Cómo me enamoré de ti - Liam-Harry-tú

-¿Todo eso? – No podía salir de la impresión, jamás había tenido tanto dinero junto y mucho menos que fuese mío –Es demasiado por sólo saltar en un escenario, ¿no?
-No es nada, nos salvaste de una grande, chico –me dijo Paul – Te debo mucho más
-Y tú que pensabas que era mala idea – le dijo Niall
-Perdón pero no puedo aceptar tanto dinero
-Liam es tuyo, no te lo estoy regalando, no te estoy pidiendo que lo aceptes. ¡Es tuyo!

Pensé en lo que haría con tanto dinero, ¿podía comprar con eso el río Sena para _____? Tendría que averiguar. Acepté tomarlo porque quería planear algo bueno en nuestra última noche en París con ella. Me había dicho millones de veces que no le gustan las sorpresas, pero esta vez no me iba a dar el lujo de complacerla.

-Además… quiero que consideres quedarte cono nosotros – ya no podía pensar bien, este hombre me estaba ofreciendo ¿qué? – Te fue muy bien esta noche. Y los chicos tenían razón, eres bueno Payne. ¿Quieres ser parte de esto? Tendrías mucho más de lo que tienes aquí, y seguirías viajando por el mundo, pero ganando más de lo que esperas.

Titubeé; no viajaba por el mundo para ganar dinero, mi propósito estaba muy lejos de eso. Había estado bien por una noche fingirlo, emocionarme, y lo demás. Pero ya había acabado y debía rescatar a mi princesa.

-No
-¿No?
-Sí… quiero decir, no.
-¿Por qué? –alcé mis hombros – Sabes qué, piénsalo te he cogido desprevenido. ¿No te lo esperabas, eh? Anda, ven a descansar al hotel con nosotros y no te preocupes, todo corre por nuestra cuenta.
-No puedo. Has sido muy amable Paul en ofrecerme todo esto pero tengo cosas que hacer.
Tomé el cheque, me despedí de los chicos y salí de la limusina que me había dejado en plena calle principal de París.
-¡Ey Liam! – me gritó Paul desde la ventana – mañana te buscaré por una respuesta. Espero que estés seguro, porque es la última vez que preguntaré.

No me importaba, yo estaba seguro de lo que había dicho antes. Aceptar significaba que tendría que dejar a mis amigos, a la chica que tanto amo y por ningún motivo lo iba a hacer.

Llegué sin bombos ni platillos. Gustav se había encargado de hacer del viaje hasta el hotel todo un silencio enorme e incómodo. Al fin y al cabo lo había decepcionado; si así se comportaba él conmigo, cuanto peor lo haría Liam. Fui a las regaderas y me duché, casi intenté ahogarme en el chorro pero no era suficiente. Tomé mi toalla, me miré al espejo tratando de encontrar mis ojos, era la única forma de saber qué había pasado conmigo. Estaba molesta con la chica que veía, porque no hizo nada por detenerme aun cuando podía hacerlo “¿dónde estabas cuando te necesité? ¿Dónde estás ahora que necesito valentía?” Pero no me respondió.
Me eché a dormir no sé por cuanto tiempo porque estaba cansada y sobretodo porque no quería por primera vez en mi vida ver a Liam.

Entré corriendo a prisa por todo el lugar, Lizzie me dijo que la había visto entrar y yo no podía esperar a verla. Me asomé por la ventanilla de la puerta y la vi descansar. No quería hacer ruido así que entré abriendo la puerta despacio. Me quedé un momento viéndola, reparando cada centímetro de sí. Sonreía y sonreía al saber que podía besarla en cualquier momento y decirle que la amaba, no como la primera vez que se lo dije, sino ahora de la mejor forma que encontraba. Le canté una canción al oído que habíamos escuchado de camino a París. Recordé que me dijo que si un chico le cantaba esa canción alguna vez, ella se iría con él, aun estando conmigo. Me asusté e hice lo que se me vino a la cabeza: la besé. “Pero primero tendría que competir con tus besos y tus ojos, porque me gustan tus ojos Liam, me gustan mucho” me dijo sonriendo como una niña pequeña y abrazándome fuerte. Amaba todo de ella, incluso sus bromas, cuando su cabello me hace cosquillas y cuando se enoja conmigo y con un beso lo soluciono todo.

“Shut the door, turn the light off, I wanna be with you, I wanna feel your love…” Abrió sus ojos, dejé de cantar y en medio de su sueño me besó lento, como si nunca quisiera dejar de hacerlo.

-¿Sabías que mientras duermes mueves tus labios de forma graciosa?

¿Aún estaba soñando? Tenía ante mí al chico más hermoso del planeta entero. Sus ojos brillaban al verme y sonreía. Parecía feliz. Se veía diferente, se había cortado el cabello que tanto me encantaba pero que ahora no extrañaba mucho porque su nuevo corte lo hacía ver mucho más atractivo. Quien no lo conocía, como lo conocía yo, diría que no es un chico de mandar flores sólo porque sí, o de cantarme al oído como lo había hecho. El corazón lo tenía a mil, no podía verlo a los ojos porque me daba timidez como la primera vez que se acercó a mí. Estaba realmente guapo en esmoquin y me agarraba tiernamente las manos.

-¿Te gusta? –me dijo nervioso al ver que me había dedicado a observarlo
-Sí –le dije triste – Tu sabes que me gustas James… - le di un beso corto - …y mucho
Me senté en la cama y lo abracé fuerte
-Te extrañé –me susurró y me tomó por las mejillas haciendo que nuestros ojos quedaran en la misma posición – No me vuelvas a dejar solo jamás hermosa. Estuve como loco buscándote.
-Lo siento Liam… - se me asomó una lágrima
-No tienes que disculparte princesa – me dijo mientras la secaba y se sentía algo culpable – No estoy molesto, no podría molestarme contigo –sonrió - ¿Quieres que te cuente un secreto? –asentí y me susurró un “Te amo” que antes de hoy me hubiese hecho erizar la piel, ahora me estaba matando.
-Tengo algo que contarte
-Yo también, pero no aquí
-Liam es importante debo decírtelo ya
-No señorita, no te escucharé hasta que no vengas conmigo. Cámbiate y te espero abajo preciosa – se paró como si nada y salió de ahí dejando una caja como de seda junto a mí “Ya sé que me odiarás cuando veas lo que está adentro, pero hazlo por mí. Te ama... Liam” decía en la tarjeta

Yo no necesitaba nada más, Liam era el chico perfecto. Hubiese dado el mundo entero por levantarme a su lado cada mañana. ¿Harry? Harry no podía competir con Liam, corrían por lados diferentes, muy diferentes. Mientras Harry quería besarme, Liam se contentaba con hacerme sonreír. No había punto de comparación.

Bajó las escaleras, y si dormida me había parecido la mujer más bella que había visto… ahora lo confirmaba. Su cabello castaño caía ondulado sobre sus hombros y aquel vestido estilo griego le dejaba ver sus sorprendentes piernas, perfecto, para mi chica perfecta. ¿Hace cuánto tiempo no la veía así? Me daban ganas de correr, tomarla en mis brazos y no soltarla en la vida. Me parecía mentira que hubiese aceptado salir conmigo alguna vez. Mi piel se erizó pensando que algún día la vería con un vestido blanco, esta vez un poco más largo, caminando hacia mí. Pero hoy, me conformaba con que caminara en mi dirección ofrecerle tomarla de la mano, sacarla por esa puerta e irnos a disfrutar de la ciudad más romántica del mundo.

Por todo el camino la vi diferente, miraba demasiado por la ventana del taxi, frotaba sus manos una con la otra y acomodaba el anillo en su dedo como si no estuviera en su lugar; estaba nerviosa. No más que yo, que quería preguntarle algo de lo que ya tenía respuesta.
Lo que ocurrió después fue como la calma antes de la tormenta. Precisamente eso.

El lugar, la vista, la compañía, las innecesarias velas ante el exceso de luces, el fondo musical que Liam tarareó, su sonrisa tratando de averiguar que me sucedía, sus abrazos, la comida que no probé pues los nervios me tenían a un punto de vomitar, el jardín de la azotea, el lugar donde nos recostamos y de repente lo escuché tocando su guitarra para mí, las nubes que no habían en el cielo, la ciudad en calma. Todo, absolutamente todo fue perfecto.

-Me haces cosquillas –me dijo cuándo intenté besar su cuello porque de momento me dejé llevar.
-Tu lunar, parece un corazón ¿lo habías notado? –dije en una voz suave
-No lo parece – intentó verlo
-Pues a mí si –le dije y esta vez lo besé, él sonrió
-Wow, eso… jamás lo habías hecho

Sabía que lo había hecho sonrojar, fue ahí donde sonreí porque el nervioso ahora era él e intentaba tomarme de la mano aun sin poderla encontrar. Estábamos recostados en ese sofá cuando finalmente pensé que decirle lo que debía decirle no era lo correcto, no por ahora. Dañaría el momento y si algún día iba a recordar a Liam, definitivamente me encantaría que fuese así, recostado a mi lado mirando el cielo, pensando. Podría jurar que pensábamos en lo mismo.
Con sus dedos empezó a jugar con mi piel en el escote de mi vestido, como si nunca la hubiese visto, como si nunca me hubiese tocado en su vida y deseara muchísimo hacerlo, pero no se atrevía.

-¿Quieres hacer una locura?
-¿Contigo?– asintió y cerró los ojos – Siempre –le susurré en el oído
-¿Te gustaría casarte conmigo?

Me tomó por sorpresa, Liam estaba jugando ¿verdad? No supe que responderle y en cambio lo miré a los ojos y me sonrió como si todo hubiese sido una simple broma. A este punto recordé lo que Gustav me había dicho “si no le dices tú, le digo yo” pero yo no era capaz, menos ahora cuando decidí simplemente olvidarlo todo y dedicarme a hacerle sentir que lo amaba. Eso podría esperar un par de años, tal vez 3… o 50.

-Me… ofrecieron un contrato –hizo una pausa – con una disquera
-¡¿Qué?!
-Lo sé, lo sé. Sabes que no lo aceptaré.
-¡Pero Liam eso es maravilloso!– me acomodé en el sofá de manera que mi cabello se acomodó también sobre su pecho -¿Entiendes lo que significa? Harás lo que te gusta, ganando un dineral ¡Viajarías muchísimo!– sentía una felicidad extraña – Tendrías a la chica que quisieras…
-Ya la tengo, no necesito nada más –me sonrió por fin, me tomó por el cuello y me acercó a él con cuidado. Sabía perfectamente lo que queríamos, y sin más me besó. No ese beso al que estábamos acostumbrados, se sentía diferente, apasionado pero tranquilo.

En poco tiempo nos dejamos llevar, moví mi cuerpo de manera que me encontraba sobre él. Me miró a los ojos tratando de preguntarme si era eso lo que quería en realidad, ¡qué rayos! No había momento más perfecto que ese. Podía sentir su respiración agitada mientras yo uno a uno desabrochaba cada botón de su camisa, sentía sus ojos clavados en mí y sus manos cálidas tomándome suavemente.

Jajaja mi mamá me va a matar cuando sepa que ando subiendote caps y no haciendo mis deberes xd Jajaja No importa, no importa! Lo vale

Cada parte de mi deseaba esto y más que nada me había prometido guardar en mi memoria todo cuanto sentía y veía de ella; la forma en que me miraba, los ojos que le brillaban. Cuando por fin abrió mi camisa se recostó sobre mi pecho y ahí se quedó un rato, cerca de mi corazón. Tan cerca como siempre lo ha estado. Desde aquí podía oler su perfume delicado, y sentir su piel cálida, acariciaba su cabello suave mientras ella parecía haberse quedado dormida. Me moría de frio, así que la acerqué más a mí con un abrazo fuerte para darnos calor.
Era definitivo, no iba a ir a ningún lado sin ella, no iba a aceptar la propuesta de Paul y no iba a apartarla de la oportunidad de graduarse.

-No voy a irme preciosa, tengo todo lo que quiero aquí contigo

XXXVII

Me besó, me besó y me volvió a besar. Era casi una lucha entre los dos, sentíamos infinidades de cosas que el otro ni se imaginaba. Yo tenía esa necesidad de él, pero a la vez una culpa interior. Nos movíamos de un lado a otro en aquel sofá e intentábamos hacer lo que nunca nos atrevimos. Liam es demasiado tierno y yo demasiado tímida, pero en ese momento nos sentíamos imparables.
Con sus manos, nervioso recorrió mis curvas y se encontró con mi rostro, lo miré fijamente y besé sus manos heladas que me estremecían cada vez que tocaban mi piel. Ambos temblábamos, por culpa del miedo o de la noche fría en París, pero lo hacíamos. Comencé a besar su pecho lentamente hasta que algo me hizo detener, eso no estaba bien, nada de esto. Liam acababa de decirme que no aceptaría el contrato y yo sabía perfectamente por qué.
Dejé caer mi cabeza a su lado, me hice la que dormía y esperé a que él se durmiera también. Me paré lentamente, sin hacer ruido. Tomé mis tacones, el saco de Liam y salí de ahí.

Caminé por la estación del metro con mis tacones en la mano y el celular. Todos me miraban porque el saco de Liam me quedaba algo grande y el vestido ya había perdido su encanto.
Mientras caminaba más me daba cuenta que lo que hacía era lo correcto. Yo lo había detenido mucho tiempo e impedido que hiciera lo que le gustaba; era hora de dejarlo ir.
Sabía que lo que iba a hacer le rompería el corazón, pero por lo menos yo estaría tranquila y él tendría una vida sino perfecta, mejor.

Me senté en una de las bancas del metro, le di vueltas al celular mientras pensaba. Esa foto en la pantalla de nosotros haciendo caras tontas hizo que una lágrima corriera por mi mejilla. Ahora no entendía si estaba feliz o triste. Finalmente abrí la bandeja de mensajes.

“Tal vez ya notaste que no estoy. No me malinterpretes la he pasado muy bien a tu lado esta noche, y siempre mi amor. ¿Recuerdas cuando dijiste que jamás nos íbamos a separar? Pues yo creo que llegó el momento.
He estado viéndome con un chico Liam y empecé a sentir cosas, muy diferentes a las que siento cuando estoy contigo. Decirte que prefiero una u otra cosa sería mentirte, tú y él son muy distintos; pero yo no puedo seguir mintiéndote y pretender que todo está bien porque no lo está. ¿Cobarde yo? Muchísimo por no tener el valor de mirarte a los ojos y decírtelo, menos cuando parecías tan feliz. Te amo, siempre siempre te he amado y lamento mucho todo esto. ______”

Cerré los ojos y pulsé enviar. Era fácil por lo menos para mí, me dejaba más tranquila y podría dormir esta noche. Anunciaron que el último tren arribaría, me paré de aquella banca y lo tomé. No sabía dónde me bajaría, ni cómo llegaría al hotel, pero entre más tiempo estuviera fuera de ahí muchísimo mejor.

Tiempo después...

-Y... ¿estás bien?
-¿Qué crees Jose?– hubo un silencio entre las dos –Sí, si estoy bien –intenté una sonrisa detrás del teléfono –Dentro de poco estaré en Londres, nos veremos, tomaremos un café ¿Qué te parece si le dices a las chicas?
-Se van a alegrar mucho de que vengas. Pero que sea una sorpresa ¿sí?
-Perfecto– agarré el teléfono con fuerza, tratando de contener las lágrimas –Me hace mucha ilusión verlas, no sabes lo difícil que ha sido estar aquí sola, sin ustedes.
-No, no lo sé. Pero si se siente igual que no tenerte con nosotras, entonces debe sentirse horrible– otro silencio- Listo, ya está. Nos veremos en Nort Wind ¿Si recuerdas dónde está verdad?
-¿Por qué ahí?
-¿Por qué no?
-Está bien Jose, como quieras –suspiré fastidiada, siempre se salía con la suya – Ahí nos veremos.
-Ya sabes…
-Sí, te quiero.

Cerré la bocina y William ya estaba subiendo mi maleta al camión. India era increíble, vi cosas diferentes y aprendí a comer la comida hindú, pero no veía la hora de salir de ahí. Me habían asignado a otro grupo con unos chicos rusos a los que nunca llegué a entender algo de lo que decían ni siquiera en inglés. Así que si tenía algún tiempo para hablar lo hacía con William. La mayor parte del tiempo me lo pasé en las comunidades indias cercanas conociendo la cultura y jugando con los pequeños. Y estaba bien por mí, pero ya era hora de volver a casa.
No había visto a mis padres ni a mis amigas en un buen tiempo.

-¡Estamos listos ________! –me dijo William y salimos en el jeep
-Tienes que estar muy emocionada por irte ¿no?
-No te lo voy a negar, voy a descansar, a ver a todos, es increíble
-Yo sé –sonrió, pero luego cambió el semblante – Por eso no tengo muchas ganas de pedirte que hagas esto. Pero eres la única a la que soy capaz de pedírselo, porque te conozco.
-Will, puedes pedirme lo que sea, excepto volver aquí –se echó a reír
-No es eso. Hay una vacante en la Misión Médica. No es precisamente un rural, pero sigue contando para tus estudios –me quedé pensativa – Seguirías siendo enfermera, pero para una compañía.
-¿En una empresa?
-Sí, una empresa. No lo sé _____. Piénsalo, estarías cerca de casa. Las cosas han cambiado muchísimo y tú lo sabes. No es lo mismo sin – hizo una pausa, pensó lo que diría y siguió – sin compañía.
-Estoy bien William, en serio
-No, no lo estás – dijo muy seguro
-¿Qué te hace pensar que…?
-Tus ojos por las mañanas, ya no sonríes tan a menudo, y ¿crees que no noto que lloras? – negué molesta – A mí no me puedes engañar – miré por la ventana, en parte porque no quería seguir esa estúpida conversación – Sé que esto no me corresponde como supervisor, pero sí como casi tu padre que soy. Mírame; no voy a permitir que vuelvas a salir de misión, ni conmigo, ni con nadie.
-¡No puedes hacer eso William!
-Pruébame – lo dijo desafiante, se detuvo un rato en el que el camino se me hizo eterno en un silencio incómodo, calmó el tono de su voz y me habló de una forma en que nunca lo había hecho – Lo hago porque te quiero y aunque te voy a extrañar, prefiero que te encuentres bien. Ahora, aceptarás, me darás un abrazo, cambiarás esa carita y reconocerás que soy el mejor papá no papá del mundo – mi semblante cambió. A veces necesitas que las personas que quieres te den un sacudón.
-Te quiero Will. Y sí… tú eres el mejor papá no papá del universo – lo abracé fuerte y acepté.

Al llegar a Londres todo me parecía exactamente igual a como lo había dejado la última vez que vine aquí. La única diferencia era que yo no era la misma. Cambié mi peinado, pensaba diferente y definitivamente había crecido como persona. Me fui pensando como lo haría una niña pequeña que quiere descubrir el mundo, y volví como una adulta cansada de soñar.

Llegué a Nort Wind llevando mi pequeña maleta conmigo, y vistiendo el uniforme azul a punto de desteñir que había utilizado los últimos años. Al fondo, sentadas en una mesa, estaban mis amigas, las chicas locas que tanto quería, riendo y hablando fuerte como nos gustaba. Todo había cambiado, y nuestras miradas cargaban el paso del tiempo. Muy adentro de ellas aún estaba esa adolescente inocente que hacía tonterías. Elena me descubrió parada en medio de la oscuridad del lugar estática, analizándolas, recordándolas.

-¿_____? –se atrevió por fin a pronunciar, como si no creyera lo que decía; le sonreí, tiré mi maleta al suelo y corrí hacia ellas.