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"El Beso de la Noche" (Nick y tu)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: "El Beso de la Noche" (Nick y tu)
Q sueeños jajaja xD
amo amo esta novee pleasee siiguee!
no suelo comentar mucho en las noves.. .pero aQii todo es diferentee!
amo amo esta novee pleasee siiguee!
no suelo comentar mucho en las noves.. .pero aQii todo es diferentee!
Creadora
Re: "El Beso de la Noche" (Nick y tu)
CAPITULO 4
Chris suspiró mientras se acercaba a su aula de Inglés Antiguo. Era un típico día hartante y asqueroso. Su vida debería ser genial. Tenía todo el dinero del mundo. Cada lujo conocido. No había nada en el planeta con lo que pudiera soñar y no tenerlo.
En cuanto a eso, Nicholas incluso había traído a Britney Spears en un avión, para que cantara en la fiesta del veintiún cumpleaños de Chris la primavera pasada. El único problema fue que los asistentes eran él, sus guardaespaldas y Nicholas, quien estuvo todo el tiempo corriendo de un lado a otro, intentando asegurarse de que Chris no se lastimaba la cabeza.
Sin mencionar las tres millones de veces en que Nicholas lo había incitado a insinuársele a Britney. O al menos que le propusiera matrimonio, lo cual ella había rechazado con tanta risa que aún resonaba en sus oídos.
Todo lo que Chris verdaderamente quería era una vida normal. Más que eso, quería su libertad.
Y eran las únicas dos cosas que no podía tener.
Nicholas no lo dejaba salir de la casa a menos que estuviera seguido de cerca. El único momento en que Chris podía volar a cualquier sitio era si el mismísimo Acheron, el líder de los Cazadores Oscuros, venía y se lo llevaba, y lo mantenía al alcance de la vista todo el tiempo. Cada miembro del Consejo de los Escuderos comprendía que Chris era el último lazo de sangre que tenía Nicholas con su hermano. Como tal, era protegido más celosamente que un tesoro nacional.
Él se sentía como una especie de extraterrestre, y deseaba encontrar algún lugar en el que no fuera un absoluto fenómeno.
Pero era imposible. No había modo de escapar a su destino.
No había modo de escapar a quien era…
El último heredero.
Sin Chris y sus hijos, Nicholas estaría solo por toda la eternidad, porque sólo un humano nacido de la sangre de Nicholas podría recordarlo.
El único problema con eso era encontrar a una madre para esos niños, y nadie se ofrecía como voluntaria.
Sus oídos aún zumbaban con el rechazo de Belinda, diez minutos atrás.
"¿Salir contigo? Por favooor. Llámame cuando crezcas y aprendas a vestirte bien."
Rechinando los dientes, intentó no pensar en sus duras palabras. Se había puesto sus mejores pantalones khaki y un suéter azul marino sólo para pedirle que salieran. Pero él sabía que no era afable o audaz.
Tenía la elegancia social de un idiota. El ordinario rostro de cualquier chico y la confianza de un caracol.
Dios, era patético.
Chris se detuvo en la puerta del aula para ver a los dos Escuderos Theti siguiéndolo a una distancia “discreta.” Con treinta y algo de años, ambos medían más de un metro ochenta y cinco, con cabello oscuro y rostros sombríos. Se los había asignado el Consejo de Escuderos, y su único deber era cuidarlo y asegurarse de que nada le sucediera hasta que hubiese engendrados los suficientes hijos como para que Nicholas fuera feliz.
Y no es que hubiese alguna amenaza importante durante el día. En raras ocasiones un Doulos (sirvientes humanos de los Apolitas) podía atacar a un Escudero, pero eran tan inusuales en estos tiempos que valía la pena hacer una cobertura nacional sobre ellos en los noticieros.
Por la noche, Chris tenía prohibido abandonar la propiedad a menos que tuviera una cita. Lo cual parecía imposible luego de que su primera y única novia lo hubiese dejado.
Suspiró ante la perspectiva de intentar encontrar a alguien que saliera con él. ¿Por qué lo harían cuando tendrían que tomar exámenes de sangre y físicos?
Gruñó en voz baja.
Mientras estaba en clase, los Thetis se turnaban del otro lado de la puerta, lo cual garantizaba la categoría de Chris como un fenómeno incluso más que su naturaleza solitaria.
¿Y quién podía culparlo por ser solitario? Por dios, había crecido en una casa en la que no tenía permitido correr por miedo a que se lastimara. Si alguna vez tenía cualquier tipo de resfriado, el Consejo de Escuderos llamaba a especialistas de la Clínica Mayoü para que lo trataran. Los pocos niños de otras familias de Escuderos que su padre había llevado para que jugaran con él, habían recibido estrictas órdenes de no tocarlo jamás, ni hacerlo enojar, ni hacer nada por lo que Nicholas pudiera enojarse con ellos.
Entonces sus “amigos” iban, y se sentaban a ver televisión con él. Rara vez hablaban, por miedo a meterse en problemas, y ninguno se atrevía a llevar un regalo o compartir siquiera una papa frita. Todo debía ser totalmente examinado y desintoxicado antes de que Chris pudiera jugar con eso. Después de todo, un pequeño germen y el podría volverse estéril o, dios no lo permitiese, podría morir.
El peso de la civilización caía sobre él, o, mejor dicho, el peso del linaje de Nicholas caía encima suyo.
El único amigo verdadero que Chris había tenido en la vida era Jack Gautier, un Escudero contratado a quien había conocido en línea un par de años atrás. Siendo demasiado nuevo en su mundo como para comprender la dorada posición de Chris, Jack lo había tratado como a un ser humano, y el Cajún concordaba en que la vida de Chris realmente apestaba, a pesar de los beneficios que traía.
Diablos, la única razón por la que había podido convencer a Nicholas de que lo dejara asistir a la universidad, en lugar de contratar a profesores que fueran a la casa a enseñarle, era el hecho de que allí en realidad podría llegar a conocer a una aceptable donante de ovarios. Nicholas había estado confundido con la idea y lo interrogaba cada noche acerca de si había conocido o no a una nueva mujer.
Y más aún, ¿se había acostado con ella?
Suspirando nuevamente, Chris entró a la habitación y mantuvo la vista baja para no tener que observar las miradas furibundas o los gestos de desprecio que le dirigían la mayoría de los estudiantes. Si no lo odiaban por ser el preferido del Dr. Mitchell, lo odiaban por ser un traga libros demasiado privilegiado. Estaba acostumbrado a eso.
Se dejó caer en una silla vacía en un rincón del fondo y extrajo su cuaderno y el libro.
—Hola, Chris.
Él se sobresaltó ante la amistosa voz femenina.
Mirando hacia arriba, se encontró con la radiante sonrisa de ______(T.n).
Completamente enmudecido, pasó un minuto entero antes de que lograra responderle.
—Hola –dijo débilmente.
Se odiaba a sí mismo por ser tan terriblemente estúpido. Jack probablemente la tendría comiendo de su mano.
Ella se sentó junto a él.
Chris comenzó a sudar. Aclarándose la garganta, hizo su mejor intento de ignorar a ______(T.n) y a su ligero aroma a rosas, que llegaba hasta él. Siempre olía increíble.
______(T.n) abrió su cuaderno en la tarea y observó a Chris. Parecía incluso más nervioso ahora de lo que había estado en la cafetería.
Ella observó su mochila, esperando echar otro vistazo al escudo, pero él lo había ocultado por completo.
Demonios.
—Entonces, Chris –le dijo suavemente, inclinándose un poquito hacia él—. Me preguntaba si puedo estudiar contigo más tarde.
Él palideció y pareció estar listo para salir corriendo.
—¿Estudiar? ¿Conmigo?
—Sí. Dijiste que sabías muy bien este tema y me gustaría sacarme un diez en el examen. ¿Qué piensas?
Él se frotó la nuca nerviosamente; era claramente un hábito, ya que parecía hacerlo con tanta frecuencia.
—¿Estás segura de que quieres que yo estudie contigo?
—Sí.
Él sonrió tímidamente, pero se rehusó a mirarla a los ojos.
—Seguro, supongo que eso estaría bien.
______(T.n) se sentó cómodamente, con una sonrisa satisfecha, mientras el Dr. Mitchell entraba y le ordenaba a todos que se callaran.
Había pasado horas en la página web de Cazador Oscuro.com luego de su última clase, revisando cada parte de la misma. En apariencia, parecía ser una especie de grupo de simulaciónü o de lectura.
Pero había secciones enteras protegidas por contraseña. Vueltas y áreas secretas a los que no pudo acceder por mucho que intentó. Había muchas cosas que le recordaban al sitio de los Apolitas.
No, este no era un grupo de juego. Se había tropezado con los verdaderos Cazadores Oscuros. Lo sabía.
Eran el último gran misterio del mundo moderno. Mitos vivientes de los que nadie sabía.
Pero ella sabía que estaban ahí. E iba a encontrar el modo de meterse en su sociedad y encontrar algunas respuestas aunque le costara la vida.
Quedarse sentada durante esa clase, mientras el profesor hablaba monótonamente acerca de Rothgar y Shield, era lo más difícil que había hecho en su vida. En cuanto terminó, levantó sus cosas y esperó a Chris.
Mientras se acercaban a la puerta, vio a dos hombres vestidos de negro que los flanquearon inmediatamente mientras la miraban de reojo.
Chris dejó escapar un sonido de desagrado.
______(T.n) se rió contra su voluntad.
—¿Están contigo?
—Realmente desearía poder decirte que no.
Ella le palmeó el brazo comprensivamente. Sacudió el mentón para indicarle el sitio al final del pasillo donde Kat estaba poniéndose de pie y ocultando su libro.
—Tengo una propia.
Chris le sonrió.
—Gracias a dios, no soy el único.
—Noo, no te preocupes por eso. Te dije que te entendía completamente.
El alivio en su rostro era palpable.
—Entonces, ¿cuándo te gustaría estudiar?
—¿Qué tal ahora?
—Bien, ¿dónde?
Había un solo lugar en el que ______(T.n) estaba muriendo por meterse. Esperaba que escondiera más pistas acerca del hombre que había conocido la noche anterior.
—¿En tu casa?
Su nerviosismo retornó instantáneamente, confirmando sus sospechas.
—No sé si sea una buena idea.
—¿Por qué?
—Es sólo que… yo… yo, eh, simplemente no creo que sea una buena idea, ¿está bien?
Ya era un obstáculo. ______(T.n) se forzó a ocultar su irritación. Tendría que andar con cuidado si quería superar sus defensas. Pero lo comprendía. Ella tenía sus propios secretos que ocultar.
—Está bien, elige tú el lugar.
—¿La biblioteca?
Se le pusieron los pelos de punta.
—Nunca logro sentirme cómoda ahí. Siempre temo que me manden a callar. ¿Quieres que vayamos a mi apartamento?
Él se veía completamente sorprendido por su ofrecimiento.
—¿En verdad?
—Seguro. En general no muerdo, ni nada de eso.
Chris se rió.
—Sí, yo tampoco. –Dio dos pasos más con ella, y luego giró hacia los hombres que los seguían—. Sólo iremos a su casa, ¿está bien? ¿Por qué no van a comerse unas rosquillas o algo?
No le agradecieron en lo más mínimo.
Kat se rió.
______(T.n) los condujo hacia el estacionamiento de los estudiantes y luego le dio a Chris las indicaciones para llegar a su departamento.
—¿Nos vemos allí?
Él asintió y se encaminó hacia su Hummer rojo.
______(T.n) fue rápidamente hacia su Mercedes gris, donde Kat la esperaba en el asiento del conductor. Fueron hacia la casa, mientras ______(T.n) esperaba que Chris no esperara mucho tiempo o, peor, cambiara de opinión.
Al menos no hasta que tuviera la oportunidad de registrar su mochila.
Le tomó dos horas de estudiar al aburrido BeoNicholas y una jarra de café antes de que Chris la dejara a solas con la mochila mientras iba al baño. Hacía rato que Kat se había retirado a su habitación, afirmando que la lengua muerta y el entusiasmo de Chris por la misma le estaban provocando una migraña.
En cuanto Chris desapareció, ______(T.n) comenzó a buscar.
Afortunadamente, no le llevó demasiado tiempo encontrar lo que estaba buscando…
Encontró la agenda donde la había visto antes. La cubierta era de cuero trabajado a mano, con un extraño emblema en el frente: un arco doble inclinado hacia arriba, con la flecha apuntando hacia la derecha.
Idéntico al que había visto en el hombro de Nicholas en su sueño…
Pasó la mano sobre el cuero marrón, y entonces lo abrió, para encontrarse con que todo estaba escrito en Rúnico. El idioma era similar al Inglés Antiguo, pero no podía leerlo.
¿Nórdico Antiguo, tal vez?
—¿Qué estás haciendo?
Aprovechó la aguda pregunta de Chris. Le tomó un par de segundos pensar en algo que decir que no lo hiciera sospechar aún más.
—Eres uno de esos jugadores, ¿verdad?
Su mirada azul se estrechó y se volvió más penetrante.
—¿De qué estás hablando?
—Yo… eh, entré a esta página llamada Cazador Oscuro y encontré todos estos rompecabezas sobre una serie de libros y un juego. Como había visto tu libro antes, me preguntaba si serías uno de los miembros que juega ahí.
______(T.n) podía darse cuenta de que él buscaba en su mente y estudiaba el rostro de ella para ver, si había algo, que debería decir.
—Sí, mi amigo Jack maneja el sitio –respondió luego de una larga pausa—. Tenemos a mucha gente interesante que juega allí.
—Eso vi. ¿Tienes uno de esos nombres como Hellion o Rogueü con el que juegas?
Él se adelantó y le quitó la agenda.
—No, simplemente uso “Chris.”
—Ah. ¿Y qué sucede en las áreas privadas?
—Nada –le dijo un poco demasiado rápido—. Sólo estamos algunos, peleándonos.
—¿Entonces por qué es privado?
—Simplemente lo es. –Tomó el libro de las manos de ella y lo regresó a su mochila—. Escucha, tengo que irme ahora. Suerte en el examen.
______(T.n) quería detenerlo y hacerle más preguntas, pero era lamentablemente evidente que él no tenía intención de dejarle saber nada más acerca de ellos o de sí mismo.
—Gracias, Chris. Te agradezco la ayuda.
Él asintió y partió precipitadamente.
Sola en su cocina, ______(T.n) se sentó en la silla, mordiéndose la uña del pulgar mientras debatía sobre el modo de proceder. Pensó en seguir a Chris hasta su casa, pero con eso no conseguiría nada bueno. No había duda de que sus guardaespaldas la atraparían, incluso con la absurda forma de manejar de Kat.
Levantándose, fue a su habitación, tomó la laptop y le quitó la funda.
Bien, el sitio de Cazador Oscuro estaba diseñado como si los Cazadores Oscuros fuesen personajes de un libro. La mayoría de la gente aceptaría eso, ¿pero qué sucedía si ella volvía a mirarla desde un punto de vista en el que nada en ese sitio era falso?
Ella había pasado toda su vida escondiéndose, y si había algo que hubiese aprendido… era que el mejor lugar para esconderse era a la luz. La gente tenía una tendencia a no ver lo que estaba justo frente a ellos.
Y aunque lo vieran, siempre inventaban algún modo de explicarlo. Decían que era un producto de su imaginación o una broma adolescente.
No cabían dudas de que los Cazadores Oscuros pensaban lo mismo. Después de todo, en este mundo moderno en que todos sabían acerca de los vampiros y los demonios, y pensaban que eran un mito de Hollywood, ni siquiera necesitarían esconderse. La mayor parte de las personas los clasificaría como excéntricos.
______(T.n) observó la introducción al sitio, y luego pasó a la página de perfiles de cada uno de los Cazadores que figuraban.
Había uno de un personaje llamado Nicholas Tryggvason cuyo Escudero se llamaba Chris Eriksson. Supuestamente, Nicholas era un guerrero Vikingo que había sido hechizado…
______(T.n) copió el nombre de Nicholas y luego buscó en el Nillstrom –un buscador de leyendas e historias nórdicas.
—Bingo –susurró mientras aparecían varios artículos.
Nacido de una madre cristiana de Galia y un padre Escandinavo, Nicholas Tryggvason había sido un renombrado aventurero e invasor de mediados del siglo VIII de cuya muerte no existía registro. De hecho, sólo decía que había desaparecido un día después de haber ganado una batalla contra un jefe militar Mercian quien había estado intentado matarlo. La creencia popular era que uno de los hijos del jefe militar lo había asesinado vengativamente esa noche.
______(T.n) escuchó que la puerta de su cuarto se abría. Mirando hacia arriba, vio a Kat parada en la entrada.
—¿Estás ocupada? –le preguntó Kat.
—Simplemente investigaba un poco más.
—Ah. —Kat se adelantó para leer sobre su hombre—. “Nicholas Tryggvason. Pirata, arriesgado, y guerrero, luchó a través de Europa, ofreciendo su servicio a cristianos y paganos por igual. Una vez se escribió que su única lealtad era hacia su espada y su hermano Erik, quien viajaba con él…” Interesante. ¿Crees que este sea el tipo al que viste en el Inferno?
—Quizás. ¿Alguna vez escuchaste de él?
—Para nada. ¿Quieres que le pregunte a Jimmy? Le encanta la historia de los Vikingos.
______(T.n) lo pensó durante un segundo. El amigo de Kat estaba en la Sociedad de Anacronismo Creativo y vivía para estudiar la cultura Vikinga.
Pero no era el pasado de Nicholas lo que le interesaba en este momento. Era su presente, y lo que más deseaba era su dirección actual.
—No, está bien.
—¿Segura?
—Sí.
Kat asintió.
—Bien, entonces regresaré a mi dormitorio a terminar con mi libro. ¿Quieres que te traiga algo para comer o beber?
______(T.n) sonrió ante el ofrecimiento.
—Una gaseosa sería genial.
Kat desapareció sólo para regresar unos minutos más tarde con una Sprite. ______(T.n) le agradeció y volvió al trabajo mientras Kat la dejaba a solas.
______(T.n) bebió a sorbos su bebida, sin prisa, mientras navegaba. Más o menos una hora más tarde estaba tan cansada que ya no podía mantener los ojos abiertos.
Bostezando, miró la hora. Eran apenas las cinco y media. Aún así, sus párpados estaban tan pesados que no podía continuar despierta por mucho que lo intentara.
Apagó su computadora y fue hacia la cama para tomar una pequeña siesta.
Se quedó dormida en el instante en que su cabeza tocó la almohada. Normalmente, ______(T.n) no soñaba mucho cuando tomaba una siesta.
Hoy era completamente diferente.
Hoy sus sueños comenzaron casi tan pronto como cerró los ojos.
Qué extraño…
Pero lo más raro de todo era que su reino de fantasía no se parecía a nada que hubiese soñado antes. En lugar de sus habituales sueños de glamour o de horror, este era pacífico. Gentil. Y la llenaba de una cálida seguridad.
Estaba vestida con un largo y suave vestido verde oscuro, como una dama medieval. Frunciendo el ceño, pasó la mano sobre la tela, que era más suave que la gamuza.
Sola, dentro de una cabaña de piedra donde un cálido fuego resplandecía en un enorme hogar, se mantenía a distancia, parada junto a una vieja mesa de madera. El viento rugía fuera de una ventana que estaba cubierta por una persiana de madera que sonaba estruendosamente mientras intentaba mantener fuera los vientos de invierno.
Escuchó que había alguien en la puerta, detrás suyo.
______(T.n) se volteó justo a tiempo de ver a Nicholas abriéndola con el hombro. Su corazón se detuvo mientras captaba su imagen vestida en una especie de chaleco de cota de malla. Sus macizos brazos estaban desnudos, y su torso y la cota de malla estaban cubiertos por un chaleco de cuero que tenía grabados algunos diseños nórdicos. Los diseños eran iguales al tatuaje en su hombro y bíceps derecho.
Su yelmo cónico cubría su cabeza, y tenía más malla unida a él, que cubría su rostro, prácticamente ocultándolo. Pero por esos intensos y calientes ojos, ella nunca hubiese sabido que era Nicholas quien estaba ahí abajo. Sostenía una pequeña hacha de guerra en una mano, apoyándola sobre su hombro. Se veía salvaje y primitivo. El tipo de hombre que una vez había sido dueño del mundo. Uno que no temía a nada.
Su oscura mirada recorrió la habitación, luego se detuvo en ella. Vio que una sonrisa lenta y seductora cruzaba la parte inferior de su rostro, dejando ver sus colmillos.
—______(T.n), amor mío –la saludó, su voz cálida y encantadora—. ¿Qué estás haciendo aquí?
—No tengo idea –le respondió, honestamente—. Ni siquiera estoy segura de dónde es aquí.
Él rió, con un sonido profundo y estruendoso, luego cerró la puerta y la atrancó.
—Estás en mi hogar, villkat. Al menos en lo que fue mi hogar mucho tiempo atrás.
Ella observó el espartano lugar, que estaba amoblado con una mesa, sillas, y una cama muy grande cubierta con pieles.
—Qué extraño, hubiese pensado que Nicholas Tryggvason poseería un sitio mejor que este.
Él depositó el hacha sobre la mesa, luego se quitó el yelmo y lo colocó sobre el arma.
______(T.n) estaba apabullada por la belleza masculina del hombre que estaba frente a ella. Rezumaba un atractivo sexual crudo con el que nadie jamás podría competir.
—Comparado con la pequeña granja donde crecí, esto es una mansión, señora mía.
—¿En serio?
Él asintió mientras la acercaba a sí. Sus ojos la quemaron y la llenaron de una profunda y dolorosa necesidad. Sabía exactamente lo que él quería, y aunque apenas lo conocía, estaba más que dispuesta a dárselo.
—Mi padre fue una vez un invasor guerrero que tomó un voto de pobreza años antes de que yo naciera –dijo Nicholas roncamente.
Su confesión la sorprendió.
—¿Por qué lo hizo?
Nicholas la apretó con más fuerza.
—La ruina de todos los hombres, me temo… Amor. Mi madre era una esclava cristiana capturada que había sido entregada a él por su padre luego de una de sus invasiones. Ella lo sedujo, y al final lo domó y convirtió a un orgulloso guerrero en un dócil granjero que se rehusaba a levantar su espada por temor a ofender a su nuevo dios.
______(T.n) podía escuchar las crudas emociones en su voz. El desprecio que sentía por cualquiera que eligiese la paz antes que la guerra.
—¿No estabas de acuerdo con su elección?
—Sí, ¿qué tan bueno es un hombre que no puede protegerse a sí mismo ni a quienes ama? –Sus ojos se tornaron oscuros, implacables. La furia que había en ellos la hizo temblar—. Cuando los Jutes llegaron a nuestra aldea a saquear y tomar esclavos, me dijeron que él se quedó quieto y dejó que lo traspasaran con un arma. Todos los que sobrevivieron se burlaron de él por su cobardía. Él, quien una vez había hecho que sus enemigos temblaran de terror al oír su nombre, fue exterminado en la matanza como un ternero indefenso. Jamás he podido comprender cómo simplemente se quedó allí parado, tomando ese mortal golpe sin intentar defenderse.
Ella se estiró para suavizar su ceño con los dedos, mientras el dolor de él la alcanzaba. Pero no era odio ni condescendencia lo que oía en su voz. Era culpa.
—Lo siento tanto.
—Yo también lo lamenté –susurró, sus ojos se volvieron aún más tormentosos—. No fue suficiente dejarlo allí para que muriera, sino que también me llevé a mi hermano. No había nadie para protegerlo en nuestra ausencia.
—¿Dónde estaban ustedes?
El bajó la mirada, pero aún así ella podía ver su auto—recriminación. Quería regresar y modificar ese momento, tanto como ella deseaba cambiar la noche en que los Daimons Spathi habían matado a su madre y a sus hermanas.
—Había partido el verano anterior en busca de guerra y riquezas. –Él la soltó y observó su modesto hogar—. Luego de que me llegó la noticia de su muerte, las riquezas ya no me parecían importantes. Dejando de lado los desacuerdos, debería haber estado allí con él.
______(T.n) tocó su brazo desnudo.
—Debes haber amado mucho a tu padre.
Nicholas respiró cansadamente.
—A veces. Otras veces lo odiaba. Lo odiaba por no ser el hombre que debería haber sido. Su padre era un respetado jarl y aún así nosotros vivíamos como mendigos hambrientos. Burlados y despreciados por nuestros propios parientes. Mi madre se enorgullecía de los insultos, diciendo que era la voluntad de dios que sufriéramos. Que nos hacía mejores personas, pero nunca le creí. La ciega devoción de mi padre a sus creencias sólo me enfurecía más. Peleábamos, él y yo, constantemente. Él quería que siguiera sus pasos y que aceptara su abuso sin decir nada. —El tormento en sus ojos la conmovió aún más que la dulzura de su mano sobre la de ella—. Quería que fuera algo que no soy. Pero yo no podía poner la otra mejilla. Jamás estuvo en mi naturaleza no responder a un insulto con otro insulto. Golpe con golpe. –Él giró y la miró con el ceño fruncido—. ¿Por qué estoy contándote esto?
______(T.n) lo pensó por un segundo.
—El sueño, seguramente. Probablemente está en tu mente.
Aunque ella no podía imaginar porque sería en su sueño.
De hecho, este sueño se estaba volviendo más extraño a cada segundo, y no podía entender por qué su inconsciente la traería aquí.
¿Por qué estaría conjurando esta fantasía sobre su Cazador Oscuro…?
Él asintió.
—Sí, sin dudas. Me temo que le estoy haciendo a Christopher lo que una vez me hicieron a mí. Debería dejarlo vivir su vida y no interferir en sus elecciones con tanta frecuencia.
—¿Por qué no puedes?
—¿Sinceramente?
______(T.n) sonrió.
—Desde luego que prefiero la verdad antes que una mentira.
Nicholas rió suavemente, y entonces su rostro se volvió pensativo otra vez.
—No quiero perderlo a él también. –Su voz era tan profunda y dolorosa que hizo que su corazón se encogiera—. Y aún así sé que no tengo más opción que perderlo.
—¿Por qué?
—Todos mueren, señora mía. Al menos en el mundo mortal. Y yo sigo adelante mientras todo lo que me rodea perece una y otra vez. –Levantó la mirada hacia ella. La agonía de su rostro le llegó muy profundamente—. ¿Tienes alguna idea de lo que es sostener a alguien que amas en los brazos mientras muere?
El pecho de ______(T.n) se cerró mientras pensaba en la muerte de su madre y sus hermanas. Había querido acercarse luego de la explosión, pero su guardaespaldas la había apartado mientras ella aullaba de dolor por su pérdida.
"Es demasiado tarde para ayudarlas, _____(T.d*)ie. Tenemos que correr."
Su alma había gritado ese día.
Incluso ahora gritaba, a veces, por la injusticia de su vida.
—Sí, lo sé –susurró—. Yo también he visto morir a todas las personas que quiero. Mi padre es todo lo que me queda.
La mirada de Nicholas se aguzó.
—Entonces imagina pasar por eso miles de veces, siglo tras siglo. Imagina verlos nacer, vivir, y luego morir mientras tú continúas y empiezas de nuevo con cada generación. Cada vez que veo a un miembro de mi familia morir, es como ver a mi hermano Erik muriendo nuevamente. Y Chris… —Dio un respingo como si la sola mención del nombre de Chris le provocara dolor—. Es idéntico a mi hermano, en cara y físico. –Una de sus comisuras se levantó en una forzada risa—. Y en sus gestos así como en su temperamento. Creo que de toda la familia que he perdido, su muerte será la más difícil de soportar.
Ella vio la vulnerabilidad en sus ojos y la afectó profundamente que este feroz hombre tuviera un defecto tan humano.
—Aún es joven. Tiene toda la vida por delante.
—Quizás… pero mi hermano tenía sólo veinticuatro años cuando fue asesinado por nuestros enemigos. Jamás olvidaré la expresión en el rostro de su hijo Bironulf cuando vio a su padre caer en batalla. Sólo pude pensar en salvar al chico.
—Obviamente, lo hiciste.
—Sí. Juré que jamás permitiría que Bironulf muriese como lo había hecho su padre. Lo mantuve a salvo toda su vida, y murió siendo viejo, mientras dormía. En paz. –Se detuvo un instante—. Creo que, al final, sigo más las creencias de mi madre que las de mi padre. Los escandinavos creían en morir jóvenes en la batalla, para poder entrar en los salones del Valhalla, pero al igual que mi madre, yo quería un destino diferente para aquellos a los que amaba. Es una pena que haya llegado a comprender sus sentimientos demasiado tarde. —Nicholas sacudió la cabeza, como para borrar esos pensamientos. Frunció el ceño al mirarla—. No puedo creer que esté pensando en esto mientras tengo a una doncella tan hermosa conmigo. Realmente estoy envejeciendo si prefiero hablar antes que actuar –dijo con una profunda risa—. Ya es suficiente de pensamientos morbosos. –La atrajo hacia sí con fuerza—. ¿Por qué estamos perdiendo nuestro tiempo cuando podríamos estar pasándolo mucho más productivamente?
—¿Productivamente cómo?
La sonrisa de Nicholas era traviesa, cálida, y la devoraba.
—Me parece que podría dar mejor uso a mi lengua. ¿Qué dices?
Él condujo dicho miembro por la columna de su garganta hasta que alcanzó a mordisquear su oreja. Su cálido aliento quemó su cuello, haciéndola estremecer.
—Oh, sí –jadeó ______(T.n)—. Pienso que ese es un modo mucho mejor de usar tu lengua.
Él rió mientras desenlazaba la parte trasera de su vestido. Lenta, seductoramente, lo bajó por los hombros y dejó que cayera directo al piso. La tela se deslizó sensualmente por la piel de ______(T.n) mientras abandonaba su cuerpo y el aire frío la acariciaba.
Desnuda frente a él, no pudo reprimir un profundo temblor. Era tan extraño estar expuesta mientras él estaba parado frente a ella vistiendo su armadura. La luz del fuego jugaba en sus oscuros ojos.
Nicholas miró fijamente la simple belleza de la mujer ante él. Era aún más exquisita que la última vez que había soñado con ella. Pasó la mano tiernamente sobre su pecho, dejando que el pezón provocara a su palma.
______(T.n) le recordaba a Saga, la diosa escandinava de la poesía. Elegante, refinada. Amable. Cosas que él había desdeñado mientras era un hombre mortal.
Ahora estaba cautivado por ella.
Aún no sabía porqué había confiado en ella. No era habitual en él hablar tan libremente, y aún así ella lo había seducido.
Pero no quería hacerle el amor aquí. No en el pasado, donde sus recuerdos y la culpabilidad por aquellos a quienes había fallado lo azotaban.
Ella merecía algo mejor.
Cerrando sus ojos, los invocó a una copia exacta de habitación actual. Sólo que había hecho algunas modificaciones…
______(T.n) quedó boquiabierta mientras se echaba atrás ligeramente y miraba alrededor. Las paredes que los rodeaban eran de un negro que reflejaba, con decoraciones blancas, excepto la pared a su derecha, que estaba construida con ventanas que llegaban del suelo al techo. Las ventanas abiertas estaban enmarcadas por cortinas blancas de gasa que flotaban con el viento, estirándose hacia ellos y haciendo que la llama de docenas de velas que había en la habitación danzaran.
Pero las velas no se apagaban. Titilaban alrededor de ellos como estrellas.
Había una enorme cama en el centro de la habitación, elevada sobre una plataforma. Tenía sábanas de seda negra y un grueso edredón de duvet de seda negra sobre la colcha. La cama estaba hecha de una recargada fundición de hierro que formaba un intrincado cuadrado dosel entre cuatro postes. Había más gasa blanca envuelta alrededor del mismo, y estaba suelto para enroscarse con el viento.
Nicholas estaba desnudo. La levantó en brazos y la cargó hacia la gigantesca y acogedora cama.
______(T.n) suspiró al sentir el suave colchón debajo, mientras el peso de Nicholas la aplastaba. Era como ser presionada contra una nube.
Mirando hacia arriba, rió al darse cuenta de que había un espejo en el techo, y vio que Nicholas sostenía una rosa de tallo largo detrás de la espalda.
Las paredes destellaron, y entonces también se convirtieron en espejos.
—¿De quién es esta fantasía? –le preguntó mientras Nicholas acercaba la rosa y pasaba sus suaves pétalos sobre el endurecido pezón de su seno derecho.
—Nuestra, blomster –dijo Nicholas mientras apartaba sus muslos y reposaba su largo cuerpo entre sus piernas.
______(T.n) gimió ante la intensa sensación de tener todo su suntuoso poder reposando sobre ella. Los vellos masculinos de su cuerpo provocaban al suyo hasta alcanzar una sobrecarga de éxtasis sensual.
Él se movió sinuosamente, como una bestia oscura y prohibida que había venido a consumirla.
______(T.n) lo observó moverse en el espejo que estaba sobre ella. Qué extraño que lo hubiera creado en su sueño. Siempre había sido tan cautelosa en su vida. Tan cuidadosa de a quién permitía que la tocara. Así que había conjurado a un glorioso amante en su inconsciente, dado que no se atrevía a tener uno en la vida real.
Debido a su sentencia de muerte, no quería importarle a nadie, ni que se enamorasen de ella. No quería tener un hijo que lloraría su muerte. Un hijo que quedaría solo, asustado.
Cazado.
Lo último que deseaba era dejar detrás a alguien como Nicholas que lamentara su muerte. Alguien que tendría que ver morir a su hijo en la flor de su juventud por culpa de una maldición que no tenía nada que ver con ninguno de sus actos.
Pero en sus sueños, era libre para amarlo con todo su cuerpo. Allí no había miedo. Ni promesas. Ni corazones que pudiesen romperse.
Sólo ellos y este momento perfecto.
Nicholas gruñó gravemente mientras mordisqueaba su cadera. Ella siseó y acunó su cabeza. Él permitió que la suavidad de sus manos en el cabello lo calmara.
Por mucho tiempo, había vagado en sueños por el pasado. Siempre en busca de quien lo había engañado para cambiar lugares. Jamás estuvo destinado a ser un Cazador Oscuro. Nunca había prometido su alma a Artemisa o había recibido un Acto de Venganza a cambio de su servicio.
Nicholas había estado buscando a alguien que aliviara el dolor que sentía por la muerte de su hermano. Un cuerpo tierno en el que pudiera hundirse y olvidar por un momento que él había conducido a Erik a una batalla, lejos de su hogar.
Morginne había parecido la respuesta perfecta. Lo deseaba tanto como él a ella.
Pero la mañana posterior a su única noche con la Cazadora Oscura, todo había cambiado. De algún modo, ya fuese durante o luego de su encuentro sexual, ella había intercambiado su alma con la de él. Ya no era mortal, y se encontró con una nueva vida.
Y perversamente hechizado por Morginne para que ningún mortal pudiera recordarlo. Mientras tanto ella había escapado al servicio de Artemisa, y podía pasar la eternidad con el dios nórdico Loki.
Su maldición de despedida había sido el golpe más duro de todos, y era algo que no comprendía hasta el día de hoy.
Ni siquiera su sobrino Bironulf lo había reconocido después.
Nicholas estaría ahora completamente perdido si Acheron Parthenopaeus no se hubiese apiadado de su situación. Acheron, el líder de los Cazadores Oscuros, le había dicho que nadie podía deshacer la magia de Morginne, pero que él podía modificarla. Tomando una gota de la sangre de Bironulf, Acheron había hecho que todos aquellos que llevaran su sangre recordaran a Nicholas. Además, el Atlante había otorgado a Nicholas poderes psíquicos y le había explicado cómo se había convertido en inmortal y cuáles eran sus limitaciones, tales como su sensibilidad a la luz del sol.
Y como Artemisa poseía la “nueva” alma de Nicholas, no tenía otra opción más que servirla.
Artemisa no tenía intención de dejarlo ir jamás. No era que a él en realidad le importara. La inmortalidad tenía sus beneficios.
La mujer debajo de él era definitivamente uno de ellos. Pasó su mano hacia abajo por el muslo y escuchó su respiración. Ella sabía a sal y a mujer. Olía a talco y rosas.
Su sabor y su aroma lo incitaban hasta un punto que jamás había llegado. Por primera vez en siglos, se sintió posesivo hacia una mujer.
Quería quedarse con ésta. El Vikingo dentro de él rugió a la vida. En su tiempo como humano, la habría cargado y asesinado a cualquiera que hubiese osado intentar apartarla de él.
Y luego de todos esos siglos, no estaba más cerca de ser civilizado. Tomaba lo que quería. Siempre.
______(T.n) gritó en el instante en que Nicholas la tomó en la boca. Su cuerpo hervía de deseo por él. Arqueó la espalda y lo observó a través del espejo que había sobre la cama.
Jamás había visto algo más erótico que la imagen de Nicholas provocándola mientras los músculos de su espalda se flexionaban. Podía ver cada centímetro de su cuerpo desnudo y bronceado mientras le daba placer. Y tenía un cuerpo increíble.
Un cuerpo que ella deseaba tocar.
Moviendo las piernas debajo de su cuerpo, utilizó los pies para acariciar lentamente la rígida extensión de su pene.
Él gruñó en respuesta.
—Tienes unos pies muy talentosos, villkatt.
—Para acariciarte mejor –dijo suavemente, mientras pensaba que de hecho se sentía como Caperucita Roja siendo comida por el Gran Lobo Malo.
La risa de Nicholas se unió a la suya. ______(T.n) enterró las manos en las suaves ondas de su cabello y dejó que se saliera con la suya. Su lengua era la cosa más increíble que había conocido, mientras la hacía girar a su alrededor. Lamiendo, incitando, saboreando.
Justo cuando pensaba que no podía sentirse mejor, él deslizó dos dedos profundamente dentro de ella.
______(T.n) tuvo un orgasmo inmediatamente.
Aún así, él continuó acariciándola hasta que estuvo ardiendo y débil de felicidad.
—Mmm –murmuró, apartándose de ella—. Creo que mi gatita está hambrienta.
—Famélica –dijo ella, levantándolo sobre su cuerpo para poder deleitarse con su piel del modo en que él se había deleitado con ella.
Enterró los labios en su cuello y lo mordisqueó con cada parte suya que estaba desesperadamente hambrienta por él. ¿Qué tenía este hombre, que la volvía loca de deseo? Era magnífico. Estupendo. Sexy. Jamás había deseado a alguien de este modo.
Nicholas no podía soportar el modo en que lo estaba agarrando. Lo hacía enloquecer por ella. Elevaba su necesidad hasta estar prácticamente mareado.
Incapaz de tolerarlo más, la hizo rodar hacia el costado y entró en ella.
______(T.n) gritó ante el inesperado placer que la llenó. Jamás había tenido dentro a un hombre en esta posición, completamente recostada sobre su lado. Nicholas estaba metido tan profundo que ella juró que podía sentirlo hasta el útero.
Lo observó en la pared espejada mientras él embestía una y otra vez dentro suyo, más y más profundamente, hasta que quiso gritar de placer.
El poder y la fuerza de Nicholas no eran parecidos a nada que hubiese conocido. Cada enérgica embestida la dejaba débil, sin aliento.
Ella tuvo otro orgasmo justo antes que él.
Nicholas se apartó de ella y se recostó a su lado.
Su corazón saltaba por la furia de su pasión. Pero aún no estaba saciado. Alcanzándola, la subió a su pecho para poder sentir cada centímetro de su cuerpo.
—Eres espectacular, villkat.
Ella hociqueó su pecho con el rostro.
—Tú no estás tan mal, villNicholas.
Él rió ante su expresión cariñosa inventada. Realmente le gustaba esta mujer, y su ingenio.
______(T.n) permaneció en la paz de los brazos de Nicholas. Por primera vez en su vida, se sentía completamente a salvo. Como si nadie ni nada pudiera tocarla. Nunca se había sentido de ese modo. Ni siquiera cuando era pequeña. Había crecido con temor cada vez que alguien desconocido golpeaba a la puerta.
Cada extraño era sospechoso. Por la noche, fácilmente podía ser un Daimon o un Apolita que la buscaban para verla muerta. Durante el día, podía ser un Doulos quien la perseguía.
Pero algo le decía que Nicholas no permitiría que la amenazaran.
"¿______(T.n)?”
Frunció el ceño ante el sonido de la voz de una mujer entrometiéndose en su sueño.
—¿______(T.n)?
Contra su voluntad, salió de su sueño sólo para encontrarse dormida en su propia cama.
Los golpes continuaban.
—¿_____(T.d*)? ¿Estás bien?
Reconoció la voz de Michelle. Era un esfuerzo despertarse lo suficiente como para poder sentarse en la cama.
Una vez más, estaba desnuda.
Frunciendo el ceño, ______(T.n) vio su ropa hecha un montón desordenado. ¿Qué diablos era esto? ¿Se había vuelto sonámbula o algo así?
—Estoy aquí, Chel –dijo mientras se levantaba y se ponía su bata de baño roja.
Abrió la puerta para encontrar a su amiga y a Kat del otro lado.
—¿Estás bien? –preguntó Michelle.
Bostezando, ______(T.n) se frotó los ojos.
—Estoy bien. Sólo tomaba una siesta. —Pero no se sentía realmente bien. Se sentía como si estuviera bajo el efecto de un narcótico—. ¿Qué hora es?
—Son las ocho y media, corazón –respondió Kat.
Michelle miró a una y luego a otra.
—Dijeron que irían al Inferno conmigo, pero si no se sienten…
______(T.n) captó la decepción en la voz de Michelle.
—No, no, está bien. Deja que me cambie, e iremos.
Michelle sonrió radiantemente.
Kat la miró sospechosamente.
—¿Estás segura de que tienes ánimos para ir?
—Estoy bien, en serio. No dormí bien anoche, y sólo necesitaba una siesta.
Kat hizo un sonido desagradable.
—Es todo ese BeoNicholas que tú y Chris estuvieron leyendo. Absorbió toda tu energía. BeoNicholas… íncuboü… lo mismo.
Eso era demasiado cercano a la realidad para el alivio de ______(T.n).
Rió nerviosamente.
—Sí. Estaré lista en unos minutos.
______(T.n) cerró la puerta y se volvió hacia su pila de ropa arrugada.
¿Qué estaba sucediendo allí?
¿BeoNicholas era verdaderamente un íncubo?
Quizás…
Dejando el ridículo pensamiento a un lado, recogió su ropa y la agregó al cesto de la lavandería; luego se puso un par de jeans y un suéter azul oscuro.
Mientras se preparaba para salir, la recorrió un extraño estremecimiento. Algo iba a suceder esta noche. Lo sabía. No tenía los poderes psíquicos de su madre, pero sí tenía fuertes presentimientos cada vez que algo bueno o malo iba a suceder.
Desafortunadamente, no podía saber cuál sería hasta que era demasiado tarde.
Pero definitivamente, algo pasaría esta noche.
Chris suspiró mientras se acercaba a su aula de Inglés Antiguo. Era un típico día hartante y asqueroso. Su vida debería ser genial. Tenía todo el dinero del mundo. Cada lujo conocido. No había nada en el planeta con lo que pudiera soñar y no tenerlo.
En cuanto a eso, Nicholas incluso había traído a Britney Spears en un avión, para que cantara en la fiesta del veintiún cumpleaños de Chris la primavera pasada. El único problema fue que los asistentes eran él, sus guardaespaldas y Nicholas, quien estuvo todo el tiempo corriendo de un lado a otro, intentando asegurarse de que Chris no se lastimaba la cabeza.
Sin mencionar las tres millones de veces en que Nicholas lo había incitado a insinuársele a Britney. O al menos que le propusiera matrimonio, lo cual ella había rechazado con tanta risa que aún resonaba en sus oídos.
Todo lo que Chris verdaderamente quería era una vida normal. Más que eso, quería su libertad.
Y eran las únicas dos cosas que no podía tener.
Nicholas no lo dejaba salir de la casa a menos que estuviera seguido de cerca. El único momento en que Chris podía volar a cualquier sitio era si el mismísimo Acheron, el líder de los Cazadores Oscuros, venía y se lo llevaba, y lo mantenía al alcance de la vista todo el tiempo. Cada miembro del Consejo de los Escuderos comprendía que Chris era el último lazo de sangre que tenía Nicholas con su hermano. Como tal, era protegido más celosamente que un tesoro nacional.
Él se sentía como una especie de extraterrestre, y deseaba encontrar algún lugar en el que no fuera un absoluto fenómeno.
Pero era imposible. No había modo de escapar a su destino.
No había modo de escapar a quien era…
El último heredero.
Sin Chris y sus hijos, Nicholas estaría solo por toda la eternidad, porque sólo un humano nacido de la sangre de Nicholas podría recordarlo.
El único problema con eso era encontrar a una madre para esos niños, y nadie se ofrecía como voluntaria.
Sus oídos aún zumbaban con el rechazo de Belinda, diez minutos atrás.
"¿Salir contigo? Por favooor. Llámame cuando crezcas y aprendas a vestirte bien."
Rechinando los dientes, intentó no pensar en sus duras palabras. Se había puesto sus mejores pantalones khaki y un suéter azul marino sólo para pedirle que salieran. Pero él sabía que no era afable o audaz.
Tenía la elegancia social de un idiota. El ordinario rostro de cualquier chico y la confianza de un caracol.
Dios, era patético.
Chris se detuvo en la puerta del aula para ver a los dos Escuderos Theti siguiéndolo a una distancia “discreta.” Con treinta y algo de años, ambos medían más de un metro ochenta y cinco, con cabello oscuro y rostros sombríos. Se los había asignado el Consejo de Escuderos, y su único deber era cuidarlo y asegurarse de que nada le sucediera hasta que hubiese engendrados los suficientes hijos como para que Nicholas fuera feliz.
Y no es que hubiese alguna amenaza importante durante el día. En raras ocasiones un Doulos (sirvientes humanos de los Apolitas) podía atacar a un Escudero, pero eran tan inusuales en estos tiempos que valía la pena hacer una cobertura nacional sobre ellos en los noticieros.
Por la noche, Chris tenía prohibido abandonar la propiedad a menos que tuviera una cita. Lo cual parecía imposible luego de que su primera y única novia lo hubiese dejado.
Suspiró ante la perspectiva de intentar encontrar a alguien que saliera con él. ¿Por qué lo harían cuando tendrían que tomar exámenes de sangre y físicos?
Gruñó en voz baja.
Mientras estaba en clase, los Thetis se turnaban del otro lado de la puerta, lo cual garantizaba la categoría de Chris como un fenómeno incluso más que su naturaleza solitaria.
¿Y quién podía culparlo por ser solitario? Por dios, había crecido en una casa en la que no tenía permitido correr por miedo a que se lastimara. Si alguna vez tenía cualquier tipo de resfriado, el Consejo de Escuderos llamaba a especialistas de la Clínica Mayoü para que lo trataran. Los pocos niños de otras familias de Escuderos que su padre había llevado para que jugaran con él, habían recibido estrictas órdenes de no tocarlo jamás, ni hacerlo enojar, ni hacer nada por lo que Nicholas pudiera enojarse con ellos.
Entonces sus “amigos” iban, y se sentaban a ver televisión con él. Rara vez hablaban, por miedo a meterse en problemas, y ninguno se atrevía a llevar un regalo o compartir siquiera una papa frita. Todo debía ser totalmente examinado y desintoxicado antes de que Chris pudiera jugar con eso. Después de todo, un pequeño germen y el podría volverse estéril o, dios no lo permitiese, podría morir.
El peso de la civilización caía sobre él, o, mejor dicho, el peso del linaje de Nicholas caía encima suyo.
El único amigo verdadero que Chris había tenido en la vida era Jack Gautier, un Escudero contratado a quien había conocido en línea un par de años atrás. Siendo demasiado nuevo en su mundo como para comprender la dorada posición de Chris, Jack lo había tratado como a un ser humano, y el Cajún concordaba en que la vida de Chris realmente apestaba, a pesar de los beneficios que traía.
Diablos, la única razón por la que había podido convencer a Nicholas de que lo dejara asistir a la universidad, en lugar de contratar a profesores que fueran a la casa a enseñarle, era el hecho de que allí en realidad podría llegar a conocer a una aceptable donante de ovarios. Nicholas había estado confundido con la idea y lo interrogaba cada noche acerca de si había conocido o no a una nueva mujer.
Y más aún, ¿se había acostado con ella?
Suspirando nuevamente, Chris entró a la habitación y mantuvo la vista baja para no tener que observar las miradas furibundas o los gestos de desprecio que le dirigían la mayoría de los estudiantes. Si no lo odiaban por ser el preferido del Dr. Mitchell, lo odiaban por ser un traga libros demasiado privilegiado. Estaba acostumbrado a eso.
Se dejó caer en una silla vacía en un rincón del fondo y extrajo su cuaderno y el libro.
—Hola, Chris.
Él se sobresaltó ante la amistosa voz femenina.
Mirando hacia arriba, se encontró con la radiante sonrisa de ______(T.n).
Completamente enmudecido, pasó un minuto entero antes de que lograra responderle.
—Hola –dijo débilmente.
Se odiaba a sí mismo por ser tan terriblemente estúpido. Jack probablemente la tendría comiendo de su mano.
Ella se sentó junto a él.
Chris comenzó a sudar. Aclarándose la garganta, hizo su mejor intento de ignorar a ______(T.n) y a su ligero aroma a rosas, que llegaba hasta él. Siempre olía increíble.
______(T.n) abrió su cuaderno en la tarea y observó a Chris. Parecía incluso más nervioso ahora de lo que había estado en la cafetería.
Ella observó su mochila, esperando echar otro vistazo al escudo, pero él lo había ocultado por completo.
Demonios.
—Entonces, Chris –le dijo suavemente, inclinándose un poquito hacia él—. Me preguntaba si puedo estudiar contigo más tarde.
Él palideció y pareció estar listo para salir corriendo.
—¿Estudiar? ¿Conmigo?
—Sí. Dijiste que sabías muy bien este tema y me gustaría sacarme un diez en el examen. ¿Qué piensas?
Él se frotó la nuca nerviosamente; era claramente un hábito, ya que parecía hacerlo con tanta frecuencia.
—¿Estás segura de que quieres que yo estudie contigo?
—Sí.
Él sonrió tímidamente, pero se rehusó a mirarla a los ojos.
—Seguro, supongo que eso estaría bien.
______(T.n) se sentó cómodamente, con una sonrisa satisfecha, mientras el Dr. Mitchell entraba y le ordenaba a todos que se callaran.
Había pasado horas en la página web de Cazador Oscuro.com luego de su última clase, revisando cada parte de la misma. En apariencia, parecía ser una especie de grupo de simulaciónü o de lectura.
Pero había secciones enteras protegidas por contraseña. Vueltas y áreas secretas a los que no pudo acceder por mucho que intentó. Había muchas cosas que le recordaban al sitio de los Apolitas.
No, este no era un grupo de juego. Se había tropezado con los verdaderos Cazadores Oscuros. Lo sabía.
Eran el último gran misterio del mundo moderno. Mitos vivientes de los que nadie sabía.
Pero ella sabía que estaban ahí. E iba a encontrar el modo de meterse en su sociedad y encontrar algunas respuestas aunque le costara la vida.
Quedarse sentada durante esa clase, mientras el profesor hablaba monótonamente acerca de Rothgar y Shield, era lo más difícil que había hecho en su vida. En cuanto terminó, levantó sus cosas y esperó a Chris.
Mientras se acercaban a la puerta, vio a dos hombres vestidos de negro que los flanquearon inmediatamente mientras la miraban de reojo.
Chris dejó escapar un sonido de desagrado.
______(T.n) se rió contra su voluntad.
—¿Están contigo?
—Realmente desearía poder decirte que no.
Ella le palmeó el brazo comprensivamente. Sacudió el mentón para indicarle el sitio al final del pasillo donde Kat estaba poniéndose de pie y ocultando su libro.
—Tengo una propia.
Chris le sonrió.
—Gracias a dios, no soy el único.
—Noo, no te preocupes por eso. Te dije que te entendía completamente.
El alivio en su rostro era palpable.
—Entonces, ¿cuándo te gustaría estudiar?
—¿Qué tal ahora?
—Bien, ¿dónde?
Había un solo lugar en el que ______(T.n) estaba muriendo por meterse. Esperaba que escondiera más pistas acerca del hombre que había conocido la noche anterior.
—¿En tu casa?
Su nerviosismo retornó instantáneamente, confirmando sus sospechas.
—No sé si sea una buena idea.
—¿Por qué?
—Es sólo que… yo… yo, eh, simplemente no creo que sea una buena idea, ¿está bien?
Ya era un obstáculo. ______(T.n) se forzó a ocultar su irritación. Tendría que andar con cuidado si quería superar sus defensas. Pero lo comprendía. Ella tenía sus propios secretos que ocultar.
—Está bien, elige tú el lugar.
—¿La biblioteca?
Se le pusieron los pelos de punta.
—Nunca logro sentirme cómoda ahí. Siempre temo que me manden a callar. ¿Quieres que vayamos a mi apartamento?
Él se veía completamente sorprendido por su ofrecimiento.
—¿En verdad?
—Seguro. En general no muerdo, ni nada de eso.
Chris se rió.
—Sí, yo tampoco. –Dio dos pasos más con ella, y luego giró hacia los hombres que los seguían—. Sólo iremos a su casa, ¿está bien? ¿Por qué no van a comerse unas rosquillas o algo?
No le agradecieron en lo más mínimo.
Kat se rió.
______(T.n) los condujo hacia el estacionamiento de los estudiantes y luego le dio a Chris las indicaciones para llegar a su departamento.
—¿Nos vemos allí?
Él asintió y se encaminó hacia su Hummer rojo.
______(T.n) fue rápidamente hacia su Mercedes gris, donde Kat la esperaba en el asiento del conductor. Fueron hacia la casa, mientras ______(T.n) esperaba que Chris no esperara mucho tiempo o, peor, cambiara de opinión.
Al menos no hasta que tuviera la oportunidad de registrar su mochila.
Le tomó dos horas de estudiar al aburrido BeoNicholas y una jarra de café antes de que Chris la dejara a solas con la mochila mientras iba al baño. Hacía rato que Kat se había retirado a su habitación, afirmando que la lengua muerta y el entusiasmo de Chris por la misma le estaban provocando una migraña.
En cuanto Chris desapareció, ______(T.n) comenzó a buscar.
Afortunadamente, no le llevó demasiado tiempo encontrar lo que estaba buscando…
Encontró la agenda donde la había visto antes. La cubierta era de cuero trabajado a mano, con un extraño emblema en el frente: un arco doble inclinado hacia arriba, con la flecha apuntando hacia la derecha.
Idéntico al que había visto en el hombro de Nicholas en su sueño…
Pasó la mano sobre el cuero marrón, y entonces lo abrió, para encontrarse con que todo estaba escrito en Rúnico. El idioma era similar al Inglés Antiguo, pero no podía leerlo.
¿Nórdico Antiguo, tal vez?
—¿Qué estás haciendo?
Aprovechó la aguda pregunta de Chris. Le tomó un par de segundos pensar en algo que decir que no lo hiciera sospechar aún más.
—Eres uno de esos jugadores, ¿verdad?
Su mirada azul se estrechó y se volvió más penetrante.
—¿De qué estás hablando?
—Yo… eh, entré a esta página llamada Cazador Oscuro y encontré todos estos rompecabezas sobre una serie de libros y un juego. Como había visto tu libro antes, me preguntaba si serías uno de los miembros que juega ahí.
______(T.n) podía darse cuenta de que él buscaba en su mente y estudiaba el rostro de ella para ver, si había algo, que debería decir.
—Sí, mi amigo Jack maneja el sitio –respondió luego de una larga pausa—. Tenemos a mucha gente interesante que juega allí.
—Eso vi. ¿Tienes uno de esos nombres como Hellion o Rogueü con el que juegas?
Él se adelantó y le quitó la agenda.
—No, simplemente uso “Chris.”
—Ah. ¿Y qué sucede en las áreas privadas?
—Nada –le dijo un poco demasiado rápido—. Sólo estamos algunos, peleándonos.
—¿Entonces por qué es privado?
—Simplemente lo es. –Tomó el libro de las manos de ella y lo regresó a su mochila—. Escucha, tengo que irme ahora. Suerte en el examen.
______(T.n) quería detenerlo y hacerle más preguntas, pero era lamentablemente evidente que él no tenía intención de dejarle saber nada más acerca de ellos o de sí mismo.
—Gracias, Chris. Te agradezco la ayuda.
Él asintió y partió precipitadamente.
Sola en su cocina, ______(T.n) se sentó en la silla, mordiéndose la uña del pulgar mientras debatía sobre el modo de proceder. Pensó en seguir a Chris hasta su casa, pero con eso no conseguiría nada bueno. No había duda de que sus guardaespaldas la atraparían, incluso con la absurda forma de manejar de Kat.
Levantándose, fue a su habitación, tomó la laptop y le quitó la funda.
Bien, el sitio de Cazador Oscuro estaba diseñado como si los Cazadores Oscuros fuesen personajes de un libro. La mayoría de la gente aceptaría eso, ¿pero qué sucedía si ella volvía a mirarla desde un punto de vista en el que nada en ese sitio era falso?
Ella había pasado toda su vida escondiéndose, y si había algo que hubiese aprendido… era que el mejor lugar para esconderse era a la luz. La gente tenía una tendencia a no ver lo que estaba justo frente a ellos.
Y aunque lo vieran, siempre inventaban algún modo de explicarlo. Decían que era un producto de su imaginación o una broma adolescente.
No cabían dudas de que los Cazadores Oscuros pensaban lo mismo. Después de todo, en este mundo moderno en que todos sabían acerca de los vampiros y los demonios, y pensaban que eran un mito de Hollywood, ni siquiera necesitarían esconderse. La mayor parte de las personas los clasificaría como excéntricos.
______(T.n) observó la introducción al sitio, y luego pasó a la página de perfiles de cada uno de los Cazadores que figuraban.
Había uno de un personaje llamado Nicholas Tryggvason cuyo Escudero se llamaba Chris Eriksson. Supuestamente, Nicholas era un guerrero Vikingo que había sido hechizado…
______(T.n) copió el nombre de Nicholas y luego buscó en el Nillstrom –un buscador de leyendas e historias nórdicas.
—Bingo –susurró mientras aparecían varios artículos.
Nacido de una madre cristiana de Galia y un padre Escandinavo, Nicholas Tryggvason había sido un renombrado aventurero e invasor de mediados del siglo VIII de cuya muerte no existía registro. De hecho, sólo decía que había desaparecido un día después de haber ganado una batalla contra un jefe militar Mercian quien había estado intentado matarlo. La creencia popular era que uno de los hijos del jefe militar lo había asesinado vengativamente esa noche.
______(T.n) escuchó que la puerta de su cuarto se abría. Mirando hacia arriba, vio a Kat parada en la entrada.
—¿Estás ocupada? –le preguntó Kat.
—Simplemente investigaba un poco más.
—Ah. —Kat se adelantó para leer sobre su hombre—. “Nicholas Tryggvason. Pirata, arriesgado, y guerrero, luchó a través de Europa, ofreciendo su servicio a cristianos y paganos por igual. Una vez se escribió que su única lealtad era hacia su espada y su hermano Erik, quien viajaba con él…” Interesante. ¿Crees que este sea el tipo al que viste en el Inferno?
—Quizás. ¿Alguna vez escuchaste de él?
—Para nada. ¿Quieres que le pregunte a Jimmy? Le encanta la historia de los Vikingos.
______(T.n) lo pensó durante un segundo. El amigo de Kat estaba en la Sociedad de Anacronismo Creativo y vivía para estudiar la cultura Vikinga.
Pero no era el pasado de Nicholas lo que le interesaba en este momento. Era su presente, y lo que más deseaba era su dirección actual.
—No, está bien.
—¿Segura?
—Sí.
Kat asintió.
—Bien, entonces regresaré a mi dormitorio a terminar con mi libro. ¿Quieres que te traiga algo para comer o beber?
______(T.n) sonrió ante el ofrecimiento.
—Una gaseosa sería genial.
Kat desapareció sólo para regresar unos minutos más tarde con una Sprite. ______(T.n) le agradeció y volvió al trabajo mientras Kat la dejaba a solas.
______(T.n) bebió a sorbos su bebida, sin prisa, mientras navegaba. Más o menos una hora más tarde estaba tan cansada que ya no podía mantener los ojos abiertos.
Bostezando, miró la hora. Eran apenas las cinco y media. Aún así, sus párpados estaban tan pesados que no podía continuar despierta por mucho que lo intentara.
Apagó su computadora y fue hacia la cama para tomar una pequeña siesta.
Se quedó dormida en el instante en que su cabeza tocó la almohada. Normalmente, ______(T.n) no soñaba mucho cuando tomaba una siesta.
Hoy era completamente diferente.
Hoy sus sueños comenzaron casi tan pronto como cerró los ojos.
Qué extraño…
Pero lo más raro de todo era que su reino de fantasía no se parecía a nada que hubiese soñado antes. En lugar de sus habituales sueños de glamour o de horror, este era pacífico. Gentil. Y la llenaba de una cálida seguridad.
Estaba vestida con un largo y suave vestido verde oscuro, como una dama medieval. Frunciendo el ceño, pasó la mano sobre la tela, que era más suave que la gamuza.
Sola, dentro de una cabaña de piedra donde un cálido fuego resplandecía en un enorme hogar, se mantenía a distancia, parada junto a una vieja mesa de madera. El viento rugía fuera de una ventana que estaba cubierta por una persiana de madera que sonaba estruendosamente mientras intentaba mantener fuera los vientos de invierno.
Escuchó que había alguien en la puerta, detrás suyo.
______(T.n) se volteó justo a tiempo de ver a Nicholas abriéndola con el hombro. Su corazón se detuvo mientras captaba su imagen vestida en una especie de chaleco de cota de malla. Sus macizos brazos estaban desnudos, y su torso y la cota de malla estaban cubiertos por un chaleco de cuero que tenía grabados algunos diseños nórdicos. Los diseños eran iguales al tatuaje en su hombro y bíceps derecho.
Su yelmo cónico cubría su cabeza, y tenía más malla unida a él, que cubría su rostro, prácticamente ocultándolo. Pero por esos intensos y calientes ojos, ella nunca hubiese sabido que era Nicholas quien estaba ahí abajo. Sostenía una pequeña hacha de guerra en una mano, apoyándola sobre su hombro. Se veía salvaje y primitivo. El tipo de hombre que una vez había sido dueño del mundo. Uno que no temía a nada.
Su oscura mirada recorrió la habitación, luego se detuvo en ella. Vio que una sonrisa lenta y seductora cruzaba la parte inferior de su rostro, dejando ver sus colmillos.
—______(T.n), amor mío –la saludó, su voz cálida y encantadora—. ¿Qué estás haciendo aquí?
—No tengo idea –le respondió, honestamente—. Ni siquiera estoy segura de dónde es aquí.
Él rió, con un sonido profundo y estruendoso, luego cerró la puerta y la atrancó.
—Estás en mi hogar, villkat. Al menos en lo que fue mi hogar mucho tiempo atrás.
Ella observó el espartano lugar, que estaba amoblado con una mesa, sillas, y una cama muy grande cubierta con pieles.
—Qué extraño, hubiese pensado que Nicholas Tryggvason poseería un sitio mejor que este.
Él depositó el hacha sobre la mesa, luego se quitó el yelmo y lo colocó sobre el arma.
______(T.n) estaba apabullada por la belleza masculina del hombre que estaba frente a ella. Rezumaba un atractivo sexual crudo con el que nadie jamás podría competir.
—Comparado con la pequeña granja donde crecí, esto es una mansión, señora mía.
—¿En serio?
Él asintió mientras la acercaba a sí. Sus ojos la quemaron y la llenaron de una profunda y dolorosa necesidad. Sabía exactamente lo que él quería, y aunque apenas lo conocía, estaba más que dispuesta a dárselo.
—Mi padre fue una vez un invasor guerrero que tomó un voto de pobreza años antes de que yo naciera –dijo Nicholas roncamente.
Su confesión la sorprendió.
—¿Por qué lo hizo?
Nicholas la apretó con más fuerza.
—La ruina de todos los hombres, me temo… Amor. Mi madre era una esclava cristiana capturada que había sido entregada a él por su padre luego de una de sus invasiones. Ella lo sedujo, y al final lo domó y convirtió a un orgulloso guerrero en un dócil granjero que se rehusaba a levantar su espada por temor a ofender a su nuevo dios.
______(T.n) podía escuchar las crudas emociones en su voz. El desprecio que sentía por cualquiera que eligiese la paz antes que la guerra.
—¿No estabas de acuerdo con su elección?
—Sí, ¿qué tan bueno es un hombre que no puede protegerse a sí mismo ni a quienes ama? –Sus ojos se tornaron oscuros, implacables. La furia que había en ellos la hizo temblar—. Cuando los Jutes llegaron a nuestra aldea a saquear y tomar esclavos, me dijeron que él se quedó quieto y dejó que lo traspasaran con un arma. Todos los que sobrevivieron se burlaron de él por su cobardía. Él, quien una vez había hecho que sus enemigos temblaran de terror al oír su nombre, fue exterminado en la matanza como un ternero indefenso. Jamás he podido comprender cómo simplemente se quedó allí parado, tomando ese mortal golpe sin intentar defenderse.
Ella se estiró para suavizar su ceño con los dedos, mientras el dolor de él la alcanzaba. Pero no era odio ni condescendencia lo que oía en su voz. Era culpa.
—Lo siento tanto.
—Yo también lo lamenté –susurró, sus ojos se volvieron aún más tormentosos—. No fue suficiente dejarlo allí para que muriera, sino que también me llevé a mi hermano. No había nadie para protegerlo en nuestra ausencia.
—¿Dónde estaban ustedes?
El bajó la mirada, pero aún así ella podía ver su auto—recriminación. Quería regresar y modificar ese momento, tanto como ella deseaba cambiar la noche en que los Daimons Spathi habían matado a su madre y a sus hermanas.
—Había partido el verano anterior en busca de guerra y riquezas. –Él la soltó y observó su modesto hogar—. Luego de que me llegó la noticia de su muerte, las riquezas ya no me parecían importantes. Dejando de lado los desacuerdos, debería haber estado allí con él.
______(T.n) tocó su brazo desnudo.
—Debes haber amado mucho a tu padre.
Nicholas respiró cansadamente.
—A veces. Otras veces lo odiaba. Lo odiaba por no ser el hombre que debería haber sido. Su padre era un respetado jarl y aún así nosotros vivíamos como mendigos hambrientos. Burlados y despreciados por nuestros propios parientes. Mi madre se enorgullecía de los insultos, diciendo que era la voluntad de dios que sufriéramos. Que nos hacía mejores personas, pero nunca le creí. La ciega devoción de mi padre a sus creencias sólo me enfurecía más. Peleábamos, él y yo, constantemente. Él quería que siguiera sus pasos y que aceptara su abuso sin decir nada. —El tormento en sus ojos la conmovió aún más que la dulzura de su mano sobre la de ella—. Quería que fuera algo que no soy. Pero yo no podía poner la otra mejilla. Jamás estuvo en mi naturaleza no responder a un insulto con otro insulto. Golpe con golpe. –Él giró y la miró con el ceño fruncido—. ¿Por qué estoy contándote esto?
______(T.n) lo pensó por un segundo.
—El sueño, seguramente. Probablemente está en tu mente.
Aunque ella no podía imaginar porque sería en su sueño.
De hecho, este sueño se estaba volviendo más extraño a cada segundo, y no podía entender por qué su inconsciente la traería aquí.
¿Por qué estaría conjurando esta fantasía sobre su Cazador Oscuro…?
Él asintió.
—Sí, sin dudas. Me temo que le estoy haciendo a Christopher lo que una vez me hicieron a mí. Debería dejarlo vivir su vida y no interferir en sus elecciones con tanta frecuencia.
—¿Por qué no puedes?
—¿Sinceramente?
______(T.n) sonrió.
—Desde luego que prefiero la verdad antes que una mentira.
Nicholas rió suavemente, y entonces su rostro se volvió pensativo otra vez.
—No quiero perderlo a él también. –Su voz era tan profunda y dolorosa que hizo que su corazón se encogiera—. Y aún así sé que no tengo más opción que perderlo.
—¿Por qué?
—Todos mueren, señora mía. Al menos en el mundo mortal. Y yo sigo adelante mientras todo lo que me rodea perece una y otra vez. –Levantó la mirada hacia ella. La agonía de su rostro le llegó muy profundamente—. ¿Tienes alguna idea de lo que es sostener a alguien que amas en los brazos mientras muere?
El pecho de ______(T.n) se cerró mientras pensaba en la muerte de su madre y sus hermanas. Había querido acercarse luego de la explosión, pero su guardaespaldas la había apartado mientras ella aullaba de dolor por su pérdida.
"Es demasiado tarde para ayudarlas, _____(T.d*)ie. Tenemos que correr."
Su alma había gritado ese día.
Incluso ahora gritaba, a veces, por la injusticia de su vida.
—Sí, lo sé –susurró—. Yo también he visto morir a todas las personas que quiero. Mi padre es todo lo que me queda.
La mirada de Nicholas se aguzó.
—Entonces imagina pasar por eso miles de veces, siglo tras siglo. Imagina verlos nacer, vivir, y luego morir mientras tú continúas y empiezas de nuevo con cada generación. Cada vez que veo a un miembro de mi familia morir, es como ver a mi hermano Erik muriendo nuevamente. Y Chris… —Dio un respingo como si la sola mención del nombre de Chris le provocara dolor—. Es idéntico a mi hermano, en cara y físico. –Una de sus comisuras se levantó en una forzada risa—. Y en sus gestos así como en su temperamento. Creo que de toda la familia que he perdido, su muerte será la más difícil de soportar.
Ella vio la vulnerabilidad en sus ojos y la afectó profundamente que este feroz hombre tuviera un defecto tan humano.
—Aún es joven. Tiene toda la vida por delante.
—Quizás… pero mi hermano tenía sólo veinticuatro años cuando fue asesinado por nuestros enemigos. Jamás olvidaré la expresión en el rostro de su hijo Bironulf cuando vio a su padre caer en batalla. Sólo pude pensar en salvar al chico.
—Obviamente, lo hiciste.
—Sí. Juré que jamás permitiría que Bironulf muriese como lo había hecho su padre. Lo mantuve a salvo toda su vida, y murió siendo viejo, mientras dormía. En paz. –Se detuvo un instante—. Creo que, al final, sigo más las creencias de mi madre que las de mi padre. Los escandinavos creían en morir jóvenes en la batalla, para poder entrar en los salones del Valhalla, pero al igual que mi madre, yo quería un destino diferente para aquellos a los que amaba. Es una pena que haya llegado a comprender sus sentimientos demasiado tarde. —Nicholas sacudió la cabeza, como para borrar esos pensamientos. Frunció el ceño al mirarla—. No puedo creer que esté pensando en esto mientras tengo a una doncella tan hermosa conmigo. Realmente estoy envejeciendo si prefiero hablar antes que actuar –dijo con una profunda risa—. Ya es suficiente de pensamientos morbosos. –La atrajo hacia sí con fuerza—. ¿Por qué estamos perdiendo nuestro tiempo cuando podríamos estar pasándolo mucho más productivamente?
—¿Productivamente cómo?
La sonrisa de Nicholas era traviesa, cálida, y la devoraba.
—Me parece que podría dar mejor uso a mi lengua. ¿Qué dices?
Él condujo dicho miembro por la columna de su garganta hasta que alcanzó a mordisquear su oreja. Su cálido aliento quemó su cuello, haciéndola estremecer.
—Oh, sí –jadeó ______(T.n)—. Pienso que ese es un modo mucho mejor de usar tu lengua.
Él rió mientras desenlazaba la parte trasera de su vestido. Lenta, seductoramente, lo bajó por los hombros y dejó que cayera directo al piso. La tela se deslizó sensualmente por la piel de ______(T.n) mientras abandonaba su cuerpo y el aire frío la acariciaba.
Desnuda frente a él, no pudo reprimir un profundo temblor. Era tan extraño estar expuesta mientras él estaba parado frente a ella vistiendo su armadura. La luz del fuego jugaba en sus oscuros ojos.
Nicholas miró fijamente la simple belleza de la mujer ante él. Era aún más exquisita que la última vez que había soñado con ella. Pasó la mano tiernamente sobre su pecho, dejando que el pezón provocara a su palma.
______(T.n) le recordaba a Saga, la diosa escandinava de la poesía. Elegante, refinada. Amable. Cosas que él había desdeñado mientras era un hombre mortal.
Ahora estaba cautivado por ella.
Aún no sabía porqué había confiado en ella. No era habitual en él hablar tan libremente, y aún así ella lo había seducido.
Pero no quería hacerle el amor aquí. No en el pasado, donde sus recuerdos y la culpabilidad por aquellos a quienes había fallado lo azotaban.
Ella merecía algo mejor.
Cerrando sus ojos, los invocó a una copia exacta de habitación actual. Sólo que había hecho algunas modificaciones…
______(T.n) quedó boquiabierta mientras se echaba atrás ligeramente y miraba alrededor. Las paredes que los rodeaban eran de un negro que reflejaba, con decoraciones blancas, excepto la pared a su derecha, que estaba construida con ventanas que llegaban del suelo al techo. Las ventanas abiertas estaban enmarcadas por cortinas blancas de gasa que flotaban con el viento, estirándose hacia ellos y haciendo que la llama de docenas de velas que había en la habitación danzaran.
Pero las velas no se apagaban. Titilaban alrededor de ellos como estrellas.
Había una enorme cama en el centro de la habitación, elevada sobre una plataforma. Tenía sábanas de seda negra y un grueso edredón de duvet de seda negra sobre la colcha. La cama estaba hecha de una recargada fundición de hierro que formaba un intrincado cuadrado dosel entre cuatro postes. Había más gasa blanca envuelta alrededor del mismo, y estaba suelto para enroscarse con el viento.
Nicholas estaba desnudo. La levantó en brazos y la cargó hacia la gigantesca y acogedora cama.
______(T.n) suspiró al sentir el suave colchón debajo, mientras el peso de Nicholas la aplastaba. Era como ser presionada contra una nube.
Mirando hacia arriba, rió al darse cuenta de que había un espejo en el techo, y vio que Nicholas sostenía una rosa de tallo largo detrás de la espalda.
Las paredes destellaron, y entonces también se convirtieron en espejos.
—¿De quién es esta fantasía? –le preguntó mientras Nicholas acercaba la rosa y pasaba sus suaves pétalos sobre el endurecido pezón de su seno derecho.
—Nuestra, blomster –dijo Nicholas mientras apartaba sus muslos y reposaba su largo cuerpo entre sus piernas.
______(T.n) gimió ante la intensa sensación de tener todo su suntuoso poder reposando sobre ella. Los vellos masculinos de su cuerpo provocaban al suyo hasta alcanzar una sobrecarga de éxtasis sensual.
Él se movió sinuosamente, como una bestia oscura y prohibida que había venido a consumirla.
______(T.n) lo observó moverse en el espejo que estaba sobre ella. Qué extraño que lo hubiera creado en su sueño. Siempre había sido tan cautelosa en su vida. Tan cuidadosa de a quién permitía que la tocara. Así que había conjurado a un glorioso amante en su inconsciente, dado que no se atrevía a tener uno en la vida real.
Debido a su sentencia de muerte, no quería importarle a nadie, ni que se enamorasen de ella. No quería tener un hijo que lloraría su muerte. Un hijo que quedaría solo, asustado.
Cazado.
Lo último que deseaba era dejar detrás a alguien como Nicholas que lamentara su muerte. Alguien que tendría que ver morir a su hijo en la flor de su juventud por culpa de una maldición que no tenía nada que ver con ninguno de sus actos.
Pero en sus sueños, era libre para amarlo con todo su cuerpo. Allí no había miedo. Ni promesas. Ni corazones que pudiesen romperse.
Sólo ellos y este momento perfecto.
Nicholas gruñó gravemente mientras mordisqueaba su cadera. Ella siseó y acunó su cabeza. Él permitió que la suavidad de sus manos en el cabello lo calmara.
Por mucho tiempo, había vagado en sueños por el pasado. Siempre en busca de quien lo había engañado para cambiar lugares. Jamás estuvo destinado a ser un Cazador Oscuro. Nunca había prometido su alma a Artemisa o había recibido un Acto de Venganza a cambio de su servicio.
Nicholas había estado buscando a alguien que aliviara el dolor que sentía por la muerte de su hermano. Un cuerpo tierno en el que pudiera hundirse y olvidar por un momento que él había conducido a Erik a una batalla, lejos de su hogar.
Morginne había parecido la respuesta perfecta. Lo deseaba tanto como él a ella.
Pero la mañana posterior a su única noche con la Cazadora Oscura, todo había cambiado. De algún modo, ya fuese durante o luego de su encuentro sexual, ella había intercambiado su alma con la de él. Ya no era mortal, y se encontró con una nueva vida.
Y perversamente hechizado por Morginne para que ningún mortal pudiera recordarlo. Mientras tanto ella había escapado al servicio de Artemisa, y podía pasar la eternidad con el dios nórdico Loki.
Su maldición de despedida había sido el golpe más duro de todos, y era algo que no comprendía hasta el día de hoy.
Ni siquiera su sobrino Bironulf lo había reconocido después.
Nicholas estaría ahora completamente perdido si Acheron Parthenopaeus no se hubiese apiadado de su situación. Acheron, el líder de los Cazadores Oscuros, le había dicho que nadie podía deshacer la magia de Morginne, pero que él podía modificarla. Tomando una gota de la sangre de Bironulf, Acheron había hecho que todos aquellos que llevaran su sangre recordaran a Nicholas. Además, el Atlante había otorgado a Nicholas poderes psíquicos y le había explicado cómo se había convertido en inmortal y cuáles eran sus limitaciones, tales como su sensibilidad a la luz del sol.
Y como Artemisa poseía la “nueva” alma de Nicholas, no tenía otra opción más que servirla.
Artemisa no tenía intención de dejarlo ir jamás. No era que a él en realidad le importara. La inmortalidad tenía sus beneficios.
La mujer debajo de él era definitivamente uno de ellos. Pasó su mano hacia abajo por el muslo y escuchó su respiración. Ella sabía a sal y a mujer. Olía a talco y rosas.
Su sabor y su aroma lo incitaban hasta un punto que jamás había llegado. Por primera vez en siglos, se sintió posesivo hacia una mujer.
Quería quedarse con ésta. El Vikingo dentro de él rugió a la vida. En su tiempo como humano, la habría cargado y asesinado a cualquiera que hubiese osado intentar apartarla de él.
Y luego de todos esos siglos, no estaba más cerca de ser civilizado. Tomaba lo que quería. Siempre.
______(T.n) gritó en el instante en que Nicholas la tomó en la boca. Su cuerpo hervía de deseo por él. Arqueó la espalda y lo observó a través del espejo que había sobre la cama.
Jamás había visto algo más erótico que la imagen de Nicholas provocándola mientras los músculos de su espalda se flexionaban. Podía ver cada centímetro de su cuerpo desnudo y bronceado mientras le daba placer. Y tenía un cuerpo increíble.
Un cuerpo que ella deseaba tocar.
Moviendo las piernas debajo de su cuerpo, utilizó los pies para acariciar lentamente la rígida extensión de su pene.
Él gruñó en respuesta.
—Tienes unos pies muy talentosos, villkatt.
—Para acariciarte mejor –dijo suavemente, mientras pensaba que de hecho se sentía como Caperucita Roja siendo comida por el Gran Lobo Malo.
La risa de Nicholas se unió a la suya. ______(T.n) enterró las manos en las suaves ondas de su cabello y dejó que se saliera con la suya. Su lengua era la cosa más increíble que había conocido, mientras la hacía girar a su alrededor. Lamiendo, incitando, saboreando.
Justo cuando pensaba que no podía sentirse mejor, él deslizó dos dedos profundamente dentro de ella.
______(T.n) tuvo un orgasmo inmediatamente.
Aún así, él continuó acariciándola hasta que estuvo ardiendo y débil de felicidad.
—Mmm –murmuró, apartándose de ella—. Creo que mi gatita está hambrienta.
—Famélica –dijo ella, levantándolo sobre su cuerpo para poder deleitarse con su piel del modo en que él se había deleitado con ella.
Enterró los labios en su cuello y lo mordisqueó con cada parte suya que estaba desesperadamente hambrienta por él. ¿Qué tenía este hombre, que la volvía loca de deseo? Era magnífico. Estupendo. Sexy. Jamás había deseado a alguien de este modo.
Nicholas no podía soportar el modo en que lo estaba agarrando. Lo hacía enloquecer por ella. Elevaba su necesidad hasta estar prácticamente mareado.
Incapaz de tolerarlo más, la hizo rodar hacia el costado y entró en ella.
______(T.n) gritó ante el inesperado placer que la llenó. Jamás había tenido dentro a un hombre en esta posición, completamente recostada sobre su lado. Nicholas estaba metido tan profundo que ella juró que podía sentirlo hasta el útero.
Lo observó en la pared espejada mientras él embestía una y otra vez dentro suyo, más y más profundamente, hasta que quiso gritar de placer.
El poder y la fuerza de Nicholas no eran parecidos a nada que hubiese conocido. Cada enérgica embestida la dejaba débil, sin aliento.
Ella tuvo otro orgasmo justo antes que él.
Nicholas se apartó de ella y se recostó a su lado.
Su corazón saltaba por la furia de su pasión. Pero aún no estaba saciado. Alcanzándola, la subió a su pecho para poder sentir cada centímetro de su cuerpo.
—Eres espectacular, villkat.
Ella hociqueó su pecho con el rostro.
—Tú no estás tan mal, villNicholas.
Él rió ante su expresión cariñosa inventada. Realmente le gustaba esta mujer, y su ingenio.
______(T.n) permaneció en la paz de los brazos de Nicholas. Por primera vez en su vida, se sentía completamente a salvo. Como si nadie ni nada pudiera tocarla. Nunca se había sentido de ese modo. Ni siquiera cuando era pequeña. Había crecido con temor cada vez que alguien desconocido golpeaba a la puerta.
Cada extraño era sospechoso. Por la noche, fácilmente podía ser un Daimon o un Apolita que la buscaban para verla muerta. Durante el día, podía ser un Doulos quien la perseguía.
Pero algo le decía que Nicholas no permitiría que la amenazaran.
"¿______(T.n)?”
Frunció el ceño ante el sonido de la voz de una mujer entrometiéndose en su sueño.
—¿______(T.n)?
Contra su voluntad, salió de su sueño sólo para encontrarse dormida en su propia cama.
Los golpes continuaban.
—¿_____(T.d*)? ¿Estás bien?
Reconoció la voz de Michelle. Era un esfuerzo despertarse lo suficiente como para poder sentarse en la cama.
Una vez más, estaba desnuda.
Frunciendo el ceño, ______(T.n) vio su ropa hecha un montón desordenado. ¿Qué diablos era esto? ¿Se había vuelto sonámbula o algo así?
—Estoy aquí, Chel –dijo mientras se levantaba y se ponía su bata de baño roja.
Abrió la puerta para encontrar a su amiga y a Kat del otro lado.
—¿Estás bien? –preguntó Michelle.
Bostezando, ______(T.n) se frotó los ojos.
—Estoy bien. Sólo tomaba una siesta. —Pero no se sentía realmente bien. Se sentía como si estuviera bajo el efecto de un narcótico—. ¿Qué hora es?
—Son las ocho y media, corazón –respondió Kat.
Michelle miró a una y luego a otra.
—Dijeron que irían al Inferno conmigo, pero si no se sienten…
______(T.n) captó la decepción en la voz de Michelle.
—No, no, está bien. Deja que me cambie, e iremos.
Michelle sonrió radiantemente.
Kat la miró sospechosamente.
—¿Estás segura de que tienes ánimos para ir?
—Estoy bien, en serio. No dormí bien anoche, y sólo necesitaba una siesta.
Kat hizo un sonido desagradable.
—Es todo ese BeoNicholas que tú y Chris estuvieron leyendo. Absorbió toda tu energía. BeoNicholas… íncuboü… lo mismo.
Eso era demasiado cercano a la realidad para el alivio de ______(T.n).
Rió nerviosamente.
—Sí. Estaré lista en unos minutos.
______(T.n) cerró la puerta y se volvió hacia su pila de ropa arrugada.
¿Qué estaba sucediendo allí?
¿BeoNicholas era verdaderamente un íncubo?
Quizás…
Dejando el ridículo pensamiento a un lado, recogió su ropa y la agregó al cesto de la lavandería; luego se puso un par de jeans y un suéter azul oscuro.
Mientras se preparaba para salir, la recorrió un extraño estremecimiento. Algo iba a suceder esta noche. Lo sabía. No tenía los poderes psíquicos de su madre, pero sí tenía fuertes presentimientos cada vez que algo bueno o malo iba a suceder.
Desafortunadamente, no podía saber cuál sería hasta que era demasiado tarde.
Pero definitivamente, algo pasaría esta noche.
Belieber&Smiler♥
Re: "El Beso de la Noche" (Nick y tu)
hola
wow el capitulo se ve largo
todavia no lo e leido
me tengo que ir
no se a donde con mi familia
pero cuando vuelva lo leo
bye
te cuidas
tkm
wow el capitulo se ve largo
todavia no lo e leido
me tengo que ir
no se a donde con mi familia
pero cuando vuelva lo leo
bye
te cuidas
tkm
angie- d jonas
Re: "El Beso de la Noche" (Nick y tu)
ME ENCANTOOOOO!
SEGUILAA PLEASEE!
TEE QIIEROO!
BYEE
SEGUILAA PLEASEE!
TEE QIIEROO!
BYEE
Invitado
Invitado
Re: "El Beso de la Noche" (Nick y tu)
siguela plis
me encanta esta nove
la adoro
plis sube cap
bye
:lol!:
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:lol!:
angie- d jonas
Re: "El Beso de la Noche" (Nick y tu)
Ahhhhhhhhhhhh Ahhhhhhhhhhh OH DiOS...!!!!
Nick es ESPECTACULAR!!! Peeciosoooo! Me encantaaa!
Presentimiento?!?! Espero q sea uno bueno de verdad!
Jajajajaja SIGUELA!! Amo demasiado esta nove!!
Q raro no!? Yo obsecionada con tus noves para variar jajaja
SIGUELAAA...!!!
Nick es ESPECTACULAR!!! Peeciosoooo! Me encantaaa!
Presentimiento?!?! Espero q sea uno bueno de verdad!
Jajajajaja SIGUELA!! Amo demasiado esta nove!!
Q raro no!? Yo obsecionada con tus noves para variar jajaja
SIGUELAAA...!!!
Dayi_JonasLove!*
Re: "El Beso de la Noche" (Nick y tu)
Dayi_JonasLove!* escribió:Ahhhhhhhhhhhh Ahhhhhhhhhhh OH DiOS...!!!!
Nick es ESPECTACULAR!!! Peeciosoooo! Me encantaaa!
Presentimiento?!?! Espero q sea uno bueno de verdad!
Jajajajaja SIGUELA!! Amo demasiado esta nove!!
Q raro no!? Yo obsecionada con tus noves para variar jajaja
SIGUELAAA...!!!
Hahah sii sorella!!
AMO STA NOVEE!
lo declaroo! :D
SIiigue siigueee
amee eso... ii sii lo vee?:O:O OJALA
Creadora
Re: "El Beso de la Noche" (Nick y tu)
CAPITULO 5
—Bienvenido a kolasi –dijo Stryker en voz baja, pronunciando la palabra Atlante para “infierno” mientras inspeccionaba a los líderes de su ejército de Daimons, que estaba siempre listo para atacar ante su orden.
Durante once mil años él, el hijo de la Destructora Atlante, los había liderado.
Escogidos por la propia Destructora y entrenados por Stryker, estos Daimons eran asesinos de elite. Sus propios hermanos se referían a ellos como los Daimons Spathi. Un término que había sido menospreciado por los Apolitas y los Cazadores Oscuros, que no comprendían lo que era un verdadero Spathi.
En lugar de eso, aplicaban el término a cualquier Daimon con el que luchaban. Pero eso no estaba bien. Los verdaderos Spathi eran algo enteramente diferente.
No eran hijos de Apolo. Eran los enemigos de Apolo, así como eran enemigos de los Cazadores Oscuros y de los humanos. Los Spathis habían renunciado a cualquier herencia Griega o Apolita que tuviesen mucho tiempo atrás.
Eran los últimos Atlantes, y estaban orgullosos de serlo.
Sin que los Cazadores Oscuros ni los humanos lo supieran, había miles de ellos. Miles. Todos mucho más antiguos de lo que cualquier patético humano, Apolita, o Cazador Oscuro se atreviera a imaginar. Mientras los Daimons más débiles vivían escondiéndose en la tierra, los Spathis usaban láminas o aberturas astrales para viajar de este reino al humano.
Sus hogares existían en otra dimensión. En Kalosis, donde la misma Destructora residía bajo prisión, y donde la letal luz de Apolo jamás brillaba. Eran sus soldados.
Sus hijos e hijas.
Sólo una mínima parte de ellos podía evocar a las láminas por sí mismos; era un presente que la Destructora no legaba con frecuencia. Como hijo suyo, Stryker podía ir y venir a su voluntad, pero él elegía mantenerse cerca de su madre.
Como lo había hecho en los últimos once mil años…
Todo ese tiempo, habían planeado bien esta noche. Luego de que su padre Apolo los maldijo y abandonó a Stryker y a sus hijos que muriesen horriblemente, Stryker había aceptado a su madre de buena gana.
Había sido Apollymi quien le había enseñado el camino. Ella les había enseñado a tomar las almas de los humanos dentro de sus cuerpos para que pudieran sobrevivir, a pesar de que su padre los había condenado a todos a morir a los veintisiete años.
"Ustedes son mis elegidos" –le había dicho—. "Peleen a mi lado y el mundo le pertenecerá una vez más a los dioses Atlantes."
Desde ese día, habían reclutado a su ejército cuidadosamente. Las tres docenas de generales que pasaban el rato junto a él en el salón del "banquete", estaban entre los mejores luchadores. Todos esperaban noticias de su espía acerca de cuándo reaparecería la heredera perdida.
Había estado fuera de su alcance todo el día. Pero ahora que el sol se había puesto, estaba cerca otra vez.
En cualquier momento sería libres de correr hacia la noche y arrancarle el corazón.
Era un precioso pensamiento que Stryker abrigaba.
Las puertas del salón se abrieron, y de la oscuridad exterior apareció el último hijo sobreviviente de Stryker, Urian. Vestido absolutamente de negro, al igual que su padre, Urian tenía el cabello rubio oscuro que llevaba en una coleta, sujeta con un cordón de cuero negro.
Su hijo era más apuesto que cualquier otro, pero por otra parte, todos los de su raza eran hermosos.
Los ojos azul oscuro de Urian brillaron mientras caminaba con la gracia y el orgullo de un depredador letal. Cuando Stryker había traído por primera vez a su hijo mayor, había sido extraño jugar a ser el padre de un hombre que físicamente tenía la misma edad que él, pero dejando eso de lado, eran padre e hijo.
Más que eso, eran aliados.
Y Stryker podría matar a quienquiera que amenazara a su hijo.
—¿Alguna novedad? –le preguntó.
—Aún no. El Were-Hunter dijo que ha perdido su rastro, pero que la encontrará nuevamente.
Stryker asintió. Había sido su espía Were-Hunter quien les había traído noticias la noche anterior sobre la pelea en la cual un grupo de Daimons había muerto en el bar.
Normalmente una pelea semejante no significaría nada para ellos, pero el Were-Hunter les había dicho que los Daimons habían llamado “la heredera” a su víctima.
Stryker había recorrido la tierra buscándola. Cinco años atrás, en Bélgica, casi la habían matado, pero su guardaespaldas se había sacrificado y le había permitido escapar.
Desde entonces, no la habían visto. Ningún encuentro entre los soplones y su gente. La heredera había demostrado ser tan astuta como su madre.
Entonces habían jugado el juego.
Esta noche, el juego terminaría. Entre las patrullas que Stryker tenía en St. Paul y los Were-Hunters que lo servían, estaba seguro que de que la encontraría esta noche.
Palmeó a su hijo en la espalda.
—Quiero al menos a veinte de nosotros preparados. No hay modo de que se nos escape.
—Invocaré a los Illuminati.
Stryker inclinó su cabeza con aprobación. Los Illuminati constaban de él y su hijo, así como otros treinta que eran los guardaespaldas de la Destructora. Cada uno de ellos había tomado un juramento de sangre hacia su madre, para ocuparse de que ella fuera liberada de su infierno y pudiera gobernar la tierra nuevamente.
Cuando ese día llegara, ellos serían los príncipes del mundo. Responsables sólo ante ella.
Ese día finalmente había llegado.
Nicholas no sabía por qué se conducía al Inferno esta noche, aparte de que sentía un impulso interno que no quería entrar en razón.
Sospechaba que se debía a su insensata necesidad de sentir más cerca a la mujer que rondaba sus sueños. Aún ahora podía ver la belleza de su sonrisa, sentir su cuerpo dándole la bienvenida al suyo.
O mejor aún, saborearla.
Los pensamientos acerca de ella lo atormentaban. Dejaban salir sentimientos y necesidades que había apartado siglos atrás, sin arrepentirse jamás.
¿Quién lo necesitaba? Y sin embargo no había nada que deseara más que verla de nuevo.
No tenía sentido.
Las posibilidades de que estuviera en el mismo sitio esta noche eran casi imposibles.
Aún así, fue. No pudo evitarlo. Era como si no tuviese control sobre sí mismo, sino que estaba siendo guiado por una fuerza invisible.
Luego de estacionar su auto, caminó por la tranquila calle como un fantasma silencioso en la helada noche. Los vientos de invierno azotaban a su alrededor, cortando la piel que quedaba expuesta.
Había sido una noche muy similar a esta la que lo había llevado a servir a Artemisa. También había estado en una búsqueda. Sólo que entonces la naturaleza de su búsqueda había sido diferente.
¿O no?
Eres un alma errante, buscando una paz que no existe. Estarás perdido hasta que encuentres la única verdad interna. Jamás podemos escondernos de lo que somos. La única esperanza es aceptarlo.
Hasta el día de hoy, no comprendía realmente qué era lo que la vieja adivina había intentado decirle la noche en que la había buscado, queriendo que le explicase cómo Morginne y Loki habían trocado sus almas.
Quizás no había una explicación real. Después de todo, el mundo en que vivía era extraño, y parecía volverse más raro a cada segundo.
Nicholas entró al Inferno. Pintado de negro por dentro y por fuera, también tenía dibujadas unas llamas en el interior y en el exterior, que brillaban de un modo espeluznante bajo las luces apagadas y saltarinas del club.
El dueño del club, Dante Pontis, se encontró con él en la puerta, donde él y otros dos “hombres” estaban cobrando la entrada y pidiendo identificaciones. En su forma humana, la pantera Katagari estaba irónicamente vestida como un “vampiro.” Pero por otra parte, Dante pensaba que ese tipo de cosas eran graciosas; de ahí el hombre del club.
Dante vestía pantalones de cuero negro, botas de motociclista que lucían llamas rojas y anaranjadas, y una camisola negra. La pantera había dejado su camisa desatada y el borde fruncido enroscado alrededor de su cuello, mientras que los lazos de seda caían por su pecho. Su larga chaqueta negra de cuero también tenía una apariencia siglo XIX, pero Nicholas sabía que era una copia; una de las ventajas de haber estado vivo en esa época era que recordaba la moda de ese tiempo.
El extenso cabello negro de Dante caía libremente sobre sus hombros.
—Nicholas –dijo, dejando ver un par de colmillos que Nicholas sabía que no eran reales.
La pantera sólo tenía dientes así cuando estaba en su verdadera forma animal.
Nicholas señaló con la cabeza lo que veía.
—¿Qué diablos son esos?
Dante sonrió ampliamente, mostrando los dientes.
—Las mujeres los aman. Te recomendaría que consiguieras un par, pero ya vienes bien equipado.
Nicholas se rió.
—No lo haré.
—Por favor, no lo hagas.
Aún así, dejando de lado los dobles significados, siempre se sentía bien al ir al Inferno, incluso si los Were-Hunters no lo querían realmente allí. Era uno de los pocos sitios en que alguien recordaba su nombre. Sí, está bien, se sentía como Sam Malone en Cheers, pero no había ningún Norm o Cliff sentado en el bar. Más bien eran Spike y Switchblade.
El “hombre” parado junto a Dante se inclinó.
—¿Él es un C.O.?
Los ojos de Dante se entrecerraron. Agarró al hombre y lo empujó hacia el otro encargado de la entrada.
—Lleva al maldito espía Arcadio y encárgate de él.
La cara del hombre se volvió pálida.
—¿Qué? No soy Arcadio.
—Mierda –refunfuñó Dante—. Conociste a Nicholas dos semanas atrás y si realmente fueras Katagaria, lo recordarías. Sólo un maldito were-panther no puede.
Nicholas arqueó una ceja al escuchar el insulto que ninguno de los Katagaria usaba con ligereza. La raíz del término "were" significaba humano. Colocar ese término antes de su nombre animal era un desagradable insulto a los Katagaria, quienes se enorgullecían del hecho de que eran animales que podían tomar la forma humana, y no al revés.
La única razón por la que toleraban ser llamados Were-Hunters era el hecho de que verdaderamente cazaban y mataban a los Arcadios, que eran humanos capaces de cobrar forma animal. Sin mencionar el hecho de que los machos de su especie frecuentemente cazaban mujeres humanas para sus propósitos sexuales. Aparentemente, el sexo era mucho más agradable para ellos como humanos que como animales, y los machos tenían apetitos voraces en ese departamento.
Desgraciadamente para Nicholas, las mujeres Were-Hunters que podían recordarlo jamás buscaban compañeros fuera de su especie. A diferencia de los hombres, las mujeres tenían sexo con la esperanza de encontrar pareja. Los hombres simplemente buscaban placer.
—¿Qué vas a hacerle? –preguntó Nicholas mientras el encargado de Dante sacaba fuera al Arcadio.
—¿Qué tiene que ver contigo, Cazador Oscuro? Yo no me meto en tus asuntos, tú no te metes en los míos.
Nicholas debatió acerca de qué hacer, pero, si el otro hombre era realmente un espía Arcadio, posiblemente podría manejar la situación por sí solo y no le haría ninguna gracia la idea de que lo ayudaran, especialmente un Cazador Oscuro. Los Weres eran extremadamente independientes y odiaban que cualquier cosa o persona interfiriera con ellos.
Así que Nicholas cambió de tema.
—¿Algún Daimon en el club? –le preguntó a Dante.
Dante negó con la cabeza.
—Pero Corbin está dentro. Llegó hace una hora. Dijo que esta noche estaba aburrida. Hace demasiado frío en la calle para los Daimons.
Nicholas asintió ante la mención de la Cazadora Oscura que también estaba asignada al área. Entonces no podría quedarse mucho rato, no al menos hasta que Corbin estuviera lista para partir.
Adentrándose, se acercó a saludarla.
No había banda sobre el escenario esta noche. En su lugar, un DJ pasaba una música de ópera fuerte que recordaba vagamente que Chris había llamado Goth Metal.
El club estaba oscuro, y había luces estroboscópicas encendidas. Causaba estragos a su vista de Cazador Oscuro, y era un intento de parte de Dante de mantener al mínimo las interferencias de los Cazadores Oscuros mientras estuviesen en el club. Nicholas sacó sus anteojos de sol y se los puso para aliviar un poco el dolor que le causaba.
La gente bailaba en la pista, olvidados de todo lo que los rodeaba.
—Saludos.
Se sobresaltó ante el sonido de la voz de Corbin en su oído. La mujer tenía el poder de manejar el tiempo y la tele-transportación. Vivía para sorprender a la gente, andando a hurtadillas junto a ellos.
Él se dio vuelta para ver a la pelirroja extremadamente atractiva que estaba detrás de él. Alta, grácil y mortal, Corbin había sido una reina griega en su vida como humana. Aún poseía ese majestuoso porte, y una mirada de semejante supremacía altanera que podía hacer sentir a cualquiera como si debiesen lavarse las manos antes de tocarla.
Había muerto intentando salvar a su país de la invasión de una tribu bárbara que era, sin dudas, los antepasados de su propia gente.
—Hola, Binny –le dijo, llamándola por un sobrenombre que sólo permitía que usaran unos pocos elegidos.
Ella le puso una mano sobre el hombro.
—¿Estás bien? Te ves cansado.
—Estoy bien.
—No lo sé. Quizás debería enviar a Sara para que reemplace a Chris algunos días y se ocupe de ti.
Nicholas cubrió la mano de Corbin con la suya, regocijado por su preocupación.
Sara Addams era su Escudera.
—Eso es todo lo que necesito. Una Escudera que no puede recordar que se supone que debe servirme.
—Oh, sí —dijo Corbin, frunciendo la nariz—. Olvidé esa inconveniencia.
—No te preocupes. No es por Chris. Es sólo que no he podido dormir bien.
—Lamento oír eso.
Nicholas se percató de que varios Weres los miraban fijamente.
—Creo que los estamos poniendo nerviosos.
Ella rió mientras echaba un vistazo por el club.
—Tal vez. Pero mi dinero dice que ellos sienten lo que hago.
—¿Lo cual es?
—Algo va a suceder aquí esta noche. Por eso es que vine. ¿No lo sientes, también?
—No tengo ese poder.
—Agradécelo, entonces, porque es una porquería. —Corbin se apartó unos pasos de él—. Pero como estás aquí, saldré a tomar un poco de aire fresco y te dejaré el club a ti. No quiero que mis poderes sean drenados.
—Hasta luego, entonces.
Ella asintió y desapareció en un destello. Nicholas sólo esperaba que ningún humano la hubiera visto hacer eso.
Caminó a través del club sintiéndose extraño, indiferente. No sabía porqué estaba allí. Era tan estúpido.
Él también podría irse.
Dándose vuelta, se quedó petrificado…
______(T.n) se había sentido tan rara estando en el Inferno esta noche. Su mente regresaba una y otra vez a la noche anterior. Hasta Kat sentía su incomodidad.
Había dos voces luchando en su cabeza. Una que le decía que se fuera inmediatamente, y otra diciéndole que se quedara.
Estaba comenzando a temer que estuviese esquizofrénica o algo así.
Michelle y Tom se acercaron a ellas.
—Hey, chicas, odio dejarlas plantadas, pero Tom y yo nos vamos a algún sitio tranquilo a conversar, ¿está bien?
______(T.n) les sonrió.
—Seguro. Diviértanse —En cuanto se fueron, miró a Kat—. No hay necesidad de que nos quedemos, ¿eh?
—¿Estás segura de que quieres irte?
—Sí, creo que sí.
______(T.n) se levantó de la silla y tomó su cartera. Mientras se ponía el abrigo no prestó atención a nada, hasta que chocó con alguien que estaba quieto como una pared.
—Oh, lo lamen… —sus palabras se detuvieron cuando miró unos diez centímetros hacia arriba y se encontró con el rostro que había rondado sus sueños.
¡Era él!
Ella conocía cada centímetro de ese sólido y espléndido cuerpo masculino en el sentido bíblico.
—¿Nicholas?
Nicholas quedó estupefacto más allá de lo comprensible cuando escuchó su nombre en los labios de ella.
—¿Me conoces?
Un atractivo rubor coloreó su rostro y fue entonces que él lo supo…
No habían sido sueños.
Ella comenzó a alejarse de él.
—______(T.n), espera.
______(T.n) se quedó helada al escuchar su nombre en los labios de él.
Él sabía su nombre…
“¡Corre!” Sonó como la voz de su madre en su cabeza, pero la orden fue ahogada por la parte de ella que no quería apartarse de él.
Él estiró la mano hacia ella.
______(T.n) no podía respirar mientras lo miraba fijamente, deseando su contacto. Su verdadero contacto.
Antes de poder detenerse, se estiró hacia él.
Justo cuando estaba a punto de tocarlo, un resplandor sobre el hombro de Nicholas le llamó la atención.
Miró más allá de él y se encontró con que una extraña imagen parecida a un espejo aparecía en la pista de baile. Del medio de la misma salió un hombre que era la encarnación del mal.
Medía al menos dos metros diez, vestía de negro y con el corto cabello color ébano que enmarcaba el rostro de la perfección. Era tan apuesto como Nicholas. Y al igual que Nicholas, llevaba un par de anteojos de sol oscuros. El único color que llevaba era un brillante sol amarillo con un dragón negro en el centro, pintado en el frente de su chaqueta de motociclista.
A pesar de su cabello negro, era un Daimon. Lo sabía, con cada instinto Apolita que poseía. Y además, fue seguido a través de la apertura por más Daimons. Los cuales eran todos rubios y vestían de negro.
Exudaban una atracción y virilidades inhumanas. Más que nada, exudaban una precisión mortal.
No estaban aquí para alimentarse. Estaban aquí para matar.
Dio un paso atrás con un jadeo.
Nicholas giró para ver qué había sobresaltado a ______(T.n). Sintió que se le aflojaba la mandíbula mientras veía a los Daimons salir de un bolt-hole en el centro del club.
Dante llegó corriendo del frente en forma humana, y se transformó en pantera mientras corría. Antes de que pudiera acercarse, el Daimon de cabello oscuro lanzó un rayo divino directo hacia él.
El Katagaria cayó al suelo con un grito mientras el rayo eléctricamente cargado lo transformaba de pantera a humano nuevamente.
El bar se enloqueció.
—¡Escuden mentalmente a los humanos! –gritó el DJ por el intercomunicador, alertando a los Katagaria que estaban presentes de que los humanos necesitaban ser reunidos y sus recuerdos de la noche debían ser reorganizados y/o purgados, como hacían rutinariamente cada vez que algo “extraño” sucedía en su club.
Más que nada, los humanos necesitaban ser protegidos.
Los Daimons se abrieron en abanico, rodeando el club y atacando a cualquier Katagaria que se acercara a ellos.
Nicholas se lanzó a través de la multitud para atacar.
Atrapó al Daimon que tenía una coleta rubia y lo hizo girar. El Daimon saltó hacia atrás, apartándose de su alcance.
—Esta no es tu guerra, Cazador Oscuro.
Nicholas extrajo dos de sus largas dagas de adentro de las botas.
—Me parece que sí lo es.
Atacó, pero para su asombro, el Daimon se movió como un rayo. Cada movimiento que Nicholas hacía para atacar era contrarrestado y devuelto.
Mierda. Jamás en su vida había visto que los Daimons se movieran así.
—¿Qué eres? –le preguntó Nicholas.
El Daimon rubio rió.
—Somos Spathis, Cazador Oscuro. Somos lo único que es verdaderamente mortal en la oscuridad de la noche. Mientras que tú… —dio una repugnante mirada al cuerpo de Nicholas—. Tú eres sólo un simulador.
El Daimon lo tomó del cuello y lo tiró al piso. Nicholas se tumbó con fuerza. Perdió el aliento con un violento woof mientras los cuchillos volaban de sus manos.
El Daimon saltó encima suyo, aporreándolo como si fuese un bebé indefenso.
Nicholas se lo quitó de encima, pero fue difícil. Había peleas por todo el lugar mientras los Were-Hunters libraban combate con los Daimons.
Preocupado por ______(T.n), miró y la encontró escondida con una mujer rubia en un rincón lejano.
Tenía que sacarla de ahí.
El Daimon con el que estaba luchando miró hacia donde Nicholas había observado.
—Padre —gritó—La heredera —. Señaló directamente a ______(T.n).
Nicholas tomó ventaja de su distracción y pateó al Daimon.
Como una unidad cohesiva, los Spathi abandonaron a sus oponentes y saltaron desde sus lugares al sitio donde ______(T.n) y la mujer rubia estaban escondidas.
Literalmente cayeron del cielo y aterrizaron en formación.
Nicholas corrió hacia ellas, pero antes de que pudiera alcanzar a las mujeres, la rubia que estaba acuclillada con ______(T.n) se puso de pie.
El líder Daimon se quedó helado instantáneamente.
La rubia estiró los brazos como para mantener alejados a los Daimons de ______(T.n). De repente, un viento de origen desconocido azotó el club.
Los Daimons quedaron petrificados.
Otra brillante puerta se abrió en la pista de baile.
—Es la laminas –dijo con desprecio el Daimon que había estado peleando con Nicholas.
Giró hacia la mujer rubia y la miró con rabia.
Con los rostros enfurecidos, los Spathi desarmaron la formación y caminaron uno por uno de regreso a través de la puerta.
Excepto el líder.
Con una mirada sin titubeos, observó furiosamente a la mujer rubia.
—Esto no ha terminado —gruñó.
Ella no se movió ni retrocedió. Era como si estuviese hecha de piedra. O en un coma.
El líder Daimon dio la vuelta, y caminó lentamente a través del portal. Desapareció en el instante en que lo atravesó.
—¿Kat? –preguntó ______(T.n) mientras se ponía de pie.
La mujer rubia se tambaleó hacia atrás.
—Oh, dios, pensé que estaba muerta —susurró Kat, con el cuerpo temblando—. ¿Los viste? —______(T.n) asintió mientras Nicholas se les unía—. ¿Qué eran? –preguntó Kat.
—Daimons Spathi —susurró ______(T.n). Miró incrédula a su acompañante—. ¿Qué les hiciste?
—Nada –dijo Kat, con una expresión inocente—. Simplemente me paré ahí. Tú me viste. ¿Por qué se fueron?
Nicholas miró a Kat sospechosamente. No había razón para que se fueran. Habían estado ganando la pelea.
Por primera vez en su vida, en realidad había sentido una duda momentánea sobre su habilidad para derrotarlos.
Corbin se acercó a ellos.
—¿Atrapaste a alguno? —Nicholas negó con la cabeza, preguntándose cuándo había regresado Corbin. Ni siquiera se había dado cuenta del desgaste de sus poderes, pero dado el modo en que los Spathis estaban pateando su trasero, no era nada raro. Corbin se frotó el hombro como si estuviera lastimada por la pelea—. Yo tampoco.
El impacto de esa declaración no pasó desapercibido para ninguno de ellos.
Los dos giraron hacia ______(T.n).
—¿Venían por ti? –preguntó Nicholas. ______(T.n) se veía extremadamente incómoda—. Ocúpate de Dante y su equipo –le dijo a Corbin—. Yo me ocupo de esto. —Corbin se fue mientras Nicholas regresaba a las mujeres—. ¿Cómo puedes recordarme? —Pero la respuesta era tan obvia que ya lo sabía—. Eres Apolita, ¿verdad?
Era seguro que no era una Were-Hunter. Tenían un aura inconfundible.
______(T.n) dejó caer la mirada al piso mientras susurraba:
—Mitad.
Él maldijo. Ya le parecía.
—¿Entonces tú eres la heredera Apolita que tienen que matar para terminar con su maldición?
—Sí.
—¿Es por eso que has estado jodiendo mis sueños? ¿Pensaste que iba a protegerte?
Ofendida, ella lo abarcó con una mirada furibunda.
—No he estado haciéndote nada, compañero. Eres tú quien ha estado viniendo a mí.
Oh, ésa era buena.
—Sí, claro. Bueno, no funcionó. Mi trabajo es matar a los de tu especie, no protegerte. Estás sola, princesa.
Él giró y se alejó con un paso impresionante.
______(T.n) estaba atormentada entre el deseo de golpearlo y llorar.
En lugar de eso, fue detrás de él y lo hizo detener.
—Que conste que no te necesito a ti ni a nadie más para que me proteja, y lo último que haría sería pedirle al Satanás de mi gente que me ayudara. No eres más que un asesino y ni un poquito mejor que los Daimons a los que cazas. Al menos ellos aún tienen sus almas.
Con el rostro endurecido, Nicholas liberó el brazo de su agarre y partió.
______(T.n) quería gritar por el modo en que habían salido las cosas. Y fue entonces cuando se dio cuenta de que una parte de ella en realidad había comenzado a gustar de él. Había sido tan tierno en sus sueños.
Amable.
Y ahí quedaba la idea de preguntarle sobre su gente. No era el mismo hombre con el que había soñado. En carne y hueso era horrible. ¡Horrible!
Miró alrededor del club donde las mesas habían sido volcadas, y los Katagaria estaban intentando ordenar el lío.
En qué pesadilla se había convertido todo esto.
—Vamos –dijo Kat—. Vayamos a casa antes de que esos Daimons regresen.
Sí, ella quería irse a casa. Quería olvidar que esta noche había ocurrido, y si Nicholas venía a ella esta noche…
Bueno, si pensaba que los Spathis eran duros con él, no había visto nada.
Stryker dejó a sus hombres en el salón y fue a ver a Apollymi. Era el único Spathi que tenía permitido estar en su presencia.
Su templo era el edificio más grande de todo Kalosis. El mármol negro resplandecía incluso con la débil luz de su infierno. Adentro, el templo estaba custodiado por un par de violentos ceredons (criaturas con cabeza de perro, cuerpo de dragón, y cola de escorpión). Los dos le gruñeron, pero se mantuvieron alejados. Habían aprendido mucho tiempo atrás que Stryker era uno de los cuatro seres que la Destructora permitía que se le acercaran.
Encontró a su madre en su sala de estar con dos de sus demonios Carontes flanqueando su sillón. Xedrix, su propio guardia personal, estaba a su derecha. Su piel era color azul marino, sus ojos de un vibrante amarillo. Cuernos negros sobresalían de su azul cabello y sus alas eran de un oscuro rojo sangre. Estaba parado, inmóvil, con una mano cerca al hombro de la Destructora.
El otro demonio era de una orden menor, pero por alguna razón, su madre prefería a Sabina. Ella tenía largo cabello verde que complementaba su piel amarilla. Sus ojos eran del mismo color que el cabello, y sus cuernos y alas eran de un extraño tono de anaranjado.
Los demonios lo observaban de cerca, pero no se movieron ni hablaron mientras su madre estaba sentada, como perdida en sus pensamientos.
Las ventanas estaban abiertas y daban hacia un jardín donde sólo crecían flores negras, en memoria de su hermano muerto. El otro hijo de la Destructora había perecido indescriptiblemente siglos atrás, y hasta este día ella lloraba su muerte.
Así como se regocijaba con la vida continuada de Stryker.
Su largo cabello rubio plateado caía a su alrededor en perfectas ondas. Aunque era más antigua que el tiempo, Apollymi tenía el rostro de una hermosa joven de veinticinco años. Su vestido de gasa negra se entremezclaba con el negro de su sillón, dificultando ver dónde terminaba uno y empezaba otro.
Estaba inmóvil mientras miraba hacia afuera, aferrando un almohadón de satén negro sobre su falda.
—Están intentando liberarme.
Él se detuvo ante sus palabras.
—¿Quién?
—Esos estúpidos griegos. Piensan que me pondré de su lado por gratitud –rió amargamente.
Stryker sonrió irónicamente ante la sola idea. Su madre odiaba fervorosamente al panteón griego.
—¿Tendrán éxito?
—No. El Elekti los detendrá. Como siempre hace.
Ella giró la cabeza para mirarlo. Sus pálidos, pálidos ojos no tenían color. El hielo brillaba en sus pestañas, y su translúcida piel era iridiscente, otorgándole una apariencia frágil y delicada. Pero no había nada frágil acerca de la Destructora.
Ella era, tal como su nombre lo declaraba, destrucción. Había consignado a cada miembro de su familia al reino de muerte del cual jamás regresarían.
Su poder era absoluto y era sólo por la traición que había terminado aprisionada aquí en Kalosis, desde donde podía observar el mundo humano, pero no participar en él. Stryker y sus compañeros Daimons podían usar las aberturas astrales para ir y venir de este reino, pero ella no.
No hasta que el sello de la Atlántida fuese destruido, y Stryker no tenía idea de cómo hacerlo. Apollymi jamás se lo había revelado.
—¿Por qué no asesinaste a la heredera? –le preguntó.
—La Abadonna abrió el portal.
Nuevamente su madre estaba tan quieta que no parecía real. Luego de varios segundos, ella rió. El sonido era suave y gentil, sonando a través del aire como música.
—Muy bien, Artemisa –dijo en voz alta—. Estás aprendiendo. Pero no va a salvarte a ti ni a ese despreciable hermano tuyo al que proteges. –Se levantó del sillón, depositó el almohadón, y caminó hacia Stryker—. ¿Te lastimaron, m'gios?
Siempre sentía un arrebato de calidez cuando ella se refería a él como su hijo.
—No.
Xedrix se movió para susurrar en el oído de la Destructora.
—No –dijo en voz alta—. La Abadonna no será tocada. Tiene lealtades divididas y no tomaré ventaja de su bondadosa naturaleza, a diferencia de algunas diosas que puedo mencionar. Ella es inocente en esto, y no la castigaré por eso. —La Destructora tamborileó dos dedos contra su mentón—. La pregunta es, ¿qué está planeando esa arpía de Artemisa? –Cerró los ojos—. Katra –susurró, llamando a la Abadonna. Luego de algunos segundos, Apollymi dejó escapar un sonido disgustado—. Se rehúsa a contestar… Bien –dijo en un tono que Stryker sabía que podía trascender este reino y ser escuchada por Katra—. Protege a la heredera de Artemisa y de Apolo si debes hacerlo. Pero ahora no puedes detenerme. Nadie puede hacerlo. –Le dio la espalda a Stryker—. Tendremos que separar a Katra de la heredera.
—¿Cómo? Si la Abadonna continúa abriendo el portal, estamos indefensos. Sabes que debemos atravesarlo cada vez que se abre.
La Destructora rió nuevamente.
—La vida es un juego de ajedrez, Strykerius, ¿aún no has aprendido eso? Cuando te mueves para proteger a los peones, dejas a la reina abierta al ataque.
—¿Y con eso quieres decir…?
—La Abadonna no puede estar en todos lados al mismo tiempo. Si no puedes acercarte a la heredera, entonces ataca otra cosa que a la Abadonna le importe.
Él sonrió.
—Estaba esperando que dijeras eso.
—Bienvenido a kolasi –dijo Stryker en voz baja, pronunciando la palabra Atlante para “infierno” mientras inspeccionaba a los líderes de su ejército de Daimons, que estaba siempre listo para atacar ante su orden.
Durante once mil años él, el hijo de la Destructora Atlante, los había liderado.
Escogidos por la propia Destructora y entrenados por Stryker, estos Daimons eran asesinos de elite. Sus propios hermanos se referían a ellos como los Daimons Spathi. Un término que había sido menospreciado por los Apolitas y los Cazadores Oscuros, que no comprendían lo que era un verdadero Spathi.
En lugar de eso, aplicaban el término a cualquier Daimon con el que luchaban. Pero eso no estaba bien. Los verdaderos Spathi eran algo enteramente diferente.
No eran hijos de Apolo. Eran los enemigos de Apolo, así como eran enemigos de los Cazadores Oscuros y de los humanos. Los Spathis habían renunciado a cualquier herencia Griega o Apolita que tuviesen mucho tiempo atrás.
Eran los últimos Atlantes, y estaban orgullosos de serlo.
Sin que los Cazadores Oscuros ni los humanos lo supieran, había miles de ellos. Miles. Todos mucho más antiguos de lo que cualquier patético humano, Apolita, o Cazador Oscuro se atreviera a imaginar. Mientras los Daimons más débiles vivían escondiéndose en la tierra, los Spathis usaban láminas o aberturas astrales para viajar de este reino al humano.
Sus hogares existían en otra dimensión. En Kalosis, donde la misma Destructora residía bajo prisión, y donde la letal luz de Apolo jamás brillaba. Eran sus soldados.
Sus hijos e hijas.
Sólo una mínima parte de ellos podía evocar a las láminas por sí mismos; era un presente que la Destructora no legaba con frecuencia. Como hijo suyo, Stryker podía ir y venir a su voluntad, pero él elegía mantenerse cerca de su madre.
Como lo había hecho en los últimos once mil años…
Todo ese tiempo, habían planeado bien esta noche. Luego de que su padre Apolo los maldijo y abandonó a Stryker y a sus hijos que muriesen horriblemente, Stryker había aceptado a su madre de buena gana.
Había sido Apollymi quien le había enseñado el camino. Ella les había enseñado a tomar las almas de los humanos dentro de sus cuerpos para que pudieran sobrevivir, a pesar de que su padre los había condenado a todos a morir a los veintisiete años.
"Ustedes son mis elegidos" –le había dicho—. "Peleen a mi lado y el mundo le pertenecerá una vez más a los dioses Atlantes."
Desde ese día, habían reclutado a su ejército cuidadosamente. Las tres docenas de generales que pasaban el rato junto a él en el salón del "banquete", estaban entre los mejores luchadores. Todos esperaban noticias de su espía acerca de cuándo reaparecería la heredera perdida.
Había estado fuera de su alcance todo el día. Pero ahora que el sol se había puesto, estaba cerca otra vez.
En cualquier momento sería libres de correr hacia la noche y arrancarle el corazón.
Era un precioso pensamiento que Stryker abrigaba.
Las puertas del salón se abrieron, y de la oscuridad exterior apareció el último hijo sobreviviente de Stryker, Urian. Vestido absolutamente de negro, al igual que su padre, Urian tenía el cabello rubio oscuro que llevaba en una coleta, sujeta con un cordón de cuero negro.
Su hijo era más apuesto que cualquier otro, pero por otra parte, todos los de su raza eran hermosos.
Los ojos azul oscuro de Urian brillaron mientras caminaba con la gracia y el orgullo de un depredador letal. Cuando Stryker había traído por primera vez a su hijo mayor, había sido extraño jugar a ser el padre de un hombre que físicamente tenía la misma edad que él, pero dejando eso de lado, eran padre e hijo.
Más que eso, eran aliados.
Y Stryker podría matar a quienquiera que amenazara a su hijo.
—¿Alguna novedad? –le preguntó.
—Aún no. El Were-Hunter dijo que ha perdido su rastro, pero que la encontrará nuevamente.
Stryker asintió. Había sido su espía Were-Hunter quien les había traído noticias la noche anterior sobre la pelea en la cual un grupo de Daimons había muerto en el bar.
Normalmente una pelea semejante no significaría nada para ellos, pero el Were-Hunter les había dicho que los Daimons habían llamado “la heredera” a su víctima.
Stryker había recorrido la tierra buscándola. Cinco años atrás, en Bélgica, casi la habían matado, pero su guardaespaldas se había sacrificado y le había permitido escapar.
Desde entonces, no la habían visto. Ningún encuentro entre los soplones y su gente. La heredera había demostrado ser tan astuta como su madre.
Entonces habían jugado el juego.
Esta noche, el juego terminaría. Entre las patrullas que Stryker tenía en St. Paul y los Were-Hunters que lo servían, estaba seguro que de que la encontraría esta noche.
Palmeó a su hijo en la espalda.
—Quiero al menos a veinte de nosotros preparados. No hay modo de que se nos escape.
—Invocaré a los Illuminati.
Stryker inclinó su cabeza con aprobación. Los Illuminati constaban de él y su hijo, así como otros treinta que eran los guardaespaldas de la Destructora. Cada uno de ellos había tomado un juramento de sangre hacia su madre, para ocuparse de que ella fuera liberada de su infierno y pudiera gobernar la tierra nuevamente.
Cuando ese día llegara, ellos serían los príncipes del mundo. Responsables sólo ante ella.
Ese día finalmente había llegado.
Nicholas no sabía por qué se conducía al Inferno esta noche, aparte de que sentía un impulso interno que no quería entrar en razón.
Sospechaba que se debía a su insensata necesidad de sentir más cerca a la mujer que rondaba sus sueños. Aún ahora podía ver la belleza de su sonrisa, sentir su cuerpo dándole la bienvenida al suyo.
O mejor aún, saborearla.
Los pensamientos acerca de ella lo atormentaban. Dejaban salir sentimientos y necesidades que había apartado siglos atrás, sin arrepentirse jamás.
¿Quién lo necesitaba? Y sin embargo no había nada que deseara más que verla de nuevo.
No tenía sentido.
Las posibilidades de que estuviera en el mismo sitio esta noche eran casi imposibles.
Aún así, fue. No pudo evitarlo. Era como si no tuviese control sobre sí mismo, sino que estaba siendo guiado por una fuerza invisible.
Luego de estacionar su auto, caminó por la tranquila calle como un fantasma silencioso en la helada noche. Los vientos de invierno azotaban a su alrededor, cortando la piel que quedaba expuesta.
Había sido una noche muy similar a esta la que lo había llevado a servir a Artemisa. También había estado en una búsqueda. Sólo que entonces la naturaleza de su búsqueda había sido diferente.
¿O no?
Eres un alma errante, buscando una paz que no existe. Estarás perdido hasta que encuentres la única verdad interna. Jamás podemos escondernos de lo que somos. La única esperanza es aceptarlo.
Hasta el día de hoy, no comprendía realmente qué era lo que la vieja adivina había intentado decirle la noche en que la había buscado, queriendo que le explicase cómo Morginne y Loki habían trocado sus almas.
Quizás no había una explicación real. Después de todo, el mundo en que vivía era extraño, y parecía volverse más raro a cada segundo.
Nicholas entró al Inferno. Pintado de negro por dentro y por fuera, también tenía dibujadas unas llamas en el interior y en el exterior, que brillaban de un modo espeluznante bajo las luces apagadas y saltarinas del club.
El dueño del club, Dante Pontis, se encontró con él en la puerta, donde él y otros dos “hombres” estaban cobrando la entrada y pidiendo identificaciones. En su forma humana, la pantera Katagari estaba irónicamente vestida como un “vampiro.” Pero por otra parte, Dante pensaba que ese tipo de cosas eran graciosas; de ahí el hombre del club.
Dante vestía pantalones de cuero negro, botas de motociclista que lucían llamas rojas y anaranjadas, y una camisola negra. La pantera había dejado su camisa desatada y el borde fruncido enroscado alrededor de su cuello, mientras que los lazos de seda caían por su pecho. Su larga chaqueta negra de cuero también tenía una apariencia siglo XIX, pero Nicholas sabía que era una copia; una de las ventajas de haber estado vivo en esa época era que recordaba la moda de ese tiempo.
El extenso cabello negro de Dante caía libremente sobre sus hombros.
—Nicholas –dijo, dejando ver un par de colmillos que Nicholas sabía que no eran reales.
La pantera sólo tenía dientes así cuando estaba en su verdadera forma animal.
Nicholas señaló con la cabeza lo que veía.
—¿Qué diablos son esos?
Dante sonrió ampliamente, mostrando los dientes.
—Las mujeres los aman. Te recomendaría que consiguieras un par, pero ya vienes bien equipado.
Nicholas se rió.
—No lo haré.
—Por favor, no lo hagas.
Aún así, dejando de lado los dobles significados, siempre se sentía bien al ir al Inferno, incluso si los Were-Hunters no lo querían realmente allí. Era uno de los pocos sitios en que alguien recordaba su nombre. Sí, está bien, se sentía como Sam Malone en Cheers, pero no había ningún Norm o Cliff sentado en el bar. Más bien eran Spike y Switchblade.
El “hombre” parado junto a Dante se inclinó.
—¿Él es un C.O.?
Los ojos de Dante se entrecerraron. Agarró al hombre y lo empujó hacia el otro encargado de la entrada.
—Lleva al maldito espía Arcadio y encárgate de él.
La cara del hombre se volvió pálida.
—¿Qué? No soy Arcadio.
—Mierda –refunfuñó Dante—. Conociste a Nicholas dos semanas atrás y si realmente fueras Katagaria, lo recordarías. Sólo un maldito were-panther no puede.
Nicholas arqueó una ceja al escuchar el insulto que ninguno de los Katagaria usaba con ligereza. La raíz del término "were" significaba humano. Colocar ese término antes de su nombre animal era un desagradable insulto a los Katagaria, quienes se enorgullecían del hecho de que eran animales que podían tomar la forma humana, y no al revés.
La única razón por la que toleraban ser llamados Were-Hunters era el hecho de que verdaderamente cazaban y mataban a los Arcadios, que eran humanos capaces de cobrar forma animal. Sin mencionar el hecho de que los machos de su especie frecuentemente cazaban mujeres humanas para sus propósitos sexuales. Aparentemente, el sexo era mucho más agradable para ellos como humanos que como animales, y los machos tenían apetitos voraces en ese departamento.
Desgraciadamente para Nicholas, las mujeres Were-Hunters que podían recordarlo jamás buscaban compañeros fuera de su especie. A diferencia de los hombres, las mujeres tenían sexo con la esperanza de encontrar pareja. Los hombres simplemente buscaban placer.
—¿Qué vas a hacerle? –preguntó Nicholas mientras el encargado de Dante sacaba fuera al Arcadio.
—¿Qué tiene que ver contigo, Cazador Oscuro? Yo no me meto en tus asuntos, tú no te metes en los míos.
Nicholas debatió acerca de qué hacer, pero, si el otro hombre era realmente un espía Arcadio, posiblemente podría manejar la situación por sí solo y no le haría ninguna gracia la idea de que lo ayudaran, especialmente un Cazador Oscuro. Los Weres eran extremadamente independientes y odiaban que cualquier cosa o persona interfiriera con ellos.
Así que Nicholas cambió de tema.
—¿Algún Daimon en el club? –le preguntó a Dante.
Dante negó con la cabeza.
—Pero Corbin está dentro. Llegó hace una hora. Dijo que esta noche estaba aburrida. Hace demasiado frío en la calle para los Daimons.
Nicholas asintió ante la mención de la Cazadora Oscura que también estaba asignada al área. Entonces no podría quedarse mucho rato, no al menos hasta que Corbin estuviera lista para partir.
Adentrándose, se acercó a saludarla.
No había banda sobre el escenario esta noche. En su lugar, un DJ pasaba una música de ópera fuerte que recordaba vagamente que Chris había llamado Goth Metal.
El club estaba oscuro, y había luces estroboscópicas encendidas. Causaba estragos a su vista de Cazador Oscuro, y era un intento de parte de Dante de mantener al mínimo las interferencias de los Cazadores Oscuros mientras estuviesen en el club. Nicholas sacó sus anteojos de sol y se los puso para aliviar un poco el dolor que le causaba.
La gente bailaba en la pista, olvidados de todo lo que los rodeaba.
—Saludos.
Se sobresaltó ante el sonido de la voz de Corbin en su oído. La mujer tenía el poder de manejar el tiempo y la tele-transportación. Vivía para sorprender a la gente, andando a hurtadillas junto a ellos.
Él se dio vuelta para ver a la pelirroja extremadamente atractiva que estaba detrás de él. Alta, grácil y mortal, Corbin había sido una reina griega en su vida como humana. Aún poseía ese majestuoso porte, y una mirada de semejante supremacía altanera que podía hacer sentir a cualquiera como si debiesen lavarse las manos antes de tocarla.
Había muerto intentando salvar a su país de la invasión de una tribu bárbara que era, sin dudas, los antepasados de su propia gente.
—Hola, Binny –le dijo, llamándola por un sobrenombre que sólo permitía que usaran unos pocos elegidos.
Ella le puso una mano sobre el hombro.
—¿Estás bien? Te ves cansado.
—Estoy bien.
—No lo sé. Quizás debería enviar a Sara para que reemplace a Chris algunos días y se ocupe de ti.
Nicholas cubrió la mano de Corbin con la suya, regocijado por su preocupación.
Sara Addams era su Escudera.
—Eso es todo lo que necesito. Una Escudera que no puede recordar que se supone que debe servirme.
—Oh, sí —dijo Corbin, frunciendo la nariz—. Olvidé esa inconveniencia.
—No te preocupes. No es por Chris. Es sólo que no he podido dormir bien.
—Lamento oír eso.
Nicholas se percató de que varios Weres los miraban fijamente.
—Creo que los estamos poniendo nerviosos.
Ella rió mientras echaba un vistazo por el club.
—Tal vez. Pero mi dinero dice que ellos sienten lo que hago.
—¿Lo cual es?
—Algo va a suceder aquí esta noche. Por eso es que vine. ¿No lo sientes, también?
—No tengo ese poder.
—Agradécelo, entonces, porque es una porquería. —Corbin se apartó unos pasos de él—. Pero como estás aquí, saldré a tomar un poco de aire fresco y te dejaré el club a ti. No quiero que mis poderes sean drenados.
—Hasta luego, entonces.
Ella asintió y desapareció en un destello. Nicholas sólo esperaba que ningún humano la hubiera visto hacer eso.
Caminó a través del club sintiéndose extraño, indiferente. No sabía porqué estaba allí. Era tan estúpido.
Él también podría irse.
Dándose vuelta, se quedó petrificado…
______(T.n) se había sentido tan rara estando en el Inferno esta noche. Su mente regresaba una y otra vez a la noche anterior. Hasta Kat sentía su incomodidad.
Había dos voces luchando en su cabeza. Una que le decía que se fuera inmediatamente, y otra diciéndole que se quedara.
Estaba comenzando a temer que estuviese esquizofrénica o algo así.
Michelle y Tom se acercaron a ellas.
—Hey, chicas, odio dejarlas plantadas, pero Tom y yo nos vamos a algún sitio tranquilo a conversar, ¿está bien?
______(T.n) les sonrió.
—Seguro. Diviértanse —En cuanto se fueron, miró a Kat—. No hay necesidad de que nos quedemos, ¿eh?
—¿Estás segura de que quieres irte?
—Sí, creo que sí.
______(T.n) se levantó de la silla y tomó su cartera. Mientras se ponía el abrigo no prestó atención a nada, hasta que chocó con alguien que estaba quieto como una pared.
—Oh, lo lamen… —sus palabras se detuvieron cuando miró unos diez centímetros hacia arriba y se encontró con el rostro que había rondado sus sueños.
¡Era él!
Ella conocía cada centímetro de ese sólido y espléndido cuerpo masculino en el sentido bíblico.
—¿Nicholas?
Nicholas quedó estupefacto más allá de lo comprensible cuando escuchó su nombre en los labios de ella.
—¿Me conoces?
Un atractivo rubor coloreó su rostro y fue entonces que él lo supo…
No habían sido sueños.
Ella comenzó a alejarse de él.
—______(T.n), espera.
______(T.n) se quedó helada al escuchar su nombre en los labios de él.
Él sabía su nombre…
“¡Corre!” Sonó como la voz de su madre en su cabeza, pero la orden fue ahogada por la parte de ella que no quería apartarse de él.
Él estiró la mano hacia ella.
______(T.n) no podía respirar mientras lo miraba fijamente, deseando su contacto. Su verdadero contacto.
Antes de poder detenerse, se estiró hacia él.
Justo cuando estaba a punto de tocarlo, un resplandor sobre el hombro de Nicholas le llamó la atención.
Miró más allá de él y se encontró con que una extraña imagen parecida a un espejo aparecía en la pista de baile. Del medio de la misma salió un hombre que era la encarnación del mal.
Medía al menos dos metros diez, vestía de negro y con el corto cabello color ébano que enmarcaba el rostro de la perfección. Era tan apuesto como Nicholas. Y al igual que Nicholas, llevaba un par de anteojos de sol oscuros. El único color que llevaba era un brillante sol amarillo con un dragón negro en el centro, pintado en el frente de su chaqueta de motociclista.
A pesar de su cabello negro, era un Daimon. Lo sabía, con cada instinto Apolita que poseía. Y además, fue seguido a través de la apertura por más Daimons. Los cuales eran todos rubios y vestían de negro.
Exudaban una atracción y virilidades inhumanas. Más que nada, exudaban una precisión mortal.
No estaban aquí para alimentarse. Estaban aquí para matar.
Dio un paso atrás con un jadeo.
Nicholas giró para ver qué había sobresaltado a ______(T.n). Sintió que se le aflojaba la mandíbula mientras veía a los Daimons salir de un bolt-hole en el centro del club.
Dante llegó corriendo del frente en forma humana, y se transformó en pantera mientras corría. Antes de que pudiera acercarse, el Daimon de cabello oscuro lanzó un rayo divino directo hacia él.
El Katagaria cayó al suelo con un grito mientras el rayo eléctricamente cargado lo transformaba de pantera a humano nuevamente.
El bar se enloqueció.
—¡Escuden mentalmente a los humanos! –gritó el DJ por el intercomunicador, alertando a los Katagaria que estaban presentes de que los humanos necesitaban ser reunidos y sus recuerdos de la noche debían ser reorganizados y/o purgados, como hacían rutinariamente cada vez que algo “extraño” sucedía en su club.
Más que nada, los humanos necesitaban ser protegidos.
Los Daimons se abrieron en abanico, rodeando el club y atacando a cualquier Katagaria que se acercara a ellos.
Nicholas se lanzó a través de la multitud para atacar.
Atrapó al Daimon que tenía una coleta rubia y lo hizo girar. El Daimon saltó hacia atrás, apartándose de su alcance.
—Esta no es tu guerra, Cazador Oscuro.
Nicholas extrajo dos de sus largas dagas de adentro de las botas.
—Me parece que sí lo es.
Atacó, pero para su asombro, el Daimon se movió como un rayo. Cada movimiento que Nicholas hacía para atacar era contrarrestado y devuelto.
Mierda. Jamás en su vida había visto que los Daimons se movieran así.
—¿Qué eres? –le preguntó Nicholas.
El Daimon rubio rió.
—Somos Spathis, Cazador Oscuro. Somos lo único que es verdaderamente mortal en la oscuridad de la noche. Mientras que tú… —dio una repugnante mirada al cuerpo de Nicholas—. Tú eres sólo un simulador.
El Daimon lo tomó del cuello y lo tiró al piso. Nicholas se tumbó con fuerza. Perdió el aliento con un violento woof mientras los cuchillos volaban de sus manos.
El Daimon saltó encima suyo, aporreándolo como si fuese un bebé indefenso.
Nicholas se lo quitó de encima, pero fue difícil. Había peleas por todo el lugar mientras los Were-Hunters libraban combate con los Daimons.
Preocupado por ______(T.n), miró y la encontró escondida con una mujer rubia en un rincón lejano.
Tenía que sacarla de ahí.
El Daimon con el que estaba luchando miró hacia donde Nicholas había observado.
—Padre —gritó—La heredera —. Señaló directamente a ______(T.n).
Nicholas tomó ventaja de su distracción y pateó al Daimon.
Como una unidad cohesiva, los Spathi abandonaron a sus oponentes y saltaron desde sus lugares al sitio donde ______(T.n) y la mujer rubia estaban escondidas.
Literalmente cayeron del cielo y aterrizaron en formación.
Nicholas corrió hacia ellas, pero antes de que pudiera alcanzar a las mujeres, la rubia que estaba acuclillada con ______(T.n) se puso de pie.
El líder Daimon se quedó helado instantáneamente.
La rubia estiró los brazos como para mantener alejados a los Daimons de ______(T.n). De repente, un viento de origen desconocido azotó el club.
Los Daimons quedaron petrificados.
Otra brillante puerta se abrió en la pista de baile.
—Es la laminas –dijo con desprecio el Daimon que había estado peleando con Nicholas.
Giró hacia la mujer rubia y la miró con rabia.
Con los rostros enfurecidos, los Spathi desarmaron la formación y caminaron uno por uno de regreso a través de la puerta.
Excepto el líder.
Con una mirada sin titubeos, observó furiosamente a la mujer rubia.
—Esto no ha terminado —gruñó.
Ella no se movió ni retrocedió. Era como si estuviese hecha de piedra. O en un coma.
El líder Daimon dio la vuelta, y caminó lentamente a través del portal. Desapareció en el instante en que lo atravesó.
—¿Kat? –preguntó ______(T.n) mientras se ponía de pie.
La mujer rubia se tambaleó hacia atrás.
—Oh, dios, pensé que estaba muerta —susurró Kat, con el cuerpo temblando—. ¿Los viste? —______(T.n) asintió mientras Nicholas se les unía—. ¿Qué eran? –preguntó Kat.
—Daimons Spathi —susurró ______(T.n). Miró incrédula a su acompañante—. ¿Qué les hiciste?
—Nada –dijo Kat, con una expresión inocente—. Simplemente me paré ahí. Tú me viste. ¿Por qué se fueron?
Nicholas miró a Kat sospechosamente. No había razón para que se fueran. Habían estado ganando la pelea.
Por primera vez en su vida, en realidad había sentido una duda momentánea sobre su habilidad para derrotarlos.
Corbin se acercó a ellos.
—¿Atrapaste a alguno? —Nicholas negó con la cabeza, preguntándose cuándo había regresado Corbin. Ni siquiera se había dado cuenta del desgaste de sus poderes, pero dado el modo en que los Spathis estaban pateando su trasero, no era nada raro. Corbin se frotó el hombro como si estuviera lastimada por la pelea—. Yo tampoco.
El impacto de esa declaración no pasó desapercibido para ninguno de ellos.
Los dos giraron hacia ______(T.n).
—¿Venían por ti? –preguntó Nicholas. ______(T.n) se veía extremadamente incómoda—. Ocúpate de Dante y su equipo –le dijo a Corbin—. Yo me ocupo de esto. —Corbin se fue mientras Nicholas regresaba a las mujeres—. ¿Cómo puedes recordarme? —Pero la respuesta era tan obvia que ya lo sabía—. Eres Apolita, ¿verdad?
Era seguro que no era una Were-Hunter. Tenían un aura inconfundible.
______(T.n) dejó caer la mirada al piso mientras susurraba:
—Mitad.
Él maldijo. Ya le parecía.
—¿Entonces tú eres la heredera Apolita que tienen que matar para terminar con su maldición?
—Sí.
—¿Es por eso que has estado jodiendo mis sueños? ¿Pensaste que iba a protegerte?
Ofendida, ella lo abarcó con una mirada furibunda.
—No he estado haciéndote nada, compañero. Eres tú quien ha estado viniendo a mí.
Oh, ésa era buena.
—Sí, claro. Bueno, no funcionó. Mi trabajo es matar a los de tu especie, no protegerte. Estás sola, princesa.
Él giró y se alejó con un paso impresionante.
______(T.n) estaba atormentada entre el deseo de golpearlo y llorar.
En lugar de eso, fue detrás de él y lo hizo detener.
—Que conste que no te necesito a ti ni a nadie más para que me proteja, y lo último que haría sería pedirle al Satanás de mi gente que me ayudara. No eres más que un asesino y ni un poquito mejor que los Daimons a los que cazas. Al menos ellos aún tienen sus almas.
Con el rostro endurecido, Nicholas liberó el brazo de su agarre y partió.
______(T.n) quería gritar por el modo en que habían salido las cosas. Y fue entonces cuando se dio cuenta de que una parte de ella en realidad había comenzado a gustar de él. Había sido tan tierno en sus sueños.
Amable.
Y ahí quedaba la idea de preguntarle sobre su gente. No era el mismo hombre con el que había soñado. En carne y hueso era horrible. ¡Horrible!
Miró alrededor del club donde las mesas habían sido volcadas, y los Katagaria estaban intentando ordenar el lío.
En qué pesadilla se había convertido todo esto.
—Vamos –dijo Kat—. Vayamos a casa antes de que esos Daimons regresen.
Sí, ella quería irse a casa. Quería olvidar que esta noche había ocurrido, y si Nicholas venía a ella esta noche…
Bueno, si pensaba que los Spathis eran duros con él, no había visto nada.
Stryker dejó a sus hombres en el salón y fue a ver a Apollymi. Era el único Spathi que tenía permitido estar en su presencia.
Su templo era el edificio más grande de todo Kalosis. El mármol negro resplandecía incluso con la débil luz de su infierno. Adentro, el templo estaba custodiado por un par de violentos ceredons (criaturas con cabeza de perro, cuerpo de dragón, y cola de escorpión). Los dos le gruñeron, pero se mantuvieron alejados. Habían aprendido mucho tiempo atrás que Stryker era uno de los cuatro seres que la Destructora permitía que se le acercaran.
Encontró a su madre en su sala de estar con dos de sus demonios Carontes flanqueando su sillón. Xedrix, su propio guardia personal, estaba a su derecha. Su piel era color azul marino, sus ojos de un vibrante amarillo. Cuernos negros sobresalían de su azul cabello y sus alas eran de un oscuro rojo sangre. Estaba parado, inmóvil, con una mano cerca al hombro de la Destructora.
El otro demonio era de una orden menor, pero por alguna razón, su madre prefería a Sabina. Ella tenía largo cabello verde que complementaba su piel amarilla. Sus ojos eran del mismo color que el cabello, y sus cuernos y alas eran de un extraño tono de anaranjado.
Los demonios lo observaban de cerca, pero no se movieron ni hablaron mientras su madre estaba sentada, como perdida en sus pensamientos.
Las ventanas estaban abiertas y daban hacia un jardín donde sólo crecían flores negras, en memoria de su hermano muerto. El otro hijo de la Destructora había perecido indescriptiblemente siglos atrás, y hasta este día ella lloraba su muerte.
Así como se regocijaba con la vida continuada de Stryker.
Su largo cabello rubio plateado caía a su alrededor en perfectas ondas. Aunque era más antigua que el tiempo, Apollymi tenía el rostro de una hermosa joven de veinticinco años. Su vestido de gasa negra se entremezclaba con el negro de su sillón, dificultando ver dónde terminaba uno y empezaba otro.
Estaba inmóvil mientras miraba hacia afuera, aferrando un almohadón de satén negro sobre su falda.
—Están intentando liberarme.
Él se detuvo ante sus palabras.
—¿Quién?
—Esos estúpidos griegos. Piensan que me pondré de su lado por gratitud –rió amargamente.
Stryker sonrió irónicamente ante la sola idea. Su madre odiaba fervorosamente al panteón griego.
—¿Tendrán éxito?
—No. El Elekti los detendrá. Como siempre hace.
Ella giró la cabeza para mirarlo. Sus pálidos, pálidos ojos no tenían color. El hielo brillaba en sus pestañas, y su translúcida piel era iridiscente, otorgándole una apariencia frágil y delicada. Pero no había nada frágil acerca de la Destructora.
Ella era, tal como su nombre lo declaraba, destrucción. Había consignado a cada miembro de su familia al reino de muerte del cual jamás regresarían.
Su poder era absoluto y era sólo por la traición que había terminado aprisionada aquí en Kalosis, desde donde podía observar el mundo humano, pero no participar en él. Stryker y sus compañeros Daimons podían usar las aberturas astrales para ir y venir de este reino, pero ella no.
No hasta que el sello de la Atlántida fuese destruido, y Stryker no tenía idea de cómo hacerlo. Apollymi jamás se lo había revelado.
—¿Por qué no asesinaste a la heredera? –le preguntó.
—La Abadonna abrió el portal.
Nuevamente su madre estaba tan quieta que no parecía real. Luego de varios segundos, ella rió. El sonido era suave y gentil, sonando a través del aire como música.
—Muy bien, Artemisa –dijo en voz alta—. Estás aprendiendo. Pero no va a salvarte a ti ni a ese despreciable hermano tuyo al que proteges. –Se levantó del sillón, depositó el almohadón, y caminó hacia Stryker—. ¿Te lastimaron, m'gios?
Siempre sentía un arrebato de calidez cuando ella se refería a él como su hijo.
—No.
Xedrix se movió para susurrar en el oído de la Destructora.
—No –dijo en voz alta—. La Abadonna no será tocada. Tiene lealtades divididas y no tomaré ventaja de su bondadosa naturaleza, a diferencia de algunas diosas que puedo mencionar. Ella es inocente en esto, y no la castigaré por eso. —La Destructora tamborileó dos dedos contra su mentón—. La pregunta es, ¿qué está planeando esa arpía de Artemisa? –Cerró los ojos—. Katra –susurró, llamando a la Abadonna. Luego de algunos segundos, Apollymi dejó escapar un sonido disgustado—. Se rehúsa a contestar… Bien –dijo en un tono que Stryker sabía que podía trascender este reino y ser escuchada por Katra—. Protege a la heredera de Artemisa y de Apolo si debes hacerlo. Pero ahora no puedes detenerme. Nadie puede hacerlo. –Le dio la espalda a Stryker—. Tendremos que separar a Katra de la heredera.
—¿Cómo? Si la Abadonna continúa abriendo el portal, estamos indefensos. Sabes que debemos atravesarlo cada vez que se abre.
La Destructora rió nuevamente.
—La vida es un juego de ajedrez, Strykerius, ¿aún no has aprendido eso? Cuando te mueves para proteger a los peones, dejas a la reina abierta al ataque.
—¿Y con eso quieres decir…?
—La Abadonna no puede estar en todos lados al mismo tiempo. Si no puedes acercarte a la heredera, entonces ataca otra cosa que a la Abadonna le importe.
Él sonrió.
—Estaba esperando que dijeras eso.
Belieber&Smiler♥
Re: "El Beso de la Noche" (Nick y tu)
:O:O:O
Niicholas es grosero ¬¬
pero lo recordoo!! weee :D
Sigueee!! no entendii muii bn llo de kate... pero desps lo re-leo ii sii entiendo
AMO sta novee
mas
mas
mas
Niicholas es grosero ¬¬
pero lo recordoo!! weee :D
Sigueee!! no entendii muii bn llo de kate... pero desps lo re-leo ii sii entiendo
AMO sta novee
mas
mas
mas
Creadora
Re: "El Beso de la Noche" (Nick y tu)
AMEE EL CAAP!
pero tengoo una dudaa:
Katra es Kat verdad??
es una diosa o algo asi?? xD
adoroo tu novee!
seguilaa
besooos
Byee
Lee la mia :D
pero tengoo una dudaa:
Katra es Kat verdad??
es una diosa o algo asi?? xD
adoroo tu novee!
seguilaa
besooos
Byee
Lee la mia :D
Invitado
Invitado
Re: "El Beso de la Noche" (Nick y tu)
tengo la misma pregunta
Katra y Kat son la misma persona/diosa?
me encantooo
pero xq Nicholas debe ser asi!!!
SIGUE!!
Katra y Kat son la misma persona/diosa?
me encantooo
pero xq Nicholas debe ser asi!!!
SIGUE!!
Paulinna:D
Re: "El Beso de la Noche" (Nick y tu)
OMJ!!
NEW READER PRESENT!!! :D
AMO TU NOVE!! ENCERIO!!!!
EGUILA!! :D
NEW READER PRESENT!!! :D
AMO TU NOVE!! ENCERIO!!!!
EGUILA!! :D
i love u [silvanitaa]
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