Creaste mi mundo [Liam Payne&LorenaWoodson]

– Te quiero –susurró el chico en mi oreja, la persona que había logrado conquistar mi corazón en todos estos días. Hoy se estaba cumpliendo exactamente un mes desde que le dije el «sí» definitivo, desde que comenzamos esta hermosa relación–. Para una chica tan especial como tú –posó en mis manos una rosa, mi favorita, amaba como olían aquellas rosas.

– ¡Amo la rosa de mayo! –Exclamé contenta.

– Lo sé. ¡Feliz cumple mes! –Me depositó un suave beso en los labios que con gusto acepté.

Nos encontrábamos caminando por las calles de Sidney, el ambiente era fresco y me gustaba, podía escuchar claramente a los niños jugando, y el sonido del mar, todo estaba espectacular. Correteé un rato con Liam las palomas, algo que amábamos hacer, nos divertía mucho, habían veces en las que él compraba cotufas y se las daba.

Calculaba que eran las 2:00 de la tarde, así que nos quedaban gran tiempo para disfrutar nuestra estadía en Australia, ya que mañana partiríamos de regreso a Londres, y sabía que después de allí todo rastro de felicidad se borraría, porque mi única misión era saber si mi padre aún seguía con vida.

– ¿Qué tienes? –Al parecer notó mi preocupación al recordar lo de mi padre.

– Tengo miedo de encontrarlo muerto.

– Eso no pasará –besó mi mejilla delicadamente–. Todo saldrá bien.


Asentí sonriente y luego me llevó a la ópera de Sidney, pasamos un gran rato juntos, pero ya había caído la noche y teníamos que regresar, el hambre me mataba, en el camino nos paramos en un puesto de hot dogs, jamás los había probado y ese día fue le excepción, sabían riquísimos, Liam soltaba una leve risita viendo mis expresiones al probar cada bocado, pero que estaban muy buenos. Luego de eso llegamos al hotel.

Subimos las escaleras lentamente, no había ninguna necesidad de ir en ascensor, ya que nuestras habitaciones quedaban en el primer piso. Una vez en la puerta de mi cuarto, me despedí con un tierno beso, mientras él sostenía mi quijada.

– No quiero que acabe esta noche –dijo bajito en pleno beso–. Baja conmigo a la piscina.

Acepté risueña y entré para buscar uno de los tres trajes de baños que me había comprado en todo el tiempo que estuve de viaje. Me quité la ropa y me puse uno acompañado con un short y una pequeña camisa y luego toqué la puerta de la habitación de Liam, quién salió al rato.

– ¡Estás preciosa! –Me halagó y yo sonreí tímidamente. Entrelazó sus manos con las mías y luego bajamos a la piscina. Lo primero que hicimos al llegar fue pedir los respectivos cócteles que tanto nos gustaban. Definitivamente, de todos los hoteles que pude llegar a visitar, este ha sido el que más me ha gustado, el ambiente es tranquilo y cool.

Para mi suerte, la arpía no la había escuchado en todo el día y eso me aliviaba, no podía dejar que nadie arruinara este día, nuestro primer mes. Afortunadamente las cosas van mejores para nosotros, sabemos llevárnosla bien. Liam es una persona dulce y siempre logra sacarme una sonrisa en los peores momentos. Cuando Esme se mete conmigo me siento mal durante el día, pero Liam no sabe nada de esto, siempre termino inventándole alguna excusa y él logra hacerme feliz, hace que me olvide de todo, él es único.

Una vez que nos entregaron los cócteles –cabe destacar, que el servicio era muy bueno–, comenzó a hablar Liam, de lo bueno que lo había pasado en su gira. Quitando todo lo malo, había sido un gran mes, descubrí cosas nuevas, estando junto a Liam todo era genial.

Él creaba mi mundo en pequeños trocitos.

Sonreí tímidamente al sentir la mano de Liam incitándome a meterme en la piscina.

– Cierran a las 9, nos queda una hora –acepto y me quito la ropa quedando lista para entrar a ella.

¡Estaba helada! Sentí muchos escalofríos al entrar y Liam se reía a carcajadas, le pegué por estúpido y luego quiso que nos sumergiéramos en el agua, ya que así supuestamente se me quitaría el frío. Hice lo que pidió y juntos nadamos bajo el agua, pudimos a llegar al otro extremo sin dificultad, claro que él llegó primero que yo. Nadé rápidamente hacia él, pero al llegar pude encontrarlo de frente, y así juntar mis labios junto a los suyos bajo el agua. Fuimos subiendo lentamente hasta tomar un poco de aire.

– Para no nadar mucho la haces perfecto.

– Qué te digo, me hubiera gustado ser nadadora profesional –reí por la bajo.

– ¿Hubiera?

– Claro Liam, ambos sabemos que no puedo –en eso toma mi cintura y me apega más hacia él–. Eso no es impedimento, recuerda que a veces las personas así logran sorprendernos más que otras. Por ejemplo Amy Hildebrand, ella es ciega de nacimiento por ser albina y es fotógrafa –me quedé sorprendida ante las palabras de Liam.

– ¿Cómo puedes saber tanto?

– Cosas mías –se rió–. ¿Sabes algo Lorena? Vivimos en un mundo donde hay que ligar por conseguir una persona que valga la pena, ya el romance, la humildad, se está perdiendo. Por suerte aún quedan personas así y estoy agradecido porque la gente que vive en mi entorno es así. No tienes que subestimarte, chicas como tú valen oro, yo no me fijé en ti por tu físico (porque hay que admitir que eres hermosa aunque no lo sepas), me fije en ti, porque vi la maravillosa persona que eres, y sé que aquí –posó su mano en mi pecho–. Hay un corazón enorme dispuesto a hacer lo que sea por ayudar a los demás. Así que no te des por vencida, no dejes que esto arruine tus sueños –quitó su mano de mi pecho y las posó en mis ojos cerrándolos, dejó suaves caricias en mis cejas y recorrió todo mi rostro con las yemas de sus dedos–. No importan lo que digan otras personas, tú eres única entre todas.

Una lágrima de felicidad se escapó pero Liam supo atajarla rápidamente. Sin pensarlo tomó mis labios y puse mis manos alrededor de su cuello.

– Ya son las 9:00 –avisó el guardia y por un momento me morí de la vergüenza, subimos al piso y me dio suaves besos.

– Gracias por el día –le dije.

– Gracias a ti por hacerme feliz.

– ¡Basta! –Le hice un gesto con la mano–. Me pones nerviosa –confesé risueña.

– Prometo no volver hacer sentirte así –iba yendo a su habitación pero luego se devolvió tomándome en sus brazos–. ¡Dios mío Lorena! Me gustas mucho –dijo besando mi cuello lo que me causaba pequeñas cosquillas

– ¿Mucho? –Hablé evitando no reírme.

– Mucho, mucho, mucho. ¡Eres perfecta!

– Nadie es…

– Shh–. Tapó con sus dedos la comisura de mis labios–. Para mí si lo eres.

– ¡Qué belleza! ¡Se ven tan tiernos juntos! –No apareció en todo el día y llega justo en el mejor momento.

¡Gracias Dios! por mandármela.

Respiré profundo y me quedé callada, Liam la saludó y luego esta se dirigió a mí, preguntándome si yo no iba a hacer lo mismo. Hice un simple gesto con las manos y una sonrisa totalmente fingida, que no me salió del todo bien. La chica con su voz chillona entró a su habitación y yo agradecí al cielo porque lo hiciera.

– No la soportas para nada –dijo Liam, quien aún seguía sosteniendo mi cintura.

– Es algo arrogante ¿no crees? –Pregunté como si no pasara nada, como si ella no se metiera constantemente conmigo, porque si fuera así de dulce siempre de seguro no me caería para nada mal.

– Solo un poco engreída –di una sonrisa torcida, dándole señal de que no quería seguir hablando del tema–. Creo que deberías acostarte y descansar –en eso besó mi frente y luego unimos nuestros labios, suspiré y entré.



Era el día, ya nos regresábamos a Londres, calculaba que era temprano, así que me quedaba un poco más de tiempo hasta que llegara el anochecer y ya tuviéramos que partir. Los muchachos preferían tomar un vuelo de noche. Eso me tenía sin cuidado, lo único que me preocupaba es que al llegar a Londres todo cambiaría, no sé si pueda soportar saber cualquier noticia dolorosa sobre mi padre.

Acomodé mi desordenado cabello y me puse una ropa adecuada para tomar aire fresco, a lo mejor así me encontrase con Liam. Después de haber entrado a la habitación anoche, me quedé recordando cada y una de sus palabras en la piscina. Dijo que era especial, que valía oro, simplemente sus palabras fueron únicas.

Me di cuenta que tenía una sonrisa formada en mi rostro, producto del recuerdo de la noche anterior, la había pasado en grande y ya ni tomaba en cuenta la presencia de Esme en último momento.

Gire la manilla y salí de la habitación, iba directamente a las escaleras, pero en eso escucho un chillido salir de la habitación de Esme, frunzo el ceño extrañada y me digo a mí misma que siga caminando, pero la curiosidad es grande, así que opté por acercarme un poco a la puerta, que dejaba salir los ruidos, parecía que estuviera peleando. Al segundo logro percibir la voz de Niall. Eso hace que me acerque más y más, hasta quedar con mi oreja completamente pegada a la superficie de madera.


– ¿Y yo qué gano de esto? ¿Ah? –Preguntó algo molesta la chica.

– Dinero, eso es lo que obtienes –escuché a mi mejor amigo en un tono frío y solo hablaba así cuando estaba sumamente enojado ¿se habrá enterado de lo mal que ésta me trata o ella misma se lo habrá contado? ¿Pero qué tiene que ver el dinero en todo este asunto?

– Niall, yo acepté pensado que así te fijarías en mí –chilló.

– Está bien Esme, tómalo como tú quieras. Agarra tus maletas y te regresas a Londres, digo que tuvimos una discusión fuerte y por eso te fuiste antes. Listo, problema resuelto.

– Para ti es muy fácil, Niall solo quiero que me quieras como yo te quiero a ti, anda bésame, yo sé que quieres.

– No sé cómo pude pagarte para que te hicieras pasar por mi novia –me quedé helada ante tal confesión. Mi corazón comenzó a latir más rápido de lo normal, ahora tenía sentido. Por eso todo pasó tan rápido, o sea que si Niall la había contratado para que se hiciera su novia, quiere decir que él también sabía lo mal que ella me trataba.

«Eso era» –dije para mis adentros.

En un intento fallido quise alejarme pero mis tobillos se doblaron torpemente haciéndome caer y por ende tumbar no sé qué cosa.

Rogué para que ellos no me hayan oído, pero escuché la voz de Esme acercándose, me puse nerviosa. No sabía qué hacer, justo cuando me voy parando ella va saliendo del cuarto…


– ¡Quédate con tu ciega! –Pero inmediatamente se calló, supe que era porque me había visto con medio cuerpo en el suelo tratándome de parar–. Dile a tu amigo Niall –se acercó de forma brusca hacia mí sujetando mi camisa–, que te pida que lo cuides mejor que yo –me soltó velozmente para volver a caer de nuevo al suelo.

– ¡Lorena! ¿Qué te pasó?

– ¿Qué me pasó? –Pregunté con la voz frágil, trato de recuperar el aliento, me paro y continúo–. Gracias Niall, gracias por hacerme esto –fue lo único que pude decir, luego de haber escuchado la conversación, no me calzaban las palabras exactas para expresar todo el sentimiento de ira y decepción que poseía.

– Yo… disculpa.

– ¡La contrataste Niall! ¡La hiciste pasar por su novia! ¡Dejaste que ella me humillara y…!

– Espera –me interrumpió– ¿Qué?

– Que me humillara Niall, me has decepcionado.

– Pero…

Lo dejé con la palabra en la boca y bajé las escaleras, fui hacía el living pero el venía tras mío, obviamente sabía que yo no tenía rumbo a dónde ir, estaba completamente perdida. Sin importar cuanta gente estuviera mirando me lancé al piso y rompí a llorar, era increíble como una amistad había podido llegar hasta aquí.

En ese momento todo lo que parecía ser perfecto en mí se derrumbaba, tuve un flashback de las mejores cosas que habíamos vivido, todo se esfumó y ahora solo me sentía sola.

Unos brazos rodearon mis hombros y solo me limité a decir que se alejara.

– No me iré Lorena, no me iré sin antes…

– No digas nada por favor –grité con un nudo en la garganta–. No quiero saber nada de ti.


Hubo un silencio bastante incómodo, él seguía sujetándome. Al rato escucho la respiración de Niall diferente, tenía la nariz tapada y eso solo significaba una cosa. Estaba llorando.

Me volteó y con mis manos logré alcanzar su rostro y me encontré con varias lágrimas esparcidas en este. Esa fue la primera vez que Niall lloró por mi culpa y a pesar que él me había hecho eso, me sentía completamente inepta por haberle dicho esas palabras.

– No llores –pedí en susurro.

– No te quiero perder Lorena, te…

– No lo digas Niall –tapé su boca, estábamos haciendo un completo espectáculo. Sin embargo, por alguna extraña razón la gente de seguridad no intervenía en el asunto y cuanto deseaba que lo hicieran, que me llevaran muy lejos con mi padre y que de repente todo volviera ser como antes. Me quitó la mano con delicadeza y fundió su rostro en mi clavícula, podía escuchar perfectamente sus sollozos. Ambos tirados en el suelo, frente a todo el mundo. Toda una película.

Subió su cabeza delicadamente tomando mi rostro en sus manos con fuerza, acercándome más hacia él.

– ¿Por qué no quieres… saber más nada de… mí? –Fue difícil para Niall terminar toda la oración.

– Dejaste que ella me hiciera eso.

– Lorena, yo no sabía –dijo con dulzura–. Juro que si lo fuese sabido, jamás habría hecho eso, no dejaría que nadie te tratara así.

– No sé qué pensar –negué con la cabeza–. Entonces si no fue así ¿por qué lo hiciste? –Niall soltó mi rostro e iba a comenzar a hablar justo cuando ambos escuchamos la voz ronca de Harry sobre nosotros.

– Creo que deberían discutir en otro lugar –su tono sonó como si estuviera preocupado o algo molesto. Reaccioné al instante y me paré–. Ven Lorena –me tomó del hombro y yo me frené.

– Dile a Niall que no quiero seguir discutiendo con él –pude susurrarle a Harry–. Si quieres llevarme al cuarto, no tengo nada que decir.

– Niall, voy a llevar a Lorena a su cuarto.

– ¡Nooo! –Afincó su mano en mi hombro–. ¿Y nuestra amistad?

– Ya no hay amistad Niall, olvida todo –dije eso con el mayor dolor en mi alma, él me soltó y yo me alejé con Harry a mi habitación.

Ya no hay amistad Niall, olvida todo –esas palabras fueron reproduciéndose en mi cabeza una, dos y tres veces. ¿Olvidarlo? ¿Cómo iba a poder a olvidarlo? Ella fue parte de mi infancia, convivió y creció conmigo ¿En serio todo iba acabar así? ¿Y dónde estaban los momentos en qué nos reíamos sin parar? ¿Dónde estaban las veces que nos escondíamos en el sótano para jugar? ¿Dónde están los cuentos de terror que le contaba y ella se ponía triste de miedo? Su cara tierna al escuchar mis relatos de terror era única. Ahora todo se había perdido ¿por mi maldita culpa? Tal vez no debí ser tan idiota y pensar que ella se fijaría en alguien como yo.


No Niall, tú nunca vas a gustarme, por favor –otras de sus palabras que me hacían sentir como la persona más miserable del mundo. Después de la muerte de mi padre jamás pensé que algo me fuese a doler tanto como esto. Odiaba a Esme, no la soportaba, pero tuve que hacerlo porque pensaba que así Lorena sentiría celos por mí.

«Pero que imbécil eres Niall»

No sabía en qué pensaba cuando sostuve mi teléfono y marqué aquél número. Repicó por varios segundos y al rato sale aquella voz chillona que tanto me caía mal. Le pedí que se hiciera pasar por mi novia y yo juraba pagarle, ella emocionada aceptó.

Lo que más me sorprende es su actitud con Lorena. Mi Lorena
.
Decir eso en mi mente no era más que un acto sadomasoquista. Sádico porque me gustaba como sonaba, y Masoquista porque me dolía mucho. Ella no era mía y nunca lo sería.

«Nunca Niall, acéptalo»

Apreté mis puños fuertes, tenía gana de golpear al primero que se me atravesase. Divisé un pequeño jardín que quedaba en una parte del hotel y me dirigí hacia allá. Alguien posa una mano en mi hombro y me sobresalto queriendo golpear fuertemente a aquella persona. Pero mis ojos se ensancharon al ver que era Liam.

Nada más a él se le ocurre aparecerse justo ahora, yo lo quiero, es uno de mis grandes amigos, pero el solo saber que él puede tenerla y yo no, me pone dolorosamente triste.

Le dije que se alejara que preferiría estar solo, pero como es bien terco el hijo de puta, se acercó más. Torcí los ojos y traté de ignorar sus comentarios, pero fue imposible al escuchar el nombre de Lorena salir de su boca.

Volteé rápidamente y clavé un puño en su quijada, tan fuerte que se tambaleó. Me quedé estático ante mi acto.

– Yo… no sé por qué lo hice.

– Está bien Niall –dijo sobándose–. Solo quería saber que te pasaba…

– Es que dijiste Lorena y me dio rabia, yo ya no sé qué hacer Liam –él sin pensarlo me tomó en sus brazos apretándome fuerte, pero luego al rato me soltó para hablar.

– ¿Qué pasó con ella? Eso fue lo que te pregunté.

– Todo terminó Liam, nuestra amistad se acabó.

– ¿Cómo qué se acabo? Ustedes se quieren.

– Ella… yo… nosotros…

– Termina de decir –no encontraba las palabras exactas para explicarle a Liam lo sucedido, sabía que si le contaba lo del contrato con Esme se molestaría y le daría toda la razón a Lorena. Que en una parte era cierto, ya que jamás debí haber hecho eso. Pero… ¿Quién iba a pensar que Esme se fuera a meter con ella? Si algo me molestaba de esa pelirroja, era que a veces se pasaba de melosa. Ahora la odiaba por hacerle eso a Lore.

Lo miré directamente a los ojos y otras lágrimas cubrieron mi rostro, no podía decirlo, entendió que no quería hablar de eso, así que prefirió dejar de preguntarme.

Después de haber pasado veinte minutos y que ya estuviera más tranquilo, nos encontrábamos sentados en una gramita cerca, Liam a veces me hacía sonreír. Le pregunté que por qué no había ido en busca de Lorena y me dijo que ella a lo mejor querría estar sola. Asentí con la cabeza. Eso era verdad, ella cuando se sentía mal prefería estar sola aunque sea por una miserable hora.

– Creo que deberías hablar con ella, hacerla feliz. Ya que –tragué saliva para poder decir lo que tanto me costaba– ella ya no es mi amiga –bajé la cabeza con pena.

– Sí lo es –replicó el castaño–. Solo es una pelea.

– No lo es Liam, ella jamás me había dicho eso. Podríamos pelear, pero nunca me decía que se terminara la amistad.

– Dale tiempo, no creo que haya sido tan grande como para que no te perdone –un maldito sentimiento de culpa abundó todo mi ser, me imaginó todas las veces que soportó a Esme, todas las veces que lloró en silencio y trató de mostrar una sonrisa "fingida" solo para hacer feliz a los demás. Ella era tan ingenua y eso era lo que la hacía especial. Pero ahora nada importaba.

– Créeme, fui un maldito –escupí de dolor. Otra vez me había descontrolado al recordarlo todo, las palabras de Lorena, sus lágrimas cayendo, tirada en suelo, indefensa y débil. Llorando por mí culpa. Le fallé, la decepcioné.

– Sea lo que sea, en algún momento me dirás, solo espero que te arrepientas porque ella es alguien muy especial como para sufrir.

– Me arrepentí en el momento que pronunció lentamente lo que cualquier persona no quisiera escuchar: Me has decepcionado –traté de que mi voz sonara tal cual como ella me lo había dicho.

– Lo siento amigo –me puso una mano en el hombro, izquierdo para ser exacto.


– ¡Liam, Liam! –No estaba loco, no alucinaba. Era Lorena. Liam corrió a sus brazos. Me quedé confundido al ver su expresión, no estaba triste, se veía emocionada, como si deshacerse de mi vida fuera sido toda una celebración–. ¡Mi papá me llamó! Dijo que estaba en casa sano y salvo –pegó unos brinquitos al decir eso.

– ¿Y cómo te localizó? –Preguntó Liam entre consternado y contento por ella. Yo también lo estaba, pero claramente no podía hacer nada, no aceptaría mi abrazo y cuanto quería hacerlo.

– Se enteró por la mamá de –hizo una larga pausa antes de decir mi nombre– Niall –dijo melancólica–. Ella le contó que estaba con todos ustedes y les pasó sus números, así que llamó uno por uno. Bueno, primero llamó a Niall y luego le marcó a Harry, quien por buena suerte se encontraba conmigo.

– ¿Puedo darte un abrazo? –Pregunté sin pensarlo, necesitaba hacerlo.

– Niall… no sabía que estabas aquí –su cara cambió completamente.

– Yo…

– Solo dame tiempo, necesito ver a mi padre y…

– Un abrazo nada más –me fui acercando y en pocos segundos ya había rodeado su cintura con fuerza. Fue un abrazo frío de su parte, o más bien triste. ¿Cómo pude ser tan idiota?

La decepcioné.




Horas y horas habían pasado, ya habíamos llegado a Londres.