espalda, acercándola más a esas largas y masculinas caderas para que pudiera sentir cuán duro y preparado estaba para ella.
Ella lo sintió completamente por todo su ser. Cada hormona en su cuerpo chisporroteó.
Lo deseaba con una ferocidad que la aterraba. Ni una sola vez en su vida había sentido un deseo tan caliente y doloroso, y menos aún por un extraño.
Debería estar apartándolo a empujones.
En lugar de eso, ______(T.n) envolvió sus brazos alrededor de los hombros anchos y duros como piedra y lo sostuvo con fuerza. Era todo lo que podía hacer para no bajar la mano, desabrochar esos pantalones, y guiarlo directamente a esa parte suya que latía con una exigente necesidad.
Una parte de ella ni siquiera le importaba que estuvieran en la calle. Lo quería allí mismo. Ahora mismo. Sin importar quién o qué los veía. Era una parte ajena a ella, que la asustaba.
Nicholas luchó contra la urgencia dentro suyo que le exigía que la acorralara contra la pared de ladrillos que tenían a un lado y la hiciera enroscar esas largas y bien formadas piernas alrededor de su cintura. Empujar su pecaminosamente corta falda por encima de sus caderas y enterrarse profundamente dentro de su cuerpo hasta que ella gritara su nombre con una dulce liberación.
Santos dioses, cómo sufría por poseerla.
Si tan sólo pudiera…
De mala gana, se apartó de su abrazo. Pasó su pulgar por los hinchados labios de ______(T.n) y se preguntó cómo la sentiría retorciéndose debajo suyo.
Peor aún, sabía que podía tenerla. Había saboreado su deseo por completo. Pero una vez que hubiese terminado con ella, ______(T.n) no lo recordaría.
No recordaría su tacto. Su beso.
Su nombre…
Su cuerpo sólo calmaría al de él por unos pocos minutos.
No haría nada por aliviar la soledad de su corazón, que anhelaba que alguien lo recordara.
—Adiós, mi dulzura –susurró, tocándola ligeramente en la mejilla antes de darse vuelta.
Él recordaría su beso para siempre.
Ella no se acordaría de nada…
______(T.n) no podía moverse mientras el Cazador Oscuro se alejaba de ella.
Para el momento en que había desaparecido en la noche, ella había olvidado por completo que él existía.
—¿Cómo llegué aquí afuera? –se preguntó mientras se envolvía con los brazos para desterrar el cortante frío.
Con los dientes rechinando, corrió de regreso al bar.
Belieber&Smiler♥
Re: "El Beso de la Noche" (Nick y tu)
CAPITULO 2 (1/3)
Nicholas aún pensaba en la desconocida mujer cuando se bajó de su Expeditionü verde oscuro dentro de su garaje para cinco autos. Frunció el ceño al ver el Hummer rojo estacionado contra la pared lejana, y apagó el auto.
¿Qué diablos estaba haciendo Chris en casa? Se suponía que pasaría la noche en casa de su novia.
Nicholas entró para averiguar.
Encontró a Chris en la sala de estar, armando un enorme… algo. Tenía brazos metálicos y cosas que le recordaban a un robot pobremente diseñado.
El negro cabello ondulado de Chris caía hacia adelante, como si lo hubiese estado tironeando, con frustración. Había pedazos y papeles esparcidos por toda la habitación, junto con varias herramientas.
Nicholas lo observó con una risa irónica, mientras Chris luchaba con el largo palo metálico que estaba intentando encajar en la base.
Mientras Chris trabajaba, uno de los brazos cayó y lo golpeó en la cabeza.
Maldiciendo, dejó caer el palo.
Nicholas se rió.
—¿Has estado mirando QVCü nuevamente?
Chris se frotó la nuca y luego pateó la base.
—No comiences a molestarme, Nicholas.
—Niño, –dijo Nicholas severamente— será mejor que controles ese tono.
—Sí, sí, me asustas –dijo Chris irritablemente—. Me estoy mojando los pantalones ante tu terrorífica y espeluznante presencia. ¿No me ves temblando y tiritando? Uuuh, ahhh, uuuh.
Nicholas sacudió la cabeza al mirar a su Escudero. El chico no tenía absolutamente nada de juicio para burlarse de él.
—Sabía que tendría que haberte llevado al bosque cuando eras pequeño y dejarte ahí para que murieras.
Chris resopló.
—Uuuh, un poco de malicioso humor vikingo. En realidad estoy sorprendido de que mi padre no tuviera que presentarme para que me inspeccionaras cuando nací. Qué bueno que no pudieras permitirte el barnaútbur∂dr, ¿eh?
Nicholas lo observó con rabia –y no porque pensara por un segundo siquiera que eso lograría algo. Era sólo la fuerza de hábito.
—Sólo porque eres el último de mi descendencia no significa que tengo que soportarte.
—Sí, yo también te quiero, grandullón.
Chris retomó su proyecto.
Nicholas se quitó la chaqueta, y la colgó encima del respaldar de su sillón.
—Juro que voy a cancelar nuestra suscripción al cable si continúas con esto. La semana pasada fueron el banco de pesas y la máquina de remo. Ayer esa cosa facial, y ahora esto. ¿Has visto las porquerías que hay en el ático? Parece una venta de artículos usados.
—Esto es diferente.
Nicholas puso los ojos en blanco. Había escuchado eso antes.
—De cualquier modo, ¿qué diablos es?
Chris no se detuvo, mientras volvía a colocar el brazo.
—Es una lámpara solar. Se me ocurrió que podías estar cansado de tu tez demasiada pálida.
Lo miró extrañado. Gracias a los oscuros genes galos de su madre, Nicholas no era realmente pálido, más que nada tomando en cuenta que no había estado a la luz del sol en más de mil años.
—Christopher, resulta que soy un Vikingo en medio del invierno de Minnesota. La ausencia de un intenso bronceado armoniza con todo el territorio nórdico. ¿Por qué crees que tomamos por asalto a Europa?
—¿Porque estaba ahí?
—No, porque queríamos descongelarnos.
Chris no le prestó atención.
—Sólo espera, vas a agradecerme por esto una vez que lo tenga conectado.
Nicholas pasó por encima de las piezas.
—¿Por qué estás aquí, jodiendo con esto? Pensé que tenías una cita esta noche.
—Así era, pero veinte minutos después de que llegué a su casa, Pam terminó conmigo.
—¿Por qué?
Chris se interrumpió para darle una mirada odiosa y malhumorada.
—Piensa que soy traficante de drogas.
Nicholas estaba completamente sorprendido por esa inesperada declaración. Chris medía apenas un metro ochenta y tres, con un cuerpo larguirucho, y un rostro franco y honesto.
Lo más “ilegal” que había hecho ese chico era pasar frente a un Papá Noel del Ejército de Salvación, una vez, sin dejar dinero en la caldera.
—¿Qué la hizo pensar eso? –preguntó Nicholas.
—Bueno, veamos. Tengo veintiún años, y conduzco un Hummer de un cuarto de millón de dólares hecho a medida, blindado, con neumáticos y ventanillas a prueba de balas. Vivo en una finca enorme y remota fuera de Minnetonkaü, solo, hasta donde todos saben, excepto por los dos guardaespaldas que me siguen cada vez que abandono la propiedad. Tengo horarios extraños. Generalmente me llamas tres o cuatro veces mientras estoy en una cita para decirme que me ponga a trabajar y te dé un heredero. Y ella accidentalmente vio algunos de tus increíblemente maravillosos juguetes que recogí de lo de tu distribuidor de armas en el almacén de carga.
—No estaban afilados, ¿verdad? –lo interrumpió Nicholas.
Chris no tenía permitido manejar armas afiladas. El tonto podría cortarse una porción vital del cuerpo, o algo así.
Chris suspiró e ignoró la pregunta mientras continuaba con su perorata.
—Intenté explicarle que era independientemente adinerado, y que me gustaba coleccionar espadas y cuchillos, pero no me creyó. –Observó a Nicholas con otra glacial mirada furiosa—. Sabes, hay veces en que este trabajo realmente apesta. Y lo digo intencionalmenteü.
Nicholas se tomó su malhumor con calma. Chris estaba perpetuamente enojado con él, pero como Nicholas lo había criado desde el instante en que nació, y Chris era el último miembro sobreviviente de su descendencia, Nicholas era extremadamente tolerante con él.
—Entonces vende el Hummer, cómprate un Dodge, y múdate a un remolcador.
—Oh, sí, seguro. ¿Recuerdas el año pasado, cuando cambié el Hummer por un Alpha Romeo? Quemaste el auto y me compraste un nuevo Hummer, y amenazaste con encerrarme en mi cuarto con una prostituta si lo hacía de nuevo. Y en cuanto a los beneficios… ¿Te has tomado la molestia de inspeccionar este lugar? Tenemos una piscina interna calefaccionada, un teatro con sonido envolvente, dos cocineras, tres sirvientas y un chico que limpia la piscina al que puedo mandonear, sin mencionar todo tipo de entretenidos juguetes. No voy a abandonar Disneylandia. Es la única parte buena de este arreglo. Quiero decir que, diablos, si mi vida tiene que apestar no hay modo de que vaya a vivir en un Mini—Winniü. Y, conociéndote, me obligarías a aparcar en el frente, con guardias armados esperando en caso de que me clave un clavo.
—Entonces estás despedido.
—Muérdeme.
—No eres mi tipo. —Chris le tiró una llave francesa a la cabeza. Nicholas la atrapó y la dejó caer al suelo—. Nunca voy a lograr casarte con alguien, ¿verdad?
—Demonios, Nicholas. Apenas soy mayor de edad. Tengo tiempo de sobra para tener hijos que puedan recordarte, ¿está bien? Por dios, eres peor de lo que era mi padre. Obligaciones, obligaciones, obligaciones.
—Sabes, tu padre tenía sólo…
—Dieciocho años cuando se casó con mi madre. Sí, Nicholas, lo sé. Me dices eso únicamente tres o cuatro veces por hora.
Nicholas lo ignoró mientras seguía pensando en voz alta.
—Lo juro, eres el único hombre que conozco que se perdió toda la oleada hormonal de la adolescencia. Algo no anda bien contigo, niño.
—No voy a tomar otro maldito examen físico –dijo Chris bruscamente—. No hay nada malo conmigo o mis habilidades aparte del hecho de que no soy un perro en celo. Preferiría conocer bien a una mujer antes de quitarme la ropa frente a ella.
Nicholas sacudió la cabeza.
—Definitivamente algo anda mal contigo. —Chris lo maldijo en Nórdico Antiguo (escandinavo). Nicholas ignoró su blasfemia—. Quizás deberíamos pensar en contratar a un sustituto. Quizás comprar un banco de esperma.
Chris gruñó por lo bajo, y cambió de tema.
—¿Qué sucedió esta noche? Pareces más enfadado ahora que cuando te fuiste. ¿Alguna de las panteras te dijo algo desagradable en su club?
Nicholas gruñó mientras pensaba en la manada de panteras que era dueña del club al que había ido esa noche. Lo habían llamado inmediatamente para informarle que uno de sus hombres había detectado a un grupo desconocido de Daimons en la ciudad, buscando algo. Era el mismo grupo que le había causado problemas a las panteras algunos meses atrás.
El Inferno era uno de los muchos santuarios montados en el mundo donde Cazadores Oscuros, Were-Hunters, y Apolitas podía reunirse sin temor de que un enemigo los atacase mientras estaban dentro del edificio. Diablos, los were-beasts incluso toleraban a los Daimons siempre y cuando no se alimentaran dentro del local o atrajeran la atención hacia ellos.
Aunque los Were-Hunters eran muy capaces de asesinar a los Daimons por sí mismos, en general se abstenían de hacerlo. Después de todo, eran primos de los Apolitas y de los Daimons, y como tales tenían un método de no intervención al tratarse con ellos. Además, los Weres no eran demasiado tolerantes con los Cazadores Oscuros que mataban a sus primos. Trabajaban con ellos cuando tenían que hacerlo o cuando los beneficiaba, pero de otro modo, mantenían la distancia.
En cuanto Dante había sido informado de que los Daimons se dirigían a su club, le había avisado a Nicholas con una alerta.
Pero tal como Chris había insinuado, las panteras tenían un modo de ser poco amigable hacia cualquier Cazador Oscuro que estuviera demasiado tiempo en su local.
Quitando de un tirón las armas de su ropa, Nicholas las regresó al armario que se encontraba en la pared del fondo.
—No –dijo, respondiendo a la pregunta de Chris—. Las panteras se portaron bien. Simplemente pensé que los Daimons darían más pelea.
—Lo siento –dijo Chris compasivamente.
—Sí, yo también.
Chris se quedó callado, y por su expresión, Nicholas podía decir que el chico había dejado de lado sus bromas e intentaba alegrarlo.
—¿Tienes ánimos para entrenar?
Nicholas encerró sus armas.
—¿Para qué tomarme la molestia? No he tenido una pelea decente en casi cien años. –Irritado ante esa idea, se frotó los ojos, que eran sensibles a las brillantes luces que Chris tenía encendidas—. Creo que iré a insultar a Talon un rato.
—¡Ah, hey! —Nicholas se detuvo para mirar a Chris—. Antes de irte, di “parrillada.”
Nicholas gruñó ante el habitual último recurso de Chris para intentar animarlo. Era una vieja broma que Chris había usado para irritarlo desde que era pequeño. Se debía a que Nicholas aún tenía su antiguo acento nórdico que lo hacía tener un dejo cuando hablaba, especialmente cuando decía ciertas palabras, como “parrillada.”
—No eres gracioso, niñito. Y no soy sueco.
—Sí, sí. Vamos, haz de nuevo los ruidos de Chef Suecoü.
Nicholas gruñó.
—Jamás debería haberte permitido mirar los Muppets.
Peor aún, no debería haber fingido que era el Chef Sueco cuando Chris era un niño. Todo lo que consiguió fue darle al chico una cosa más para exasperarlo.
Pero aún así, eran familia, y al menos Chris estaba intentando hacerlo sentir mejor. Aunque no estuviera funcionando.
Chris hizo un sonido desagradable.
—Está bien, viejo Vikingo decrépito y gruñón. Ah, mi madre quiere conocerte. De nuevo.
Nicholas gruñó.
—¿Podrías posponerlo por un par de días?
—Puedo intentarlo, pero ya sabes cómo es.
Sí, lo sabía. Conocía a la madre de Chris desde hacía más de treinta años.
Desafortunadamente, ella no sabía nada de él. Así como todos aquellos que no eran de su sangre, ella lo olvidaba cinco minutos después de que él salía de su vista.
—Está bien –cedió Nicholas—. Tráela mañana en la noche.
Nicholas fue hacia las escaleras que llevaban a sus habitaciones debajo de la casa. Como la mayoría de los Cazadores Oscuros, prefería dormir donde no hubiese ninguna posibilidad de exponerse accidentalmente al sol. Era una de las contadísimas cosas que podría destruir sus cuerpos inmortales.
Abrió la puerta, pero no se molestó en encender la luz, ya que Chris había prendido la pequeña vela que estaba junto a su escritorio. Los ojos de un Cazador Oscuro estaban diseñados para no necesitar prácticamente nada de luz. Podía ver en la oscuridad mejor de lo que los humanos veían a plena luz.
Quitándose el suéter, punzó delicadamente las cuatro heridas de bala de su costado. Las balas habían pasado limpiamente a través de su carne y la piel ya había comenzado a sanarse.
La herida escocía, pero no iba a matarlo, y en un par de días no quedaría más que cuatro diminutas cicatrices.
Utilizó su remera negra para quitarse la sangre, y fue al baño para lavar y vendar la herida.
En cuanto estuvo limpio y vestido con un par de jeans azules y una remera blanca, Nicholas encendió su radio. Las canciones preprogramadas comenzaron con My Oh My de Slade, mientras él tomaba su teléfono inalámbrico y levantaba el monitor de su computadora para entrar al sitio cazador—oscuro.com para actualizar a los demás acerca de sus últimas cacerías.
A Callabrax le agradaba tener al día la cantidad de Daimons que eran cazados cada mes. El guerrero Espartano tenía la extraña idea de que los cruzamientos y los ataques de los Daimons estaban relacionados con los ciclos lunares.
Personalmente, Nicholas pensaba que el espartano tenía demasiado tiempo libre. Pero, para el caso, siendo inmortales, todos lo tenían.
Sentado en la oscuridad, Nicholas escuchó la letra de la canción que sonaba.
Creo en las mujeres, dios, oh dios. Todos necesitamos a alguien con quien hablar, dios, oh, dios…
Contra su voluntad, esas palabras conjuraron imágenes de su antiguo hogar, y de una mujer con el cabello tan blanco como la nieve, y ojos tan azules como el mar.
Arnhild.
Nicholas no sabía porqué aún después de todos esos siglos pensaba en ella, pero así era.
Respiró hondo mientras se preguntaba qué habría sucedido si se hubiese quedado en la granja de su padre y se hubiese casado con ella. Todos lo habían esperado.
Arnhild lo había esperado.
Pero Nicholas se había rehusado. A los diecisiete años había deseado una vida diferente a ser un simple granjero y pagar impuestos a su jarl. Había deseado aventuras, y batallas.
Gloria.
Peligro.
Quizás si hubiera amado a Arnhild, eso hubiera sido suficiente para lograr que se quedara.
Y si hubiera hecho eso…
Nicholas aún pensaba en la desconocida mujer cuando se bajó de su Expeditionü verde oscuro dentro de su garaje para cinco autos. Frunció el ceño al ver el Hummer rojo estacionado contra la pared lejana, y apagó el auto.
¿Qué diablos estaba haciendo Chris en casa? Se suponía que pasaría la noche en casa de su novia.
Nicholas entró para averiguar.
Encontró a Chris en la sala de estar, armando un enorme… algo. Tenía brazos metálicos y cosas que le recordaban a un robot pobremente diseñado.
El negro cabello ondulado de Chris caía hacia adelante, como si lo hubiese estado tironeando, con frustración. Había pedazos y papeles esparcidos por toda la habitación, junto con varias herramientas.
Nicholas lo observó con una risa irónica, mientras Chris luchaba con el largo palo metálico que estaba intentando encajar en la base.
Mientras Chris trabajaba, uno de los brazos cayó y lo golpeó en la cabeza.
Maldiciendo, dejó caer el palo.
Nicholas se rió.
—¿Has estado mirando QVCü nuevamente?
Chris se frotó la nuca y luego pateó la base.
—No comiences a molestarme, Nicholas.
—Niño, –dijo Nicholas severamente— será mejor que controles ese tono.
—Sí, sí, me asustas –dijo Chris irritablemente—. Me estoy mojando los pantalones ante tu terrorífica y espeluznante presencia. ¿No me ves temblando y tiritando? Uuuh, ahhh, uuuh.
Nicholas sacudió la cabeza al mirar a su Escudero. El chico no tenía absolutamente nada de juicio para burlarse de él.
—Sabía que tendría que haberte llevado al bosque cuando eras pequeño y dejarte ahí para que murieras.
Chris resopló.
—Uuuh, un poco de malicioso humor vikingo. En realidad estoy sorprendido de que mi padre no tuviera que presentarme para que me inspeccionaras cuando nací. Qué bueno que no pudieras permitirte el barnaútbur∂dr, ¿eh?
Nicholas lo observó con rabia –y no porque pensara por un segundo siquiera que eso lograría algo. Era sólo la fuerza de hábito.
—Sólo porque eres el último de mi descendencia no significa que tengo que soportarte.
—Sí, yo también te quiero, grandullón.
Chris retomó su proyecto.
Nicholas se quitó la chaqueta, y la colgó encima del respaldar de su sillón.
—Juro que voy a cancelar nuestra suscripción al cable si continúas con esto. La semana pasada fueron el banco de pesas y la máquina de remo. Ayer esa cosa facial, y ahora esto. ¿Has visto las porquerías que hay en el ático? Parece una venta de artículos usados.
—Esto es diferente.
Nicholas puso los ojos en blanco. Había escuchado eso antes.
—De cualquier modo, ¿qué diablos es?
Chris no se detuvo, mientras volvía a colocar el brazo.
—Es una lámpara solar. Se me ocurrió que podías estar cansado de tu tez demasiada pálida.
Lo miró extrañado. Gracias a los oscuros genes galos de su madre, Nicholas no era realmente pálido, más que nada tomando en cuenta que no había estado a la luz del sol en más de mil años.
—Christopher, resulta que soy un Vikingo en medio del invierno de Minnesota. La ausencia de un intenso bronceado armoniza con todo el territorio nórdico. ¿Por qué crees que tomamos por asalto a Europa?
—¿Porque estaba ahí?
—No, porque queríamos descongelarnos.
Chris no le prestó atención.
—Sólo espera, vas a agradecerme por esto una vez que lo tenga conectado.
Nicholas pasó por encima de las piezas.
—¿Por qué estás aquí, jodiendo con esto? Pensé que tenías una cita esta noche.
—Así era, pero veinte minutos después de que llegué a su casa, Pam terminó conmigo.
—¿Por qué?
Chris se interrumpió para darle una mirada odiosa y malhumorada.
—Piensa que soy traficante de drogas.
Nicholas estaba completamente sorprendido por esa inesperada declaración. Chris medía apenas un metro ochenta y tres, con un cuerpo larguirucho, y un rostro franco y honesto.
Lo más “ilegal” que había hecho ese chico era pasar frente a un Papá Noel del Ejército de Salvación, una vez, sin dejar dinero en la caldera.
—¿Qué la hizo pensar eso? –preguntó Nicholas.
—Bueno, veamos. Tengo veintiún años, y conduzco un Hummer de un cuarto de millón de dólares hecho a medida, blindado, con neumáticos y ventanillas a prueba de balas. Vivo en una finca enorme y remota fuera de Minnetonkaü, solo, hasta donde todos saben, excepto por los dos guardaespaldas que me siguen cada vez que abandono la propiedad. Tengo horarios extraños. Generalmente me llamas tres o cuatro veces mientras estoy en una cita para decirme que me ponga a trabajar y te dé un heredero. Y ella accidentalmente vio algunos de tus increíblemente maravillosos juguetes que recogí de lo de tu distribuidor de armas en el almacén de carga.
—No estaban afilados, ¿verdad? –lo interrumpió Nicholas.
Chris no tenía permitido manejar armas afiladas. El tonto podría cortarse una porción vital del cuerpo, o algo así.
Chris suspiró e ignoró la pregunta mientras continuaba con su perorata.
—Intenté explicarle que era independientemente adinerado, y que me gustaba coleccionar espadas y cuchillos, pero no me creyó. –Observó a Nicholas con otra glacial mirada furiosa—. Sabes, hay veces en que este trabajo realmente apesta. Y lo digo intencionalmenteü.
Nicholas se tomó su malhumor con calma. Chris estaba perpetuamente enojado con él, pero como Nicholas lo había criado desde el instante en que nació, y Chris era el último miembro sobreviviente de su descendencia, Nicholas era extremadamente tolerante con él.
—Entonces vende el Hummer, cómprate un Dodge, y múdate a un remolcador.
—Oh, sí, seguro. ¿Recuerdas el año pasado, cuando cambié el Hummer por un Alpha Romeo? Quemaste el auto y me compraste un nuevo Hummer, y amenazaste con encerrarme en mi cuarto con una prostituta si lo hacía de nuevo. Y en cuanto a los beneficios… ¿Te has tomado la molestia de inspeccionar este lugar? Tenemos una piscina interna calefaccionada, un teatro con sonido envolvente, dos cocineras, tres sirvientas y un chico que limpia la piscina al que puedo mandonear, sin mencionar todo tipo de entretenidos juguetes. No voy a abandonar Disneylandia. Es la única parte buena de este arreglo. Quiero decir que, diablos, si mi vida tiene que apestar no hay modo de que vaya a vivir en un Mini—Winniü. Y, conociéndote, me obligarías a aparcar en el frente, con guardias armados esperando en caso de que me clave un clavo.
—Entonces estás despedido.
—Muérdeme.
—No eres mi tipo. —Chris le tiró una llave francesa a la cabeza. Nicholas la atrapó y la dejó caer al suelo—. Nunca voy a lograr casarte con alguien, ¿verdad?
—Demonios, Nicholas. Apenas soy mayor de edad. Tengo tiempo de sobra para tener hijos que puedan recordarte, ¿está bien? Por dios, eres peor de lo que era mi padre. Obligaciones, obligaciones, obligaciones.
—Sabes, tu padre tenía sólo…
—Dieciocho años cuando se casó con mi madre. Sí, Nicholas, lo sé. Me dices eso únicamente tres o cuatro veces por hora.
Nicholas lo ignoró mientras seguía pensando en voz alta.
—Lo juro, eres el único hombre que conozco que se perdió toda la oleada hormonal de la adolescencia. Algo no anda bien contigo, niño.
—No voy a tomar otro maldito examen físico –dijo Chris bruscamente—. No hay nada malo conmigo o mis habilidades aparte del hecho de que no soy un perro en celo. Preferiría conocer bien a una mujer antes de quitarme la ropa frente a ella.
Nicholas sacudió la cabeza.
—Definitivamente algo anda mal contigo. —Chris lo maldijo en Nórdico Antiguo (escandinavo). Nicholas ignoró su blasfemia—. Quizás deberíamos pensar en contratar a un sustituto. Quizás comprar un banco de esperma.
Chris gruñó por lo bajo, y cambió de tema.
—¿Qué sucedió esta noche? Pareces más enfadado ahora que cuando te fuiste. ¿Alguna de las panteras te dijo algo desagradable en su club?
Nicholas gruñó mientras pensaba en la manada de panteras que era dueña del club al que había ido esa noche. Lo habían llamado inmediatamente para informarle que uno de sus hombres había detectado a un grupo desconocido de Daimons en la ciudad, buscando algo. Era el mismo grupo que le había causado problemas a las panteras algunos meses atrás.
El Inferno era uno de los muchos santuarios montados en el mundo donde Cazadores Oscuros, Were-Hunters, y Apolitas podía reunirse sin temor de que un enemigo los atacase mientras estaban dentro del edificio. Diablos, los were-beasts incluso toleraban a los Daimons siempre y cuando no se alimentaran dentro del local o atrajeran la atención hacia ellos.
Aunque los Were-Hunters eran muy capaces de asesinar a los Daimons por sí mismos, en general se abstenían de hacerlo. Después de todo, eran primos de los Apolitas y de los Daimons, y como tales tenían un método de no intervención al tratarse con ellos. Además, los Weres no eran demasiado tolerantes con los Cazadores Oscuros que mataban a sus primos. Trabajaban con ellos cuando tenían que hacerlo o cuando los beneficiaba, pero de otro modo, mantenían la distancia.
En cuanto Dante había sido informado de que los Daimons se dirigían a su club, le había avisado a Nicholas con una alerta.
Pero tal como Chris había insinuado, las panteras tenían un modo de ser poco amigable hacia cualquier Cazador Oscuro que estuviera demasiado tiempo en su local.
Quitando de un tirón las armas de su ropa, Nicholas las regresó al armario que se encontraba en la pared del fondo.
—No –dijo, respondiendo a la pregunta de Chris—. Las panteras se portaron bien. Simplemente pensé que los Daimons darían más pelea.
—Lo siento –dijo Chris compasivamente.
—Sí, yo también.
Chris se quedó callado, y por su expresión, Nicholas podía decir que el chico había dejado de lado sus bromas e intentaba alegrarlo.
—¿Tienes ánimos para entrenar?
Nicholas encerró sus armas.
—¿Para qué tomarme la molestia? No he tenido una pelea decente en casi cien años. –Irritado ante esa idea, se frotó los ojos, que eran sensibles a las brillantes luces que Chris tenía encendidas—. Creo que iré a insultar a Talon un rato.
—¡Ah, hey! —Nicholas se detuvo para mirar a Chris—. Antes de irte, di “parrillada.”
Nicholas gruñó ante el habitual último recurso de Chris para intentar animarlo. Era una vieja broma que Chris había usado para irritarlo desde que era pequeño. Se debía a que Nicholas aún tenía su antiguo acento nórdico que lo hacía tener un dejo cuando hablaba, especialmente cuando decía ciertas palabras, como “parrillada.”
—No eres gracioso, niñito. Y no soy sueco.
—Sí, sí. Vamos, haz de nuevo los ruidos de Chef Suecoü.
Nicholas gruñó.
—Jamás debería haberte permitido mirar los Muppets.
Peor aún, no debería haber fingido que era el Chef Sueco cuando Chris era un niño. Todo lo que consiguió fue darle al chico una cosa más para exasperarlo.
Pero aún así, eran familia, y al menos Chris estaba intentando hacerlo sentir mejor. Aunque no estuviera funcionando.
Chris hizo un sonido desagradable.
—Está bien, viejo Vikingo decrépito y gruñón. Ah, mi madre quiere conocerte. De nuevo.
Nicholas gruñó.
—¿Podrías posponerlo por un par de días?
—Puedo intentarlo, pero ya sabes cómo es.
Sí, lo sabía. Conocía a la madre de Chris desde hacía más de treinta años.
Desafortunadamente, ella no sabía nada de él. Así como todos aquellos que no eran de su sangre, ella lo olvidaba cinco minutos después de que él salía de su vista.
—Está bien –cedió Nicholas—. Tráela mañana en la noche.
Nicholas fue hacia las escaleras que llevaban a sus habitaciones debajo de la casa. Como la mayoría de los Cazadores Oscuros, prefería dormir donde no hubiese ninguna posibilidad de exponerse accidentalmente al sol. Era una de las contadísimas cosas que podría destruir sus cuerpos inmortales.
Abrió la puerta, pero no se molestó en encender la luz, ya que Chris había prendido la pequeña vela que estaba junto a su escritorio. Los ojos de un Cazador Oscuro estaban diseñados para no necesitar prácticamente nada de luz. Podía ver en la oscuridad mejor de lo que los humanos veían a plena luz.
Quitándose el suéter, punzó delicadamente las cuatro heridas de bala de su costado. Las balas habían pasado limpiamente a través de su carne y la piel ya había comenzado a sanarse.
La herida escocía, pero no iba a matarlo, y en un par de días no quedaría más que cuatro diminutas cicatrices.
Utilizó su remera negra para quitarse la sangre, y fue al baño para lavar y vendar la herida.
En cuanto estuvo limpio y vestido con un par de jeans azules y una remera blanca, Nicholas encendió su radio. Las canciones preprogramadas comenzaron con My Oh My de Slade, mientras él tomaba su teléfono inalámbrico y levantaba el monitor de su computadora para entrar al sitio cazador—oscuro.com para actualizar a los demás acerca de sus últimas cacerías.
A Callabrax le agradaba tener al día la cantidad de Daimons que eran cazados cada mes. El guerrero Espartano tenía la extraña idea de que los cruzamientos y los ataques de los Daimons estaban relacionados con los ciclos lunares.
Personalmente, Nicholas pensaba que el espartano tenía demasiado tiempo libre. Pero, para el caso, siendo inmortales, todos lo tenían.
Sentado en la oscuridad, Nicholas escuchó la letra de la canción que sonaba.
Creo en las mujeres, dios, oh dios. Todos necesitamos a alguien con quien hablar, dios, oh, dios…
Contra su voluntad, esas palabras conjuraron imágenes de su antiguo hogar, y de una mujer con el cabello tan blanco como la nieve, y ojos tan azules como el mar.
Arnhild.
Nicholas no sabía porqué aún después de todos esos siglos pensaba en ella, pero así era.
Respiró hondo mientras se preguntaba qué habría sucedido si se hubiese quedado en la granja de su padre y se hubiese casado con ella. Todos lo habían esperado.
Arnhild lo había esperado.
Pero Nicholas se había rehusado. A los diecisiete años había deseado una vida diferente a ser un simple granjero y pagar impuestos a su jarl. Había deseado aventuras, y batallas.
Gloria.
Peligro.
Quizás si hubiera amado a Arnhild, eso hubiera sido suficiente para lograr que se quedara.
Y si hubiera hecho eso…
Belieber&Smiler♥
Re: "El Beso de la Noche" (Nick y tu)
OMG nueva lectoraa! amo estos liibros..!
leii placeres nocturnos ii eso... otra chiica publicaba toda la saga... vero venabides :D
Peroo siiguelaAMO sta sagaa :D
leii placeres nocturnos ii eso... otra chiica publicaba toda la saga... vero venabides :D
Peroo siiguelaAMO sta sagaa :D
Creadora
Página 1 de 13. • 1, 2, 3 ... 11, 12, 13
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